Mi amigo es más grande que el tuyo

Julio Canifrú M.

"Mi amigo es más grande que el tuyo”
Talcahuano, año 2015, Pajareros del sur, TEC cerrado, Pj. N°2154.
Textos e ilustraciones: Julio Canifrú Monsalves.
Trabajo digital: Daniel Mora Pereira.
Asesoría pedagógica: Brianda Pérez Contreras.
©2015, Taller de expresión Contemporánea.
Todos los derechos reservados.

Mi
amigo
es más
grande
que el tuyo

El pato jergón grande y el pato jergón chico vivían en el humedal
Rocuant-Andalién. Allí nadaban, comían, jugaban y, cuando se
encontraban, se saludaban.
Eran, pues, dos patos vecinos, mas no
podría decirse que eran dos patos
amigos.
Un día se
encontraron en
medio del
humedal, se
saludaron como
siempre y el pato
jergón grande,
que era muy
engreído, le
preguntó, casi en
forma despectiva
al pato jergón chico: -Oye pato chico, ¿tú
tienes amigos siquiera?

El pato jergón chico le contestó modestamente:
-Sí, tengo algunos amigos
aquí en el humedal. ¡Mira! Te
voy a presentar a uno de ellos,
la señora becacina –y señaló a
la becacina, quien caminaba lentamente
en ese momento por el lugar.
La becacina lo saludó amablemente,
pero el pato jergón grande de
inmediato interrumpió diciendo:
-Pero yo tengo un amigo que
es más grande que la tuya- y
señaló a un traro que estaba
posado en una alambrada
cercana.

-¡Hola amigo traro!- exclamó
entusiasmado el pato
jergón grande. –Dile al
pato chico que eres
amigo mío.
-¡Sí!- respondió fríamente
el traro. –pero, ¿le has
contado a tu pequeño
amigo que todo el mundo
me conoce porque soy una
rapaz muy temida y muy grande y que
en un país centroamericano soy
considerado como el ave nacional?
-¡Claro!- Respondió el
pato jergón grande, pero no pudo decir más, ya que el traro se fue
volando sin decirle siquiera chao.
Entonces el pato jergón
chico agregó
amistosamente y sin
mayores comentarios:
-Pero si aquí está
nada menos que
otro de mis amigos
–y saludó a un
huairavo que
dormitaba entre
los juncos, el cual le respondió el saludo amablemente.

puedo atravesar todo el planeta de norte a sur
y de sur a norte y que eso es algo admirable?
-Sí sabe- alcanzó a responder el pato jergón
grande antes de que
El orgulloso pato jergón grande se
dio cuenta de inmediato que este
tenía las patas más largas que el
traro, así que rápidamente
interrumpió:
-Pero mi amigo es mucho más
grande que el tuyo y señaló a un
pitotoy de largas y amarillas
patas que estaba parado en una
poza.
-¡Hola amigo pitotoy!- exclamó el
pato jergón grande -¿verdad que
somos amigos?
-¡Sí! Contestó muy displicente el
pitotoy- -pero, ¿sabe tu pequeño
amigo que yo soy un ave capaz de
volar enormes distancias y que
el pitotoy se fuera
volando sin decirle siquiera chao.

-Te presento a otro de mis amigos- dijo el pato jergón chico refiriéndose
a un ave que tenía las patas aún más largas que el pitotoy. Esa ave se
llamaba el perrito, quien lo saludó con amabilidad.
El pato jergón grande, lleno
de envidia, interrumpió:
-Pero mi amigo es mucho,
pero mucho más grande que
el tuyo- y le señaló a una
garza cuca que vadeaba
lentamente un curso de agua.
-¡Hola!- exclamó el pato
jergón grande
–dile a este pequeño pato que somos grandes amigos.

