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Público/Privado - Rojo y Negro

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La competitividad no es solo una imposición en el terreno del pensamiento ode la racionalidad. Ese es el terreno en el que la plantean y defienden los políticosy los medios, pero está sustentada en una imposición mucho más real: lascosas son así, la realidad es ésa. El capital tiene fuerza para imponerla. Cualquierpropuesta en dirección contraria que suponga recorte del crecimiento de losbeneficios, con la intención de defender derechos y garantías sociales, puedeacabar fuera de circuito, amenazando así con conseguir el efecto contrario alperseguido. Tan establecida está esa realidad.El cierre de lo político, la ausencia de oposición o alternativa, la conversiónde todo asunto en materia de Estado y consenso, la reducción a posibilidadúnica, el estrechamiento de los márgenes de maniobra, la reducción de la políticaa algo vano e inútil, en definitiva, tiene su causa en esa cerrazón dela realidad, en el predominio de la competitividad como hecho, en el imperiode una opción económica convertida en ley y en verdad científica. Podremosachacar a los políticos que se sumen a ese juego con gusto, que lo disfraceny lo vendan, pero nunca deberíamos esperar que nos sacasen de ahí, que nosconstruyeran otra realidad.Y en esa realidad es en la que estamos todos sumergidos; a veces como víctimas,es cierto, pero también prestándole nuestra adhesión. Es cierto que esapolítica oscura y empobrecida, reducida a gestión de la realidad única, no atrae,no genera interés ni participación, casi ni se vota. Pero esa increencia y pasividadqueda plenamente incorporada al juego, sin romperlo. Nuestros modos yestilos de vida de vida, nuestros consumos, nuestras necesidades... que son lasque realmente nos mueven y constituyen nuestras vidas, son nuestro votono atrevido a explicitarse, nuestra adhesión a lo existente.Y algo similar nos ocurre a nivel colectivo, en lo sindical y en elconjunto de lo social, por ejemplo. Aunque sea cierto que enmomentos concretos las víctimas de determinados procesos(despidos, EREs, cierres, etc.) se oponen a ellos en loque les toca, en muy escasa medida esa oposición a losefectos concretos se extiende a las dinámicas que losgeneran. Tampoco el sindicalismo llega más allá dela acomodación a la realidad, de convivir y adecuarsea ella, de jugar dentro y a favor. Lo social,que debiera ser lo pre-político, lo que leabriera espacios, sacándolo de la realidadmonocorde, también queda dentro, reforzandosu carácter de única posibilidad.Si en lo político no hay posibilidadde oposición ni alternativa, tampocolo social, lo sindical incluido,parece abrirlas. Aunque lo intente.Aunque lo intentemos. No lasLP2 EDITORIAL

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