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Entrevista
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Confesiones de un
sanbenitero profundo
Juan José González Velázquez nace un 18 de abril del año 1950
en el seno de una familia sanbenitera. Su abuelo primero y su
padre después fueron los encargados de El Pino, finca aledaña a
las tierras de San Benito, por lo que sus primeros pasos se dan a
los pies de su ermita.
Mi madre, Carmina y yo íbamos todas las tardes a ver a San Benito,
andando desde el cortijo. Le llevábamos el aceite para encender las
palomitas que lo iluminaban y en primavera le cogíamos jazmines en la
cañá, teníamos esa costumbre. Allí echábamos un rato con las santeras y
después mi padre nos recogía de vuelta.
¿Cómo recuerdas aquellas romerías?
La Romería era diferente a la de hoy. El 26 por la noche solíamos comer
toda la gente del cortijo con las santeras, los ganaderos de la zona…
Recuerdo que la mañana de San Benito no dormía en toda la noche. Me
levantaba de madrugada, no sé para qué tan temprano… pero la ilusión y
los nervios no me dejaban estar en la cama.
¿Qué lugar tenía San Benito en tu casa?
En mi casa San Benito siempre ha ocupado el lugar más alto, vivía con
nosotros. Me acuerdo de una estampita que había en la mesita de noche de
mi padre que era una imagen del Santo en su paso, pegada en un cartón
gordo con una patita que lo mantenía de pie, y que me servía a mí para
jugar y hacer yo mi propia romería por mi cuenta, con los caballitos de
corcho que me fabricaba mi padre.
Si tuvieras que definir tu devoción…
Es algo que no se puede explicar con palabras. El castilblanqueño, en el
momento que tiene un apuro, se acuerda de San Benito. Esa devoción es la
que quizás nos saca del bache y nos da una fuerza interior para tirar hacia
adelante. Uno ha visto cosas en el campo que le han hecho decir “aquí ha
puesto San Benito su mano”. Durante el año voy a visitarlo en cualquier
momento, me gusta estar con él cuando no hay nadie.
Juan José y su mujer, Ángeles, siempre han estado al lado de San
Benito, y prestan a la Hermandad los bueyes que llevan la carreta
del Estandarte desde que se hizo el primer camino.
Irán mientras yo pueda. Porque mi padre, ya muy mayor, me dijo una
noche en un momento de lucidez… “Mientras se pueda, que no le falte
una yunta a San Benito”. Y así va a ser. Primero fue Reyes, un hombre
de El Real, y luego Rafael Bravo, que tiene toda mi confianza porque
conoce bien el ganado y los lleva fenomenal con la ayuda de Joaquín Benito
Ballesteros.
Tu momento preferido de la Romería…
La Romería tiene muchos momentos bonitos, pero el Santo en la calle
es el colofón de todo. El Domingo por la tarde es algo muy grande. Y la
salida del Lunes por la mañana, cuando estamos allí tan poquita gente, es
algo que me llega al alma, es un momento muy especial que para mí tiene
pellizco y que pocos conocen. Y es que el camino de vuelta me gusta más
que el de ida, porque es más recogido.
San Benito
Agosto /2014
Juan José de pequeño en
brazos de su padre
Ese Lunes con el alba
cuando sale tu Estandarte
son siempre las mismas caras
las que no quieren dejarte.
Se despiden en la ermita
con un nudo en la garganta
los ojos enlagrimados
son los que darían la vida
por quedarse allí a tu lado.
J.J. Cascarilla
Aunque dejó el colegio con doce
años para trabajar en el campo,
es muy aficionado a la lectura
y a la historia, es una persona
“sabia” de las que atesoran una
gran cultura, ya que siempre ha
tenido mucha curiosidad por
saber.
Una vez me dijo un poeta sevillano,
Manolo Lozano, que yo tenía
“mucha sensibilidad natural”…
No sé si será verdad, pero lo cierto
es que siempre me ha gustado
escribir. Creo que con eso se
nace. Ya de chiquillo, siempre con
temas de humor, con los amigos
y compañeros, sacaba unas letras
de cualquier cosa que pasaba e
intentaba darle un tono cómico,
buscando la risa y la guasa con
una cuartetilla. Luego cuando se
va madurando y se profundiza
algo más, ya he ido de escribiendo
de otros temas. Y a San Benito y
Escardiel, por supuesto.