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El milagro más grande del mundo (Og Mandino

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la clase de monstruo al que habíamos permitido asumir el gobierno de nuestro país. Mi esposa era judía y<br />

mientras yo me encontraba en uno de mis viajes a Damasco, fui visitado, un día, por uno de los agentes de Hitler.<br />

Este me notificó tranquilamente que tanto mi esposa como mi hijo se encontraban bajo lo que él llamó "custodia<br />

de protección" y que solamente serían liberados si yo firmaba en favor <strong>del</strong> Partido Nacional Socialista la posesión<br />

de toda mi compañía y sus utilidades. Firmé sin vacilar. Después volé de inmediato hacia Francfort, en donde fui<br />

arrestado en el aeropuerto por la policía secreta. Pasé todos los años de la guerra yendo de un campo de<br />

concentración a otro. Me imagino que el no haber sido judío salvó mi vida.<br />

-¿Y su esposa e hijo?<br />

-Nunca volví a verlos.<br />

Empecé a decir: "lo siento", pero me contuve.<br />

-¿Y su negocio?<br />

-Se acabó. Los nazis confiscaron todo. Después de la guerra pasé casi cuatro años tratando de encontrar<br />

alguna pista sobre mi familia. Tanto los norteamericanos como los ingleses fueron sumamente cooperativos y<br />

compasivos. Finalmente supe, a través <strong>del</strong> servicio de información norteamericano, que tanto mi esposa como mi<br />

hijo habían sido asesinados y cremados en Dachau casi inmediatamente después de haber sido capturados.<br />

Era penoso continuar. Me sentía un cruel inquisidor que forzaba al viejo a revivir recuerdos que probablemente<br />

habían sido empujados hasta lo más profundo de su mente desde hacía mucho tiempo con el fin de conservar su<br />

cordura. Sin embargo, continué:<br />

-¿Cómo llegó a este país?<br />

-En mis buenos tiempos contaba con amigos muy finos en Washington. Uno de ellos intercedió por mí ante las<br />

autoridades correspondientes de inmigración, quienes olvidaron mi falta de pasaporte. Otro me prestó dinero para<br />

el pasaje. Había visitado Chicago en mil novecientos treinta y uno y me había gustado por su vitalidad, por lo que<br />

vine acá.<br />

-¿Qué ha estado haciendo durante todos estos años?<br />

Se encogió de hombros y miró al techo.<br />

¿Qué puede hacer un ex millonario presidente de una compañía, cuyas ambiciones habían muerto en una<br />

cámara de gas? Trabajé en un centenar de lugares insignificantes, con la única intención de sobrevivir... de portero<br />

de un club nocturno, de cocinero, en la tarea sanitaria de la ciudad, en construcción... en cualquier cosa. Sabía<br />

que contaba con el conocimiento, la experiencia y la capacidad necesarias para empezar un nuevo negocio<br />

propio, pero no deseaba hacerlo. No existía una razón por la cual desear el éxito o adquirir riquezas, por lo que no<br />

me esforcé. Finalmente pasé los exámenes de la ciudad y trabajé de portero de una escuela de la avenida Foster.<br />

Ese empleo me sirvió mucho. Me encontraba rodeado de pequeños que reían todo el día. Muy bueno. Y de<br />

cuando en cuando podía ver algún chico que me recordara a mi Eric. Era un empleo fino y decente. Me retiré al<br />

cumplir sesenta y cinco años, y la ciudad me empezó a dar una pequeña pensión suficiente para vivir... y leer.<br />

-¿Qué le hizo decidirse a ser lo que usted llama trapero?<br />

Simon sonrió y se recostó en su sillón, mirando al techo nuevamente, como si tratara de recordar detalles de un<br />

suceso que había permanecido dormido entre sus recuerdos durante largo tiempo.<br />

-Tan pronto como me retiré me cambié a este departamento. Lázaro, yo y mis libros. <strong>El</strong> que cada mañana<br />

camináramos Lázaro y yo alrededor de la manzana se convirtió en un ritual. Una mañana, al salir <strong>del</strong> edificio<br />

volteé hacia la entrada <strong>del</strong> estacionamiento, en donde lo vi a usted por primera vez; ahí se encontraba una joven<br />

dama que parecía estar en dificultades. Su auto estaba estacionado en la entrada, la barra permanecía en<br />

posición horizontal, y ella sacudía enojadamente la caja de metal que acepta las monedas que activan la barra.<br />

Caminé hacia ella y le pregunté si podía ayudarle. Estaba llorando, y entre sollozos me dijo que había introducido<br />

en la caja sus dos últimas monedas y la barra no se había elevado. Más aún, debía estar en clase, en la<br />

Universidad de Loyola, en menos de diez minutos, ya que tenía un examen final. Hice lo que cualquier persona<br />

hubiera hecho. Saqué dos monedas <strong>del</strong> bolsillo de mi pantalón, las introduje por la ranura y esta vez la barra si se<br />

elevó. Después de esto proseguí mi paseo con Lázaro.<br />

Para entonces el viejo caminaba por la habitación.<br />

-No habíamos caminado mucho cuando escuché unos pasos apresurados detrás de mí. Me volví para observar<br />

que la bella joven se dirigía hacia mí, todavía con los ojos llenos de lágrimas, pero sonriente. Antes de que me<br />

diera cuenta de lo que la joven hacia, ésta puso sus brazos alrededor de mi cuello, me jaló hacia ella y me besó<br />

en la mejilla... la primera vez que me abrazaba una mujer desde la muerte de mi esposa. La joven no dijo nada...<br />

solamente fue un abrazo y el beso... y después se esfumó. Ese incidente trivial fue lo que dio a mi vida un nuevo<br />

sentido y dirección, señor <strong>Og</strong>. Resolví dejar de ocultarme en mi pequeño departamento, dejar de lamentarme por<br />

lo que me había deparado la vida, y empezar a dar algo de mi ser a otros después de todos esos años de<br />

autocompasión. Como ve, en realidad fue una decisión egoísta, ya que la sensación que tuve, cuando esa<br />

agraciada joven me besó, me fue desconocida durante muchos años. Era la sensación que se tiene cuando se ha<br />

ayudado a otro sin pensar en algún beneficio personal. Desde entonces soy un trapero.<br />

Me sentí cansado. Las preguntas y respuestas me habían agotado. Sin embargo, había algo más que tenía que<br />

saber.<br />

-Simon, usted dijo que el nombre de su hijo era Eric. ¿Cuál era el de su esposa?<br />

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