3SUIOKUNj
3SUIOKUNj
3SUIOKUNj
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
¿Soy realmente cristiano?<br />
menos una de las pruebas que hemos esbozado en este libro.<br />
Siendo honestos, ¿quién de nosotros no falla de vez en cuando<br />
en estas pruebas? A veces, la duda irrumpe y hace que sea<br />
difícil confiar en Jesús. A veces, no amamos a otros cristianos.<br />
A veces, pecar nos hace sentir bien y el dinero pareciera<br />
ser la respuesta.<br />
¿Es que nadie es cristiano? Dado que todos nosotros fallamos<br />
a la hora de cumplir estos estándares, ¿cómo puede<br />
alguien decir que es un auténtico seguidor de Cristo? ¿Y<br />
cómo podría alguien tener seguridad al respecto?<br />
Ningún cristiano es perfecto, pero es posible tener confianza<br />
en la salvación. De hecho, la Biblia nos anima a buscar<br />
tal seguridad. El apóstol Juan incluso escribió su primera<br />
carta “a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios,<br />
para que sepáis que tenéis vida eterna” (1 Jn. 5:13). Pero,<br />
¿cómo pueden personas débiles, pecadoras y vacilantes<br />
como nosotros tener la confianza de que realmente pertenecemos<br />
a Cristo? Primero, tenemos que identificar el fundamento<br />
de nuestra seguridad.<br />
EL FUNDAMENTO DE NUESTRA SEGURIDAD<br />
Un gran edificio debe descansar sobre una base sólida, y la<br />
única base para la seguridad de salvación es Jesús. En concreto,<br />
debemos observar tres cosas acerca de Jesús: cómo<br />
era, lo que ha hecho, y lo que ha prometido.<br />
El carácter de Cristo<br />
En los relatos de su vida que encontramos en los Evangelios,<br />
Jesús se caracteriza por una ternura increíble hacia los pecadores.<br />
“Y todos daban buen testimonio de él”, dice Lucas, “y<br />
estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de<br />
su boca” (Lc. 4:22). El profeta Isaías predijo que el Mesías<br />
iba a ser misericordioso con los humildes: “No quebrará la<br />
caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare” (Is. 42:3). A<br />
veces vemos a Jesús como un antílope herido ve a un león,<br />
134