Corazón de hombre,
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Especial Espíritu<br />
“Recuerdo cuando le conocí.<br />
Recuerdo la primera vez que me<br />
miraron sus ojos ver<strong>de</strong>s y los míos<br />
se cruzaron con los suyos. Recuerdo<br />
su mano firme y cálida estrechando<br />
la mía. Recuerdo los latidos <strong>de</strong> mi<br />
corazón, tan fuertes que me impedían<br />
hablar. Sólo sonreía. Recuerdo…<br />
aquel momento eterno”. Así comienzan<br />
muchas historias <strong>de</strong> amor. El amor<br />
humano, aunque sea una realidad espiritual,<br />
que no se pue<strong>de</strong> pesar ni medir,<br />
tiene siempre una expresión corporal,<br />
en sus emociones, en sus “palpitaciones”,<br />
en sus gestos, en sus obras…<br />
¿Y cómo ama Dios<br />
Su historia comienza cuando, siendo<br />
infinitamente feliz, su Amor le lleva a<br />
crear a quien pudiera compartir su vida<br />
divina y su felicidad. Por amor llama al<br />
<strong>hombre</strong> a la existencia. Sin embargo,<br />
éste le da la espalda, <strong>de</strong>sconfía <strong>de</strong> su<br />
Amor y elige a la serpiente que le dice:<br />
“Si comes, no morirás. Dios te ha prohibido<br />
comer <strong>de</strong> ese árbol porque sabe<br />
que el día que comáis <strong>de</strong> él seréis como<br />
Dios”. Y Eva comió y Adán comió.<br />
Podía haber terminado ahí la historia<br />
<strong>de</strong> amor entre Dios y Adán y Eva.<br />
¿Acaso Él no podía haber dicho “los creé<br />
por amor y ellos me han rechazado”<br />
Pero el Amor siempre encuentra una<br />
salida: Dios se hace Hombre en Jesús. Y<br />
esto no es una manera <strong>de</strong> hablar, es real:<br />
Dios cambia su Cielo por un pesebre;<br />
“toma” un Cuerpo y un Alma humanos;<br />
y empieza a amar con un Corazón <strong>de</strong><br />
Carne, que palpita, que se emociona,<br />
que ríe y llora, que sufre, que siente<br />
miedo, que es vulnerable…<br />
¿Por qué Dios se hace Hombre<br />
Para po<strong>de</strong>rme <strong>de</strong>cir con palabras y<br />
gestos humanos que yo entienda que<br />
me quiere. Para compartir mi suerte.<br />
Para saber, por experiencia propia, lo<br />
que es el hambre y la sed, la soledad,<br />
el abandono y la traición. Para que no<br />
haya nada <strong>de</strong> lo mío que le sea ajeno.<br />
Para que nada pueda separarnos: “Ni<br />
la muerte ni la vida, ni los ángeles ni<br />
los principados; ni el presente ni el<br />
futuro, ni las potencias, ni el alto cielo<br />
ni el abismo profundo, ni ninguna otra<br />
criatura podrá separarnos <strong>de</strong>l amor que<br />
Dios nos tiene en Cristo Jesús, Señor<br />
nuestro”.<br />
Ni siquiera el pecado, que un día<br />
nos separó <strong>de</strong>l Amor <strong>de</strong> Dios, pue<strong>de</strong><br />
ahora ser un obstáculo: Jesús nos ha<br />
liberado <strong>de</strong> él poniéndose en nuestro<br />
lugar y asumiendo personalmente sus<br />
consecuencias.<br />
Dios, que me ama <strong>de</strong>s<strong>de</strong> antes <strong>de</strong> la<br />
creación <strong>de</strong>l mundo, porque ya entonces<br />
existía en su mente; Él, que me pensó<br />
hasta el último <strong>de</strong>talle, que tejió los<br />
hilos <strong>de</strong> mis antepasados (mis padres,<br />
mis abuelos, mis bisabuelos, mis tatarabuelos…)<br />
para que yo fuera como soy;<br />
Él, que conoce hasta lo más íntimo <strong>de</strong><br />
mi ser, porque “antes <strong>de</strong> que te formara<br />
en el vientre te reconocí y antes<br />
<strong>de</strong> que salieras <strong>de</strong>l seno te consagré”;<br />
ese Dios hecho Hombre habiéndome<br />
amado, me amó hasta el extremo. Ese<br />
Jesús ha muerto en la Cruz por mí y ha<br />
firmado así su <strong>de</strong>claración <strong>de</strong> amor por<br />
mí con su propia Sangre.<br />
¿Y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la Cruz qué<br />
Po<strong>de</strong>mos pensar que la Cruz es el final<br />
<strong>de</strong> la historia. Jesús me amó tanto que,<br />
para liberarme <strong>de</strong>l pecado y la muerte,<br />
ha entregado su Cuerpo y su Alma a la<br />
muerte, y una muerte <strong>de</strong> Cruz. Con la<br />
lanzada que le atravesó el Costado hasta<br />
rasgar su Corazón quedó bien probada<br />
su muerte y la historia acabada.<br />
Pero, ¿y la Resurrección ¡Ah! La<br />
Resurrección… es verdad. Bueno, pues<br />
al tercer día resucitó, se apareció a sus<br />
amigos y <strong>de</strong>spués volvió al Cielo para<br />
vivir en gloria por toda la eternidad.<br />
Párate un momento: es Jesucristo<br />
Hombre el que ha resucitado, es su<br />
Cuerpo el que ha vuelto a la vida, es su<br />
Corazón (el mismo que fue traspasado)<br />
el que ha vuelto a latir. ¡Cuántas veces<br />
me olvido <strong>de</strong> que Jesucristo vive y me<br />
ama! Olvido que me sigue amando infinita,<br />
apasionada, tiernamente… que me<br />
ama hasta el extremo.<br />
¿Pue<strong>de</strong> Jesús, que me amó y se<br />
entregó a la muerte por mí, no sentir<br />
mi ausencia ¿Pue<strong>de</strong> no suspirar<br />
<strong>de</strong> tristeza y melancolía cuando ve<br />
cómo me alejo <strong>de</strong> Él ¿Pue<strong>de</strong> evitar las<br />
lágrimas cuando no tengo ni siquiera<br />
un minuto para Él Hoy, ahora, es el<br />
mejor momento para acudir a una cita<br />
con Él. Dios hecho Hombre en Jesús<br />
se ha hecho Pan en la Eucaristía. Ahí<br />
lleva una eternidad esperándote siempre<br />
atento a la puerta. Cada vez que se<br />
abre, se le para el Corazón, que vuelve a<br />
latir aceleradamente cuando reconoce<br />
en la persona que se le acerca al amor<br />
<strong>de</strong> su Vida. No le hagas esperar más, ve<br />
a su encuentro y escucha cómo te dice<br />
al corazón: ¡Cuánto he esperado este<br />
momento! Al menos tú, ámame.