Prologo En esta época, de recuerdos en mi cabeza, solo quiero plasmar un instante de la confrontación psíquica, y los torrentes de signos, que acontecieron en mí, como una tormenta, los primeros días del año 2017. El poder escénico, practica tormentosa y milenaria que conozco de tiempos de adolescencia y caos, me ha dejado la enseñanza que la poesía tiene múltiples formas y es mutable. Entre sus formas arcaicas la escritura. Sin embargo, en mi proceso teatral me enfoque de manera insondable al gesto y a la acción, otras formas que adopta la poesía. Después de haber escritos varias piezas teatrales y cuentos, surgió en mi espíritu varias inquietudes, concernientes a esta práctica mítica, fijándome en el poema a y su forma literaria, ¿Por qué no tengo escritos solamente poéticos, siendo este “genero” uno de mis predilectos? ¿Por qué de manera inconsciente nunca escribí mis impresiones en pocas líneas, para conformar un clip espiritual? Ahora sé que todo lleva su tiempo y que la poesía opera en cada ser, conforme se vaya despertando de sus espejismo. Lo cierto es que el poeta tiene que vivir, pero esa es otra cosa. Revisando mi proceso artístico, me encontré con varias composiciones musicales y algunos pensamientos sueltos de mi autoría, pero ninguno había sido creado para que fueran parte de una antología. En cambio, en esta época, me tomo el atrevimiento, de divertirme, escribiendo sobre mis abismos y sueños. Ambos unidos dialécticamente por la ilusión. Con cariño y respeto, si algún lector decide bajar su mentón para leer esta obra cargada de pretensiones y artificios, solo espero que puedan disfrutarla tanto como yo escribiéndola. No es menester señalar que, estos ejercicios carecen de solemnes técnicas, pero no de pasión. Iván Darío González Marzo de 2017
Dedicado a Mis amigos del teatro