04.12.2017 Views

Empleo en América Latina y el Caribe. Textos seleccionados 2006-2017

Desde la publicación del documento La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir, en 2010, la CEPAL ha subrayado que la desigualdad representa un obstáculo fundamental para el desarrollo de América Latina y el Caribe. Ha señalado también que el trabajo es la “llave maestra” para la reducción de esa desigualdad y, por lo tanto, una de las variables clave para el análisis del desarrollo económico y social. La importancia del empleo se ha subrayado explícitamente en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que orientan los esfuerzos de la comunidad internacional. En el ODS 8 se acordó “promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”. Sin embargo, los países de América Latina y el Caribe se enfrentan a grandes desafíos para poder cumplir con este Objetivo. Tras producirse avances significativos a partir de la primera mitad de la década de 2000, en los últimos años la situación en los mercados laborales de muchos países de la región se ha deteriorado y los ha alejado del cumplimiento de las metas establecidas en el ODS 8. Esperamos que los textos seleccionados en esta nueva publicación de la colección Páginas Selectas de la CEPAL contribuyan a una mejor comprensión de los mercados laborales de América Latina y el Caribe y al desarrollo de políticas que permitan avanzar en el cumplimiento del ODS 8.

Desde la publicación del documento La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir, en 2010, la CEPAL ha subrayado que la desigualdad representa un obstáculo fundamental para el desarrollo de América Latina y el Caribe. Ha señalado también que el trabajo es la “llave maestra” para la reducción de esa desigualdad y, por lo tanto, una de las variables clave para el análisis del desarrollo económico y social.
La importancia del empleo se ha subrayado explícitamente en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que orientan los esfuerzos de la comunidad internacional. En el ODS 8 se acordó “promover el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo y el trabajo decente para todos”. Sin embargo, los países de América Latina y el Caribe se enfrentan a grandes desafíos para poder cumplir con este Objetivo. Tras producirse avances significativos a partir de la primera mitad de la década de 2000, en los últimos años la situación en los mercados laborales de muchos países de la región se ha deteriorado y los ha alejado del cumplimiento de las metas establecidas en el ODS 8.
Esperamos que los textos seleccionados en esta nueva publicación de la colección Páginas Selectas de la CEPAL contribuyan a una mejor comprensión de los mercados laborales de América Latina y el Caribe y al desarrollo de políticas que permitan avanzar en el cumplimiento del ODS 8.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Páginas SELECTAS DE LA CEPAL<br />

<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

<strong>Textos</strong> s<strong>el</strong>eccionados <strong>2006</strong>-<strong>2017</strong><br />

Jürg<strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler (compilador)


Páginas SELECTAS DE LA CEPAL<br />

La colección Páginas s<strong>el</strong>ectas de la CEPAL repres<strong>en</strong>ta una propuesta editorial innovadora<br />

de la CEPAL, acorde con las modalidades de difusión y de lectura de la era digital.<br />

Los títulos incluidos <strong>en</strong> esta colección <strong>el</strong>ectrónica correspond<strong>en</strong> a compilaciones de<br />

textos sobre temas cand<strong>en</strong>tes que forman parte de las grandes líneas de trabajo de la<br />

Organización. Los artículos originales pued<strong>en</strong> ser accedidos <strong>en</strong> su versión completa<br />

a través de los <strong>en</strong>laces incluidos <strong>en</strong> la publicación y <strong>en</strong> la sección final “Docum<strong>en</strong>tos<br />

incluidos <strong>en</strong> esta compilación”.


Alicia Bárc<strong>en</strong>a<br />

Secretaria Ejecutiva<br />

Dani<strong>el</strong> Tit<strong>el</strong>man<br />

Director de la División Desarrollo Económico<br />

Ricardo Pérez<br />

Director de la División de Publicaciones y Servicios Web<br />

LC/M.<strong>2017</strong>/4<br />

ISBN: 978-92-1-058607-8 (versión pdf)<br />

Copyright © Naciones Unidas, noviembre de <strong>2017</strong><br />

Todos los derechos reservados<br />

Docum<strong>en</strong>to digital <strong>en</strong> Naciones Unidas, Santiago de Chile<br />

S.17-00624<br />

La autorización para reproducir total o parcialm<strong>en</strong>te esta obra debe solicitarse a la Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), División de Publicaciones y Servicios Web,<br />

publicaciones@cepal.org. Los Estados Miembros de las Naciones Unidas y sus instituciones<br />

gubernam<strong>en</strong>tales pued<strong>en</strong> reproducir esta obra sin autorización previa. Solo se les solicita que<br />

m<strong>en</strong>cion<strong>en</strong> la fu<strong>en</strong>te e inform<strong>en</strong> a la CEPAL de tal reproducción.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Índice<br />

Prólogo................................................................................................................................7<br />

Introducción.......................................................................................................................9<br />

Bibliografía.......................................................................................................................12<br />

Capítulo I<br />

Aspectos conceptuales..................................................................................................13<br />

Introducción.....................................................................................................................14<br />

A. Heterog<strong>en</strong>eidad estructural y mercado de trabajo................................................15<br />

Parte A. Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo. Trigésimo cuarto período<br />

de sesiones de la CEPAL (CEPAL, 2012), Cap. V, Sec. A, pp. 212-214; 3 páginas.<br />

Parte B. Eslabones de la desigualdad: heterog<strong>en</strong>eidad estructural, empleo y protección social (CEPAL, 2012),<br />

Cap. II, Sec. A y B, pp. 34-46; 13 páginas.<br />

Parte C. Inestabilidad y desigualdad La vulnerabilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (Juan<br />

Alberto Fu<strong>en</strong>tes Knight, 2014), Cap. II, Sec. B, pp. 68-80; 13 páginas.<br />

B. Regulación d<strong>el</strong> mercado de trabajo........................................................................ 40<br />

Parte D. La política laboral a lo largo de las últimas décadas (artículo para libro CIMT / Colombia.V1,<br />

16.9.2013), pp. 23-39; 17 páginas.<br />

Bibliografía...................................................................................................................... 53<br />

Capítulo II<br />

La evolución de los mercados laborales y la desigualdad.........................................57<br />

Introducción.................................................................................................................... 58<br />

A. <strong>Empleo</strong>, productividad e ingresos........................................................................... 59<br />

Parte A. Inestabilidad y desigualdad La vulnerabilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (Juan<br />

Alberto Fu<strong>en</strong>tes Knight, 2014), Cap. II, Sec. A, pp. 64-68; 5 páginas.<br />

Parte B. Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo. Trigésimo cuarto período<br />

de sesiones de la CEPAL (CEPAL, 2012), Cap. V, Sec. B, pp. 219-225; 7 páginas.<br />

Parte C. Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2014: desafíos para la sost<strong>en</strong>ibilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

<strong>en</strong> un nuevo contexto externo (CEPAL, 2014), Cap. IV, Sec. A, pp. 138-143; 6 páginas.<br />

Parte D. Revista CEPAL No 114 (Jürg<strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler, 2014), Artículo I, pp. 7-27; 21 páginas.<br />

B. Evolución d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> sectores s<strong>el</strong>eccionados................................................. 98<br />

Parte E. Brechas y transformaciones: la evolución d<strong>el</strong> empleo agropecuario <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (Jürg<strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler,<br />

2016), Introducción, pp. 19-23; 5 páginas y Cap. I, pp. 31-55 y 97-102; 31 páginas.<br />

Parte F. Revista CEPAL No 84 (Jürg<strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler, 2004), pp. 159-168, 171, 174-175; 13 páginas.<br />

Parte G. Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2012 (CEPAL, 2012), Cap. III, pp. 131-163; 34 páginas.<br />

C. Mercado liberal y desigualdad................................................................................178<br />

Parte I. Revista CEPAL No 114 (Martín Ab<strong>el</strong>es, Verónica Amarante y Dani<strong>el</strong> Vega, 2014), Artículo II, pp.<br />

31-50; 20 páginas.<br />

Parte J. Inestabilidad y desigualdad La vulnerabilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (Juan<br />

Alberto Fu<strong>en</strong>tes Knight, 2014), Cap. III, Sec. E, pp. 96-98; 3 páginas.<br />

Bibliografía.................................................................................................................... 201


CEPAL<br />

Capítulo III<br />

Procesos de exclusión e inclusión..............................................................................219<br />

Introducción.................................................................................................................. 220<br />

A. Las características de la exclusión laboral y su evolución................................ 221<br />

Parte A. Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2014: desafíos para la sost<strong>en</strong>ibilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

<strong>en</strong> un nuevo contexto externo (CEPAL, 2014), Cap. IV, Sec. B, pp. 144-153, 10 páginas.<br />

Parte B. Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2015 (CEPAL, 2016), Cap. III, Sec. A, pp. 91-113, 23 páginas.<br />

B. Género....................................................................................................................... 263<br />

Parte C. Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2014 (CEPAL, 2014), Cap.IV, Sec. A, B y C, pp. 171-200, 30 páginas.<br />

Parte D. Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible (CEPAL, 2014), Cap. III, Sec. E, pp. 171-175,<br />

5 páginas.<br />

C. Jóv<strong>en</strong>es..................................................................................................................... 295<br />

Parte E. Juv<strong>en</strong>tud: realidades y retos para un desarrollo con igualdad (Dani<strong>el</strong>a Trucco, Heidi Ullmann, 2015),<br />

Cap. I, Sec. C, pp. 39-50, 12 páginas.<br />

Parte F. ¿Estudias o trabajas? El largo camino hacia la indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia económica de los jóv<strong>en</strong>es<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (Sonia Gontero, Jürg<strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler, 2015), Cap. I, pp. 13-21, 9 páginas.<br />

Parte G. Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral<br />

(Jürg<strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler, <strong>2006</strong>), Conclusiones, pp. 269-281, 13 páginas.<br />

D. Pueblos indíg<strong>en</strong>as.................................................................................................... 327<br />

Parte H. Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible (CEPAL, 2014), Cap. III, Sec. F, pp. 175-181,<br />

7 páginas<br />

E. Inmigrantes............................................................................................................... 335<br />

Parte I. Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: la inmigración laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (CEPAL,<br />

<strong>2017</strong>), Cap. II, pp. 15-31, 17 páginas.<br />

Bibliografía.................................................................................................................... 359<br />

Capítulo IV<br />

Políticas y coyunturas.................................................................................................. 369<br />

Introducción...................................................................................................................370<br />

A. Políticas para la g<strong>en</strong>eración de empleos con derechos......................................372<br />

Parte A. Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2014: desafíos para la sost<strong>en</strong>ibilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

<strong>en</strong> un nuevo contexto externo (CEPAL, 2014), Cap. IV, Sec. D, pp. 158-162, 5 páginas.<br />

Parte B. Instrum<strong>en</strong>tos de protección social: caminos latinoamericanos hacia la universalización (Simone<br />

Cecchini, Fernando Filgueira, Rodrigo Martínez, Cecilia Ross<strong>el</strong>, 2015), Cap. V, Sec. B y C, pp. 182-220,<br />

39 páginas.<br />

Parte C. Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible (CEPAL, 2014), Cap. III, Sec. C, pp. 152-160,<br />

9 páginas.<br />

Parte D. Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: políticas contracíclicas para una recuperación<br />

sost<strong>en</strong>ida d<strong>el</strong> empleo (CEPAL, 2011), pp. 5-16, 12 páginas.<br />

B. Coyuntura actual...................................................................................................... 428<br />

Parte E. Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: la inmigración laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (CEPAL,<br />

<strong>2017</strong>), Cap. I, pp. 7-12, 6 páginas.<br />

Bibliografía.................................................................................................................... 438<br />

Docum<strong>en</strong>tos incluidos <strong>en</strong> esta compilación............................................................. 445


Prólogo<br />

Desde la publicación d<strong>el</strong> docum<strong>en</strong>to La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por<br />

abrir, <strong>en</strong> 2010, la Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) ha subrayado<br />

que la desigualdad repres<strong>en</strong>ta un obstáculo fundam<strong>en</strong>tal para <strong>el</strong> desarrollo de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>. Ha señalado también que <strong>el</strong> trabajo es la “llave maestra” para la reducción de esa<br />

desigualdad y, por lo tanto, una de las variables clave para <strong>el</strong> análisis d<strong>el</strong> desarrollo económico<br />

y social. En <strong>el</strong> docum<strong>en</strong>to m<strong>en</strong>cionado se muestra que la profunda desigualdad que caracteriza<br />

a la región está estrecham<strong>en</strong>te vinculada con las difer<strong>en</strong>tes brechas que se observan <strong>en</strong> los<br />

mercados laborales y que afectan principalm<strong>en</strong>te a determinados grupos de población. Para<br />

reducir la desigualdad y la pobreza no solo importa la cantidad d<strong>el</strong> empleo g<strong>en</strong>erado, es<br />

necesario crear empleos de calidad.<br />

En <strong>el</strong> docum<strong>en</strong>to Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo,<br />

publicado por la CEPAL <strong>en</strong> 2012, se r<strong>el</strong>acionan las brechas y desigualdades d<strong>el</strong> mercado laboral con<br />

la heterog<strong>en</strong>eidad estructural d<strong>el</strong> aparato productivo de la región. Se constatan mejoras laborales<br />

y distributivas <strong>en</strong> <strong>el</strong> período de crecimi<strong>en</strong>to económico r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evado que se inició <strong>en</strong> la<br />

segunda mitad de la década de 2000. Sin embargo, se argum<strong>en</strong>ta que estas mejoras no fueron<br />

sufici<strong>en</strong>tes para evitar un deterioro de la distribución funcional y que se ha producido una reducción<br />

de la participación de los salarios <strong>en</strong> <strong>el</strong> valor agregado.<br />

En Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible, publicación de la CEPAL de 2014, se<br />

profundiza <strong>el</strong> análisis estructural de la evolución de los mercados laborales, se analizan desigualdades<br />

específicas, como las de género y étnica, que persist<strong>en</strong> <strong>en</strong> la región, y se subraya <strong>el</strong> pot<strong>en</strong>cial d<strong>el</strong><br />

salario mínimo como instrum<strong>en</strong>to para combatir la desigualdad <strong>en</strong> los ingresos. Asimismo, se propone<br />

un “pacto para la igualdad <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo de trabajo” que establezca las bases de una institucionalidad<br />

laboral que cumpla con <strong>el</strong> doble objetivo de favorecer un funcionami<strong>en</strong>to efici<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> mercado laboral<br />

y proteger a los actores m<strong>en</strong>os fuertes, y contribuya, <strong>en</strong>tre otras cosas, a aum<strong>en</strong>tar la productividad<br />

y su apropiación equitativa.<br />

Finalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> <strong>el</strong> docum<strong>en</strong>to de la CEPAL publicado <strong>en</strong> 2016, Horizontes 2030: la igualdad<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> c<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> desarrollo sost<strong>en</strong>ible, se destaca la dificultad persist<strong>en</strong>te de los países para cerrar<br />

las brechas estructurales que afectan a los mercados laborales —<strong>en</strong>tre <strong>el</strong>las, la de productividad— y<br />

se sosti<strong>en</strong>e que la revolución tecnológica <strong>en</strong> curso g<strong>en</strong>erará nuevos desafíos para estos mercados,<br />

como la necesidad de nuevas cualificaciones.


CEPAL<br />

La importancia d<strong>el</strong> empleo se ha subrayado explícitam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los Objetivos de Desarrollo<br />

Sost<strong>en</strong>ible (ODS), que ori<strong>en</strong>tan los esfuerzos de la comunidad internacional. En <strong>el</strong> ODS 8 se acordó<br />

“promover <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico sost<strong>en</strong>ido, inclusivo y sost<strong>en</strong>ible, <strong>el</strong> empleo pl<strong>en</strong>o y productivo<br />

y <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te para todos”. Sin embargo, los países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan<br />

a grandes desafíos para poder cumplir con este Objetivo. Tras producirse avances significativos a<br />

partir de la primera mitad de la década de 2000, <strong>en</strong> los últimos años la situación <strong>en</strong> los mercados<br />

laborales de muchos países de la región se ha deteriorado y los ha alejado d<strong>el</strong> cumplimi<strong>en</strong>to de las<br />

metas establecidas <strong>en</strong> <strong>el</strong> ODS 8. La CEPAL estima que, <strong>en</strong>tre 2014 y <strong>2017</strong>, la tasa de desempleo<br />

abierto urbano habría aum<strong>en</strong>tado 2,5 puntos porc<strong>en</strong>tuales, lo que implica que, solo <strong>en</strong> las zonas<br />

urbanas, casi 23 millones de personas no pued<strong>en</strong> acceder a un empleo. Además, los empleos que<br />

se g<strong>en</strong>eran <strong>en</strong> este contexto su<strong>el</strong><strong>en</strong> ser de baja calidad y se ha avanzado muy poco <strong>en</strong> la reducción<br />

de las disparidades, ya que las tasas de desempleo de las mujeres y personas jóv<strong>en</strong>es sigu<strong>en</strong><br />

superando marcadam<strong>en</strong>te a las de hombres y adultos. Por otra parte, la región debe asimilar los<br />

impactos de profundos cambios tecnológicos que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un gran pot<strong>en</strong>cial para mejorar la calidad<br />

de vida de su población, pero que, al mismo tiempo, transformarán la estructura productiva y, con<br />

<strong>el</strong>lo, <strong>el</strong> empleo y las r<strong>el</strong>aciones laborales. De estos desafíos surge la necesidad de que los países<br />

de la región y sus actores sociolaborales fortalezcan las instituciones laborales para complem<strong>en</strong>tar<br />

los esfuerzos realizados <strong>en</strong> <strong>el</strong> área de las políticas macroeconómicas y de desarrollo productivo.<br />

Esperamos que los textos s<strong>el</strong>eccionados <strong>en</strong> esta publicación contribuyan a una mejor<br />

compr<strong>en</strong>sión de los mercados laborales de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> y al desarrollo de políticas<br />

que permitan avanzar <strong>en</strong> <strong>el</strong> cumplimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> ODS 8.<br />

Alicia Bárc<strong>en</strong>a<br />

Secretaria Ejecutiva<br />

Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL)


Introducción<br />

El mercado de trabajo desempeña un pap<strong>el</strong> clave para <strong>el</strong> desarrollo sost<strong>en</strong>ible, ya que repres<strong>en</strong>ta<br />

<strong>el</strong> vínculo <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> desarrollo económico y <strong>el</strong> social. En primer lugar, proporciona la fuerza de trabajo<br />

necesaria para cualquier proceso productivo y crea los empleos que g<strong>en</strong>eran, para la gran mayoría<br />

de los hogares, los ingresos que repres<strong>en</strong>tan su principal sust<strong>en</strong>to y <strong>el</strong> motor para <strong>el</strong> progreso<br />

material. En segundo lugar, la manera <strong>en</strong> que se distribuy<strong>en</strong> tanto <strong>el</strong> valor agregado g<strong>en</strong>erado <strong>en</strong><br />

los procesos productivos como los ingresos laborales influye fuertem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la distribución de los<br />

ingresos (funcional y a niv<strong>el</strong> de los hogares), por lo que <strong>el</strong> mercado laboral repres<strong>en</strong>ta, al mismo<br />

tiempo, la “llave maestra” para la igualdad (CEPAL, 2014). Finalm<strong>en</strong>te, para la gran mayoría de la<br />

población, <strong>el</strong> trabajo —junto con la posibilidad de ejercerlo de una manera socialm<strong>en</strong>te reconocida—<br />

sigue si<strong>en</strong>do <strong>el</strong> eje de la integración social, una fu<strong>en</strong>te de s<strong>en</strong>tido para la vida personal y un espacio<br />

para la participación ciudadana (CEPAL/OIJ, 2003).<br />

El análisis d<strong>el</strong> mercado de trabajo puede realizarse desde una amplia variedad de <strong>en</strong>foques,<br />

desde la interpretación de que su funcionami<strong>en</strong>to no se difer<strong>en</strong>cia significativam<strong>en</strong>te de otros mercados<br />

hasta la histórica afirmación de la Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT) <strong>en</strong> su Declaración de<br />

Filad<strong>el</strong>fia de 1944, según la cual “<strong>el</strong> trabajo no es una mercancía”. Sin duda, <strong>el</strong> mercado de trabajo<br />

se difer<strong>en</strong>cia de otros mercados, <strong>en</strong>tre otros aspectos, porque existe una marcada desigualdad<br />

estructural <strong>en</strong>tre los actores involucrados, y <strong>el</strong> “precio” <strong>en</strong> dicho mercado (es decir, <strong>el</strong> salario) es,<br />

al mismo tiempo, costo para <strong>el</strong> empleador y sust<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> consumo de los hogares, por lo que se<br />

trata de una variable macroeconómica fundam<strong>en</strong>tal y compleja. Por otro lado, <strong>en</strong> este mercado, los<br />

derechos humanos y aspectos éticos y de dignidad juegan un pap<strong>el</strong> no comparable con la situación<br />

de otros mercados y, además, exist<strong>en</strong> problemas estructurales específicos r<strong>el</strong>acionados con la<br />

disponibilidad de información incompleta que afectan la toma de decisiones.<br />

Un aspecto es<strong>en</strong>cial para <strong>el</strong> análisis d<strong>el</strong> mercado laboral es que no se puede ignorar <strong>el</strong> <strong>en</strong>torno<br />

económico y social <strong>en</strong> <strong>el</strong> cual está inserto, y que tanto la capacidad estructural de g<strong>en</strong>eración de<br />

empleo como la capacidad de ajuste <strong>en</strong> <strong>el</strong> corto plazo no dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> exclusivam<strong>en</strong>te de las reglas<br />

establecidas <strong>en</strong> <strong>el</strong> propio mercado laboral, sino que <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de otros mercados influye<br />

marcadam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> estas capacidades. Por ejemplo, los puestos de trabajo surg<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto<br />

de una estructura productiva específica que requiere ciertas ocupaciones para su funcionami<strong>en</strong>to<br />

y puede hacer que otras se vu<strong>el</strong>van obsoletas.<br />

En <strong>el</strong> caso concreto de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, <strong>el</strong> hecho de que <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to y<br />

desempeño d<strong>el</strong> mercado laboral se vea influido por su <strong>en</strong>torno económico implica necesariam<strong>en</strong>te<br />

que la heterog<strong>en</strong>eidad estructural que caracteriza a la región ti<strong>en</strong>e un impacto profundo <strong>en</strong> este


CEPAL<br />

mercado. Como se analiza <strong>en</strong> otro volum<strong>en</strong> de la colección Páginas S<strong>el</strong>ectas de la CEPAL (Infante,<br />

2016), la región sigue caracterizándose por la exist<strong>en</strong>cia de grandes brechas de productividad<br />

<strong>en</strong>tre los difer<strong>en</strong>tes segm<strong>en</strong>tos de la estructura productiva, lo que hace que los mercados laborales<br />

tampoco sean homogéneos e integrados, sino segm<strong>en</strong>tados. La expresión más contund<strong>en</strong>te (y, al<br />

mismo tiempo, más simple) de la exist<strong>en</strong>cia de un segm<strong>en</strong>to de productividad muy baja es la gran<br />

proporción de categorías no asalariadas <strong>en</strong> la estructura ocupacional, una proporción mucho mayor<br />

que la de los países desarrollados 1 .<br />

Al mismo tiempo, <strong>el</strong> mercado de trabajo es una “institución social” (Solow, 1992) que<br />

requiere regulaciones específicas que garantic<strong>en</strong> su funcionami<strong>en</strong>to adecuado y sost<strong>en</strong>ible. Entra<br />

<strong>el</strong>las, se pued<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>ciar las regulaciones que surg<strong>en</strong> d<strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mismo mercado,<br />

las regulaciones legales y las establecidas por la negociación colectiva. Por una parte, no se puede<br />

negar que <strong>en</strong> las contrataciones y despidos influy<strong>en</strong> mecanismos de mercado, con cierta interacción<br />

de precios y cantidades, y que también se especifica una parte de las condiciones laborales y d<strong>el</strong><br />

trabajo <strong>en</strong> la interacción directa <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> empleador y <strong>el</strong> trabajador 2 . Por otra parte, precisam<strong>en</strong>te por<br />

las características específicas d<strong>el</strong> mercado de trabajo, las regulaciones legales (como los reglam<strong>en</strong>tos<br />

sobre la salud e higi<strong>en</strong>e <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo, <strong>el</strong> salario mínimo o las condiciones y los plazos d<strong>el</strong> despido)<br />

y las establecidas por la negociación colectiva desempeñan un pap<strong>el</strong> muy r<strong>el</strong>evante respecto d<strong>el</strong><br />

funcionami<strong>en</strong>to de este mercado.<br />

La heterog<strong>en</strong>eidad estructural d<strong>el</strong> aparato productivo no solo se expresa <strong>en</strong> la estructura<br />

ocupacional, sino también <strong>en</strong> <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de muchas de estas regulaciones laborales, cuya<br />

cobertura es limitada y que solo ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un impacto indirecto <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos informales d<strong>el</strong><br />

mercado de trabajo.<br />

D<strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mercado laboral como “institución social” y de la heterog<strong>en</strong>eidad de la<br />

fuerza laboral y la demanda de trabajo surge una serie adicional de características de funcionami<strong>en</strong>to<br />

que difer<strong>en</strong>cian al mercado laboral de otros mercados. Por ejemplo, la oferta laboral no necesariam<strong>en</strong>te<br />

reacciona a una variación d<strong>el</strong> salario, como lo hac<strong>en</strong> las cantidades ofertadas <strong>en</strong> otros mercados<br />

fr<strong>en</strong>te a la variación de su precio, debido a la necesidad de subsist<strong>en</strong>cia de los hogares. Además,<br />

se ha <strong>en</strong>contrado que las estrategias empresariales, como la ret<strong>en</strong>ción de personal por medio de<br />

salarios de efici<strong>en</strong>cia y otros inc<strong>en</strong>tivos, la falta de correspond<strong>en</strong>cia (mismatch) <strong>en</strong>tre la oferta y la<br />

demanda laboral, las prácticas de discriminación y las limitaciones a la movilidad geográfica impid<strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de los mecanismos de ajuste que cabría esperar según <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de otros<br />

mercados (W<strong>el</strong>ler, 2007).<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> es una región que se caracteriza por sus altos niv<strong>el</strong>es de informalidad 3 .<br />

Como refleja la historia de los conceptos de sector y de empleo informal, la informalidad ti<strong>en</strong>e dos<br />

oríg<strong>en</strong>es. En primer lugar, <strong>en</strong> un contexto de fuerte heterog<strong>en</strong>eidad estructural, existe un segm<strong>en</strong>to<br />

de baja productividad que no g<strong>en</strong>era exced<strong>en</strong>tes sufici<strong>en</strong>tes para asumir los costos r<strong>el</strong>acionados<br />

con la formalización empresarial y laboral, por lo que hay una estrecha corr<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la magnitud<br />

de este segm<strong>en</strong>to de baja productividad y la proporción de empleo informal. En segundo lugar,<br />

debido al incumplimi<strong>en</strong>to de las normas exist<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> determinadas unidades productivas de los<br />

segm<strong>en</strong>tos de productividad alta o mediana, hay una proporción no m<strong>en</strong>or de empleo informal <strong>en</strong><br />

empresas formales (OIT, 2016).<br />

1<br />

Si bi<strong>en</strong> no todos los ocupados <strong>en</strong> categorías no asalariadas se desempeñan <strong>en</strong> <strong>el</strong> segm<strong>en</strong>to de baja productividad, la<br />

predominancia de este factor se refleja <strong>en</strong> la <strong>el</strong>evada corr<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la proporción de los no asalariados (especialm<strong>en</strong>te<br />

los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia y los trabajadores familiares no remunerados) y <strong>el</strong> producto interno bruto (PIB) per<br />

cápita<br />

2<br />

Por ejemplo, se ha confirmado que <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> d<strong>el</strong> desempleo influye negativam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de los salarios (García y<br />

Granados, 2005).<br />

3<br />

A pesar de los avances logrados al respecto <strong>en</strong>tre mediados de la década de 2000 y mediados de la década de 2010,<br />

casi la mitad d<strong>el</strong> empleo se considera informal (OIT, 2016).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

El ejemplo d<strong>el</strong> traspaso de personas d<strong>el</strong> sector formal al sector informal <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de<br />

una crisis económica subraya <strong>el</strong> hecho de que la segm<strong>en</strong>tación d<strong>el</strong> mercado de trabajo no implica<br />

que ambos segm<strong>en</strong>tos estén completam<strong>en</strong>te desconectados y que no haya movilidad <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los.<br />

Sin embargo, aspectos como la educación, <strong>el</strong> sexo y la edad condicionan la probabilidad de poder<br />

acceder al sector formal de la economía y a los b<strong>en</strong>eficios correspondi<strong>en</strong>tes.<br />

La heterog<strong>en</strong>eidad estructural y regulatoria de los mercados de trabajo de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> se expresa de múltiples maneras. Por ejemplo, las grandes brechas de productividad<br />

—y su expresión <strong>en</strong> forma de brechas salariales <strong>en</strong>tre los sectores de baja y mediana y alta<br />

productividad— explican gran parte de los <strong>el</strong>evados niv<strong>el</strong>es de desigualdad que caracterizan a los<br />

mercados de trabajo de la región, ya que incid<strong>en</strong> <strong>en</strong> que las brechas salariales <strong>en</strong>tre las ocupaciones<br />

sean significativam<strong>en</strong>te más grandes que <strong>en</strong> los países desarrollados, que cu<strong>en</strong>tan con mercados<br />

de trabajo integrados e instituciones laborales de mayor cobertura. A <strong>el</strong>lo contribuy<strong>en</strong> también las<br />

difer<strong>en</strong>cias con respecto a la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la demanda y la oferta de cualificaciones y la cobertura<br />

limitada de las instituciones laborales.<br />

Otras características d<strong>el</strong> mercado laboral de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> r<strong>el</strong>acionadas con<br />

la heterog<strong>en</strong>eidad estructural y regulatoria son la <strong>el</strong>evada proporción de empleo asalariado <strong>en</strong><br />

una situación contractual precaria y las altas tasas de rotación que obstaculizan la g<strong>en</strong>eración de<br />

trayectorias laborales asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes.<br />

Finalm<strong>en</strong>te, los mecanismos de ajuste d<strong>el</strong> mercado de trabajo <strong>en</strong> períodos de crisis son<br />

otra expresión d<strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to difer<strong>en</strong>ciado d<strong>el</strong> mercado de trabajo de la región. En los países<br />

desarrollados, una crisis económica su<strong>el</strong>e expresarse <strong>en</strong> una caída d<strong>el</strong> número de ocupados, y<br />

la gran mayoría de las personas que pierd<strong>en</strong> su empleo recib<strong>en</strong> apoyo d<strong>el</strong> sistema de protección<br />

social. En consecu<strong>en</strong>cia, la productividad laboral media ti<strong>en</strong>de a verse poco afectada. En contraste,<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, la cobertura de estas instituciones de protección es limitada, y una bu<strong>en</strong>a parte<br />

de las personas que pierd<strong>en</strong> su empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de una crisis no pasan al desempleo o sal<strong>en</strong><br />

de la fuerza laboral, sino que se reori<strong>en</strong>tan hacia <strong>el</strong> sector informal. Además, las necesidades de<br />

subsist<strong>en</strong>cia su<strong>el</strong><strong>en</strong> obligar, sobre todo a los miembros de hogares de bajos ingresos, a g<strong>en</strong>erar<br />

ingresos laborales aunque la demanda laboral sea débil. En consecu<strong>en</strong>cia, <strong>el</strong> número de ocupados<br />

totales (no necesariam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> número de los ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector formal) su<strong>el</strong>e disminuir m<strong>en</strong>os,<br />

y bu<strong>en</strong>a parte d<strong>el</strong> ajuste se realiza a través de una reducción de la productividad laboral media.<br />

De todas maneras, hay que t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que no solo hay difer<strong>en</strong>cias estructurales con<br />

respecto al funcionami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mercado laboral <strong>en</strong>tre los países de la región y los países desarrollados.<br />

También <strong>en</strong>tre los países de la región existe una marcada variedad, específicam<strong>en</strong>te con respecto<br />

a la profundidad de la heterog<strong>en</strong>eidad estructural (Infante, 2016). Estas difer<strong>en</strong>cias se reflejan <strong>en</strong> las<br />

características variadas de sus mercados laborales, como la proporción de ocupados insertos <strong>en</strong><br />

los segm<strong>en</strong>tos de productividad mediana y alta, que se su<strong>el</strong><strong>en</strong> caracterizar por mejores indicadores<br />

de calidad d<strong>el</strong> empleo, lo que indica que una adecuada estrategia de desarrollo permite avanzar<br />

gradualm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la reducción de la heterog<strong>en</strong>eidad estructural.<br />

El pap<strong>el</strong> clave para <strong>el</strong> desarrollo sost<strong>en</strong>ible d<strong>el</strong> trabajo y <strong>el</strong> empleo y sus características se<br />

ha reconocido <strong>en</strong> la formulación de la Ag<strong>en</strong>da 2030 para <strong>el</strong> Desarrollo Sost<strong>en</strong>ible. El Objetivo de<br />

Desarrollo Sost<strong>en</strong>ible (ODS) 8 de esta ag<strong>en</strong>da es “Promover <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico sost<strong>en</strong>ido,<br />

inclusivo y sost<strong>en</strong>ible, <strong>el</strong> empleo pl<strong>en</strong>o y productivo y <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te para todos”, y <strong>en</strong> varias<br />

de las metas r<strong>el</strong>acionadas con este Objetivo se hace refer<strong>en</strong>cia a desafíos específicos, sobre todo<br />

r<strong>el</strong>acionados con las condiciones de trabajo y los derechos laborales, con énfasis <strong>en</strong> la inserción<br />

laboral de las mujeres, jóv<strong>en</strong>es, migrantes y personas con discapacidad.<br />

Los desafíos para la comunidad internacional formulados de esta manera son <strong>en</strong>ormes,<br />

sobre todo <strong>en</strong> un contexto <strong>en</strong> que <strong>el</strong> mundo <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ta profundas transformaciones tecnológicas y


de las cad<strong>en</strong>as de producción globales, cuyos impactos <strong>en</strong> los mercados laborales son difíciles<br />

de proyectar, si bi<strong>en</strong> conllevan, sin duda, grandes cambios <strong>en</strong> la manera de trabajar (W<strong>el</strong>ler, <strong>2017</strong>).<br />

Estas Páginas S<strong>el</strong>ectas de la CEPAL estructuran <strong>en</strong> cuatro bloques temáticos los aportes<br />

tomados tanto de docum<strong>en</strong>tos institucionales de la Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL) como de publicaciones de difer<strong>en</strong>tes autores vinculados a esta institución. En <strong>el</strong> primer<br />

capítulo se incluy<strong>en</strong> trabajos que muestran <strong>el</strong> estrecho vínculo que existe <strong>en</strong>tre la heterog<strong>en</strong>eidad<br />

estructural que caracteriza a <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> y la estructura y <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de sus<br />

mercados laborales, así como aspectos de la regulación d<strong>el</strong> mercado de trabajo <strong>en</strong> la región, desde<br />

una perspectiva histórica.<br />

En <strong>el</strong> segundo capítulo se pres<strong>en</strong>tan estudios de la evolución d<strong>el</strong> empleo, la productividad<br />

laboral y los ingresos —primero a niv<strong>el</strong> agregado y después con una perspectiva sectorial—, así<br />

como análisis d<strong>el</strong> impacto distributivo de esta evolución. En r<strong>el</strong>ación con este último tema, <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

tercer capítulo se pres<strong>en</strong>tan estudios sobre difer<strong>en</strong>tes procesos de exclusión d<strong>el</strong> mercado laboral<br />

de distintos colectivos, específicam<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> empleo productivo y <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te para todos que<br />

demandan los ODS. En <strong>el</strong> cuarto y último capítulo se analizan las políticas de empleo, laborales y<br />

d<strong>el</strong> mercado de trabajo y su impacto <strong>en</strong> <strong>el</strong> desempeño reci<strong>en</strong>te de los mercados laborales de la<br />

región, así como algunos aspectos de la coyuntura laboral actual.<br />

Bibliografía<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2014), Pactos para la igualdad: hacia un futuro<br />

sost<strong>en</strong>ible (LC/G.2586 (SES.35/3)), Santiago.<br />

CEPAL/OIJ (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Iberoamericana de Juv<strong>en</strong>tud)<br />

(2003), Juv<strong>en</strong>tud e inclusión social <strong>en</strong> Iberoamérica (LC/R.2108), Santiago.<br />

García, P. y P. Granados (2005), “La curva de salarios <strong>en</strong> Chile”, Docum<strong>en</strong>tos de Trabajo, Nº 320, Banco C<strong>en</strong>tral<br />

de Chile.<br />

Infante, R. (comp.) (2016), Desarrollo inclusivo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. <strong>Textos</strong> s<strong>el</strong>eccionados 2009-2016, Páginas<br />

S<strong>el</strong>ectas de la CEPAL (LC/M.35), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2016), Desarrollo productivo, formalización laboral y normas d<strong>el</strong><br />

trabajo, Lima, Oficina Regional de la OIT para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

Solow, R. M. (1992), El mercado de trabajo como institución social, Madrid, Alianza.<br />

W<strong>el</strong>ler, J. (<strong>2017</strong>), “Las transformaciones tecnológicas y su impacto <strong>en</strong> los mercados laborales”, serie Macroeconomía<br />

d<strong>el</strong> Desarrollo, Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), por aparecer,<br />

____(2007), “La flexibilidad d<strong>el</strong> mercado de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>. Aspectos d<strong>el</strong> debate, alguna<br />

evid<strong>en</strong>cia y políticas”, serie Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº 61 (LC/L.2848-P/E), Santiago, Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).


Capítulo I<br />

Aspectos conceptuales<br />

Fu<strong>en</strong>te:<br />

Parte A. Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo. Trigésimo cuarto<br />

período de sesiones de la CEPAL (CEPAL, 2012)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/3078/1/S2012062_es.pdf<br />

Parte B. Eslabones de la desigualdad: heterog<strong>en</strong>eidad estructural, empleo y protección social (CEPAL, 2012)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/27973/1/S1200141_es.pdf<br />

Parte C. Inestabilidad y desigualdad La vulnerabilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37042/1/S201483_es.pdf<br />

Parte D. La política laboral a lo largo de las últimas décadas (artículo para libro CIMT / Colombia.V1,<br />

16.9.2013).


CEPAL<br />

Introducción<br />

En <strong>el</strong> primer capítulo de estas Páginas S<strong>el</strong>ectas de la CEPAL se revisan los efectos de la marcada<br />

heterog<strong>en</strong>eidad estructural <strong>en</strong> los mercados de trabajo, con énfasis <strong>en</strong> algunos aspectos de la <strong>el</strong>evada<br />

desigualdad que los caracteriza. En <strong>el</strong> primer docum<strong>en</strong>to (extraído de Cambio estructural para la<br />

igualdad: una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo) se hace una breve refer<strong>en</strong>cia al análisis histórico de<br />

este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o realizado por la CEPAL y se destacan dos aspectos fundam<strong>en</strong>tales: los cambios que<br />

se han producido a lo largo de las últimas décadas y las difer<strong>en</strong>cias que exist<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre los países de<br />

la región con respecto a la gravedad de la heterog<strong>en</strong>eidad estructural. En <strong>el</strong> segundo docum<strong>en</strong>to<br />

(extraído de Eslabones de la desigualdad: heterog<strong>en</strong>eidad estructural, empleo y protección social)<br />

se retoma este último aspecto y se muestra qué efecto ti<strong>en</strong>e sobre las brechas de producción,<br />

empleo, productividad y distribución.<br />

En <strong>el</strong> sigui<strong>en</strong>te texto (extraído de Inestabilidad y desigualdad: la vulnerabilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) se muestra cómo las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de los mercados<br />

de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, <strong>en</strong> comparación con los países desarrollados, se reflejan <strong>en</strong> distintos<br />

mecanismos de ajuste <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes fases d<strong>el</strong> ciclo económico. La heterog<strong>en</strong>eidad estructural se<br />

expresa también <strong>en</strong> <strong>el</strong> hecho de que la evolución d<strong>el</strong> empleo vi<strong>en</strong>e determinada, <strong>en</strong> primer lugar,<br />

por la dinámica d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico, que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra altam<strong>en</strong>te corr<strong>el</strong>acionada con la<br />

g<strong>en</strong>eración de empleo asalariado, y, <strong>en</strong> segundo lugar, por la presión de la oferta laboral, que<br />

establece una corr<strong>el</strong>ación moderadam<strong>en</strong>te negativa <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia y <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico. En este contexto, vu<strong>el</strong>ve a ser notable la difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre los países de la región, ya<br />

que, <strong>en</strong> <strong>el</strong> agregado, <strong>el</strong> resultado es una estrecha corr<strong>el</strong>ación empleo-producto <strong>en</strong> los países con<br />

mayores niv<strong>el</strong>es de asalarización (que pres<strong>en</strong>tan una heterog<strong>en</strong>eidad estructural más moderada) y<br />

una corr<strong>el</strong>ación m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> los otros países, <strong>en</strong> los que una mayor proporción d<strong>el</strong> empleo se conc<strong>en</strong>tra<br />

<strong>en</strong> segm<strong>en</strong>tos de baja productividad.<br />

Durante gran parte d<strong>el</strong> siglo XX, los países latinoamericanos se esforzaron por diseñar<br />

instituciones laborales sigui<strong>en</strong>do las pautas de los países europeos, para cumplir con <strong>el</strong> doble<br />

objetivo de estas instituciones de proteger a los actores estructuralm<strong>en</strong>te más débiles d<strong>el</strong> mercado<br />

y asegurar un funcionami<strong>en</strong>to efici<strong>en</strong>te de este último. En <strong>el</strong> texto “La política laboral a lo largo<br />

de las últimas décadas” (extraído de 50 Años de diálogo interamericano para la promoción de la<br />

justicia social y <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te: avances y desafíos hacia <strong>el</strong> desarrollo sost<strong>en</strong>ible) se revisan la<br />

evolución y las características de la institucionalidad creada <strong>en</strong> la región, su debilidad estructural y<br />

las modificaciones que ha experim<strong>en</strong>tado durante las décadas reci<strong>en</strong>tes.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

A. Heterog<strong>en</strong>eidad estructural y mercado de trabajo<br />

Parte A<br />

Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo. Trigésimo cuarto período<br />

de sesiones de la CEPAL (CEPAL, 2012), Cap. V, Sec. A, pp. 212-214.<br />

1. Heterog<strong>en</strong>eidad estructural y desigualdad social:<br />

lecturas complem<strong>en</strong>tarias<br />

La CEPAL ha destacado a lo largo de las últimas décadas dos características distintivas de la<br />

estructura económica y social de la región: la alta heterog<strong>en</strong>eidad de la estructura productiva y los<br />

<strong>el</strong>evados niv<strong>el</strong>es de desigualdad <strong>en</strong> diversos ámbitos, que su<strong>el</strong><strong>en</strong> resumirse <strong>en</strong> <strong>el</strong>evados índices<br />

de desigualdad de los ingresos. Como se planteó <strong>en</strong> CEPAL (2010a), la heterog<strong>en</strong>eidad estructural<br />

constituye un <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to fundam<strong>en</strong>tal a considerar <strong>en</strong> la formulación de políticas que t<strong>en</strong>gan como<br />

objetivo armonizar <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to y la igualdad.<br />

En los estudios que dieron lugar al concepto de heterog<strong>en</strong>eidad estructural se señalaba<br />

que existían tres sectores: uno tradicional, con bajos niv<strong>el</strong>es de productividad e ingresos; otro<br />

moderno, integrado por actividades fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te exportadoras y grandes empresas; y un<br />

estrato intermedio, compuesto por sectores cuya productividad era similar a la d<strong>el</strong> promedio de los<br />

países de la región (CEPAL, 1964; Pinto, 1973). La heterog<strong>en</strong>eidad estructural se caracteriza por<br />

la coexist<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> una misma economía de sectores productivos que serían característicos de las<br />

economías <strong>en</strong> distintos mom<strong>en</strong>tos de su desarrollo, junto con un gran peso r<strong>el</strong>ativo de los sectores<br />

de baja productividad. En los países de la región existe una estructura exportadora basada <strong>en</strong> las<br />

materias primas y poco diversificada, con <strong>el</strong> consigui<strong>en</strong>te efecto <strong>en</strong> la estructura productiva, donde<br />

las dificultades para la propagación d<strong>el</strong> progreso técnico impid<strong>en</strong> superar la situación y perpetúan<br />

las brechas de productividad.<br />

La CEPAL ha analizado la heterog<strong>en</strong>eidad estructural mediante distintos indicadores. Desde<br />

uno de los <strong>en</strong>foques, se hace hincapié <strong>en</strong> las difer<strong>en</strong>cias de productividad de los distintos sectores<br />

de actividad, mi<strong>en</strong>tras que desde otra perspectiva se analizan fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te las difer<strong>en</strong>cias<br />

<strong>en</strong>tre las distintas unidades de producción, según <strong>el</strong> tamaño de las empresas y la forma de inserción<br />

laboral (véase <strong>el</strong> recuadro I.1). Los dos análisis de la heterog<strong>en</strong>eidad (por sectores y por estratos<br />

productivos) resultan complem<strong>en</strong>tarios y permit<strong>en</strong> compr<strong>en</strong>der <strong>el</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o de la heterog<strong>en</strong>eidad<br />

estructural <strong>en</strong> la región.<br />

Los ingresos de los trabajadores son un eslabón fundam<strong>en</strong>tal que vincula la heterog<strong>en</strong>eidad<br />

estructural y la desigualdad d<strong>el</strong> ingreso. Para compr<strong>en</strong>der más profundam<strong>en</strong>te las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong><br />

materia de ingresos laborales, no solo hay que t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta las difer<strong>en</strong>cias de productividad<br />

<strong>en</strong>tre los distintos sectores de actividad o estratos productivos, sino también las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong><br />

cuanto al desarrollo de la capacidad, que están muy determinadas por <strong>el</strong> orig<strong>en</strong> socioeconómico de<br />

la población ocupada, así como las asimetrías de poder <strong>en</strong>tre los empleadores y los trabajadores,<br />

que se manifiestan <strong>en</strong> las negociaciones salariales. De hecho, las desigualdades <strong>en</strong> materia de<br />

productividad no se dan solam<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre los sectores y estratos productivos de la economía,<br />

sino también <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>o de esos estratos y sectores, donde conviv<strong>en</strong> trabajadores que ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

productividades muy difer<strong>en</strong>tes, asociadas a las difer<strong>en</strong>cias de niv<strong>el</strong> educativo. Por <strong>el</strong>lo, es m<strong>en</strong>ester<br />

armonizar la promoción d<strong>el</strong> cambio estructural virtuoso (y la expansión d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> sectores de<br />

mayor productividad) con un gran esfuerzo destinado a igualar las oportunidades de desarrollo de<br />

la capacidad, tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema educativo formal como <strong>en</strong> los sistemas de capacitación


CEPAL<br />

• Recuadro I.1<br />

La heterog<strong>en</strong>eidad estructural y su medición<br />

Desde uno de los <strong>en</strong>foques se mide la heterog<strong>en</strong>eidad estructural mediante <strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te de variación d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong><br />

de productividad de los distintos sectores (CEPAL, 2010a). Tanto <strong>en</strong> promedio simple como <strong>en</strong> promedio ponderado,<br />

este indicador muestra un increm<strong>en</strong>to de la heterog<strong>en</strong>eidad estructural de 1990 a 1998 -período <strong>en</strong> <strong>el</strong> que las reformas<br />

estructurales introducidas <strong>en</strong> la región, <strong>en</strong> particular la apertura comercial y las inversiones <strong>en</strong> sectores de recursos<br />

naturales y productos básicos, repercutieron acusadam<strong>en</strong>te- y una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia decreci<strong>en</strong>te a partir de ese mom<strong>en</strong>to<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico sigui<strong>en</strong>te). El indicador <strong>el</strong>aborado sobre la base de los promedios ponderados de los países muestra<br />

un crecimi<strong>en</strong>to considerablem<strong>en</strong>te más acusado que <strong>el</strong> que se basa <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio simple: de 1990 a 2008, este<br />

indicador aum<strong>en</strong>ta un 10,9%, mi<strong>en</strong>tras que de 1990 a 1998 lo hace <strong>en</strong> más de un 31,3% a .<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (11 países):<br />

coefici<strong>en</strong>te de variación de la productividad intersectorial, 1990-2008<br />

1,4<br />

1,3<br />

1,2<br />

1,1<br />

1,0<br />

0,9<br />

0,8<br />

1990<br />

1991<br />

1992<br />

1993<br />

1994<br />

1995<br />

1996<br />

1997<br />

1998<br />

1999<br />

2000<br />

2001<br />

2002<br />

2003<br />

2004<br />

2005<br />

<strong>2006</strong><br />

2007<br />

2008<br />

Promedio ponderado<br />

Promedio simple<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de información de las bases de<br />

datos CEPALSTAT y LABORSTAT de la Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

De acuerdo con los valores que toma <strong>el</strong> indicador al final d<strong>el</strong> período, se puede clasificar a los países <strong>en</strong> tres<br />

grupos. En un primer grupo, de heterog<strong>en</strong>eidad severa (indicador igual a 1,2 o más), estarían <strong>el</strong> Ecuador, México y<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de), cuyas productividades resultan altam<strong>en</strong>te difer<strong>en</strong>ciadas por sector de actividad.<br />

En <strong>el</strong> otro extremo estarían la Arg<strong>en</strong>tina, Chile, Costa Rica y <strong>el</strong> Uruguay, cuya estructura productiva, <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto<br />

de la región, pres<strong>en</strong>ta una heterog<strong>en</strong>eidad moderada (indicador inferior a 0,9). Por último, los indicadores d<strong>el</strong> Brasil,<br />

Colombia, El Salvador y <strong>el</strong> Perú ti<strong>en</strong><strong>en</strong> valores intermedios (<strong>en</strong>tre 0,9 y 1,2) b .<br />

Desde la otra perspectiva se analiza la heterog<strong>en</strong>eidad estructural <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> mercado de trabajo (Infante,<br />

1981; Tokman, 1982) y se propone una medición basada <strong>en</strong> la distinción de tres estratos productivos según <strong>el</strong> tamaño de<br />

las empresas y la categoría ocupacional de los trabajadores (Infante, 2011). Se parte de reconocer que d<strong>en</strong>tro de cada<br />

sector hay estratos productivos con marcadas difer<strong>en</strong>cias de productividad. El estrato de alta productividad incluye<br />

a los empleadores y los trabajadores de las empresas que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> 200 trabajadores o más, y <strong>el</strong> de baja productividad


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Recuadro I.1 (conclusión)<br />

abarca a los de las empresas que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un máximo de cinco empleados, así como a los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta<br />

propia no cualificados, los trabajadores familiares no remunerados y los trabajadores domésticos, es decir, lo que se<br />

su<strong>el</strong>e d<strong>en</strong>ominar <strong>el</strong> “sector informal”. El estrato intermedio está integrado por los empleadores y los trabajadores de<br />

las pequeñas y medianas empresas (que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong>tre 6 y 199 trabajadores).<br />

De acuerdo con las difer<strong>en</strong>cias de productividad de esos tres estratos, y t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> peso r<strong>el</strong>ativo<br />

d<strong>el</strong> estrato bajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto d<strong>el</strong> empleo , se clasifica a los distintos países <strong>en</strong> tres grupos: países de heterog<strong>en</strong>eidad<br />

estructural moderada, de heterog<strong>en</strong>eidad estructural intermedia y de heterog<strong>en</strong>eidad estructural severa (véase <strong>el</strong><br />

cuadro adjunto). Dada la <strong>el</strong>evada información estadística necesaria, la construcción d<strong>el</strong> indicador solam<strong>en</strong>te ha sido<br />

posible para un mom<strong>en</strong>to dado (2009) y no es posible analizar su evolución temporal c<br />

Clasificación de los países según su grado<br />

de heterog<strong>en</strong>eidad estructural<br />

Moderada Intermedia Severa<br />

Arg<strong>en</strong>tina Brasil Bolivia (Estado Plurinacional de)<br />

Chile Colombia Ecuador<br />

Costa Rica México El Salvador<br />

Uruguay Panamá Guatemala<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de)<br />

Honduras<br />

Nicaragua<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

República Dominicana<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de R. Infante, “<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> “umbral d<strong>el</strong> desarrollo”. Un ejercicio de converg<strong>en</strong>cia productiva”, Docum<strong>en</strong>to de trabajo, Nº 14, proyecto Desarrollo<br />

inclusivo, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), junio de 2011, inédito.<br />

Esta clasificación resulta coher<strong>en</strong>te con la clasificación de los países según su proporción de empleo formal<br />

e informal. En 2010, los cuatro países clasificados como de heterog<strong>en</strong>veidad estructural moderada t<strong>en</strong>ían más d<strong>el</strong><br />

60% de la población económicam<strong>en</strong>te activa (PEA) ocupada <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector formal. En ese mismo año, cuatro de los cinco<br />

países clasificados como de heterog<strong>en</strong>eidad estructural intermedia (Brasil, México, Panamá y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República<br />

Bolivariana de)) t<strong>en</strong>ían una formalización de la PEA inferior al 60% pero por <strong>en</strong>cima d<strong>el</strong> 50%. Ese mismo año, <strong>en</strong> los<br />

países clasificados como de heterog<strong>en</strong>eidad estructural severa <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de PEA que se desempeñaba <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector<br />

formal era inferior al 50%, con la excepción de Colombia, cuya PEA ocupada <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector formal era de alrededor d<strong>el</strong><br />

48% (muy cercana al 50%).<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

a<br />

El promedio ponderado es muy s<strong>en</strong>sible a la evolución d<strong>el</strong> indicador <strong>en</strong> México y <strong>el</strong> Brasil.<br />

b<br />

Los indicadores se calcularon sobre la base de los datos de CEPALSTAT y LABORSTAT de la OIT.<br />

c<br />

Al aplicar los dos criterios <strong>en</strong> la clasificación de las estructuras productivas de la región, la diverg<strong>en</strong>cia más destacada<br />

corresponde a México; se optó por incluirlo <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo intermedio.


CEPAL<br />

Parte B<br />

Eslabones de la desigualdad: heterog<strong>en</strong>eidad estructural, empleo y protección social (CEPAL, 2012),<br />

Cap. II, Sec. A y B, pp. 34-46.<br />

1. Estructura productiva difer<strong>en</strong>ciada 1<br />

a) Países con heterog<strong>en</strong>eidad estructural moderada (HEM)<br />

Este conjunto de países ti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>el</strong> m<strong>en</strong>or grado de heterog<strong>en</strong>eidad estructural <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>.<br />

G<strong>en</strong>eran un 40,8% d<strong>el</strong> PIB e incluy<strong>en</strong> a un 31,1% de la población y un 31,9% d<strong>el</strong> empleo de la región.<br />

Registran <strong>el</strong> PIB per cápita más alto de la región (13.900 dólares <strong>en</strong> paridad de poder adquisitivo,<br />

PPA), dado que tanto <strong>el</strong> PIB por ocupado (34.400 dólares PPA) como la tasa empleo/población<br />

(40,5%) son superiores a los d<strong>el</strong> resto de los países (véase <strong>el</strong> cuadro A.1 d<strong>el</strong> anexo).<br />

Este bu<strong>en</strong> desempeño r<strong>el</strong>ativo se debe a que las economías funcionan con una estructura<br />

productiva más balanceada que <strong>el</strong> resto de los países analizados. En los países con HEM, <strong>el</strong> estrato<br />

alto g<strong>en</strong>era un 65,8% d<strong>el</strong> PIB y un 23,4% d<strong>el</strong> empleo. En contraposición, <strong>el</strong> estrato bajo aporta<br />

un 9,7% d<strong>el</strong> PIB y conc<strong>en</strong>tra un 43,2% d<strong>el</strong> empleo. Entre ambos se sitúa <strong>el</strong> estrato mediano, que<br />

repres<strong>en</strong>ta un 24,5% d<strong>el</strong> PIB y crea un 33,4% d<strong>el</strong> empleo (véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

Como resultado, este grupo de países registra las m<strong>en</strong>ores difer<strong>en</strong>cias de productividad<br />

<strong>en</strong>tre estratos productivos de la región. En efecto, <strong>el</strong> PIB por ocupado d<strong>el</strong> estrato alto equivale a 12,5<br />

veces <strong>el</strong> d<strong>el</strong> estrato bajo y 3,8 veces <strong>el</strong> d<strong>el</strong> estrato mediano. Asimismo, la productividad d<strong>el</strong> estrato<br />

mediano es equival<strong>en</strong>te a 3,3 veces la d<strong>el</strong> estrato bajo (véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

Este grupo de países pres<strong>en</strong>ta también un mercado laboral más equilibrado que <strong>el</strong> resto<br />

<strong>en</strong> términos cuantitativos y cualitativos. Además de t<strong>en</strong>er una alta tasa de participación (59,6%) y<br />

una <strong>el</strong>evada tasa de ocupación (53,7%), la tasa de desempleo es la más baja de la región (véase <strong>el</strong><br />

cuadro A.2 d<strong>el</strong> anexo). En cuanto a la calidad d<strong>el</strong> empleo, estos países registran la m<strong>en</strong>or tasa de<br />

informalidad de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (41,9%).<br />

Asimismo, se observa que <strong>en</strong> este grupo de países, cuya estructura económica es r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

homogénea, la distribución d<strong>el</strong> ingreso es más equitativa y los niv<strong>el</strong>es de pobreza (absoluta y r<strong>el</strong>ativa)<br />

son más bajos que <strong>en</strong> los otros países de la región. El ingreso per cápita de cada uno de los quintiles<br />

de ingreso d<strong>el</strong> grupo de países con HEM es superior al d<strong>el</strong> resto de países (véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

Por ejemplo, <strong>el</strong> ingreso per cápita d<strong>el</strong> quintil más pobre (2.900 dólares PPA) supera ampliam<strong>en</strong>te al<br />

registrado <strong>en</strong> los países de heterog<strong>en</strong>eidad intermedia (1.800 dólares PPA) y casi triplica al de los<br />

de heterog<strong>en</strong>eidad severa (1.000 dólares PPA). Por otra parte, los indicadores de conc<strong>en</strong>tración d<strong>el</strong><br />

ingreso muestran que <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo de países con HEM la distribución d<strong>el</strong> ingreso es m<strong>en</strong>os desigual<br />

que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los países, considerando que <strong>el</strong> índice de Gini (49,7) es <strong>el</strong> m<strong>en</strong>or de la región.<br />

Finalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> los países con HEM la ext<strong>en</strong>sión de la pobreza absoluta (26,2%) y la pobreza r<strong>el</strong>ativa<br />

(20%) es inferior a la d<strong>el</strong> resto de los países (véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

En suma, estos países ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una estructura económica más homogénea que <strong>el</strong> resto, esto<br />

es, con m<strong>en</strong>ores difer<strong>en</strong>ciales de productividad y m<strong>en</strong>ores porc<strong>en</strong>tajes de ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> estrato<br />

bajo, y pres<strong>en</strong>tan indicadores de desempeño tales como ingreso per cápita, productividad, situación<br />

d<strong>el</strong> empleo, desigualdad d<strong>el</strong> ingreso y pobreza, mejores que <strong>el</strong> resto de los países.<br />

1<br />

Los cont<strong>en</strong>idos de esta sección se basan <strong>en</strong> Infante (2011c).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Cuadro I.1<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (grupos de países) y portugal: indicadores de heterog<strong>en</strong>eidad estructural,<br />

alrededor de 2009 a<br />

Compon<strong>en</strong>tes<br />

<strong>América</strong><br />

Grupos de países<br />

<strong>Latina</strong> HEM HEI HES<br />

Portugal<br />

DATOS GENERALES<br />

PIB per cápita (miles de dólares PPA) b 10,6 13,9 10,2 6,3 23,8<br />

PIB por ocupado (miles de dólares PPA) b 27,0 34,4 25,8 16,9 49,5<br />

Tasa empleo/población (%) 39,3 40,5 39,4 37,2 48,0<br />

ESTRUCTURA ECONÓMICA<br />

Productividad (miles de dólares PPA) b 27,1 34,4 25,8 16,9 49,5<br />

Estrato alto (A) 91,2 96,6 95,9 64,7 102,7<br />

Estrato mediano (M) 20,5 25,3 18,5 14,7 42,7<br />

Estrato bajo (B) 5,6 7,7 5,2 3,8 25,1<br />

Razón <strong>en</strong>tre productividades<br />

A/B 16,3 12,5 18,6 17,0 4,1<br />

A/M 4,5 3,8 5,2 4,4 2,4<br />

M/B 3,7 3,3 3,6 3,9 1,7<br />

Composición d<strong>el</strong> PIB (%) 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0<br />

Estrato alto 66,9 65,8 67,8 67,8 43,1<br />

Estrato mediano 22,5 24,5 21,5 18,2 40,5<br />

Estrato bajo 10,6 9,7 10,7 14,0 16,4<br />

Composición d<strong>el</strong> empleo (%) 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0<br />

Estrato alto 19,8 23,4 18,2 17,8 20,8<br />

Estrato mediano 30,0 33,4 30,8 21,2 46,9<br />

Estrato bajo 50,2 43,2 51,0 61,0 32,3<br />

DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO<br />

Ingreso per cápita según quintiles<br />

(miles de dólares PPA) b 10,6 13,9 10,2 6,3 23,8<br />

Quintil V 30,0 38,2 29,0 18,2 45,2<br />

Quintil IV 11,0 13,9 10,3 6,3 27,2<br />

Quintil III 6,2 8,9 5,9 3,8 26,1<br />

Quintil II 4,1 5,8 4,2 2,3 13,4<br />

Quintil I 1,9 2,9 1,8 1,0 6,9<br />

R<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre ingresos<br />

Quintil 5/ Quintil 1 15,6 13,1 15,8 18,5 6,6<br />

Índice de Gini 51,7 49,7 52,2 53,3 38,1<br />

POBREZA (%)<br />

Incid<strong>en</strong>cia de la pobreza absoluta 33,1 26,2 28,7 47,1 n.d.<br />

Incid<strong>en</strong>cia de la pobreza r<strong>el</strong>ativa 22,3 20,0 23,3 23,4 16,3<br />

Fu<strong>en</strong>te: R. Infante, “<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> “Umbral d<strong>el</strong> desarrollo”. Un ejercicio de converg<strong>en</strong>cia productiva”, proyecto<br />

Desarrollo inclusivo, Docum<strong>en</strong>to de trabajo, Nº 14, junio de 2011.<br />

a Grupos de países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: países con heterog<strong>en</strong>eidad estructural moderada (HEM), intermedia (HEI) o<br />

severa (HES).<br />

b<br />

En paridad de poder adquisitivo.


