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en ningún momento. Hasta aprendió a esperar<br />
a que el cocinero le trajera la comida. Y<br />
finalmente, llegó al puerto. Del puerto, se subió<br />
con mucho porte a un colectivo y regresó<br />
a su ciudad.<br />
Al llegar a casa las otras lauchas empezaron<br />
a rodearla de tanta curiosidad que les daba<br />
verla así vestida, con la espalda tan recta y la<br />
mirada tan calma (como es sabido por todos,<br />
la mayoría de las lauchas son muy inquietas y<br />
de mirada vivaracha). Las palomas también vinieron.<br />
Hasta los gatos de la cuadra se acercaron<br />
a ella con interés, ignorando a la multitud<br />
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