La FIFA

Pasaron los años, y si bien la FIFA fue universalizándose –
Argentina y Chile, pioneras americanas, se integraron en
1912 – la idea de la Copa del Mundo quedó en suspenso: la
primacía futbolística mundial seguía dirimiéndose en los
Juegos Olímpicos. El estallido de la Primera Guerra Mundial,
por otro lado, representó un duro golpe para los valedores de
la creación del torneo.
Pero la elección del abogado francés Jules Rimet como
presidente de la FIFA, en 1921, daría un giro decisivo a la
situación. Apoyado por el entusiasta holandés Hirschman –
secretario general del organismo de 1906 a 1932 – y por su
compatriota Henry Delaunay, se propuso dos grandes
objetivos: la expansión de la FIFA y la institución de la Copa
del Mundo. Ambos los consiguió: los 20 afiliados existentes
en 1921 se habían convertido en 85
en 1954, cuando dejó el cargo, y por
otra parte, presidió con la lógica
satisfacción la disputa del primer
Campeonato Mundial.
La FIFA ganó fuerza poco a poco.
La primera Confederación
Continental de Asociaciones de
Fútbol fue la CONMEBOL
(Confederación Sudamericana),
fundada en 1916 y creada para organizar una competición
continental, el Campeonato Sudamericano de 1917.
Tiempo más tarde, debido a las exigencias de torneos
continentales, se constituyeron en 1954 la Unión Europea de
Fútbol Asociado (UEFA) y la Confederación Asiática (AFC).
En 1957 fue implantada la Confederación Africana (CAF),
cuatro años antes que la Confederación Norte-Centro
Americana de Fútbol (CONCACAF), mientras la
Confederación Oceánica (OFC) se establecía en 1966.