CEPAL<br />

b) Países con heterog<strong>en</strong>eidad estructural severa (HES)<br />

En <strong>el</strong> otro extremo, se ubican aqu<strong>el</strong>los países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> con economías que funcionan con<br />

un alto grado de heterog<strong>en</strong>eidad estructural. Aportan un 11% d<strong>el</strong> PIB e incluy<strong>en</strong> a un 18,6% de la<br />

población y un 17,6% d<strong>el</strong> empleo de región. El PIB per cápita de los países con HES es <strong>el</strong> más bajo<br />

de la región (6.300 dólares PPA), como resultado de que tanto <strong>el</strong> PIB por ocupado (16.900 dólares<br />

PPA) como la tasa empleo/población (37,2%) son inferiores a los d<strong>el</strong> resto de los países (véanse <strong>el</strong><br />

cuadro II.2 y <strong>el</strong> cuadro A.1 d<strong>el</strong> anexo).<br />

Lo que distingue d<strong>el</strong> resto a las economías de los países con HES es que las difer<strong>en</strong>cias de<br />

productividad <strong>en</strong>tre los diversos estratos son bastante más marcadas. Incluso, las capas de muy<br />

baja productividad absorb<strong>en</strong> una parte substancial d<strong>el</strong> empleo total, lo que refleja la modernización<br />

parcial e imperfecta de su sistema productivo. En estos países, <strong>el</strong> estrato alto g<strong>en</strong>era un 67,8% d<strong>el</strong><br />

PIB y un 17,8% d<strong>el</strong> empleo. Por su parte, <strong>el</strong> estrato mediano repres<strong>en</strong>ta un 18,2% d<strong>el</strong> PIB y crea un<br />

21,2 % d<strong>el</strong> empleo (véase <strong>el</strong> cuadro II.2). En estas condiciones, un 61% d<strong>el</strong> empleo se conc<strong>en</strong>tra <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> estrato de baja productividad, que aporta un 14% d<strong>el</strong> PIB. Este grupo de países, <strong>en</strong> comparación<br />

con los otros, registra la más alta proporción de empleo <strong>en</strong> los sectores de baja productividad y <strong>el</strong><br />

porc<strong>en</strong>taje más bajo de ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> estrato intermedio (véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

El alto grado de heterog<strong>en</strong>eidad estructural con que operan las economías d<strong>el</strong> grupo de<br />

países con HES se refleja <strong>en</strong> <strong>el</strong> hecho de que las difer<strong>en</strong>cias de productividad <strong>en</strong>tre los estratos<br />

productivos son mayores que las d<strong>el</strong> resto de la región: <strong>el</strong> PIB por ocupado d<strong>el</strong> estrato alto equivale a<br />

17 veces <strong>el</strong> d<strong>el</strong> estrato bajo y 4,4 veces <strong>el</strong> d<strong>el</strong> estrato mediano. Además, la productividad d<strong>el</strong> estrato<br />

mediano supera <strong>en</strong> 3,9 veces la d<strong>el</strong> estrato bajo (véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

Esta heterog<strong>en</strong>eidad productiva se refleja también <strong>en</strong> la estructura d<strong>el</strong> mercado laboral.<br />

Los países con HES ti<strong>en</strong><strong>en</strong> la tasa de participación (60,9%) más alta de la región y una tasa de<br />

desempleo (8,2%) semejante al promedio (8,4%). Esto se debe a que la <strong>el</strong>evada tasa de ocupación<br />

(55,9%) está muy influida por <strong>el</strong> sector informal, que repres<strong>en</strong>ta un 58,9 % d<strong>el</strong> empleo, la cifra más<br />

alta de la región (véase <strong>el</strong> cuadro A.2 d<strong>el</strong> anexo).<br />

La heterog<strong>en</strong>eidad estructural severa que caracteriza a estos países está igualm<strong>en</strong>te asociada<br />

a la mayor desigualdad <strong>en</strong> la distribución d<strong>el</strong> ingreso y al porc<strong>en</strong>taje de pobreza más <strong>el</strong>evado <strong>en</strong> la<br />

región. El ingreso per cápita medio de estos países no solo es <strong>el</strong> más bajo de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, sino<br />

que <strong>en</strong> cada uno de los quintiles es significativam<strong>en</strong>te inferior al registrado por <strong>el</strong> resto de los países.<br />

Por ejemplo, <strong>en</strong> los países con HES <strong>el</strong> ingreso per cápita d<strong>el</strong> quinto quintil (18.200 dólares PPA) es<br />

m<strong>en</strong>os de la mitad d<strong>el</strong> registrado <strong>en</strong> los países con HEM (38.200 dólares PPA) y repres<strong>en</strong>ta cerca<br />

de un 60% d<strong>el</strong> promedio de la región (30.000 dólares PPA). Esas difer<strong>en</strong>cias aum<strong>en</strong>tan al comparar<br />

los niv<strong>el</strong>es más bajos de ingresos. En efecto, <strong>el</strong> ingreso per cápita d<strong>el</strong> primer quintil de los países<br />

con HES (1.000 dólares PPA) repres<strong>en</strong>ta solam<strong>en</strong>te un tercio d<strong>el</strong> correspondi<strong>en</strong>te a los países con<br />

HEM (2.900 dólares PPA) y un poco más de la mitad d<strong>el</strong> promedio de la región (1.900 dólares PPA)<br />

(véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

Además d<strong>el</strong> bajo niv<strong>el</strong> de ingreso, los países con HES pres<strong>en</strong>tan <strong>el</strong> peor perfil distributivo<br />

de la región. Las mediciones de desigualdad de ingresos muestran que, por un lado, <strong>el</strong> ingreso<br />

per cápita d<strong>el</strong> quinto quintil equivale a 18,5 veces <strong>el</strong> d<strong>el</strong> primer quintil (<strong>el</strong> promedio de los países<br />

analizados es 15,6 veces) y, por otro, <strong>el</strong> índice de Gini alcanza a 53,3, cifra que repres<strong>en</strong>ta la mayor<br />

conc<strong>en</strong>tración d<strong>el</strong> ingreso de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Por último, <strong>en</strong> los países con HES la ext<strong>en</strong>sión de la<br />

pobreza tanto absoluta (47,1%), como r<strong>el</strong>ativa (23,4%) es la mayor de la región (véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

Resumi<strong>en</strong>do, <strong>el</strong> grupo de países con HES exhib<strong>en</strong> una estructura económica desbalanceada<br />

<strong>en</strong> comparación con <strong>el</strong> resto, lo que se refleja <strong>en</strong> mayores difer<strong>en</strong>ciales de productividad y <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

más alto porc<strong>en</strong>taje de ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> estrato bajo. Pres<strong>en</strong>tan los m<strong>en</strong>ores niv<strong>el</strong>es de ingreso per


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

cápita y de productividad de la región, la situación d<strong>el</strong> empleo es precaria y está muy influida por<br />

la informalidad, y los problemas de desigualdad d<strong>el</strong> ingreso y pobreza son más agudos que <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

resto de los países.<br />

c) Países con heterog<strong>en</strong>eidad estructural intermedia (HEI)<br />

Estos países ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una estructura económica semejante al promedio de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Contribuy<strong>en</strong><br />

con la mayor parte d<strong>el</strong> PIB (48,2%) y repres<strong>en</strong>tan porc<strong>en</strong>tajes <strong>el</strong>evados tanto de la población (50,3%)<br />

como d<strong>el</strong> empleo (50,5%) de la región. G<strong>en</strong>eran un PIB per cápita de 10.200 dólares PPA y un PIB<br />

por ocupado de 25.800 dólares PPA y registran una tasa empleo/población que alcanza a 39,4%,<br />

cifras similares a los respectivos promedios de la región.<br />

La estructura productiva de los países con HEI se asemeja también al promedio de la región.<br />

En este grupo de países, <strong>el</strong> estrato alto g<strong>en</strong>era un 67,8% d<strong>el</strong> producto y conc<strong>en</strong>tra solo un 18,2%<br />

d<strong>el</strong> empleo total. Por su parte, <strong>el</strong> estrato mediano aporta un 21,5% d<strong>el</strong> producto y su ocupación<br />

repres<strong>en</strong>ta un 30,8% d<strong>el</strong> total. El estrato bajo absorbe un 51% d<strong>el</strong> empleo y contribuye solo con un<br />

10,7% al producto (véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

En cuanto al difer<strong>en</strong>cial de productividades, los datos muestran que <strong>el</strong> producto por ocupado<br />

d<strong>el</strong> estrato alto equivale a 18,6 veces <strong>el</strong> d<strong>el</strong> estrato bajo, a 5,2 veces <strong>el</strong> d<strong>el</strong> estrato mediano y 3,6<br />

veces <strong>el</strong> promedio. Además, <strong>el</strong> producto por ocupado d<strong>el</strong> estrato mediano es equival<strong>en</strong>te a 3,7<br />

veces <strong>el</strong> d<strong>el</strong> estrato bajo y 0,7 veces <strong>el</strong> promedio. Cabe destacar que este grupo de países registra<br />

la mayor difer<strong>en</strong>cia de productividades de la región, d<strong>el</strong> estrato alto respecto al mediano y al bajo.<br />

En r<strong>el</strong>ación al desempeño d<strong>el</strong> mercado laboral, se observa que los países con HEI ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

la tasa de participación (58,9%) y la tasa de ocupación (53,7%) más bajas de la región. Como<br />

resultado, la tasa de desocupación (8,9%) es superior al promedio (8,4%) (véase <strong>el</strong> cuadro A.2 d<strong>el</strong><br />

anexo). Además, <strong>en</strong> estos países <strong>el</strong> alto desempleo es acompañado por una <strong>el</strong>evada informalidad<br />

d<strong>el</strong> empleo (47%).<br />

En este grupo de países, la <strong>el</strong>evada brecha de productividades se traduce <strong>en</strong> una distribución<br />

d<strong>el</strong> ingreso casi tan desigual como la de los países con HES. Aun cuando <strong>el</strong> ingreso per cápita medio<br />

y por quintiles de los países con HEI es superior al de estos últimos, la disparidad de ingresos medida<br />

por <strong>el</strong> índice de Gini es muy similar (52,2 fr<strong>en</strong>te a 53,3). A pesar de estos desequilibrios distributivos,<br />

la pobreza absoluta de los países con HEI (28,7%) es inferior a la registrada por los países con HES<br />

(47,1%) (véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

En suma, <strong>el</strong> grupo de países con HEI ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una estructura económica desbalanceada <strong>en</strong><br />

comparación con los países con HEM, lo que se refleja <strong>en</strong> mayores difer<strong>en</strong>ciales de productividad<br />

y <strong>en</strong> un porc<strong>en</strong>taje más <strong>el</strong>evado de ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> estrato bajo. Estos países pres<strong>en</strong>tan un niv<strong>el</strong><br />

de ingreso per cápita y de productividad similares al promedio de la región, la situación d<strong>el</strong> empleo<br />

está muy influida por las bajas tasas de participación y ocupación, <strong>en</strong> tanto que los problemas de<br />

desigualdad d<strong>el</strong> ingreso son tan agudos como <strong>en</strong> los países con HES, aun cuando la ext<strong>en</strong>sión de<br />

la pobreza es m<strong>en</strong>or.<br />

2. <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> umbral d<strong>el</strong> desarrollo: Brechas de<br />

ingreso, productividad y desigualdad<br />

El análisis pres<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> la sección anterior evid<strong>en</strong>cia la situación de la región <strong>en</strong> términos de<br />

heterog<strong>en</strong>eidad estructural, mostrando los matices que exist<strong>en</strong> <strong>en</strong> distintos grupos de países.<br />

Este punto de partida reafirma <strong>el</strong> planteo esbozado <strong>en</strong> La hora de la igualdad: Brechas por cerrar,<br />

caminos por abrir, <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido de que para avanzar <strong>en</strong> crecimi<strong>en</strong>to con niv<strong>el</strong>es cada vez mayores


CEPAL<br />

de igualdad, es preciso impulsar una decidida aplicación de políticas de converg<strong>en</strong>cia productiva,<br />

que permitan crecer con m<strong>en</strong>os heterog<strong>en</strong>eidad estructural y más desarrollo productivo.<br />

Pero más allá de esta premisa, es necesario dim<strong>en</strong>sionar con mayor precisión la distancia<br />

que separa a la región de los países que están actualm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> umbral d<strong>el</strong> desarrollo. Para efectos<br />

d<strong>el</strong> pres<strong>en</strong>te análisis, se toma como refer<strong>en</strong>cia <strong>el</strong> caso de Portugal (véase <strong>el</strong> recuadro I.2).<br />

El análisis comparativo de la situación actual de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y de los grupos de países<br />

s<strong>el</strong>eccionados (con heterog<strong>en</strong>eidad estructural moderada, intermedia y severa) con respecto a<br />

Portugal se refiere a los sigui<strong>en</strong>tes tres aspectos: <strong>el</strong> PIB per cápita y sus determinantes, la estructura<br />

económica y la distribución de ingreso.<br />

a) PIB per cápita y por ocupado<br />

Usualm<strong>en</strong>te se considera que <strong>el</strong> PIB per cápita es un indicador adecuado d<strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar medio de un<br />

país o región. Al utilizar este indicador se verifica que <strong>en</strong> la actualidad <strong>el</strong> PIB per cápita de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> alcanza a 10.600 dólares PPA y es un 55,2% inferior al de Portugal, que llega a 23.800 dólares<br />

PPA <strong>en</strong> 2009 (véanse los cuadro I.1 y I.2). Esta brecha alcanza a 41% <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los países más<br />

avanzados de la región (HEM) y a 73,5% <strong>en</strong> <strong>el</strong> de los de m<strong>en</strong>or desarrollo (HES).<br />

• Recuadro I.2<br />

La definición d<strong>el</strong> umbral d<strong>el</strong> desarrollo<br />

Para definir <strong>el</strong> umbral d<strong>el</strong> desarrollo se tomó como base <strong>el</strong> ingreso per cápita de los países, criterio semejante al<br />

utilizado por otros organismos internacionales. Así, por ejemplo, <strong>el</strong> Fondo Monetario Internacional (FMI) considera<br />

que un país es desarrollado cuando su PIB per cápita supera los 22.000 dólares PPA (<strong>en</strong> paridad de poder adquisitivo,<br />

valor correspondi<strong>en</strong>te a 2009).<br />

Al aplicar ese criterio, se observa que Portugal, con un PIB per cápita de 23.800 dólares PPA, es un país que<br />

supera levem<strong>en</strong>te <strong>el</strong> umbral d<strong>el</strong> desarrollo. Las cifras que proporciona <strong>el</strong> FMI indican que Portugal ti<strong>en</strong>e, junto con<br />

Eslovaquia, <strong>el</strong> m<strong>en</strong>or PIB per cápita d<strong>el</strong> grupo que ese organismo considera como “países desarrollados”a. Asimismo,<br />

de acuerdo con los datos de la OCDE, <strong>el</strong> PIB per cápita de Portugal está <strong>en</strong>tre los siete m<strong>en</strong>ores de los 34 países<br />

miembros de la institución, superando levem<strong>en</strong>te los de Eslovaquia, Hungría y Estonia y por un amplio marg<strong>en</strong> los de<br />

México, Turquía y Chile. El niv<strong>el</strong> de desarrollo r<strong>el</strong>ativo de Portugal también queda <strong>en</strong> evid<strong>en</strong>cia al analizar su situación<br />

<strong>en</strong>tre los países de la Unión Europea (27 países), ya que su PIB per cápita está <strong>en</strong>tre los siete más bajosb.<br />

Por otra parte, al comparar <strong>el</strong> PIB per cápita de Portugal con <strong>el</strong> de otros países y regiones d<strong>el</strong> mundo<br />

desarrollado, tales como la República de Corea (27.600 dólares PPA), la Unión Europea (29.800 dólares PPA) y los<br />

Estados Unidos (45.600 dólares PPA) se observa que la brecha de ingresos es significativa y aum<strong>en</strong>ta al considerar <strong>el</strong><br />

PIB por ocupado de cada país (véase <strong>el</strong> gráfico)<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y países y regiones s<strong>el</strong>eccionados: producto<br />

interno bruto per cápita y por ocupado, 2009<br />

(En miles de dólares <strong>en</strong> paridad de poder adquisitivo)<br />

110<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> Portugal República de Corea Unión Europea Estados Unidos<br />

PIB per cápita<br />

PIB por ocupado<br />

Fu<strong>en</strong>te: R. Infante, “<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> “umbral d<strong>el</strong> desarrollo”. Un ejercicio de converg<strong>en</strong>cia productiva”, Docum<strong>en</strong>to de trabajo, Nº<br />

14, proyecto Desarrollo inclusivo, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), junio de 2011, sobre<br />

la base de información de la Unión Europea, <strong>el</strong> Fondo Monetario Internacional, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos<br />

(OCDE), <strong>el</strong> Banco Mundial y la Oficina de Estadísticas de la República de Corea.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Recuadro I.2 (conclusión)<br />

En este contexto, se comprueba que <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ta una brecha d<strong>el</strong> PIB per cápita importante con respecto a los países<br />

desarrollados y m<strong>en</strong>or con respecto a Portugal, considerado <strong>el</strong> país m<strong>en</strong>os avanzado de ese grupo. Es por eso que se postula que la situación<br />

de ese país repres<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> “umbral d<strong>el</strong> desarrollo” más accesible para la región.<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de R. Infante, “<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> “umbral d<strong>el</strong> desarrollo”. Un ejercicio de converg<strong>en</strong>cia productiva”, Docum<strong>en</strong>to de trabajo, Nº 14, proyecto Desarrollo<br />

inclusivo, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), junio de 2011.<br />

a<br />

Este grupo incluye a 33 países de la OCDE.<br />

b<br />

El ingreso per cápita de Portugal supera al de Rumania, Eslovaquia, Turquía, Bulgaria, Estonia y Polonia.<br />

Esta difer<strong>en</strong>cia se explica por dos motivos: <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de productividad y la tasa empleo/<br />

población. El PIB por ocupado de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> repres<strong>en</strong>ta un 54,6% d<strong>el</strong> de Portugal (27.000<br />

dólares PPA fr<strong>en</strong>te a 49.500 dólares PPA), <strong>en</strong> tanto que la tasa empleo/población de la región (39,3%)<br />

es bastante inferior a la de Portugal (48,0%). Sin embargo, estas brechas varían al considerar cada<br />

uno de los tres grupos de países. El PIB por ocupado d<strong>el</strong> grupo con HEM repres<strong>en</strong>ta un 69,5% y<br />

la tasa empleo/población un 84,4% de la de Portugal. En <strong>el</strong> otro extremo, <strong>el</strong> PIB por ocupado de<br />

los países con HES alcanza a un 34,1% y la tasa empleo/población a un 77,5% de la registrada <strong>en</strong><br />

Portugal (véase <strong>el</strong> cuadro I.2) 2 .<br />

En resum<strong>en</strong>, Portugal ti<strong>en</strong>e un PIB per cápita más alto que <strong>el</strong> de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, debido a<br />

que son superiores tanto su niv<strong>el</strong> de productividad, como su razón empleo/población. Sin embargo,<br />

estas brechas con respecto a Portugal varían según <strong>el</strong> grupo de países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> de que<br />

se trate: son más reducidas <strong>en</strong> los países con HEM y más amplias <strong>en</strong> los países con HES. Esto<br />

rev<strong>el</strong>a la diversidad de situaciones que caracterizan a la región al <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> umbral d<strong>el</strong> desarrollo.<br />

b) Estructura económica<br />

Como resultado d<strong>el</strong> diverso grado de heterog<strong>en</strong>eidad estructural de los grupos de países de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong>, se pres<strong>en</strong>tan notorias difer<strong>en</strong>cias con Portugal por estratos <strong>en</strong> materia de productividad,<br />

composición d<strong>el</strong> PIB y d<strong>el</strong> empleo.<br />

En <strong>el</strong> estrato alto, la productividad de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (91.200 dólares PPA) es cercana a la<br />

de Portugal (102.700 de dólares PPA), lo que se explica por la transnacionalización d<strong>el</strong> capital. No<br />

obstante, hay difer<strong>en</strong>cias por grupos de países. El PIB por ocupado de los grupos de países con<br />

HEM (96.600 dólares PPA) y con HEI (95.900 dólares PPA) es significativam<strong>en</strong>te mayor que <strong>el</strong> de<br />

los países con HES (64.700 dólares PPA), lo que redunda <strong>en</strong> brechas bastante difer<strong>en</strong>ciadas de<br />

productividad de estos grupos con respecto a Portugal (véase <strong>el</strong> gráfico I.1).<br />

Al comparar <strong>el</strong> desempeño d<strong>el</strong> estrato alto de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> con <strong>el</strong> mismo estrato de<br />

Portugal, se observan escasas difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración de empleo; sin embargo, <strong>el</strong> aporte al<br />

producto es muy difer<strong>en</strong>ciado. En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> este estrato absorbe un 19,8% d<strong>el</strong> empleo, cifra<br />

que alcanza a un 20,8% <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de Portugal. En los distintos grupos de países considerados, ese<br />

porc<strong>en</strong>taje es semejante al promedio de la región (véase <strong>el</strong> gráfico I.2). Pero, tal como ya se indicó,<br />

no ocurre lo mismo con la producción, pues <strong>el</strong> estrato alto de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> repres<strong>en</strong>ta un 66,9%<br />

d<strong>el</strong> PIB regional, cifra bastante superior al 43,1% de Portugal (véase <strong>el</strong> cuadro I.2). Además, <strong>el</strong> aporte<br />

al producto d<strong>el</strong> estrato de productividad alta varía considerablem<strong>en</strong>te por grupos de países: <strong>en</strong> los<br />

países con HEM alcanza un 65,8%, <strong>en</strong> los países con HEI un 67,8% y <strong>en</strong> los con HES un 67,8%<br />

(véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

2<br />

No se hace m<strong>en</strong>ción a los países con HEI, cuya situación es muy semejante al promedio de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>.


CEPAL<br />

• Cuadro I.2<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (grupos de países): brechas y difer<strong>en</strong>cias con respecto a portugal, 2009 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes d<strong>el</strong> valor o difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> puntos porc<strong>en</strong>tuales con respecto al país de refer<strong>en</strong>cia)<br />

Compon<strong>en</strong>tes<br />

DATOS GENERALES<br />

<strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong><br />

Grupos de países<br />

HEM HEI HES<br />

Porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> valor de Portugal<br />

Portugal<br />

PIB per cápita 44,8 58,6 42,8 26,5 100,0<br />

PIB por ocupado 54,6 69,5 52,1 34,1 100,0<br />

Tasa empleo/población 81,9 84,4 82,2 77,5 100,0<br />

ESTRUCTURA ECONÓMICA<br />

Porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> valor de Portugal<br />

Productividad 54,6 69,5 52,1 34,1 100,0<br />

Estrato alto 88,9 94,1 93,4 63,0 100,0<br />

Estrato mediano 47,9 59,1 43,3 34,4 100,0<br />

Estrato bajo 22,3 30,8 20,6 15,2 100,0<br />

Difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la composición<br />

d<strong>el</strong> PIB<br />

Difer<strong>en</strong>cia con respecto a Portugal<br />

<strong>en</strong> puntos porc<strong>en</strong>tuales<br />

Estrato alto 23,8 22,7 24,7 24,7 0,0<br />

Estrato mediano -18,0 -16,0 -19,1 -22,3 0,0<br />

Estrato bajo -5,8 -6,7 -5,7 -2,4 0,0<br />

Difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la composición<br />

d<strong>el</strong> empleo<br />

Difer<strong>en</strong>cia con respecto a Portugal<br />

<strong>en</strong> puntos porc<strong>en</strong>tuales<br />

Estrato alto -1,0 1,6 -3,4 3,4 0,0<br />

Estrato mediano -16,9 -11,2 -11,3 -30,0 0,0<br />

Estrato bajo 18,0 9,6 14,7 26,6 0,0<br />

DISTRIBUCIÓN DEL INGRESO<br />

Porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> valor de Portugal<br />

Ingreso per cápita según quintiles 44,8 58,6 42,8 26,5 100,0<br />

Quintil V 66,3 84,5 64,1 40,2 100,0<br />

Quintil IV 40,5 51,1 37,9 23,0 100,0<br />

Quintil III 23,7 34,0 22,8 14,5 100,0<br />

Quintil II 30,4 43,1 31,2 16,8 100,0<br />

Quintil I 27,9 42,5 26,6 14,3 100,0<br />

Índice de Gini 136,4 130,4 137,0 139,8 100,0<br />

POBREZA<br />

Porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> valor de Portugal<br />

Incid<strong>en</strong>cia de la pobreza r<strong>el</strong>ativa 136,7 122,4 142,9 143,8 100,0<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de R. Infante, “<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> “umbral d<strong>el</strong> desarrollo”. Un ejercicio de converg<strong>en</strong>cia productiva”, Docum<strong>en</strong>to de trabajo, Nº 14, proyecto Desarrollo<br />

inclusivo, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), junio de 2011.<br />

a<br />

Grupos de países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: países con heterog<strong>en</strong>eidad estructural moderada (HEM), intermedia (HEI) o<br />

severa (HES).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico I.1<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (grupos de países) y portugal: PIB por ocupado según estrato productivo, 2009 a<br />

(En miles de dólares <strong>en</strong> paridad de poder adquisitivo)<br />

120<br />

100<br />

80<br />

60<br />

40<br />

20<br />

0<br />

Alto Medio Bajo<br />

Estratos productivos<br />

Portugal<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, países con HEM<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, países con HEI<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, países con HES<br />

Fu<strong>en</strong>te: R. Infante, “<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> “umbral d<strong>el</strong> desarrollo”. Un ejercicio de converg<strong>en</strong>cia productiva”, Docum<strong>en</strong>to<br />

de trabajo, Nº 14, proyecto Desarrollo inclusivo, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL), junio de 2011.<br />

a<br />

Grupos de países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: países con heterog<strong>en</strong>eidad estructural moderada (HEM), intermedia (HEI) o severa<br />

(HES).<br />

• Gráfico I.2<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (grupos de países) y portugal: composición d<strong>el</strong> empleo según estrato<br />

productivo, 2009 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Alto Medio Bajo<br />

Estratos productivos<br />

Portugal<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, países con HEM<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, países con HEI<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, países con HES<br />

Fu<strong>en</strong>te: R. Infante, “<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> “umbral d<strong>el</strong> desarrollo”. Un ejercicio de converg<strong>en</strong>cia productiva”, Docum<strong>en</strong>to<br />

de trabajo, Nº 14, proyecto Desarrollo inclusivo, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL), junio de 2011.<br />

a<br />

Grupos de países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: países con heterog<strong>en</strong>eidad estructural moderada (HEM), intermedia (HEI) o<br />

severa (HES).


CEPAL<br />

En <strong>el</strong> estrato mediano se observan mayores difer<strong>en</strong>cias. La productividad (20.500 dólares PPA)<br />

es inferior a la mitad de la registrada por Portugal (42.700 dólares PPA). Además, <strong>el</strong> PIB por ocupado<br />

d<strong>el</strong> estrato mediano (pymes) pres<strong>en</strong>ta grandes brechas al interior de la región: la productividad de<br />

los países con HEM equivale a un 59,1% de la registrada <strong>en</strong> Portugal, cifra que disminuye a 43,3%<br />

y a 34,4% <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los países con HEI y con HEM respectivam<strong>en</strong>te (véase <strong>el</strong> cuadro I.2).<br />

Los datos de aporte al PIB y de creación de empleo rev<strong>el</strong>an <strong>el</strong> escaso desarrollo que han<br />

alcanzado las pymes de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> comparación con las de Portugal, donde conforman la<br />

base de la estructura económica junto con las empresas d<strong>el</strong> estrato alto. En la región latinoamericana,<br />

las pymes g<strong>en</strong>eran un 30% d<strong>el</strong> empleo y aportan un 22,5% d<strong>el</strong> producto, porc<strong>en</strong>tajes que llegan<br />

al 46,9% y al 40,5%, respectivam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de Portugal (véanse <strong>el</strong> cuadro I.1 y <strong>el</strong> gráfico I.3).<br />

Las brechas con Portugal aum<strong>en</strong>tan <strong>en</strong> algunos casos al considerar los difer<strong>en</strong>tes grupos<br />

de países. En <strong>el</strong> grupo con HEM, <strong>el</strong> estrato mediano g<strong>en</strong>era un 33,4% d<strong>el</strong> empleo y contribuye con<br />

un 24,5% d<strong>el</strong> producto. En los países con HEI, este estrato crea un 30,8% de la ocupación y aporta<br />

solo un 21,5% d<strong>el</strong> PIB, <strong>en</strong> tanto que <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo de países con HES, conc<strong>en</strong>tra un 21,2% d<strong>el</strong> empleo<br />

y g<strong>en</strong>era un 18,2% d<strong>el</strong> producto (véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

• Gráfico I.3<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (grupos de países) y portugal:<br />

composición d<strong>el</strong> PIB según estrato productivo, 2009 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Alto Medio Bajo<br />

Estratos productivos<br />

Portugal<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, países con HEM<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, países con HEI<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, países con HES<br />

Fu<strong>en</strong>te: R. Infante, “<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> “umbral d<strong>el</strong> desarrollo”. Un ejercicio de converg<strong>en</strong>cia productiva”, Docum<strong>en</strong>to<br />

de trabajo, Nº 14, proyecto Desarrollo inclusivo, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL), junio de 2011.<br />

a<br />

Grupos de países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: países con heterog<strong>en</strong>eidad estructural moderada (HEM), intermedia (HEI) o<br />

severa (HES).<br />

En <strong>el</strong> estrato bajo las difer<strong>en</strong>cias son muy significativas. La productividad de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

(5.600 dólares PPA) equivale a aproximadam<strong>en</strong>te un cuarto de la observada <strong>en</strong> Portugal (25.100<br />

dólares PPA) y pres<strong>en</strong>ta grandes variaciones por grupos de países (véase <strong>el</strong> cuadro I.2). Así, <strong>el</strong> PIB<br />

por ocupado de este estrato <strong>en</strong> los países con HEM (7.700 dólares PPA) es casi un 50% superior al de<br />

los países con HEI (5.200 dólares PPA) y duplica <strong>el</strong> registrado por los países con HES (3.800 dólares<br />

PPA) (véanse los cuadros I.1 y I.2).<br />

Por otra parte, <strong>el</strong> grado de atraso de la estructura económica latinoamericana se refleja <strong>en</strong><br />

que <strong>el</strong> estrato bajo conc<strong>en</strong>tra la mayor parte d<strong>el</strong> empleo de la región (50,2%) y g<strong>en</strong>era una baja


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

proporción d<strong>el</strong> PIB (10,6%), <strong>en</strong> tanto que <strong>en</strong> Portugal este estrato con una m<strong>en</strong>or proporción de los<br />

ocupados (32,3%) registra un mayor aporte al producto (16,4%). Al analizar las cifras de composición<br />

d<strong>el</strong> empleo por grupos de países, se observa que la importancia d<strong>el</strong> estrato bajo <strong>en</strong> la ocupación es<br />

mayor cuanto más desbalanceada es la estructura económica de los países. En efecto, <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje<br />

d<strong>el</strong> empleo total que conc<strong>en</strong>tra <strong>el</strong> estrato de baja productividad se <strong>el</strong>eva de 43,2% <strong>en</strong> los países<br />

con HEM a 51% <strong>en</strong> los países con HEI y llega a constituir la mayor parte d<strong>el</strong> empleo (61%) <strong>en</strong> los<br />

países con HES (véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

En definitiva, las brechas tanto de productividad como de composición d<strong>el</strong> producto con<br />

respecto a Portugal son más <strong>el</strong>evadas cuanto mayor es <strong>el</strong> grado de heterog<strong>en</strong>eidad estructural<br />

de los países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. No obstante, <strong>en</strong> todos <strong>el</strong>los las difer<strong>en</strong>cias más significativas se<br />

refier<strong>en</strong> al desarrollo de los estratos mediano y bajo. Igualm<strong>en</strong>te se destaca que la reducción d<strong>el</strong><br />

<strong>el</strong>evado porc<strong>en</strong>taje de los ocupados que trabajan <strong>en</strong> actividades de baja productividad repres<strong>en</strong>ta<br />

uno de los grandes desafíos que la región latinoamericana deberá <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar para converger hacia<br />

<strong>el</strong> desarrollo con igualdad.<br />

Una forma de apreciar <strong>el</strong> grado de heterog<strong>en</strong>eidad estructural es midi<strong>en</strong>do <strong>el</strong> difer<strong>en</strong>cial de<br />

productividad que existe <strong>en</strong>tre los estratos avanzados y los más rezagados. En la medida que esta<br />

difer<strong>en</strong>cia se <strong>el</strong>eve, mayor será <strong>el</strong> desbalance productivo de los países. Al comparar la situación de<br />

la región con la de Portugal se observa que la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> PIB por ocupado d<strong>el</strong> estrato alto y<br />

d<strong>el</strong> bajo alcanza a 16,3 veces <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y a solo 4,1 veces <strong>en</strong> Portugal.<br />

Como se indicó, <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> esta r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la productividad de los distintos<br />

estratos varía según los países. Aun <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo de los países con HEM, que incluye a los países<br />

más avanzados de la región, <strong>el</strong> producto por ocupado d<strong>el</strong> estrato alto equivale a 12,5 veces <strong>el</strong> d<strong>el</strong><br />

estrato bajo, cifra que triplica a la observada <strong>en</strong> Portugal. Es destacable que esta r<strong>el</strong>ación sea incluso<br />

más <strong>el</strong>evada <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de la región, alcanzando a 18,6 <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo de países con HEI y a 17,0 <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> grupo de países con HES (véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

Las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y Portugal se manti<strong>en</strong><strong>en</strong> al considerar, además d<strong>el</strong><br />

criterio anterior, la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> PIB por ocupado d<strong>el</strong> estrato alto y d<strong>el</strong> estrato mediano, y <strong>en</strong>tre<br />

<strong>el</strong> PIB por ocupado d<strong>el</strong> estrato mediano y d<strong>el</strong> estrato bajo. Estas cifras muestran la gran asimetría<br />

que caracteriza la estructura económica latinoamericana, evid<strong>en</strong>ciando la magnitud d<strong>el</strong> esfuerzo<br />

de converg<strong>en</strong>cia productiva que deberán realizar los países de la región para acercarse al umbral<br />

d<strong>el</strong> desarrollo.<br />

c) Distribución d<strong>el</strong> ingreso<br />

Como se señaló, los niv<strong>el</strong>es difer<strong>en</strong>ciados de productividad de los ocupados <strong>en</strong> los difer<strong>en</strong>tes estratos<br />

productivos son un factor originario de la desigual distribución d<strong>el</strong> ingreso.<br />

Al respecto, hay que t<strong>en</strong>er pres<strong>en</strong>te que <strong>en</strong> cada quintil <strong>el</strong> ingreso per cápita está formado por<br />

<strong>el</strong> ingreso por ocupado y la razón empleo/población respectiva. Por su parte, <strong>el</strong> ingreso por ocupado<br />

dep<strong>en</strong>de de la productividad, que a su vez es función de la composición d<strong>el</strong> empleo por estrato productivo<br />

<strong>en</strong> cada quintil. Así, por ejemplo, <strong>el</strong> empleo de los quintiles inferiores ti<strong>en</strong>e un alto compon<strong>en</strong>te de<br />

ocupados d<strong>el</strong> estrato de baja productividad y, por <strong>el</strong> contrario, <strong>en</strong> los quintiles superiores una <strong>el</strong>evada<br />

fracción de los ocupados pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> al estrato de alta productividad. Esto explicaría <strong>el</strong> difer<strong>en</strong>cial de<br />

ingresos y su desigual distribución.<br />

Los indicadores de conc<strong>en</strong>tración d<strong>el</strong> ingreso muestran que la desigualdad es significativam<strong>en</strong>te<br />

mayor <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> que <strong>en</strong> Portugal. La razón <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> ingreso per cápita d<strong>el</strong> quinto quintil de<br />

población y d<strong>el</strong> primer quintil es 15,6 <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y 6,6 <strong>en</strong> Portugal, <strong>en</strong> tanto que <strong>el</strong> índice de<br />

Gini alcanza a 51,7 <strong>en</strong> <strong>el</strong> primer caso y 38,1 <strong>en</strong> <strong>el</strong> segundo (véanse los cuadros I.1 y I.2 y <strong>el</strong> gráfico I.4).


CEPAL<br />

• Gráfico I.4<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (grupos de países) y portugal:<br />

ingreso per cápita según quintiles, 2009 a<br />

(En miles de dólares <strong>en</strong> paridad de poder adquisitivo)<br />

50<br />

45<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V Total<br />

Portugal<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, países con HEM<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, países con HEI<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, países con HES<br />

Fu<strong>en</strong>te: R. Infante, “<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> “umbral d<strong>el</strong> desarrollo”. Un ejercicio de converg<strong>en</strong>cia productiva”, Docum<strong>en</strong>to<br />

de trabajo, Nº 14, proyecto Desarrollo inclusivo, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL), junio de 2011.<br />

a<br />

Grupos de países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: países con heterog<strong>en</strong>eidad estructural moderada (HEM), intermedia (HEI) o<br />

severa (HES).<br />

Si bi<strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso per cápita de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> es cerca de la mitad (44,8%) d<strong>el</strong> registrado<br />

<strong>en</strong> Portugal, esta proporción se reduce a 28% al comparar los ingresos de los quintiles bajos (I y<br />

II) y a 30% al comparar los ingresos de los quintiles medios (III y IV), <strong>en</strong> tanto que <strong>en</strong> <strong>el</strong> quintil más<br />

alto (V) <strong>el</strong> ingreso per cápita de la región llega a un 68,2% d<strong>el</strong> que se registra <strong>en</strong> ese país. Estas<br />

difer<strong>en</strong>cias se reflejan también al observar los porc<strong>en</strong>tajes d<strong>el</strong> ingreso total captados por cada<br />

quintil de población (véanse los cuadros I.1 y I.2). Estos indicadores muestran que la desigualdad<br />

de la distribución d<strong>el</strong> ingreso está corr<strong>el</strong>acionada positivam<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> grado de heterog<strong>en</strong>eidad<br />

estructural de los países de la región. En efecto, la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> ingreso per cápita d<strong>el</strong> quinto<br />

quintil y d<strong>el</strong> primero alcanza a 13,1 <strong>en</strong> los países con HEM, a 15,8 <strong>en</strong> los países con HEI y a 18,5 <strong>en</strong><br />

los países con HES (véase <strong>el</strong> cuadro I.1).<br />

Igualm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> los países de heterog<strong>en</strong>eidad estructural moderada (HEM) <strong>el</strong> índice de Gini<br />

es <strong>el</strong> más bajo (49,7), <strong>en</strong> comparación con los que se registran tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo de países con HEI<br />

(52,2) como <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo de países con HES (53,3). Aun así, la situación distributiva de los países<br />

más avanzados de la región dista bastante de la registrada <strong>en</strong> Portugal (cuyo índice de Gini es 38,1).<br />

En suma, <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>el</strong> alto grado de heterog<strong>en</strong>eidad estructural se manifiesta <strong>en</strong> una<br />

<strong>el</strong>evada desigualdad de la distribución de ingresos, <strong>en</strong> tanto que la r<strong>el</strong>ativa homog<strong>en</strong>eidad productiva<br />

de Portugal se refleja <strong>en</strong> una mayor igualdad distributiva.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Diagrama I.1<br />

La desigualdad y sus canales transmisores <strong>en</strong> la cad<strong>en</strong>a de la heterog<strong>en</strong>eidad estructural, <strong>el</strong> mercado laboral y la protección social<br />

HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL MERCADO LABORAL PROTECCIÓN SOCIAL<br />

Estrato bajo (baja<br />

productividad, fuerte<br />

peso <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo)<br />

Estrato medio<br />

(productividad media,<br />

muy bajo peso <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

empleo)<br />

Alta heterog<strong>en</strong>eidad<br />

estructural: brechas y<br />

distancia <strong>en</strong>tre estratos<br />

Institucionalidad laboral:<br />

Débil regulación (núcleos<br />

duros de desregulación y<br />

desigualdad)<br />

Debilitami<strong>en</strong>to de<br />

los mecanismos de<br />

negociación colectiva<br />

Desigualdad de género<br />

Informalidad: i) conc<strong>en</strong>tra la mitad de la fuerza laboral, ii) disminuye<br />

<strong>en</strong> forma estratificada (aum<strong>en</strong>ta la desigualdad <strong>en</strong>tre hombres y<br />

mujeres, y <strong>en</strong>tre extremos de ingreso). El trabajo no remunerado y la<br />

carga de cuidados presionan a las mujeres de m<strong>en</strong>ores ingresos.<br />

Calidad d<strong>el</strong> empleo: alta proporción de empleo desprotegido,<br />

sin contrato y sin acceso a b<strong>en</strong>eficios. Estratificación creci<strong>en</strong>te d<strong>el</strong><br />

acceso a empleo de calidad por sectores productivos, edades y<br />

niv<strong>el</strong>es de ingreso.<br />

Desigualdad (fuertes brechas, con sectores de productividad media<br />

y alta, obstáculos a la apropiación de ganancias de productividad).<br />

Participación laboral: aum<strong>en</strong>to de la participación laboral fem<strong>en</strong>ina,<br />

avance <strong>en</strong> <strong>el</strong> cierre de brechas respecto a los hombres, pero persiste<br />

la desigualdad <strong>en</strong>tre mujeres de más y m<strong>en</strong>os ingresos. El trabajo no<br />

remunerado y la carga de cuidados obstaculizan la incorporación de<br />

las mujeres de m<strong>en</strong>ores ingresos.<br />

Estratificación d<strong>el</strong> acceso a la<br />

protección contributiva (por<br />

ingresos y sectores productivos).<br />

Desigualdad creci<strong>en</strong>te.<br />

Sectores excluidos de la<br />

protección social contributiva<br />

Pilar no contributivo <strong>en</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to, con focalización<br />

r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te adecuada a riesgos<br />

Protección a adultos mayores<br />

altam<strong>en</strong>te estratificada, sesgos de<br />

género<br />

Desempleo: t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia reci<strong>en</strong>te agregada a la baja, pero aum<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> desempleo juv<strong>en</strong>il y fem<strong>en</strong>ino, <strong>en</strong>sanchami<strong>en</strong>to de la<br />

desigualdad (<strong>en</strong> sectores de ingreso) <strong>en</strong> ambos.<br />

Desigualdad de género: distribución difer<strong>en</strong>cial d<strong>el</strong> trabajo no remunerado y de la carga de cuidado,<br />

castigando a sectores de m<strong>en</strong>ores recursos. Discriminación de género <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral.<br />

Ciclo de vida: mayor vulnerabilidad al inicio de la vida, procesos emancipatorios juv<strong>en</strong>iles, etapa de retiro.<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).


CEPAL<br />

Parte C<br />

Inestabilidad y desigualdad La vulnerabilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL, 2014), Cap. II, Sec. B, pp. 68-80.<br />

1. Estructura d<strong>el</strong> mercado laboral, crecimi<strong>en</strong>to económico y<br />

distribución d<strong>el</strong> ingreso<br />

La estructura de los mercados laborales de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> y su desempeño durante <strong>el</strong><br />

ciclo económico defiere de lo que se observa <strong>en</strong> los países desarrollados. Ambos grupos de países<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong> común que, <strong>en</strong> <strong>el</strong> largo plazo, la variación d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de empleo se determina, <strong>en</strong> gran parte,<br />

por la evolución demográfica (aum<strong>en</strong>to de la población <strong>en</strong> edad de trabajar), modificada por la<br />

trayectoria de la participación laboral3. Sin embargo, <strong>en</strong> <strong>el</strong> corto plazo, <strong>en</strong> los países desarrollados<br />

esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia es matizada <strong>en</strong> forma nítida por la evolución d<strong>el</strong> ciclo económico. En estos países,<br />

la gran mayoría de qui<strong>en</strong>es pierd<strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo durante una recesión o que estando desempleados o<br />

<strong>en</strong> inactividad no logran conseguir un empleo no ti<strong>en</strong>e que asumir cualquier trabajo para sobrevivir,<br />

sino que recibe <strong>el</strong> apoyo de los sistemas de protección social, que además juegan un pap<strong>el</strong> de<br />

estabilizadores automáticos d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico.<br />

En contraste, <strong>en</strong> los países <strong>en</strong> desarrollo, cuando la demanda laboral cae o no crece a tasas<br />

sufici<strong>en</strong>tes, muchos adultos, sobre todo jefes de hogar, no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> ninguna alternativa al trabajo y<br />

deb<strong>en</strong> estar dispuestos a acudir a un empleo que no corresponda a sus capacidades e intereses.<br />

En los casos extremos, debido a estas necesidades y por la presión desde la oferta laboral, se<br />

autog<strong>en</strong>eran puestos de trabajo incluso durante una recesión, lo que incidiría <strong>en</strong> una fuerte caída<br />

de la productividad laboral media <strong>en</strong> tal coyuntura.<br />

Debido a estas difer<strong>en</strong>cias estructurales, la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> está corr<strong>el</strong>acionada de modo mucho m<strong>en</strong>os estrecho con <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico que<br />

<strong>en</strong> los países desarrollados, <strong>en</strong> especial respecto d<strong>el</strong> grupo d<strong>el</strong> Canadá y los Estados Unidos. Si<br />

bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> la región también se observa una corr<strong>el</strong>ación positiva <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y <strong>el</strong><br />

aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> número de ocupados, la dispersión de ambas variables es bastante más <strong>el</strong>evada que<br />

<strong>en</strong> los países desarrollados (véase <strong>el</strong> gráfico I.5).<br />

Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los países desarrollados <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra más<br />

estrecham<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>acionado con <strong>el</strong> empleo, <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> se observa una mayor<br />

corr<strong>el</strong>ación de la productividad laboral con <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico. Sin embargo, tal como se<br />

señaló <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> empleo, la corr<strong>el</strong>ación positiva d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y la productividad<br />

laboral media es g<strong>en</strong>eralizada <strong>en</strong> todas las regiones.<br />

En los países desarrollados es muy poco frecu<strong>en</strong>te que la productividad laboral media<br />

experim<strong>en</strong>te una caída <strong>en</strong> términos absolutos, pues <strong>en</strong> una situación de crisis las empresas su<strong>el</strong><strong>en</strong><br />

despedir personal para reducir costos, lo que incide <strong>en</strong> que mant<strong>en</strong>gan o incluso aum<strong>en</strong>t<strong>en</strong> sus<br />

niv<strong>el</strong>es de productividad (véase <strong>el</strong> gráfico I.6).<br />

En los países de la OCDE, excluidos los países americanos, sólo se registra <strong>en</strong> <strong>el</strong> período<br />

2008-2010 una caída de la productividad laboral media, debido fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te a las políticas<br />

aplicadas <strong>en</strong> def<strong>en</strong>sa d<strong>el</strong> empleo, con frecu<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> un marco de diálogo social, <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de<br />

la crisis financiera global (OIT, 2009; FMI, 2010). En contraste, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Canadá y los Estados Unidos,<br />

ni siquiera durante 2009, con una contracción d<strong>el</strong> producto de más d<strong>el</strong> 3%, hubo una caída de la<br />

productividad, dado que <strong>el</strong> ajuste se c<strong>en</strong>tró <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo.<br />

Durante una crisis <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, <strong>en</strong> cambio, <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> d<strong>el</strong> empleo agregado no<br />

cae de igual forma, debido a que la protección fr<strong>en</strong>te al desempleo es muy débil y muchas personas,<br />

<strong>en</strong> especial si son los principales sost<strong>en</strong>edores de un hogar, se v<strong>en</strong> comp<strong>el</strong>idas a ocuparse <strong>en</strong><br />

cualquier actividad donde obt<strong>en</strong>gan ingresos, por lo que <strong>el</strong> ajuste d<strong>el</strong> mercado laboral se c<strong>en</strong>tra <strong>en</strong><br />

la productividad media 4 . Por tanto, la evolución de la productividad se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra más estrecham<strong>en</strong>te<br />

corr<strong>el</strong>acionada con <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico <strong>en</strong> la región que <strong>en</strong> los países de la OCDE.<br />

3<br />

En <strong>el</strong> caso de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> véanse: W<strong>el</strong>ler (2000, pág. 77) para los años nov<strong>en</strong>ta; W<strong>el</strong>ler y Kaldewei (2013)<br />

para los años 2000.<br />

4<br />

De allí surge <strong>el</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o de los “growthless jobs” (empleos con bajo crecimi<strong>en</strong>to) observado para una serie de los países<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> período 1990-2004 (Pagés, Pierre y Scarpetta, 2009).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico I.5<br />

Canadá y Estados Unidos, OCDE y <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

y g<strong>en</strong>eración de empleo, 1992-2010 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

A. Canadá y Estados Unidos<br />

6<br />

R² = 0,7509<br />

5<br />

4<br />

Variación d<strong>el</strong> empleo<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

-5 -3 -1 1 3 5 7<br />

-<br />

-1<br />

-2<br />

-3<br />

-4<br />

Crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

B. OCDE<br />

R² = 0,5044<br />

6<br />

5<br />

Variación d<strong>el</strong> empleo<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

-5 -3 -1 1 3 5 7<br />

-1<br />

-2<br />

-3<br />

-4<br />

Crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

C. <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

6<br />

R² = 0,2299<br />

5<br />

Variación d<strong>el</strong> empleo<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

-5 -3 -1<br />

0<br />

1 3 5 7<br />

-1<br />

-2<br />

-3<br />

-4<br />

Crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), “Productividad<br />

laboral y distribución”, Coyuntura laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Boletín N° 6, mayo de 2012, sobre la base de datos de<br />

OIT, Key Indicators of the Labour Market (KILM) y Banco Mundial.<br />

Nota: Cada punto corresponde a un año <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de los países d<strong>el</strong> grupo correspondi<strong>en</strong>te.<br />

a<br />

OCDE excluye <strong>el</strong> Canadá y los Estados Unidos así como sus otros miembros americanos (Chile y México).


CEPAL<br />

• Gráfico I.6<br />

Canadá y Estados Unidos, OCDE y <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico y variación de la productividad laboral media, 1992-2010 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

A. Canadá y Estados Unidos<br />

4,0<br />

R² = 0,574<br />

3,5<br />

Variación de la productividad laboral<br />

3,0<br />

2,5<br />

2,0<br />

1,5<br />

1,0<br />

0,5<br />

-4 -2 0,0<br />

2 4 6<br />

-0,5<br />

-1,0<br />

Crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

B. OCDE<br />

R² = 0,4863<br />

4<br />

3<br />

Variación de la productividad laboral<br />

2<br />

1<br />

-5 -3 -1<br />

0<br />

2008<br />

1 3<br />

2010<br />

5 7<br />

-1<br />

-2<br />

2009<br />

-3<br />

-4<br />

-5<br />

Crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

C. <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

4<br />

R² = 0,8441<br />

3<br />

Variación de la productividad laboral<br />

2<br />

1<br />

-5 -3 -1 0 1 3 5 7<br />

-1<br />

-2<br />

-3<br />

-4<br />

-5<br />

-6<br />

Crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), “Productividad<br />

laboral y distribución”, Coyuntura laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Boletín N° 6, mayo de 2012, sobre la base de datos de<br />

OIT, Key Indicators of the Labour Market (KILM) y Banco Mundial.<br />

Nota: Cada punto corresponde a un año para <strong>el</strong> conjunto de los países d<strong>el</strong> grupo correspondi<strong>en</strong>te.<br />

a<br />

OCDE excluye <strong>el</strong> Canadá y los Estados Unidos así como sus otros miembros americanos (Chile y México).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

En suma, los mercados laborales tanto de los países desarrollados como de los de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> se ajustan fr<strong>en</strong>te a una desac<strong>el</strong>eración d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y, por consigui<strong>en</strong>te,<br />

de la demanda laboral, pero los primeros lo hac<strong>en</strong> más por la vía d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de empleo, mi<strong>en</strong>tras que<br />

los segundos lo hac<strong>en</strong> más a través de la productividad. La llamada “década perdida” de los años<br />

och<strong>en</strong>ta y <strong>el</strong> bajo y volátil crecimi<strong>en</strong>to económico de la región <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta e inicios de 2000,<br />

afectaron marcadam<strong>en</strong>te la evolución de la productividad laboral y, r<strong>el</strong>acionada con la anterior, la<br />

calidad d<strong>el</strong> empleo. No obstante, como se analiza a continuación, se observan grandes difer<strong>en</strong>cias<br />

<strong>en</strong> los países de la región <strong>en</strong> cuanto a los vínculos d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y <strong>el</strong> empleo, debido<br />

al peso difer<strong>en</strong>ciado de las dinámicas de la oferta y la demanda.<br />

Si la expansión d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> agregado regional dep<strong>en</strong>de <strong>en</strong> gran medida d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

demográfico, ¿cuál es la r<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> empleo y <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico? Para responder es es<strong>en</strong>cial<br />

difer<strong>en</strong>ciar <strong>el</strong> surgimi<strong>en</strong>to de empleos a partir de la dinámica de la demanda y los empleos que<br />

respond<strong>en</strong> a la oferta laboral (por lo g<strong>en</strong>eral se crean <strong>en</strong> actividades con bajas barreras de <strong>en</strong>trada<br />

y productividad) 5 . Debido a las limitaciones de la disponibilidad de datos, a continuación se analizan<br />

con dos categorías de ocupación como proxies para los segm<strong>en</strong>tos laborales determinados por la<br />

demanda y la oferta, respectivam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> empleo asalariado y <strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia 6 .<br />

La r<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y <strong>el</strong> empleo asalariado es muy nítida <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico I.7,<br />

donde se puede observar una marcada corr<strong>el</strong>ación positiva de ambas variables: <strong>el</strong> empleo asalariado<br />

aum<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> años de <strong>el</strong>evado crecimi<strong>en</strong>to económico y se expande muy poco <strong>en</strong> años de estancami<strong>en</strong>to<br />

o crisis económica.<br />

En contraste, la r<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y <strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia es m<strong>en</strong>os<br />

clara. En varios años <strong>el</strong> comportami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia fue contracíclico, lo que refleja<br />

una dinámica desde la oferta. Por ejemplo, <strong>en</strong> 2009 la débil g<strong>en</strong>eración de empleo asalariado fue<br />

parcialm<strong>en</strong>te comp<strong>en</strong>sada por un aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo por cu<strong>en</strong>ta propia; por otra parte, de 2005<br />

a 2007, <strong>en</strong> un esc<strong>en</strong>ario de una <strong>el</strong>evada y r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te prolongada creación de puestos de trabajo<br />

asalariado, <strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia aum<strong>en</strong>tó poco e incluso disminuyó <strong>en</strong> términos absolutos.<br />

Este desempeño refleja <strong>el</strong> orig<strong>en</strong> d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los sectores de baja productividad, dinamizado desde<br />

la oferta laboral como complem<strong>en</strong>to de la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> los sectores de productividad<br />

alta o media, que está determinado por la demanda laboral, <strong>en</strong> una r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong> que <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los<br />

primeros se expande con frecu<strong>en</strong>cia de manera opuesta al empleo <strong>en</strong> los segundos.<br />

Sin embargo, también se observan años con un comportami<strong>en</strong>to procíclico <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia. Así ocurrió, por ejemplo, <strong>en</strong> 2000, 2004, 2008 y 2010, cuando <strong>en</strong> años de un<br />

crecimi<strong>en</strong>to económico r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evado no solo hubo una alta demanda laboral sino que,<br />

además, muchas personas con necesidades de ingresos laborales percibieron oportunidades<br />

favorables para aprovechar a través d<strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te las oportunidades que ofrecía <strong>el</strong><br />

esc<strong>en</strong>ario económico.<br />

5<br />

Este segm<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mercado laboral frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te se llama “sector informal”. Dado que <strong>en</strong> este capítulo interesa<br />

destacar las características de la inserción productiva, mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> “sector informal” <strong>en</strong> muchos casos se r<strong>el</strong>aciona<br />

con aspectos jurídicos, se prefiere, <strong>en</strong> la tradición de la CEPAL, mant<strong>en</strong>er <strong>el</strong> concepto de los sectores de baja<br />

productividad, salvo donde efectivam<strong>en</strong>te se refiere a una caracterización jurídica.<br />

6<br />

Si bi<strong>en</strong> no todo <strong>el</strong> empleo asalariado corresponde al segm<strong>en</strong>to determinado por la demanda y no todo <strong>el</strong> trabajo<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia al segm<strong>en</strong>to determinado por la oferta, la gran mayoría d<strong>el</strong> primero responde a la dinámica de la<br />

demanda y la gran mayoría d<strong>el</strong> segundo a la dinámica de la oferta.


