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1 IDEOLOGÍA Y NOVELA EN PEDRO ANTONIO DE ... - Liceus

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Nuevamente se desvía la atención al hacer centro del problema sus novelas de tesis 12que son reflejo de la conciencia religiosa popular del momento. Estas novelas “recibieronseveras críticas de amplios sectores intelectuales por su maniqueísmo y afán catequizador”(Garrot, 1983). Pero es que Alarcón “vivía en una sociedad con unos determinados prejuiciosque compartía plenamente” (Garrot, 1983) y anda enquistado mientras las nuevas ideas ibanprendiendo. Indudablemente se mantiene por los asertos del autor con lo que cualquier otraconsideración no es tenida en cuenta. Y es que las tesis de Alarcón no son invención suya,están en la sociedad de 1863, viene a decir Montes (1986, 24), quien reconoce el derecho delescritor a aceptarla y defenderla, criticándole el modo débil de defenderla, por lo que lleva ahablarse de “insinceridad religiosa”.Pero Alarcón, que prefería pasar a la posteridad como autor de sesudas obras provistasde abundante mensaje moral (Garrot, 1983), no encuentra ‘tesis’ en su novelas puesto quepara él todo era la realidad que observaba y como testigo de una época reflejaba acertando aescribir lo que se proponía.Lo más rechazable por parte de la crítica es que en las novelas de tesis alarconianaspone su arte narrativo -escasamente cuestionado por aquella- al servicio de las ideastradicionalistas católicas cuya hegemonía estará seriamente amenazada desde la revoluciónde 1868 13 .Un romántico en el realismoJulio Romano apellida a Alarcón ‘novelista romántico’. Observemos los matices de talexpresión: “El romanticismo español, viril, sereno, de grandísima perspectiva, de cristianaraigambre, fervoroso, activo y señorial, fue suplantado en nuestro suelo por el romanticismotranspirenaico lleno de enfermizas nostalgias, de exaltaciones febriles y de catastróficosarrebatos” (Romano 1933, 61). Los juicios del biógrafo no siempre son acertados: tacha demediocre a Patricio de la Escosura, de rebuscado y árido a Martínez de la Rosa, comenta queel espíritu español había perdido su originalidad y que sólo existían traducciones de literaturaromántica francesa e inglesa, se queja de la lectura de madame Cottin o de Alfonso o el hijonatural o de Matilde o las Cruzadas, es decir, se manifestaba contra el folletín. Pero no darazones cuando afirma que “Alarcón se alineó en la legión romántica, cuyo pontífice habíasido en España, Espronceda”. Rubio Jiménez (1986 20 , 18) es más exacto: “Formado en lostiempos del triunfo y de la asimilación social del romanticismo toda su trayectoria se hallamarcada por el legado de éste y progresivas adquisiciones del incipiente realismo”. F.Montesinos (1977, 41-118) dedica un importante capítulo al tema Alarcón y el romanticismo,destacando los elementos postrománticos que se advierten en su obra. Señala lascaracterísticas de este postromanticismo en el que sitúa a Alarcón que “ya antes de salir deGranada comenzó a iniciarse en una tendencia postromántica a la que hubo se ser fiel muchosaños”. Ferreras (1974) afirma que “la obra de Pedro Antonio de Alarcón representa el paso12 “La novela llamada de tesis es algo consustancial a la propia narrativa decimonónica y, que en AntonioAlarcón, concretamente, se convierte en un medio de exponer su propio pensamiento” (Montes, 1986, 26).13 Isabel Román (1988, 31), refiriéndose a su novela El escándalo, escribe: “El catolicismo radical y lapostura reaccionaria que en ella defiende el novelista la configuran quizá como una de las más rotundas novelasde tesis del siglo. Es frecuente en el siglo XIX que las novelas de tesis sean, además, de tesis religiosa”.8

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