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ESTUDIO DE CASO La ciudad más limpia ATYRA: Una verdadera revolución cultural. “Todos juntos y sin importar el color”. Puede parecer una consigna contra la discriminación racial. Pero en realidad es uno de los pilares, quizás el más fuerte, que ayudó a tener lo que hoy es un orgullo en Paraguay: Atyra, la ciudad más limpia del país y la octava en todo el mundo. ¿Cuál es la clave de este éxito? “Aquí, lo importante ha sido crear conciencia y trabajar sin esperar que otros nos ayuden y sin importar de qué color partidario era cada uno. Esta es una verdadera revolución cultural protagonizada por la misma gente que se dio cuenta de que la politiquería, el sectarismo no conduce a nada, y la solidaridad lo puede todo”, explica Don Feliciano Martínez, el intendente que es señalado como el “papá” de este logro comunitario iniciado durante su administración que fue de 1991 a 1996. Sus palabras no son mera retórica. La experiencia de autogestión para lograr un municipio saludable nació en una pequeña compañía marginal de Atyrá –llamada Monte Altodonde el 90 % de los pobladores eran del partido Liberal, opositor al del ex intendente Martínez. Las veinte familias vivían allí, en la ladera de un cerro, aisladas por la falta de caminos. No había luz eléctrica ni agua corriente, tampoco escuelas. Una asamblea pública fue el punto de partida a lo que siguió un trabajo sostenido para la construcción de un camino vecinal y otras obras. “Ellos llevaban sufriendo esa marginación durante décadas. Pero comprendieron que sólo ellos mismos podían ayudarse. Yo los acompañé y durante un año y medio trabajaron para hacer el camino y empedrarlo. Los adultos sacaban las piedras del cerro y las rompían, los niños y las mujeres las llevaban hasta el camino”, recuerda Don Feliciano. “Nunca miramos de qué partido era el intendente. Y como él se interesó por nosotros, también vimos que trabajando entre todos podíamos mejorar nuestra situación. Hoy tenemos una escuela, una plaza, agua potable que se distribuye por red a las veintidós casas de la compañía, cancha de fútbol y luz eléctrica”, nos cuenta Don Toti Guzmán. El tiene 50 años y nació allí. “Hay como 200 personas viviendo aquí. Yo recuerdo que cuando era chico, los jóvenes se iban porque no había futuro. Hoy es distinto”, reflexiona. La inauguración de aquella obra en Monte Alto fue el “muestrario” para los demás pobladores de Atyra. La autogestión daba sus frutos para mejorar la calidad de vida. Audiencias públicas, trabajo comunitario en los que se involucraron directamente las autoridades, campañas de concientización en las escuelas y barrios, fueron parte de la rutina de la ciudad. Llegar hoy a Atyra ofrece hoy al visitante la sensación de entrar a un mundo distinto. Calles limpias, veredas hermoseadas por los propios vecinos, carteles por todo el camino que ayudan a reflexionar sobre la ventaja de tener un ambiente saludable. Incluso las campañas políticas son distintas en Atyra. Mientras el país se inunda de afiches, carteles y pasacalles, y la polución sonora y visual invade y atosiga, esta ciudad del Departamento de la Cordillera mantiene su lozanía. “El candidato que ensucia las calles con afiches o pintatas sabe que no va a tener votos”, comenta un poblador. Y para ello no hace falta un pacto explícito. El compromiso data de esa conciencia generada en la misma población desde hace una década. “Hicimos lo más importante: trabajar por la conciencia de la gente”, sostiene Don Feliciano. En las escuelas, los maestros aprendieron que si ellos no cambiaban antes, en balde iban a enseñar a los alumnos a cuidar el ambiente. “Atyra era una ciudad marginal; había vacas sueltas por las calles. De 600 casas que había 40 Informe Nacional sobre DESARROLLO HUMANO PARAGUAY 2003
en 1991, 512 tiraban aguas servidas a la calle.”, recuerda el ex intendente. Para él, es posible resumir en dos palabras la clave del éxito: autogestión y conciencia. La experiencia muestra un elemento más que no pasa desapercibido: la realidad de un logro conseguido gracias a haber superado las mezquindades aprisionantes del sectarismo político partidario. “... la dinámica política en Atyra no se rige por término general por la lógica de la confrontación y el antagonismo político, que impregna el conjunto de la vida política nacional y subnacional paraguaya. Aunque las contiendas electorales son reñidas como en el resto de las municipalidades, tras ellas, parece haberse articulado una vía para la generación de espacios de cooperación política entre distintos colores, donde la preocupación por el bienestar común parece haber ganado terreno a las disputas y contiendas “inter” e “intra” partidarias en la agenda de los actores políticos” (Costafreda, Andrea. “Atyra: La ciudad más limpia de Paraguay”. 2002) Estudio de Casos 41
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