CEPAL<br />

• Gráfico I.7<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: crecimi<strong>en</strong>to económico y dinámica<br />

<strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración d<strong>el</strong> empleo, 2000-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

-1<br />

-2<br />

2000<br />

2001<br />

2002<br />

2003<br />

2004<br />

Tasa de crecimi<strong>en</strong>to<br />

2005<br />

2012 a<br />

<strong>2006</strong><br />

2007<br />

2008<br />

2009<br />

2010<br />

2011<br />

<strong>Empleo</strong> asalariado Trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia PIB<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de información oficial de los países y de la Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

a<br />

Datos pr<strong>el</strong>iminares.<br />

Estas dinámicas variadas subrayan la heterog<strong>en</strong>eidad interna d<strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta<br />

propia: <strong>en</strong> esta categoría de ocupación no se desempeñan exclusivam<strong>en</strong>te personas excluidas d<strong>el</strong><br />

empleo asalariado, sino que también existe un subsegm<strong>en</strong>to dinámico que refleja la búsqueda de<br />

oportunidades y con pot<strong>en</strong>cial de crecer 7 .<br />

Similares resultados se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran también a niv<strong>el</strong> de los países. Como se puede observar<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro II.1, <strong>en</strong> la mediana de 14 países de la región <strong>el</strong> empleo asalariado registra un coefici<strong>en</strong>te<br />

de corr<strong>el</strong>ación 0,58 respecto al crecimi<strong>en</strong>to económico, mi<strong>en</strong>tras para <strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia<br />

este indicador es de -0,27. Con bastantes difer<strong>en</strong>cias según los países —<strong>en</strong> parte estas reflejan<br />

problemas de medición—, <strong>el</strong> empleo asalariado evoluciona de manera claram<strong>en</strong>te procíclica. En<br />

contraste, las dinámicas procíclicas y contracíclicas d<strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia g<strong>en</strong>eran coefici<strong>en</strong>tes<br />

de corr<strong>el</strong>ación bastante bajos; <strong>el</strong> signo negativo que se observa <strong>en</strong> la gran mayoría de los países<br />

indicaría que prevalece la dinámica contracíclica.<br />

7<br />

Los resultados de diversos estudios empíricos también constatan la simultaneidad de ambas dinámicas. En estos se<br />

puede observar que una parte de los trabajadores asalariados no registrados (informales) se esfuerza para conseguir<br />

un empleo formal (esto implicaría que estaría <strong>en</strong> la informalidad por necesidad, dado que no ha obt<strong>en</strong>ido un empleo<br />

formal), mi<strong>en</strong>tras que otra parte no int<strong>en</strong>ta trasladarse a la formalidad (lo que implicaría que predominarían las v<strong>en</strong>tajas<br />

de la informalidad). Al respecto véanse Pu<strong>en</strong>tes y Contreras (2009) y Soares (2004).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Cuadro I.3<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): coefici<strong>en</strong>tes de la corr<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> empleo y <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico: empleo total, empleo asalariado y trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia, 1995-2012<br />

País <strong>Empleo</strong> total <strong>Empleo</strong> asalariado<br />

Trabajo por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia<br />

Arg<strong>en</strong>tina (17) 0,71 0,77 -0,07<br />

Brasil (18) 0,63 0,62 0,21<br />

Chile (17) 0,54 0,65 -0,27<br />

Colombia (18) 0,15 0,53 -0,34<br />

Costa Rica (18) 0,37 0,45 -0,27<br />

Ecuador (17) -0,19 -0,13 -0,01<br />

El Salvador (16) 0,04 0,44 -0,30<br />

Honduras (14) -0,31 0,20 -0,03<br />

México (17) 0,79 0,87 -0,58<br />

Panamá (18) 0,34 0,70 -0,42<br />

Perú (13) 0,08 0,33 -0,08<br />

República Dominicana (18) 0,61 0,20 0,50<br />

Uruguay (11) 0,67 0,77 -0,30<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República<br />

0,47 0,78 -0,35<br />

Bolivariana de) (18)<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (mediana) 0,42 0,58 -0,27<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de información oficial de los países y de la Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Nota: Entre paréntesis se indica <strong>el</strong> número de años con información disponible para cada país.<br />

Puesto que la evolución d<strong>el</strong> empleo asalariado está estrecham<strong>en</strong>te corr<strong>el</strong>acionada con <strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to económico, puede inferirse que este crecimi<strong>en</strong>to será más determinante para la g<strong>en</strong>eración<br />

de empleo <strong>en</strong> su conjunto <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>los países con un mayor grado de asalarización.<br />

Dado <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> r<strong>el</strong>evante de la evolución d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to demográfico para la trayectoria d<strong>el</strong><br />

empleo agregado, para excluir este factor y analizar con mayor nitidez <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> difer<strong>en</strong>ciado d<strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to económico, a continuación se utiliza la tasa de ocupación como indicador clave de<br />

la evolución d<strong>el</strong> empleo 8 , así como con la variación d<strong>el</strong> PIB per cápita. Se puede apreciar que la<br />

corr<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> PIB per cápita y la variación de la tasa de ocupación es más <strong>el</strong>evada<br />

<strong>en</strong> los países con una mayor proporción de asalariados <strong>en</strong> los ocupados (véase <strong>el</strong> gráfico I.8).<br />

8<br />

La tasa de ocupación repres<strong>en</strong>ta la proporción de los ocupados <strong>en</strong> la población <strong>en</strong> edad de trabajar.


CEPAL<br />

• Gráfico I.8<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (17 países): grado de asalarización de la estructura ocupacional<br />

(fines de la década de 2000) y corr<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y la variación de la<br />

tasa de ocupación, 1990-2010<br />

(En números y porc<strong>en</strong>tajes)<br />

1,0<br />

Corr<strong>el</strong>ación crecmi<strong>en</strong>to económicovariación<br />

de la tasa de ocupación<br />

0,8<br />

0,6<br />

0,4<br />

0,2<br />

0,0<br />

40 45 50 55 60 65 70 75 80<br />

-0,2<br />

-0,4<br />

Grado de asalarización (<strong>en</strong> porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de información oficial de los países y de la Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Un segundo aspecto a considerar es que <strong>el</strong> grado de asalarización está positivam<strong>en</strong>te<br />

corr<strong>el</strong>acionado con <strong>el</strong> desarrollo r<strong>el</strong>ativo d<strong>el</strong> país, que se repres<strong>en</strong>ta por <strong>el</strong> PIB per cápita (W<strong>el</strong>ler y<br />

Kaldewei, 2013). Como se ha examinado, la evolución d<strong>el</strong> empleo asalariado se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra estrecham<strong>en</strong>te<br />

corr<strong>el</strong>acionada con <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico, por lo que no debiera sorpr<strong>en</strong>der que la corr<strong>el</strong>ación<br />

d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y la variación de la tasa de ocupación sea más <strong>el</strong>evada <strong>en</strong> países con<br />

un mayor PIB per cápita (véase <strong>el</strong> gráfico I.9).<br />

Salvo <strong>el</strong> caso de Costa Rica, <strong>en</strong> todos los países con un producto per cápita por <strong>en</strong>cima de<br />

5.000 dólares (de 2005) <strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te de regresión d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico es estadísticam<strong>en</strong>te<br />

significativo, mi<strong>en</strong>tras que, con la excepción de Jamaica, <strong>en</strong> los países con un PIB per cápita por<br />

debajo de este umbral, este coefici<strong>en</strong>te no lo es (W<strong>el</strong>ler, 2012) 9 . De esta manera, tanto la magnitud<br />

de los coefici<strong>en</strong>tes de corr<strong>el</strong>ación como su niv<strong>el</strong> de significancia subrayan la importancia d<strong>el</strong> vínculo<br />

d<strong>el</strong> PIB per cápita y <strong>el</strong> grado de asalarización para la corr<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y los<br />

cambios <strong>en</strong> la tasa de ocupación.<br />

9<br />

En <strong>el</strong> caso de Jamaica esto podría cambiar si se pudiese trabajar con información sobre <strong>el</strong> empleo urbano, como ocurre <strong>en</strong> la<br />

mayoría de los casos. Véase la nota explicativa d<strong>el</strong> gráfico II.6.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico I.9<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (17 países s<strong>el</strong>eccionados): coefici<strong>en</strong>te de corr<strong>el</strong>ación d<strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> PIB per cápita y los cambios <strong>en</strong> la tasa de ocupación urbana, 1990-2010<br />

(En números)<br />

1,0<br />

0,8<br />

Coefici<strong>en</strong>te de corr<strong>el</strong>ación<br />

0,6<br />

0,4<br />

0,2<br />

0,0<br />

0,2<br />

0,4<br />

Brasil<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

México<br />

Uruguay<br />

Trinidad y Tabago<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Panamá<br />

Jamaica<br />

Chile<br />

Costa Rica<br />

El Salvador<br />

Colombia<br />

Rep. Dominicana<br />

Perú<br />

Ecuador<br />

Honduras<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Fu<strong>en</strong>te: J. W<strong>el</strong>ler, “Crecimi<strong>en</strong>to, empleo y distribución de ingresos <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, serie Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo,<br />

N° 122 (LC/L.3516), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), 2012.<br />

Nota: En los casos de Chile, Jamaica, la República Dominicana, Trinidad y Tabago y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana<br />

de) la tasa de ocupación ti<strong>en</strong>e cobertura nacional y es publicada por las instituciones de estadística nacionales. Es de<br />

suponer que una d<strong>el</strong>imitación de la tasa de ocupación aum<strong>en</strong>taría <strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te de corr<strong>el</strong>ación <strong>en</strong> estos casos. Chile y<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) registran una proporción de población urbana cercana al 90%, por lo que <strong>en</strong> estos<br />

casos la modificación sería mínima. En contraste, <strong>en</strong> varios países la información solo cubre una parte d<strong>el</strong> mercado laboral<br />

urbano, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te <strong>el</strong> más asalariado. Destaca <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> Brasil, donde la información abarca las seis principales áreas<br />

metropolitanas. En estos casos, una cobertura urbana completa t<strong>en</strong>dería a producir corr<strong>el</strong>aciones algo m<strong>en</strong>ores.<br />

En consecu<strong>en</strong>cia, se puede concluir lo sigui<strong>en</strong>te:<br />

i) El niv<strong>el</strong> absoluto d<strong>el</strong> empleo se determina <strong>en</strong> gran medida por la evolución demográfica<br />

(presión desde la oferta laboral).<br />

ii)<br />

Los países con mayor PIB per cápita registran un mayor grado de asalarización.<br />

iii) La evolución d<strong>el</strong> empleo asalariado dep<strong>en</strong>de de la demanda laboral y, por tanto, d<strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to económico.<br />

iv) En los países con mayor PIB per cápita, la evolución de la tasa de ocupación está más<br />

estrecham<strong>en</strong>te corr<strong>el</strong>acionada con <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico que <strong>en</strong> los países más pobres.<br />

v) Por consigui<strong>en</strong>te, dado que la mayor parte d<strong>el</strong> producto se g<strong>en</strong>era <strong>en</strong> los sectores (público<br />

y privado) de media y alta productividad, donde existe más proporción de r<strong>el</strong>aciones<br />

laborales asalariadas, <strong>en</strong> los países más ricos y con un mayor grado de asalarización una<br />

misma tasa de crecimi<strong>en</strong>to económico se traduce (inclusive con <strong>el</strong>asticidad idéntica <strong>en</strong>tre<br />

<strong>el</strong> empleo asalariado y <strong>el</strong> producto) <strong>en</strong> más empleos asalariados (respecto d<strong>el</strong> empleo<br />

total d<strong>el</strong> país) que <strong>en</strong> los países más pobres y con una tasa de asalarización inferior.<br />

Lógicam<strong>en</strong>te, la presión desde la oferta laboral incide r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te más <strong>en</strong> la estructural<br />

ocupacional y evolución de los países más pobres. Aqu<strong>el</strong>los países con un ingreso per cápita más<br />

bajo su<strong>el</strong><strong>en</strong> t<strong>en</strong>er una mayor proporción de su fuerza de trabajo urbana desempeñándose <strong>en</strong> sectores<br />

de baja productividad (véase <strong>el</strong> gráfico I.10) 10 .<br />

10<br />

Con fines de medición, los sectores de baja productividad se defin<strong>en</strong> como la suma de trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia<br />

(no profesionales ni técnicos), empleadores y asalariados de microempresas, <strong>el</strong> servicio doméstico y los trabajadores<br />

familiares no remunerados.


CEPAL<br />

• Gráfico I.10<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: empleo urbano <strong>en</strong> sectores de baja productividad, según niv<strong>el</strong> d<strong>el</strong> PIB per<br />

cápita, fines de la década de 2000<br />

65<br />

60<br />

Proporción d<strong>el</strong> empleo urbano <strong>en</strong><br />

sectores de baja productividad<br />

(porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> empleo urbano)<br />

55<br />

50<br />

45<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

0 2 000 4 000 6 000 8 000 10 000<br />

PIB per cápita (dólares de 2005)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2010 (LC/<br />

G.2481-P), Santiago de Chile, 2011, y otros datos de la CEPAL.<br />

Tomando <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta esta r<strong>el</strong>ación negativa <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> PIB per cápita y la proporción d<strong>el</strong> empleo<br />

<strong>en</strong> sectores de baja productividad, no sorpr<strong>en</strong>de que durante los años och<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> estos<br />

sectores se expandiera vigorosam<strong>en</strong>te. El impacto inmediato de la crisis de la deuda externa que<br />

golpeó a prácticam<strong>en</strong>te todos los países de la región fue un marcado aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> desempleo abierto<br />

que alcanzó un máximo <strong>en</strong> 1984. Como se prolongó la situación de estancami<strong>en</strong>to económico y de<br />

baja demanda laboral d<strong>el</strong> sector de productividad <strong>el</strong>evada, muchas personas se vieron obligadas a<br />

insertarse <strong>en</strong> actividades de baja productividad, que aum<strong>en</strong>taron marcadam<strong>en</strong>te como proporción<br />

d<strong>el</strong> empleo urbano 11 . Al mismo tiempo desc<strong>en</strong>dió <strong>el</strong> desempleo abierto (a pesar de un crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico bajo) y hacia 1987 se había regresado al niv<strong>el</strong> previo a la crisis. También durante los años<br />

nov<strong>en</strong>ta y hasta inicios de la década de dos mil se registró un deterioro de la estructura de ocupación,<br />

lo que se revirtió parcialm<strong>en</strong>te a partir de mediados de esa década. La participación de los sectores<br />

de baja productividad <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo urbano subió de un 47,2% alrededor de 1990 a un 50,5% <strong>en</strong> 2002-<br />

2003 y desc<strong>en</strong>dió posteriorm<strong>en</strong>te, hasta llegar a 47,5% <strong>en</strong> 2007-2009 12 .<br />

La segm<strong>en</strong>tación d<strong>el</strong> mercado laboral también se refleja <strong>en</strong> las brechas de ingresos de<br />

los sectores formal e informal, lo que a su vez g<strong>en</strong>era consecu<strong>en</strong>cias distributivas negativas. Por<br />

ejemplo, según Keifman y Maurizio (2012) los ocupados informales percib<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre un 20% y un 40%<br />

m<strong>en</strong>os de ingresos que los ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector formal, incluso considerando las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong><br />

las características personales 13 .<br />

La r<strong>el</strong>ativa debilidad de g<strong>en</strong>eración de empleo productivo durante los años och<strong>en</strong>ta y nov<strong>en</strong>ta<br />

también se expresó <strong>en</strong> una ampliación de la brecha de ingresos de los segm<strong>en</strong>tos productivos. Se<br />

ha estimado que <strong>en</strong> la región <strong>en</strong> su conjunto, <strong>en</strong>tre 1980 y 1989 los ingresos laborales medios reales<br />

11<br />

Sobre la base de una definición más restringida que la aplicada posteriorm<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> Programa Regional d<strong>el</strong> <strong>Empleo</strong><br />

para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (PREALC), de la OIT, estimó un aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo informal <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo urbano de<br />

un 39% de la PEA <strong>en</strong> 1980 a un 51% <strong>en</strong> 1989 (PREALC, 1991). Si bi<strong>en</strong> <strong>el</strong> razonami<strong>en</strong>to conceptual sobre <strong>el</strong> empleo<br />

informal empleado <strong>en</strong> ese contexto por la OIT se asemejaba a lo que aquí se d<strong>en</strong>omina empleo <strong>en</strong> sectores de baja<br />

productividad, estas tasas regionales difirieron <strong>en</strong> términos de metodología de medición y cobertura con las publicadas<br />

por la OIT y la CEPAL a partir de 1990 y, por tanto, no son comparables con estas.<br />

12<br />

Promedio simple de 14 países de la región; cálculo propio sobre la base de CEPAL (2010, cuadro A-8).<br />

13<br />

Cabe señalar, sin embargo, que <strong>el</strong> análisis de Keifman y Maurizio (2012) difer<strong>en</strong>cia los ingresos de trabajadores formales<br />

e informales sobre la base de una definición legal. Por otra parte, la segm<strong>en</strong>tación no es absoluta para las personas,<br />

pues exist<strong>en</strong> desplazami<strong>en</strong>tos <strong>en</strong>tre ambos sectores (Bosch y Maloney, 2005).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

bajaron un 7% <strong>en</strong> las empresas medianas y grandes, un 30% <strong>en</strong> las empresas pequeñas y <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

sector público y un 42% para los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia (PREALC, 1991, pág. 32). Desde<br />

comi<strong>en</strong>zos de la década de 1990 y hasta alrededor de 2002, <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio de los países de la región<br />

los salarios medios de las microempresas cayeron respecto a los salarios medios de la pequeña,<br />

mediana y gran empresa desde un 73% a un 63%. Fue incluso mayor <strong>el</strong> deterioro de los ingresos de<br />

los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia (no trabajadores ni técnicos), que cayeron <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación a los salarios<br />

medios de la pequeña, mediana y gran empresa de un 113% a un 86% 14 . En contraste, durante los<br />

años sigui<strong>en</strong>tes (hasta fines de la década de 2000), un período <strong>en</strong> <strong>el</strong> que se dinamizó la g<strong>en</strong>eración<br />

de empleo asalariado <strong>en</strong> empresas formales, estas brechas dejaron de aum<strong>en</strong>tar y quedaron <strong>en</strong> un<br />

64% <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las microempresas y <strong>en</strong> un 90% <strong>en</strong> <strong>el</strong> de los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia 15 .<br />

Empero, tales brechas no son iguales <strong>en</strong> todos los países, porque los ingresos r<strong>el</strong>ativos de<br />

los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia (no profesionales ni técnicos) ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a ser mayores <strong>en</strong> los países<br />

de ingreso per cápita más <strong>el</strong>evado, donde se su<strong>el</strong>e emplear una mayor proporción de trabajadores<br />

<strong>en</strong> los sectores de media y alta productividad (W<strong>el</strong>ler y Kaldewei, 2013). Al respecto debe recordarse<br />

que por cu<strong>en</strong>ta propia su<strong>el</strong><strong>en</strong> trabajar tanto aqu<strong>el</strong>las personas que valoran <strong>en</strong> este tipo de trabajo<br />

una oportunidad (debido a su mayor libertad individual, flexibilidad e ingresos, <strong>en</strong>tre otros factores),<br />

como otras que preferirían laborar como asalariados <strong>en</strong> sectores de media y alta productividad pero<br />

que <strong>en</strong> aus<strong>en</strong>cia de ese tipo de oportunidades, se v<strong>en</strong> obligadas a desempeñarse <strong>en</strong> estos trabajos.<br />

Los mayores ingresos r<strong>el</strong>ativos de los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia <strong>en</strong> los países con una mayor<br />

proporción d<strong>el</strong> empleo total <strong>en</strong> sectores de productividad media y alta, se explicarían por una m<strong>en</strong>or<br />

proporción de los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia de aqu<strong>el</strong>los que lo son involuntariam<strong>en</strong>te, y una<br />

mayor proporción de aqu<strong>el</strong>los que se desempeñan voluntariam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> esta categoría ocupacional.<br />

Por otra parte, <strong>en</strong> los países con m<strong>en</strong>or ingreso per cápita y una baja demanda laboral, gran parte<br />

de la oferta laboral debe volcarse hacia las actividades de reducida productividad, lo que ejerce una<br />

presión sobre los ingresos medios que se pued<strong>en</strong> percibir <strong>en</strong> estas.<br />

14<br />

Se ha planteado que <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de una contracción d<strong>el</strong> aparato productivo <strong>en</strong> los sectores de mayor productividad,<br />

los sectores de baja productividad pued<strong>en</strong> desempeñar un pap<strong>el</strong> de mitigación al estabilizar parcialm<strong>en</strong>te la demanda<br />

(Ocampo, Rada y Taylor, 2009). Sin embargo, esta caída de los ingresos medios limita este pap<strong>el</strong> de mitigación. Además,<br />

una prolongada perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> actividades de baja productividad dificulta la posterior inserción productiva <strong>en</strong> los<br />

sectores más productivos, afectando negativam<strong>en</strong>te tanto los ingresos pres<strong>en</strong>tes y futuros de las personas afectadas<br />

como las perspectivas de crecimi<strong>en</strong>to.<br />

15<br />

Cálculo propio sobre la base de CEPAL (2010).


CEPAL<br />

B. Regulación d<strong>el</strong> mercado de trabajo<br />

Parte D<br />

La política laboral a lo largo de las últimas décadas (artículo para libro CIMT / Colombia.V1,<br />

16.9.2013), pp. 23-39.<br />

1. Introducción: Los retos de la política laboral<br />

El empleo continúa si<strong>en</strong>do la base d<strong>el</strong> sust<strong>en</strong>to material para la gran mayoría de la población<br />

latinoamericana y caribeña. Además, pot<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te facilita <strong>el</strong> desarrollo interpersonal, la autoestima<br />

y <strong>el</strong> reconocimi<strong>en</strong>to mutuo <strong>en</strong> colectivos con características comunes, con lo cual sería <strong>el</strong> principal<br />

mecanismo para la cohesión social. Esto implica que la política laboral no solo debe fom<strong>en</strong>tar la<br />

g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> sí, sino la g<strong>en</strong>eración de empleo con características que permitan <strong>el</strong><br />

aprovechami<strong>en</strong>to de este pot<strong>en</strong>cial económico y social.<br />

Mi<strong>en</strong>tras los niv<strong>el</strong>es d<strong>el</strong> empleo se determinan principalm<strong>en</strong>te por factores demográficos<br />

(evolución de la población <strong>en</strong> edad de trabajar) y socio-culturales (evolución de la participación<br />

laboral), sus características se determinan por la estructura productiva y la institucionalidad laboral.<br />

Primero, la inversión de capital y la tecnología asociada a <strong>el</strong>la, conjuntam<strong>en</strong>te con la calificación<br />

de la fuerza laboral y la organización de estos factores para <strong>el</strong> proceso productivo, incid<strong>en</strong> <strong>en</strong> la<br />

cantidad de los puestos de trabajo g<strong>en</strong>erados <strong>en</strong> este proceso y los niv<strong>el</strong>es de productividad laboral<br />

correspondi<strong>en</strong>tes. La (in)sufici<strong>en</strong>cia de los puestos de trabajo g<strong>en</strong>erados <strong>en</strong> este contexto determina<br />

si y <strong>en</strong> qué cantidad los hogares – como consecu<strong>en</strong>cia de sus necesidades y la correspondi<strong>en</strong>te<br />

presión desde la oferta laboral – adicionalm<strong>en</strong>te se v<strong>en</strong> obligados a (auto)g<strong>en</strong>erar empleos, con<br />

bajos niv<strong>el</strong>es de capital, tecnología y productividad. El hecho de que una proporción significativa<br />

de la fuerza laboral se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> estos sectores de baja productividad refleja la heterog<strong>en</strong>eidad<br />

estructural que caracteriza <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

Un increm<strong>en</strong>to de la productividad amplía <strong>el</strong> espacio para mejoras de la calidad d<strong>el</strong> empleo.<br />

Sin embargo, la causalidad <strong>en</strong>tre la evolución de la productividad y las características d<strong>el</strong> empleo<br />

no es directa y para que se dé se requiere, adicionalm<strong>en</strong>te, instituciones laborales que regulan tanto<br />

aspectos de la calidad de los puestos de trabajo (por ejemplo, la seguridad e higi<strong>en</strong>e laboral) como<br />

aspectos de la calidad d<strong>el</strong> empleo (pago, horas de trabajo, r<strong>el</strong>aciones laborales, etc.).<br />

La institucionalidad laboral ti<strong>en</strong>e un doble objetivo (CEPAL, 2010: 173s): 1. Contribuir al<br />

funcionami<strong>en</strong>to efici<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> mercado laboral, lo que implica incorporar creci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te la fuerza laboral<br />

a empleos productivos, estimular aum<strong>en</strong>tos de la productividad (lo que incluye la distribución efectiva<br />

de los frutos correspondi<strong>en</strong>tes) y diseñar mecanismos que permit<strong>en</strong> ajustes adecuados a los vaiv<strong>en</strong>es<br />

d<strong>el</strong> ciclo económico y 2. La protección de los trabajadores como actores estructuralm<strong>en</strong>te más débiles,<br />

sobre todo de los grupos vulnerables con problemas específicos <strong>en</strong> la inserción laboral productiva.<br />

Cabe señalar que las instituciones solo pued<strong>en</strong> cumplir con sus objetivos de manera sost<strong>en</strong>ible<br />

si están doblem<strong>en</strong>te incrustadas (Berg y Kucera, 2008: 27): Primero, responderían a las normas<br />

sociales históricam<strong>en</strong>te surgidas <strong>en</strong> un país específico, de manera que típicam<strong>en</strong>te varían <strong>en</strong>tre<br />

los países, y segundo tomarían <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> contexto productivo, de manera que <strong>en</strong> un país dado<br />

típicam<strong>en</strong>te varían a lo largo d<strong>el</strong> tiempo. Estar doblem<strong>en</strong>te incrustadas ti<strong>en</strong>e varias implicaciones:<br />

• No hay un juego de instituciones laborales que es óptimo <strong>en</strong> <strong>el</strong> tiempo y <strong>en</strong> <strong>el</strong> espacio.<br />

• Una institucionalidad laboral que cumplió razonablem<strong>en</strong>te bi<strong>en</strong> con sus objetivos <strong>en</strong> un<br />

mom<strong>en</strong>to dado puede dejar de hacerlo <strong>en</strong> otro contexto productivo.<br />

• Pero tampoco debe asumirse un determinismo tecnológico-productivo, pues <strong>el</strong> diseño<br />

de la institucionalidad también debe considerar las normas sociales – los cuales también<br />

pued<strong>en</strong> cambiar, si bi<strong>en</strong> típicam<strong>en</strong>te de manera gradual.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Si bi<strong>en</strong> se puede imponer ciertas regulaciones que no son congru<strong>en</strong>tes con las normas<br />

sociales vig<strong>en</strong>tes, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un contexto autoritario, estas su<strong>el</strong><strong>en</strong> carecer de legitimidad<br />

y pued<strong>en</strong> ser objeto de reversión cuando las r<strong>el</strong>aciones de fuerza políticas cambian 16 .<br />

La institucionalidad se construye típicam<strong>en</strong>te con tres mecanismos de regulación, basados<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado, disposiciones legales y administrativas y negociaciones colectivas, respectivam<strong>en</strong>te<br />

(Betcherman, Luinstra y Ogawa, 2001). La manera <strong>en</strong> que se combinan los tres mecanismos de<br />

regulación es resultado de un proceso político y se expresa, específicam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> la política laboral.<br />

Además de definir las reglas bajo las cuales se desarrollan los otros dos mecanismos de regulación<br />

(basados <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado y la negociación colectiva), la política laboral determina muchos <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos<br />

de la r<strong>el</strong>ación contractual que define las r<strong>el</strong>aciones laborales individuales <strong>en</strong>tre los trabajadores y las<br />

empresas, abarcando aspectos como, por ejemplo, <strong>el</strong> inicio y <strong>el</strong> fin d<strong>el</strong> contrato laboral, <strong>el</strong> tiempo<br />

d<strong>el</strong> trabajo (por ejemplo, jornada laboral, horas semanales, vacaciones) y la retribución al trabajo (por<br />

ejemplo, salario mínimo, pago de horas extra), así como la seguridad e higi<strong>en</strong>e <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo.<br />

La política laboral se ve acompañada por las políticas d<strong>el</strong> mercado de trabajo, que utilizan<br />

interv<strong>en</strong>ciones directas <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral para combatir o evitar <strong>el</strong> desempleo y subir los<br />

ingresos laborales. Los principales instrum<strong>en</strong>tos de las políticas activas d<strong>el</strong> mercado de trabajo<br />

son la capacitación, los servicios de intermediación y la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> forma directa o<br />

indirecta, de manera que pued<strong>en</strong> <strong>en</strong>focar la oferta laboral (por ejemplo, capacitación), la intermediación<br />

(servicios de colocación, apoyo a la búsqueda de empleo) y la demanda (subsidios a la contratación,<br />

microcréditos), o una combinación de <strong>el</strong>las. Las políticas pasivas d<strong>el</strong> mercado de trabajo ti<strong>en</strong><strong>en</strong> por<br />

un lado una ori<strong>en</strong>tación social al proveer ingresos a personas que perdieron su fu<strong>en</strong>te de trabajo<br />

y, por <strong>el</strong> otro, aspiran a mejorar la efici<strong>en</strong>cia de la intermediación, al posibilitar una búsqueda de<br />

empleo que sea m<strong>en</strong>os presionada por la falta de ingresos.<br />

La tercera política r<strong>el</strong>evante <strong>en</strong> este contexto es la política de empleo que abarca los<br />

instrum<strong>en</strong>tos macroeconómicos y sectoriales que incid<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> y la composición d<strong>el</strong> producto,<br />

con <strong>el</strong> impacto correspondi<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> y la composición d<strong>el</strong> empleo y <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> absoluto y r<strong>el</strong>ativo<br />

de las remuneraciones. Las políticas de empleo afectan la demanda laboral e implican una gran<br />

amplitud de los instrum<strong>en</strong>tos pot<strong>en</strong>ciales correspondi<strong>en</strong>tes (políticas fiscal, cambiaria, monetaria,<br />

comercial, de precios, de ingresos, tecnológica, de desarrollo sectorial y regional etc.).<br />

Debido a que la demanda laboral g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te está estrecham<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>acionada con la dinámica<br />

d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y sus características, las políticas de empleo son claves, y <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>las tanto<br />

políticas macroeconómicas ori<strong>en</strong>tadas a mant<strong>en</strong>er tasas de crecimi<strong>en</strong>to económico <strong>el</strong>evadas y sost<strong>en</strong>ibles,<br />

como políticas de desarrollo productivo ori<strong>en</strong>tadas a mejorar la competitividad y reducir la heterog<strong>en</strong>eidad<br />

estructural, o sea, cerrar las brechas de productividad externas e internas (CEPAL, 2012).<br />

El debate sobre si estas políticas deb<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er <strong>el</strong> empleo como una de las variables para su<br />

ori<strong>en</strong>tación estratégica y la evaluación de sus resultados todavía está abierto. De todas manera, no<br />

se puede dejar de constatar cierta hipocresía al respecto cuando, por ejemplo, se insiste <strong>en</strong> que<br />

la inflación debe ser <strong>el</strong> único objetivo de la política monetaria mi<strong>en</strong>tras la evid<strong>en</strong>cia muestra que<br />

muchas autoridades monetarias para sus decisiones <strong>en</strong> efecto toman <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta la evolución de la<br />

actividad (y con <strong>el</strong>lo, implícitam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> empleo). Sería aconsejable hacer explícitos los mecanismos de<br />

decisión, tal como lo hac<strong>en</strong>, por ejemplo, la Reserva Federal de los EEUU y <strong>el</strong> Banco de Inglaterra 17 .<br />

Sin embargo, <strong>en</strong> este artículo nos conc<strong>en</strong>tramos <strong>en</strong> la evolución de la política laboral y, <strong>en</strong><br />

m<strong>en</strong>or grado a las políticas d<strong>el</strong> mercado de trabajo, que son las que están principalm<strong>en</strong>te bajo la<br />

compet<strong>en</strong>cia de los Ministerios de Trabajo.<br />

16<br />

Sin embargo, esto no siempre es pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te así, ya que las normas detrás de los cambios impuestos pued<strong>en</strong> permear<br />

la normatividad reinante <strong>en</strong> la sociedad <strong>en</strong> su conjunto, lo que aum<strong>en</strong>taría su aceptación y dificultaría su reversión.<br />

17<br />

Por ejemplo, la Fed vinculó su decisión sobre la continuidad de su política d<strong>el</strong> quantitative easing a la evolución d<strong>el</strong><br />

mercado laboral.


CEPAL<br />

En la sección que sigue a esta introducción se caracteriza la modalidad de desarrollo de la<br />

post-guerra, las instituciones (sobre todo, laborales) vig<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> este período. En la tercera sección<br />

se destaca como, a partir de los años och<strong>en</strong>ta, se implem<strong>en</strong>taron profundas transformaciones <strong>en</strong><br />

la estructura productiva r<strong>el</strong>acionadas con una reori<strong>en</strong>tación de las estrategias de crecimi<strong>en</strong>to. Este<br />

nuevo contexto se reflejó, <strong>en</strong> mayor o m<strong>en</strong>or grado, también <strong>en</strong> una reori<strong>en</strong>tación de las políticas<br />

laborales. Sin embargo, a partir de la década pasada surgió una mayor pluralidad tanto respecto<br />

a las estrategias de desarrollo como respecto, específicam<strong>en</strong>te, a las políticas laborales. En la<br />

sección final se destacan algunos retos para <strong>el</strong> diseño de una institucionalidad laboral sost<strong>en</strong>ible<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto actual.<br />

2. La modalidad de crecimi<strong>en</strong>to<br />

y regulación de la post-guerra 18<br />

La modalidad de crecimi<strong>en</strong>to y regulación d<strong>el</strong> capitalismo de la post-guerra se ha caracterizado como<br />

“fordismo” y sus <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos constitutivos surgieron desde los años treinta <strong>en</strong> los Estados Unidos 19 .<br />

Por medio de la compet<strong>en</strong>cia internacional se g<strong>en</strong>eralizaron durante los años cincu<strong>en</strong>ta y ses<strong>en</strong>ta<br />

<strong>en</strong> los principales países industrializados capitalistas, sin que se <strong>el</strong>iminara la heterog<strong>en</strong>eidad de las<br />

experi<strong>en</strong>cias nacionales. Entre los compon<strong>en</strong>tes constitutivos de esta modalidad de crecimi<strong>en</strong>to y<br />

regulación se pued<strong>en</strong> destacar los sigui<strong>en</strong>tes:<br />

• La producción <strong>en</strong> masa, factible por avances tecnológicos (emblemática: la correa de<br />

transmisión) y una organización d<strong>el</strong> trabajo altam<strong>en</strong>te dividida y jerárquica (taylorismo), con<br />

<strong>el</strong> resultado de fuertes aum<strong>en</strong>tos de la productividad y un abaratami<strong>en</strong>to de los productos<br />

industriales, sobre todo de bi<strong>en</strong>es de consumo. A la vez, la producción capitalista se ext<strong>en</strong>dió<br />

a actividades previam<strong>en</strong>te dominadas por la producción artesanal, y <strong>el</strong> trabajo asalariado<br />

se g<strong>en</strong>eralizó cada vez más.<br />

• Un reforzami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> poder de compra masivo como consecu<strong>en</strong>cia de la vinculación de los<br />

salarios a la productividad creci<strong>en</strong>te (resultado, <strong>en</strong> gran parte, de la creci<strong>en</strong>te organización<br />

sindical y las negociaciones colectivas), <strong>el</strong> crédito de consumo y las políticas sociales que<br />

aum<strong>en</strong>taron <strong>el</strong> poder de compra de las personas de bajo ingresos, especialm<strong>en</strong>te de las no<br />

económicam<strong>en</strong>te activas.<br />

• Una política económica y social (con muchos <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos keynesianos) que int<strong>en</strong>sificó los<br />

mecanismos de regulación, <strong>en</strong>tre otros dando mayor énfasis a la demanda (política anticíclica,<br />

poder de compra masivo, fom<strong>en</strong>to de la construcción de vivi<strong>en</strong>da para amplios grupos<br />

sociales), estimulando la solución no confrontativa de los conflictos <strong>en</strong>tre capital y trabajo,<br />

fom<strong>en</strong>tando la competitividad de la economía nacional (política tecnológica, infraestructura,<br />

políticas sectoriales) e inc<strong>en</strong>tivando la inversión.<br />

• Una organización sociopolítica más incluy<strong>en</strong>te (“New Deal”, estado b<strong>en</strong>efactor) que creó<br />

un nuevo cons<strong>en</strong>so básico con base <strong>en</strong> las oportunidades de asc<strong>en</strong>so económico y social<br />

individual y familiar (propiedad familiar, ampliación d<strong>el</strong> sistema educativo) y – <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes<br />

grados - de seguridad social, incluy<strong>en</strong>do la evolución d<strong>el</strong> derecho laboral hacia una mayor<br />

protección de los trabajadores.<br />

Las principales consecu<strong>en</strong>cias d<strong>el</strong> fordismo para la fuerza laboral fueron: alta demanda por<br />

mano de obra - tanto calificada como no calificada -; creci<strong>en</strong>te productividad d<strong>el</strong> trabajo, que incidió<br />

<strong>en</strong> salarios reales creci<strong>en</strong>tes; fuertes inversiones <strong>en</strong> los recursos humanos (salud, educación); alta<br />

participación de las organizaciones de trabajadores <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema político y social; e integración<br />

sociocultural. Sin embargo, este proceso de integración material y socio-cultural solo fue parcial,<br />

y se caracterizó, sobre todo, por un sesgo de género al vincular los procesos de integración con <strong>el</strong><br />

trabajo “productivo”, marginando <strong>el</strong> “reproductivo”.<br />

18<br />

Esta sección se basa <strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler (1998).<br />

19<br />

Véanse al respecto Aglietta (1979), Hirsch y Roth (1986), Lipietz (1987) y Amin (1994).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Las transformaciones fordistas de la posguerra también incidieron <strong>en</strong> la modalidad de<br />

desarrollo de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>. Igual que las características d<strong>el</strong> fordismo <strong>en</strong> los países<br />

industrializados, éstas dep<strong>en</strong>dieron de las condiciones socioeconómicas y políticas específicas de<br />

cada país; así también, <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos como las estructuras socioeconómicas previas y las r<strong>el</strong>aciones<br />

de fuerza <strong>en</strong>tre los grupos políticos impactaron <strong>en</strong> la <strong>el</strong>aboración de políticas y <strong>en</strong> la evolución<br />

d<strong>el</strong> nuevo estilo de desarrollo. Desde la perspectiva analítica m<strong>en</strong>cionada, <strong>el</strong> estilo de desarrollo<br />

resultante ha sido caracterizado como fordismo periférico (Lipietz, 1987).<br />

Este concepto, más que reflejar una visión bipolar, ayuda a analizar la incorporación de los<br />

difer<strong>en</strong>tes compon<strong>en</strong>tes fordistas <strong>en</strong> los países d<strong>el</strong> “Tercer Mundo” y su variedad de adaptaciones 20 .<br />

De esta manera, <strong>el</strong> concepto d<strong>el</strong> fordismo periférico abarca una gama amplia de versiones con<br />

difer<strong>en</strong>te cercanía al fordismo de los países industrializados (<strong>el</strong> cual, como se m<strong>en</strong>cionaba, también<br />

ti<strong>en</strong>e expresiones varias, con difer<strong>en</strong>tes combinaciones de <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos fordistas y no-fordistas). En<br />

términos g<strong>en</strong>erales, <strong>el</strong> fordismo periférico <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> desarrolló las sigui<strong>en</strong>tes características:<br />

1. La industrialización se basó <strong>en</strong> pautas tecnológicas fordistas importadas, con poca<br />

adaptación local. Sin embargo, la infraestructura social y material no permitió una integración<br />

g<strong>en</strong>eralizada <strong>en</strong> las nuevas dinámicas. Así, la productividad d<strong>el</strong> trabajo aum<strong>en</strong>tó, pero<br />

no <strong>en</strong> forma g<strong>en</strong>eralizada sino conc<strong>en</strong>trado <strong>en</strong> los “núcleos fordistas”, cim<strong>en</strong>tándose la<br />

heterog<strong>en</strong>eidad estructural.<br />

2. Igual que <strong>en</strong> <strong>el</strong> esquema fordista de los países industrializados, la demanda interna creció<br />

basada <strong>en</strong> gran parte <strong>en</strong> <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la productividad que se tradujo <strong>en</strong> un crecimi<strong>en</strong>to<br />

de los salarios <strong>en</strong> las actividades “modernas” y se dirigió hacia <strong>el</strong> mismo tipo de productos,<br />

sobre todo bi<strong>en</strong>es de consumo duraderos (transfer<strong>en</strong>cia de pautas de consumo). Sin embargo,<br />

debido a la distribución desigual d<strong>el</strong> ingreso y a que <strong>en</strong> las actividades no-capitalistas (o<br />

“tradicionales”) la productividad no creció significativam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> poder de compra d<strong>el</strong> conjunto<br />

de los hogares quedó limitado. Como, además, las estructuras fordistas eran externam<strong>en</strong>te<br />

deficitarias, su dinámica dep<strong>en</strong>día <strong>en</strong> gran parte de los tradicionales rubros exportadores.<br />

3. La política económica se dirigió a fom<strong>en</strong>tar la industrialización y pret<strong>en</strong>dió estimular <strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to de manera parecida a la de los países industrializados (mayor y mejor infraestructura,<br />

estímulos a la demanda agregada). Adicionalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong>fatizó la necesidad de <strong>el</strong>iminar los<br />

“cu<strong>el</strong>los de bot<strong>el</strong>la” estructurales <strong>en</strong> la oferta. En este contexto aum<strong>en</strong>tó fuertem<strong>en</strong>te la<br />

pres<strong>en</strong>cia directa (propiedad pública) e indirecta (regulaciones) d<strong>el</strong> Estado <strong>en</strong> los mercados.<br />

Sin embargo, la autoridad económica se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>taba a una serie de desequilibrios externos<br />

e internos como consecu<strong>en</strong>cia de las características d<strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o de crecimi<strong>en</strong>to.<br />

4. El discurso político predominante fue integrativo, pret<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do una homog<strong>en</strong>eización<br />

socioeconómica, frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te acompañada por una integración corporativista. Este discurso<br />

era contradictorio fr<strong>en</strong>te a la heterog<strong>en</strong>eidad socioeconómica real, por lo que <strong>el</strong> alcance real de<br />

la acción integradora d<strong>el</strong> Estado fue limitado y <strong>en</strong> muchos países <strong>el</strong> discurso tomó una forma<br />

populista, mi<strong>en</strong>tras <strong>en</strong> los países industrializados prevalecía <strong>el</strong> discurso social-demócrata.<br />

Cuando la contradicción <strong>en</strong>tre la pret<strong>en</strong>sión e ideología populista de integración y la realidad<br />

heterogénea g<strong>en</strong>eró conflictos sociales muy serios, frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te se impusieron “soluciones”<br />

autoritarias 21 . Sin embargo hay que hacer hincapié <strong>en</strong> que, a pesar de todo, <strong>en</strong> muchos países<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> se dieron procesos de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia incluy<strong>en</strong>te, como por ejemplo la expansión<br />

de los sistemas de salud y educación y la abolición de r<strong>el</strong>aciones laborales “cuasi-feudales”.<br />

20<br />

Hay que tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta, por ejemplo, que <strong>en</strong> algunos países, como Arg<strong>en</strong>tina y Brasil, las pautas de producción y de<br />

consumo se acercaron más al fordismo de los países industrializados que <strong>en</strong> otros países. Respecto a otros <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos<br />

(sobre todo la inclusión socioeconómica parcial) coincid<strong>en</strong> más con <strong>el</strong> resto de la región, si bi<strong>en</strong> también <strong>el</strong> alcance de<br />

los mecanismos de integración varió (Hurti<strong>en</strong>ne, 1986).<br />

21<br />

Esto no implica que los gobiernos autoritarios se apartaran d<strong>el</strong> int<strong>en</strong>to de desarrollar otros aspectos d<strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o fordista,<br />

como se observó por ejemplo durante la dictadura militar brasileña. En contraste, las dictaduras que se impusieron <strong>en</strong><br />

los años set<strong>en</strong>ta y och<strong>en</strong>ta más bi<strong>en</strong> reflejaron la crisis d<strong>el</strong> fordismo periférico.


CEPAL<br />

De esta manera, los compon<strong>en</strong>tes básicos d<strong>el</strong> fordismo estaban pres<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> los países<br />

de la región. Sin embargo, estuvieron vig<strong>en</strong>tes sólo <strong>en</strong> una parte mucho m<strong>en</strong>or de la estructura<br />

productiva, social y política que <strong>en</strong> los países industrializados y con importantes difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre sí.<br />

Además, <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de economías m<strong>en</strong>os abiertas al exterior que las industrializadas, algunos de<br />

estos <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos se aplicaron de tal modo que afectaron negativam<strong>en</strong>te la efici<strong>en</strong>cia económica 22 .<br />

En <strong>el</strong> contexto d<strong>el</strong> surgimi<strong>en</strong>to de la modalidad d<strong>el</strong> fordismo periférico de desarrollo - con<br />

sus difer<strong>en</strong>tes matices - <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, se <strong>el</strong>aboraron regulaciones parecidas a las<br />

d<strong>el</strong> fordismo de los países industrializados para los mercados laborales. Con <strong>el</strong>las se pret<strong>en</strong>dió<br />

crear un marco para <strong>el</strong> fuerte aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo asalariado <strong>en</strong> los sectores industrial y terciario y<br />

dar respuesta a las demandas de los sectores sociales emerg<strong>en</strong>tes (Candia, 1994). Así, de manera<br />

parecida a lo ocurrido <strong>en</strong> los países fordistas avanzados se crearon nuevos instrum<strong>en</strong>tos jurídicos<br />

para la regulación de las r<strong>el</strong>aciones laborales, tanto legalm<strong>en</strong>te como por los conv<strong>en</strong>ios colectivos.<br />

Jugó un pap<strong>el</strong> importante <strong>en</strong> los códigos de trabajo la noción de un desequilibrio estructural <strong>en</strong> los<br />

mercados de trabajo, que haría necesario una protección especial d<strong>el</strong> trabajador. Adicionalm<strong>en</strong>te, se<br />

amplió la cobertura de las políticas sociales <strong>en</strong> áreas como educación, salud y vivi<strong>en</strong>da, utilizándose,<br />

sobre todo, sistemas contributivos de la protección social, o sea, r<strong>el</strong>acionando la protección con la<br />

integración d<strong>el</strong> mercado laboral formal 23 .<br />

Entre los instrum<strong>en</strong>tos aplicados <strong>en</strong> este contexto destacaron mecanismos para la estabilidad<br />

d<strong>el</strong> empleo (sistemas de protección fr<strong>en</strong>te al desempleo c<strong>en</strong>trados <strong>en</strong> la indemnización por <strong>el</strong> despido<br />

y <strong>el</strong> preaviso) y <strong>el</strong> salario mínimo. La inspección d<strong>el</strong> trabajo y la justicia laboral debieron asegurar <strong>el</strong><br />

cumplimi<strong>en</strong>to de las regulaciones exist<strong>en</strong>tes. Además, expandió la proporción d<strong>el</strong> empleo público <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> empleo total, lo que no solo incidió <strong>en</strong> la creación de empleo directo y <strong>el</strong> surgimi<strong>en</strong>to y crecimi<strong>en</strong>to<br />

de la clase media sino también g<strong>en</strong>eró señales para la negociación sobre las condiciones laborales<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> sector privado.<br />

Entre las principales políticas d<strong>el</strong> mercado de trabajo habría que m<strong>en</strong>cionar las políticas de<br />

formación profesional y capacitación (para las cuales se formaron instituciones públicas especializadas)<br />

y la intermediación <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral. Originalm<strong>en</strong>te sobre todo <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de políticas de<br />

industrialización, los países crearon instituciones de formación, para poder contar con la mano de obra<br />

calificada. Sin embargo, <strong>en</strong> vista de las características de la demanda marcada por las tecnologías<br />

tayloristas c<strong>en</strong>tradas <strong>en</strong> tareas rutinarias, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral la formación no fue muy compleja y no requeriría<br />

significativos aum<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo (Souza, 2003). De todas maneras, posteriorm<strong>en</strong>te los<br />

sistemas de formación también tomaron <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta las necesidades de otros sectores 24 .<br />

Hubo, sin embargo, algunos <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos que distinguían la política laboral y sus efectos <strong>en</strong> la<br />

región de las citadas anteriorm<strong>en</strong>te:<br />

• Si bi<strong>en</strong>, <strong>el</strong> impacto directo para la fuerza laboral integrada a las estructuras fordistas <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> fue parecido a lo que acontecía <strong>en</strong> los países industrializados (salarios reales<br />

creci<strong>en</strong>tes, procesos organizativos, integración institucional, etc.), grandes grupos de la<br />

población, cuyo peso difería <strong>en</strong>tre los países, quedaron excluidos de estos procesos y se<br />

b<strong>en</strong>eficiaron sólo de manera indirecta de algunos avances (por ejemplo políticas sociales,<br />

oportunidades de ingreso “por goteo”) o sufrieron <strong>el</strong> desplazami<strong>en</strong>to económico y la<br />

marginación social. En efecto, la cobertura de las regulaciones se limitó a un sector mucho<br />

m<strong>en</strong>or de la fuerza laboral.<br />

• Las r<strong>el</strong>aciones <strong>en</strong>tre los principales ag<strong>en</strong>tes socio-económicos (sector público, empresarios,<br />

22<br />

Por ejemplo, <strong>en</strong> <strong>el</strong> “tácito pacto nacional” d<strong>el</strong> fordismo periférico se t<strong>en</strong>día a traspasar las alzas salariales y las altas<br />

expectativas de ganancias a los precios.<br />

23<br />

Tal como lo expresó Tokman (2003: 36), para muchos <strong>el</strong> estado de bi<strong>en</strong>estar fue “<strong>el</strong> norte” para las políticas sociales y laborales.<br />

24<br />

La mayor expresión de esta ampliación de las instituciones de formación fue <strong>el</strong> “Sistema S” de Brasil que abarca<br />

instituciones especializadas, además de la industria manufacturera, para <strong>el</strong> comercio, <strong>el</strong> sector rural, <strong>el</strong> transporte, <strong>el</strong><br />

cooperativismo y la pequeña y mediana empresa.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

sindicatos), <strong>en</strong> muchos países fueron dominadas por un Estado populista que planteaba un<br />

pacto social bajo su liderazgo. En este contexto se dio una fuerte dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de los sindicatos<br />

de fuerzas políticas y/o <strong>el</strong> Estado, y se privilegiaron r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te las negociaciones políticas<br />

a las laborales y la regulación legal fr<strong>en</strong>te a aqu<strong>el</strong>la negociada <strong>en</strong>tre empresarios y sindicatos.<br />

• La inestabilidad socio-política d<strong>el</strong> fordismo periférico <strong>en</strong> algunos casos causó un movimi<strong>en</strong>to<br />

cíclico <strong>en</strong> que las regulaciones fordistas periféricas fueron sustituidas por regulaciones<br />

autoritarias y, más ad<strong>el</strong>ante, nuevam<strong>en</strong>te reinstaladas.<br />

• En países con una débil base productiva tipo fordismo periférico, y sistemas socio-políticos<br />

excluy<strong>en</strong>tes, las r<strong>el</strong>aciones laborales tuvieron un carácter más autoritario y represivo.<br />

De esta manera, <strong>en</strong> muchos casos las regulaciones laborales fordistas g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te no<br />

alcanzaron la estabilidad que las caracterizaba <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de los tácitos o explícitos pactos sociales<br />

de los países d<strong>el</strong> fordismo de los países industrializados.<br />

Desde fines de los años ses<strong>en</strong>ta una serie de síntomas económicos, sociales, políticos y<br />

culturales reflejaron problemas creci<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> los difer<strong>en</strong>tes compon<strong>en</strong>tes constitutivos de la regulación<br />

fordista de los países industrializados. Clave para la crisis d<strong>el</strong> fordismo <strong>en</strong> los países industrializados<br />

fue <strong>el</strong> agotami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> pot<strong>en</strong>cial de crecimi<strong>en</strong>to de la productividad de la organización productiva<br />

taylorista y su tecnología básica 25 .<br />

Al mismo tiempo, se redujo la capacidad de control y manejo de la economía por parte d<strong>el</strong><br />

Estado y la efici<strong>en</strong>cia de su interv<strong>en</strong>ción. Esto tuvo importantes consecu<strong>en</strong>cias ya que <strong>el</strong> Estadonación<br />

era <strong>el</strong> marco de refer<strong>en</strong>cia principal de la modalidad fordista de desarrollo ya que algunos<br />

de sus principales compon<strong>en</strong>tes - como la importancia de la demanda interna como motor de<br />

crecimi<strong>en</strong>to, la política económica, la integración socioeconómica y sociocultural - dep<strong>en</strong>dían de la<br />

capacidad de acción de esta instancia.<br />

El debilitami<strong>en</strong>to de los mecanismos de regulación que t<strong>en</strong>ían al Estado-nación como ag<strong>en</strong>te<br />

principal se debió <strong>en</strong> parte a cambios <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto externo. Entre estos cambios, comúnm<strong>en</strong>te<br />

resumidos como proceso de globalización, destacan la int<strong>en</strong>sificación de la integración comercial,<br />

la integración financiera y aqu<strong>el</strong>la de las inversiones productivas. Estas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias, facilitadas<br />

por importantes cambios tecnológicos (especialm<strong>en</strong>te las nuevas tecnologías de información y<br />

comunicación y sus múltiples aplicaciones, transporte), corporativos y políticos (Ronda Uruguay<br />

y fundación de la OMC, conv<strong>en</strong>ios bilaterales de protección de inversiones y de trato fiscal etc.),<br />

favorecieron un fuerte aum<strong>en</strong>to de la movilidad d<strong>el</strong> capital, tanto productivo como financiero.<br />

En este contexto y con <strong>el</strong> fin de def<strong>en</strong>der la competitividad con m<strong>en</strong>ores costos de producción<br />

aum<strong>en</strong>tó la presión hacia una mayor desregulación. A la vez, los mercados financieros internacionales<br />

empezaron a evaluar las políticas económicas según su credibilidad respecto a la persecución de<br />

metas y la aplicación de medidas comunes para todos los países. En consecu<strong>en</strong>cia, la compet<strong>en</strong>cia<br />

<strong>en</strong>tre sitios de producción limitó creci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te la autonomía de las autoridades económicas <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

diseño de la política económica 26 . Entre otros, se redujo la capacidad estatal de estimular la demanda<br />

ya que las <strong>el</strong>evadas necesidades de gasto y las creci<strong>en</strong>tes debilidades <strong>en</strong> la recaudación empezaron<br />

a reducir <strong>el</strong> espacio fiscal. Como, además, la baja <strong>en</strong> <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to de la productividad restringió <strong>el</strong><br />

espacio para aum<strong>en</strong>tos de los salarios reales, la demanda interna como motor de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong><br />

fordismo perdió dinamismo.<br />

También se debilitaron otros mecanismos de integración social, como por ejemplo las<br />

regulaciones laborales, incluy<strong>en</strong>do <strong>el</strong> poder de negociación de los sindicatos, afectado a su vez por<br />

25<br />

Boyer (1994) discute los <strong>en</strong>foques sobre la crisis estructural d<strong>el</strong> fordismo los cuales ubican los <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos claves de la<br />

crisis <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes aspectos tecnológicos, sociales, políticos y económicos.<br />

26<br />

También a niv<strong>el</strong> internacional, las reglas d<strong>el</strong> juego de la posguerra perdieron su capacidad de regulación (por ejemplo,<br />

<strong>el</strong> sistema cambiario).


