Nueva Izquierda Enero 20091
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Ariel C. Armony y Cynthia J. Arnson<br />
Introducción<br />
gobiernos. ¿Cuál ha sido el impacto de la sociedad civil en los debates<br />
sobre derechos socioeconómicos, la pobreza y la desigualdad ¿En qué<br />
medida la presencia de la nueva izquierda en el poder plantea nuevos<br />
desafíos para la sociedad civil en cuanto a la agenda social<br />
Cláudio Gonçalves Couto (Pontificia Universidade Católicia de São<br />
Paulo, Brasil) demuestra que, a pesar del ideario del PT favorable a la<br />
participación y movilización popular, las formas mediante las cuales se<br />
concreta la participación han arrojado resultados muy limitados durante<br />
la gestión del gobierno del Presidente Lula da Silva. Subraya que un novedoso<br />
instrumento de participación ciudadana en el proceso de toma de<br />
decisiones—el conocido Presupuesto Participativo promovido por el PT<br />
a nivel local—no pudo ser trasladado al plano federal. El gobierno creó<br />
un mecanismo consultivo nuevo, el Consejo Nacional de Desarrollo<br />
Económico y Social (CDES), para someter las propuestas de políticas<br />
públicas a un proceso de concertación social antes de su introducción al<br />
Congreso Nacional. Sin embargo, como explica Couto, la composición<br />
del Consejo—la mitad de cuyos integrantes, nombrados por el presidente,<br />
eran empresarios—no reflejaba la composición de la sociedad ni<br />
la distribución de los diferentes sectores sociales. Más aún, las propuestas<br />
del foro deliberativo debían ser giradas al Congreso Nacional, donde la<br />
alta fragmentación del sistema político brasileño requiere que el presidente<br />
negocie para lograr las mayorías suficientes para poner en práctica<br />
su agenda, a veces reabriendo debates y decisiones ya tomados en el<br />
Consejo. Todo esto contribuyó al “vaciamiento de poder” del CDES.<br />
El caso uruguayo es semejante al brasileño en muchos aspectos: una<br />
afinidad ideológica y política entre la izquierda en el gobierno y algunos<br />
representantes de la sociedad civil organizada (especialmente en el<br />
sector laboral); la creación de nuevos mecanismos para promover la participación<br />
de los actores sociales en el debate sobre las transformaciones<br />
sociales; y un mayor énfasis en la intervención y control estatal en el<br />
campo social. Pero como señala Gustavo De Armas (Universidad de la<br />
República, Uruguay) la llegada al gobierno del Frente Amplio liderado<br />
por Tabaré Vázquez ha significado “un viraje—no radical, pero sí visible—“tanto<br />
en el contenido de las políticas sociales como en la participación<br />
de los actores organizados en los procesos de toma de decisiones<br />
en el campo laboral. El gobierno creó una nueva cartera ministerial (el<br />
Ministerio de Desarrollo Social) e inició un Plan Nacional de Atención a<br />
la Emergencia Social (PANES), dirigido a los más afectados por la crisis<br />
económica del 2002, época durante lo cual se duplicaron los niveles de<br />
pobreza en el país.<br />
Si bien los gremios y los sindicatos—los actores sociales más organizados<br />
y vinculados al mundo de trabajo—tuvieron un mayor impacto en<br />
los debates sobre las reformas educativas, de salud y de seguridad social,<br />
el gobierno del Frente Amplio tuvo éxito en generar “escenarios o instancias<br />
públicas y de amplia convocatoria”. A veces, según De Armas, la<br />
dificultad de traducir los resultados de los debates nacionales en el diseño<br />
de la política creó frustraciones para algunos actores. Sin embargo, la<br />
participación de las organizaciones no gubernamentales en la prestación<br />
de servicios sociales, incluido el PANES, no cambió sustancialmente:<br />
mantuvieron su rol en la ejecución de proyectos con financiación pública,<br />
a pesar de la orientación pro-Estado del Frente Amplio.<br />
Para Guillermo Alonso (Universidad Nacional de San Martín,<br />
Argentina) la política social se divide en tres subsistemas: servicios sociales<br />
como la educación y la salud públicas; la seguridad social (jubilaciones,<br />
pensiones y obras sociales); y la asistencia a la población pobre<br />
y excluida del mercado laboral formal. Según Alonso, cada subsistema<br />
involucra a diferentes actores de la sociedad civil y ofrece diferentes grados<br />
de apertura para la actividad colectiva. En este marco, los que menos<br />
pueden incidir sobre las políticas públicas son los que están excluidos del<br />
mercado laboral formal. Alonso plantea que los procesos de descentralización<br />
concedieron a los municipios un lugar central en la aplicación de<br />
políticas asistenciales, convirtiendo el ámbito local en un espacio importante<br />
de legitimación política.<br />
Esta dinámica fue reforzada con la crisis económica del 2001-02,<br />
cuando el país sufrió un nivel record de desempleo. La deslegitimación<br />
de los políticos en general contribuyó a una fuerte apelación a la sociedad<br />
civil para ayudar en la formulación e implementación de políticas<br />
para responder a la emergencia social. Casi 2.000 consejos consultivos<br />
fueron creados a nivel local para incidir en varios aspectos de la implementación<br />
del programa asistencial Jefes y Jefas de Hogar, mientras que<br />
el movimiento “piquetero” de desempleados parecía hegemonizar las expresiones<br />
públicas de la sociedad civil. Entre 2003 y 2007, el gobierno de<br />
Néstor Kirchner buscó profundizar la participación de la sociedad civil<br />
en la recuperación económica, dirigiéndola a la gestión y al apoyo de<br />
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