El Palacio de los Deportes - Número 2 (Abril 2015)

Parémonos a reflexionar un instante.
Quizás haya sido obra del progresivo cambio de mentalidad de la sociedad acerca
del papel de la mujer en el ámbito laboral, ahora concebido en simetría al del
hombre, o quizás haya sido el hecho de que cada vez sean más las mujeres con
títulos universitarios, cada vez más las mujeres que logran convertirse en pilares
fundamentales para la sociedad, todos ellos hechos que, hasta no hace muchos años,
eran completamente impensables.
Quizás hayan sido estas cuestiones, así como las muchas que me he dejado en el
tintero, las que nos han llevado a construir una falsa idea de igualdad.
Me paro a pensar y trato de encontrar cuál es la razón por la que se han solventado con
creces tantas desigualdades, tantas injusticias entre hombres y mujeres y, todavía hoy,
en pleno siglo XXI, no hemos logrado superar las desigualdades en este deporte.
Por qué ellos si y nosotras no. Por qué es así si nos mueve una misma pasión, si
invertimos tanto esfuerzo, compromiso, tiempo y, en definitiva, tanto de nuestra vida
por el fútbol sala, por qué si nos une una forma de vida, si luchamos por unos mismos
objetivos, si, en muchas ocasiones, nosotras también vivimos por y para el fútbol sala,
no puede hacernos éste iguales a hombres y mujeres. Es simple, ¿por qué si carecemos de
diferencias no podemos ser tratados como iguales.
Y no, no es coincidencia que hable en plural cuando trato este tema, pues, al igual que
yo, miles de jugadoras siguen sin encontrar respuesta al por qué de esta situación.
Pero cada vez somos más y también más fuertes, y si algo me ha enseñado este deporte
es que cuando realmente quieres algo y te esfuerza al máximo por ello, a la larga,
siempre acabas por conseguirlo.
Ahora más que nunca, todas somos una.
Juntas por un mismo objetivo, juntas por la igualdad en lo que nos hace iguales.
#NosotrasTambiénJugamos
Textos: Andrea Yáñez y Maria Martínez | Fotos: Twitter 09