CEPAL<br />

los cambios <strong>en</strong> las r<strong>el</strong>aciones laborales provocados por las nuevas tecnologías y la reestructuración<br />

productiva. A la vez, grupos cada vez mayores de la población empezaron a cuestionar las<br />

características de las pautas productivas básicas d<strong>el</strong> fordismo, sobre todo debido a su alto consumo<br />

de <strong>en</strong>ergía y de materia prima no r<strong>en</strong>ovable, a los altos riesgos atribuidos a ciertas tecnologías y<br />

a las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias destructoras d<strong>el</strong> medio ambi<strong>en</strong>te, así como ciertas pautas socio-culturales y sus<br />

vínculos con aspectos d<strong>el</strong> sistema de regulación prevaleci<strong>en</strong>te, como la división sexual de trabajo<br />

y los procesos de producción taylorista.<br />

Como consecu<strong>en</strong>cia de los cambios económicos, políticos y socio-culturales, los mecanismos<br />

de integración social perdieron fuerza y se registraron - <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes países con mayor o m<strong>en</strong>or<br />

fuerza y difer<strong>en</strong>tes formas de expresión - nuevas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias de heterog<strong>en</strong>eización (social, regional,<br />

sectorial). En este contexto, fuerzas políticas e ideológicas ganaron influ<strong>en</strong>cia que señalaron que <strong>el</strong><br />

esquema de regulación desarrollado <strong>en</strong> las décadas anteriores y d<strong>en</strong>tro de <strong>el</strong>lo específicam<strong>en</strong>te <strong>el</strong><br />

interv<strong>en</strong>cionismo estatal habría sido la causa de las crisis económicas y sociales.<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, los factores que llevaron a la crisis d<strong>el</strong> fordismo <strong>en</strong> los países industrializados<br />

fueron exacerbados por las limitaciones <strong>en</strong> la efici<strong>en</strong>cia y la competitividad, la capacidad de<br />

integración limitada de la modalidad de desarrollo que incidía <strong>en</strong> una alta conflictividad social, y<br />

por <strong>el</strong> creci<strong>en</strong>te <strong>en</strong>deudami<strong>en</strong>to con que, <strong>en</strong> muchos países, <strong>el</strong> Estado trató de financiar su pap<strong>el</strong><br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto d<strong>el</strong> fordismo periférico. Si bi<strong>en</strong> la crisis de la deuda de los añoso och<strong>en</strong>ta no puede<br />

caracterizarse exclusivam<strong>en</strong>te como una crisis resultante d<strong>el</strong> fordismo periférico (Ocampo, 2013),<br />

a partir de esta crisis <strong>en</strong> la región empezó a darse un cambio político e ideológico <strong>en</strong> contra de las<br />

características de esta modalidad de regulación y, <strong>en</strong> algunos casos <strong>en</strong> un contexto autoritario y<br />

represivo, se procedió a desmant<strong>el</strong>ar o readecuarla.<br />

3. Los cambios <strong>en</strong> la regulación laboral<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de la globalización<br />

La crisis d<strong>el</strong> fordismo y, específicam<strong>en</strong>te, d<strong>el</strong> fordismo periférico requería una reestructuración<br />

productiva y d<strong>el</strong> esquema de regulación que ofrecería una respuesta efici<strong>en</strong>te a los <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos<br />

<strong>en</strong> crisis m<strong>en</strong>cionados, aprovechando los cambios tecnológicos para fortalecer las bases de la<br />

productividad y competitividad 27 . Para <strong>el</strong>lo no existía una opción única (Pérez Sáinz, 1994), pero –<br />

de manera similar que <strong>en</strong> la modalidad d<strong>el</strong> fordismo – la compet<strong>en</strong>cia internacional ejerció un pap<strong>el</strong><br />

importante para globalizar ciertos aspectos de la regulación post-fordista.<br />

Específicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> la crisis de la deuda determinaba <strong>en</strong> gran parte la<br />

dirección de esta reestructuración al cerrar espacios para a una reestructuración productiva<br />

gradual, <strong>en</strong> respuesta de las nuevas condiciones externas, productos de la globalización. En efecto,<br />

se impuso – obviam<strong>en</strong>te con difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los países respecto a su alcance y características<br />

específicas – la estrategia de un ajuste estructural de las economías de la región que se basaría<br />

<strong>en</strong> la integración a los mercados internacionales (con un comercio exterior estructurado según las<br />

v<strong>en</strong>tajas comparativas y una cu<strong>en</strong>ta de capitales abierta) y la liberalización y desregulación de los<br />

mercados domésticos (con un pap<strong>el</strong> limitado d<strong>el</strong> Estado), como quedó plasmado <strong>en</strong> las políticas<br />

resumidas <strong>en</strong> <strong>el</strong> “Cons<strong>en</strong>so de Washington”, <strong>el</strong> cual además cont<strong>en</strong>ía aspectos para la estabilización<br />

macroeconómica (Williamson, 1990).<br />

Si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> este contexto también surgieron propuestas de una desregulación de los mercados<br />

laborales, este aspecto no formó parte de la versión original d<strong>el</strong> Cons<strong>en</strong>so de Washington. A <strong>el</strong>lo<br />

27<br />

La crisis y <strong>el</strong> derrumbe d<strong>el</strong> “socialismo realm<strong>en</strong>te exist<strong>en</strong>te” puede ser visto <strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo contexto: sin caer <strong>en</strong> un<br />

“reduccionismo económico” se puede plantear que un factor c<strong>en</strong>tral para esta crisis fue la inflexiblidad de sus<br />

mecanismos de regulación <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes ámbitos la cual no permitió desarrollar y aprovechar ampliam<strong>en</strong>te las nuevas<br />

tecnologías que creci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te definieron la competitividad a niv<strong>el</strong> global.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

puede haber contribuido a) que se esperaba un impacto mucho mayor, incluso <strong>en</strong> términos laborales,<br />

de otras reformas que las que podría aportar una reforma laboral y b) razones de economía política,<br />

pues una reforma que se apartaría fuertem<strong>en</strong>te de las normas sociales vig<strong>en</strong>tes indudablem<strong>en</strong>te<br />

g<strong>en</strong>eraría conflictos sociales y políticos (N<strong>el</strong>son, 1991). Por este último aspecto, no sorpr<strong>en</strong>de que<br />

las reformas laborales más profundas se introdujeron <strong>en</strong> los años och<strong>en</strong>ta y nov<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> contextos<br />

autoritarios (Chile, Perú) o donde existía una estrecha r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong> las fuerzas políticas <strong>en</strong> <strong>el</strong> gobierno<br />

y <strong>el</strong> movimi<strong>en</strong>to sindical (Arg<strong>en</strong>tina).<br />

Sin embargo, los resultados modestos de las reformas “de primera g<strong>en</strong>eración” – <strong>en</strong>tre otros,<br />

<strong>en</strong> términos de g<strong>en</strong>eración de empleo – llevaron a ampliar <strong>el</strong> ámbito de reformas que se consideraron<br />

necesarias para alcanzar <strong>el</strong>evadas tasas de crecimi<strong>en</strong>to y una mayor creación de puestos de trabajo,<br />

y la flexibilización de los mercados laborales fue incorporada explícitam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> listado de las<br />

reformas “de segunda g<strong>en</strong>eración” 28 .<br />

En este contexto, se pued<strong>en</strong> distinguir tres líneas de interpretación y justificación de la<br />

necesidad de transformaciones de la institucionalidad laboral hacia una reducción d<strong>el</strong> alcance,<br />

específicam<strong>en</strong>te, de las regulaciones basadas <strong>en</strong> la ley y la negiociación colectiva (por lo m<strong>en</strong>os,<br />

con cobertura más allá de la empresa) 29 .<br />

Desde la perspectiva liberal <strong>en</strong> que se basaron muchas de las propuestas de las instituciones<br />

multilaterales se plantea la superioridad de r<strong>el</strong>aciones laborales flexibles de manera ahistórica, fundado<br />

<strong>en</strong> consideraciones sobre <strong>el</strong> costo (monetario y no monetario) de las regulaciones, con su impacto<br />

negativo correspondi<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los niv<strong>el</strong>es y características de la contratación, la tasa de desempleo y<br />

la efici<strong>en</strong>cia de ajuste d<strong>el</strong> mercado laboral fr<strong>en</strong>te a shocks de la oferta o la demanda laboral. Desde<br />

esta perspectiva se ti<strong>en</strong>de a considerar <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mercado de trabajo de la misma<br />

manera que otros mercados, lo que incita a favorecer una desregulación laboral de mayor alcance.<br />

En otra línea de argum<strong>en</strong>tos se analizan las regulaciones laborales <strong>en</strong> su r<strong>el</strong>ación con<br />

y su contribución al funcionami<strong>en</strong>to de un nuevo modo de regulación y, por lo tanto, se le da<br />

una perspectiva histórica. Aquí, <strong>el</strong> cuestionami<strong>en</strong>to de las regulaciones d<strong>el</strong> mercado de trabajo<br />

vig<strong>en</strong>tes previam<strong>en</strong>te parte de los cambios tecnológicos y económicos a niv<strong>el</strong> global, regional y<br />

nacional que modificaron <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de otros mercados y ejerc<strong>en</strong> una nueva presión sobre<br />

<strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de éste. Específicam<strong>en</strong>te 30 :<br />

• La apertura de los mercados aum<strong>en</strong>tó la presión competitiva sobre las economías nacionales<br />

y las empresas, y las obliga a hacer más efici<strong>en</strong>te <strong>el</strong> uso de los factores de producción así<br />

como aspirar a aum<strong>en</strong>tos continuos de productividad.<br />

• Los cambios tecnológicos reci<strong>en</strong>tes permit<strong>en</strong> un ajuste más rápido de los procesos de<br />

producción, presionando a una mayor adaptabilidad de las empresas a los cambios de<br />

las pautas de la demanda. Elem<strong>en</strong>tos como calidad, innovación, diversidad y creatividad<br />

ganan importancia, <strong>en</strong> comparación con la producción estandarizada y a gran escala que<br />

caracterizó la producción taylorista.<br />

En consecu<strong>en</strong>cia, la demanda laboral se ha hecho más heterogénea y también requiere una<br />

mayor v<strong>el</strong>ocidad de ajuste. Por <strong>el</strong> lado de la oferta laboral, una fuerza de trabajo más heterogénea –<br />

con una participación creci<strong>en</strong>te de mujeres y prefer<strong>en</strong>cias específicas de los jóv<strong>en</strong>es – demandaría<br />

r<strong>el</strong>aciones laborales más diversas que las predominantes <strong>en</strong> <strong>el</strong> esquema fordista, diseñadas <strong>en</strong> vista d<strong>el</strong><br />

hombre adulto como “trabajador típico”. Esta mayor heterog<strong>en</strong>eidad apuntaría a una m<strong>en</strong>or interv<strong>en</strong>ción<br />

directa d<strong>el</strong> Estado, la cual se limitaría creci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te a los mecanismos de protección de grupos<br />

específicos, mi<strong>en</strong>tras <strong>en</strong> términos g<strong>en</strong>erales las r<strong>el</strong>aciones laborales se definirían creci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

la negociación <strong>en</strong>tre empresas y trabajadores – <strong>en</strong> forma colectiva o individual. En resum<strong>en</strong>, desde<br />

28<br />

Véanse al respecto, por ejemplo, Burki y Perry (1997), BID (1997) y Kuczynski y Williamson (2003).<br />

29<br />

Véase al respecto también de la Garza (2000).<br />

30<br />

Véase al respecto Cortázar (2004).


CEPAL<br />

esta perspectiva la flexibilización de los mercados de trabajo internos y externos jugaría un pap<strong>el</strong><br />

para fom<strong>en</strong>tar la flexibilidad <strong>en</strong> <strong>el</strong> proceso productivo y <strong>en</strong> <strong>el</strong> proceso de acumulación.<br />

Una tercera línea de discusión se conc<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> microeconómico y las estrategias<br />

empresariales para alcanzar <strong>el</strong> uso más productivo posible de los recursos humanos. Al respecto<br />

se analiza <strong>el</strong> desarrollo d<strong>el</strong> mercado de trabajo interno de las empresas, la incorporación de los<br />

trabajadores a los procesos de innovación tecnológica y organizativa, la multifuncionalidad de la fuerza<br />

laboral, <strong>el</strong> vínculo de las r<strong>en</strong>umeraciones con los resultados, la heterog<strong>en</strong>eización de las r<strong>el</strong>aciones<br />

laborales con instrum<strong>en</strong>tos como la subcontratación. Muchos de estos procesos se desarrollan <strong>en</strong><br />

la práctica sin cambios legales, como resultados de estrategias empresariales.<br />

Ahora bi<strong>en</strong>, qué reformas han sido introducidos? Las reformas de los años nov<strong>en</strong>ta hicieron<br />

énfasis <strong>en</strong> ampliar la gama de contratos disponibles, añadi<strong>en</strong>do al contrato “típico” de duración<br />

indeterminada contratos de duración determinada, ampliando <strong>el</strong> uso d<strong>el</strong> período de prueba y<br />

facilitando modalidades de subcontratación. La segunda t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia consistió <strong>en</strong> <strong>el</strong> abaratami<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> despido, destacándose como medidas la ampliación de la definición d<strong>el</strong> despido por causa<br />

justa y la introducción de sistemas de protección al desempleo por medio de cu<strong>en</strong>tas individuales.<br />

Según un estudio detallado de la OIT (Ruiz Vega, 2005), durante los años nov<strong>en</strong>ta las reformas<br />

más profundas se dieron <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina y Perú 31 , y también Brasil, Colombia, Ecuador y Panamá<br />

introdujeron reformas que afectaron instituciones c<strong>en</strong>trales de la r<strong>el</strong>ación laboral, mi<strong>en</strong>tras <strong>en</strong><br />

Chile, Guatemala, Nicaragua, República Dominicana y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a hubo reformas flexibilizadoras<br />

de m<strong>en</strong>or alcance.<br />

Otros medidas con <strong>el</strong> resultado de reducir <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de la regulación basada <strong>en</strong> leyes y otras<br />

normas jurídicas fueron la marcada reducción d<strong>el</strong> salario mínimo real, sobre todo durante los años<br />

och<strong>en</strong>ta, frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te como parte de paquetes de estabilización macroeconómica, y <strong>el</strong> marcado<br />

debilitami<strong>en</strong>to de la inspección d<strong>el</strong> trabajo, <strong>en</strong> un marco más amplio de estrategias para reducir <strong>el</strong><br />

pap<strong>el</strong> y <strong>el</strong> tamaño d<strong>el</strong> Estado. En consecu<strong>en</strong>cia, <strong>en</strong> muchos casos la brecha <strong>en</strong>tre las disposiciones<br />

legales y la realidad laboral t<strong>en</strong>dió a ampliarse (B<strong>en</strong>susán, <strong>2006</strong>).<br />

Cabe señalar que los cambios legales aplicados <strong>en</strong> este período no apuntaron a una<br />

flexibilización g<strong>en</strong>eralizada, ni a niv<strong>el</strong> regional, ni como mod<strong>el</strong>o único d<strong>en</strong>tro de los difer<strong>en</strong>tes países.<br />

Por ejemplo, durante la primera mitad de los años nov<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> algunos países los cambios legales<br />

estimularon un reforzami<strong>en</strong>to de la organización sindical. Además, <strong>en</strong> algunos países se introdujeron<br />

un seguro de desempleo para proteger los ingresos de los trabajadores que pierdan su empleo <strong>en</strong><br />

un contexto económico más volátil (V<strong>el</strong>ásquez, 2010).<br />

Por otra parte, durante los años och<strong>en</strong>ta y, <strong>en</strong> m<strong>en</strong>or grado, nov<strong>en</strong>ta cayó la proporción d<strong>el</strong><br />

empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector formal (debido a bajas tasas de crecimi<strong>en</strong>to económico, una marcada caída<br />

r<strong>el</strong>ativa d<strong>el</strong> empleo público y, por lo m<strong>en</strong>os transitoriam<strong>en</strong>te, una reducción de la <strong>el</strong>asticidad empleo<br />

asalariado – producto) lo que incidió a una “flexibilización de hecho”. A eso contribuyó, además,<br />

<strong>el</strong> debilitami<strong>en</strong>to de los movimi<strong>en</strong>tos sindicales que increm<strong>en</strong>tó <strong>el</strong> espacio de las regulaciones con<br />

base <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado, <strong>en</strong> detrim<strong>en</strong>to de la basada <strong>en</strong> la negociación colectiva.<br />

Por <strong>el</strong> lado de las políticas d<strong>el</strong> mercado de trabajo, se registraron modificaciones significativas<br />

<strong>en</strong> las instituciones de formación profesional y capacitación, para tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta la mayor diversidad<br />

de la demanda, r<strong>el</strong>acionada con los cambios <strong>en</strong> la estructura productiva y un cambio tecnológico<br />

más ac<strong>el</strong>erado. En este contexto se dio una diversificación de las instituciones ofer<strong>en</strong>tes de la<br />

formación y capacitación, como también de los grupos meta y los cont<strong>en</strong>idos. En este contexto, se<br />

diseñaron programas especiales para grupos de personas con problemas especiales de empleabilidad<br />

(sobre todo, jóv<strong>en</strong>es y mujeres de bajo niv<strong>el</strong> educativo). Otro cambio consistió de ampliar la oferta<br />

de esquemas de capacitación única a otras de capacitación perman<strong>en</strong>te para responder a los<br />

31<br />

Ya previam<strong>en</strong>te, Chile había modificado radicalm<strong>en</strong>te su institucionalidad laboral.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

cambios frecu<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> habilidades y conocimi<strong>en</strong>tos demandados. La diversificación de instituciones<br />

ofer<strong>en</strong>tes no siempre fue acompañada por mecanismos que aseguraron la pertin<strong>en</strong>cia y calidad de<br />

los servicios, pero muchos países establecieron sistemas de regulación, registro y supervisión de<br />

las <strong>en</strong>tidades ejecutoras de capacitación.<br />

En reacción a la debilidad <strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración de empleo asalariado durante los años och<strong>en</strong>ta y<br />

nov<strong>en</strong>ta se diseñaron programas de apoyo al empleo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te, con la expectativa de aum<strong>en</strong>tar<br />

<strong>el</strong> ritmo de la creación de nuevas empresas y, de esta manera, de puestos de trabajo. Tanto <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> contexto de crisis económicas como <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de programas de reformas estructurales se<br />

implem<strong>en</strong>taron programas de empleo público de emerg<strong>en</strong>cia para at<strong>en</strong>uar <strong>el</strong> impacto de ambas<br />

situaciones <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral.<br />

Los resultados mediocres de las reformas aplicadas durantes los años och<strong>en</strong>ta y nov<strong>en</strong>ta<br />

y las difer<strong>en</strong>tes crisis que azotaron <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> a partir de mediados de los años<br />

nov<strong>en</strong>ta debilitaron la fé <strong>en</strong> la receta única para una modalidad de regulación post-fordista. En<br />

este contexto, durante los años 2000 <strong>en</strong> la región emergieron nuevas propuestas políticas bajo la<br />

premisa de que fr<strong>en</strong>te al contexto de la globalización no existe una respuesta única <strong>en</strong> términos<br />

de reestructuración productiva y políticas económicas, así como también respecto a las políticas<br />

laborales (Fraile, 2009; W<strong>el</strong>ler, 2009). Al mismo tiempo, , <strong>en</strong> <strong>el</strong> debate internacional empezó a reinar<br />

una mayor caut<strong>el</strong>a fr<strong>en</strong>te a propuestas de desregulación radical (BID, 2003; Freeman, 2005) 32 . En<br />

la región contribuyó a este cuestionami<strong>en</strong>to <strong>el</strong> hecho de que <strong>el</strong> impacto de una reforma laboral<br />

liberalizadora de gran alcance <strong>en</strong> <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico fue estimado como más bi<strong>en</strong> limitado<br />

(BID, 1997) y que las expectativas <strong>en</strong> términos de la g<strong>en</strong>eración de empleo formal que se pusieron<br />

<strong>en</strong> las reformas no se cumplieron (Vega Ruiz, 2008).<br />

En esa década, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, no hubo reformas flexibilizadoras profundas y las medidas <strong>en</strong><br />

esta dirección se c<strong>en</strong>traron <strong>en</strong> la pequeña y <strong>en</strong> la microempresa, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de<br />

esfuerzos para estimular la formalización de estas empresas. Sin embargo, <strong>en</strong> varios países se<br />

introdujeron nuevos contratos “atípicos”, <strong>en</strong> algunos casos r<strong>el</strong>acionados con <strong>el</strong> trabajo a tiempo<br />

parcial, la promoción d<strong>el</strong> empleo juv<strong>en</strong>il (programas de “primer empleo”) y <strong>el</strong> t<strong>el</strong>etrabajo, mi<strong>en</strong>tras<br />

que <strong>en</strong> otros se dejaron sin efecto algunas de las medidas implem<strong>en</strong>tadas previam<strong>en</strong>te para <strong>el</strong><br />

fom<strong>en</strong>to de contratos “atípicos”.<br />

Por otra parte, algunas reformas más reci<strong>en</strong>tes pusieron mayor énfasis <strong>en</strong> la revisión de las<br />

r<strong>el</strong>aciones laborales colectivas con los objetivos de ajustarlas a la normativa de la OIT y reforzar la<br />

negociación colectiva (Vega Ruiz, 2005). En algunos países se registró también una ligera ampliación<br />

d<strong>el</strong> espectro temático de la negociación colectiva, al ext<strong>en</strong>derse a nuevos grupos de trabajadores,<br />

como los temporeros y las empleadas domésticas. En g<strong>en</strong>eral, estas reformas mejoraron las<br />

condiciones de la organización sindical y <strong>en</strong> algunos casos se logró fr<strong>en</strong>ar o invertir la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia<br />

desc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te de la sindicalización 33 .<br />

Además, <strong>en</strong> varios países las reformas de las r<strong>el</strong>aciones laborales individuales tuvieron un<br />

s<strong>el</strong>lo protector. Por ejemplo, <strong>en</strong> algunos países se redujo <strong>el</strong> número de horas semanales de trabajo,<br />

se aum<strong>en</strong>tó <strong>el</strong> pago de las indemnizaciones <strong>en</strong> caso de despido injustificado, se restringió <strong>el</strong> uso de<br />

horas extras o se aum<strong>en</strong>tó <strong>el</strong> pago correspondi<strong>en</strong>te y se ampliaron los períodos pre-/post-natal. En<br />

algunos casos, se limitó la subcontratación de personal ante los abusos detectados <strong>en</strong> la aplicación<br />

de este instrum<strong>en</strong>to contractual y se asemejó las condiciones de trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo doméstico a<br />

las de otros trabajadores. Ante la disparidad <strong>en</strong>tre la legislación vig<strong>en</strong>te y los grados de cumplimi<strong>en</strong>to,<br />

diversos países aum<strong>en</strong>taron los recursos disponibles para la inspección de trabajo, con tal de mejorar<br />

32<br />

Sin embargo, sobre todo <strong>en</strong> un contexto más allá d<strong>el</strong> debate especializado, algunas instituciones multilaterales<br />

continúan promovi<strong>en</strong>do una reducción de los niv<strong>el</strong>es de la regulación laboral como método de estimular <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico, sugiri<strong>en</strong>do que <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> más bajo de las regulaciones es <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> óptimo. Véanse, por ejemplo, los informes<br />

anuales Doing business d<strong>el</strong> Banco Mundial y la Corporación Internacional de Financiami<strong>en</strong>to.<br />

33<br />

Véase OIT (2008) para una ilustración de la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia predominante de una decreci<strong>en</strong>te sindicalización <strong>en</strong>tre 1989 y 2005.


CEPAL<br />

<strong>el</strong> cumplimi<strong>en</strong>to de las normas exist<strong>en</strong>tes. Adicionalm<strong>en</strong>te, varios países desarrollaron esquemas para<br />

inc<strong>en</strong>tivar la formalización empresarial y laboral, específicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la pequeña y microempresa.<br />

Al mismo tiempo, algunos países fortalecieron su seguro desempleo o crearon mod<strong>el</strong>os<br />

nuevos (varios países están <strong>en</strong> proceso de hacerlo) para ampliar los sistemas de protección de los<br />

trabajadores <strong>en</strong> un contexto de mercados estructuralm<strong>en</strong>te más volátiles. Muchos países, además,<br />

empr<strong>en</strong>dieron políticas de salario mínimo más activas y subieron <strong>en</strong> términos absolutos y r<strong>el</strong>ativos<br />

<strong>el</strong> piso salarial. Finalm<strong>en</strong>te, varios países aprovecharon instrum<strong>en</strong>tos de la política laboral y d<strong>el</strong><br />

mercado de trabajo como parte de paquetes de medidas contra-cíclicas durante la crisis que afectó<br />

la región <strong>en</strong> 2008-2009 (CEPAL y OIT, 2011).<br />

4. Los retos para la política laboral<br />

La globalización es un hecho, y si bi<strong>en</strong> no es un proceso ex<strong>en</strong>to de vaiv<strong>en</strong>es, <strong>en</strong> <strong>el</strong> diseño de sus<br />

políticas <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> no se puede dejar de considerar <strong>el</strong> marco dado por los procesos<br />

que la conforman. Sin embargo, esto no implica que los países de la región puedan o deban optar<br />

por un solo conjunto de políticas para alcanzar un desarrollo económica social y ambi<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te<br />

sost<strong>en</strong>ible, para lo cual es imprescindible superar los problemas r<strong>el</strong>acionados con la heterog<strong>en</strong>eidad<br />

estructural y la desigualdad. Esto vale, específicam<strong>en</strong>te, para las políticas laborales.<br />

La apertura hacia los mercados globales incide, por medio de la presión competitiva, <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> desarrollo de la estructura productiva y ejerce una mayor presión a la capacidad de adaptación<br />

de las empresas que la requerida <strong>en</strong> economías cerradas. Si bi<strong>en</strong> a partir de este contexto se ha<br />

argum<strong>en</strong>tado que la región requeriría una flexibilización g<strong>en</strong>eralizada, esta es una respuesta ni<br />

efectiva ni deseable a los retos planteados por <strong>el</strong> nuevo marco global. Los efectos de las difer<strong>en</strong>tes<br />

instituciones laborales son variados y la economía laboral está avanzando a la percepción de la<br />

exist<strong>en</strong>cia de más de un conjunto óptimo de regulaciones (Eichhorst, Feil y Braun, 2008).<br />

Como se ha planteado <strong>en</strong> la sección introductoria, la sost<strong>en</strong>ibilidad social de las pautas d<strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to económico requiere una concordancia de las regulaciones laborales con las normas<br />

sociales. Estas, sin duda, pued<strong>en</strong> cambiar como consecu<strong>en</strong>cia y <strong>en</strong> reconocimi<strong>en</strong>to de las nuevas<br />

condiciones económicas (reflejándose, por ejemplo, <strong>en</strong> procesos de individualización), pero no existe<br />

una r<strong>el</strong>ación causa-efecto unilateral. Por otra parte, <strong>en</strong> <strong>el</strong> último dec<strong>en</strong>io <strong>en</strong> muchos países surgieron<br />

con fuerza demandas sociales de mayor igualdad, solidaridad, y justicia y derechos sociales.<br />

Por lo tanto, modificaciones de la institucionalidad laboral deb<strong>en</strong> diseñarse como resultado<br />

de procesos de diálogo socio-laboral, idealm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de un pacto laboral que da espacio<br />

a los legítimos intereses de los actores socio-laborales. Para que las políticas laborales sean<br />

sost<strong>en</strong>ibles, deb<strong>en</strong> considerar tanto <strong>el</strong> contexto económico-productivo como <strong>el</strong> socio-normativo.<br />

Esto hoy <strong>en</strong> día es más factible que <strong>en</strong> <strong>el</strong> pasado pues se reconoce que también se requiere aportes<br />

de difer<strong>en</strong>tes áreas académicas, específicam<strong>en</strong>te la economía, <strong>el</strong> derecho y la sociología – aunque<br />

estas especialidades todavía no dialogan sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>las (Tokman, 2004).<br />

Aunque los retos sustantivos que se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto económico-productivo pued<strong>en</strong><br />

ser similares, los resultados d<strong>el</strong> diálogo socio-laboral diferirían <strong>en</strong>tre los países, dada la variedad de<br />

las normas sociales vig<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> cada uno de <strong>el</strong>los. De todas maneras, algunos de los retos que los<br />

países de la región t<strong>en</strong>drían que <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar <strong>en</strong> este contexto son los sigui<strong>en</strong>tes.<br />

1. La flexibilidad laboral máxima durante un período ha sido recom<strong>en</strong>dada como mecanismo<br />

clave para un ajuste óptimo a las nuevas circunstancias globales pero, como ya se m<strong>en</strong>cionó,<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> debate internacional actualm<strong>en</strong>te prevalece una mayor caut<strong>el</strong>a, a la cual contribuyó la


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

experi<strong>en</strong>cia de la crisis económica-financiera de fines de la década pasada 34 . Esto no excluye<br />

que <strong>en</strong> la institucionalidad laboral de los países exist<strong>en</strong> <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos de rigidez que g<strong>en</strong>eran<br />

inefici<strong>en</strong>cias que no se justifiqu<strong>en</strong> por b<strong>en</strong>eficios más grandes. La id<strong>en</strong>tificación de este tipo<br />

de obstáculos para un mejor cumplimi<strong>en</strong>to de los objetivos de la institucionalidad laboral y<br />

<strong>el</strong> diseño de mejoras puede ser una importante tarea de dicho diálogo. En otras ocasiones,<br />

la <strong>el</strong>iminación de alguna rigidez específica puede traer b<strong>en</strong>eficios unilaterales para uno de<br />

los actores lo podría requerir comp<strong>en</strong>saciones para otros.<br />

2. Economías abiertas ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a ser más volátiles, dado que adicionalm<strong>en</strong>te a shocks<br />

g<strong>en</strong>erados domésticam<strong>en</strong>te, sufr<strong>en</strong> de mayor manera shocks de orig<strong>en</strong> externo. Una parte<br />

de la mayor volatilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y, de manera correspondi<strong>en</strong>te, de los<br />

mercados laborales, puede cont<strong>en</strong>erse por medio de políticas macroeconómicas contracíclicas.<br />

Adicionalm<strong>en</strong>te se requiere un seguro de desempleo que protege a las personas<br />

que pierd<strong>en</strong> su empleo, <strong>el</strong> cual además puede fungir como estabilizador automático <strong>en</strong><br />

una crisis económica. Medidas como la flexibilidad de las horas de trabajo y programas<br />

de capacitación para ret<strong>en</strong>er trabajadores <strong>en</strong> riesgo de perder su empleo pued<strong>en</strong> añadir<br />

<strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos simultáneos de protección y mejoras de efici<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> mercado laboral.<br />

3. Para <strong>el</strong> cambio estructural requerido para <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar los retos de la globalización <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

contexto de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> se necesitan, <strong>en</strong>tre otros, marcadas mejoras de<br />

los sistemas educativos <strong>en</strong> términos de calidad e igualdad, así como la construcción de<br />

sistemas nacionales de formación profesional y capacitación que contribuyan a cerrar las<br />

brechas de productividad externa e interna. Estos sistemas deb<strong>en</strong>, <strong>en</strong>tre otros, mostrar una<br />

doble pertin<strong>en</strong>cia (tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta la demanda de las empresas y las necesidades de los<br />

trabajadores) y fortalecer “<strong>el</strong> segm<strong>en</strong>to medio aus<strong>en</strong>te” de los esquemas de educación y<br />

formación, es decir la formación técnica no universitaria.<br />

4. Adicionalm<strong>en</strong>te se requiere g<strong>en</strong>erar y fortalecer r<strong>el</strong>aciones laborales que establezcan<br />

círculos virtuosos para mejorar la productividad laboral y la distribución de los frutos<br />

correspondi<strong>en</strong>tes. Para <strong>el</strong>lo es indisp<strong>en</strong>sable <strong>el</strong> reconocimi<strong>en</strong>to mutuo de los actores sociolaborales<br />

y <strong>el</strong> reforzami<strong>en</strong>to de su pap<strong>el</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> diseño de la institucionalidad laboral.<br />

5. Una característica de las regulaciones laborales <strong>en</strong> la región son <strong>el</strong>evados niv<strong>el</strong>es de su<br />

incumplimi<strong>en</strong>to de las normas legales, <strong>el</strong> cual ti<strong>en</strong>e varias causas. Para reducir, específicam<strong>en</strong>te,<br />

la brecha <strong>en</strong>tre las regulaciones legales y su aplicación real se requiere aum<strong>en</strong>tar los niv<strong>el</strong>es<br />

de formalización empresarial y laboral, con mejoras <strong>en</strong> la información, inc<strong>en</strong>tivos para mejorar<br />

la r<strong>el</strong>ación costos b<strong>en</strong>eficios de la formalización y una inspección laboral más efectiva. El<br />

compromiso con las normas laborales internacionales, esquemas que refuerc<strong>en</strong> <strong>el</strong> compromiso<br />

empresarial con <strong>el</strong> cumplimi<strong>en</strong>to de las normas y <strong>el</strong> involucrami<strong>en</strong>to de los trabajadores<br />

organizados también incidirían <strong>en</strong> mejoras <strong>en</strong> <strong>el</strong> cumplimi<strong>en</strong>to de las normas laborales 35 .<br />

34<br />

En este período países a los cuales previam<strong>en</strong>te se había atribuido un mayor grado de flexibilidad laboral no<br />

necesariam<strong>en</strong>te tuvieron un desempeño más favorable que otros. Entre los países que, <strong>en</strong> términos laborales, aguantaron<br />

la crisis de mejor forma destaca Alemania, cuyo mercado laboral previam<strong>en</strong>te con frecu<strong>en</strong>cia se había caracterizado<br />

como rígido. Para explicar este mejor desempeño se argum<strong>en</strong>ta que <strong>el</strong> mercado laboral alemán habría sido flexibilizado<br />

por medio de las reformas laborales introducidas por <strong>el</strong> gobierno d<strong>el</strong> canciller Schröder. Sin embargo, las reformas se<br />

c<strong>en</strong>traron principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> inc<strong>en</strong>tivar la g<strong>en</strong>eración de empleo sobre todo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de servicios, mi<strong>en</strong>tras existe<br />

cons<strong>en</strong>so de que la pieza clave para evitar un fuerte aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> desempleo <strong>en</strong> 2009 (<strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de una caída<br />

d<strong>el</strong> PIB de 5,1%) fueron los mecanismos de reducción negociada de horas laborales, parcialm<strong>en</strong>te comp<strong>en</strong>sada con<br />

subsidios, mecanismos que ya existían previam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de una regulación laboral supuestam<strong>en</strong>te rígida. Esto<br />

muestra, <strong>en</strong>tre otros, la dificultad de caracterizar una institucionalidad laboral específica como “flexible” o “rígida” <strong>en</strong><br />

un contexto <strong>en</strong> que esta institucionalidad se compone de un conjunto de regulaciones (basadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado, leyes y<br />

negociaciones) que pued<strong>en</strong> mostrar difer<strong>en</strong>tes grados de flexibilidad y rigidez.<br />

35<br />

Hay que reconocer que cierto segm<strong>en</strong>to de la estructura productiva de la región no está <strong>en</strong> condiciones de cumplir con<br />

estas normas – lo cual es una de las características de la heterog<strong>en</strong>eidad estructural. De todas maneras, una parte de


CEPAL<br />

6. En muchos casos los procedimi<strong>en</strong>tos de la aplicación de la legislación laboral constituy<strong>en</strong><br />

un factor que le quita efectividad y efici<strong>en</strong>cia. La simplificación y agilización de estos<br />

procedimi<strong>en</strong>tos, tanto <strong>en</strong> los juicios laborales como <strong>en</strong> las fases previas pued<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er un<br />

impacto positivo al transformar derechos formales <strong>en</strong> derechos reales y reducir costos para<br />

todos los involucrados.<br />

7. Grupos específicos de la población <strong>en</strong> edad de trabajar <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan obstáculos especiales<br />

para su inserción al mercado laboral y <strong>el</strong> acceso a un empleo productivo. Para facilitar su<br />

mayor inserción es indisp<strong>en</strong>sable fortalecer su empleabilidad con instrum<strong>en</strong>tos que tom<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta la diversidad de sus necesidades y g<strong>en</strong>erar mayores oportunidades de empleo.<br />

este segm<strong>en</strong>to puede y debe fortalecerse por medio de políticas de desarrollo productivo.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Bibliografía<br />

Parte A<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2010a), La hora de la igualdad: Brechas por<br />

cerrar, caminos por abrir (LC/G.2432(SES.33/3)), Santiago de Chile.<br />

____(1964), La mano de obra y <strong>el</strong> desarrollo económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> los últimos años, Santiago<br />

de Chile.<br />

CEPAL/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo)<br />

(2011), Coyuntura laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Boletín CEPAL/OIT N° 5, Santiago de Chile.<br />

____(2009), “Crisis y mercado laboral”, Coyuntura laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Boletín CEPAL/OIT,<br />

N° 1, Santiago de Chile.<br />

Infante, Ricardo (1981), “Heterog<strong>en</strong>eidad estructural, empleo y distribución d<strong>el</strong> ingreso”, El trimestre económico,<br />

vol. 48(2), N° 190, México, D.F., Fondo de Cultura Económica, abril-junio.<br />

Pinto, A. (1973), “Naturaleza e implicaciones de la heterog<strong>en</strong>eidad estructural <strong>en</strong> la <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, El trimestre<br />

económico, N° 145, México, D.F., Fondo de Cultura Económica.<br />

Tokman, V. (1982), “Desarrollo desigual y absorción d<strong>el</strong> empleo. <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 1950-1980”, Revista de la<br />

CEPAL, N° 17, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Parte B<br />

Infante, R. (2011), “<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> “umbral d<strong>el</strong> desarrollo”. Un ejercicio de converg<strong>en</strong>cia productiva”,<br />

Docum<strong>en</strong>to de trabajo, Nº 14, proyecto sobre desarrollo inclusivo, Santiago de Chile, Comisión Económica<br />

para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), junio.<br />

OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos) (2012), Perspectives on Global Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t<br />

2012: Social Cohesion in a Shifting World, París.<br />

Parte C<br />

Bosch, Mariano y William Maloney (2005), “Labor market dynamics in dev<strong>el</strong>oping countries: comparative<br />

analysis using continuous time Markov processes”, World Bank Policy Research Working Paper, Nº 3583,<br />

Washington, D.C., Banco Mundial.<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2011a), Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> 2010-2011 (LC/G.2506-P), Santiago de Chile.<br />

____(2011b), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2011 (LC/G.2514-P), Santiago de Chile.<br />

____(2010), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2010 (LC/G.2481-P), Santiago de Chile.<br />

CEPAL/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo)<br />

(2012), “Productividad laboral y distribución”, Coyuntura laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Boletín<br />

Nº 6, Santiago de Chile.<br />

FMI (Fondo Monetario Internacional) (2010), “The human costs of recession”, docum<strong>en</strong>to pres<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> la<br />

confer<strong>en</strong>cia “The Chall<strong>en</strong>ges of Growth, Employm<strong>en</strong>t and Social Cohesion”, organizada por <strong>el</strong> FMI, la<br />

Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT) y la Oficina d<strong>el</strong> Primer Ministro de Noruega.<br />

Keifman, Saúl N. y Roxana Maurizio (2012), “Changes in labor market conditions and policies. Their impact on<br />

wage inequality during the last decade”, Working Paper, Nº 2012/14, Instituto Mundial de Investigaciones<br />

de Economía d<strong>el</strong> Desarrollo (WIDER)/Universidad de las Naciones Unidas (UNU).


CEPAL<br />

Ocampo, José Antonio, Codrina Rada y Lance Taylor (2009), Growth and Policy in Dev<strong>el</strong>oping Countries: A Structuralist<br />

Approach, Nueva York, Columbia University Press.<br />

OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos) (2012), Perspectives on Global Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t<br />

2012: Social Cohesion in a Shifting World, París.<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2009), Informe sobre <strong>el</strong> Trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> Mundo 2009. Crisis mundial<br />

d<strong>el</strong> empleo y perspectivas, Ginebra.<br />

Pagés-Serra, Carm<strong>en</strong>, Gaëlle Pierre y Stefano Scarpetta (2009), Job Creation in Latin America and the Caribbean.<br />

Rec<strong>en</strong>t Tr<strong>en</strong>ds and Policy Chall<strong>en</strong>ges, Washington D.C., Palgrave Macmillan.<br />

PREALC (Programa Regional d<strong>el</strong> <strong>Empleo</strong> para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (1991), <strong>Empleo</strong> y equidad: El desafío<br />

de los 90, Santiago de Chile.<br />

Pu<strong>en</strong>tes, Esteban y Dante Contreras (2009), “Informal jobs and contribution to social security: evid<strong>en</strong>ce from<br />

a double s<strong>el</strong>ection mod<strong>el</strong>”, serie Docum<strong>en</strong>tos de Trabajo, Nº 307, Santiago de Chile, Universidad de<br />

Chile, diciembre.<br />

Soares, F. (2004), “Do informal workers queue for formal jobs in Brazil?”, Working Paper, Nº 1021, Brasilia,<br />

Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA).<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> y Corn<strong>el</strong>ia Kaldewei (2013), “<strong>Empleo</strong>, crecimi<strong>en</strong>to sost<strong>en</strong>ible e igualdad”, serie Macroeconomía<br />

d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº145 (LC/L.3743), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> (2012), “Crecimi<strong>en</strong>to, empleo y distribución de ingresos <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, serie Macroeconomía<br />

d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº122 (LC/L.3516), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

____(2000), Reformas económicas, crecimi<strong>en</strong>to y empleo: los mercados de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Santiago<br />

de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Fondo de Cultura Económica.<br />

Parte D<br />

Aglietta, Mich<strong>el</strong> 1979 (orig. 1976), A Theory of Capitalist Regulation. The US Experi<strong>en</strong>ce, London/ New York: Verso<br />

Amin, Ash (ed.) 1994, Post-Fordism. A Reader, Oxford/ Cambridge: Blackw<strong>el</strong>l<br />

B<strong>en</strong>susán, Graci<strong>el</strong>a (coord.) <strong>2006</strong>, Diseño legal y desempeño real: instituciones laborales <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>,<br />

Cámara de Diputados/ UAM/ Porrúa, México D.F.<br />

Berg, Janine y David Kucera 2008, “Labour Institutions in the Dev<strong>el</strong>oping Wold: Historical and Theoretical<br />

Perspectives, Janine Berg y David Kucera (ed.), In Def<strong>en</strong>ce of Labour Market Institutions. Cultivating<br />

Justice in the Dev<strong>el</strong>oping World, Palgrave-MacMillan/ ILO, pp.9-31<br />

Betcherman, Gordon, Amy Luinstra and Makoto Ogawa 2001, Labor Market Regulation: International Experi<strong>en</strong>ce<br />

in Promoting Employm<strong>en</strong>t and Social Protection, The World Bank, Social Protection Discussion Paper<br />

Series, No.128.<br />

BID 1997, Progreso económico y social <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, informe 1997, Washington D.C.<br />

Boyer, Robert 1994, “Las alternativas al fordismo. De los años 80 al siglo XXI”, <strong>en</strong> G. B<strong>en</strong>ko/ A. Lipietz (comp.):<br />

Las regiones que ganan. Distritos y redes. Los nuevos paradigmas de la geografía económica, Val<strong>en</strong>cia:<br />

Ed. Alfonso <strong>el</strong> Magnánimo<br />

Burki, Shahid Javed y Guillermo E. Perry 1997, The Long March. A Reform Ag<strong>en</strong>da for Latin America and the<br />

Caribbean in the Next Decade, Washington D.C.: The World Bank.<br />

Candia, José Migu<strong>el</strong> (1994), “Gestión pública y mercado de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, <strong>en</strong> Economía & Trabajo,<br />

Año II, No.4, pp.161-174.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

CEPAL 2012, Cambio estructural para la igualdad: Una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo, LC/G.2524(SES.34/3).<br />

____2010, La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir, LC/G.2432(SES33/3).<br />

____y OIT 2011, Coyuntura laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, No.5, Políticas contracíclicas para una<br />

recuperación sost<strong>en</strong>ida d<strong>el</strong> empleo, Santiago de Chile<br />

Cortázar, R<strong>en</strong>é 2004, Instituciones y mercados laborales, <strong>en</strong> BID, Reformas y equidad social <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>. Memorias de la Primera Fase d<strong>el</strong> Foro de Equidad Social, ed. por Carlos Eduardo Vélez y<br />

Paz Castillo-Ruiz, Washington, D.C., pp.209-220.<br />

De la Garza Toledo, Enrique 2000, “La flexibilidad d<strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, <strong>en</strong> Enrique de la Garza Toledo<br />

(coord.), Tratado latinoamericano de sociología d<strong>el</strong> trabajo, México, pp.148-178.<br />

Eichhorst, Werner, Micha<strong>el</strong> Feil y Christoph Braun 2008, What Have We Learned? Assessing Labor Market<br />

Institutions and Indicators, Discussion Paper Series IZA DP No.3470<br />

Fraile, Lydia 2009, La experi<strong>en</strong>cia neoliberal de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Políticas sociales y laborales desde <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io<br />

de 1980, <strong>en</strong> Revista Internacional d<strong>el</strong> Trabajo, Vol.128, núm.3, pp.235-255<br />

Freeman, Richard B. 2005, Labour market institutions without blinders: The debate over flexibility and labour<br />

market performance, NBER Working paper series, No 11286.<br />

Hirsch, Joachim y Roland Roth 1986, Das neue Gesicht des Kapitalismus. Vom Fordismus zum Post-Fordismus,<br />

Hamburg: VSA<br />

Hurti<strong>en</strong>ne, Thomas 1986, “Fordismus, Entwicklungstheorie und Dritte W<strong>el</strong>t”, <strong>en</strong> Peripherie, No.22/23, pp.60-110.<br />

Inter-American Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t Bank 2003, Good Jobs Wanted. Labor Markets in Latin America, Economic and<br />

Social Progress in Latin America. 2004 Report, Washington, D.C.<br />

Kuczynski, Pedro-Pablo y John Williamson (eds.) 2003, After the Washington Cons<strong>en</strong>sus: Restarting Growth<br />

and Reform in Latin America, Washington, D.C.<br />

Lipietz, Alain 1987, Mirages and Miracles: the Crises of Global Fordism, London: Verso.<br />

N<strong>el</strong>son, Joan M. 1991, Organized Labor, Politics, and Labor Market Flexibility in Dev<strong>el</strong>oping Countries, <strong>en</strong>: The<br />

World Bank Research Observer, vol.6, no.1, pp.37-56<br />

Ocampo, José Antonio 2013, La crisis latinoamericana de la deuda a la luz de la historia, docum<strong>en</strong>to pres<strong>en</strong>tado<br />

a seminario “La crisis de la deuda 30 años después”, Confer<strong>en</strong>cia CEPAL-CAF-GIZ-SEGIB, 18 y 19 de<br />

febrero de 2013, Ciudad de México<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) 2008, Informe sobre <strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo 2008. Desigualdades<br />

de r<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> la era de la finanza global, Ginebra.<br />

Pérez Sáinz, Juan Pablo 1994, “Refer<strong>en</strong>tes históricos y teóricos para contextualizar <strong>el</strong> actual proceso de<br />

reestructuración industrial <strong>en</strong> C<strong>en</strong>troamérica”, <strong>en</strong> Pérez Sáinz, Juan Pablo (coord.), Globalización y<br />

fuerza laboral <strong>en</strong> C<strong>en</strong>troamérica, San José: FLACSO, pp.11-47<br />

Souza, Paulo R<strong>en</strong>ato 2003, Contrastes <strong>en</strong>tre las políticas de empleo <strong>en</strong> los años set<strong>en</strong>ta y 2000, <strong>en</strong> OIT, Políticas<br />

de empleo <strong>en</strong> Chile y <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Seminario <strong>en</strong> honor de Víctor E. Tokman, Santiago, pp.26-31<br />

Tokman, Víctor E. 2004, Una voz <strong>en</strong> <strong>el</strong> camino. <strong>Empleo</strong> y equidad <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: 40 años de búsqueda,<br />

México, D.F./ Santiago<br />

____2003, Cons<strong>en</strong>sos y dis<strong>en</strong>sos <strong>en</strong> las políticas de empleo, <strong>en</strong> OIT, Políticas de empleo <strong>en</strong> Chile y <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong>. Seminario <strong>en</strong> honor de Víctor E. Tokman, Santiago, pp.32-37<br />

Vega Ruiz, María Luz 2008, New Tr<strong>en</strong>ds in Latin American Labour Reforms: The Law, its Reform and its Impact<br />

in Practical Terms, Janine Berg y David Kucera (ed.), In Def<strong>en</strong>ce of Labour Market Institutions. Cultivating<br />

Justice in the Dev<strong>el</strong>oping World, Palgrave-MacMillan/ ILO, pp.233-263<br />

____(ed.) 2005, La reforma laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: 15 años después. Un análisis comparado, OIT, Lima.


CEPAL<br />

V<strong>el</strong>ásquez Pinto, Mario 2010, Seguros de desempleo y funcionami<strong>en</strong>to efici<strong>en</strong>te y equitativo de los mercados<br />

de trabajo, serie Macroeconomía d<strong>el</strong> desarrollo, No. 99, CEPAL, Santiago.<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> (ed.) 2009, El nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral latinoamericano. Regulación, protección y políticas activas<br />

<strong>en</strong> los mercados de trabajo, siglo veintiuno editores / CEPAL, Bu<strong>en</strong>os Aires<br />

____1998, Los retos de la institucionalidad laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de la transformación de la modalidad de desarrollo<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, CEPAL, Serie Reformas Económicas, no.10, LC/L.1158.<br />

Williamson, John 1990 “What Washington means by policy reform”, Latin American Adjustm<strong>en</strong>t: How Much<br />

Has Happ<strong>en</strong>ed?, John Williamson (ed.), Washington, D.C., Instituto de Economía Internacional.<br />

World Bank and International Finance Corporation (div. volúm<strong>en</strong>es), Doing Business. Washington, D.C.


Capítulo II<br />

La evolución de los mercados laborales y la desigualdad<br />

Fu<strong>en</strong>te:<br />

Parte A y J. Inestabilidad y desigualdad La vulnerabilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37042/1/S201483_es.pdf<br />

Parte B. Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo. Trigésimo cuarto<br />

período de sesiones de la CEPAL (CEPAL, 2012)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/3078/1/S2012062_es.pdf<br />

Parte C. Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2014: desafíos para la sost<strong>en</strong>ibilidad d<strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> un nuevo contexto externo (CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/36970/1/S1420392_es.pdf<br />

Parte D e I. Revista CEPAL Nº 114 (CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37465/RVE114_es.pdf?sequ<strong>en</strong>ce=1&isAllowed=y<br />

Parte E. Brechas y transformaciones: la evolución d<strong>el</strong> empleo agropecuario <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (CEPAL, 2016)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/40844/1/S1600704_es.pdf<br />

Parte F. Revista CEPAL Nº 84 (CEPAL, 2004)<br />

http://repositorio.cepal.org/handle/11362/37489<br />

Parte G. Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2012 (CEPAL, 2012)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/1247/1/S2012959_es.pdf<br />

Parte H. Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2011 (CEPAL, 2011)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/1241/1/S1100927_es.pdf


CEPAL<br />

Introducción<br />

En este capítulo se revisa la evolución reci<strong>en</strong>te de los mercados laborales de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

y la desigualdad. En los aportes de la primera sección (que incluye fragm<strong>en</strong>tos de Inestabilidad y<br />

desigualdad: la vulnerabilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>; Cambio estructural para<br />

la igualdad: una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo; Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>,<br />

2014, y <strong>el</strong> artículo “Aspectos de la evolución reci<strong>en</strong>te de los mercados laborales de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>”, de Revista CEPAL Nº 114) se destacan aspectos como <strong>el</strong> impacto de las dinámicas<br />

demográficas y educativas <strong>en</strong> la composición d<strong>el</strong> empleo, <strong>el</strong> desempeño laboral difer<strong>en</strong>ciado <strong>en</strong>tre<br />

la década de 1990 y la de 2000, la recomposición d<strong>el</strong> empleo hacia una conc<strong>en</strong>tración creci<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> sector terciario, la g<strong>en</strong>eración r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te dinámica de empleo a partir de inicios de la década de<br />

2000 y su impacto favorable <strong>en</strong> la reducción d<strong>el</strong> desempleo y la pobreza, las mejoras <strong>en</strong> la calidad<br />

media d<strong>el</strong> empleo, <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la productividad laboral y la reducción de las brechas salariales<br />

<strong>en</strong>tre ocupados con difer<strong>en</strong>tes niv<strong>el</strong>es educativos.<br />

En la sección sigui<strong>en</strong>te se analiza la evolución d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> sectores s<strong>el</strong>eccionados. Como<br />

indica <strong>el</strong> texto sobre <strong>el</strong> sector agropecuario (extraído de Brechas y transformaciones: la evolución<br />

d<strong>el</strong> empleo agropecuario <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>), <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio de la región, este sector contribuyó a<br />

producir mejoras <strong>en</strong> términos de empleo y productividad y a reducir algunas brechas intersectoriales<br />

e intrasectoriales, si bi<strong>en</strong> <strong>el</strong> desempeño de los países fue heterogéneo y <strong>en</strong> este sector sigu<strong>en</strong><br />

conc<strong>en</strong>trándose empleos de bajos ingresos y mala calidad. En <strong>el</strong> sigui<strong>en</strong>te texto (compuesto por<br />

fragm<strong>en</strong>tos de “El empleo terciario <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: <strong>en</strong>tre la modernidad y la sobreviv<strong>en</strong>cia”, de<br />

Revista CEPAL Nº 84) se estudian algunas características d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario, donde<br />

se conc<strong>en</strong>tra una proporción creci<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> la región, y se destaca su heterog<strong>en</strong>eidad, <strong>en</strong><br />

términos de cualificaciones, productividad, niv<strong>el</strong> de informalidad, participación de las mujeres y tamaño<br />

de las empresas, <strong>en</strong>tre otros. Un segm<strong>en</strong>to de creci<strong>en</strong>te importancia d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> sector terciario es <strong>el</strong><br />

empleo <strong>en</strong> actividades de cuidado, y <strong>en</strong> <strong>el</strong> tercer texto de esta sección (extraído de Panorama Social<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2012) se analizan las características d<strong>el</strong> empleo de cuidado remunerado, que<br />

refleja difer<strong>en</strong>tes mecanismos a través de los cuales las sociedades dan respuesta a necesidades<br />

específicas que ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a aum<strong>en</strong>tar, especialm<strong>en</strong>te debido a las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias de <strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to.<br />

La evolución de la desigualdad y su vínculo con <strong>el</strong> mercado laboral es <strong>el</strong> tema de la tercera sección<br />

de este capítulo. En <strong>el</strong> texto s<strong>el</strong>eccionado de Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2012 se muestra<br />

la importancia de las variables d<strong>el</strong> mercado de trabajo, sobre todo de los ingresos laborales, para<br />

la reducción de la brecha de ingresos per cápita <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> primer y <strong>el</strong> quinto quintil. En las páginas<br />

tomadas de Inestabilidad y desigualdad: la vulnerabilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

se resum<strong>en</strong> las principales t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias distributivas <strong>en</strong> los mercados laborales y la discusión sobre<br />

los factores que jugaron un pap<strong>el</strong> r<strong>el</strong>evante <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido. Finalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> <strong>el</strong> artículo “Participación<br />

d<strong>el</strong> ingreso laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso total <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 1990-2010” (de Revista CEPAL Nº 114) se<br />

muestra que, pese a que mejoró la distribución a niv<strong>el</strong> de los hogares, <strong>en</strong> la mayoría de los países<br />

de la región se registró un deterioro de la participación de los ingresos laborales <strong>en</strong> <strong>el</strong> producto.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

A. <strong>Empleo</strong>, productividad e ingresos<br />

Parte A<br />

Inestabilidad y desigualdad La vulnerabilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL, 2014), Cap. II, Sec. A, pp. 64-68.<br />

1. Evolución de la fuerza de trabajo<br />

La transición demográfica com<strong>en</strong>zó <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> a mediados d<strong>el</strong> siglo pasado,<br />

cuando la reducción de la mortalidad infantil y una tasa de fecundidad r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te constante<br />

redundaron <strong>en</strong> un <strong>el</strong>evado crecimi<strong>en</strong>to de la población, acompañado por un aum<strong>en</strong>to de la r<strong>el</strong>ación<br />

de dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia. Esta última llegó a su apogeo hacia fines de los años ses<strong>en</strong>ta, <strong>en</strong> que inició su<br />

desc<strong>en</strong>so como consecu<strong>en</strong>cia de la disminución de la tasa de natalidad. A partir de los años och<strong>en</strong>ta<br />

la tasa de dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia se sitúa por debajo de la r<strong>el</strong>ación previa a la transición demográfica.<br />

Durante las últimas décadas, la población <strong>en</strong> edad de trabajar (PET) siguió creci<strong>en</strong>do a tasas<br />

<strong>el</strong>evadas, pero declinantes. Sin embargo, <strong>en</strong> lo que reflejaría la exist<strong>en</strong>cia de un pot<strong>en</strong>cial “bono<br />

demográfico”, estas tasas sobrepasan las d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to de la población <strong>en</strong> su conjunto y se<br />

proyecta que <strong>en</strong> 2015 la PET repres<strong>en</strong>taría dos tercios de la población total de la región, de manera<br />

que la r<strong>el</strong>ación de dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia disminuiría d<strong>el</strong> 78,8% <strong>en</strong> 1980 al 49,9% <strong>en</strong> 2015 1 .<br />

Esta evolución se explica principalm<strong>en</strong>te por las m<strong>en</strong>ores tasas de fecundidad, de manera que<br />

la proporción de niños m<strong>en</strong>ores de 15 años de edad caería <strong>en</strong> la población total desde un 39,6% a un<br />

25,6% <strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo período anterior. Resalta <strong>el</strong> hecho de que a partir d<strong>el</strong> segundo lustro de los años<br />

dos mil, <strong>el</strong> número de niños empezó a desc<strong>en</strong>der <strong>en</strong> términos absolutos. En contraste, aum<strong>en</strong>taría<br />

gradualm<strong>en</strong>te la proporción de los adultos mayores <strong>en</strong> la población total (d<strong>el</strong> 4,5% <strong>en</strong> 1980 al 7,7% <strong>en</strong><br />

2015). Este proceso de <strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to de la población advierte, con ing<strong>en</strong>tes difer<strong>en</strong>cias según los<br />

países de la región, d<strong>el</strong> futuro v<strong>en</strong>cimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> “bono demográfico”.<br />

A través de este aum<strong>en</strong>to r<strong>el</strong>ativo de la PET, pero también d<strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la participación<br />

laboral (proporción de la PET que se incorpora al mercado laboral), <strong>el</strong> “bono demográfico” contribuiría<br />

al crecimi<strong>en</strong>to económico y especialm<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> producto per cápita 2 . El aum<strong>en</strong>to de la participación<br />

laboral es atribuible a la creci<strong>en</strong>te inserción laboral de las mujeres, mi<strong>en</strong>tras que la de los hombres<br />

ti<strong>en</strong>de a bajar levem<strong>en</strong>te debido a tres factores: la perman<strong>en</strong>cia más prolongada de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> sistema educacional; la caída ligera de la tasa de participación <strong>en</strong> los grupos etarios más altos,<br />

y <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la proporción de estos grupos <strong>en</strong> la estructura etaria 3 . A raíz de estas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias,<br />

para <strong>el</strong> período 1990-2015 se proyecta una expansión de la tasa de participación fem<strong>en</strong>ina de un<br />

38,1% a un 54,7% y una reducción de la tasa de participación masculina de un 80,8% a un 79,6%<br />

(CEPAL, <strong>2006</strong>).<br />

Como resultado de estos procesos, las tasas globales de participación de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

(promedio de 21 países) y d<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (10 países) superaron <strong>en</strong> 2010 <strong>el</strong> promedio de los países de la<br />

Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), excluy<strong>en</strong>do a los países miembros<br />

latinoamericanos, con 65,5% y 65,4%, respectivam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> comparación con <strong>el</strong> 60,4% 4 . Sin embargo,<br />

a estas tasas más altas de participación <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> contribuy<strong>en</strong> dos <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos<br />

no deseables desde la perspectiva d<strong>el</strong> desarrollo socioeconómico:<br />

1<br />

W<strong>el</strong>ler y Kaldewei (2013), sobre la base de datos de CEPALSTAT.<br />

2<br />

Otras contribuciones pot<strong>en</strong>ciales d<strong>el</strong> “bono demográfico” serían una mayor tasa de ahorro e inversiones más <strong>el</strong>evadas<br />

<strong>en</strong> materia de educación y capacitación.<br />

3<br />

La tasa de participación g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te se calcula sobre la base de una definición más amplia de la PET, que establece<br />

un piso de edad sin un techo. De esta forma se toma <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> hecho de que <strong>en</strong> la región una significativa proporción<br />

de adultos mayores se v<strong>en</strong> obligados a continuar trabajando por la aus<strong>en</strong>cia de sistemas de p<strong>en</strong>sión sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te<br />

sólidos <strong>en</strong> términos de cobertura y b<strong>en</strong>eficios.<br />

4<br />

Cálculo propio sobre la base de datos de la Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), Key Indicators of the Labour<br />

Market (KILM). Debido a difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> las fu<strong>en</strong>tes, hay leves discrepancias con las tasas citadas previam<strong>en</strong>te.


