El Gran Enigma; Dios y el Universo - O Consolador
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EL GRAN ENIGMA, <strong>Dios</strong> y <strong>el</strong> <strong>Universo</strong> – León Denis – http://www.espiritismo.es<br />
Primera Parte<br />
DIOS Y EL UNIVERSO<br />
1. <strong>El</strong> gran enigma<br />
¿Existe un objetivo, existe una ley que rige al <strong>Universo</strong>?<br />
¿O bien este <strong>Universo</strong> es sólo un abismo en <strong>el</strong> cual <strong>el</strong> pensamiento se pierde,<br />
falto de un punto de apoyo, y en <strong>el</strong> que se revu<strong>el</strong>ve como la hoja muerta bajo<br />
<strong>el</strong> soplo d<strong>el</strong> viento?<br />
¿Existe una fuerza, una esperanza, una certidumbre que pueda <strong>el</strong>evarnos por<br />
encima de nosotros mismos hacia un fin superior, hacia un principio, un ser en<br />
<strong>el</strong> cual se identifiquen <strong>el</strong> bien, la verdad y la sabiduría; o bien no hay en<br />
nosotros y a nuestro alrededor más que dudas, incertidumbres y tinieblas?<br />
<strong>El</strong> hombre, <strong>el</strong> pensador, sondea con la vista la vasta extensión. Interroga a<br />
las profundidades d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o. Busca en él la solución de los dos grandes<br />
problemas: <strong>el</strong> problema d<strong>el</strong> mundo, <strong>el</strong> problema de la vida. Estudia este<br />
majestuoso <strong>Universo</strong>, dentro d<strong>el</strong> cual se siente como sumergido. Sigue con los<br />
ojos la carrera de los gigantes d<strong>el</strong> espacio, soles de la noche, espantosos focos,<br />
cuya luz recorre las inmensas soledades. Interroga a estos astros, estos<br />
mundos incontables, mas <strong>el</strong>los pasan mudos siguiendo su ruta hacia un fin que<br />
nadie conoce. Un silencio aplastante se cierne sobre <strong>el</strong> abismo, envu<strong>el</strong>ve al<br />
hombre, hace aún más solemne a este <strong>Universo</strong>. 2<br />
Sin embargo, dos cosas se nos aparecen a primera vista en <strong>el</strong> <strong>Universo</strong>: la<br />
materia y <strong>el</strong> movimiento; la sustancia y la fuerza.<br />
Los mundos están formados de materia, y esta materia, inerte en sí, se<br />
mueve. ¿Quién, pues, la hace mover? ¿Qué fuerza es ésta que la anima?<br />
Primer problema. Pero <strong>el</strong> hombre aparta su mirada d<strong>el</strong> infinito y fija en sí<br />
mismo su atención. Esta materia y esta fuerza universales las encuentra<br />
también en sí mismo, y con <strong>el</strong>las un tercer <strong>el</strong>emento, con cuya ayuda ha<br />
conocido, visto y medido a las otras: la int<strong>el</strong>igencia.<br />
Sin embargo, la int<strong>el</strong>igencia humana no tiene en sí misma su propia causa.<br />
Si <strong>el</strong> hombre fuese su propia causa podría mantener y conservar <strong>el</strong> poder de<br />
vida que tiene en sí; mientras que este poder, sujeto a variaciones, a<br />
desfallecimientos, escapa a su voluntad.<br />
Si la int<strong>el</strong>igencia está en <strong>el</strong> hombre, ésta debe encontrarse también dentro de<br />
2 Este silencio es r<strong>el</strong>ativo y resulta únicamente de la imperfección de nuestros sentidos.<br />
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