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Los españoles y el sentido del tiempo - Divulgameteo

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de la estupenda coincidencia que se produce con las procesiones nocturnas de SemanaSanta. Averigua, entusiasmado, que al espectáculo nocturno de la Semana Santa leasiste una hermosa Luna llena. Viene a ser otra versión d<strong>el</strong> f<strong>el</strong>iz descubrimiento quehizo <strong>el</strong> famoso gentilhombre de Molière: hablaba en prosa sin saberlo. Cuando <strong>el</strong>urbanícola recibe la agenda d<strong>el</strong> año entrante, lo primero que mira es cómo sedistribuyen los "puentes". Uno nuevo, estupendo, es <strong>el</strong> que forman las fiestas seguidasde la Constitución (6 de diciembre) y la Purísima (8 de diciembre). La Constitucióntenía que haber sido "doña Concha", como la d<strong>el</strong> 12, promulgada <strong>el</strong> 19 de marzo, fue "laPepa".Una enfermedad muy característica de nuestro <strong>tiempo</strong> es <strong>el</strong> estrés. Uno de sus síntomases llevar <strong>el</strong> calendario en la cabeza. La persona estresada su<strong>el</strong>e tener presente qué díad<strong>el</strong> mes corresponde al próximo lunes y que cosas tiene programadas para esa fecha.Las vacaciones consisten en consultar lo menos posible la agenda y <strong>el</strong> r<strong>el</strong>oj. El horariode un buen fin de semana es <strong>el</strong> tener la agenda vacía de obligaciones onerosas. Bien esverdad que la epidemia d<strong>el</strong> estrés fuerza a que haya también una agenda para los ocios.Cada vez más se ordena <strong>el</strong> <strong>tiempo</strong> de las vacaciones. Las r<strong>el</strong>aciones de poder seestablecen según la capacidad que tienen unos (los poderosos) de modificar la agendade los demás de modo sistemático. El orden jerárquico se establece automáticamente alconvenir quién puede hacer esperar a quién.El estrés equivale a la sensación de que <strong>el</strong> <strong>tiempo</strong> es escaso, más de lo que se puedeasignar objetivamente. De hecho, <strong>el</strong> <strong>tiempo</strong> es más escaso para los jóvenes; así losienten al menos, a pesar de que tienen toda la vida por d<strong>el</strong>ante. La divisa clásica de losjóvenes sería <strong>el</strong> famoso verso de Horacio: Carpe diem, quam mínimum crédula póstero.Es decir, "Pásat<strong>el</strong>o bien hoy y no te preocupes de mañana". Paradójicamente, a quienestanto gozan d<strong>el</strong> presente, <strong>el</strong> <strong>tiempo</strong> se les hace corto. En cambio, los viejos se aconsejande otro verso clásico, en este caso de Virgilio: Fugit irreparábile tempus. Es decir, "<strong>el</strong><strong>tiempo</strong> se nos escapa sin remedio". Otra vez la paradoja, pues a los viejos, con sus díascontados, subjetivamente les sobra <strong>el</strong> <strong>tiempo</strong>. En definitiva, nadie está contento con <strong>el</strong>r<strong>el</strong>oj o <strong>el</strong> calendario. <strong>Los</strong> días parecen cortos porque se tienen más quehaceres pord<strong>el</strong>ante. Otra cosa es <strong>el</strong> uso social no escrito por <strong>el</strong> que los <strong>españoles</strong>, grandescomediantes, deben comportarse como si tuvieran todo <strong>el</strong> <strong>tiempo</strong> por d<strong>el</strong>ante. Lasabiduría está en no apresurarse. Como dice <strong>el</strong> refrán, "vísteme despacio, que tengoprisa".La medición d<strong>el</strong> <strong>tiempo</strong> cronológico ha urgido siempre a todos los pueblos. Antes de larueda, ya había calendarios, en forma de rueda precisamente, como en <strong>el</strong> caso de losaztecas. Todavía hoy empleamos <strong>el</strong> sistema sexagesimal para medir los minutos y lossegundos, como los persas hace miles de años. El r<strong>el</strong>oj será <strong>el</strong> último aparato de medidaque se incorpore al sistema decimal, tan inveterada es la vigencia d<strong>el</strong> día de 24 horas ola hora de 60 minutos. Son cantidades divisibles dos veces sin decimales. Es decir, cabeun cuarto de día y un cuarto de hora enterizos. Históricamente, <strong>el</strong> ingenio llamado r<strong>el</strong>ojse ad<strong>el</strong>antó a otros muchos artilugios por la precisión y <strong>el</strong> movimiento automático. Si semedía bien <strong>el</strong> <strong>tiempo</strong> es porque se deseaba controlar la actividad humana. No escasualidad que los primeros r<strong>el</strong>ojes mecánicos se instalaran en los monasterios, luego enlas iglesias y en las plazas. La vida conventual, luego la cívica, tenía que acomodarse aun orden, una previsión de las tareas. Durante siglos, los que disponían de r<strong>el</strong>ojes eraporque tenían poder. Se comprende la obsesión popular, metidos ya en <strong>el</strong> siglo XX, pordisponer todos de un r<strong>el</strong>oj de bolsillo y luego de pulsera.2

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