CEPAL<br />

• La perman<strong>en</strong>cia más breve de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema educativo de la región 5 .<br />

• La perman<strong>en</strong>cia más prolongada de las personas de mayor edad <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral.<br />

Si la comparación se limita a la población de 15 a 64 años, la situación varía: la tasa de<br />

participación de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> 2010 llega a un 69,8% y la d<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> a un 71,2%, mi<strong>en</strong>tras que<br />

<strong>el</strong> mismo indicador <strong>en</strong> los países de la OCDE se increm<strong>en</strong>ta bastante más respecto a la medición sin<br />

límite de edad, y alcanza un 71,8%. La difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> las tasas de participación de 15 a 64 años es<br />

<strong>el</strong>evada sobre todo <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres: <strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo año, <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> es de un 56,7%,<br />

mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> la OCDE es de un 65,7%; <strong>en</strong> cambio, la tasa de participación d<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (62,0%) se<br />

aproxima más al niv<strong>el</strong> de la OCDE 6 .<br />

De este análisis se despr<strong>en</strong>de que no siempre es necesario un aum<strong>en</strong>to de la tasa global de<br />

participación para <strong>el</strong> mejor aprovechami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> pot<strong>en</strong>cial de la población <strong>en</strong> edad de trabajar, sino que<br />

puede ser preferible una reestructuración de esta participación. Para facilitar un mejor aprovechami<strong>en</strong>to<br />

de la fuerza laboral como palanca d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, sería<br />

conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te reducir la participación juv<strong>en</strong>il (disminuy<strong>en</strong>do la inserción laboral prematura de aqu<strong>el</strong>los<br />

jóv<strong>en</strong>es que desertan d<strong>el</strong> sistema educativo para producir ingresos, especialm<strong>en</strong>te hasta los 18 años)<br />

y de las personas de mayor edad (<strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de la perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la actividad laboral por la falta de<br />

un sistema de protección que permita la jubilación a la edad correspondi<strong>en</strong>te), así como facilitar una<br />

mayor inserción de las mujeres. El mayor pot<strong>en</strong>cial para <strong>el</strong>evar la inserción laboral se conc<strong>en</strong>tra <strong>en</strong><br />

las mujeres con baja escolaridad y <strong>en</strong> las familias de bajos ingresos, ya que la tasa de participación<br />

de grupos de difer<strong>en</strong>tes niv<strong>el</strong>es de educación formal varía mucho más <strong>en</strong> estas que <strong>en</strong> los hombres 7 .<br />

El hecho de que la población económicam<strong>en</strong>te activa (PEA) esté aum<strong>en</strong>tando a tasas<br />

superiores que las de la PET refleja un pot<strong>en</strong>cial aún mayor <strong>en</strong> términos cuantitativos de contribución<br />

al crecimi<strong>en</strong>to económico desde la oferta laboral. Sin embargo, para aprovechar este pot<strong>en</strong>cial aporte<br />

d<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la fuerza de trabajo (por razones demográficas, socioculturales y económicas) y<br />

traducirlo <strong>en</strong> más expansión económica, se requier<strong>en</strong> condiciones económicas y políticas adecuadas.<br />

En una comparación de las tasas de crecimi<strong>en</strong>to de la PEA y de la economía regional durante las<br />

últimas décadas se puede observar que la economía regional no siempre se expandió a tasas<br />

que habrían permitido incorporar de forma productiva <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la fuerza laboral. En ciertos<br />

períodos, esto condujo a aum<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong> desempleo abierto, subempleo visible y/o a caídas de la<br />

productividad laboral media. Además, g<strong>en</strong>eró <strong>el</strong>evadas tasas de emigración. Desde mediados de los<br />

años och<strong>en</strong>ta se estima que <strong>en</strong>tre 750.000 y 1.050.000 personas emigran anualm<strong>en</strong>te de la región,<br />

lo que repres<strong>en</strong>ta, según <strong>el</strong> quinqu<strong>en</strong>io, <strong>en</strong>tre 1,3 y 2,0 por mil de la población regional, con tasas<br />

significativam<strong>en</strong>te más <strong>el</strong>evadas <strong>en</strong> varios países (CEPAL, 2009b, pág. 44).<br />

Desde <strong>el</strong> punto de vista de la distribución de ingresos, la participación laboral difer<strong>en</strong>cial que<br />

se constató más arriba (<strong>en</strong> especial <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres) también ayuda a explicar los bajos<br />

ingresos de los hogares de quintiles más pobres. El reci<strong>en</strong>te aum<strong>en</strong>to de la participación laboral <strong>en</strong><br />

estos hogares ha contribuido a la reducción de la pobreza (CEPAL, 2009a), aunque no ha sido un<br />

factor importante <strong>en</strong> la baja de la desigualdad, debido a que la tasa de participación y, sobre todo,<br />

la tasa de ocupación, crecieron tanto <strong>en</strong> los hogares de bajos ingresos como <strong>en</strong> los de ingresos<br />

más altos (CEPAL, 2011b) 8 .<br />

5<br />

Esto es sobre todo válido para las zonas rurales, donde los jóv<strong>en</strong>es de 15 a 24 años ti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong> promedio 8 años de<br />

educación, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> las áreas urbanas son 10 años (promedio de 14 países, cálculo propio sobre la base de<br />

datos de CEPAL (2011b).<br />

6<br />

Los países de la OCDE ti<strong>en</strong><strong>en</strong> también cifras heterogéneas al respecto. En los países nórdicos se registra la mayor<br />

participación fem<strong>en</strong>ina (76,3%) para <strong>el</strong> grupo etario de 15 a 64 años, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> Turquía se observa <strong>el</strong> mínimo<br />

(30,3%).<br />

7<br />

En las zonas urbanas, <strong>el</strong> grupo etario con 0 a 3 años de estudios ti<strong>en</strong>e la tasa de participación más baja <strong>en</strong> ambos<br />

sexos, mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> grupo etario de 13 años y más registra la tasa más alta de participación, aunque la brecha es<br />

m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los hombres (67% <strong>en</strong> comparación con 84%) que de las mujeres (36% y 72%, respectivam<strong>en</strong>te),<br />

<strong>en</strong> un promedio de 18 países de la región (cálculo propio sobre la base de datos de CEPAL, 2010).<br />

8<br />

Si bi<strong>en</strong> lo decisivo para la reducción de la pobreza y, pot<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te, de la desigualdad, es <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la ocupación<br />

y los ingresos laborales, y un increm<strong>en</strong>to de la participación sería insufici<strong>en</strong>te por sí solo, este último factor es una<br />

condición previa para avances <strong>en</strong> este terr<strong>en</strong>o.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

La contribución al crecimi<strong>en</strong>to económico que realiza la educación es difícil de cuantificar 9 ,<br />

pero se puede establecer una corr<strong>el</strong>ación positiva de los niv<strong>el</strong>es de educación y d<strong>el</strong> producto interno<br />

bruto (PIB) per cápita <strong>en</strong> los países de la región (véase <strong>el</strong> gráfico II.1). Ciertam<strong>en</strong>te, esto no repres<strong>en</strong>ta<br />

una r<strong>el</strong>ación de causalidad, sino más bi<strong>en</strong> refleja la exist<strong>en</strong>cia de círculos virtuosos y viciosos, puesto<br />

que un mayor niv<strong>el</strong> educacional t<strong>en</strong>dería a contribuir a un mayor niv<strong>el</strong> d<strong>el</strong> PIB y las sociedades más<br />

ricas ti<strong>en</strong><strong>en</strong> más espacios para invertir <strong>en</strong> educación, lo que a su vez facilitaría un increm<strong>en</strong>to más<br />

rápido de los niv<strong>el</strong>es educativos. Las corr<strong>el</strong>aciones opuestas existirían <strong>en</strong> los niv<strong>el</strong>es educativos más<br />

bajos y sociedades más pobres.<br />

• Gráfico II.1<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: PIB per cápita y niv<strong>el</strong> educativo medio de la población económicam<strong>en</strong>te<br />

activa urbana, fines de la década de 2000<br />

(En dólares y <strong>en</strong> años)<br />

13<br />

12<br />

Niv<strong>el</strong> educativo de la PEA urbana<br />

(años de educación)<br />

11<br />

10<br />

9<br />

8<br />

7<br />

6<br />

0 1 000 2 000 3 000 4 000 5 000 6 000 7 000 8 000 9 000<br />

PIB per cápita (dólares de 2005)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Panorama Social<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2011 (LC/G.2514-P), Santiago de Chile, 2012. Publicación de las Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.12.11.G.6.<br />

Los niv<strong>el</strong>es educacionales de la fuerza de trabajo han estado <strong>en</strong> continuo asc<strong>en</strong>so durante<br />

las décadas reci<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Por ejemplo, <strong>en</strong> los años och<strong>en</strong>ta, <strong>en</strong> la PEA urbana la<br />

proporción de personas con hasta 5 años de educación formal disminuyó de un 29,4% a un 20,8%<br />

(promedio simple de 7 países latinoamericanos) y <strong>en</strong> la PEA rural de un 62,5% a un 52,2% (promedio<br />

simple de 4 países) (CEPAL, 2000). De 1990 a 2010 (alrededor de), <strong>en</strong> 14 países, <strong>el</strong> número promedio<br />

de años de educación de la población económicam<strong>en</strong>te activa subió de 8,6 a 9,8 <strong>en</strong> las zonas urbanas<br />

y de 4,8 a 6,3 <strong>en</strong> las áreas rurales 10 . En ambas zonas, <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo medio de la PEA fem<strong>en</strong>ina<br />

es levem<strong>en</strong>te más alto que <strong>el</strong> de la PEA masculina; esto se puede atribuir a que <strong>en</strong> muchos países<br />

las mujeres permanec<strong>en</strong> más tiempo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema educacional y a los problemas de inserción <strong>en</strong><br />

la PEA que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>las con pocos años de escolaridad, conc<strong>en</strong>tradas por <strong>en</strong>de <strong>en</strong> gran medida<br />

fuera de la fuerza laboral.<br />

Más allá de la corr<strong>el</strong>ación positiva d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo y la riqueza material de un país, las<br />

sociedades ti<strong>en</strong><strong>en</strong> la posibilidad, d<strong>en</strong>tro de ciertos límites, de establecer prioridades <strong>en</strong> <strong>el</strong> uso<br />

de los recursos disponibles. Tanto <strong>en</strong> la región como fuera de esta se observan ejemplos de una<br />

priorización temprana de la educación que incidió favorablem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> desarrollo socioeconómico<br />

posterior 11 . Por otra parte, un niv<strong>el</strong> más <strong>el</strong>evado de educación (o mayor increm<strong>en</strong>to de estos niv<strong>el</strong>es)<br />

no garantiza mayores tasas de crecimi<strong>en</strong>to económico, dado que además se requier<strong>en</strong> condiciones<br />

macroeconómicas y productivas favorables, capaces de g<strong>en</strong>erar la demanda laboral correspondi<strong>en</strong>te 12 .<br />

Para <strong>el</strong>lo <strong>el</strong> cont<strong>en</strong>ido y la calidad de la educación deb<strong>en</strong> responder a las necesidades d<strong>el</strong> aparato<br />

productivo 13 . No obstante, las debilidades <strong>en</strong> materia educacional serían un factor fundam<strong>en</strong>tal <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

9<br />

Para una discusión abreviada, véase por ejemplo Acemoglu (2009, cap.10).<br />

10<br />

Cálculo propio sobre la base de CEPAL (2011b).<br />

11<br />

Por ejemplo, <strong>en</strong> Costa Rica se estableció la educación básica g<strong>en</strong>eral más tempranam<strong>en</strong>te que <strong>en</strong> sus vecinos<br />

c<strong>en</strong>troamericanos, <strong>en</strong> circunstancias <strong>en</strong> que no se distinguía por ser un país más rico que estos.<br />

12<br />

Frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te se ha <strong>en</strong>fatizado <strong>en</strong> que una causa importante de la “primavera árabe” fue la frustración de numerosos<br />

adultos jóv<strong>en</strong>es bi<strong>en</strong> educados que no <strong>en</strong>contraron oportunidades laborales acordes con sus calificaciones.<br />

13<br />

Sin embargo, esta ori<strong>en</strong>tación no puede ser exclusiva dado que un desarrollo humano integral también requiere de la


CEPAL<br />

rezago d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico de la región, puesto que un porc<strong>en</strong>taje <strong>el</strong>evado de repres<strong>en</strong>tantes<br />

de empresas latinoamericanas considera que la insufici<strong>en</strong>te calificación de los trabajadores repres<strong>en</strong>ta<br />

un obstáculo serio o muy serio para <strong>el</strong> desempeño de la empresa, con un promedio simple d<strong>el</strong> 31,5%<br />

<strong>en</strong> 20 países, según <strong>en</strong>cuestas empresariales (W<strong>el</strong>ler, 2011). Numerosos estudios han destacado las<br />

debilidades de los sistemas educativos y de formación profesional, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> cuanto a su<br />

calidad y segm<strong>en</strong>tación 14 .<br />

Parte B<br />

Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo. Trigésimo<br />

cuarto período de sesiones de la CEPAL (CEPAL, 2012), Cap. V, Sec. B, pp. 219-225.<br />

1. Mercado de trabajo: <strong>Empleo</strong> e ingresos<br />

El mercado de trabajo y su institucionalidad son <strong>el</strong> espacio de conexión <strong>en</strong>tre la heterog<strong>en</strong>eidad de<br />

la estructura productiva y las marcadas desigualdades de los ingresos de los hogares. El acceso al<br />

empleo y los ingresos laborales son los determinantes fundam<strong>en</strong>tales de la desigualdad d<strong>el</strong> ingreso.<br />

En <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> empleo, sigui<strong>en</strong>do la lógica expuesta <strong>en</strong> los capítulos anteriores, resulta fundam<strong>en</strong>tal<br />

su vinculación con <strong>el</strong> ciclo económico, por una parte, y con la estructura productiva, por la otra.<br />

Ambos aspectos se abordan a continuación. Al considerar los ingresos laborales se muestra su<br />

r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> ciclo económico y se analiza la desigualdad desde la perspectiva funcional y personal.<br />

a) <strong>Empleo</strong> y ciclo económico<br />

Como se señaló <strong>en</strong> <strong>el</strong> capítulo I, <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> <strong>en</strong> las últimas<br />

dos décadas (1990-2010) superó <strong>en</strong> promedio <strong>el</strong> 3% anual, lo que ha supuesto una recuperación<br />

con respecto a la década de 1980. D<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> período, pued<strong>en</strong> distinguirse dos fases asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes<br />

(1991-1997 y 2003-2008) separadas por cinco años de r<strong>el</strong>ativo estancami<strong>en</strong>to (incluso desc<strong>en</strong>so <strong>en</strong><br />

algunos países) d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de actividad (1998-2002).<br />

Las dos fases expansivas pres<strong>en</strong>tan difer<strong>en</strong>cias importantes desde <strong>el</strong> punto de vista de la<br />

dinámica d<strong>el</strong> empleo y, por <strong>en</strong>de, de la evolución de las condiciones de vida de la población. En términos<br />

g<strong>en</strong>erales, cabría esperar que una mayor tasa de crecimi<strong>en</strong>to económico se viera acompañada por<br />

un aum<strong>en</strong>to de la demanda laboral y de las tasas de ocupación, lo que contribuiría a reducir la tasa<br />

de desempleo. Sin embargo, no siempre se produce este tipo de dinámica virtuosa. La estructura<br />

productiva, considerada según <strong>el</strong> tamaño de los ag<strong>en</strong>tes económicos, resulta decisiva a la hora<br />

de explicar la dinámica d<strong>el</strong> empleo a lo largo d<strong>el</strong> ciclo. En g<strong>en</strong>eral, <strong>en</strong> aus<strong>en</strong>cia de negociaciones y<br />

políticas laborales <strong>en</strong> def<strong>en</strong>sa d<strong>el</strong> empleo, las empresas más grandes su<strong>el</strong><strong>en</strong> reducir <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong><br />

la fase contractiva d<strong>el</strong> ciclo y aum<strong>en</strong>tar las contrataciones <strong>en</strong> la fase expansiva. Las empresas más<br />

pequeñas, aunque muestran una mayor resist<strong>en</strong>cia a despedir trabajadores <strong>en</strong> las recesiones y una<br />

incorporación más l<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> las etapas expansivas, son especialm<strong>en</strong>te vulnerables a la caída de la<br />

demanda. Más aún, <strong>en</strong> las crisis económicas, las microempresas funcionan como refugio, por lo<br />

que la cantidad de empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong>las puede aum<strong>en</strong>tar, ya que conc<strong>en</strong>tran <strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te y,<br />

<strong>en</strong> muchos casos, <strong>el</strong> sector informal. Esto refleja <strong>el</strong> esfuerzo de superviv<strong>en</strong>cia de los trabajadores<br />

<strong>en</strong> economías que carec<strong>en</strong> de seguros de desempleo. La dinámica de la oferta de trabajo también<br />

es fundam<strong>en</strong>tal para explicar <strong>el</strong> impacto de los procesos de crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo y, sobre todo,<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> desempleo (OIT, 2000) 15 .<br />

formación de habilidades y la transmisión de conocimi<strong>en</strong>tos no directam<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>acionados con estas necesidades. Aquí<br />

se hace énfasis <strong>en</strong> la ori<strong>en</strong>tación a las necesidades d<strong>el</strong> aparato productivo, por su importancia para la contribución al<br />

crecimi<strong>en</strong>to económico, que es <strong>el</strong> tema principal de esta sección.<br />

14<br />

Por ejemplo, véanse UNESCO (2008), Vera (2009) y Naciones Unidas (2010, cap. IV).<br />

15<br />

Un aum<strong>en</strong>to de la tasa de participación, es decir, una mayor inserción de la población <strong>en</strong> edad de trabajar <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado<br />

laboral, puede neutralizar parcialm<strong>en</strong>te <strong>el</strong> efecto de las variaciones d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de actividad económica <strong>en</strong> <strong>el</strong> desempleo. Si


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

La dinámica d<strong>el</strong> ciclo económico no afecta solam<strong>en</strong>te al número de puestos de trabajo<br />

que se g<strong>en</strong>eran, sino también a su calidad. En las fases recesivas, la contracción de la actividad<br />

económica su<strong>el</strong>e aum<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> desempleo y la informalidad laboral. La falta de dinamismo económico<br />

<strong>en</strong> la fase desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> ciclo conduce a amplios sectores de la población a buscar medios<br />

alternativos al mercado de trabajo formal para obt<strong>en</strong>er ingresos (CEPAL/OIT, 2009). Ese aum<strong>en</strong>to<br />

de la informalidad supone un deterioro de las condiciones de vida de la población, ya que su<strong>el</strong>e<br />

basarse <strong>en</strong> actividades que implican una m<strong>en</strong>or productividad y, por lo tanto, m<strong>en</strong>ores ingresos y<br />

la aus<strong>en</strong>cia o debilidad de los mecanismos de protección social vinculados al trabajo. Se trata, sin<br />

embargo, de un deterioro m<strong>en</strong>or de las condiciones de vida que <strong>el</strong> que resultaría de una situación<br />

de desempleo total. Esto afecta particularm<strong>en</strong>te a los trabajadores que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> m<strong>en</strong>ores niv<strong>el</strong>es<br />

de cualificación e ingresos más bajos, a las mujeres y a los jóv<strong>en</strong>es, así como a sus hogares, que<br />

su<strong>el</strong><strong>en</strong> ser los más afectados por las recesiones. Sin embargo, la experi<strong>en</strong>cia de la crisis de 2008-<br />

2009 indica que es posible adoptar políticas contracíclicas que hagan hincapié <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo y <strong>en</strong><br />

los hogares de bajos ingresos, que permitirían at<strong>en</strong>uar las consecu<strong>en</strong>cias negativas. Entre esas<br />

medidas figuran <strong>el</strong> fom<strong>en</strong>to y desarrollo de programas de empleo directo, <strong>en</strong> ocasiones mediante<br />

<strong>el</strong> reforzami<strong>en</strong>to de la inversión <strong>en</strong> infraestructura; los subsidios a la contratación de mano de obra;<br />

<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de los salarios públicos o los salarios mínimos; <strong>el</strong> impulso, la def<strong>en</strong>sa o la ampliación<br />

de los programas sociales de lucha contra la pobreza y de asist<strong>en</strong>cia social; y <strong>el</strong> desarrollo o la<br />

ampliación de los subsidios de transporte, vivi<strong>en</strong>da o alim<strong>en</strong>tación , <strong>en</strong>tre otros (CEPAL/OIT, 2011).<br />

La r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y los cambios <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo es difer<strong>en</strong>te <strong>en</strong> cada<br />

país. La corr<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y <strong>el</strong> empleo es mayor <strong>en</strong> los países cuyo ingreso<br />

promedio es más <strong>el</strong>evado, donde <strong>el</strong> peso de los sectores de productividad media y alta es mayor.<br />

Esto se debe a que la corr<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico es más alta <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo asalariado<br />

que <strong>en</strong> las demás ocupaciones, y los países con un mayor ingreso promedio ti<strong>en</strong><strong>en</strong> porc<strong>en</strong>tajes más<br />

<strong>el</strong>evados de su fuerza de trabajo <strong>en</strong> r<strong>el</strong>aciones laborales asalariadas (W<strong>el</strong>ler, 2012).<br />

La experi<strong>en</strong>cia de los países de la región <strong>en</strong> las últimas dos décadas muestra que <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> desempleo y <strong>el</strong> estancami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo no se dan solo <strong>en</strong> situaciones de estancami<strong>en</strong>to o<br />

retroceso económico (véanse <strong>el</strong> gráfico II.2 y <strong>el</strong> cuadro II.1). Por ejemplo, <strong>el</strong> comportami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong><br />

mercado de trabajo <strong>en</strong> la región <strong>en</strong> 1990-1997 muestra que <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico no supuso<br />

una mejora <strong>en</strong> los indicadores de empleo (CEPAL, 2010b). En ese período, la tasa de desempleo<br />

aum<strong>en</strong>tó un 17,7% (d<strong>el</strong> 7,9% al 9,3%), mi<strong>en</strong>tras que la tasa bruta de ocupación solo aum<strong>en</strong>tó un 1,3%<br />

(d<strong>el</strong> 57,3% al 58,2%) <strong>en</strong> un contexto de creci<strong>en</strong>te participación laboral (la tasa bruta de participación<br />

aum<strong>en</strong>tó un 2,9%, d<strong>el</strong> 62,3% al 64,1%, impulsada por la creci<strong>en</strong>te participación laboral fem<strong>en</strong>ina y<br />

la continuidad de la migración d<strong>el</strong> campo a la ciudad) 16 .<br />

una parte de las personas que se incorpora a la fuerza laboral <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra empleo, pero otra parte queda desempleada,<br />

puede suceder que la tasa de desempleo se mant<strong>en</strong>ga estancada, o incluso se increm<strong>en</strong>te, pese al aum<strong>en</strong>to de la tasa<br />

de ocupación<br />

16<br />

La tasa bruta de participación es la proporción <strong>en</strong>tre la población económicam<strong>en</strong>te activa (o fuerza de trabajo) y la<br />

población total. La tasa de desempleo es la proporción <strong>en</strong>tre la población desocupada y la población económicam<strong>en</strong>te<br />

activa. A partir de estos indicadores se construye la tasa bruta de ocupación, definida como <strong>el</strong> coci<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre la<br />

población ocupada y la población total.


CEPAL<br />

• Gráfico II.2<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: evolución de los principales indicadores d<strong>el</strong> mercado de trabajo,<br />

1991-2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

0,12<br />

0,66<br />

0,11<br />

0,64<br />

0,10<br />

0,09<br />

0,62<br />

0,08<br />

0,60<br />

0,07<br />

0,06<br />

0,58<br />

0,05<br />

0,56<br />

0,04<br />

1991<br />

1992<br />

1993<br />

1994<br />

1995<br />

1996<br />

1997<br />

1998<br />

1999<br />

2000<br />

2001<br />

2002<br />

2003<br />

2004<br />

2005<br />

<strong>2006</strong><br />

2007<br />

2008<br />

2009<br />

2010<br />

Tasa bruta de participación a Tasa bruta de ocupación a<br />

Tasa de desempleo b<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de información de CEPALSTAT.<br />

a<br />

La tasa bruta de participación y la tasa bruta de ocupación se mid<strong>en</strong> sobre <strong>el</strong> eje izquierdo.<br />

b<br />

La tasa de desempleo se mide sobre <strong>el</strong> eje derecho.<br />

• Cuadro II.1<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: variación d<strong>el</strong> pib y de los indicadores d<strong>el</strong> mercado de trabajo,<br />

1991-2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

1991-1997 1998-2002 2003-2010 1991-2010<br />

Tasas acumuladas<br />

Variación d<strong>el</strong> PIB 26,2 8,9 35,6 86,5<br />

Variación de la tasa<br />

de desempleo<br />

17,7 20,4 -34,8 -7,6<br />

Variación de la tasa<br />

bruta de participación<br />

Variación de la tasa<br />

bruta de ocupación<br />

2,9 1,6 1,2 5,8<br />

1,3 -0,6 5,7 6,5<br />

Promedio anual<br />

Variación d<strong>el</strong> PIB 3,4 1,7 3,9 3,2<br />

Variación de la tasa<br />

de desempleo<br />

Variación de la tasa<br />

bruta de participación<br />

Variación de la tasa<br />

bruta de ocupación<br />

2,4 3,8 -5,2 -0,4<br />

0,4 0,3 0,2 0,3<br />

0,2 -0,1 0,7 0,3<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de información de CEPALSTAT.<br />

En los años nov<strong>en</strong>ta fueron varios los factores que afectaron negativam<strong>en</strong>te al empleo,<br />

<strong>en</strong> bu<strong>en</strong>a medida asociados a las reformas económicas empr<strong>en</strong>didas <strong>en</strong> la región, pero también


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

r<strong>el</strong>acionados con la forma restringida <strong>en</strong> la que la región incorporó las transformaciones técnicas<br />

y productivas experim<strong>en</strong>tadas por la economía mundial. En r<strong>el</strong>ación con las reformas económicas,<br />

cabe destacar la apertura comercial y la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a la apreciación cambiaria derivada de los planes<br />

de estabilización basados <strong>en</strong> <strong>el</strong> tipo de cambio como ancla nominal, analizadas <strong>en</strong> los capítulos II<br />

y IV. En ese contexto, la oferta creci<strong>en</strong>te (a un precio decreci<strong>en</strong>te) de productos importados rompió<br />

los <strong>en</strong>cad<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>tos y debilitó <strong>el</strong> tejido productivo, lo que provocó una reducción de la cantidad<br />

de puestos de trabajo, sobre todo <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>las actividades con un alto coefici<strong>en</strong>te de mano de obra,<br />

así como una reducción de la producción de bi<strong>en</strong>es de consumo duradero y de capital <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>los<br />

países que cu<strong>en</strong>tan con sectores manufactureros r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te más desarrollados.<br />

También incidieron condicionantes externos. En la primera mitad de los años nov<strong>en</strong>ta, hubo<br />

importantes increm<strong>en</strong>tos de la productividad asociados a la modernización de las estructuras productivas,<br />

que incorporaron procesos de automatización que ahorraban mano de obra, lo que redujo considerablem<strong>en</strong>te<br />

los costos laborales. La nueva lógica de funcionami<strong>en</strong>to de las empresas transnacionales —con sus<br />

esquemas globales de aprovisionami<strong>en</strong>to de insumos— también debilitó la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre las filiales<br />

radicadas <strong>en</strong> la región y las empresas locales, lo que afectó negativam<strong>en</strong>te al empleo.<br />

En este marco g<strong>en</strong>eral se produjeron, además, algunas modificaciones decisivas <strong>en</strong> la<br />

institucionalidad laboral de la región. Más allá de las difer<strong>en</strong>cias institucionales que exist<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre los<br />

países, <strong>en</strong> la región se promovieron, con mayor o m<strong>en</strong>or énfasis e int<strong>en</strong>sidad, reformas destinadas a<br />

desregular y flexibilizar <strong>el</strong> mercado laboral (Lora 1997; Lora y Panizza, 2003). El conjunto de reformas<br />

comerciales, financieras y laborales no logró g<strong>en</strong>erar los puestos de trabajo esperados por qui<strong>en</strong>es<br />

propugnaban <strong>el</strong> cambio de régim<strong>en</strong> (Correa, 2002; W<strong>el</strong>ler, 2000). Así, <strong>en</strong> un contexto institucional<br />

caracterizado por la debilidad de las políticas de empleo, <strong>en</strong> un ámbito de creci<strong>en</strong>te apertura comercial<br />

(<strong>en</strong> muchos casos ac<strong>en</strong>tuado por procesos de apreciación cambiaria), y <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de un proceso<br />

mundial de transformaciones técnicas y productivas ahorradoras de mano de obra, <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

de la década de los años nov<strong>en</strong>ta (1991-1997) no se tradujo <strong>en</strong> la sufici<strong>en</strong>te g<strong>en</strong>eración de empleo<br />

ni consiguió evitar un aum<strong>en</strong>to importante d<strong>el</strong> desempleo. Por lo tanto, no se corrigieron los graves<br />

problemas distributivos que se habían ac<strong>en</strong>tuado <strong>en</strong> la década anterior.<br />

En <strong>el</strong> período 1998-2002, <strong>el</strong> PIB de la región ap<strong>en</strong>as creció un 8,9% (la tasa promedio anual<br />

fue d<strong>el</strong> 1,7%). La tasa de desempleo continuó su t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te, y lo mismo sucedió con<br />

la tasa bruta de participación. El empleo permaneció prácticam<strong>en</strong>te estancado. Al comparar la<br />

fase expansiva de 2003-2010 con la de 1991-1997 se constata que, <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta, la tasa de<br />

crecimi<strong>en</strong>to anual d<strong>el</strong> PIB fue ligeram<strong>en</strong>te inferior a la de la de la década de 2000. A pesar de <strong>el</strong>lo,<br />

<strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta la tasa de desempleo y la informalidad aum<strong>en</strong>taron significativam<strong>en</strong>te. En <strong>el</strong><br />

último período de alza, <strong>en</strong> cambio, <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to estuvo acompañado de una caída de la tasa de<br />

desempleo y un aum<strong>en</strong>to de la incorporación de trabajadores al empleo.<br />

Así, por primera vez <strong>en</strong> dos décadas, <strong>el</strong> desempleo empezó a disminuir. A difer<strong>en</strong>cia de la<br />

fase de crecimi<strong>en</strong>to anterior (donde la volatilidad había afectado notablem<strong>en</strong>te al desempeño d<strong>el</strong><br />

empleo como consecu<strong>en</strong>cia de la debilidad de las políticas contracíclicas y de empleo), <strong>en</strong> este<br />

período se empr<strong>en</strong>dieron acciones que contribuyeron a pot<strong>en</strong>ciar <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to y tuvieron un efecto<br />

positivo <strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración de puestos de trabajo (CEPAL/OIT, 2011).<br />

Las políticas redistributivas tuvieron un efecto directo <strong>en</strong> la demanda de bi<strong>en</strong>es salariales<br />

(wage goods) y <strong>en</strong> la expansión de su producción para <strong>el</strong> mercado interno, lo que contribuyó a la<br />

efici<strong>en</strong>cia keynesiana 17 . Este comportami<strong>en</strong>to, junto al contexto internacional favorable, caracterizado<br />

por una expansión económica g<strong>en</strong>eral a niv<strong>el</strong> mundial (y de las economías emerg<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> particular),<br />

permitió sost<strong>en</strong>er tasas positivas de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> la región, con la excepción d<strong>el</strong><br />

intervalo producido por la crisis internacional de 2008-2009.<br />

17<br />

Los bi<strong>en</strong>es salariales son los que compon<strong>en</strong> la canasta básica de los trabajadores, e incluy<strong>en</strong> los alim<strong>en</strong>tos, <strong>el</strong> vestido<br />

y los servicios básicos, <strong>en</strong>tre otros.


CEPAL<br />

A lo largo de los ciclos económicos de las últimas dos décadas, se han producido importantes<br />

transformaciones cualitativas, que se analizan más detalladam<strong>en</strong>te a continuación.<br />

b) <strong>Empleo</strong> y estructura productiva<br />

Durante las últimas dos décadas, se han producido cambios <strong>en</strong> la estructura productiva que han<br />

repercutido de diversas maneras sobre <strong>el</strong> empleo. El sector de los servicios, que reúne a la mayor<br />

proporción de empleados de la región, ha aum<strong>en</strong>tado su participación r<strong>el</strong>ativa <strong>en</strong> detrim<strong>en</strong>to de la<br />

agricultura (véase <strong>el</strong> cuadro II.2). Este cambio ya v<strong>en</strong>ía manifestándose hace más de dos décadas, y<br />

se mantuvo <strong>en</strong> las etapas de crecimi<strong>en</strong>to y de estancami<strong>en</strong>to de la actividad económica d<strong>el</strong> período<br />

considerado 18 . En <strong>el</strong> sector agropecuario se redujo <strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te de utilización de mano de obra<br />

y se produjo asimismo una recomposición d<strong>el</strong> empleo hacia formas más precarias <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector<br />

moderno agroexportador (W<strong>el</strong>ler, 1998). También se observó una reducción r<strong>el</strong>ativa d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong><br />

las unidades campesinas, que su<strong>el</strong>e ser de peor calidad. La utilización de técnicas int<strong>en</strong>sivas <strong>en</strong><br />

capital afectó a una parte, aunque minoritaria, d<strong>el</strong> empleo agropecuario, mi<strong>en</strong>tras que los servicios<br />

de m<strong>en</strong>or productividad sigu<strong>en</strong> requiri<strong>en</strong>do un <strong>el</strong>evado coefici<strong>en</strong>te de mano de obra. La m<strong>en</strong>or<br />

pérdida de participación r<strong>el</strong>ativa de las actividades primarias <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo se produjo <strong>en</strong> los países<br />

de <strong>América</strong> d<strong>el</strong> Sur.<br />

• Cuadro II.2<br />

Distribución d<strong>el</strong> empleo por sector de actividad, 1990-2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>América</strong> d<strong>el</strong> Sur a C<strong>en</strong>troamérica México Brasil<br />

Agricultura<br />

Industria<br />

Servicios<br />

Agricultura<br />

Industria<br />

Servicios<br />

Agricultura<br />

Industria<br />

Servicios<br />

Agricultura<br />

Industria<br />

Servicios<br />

Agricultura<br />

Industria<br />

Servicios<br />

1990 20 25 56 18 25 58 36 21 43 22 26 52 16 25 59<br />

1997 18 23 59 17 22 61 30 22 48 17 27 56 16 22 62<br />

2003 16 23 62 15 22 63 26 23 51 15 27 58 13 23 64<br />

2010 13 24 64 12 23 64 21 21 58 11 26 62 10 24 66<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

<strong>América</strong> d<strong>el</strong> Sur incluye al Brasil.<br />

En <strong>el</strong> cuadro II.3 se pres<strong>en</strong>ta la participación d<strong>el</strong> empleo asalariado <strong>en</strong> la ocupación total.<br />

En <strong>el</strong> último período de crecimi<strong>en</strong>to económico (2003-2010) se experim<strong>en</strong>tó un cambio importante<br />

<strong>en</strong> la estructura de la ocupación, ya que aum<strong>en</strong>tó la proporción de asalariados (d<strong>el</strong> sector público<br />

y privado) <strong>en</strong> <strong>el</strong> total de ocupados. Esta proporción se había mant<strong>en</strong>ido r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te estable<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> primer período de crecimi<strong>en</strong>to económico (1990-1997) y la “media década perdida” (1998-<br />

2002). El reci<strong>en</strong>te aum<strong>en</strong>to es aún incipi<strong>en</strong>te, pero constituye una bu<strong>en</strong>a señal porque indica que<br />

<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to de la ocupación se ha producido con incorporación de asalariados. Aun cuando <strong>el</strong><br />

trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia sigue funcionando <strong>en</strong> la región como un espacio laboral “de reserva” y<br />

18<br />

Desde la década de 1950 las economías de la región v<strong>en</strong>ían sufri<strong>en</strong>do importantes transformaciones, con una<br />

disminución de la participación de los sectores agrícolas, que se desac<strong>el</strong>eró durante los años och<strong>en</strong>ta, cuando la<br />

agricultura campesina sirvió como refugio de la mano de obra desplazada durante la crisis económica. En la segunda<br />

mitad de la década de 1980 y <strong>en</strong> la de 1990, continuó la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te de la importancia d<strong>el</strong> empleo agrícola<br />

(W<strong>el</strong>ler, 1998).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

consiste fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> actividades de baja productividad, por primera vez <strong>en</strong> dos décadas<br />

ha perdido importancia r<strong>el</strong>ativa 19 .<br />

• Cuadro II.3<br />

<strong>Empleo</strong> asalariado: porc<strong>en</strong>taje de asalariados <strong>en</strong> la ocupación total a , 1990-2010<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>América</strong> d<strong>el</strong> Sur b C<strong>en</strong>troamérica México Brasil<br />

1990 65,2 63,1 61,0 72,5 64,6<br />

1997 66,9 65,8 61,9 78,5 69,6<br />

2003 65,6 64,4 59,7 71,8 70,0<br />

2010 69,0 66,4 63,6 79,1 73,4<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Se incluye tanto a los asalariados d<strong>el</strong> sector público como a los d<strong>el</strong> sector privado.<br />

b<br />

<strong>América</strong> d<strong>el</strong> Sur incluye al Brasil.<br />

La evolución de la importancia r<strong>el</strong>ativa de los sectores formal e informal ti<strong>en</strong>e suma r<strong>el</strong>evancia<br />

<strong>en</strong> términos de protección social, ya que existe una fuerte r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la informalidad y la falta<br />

de cobertura de la seguridad social (véase <strong>el</strong> gráfico II.3). En 2009, <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de trabajadores<br />

afiliados a la seguridad social con respecto al total de los ocupados <strong>en</strong> sectores de productividad<br />

media y alta era casi cuatro veces superior al correspondi<strong>en</strong>te a los ocupados <strong>en</strong> sectores de baja<br />

productividad, brecha que habría aum<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> comparación con 1990. Esto implica una difer<strong>en</strong>cia<br />

muy significativa <strong>en</strong> <strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar pres<strong>en</strong>te y futuro de esos trabajadores y de sus familias <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación<br />

con <strong>el</strong> acceso a diversas prestaciones durante su vida activa y, especialm<strong>en</strong>te, después de la<br />

jubilación. Además, hay que t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta la importante brecha salarial <strong>en</strong>tre ambos sectores,<br />

que se analiza más ad<strong>el</strong>ante.<br />

• Gráfico II.3<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: ocupados afiliados a la seguridad social por sector (promedio ponderado a ),<br />

alrededor de 1990, 2002, <strong>2006</strong> y 2009<br />

(Porc<strong>en</strong>taje <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> total de ocupados de cada sector)<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

1990 2002 <strong>2006</strong> 2008 2009<br />

Ocupados <strong>en</strong> sectores de productividad media y alta<br />

Ocupados <strong>en</strong> sectores de baja productividad<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado de los países de los que se dispone información correspondi<strong>en</strong>te a todo <strong>el</strong> período considerado.<br />

19<br />

La otra categoría que compone <strong>el</strong> empleo total, además de los asalariados y los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia, son<br />

los empleadores, cuya importancia <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo total oscila alrededor d<strong>el</strong> 5% <strong>en</strong> todo <strong>el</strong> período.


CEPAL<br />

Parte C<br />

Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2014: desafíos para la sost<strong>en</strong>ibilidad d<strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> un nuevo contexto externo (CEPAL, 2014), Cap. IV, Sec. A, pp. 138-143.<br />

1. <strong>Empleo</strong> y salarios<br />

La evolución reci<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> mercado laboral ha incidido positivam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los indicadores de bi<strong>en</strong>estar<br />

humano, uno de los principios de la sost<strong>en</strong>ibilidad social destacado por Magis y Shinn (2009). En vista<br />

de la corr<strong>el</strong>ación positiva <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y la variación de la tasa de ocupación 20 ,<br />

parece claro que <strong>el</strong> marcado aum<strong>en</strong>to de la tasa de ocupación urbana, d<strong>el</strong> 52,0% al 56,5% <strong>en</strong>tre<br />

2002 y 2012 (CEPAL/OIT, 2013), se debe <strong>en</strong> gran parte a la ac<strong>el</strong>eración d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

durante ese período.<br />

Sin embargo, <strong>el</strong> fuerte ritmo de g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> ese lapso de tiempo se explica,<br />

además, por un aum<strong>en</strong>to de la int<strong>en</strong>sidad laboral d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico. Como se indica <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

gráfico IV.1, han cambiado las <strong>el</strong>asticidades <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico por un lado y la tasa de<br />

ocupación por <strong>el</strong> otro. Por ejemplo, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong>tre 1991 y 2002 un crecimi<strong>en</strong>to económico d<strong>el</strong><br />

3% no alcanzó a <strong>el</strong>evar la tasa de ocupación urbana (que registró un leve retroceso de 0,1 puntos<br />

porc<strong>en</strong>tuales), <strong>en</strong> <strong>el</strong> período sigui<strong>en</strong>te (2003-2012) <strong>el</strong> mismo ritmo de crecimi<strong>en</strong>to económico conllevó<br />

un increm<strong>en</strong>to de la tasa de ocupación de 0,4 puntos porc<strong>en</strong>tuales.<br />

• Gráfico II.4<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: crecimi<strong>en</strong>to económico y variación de la tasa de ocupación<br />

urbana, 1991-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes y puntos porc<strong>en</strong>tuales)<br />

1,0<br />

Variación de la tasa de ocupación<br />

0,8<br />

0,6<br />

0,4<br />

0,2<br />

-4 -2<br />

0,0<br />

0 2 4 6 8<br />

-0,2<br />

-0,4<br />

-0,6<br />

-0,8<br />

Crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

1991-2002 2003-2012<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de cifras oficiales de los países.<br />

Como se verá más ad<strong>el</strong>ante, <strong>en</strong>tre ambos períodos no se ac<strong>el</strong>eró <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la tasa de<br />

participación originado por la incorporación creci<strong>en</strong>te de las mujeres al mercado laboral, de manera<br />

que <strong>el</strong> mayor impacto d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo durante <strong>el</strong> segundo período se tradujo<br />

directam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> una reducción de la tasa de desempleo. Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> período 1991-2002, con un<br />

crecimi<strong>en</strong>to económico d<strong>el</strong> 3% la tasa de desempleo regional aum<strong>en</strong>tó casi 0,2 puntos porc<strong>en</strong>tuales,<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> período sigui<strong>en</strong>te ante una expansión económica de la misma magnitud se registró una caída de<br />

esa tasa de casi 0,3 puntos porc<strong>en</strong>tuales. Se quebró así la inercia respecto a la evolución de la tasa de<br />

desempleo <strong>en</strong> la región id<strong>en</strong>tificada por Ball, de Roux y Hofstetter (2011) para <strong>el</strong> período 1990-2007.<br />

Si bi<strong>en</strong> no se propone una causa única para explicar la mayor int<strong>en</strong>sidad laboral d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> segundo período, la evid<strong>en</strong>cia sugiere que, <strong>en</strong>tre mediados de los años och<strong>en</strong>ta y fines de los<br />

años nov<strong>en</strong>ta, las reformas económicas implem<strong>en</strong>tadas t<strong>en</strong>dieron a reducir la capacidad g<strong>en</strong>eradora<br />

20<br />

Véase CEPAL (2012a, págs. 41-43).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

de empleo asociada al crecimi<strong>en</strong>to económico, y que la apreciación cambiaria —f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o habitual<br />

<strong>en</strong> ese período— tuvo un efecto similar (W<strong>el</strong>ler, 2000) 21 .<br />

Durante la década de 2000, <strong>en</strong> algunos países se revirtieron reformas, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong><br />

otros se at<strong>en</strong>uó su efecto <strong>en</strong> la int<strong>en</strong>sidad laboral d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to. Los factores m<strong>en</strong>cionados<br />

afectaron, sobre todo, a algunas economías sudamericanas, donde <strong>en</strong> un período de profundas<br />

transformaciones para la desregulación de los mercados, la int<strong>en</strong>sidad <strong>en</strong> empleo d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

fue muy baja. Concretam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina <strong>en</strong>tre 1991 y 1996 un crecimi<strong>en</strong>to económico d<strong>el</strong> 3%<br />

estuvo asociado con una caída de la tasa de ocupación de casi 0,8 puntos porc<strong>en</strong>tuales, mi<strong>en</strong>tras<br />

que <strong>en</strong> <strong>el</strong> período posterior un crecimi<strong>en</strong>to económico similar conllevó un aum<strong>en</strong>to de la tasa de<br />

ocupación de un cuarto de punto porc<strong>en</strong>tual (véanse los gráficos II.5.A y II.5.B 22 . En <strong>el</strong> Brasil,<br />

<strong>en</strong>tre 1990 y 2002 un crecimi<strong>en</strong>to económico d<strong>el</strong> 3% estuvo asociado a un desc<strong>en</strong>so de la tasa de<br />

ocupación de alrededor de 0,3 puntos porc<strong>en</strong>tuales, mi<strong>en</strong>tras que posteriorm<strong>en</strong>te, si bi<strong>en</strong> con una<br />

mayor dispersión, ante un crecimi<strong>en</strong>to económico de la misma magnitud la tasa aum<strong>en</strong>tó medio<br />

punto porc<strong>en</strong>tual (véanse los gráficos II.5.C y II.5.D) 23 .<br />

• Gráfico II.5<br />

Arg<strong>en</strong>tina y Brasil: crecimi<strong>en</strong>to económico y variación de la tasa de ocupación, 1991-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes y puntos porc<strong>en</strong>tuales)<br />

1,0<br />

A. Arg<strong>en</strong>tina, 1991-1996<br />

Variación de la tasa de ocupación<br />

0,5<br />

0,0<br />

-4 -2 0 2 4 6 8 10 12<br />

-0,5<br />

-1,0<br />

-1,5<br />

-2,0<br />

Crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

B. Arg<strong>en</strong>tina, 1997-2012<br />

2,5<br />

2,0<br />

Variación de la tasa de ocupación<br />

1,5<br />

1,0<br />

0,5<br />

-15 -10 -5<br />

0,0<br />

0 5 10 15<br />

-0,5<br />

-1,0<br />

-1,5<br />

-2,0<br />

Crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

21<br />

En BID (2003) se detectaron algunos impactos negativos de varias de las reformas estructurales de la época <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

empleo y las remuneraciones, pero se <strong>en</strong>fatizó que estos efectos fueron moderados y frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te limitados para<br />

ciertos grupos de trabajadores.<br />

22<br />

En la Arg<strong>en</strong>tina, las reformas económicas ya se habían iniciado <strong>en</strong> los años och<strong>en</strong>ta, pero prosiguieron con fuerza a<br />

inicios de los años nov<strong>en</strong>ta. Así, <strong>en</strong>tre 1990 y 1996 <strong>el</strong> índice de reformas estructurales calculado por Lora (2012) subió<br />

de 0,50 a 0,61, mi<strong>en</strong>tras que posteriorm<strong>en</strong>te <strong>el</strong> ritmo de introducción de nuevas reformas se at<strong>en</strong>uó marcadam<strong>en</strong>te,<br />

alcanzando <strong>en</strong> 2009 —<strong>el</strong> último año d<strong>el</strong> que hay datos disponibles— un valor de 0,65.<br />

23<br />

En <strong>el</strong> Brasil, <strong>en</strong>tre 1990 y 2002 <strong>el</strong> índice de reformas estructurales de Lora (2012) aum<strong>en</strong>tó de 0,43 a 0,61; posteriorm<strong>en</strong>te<br />

subió de manera más pausada, alcanzando 0,66 <strong>en</strong> 2009.


CEPAL<br />

Gráfico II.5 (conclusión)<br />

C. Brasil, 1991-1996<br />

1,5<br />

Variación de la tasa de ocupación<br />

1,0<br />

0,5<br />

0,0<br />

-1 0<br />

1 2 3 4 5 6 7<br />

-0,5<br />

-1,0<br />

-1,5<br />

-2,0<br />

-2,5<br />

Crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

D. Brasil, 1997-2012<br />

1,6<br />

1,4<br />

Variación de la tasa de ocupación<br />

1,2<br />

1,0<br />

0,8<br />

0,6<br />

0,4<br />

0,2<br />

-1<br />

0,0<br />

0 1 2 3 4 5 6 7 8<br />

-0,2<br />

-0,4<br />

-0,6<br />

Crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de cifras oficiales de los países.<br />

De esta manera, se puede plantear que <strong>en</strong> <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io 2003-2012 <strong>el</strong> impacto negativo <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> empleo de las reformas implem<strong>en</strong>tadas <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta perdió fuerza y que, posiblem<strong>en</strong>te,<br />

las empresas más productivas se convirtieron <strong>en</strong> mayores g<strong>en</strong>eradores de empleo <strong>en</strong> un contexto<br />

expansivo. Este cambio <strong>en</strong> la int<strong>en</strong>sidad laboral d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico estaría r<strong>el</strong>acionado, <strong>en</strong>tre<br />

otros aspectos, con las características de la inversión extranjera directa que, <strong>en</strong> la primera fase,<br />

estaba c<strong>en</strong>trada <strong>en</strong> adquisiciones —frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de empresas públicas— que incidieron <strong>en</strong> una<br />

reducción de personal, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> la segunda fase predominó la creación de nuevas capacidades<br />

productivas (inversión nueva) (CEPAL, 2014a). Como resultado de estas transformaciones se pudo<br />

constatar que <strong>en</strong> <strong>el</strong> reci<strong>en</strong>te período de crecimi<strong>en</strong>to las empresas de mayor tamaño —que <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral<br />

pres<strong>en</strong>tan niv<strong>el</strong>es de productividad y competitividad superiores— aum<strong>en</strong>taron su participación <strong>en</strong> la<br />

estructura d<strong>el</strong> empleo (W<strong>el</strong>ler y Kaldewei, 2013, págs. 70 y 71).<br />

Durante <strong>el</strong> período 2003-2012 también se increm<strong>en</strong>taron los ingresos laborales, si bi<strong>en</strong><br />

a tasas moderadas. Específicam<strong>en</strong>te, los salarios formales crecieron anualm<strong>en</strong>te un 1,3% <strong>en</strong><br />

promedio <strong>en</strong> los países de los que había información disponible 24 . Al desagregar la evolución<br />

de estos ingresos se observa <strong>el</strong> impacto de las características estructurales de la g<strong>en</strong>eración<br />

de empleo.<br />

24<br />

Cálculo propio sobre la base de información oficial de los países.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Al respecto, la teoría indica que <strong>en</strong> fases de bajo crecimi<strong>en</strong>to se amplía la brecha de ingresos<br />

<strong>en</strong>tre los segm<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong> mercado de trabajo que respond<strong>en</strong> a las dinámicas de la demanda laboral<br />

(empleos asalariados, con numerosas excepciones <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las microempresas) y aqu<strong>el</strong>los<br />

que reflejan la presión desde la oferta (Fi<strong>el</strong>ds, 2004). Esto se debe a que, ante las necesidades de<br />

subsist<strong>en</strong>cia, muchas personas que <strong>en</strong> fases de bajo crecimi<strong>en</strong>to no consigu<strong>en</strong> un empleo asalariado<br />

acorde a sus calificaciones ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que autog<strong>en</strong>erarse empleo <strong>en</strong> actividades con bajas barreras de<br />

<strong>en</strong>trada. La expansión d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> estos sectores se traduce <strong>en</strong> una caída (al m<strong>en</strong>os, r<strong>el</strong>ativa) de<br />

su remuneración media, con lo que se amplía la brecha de ingresos. En fases de fuerte expansión<br />

de la demanda laboral y g<strong>en</strong>eración de empleo asalariado <strong>en</strong> sectores de productividad media y<br />

alta ocurre lo contrario, ya que se reduce la presión de la oferta laboral sobre los sectores de baja<br />

productividad, lo que incide <strong>en</strong> aum<strong>en</strong>tos r<strong>el</strong>ativos de los ingresos medios <strong>en</strong> estos sectores 25 .<br />

Esto es exactam<strong>en</strong>te lo que sucedió <strong>en</strong> las décadas reci<strong>en</strong>tes, como se indica <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro II.4.<br />

En efecto, <strong>en</strong>tre 1990 y 2002 se amplió la brecha de ingresos <strong>en</strong>tre los asalariados (no profesionales<br />

ni técnicos) de pequeñas, medianas y grandes empresas y los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia (no<br />

profesionales ni técnicos), ya que los ingresos de los primeros se mantuvieron estables (con un<br />

moderado increm<strong>en</strong>to durante los años nov<strong>en</strong>ta y una caída posterior), mi<strong>en</strong>tras que los ingresos<br />

medios de los segundos registraron una marcada pérdida <strong>en</strong> términos reales.<br />

• Cuadro II.4<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: ingresos laborales medios de la población urbana ocupada,<br />

por categoría de trabajador, 1990, 2002 y 2012 a<br />

(En líneas de pobreza per cápita y porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Total<br />

Asalariados<br />

Asalariados<br />

públicos<br />

Asalariados<br />

privados<br />

Asalariados no<br />

profesionales<br />

ni técnicos <strong>en</strong><br />

establecimi<strong>en</strong>tos de<br />

más de 5 personas<br />

Trabajadores por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia<br />

no profesionales<br />

ni técnicos<br />

1990 4,4 3,8 4,8 3,5 3,2 3,9<br />

2002 4,3 4,1 5,7 3,7 3,2 3,0<br />

2012 5,0 4,7 6,9 4,3 3,9 4.0<br />

Variación porc<strong>en</strong>tual<br />

1990-2002 -2 +8 +19 +6 0 -23<br />

2002-2012 +16 +15 +21 +16 +22 +33<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2013 (LC/G.2580),<br />

Santiago de Chile, 2013. Publicación de las Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.6.<br />

a<br />

Promedio simple de los países.<br />

En contraste, <strong>en</strong> <strong>el</strong> período sigui<strong>en</strong>te <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to fue g<strong>en</strong>eralizado y <strong>en</strong> términos r<strong>el</strong>ativos<br />

resultó mayor para los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia (no profesionales ni técnicos) que para las otras<br />

categorías. De esta manera, <strong>en</strong> <strong>el</strong> segundo período la g<strong>en</strong>eración de empleo de mayor productividad<br />

tuvo un efecto favorable más allá de la creación de nuevos puestos de trabajo.<br />

El increm<strong>en</strong>to conjunto d<strong>el</strong> empleo y los salarios incidió <strong>en</strong> una mayor expansión de la<br />

masa salarial (mejor dicho, de la masa de ingresos laborales), lo que fue determinante para <strong>el</strong><br />

mayor dinamismo de la demanda de los hogares y sus repercusiones <strong>en</strong> la demanda interna y <strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to económico.<br />

25<br />

Los sectores de baja productividad se conceptualizan a partir de las características de las unidades productivas. Sin<br />

embargo, <strong>en</strong> vista de la aus<strong>en</strong>cia de datos r<strong>el</strong>evantes con la frecu<strong>en</strong>cia requerida para un seguimi<strong>en</strong>to continuo, la CEPAL<br />

mide la evolución de estos sectores a partir de características de la ocupación laboral como indicadores sustitutivos.<br />

Para estos fines, los sectores de baja productividad se mid<strong>en</strong> por <strong>el</strong> conjunto de ocupados <strong>en</strong> microempresas<br />

(empleadores y asalariados), empleados domésticos, trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia y familiares no remunerados<br />

(excluidos profesionales y técnicos). Por lo tanto, los sectores de baja productividad no repres<strong>en</strong>tan ramas de actividad<br />

específicas; más bi<strong>en</strong>, <strong>en</strong> todas las ramas hay <strong>en</strong> mayor o m<strong>en</strong>or grado sectores de baja y alta o media productividad<br />

(véase <strong>el</strong> tercer apartado de la sección B de este capítulo).


