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Untitled - Prospecta

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confección de bolsos tres establecimientos, siendo<br />

el más reciente la Clínica del Calzado, de Omar Fiores,<br />

artesano argentino afincado primero en Fuerteventura,<br />

durante 20 años, y luego en Tenerife. Este<br />

oficio requiere mucha dedicación. Sin embargo, dista<br />

mucho de su mejor época, en la que había unas siete<br />

zapaterías, concretamente, en los años sesenta del<br />

pasado siglo, debido a su dimensión artesanal.<br />

Con la expansión del turismo y de la construcción<br />

se registró un cierto declive en los oficios artesanales<br />

ante las expectativas de ampliar los horizontes<br />

económicos. Don Antonio Guerra ejerce el oficio<br />

de zapatero desde que contaba 16 años de edad y<br />

está considerado como el de mayor antigüedad en<br />

activo. En su dilatada trayectoria profesional no ha<br />

disfrutado de vacaciones y ha renunciado a muchos<br />

días de descanso. Su jornada laboral se inicia a las seis<br />

de la mañana y acaba a las nueve de la noche, por<br />

regla general, salvo los domingos que suele dedicar<br />

menos horas, pero con todo, tras acudir a misa, suele<br />

trabajar hasta las dos de la tarde. Sostiene que la<br />

dedicación al trabajo hace rentable el oficio.<br />

No obstante, en su quehacer se suele encontrar con<br />

zapatos de difícil reparación. A veces, se suelen alternar<br />

cuatro pares de zapatos buenos con un par<br />

malo”. “El negocio -insiste- con dedicación y esfuerzo<br />

es rentable, pero ocurre que ya tengo 64 años, y<br />

se nota el cansancio. Ya han transcurrido 47 años de<br />

trabajo. Ahora, si se empieza a trabajar a las nueve<br />

de la mañana, como he podido comprobar, y se acaba<br />

a las cinco de la tarde, no se pueden esperar grandes<br />

progresos, dado que se tiene que cobrar más y<br />

se tropieza con el inconveniente de que los clientes<br />

desisten de la idea de arreglar los zapatos y compran<br />

unos nuevos, que, posiblemente, les resulten más<br />

baratos”. “Yo no noto crisis en el calzado -dice -y en<br />

este rincón de Icod llevó ya 16 años. Recuerdo que<br />

la primera semana fue floja, pero desde entonces no<br />

ha parado el trabajo”. Uno de los problemas comunes<br />

al oficio de zapatero es el abandono de las piezas<br />

por parte de los clientes, porque no se suele cobrar<br />

la reparación por adelantado.<br />

El porcentaje de no retirada de los zapatos reparados<br />

se sitúa en el 30% aproximadamente. En contra de<br />

la opinión de su sobrino y colega José Gregorio Guerra,<br />

el calzado no refleja ni la posición ni el carácter<br />

de quien lo lleva. En su opinión, “en el calzado no hay<br />

distingos sociales, se da el caso de gente muy modesta<br />

que trae los zapatos deteriorados para arreglarlos<br />

muy limpios y bien presentados. Por el contrario, hay<br />

personas de alto nivel académico y bien puestas que<br />

los presentan con un aspecto realmente penoso.<br />

A veces, se le pide un cliente modesto dos euros y<br />

éste nos da tres, aunque, por otro lado, los hay de<br />

buena posición que lo pagan con retraso o dicen que<br />

abonan el arreglo otro día”. “Un zapatero de pueblo<br />

- añade- tiene que arreglar todo lo que entre por la<br />

puerta, desde el cosido a mano hasta el mecanizado;<br />

arreglar un cinto o un bolso. Hay muchos zapatos<br />

que requieren el cosido a mano con hilos.<br />

En este taller he pasado muchos domingos trabajando.<br />

Llegar de misa a las nueve la mañana y estar hasta<br />

las dos de la tarde sin parar hasta el punto de llamarme<br />

mi mujer para decirme si bajaba la cama para<br />

dormir en el taller”. De joven vivía con sus padres<br />

y acudía al trabajo en un taller situado en El Calvario,<br />

cuando concluía su jornada laboral, de regreso<br />

se llevaba tarea para realizar en su casa. “Si yo fuera<br />

joven hoy -explica- hubiera seguido el ejemplo del

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