-¡Sí!- respondió fríamente la garza
cuca –pero, ¿le dijiste a este
pequeño lo famosa que soy
porque me consideran
una de las aves más
grandes de Chile ya
que la envergadura
de mis alas
alcanza los
dos
metros?
-¡Claro!- contestó el pato
jergón grande.
-¿Y no es eso fabuloso?- agregó la cuca.
-¡Claro que sí!- respondió el pato jergón
grande y la enorme garza alzó el vuelo sin
siquiera decirle chao.
Así, cuando ya se acercaba el crepúsculo
ambos patos se aprestaron para ir a dormir
sobre un montículo del humedal, pero al llegar al lugar cual no sería
su sorpresa al ver que, sin darse cuenta, habían caído en una trampa
instalada por el hombre con el fin de cazarlos. Esa trampa era un
huachi y por más que lo intentaban, ninguno de los dos patos podía
zafarse de ella.

Parecía que todo estaba perdido para ellos, cuando el traro pasó
volando sobre sus cabezas.
-¡Qué suerte!- exclamó el
pato jergón grande -¡mi
amigo nos ayudará a
librarnos de esto!
-¡Oye amigo traro!- gritó el
pato jergón grande, pero el traro
pasó de largo y sin tomarlo
en cuenta.
Entonces nuevamente se quedaron
solos y desamparados. Pero en ese
momento
pasó, con largas zancadas, la gigantesca garza cuca.
-¡La garza nos ayudará!- exclamó aliviado el pato jergón grande -¡oye
amiga garza!..- pero no pudo decir más porque la enorme ave pasó por
el lado sin hacerle el más mínimo caso.

Finalmente al pato jergón grande no le
quedaba otra cosa que esperar la ayuda del
último amigo, el pitotoy. Pero el pitotoy
no apareció por ningún lado ya que,
sencillamente, se había marchado
volando hasta Alaska.
Así, parecía que ya no había nada que
hacer, estaba cayendo la noche y se sentían a
-¡No te preocupes amigorespondió
la becacina –yo iré a buscar
al huairavo, quien
vuela muy bien de noche,
encontraremos al perrito y entre los tres te
ayudaremos.
lo lejos los ladridos de unos sabuesos,
¡se acercaban los cazadores!
Pero, entre juncos y totoras el
pato jergón chico logró divisar
a su amiga, la becacina.
-¡Que suerte encontrarte
amiga!, estamos atrapados en
este lazo que colocaron los
cazadores y no podemos
librarnos de él –le explicó el
pato jergón chico.

Acto seguido voló pesadamente entre los pajonales hasta que encontró
al huairavo y con la ayuda de éste también al perrito.
Regresaron rápidamente al lugar donde estaban los
patos y justo en el momento en que se
acercaban los cazadores.
La becacina se escondió entre los juncos
y los cazadores no pudieron verla
ya que su plumaje se confunde
con la vegetación palustre.
El perrito, por su parte, voló
muy bajo por el humedal emitiendo
su voz que es muy parecida a
un ladrido.
Los sabuesos, entonces, se
confundieron, lo siguieron y
éste los llevó muy
lejos del
lugar
donde estaban atrapados los patos.

Finalmente, el huairavo, gracias a
su buena vista nocturna, logró
desatar con su largo y agudo
pico el nudo del huachi
y así liberar a los
agradecidos patos.
¡Fue un excelente
trabajo en equipo
que solo logran los
verdaderos amigos!
Así, ambos patos volaron a un lugar seguro y
se salvaron de una muerte segura. Pero el pato jergón
grande se dio cuenta entonces de lo tonto que había sido. Los que él
consideraba como sus amigos no eran tales y sólo se juntaban con él
para que los adulara y les dijera todas esas cosas que ellos, los muy
vanidosos, les interesaba escuchar ¡qué importa si eran más grandes o
más chicos, los del pato jergón chico sí que eran verdaderos amigos!

El pato jergón grande había aprendido la lección y a
partir de ese momento consideró al pato jergón chico
como su amigo, y no solo eso, también a
la becacina, el perrito y el huairavo.
Es así como el pato jergón
grande y el pato jergón chico
ahora nadan juntos en
las aguas del humedal
Rocuant-Andalién y no solo
se saludan como buenos
vecinos si no que los une una real amistad.
Tan amigos son y andan todo el tiempo tan juntos que, a veces, es
difícil diferenciar a uno del otro.
(Dedicado a Cristóbal y a todos los defensores del humedal Rocuant-Andalién)