Carta al presidente Juan Manuel Santos -22 de octubre de 2016-

termine la violencia y nos permita avanzar en la democracia. El país reclama respuestas
inmediatas sobre la base de respetar y acatar la voluntad popular con transparencia.
Nos sorprendieron sus recientes intervenciones en televisión, pues impone plazos y
condiciones o define como cerrada una etapa que jamás comenzó. No creemos que
ese sea el camino a un Acuerdo Nacional, pero sí un salto a profundizar la polarización.
El papel del Gobierno no puede ser el de simple mensajero de ideas de un sector de la
sociedad ante las FARC, tampoco pretendemos reemplazarlo en su función
negociadora. La nación clama un consenso sobre el “Nuevo Optimo Acuerdo” con
ese grupo.
Sin embargo eso no es posible si el Gobierno le da la espalda a los millones de
colombianos que votaron No y a aquellos que no respaldaron con su voto el Acuerdo
rechazado el 2 de octubre.
Hace más de 12 días los diferentes sectores del NO entregamos a sus funcionarios
nuestras propuestas para el nuevo acuerdo y algunos propusimos una metodología de
trabajo para construir juntos una hoja de ruta que el Gobierno jamás aceptó.
¡No desperdiciemos esta oportunidad! ¡Construyamos la verdadera unión nacional!
Nada justificaría ante la historia que con maniobras el Gobierno imponga un Acuerdo
negado por el pueblo en las urnas, desconociendo la voluntad de los sectores del No
de lograr el consenso necesario para paz estable y duradera.
Sentémonos con rapidez y sin descanso, sesionemos ininterrumpidamente hasta lograr
este consenso en el menor tiempo posible, poniendo la paz por encima de cualquier
otro interés.
Nosotros estamos dispuestos!
Una vez el Gobierno y unidos los diferentes sectores del NO alcancemos un
documento conjunto, éste deberá socializarse con los partidos, movimientos sociales,
sectores económicos, pueblos étnicos y sociedad civil, para contar, ahora sí, con el
respaldo de todos los colombianos al proceso de paz con las Farc.
Ese apoyo mayoritario es la condición para garantizar su legitimidad y por ende su
continuidad y la seguridad jurídica buscada.
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