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Los rosales vivían felices. Sin duda, estaban cuidados con esmero y amor<br />
.Junto a uno de ellos, crecían también unas florcitas de color amarillo,<br />
muy bonitas.<br />
Un día, el jardinero las noto decaídas…<br />
-¿Qué sucede?-les pregunto.<br />
Una de ellas respondió:<br />
-Pues está claro, las rosas son admiradas por su belleza, en cambio<br />
nosotras, tan insignificantes, nadie percibe nuestra existencia, eso nos<br />
pone tristes.<br />
Entonces el jardinero replicó:<br />
– Yo las quiero y valoro tanto como a los rosales, deben aceptarse como<br />
son, no olviden que son únicas en este lugar.<br />
Vivan felices también ustedes-Y a partir de ese día, ya no volvieron a<br />
sentirse tristes, y crecieron más, y fueron apreciadas por todos los que<br />
visitaban el jardín.<br />
Fin.<br />
Este pequeño cuento da una pequeña reflexión con respeto a la familia,<br />
nos dice que no importa que otra familia sea mejor que la nuestra, la<br />
familia de nosotros siempre será única y especial, nosotros debemos<br />
aceptar como es nuestra familia, porque ellos siempre nos tendrán un<br />
gran aprecio. Recuerda no toda familia es igual, pero si la familia es<br />
única, especial, así que cuídala como el jardinero lo hace, respétala y<br />
amala como el jardinero lo hace con sus rosas
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