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SALUDA ALCALDE

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FIESTAS<br />

PATRONALES 2016<br />

“Recuerdos de infancia: La caída”<br />

Lleva puesto un vestido blanco sin mangas, ligero y de amplio vuelo, ribeteado en cuello y sisas con una tira de tela azul. El pelo suelto,<br />

castaño. Es una niña. Es verano y hace calor, el propio de la hora de la siesta, de cuyo sol hay que protegerse. Mientras otros duermen,<br />

ella está despierta y juega. Nunca le gustó hacer la siesta, por eso sale fuera del cortijo y camina sola por un estrecho camino bajo la<br />

sombra de las higueras junto a la acequia. Allí hace fresco y puede estar a solas. Huele el perfume de las flores. Le gusta sentir el aroma<br />

de las rosas, los jazmines y los Don Pedros; sobre todo, la fragancia de la flor de jazmín, su preferida. Cuando era niña, su madre le<br />

recogía el pelo con una diadema hecha con flores de jazmín. Mira las rosas de todos los colores: rojas, rosas, amarillas, blancas ...<br />

Algunas están abiertas, otras en capullo. Mientras camina escucha el trinar de los pájaros y el fluir del agua. Detiene su marcha y<br />

piensa: ¿podré caminar sin ver la vereda? Quiere ponerse a prueba para comprobar si es capaz de seguir la dirección del camino recto,<br />

sin caerse. Decide verificarlo: se coge el vestido y se tapa los ojos con él. Sigue caminando. Debe ir despacio, como a tientas. Recorre<br />

un pequeño tramo sin saber que se expone a dar un mal paso y caer por el precipicio de la derecha de la vereda que no ve. Y eso sucede:<br />

se cae por el borde del terraplén que separa la huerta del sendero de la acequia. Al rodar por la pendiente, siente como si estuviera<br />

cayendo en un abismo. Finalmente, se derrumba en el suelo terroso. Está confundida, alterada. Abre los ojos y percibe una pequeña<br />

piedra, un guijarro, que verdecería sobre la hierba. Llora desconsolada. Se ha hecho daño y necesita el auxilio de alguien que la tranquilice<br />

tiernamente. Su madre acude a su presencia al oír sus sollozos. Poco a poco consigue calmarla con besos, abrazos y palabras. La<br />

ternura de su madre la recompone. Puede levantarse y, poco después, sigue jugando.

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