CEPAL<br />

En efecto, como se indica <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico II.6, la variación de la masa salarial ha estado<br />

estrecham<strong>en</strong>te vinculada con <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> gasto <strong>en</strong> consumo privado final, lo que muestra la<br />

gran importancia que <strong>el</strong> empleo y los ingresos laborales ti<strong>en</strong><strong>en</strong> para este compon<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> gasto y,<br />

por lo tanto, para la demanda interna 26 .<br />

Cabe resaltar que a partir de inicios de la década de 2000 <strong>el</strong> consumo privado creció algo<br />

más que la masa salarial, lo que posiblem<strong>en</strong>te refleja la fuerte expansión d<strong>el</strong> crédito de consumo <strong>en</strong><br />

algunos países que increm<strong>en</strong>tó la capacidad de gasto de muchos hogares. Por otra parte, durante<br />

los últimos años la expansión de la masa salarial —y, con <strong>el</strong>la, <strong>el</strong> consumo de los hogares— perdió<br />

dinamismo, lo que combinado con los modestos aportes de las inversiones y de las exportaciones<br />

netas incidió <strong>en</strong> un m<strong>en</strong>or crecimi<strong>en</strong>to económico.<br />

La g<strong>en</strong>eración de empleo y los aum<strong>en</strong>tos de los ingresos laborales contribuyeron<br />

considerablem<strong>en</strong>te a la reducción de la pobreza. Ya antes, <strong>en</strong>tre 1990 y 2002, a niv<strong>el</strong> regional se<br />

observó una disminución de las tasas de pobreza y de indig<strong>en</strong>cia, aunque de m<strong>en</strong>or magnitud y con<br />

pautas difer<strong>en</strong>tes. Como se indica <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro II.5, <strong>en</strong>tre 1990 y 2002 <strong>el</strong> desc<strong>en</strong>so de la pobreza<br />

fue más acusado <strong>en</strong>tre las personas desocupadas y las económicam<strong>en</strong>te inactivas que <strong>en</strong>tre las<br />

ocupadas (si bi<strong>en</strong>, como es lógico suponer, estas pres<strong>en</strong>taron tasas más bajas). En especial los<br />

trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia y los familiares no remunerados registraron mejoras muy modestas.<br />

• Gráfico II.6<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: tasa de variación anual de la masa salarial real<br />

y d<strong>el</strong> consumo de los hogares, 1995-2013<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

7<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

-1<br />

-2<br />

1995<br />

1996<br />

1997<br />

1998<br />

1999<br />

2000<br />

2001<br />

2002<br />

2003<br />

2004<br />

2005<br />

<strong>2006</strong><br />

2007<br />

2008<br />

2009<br />

2010<br />

2011<br />

2012<br />

2013 a<br />

2014 b<br />

Masa salarial real<br />

Gasto de consumo final privado<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de cifras oficiales de los países.<br />

a<br />

Datos pr<strong>el</strong>iminares.<br />

b<br />

Proyección.<br />

26<br />

Los datos pres<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico II.6 repres<strong>en</strong>tan una aproximación a la evolución de la masa de los ingresos laborales.<br />

Dado que no fue posible difer<strong>en</strong>ciar los ingresos laborales salariales de los no salariales, se utilizó la información sobre<br />

la variación de los salarios medios reales d<strong>el</strong> sector formal, la cual, como se indica <strong>en</strong> esta sección, puede diferir de<br />

la de otros ingresos laborales. Llama la at<strong>en</strong>ción <strong>el</strong> quiebre de la estrecha r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre ambas variables <strong>en</strong> 2009.<br />

La conc<strong>en</strong>tración de la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> categorías no asalariadas, con ingresos medios más bajos, habría<br />

inducido a que se sobreestimara con <strong>el</strong> procedimi<strong>en</strong>to aplicado la evolución de la masa salarial. Sin embargo, también<br />

hay que t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que <strong>el</strong> marcado desc<strong>en</strong>so de la inflación <strong>en</strong> ese año incidió <strong>en</strong> un mayor aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> salario<br />

real (<strong>en</strong> 2008 fue de un 0,4% y <strong>en</strong> 2009, de un 1,0%), lo que, de hecho, fortaleció los ingresos de los hogares. Puede<br />

haber sido una mayor caut<strong>el</strong>a <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de una gran incertidumbre la que llevó a cont<strong>en</strong>er <strong>el</strong> gasto de consumo de<br />

los hogares y, quizás, a reducir las deudas.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Cuadro II.5<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: incid<strong>en</strong>cia de la pobreza urbana según la situación de inserción laboral,<br />

1990-2012 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Total Ocupados Asalariados<br />

Trabajadores<br />

por cu<strong>en</strong>ta<br />

propia y Desocupados Inactivos<br />

familiares no<br />

remunerados<br />

1990 36 31 32 37 58 41<br />

2002 32 27 29 36 52 36<br />

2012 18 14 18 25 34 22<br />

Variación porc<strong>en</strong>tual<br />

1990-2002 -8 -7 -10 -2 -11 -9<br />

2002-2012 -33 -36 -39 -31 -28 -27<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2013 (LC/G.2580),<br />

Santiago de Chile, 2013. Publicación de las Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.6.<br />

a<br />

Promedio simple.<br />

En contraste, <strong>en</strong> <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te la dinámica fue la inversa, de modo que los mayores avances<br />

se registraron <strong>en</strong>tre las personas ocupadas, sobre todo las asalariadas. Se despr<strong>en</strong>de de esta variedad<br />

de pautas que durante los años nov<strong>en</strong>ta los ingresos no laborales (como los proced<strong>en</strong>tes de remesas<br />

y programas sociales) tuvieron un impacto r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te mayor <strong>en</strong> la reducción de la pobreza que<br />

posteriorm<strong>en</strong>te, cuando <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de los ingresos laborales (<strong>en</strong> virtud de la g<strong>en</strong>eración de nuevos<br />

empleos y <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de los ingresos medios) ac<strong>el</strong>eraron la reducción de la pobreza 27 .<br />

La moderación de las tasas de crecimi<strong>en</strong>to económico prevista para los próximos años afecta<br />

necesariam<strong>en</strong>te la capacidad de g<strong>en</strong>eración de empleo, sobre todo, asalariado, aun mant<strong>en</strong>iéndose<br />

la <strong>el</strong>asticidad empleo-crecimi<strong>en</strong>to observada durante los últimos años. Además, es posible que la<br />

int<strong>en</strong>sidad laboral d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico desci<strong>en</strong>da, como ya se observó <strong>en</strong> 2013 (CEPAL, 2013a)<br />

y también a inicios de 2014. Esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia podría estar r<strong>el</strong>acionada con los cambios <strong>en</strong> la dinámica<br />

d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to y su impacto <strong>en</strong> la estructura de empleo, específicam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> debilitami<strong>en</strong>to de la<br />

capacidad de g<strong>en</strong>eración de empleo de calidad <strong>en</strong> actividades productoras de bi<strong>en</strong>es y servicios<br />

para <strong>el</strong> mercado interno, que desempeñó un pap<strong>el</strong> clave <strong>en</strong> los reci<strong>en</strong>tes progresos <strong>en</strong> inserción<br />

laboral. Asimismo, para sost<strong>en</strong>er increm<strong>en</strong>tos continuos de los salarios reales y, de esta manera,<br />

mejoras <strong>en</strong> la calidad d<strong>el</strong> empleo, se requiere aum<strong>en</strong>tar la productividad laboral, lo que se erige<br />

como un reto crucial para <strong>el</strong> futuro próximo, tal como se discute más ad<strong>el</strong>ante.<br />

27<br />

Dado que <strong>el</strong> estatus de pobreza de las personas no se define a partir de los ingresos propios, sino de los d<strong>el</strong> hogar<br />

per cápita, una reducción de la pobreza de las personas desocupadas e inactivas puede deberse a mayores ingresos<br />

de los miembros d<strong>el</strong> hogar ocupados. Sin embargo, durante <strong>el</strong> primer período no se constataron grandes aum<strong>en</strong>tos<br />

de los niv<strong>el</strong>es de ocupación ni de los ingresos medios, por lo que este factor habría sido limitado. Así, a partir de los<br />

datos disponibles no se pued<strong>en</strong> id<strong>en</strong>tificar claram<strong>en</strong>te las causas de que hayan sido moderadas las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la<br />

reducción de la pobreza <strong>en</strong>tre ocupados y no ocupados, aunque es llamativo <strong>el</strong> contraste con <strong>el</strong> segundo período, que,<br />

a difer<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> primero, se caracterizó por un gran dinamismo <strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración d<strong>el</strong> empleo.


CEPAL<br />

Parte D<br />

Revista CEPAL No 114 (CEPAL, 2014), Artículo I, pp. 7-27.<br />

1. Aspectos de la evolución reci<strong>en</strong>te de los mercados<br />

laborales de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

a) Introducción<br />

En la década de 2000, <strong>el</strong> desempeño laboral de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> se difer<strong>en</strong>ció notoriam<strong>en</strong>te<br />

de los resultados registrados <strong>en</strong> las dos décadas previas. Sobre todo a partir de 2003, a niv<strong>el</strong><br />

regional se observó un quiebre de varias t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias registradas con anterioridad: se redujo la<br />

tasa de desempleo, mejoraron muchos indicadores de calidad d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de una<br />

mayor formalidad laboral y disminuyeron las brechas salariales <strong>en</strong>tre los trabajadores más y m<strong>en</strong>os<br />

calificados. Estos factores contribuyeron a reducir las tasas de pobreza y los niv<strong>el</strong>es de desigualdad<br />

<strong>en</strong>tre los hogares observados <strong>en</strong> este período.<br />

A esta evolución favorable contribuyeron varios factores que tuvieron diversa pres<strong>en</strong>cia <strong>en</strong><br />

los países de la región, específicam<strong>en</strong>te factores económico-productivos y político-institucionales.<br />

El análisis realizado <strong>en</strong> este artículo se c<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io que se inició <strong>en</strong> 2003 para analizar<br />

cómo un <strong>en</strong>torno económico-productivo más favorable ha incidido <strong>en</strong> los mercados laborales.<br />

En efecto, <strong>en</strong> contraste con lo registrado durante las dos décadas previas, durante ese dec<strong>en</strong>io<br />

la economía de la región creció a tasas r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evadas y sost<strong>en</strong>idas, solo interrumpidas<br />

por la crisis económica y financiera de 2008-2009 1 . Además, <strong>en</strong> muchos países se abandonó<br />

<strong>el</strong> paradigma de crecimi<strong>en</strong>to y desarrollo predominante <strong>en</strong> la región durante los años och<strong>en</strong>ta y<br />

nov<strong>en</strong>ta (c<strong>en</strong>trado <strong>en</strong> la confianza <strong>en</strong> la eficacia y efici<strong>en</strong>cia superior de la regulación por medio<br />

d<strong>el</strong> mercado), lo que <strong>en</strong> muchos casos se tradujo <strong>en</strong> modificaciones de las políticas laborales.<br />

Como se verá <strong>en</strong> <strong>el</strong> pres<strong>en</strong>te artículo, ambos factores tuvieron importantes consecu<strong>en</strong>cias para<br />

la evolución de los mercados de trabajo durante este período.<br />

En las sigui<strong>en</strong>tes secciones, luego de esta Introducción, se revisan las reci<strong>en</strong>tes<br />

transformaciones de los mercados laborales de la región y se las interpreta con <strong>el</strong> trasfondo de<br />

los cambios d<strong>el</strong> <strong>en</strong>torno económico-productivo y de la institucionalidad laboral. En la sección b)<br />

se ilustran algunos hechos laborales estilizados que caracterizaron a los mercados laborales <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te, y se los contrasta con <strong>el</strong> desempeño previo. En la tercera sección se pres<strong>en</strong>ta<br />

un esquema destinado a analizar los factores determinantes de esta evolución, justificándose <strong>el</strong><br />

énfasis <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto económico y productivo y <strong>en</strong> la institucionalidad laboral. En la sección d)<br />

se analizan las características asumidas por estos factores <strong>en</strong> <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io 2003-2012, con lo que<br />

se pret<strong>en</strong>de contribuir a la compr<strong>en</strong>sión de la reci<strong>en</strong>te evolución de los mercados laborales. Se<br />

muestra que <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evado fue <strong>el</strong> principal factor que impulsó<br />

la dinámica g<strong>en</strong>eración de empleo y la reducción de la tasa de desempleo regional. El moderado<br />

aum<strong>en</strong>to de la productividad laboral, basado <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes procesos, facilitó mejoras <strong>en</strong> la calidad<br />

d<strong>el</strong> empleo. A <strong>el</strong>lo también contribuyó la fuerza de la demanda laboral, que permitió que gran parte<br />

de los nuevos puestos de trabajo se crearan <strong>en</strong> segm<strong>en</strong>tos de productividad media y alta, lo que<br />

incidió <strong>en</strong> una favorable recomposición de la estructura d<strong>el</strong> empleo. Las pautas de la demanda<br />

1<br />

Véase CEPAL (varios años) y, específicam<strong>en</strong>te acerca d<strong>el</strong> subperíodo 2003-2008, véase Kacef y López-Monti (2010)


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

laboral también contribuyeron a reducir las brechas de ingresos <strong>en</strong>tre personas de difer<strong>en</strong>tes<br />

niv<strong>el</strong>es de empleo. Finalm<strong>en</strong>te, una reori<strong>en</strong>tación de la institucionalidad laboral favoreció <strong>en</strong> muchos<br />

países dicha reducción de brechas, e inc<strong>en</strong>tivó mejoras <strong>en</strong> la calidad d<strong>el</strong> empleo. En la sección<br />

e) se concluye destacando los reci<strong>en</strong>tes avances y las debilidades persist<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>el</strong> desempeño<br />

laboral, y <strong>en</strong> <strong>el</strong>la se plantean algunos factores que implican riesgos para la continuidad de las<br />

reci<strong>en</strong>tes t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias laborales favorables 2 .<br />

b) Tres hechos estilizados<br />

El primer hecho estilizado de la evolución de los mercados laborales <strong>en</strong> <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te es la<br />

reducción de la tasa de desempleo abierto de las zonas urbanas, que <strong>en</strong>tre 2002 y 2012 se contrajo<br />

a niv<strong>el</strong> regional de un 11,2% a un 6,4%, <strong>el</strong> m<strong>en</strong>or niv<strong>el</strong> de los últimos 20 años (CEPAL/OIT, 2013) 3 .<br />

Con <strong>el</strong>lo se revirtió la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> desempleo que había caracterizado a los años<br />

nov<strong>en</strong>ta, cuando este bajó poco <strong>en</strong> períodos de crecimi<strong>en</strong>to económico r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te alto y subió<br />

ost<strong>en</strong>siblem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> fases de crecimi<strong>en</strong>to bajo o negativo, lo que le dio <strong>el</strong> aspecto de un “serrucho<br />

asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te” a la curva de la tasa de desempleo regional 4 .<br />

La reducción d<strong>el</strong> desempleo a partir de 2003 es <strong>el</strong> resultado de un dinámico aum<strong>en</strong>to de la<br />

tasa de ocupación, como puede observarse <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico II.7.<br />

Mi<strong>en</strong>tras la tasa de participación reflejó la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de largo plazo de un gradual increm<strong>en</strong>to de<br />

la inserción de las mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral, la tasa de ocupación registró un marcado aum<strong>en</strong>to<br />

a partir de 2003, interrumpido solo <strong>en</strong> 2009 <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de la crisis económica y financiera global.<br />

A partir de 2003, <strong>el</strong> mayor increm<strong>en</strong>to de los niv<strong>el</strong>es de empleo contribuyó, junto con las<br />

mayores remuneraciones de los ocupados, a acrec<strong>en</strong>tar los ingresos laborales, que fue <strong>el</strong> principal<br />

factor de reducción de la pobreza <strong>en</strong> la región <strong>en</strong> ese período (CEPAL, 2012, pág. 50; Azevedo y<br />

otros, 2013).<br />

2<br />

No se pret<strong>en</strong>de un análisis de la reci<strong>en</strong>te evolución de los mercados laborales <strong>en</strong> todos sus aspectos. La revisión de<br />

los hechos estilizados se conc<strong>en</strong>tra más bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>los que mostraron una ruptura con respecto a su desempeño<br />

anterior, y se deja afuera a los indicadores <strong>en</strong> que se mantuvieron las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias previas. Esto se refiere, por ejemplo,<br />

a las características de la oferta laboral, donde permanecieron las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias demográficas, así como <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to<br />

gradual de la participación laboral y d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de la educación formal. Como es obvio, estos hechos estilizados no<br />

caracterizan a la evolución de todos los países de la región, ya que cada uno de <strong>el</strong>los cu<strong>en</strong>ta con pautas específicas <strong>en</strong><br />

los factores determinantes d<strong>el</strong> desempeño laboral.<br />

3<br />

De esta manera, se volvió a los niv<strong>el</strong>es de los años och<strong>en</strong>ta y set<strong>en</strong>ta. Sin embargo, una comparación precisa no es<br />

posible, debido a los cambios metodológicos introducidos <strong>en</strong>tretanto <strong>en</strong> muchos países.<br />

4<br />

En su estudio sobre 19 países latinoamericanos, <strong>en</strong>focado —con difer<strong>en</strong>cias según la disponibilidad de datos— <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> período de 1990 a 2007, Ball, De Roux y Hofstetter (2011) <strong>en</strong>contraron evid<strong>en</strong>cia para un efecto histéresis que<br />

transformó aum<strong>en</strong>tos de corto plazo de las tasas de desempleo (causados por contracciones de la demanda agregada)<br />

<strong>en</strong> efectos de largo plazo.


CEPAL<br />

• Gráfico II.7<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: participación, ocupación y desempleo urbanos, 1990-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

62<br />

60<br />

Proporción de la población <strong>en</strong> edad de trabajar<br />

58<br />

56<br />

54<br />

52<br />

Tasa de participación<br />

Desempleo<br />

Tasa de ocupación<br />

50<br />

1990<br />

1991<br />

1992<br />

1993<br />

1994<br />

1995<br />

1996<br />

1997<br />

1998<br />

1999<br />

2000<br />

2001<br />

2002<br />

2003<br />

2004<br />

2005<br />

<strong>2006</strong><br />

2007<br />

2008<br />

2009<br />

2010<br />

2011<br />

2012<br />

Tasa de participación<br />

Tasa de ocupación<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de datos oficiales de los países.<br />

Nota: En <strong>el</strong> gráfico, <strong>el</strong> desempleo se pres<strong>en</strong>ta como brecha <strong>en</strong>tre las tasas de participación y de ocupación, por lo que los<br />

valores no correspond<strong>en</strong> a la tasa de desempleo, la que se calcula como proporción de la fuerza de trabajo.<br />

El segundo hecho estilizado lo constituy<strong>en</strong> las mejoras de la calidad d<strong>el</strong> empleo. Como<br />

constatan W<strong>el</strong>ler y Roethlisberger (2011), durante <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te casi todos los indicadores de<br />

calidad mostraron mejoras, con la excepción d<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de las r<strong>el</strong>aciones laborales temporales,<br />

como reflejo de mercados de trabajo más inestables. Los asalariados su<strong>el</strong><strong>en</strong> registrar mejores<br />

indicadores de calidad que los no asalariados, pero <strong>en</strong> <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral se observaron<br />

mejoras <strong>en</strong> la calidad d<strong>el</strong> empleo respecto de ambas categorías 5 .<br />

Como se constata <strong>en</strong> <strong>el</strong> docum<strong>en</strong>to antes citado, estas mejoras se r<strong>el</strong>acionan estrecham<strong>en</strong>te<br />

con procesos de formalización laboral que, <strong>en</strong> algunos países, avanzaron de manera significativa. Tal<br />

como se indica <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico II.8, durante <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io 2003-2012 <strong>en</strong> muchos países de la región <strong>el</strong> empleo<br />

formal se expandió más que <strong>en</strong> <strong>el</strong> período anterior y claram<strong>en</strong>te más que <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> su conjunto.<br />

El tercer hecho estilizado es la reducción de las brechas salariales, que repres<strong>en</strong>ta un quiebre de las<br />

t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias previas a la polarización de la estructura salarial 6 . En la mayoría de los países, la disminución de la<br />

brecha salarial fue <strong>el</strong> factor principal para aminorar la desigualdad de ingresos a niv<strong>el</strong> de los hogares durante<br />

la década pasada. En <strong>el</strong> promedio de 15 países, alrededor de dos tercios de esta reducción<br />

obedecieron a la merma de las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> los ingresos por ocupado (CEPAL, 2012, pág. 56) 7 . El<br />

segundo factor r<strong>el</strong>evante lo constituy<strong>en</strong> los ingresos no laborales, como reflejo de la introducción<br />

y expansión de programas de ingresos focalizados <strong>en</strong> los hogares más pobres. En contraste, <strong>en</strong> la<br />

gran mayoría de los países <strong>el</strong> cambio demográfico (reducción de la brecha respecto de la tasa de<br />

dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> primer y <strong>el</strong> quinto quintil) solo aportó muy poco a la m<strong>en</strong>gua de la desigualdad.<br />

En <strong>el</strong> promedio de los países, <strong>el</strong> aporte de la mayor ocupación —que fue positiva con respecto<br />

a la reducción de la pobreza— tuvo incluso un leve efecto negativo al aum<strong>en</strong>tar la proporción de<br />

adultos ocupados tanto o más <strong>en</strong> <strong>el</strong> quintil de mayores ingresos que <strong>en</strong> <strong>el</strong> más pobre.<br />

5<br />

Véase también la información sobre la cobertura difer<strong>en</strong>ciada por sistemas de protección social y su actual evolución<br />

<strong>en</strong> OIT (varios años).<br />

6<br />

Sobre la reducción de la brecha salarial véanse, por ejemplo, Gasparini y otros (2011); López-Calva y Lustig (2010), y<br />

Keifman y Maurizio (2012).<br />

7<br />

Véase también al respecto Azevedo, Inchauste y Sanf<strong>el</strong>ice (2013).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico II.8<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): crecimi<strong>en</strong>to anual d<strong>el</strong> empleo<br />

formal (registrado) y d<strong>el</strong> empleo total, 1990-2002 y 2003-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

8<br />

7<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

-1<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Costa Rica<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Uruguay<br />

<strong>Empleo</strong> formal 1990-2002 <strong>Empleo</strong> formal 2002-2012 <strong>Empleo</strong> total 2002-2012<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de datos oficiales de los países.<br />

Notas: Los datos sobre <strong>el</strong> empleo formal se refier<strong>en</strong> a la evolución de la cotización o afiliación a algún sistema de protección<br />

social contributivo, con la excepción d<strong>el</strong> Brasil (registro de empleo formal). Los datos correspondi<strong>en</strong>tes a la Arg<strong>en</strong>tina<br />

y <strong>el</strong> Uruguay sobre <strong>el</strong> empleo total se refier<strong>en</strong> al empleo urbano. Los datos de Guatemala y Nicaragua sobre <strong>el</strong> empleo<br />

total alud<strong>en</strong> a los períodos 2002-2011 y 2003-2010, respectivam<strong>en</strong>te. En <strong>el</strong> primer período, los datos d<strong>el</strong> empleo formal<br />

correspond<strong>en</strong> al período 1991-2002 para Panamá; 1994-2002 para Chile, México y Nicaragua; 1995-2002 para la Arg<strong>en</strong>tina,<br />

y 1998-2002 para El Salvador.<br />

c) Aspectos conceptuales<br />

Los principales determinantes para la g<strong>en</strong>eración de empleo y sus características son <strong>el</strong> contexto<br />

económico y productivo y la institucionalidad laboral 8 . En <strong>el</strong> gráfico II.9 se resum<strong>en</strong> las principales<br />

r<strong>el</strong>aciones a este respecto.<br />

El contexto productivo se expresa, primero, <strong>en</strong> <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico que se basa, <strong>en</strong><br />

bu<strong>en</strong>a medida, <strong>en</strong> una mayor incorporación de los factores de producción, <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los, <strong>el</strong> trabajo.<br />

El crecimi<strong>en</strong>to no solo incide <strong>en</strong> la magnitud de la g<strong>en</strong>eración de empleo, sino también —a través<br />

de sus características (composición sectorial, incorporación de tecnologías, <strong>en</strong>tre otras)— <strong>en</strong> una<br />

demanda laboral difer<strong>en</strong>ciada de calificaciones, habilidades, conocimi<strong>en</strong>tos y otros, e influye, por<br />

lo tanto, <strong>en</strong> las condiciones laborales r<strong>el</strong>ativas de difer<strong>en</strong>tes grupos de trabajadores.<br />

En segundo lugar, y obviam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> aspecto anterior, <strong>el</strong> contexto económicoproductivo<br />

se expresa también <strong>en</strong> la productividad laboral media de una economía, la que influye <strong>en</strong><br />

la capacidad de mejorar la calidad de los empleos, dado que es un factor determinante d<strong>el</strong> marg<strong>en</strong><br />

de b<strong>en</strong>eficios que se otorgan a los trabajadores. A este respecto, la principal r<strong>el</strong>ación existe <strong>en</strong>tre<br />

la productividad laboral y <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> salarial. Al comparar <strong>en</strong>tre países esta r<strong>el</strong>ación su<strong>el</strong>e ser estrecha,<br />

si bi<strong>en</strong> las ganancias de dicha productividad no se transfier<strong>en</strong> de manera automática a aum<strong>en</strong>tos<br />

proporcionales de los salarios, lo que reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te se ha reflejado <strong>en</strong> <strong>el</strong> empeorami<strong>en</strong>to de la<br />

8<br />

Aquí se deja a un lado la estrecha corr<strong>el</strong>ación de largo plazo <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> d<strong>el</strong> empleo y la evolución demográfíca<br />

(magnitud y crecimi<strong>en</strong>to de la población <strong>en</strong> edad de trabajar), modificada por la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te de la participación<br />

laboral causada por la creci<strong>en</strong>te incorporación de las mujeres al mercado laboral. Véase al respecto W<strong>el</strong>ler y Kaldewei<br />

(2013, págs. 31 y 32).


CEPAL<br />

distribución funcional de los ingresos 9 . Pero también aspectos no salariales de la calidad d<strong>el</strong> empleo<br />

ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a b<strong>en</strong>eficiarse de una mayor productividad, puesto que los compon<strong>en</strong>tes de dicha calidad<br />

usualm<strong>en</strong>te g<strong>en</strong>eran costos, y la capacidad de las economías de cubrir estos costos dep<strong>en</strong>de de los<br />

recursos disponibles. Por consigui<strong>en</strong>te, una alta productividad ti<strong>en</strong>de a favorecer de manera directa<br />

la exist<strong>en</strong>cia de empleos de bu<strong>en</strong>a calidad, mi<strong>en</strong>tras que una baja productividad su<strong>el</strong>e conllevar<br />

procesos de exclusión d<strong>el</strong> empleo productivo 10 .<br />

• Gráfico II.9<br />

Factores determinantes de la g<strong>en</strong>eración de empleo y su calidad<br />

Aspectos económicos<br />

Aspectos de calidad<br />

Aspectos institucionales<br />

Características de<br />

la fuerza laboral<br />

(capital humano)<br />

Contexto productivo<br />

(crecimi<strong>en</strong>to económico,<br />

productividad y<br />

heterog<strong>en</strong>eidad)<br />

Otros factores de<br />

producción (capital,<br />

tecnología y otros);<br />

organización d<strong>el</strong> proceso<br />

productivo<br />

Cantidad y calidad<br />

d<strong>el</strong> empleo<br />

Normas sobre<br />

seguridad, salud,<br />

higi<strong>en</strong>e <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo<br />

Normas sobre<br />

r<strong>el</strong>aciones laborales,<br />

capacitación<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de Jürg<strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler y Claudia Roethlisberger, “La calidad d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong>”, serie Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo, N° 110 (LC/L.3320-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), 2011. Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.11.II.G.39.<br />

El crecimi<strong>en</strong>to de la productividad laboral a niv<strong>el</strong> agregado responde a dos dinámicas<br />

distintas, aunque vinculadas. Por una parte, <strong>el</strong> desarrollo económico se r<strong>el</strong>aciona estrecham<strong>en</strong>te<br />

con procesos de cambio estructural que implican la reasignación de recursos desde sectores de<br />

baja productividad —típicam<strong>en</strong>te g<strong>en</strong>eradores de empleos de baja calidad— hacia sectores de<br />

productividad intermedia y alta (mejora de la productividad debido a cambios intersectoriales). Por<br />

otra, la productividad de las difer<strong>en</strong>tes actividades puede aum<strong>en</strong>tar gracias a una mayor int<strong>en</strong>sidad<br />

de capital físico, humano o de ambos, a cambios tecnológicos, a un uso más efici<strong>en</strong>te de los recursos<br />

asignados a <strong>el</strong>las, así como al cierre de empresas poco productivas y la formación de nuevas firmas<br />

que llegan a ser más productivas (mejora de la productividad derivada de cambios intrasectoriales).<br />

El peso r<strong>el</strong>ativo de ambos procesos varía típicam<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> avance d<strong>el</strong> desarrollo económico,<br />

disminuy<strong>en</strong>do gradualm<strong>en</strong>te <strong>el</strong> aporte d<strong>el</strong> cambio estructural (Rodrik, 2013).<br />

Sin embargo, y <strong>en</strong> tercer lugar, <strong>en</strong> contextos productivos altam<strong>en</strong>te heterogéneos, no<br />

basta con id<strong>en</strong>tificar la tasa de crecimi<strong>en</strong>to económico y la evolución de la productividad media<br />

como variables que reflejan la importancia d<strong>el</strong> contexto productivo para la g<strong>en</strong>eración d<strong>el</strong> empleo<br />

y sus características.<br />

9<br />

En CEPAL/OIT (2012) se muestra tanto la <strong>el</strong>evada corr<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la productividad laboral y los salarios medios, como<br />

la reci<strong>en</strong>te t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de la reducción de los salarios como proporción d<strong>el</strong> PIB.<br />

10<br />

W<strong>el</strong>ler y Roethlisberger (2011, págs. 54-58) muestran algunas corr<strong>el</strong>aciones <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> PIB per cápita (como variable<br />

indirecta para la productividad laboral) y varios indicadores de la calidad d<strong>el</strong> empleo. Las r<strong>el</strong>aciones positivas más<br />

evid<strong>en</strong>tes se observaron respecto de las cotizaciones a los sistemas de seguridad social (p<strong>en</strong>siones y salud), los<br />

contratos y, <strong>en</strong> m<strong>en</strong>or grado, <strong>el</strong> aguinaldo y las vacaciones. Otros indicadores (sindicalización, jornada excesiva,<br />

capacitación) registran una <strong>el</strong>evada dispersión, lo que indica la importancia de otros factores más allá d<strong>el</strong> PIB per<br />

cápita y, r<strong>el</strong>acionada con él, la productividad media, específicam<strong>en</strong>te la importancia de la institucionalidad laboral,<br />

tema que se revisará más ad<strong>el</strong>ante. Cabe subrayar que la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la productividad laboral y la calidad d<strong>el</strong><br />

empleo es bidireccional, como se ha observado históricam<strong>en</strong>te, por ejemplo, con <strong>el</strong> abreviami<strong>en</strong>to de la jornada<br />

laboral. En esta misma dirección, la teoría de los salarios de efici<strong>en</strong>cia conceptualiza la incid<strong>en</strong>cia de mejores salarios<br />

<strong>en</strong> una productividad más <strong>el</strong>evada. Véase al respecto Akerlof y Y<strong>el</strong>l<strong>en</strong> (1986).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Con frecu<strong>en</strong>cia se argum<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> contra de la hipótesis de la segm<strong>en</strong>tación, planteando<br />

que una significativa proporción d<strong>el</strong> empleo informal es voluntaria, como resultado de cálculos de<br />

costo-b<strong>en</strong>eficio de empresas y trabajadores, y específicam<strong>en</strong>te para aprovechar los b<strong>en</strong>eficios<br />

sociales también accesibles creci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te desde la informalidad, sin t<strong>en</strong>er que asumir los costos<br />

r<strong>el</strong>acionados con la formalidad. Asimismo, <strong>en</strong> estudios sobre los flujos de trabajadores d<strong>en</strong>tro de<br />

este mercado se advierte un grado de movilidad <strong>en</strong>tre los difer<strong>en</strong>tes segm<strong>en</strong>tos que contradiría<br />

a una hipótesis de mercados segm<strong>en</strong>tados (Perry y otros, 2007; Bosch, Cobacho y Pagés, 2012).<br />

Sin negar <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de los razonami<strong>en</strong>tos sobre los costos y b<strong>en</strong>eficios tanto de la formalidad como<br />

de la informalidad, hay que insistir <strong>en</strong> que exist<strong>en</strong> razones teóricas y empíricas para analizar estos<br />

mercados como segm<strong>en</strong>tados (Fi<strong>el</strong>ds, 2004; Ocampo, Rada y Taylor, 2009; Infante, 2011):<br />

• La estructura productiva de la región se caracteriza por una marcada heterog<strong>en</strong>eidad,<br />

expresada especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong>evadas brechas de productividad inter e intrasectoriales.<br />

• La debilidad de la demanda laboral de los segm<strong>en</strong>tos con alta y media productividad<br />

incide <strong>en</strong> que, además de los empleos surgidos sobre todo <strong>en</strong> respuesta a esta demanda, se<br />

g<strong>en</strong>er<strong>en</strong> puestos de trabajo que respond<strong>en</strong> particularm<strong>en</strong>te a la presión de la oferta laboral,<br />

reflejando las necesidades de ingresos de los hogares correspondi<strong>en</strong>tes 11 .<br />

De todas maneras, los difer<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>foques <strong>en</strong> la literatura sobre la segm<strong>en</strong>tación d<strong>el</strong><br />

mercado laboral han avanzado <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido de reconocer la heterog<strong>en</strong>eidad d<strong>el</strong> sector informal<br />

mismo 12 . Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> cierto <strong>en</strong>foque los trabajadores informales se difer<strong>en</strong>cian <strong>en</strong>tre “excluidos”<br />

y “voluntarios”, desde una perspectiva productiva se distingue un subsegm<strong>en</strong>to con cierto<br />

pot<strong>en</strong>cial de acumulación de otro cuyos ingresos están atados a niv<strong>el</strong>es de subsist<strong>en</strong>cia. De modo<br />

correspondi<strong>en</strong>te, habría un subsegm<strong>en</strong>to de comportami<strong>en</strong>to contracíclico —que crece <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>las<br />

fases d<strong>el</strong> ciclo caracterizadas por una baja demanda laboral de los segm<strong>en</strong>tos de productividad<br />

media y alta— y otro con una dinámica procíclica que se expande debido a las oportunidades de<br />

ingresos <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de una economía <strong>en</strong> crecimi<strong>en</strong>to.<br />

Además, la exist<strong>en</strong>cia simultánea de segm<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong> mercado laboral —cuya evolución se<br />

determina sobre todo por la demanda y la oferta laboral, respectivam<strong>en</strong>te— se expresa <strong>en</strong> la manera<br />

<strong>en</strong> que este mercado se ajusta al ciclo económico. De manera específica, la pres<strong>en</strong>cia de un gran<br />

segm<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mercado de trabajo, que obedece a las dinámicas prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de la oferta laboral,<br />

incide <strong>en</strong> que la productividad laboral se comporte de manera altam<strong>en</strong>te procíclica (CEPAL/OIT, 2012).<br />

En resum<strong>en</strong>, <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de la informalidad y su composición dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de dos factores principales:<br />

la estructura productiva —repres<strong>en</strong>tada por <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> d<strong>el</strong> producto per cápita y las brechas de<br />

productividad <strong>en</strong>tre los distintos segm<strong>en</strong>tos— y los aspectos jurídico-institucionales que determinan<br />

los costos y b<strong>en</strong>eficios tanto de la formalidad como de la informalidad 13 .<br />

La exist<strong>en</strong>cia de mercados segm<strong>en</strong>tados con grandes brechas de productividad repercute <strong>en</strong><br />

que cambios <strong>en</strong> la composición de la estructura ocupacional —especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> peso r<strong>el</strong>ativo de<br />

los segm<strong>en</strong>tos de mayor o m<strong>en</strong>or productividad— influy<strong>en</strong> <strong>en</strong> los promedios agregados de <strong>el</strong>la y <strong>en</strong><br />

los ingresos laborales. Además, la segm<strong>en</strong>tación d<strong>el</strong> mercado de trabajo también ti<strong>en</strong>e consecu<strong>en</strong>cias<br />

distributivas. Si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> debate teórico hay discrepancias acerca de si los segm<strong>en</strong>tos de baja<br />

productividad deberían ser mod<strong>el</strong>ados con un producto marginal cercano a cero o con uno positivo<br />

y decreci<strong>en</strong>te (Fi<strong>el</strong>ds, 2004), un increm<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> número de personas ocupadas <strong>en</strong> estos segm<strong>en</strong>tos<br />

bajaría los ingresos medios y ampliaría la brecha de ingresos con los segm<strong>en</strong>tos de productividad<br />

11<br />

En este artículo se d<strong>en</strong>omina “segm<strong>en</strong>to” al conjunto de aqu<strong>el</strong>las partes de las difer<strong>en</strong>tes ramas de actividad o<br />

sectores que compart<strong>en</strong> niv<strong>el</strong>es similares de productividad, difer<strong>en</strong>ciando de manera simplificada segm<strong>en</strong>tos de baja<br />

productividad <strong>en</strong> comparación con los de media y alta productividad. El cambio de la importancia r<strong>el</strong>ativa de ambos<br />

segm<strong>en</strong>tos a lo largo d<strong>el</strong> ciclo económico también es reconocido por Perry y otros (2007).<br />

12<br />

Véanse, por ejemplo, Tokman (1987); Fi<strong>el</strong>ds (2004) y Perry y otros (2007).<br />

13<br />

Se podrían añadir aspectos secundarios, como la falta de información sobre las empresas y trabajadores informales<br />

con respecto a estos costos y b<strong>en</strong>eficios.


CEPAL<br />

más <strong>el</strong>evada. En contraste, una reducción d<strong>el</strong> número de trabajadores <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos de bajo<br />

r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to increm<strong>en</strong>taría los ingresos medios y disminuiría la brecha con respecto a los segm<strong>en</strong>tos<br />

de productividad media o más <strong>el</strong>evada. Una implicancia de esta situación es que <strong>en</strong> países con<br />

un conjunto de segm<strong>en</strong>tos de baja productividad r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te más grande, la brecha de ingresos<br />

<strong>en</strong>tre los segm<strong>en</strong>tos de difer<strong>en</strong>tes niv<strong>el</strong>es de productividad debería ser mayor que <strong>en</strong> países con<br />

un conjunto de segm<strong>en</strong>tos de baja productividad r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te más pequeño: <strong>en</strong> <strong>el</strong> primer grupo<br />

de países, <strong>el</strong> ingreso medio de los segm<strong>en</strong>tos de baja productividad ti<strong>en</strong>de a ser más reducido a<br />

causa de la mayor pres<strong>en</strong>cia de empleos g<strong>en</strong>erados por la presión de la oferta, lo que aum<strong>en</strong>ta la<br />

brecha <strong>en</strong>tre este ingreso medio y <strong>el</strong> de los segm<strong>en</strong>tos de productividad media y alta 14 .<br />

Finalm<strong>en</strong>te, la institucionalidad laboral —basada <strong>en</strong> la legislación laboral o <strong>en</strong> la negociación<br />

colectiva— influye <strong>en</strong> las características d<strong>el</strong> empleo, particularm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> aspectos de su calidad y <strong>en</strong><br />

las brechas que exist<strong>en</strong> al respecto para difer<strong>en</strong>tes grupos de trabajadores (por ejemplo, por medio<br />

de políticas de formalización o d<strong>el</strong> salario mínimo). Esta institucionalidad ti<strong>en</strong>e un doble objetivo<br />

(CEPAL, 2010, pág. 173): i) contribuir al funcionami<strong>en</strong>to efici<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> mercado laboral (incorporando<br />

cada vez más a la fuerza laboral <strong>en</strong> empleos productivos), estimular aum<strong>en</strong>tos de la productividad<br />

(lo que incluye la distribución efectiva de los frutos correspondi<strong>en</strong>tes) y diseñar mecanismos que<br />

permitan ajustes adecuados a los vaiv<strong>en</strong>es d<strong>el</strong> ciclo económico; y ii) favorecer la protección de los<br />

trabajadores como actores estructuralm<strong>en</strong>te más débiles, sobre todo de los grupos vulnerables con<br />

problemas específicos <strong>en</strong> la inserción laboral productiva.<br />

Con tal objeto, la legislación laboral y la negociación colectiva afectan al proceso de<br />

determinación de los salarios y otros b<strong>en</strong>eficios, los contratos, la protección social, y la capacitación,<br />

<strong>en</strong>tre otros aspectos. A la vez, las normas de higi<strong>en</strong>e y seguridad <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo y sobre su organización<br />

(ritmo, pausas y otros) influy<strong>en</strong> <strong>en</strong> las condiciones laborales.<br />

Por otra parte, la capacidad de cumplimi<strong>en</strong>to de las empresas, la cobertura y efici<strong>en</strong>cia de<br />

la inspección d<strong>el</strong> trabajo y de la justicia laboral, así como la capacidad de control y presión de los<br />

trabajadores determinan hasta qué grado los aspectos de calidad previstos por la legislación y la<br />

negociación se hac<strong>en</strong> realidad (B<strong>en</strong>susán, 2008).<br />

Cabe señalar que las instituciones solo pued<strong>en</strong> cumplir con sus objetivos de manera sost<strong>en</strong>ible<br />

si están doblem<strong>en</strong>te insertas (Berg y Kucera, 2008, pág. 27): primero, responderían a las normas<br />

sociales históricam<strong>en</strong>te surgidas <strong>en</strong> un país específico, de manera que varían <strong>en</strong>tre los países. Por<br />

lo tanto, no sorpr<strong>en</strong>de que <strong>en</strong> la literatura teórica se esté considerando cada vez más la posibilidad<br />

de pasar de mod<strong>el</strong>os que supon<strong>en</strong> la exist<strong>en</strong>cia de una sola configuración óptima de regulaciones,<br />

a otros <strong>en</strong> que se plantea la exist<strong>en</strong>cia de dos o más configuraciones institucionales que pued<strong>en</strong><br />

g<strong>en</strong>erar resultados similares (Eichhorst, Feil y Braun, 2008). Segundo, tomarían <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> contexto<br />

productivo, de modo que <strong>en</strong> un país dado deberían variar a lo largo d<strong>el</strong> tiempo ante cambios sociales<br />

y políticos de ese contexto.<br />

d) Cambios <strong>en</strong> los factores determinantes y sus vínculos con los<br />

hechos estilizados<br />

En esta sección se indaga cómo los cambios <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto económico-productivo y <strong>en</strong> la<br />

institucionalidad laboral pued<strong>en</strong> haber incidido durante <strong>el</strong> período iniciado <strong>en</strong> 2003 <strong>en</strong> los hechos<br />

estilizados resumidos <strong>en</strong> la segunda sección.<br />

14<br />

Esto se muestra para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler (2012, pág. 35).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

i) La estructura económico-productiva<br />

El crecimi<strong>en</strong>to económico y <strong>el</strong> empleo agregado<br />

El crecimi<strong>en</strong>to económico y sus características fueron <strong>el</strong> principal factor explicativo d<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> d<strong>el</strong> empleo y, por lo tanto, de la reducción de la tasa de desempleo. La evolución de las<br />

economías de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> período iniciado <strong>en</strong> 2003 se difer<strong>en</strong>ció nítidam<strong>en</strong>te<br />

de la ocurrida <strong>en</strong> las décadas previas. Gracias a la dinámica y las nuevas pautas d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

de la economía mundial, los precios de los principales bi<strong>en</strong>es básicos de exportación de la región<br />

registraron fuertes increm<strong>en</strong>tos, lo que redundó <strong>en</strong> mejoras de los términos de intercambio que<br />

favorecieron a los países productores tanto de hidrocarburos, como de minerales y productos<br />

agrícolas 15 . Este contexto influyó decisivam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> un crecimi<strong>en</strong>to económico regional que superó <strong>el</strong><br />

desempeño de las décadas anteriores. Las autoridades económicas aprovecharon esta coyuntura para<br />

<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar vulnerabilidades, reduci<strong>en</strong>do la deuda pública y, especialm<strong>en</strong>te, externa e increm<strong>en</strong>tando<br />

las reservas monetarias internacionales. La combinación de mayores perspectivas de crecimi<strong>en</strong>to y<br />

vulnerabilidades reducidas contribuyó a mejorar las condiciones de financiami<strong>en</strong>to externo, sobre<br />

todo <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de <strong>el</strong>evados niv<strong>el</strong>es de liquidez <strong>en</strong> los mercados globales (CEPAL, varios años).<br />

En este contexto, <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico de la región aum<strong>en</strong>tó un 2,7% anual <strong>en</strong>tre 1990<br />

y 2002 y un 3,8% de 2003 a 2012, pese al recio impacto de la crisis económica y financiera global<br />

<strong>en</strong> 2008-2009 16 . Convi<strong>en</strong>e destacar que las pautas de crecimi<strong>en</strong>to se difer<strong>en</strong>ciaron a lo largo d<strong>el</strong><br />

último dec<strong>en</strong>io, ya que <strong>el</strong> subperíodo 2003-2008 se caracterizó por un dinámico increm<strong>en</strong>to de las<br />

exportaciones (d<strong>el</strong> 16,9% d<strong>el</strong> producto interno bruto (PIB) <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio d<strong>el</strong> período 1990-2002 al<br />

22,7% <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio d<strong>el</strong> lapso 2003-2008, a precios constantes). Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> subperíodo<br />

2009-2012 fueron sobre todo <strong>el</strong> consumo de los hogares y la formación bruta de capital fijo los que<br />

impulsaron la demanda agregada (con aum<strong>en</strong>tos <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> promedio de 2003-2008 y 2009-2012 d<strong>el</strong><br />

63,0% al 65,0% <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> consumo de hogares, y d<strong>el</strong> 19,1% al 21,2% <strong>en</strong> <strong>el</strong> de la formación<br />

bruta de capital fijo) 17 . En términos sectoriales, <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to se conc<strong>en</strong>tró <strong>en</strong> los difer<strong>en</strong>tes rubros<br />

d<strong>el</strong> sector terciario, pauta que se profundizó <strong>en</strong> <strong>el</strong> período compr<strong>en</strong>dido <strong>en</strong>tre 2009 y 2012 18 .<br />

• Gráfico II.10<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: crecimi<strong>en</strong>to económico y variación de la tasa de ocupación<br />

urbana, 1991-2012<br />

1<br />

Variación de la tasa de ocupación<br />

0,5<br />

0<br />

-3 -2 -1 0 1 2 3 4 5 6 7<br />

-0,5<br />

-1<br />

-1,5<br />

Crecimi<strong>en</strong>to económico (<strong>en</strong> porc<strong>en</strong>tajes)<br />

1991-2002 2003-2012 T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia lineal (1991-2002) Lineal (2003-2012)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de datos de la Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

15<br />

Las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la composición de las canastas exportadora e importadora obviam<strong>en</strong>te se vieron reflejadas <strong>en</strong> una<br />

evolución muy variada de los términos de intercambio de los países de la región.<br />

16<br />

Entre 2003 y 2008 la región creció anualm<strong>en</strong>te un 4,5%, <strong>en</strong> tanto que de 2010 a 2012 la expansión anual fue de un 4,4%<br />

y <strong>en</strong> 2009 la economía regional se contrajo un 1,6%.<br />

17<br />

Cálculo propio sobre la base de datos de la Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

18<br />

En conjunto, estas ramas de actividad aum<strong>en</strong>taron su participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB d<strong>el</strong> 54,5% <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio 1990-2002 al<br />

55,3% <strong>en</strong> <strong>el</strong> de 2003-2008, y al 56,8% <strong>en</strong> <strong>el</strong> correspondi<strong>en</strong>te a 2009-2012.


CEPAL<br />

Como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico II.10, <strong>el</strong> <strong>en</strong>grosami<strong>en</strong>to de la tasa de ocupación, constatado<br />

previam<strong>en</strong>te (véase <strong>el</strong> gráfico II.7), se explica <strong>en</strong> gran medida por estas tasas de crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico más <strong>el</strong>evadas.<br />

En efecto, con la excepción de 2009, <strong>en</strong> todos los años <strong>en</strong>tre 2003 y 2012 la tasa de ocupación<br />

urbana se increm<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> 0,4 puntos porc<strong>en</strong>tuales o más.<br />

La r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y la variación de la tasa de ocupación indica,<br />

además, un aum<strong>en</strong>to de la int<strong>en</strong>sidad laboral d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to. Los datos pres<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico<br />

4 indican que durante los años nov<strong>en</strong>ta, a niv<strong>el</strong> regional, un crecimi<strong>en</strong>to económico de un 3% se<br />

r<strong>el</strong>acionó con una baja de la tasa de ocupación urbana regional de 0,1 punto porc<strong>en</strong>tual, mi<strong>en</strong>tras<br />

que <strong>en</strong> <strong>el</strong> período iniciado <strong>en</strong> 2003 esta expansión d<strong>el</strong> producto incidió <strong>en</strong> un acrec<strong>en</strong>tami<strong>en</strong>to de<br />

esta tasa de más de 0,3 puntos (CEPAL, 2014b). La reducida int<strong>en</strong>sidad d<strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

durante los años nov<strong>en</strong>ta ha sido r<strong>el</strong>acionada, <strong>en</strong>tre otras causas, con las reformas laborales de la<br />

época (W<strong>el</strong>ler, 2000; BID, 2003). Este efecto puede haberse at<strong>en</strong>uado posteriorm<strong>en</strong>te, y <strong>en</strong> <strong>el</strong> período<br />

sigui<strong>en</strong>te pocas reformas liberalizadoras de gran <strong>en</strong>vergadura fueron implem<strong>en</strong>tadas (CEPAL, 2014b).<br />

De todas maneras, la baja int<strong>en</strong>sidad laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to regional durante los años nov<strong>en</strong>ta<br />

se debió principalm<strong>en</strong>te al desempeño de pocos países (Arg<strong>en</strong>tina y Brasil), y <strong>en</strong> la mayoría de los<br />

países de la región no se puede hablar de un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o g<strong>en</strong>eralizado de “crecimi<strong>en</strong>to sin empleo”,<br />

ya que muchos de <strong>el</strong>los se caracterizaron <strong>en</strong> este período por un “empleo sin crecimi<strong>en</strong>to” (Pagés,<br />

Pierre y Scarpetta, 2009), reflejo de la presión de la oferta laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de un bajo y volátil<br />

crecimi<strong>en</strong>to económico.<br />

En resum<strong>en</strong>, <strong>en</strong> comparación con <strong>el</strong> período anterior, <strong>en</strong> <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io 2003-2012 <strong>el</strong> mayor<br />

crecimi<strong>en</strong>to económico y, además, la más <strong>el</strong>evada int<strong>en</strong>sidad d<strong>el</strong> factor trabajo <strong>en</strong> este proceso<br />

g<strong>en</strong>eraron significativos increm<strong>en</strong>tos de la tasa de ocupación. Dado que <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la tasa de<br />

participación no se apartó de su t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de largo plazo, esta mayor g<strong>en</strong>eración de empleo se<br />

tradujo directam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> una ost<strong>en</strong>sible reducción de la tasa de desempleo.<br />

La evolución de la productividad laboral<br />

Como se ha planteado anteriorm<strong>en</strong>te, la evolución de la productividad laboral es un determinante<br />

clave <strong>en</strong> las mejoras de la calidad d<strong>el</strong> empleo tanto salarial como no salarial. En <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io 2003-<br />

2012, <strong>el</strong> <strong>en</strong>torno económico más favorable se expresó <strong>en</strong> un aum<strong>en</strong>to de la productividad laboral<br />

media, después de su retroceso durante los años och<strong>en</strong>ta y su estancami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta<br />

(W<strong>el</strong>ler y Kaldewei, 2013) 19 .<br />

Según se precisó previam<strong>en</strong>te, este aum<strong>en</strong>to puede prov<strong>en</strong>ir de transformaciones internas de<br />

los sectores económicos, de la reasignación de recursos o, específicam<strong>en</strong>te, de la fuerza de trabajo<br />

<strong>en</strong>tre sectores (cambio estructural). Respecto de los años och<strong>en</strong>ta, la CEPAL (2007) ha <strong>en</strong>contrado<br />

una pronunciada caída de la productividad laboral media, causada por efectos intrasectoriales con<br />

efectos intersectoriales levem<strong>en</strong>te positivos, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> período 1991 a 2003<br />

se halló —<strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio simple de nueve países— un leve increm<strong>en</strong>to de la productividad laboral<br />

media, con modestos aportes positivos de ambos compon<strong>en</strong>tes. En contraste, McMillan y Rodrik<br />

(2011) <strong>en</strong>contraron con respecto al período compr<strong>en</strong>dido <strong>en</strong>tre 1990 y 2005, también para nueve<br />

países, una fuerte contribución positiva de los cambios intrasectoriales, contrarrestada parcialm<strong>en</strong>te<br />

por un impacto negativo d<strong>el</strong> cambio intersectorial 20 .<br />

19<br />

Sin embargo, <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la productividad laboral media de un 1,6% <strong>en</strong>tre 2002 y 2012 fue modesto <strong>en</strong> comparación<br />

con algunas otras regiones. Debido sobre todo al dinámico increm<strong>en</strong>to de la productividad <strong>en</strong> Asia ori<strong>en</strong>tal, al año<br />

2012 casi se <strong>el</strong>iminó la brecha favorable que la región mantuvo históricam<strong>en</strong>te con respecto al promedio mundial, <strong>el</strong><br />

que se expandió anualm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> este período <strong>en</strong> un 2,2% (cálculo propio sobre la base de datos de Indicadores Clave<br />

d<strong>el</strong> Mercado de Trabajo (KILM por sus siglas <strong>en</strong> inglés), octava edición (OIT, 2013)).<br />

20<br />

Otros estudios reci<strong>en</strong>tes, con una descomposición de la evolución de la productividad laboral para difer<strong>en</strong>tes períodos,<br />

son los de Ocampo, Rada y Taylor (2009) y Ros (2011).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Cuadro II.6<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: variación de la productividad laboral media y contribuciones de<br />

los cambios inter e intrasectoriales, 1990-2002 y 2003-2011/2012<br />

Períodos<br />

Variación<br />

de la<br />

productividad<br />

por año<br />

1990-2002 2002-2011/2012<br />

Contribución<br />

intersectorial<br />

Contribución<br />

intrasectorial<br />

Variación<br />

de la<br />

productividad<br />

por año<br />

Contribución<br />

intersectorial<br />

Contribución<br />

intrasectorial<br />

Arg<strong>en</strong>tina urbano a 1990-2002 y 2002-2012 1,0 0,8 0,2 3,9 0,2 3,7<br />

Las Bahamas 1989-2003 y 2003-2011 0,0 0,4 -0,4 0,2 0,3 -0,1<br />

Barbados 1990-2002 y 2002-2012 -1,1 -0,7 -0,4 1,8 0,3 1,5<br />

Bolivia (Estado<br />

1996-2002 y 2002-2009 1,5 0,1 1,4 0,2 1,4 -1,2<br />

Plurinacional de)<br />

Brasil 1990-2002 y 2002-2011 -0,4 0,0 -0,4 1,9 0,7 1,2<br />

Chile 1990-2002 y 2002-2012 3,4 -0,2 3,6 1,4 0,5 0,9<br />

Colombia 1991-2000 y 2002-2012 1,0 -0,3 1,3 1,7 0,8 0,9<br />

Costa Rica 1990-2002 y 2002-2012 0,7 0,3 0,4 2,3 0,1 2,2<br />

Ecuador 1990-2001 y 2002-2012 -0,7 -0,1 -0,6 3,5 0,8 2,6<br />

El Salvador 1992-2002 y 2002-2012 1,4 1,3 0,1 0,3 0,1 0,3<br />

Guatemala 1989-2002 y 2002-2011 -0,3 -0,7 0,5 1,8 2,0 -0,2<br />

Honduras 1990-2002 y 2002-2012 -0,4 0,5 -0,9 1,7 0,2 1,6<br />

Jamaica 1992-2002 y 2002-2012 0,0 0,2 -0,2 -0,2 0,3 -0,5<br />

México 1991-2002 y2002-2012 0,3 0,9 -0,5 0,8 1,1 -0,3<br />

Nicaragua 1990-2003 y 2003-2010 -1,0 0,5 -1,5 -0,7 -0,1 -0,6<br />

Panamá 1991-2002 y 2002-2012 0,2 0,9 -0,8 4,8 0,3 4,5<br />

Paraguay 1997-2002 y 2002-2011 -2,6 -0,6 -2,0 0,5 0,2 0,3<br />

Perú 1994-2002 y 2002-2011 -1,7 -0,4 -1,2 4,0 1,7 2,3<br />

República<br />

1991-2002 y 2002-2012 2,9 0,1 2,8 1,8 -0,1 1,9<br />

Dominicana<br />

Santa Lucía 1994-2002 y 2002-2007 -0,6 -0,3 -0,3 -0,2 1,1 -1,2<br />

Trinidad y Tabago 1990-2002 y 2002-2012 1,0 0,4 0,6 3,2 0,4 2,8<br />

Uruguay urbano a 1990-2002 y <strong>2006</strong>-2011 1,8 0,9 0,9 4,2 0,7 3,4<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República<br />

Bolivariana de)<br />

1990-2002 y 2002-2012 -2,9 -1,6 -1,3 1,5 1,7 -0,2<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> b 0,2 0,1 0,1 1,8 0,6 1,1<br />

Subregión norte de<br />

0,5 0,5 0,0 1,6 0,4 1,2<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> b<br />

Subregión sur de<br />

0,1 -0,1 0,2 2,3 0,9 1,4<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> b<br />

El <strong>Caribe</strong> b -0,1 0,0 -0,1 1,0 0,5 0,5<br />

Fu<strong>en</strong>te: <strong>el</strong>aboración propia sobre la base de Jürg<strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler y Corn<strong>el</strong>ia Kaldewei, “<strong>Empleo</strong>, crecimi<strong>en</strong>to sost<strong>en</strong>ible e igualdad”,<br />

serie Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo, N° 145 (LC/L.3743), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y<br />

<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), 2013; y datos oficiales de los países y la Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Notas: las tasas de las contribuciones inter e intrasectoriales no necesariam<strong>en</strong>te suman la variación de la productividad<br />

por <strong>el</strong> redondeo de las cifras. El total se refiere a la suma d<strong>el</strong> valor agregado de las ramas de actividad. El cálculo se<br />

realizó a precios <strong>en</strong> dólares constantes de 1995 para 1990-2002 y <strong>en</strong> dólares constantes de 2005 para 2002-2011/2012.<br />

La subregión norte corresponde a los países de México y Panamá, más la República Dominicana; la subregión sur corresponde<br />

a los países latinoamericanos al sur de Panamá.<br />

a<br />

Los datos de la Arg<strong>en</strong>tina (31 aglomerados urbanos) y (<strong>en</strong> <strong>el</strong> período 1990-2002) d<strong>el</strong> Uruguay (total urbano) son solo<br />

indicativos, pues a falta de datos d<strong>el</strong> empleo a niv<strong>el</strong> nacional, se combinó la información d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> producto no<br />

agropecuario con los datos d<strong>el</strong> empleo a niv<strong>el</strong> urbano.<br />

b<br />

Promedio simple.<br />

En <strong>el</strong> cuadro II.6 se pres<strong>en</strong>tan los resultados de un ejercicio para los períodos 1990-2002<br />

y 2003-2011/2012, respecto de los cuales se utilizó la misma metodología aplicada por McMillan y<br />

Rodrik (2011) a 23 países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, de acuerdo con la descomposición sigui<strong>en</strong>te:<br />

n<br />

n<br />

t / i, t-<br />

k it , / it , it ,<br />

i = 1 i = 1<br />

DY = H Dy + y DH


CEPAL<br />

donde Y t<br />

e y i,t<br />

repres<strong>en</strong>tan <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de la productividad para la economía <strong>en</strong> su conjunto y a niv<strong>el</strong><br />

d<strong>el</strong> sector i, respectivam<strong>en</strong>te, mi<strong>en</strong>tras que Θ i,t<br />

es la participación d<strong>el</strong> sector i <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo. Δ<br />

repres<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> cambio de la productividad o de la proporción d<strong>el</strong> empleo, según sea <strong>el</strong> caso. El<br />

primer término al lado derecho es la suma de las variaciones de la productividad de los difer<strong>en</strong>tes<br />

sectores, ponderadas por su participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> inicio d<strong>el</strong> período de análisis. Este<br />

término repres<strong>en</strong>ta los cambios de la productividad d<strong>en</strong>tro de los sectores. El segundo término<br />

repres<strong>en</strong>ta la contribución d<strong>el</strong> cambio estructural a la variación total de la productividad, calculado<br />

como la suma de los cambios sectoriales <strong>en</strong> la participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo total, ponderado por las<br />

productividades correspondi<strong>en</strong>tes 21 .<br />

El resultado de este cálculo muestra <strong>el</strong> aporte de los procesos intrasectoriales y d<strong>el</strong> cambio<br />

estructural a la variación de la productividad laboral agregada, <strong>en</strong> dólares constantes de 1995 para<br />

<strong>el</strong> primer subperíodo y de 2005 para <strong>el</strong> segundo. A fin de compatibilizar los resultados de los países<br />

individualm<strong>en</strong>te, y tomando <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que cada uno los períodos de análisis ti<strong>en</strong>e una duración<br />

difer<strong>en</strong>te, se han calculado las tasas de crecimi<strong>en</strong>to anual de la productividad laboral para todos<br />

los países y se han transformado las contribuciones de los cambios intra e intersectoriales <strong>en</strong><br />

contribuciones a dichas tasas de crecimi<strong>en</strong>to.<br />

Nuevam<strong>en</strong>te se observa que <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to de la productividad laboral media se ac<strong>el</strong>eró <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

segundo período <strong>en</strong> comparación con los aum<strong>en</strong>tos mínimos d<strong>el</strong> primero. En <strong>el</strong> promedio regional,<br />

<strong>en</strong>tre 1990 y 2002 ni los cambios intrasectoriales ni <strong>el</strong> cambio estructural contribuyeron a mejoras<br />

al respecto, mi<strong>en</strong>tras que estos aportes fueron positivos <strong>en</strong> <strong>el</strong> segundo período, repres<strong>en</strong>tando <strong>el</strong><br />

cambio estructural aproximadam<strong>en</strong>te un tercio d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to de la productividad laboral agregada,<br />

y los cambios intrasectoriales los dos tercios restantes. De todas maneras, <strong>en</strong> ambos períodos se<br />

observan grandes difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los países y subregiones. En <strong>el</strong> primer período destacó <strong>el</strong> aporte<br />

de los cambios intersectoriales <strong>en</strong> la subregión norte, posiblem<strong>en</strong>te a causa de la expansión de la<br />

maquila y la masiva emigración, sobre todo hacia los Estados Unidos de <strong>América</strong>. En <strong>el</strong> segundo<br />

período, la subregión sur mostró los mejores resultados <strong>en</strong> ambos compon<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to de<br />

la productividad. En los dos períodos, <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> registró los resultados más débiles.<br />

La productividad laboral moderadam<strong>en</strong>te creci<strong>en</strong>te facilitó increm<strong>en</strong>tos de los salarios reales.<br />

Según la información proced<strong>en</strong>te de las <strong>en</strong>cuestas de hogares, <strong>en</strong>tre 2002 y 2012, <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio<br />

de los países latinoamericanos, los salarios urbanos medios subieron de 4,1 a 4,7 líneas de pobreza<br />

per cápita, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong>tre 1990 y 2002 se habían <strong>el</strong>evado solo de 3,8 a 4,2 líneas de pobreza<br />

per cápita (CEPAL, 2013). Cabe señalar, sin embargo, que los salarios reales g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te crecieron<br />

con tasas más bajas que los increm<strong>en</strong>tos de la productividad laboral, lo que indica la r<strong>el</strong>evancia<br />

adicional d<strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de la institucionalidad d<strong>el</strong> trabajo (CEPAL/ OIT, 2012).<br />

La evolución difer<strong>en</strong>ciada de la productividad laboral a niv<strong>el</strong> de las ramas de actividad,<br />

resultado de cambios intra e intersectoriales, también repercutió <strong>en</strong> las brechas de productividad<br />

<strong>en</strong>tre estas ramas. Como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro II.7 a niv<strong>el</strong> regional, <strong>en</strong> <strong>el</strong> período 1990-2002<br />

se <strong>en</strong>sancharon las brechas de productividad <strong>en</strong>tre las ramas de actividad (tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio<br />

ponderado de las productividades, como <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio simple de las productividades a niv<strong>el</strong> de las<br />

ramas), profundizándose la heterog<strong>en</strong>eidad estructural que caracteriza a la región. En contraste, <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

período sigui<strong>en</strong>te las brechas se reduc<strong>en</strong> aproximadam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la misma magnitud d<strong>el</strong> <strong>en</strong>sanchami<strong>en</strong>to<br />

previo, lo que se r<strong>el</strong>aciona con <strong>el</strong> cambio de las pautas de la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> segm<strong>en</strong>tos<br />

con difer<strong>en</strong>tes niv<strong>el</strong>es de productividad, aspecto que se aborda <strong>en</strong> la sección sigui<strong>en</strong>te.<br />

21<br />

De esta manera, si un sector pierde participación <strong>en</strong> la estructura de empleo <strong>en</strong> b<strong>en</strong>eficio de un sector de mayor<br />

productividad media, la productividad agregada aum<strong>en</strong>ta, y viceversa.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Cuadro II.7<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (23 países): coefici<strong>en</strong>te de variación de la productividad laboral<br />

de las ramas de actividad<br />

(En promedios)<br />

Promedio<br />

ponderado<br />

Promedio simple<br />

1990 0,78 0,96<br />

2002 1,05 1,04<br />

2002 1,63 1,15<br />

2010-2011 1,36 1,08<br />

Fu<strong>en</strong>te: Jürg<strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler y Corn<strong>el</strong>ia Kaldewei, “<strong>Empleo</strong>, crecimi<strong>en</strong>to sost<strong>en</strong>ible e igualdad”, serie Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo,<br />

N° 145 (LC/L.3743), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), 2013.<br />

Nota: las primeras dos líneas (1990 y 2002) se basan <strong>en</strong> cálculos de la productividad sobre la base de dólares constantes<br />

de 1995; las líneas sigui<strong>en</strong>tes (2002 y 2010-2011) se basan <strong>en</strong> cálculos de la productividad a partir de dólares constantes<br />

de 2005. La columna “Promedio ponderado” se refiere al coefici<strong>en</strong>te de variación de la productividad de las ramas <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

promedio ponderado de los países.<br />

En resum<strong>en</strong>, <strong>en</strong> <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io 2003-2012, procesos de cambio intra e intersectorial g<strong>en</strong>eraron<br />

moderados aum<strong>en</strong>tos (con significativas difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los países) <strong>en</strong> la productividad laboral.<br />

Esto facilitó increm<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong> salario real y mejoras <strong>en</strong> indicadores no salariales d<strong>el</strong> empleo.<br />

El crecimi<strong>en</strong>to económico y la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos productivos<br />

Como se planteó <strong>en</strong> la sección c), <strong>en</strong> mercados laborales heterogéneos, además de revisar <strong>el</strong><br />

impacto de cambios <strong>en</strong> los indicadores agregados registrados <strong>en</strong>tre y d<strong>en</strong>tro de ramas de actividad,<br />

es indisp<strong>en</strong>sable tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta cambios ocurridos <strong>en</strong>tre y d<strong>en</strong>tro de segm<strong>en</strong>tos de difer<strong>en</strong>tes<br />

niv<strong>el</strong>es de productividad. En esta subsección se ilustra la r<strong>el</strong>evancia de este segundo aspecto 22 .<br />

Como se aprecia <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico 5, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta la g<strong>en</strong>eración de empleo<br />

urbano según segm<strong>en</strong>tos de productividad se conc<strong>en</strong>tró de manera preponderante <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>los de<br />

baja productividad, los que —<strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio simple de los países con información— aum<strong>en</strong>taron su<br />

proporción <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo urbano d<strong>el</strong> 45,7% al 50,1%. A partir de alrededor de 2002, <strong>en</strong> casi todos los<br />

países de la región se expandió la proporción d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos de productividad alta y<br />

media, <strong>en</strong> tanto que la de los segm<strong>en</strong>tos de baja productividad desc<strong>en</strong>dió, <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio, al 44,1%.<br />

Debido a las limitaciones de la disponibilidad de datos, <strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis de la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to económico y las características de la g<strong>en</strong>eración de empleo se trabaja con dos categorías<br />

de ocupación como proxies para los segm<strong>en</strong>tos laborales determinados por la demanda y la oferta,<br />

respectivam<strong>en</strong>te: <strong>el</strong> empleo asalariado y <strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia 23 .<br />

En <strong>el</strong> gráfico 6 se observa, para la región <strong>en</strong> su conjunto, una <strong>el</strong>evada corr<strong>el</strong>ación positiva<br />

(de 0,86) <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y <strong>el</strong> empleo asalariado respecto d<strong>el</strong> período 1995-2012,<br />

ya que <strong>el</strong> empleo asalariado aum<strong>en</strong>ta notoriam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> años de alto crecimi<strong>en</strong>to económico y se<br />

expande muy poco <strong>en</strong> años de estancami<strong>en</strong>to o crisis económica.<br />

Al contrario, la r<strong>el</strong>ación es m<strong>en</strong>os clara <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y <strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta<br />

propia. Así, <strong>en</strong> varios años <strong>el</strong> comportami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia fue contra-cíclico, lo<br />

22<br />

Dado que con la información disponible no es posible medir <strong>el</strong> tamaño de estos segm<strong>en</strong>tos de manera frecu<strong>en</strong>te, se<br />

utilizan indicadores laborales como proxy. De esta manera, desde hace mucho tiempo, la CEPAL mide <strong>el</strong> tamaño de los<br />

segm<strong>en</strong>tos urbanos de baja productividad con la proporción de ocupados que se desempeñan como trabajadores por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia (excluidos los profesionales y técnicos), los asalariados y empleadores de microempresas, las personas<br />

que trabajan <strong>en</strong> servicio doméstico y los trabajadores familiares no remunerados.<br />

23<br />

Si bi<strong>en</strong> no todo <strong>el</strong> empleo asalariado corresponde al segm<strong>en</strong>to determinado por la demanda, y no todo <strong>el</strong> trabajo por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia al segm<strong>en</strong>to determinado por la oferta, como se verá a continuación la gran mayoría d<strong>el</strong> primero responde<br />

a la dinámica determinada por la demanda y la mayor parte d<strong>el</strong> segundo a la dinámica determinada por la oferta.


