temporada-conciertos-2014-2015
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Presentación<br />
Retar al oyente<br />
Puede parecer una obviedad recordar que una programación de <strong>conciertos</strong> debe<br />
tener como misión principal suscitar placer estético. Según la visión heredada<br />
del Romanticismo, imaginamos que esta experiencia alcanza al oyente en actitud<br />
receptiva y meditativa, a veces extasiada. Pero resulta mucho menos común<br />
convenir que una programación también es el resultado del diálogo, explícito<br />
o implícito, entre la institución organizadora, los intérpretes participantes y el<br />
público potencial. Este proceso, en el caso de la programación de la Fundación<br />
Juan March, está guiado por cuatro principios. En primer lugar, la selección de<br />
los compositores y de las obras de cada programa deriva del concepto o de la<br />
perspectiva preestablecida que explora cada proyecto. De modo que, como es<br />
habitual en esta institución, la <strong>temporada</strong> no se conforma por <strong>conciertos</strong> sino<br />
por ciclos de <strong>conciertos</strong>. En segundo lugar, el contenido explora la variedad<br />
y el contraste llegando a alcanzar los extremos: de la música medieval a la<br />
contemporánea, de los repertorios clásicos a los folclóricos, de las obras escritas<br />
a las improvisadas, de los instrumentos convencionales a las rarezas. En tercer<br />
lugar, se acompaña de un cierto espíritu didáctico a través de los programas de<br />
mano y de las presentaciones antes y durante algunos <strong>conciertos</strong>, un rasgo que<br />
se potencia esta <strong>temporada</strong>. Y, por último, el formato de concierto habitual se<br />
diluye en determinados casos para escrutar otros modos de percibir la música<br />
que combinen la interpretación en vivo con la literatura, la pintura o la luz.<br />
Todos estos elementos moldean de una forma muy significativa cómo recibimos<br />
la música en la sala de <strong>conciertos</strong>. Y, por tanto, son herramientas de trabajo al<br />
alcance del programador quien, al igual que el comisario en una exposición de arte,<br />
tiene la tarea fundamental de guiar al público por nuevos itinerarios de escucha,<br />
de contribuir al descubrimiento de la dimensión oculta de los compositores y<br />
de arrojar una luz distinta sobre obras ya conocidas. En otras palabras, de retar<br />
al oyente situándolo ante lo desconocido e imprevisible. Este es uno de los<br />
objetivos que se proponen cumplir los 23 ciclos y los más de 150 <strong>conciertos</strong> de esta<br />
<strong>temporada</strong>: no solo quieren servir de placentera recreación estética, sino también<br />
de espacio para descubrir nuevos significados en la música.<br />
Miguel Ángel Marín<br />
Director del Programa de Música<br />
Fundación Juan March