CONGRESO DE TUCUMÁN

Opinión
El Bicentenario
como espejo
donde mirarnos
Por Diego Armesto*
De la lectura de aquellas sesiones
uno no puede dejar de
destacar los principios que se
declamaban como necesarios
para la construcción de la nueva Nación.
Las reflexiones sobre el “despotismo”
y la “anarquía” aún mantienen
su actualidad cuando afirmaban que
“La ambición desmedida mudó lastimosamente
la idea del gobierno monárquico
en tiranía, y debiendo el que
nace rey proveer a todos; su administración
declinó a veces en despotismo
absoluto, el respeto real en idolatría,
y la regla se desvaneció en humos de
divinidad”. Esas reflexiones deberían
ser un disparador para interrogarnos
como sociedad, y ayudarnos a entender
que los vaivenes que hemos tenido
a lo largo de estos 200 años lo único
que han generado es continuar navegando,
salvo períodos excepcionales,
entre las aguas del atraso y la decadencia
institucional.
El 24 de marzo de 1816 en San Miguel
de Tucumán se reúne por primera
vez el Congreso Nacional, de ésta
manera los representantes de “los
pueblos libres”, tal cual como los
define el Redactor de esas sesiones,
establecen las pautas principales que
van a guiar el accionar del mismo,
y se declara en esa misma sesión
Soberano, teniendo esa iniciática
decisión gran significancia para la
historia que vendrá.
El gran escritor, historiador y jurista
Emilio Ravignani nos adentra, casi
como espectadores, de todo el proceso
de esas jornadas vividas en Tucumán,
y así a lo largo de toda las deliberacionesqueda
claro la intención de los
congresales en poner de manifiesto
la necesidad de la “Unión”, poniendo
la discusión sobre la importancia que
reviste la unidad de la provincias y luchar
contra las divisiones; la necesaria
declaración de la independencia política;
el reconocimiento a la existencia
de pactos de las provincias y los pueblos
de la “unión”, como documentos
preliminares a la Constitución; la definición
de la forma de gobierno y de-
18 19