REVISTA Nº4

Opinión
En el fondo
de un cajón
Hoy me tropecé con una carpeta de viejas
fotos que estaba escondida dentro de otra en
un pendrive en el fondo del cajón. De estas
veces que dices “a ver qué hay aquí” y acabas
sonriendo al recordar los momentos que
reflejan. Esa sensación de añoranza al echar
de menos esa vivencia, esos compañeros de
viaje, ese lugar y ese momento. Eran fotos de
desplazamientos cadistas.
Hace años, mi situación personal era otra,
y podía permitirme viajar por toda España
primero, y por toda Andalucía después
(gracias a la 2ªB), siguiendo al Cádiz. Algunas
veces con amigos, otras con mi pareja, otras
con mi peña, Sección Ajo, allá iba yo de
amarillo con mi cámara.
Algunos desplazamientos fueron duros
porque la climatología no acompañaba.
Recuerdo especialmente aquella tormenta
de nieve en San Sebastián, en el que un
compañero fotógrafo me comentó que en
diecinueve años nunca había visto nada igual.
Aun así, un trozo de grada era amarillo.
Otros fueron cordiales, como los que
hacíamos a El Ejido, donde los Pillatigres nos
recibían con los brazos abiertos, o a Jaén, con
aquella paella de la gente de Las Batallas, o a
Castellón, donde los cadistas no venían desde
Cádiz, vivían a pocos kilómetros y llenaban las
gradas de Castalia.
Recordé la amabilidad y camaradería de
las aficiones contrarias, su atención y buen
hacer, su preocupación porque todo estuviera
perfecto y nos sintiéramos como en casa,
antes y después del partido, sin importar el
resultado. Jamás tuve queja de ninguno de
ellos. Vivimos la fiesta del fútbol como debe
vivirse, con respeto y cordialidad. Los noventa
minutos pasan pronto pero el antes y el
después perduran en la memoria. Como han
perdurado en la mía todos estos años.
Hay algo mágico en cada desplazamiento.
Una peripecia en el viaje, una ocurrencia en la
convivencia, un intercambio de bufandas en
el estadio, un gol en el descuento … Algo que
impide que se te olvide con el tiempo, algo
que provoca una sonrisa al ver una foto años
más tarde, algo que te hace querer repetir.
Hoy sonreí al recordar el Paseo de la Castellana
lleno de cadistas camino del Bernabéu y los
vecinos aplaudiéndonos asomados a las
ventanas, eché de menos a compañeros de
grada como Pedro y deseé volver a vivir ese
gol en el descuento que nos daba la vida.
Mi vida es otra. Ya no viajo como desearía.
Pero sé que algún día volveré a subirme en
un autobús camino a una ciudad en la que
pasearé vestida de amarillo y animaré al
Cádiz hasta quedarme ronca, porque hoy me
entraron ganas de repetir.
Gina González, Sección Ajo
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