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-Hola, me llamo Alonso Quijano, el apuesto y valiente caballero Don Quijote de<br />
la Mancha.<br />
-Buenas tardes, yo soy Sancho Panza, el futuro escudero, y este es Rucio, mi<br />
burrito. ¿Quién es ese?- dijo apuntando a un caballo blanco con manchas<br />
marrones y de aspecto frágil.<br />
- Este es Rocinante, el gran caballo que todo caballero quisiera tener.<br />
Aquel día por la noche, Sancho Panza no pudo dormir pensando en las<br />
palabras de ese hombre.<br />
Nunca nadie quería hablar con él por su apariencia y aspecto físico. No era<br />
nadie de clase alta, ni siquiera de clase media. Por esa razón, estaba muy triste.<br />
Su único amigo era su pequeño burrito. Un día una paloma blanca, que parecía<br />
muy ligera y ágil, entró por la ventana de la choza de Sancho con un papel<br />
atado con hilo de color dorado a la pata. El mensaje era el siguiente:<br />
“Hola Sancho Panza. Estoy buscando escudero. ¿Conoces alguno?”<br />
A la que él contestó:<br />
-“Yo soy el candidato perfecto. Además siempre he soñado con serlo. Te veo en<br />
el gran árbol del bosque”.<br />
En el día del encuentro Don Quijote exclamó:<br />
-¡Mi nuevo escudero!<br />
A Sancho le sorprendió que le aceptara sin ninguna condición. Desde entonces<br />
fueron grandes amigos y vivieron grandes aventuras (como ya sabréis).<br />
Ese día Sancho Panza cumplió sus dos grandes sueños: ser alguien importante y<br />
escudero de un gran caballero.