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LEYENDA<br />
cano conocido por su asombrosa habilidad<br />
para tocar la guitarra y su privilegiada voz.<br />
Extrañamente le pidió a Lucinda un vaso de<br />
agua, lucia palido, agitado y un tanto temeroso.<br />
La muchacha al ir por el agua advirtió a<br />
todos los asistentes de la jornada del suceso.<br />
Todos se aglomeraron frente al hermano<br />
Juan para saber qué había ocurrido.<br />
Después de beber el agua el hermano<br />
Juan solo atino a decir que se siente<br />
morir, que la caja ronca lo siguió y que<br />
lo ayuden a llegar al Convento porque<br />
quiere ver al Padre Superior enseguida.<br />
El publico se quedó atónico al escuchar tal<br />
testimonio. Algunos se santiguaban y otros<br />
se prepararon a acompañar al hermano. De<br />
repente se oyó un estrepitoso sonido y cerca<br />
de la ladera se vislumbró a una procesión<br />
de encapuchados que se esfumaban por el<br />
suelo arrastrando unas gruesas cadenas de<br />
condena. Mientras el que iba encabezando<br />
la procesión daba lentos golpeteos sobre<br />
lo que parecía ser un tambor, haciendo un<br />
ruido cada vez mas ronco y mas siniestro.<br />
En esos instantes el hermano Juan clamo<br />
por misericordia mientras se desvanecía<br />
en los brazos de alguien que le<br />
socorrió en ese instante. Los demás espectadores<br />
susurraban oraciones mientras<br />
veían aterrorizados el funesto suceso.<br />
Los encapuchados segundos después se<br />
quitaron la sotana y dejaron ver sus cuerpos<br />
que no estaban cubiertos de otra cosa<br />
que no sean huesos que s despedían luminosas<br />
transparencias, dejando escapar<br />
un coro de voces tremebundas que decían<br />
– ¡Hermano Juan! ¡Es hora del recogimiento!<br />
Minutos después la procesión fantasma desapareció,<br />
dejando en el lugar una obscuridad<br />
macabra y a los asistentes llenos de espanto.<br />
A la mañana siguiente las campanas del<br />
convento de San Diego llamaron a la misa<br />
de los difuntos, el padre Juan había muerto.<br />
Cuenta la leyenda también que la casa de la joven<br />
Lucinda donde se presencio el tenebroso<br />
hecho cerro sus puerta y que su dueña desapareció<br />
del barrio para practicar una vida religiosa<br />
y de penitencia. Aunque en ese lugar, sobre<br />
todo en las noches obscuras aun se escucha<br />
los sonidos roncos de la procesión fantasma.<br />
Y añade la leyenda, que la hermosa Lucinda se<br />
alejó de esos lugares, y prometió hacer vida de<br />
penitencia; pero desde entonces, el mecha-puco<br />
asoma con frecuencia en las noches obscuras,<br />
en el sitio mismo del fúnebre acontecimiento.<br />
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