Al Galope Riojano Revista UNLaR

EDITORIAL
NOVIEMBRE, 2016
Una simple razón de vivir
Hoy en día en la sociedad se
aprecia cómo se margina
todo deporte donde no
solo se involucra una persona sino
también un animal. Muchas veces
la desinformación es la causante de
desencadenar esta cuestión. En el
caso del turf se encuentra un estereotipo
muy grande asociado a maltrato
animal por medio de las carreras.
Pero ¿Será realmente esto cierto? Ya
que lleva a pensar si en verdad o no,
existe en algunas personas que no
tengan corazón y sentimiento hacia
los animales. Sin embargo esto no
se profundiza y se cataloga a simple
vista ¿En qué condiciones mantienen
a los equinos? Es una pregunta
que requiere de conocimiento en
el ámbito para poder contestarla
y desencadena otros interrogantes
¿Cuál es su cuidado antes de las carreas?
¿Qué clases sociales manejan
este rubro?¿ Es el turf una fuente de
trabajo? En definitiva, estas incógnitas
que surgen a lo largo del tiempo
se han visto opacadas por una
la construcción histórica y cultural
y no tienen una respuesta concreta,
generando modelos marginales.
Cuando se habla del respeto por
los animales, es un debate que está en
agendas y redes sociales, sin embargo
varios temas complejos sin desentrañar
caen en la misma bolsa. El turf deporte
caracterizado por la carrera de caballos
no es más que un simple disciplina que
reúne valores familiares y de amistad,
pero ante el solo hecho de la participación
de un equino se deja de lado. A esto
se suma como los pensamientos de gran
convencimiento usan al turf como una
pantalla para resguardarse, y para hacer
creer que solo es un mundo de animales
en mal estado.
Todo caballo tiene un cuidado especial,
una dieta balanceada a base de alfa, cereales,
frutas y verduras, como también
su ejercitación dependiendo de su raza
que de acuerdo a su tipo en tienen un
cierto régimen para trotar y caminar,
siempre y cuando nunca se le exija que
supere sus límites y su salud es verdaderamente
importante. Su cuidado es
permanente e implica bañar al equino
luego de sus trabajos y realizarle una sesión
de masajes que son importantes para
su relajación muscular, cuantas veces sea
posible, y como así también la preparación
de una confortable cama en una
pieza de cuatro paredes de amplias medidas
donde la buena ventilación y el agua
nunca faltan. En una de cama de aserrín
elaborada por el cuidador y los peones, el
caballo facilita y garantiza un buen sueño.
Es aquí el inicio de una relación entre
hombre -animal, el cuidador, quien vive
solamente para el equino. No importa si
llueve o es de noche, no importa horarios
ni feriados, su día comienza desde aquel
instante
en
que un
simple
relincho
es el llamado
de
alegría
de su
amigo.
Por lo
tanto el
equipo
que
rodea
al animal, no solo le brinda alimentos,
y comodidades, sino también un cariño
único, un cariño acogedor y cálido, a tal
punto de considerarlo un integrante más
de la familia.
Además cuando de cuadreras se trata,
el equino comienza y finaliza la carrera
en buenas condiciones, resultado de sus
cuidados y de la preocupación por parte
de los dueños para que el animal no se
esfuerce demasiado. El jockey por su
parte, se comunica de una forma directa
con el animal, convirtiéndose en una sola
cosa, una sola forma de vida que su único
trabajo no solo es llegar a la meta sino
sentir una pasión. Y más aun sabiendo
que el dinero no lo es todo porque va y
viene. Mucha gente expresa que la sociedad
la hace a un lado por pertenecer a
este deporte sin imaginar que no comen,
no disfrutan de los bienes de la sociedad
materialista, y lo mínimo que poseen se
lo destina al caballo. Pero vivir sin tener
casi nada no importa en este ámbito en el
que se respira costumbres y tradiciones
familiares, tranquilidad y armonía, que
son fundamentales a la hora de cualquier
evento turífsticos como aquel respeto
entre público y participantes, cuestión
que debería estar presente en todos los
deportes.
Cabe destacar que así como las personas
necesitan de un médico, los equinos
también tienen su especialista. Como
deber fundamental tanto el dueño como
el cuidador deben hacerlo revisar con un
veterinario, para así mantener la integridad
del pingo y para poder
concretar sus condiciones a las horas de
los desafíos que enfrentan en la cancha.
Por lo tanto el turf no solo se muestra
como un deporte sino una fuente de
trabajo,
brindándole
a
los veterinarios,
al vendedor
de la
forrajearía
por sus
alimentos,
a los
peones
que se
encargan
de la limpieza, al Jockey y al cuidador
quien tiene la parte más importante de
todo y lo fundamental al animal que es
siempre el beneficiado. Dentro de la cancha
no hay estereotipos, un jockey puede
ser tanto mujer como varón, lo mismo
para el rol de cuidador y veterinario. Es
lugar de igualdad, donde todos comparten,
tanto el dueño como el peón que
levanta la cama, Jockey lleno de experiencias
y el principiante. Todo es posible
en el mundo turfistico, y la inclusión no
se queda atrás.
Por lo tanto, se aprecia como el turf
no es un culto al maltrato animal, ningún
equino en manos de buenos dueños
padece una vida sacrificada. Hay que
romper las visiones históricas que discriminan
sin razón alguna, el hombre tiene
su origen en el animal y animal en el
hombre. Si existe amor entre el cuidador
y su ejemplar no se hablaran de daños
ni heridas, porque un amor y pasión tan
grande lo único que puede generar son
grandes y positivas cosas.
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