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ACTIVIDADES<br />
SÁBADO <strong>22</strong> DE FEBRERO 2014<br />
15 años promoción<br />
Premilenio<br />
¡Así que pasen quince años!<br />
GONZALO ÁLVAREZ PERELÉTEGUI<br />
Era un sábado de mediodía plomizo,<br />
aun dormitante. Cuando nosotros<br />
todavía asistíamos a clase no existía el<br />
cerco agobiante de los chalets que circundan<br />
al colegio y se podía respirar<br />
el aire puro y no veíamos más que un<br />
horizonte llano a lo lejos que nos hacía<br />
sentirnos verdaderamente insertos en<br />
la meseta castellana. Ahora<br />
podríamos estar en cualquier<br />
parte.<br />
Lo primero que hago al<br />
llegar ese sábado a Peñalba<br />
es ir a la capilla, donde reconozco<br />
algunos nombres<br />
a pesar de que veo poco<br />
más que sus coronillas.<br />
“Ya dijo<br />
una vez<br />
Azorín que<br />
vivir es ver<br />
volver”<br />
Han pasado quince años pero no sé si<br />
eso es mucho o poco tiempo. Cuando<br />
estábamos en COU, quince años podía<br />
ser un mundo, el vértigo de casi toda<br />
una vida. Ahora, que todos doblamos<br />
ese tiempo con algún año más de propina,<br />
quizá ya no sea tanto.<br />
El tiempo. Ya dijo una vez Azorínque<br />
vivir es ver volver . En el aperitivo<br />
suceden los primeros encuentros,<br />
los primeros abrazos. Los quince<br />
años que pueden ser mucho o no ser<br />
nada se notan sobre todo en Rodrigo<br />
Vázquez de Prada, Roco, a quien tardo<br />
unos segundos en reconocer porque<br />
se ha quitado la melena y las gafas.<br />
Tuve que esperar a oírle reír y hablar<br />
con su verbo borboteante y sus maneras<br />
de simpático desaliño para desenmascararle.<br />
Pelayo aparece hecho un<br />
pincel, tieso pero no tenso, marcando<br />
el paso con su mansedumbre cordial.<br />
Chema Alfageme, que se ha consumido<br />
como un fideo apaisado<br />
del que sobresalen unas gafas<br />
ochenteras, ahora dedica<br />
su tiempo a enderezar y<br />
sanar cuerpos maltrechos.<br />
Luis Miguel Martín Peña,<br />
más serio y reconcentrado<br />
tres lustros después. Mario<br />
Benavente, intacto quince<br />
años después, ajeno a los desmanes del<br />
paso de los años, salvo por el detalle<br />
de un lustroso anillo de casado. Ramón<br />
Sampietro soporta durante todo el día<br />
con una sonrisa estoica el trueno atravesado<br />
del dolor lumbar. Evelio y su<br />
desternillante color con que se expresa<br />
y mira la vida. Eduardo Fernández de<br />
la Mela ha cambiado por un fusil todas<br />
esas sillas, mesas -o lo que hiciera falta-<br />
que sabía levantar como nadie en<br />
volandas. El clan de Medina, los anfitriones<br />
del encuentro, esas dos torres<br />
que son Dani Torío y Carlos González<br />
Añó, y su escudero Demetrio Velasco,<br />
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