CEPAL<br />

que refleja la dinámica desde la oferta (por ejemplo, <strong>en</strong> 1995, 1996, 1999 y 2009 <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de<br />

una débil g<strong>en</strong>eración de empleo asalariado, y <strong>en</strong>tre 2005 y 2007, <strong>en</strong> un contexto de una <strong>el</strong>evada y<br />

r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te prolongada creación de puestos de trabajo asalariado). Este comportami<strong>en</strong>to refleja<br />

<strong>el</strong> carácter de los segm<strong>en</strong>tos de baja productividad, dinamizados desde la oferta laboral según las<br />

necesidades de los hogares.<br />

Sin embargo, también se observan años con un comportami<strong>en</strong>to procíclico <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia, tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de un crecimi<strong>en</strong>to económico r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evado (1997,<br />

2000, 2004, 2008 y 2010) —<strong>en</strong> <strong>el</strong> que no solo hubo una alta demanda laboral, sino que las personas<br />

necesitadas de ingresos laborales percibieron oportunidades favorables para empr<strong>en</strong>der <strong>el</strong> trabajo<br />

indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te— como de un crecimi<strong>en</strong>to bajo (2001 y 2002).<br />

Estas variadas dinámicas subrayan la heterog<strong>en</strong>eidad interna de los segm<strong>en</strong>tos de baja<br />

productividad, m<strong>en</strong>cionada <strong>en</strong> la sección c). Por cu<strong>en</strong>ta propia no solo trabajan personas excluidas<br />

d<strong>el</strong> empleo asalariado, sino también existe un subsegm<strong>en</strong>to dinámico que refleja la búsqueda de<br />

oportunidades. Como resultado agregado de las difer<strong>en</strong>tes lógicas, <strong>en</strong> <strong>el</strong> período 1995-2012 a niv<strong>el</strong><br />

regional la corr<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> PIB y la g<strong>en</strong>eración de trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia fue<br />

de -0,23 (es decir, prevaleció <strong>el</strong> factor contracíclico).<br />

• Gráfico II.11<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: proporción de los ocupados <strong>en</strong> sectores de baja productividad, como<br />

porc<strong>en</strong>taje de los ocupados urbanos, 1990-2002 y 2002-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

2002<br />

70<br />

65<br />

60<br />

55<br />

50<br />

45<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

al<br />

✳<br />

20 30 40 50 60 70<br />

1990<br />

2012<br />

70<br />

65<br />

60<br />

55<br />

50<br />

45<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

20 30 40 50 60 70<br />

2002<br />

✳<br />

al<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Panorama Social<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2013 (LC/G.2580), Santiago de Chile, 2013. Publicación de las Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.6.<br />

AL: <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico II.12<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: crecimi<strong>en</strong>to económico y dinámica <strong>en</strong><br />

la g<strong>en</strong>eración d<strong>el</strong> empleo, 1995-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

6<br />

5<br />

4<br />

Tasa de crecimi<strong>en</strong>to<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

-1<br />

1995<br />

1996<br />

1997<br />

1998<br />

1999<br />

2000<br />

2001<br />

2002<br />

2003<br />

2004<br />

2005<br />

<strong>2006</strong><br />

2007<br />

2008<br />

2009<br />

2010<br />

2011<br />

2012<br />

-2<br />

<strong>Empleo</strong> asalariado Trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia pib<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de información oficial de los países y de la Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

PIB: Producto interno bruto.<br />

Estos mismos resultados también se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran a niv<strong>el</strong> de los países. Tal como se indica <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> cuadro II.8 para 14 países, <strong>en</strong> la mediana <strong>el</strong> empleo asalariado ti<strong>en</strong>e un coefici<strong>en</strong>te de corr<strong>el</strong>ación<br />

de 0,58 respecto d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico, mi<strong>en</strong>tras que para <strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia este<br />

indicador es de -0,27. Con bastante difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre los países, <strong>el</strong> empleo asalariado evoluciona de<br />

manera claram<strong>en</strong>te procíclica. En contraste, la pres<strong>en</strong>cia de dinámicas tanto pro como contracíclicas<br />

d<strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia g<strong>en</strong>era coefici<strong>en</strong>tes de corr<strong>el</strong>ación bastante bajos; <strong>el</strong> signo negativo<br />

que se observa <strong>en</strong> casi todos los países indicaría que prevalece la dinámica contracíclica.<br />

De esta manera, <strong>el</strong> mayor crecimi<strong>en</strong>to económico favoreció sobre todo a la g<strong>en</strong>eración de<br />

empleo asalariado, lo que contribuyó a la formalización laboral. Dado que la evolución d<strong>el</strong> empleo<br />

asalariado se corr<strong>el</strong>aciona estrecham<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico, <strong>en</strong> <strong>el</strong> agregado este<br />

crecimi<strong>en</strong>to es más determinante para la g<strong>en</strong>eración de empleo total <strong>en</strong> los países con mayor grado<br />

de asalarización 24 (W<strong>el</strong>ler, 2012).<br />

24<br />

Proporción d<strong>el</strong> empleo asalariado <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo total.


CEPAL<br />

• Cuadro II.8<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): coefici<strong>en</strong>tes de corr<strong>el</strong>ación empleo-crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico y <strong>el</strong>asticidad empleo asalariado-PIB, 1995-2012<br />

Coefici<strong>en</strong>te de corr<strong>el</strong>ación empleo-crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

<strong>Empleo</strong> total <strong>Empleo</strong> asalariado<br />

Trabajo por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia<br />

Elasticidad<br />

empleo<br />

asalariado-PIB<br />

Arg<strong>en</strong>tina (17) 0,71 0,77 -0,07 0,56<br />

Brasil (18) 0,63 0,62 0,21 0,75<br />

Chile (17) 0,54 0,65 -0,27 0,38<br />

Colombia (18) 0,15 0,53 -0,34 0,26<br />

Costa Rica (18) 0,37 0,45 -0,27 0,59<br />

Ecuador (17) -0,19 -0,13 -0,01 0,54<br />

El Salvador (16) 0,04 0,44 -0,30 1,32<br />

Honduras (14) -0,31 0,20 -0,03 0,45<br />

México (17) 0,79 0,87 -0,58 0,91<br />

Panamá (18) 0,34 0,70 -0,42 0,50<br />

Perú (13) 0,08 0,33 -0,08 0,37<br />

República Dominicana (18) 0,61 0,20 0,50 0,26<br />

Uruguay (11) 0,67 0,77 -0,30 0,06<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) (18) 0,47 0,78 -0,35 1,05<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (mediana) 0,42 0,58 -0,27 0,52<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de información oficial de los países y de la Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Nota: Entre paréntesis se indica <strong>el</strong> número de años con información disponible para cada país.<br />

PIB: Producto interno bruto.<br />

Por otra parte, la <strong>el</strong>asticidad empleo asalariado-producto <strong>en</strong> la mediana alcanza aproximadam<strong>en</strong>te<br />

a 0,5 para <strong>el</strong> conjunto d<strong>el</strong> período 1995-2012. Si bi<strong>en</strong> se registra una gran variación <strong>en</strong>tre los países, la<br />

pauta predominante indica que hay esfuerzos consist<strong>en</strong>tes para increm<strong>en</strong>tar la productividad, lo que (<strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> agregado) se ve parcialm<strong>en</strong>te contrarrestado por la expansión —si bi<strong>en</strong> m<strong>en</strong>os int<strong>en</strong>sa <strong>en</strong> <strong>el</strong> período<br />

reci<strong>en</strong>te— de empleos de baja productividad, como reflejo de la persist<strong>en</strong>te heterog<strong>en</strong>eidad estructural.<br />

Estos cambios <strong>en</strong> las pautas de g<strong>en</strong>eración de empleo contribuyeron a mejorar los ingresos<br />

laborales medios. Específicam<strong>en</strong>te, la conc<strong>en</strong>tración de la g<strong>en</strong>eración de los nuevos empleos <strong>en</strong><br />

segm<strong>en</strong>tos de productividad alta o media conllevó un aum<strong>en</strong>to de los ingresos laborales medios,<br />

como se indica —sobre la base de un cálculo de descomposición— <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico II.13.<br />

Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta la expansión d<strong>el</strong> empleo sobre todo <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos de<br />

baja productividad incidió de manera levem<strong>en</strong>te negativa <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso laboral medio, <strong>en</strong> <strong>el</strong> período<br />

sigui<strong>en</strong>te una parte d<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de este ingreso se debe a la reubicación de una porción de la fuerza<br />

de trabajo desde segm<strong>en</strong>tos de baja productividad hacia segm<strong>en</strong>tos de productividad media o alta.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

En vista de que <strong>el</strong> grado de la formalidad laboral es mucho más <strong>el</strong>evado <strong>en</strong> las categorías de<br />

ocupación que conforman los segm<strong>en</strong>tos de productividad media y alta, la recomposición revisada<br />

favorece a las mejoras <strong>en</strong> los niv<strong>el</strong>es de formalidad y, <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia, <strong>en</strong> la calidad d<strong>el</strong> empleo 25 .<br />

La conc<strong>en</strong>tración de la mayor parte de los nuevos puestos de trabajo <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos<br />

de productividad alta y media, como reflejo de la dinámica demanda laboral, se r<strong>el</strong>aciona con la<br />

expansión d<strong>el</strong> empleo formal <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario, que <strong>en</strong> circunstancias m<strong>en</strong>os favorables es<br />

típicam<strong>en</strong>te refugio de empleo informal y de baja productividad, que surge a causa de la presión de<br />

la oferta laboral (CEPAL, 2014b).<br />

Como se señala <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico II.14, <strong>en</strong> muchos países <strong>el</strong> comercio y los servicios, y también<br />

la construcción, registraron tasas de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo formal marcadam<strong>en</strong>te superiores a las<br />

tasas <strong>en</strong> la industria manufacturera y la agricultura. Esta desagregación sectorial d<strong>el</strong> empleo formal<br />

refleja, sobre todo, la dinámica d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico focalizada creci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> las actividades<br />

r<strong>el</strong>acionadas con la demanda interna (rubros productores principalm<strong>en</strong>te de bi<strong>en</strong>es y servicios<br />

no transables), con lo que la demanda laboral se conc<strong>en</strong>tró <strong>en</strong> las actividades correspondi<strong>en</strong>tes<br />

facilitando la expansión d<strong>el</strong> empleo formal <strong>en</strong> estos rubros.<br />

• Gráfico II.13<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (mediana de 16 países): descomposición de los increm<strong>en</strong>tos<br />

d<strong>el</strong> ingreso laboral, según los aportes intra e intersectorial de segm<strong>en</strong>tos de difer<strong>en</strong>tes<br />

niv<strong>el</strong>es de productividad, 1990-2002 y 2002-2011<br />

(En equival<strong>en</strong>tes de una línea de pobreza per cápita)<br />

0,8<br />

0,6<br />

0,4<br />

0,2<br />

0,0<br />

-0,2<br />

D<strong>en</strong>tro Entre D<strong>en</strong>tro Entre<br />

1990-2002 2002-2011<br />

-0,4<br />

-0,6<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> Subregión sur Subregión norte<br />

Fu<strong>en</strong>te: <strong>el</strong>aboración propia sobre la base de Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Panorama Social<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2012 (LC/G.2557-P), Santiago de Chile, 2013. Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.13.II.G.6.<br />

25<br />

Véanse W<strong>el</strong>ler y Roethlisberger (2011) y OIT (varios años). Además, influy<strong>en</strong> las políticas de formalización que pued<strong>en</strong><br />

abarcar ambos segm<strong>en</strong>tos (véase al respecto la sección d).ii).


CEPAL<br />

• Gráfico II.14<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (mediana de 11 países): empleo formal y total y valor<br />

agregado por rama de actividad, tasa de crecimi<strong>en</strong>to anual, 2002-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

8,0<br />

7,0<br />

6,0<br />

5,0<br />

4,0<br />

3,0<br />

2,0<br />

1,0<br />

0,0<br />

Agricultura, silvicultura,<br />

caza y pesca<br />

Minas y canteras<br />

Industria manufacturera<br />

Electricidad, gas y agua<br />

Construcción<br />

Comercio<br />

Transporte, almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to<br />

y comunicaciones<br />

Servicios financieros<br />

y a empresas<br />

Servicios comunales, sociales<br />

y personales<br />

Total<br />

<strong>Empleo</strong> formal <strong>Empleo</strong> total Valor agregado<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de datos oficiales de los países.<br />

Nota: La información abarca los sigui<strong>en</strong>tes países: Arg<strong>en</strong>tina, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala,<br />

México, Nicaragua, Panamá y Perú. Los datos d<strong>el</strong> empleo formal reflejan la evolución de la cotización o afiliación a algún<br />

sistema de protección social contributivo, con la excepción d<strong>el</strong> Brasil (registro de empleo formal), <strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Perú<br />

(<strong>en</strong>cuestas de empresas de ramas de actividad s<strong>el</strong>eccionadas con 10 trabajadores o más). Los datos sobre <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

anual d<strong>el</strong> empleo total y d<strong>el</strong> valor agregado se refier<strong>en</strong> al período 2002-2012, salvo <strong>en</strong> los casos d<strong>el</strong> Brasil, Guatemala, <strong>el</strong><br />

Perú (2002-2011), <strong>el</strong> Ecuador (2003-2012) y Nicaragua (2003-2010).<br />

Las mayores brechas <strong>en</strong>tre la expansión d<strong>el</strong> empleo total y d<strong>el</strong> empleo formal se registran<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario, la minería, <strong>el</strong> comercio y los servicios comunales, sociales y personales.<br />

Esto obedecería a tres factores: primero, algunos de estos sectores se caracterizan por t<strong>en</strong>er<br />

barreras de <strong>en</strong>trada poco exig<strong>en</strong>tes, de manera que <strong>en</strong> períodos de bajo crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>el</strong>los se<br />

conc<strong>en</strong>tra <strong>el</strong> empleo surgido a partir de la dinámica de la oferta laboral, y esta dinámica se at<strong>en</strong>úa<br />

<strong>en</strong> un contexto de mayor crecimi<strong>en</strong>to económico. Segundo, <strong>en</strong> algunos sectores, sobre todo <strong>el</strong><br />

d<strong>el</strong> comercio, se observó una gran expansión de actividades formales, <strong>en</strong> parte <strong>en</strong> detrim<strong>en</strong>to de<br />

segm<strong>en</strong>tos informales. Tercero, los esfuerzos de la formalización laboral pued<strong>en</strong> haber t<strong>en</strong>ido un<br />

efecto difer<strong>en</strong>ciado <strong>en</strong>tre los sectores, con mayores avances <strong>en</strong> dichos rubros.<br />

En resum<strong>en</strong>, las características de la demanda laboral han incidido <strong>en</strong> una recomposición<br />

d<strong>el</strong> empleo que ha dado lugar a avances <strong>en</strong> su calidad salarial y no salarial, así como a mejoras<br />

d<strong>en</strong>tro de las ramas de actividad.<br />

El crecimi<strong>en</strong>to, las características de la demanda laboral<br />

y la reducción de la desigualdad salarial<br />

El crecimi<strong>en</strong>to económico y sus características jugaron un pap<strong>el</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> tercero de los hechos<br />

estilizados, la reducción de la brecha salarial. Tal como se ha constatado <strong>en</strong> la sección IV, <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to<br />

de la cantidad de empleo no contribuyó directam<strong>en</strong>te a reducir la desigualdad a niv<strong>el</strong> de los hogares,<br />

pero sus características pued<strong>en</strong> haber redundado <strong>en</strong> una m<strong>en</strong>or brecha <strong>en</strong> los ingresos laborales,<br />

que fue <strong>el</strong> mecanismo más importante al respecto. Un factor r<strong>el</strong>evante detectado sobre <strong>el</strong> particular<br />

es <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo, que habría favorecido las mejoras <strong>en</strong> la distribución al reducirse<br />

las brechas <strong>en</strong>tre los quintiles de hogares con difer<strong>en</strong>tes niv<strong>el</strong>es de ingreso per cápita (Cruces, García


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Dom<strong>en</strong>ech y Gasparini, 2012). Otro factor importante son las políticas laborales aplicadas <strong>en</strong> este<br />

período (véase la sección d).ii).<br />

Hay indicios de que también <strong>el</strong> sesgo de la demanda laboral <strong>en</strong> favor de los más calificados<br />

se ha revertido durante la década de 2000.<br />

En los cuatro estudios de caso pres<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> López-Calva y Lustig (2010) sobre la Arg<strong>en</strong>tina,<br />

<strong>el</strong> Brasil, México y <strong>el</strong> Perú se id<strong>en</strong>tifica, <strong>en</strong>tre las causas de m<strong>en</strong>ores brechas de ingresos, un m<strong>en</strong>or<br />

sesgo de la demanda <strong>en</strong> favor de personal más calificado como resultado d<strong>el</strong> término d<strong>el</strong> impacto<br />

d<strong>el</strong> cambio tecnológico int<strong>en</strong>sivo <strong>en</strong> calificaciones, que fue inc<strong>en</strong>tivado por las reformas económicas<br />

de los años och<strong>en</strong>ta y nov<strong>en</strong>ta.<br />

Gasparini y otros (2011) argum<strong>en</strong>tan que la demanda de mano de obra m<strong>en</strong>os calificada habría<br />

aum<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de la expansión de los bi<strong>en</strong>es básicos y procesos intrasectoriales, como la<br />

difusión tecnológica y <strong>el</strong> desequilibrio (mismatch) <strong>en</strong>tre las calificaciones de personas con mayores<br />

niv<strong>el</strong>es de educación formal y los requerimi<strong>en</strong>tos de los puestos disponibles. El Banco Mundial (2012)<br />

plantea la hipótesis de que la conc<strong>en</strong>tración d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> los sectores productores de bi<strong>en</strong>es<br />

y servicios no transables habría reducido la demanda de personal de mayor niv<strong>el</strong> de calificación,<br />

que <strong>en</strong> estos sectores sería más débil que <strong>en</strong> la industria manufacturera.<br />

En <strong>el</strong> cuadro II.9 se muestra para 15 países la composición d<strong>el</strong> empleo adicional, según niv<strong>el</strong><br />

educativo y difer<strong>en</strong>ciando <strong>el</strong> empleo asalariado (que reflejaría la demanda laboral de las empresas)<br />

d<strong>el</strong> no asalariado (que repres<strong>en</strong>ta difer<strong>en</strong>tes dinámicas, predominando g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te la presión<br />

desde la oferta) 26 . Se observa que, tal como se constató con respecto a los años nov<strong>en</strong>ta (W<strong>el</strong>ler,<br />

2000), la mayoría de los nuevos empleos se g<strong>en</strong>era como empleo asalariado para personas de niv<strong>el</strong><br />

educativo medio y alto. Por otra parte, como reflejo de los avances de los sistemas educativos, solo<br />

un porc<strong>en</strong>taje muy m<strong>en</strong>or d<strong>el</strong> nuevo empleo (alrededor de un 5% <strong>en</strong> la mediana de los 15 países)<br />

corresponde a personas de hasta 9 años de educación.<br />

• Cuadro II.9<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (mediana de 7 y 15 países): composición d<strong>el</strong> empleo neto adicional, según<br />

niv<strong>el</strong> educativo, para asalariados y no asalariados, alrededor de 2002-2012<br />

Grupo de países<br />

Siete países<br />

15 países<br />

Categoría de ocupación<br />

Niv<strong>el</strong> educativo<br />

Hasta 9 años 10 a 12 años 13 años y más Total<br />

Ocupados 3,4 46,7 44,2 100,0<br />

Asalariados 3,3 24,7 32,6 82,4<br />

No asalariados -5,6 13,8 7,4 17,6<br />

Ocupados 4,7 46,3 44,2 100,0<br />

Asalariados 3,3 26,4 32,6 77,9<br />

No asalariados 4,1 13,8 8,6 22,1<br />

Fu<strong>en</strong>te: <strong>el</strong>aboración propia sobre la base de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los países.<br />

Nota: los siete países pres<strong>en</strong>tados por separado son la Arg<strong>en</strong>tina, Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia,<br />

Costa Rica y <strong>el</strong> Perú. En los 15 países se incluye, además, al Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay,<br />

la República Dominicana y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

Si se comparan los resultados respecto de los siete países para los que se hizo este mismo<br />

cálculo <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con cierto período de los años nov<strong>en</strong>ta (W<strong>el</strong>ler, 2000), se registra una demanda<br />

laboral levem<strong>en</strong>te superior para las personas de bajo niv<strong>el</strong> educativo, cuyo número decae <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

26<br />

Por otra parte, se pres<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> resultado para un conjunto de siete países respecto de los cuales se dispone de la misma<br />

información que acerca de los años nov<strong>en</strong>ta (W<strong>el</strong>ler, 2000). Cabe señalar que los datos allí pres<strong>en</strong>tados abarcan un<br />

período previo a la “media década perdida”, que se inició hacia fines de los años nov<strong>en</strong>ta.


CEPAL<br />

empleo no asalariado <strong>en</strong> la mediana de estos siete países, pero sube <strong>en</strong> <strong>el</strong> asalariado. Esto reflejaría<br />

una demanda laboral más equilibrada según niv<strong>el</strong> educativo, reduciéndose <strong>el</strong> sesgo de la demanda<br />

<strong>en</strong> favor de los más calificados. Sin embargo, <strong>en</strong> la mediana de 15 países tanto <strong>el</strong> empleo asalariado<br />

como <strong>el</strong> no asalariado se expand<strong>en</strong> para personas con un bajo niv<strong>el</strong> de escolarización y lo hac<strong>en</strong><br />

un poco más para los no asalariados. De todas maneras, <strong>en</strong> comparación con <strong>el</strong> resultado de los<br />

años nov<strong>en</strong>ta, cuando la r<strong>el</strong>ación de g<strong>en</strong>eración de empleo para los m<strong>en</strong>os calificados <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo<br />

asalariado con respecto al no asalariado repres<strong>en</strong>tó alrededor de 0,5 (para siete países), <strong>en</strong> la década<br />

de 2000 apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te hubo una demanda laboral r<strong>el</strong>ativa levem<strong>en</strong>te más int<strong>en</strong>sa para este grupo<br />

de personas (con una r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> empleo asalariado y <strong>el</strong> no asalariado de 0,8), como también<br />

para <strong>el</strong> grupo más grande de países.<br />

En resum<strong>en</strong>, la demanda laboral sigue favoreci<strong>en</strong>do la incorporación de personas de niv<strong>el</strong><br />

educativo intermedio y alto, aunque además hubo nuevas oportunidades para personas con poca<br />

educación formal.<br />

Para analizar las características sectoriales de la demanda laboral se procedió a una<br />

descomposición sigui<strong>en</strong>do la metodología de Berman, Bound y Griliches (1994), con la que se estiman<br />

los aportes de los cambios intra e intersectoriales tanto para la mayor demanda de personas de<br />

niv<strong>el</strong>es altos e intermedios de educación formal, como para la m<strong>en</strong>or demanda de personas de más<br />

bajo niv<strong>el</strong> de educación formal 27 .<br />

Como se advierte <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro II.10, igual que <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta, la expansión d<strong>el</strong> empleo<br />

asalariado para personas altam<strong>en</strong>te calificadas se c<strong>en</strong>tró <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario. Los servicios —<br />

sumando los servicios comunales, sociales y personales y los servicios financieros, inmobiliarios y<br />

a empresas— fueron responsables de más de la mitad de estos nuevos empleos. En contraste con<br />

los años nov<strong>en</strong>ta, también los cambios <strong>en</strong> <strong>el</strong> comercio (por ejemplo, la expansión d<strong>el</strong> comercio al<br />

por m<strong>en</strong>or a gran escala: super e hipermercados, c<strong>en</strong>tros comerciales, y otros) incidieron <strong>en</strong> una<br />

mayor demanda de personal altam<strong>en</strong>te calificado, y no solo debido a la expansión de este rubro<br />

(efecto de cambios intersectoriales), sino también a cambios intrasectoriales. Por <strong>el</strong> contrario, <strong>el</strong><br />

aporte de la industria manufacturera a la demanda de personal de alto niv<strong>el</strong> de calificación fue débil,<br />

sobre todo a causa de la reducción de la participación d<strong>el</strong> sector <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo total. Los cambios<br />

intrasectoriales influyeron <strong>en</strong> un aum<strong>en</strong>to de la demanda de este tipo de trabajadores por parte de<br />

la industria manufacturera, si bi<strong>en</strong> —tal como se indica <strong>en</strong> la última columna d<strong>el</strong> cuadro 5a)— <strong>el</strong><br />

increm<strong>en</strong>to de la participación de personal de alto niv<strong>el</strong> educativo fue m<strong>en</strong>or que <strong>en</strong> otros sectores.<br />

En términos r<strong>el</strong>ativos, destaca <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de categoría (upgrading) de las calificaciones demandadas<br />

<strong>en</strong> la construcción, la minería y, nuevam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> comercio.<br />

El aum<strong>en</strong>to de la proporción de los altam<strong>en</strong>te calificados <strong>en</strong>tre los asalariados se debió, <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> saldo, casi exclusivam<strong>en</strong>te a los cambios internos de las ramas de actividad 28 . En varios rubros,<br />

27<br />

Se trata d<strong>el</strong> resultado de la sigui<strong>en</strong>te descomposición:<br />

/ /<br />

n<br />

n<br />

i = 1 i i i = 1<br />

DS = DA S + DS A<br />

i<br />

i<br />

para i = 1, …, n ramas de actividad, donde:<br />

S = proporción de personal con un niv<strong>el</strong> educativo específico <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo asalariado total.<br />

S i<br />

= proporción de personal con un niv<strong>el</strong> educativo específico <strong>en</strong> la rama de actividad i.<br />

A i<br />

= empleo asalariado <strong>en</strong> la rama i como proporción d<strong>el</strong> empleo asalariado total.<br />

Las barras indican los promedios de los valores correspondi<strong>en</strong>tes a los años iniciales y finales. De esta manera, <strong>el</strong> primer término<br />

d<strong>el</strong> lado derecho de la ecuación capta la contribución de los cambios <strong>en</strong>tre las ramas (es decir, las difer<strong>en</strong>cias con respecto al<br />

crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo asalariado), mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> segundo término capta la contribución de los cambios d<strong>en</strong>tro de la rama<br />

(esto es, las variaciones de la participación d<strong>el</strong> personal con un niv<strong>el</strong> educativo específico <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo asalariado de la rama).<br />

28<br />

Esto no necesariam<strong>en</strong>te implica transformaciones productivas; <strong>en</strong> muchos casos este cambio d<strong>en</strong>tro de la rama<br />

consiste <strong>en</strong> la sustitución de personal de mayor edad, que se jubila, por personas jóv<strong>en</strong>es con más alto niv<strong>el</strong> de<br />

educación formal.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

sobre todo d<strong>el</strong> sector terciario pero también <strong>en</strong> la construcción, se g<strong>en</strong>eraron nuevos puestos de este<br />

tipo a partir de cambios intersectoriales, sin embargo, estos empleos adicionales se comp<strong>en</strong>saron<br />

<strong>en</strong> gran medida por las pérdidas <strong>en</strong> otras ramas de actividad.<br />

• Cuadro II.10<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (mediana de 15 países): contribución de los cambios intra e intersectoriales<br />

a la variación de la participación de los grupos educativos <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo asalariado,<br />

alrededor de 2002-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

a) Asalariados de alto niv<strong>el</strong> educativo (13 años y más)<br />

Cambios intrasectoriales Cambios intersectoriales Total Increm<strong>en</strong>to r<strong>el</strong>ativo a<br />

Total 4,09 0,20 4,29 1,00<br />

Sector agropecuario 0,14 -0,48 -0,34 1,01<br />

Minería 0,07 0,11 0,18 1,19<br />

Industria manufacturera 0,42 -0,29 0,13 0,72<br />

Construcción 0,08 0,22 0,31 1,42<br />

Comercio 0,75 0,27 1,02 1,18<br />

Transporte y comunicaciones 0,26 0,16 0,42 1,14<br />

Servicios 2,37 0,22 2,59 0,94<br />

b) Asalariados de niv<strong>el</strong> educativo intermedio (10 a 12 años)<br />

Cambios intrasectoriales Cambios intersectoriales Total<br />

Total 3,56 0,84 4,38<br />

Sector agropecuario 0,41 -0,03 0,37<br />

Minería -0,02 0,09 0,07<br />

Industria manufacturera 1,18 -0,69 0,49<br />

Construcción 0,54 0,33 0,88<br />

Comercio 0,80 0,89 1,69<br />

Transporte y comunicaciones 0,43 0,19 0,62<br />

Servicios 0,20 0,06 0,25<br />

c) Asalariados de bajo niv<strong>el</strong> educativo (hasta 9 años)<br />

Cambios intrasectoriales Cambios intersectoriales Total<br />

Total -7,56 -1,01 -8,58<br />

Sector agropecuario -0,61 -1,74 -2,34<br />

Minería -0,06 0,08 0,02<br />

Industria manufacturera -1,57 -1,24 -2,81<br />

Construcción -0,66 0,77 0,11<br />

Comercio -1,50 0,84 -0,66<br />

Transporte y comunicaciones -0,67 0,24 -0,43<br />

Servicios -2,49 0,03 -2,46<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los países.<br />

a<br />

Proporción <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to porc<strong>en</strong>tual d<strong>el</strong> grupo educativo <strong>en</strong> la rama de actividad y <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to porc<strong>en</strong>tual d<strong>el</strong><br />

grupo educativo <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de los asalariados.<br />

Nota: Los países cubiertos son: Arg<strong>en</strong>tina, Brasil, Bolivia (Estado Plurinacional de), Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador,<br />

El Salvador, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

También <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la participación de asalariados con un niv<strong>el</strong> intermedio de educación<br />

formal se debe principalm<strong>en</strong>te a los cambios intrasectoriales (y, por lo tanto, <strong>en</strong> parte al <strong>el</strong>evami<strong>en</strong>to


CEPAL<br />

g<strong>en</strong>eral d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo). No obstante, <strong>en</strong> comparación con los asalariados de más alto niv<strong>el</strong> de<br />

educación, los cambios intersectoriales tuvieron una repercusión claram<strong>en</strong>te más notoria. Llama<br />

la at<strong>en</strong>ción al respecto <strong>el</strong> marcado impacto de la demanda laboral d<strong>el</strong> comercio y, <strong>en</strong> magnitudes<br />

mucho más acotadas, de la construcción, <strong>el</strong> transporte y las comunicaciones. El comercio también<br />

destaca <strong>en</strong>tre las ramas con un importante acrec<strong>en</strong>tami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> personal de niv<strong>el</strong> educativo<br />

intermedio a causa de los cambios intrasectoriales, lo que subraya <strong>el</strong> peso de la modernización<br />

sectorial ya m<strong>en</strong>cionado a propósito d<strong>el</strong> personal de niv<strong>el</strong> educativo más <strong>el</strong>evado. También la industria<br />

manufacturera muestra claros indicios de upgrading de la estructura de personal, con pronunciados<br />

increm<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong> personal de educación intermedia y (como ya se vio) alta.<br />

La contracción d<strong>el</strong> empleo de personal de bajo niv<strong>el</strong> de educación formal también se c<strong>en</strong>tró<br />

<strong>en</strong> los cambios internos de las ramas de actividad. El upgrading de la estructura educativa <strong>en</strong> los<br />

servicios, la industria manufacturera y <strong>el</strong> comercio incidió <strong>en</strong> este proceso. Sin embargo, también<br />

contribuyeron las transformaciones intersectoriales, sobre todo la reducción de la proporción<br />

d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> la agricultura y la industria manufacturera. Por otra parte, surgieron empleos para<br />

personas de bajo niv<strong>el</strong> de educación formal como consecu<strong>en</strong>cia de la expansión, especialm<strong>en</strong>te,<br />

d<strong>el</strong> comercio y la construcción.<br />

Por lo tanto, la conc<strong>en</strong>tración d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario durante <strong>el</strong><br />

período 2003-2012 no implicó una baja de la demanda de personas de altos niv<strong>el</strong>es de calificación.<br />

Esta, al igual que <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta (W<strong>el</strong>ler, 2000), se c<strong>en</strong>tró <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario. Específicam<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> comercio se observan indicios de una modernización que fom<strong>en</strong>ta esta demanda 29 . Por otra<br />

parte, y a difer<strong>en</strong>cia de los años anteriores, <strong>en</strong> algunos casos las transformaciones intra y, <strong>en</strong> ciertos<br />

casos, intersectoriales estimularon la demanda de personal de calificación intermedia y, <strong>en</strong> m<strong>en</strong>or<br />

grado, de educación formal baja. Nuevam<strong>en</strong>te, estos procesos se conc<strong>en</strong>traron <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario,<br />

si bi<strong>en</strong> las transformaciones internas también favorecieron la expansión d<strong>el</strong> empleo para <strong>el</strong> grupo<br />

educativo intermedio <strong>en</strong> la industria manufacturera y <strong>el</strong> sector agropecuario 30 . Este cambio parcial <strong>en</strong><br />

las pautas de la demanda laboral habría favorecido a los ingresos de los trabajadores r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

m<strong>en</strong>os calificados y contribuido a reducir las brechas salariales.<br />

Además, la recomposición d<strong>el</strong> empleo hacia los segm<strong>en</strong>tos de media y alta productividad<br />

incidió favorablem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los ingresos medios de los segm<strong>en</strong>tos de baja productividad. Como se<br />

m<strong>en</strong>cionó previam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> estos segm<strong>en</strong>tos es heterogéneo. En países con un m<strong>en</strong>or<br />

PIB per cápita y, por lo tanto, con m<strong>en</strong>or grado de asalarización de los ocupados, una mayor parte<br />

d<strong>el</strong> empleo por cu<strong>en</strong>ta propia repres<strong>en</strong>ta la presión desde la oferta (W<strong>el</strong>ler y Kaldewei, 2013, págs.<br />

35-39). En estos países, tal como se despr<strong>en</strong>de de los planteami<strong>en</strong>tos teóricos m<strong>en</strong>cionados <strong>en</strong> la<br />

sección IV, los ingresos laborales medios r<strong>el</strong>ativos d<strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia son más bajos que<br />

<strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>los países con m<strong>en</strong>or proporción de los ocupados por cu<strong>en</strong>ta propia (donde una mayor<br />

parte de <strong>el</strong>los trabajan de esta manera <strong>en</strong> búsqueda de las v<strong>en</strong>tajas r<strong>el</strong>acionadas con este tipo de<br />

trabajo) (W<strong>el</strong>ler, 2012).<br />

Por consigui<strong>en</strong>te, una reducción r<strong>el</strong>ativa d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> segm<strong>en</strong>tos de baja productividad también<br />

favorecería los cambios intrasectoriales al aminorar la presión desde la oferta y, específicam<strong>en</strong>te,<br />

aum<strong>en</strong>taría los ingresos medios <strong>en</strong> dichos segm<strong>en</strong>tos. En efecto, <strong>en</strong>tre 1990 y 2000-2002, los<br />

ingresos medios de los asalariados (excluidos los profesionales y técnicos) <strong>en</strong> empresas con cinco<br />

y más trabajadores se mantuvieron constantes <strong>en</strong> términos de líneas de pobreza, mi<strong>en</strong>tras que los<br />

de los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia (excluidos los profesionales y técnicos) cayeron <strong>en</strong> 0,6 líneas<br />

de pobreza. En contraste, <strong>en</strong>tre 2000-2002 y 2009-2010 los ingresos de ambos grupos aum<strong>en</strong>taron<br />

(<strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio) <strong>en</strong> 0,4 y 0,6 líneas de pobreza, respectivam<strong>en</strong>te 31 .<br />

29<br />

Este resultado contradice lo planteado por <strong>el</strong> Banco Mundial (2012), según <strong>el</strong> cual <strong>el</strong> fortalecimi<strong>en</strong>to de los sectores no<br />

transables se habría traducido <strong>en</strong> una caída de la demanda de mano de obra calificada.<br />

30<br />

Según Klas<strong>en</strong>, Otter y Villalobos Barría (2012), <strong>el</strong> auge de los recursos naturales a mediados de la década d<strong>el</strong> 2000<br />

tuvo un efecto distributivo favorable <strong>en</strong> las zonas rurales de Honduras, al mejorar los ingresos de los trabajadores<br />

agropecuarios. Por otra parte, hay evid<strong>en</strong>cia anecdótica de varios países <strong>en</strong> cuanto a que la reducción de la oferta<br />

laboral ha derivado <strong>en</strong> mejoras de los ingresos <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario.<br />

31<br />

Cálculo propio sobre la base de CEPAL (2012).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

En resum<strong>en</strong>, <strong>el</strong> mejor contexto económico favoreció a los ingresos de los ocupados <strong>en</strong> la<br />

base de la escala de ingresos laborales, principalm<strong>en</strong>te debido a dos mecanismos vinculados: la<br />

mayor demanda laboral (sobre todo de actividades d<strong>el</strong> sector terciario) de trabajadores de niv<strong>el</strong>es<br />

medios y bajos de educación y la reducción de la presión desde la oferta sobre los segm<strong>en</strong>tos de<br />

baja productividad.<br />

ii) La institucionalidad laboral y las características d<strong>el</strong> empleo<br />

Como ya se planteó, además d<strong>el</strong> contexto económico y productivo, es la institucionalidad laboral la<br />

que incide mayorm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la evolución d<strong>el</strong> empleo y sus características. Reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, los cambios<br />

<strong>en</strong> la institucionalidad laboral contribuyeron a las mejoras, sobre todo, de la calidad d<strong>el</strong> empleo y a<br />

la reducción de la desigualdad salarial.<br />

Durante los años dos mil <strong>en</strong> muchos países se modificó la perspectiva sobre la institucionalidad<br />

laboral. Cabe recordar que las reformas de los años nov<strong>en</strong>ta pusieron énfasis <strong>en</strong> ampliar la gama de<br />

contratos disponibles, añadi<strong>en</strong>do al contrato “típico” de duración indeterminada contratos de duración<br />

determinada, ampliando <strong>el</strong> uso d<strong>el</strong> período de prueba y facilitando modalidades de subcontratación.<br />

La segunda t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia consistió <strong>en</strong> <strong>el</strong> abaratami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> despido, destacándose como medidas la<br />

ampliación de la definición d<strong>el</strong> despido por causa justa y la introducción de sistemas de protección<br />

al desempleo por medio de cu<strong>en</strong>tas individuales (Vega Ruiz, 2005).<br />

G<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te y como parte de paquetes de estabilización macroeconómica, <strong>en</strong> los años<br />

och<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> muchos países los salarios mínimos reales cayeron pronunciadam<strong>en</strong>te, mi<strong>en</strong>tras <strong>en</strong><br />

los años nov<strong>en</strong>ta prevaleció su estancami<strong>en</strong>to. Además, <strong>en</strong> muchos casos se dio un ac<strong>en</strong>tuado<br />

debilitami<strong>en</strong>to de la inspección d<strong>el</strong> trabajo, <strong>en</strong> un marco más amplio de estrategias para reducir <strong>el</strong><br />

pap<strong>el</strong> y <strong>el</strong> tamaño d<strong>el</strong> Estado. En consecu<strong>en</strong>cia, <strong>en</strong> numerosos casos la brecha <strong>en</strong>tre las disposiciones<br />

legales y la realidad laboral t<strong>en</strong>dió a ampliarse (B<strong>en</strong>susán, <strong>2006</strong>).<br />

Por otra parte, aminoró la proporción d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos de productividad media y<br />

alta (debido a bajas tasas de crecimi<strong>en</strong>to económico, una marcada caída r<strong>el</strong>ativa d<strong>el</strong> empleo público<br />

y, por lo m<strong>en</strong>os transitoriam<strong>en</strong>te, una reducción de la <strong>el</strong>asticidad empleo asalariado-producto), lo<br />

que redundó <strong>en</strong> una “flexibilización de hecho”. Eso contribuyó, además, a la pérdida de fuerza de<br />

los movimi<strong>en</strong>tos sindicales.<br />

Los mediocres resultados de las reformas aplicadas durantes los años och<strong>en</strong>ta y nov<strong>en</strong>ta<br />

y las difer<strong>en</strong>tes crisis que se produjeron <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> a partir de mediados de los<br />

años nov<strong>en</strong>ta debilitaron las políticas laborales ori<strong>en</strong>tadas a la desregulación como instrum<strong>en</strong>to clave<br />

para fom<strong>en</strong>tar la g<strong>en</strong>eración de empleo. En este esc<strong>en</strong>ario, durante los años dos mil emergieron <strong>en</strong><br />

la región nuevas propuestas políticas bajo la premisa de que fr<strong>en</strong>te al contexto de la globalización<br />

no existe una respuesta única <strong>en</strong> términos de reestructuración productiva y políticas económicas,<br />

así como con respecto a las políticas laborales (Fraile, 2009; W<strong>el</strong>ler, 2009; Lee y McCann, 2011). Al<br />

mismo tiempo, <strong>en</strong> <strong>el</strong> debate internacional empezó a prevalecer una mayor caut<strong>el</strong>a ante propuestas<br />

de desregulación radical (BID, 2003; Freeman, 2005). En la región contribuyó a este cuestionami<strong>en</strong>to<br />

<strong>el</strong> hecho de que <strong>el</strong> efecto de una reforma laboral liberalizadora de gran alcance <strong>en</strong> <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico fue estimado como más bi<strong>en</strong> limitado (BID, 1997), y que las expectativas de g<strong>en</strong>eración<br />

de empleo formal que se pusieron <strong>en</strong> las reformas no se cumplieron.<br />

En la década de 2000, <strong>en</strong> algunos países mejoraron las condiciones de la organización sindical<br />

y se logró fr<strong>en</strong>ar o invertir la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia predominante de un desc<strong>en</strong>so de la sindicalización 32 . En<br />

este esc<strong>en</strong>ario se registró una ligera ampliación d<strong>el</strong> espectro temático de la negociación colectiva,<br />

al ext<strong>en</strong>derse a nuevos grupos de trabajadores, como los temporeros y las empleadas domésticas.<br />

En algunos casos, se limitó la subcontratación de personal debido a los abusos detectados <strong>en</strong> la<br />

aplicación de este instrum<strong>en</strong>to contractual y se asemejaron las condiciones de trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo<br />

doméstico a las de otros trabajadores.<br />

32<br />

Véase OIT (2009) para una ilustración de la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de una decreci<strong>en</strong>te sindicalización <strong>en</strong>tre 1989 y 2005.


CEPAL<br />

Ante la disparidad <strong>en</strong>tre la legislación vig<strong>en</strong>te y los grados de cumplimi<strong>en</strong>to, <strong>en</strong> diversos<br />

países aum<strong>en</strong>taron los recursos disponibles para la inspección d<strong>el</strong> trabajo a objeto de mejorar <strong>el</strong><br />

cumplimi<strong>en</strong>to de las normas exist<strong>en</strong>tes. Además, <strong>en</strong> muchos países se desarrollaron esquemas<br />

destinados a inc<strong>en</strong>tivar la formalización empresarial y laboral, específicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la pequeña y<br />

microempresa (pymes) (OIT, 2014). En vista de que la informalidad se determina tanto por aspectos de<br />

la estructura productiva como por aspectos institucionales, las políticas de formalización hac<strong>en</strong> una<br />

contribución adicional a la moderación de la segm<strong>en</strong>tación d<strong>el</strong> mercado laboral. Específicam<strong>en</strong>te, la<br />

formalización de la r<strong>el</strong>ación laboral es de gran r<strong>el</strong>evancia para la calidad d<strong>el</strong> empleo, pues la evid<strong>en</strong>cia<br />

indica que un contrato formal de trabajo podría ser una “llave de acceso” a otros b<strong>en</strong>eficios que<br />

caracterizan a los empleos de bu<strong>en</strong>a calidad (W<strong>el</strong>ler y Roethlisberger, 2011; CEPAL/OIT/FAO, 2012).<br />

Además, <strong>en</strong> varios países las reformas de las r<strong>el</strong>aciones laborales individuales tuvieron un<br />

s<strong>el</strong>lo protector. Por ejemplo, <strong>en</strong> algunos de <strong>el</strong>los se redujo <strong>el</strong> número de horas semanales de trabajo,<br />

se aum<strong>en</strong>tó <strong>el</strong> pago de las indemnizaciones <strong>en</strong> caso de despido injustificado, se restringió <strong>el</strong> uso de<br />

horas extras o se increm<strong>en</strong>tó <strong>el</strong> pago correspondi<strong>en</strong>te, y se ampliaron los períodos pre y postnatal.<br />

Al mismo tiempo, <strong>en</strong> algunos países se fortaleció <strong>el</strong> seguro de desempleo o se crearon<br />

mod<strong>el</strong>os nuevos (varios países están <strong>en</strong> proceso de hacerlo) para ampliar los sistemas de protección<br />

de los trabajadores <strong>en</strong> un contexto de mercados estructuralm<strong>en</strong>te más volátiles. Además, <strong>en</strong> muchas<br />

naciones se empr<strong>en</strong>dieron políticas de salario mínimo más activas 33 . Tal como <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta,<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de México la caída d<strong>el</strong> salario mínimo se id<strong>en</strong>tificó como un factor que contribuyó<br />

significativam<strong>en</strong>te a la ampliación de las brechas de ingresos (Cortez, 2001; Bosch y Manacorda,<br />

2010), <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te, Cornia (2014), Keifman y Maurizio (2012), y CEPAL (2014c)<br />

<strong>en</strong>contraron que <strong>en</strong> varios países los aum<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong> salario mínimo y la mayor formalidad —o la<br />

interacción de ambos— han sido factores importantes para la reducción de dichas brechas.<br />

En resum<strong>en</strong>, al contrario de lo ocurrido durante las décadas preced<strong>en</strong>tes, con respecto al<br />

citado doble objetivo de la institucionalidad laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te se implem<strong>en</strong>taron mayores<br />

medidas que fortalec<strong>en</strong> los derechos individuales y colectivos de los trabajadores; aunque, por lo<br />

g<strong>en</strong>eral, sin dejar de lado <strong>el</strong> objetivo de un funcionami<strong>en</strong>to efici<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> mercado laboral, que fue<br />

apoyado por medidas como las políticas de formalización empresarial y laboral.<br />

e) Conclusiones<br />

En <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io 2003-2012, los mercados laborales de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> mostraron un<br />

desempeño que, <strong>en</strong> varios aspectos, repres<strong>en</strong>tó una ruptura con la evolución previa. En particular,<br />

la tasa de desempleo abierto desc<strong>en</strong>dió ost<strong>en</strong>siblem<strong>en</strong>te a raíz de un aum<strong>en</strong>to de los niv<strong>el</strong>es de<br />

ocupación, los indicadores de calidad d<strong>el</strong> empleo mejoraron <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de una mayor formalidad<br />

laboral, y se redujeron las brechas de ingresos <strong>en</strong>tre los trabajadores más y m<strong>en</strong>os calificados.<br />

Para compr<strong>en</strong>der los factores que habrían influido <strong>en</strong> tal desempeño, <strong>en</strong> este artículo se<br />

plantea que habría que analizar <strong>el</strong> comportami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> <strong>en</strong>torno económico-productivo (<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico, la evolución de la productividad laboral y los cambios <strong>en</strong> la heterog<strong>en</strong>eidad estructural) y de<br />

la institucionalidad laboral. La revisión de estos factores <strong>en</strong> dicho dec<strong>en</strong>io muestra que su combinación<br />

fue la que marcó los tres hechos estilizados que caracterizaron a la evolución laboral reci<strong>en</strong>te. Un<br />

crecimi<strong>en</strong>to económico r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evado estimuló la demanda laboral, lo que favoreció una dinámica<br />

g<strong>en</strong>eración de empleo sobre todo <strong>en</strong> segm<strong>en</strong>tos de productividad media y alta, facilitando una mayor<br />

formalidad e increm<strong>en</strong>tos de los ingresos laborales. Las características de la demanda laboral, c<strong>en</strong>trada<br />

<strong>en</strong> las actividades productoras de bi<strong>en</strong>es y servicios no transables (sector terciario y construcción),<br />

33<br />

En la mediana de 20 países, <strong>en</strong>tre 1990 y 2003 <strong>el</strong> salario mínimo real no registró cambios, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> período<br />

compr<strong>en</strong>dido <strong>en</strong>tre 2003 y 2012 se observa un increm<strong>en</strong>to anual de 2,0%. Si los aum<strong>en</strong>tos se ponderan por la población<br />

<strong>en</strong> edad de trabajar, <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to anual d<strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te fue de 4,4% (cálculo propio sobre la base de información<br />

oficial de los países).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

marcaron las pautas de la g<strong>en</strong>eración de empleo. Transformaciones inter e intrasectoriales conllevaron<br />

aum<strong>en</strong>tos de la productividad, r<strong>el</strong>acionados —<strong>en</strong> varias ramas de actividad, como comercio y transporte,<br />

almac<strong>en</strong>aje y comunicaciones— con procesos de upgrading de la estructura ocupacional, que facilitaron<br />

mejoras <strong>en</strong> la calidad d<strong>el</strong> empleo. Por otra parte, las características de la demanda laboral mejoraron las<br />

opciones de inserción de trabajadores de niv<strong>el</strong> educativo bajo y medio, lo que incidió <strong>en</strong> una merma de<br />

las brechas de ingreso. Los cambios institucionales también contribuyeron a disminuir estas brechas, y<br />

dieron lugar a una mayor formalización d<strong>el</strong> empleo y mejoras <strong>en</strong> los indicadores de su calidad. Mi<strong>en</strong>tras<br />

que la fuerte g<strong>en</strong>eración de empleo fue un factor clave para <strong>el</strong> desc<strong>en</strong>so de la pobreza, la reducción<br />

de las brechas de ingreso lo fue para avanzar <strong>en</strong> <strong>el</strong> retroceso de la desigualdad a niv<strong>el</strong> de los hogares.<br />

A pesar de los avances revisados que revirtieron las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias previas, los mercados laborales<br />

de la región continúan mostrando agudas debilidades, tales como altos niv<strong>el</strong>es de informalidad,<br />

grandes brechas de productividad, un <strong>el</strong>evado porc<strong>en</strong>taje de trabajadores pobres y desprotegidos,<br />

bajos niv<strong>el</strong>es de participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral de las mujeres, notorias desigualdades laborales<br />

<strong>en</strong>tre hombres y mujeres tanto d<strong>en</strong>tro como fuera de los mercados d<strong>el</strong> trabajo, discriminación de<br />

difer<strong>en</strong>tes grupos de trabajadores, bajos índices de calidad d<strong>el</strong> empleo, como también escasos<br />

niv<strong>el</strong>es de capacitación continua, sindicalización y negociación colectiva. Obviam<strong>en</strong>te, no obstante<br />

los avances reci<strong>en</strong>tes, los desafíos sigu<strong>en</strong> si<strong>en</strong>do considerables.<br />

En <strong>el</strong> futuro próximo hay varios aspectos que am<strong>en</strong>azan con fr<strong>en</strong>ar, por lo m<strong>en</strong>os, <strong>el</strong> ritmo<br />

de las mejoras laborales. Primero, con un <strong>en</strong>torno global de m<strong>en</strong>or dinamismo que <strong>en</strong> <strong>el</strong> pasado<br />

reci<strong>en</strong>te, las perspectivas de crecimi<strong>en</strong>to económico regional son m<strong>en</strong>os promisorias debido a una<br />

demanda externa más acotada (CEPAL, 2014b). Al mismo tiempo, <strong>en</strong> muchos países la dinámica de<br />

la demanda interna, basada sobre todo <strong>en</strong> <strong>el</strong> consumo de los hogares, ti<strong>en</strong>de a desac<strong>el</strong>erarse debido<br />

a factores como <strong>el</strong> fin d<strong>el</strong> mejorami<strong>en</strong>to de los términos de intercambio (lo que at<strong>en</strong>úa <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> ingreso nacional disponible), <strong>el</strong> fin de las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias de apreciación cambiaria y los altos niv<strong>el</strong>es<br />

de <strong>en</strong>deudami<strong>en</strong>to de los hogares. A niv<strong>el</strong> regional, ya <strong>en</strong> 2013 la g<strong>en</strong>eración de empleo fue débil,<br />

tanto <strong>en</strong> términos absolutos como <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con la tasa de crecimi<strong>en</strong>to económico alcanzado <strong>en</strong><br />

ese año (CEPAL, 2014a).<br />

Por parte de las políticas, <strong>en</strong> muchos países <strong>el</strong> <strong>en</strong>foque de c<strong>en</strong>trar la formalización <strong>en</strong><br />

inc<strong>en</strong>tivos y <strong>en</strong> una supervisión más estricta podría arrojar r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos decreci<strong>en</strong>tes, dado que<br />

ya se habría formalizado a muchas empresas y trabajadores con <strong>el</strong> pot<strong>en</strong>cial productivo capaz de<br />

asumir los costos correspondi<strong>en</strong>tes, mi<strong>en</strong>tras que otras empresas y trabajadores que permanec<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> la informalidad reflejan la presión desde la oferta laboral y se caracterizan por tan bajos niv<strong>el</strong>es<br />

de productividad que impid<strong>en</strong>, por lo m<strong>en</strong>os, una formalidad pl<strong>en</strong>a. Esto requeriría rep<strong>en</strong>sar los<br />

instrum<strong>en</strong>tos destinados a fom<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> desarrollo sobre todo de la micro y pequeña empresa (pymes).<br />

También es importante fortalecer <strong>el</strong> círculo virtuoso <strong>en</strong>tre los increm<strong>en</strong>tos de la productividad laboral<br />

y la calidad d<strong>el</strong> empleo, para lo cual son <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos clave las mejoras <strong>en</strong> la educación, la formación<br />

profesional y la capacitación, así como <strong>el</strong> fortalecimi<strong>en</strong>to de la “voz” de los trabajadores mediante<br />

la ext<strong>en</strong>sión de la organización sindical y la negociación colectiva.


