09.07.2015 Views

Descargar Edicion Digital - Diario 16

Descargar Edicion Digital - Diario 16

Descargar Edicion Digital - Diario 16

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

LUNES 25 DE MARZO DE 2013 diario<strong>16</strong>13q CULTURALIII MILAGROS OLIVERA IIImolivera@diario<strong>16</strong>.com.peCuatro mujeres fuerontestigos de un aborto ypodrían ser procesadaspenalmente si a alguien se leocurriera denunciarlas, sobretodo porque aquí, en el Perú, elaborto todavía es un delito. Susnombres están cambiados; perosus historias, intactas. Su amor,su naturalidad, su feminidad,su belleza, de nada sirven si nopueden elegir. Estas líneas sonparte de una herida que esperaser cicatrizada.!Testimonios sobre la interrupción de un embarazoLAS AMIGAS DE UNA PARIAADEMÁS·LUCIANAEstaba en Londres cuando meenteré. Ella no, era imposible. Yosabía que no era la clase de personaa la que le pasan esas cosas.Ella no, por favor. Le dije que setranquilice, que seguro era unerror. Me daba impotencia no estarallá, a su lado, como siempre.Cuando la conocí tenía 12 años yacababa de ingresar al colegio.Nos hicimos amigas a los 13 y supeque la querría para siempre. Teníauna tristeza tan profunda queme propuse transformarla. No lologré, pero por lo menos fuimoscompañeras en la soledad, y tododejó de doler tanto.Somos tan diferentes. Recuerdoque tenía 14 años cuando tuverelaciones por primera vez. No leconté a nadie, tenía miedo. Lasque tienen relaciones tan jóvenesson catalogadas de putas. Me loguardé un buen tiempo, gozandoen silencio, hasta que le conté. Seasustó y me dijo que no lo vuelvaa hacer, que eso estaba mal. Nole hice caso. A veces tiraba conuna culpa incipiente que se agotabatras el placer. Con el tiempoentendió que no era incorrecto,que la felicidad o el placer no debengenerar culpa. Que el sexo esnormal. Aunque, a decir verdad,demoró en comprenderlo.·ALICIANo sabía de ella hacía un buentiempo. Era mi compañera de lavida, hasta que dejamos de vernos.No podría decir claramentequé sucedió, simplemente nonos vimos más. La quería comosiempre, como a los 13 años, quenos íbamos juntas hasta el findel mundo a buscar la libertadque mi mamá me negaba peroque con ella encontré. Es libre,siempre lo fue. Eso me generaalgo de miedo, creo que no tieneuna idea clara de los límites.Cuando me contó recordé lo dePaola, tan mocosa y tan asustada.No cesaba de repetirme que estavez la había cagado en serio, que“FUERA, CURASO JUECES, DE MICUERPO”.Muchas mujeresalrededor delmundo realizanmanifestacionespara exigirle asus respectivosgobernantes quetomen medidasante las alarmantesestadísticasde abortosclandestinos.se quería morir. Le dije que no,que eso tenía solución y que enlugar de lamentarse veamos quehacer. Desde que lo supe se convirtiótambién en mi problema ysentía la obligación de ayudarla.La acompañé a que se realicela prueba de sangre. No sabíamoscómo leerla, con ayuda deuna enfermera entendimos queel resultado era positivo. Cuatrosemanas. Puta madre. Se pusoa llorar. Encima él, un buenopara nada. Había sido solo unanoche, una maldita noche. No leíbamos a decir a nadie, menosa él. Le dije que fuera discreta,cosa que le repitió la doctoracuando pronunció las palabrasprohibidas: quiero abortar. Laginecóloga la miró con desprecioy ella lo notó. Le dijoque se realice una ecografía.La acompañé también en eso.Ingresó sola, la enfermera nome permitió entrar. Luego mecontó que al colocarse la bata ybajarse los pantalones no dejabade llorar y le pidió al médicoque, por favor, yo ingrese. Y asífue. Al verla en la camilla, conlas piernas separadas, llorando,tuve ganas de morirme. Mis ojosarrojaban lágrimas indeseadas.Yo tenía que ser la fuerte. Sabíaque era su único soporte emocionaly no podía mostrarmeindefensa. Lloró durante unlargo rato. La abracé y la quisemás que nunca.Era mi amiga, era como mihermana y debía estar a sulado. La acompañé durante eltranscurso de todo, desde quese enteró del embarazo hastaque abortó. No fue fácil, ni paraella ni para mí. Escribimos unalista de opciones. La primera erabuscar ayuda en una clínica, lacual, lógicamente, le fue negada.La segunda, conseguir Misoprostol,la pastilla del aborto, yluego acudir a la Maternidad deLima aduciendo un aborto natural.Era arriesgado, lo sabíamos.La tercera era conversar con laconocida de un gran amigo, dela que se sabía ayudaba a mujeresque querían interrumpir elembarazo. La cuarta opción erair a un consultorio clandestinoen Independencia, donde sabíamosque una compañera detrabajo de Paola se había realizadoun aborto. Esa opción erala menos atractiva. Ella le teníaterror al trauma, a ser tratadacomo una paria.Finalmente decidimos la terceraalternativa, y fuimos a conversarcon Tania. Nos proporcionóalternativas y nos habló deun doctor que ayudaba a mujeresen su situación. Cobraba 500dólares y ella tenía 500 soles. Lepresté la diferencia. El médiconos explicó que, como teníacuatro semanas de embarazo,no era necesaria una intervenciónquirúrgica. Que mejor vayaa su consultorio en Magdalenay ahí conversábamos más tranquilos.Y eso hicimos.·ALEJANDRARecién había llegado dePunta Hermosa cuando mecontó. Me dijo por teléfonoque tenía algo importanteque decirme, pero no esperabaque fuera eso. Pensé que setrataba de un nuevo amor o dealguna experiencia graciosa.No me esperaba eso, lo juro.Soy católica, es más, la conocía los 14 años en una actividadreligiosa. Pero, ciertamente,creía en su derecho a decidir.A no arruinarse la vida. A enmendarese error. Le dije queestaba siendo valiente, que nose sienta mal. Que esas cosaspasaban. La acompañé a losdoctores, la vi desesperada,la escuché llorar mientras lerogaba al doctor que la ayude.La llamé durante el transcursodel aborto. Me dijo que todoestaba bien, que sentía undolor en el vientre símil al deuna fuerte diarrea, que Aliciaestaba a su lado, cuidándola.Le había dado calentura. Eldoctor le había advertido queeso podía suceder. Luego, entrecopas, me contó los pormenores.Sé que su tristeza sedebe a la ilegalidad del asunto.Probablemente si esto les pasaraa los hombres, sería legal.Yo soy para ella el respiro, elsilencio necesario. Me ha dichoque conmigo la vida vale la pena.·PAOLAYo tenía <strong>16</strong> años cuando aborté.No la pude ayudar porque noquería recordarme sola, sangrando.Sola, llorando. Sola y muertadel miedo. No la ayudé porquequiero olvidarme del asunto yella apareció en mi vida, luegode tanto tiempo, a recordármelo.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!