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El Comandante y Dr. Eduardo Bernabé Ordaz que yo conocí.

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Cuando en mi trayecto al Hospital General Calixto García, paso frente alCarmelo de 23 y G, un recuerdo inevitable es también <strong>que</strong>, con igual objetivode enfrentar los costos de su carrera médica, noche tras noche, a la misma horaen <strong>que</strong> otros estudiantes comenzaban su merecido descanso, el comandante<strong>Ordaz</strong> iniciaba su jornada de trabajo como auxiliar de limpieza en dichainstalación gastronómica, para poder subsistir en a<strong>que</strong>lla etapa en <strong>que</strong> lasfacilidades para hacerse médico, de <strong>que</strong> hoy disfrutan nuestros jóvenes, eransolo un sueño.Desde mi posición ideológica inicial de pe<strong>que</strong>ño burgués, siempre admiré aquienes terminaron su carrera enfrentando dificultades económicas <strong>que</strong> <strong>yo</strong>nunca sufrí y el comandante <strong>Ordaz</strong> fue para mí el paradigma de ese indiscutiblemérito personal.Pese al tiempo dedicado a estas tareas “extracurriculares”, fue dirigente de laAsociación de Estudiantes de Medicina hasta la culminación de sus estudios,cuando prosiguió su activa participación clandestina y luego se incorporó a laSierra Maestra.Durante la etapa de la lucha en la Sierra Maestra, creó el hospital de campañade la Columna Uno en La Lata, un intrincado paraje de las montañas orientales,y allí fungió como director, anestesista y cirujano de guerra, a la vez <strong>que</strong>, comohombre de fe católica, participaba como monaguillo y otras veces comosacerdote substituto, en bautizos y matrimonios en los territorios ya liberados.Su valentía como combatiente, su ética profesional y su profundo humanismo, lehicieron merecedor del respeto de los soldados enemigos; de la admiración desus compañeros de armas y del amor de los residentes en la zona.Fueron, en gran medida, esas condiciones integrales, las <strong>que</strong> explican suselección para asumir la dirección y transformación del otrora Hospital de4

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