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Mujeres, raza, clase_Angela Davis

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Exactamente igual a como ocurría en la época de la esclavitud, el hombre negro queprotestaba por el tratamiento recibido por su hermana, hija o esposa era invariablementecastigado por ello.Cuando mi marido fue a ver al hombre que me había ofendido, éste le insultó, le dio unabofetada ie hizo que le arrestaran! La policía puso una multa a mi marido de 25 dólares 20 .Y, después de que ella testificara bajo juramento ante un tribunal, «el anciano jue~levantó los ojos y dijo: "Este tribunal nunca dará crédito a la palabra de una negra stcontradice a la de un hombre blanco">> 21 .En 1919 cuando la dirección sureña de la Asociación Nacional de <strong>Mujeres</strong> de Color[National ~ssoc iat ion of Colored Women] redactó sus reivindicaciones, las condicionesdel servicio doméstico fueron lo primero en quedar recogido en su lista. Estaban entodo su derecho a protestar por lo que ellas educadamente llamaron en el trabajo22. Sin lugar a dudas, la trabajadora doméstica de Georgiahabría expresado su acuerdo incondicional con las protestas de la asociación. Enpalabras suyas:y 0creo que casi todos los hombres blancos se toman, y aspiran a tomarse, libertades incorrectascon sus sirvientas de color, no sólo los padres, sino en muchos casos también los hijos.Las sirvientas que se rebelan contra estas confianzas deben, o bien marcharse, o bien aguardara pasarlo muy mal si se quedan 23 .Desde la implantación del régimen esclavista, la condición de vulnerabilidad de latrabajadora doméstica no ha dejado de alimentar muchos de los sempiternos mitosacerca de la de las mujeres negras. En este clásico escenario de , el trabajo doméstico se considera degradante porque ha sido r e~ l~ ­zado en una proporción desmesurada por mujeres negras, q uienes a su vez son peretb~ ­das como y . Pero la ineptitud y la promiscuidad q ue se les atnbuyeson mitos que se ven repetidamente confirmados por el trabajo degradante queestán obligadas a realizar. Como observó W E. B. DuBois, cualquier hombre blanco le cortaría el cuello a su hija antes que permitirle aceptar un empleo en elservicio doméstico 24 .20 Ibid.21Ibid.22 G. Lerner (ed.), Black Women in White America: A Documentary History, cit., P· 462; "!h~ Colo·red Women's Statement to the Women's Missionary Council, American Missionary Assoc•.atton».23 H. Aptheker, A Documentary History of the Negro People in the United States, vol. 1, Cit., P· 49.24 W. E. B. DuBois, Darkwater, cit., p, 116.Desde el momento en el q ue las personas negras comenzaron a emigrar hacia elNorte, tanto los hombres como las mujeres descubrieron que sus patrones blancosfuera del Sur no eran esencialmente d istintos, en sus actitudes respecto a las potencialesocupaciones de los esclavos recién liberados, a sus antiguos propietarios. Todoindicaba que ellos también creían q ue 25 . Según el censo de 1890, Delaware era el único Estado fue ra del Sur dondela mayoría de las personas negras eran agricultores y aparceros, y no sirvientes domésticos26.En 32 de 48 estados, el servicio doméstico era la ocupación dominante tantopara los hombres como para las mujeres. En siete de cada 10 Estados, había más personasnegras trabajando en este secto r de empleo q ue en la suma de todas las demásocupaciones 27 • El informe del censo era la prueba de que los negros son c1·iados y los criadosson negros.El ensayo capital sobre el servicio doméstico escrito por Isabel Eaton y publicado enel estudio de DuBois de 1899 titulado The Philadelphia Negro revela que el 60 por 100de todos los trabajadores negros del Estado de Pensilvania estaba contratado para realizaralgún tipo de trabajo doméstico 28 . La apurada situación de las mujeres era todavíapeor, ya que casi el91 por 100-14.297 de 15.704- de las mujeres negras trabajadorasestaban empleadas como criadas domésticas 29 . Después de haber viajado al Nortehuyendo de la vieja esclavitud, descubrían que, simplemente, no había otras ocupacionesa su alcance. En el transcurso de la investigación para su estudio, Eaton entrevistóa varias mujeres que en el pasado habían enseñado en escuelas pero que a causa de los habían sido despedidas 30 . Tras ser expulsadas de las aulas, no les quedabaotro remedio que trabajar en las lavanderías y en la cocina.De las cincuenta y cinco empleadoras entrevistadas por Eaton, sólo hubo una queprefería a las sirvientas blancas frente a las negras 31 • En palabras de una empleadora:Yo pienso que se juzga injustamente a las personas de color en lo que respecta a su honestidad,su higiene y su honradez; mi experiencia con ellas es que son impecables en todos lossentidos y absolutamente honestas; de hecho, todo lo que diga de ellas es poco32.25!bid., p. 115.26 Isabel EATON,

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