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Chile
Santiago de Chile
La capital chilena sorprende no solo por su arquitectura moderna, su ubicación
estratégica a pocas horas de viñedos y playas, sus bellos parques y sus amplios centros
comerciales, sino por su propuesta gastronómica que va más allá de su reconocida
industria del vino. Por ejemplo, Boragó, el restaurante más aclamado de la ciudad,
ahora usa productos nativos para su cocina contemporánea. Una postal imperdible:
la vista de la Cordillera de los Andes desde las alturas del rascacielos del Costanera
Center en el centro de la ciudad.
Observación astronómica
Arte callejero
San Pedro de Atacama es uno de los mejores
lugares en el planeta para mirar arriba. A tres
mil metros de altura, astrónomos de todo el
mundo se reúnen aquí para observar el cielo. Las
condiciones óptimas de este espacio permiten
distinguir hasta tres mil estrellas en una sola
noche. A través de telescopios con la más
avanzada tecnología se puede contemplar la luna
en todas sus fases. Esta característica celestial
ha posicionado a Chile como una potencia
astronómica: cerca del 40% de la observación
astronómica mundial se hace en este desierto.
Glamping en el desierto
Un chef sirve una cena sofisticada y destapa el
mejor espumante. Esta vez no es un restaurante
de lujo, sino un campamento en medio de la
nada. La cena ocurre alrededor de un cráter,
bajo una sábana de estrellas y a miles de metros
de altura, en el desierto más árido del mundo.
Pero el glamour no es lo principal en esta nueva
propuesta de experiencia de viaje, sino el paisaje.
Los desayunos, las cenas degustación, los brunch
con los mejores vinos y quesos, y las caminatas,
ocurren frente a una escenografía natural de
imponentes cerros, volcanes y orillas blancas. Por
las noches, ante el cielo despejado puedes tener
una larga sobremesa. Aquí las estrellas no son
Michelin, se pueden ver nítidas en el cielo.
Arquitectura particular, antiguos funiculares
y desarrollo cultural. Eso le valió al Puerto de
Valparaíso para ser considerado Patrimonio de
la Humanidad por la Unesco desde 2003. Sus
calles conforman un museo al aire libre con más
de 200 murales. Es un paseo imperdible de arte
urbano en una ciudad costera. Por eso, existe
Valpo Street Art, una organización que realiza
tours guiados por los murales y grafitis del
barrio de Cerro Alegre, uno de los más icónicos.