PEQUEÑA ANTOLOGÍA ANARCOFEMINISTA
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Teresa Claramunt<br />
A la mujer (1899) *<br />
Si existiéramos en la época en que la fuerza muscular era<br />
signo de poder al cual se sometían los de débil construcción<br />
orgánica, claro está que las mujeres seríamos inferiores ya<br />
que la Naturaleza ha tenido el capricho de someternos a<br />
ciertos periodos que debilitan nuestras fuerzas musculares<br />
y hacen que nuestro organismo esté más propenso a la<br />
anemia. Mas hoy, por fortuna, ningún poder, ningún valor<br />
se le reconoce a la fuerza muscular. En el orden político,<br />
una mujer endeble, un niño enfermizo, un neurótico, un<br />
tísico o un sifilítico son elevados por la ignorancia a los más<br />
altos sitios del poder para dirigir desde allí la nave del Estado.<br />
En el orden moral la fuerza se mide por el desarrollo<br />
intelectual, no por la fuerza de los puños. Siendo así, ¿por<br />
qué se ha de continuar llamándonos sexo débil?<br />
Las consecuencias que nos acarrea tal calificativo son<br />
terribles: sabido es que la sociedad presente adolece de<br />
muchas imperfecciones, dado lo deficiente que es la instrucción<br />
que se recibe en España, y hablo de España porque<br />
en ella he nacido y toco las consecuencias directas de<br />
* Publicado originalmente en Fraternidad, Gijón, 23-X-1899.<br />
Tomado de María Amalia Pradas Baena, Teresa Claramunt, la<br />
virgen roja barcelonesa, Virus, Barcelona, 2006.<br />
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