02 (anti) PERFIL
03 ¿Y este Borges, qué pito toca? El nuevo presidente de la Asamblea Nacional lleva ya un cuarto de siglo como figura pública, desde que debutó en rol de juez de pleitos reales o inventados en un programa de TV. Ha protagonizado episodios pintorescos, como el de los cochinitos en el hemiciclo, y otros mucho más serios, como su declaración previa al golpe de Estado de abril de 2002. Su gran problema, según un psiquiatra que lo analizó a fondo, es que no ha logrado explicarle al país cuál es la utilidad de alguien como él en la Venezuela actual POR Clodovaldo Hernández ⁄ clodoher@yahoo.com • ILUSTRACIóN ALFREDO RAJOY ¿Qué pito toca Julio Borges en la política venezolana? Es una pregunta interesante, ahora que se ha convertido en el sucesor de Henry Ramos Allup en la presidencia de la Asamblea Nacional. Por una de esas ironías de la vida, el día que Borges asumió ese cargo acababa de fallecer el psiquiatra y periodista Roberto De Vries, autor de un exhaustivo perfil psicológico-político del dirigente de Primero Justicia. El retrato escrito de Borges hecho por De Vries adquirió así un significado especial, un tanto cabalístico, podría decirse, y giró en torno a la pregunta, aunque expresada de un modo más refinado. El psiquiatra caracterizó el discurso de Borges como analítico y sereno, pero carente de alegría, portador de un mensaje ideológico conservador, individualista y dogmático. Sonará como una altisonante ironía, pero De Vries, antes de morir, desahució políticamente a Borges, al escribir que “tiene un elemento de gran debilidad, a nuestro entender, en que no explica en forma clara cuál es la utilidad de su personalidad pública en la Venezuela actual”. En otras palabras, pues, no ha logrado decirle al país qué pito toca. Otras semblanzas, difundidas por los medios de comunicación opositores, fueron mucho más benévolas. Lo presentaron como un gran líder, un mártir frecuentemente apaleado por chavistas furibundos y como un político comedido, paciente y racional. La agencia de noticias AFP, por ejemplo, consultó al politólogo Luis Salamanca, quien subrayó justamente el rasgo de la racionalidad, característica que podría ayudar a un enfriamiento del conflicto entre poderes. Al ahondar en su historia personal, las aproximaciones biográficas recalan en el detalle de que debutó en el escenario público con el programa de televisión Justicia para todos, en el que fungía de juez en pleitos reales o inventados entre gente común. Eso ocurrió en RCTV, razón por la cual durante mucho tiempo se le consideró una figura creada en laboratorio por Marcel Granier para lograr su siempre acariciada meta de ostentar el poder sin la mediación de políticos tradicionales. Por casualidad o por sincronía, el programa comenzó a transmitirse en 1992, el año en que todo cambió. Borges era entonces un típico joven del este de Caracas. Tenía 22 años de edad y estaba apenas egresando de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello. Luego completaría su formación académica con un postgrado en Filosofía Política y Social en Boston College, y otro en Políticas Públicas y Estudios de América Latina en Oxford. A finales de la década de los 90, mientras la IV República se caía a pedazos, fundó una asociación civil llamada Primero Justicia. En esa iniciativa lo acompañaron sus amigos Gerardo Blyde y Leopoldo López. Este último, a través de su madre, Leonor Mendoza de López, consiguió “los reales”. En ese tiempo, tanto la señora Leonor como su hijo trabajaban en Petróleos de Venezuela y lograron que la empresa estatal girara una generosa contribución para el arranque del proyecto. No es que la familia López Mendoza necesitara “una ayuda”, pero así era como se hacían las cosas en el reinado de la meritocracia. Caracas, 15 de enero de 2017. Edición Número Doscientos once. Año 05. ÉPALE CCS