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ENTREVISTA / EDUARDO MACIÀ trece barras / 4
—Usted no firmó por el Real Betis
a ciegas pero conocer el Club desde
la distancia, por muchos informes
que manejara, no es lo mismo
que hacerlo desde dentro. Tras un
mes y medio en el cargo, ¿hay algo
que le haya sorprendido?
—Lo que me sigue sorprendiendo
es su dimensión social y no hablo
sólo del ambiente en los partidos de
casa. Fui a Mallorca y me llamó la
atención la cercanía social que genera
el Betis. Hay mucha gente que no
es ni siquiera de Sevilla y es bética.
Yo a eso le doy valor.
—Hay equipos que sin tener el respaldo
de una masa social como la
bética se han convertido en clubes
potentes. ¿Qué valor real le da usted
al peso de una afición como la
del Real Betis?
—La dimensión de la afición te da
también la dimensión de la exigencia,
una presión positiva que se tiene
que asumir a la hora de trabajar.
En otras ciudades esa frialdad te da
la sensación de poder trabajar con
más tranquilidad pero yo no lo comparto.
Esta afición es un valor añadido
que sobre todo marca dónde tiene
que llegar la ambición deportiva.
—¿Qué lectura hace de que en los
“La dimensión
de la afición te
da también la
dimensión de la
exigencia”
últimos partidos de casa previos
al del ascenso, con el equipo líder
destacado, haya habido silbidos en
los primeros compases del partido
cuando el equipo no domina?
—La afición tiene un componente
muy, muy importante, que es
la pasión. Quería ver a su equipo
volver cuanto antes a su lugar y le
recordaba dónde quiere estar. El
jugador tiene que entender que esta
camiseta tiene un peso histórico que
implica una exigencia. Yo soy de los
que piensan que es el equipo el que
tiene que dar para que la afición se
enganche y no al revés.
—Usted dijo en su presentación
que cuando un futbolista falla, no
lo hace el futbolista sino la persona.
Imagino por tanto que tan
importante como sus prestaciones
técnicas será para usted la personalidad
de un jugador a la hora de
ir a por él.
—Todo parte de que no hay que
aislar al futbolista de lo que es, una
persona. Conocer al futbolista es fácil;
a la persona, no. Y es la persona
precisamente la que te marca lo que
te puede dar como jugador: su madurez,
personalidad, capacidad de liderazgo…
todos ellos son conceptos