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Librodot <strong>Diario</strong> <strong>Ana</strong> Frank<br />
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Ernesto Casimiro I, Enrique Casimiro I, hasta la pequeña Margarita Francisca 32 , nacida en<br />
Ottawa en 1943.<br />
Las doce <strong>de</strong>l mediodía: continué mis estudios en el <strong>de</strong>sván, repasando diáconos, curas,<br />
pastores, papas... ¡uf!, hasta la una.<br />
Después <strong>de</strong> las dos, la pobre criatura (¡ejem!) volvió nuevamente a sus estudios; tocaban<br />
los monos catarrinos y platirrinos. Kitty, ¡a que no sabes cúantos <strong>de</strong>dos tiene un<br />
hipopótamo!<br />
Luego vino la Biblia, el Arca <strong>de</strong> Noé, Sem, Cam y Jafet. Luego Carlos V. En la<br />
habitación <strong>de</strong> Peter leí El coronel <strong>de</strong> Thackeray, en inglés. Repasamos el léxico francés y<br />
luego comparamos el Misisipí con el Misuri.<br />
Basta por hoy. ¡Adiós!<br />
Tu <strong>Ana</strong> M. Frank<br />
Viernes, 28 <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> 1944<br />
Querida Kitty:<br />
Nunca he olvidado aquella vez en que soñé con Peter Schiff (veáse principios <strong>de</strong> enero).<br />
Cuando me vuelve a la memoria, aún hoy siento su mejilla contra la mía, y esa sensación<br />
maravillosa que lo arreglaba todo. Aquí también he tenido alguna vez esa sensación con<br />
Peter, pero nunca en tal medida, hasta... anoche, cuando estábamos sentados juntos en el<br />
diván, abrazados, como <strong>de</strong> costumbre. En ese momento la <strong>Ana</strong> habitual se esfumó <strong>de</strong><br />
repente, y en su lugar apareció la segunda <strong>Ana</strong>, esa segunda <strong>Ana</strong> que no es temeraria y<br />
divertida, sino que tan sólo quiere amar y ser tierna.<br />
Estaba sentada pegada a él y sentí cómo crecía mi emoción, se me llenaban los ojos <strong>de</strong><br />
lágrimas, la <strong>de</strong> la izquierda le cayó en el mono a Peter, la <strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha me resbaló por la<br />
nariz, voló por el aire y también fue a parar al mono. ¿Se habrá dado cuenta? Ningún<br />
movimiento lo reveló. ¿Sentirá igual que yo? Tampoco dijo casi palabra. ¿Sabrá que tiene<br />
frente a sí a dos <strong>Ana</strong>s? Son todas preguntas sin respon<strong>de</strong>r.<br />
A las ocho y media me levanté y me acerqué a la ventana, don<strong>de</strong> siempre nos<br />
<strong>de</strong>spedimos. Todavía temblaba, aún era la segunda <strong>Ana</strong>, él se me acercó, yo lo abracé a la<br />
altura <strong>de</strong>l cuello y le di un beso en la mejilla izquierda. Justo cuando quería hacer lo<br />
mismo en la <strong>de</strong>recha, mi boca se topó con la suya y nos dimos el beso allí. Embriagados<br />
nos apretamos el uno contra el otro, una y otra vez, hasta nunca acabar, ¡ay!<br />
A Peter le hace falta algo <strong>de</strong> cariño, por primera vez en su vida ha <strong>de</strong>scubierto a una<br />
chica, ha visto por primera vez que las chicas que más bromean tienen también su lado<br />
interior y un corazón, y<br />
que cambian a partir <strong>de</strong>l momento en que están a solas contigo. Por primera vez en su<br />
vida ha dado su amistad y se ha dado a sí mismo; nunca antes ha tenido un amigo o una<br />
amiga. Ahora nos hemos encontrado los dos, yo tampoco le conocía, ni había tenido<br />
nunca un confi<strong>de</strong>nte, y esto es lo que ha resultado <strong>de</strong> ello...<br />
Otra vez la pregunta no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> perseguirme: ¿Está bien? ¿Está bien que ceda tan pronto,<br />
que sea impetuosa, tan impetuosa y tan ansiosa como el propio Peter? ¿Puedo <strong>de</strong>jarme<br />
llevar <strong>de</strong> esa manera, siendo una chica?<br />
32 Princesa <strong>de</strong> Orange, una <strong>de</strong> las hermanas <strong>de</strong> la reina Beatriz <strong>de</strong> los Países Bajos.<br />
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