CEPAL<br />

B. Evolución d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> sectores s<strong>el</strong>eccionados<br />

Parte E<br />

1. Introducción<br />

Brechas y transformaciones: la evolución d<strong>el</strong> empleo agropecuario <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

(CEPAL, 2016), Introducción, pp. 19-23; 5 páginas y Cap. I, pp. 31-55 y 97-102.<br />

Los países que hoy <strong>en</strong> día registran un PIB per cápita <strong>el</strong>evado pasaron por fases de cambio estructural<br />

a lo largo de su proceso de desarrollo. Un compon<strong>en</strong>te característico de esas transformaciones<br />

fue la reducción d<strong>el</strong> empleo agropecuario que, por lo g<strong>en</strong>eral, fue primero r<strong>el</strong>ativa y luego absoluta,<br />

una caída d<strong>el</strong> aporte d<strong>el</strong> sector agropecuario al producto interno y un aum<strong>en</strong>to de su productividad<br />

laboral. Este último factor permitió reducir, y <strong>en</strong> algunos casos cerrar, las brechas con respecto<br />

a los otros sectores. En conjunto, se observa algo similar a lo largo d<strong>el</strong> proceso de crecimi<strong>en</strong>to y<br />

desarrollo durante las últimas décadas <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. A niv<strong>el</strong> regional, la proporción de empleo<br />

agropecuario <strong>en</strong> <strong>el</strong> total desc<strong>en</strong>dió, de más de un 50% <strong>en</strong> 1950, a alrededor de un 25% <strong>en</strong> 1990 y<br />

m<strong>en</strong>os d<strong>el</strong> 17% <strong>en</strong> 2013, y <strong>el</strong> aporte d<strong>el</strong> sector agropecuario al PIB se redujo de aproximadam<strong>en</strong>te<br />

un 20% <strong>en</strong> 1950 a m<strong>en</strong>os d<strong>el</strong> 5% <strong>en</strong> 2014 34 .<br />

Sin embargo, los datos regionales muestran un esc<strong>en</strong>ario cambiante a lo largo d<strong>el</strong> tiempo. Entre<br />

1950 y 1970, la participación d<strong>el</strong> sector agropecuario <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB regional desc<strong>en</strong>dió algo más que su<br />

participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo, lo que indica que la brecha de productividad <strong>en</strong>tre este y otros sectores<br />

se habría ampliado. La situación <strong>en</strong>tre 1970 y 1990 y, sobre todo, después de 1990, fue difer<strong>en</strong>te.<br />

En ambos períodos, la proporción d<strong>el</strong> empleo agropecuario se contrajo más que la participación<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB, lo que refleja una reducción de la brecha. Además, <strong>en</strong> <strong>el</strong> período <strong>en</strong>tre mediados de la<br />

década de 2000 y principios de la década de 2010, los precios d<strong>el</strong> sector agropecuario fueron<br />

r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te favorables respecto de los precios de los sectores no agropecuarios, lo que contrasta<br />

con la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia predominante de su deterioro r<strong>el</strong>ativo a largo plazo.<br />

Una evolución favorable de la productividad laboral d<strong>el</strong> sector agropecuario puede basarse <strong>en</strong><br />

un cambio estructural (la movilidad de recursos, específicam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> trabajo, hacia otras actividades<br />

de mayor productividad), cambios intrasectoriales (una transformación productiva r<strong>el</strong>acionada con<br />

mayores niv<strong>el</strong>es de inversión, cambio tecnológico, <strong>en</strong>tre otros) o la movilidad d<strong>el</strong> trabajo d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong><br />

sector agropecuario (nuevam<strong>en</strong>te, de actividades de m<strong>en</strong>or a otras de mayor niv<strong>el</strong> de productividad<br />

laboral). Todos esos cambios afectan la productividad agropecuaria media y su posición r<strong>el</strong>ativa a<br />

los otros sectores, así como las brechas internas.<br />

En una fase de desarrollo que se caracteriza por <strong>el</strong>evadas brechas de productividad, <strong>el</strong> cambio<br />

estructural ti<strong>en</strong>de a ser <strong>el</strong> mecanismo clave para increm<strong>en</strong>tar la productividad media. Posteriorm<strong>en</strong>te,<br />

cuando la reasignación de recursos (por ejemplo, la migración de la fuerza laboral agropecuaria)<br />

reduce las brechas de productividad, se limita <strong>el</strong> pot<strong>en</strong>cial correspondi<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> cambio estructural<br />

y se pot<strong>en</strong>cia cada vez más <strong>el</strong> cambio intrasectorial (Rodrik, 2013).<br />

Sin embargo, los cambios intersectoriales no necesariam<strong>en</strong>te ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un impacto positivo <strong>en</strong><br />

la productividad agregada. Así, durante las últimas décadas, <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> ha sufrido períodos (por<br />

ejemplo, los años och<strong>en</strong>ta y también, <strong>en</strong> m<strong>en</strong>or grado, los años nov<strong>en</strong>ta) <strong>en</strong> que la salida de parte de<br />

la fuerza laboral agropecuaria, especialm<strong>en</strong>te de segm<strong>en</strong>tos de baja productividad, a causa de las<br />

malas condiciones de vida (factor de empuje o push factor) no se vio acompañada de una g<strong>en</strong>eración<br />

de oportunidades laborales <strong>en</strong> sectores de mayor productividad (factor de atracción o pull factor).<br />

Además, se perdieron empleos de productividad r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te alta, se expandieron, sobre todo,<br />

las actividades no agropecuarias de baja productividad y se estimuló la emigración a otros países.<br />

Por esa razón, no se registraron aportes significativos d<strong>el</strong> cambio estructural a la evolución de la<br />

34<br />

Datos basados <strong>en</strong> CEPAL (2013, pág. 138 y sigui<strong>en</strong>tes) y actualizaciones sobre la base de datos de la CEPAL.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

productividad agregada y, específicam<strong>en</strong>te, la reducción r<strong>el</strong>ativa de la fuerza laboral agropecuaria<br />

no tuvo un gran impacto positivo 35 .<br />

En efecto, dichas transformaciones favorables no son procesos “naturales”, sino que se<br />

v<strong>en</strong> influidas por <strong>el</strong> contexto económico y se fom<strong>en</strong>tan u obstaculizan con políticas, tanto las<br />

macroeconómicas que incid<strong>en</strong> <strong>en</strong> importantes “macroprecios” (tipo de cambio, tasas de interés,<br />

<strong>en</strong>tre otros), como las sectoriales y sociales que incid<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso a los activos y <strong>el</strong> desarrollo<br />

productivo d<strong>el</strong> sector, así como <strong>en</strong> las características de la fuerza de trabajo rural (educación, salud).<br />

Muchas de esas políticas su<strong>el</strong><strong>en</strong> t<strong>en</strong>er un impacto difer<strong>en</strong>ciado sobre los rubros y estratos<br />

socioproductivos d<strong>el</strong> sector. Esa difer<strong>en</strong>ciación ilustra <strong>el</strong> hecho de que detrás de la evolución d<strong>el</strong><br />

producto, <strong>el</strong> empleo y la productividad <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto d<strong>el</strong> sector agropecuario latinoamericano<br />

se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra un sector sumam<strong>en</strong>te heterogéneo, con grandes brechas de productividad laboral<br />

que reflejan marcadas difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso a los factores de producción y los mercados 36 . Al<br />

respecto, y si bi<strong>en</strong> se trata de una gran simplificación, se puede distinguir un segm<strong>en</strong>to empresarial,<br />

que trabaja con una alta proporción de insumos industriales (maquinaria, equipos, agroquímicos)<br />

que emplea mano de obra asalariada y produce para los mercados nacional e internacional, y un<br />

segm<strong>en</strong>to familiar o campesino que utiliza m<strong>en</strong>os insumos industriales y emplea mano de obra<br />

familiar, y cuya producción ti<strong>en</strong>e como destino principal <strong>el</strong> autoconsumo y <strong>el</strong> mercado local 37 .<br />

Hay una gran heterog<strong>en</strong>eidad d<strong>en</strong>tro de la agricultura familiar. Un subsegm<strong>en</strong>to trabaja <strong>en</strong><br />

condiciones sumam<strong>en</strong>te restrictivas <strong>en</strong> términos d<strong>el</strong> acceso a los activos y marginado <strong>en</strong> las cad<strong>en</strong>as<br />

de comercialización. En consecu<strong>en</strong>cia, la productividad y sobre todo los ingresos de ese subsegm<strong>en</strong>to,<br />

cuyo tamaño varía de un país a otro, no solo determina la calidad de vida de la población inserta <strong>en</strong><br />

él, sino que afecta <strong>el</strong> promedio de las variables de empleo y productividad sectorial.<br />

La dinámica d<strong>el</strong> empleo varía <strong>en</strong>tre ambos segm<strong>en</strong>tos estilizados a lo largo d<strong>el</strong> ciclo económico.<br />

En <strong>el</strong> segm<strong>en</strong>to empresarial, <strong>el</strong> empleo t<strong>en</strong>dría un comportami<strong>en</strong>to procíclico <strong>en</strong> consonancia con<br />

la evolución d<strong>el</strong> producto. En contraste, <strong>en</strong> <strong>el</strong> segm<strong>en</strong>to campesino t<strong>en</strong>dría un comportami<strong>en</strong>to<br />

contracíclico, dado que <strong>en</strong> fases de auge económico se inc<strong>en</strong>tiva la migración laboral hacia actividades<br />

de mayor productividad (proceso d<strong>el</strong> cambio estructural) mi<strong>en</strong>tras que, <strong>en</strong> fases de crisis o bajo<br />

crecimi<strong>en</strong>to económico, la economía campesina reti<strong>en</strong>e su fuerza laboral o incluso sirve de “refugio”<br />

para miembros de la familia que retornan al hogar debido al empeorami<strong>en</strong>to de la situación laboral<br />

<strong>en</strong> actividades no agropecuarias 38 .<br />

Las brechas de productividad laboral <strong>en</strong>tre ambos segm<strong>en</strong>tos se reflejan <strong>en</strong> las características<br />

d<strong>el</strong> empleo. Específicam<strong>en</strong>te, los ingresos laborales su<strong>el</strong><strong>en</strong> ser muy bajos, sobre todo <strong>en</strong> los<br />

hogares campesinos, lo que incide <strong>en</strong> los <strong>el</strong>evados índices de pobreza. Alrededor de 2010, <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> promedio simple de 12 países sobre los que se disponía de información, la incid<strong>en</strong>cia de la<br />

pobreza <strong>en</strong> los hogares rurales cuyos ingresos dep<strong>en</strong>dían completam<strong>en</strong>te de la agricultura familiar<br />

fue de un 53,6%, fr<strong>en</strong>te a un 40,1% <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de los hogares rurales y un 43,1% <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de<br />

los hogares que dep<strong>en</strong>dían exclusivam<strong>en</strong>te de salarios percibidos <strong>en</strong> empleos agropecuarios 39 .<br />

35<br />

En r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> impacto desfavorable de los cambios de composición d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong>tre inicios de la década de 1990<br />

y mediados de la década de 2000, véanse Pagés, Pierre y Scarpetta (2009), y McMillan y Rodrik (2011).<br />

36<br />

Por ejemplo, Martínez y Paz (1993) analizaron cómo las políticas de “ajuste estructural” de los años nov<strong>en</strong>ta afectarían<br />

a los distintos segm<strong>en</strong>tos de la agricultura c<strong>en</strong>troamericana. Difer<strong>en</strong>ciaban un segm<strong>en</strong>to “moderno” (empresarial) de<br />

uno “tradicional” (campesino) y, <strong>en</strong> ambos, distinguían las unidades de producción según <strong>el</strong> carácter de sus principales<br />

cultivos (de exportación, competidores con importaciones, no transables).<br />

37<br />

Véase <strong>en</strong> Schejtman (1980) una caracterización de la economía campesina <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> que marcó pautas. Una<br />

publicación reci<strong>en</strong>te sobre la agricultura familiar <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> es la de Salcedo y Guzmán (2014). El esquema<br />

bipolar estilizado es, por supuesto, una simplificación de la realidad latinoamericana, pues <strong>en</strong> muchos países existe una<br />

agricultura familiar que produce principalm<strong>en</strong>te para mercados más allá d<strong>el</strong> local. Véase, por ejemplo, <strong>en</strong> Viera Filho<br />

(2013), un análisis de la heterog<strong>en</strong>eidad estructural de la agricultura familiar <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil.<br />

38<br />

Ese movimi<strong>en</strong>to contracíclico d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> la economía campesina puede at<strong>en</strong>uarse debido a la emigración a otros países.<br />

39<br />

Cálculo propio sobre la base de CEPAL/FAO/IICA (2013, cuadro 13).


CEPAL<br />

Esos datos reflejan los bajos ingresos rurales y agropecuarios <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, además de la brecha<br />

interna que afecta al sector 40 .<br />

En ese contexto, cabe recordar <strong>el</strong> debate sobre <strong>el</strong> vínculo <strong>en</strong>tre la productividad y los salarios<br />

agropecuarios. Según la tradición de Lewis (1954), se puede argum<strong>en</strong>tar que los salarios, aún <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

segm<strong>en</strong>to empresarial, no aum<strong>en</strong>tan con la productividad laboral debido a la pres<strong>en</strong>cia de una gran<br />

reserva de mano de obra que los deprime. No obstante, desde otra perspectiva, se ha sost<strong>en</strong>ido<br />

que, <strong>en</strong> un contexto de marcada estacionalidad de la agricultura, los mercados laborales ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

comportami<strong>en</strong>tos variados a lo largo d<strong>el</strong> año, determinado por <strong>el</strong> ciclo agrícola (Martínez, 1990).<br />

Específicam<strong>en</strong>te, durante la cosecha <strong>en</strong> la agricultura empresarial subirían los salarios (<strong>en</strong> los casos<br />

de cultivos int<strong>en</strong>sivos <strong>en</strong> mano de obra) como indica la teoría neoclásica, mi<strong>en</strong>tras que fuera de ese<br />

período los salarios se determinarían, según la teoría de Lewis, por <strong>el</strong> superávit de mano de obra<br />

<strong>en</strong> la agricultura campesina.<br />

De esa manera, <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> medio y las brechas de la productividad laboral influy<strong>en</strong> marcadam<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> las condiciones laborales y de vida de gran parte de la población rural. A pesar de las variaciones<br />

<strong>en</strong> la evolución de la productividad laboral agropecuaria, <strong>en</strong> comparación con los otros sectores,<br />

según Alston y Pardey (2014), la productividad laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y<br />

<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> supera largam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> promedio mundial. Esa brecha favorable se ha ampliado <strong>en</strong> <strong>el</strong> período<br />

1961-2011, mi<strong>en</strong>tras que se mantuvo la brecha desfavorable respecto a los países desarrollados. El<br />

producto por unidad de superficie, por su parte, es m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> que <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

mundo <strong>en</strong> su conjunto, pero esa brecha se redujo <strong>en</strong> dicho período.<br />

Sin embargo, así como las políticas influy<strong>en</strong> <strong>en</strong> la evolución de la productividad agropecuaria,<br />

las políticas e instituciones afectan <strong>el</strong> vínculo <strong>en</strong>tre dicha productividad y las condiciones laborales y<br />

de vida. Por ejemplo, las brechas <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso a los activos r<strong>el</strong>evantes para <strong>el</strong> desarrollo agropecuario<br />

y rural y la debilidad de las instituciones laborales y la política social influy<strong>en</strong> <strong>en</strong> las condiciones de<br />

trabajo y las desigualdades que caracterizan al ámbito rural <strong>en</strong> muchos países.<br />

Por otra parte, la estructura productiva rural latinoamericana ti<strong>en</strong>de a diversificarse y la<br />

importancia d<strong>el</strong> empleo rural no agropecuario está aum<strong>en</strong>tando (Reardon, Berdegué y Escobar, 2001;<br />

Dirv<strong>en</strong>, 2011). Muchos hogares campesinos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> fu<strong>en</strong>tes de ingresos diversificados (Rodríguez y<br />

M<strong>en</strong>eses, 2010; CEPAL/FAO/IICA, 2013 y 2015; Rodríguez, 2016). Esa diversificación de la estructura<br />

productiva rural ti<strong>en</strong>de a modificar <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mercado de trabajo rural 41 . Además, es de<br />

suponer que, con la creci<strong>en</strong>te urbanización de la región y las mejoras de la infraestructura vial, <strong>el</strong><br />

“territorio” para un mercado de trabajo rural difer<strong>en</strong>ciado se contrae gradualm<strong>en</strong>te. Por lo tanto, una<br />

proporción cada vez mayor de habitantes de zonas rurales ti<strong>en</strong><strong>en</strong> a su alcance oportunidades laborales<br />

no agropecuarias (tanto rurales como urbanas), y los mercados de trabajo rurales y urbanos ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong><br />

a integrarse. Este proceso se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra más avanzado, por supuesto, <strong>en</strong> países más urbanizados. A<br />

su vez, <strong>en</strong> los países cuyo territorio nacional todavía pres<strong>en</strong>ta una gran proporción rural, <strong>el</strong> mercado<br />

de trabajo rural mant<strong>en</strong>dría <strong>en</strong> mayor grado sus características propias.<br />

40<br />

Otro aspecto de la heterog<strong>en</strong>eidad d<strong>el</strong> sector es <strong>el</strong> territorial. Si bi<strong>en</strong> no se aborda <strong>en</strong> profundidad <strong>en</strong> este libro,<br />

varios de los estudios nacionales pres<strong>en</strong>tados hac<strong>en</strong> refer<strong>en</strong>cia a dinámicas específicas de la agricultura de zonas<br />

determinadas de cada país.<br />

41<br />

Cabe señalar que, al c<strong>en</strong>trar la at<strong>en</strong>ción <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo agropecuario y su productividad y asumir, por lo tanto, una<br />

perspectiva sectorial, <strong>el</strong> estudio descarta la perspectiva territorial que implicaría un exam<strong>en</strong> de los mercados de trabajos<br />

rurales. Por otra parte, si se limitara <strong>el</strong> análisis <strong>en</strong> las zonas rurales, se habría excluido la creci<strong>en</strong>te proporción de<br />

ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario que resid<strong>en</strong> <strong>en</strong> zonas urbanas. En 2012 estos repres<strong>en</strong>taron, según la estimación<br />

de Dirv<strong>en</strong> (2015, cuadro 3 d<strong>el</strong> anexo), un 25% de los ocupados agropecuarios.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

2. La evolución de la productividad y <strong>el</strong> empleo<br />

agropecuario <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong>tre 2002 y 2012<br />

a) Introducción 42<br />

Los indicadores laborales de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> mostraron significativas mejoras <strong>en</strong> <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io 2003-<br />

2012. Específicam<strong>en</strong>te, la tasa de desempleo abierto registró un marcado desc<strong>en</strong>so y los indicadores<br />

de calidad salarial y no salarial d<strong>el</strong> empleo mejoraron. Además, se redujeron las brechas salariales,<br />

de manera que la evolución de los mercados laborales tuvo un impacto decisivo <strong>en</strong> <strong>el</strong> desc<strong>en</strong>so<br />

de la pobreza y de los indicadores de desigualdad que caracterizó a ese período. Detrás de estos<br />

cambios favorables hubo un crecimi<strong>en</strong>to económico r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evado, que se tradujo <strong>en</strong><br />

una dinámica g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> segm<strong>en</strong>tos de mediana y alta productividad, así como <strong>en</strong><br />

modificaciones <strong>en</strong> las instituciones d<strong>el</strong> mercado de trabajo ori<strong>en</strong>tadas a mejorar las condiciones de<br />

la inserción laboral (W<strong>el</strong>ler, 2014).<br />

El sector agropecuario su<strong>el</strong>e ser <strong>el</strong> que registra un niv<strong>el</strong> más bajo de productividad e ingresos<br />

laborales 43 . También la calidad no salarial d<strong>el</strong> empleo con frecu<strong>en</strong>cia es peor <strong>en</strong> este sector a causa<br />

de la debilidad de las instituciones laborales <strong>en</strong> las zonas rurales (FAO/CEPAL/OIT, 2010 y 2012).<br />

Surge <strong>en</strong>tonces la pregunta sobre si, <strong>en</strong> dicho período, <strong>el</strong> empleo agropecuario muestra mejoras<br />

similares a las d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> su conjunto y si las transformaciones <strong>en</strong> <strong>el</strong> agro han contribuido a los avances<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> agregado. En este capítulo se resum<strong>en</strong> los resultados de un estudio que revisa la evid<strong>en</strong>cia sobre la<br />

evolución reci<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> empleo y la productividad laboral agropecuarios, para lo que se contó, <strong>en</strong>tre otros<br />

<strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos, con <strong>el</strong> procesami<strong>en</strong>to especial de <strong>en</strong>cuestas de hogares de 17 países latinoamericanos 44 . El<br />

período de análisis de este estudio abarcó de alrededor de 2002 a alrededor de 2012. Para evitar que la<br />

evolución de algunos países grandes “<strong>en</strong>cubra” la realidad de los países de m<strong>en</strong>or tamaño, los resultados<br />

d<strong>el</strong> análisis se pres<strong>en</strong>tan g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te como promedios simples de los datos de los países cubiertos.<br />

Este capítulo ti<strong>en</strong>e la estructura que se detalla a continuación. Tras una breve revisión de<br />

las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias de largo plazo de la producción y los precios agropecuarios <strong>en</strong> la sección A, <strong>en</strong> la<br />

sección B se resum<strong>en</strong> las principales t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias reci<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> empleo y los ingresos agropecuarios.<br />

En la sección C se analiza la evolución de la productividad laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario. En<br />

las secciones D a H se muestran las características y los cambios reci<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la composición d<strong>el</strong><br />

empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector, empezando con <strong>el</strong> desempeño d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los difer<strong>en</strong>tes estratos productivos.<br />

Después se analiza <strong>el</strong> comportami<strong>en</strong>to de las brechas de sexo y educación que caracterizan <strong>el</strong><br />

empleo agropecuario, y se investiga la evolución d<strong>el</strong> empleo agropecuario de los difer<strong>en</strong>tes grupos<br />

etarios y para los pueblos originarios. El capítulo cierra con la sección 3. de conclusiones.<br />

b) T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias d<strong>el</strong> producto y los precios agropecuarios<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, al igual que <strong>en</strong> los países más avanzados, la participación d<strong>el</strong> sector agropecuario<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB ti<strong>en</strong>de a mostrar un desc<strong>en</strong>so gradual. Esta participación alcanzó aproximadam<strong>en</strong>te un<br />

20% a inicios de los años cincu<strong>en</strong>ta y registró un marcado desc<strong>en</strong>so las décadas de 1950, 1960<br />

42<br />

Se agradec<strong>en</strong> los com<strong>en</strong>tarios formulados por Martine Dirv<strong>en</strong> y Tomás Rosada sobre una versión previa de este capítulo<br />

y la colaboración de Ev<strong>el</strong>yn B<strong>en</strong>vin y Cindy Lara <strong>en</strong> <strong>el</strong> procesami<strong>en</strong>to y la sistematización de los datos.<br />

43<br />

Cuando se habla d<strong>el</strong> sector agropecuario se hace refer<strong>en</strong>cia al conjunto de actividades de la agricultura, la ganadería,<br />

la caza, la silvicultura y la pesca.<br />

44<br />

Las <strong>en</strong>cuestas de hogares son <strong>el</strong> principal instrum<strong>en</strong>to de medición y análisis de los mercados laborales y permit<strong>en</strong> una<br />

detallada compr<strong>en</strong>sión de su estructura y sus cambios. Sin embargo, especialm<strong>en</strong>te respecto d<strong>el</strong> sector agropecuario,<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una serie de debilidades que se analizan brevem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> anexo I.A1. Se agradece a Ev<strong>el</strong>yn B<strong>en</strong>vin y Cindy Lara<br />

por <strong>el</strong> procesami<strong>en</strong>to de las <strong>en</strong>cuestas y la sistematización de los resultados. Véase <strong>en</strong> <strong>el</strong> anexo I.A2 <strong>el</strong> listado de las<br />

<strong>en</strong>cuestas procesadas y utilizadas para <strong>el</strong> análisis.


CEPAL<br />

y 1970. Sin embargo, los cambios se revirtieron <strong>en</strong> los años och<strong>en</strong>ta y la caída fue r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

pequeña <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta, así como <strong>en</strong> la primera década d<strong>el</strong> siglo XXI (véase <strong>el</strong> gráfico II.15).<br />

• Gráfico II.15<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (19 países): participación d<strong>el</strong> sector agropecuario <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB,<br />

distintas mediciones, 1950-2011<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

20<br />

18<br />

16<br />

14<br />

12<br />

10<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

0<br />

1950<br />

1952<br />

1954<br />

1956<br />

1958<br />

1960<br />

1962<br />

1964<br />

1966<br />

1968<br />

1970<br />

1972<br />

1974<br />

1976<br />

1978<br />

1980<br />

1982<br />

1984<br />

1986<br />

1988<br />

1990<br />

1992<br />

1994<br />

1996<br />

1998<br />

2000<br />

2002<br />

2004<br />

<strong>2006</strong><br />

2008<br />

2010<br />

Precios de 1970 Precios de 1980 Precios de 2005<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

2013. Tres décadas de crecimi<strong>en</strong>to desigual e inestable (LC/G.2574-P), gráfico III.6, Santiago, 2013.<br />

Hay que tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a la reducción d<strong>el</strong> aporte d<strong>el</strong> sector agropecuario<br />

al PIB se debe —además de al aum<strong>en</strong>to de la producción de las ramas no agropecuarias— a la<br />

t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia decreci<strong>en</strong>te de sus precios r<strong>el</strong>ativos, y la caída de la proporción d<strong>el</strong> sector agropecuario <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> PIB su<strong>el</strong>e ser mucho mayor si se toman <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta los cambios <strong>en</strong> los precios r<strong>el</strong>ativos d<strong>el</strong> sector<br />

fr<strong>en</strong>te a las actividades no agropecuarias. Como se puede observar <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico II.15, los cambios de<br />

años base <strong>en</strong> 1970 (de la medición <strong>en</strong> precios de 1970 a la medición <strong>en</strong> precios de 1980) y 1990 (de<br />

la medición <strong>en</strong> precios de 1980 a la medición <strong>en</strong> precios de 2005) incidieron <strong>en</strong> un notable desc<strong>en</strong>so<br />

de la participación d<strong>el</strong> sector agropecuario <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB. Esto implica que, <strong>en</strong> <strong>el</strong> intermedio, los precios<br />

implícitos percibidos por <strong>el</strong> sector se habían deteriorado de forma significativa. Es especialm<strong>en</strong>te<br />

llamativo que <strong>en</strong>tre 1970 y 1990 la participación a precios constantes solo registró una leve caída<br />

(d<strong>el</strong> 11,9% al 10,7%), mi<strong>en</strong>tras <strong>el</strong> efecto precio adicional incidió <strong>en</strong> una rebaja de esta participación<br />

a m<strong>en</strong>os de la mitad (d<strong>el</strong> 11,9% al 5,3% d<strong>el</strong> PIB <strong>en</strong> 1990).<br />

Las tasas de crecimi<strong>en</strong>to anual d<strong>el</strong> sector agropecuario y d<strong>el</strong> PIB fueron muy similares <strong>en</strong>tre<br />

1990 y 2002 (d<strong>el</strong> 2,6% y <strong>el</strong> 2,7%, respectivam<strong>en</strong>te), mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong>tre 2002 y 2012, <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

anual d<strong>el</strong> sector agropecuario verificó una leve desac<strong>el</strong>eración al 2,4% al tiempo que la expansión<br />

anual d<strong>el</strong> PIB se ac<strong>el</strong>eró a un 3,9% 45 . En consecu<strong>en</strong>cia, la participación d<strong>el</strong> sector <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB desc<strong>en</strong>dió<br />

d<strong>el</strong> 5,3% <strong>en</strong> 1990 al 5,2% <strong>en</strong> 2002 y al 4,5% <strong>en</strong> 2012.<br />

Como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico II.16, a niv<strong>el</strong> regional, los precios r<strong>el</strong>ativos d<strong>el</strong> sector también<br />

se deterioraron <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta, pero esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia se revirtió <strong>en</strong> la década sigui<strong>en</strong>te 46 . Se<br />

registra una leve, aunque transitoria, recuperación de los precios r<strong>el</strong>ativos d<strong>el</strong> sector agropecuario<br />

a inicios de la década de 2000 y un increm<strong>en</strong>to continuo a partir d<strong>el</strong> bi<strong>en</strong>io <strong>2006</strong>-2007, <strong>en</strong>tre <strong>2006</strong><br />

y 2008, y nuevam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> 2010 y 2011, <strong>en</strong> un contexto de precios creci<strong>en</strong>tes, y <strong>en</strong> 2009 y 2012 con<br />

precios decreci<strong>en</strong>tes 47 .<br />

45<br />

Cálculo a partir de la medición <strong>en</strong> dólares de 2005.<br />

46<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> al deflactor de las series de valor agregado que repres<strong>en</strong>ta la difer<strong>en</strong>cia de la evolución de las<br />

series a precios constantes y corri<strong>en</strong>tes, respectivam<strong>en</strong>te.<br />

47<br />

Esta evolución coincide con las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias de los precios de los productos básicos, dado que a partir de <strong>2006</strong> los


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico II.16<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: evolución de los precios implícitos (deflactores) d<strong>el</strong> sector agropecuario y<br />

d<strong>el</strong> conjunto de las ramas de actividad no agropecuarias,<br />

y de la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre ambos, 1990-2012<br />

(Índice 2000 = 100)<br />

200<br />

180<br />

160<br />

140<br />

120<br />

100<br />

80<br />

60<br />

40<br />

20<br />

0<br />

1990<br />

1991<br />

1992<br />

1993<br />

1994<br />

1995<br />

1996<br />

1997<br />

1998<br />

1999<br />

2000<br />

2001<br />

2002<br />

2003<br />

2004<br />

2005<br />

<strong>2006</strong><br />

2007<br />

2008<br />

2009<br />

2010<br />

2011<br />

2012<br />

Precios agropecuarios Precios no agropecuarios<br />

R<strong>el</strong>ación precios agropecuarios/no agropecuarios<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de datos de la Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Este aspecto es r<strong>el</strong>evante <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido de que <strong>el</strong> vínculo <strong>en</strong>tre la productividad laboral y los<br />

ingresos laborales no puede analizarse únicam<strong>en</strong>te a partir de la evolución de la primera a precios<br />

constantes, ya que los ingresos g<strong>en</strong>erados por una actividad también dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de los precios que<br />

percibe y su evolución. En <strong>el</strong> caso de bi<strong>en</strong>es transables, además de verse influidos por la evolución<br />

de los precios internacionales, <strong>en</strong> los precios percibidos por los productores incid<strong>en</strong> la evolución<br />

d<strong>el</strong> tipo de cambio y la distribución de ev<strong>en</strong>tuales ganancias de precios a lo largo de la cad<strong>en</strong>a de<br />

comercialización.<br />

En términos de volum<strong>en</strong> de producción, cabe destacar que <strong>en</strong>tre 2000 y 2011, la producción<br />

de cultivos por cápita de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> superó <strong>el</strong> desempeño global (FAO, 2014, pág.<br />

70). En este período, se destacó <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la producción anual de cultivos oleaginosos (6,7%) y<br />

de cultivos textiles (6,4%), aunque también otros productos, como los cereales (3,5%), las hortalizas<br />

(2,5%) y la carne (3,6%), mostraron un fuerte dinamismo (FAO, 2014, págs. 100-113). En algunos<br />

casos, esta expansión estuvo r<strong>el</strong>acionada con un notorio increm<strong>en</strong>to de las exportaciones, como<br />

ocurrió con la carne (11,3%), las semillas oleaginosas (9,7%) y los cereales (6,0%) 48 .<br />

Como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico II.17, la expansión d<strong>el</strong> sector agropecuario fue muy heterogénea<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> período más reci<strong>en</strong>te y osciló <strong>en</strong>tre un máximo d<strong>el</strong> 4,2% por año <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú<br />

y lo que prácticam<strong>en</strong>te sería un estancami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> Panamá.<br />

precios de los alim<strong>en</strong>tos aum<strong>en</strong>taron, <strong>en</strong> términos r<strong>el</strong>ativos, más que los de otros productos básicos, contrario a lo<br />

registrado previam<strong>en</strong>te (CEPAL, 2015b, gráfico I.21).<br />

48<br />

Cálculo propio sobre la base de FAO (2014, págs. 116-118).


CEPAL<br />

• Gráfico II.17<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: crecimi<strong>en</strong>to anual medio d<strong>el</strong> valor agregado d<strong>el</strong> sector<br />

agropecuario y d<strong>el</strong> PIB, 2002-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes a partir de dólares constantes de 2005)<br />

9<br />

8<br />

7<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

Perú<br />

Rep.<br />

Dominicana<br />

Nicaragua<br />

Honduras<br />

Costa Rica<br />

Chile<br />

Ecuador<br />

Uruguay<br />

Guatemala<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Paraguay<br />

Brasil<br />

El Salvador<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Colombia<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

México<br />

Panamá<br />

Sector agropecuario<br />

PIB<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de datos de la Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Las tasas de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> sector agropecuario fueron m<strong>en</strong>ores que las d<strong>el</strong> PIB, con la<br />

excepción de El Salvador y Nicaragua. La difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> sector agropecuario y <strong>el</strong> PIB fue modesta<br />

(hasta un punto porc<strong>en</strong>tual de difer<strong>en</strong>cia) <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil, Chile, <strong>el</strong> Ecuador, El Salvador, Guatemala,<br />

Honduras, Nicaragua, <strong>el</strong> Paraguay y la República Dominicana. En la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Cuba,<br />

Panamá, <strong>el</strong> Perú, Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de), <strong>en</strong> cambio, la participación d<strong>el</strong><br />

sector agropecuario <strong>en</strong> <strong>el</strong> valor agregado de las economías bajó significativam<strong>en</strong>te, con una difer<strong>en</strong>cia<br />

<strong>en</strong>tre las respectivas tasas de crecimi<strong>en</strong>to anuales de dos puntos porc<strong>en</strong>tuales o más.<br />

En resum<strong>en</strong>, <strong>en</strong> <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te se observó la vig<strong>en</strong>cia a largo plazo de un desc<strong>en</strong>so de<br />

la proporción d<strong>el</strong> sector agropecuario <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB, si bi<strong>en</strong> se trató de un desc<strong>en</strong>so más moderado<br />

que <strong>el</strong> registrado <strong>en</strong>tre los años cincu<strong>en</strong>ta y la década de 1970. El crecimi<strong>en</strong>to anual d<strong>el</strong> PIB se<br />

mantuvo r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te estable <strong>en</strong>tre las décadas de 1990 y 2000 (alrededor de un 2,5%), mi<strong>en</strong>tras<br />

que se ac<strong>el</strong>eró <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to de las ramas no agropecuarias. Por otra parte, <strong>en</strong> <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te<br />

se constató una evolución excepcional de los precios agropecuarios, y, específicam<strong>en</strong>te a partir de<br />

<strong>2006</strong>, estos evolucionaron de manera más favorable que los precios no agropecuarios, lo que dejó<br />

los precios al final d<strong>el</strong> período de análisis (2012) <strong>en</strong> un niv<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ativo moderadam<strong>en</strong>te mejor que al<br />

inicio (2002).<br />

c) T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias d<strong>el</strong> empleo y los ingresos agropecuarios<br />

Tras <strong>el</strong> desc<strong>en</strong>so de la participación d<strong>el</strong> sector agropecuario <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB regional, la reducción d<strong>el</strong><br />

empleo agropecuario como porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> empleo total es la segunda t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia secular r<strong>el</strong>evante<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de este capítulo. Entre los años cincu<strong>en</strong>ta y la década de 1990, la participación d<strong>el</strong><br />

sector agropecuario <strong>en</strong> la fuerza de trabajo desc<strong>en</strong>dió de alrededor d<strong>el</strong> 55% a aproximadam<strong>en</strong>te <strong>el</strong><br />

25% 49 . Esto corresponde a un crecimi<strong>en</strong>to anual d<strong>el</strong> 0,7% de la PEA agropecuaria fr<strong>en</strong>te a un 3,8%<br />

de la PEA no agropecuaria (PREALC, 1991, págs. 12 y 20).<br />

Como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro II.12, <strong>en</strong> las últimas décadas continuó <strong>el</strong> desc<strong>en</strong>so de la<br />

participación d<strong>el</strong> sector agropecuario <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo total. En <strong>el</strong> promedio simple de los países con<br />

49<br />

Dado que no se dispone de información histórica d<strong>el</strong> número de ocupados de cada uno de los sectores, se utiliza la<br />

población económicam<strong>en</strong>te activa (PEA) como indicador aproximado.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

información comparable <strong>en</strong> tres mom<strong>en</strong>tos (inicios de los años nov<strong>en</strong>ta, inicios de la década de<br />

2000 e inicios de la década de 2010), esta participación se redujo de un 30,3% a un 25,1% y de un<br />

24,4% a un 21,0% 50 . Específicam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong>tre 2002 y 2012 se destacaron reducciones de más de<br />

diez puntos porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> primer y <strong>el</strong> último mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de) y<br />

<strong>en</strong>tre cinco y diez puntos <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Paraguay y <strong>el</strong> Perú 51 .<br />

• Cuadro II.12<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (17 países): crecimi<strong>en</strong>to anual d<strong>el</strong> empleo agropecuario y d<strong>el</strong> empleo total, y<br />

proporción d<strong>el</strong> empleo agropecuario <strong>en</strong> <strong>el</strong> total, 1990-2002 y 2002-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Crecimi<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> empleo<br />

agropecuario<br />

Crecimi<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> empleo<br />

1990-2002 2002-2012<br />

Proporción d<strong>el</strong> empleo<br />

agropecuario<br />

Inicio d<strong>el</strong><br />

período<br />

Fin d<strong>el</strong><br />

período<br />

Crecimi<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> empleo<br />

agropecuario<br />

Crecimi<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> empleo<br />

Proporción d<strong>el</strong> empleo<br />

agropecuario<br />

Inicio d<strong>el</strong><br />

período<br />

Fin d<strong>el</strong><br />

período<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de)<br />

1,1 1,5 44,2 43,3 -1,2 3,9 42,1 29,6<br />

Brasil 3,0 3,2 21,1 20,7 -2,0 1,6 21,8 15,7<br />

Chile -1,4 1,7 19,6 13,5 0,2 2,8 12,8 10,0<br />

Colombia -0,1 1,7 26,7 22,7 1,2 2,8 20,5 17,5<br />

Costa Rica -0,4 3,8 25,9 15,9 0,7 2,5 15,9 13,4<br />

Ecuador 1,8 2,9 31,0 27,5 0,1 1,2 31,3 27,8<br />

El Salvador -3,7 2,2 35,8 19,7 2,1 1,5 19,7 21,0<br />

Guatemala 2,1 4,1 49,9 38,7 2,0 1,9 38,7 39,1<br />

Honduras 3,0 3,9 43,3 38,8 2,9 3,1 39,0 38,2<br />

México -1,2 2,6 26,8 17,9 -0,7 2,0 17,9 13,7<br />

Nicaragua 2,3 4,3 39,3 30,6 5,2 4,4 30,5 32,2<br />

Panamá -0,6 3,5 27,3 17,4 1,4 3,0 19,5 16,7<br />

Paraguay 6,1 2,4 28,7 34,3 0,5 3,8 34,4 25,5<br />

Perú 6,3 5,0 31,1 34,4 -0,9 2,5 34,4 25,5<br />

República<br />

Dominicana<br />

0,7 3,0 20,3 15,9 1,4 2,5 15,9 14,2<br />

Uruguay n.d. n.d. n.d. n.d. -1,9 1,6 10,7 8,6<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República<br />

1,0 3,6 13,4 9,9 0,1 2,5 9,8 7,7<br />

Bolivariana de)<br />

Promedio 1,3 3,1 30,3 25,1 0,7 2,6 24,4 21,0<br />

Mediana 1,1 3,1 28,0 21,7 0,5 2,5 20,5 17,5<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de datos oficiales de los países.<br />

Nota: En <strong>el</strong> primer período, los años iniciales y finales son 1990 y 2002 para <strong>el</strong> Brasil, Chile, Costa Rica, Honduras y<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de); 1996 y 2002 para Bolivia (Estado Plurinacional de); 1991 y 2000 para Colombia; 1991<br />

y 2002 para México, Panamá y la República Dominicana; 1990 y 2001 para <strong>el</strong> Ecuador; 1992 y 2001 para El Salvador; 1989<br />

y 2002 para Guatemala; 1990 y 2003 para Nicaragua; 1997 y 2002 para <strong>el</strong> Paraguay; y 1994 y 2002 para <strong>el</strong> Perú. En <strong>el</strong><br />

segundo período, los años iniciales y finales son 2002 y 2011 para Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Guatemala y<br />

<strong>el</strong> Paraguay; 2002 y 2012 para Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Panamá, <strong>el</strong> Perú, la<br />

República Dominicana y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de); 2003 y 2010 para Nicaragua; y <strong>2006</strong> y 2012 para <strong>el</strong> Uruguay.<br />

Tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio simple como <strong>en</strong> la mediana, la expansión d<strong>el</strong> empleo agropecuario<br />

muestra una marcada desac<strong>el</strong>eración <strong>en</strong>tre ambos períodos. En <strong>el</strong> segundo período, <strong>en</strong> 5 países <strong>el</strong><br />

empleo agropecuario cayó <strong>en</strong> términos absolutos y <strong>en</strong> otros 5 no aum<strong>en</strong>tó más de un 1% por año.<br />

Por otra parte, se manti<strong>en</strong>e una <strong>el</strong>evada heterog<strong>en</strong>eidad <strong>en</strong>tre los países latinoamericanos.<br />

A inicios de la década de 2010, la proporción d<strong>el</strong> empleo agropecuario cayó a un 10% o m<strong>en</strong>os <strong>en</strong><br />

Chile, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de), mi<strong>en</strong>tras que registró una participación de<br />

50<br />

Los valores a fines d<strong>el</strong> primer período y a inicios d<strong>el</strong> segundo no necesariam<strong>en</strong>te coincid<strong>en</strong> por ajustes realizados para<br />

asegurar la coher<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre los datos de cada uno de los períodos, por ejemplo <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de una expansión de la<br />

cobertura de las <strong>en</strong>cuestas correspondi<strong>en</strong>tes.<br />

51<br />

En <strong>el</strong> primer período, las mayores reducciones de la proporción d<strong>el</strong> empleo agropecuario se observaron <strong>en</strong> Chile, Costa<br />

Rica, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua y Panamá.


CEPAL<br />

más d<strong>el</strong> 20% sobre todo <strong>en</strong> países andinos y c<strong>en</strong>troamericanos (Bolivia (Estado Plurinacional de),<br />

Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay y Perú).<br />

Con la excepción de algunos países c<strong>en</strong>troamericanos, <strong>el</strong> empleo no agropecuario se<br />

expandió con tasas claram<strong>en</strong>te más <strong>el</strong>evadas que <strong>el</strong> empleo agropecuario. Como se observa <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> cuadro II.13, la g<strong>en</strong>eración de empleo se conc<strong>en</strong>tró <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario (específicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

las ramas de comercio, restaurantes y hot<strong>el</strong>es, transporte, almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to y comunicaciones, y<br />

servicios comunales, sociales y personales) y <strong>en</strong> la construcción. En contraste, al igual que <strong>el</strong> sector<br />

agropecuario, la participación de la industria manufacturera se contrajo 52 .<br />

• Cuadro II.13<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (15 países): composición d<strong>el</strong> empleo, por rama de actividad,<br />

promedio simple, 2002 y 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

2002 2012<br />

Agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca 22,5 18,4<br />

Minería 0,5 0,8<br />

Electricidad, gas y agua 0,6 0,7<br />

Industria manufacturera 13,6 11,8<br />

Construcción 6,2 7,3<br />

Comercio, restaurantes y hot<strong>el</strong>es 23,2 24,2<br />

Transporte, almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to y comunicaciones 5,5 6,5<br />

Servicios financieros, bi<strong>en</strong>es raíces y servicios a empresas 4,8 4,5<br />

Servicios comunales, sociales y personales 23,4 25,7<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

Si se distingue la g<strong>en</strong>eración de empleo no solo por rama de actividad, sino también, d<strong>en</strong>tro<br />

de cada una de <strong>el</strong>las, por segm<strong>en</strong>tos con difer<strong>en</strong>tes niv<strong>el</strong>es de productividad media, se observa un<br />

significativo contraste <strong>en</strong>tre los países con mayor y m<strong>en</strong>or PIB per cápita (véase <strong>el</strong> gráfico II.18) 53 .<br />

Durante <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> ambos grupos de países, los nuevos puestos de trabajo se conc<strong>en</strong>traron<br />

<strong>en</strong> los rubros d<strong>el</strong> sector terciario y la construcción. Sin embargo, <strong>en</strong> los países latinoamericanos<br />

con un PIB per cápita r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evado, <strong>el</strong> empleo se expandió casi exclusivam<strong>en</strong>te (96%)<br />

<strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos de alta o mediana productividad, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los países de m<strong>en</strong>or PIB per<br />

cápita, un 60% de los nuevos empleos se g<strong>en</strong>eró <strong>en</strong> segm<strong>en</strong>tos de baja productividad y solo un<br />

40% correspondía a nuevos puestos de trabajo <strong>en</strong> segm<strong>en</strong>tos de alta o mediana productividad.<br />

52<br />

Los datos d<strong>el</strong> cuadro I.2 sobre la participación d<strong>el</strong> sector agropecuario <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB no coincid<strong>en</strong> con los d<strong>el</strong> cuadro I.1<br />

debido a difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la cobertura.<br />

53<br />

Como es tradición <strong>en</strong> la CEPAL, como variable sustitutiva laboral para la medición de los segm<strong>en</strong>tos de productividad<br />

media y alta se suman los asalariados públicos, los empleadores y asalariados privados de pequeñas, medianas<br />

y grandes empresas, y los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia que son profesionales o técnicos. A los segm<strong>en</strong>tos de<br />

baja productividad correspond<strong>en</strong> los empleadores y asalariados privados de microempresas, los trabajadores<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia que no son profesionales o técnicos, los empleados domésticos y los trabajadores familiares<br />

no remunerados.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico II.18<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (12 países): contribución al aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo, por rama de actividad y<br />

franja de productividad, promedio simple, 2002-2011<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Contribución al nuevo empleo<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

-10<br />

-20<br />

Países con alto PIB per cápita<br />

Total de sectores a : 96:4<br />

Agricultura<br />

Industria<br />

manufacturera<br />

Construcción<br />

Comercio<br />

Servicios<br />

(incluidos<br />

servicios<br />

financieros)<br />

Otros<br />

Agricultura<br />

Países con bajo PIB per cápita<br />

Industria<br />

manufacturera<br />

40:60<br />

Construcción<br />

Comercio<br />

Servicios<br />

(incluidos<br />

servicios<br />

financieros)<br />

Otros<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

Crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> PIB<br />

Alta productividad<br />

(eje izquierdo)<br />

Baja productividad<br />

(eje izquierdo)<br />

Variación PIB<br />

(eje derecho)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Estudio<br />

económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2014.<br />

Nota: Los países con un PIB per cápita r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te alto incluidos <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico son la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Brasil, Chile, Costa<br />

Rica, México, Panamá y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de). Los países con un PIB per cápita r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te bajo son<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Ecuador, El Salvador, Honduras y <strong>el</strong> Perú.<br />

a<br />

El primer número se refiere a la proporción de los nuevos puestos g<strong>en</strong>erados <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos de mayor productividad y<br />

<strong>el</strong> segundo número se refiere a la proporción de los nuevos puestos g<strong>en</strong>erados <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos de m<strong>en</strong>or productividad.<br />

Los datos d<strong>el</strong> gráfico II.18 indican que, <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio de los países con un PIB per cápita<br />

r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evado, <strong>el</strong> empleo agropecuario cayó <strong>en</strong> términos absolutos, como resultado de<br />

una marcada contracción d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos de m<strong>en</strong>or productividad laboral media<br />

(agricultura familiar) y un moderado aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos de mayor productividad (agricultura<br />

empresarial). En oposición, <strong>en</strong> los países con un m<strong>en</strong>or PIB per cápita, ambos segm<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong><br />

empleo agropecuario se expandieron y creció especialm<strong>en</strong>te <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> la agricultura familiar,<br />

que <strong>en</strong> promedio contribuyó un 20% a la g<strong>en</strong>eración de nuevos puestos de trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto<br />

de la economía. Es de suponer que esta difer<strong>en</strong>cia se debe, sobre todo, a la insufici<strong>en</strong>cia de la<br />

g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos de mayor productividad <strong>en</strong> <strong>el</strong> segundo grupo de países,<br />

que solo aportaron un 40% de los nuevos puestos de trabajo, mi<strong>en</strong>tras que otro 40% correspondía a<br />

puestos no agropecuarios <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos de baja productividad, a lo que puede haber contribuido<br />

<strong>el</strong> hecho de que los países de este grupo se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> una fase r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te temprana de la<br />

transición demográfica y cu<strong>en</strong>tan con tasas de crecimi<strong>en</strong>to bastante <strong>el</strong>evadas de aum<strong>en</strong>to de la<br />

población <strong>en</strong> edad de trabajar.<br />

Si bi<strong>en</strong> una parte de esta difer<strong>en</strong>cia se debe a las distintas tasas de crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

(un 5,0% <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo de países de mayor PIB per cápita y un 4,2% <strong>en</strong> los países con un m<strong>en</strong>or PIB<br />

per cápita), la difer<strong>en</strong>cia no es lo sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te grande como para poder explicar las diverg<strong>en</strong>cias<br />

<strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración de empleo. Además, hay que tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> punto de partida, que <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

segundo grupo de países es una estructura d<strong>el</strong> empleo muy sesgada hacia los sectores de baja<br />

productividad, de manera que puede ocurrir que los sectores de productividad más alta, aun<br />

cuando t<strong>en</strong>gan una alta <strong>el</strong>asticidad empleo-producto y, por lo tanto, una alta tasa de g<strong>en</strong>eración<br />

de empleo, g<strong>en</strong>er<strong>en</strong> m<strong>en</strong>os puestos de trabajo que los requeridos, sobre todo <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de<br />

un crecimi<strong>en</strong>to demográfico r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evado. En consecu<strong>en</strong>cia, una alta proporción de<br />

los nuevos empleos ti<strong>en</strong>e que surgir <strong>en</strong> sectores de baja productividad, <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los los servicios<br />

informales y la agricultura familiar.


CEPAL<br />

En <strong>el</strong> promedio, los ocupados agropecuarios trabajan algunas horas m<strong>en</strong>suales m<strong>en</strong>os que<br />

<strong>el</strong> conjunto de los ocupados y también que los ocupados de las otras ramas de actividad, con la<br />

excepción de los servicios comunales, sociales y personales. En parte, como se verá más ad<strong>el</strong>ante,<br />

esto se debe a la composición d<strong>el</strong> empleo agropecuario. Por otra parte, la estacionalidad d<strong>el</strong><br />

mismo proceso productivo incide <strong>en</strong> las <strong>el</strong>evadas oscilaciones d<strong>el</strong> número de horas de trabajo <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> transcurso d<strong>el</strong> año, y <strong>en</strong> muchos cultivos se caracteriza, específicam<strong>en</strong>te, por períodos de baja<br />

demanda laboral 54 . Sin embargo, por lo m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> algunos casos, <strong>el</strong> número de horas trabajadas<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario aum<strong>en</strong>ta a través de un segundo empleo.<br />

En casi todas las ramas, incluido <strong>el</strong> sector agropecuario —pero con la excepción de la<br />

construcción, la industria manufacturera y la rama de <strong>el</strong>ectricidad, gas y agua—, <strong>el</strong> promedio de<br />

horas trabajadas registró un leve desc<strong>en</strong>so <strong>en</strong> <strong>el</strong> período bajo estudio (véase <strong>el</strong> cuadro II.14).<br />

• Cuadro II.14<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): horas de trabajo m<strong>en</strong>suales, por rama de actividad, promedio<br />

simple, 2002 y 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

2002 2012<br />

Agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca 159 155<br />

Minería 193 189<br />

Electricidad, gas y agua 180 182<br />

Industria manufacturera 171 171<br />

Construcción 182 182<br />

Comercio, restaurantes y hot<strong>el</strong>es 180 175<br />

Transporte, almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to y comunicaciones 203 196<br />

Servicios financieros, bi<strong>en</strong>es raíces y servicios a empresas 172 171<br />

Servicios comunales, sociales y personales 155 153<br />

Total ocupados 168 166<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

La composición d<strong>el</strong> empleo agropecuario es muy difer<strong>en</strong>te de la d<strong>el</strong> conjunto d<strong>el</strong> empleo. En<br />

<strong>el</strong> cuadro II.15 se muestra la composición d<strong>el</strong> empleo agropecuario y d<strong>el</strong> empleo total por categoría<br />

de ocupación y variación reci<strong>en</strong>te.<br />

• Cuadro II.15<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (15 países): composición d<strong>el</strong> empleo agropecuario y d<strong>el</strong> empleo<br />

<strong>en</strong> su conjunto, por categoría de ocupación, promedio simple, 2002 y 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

<strong>Empleo</strong> total<br />

<strong>Empleo</strong> agropecuario<br />

2002 2012 2002 2012<br />

Asalariados 51,1 55,5 34,8 36,0<br />

Empleadores 5,0 4,5 6,1 6,0<br />

Trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia 31,2 30,0 41,7 43,1<br />

Trabajadores familiares no remunerados 7,7 6,0 17,4 14,9<br />

Servicio doméstico 4,8 4,3 n.d. n.d.<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

54<br />

Véase, por ejemplo, Ferreira Irmao (1992), donde se pres<strong>en</strong>ta una propuesta de medición d<strong>el</strong> empleo agropecuario,<br />

tomando <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta su estacionalidad, y los resultados de su aplicación <strong>en</strong> varios países c<strong>en</strong>troamericanos.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

En comparación con <strong>el</strong> conjunto d<strong>el</strong> empleo, <strong>el</strong> sector agropecuario pres<strong>en</strong>ta las<br />

sigui<strong>en</strong>tes características:<br />

• m<strong>en</strong>or proporción de asalariados;<br />

• mayor proporción de trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia y, <strong>en</strong> m<strong>en</strong>or grado, de empleadores;<br />

• <strong>el</strong>evada pres<strong>en</strong>cia de trabajadores familiares no remunerados, que, <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio,<br />

repres<strong>en</strong>tan alrededor de la mitad d<strong>el</strong> total de los trabajadores familiares no remunerados<br />

<strong>en</strong> las economías de la región.<br />

El trasfondo de estas difer<strong>en</strong>cias es, por supuesto, la gran importancia de la economía<br />

campesina <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario, muy superior a la de las unidades productivas familiares <strong>en</strong><br />

otros rubros.<br />

El empleo asalariado se expandió de manera dinámica <strong>en</strong> <strong>el</strong> agregado <strong>en</strong>tre 2002 y 2012,<br />

<strong>en</strong> detrim<strong>en</strong>to de todas las otras categorías, que perdieron participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo total. En<br />

<strong>el</strong> promedio de los países cubiertos, <strong>en</strong> cambio, si bi<strong>en</strong> los asalariados también aum<strong>en</strong>taron su<br />

participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario, <strong>el</strong> número de los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia aum<strong>en</strong>tó<br />

aún más, mi<strong>en</strong>tras que los empleadores prácticam<strong>en</strong>te se mantuvieron igual y los trabajadores<br />

familiares no remunerados sufrieron un marcado desc<strong>en</strong>so. Cabe destacar que, <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio<br />

simple de los países, un 46% de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes (empleadores y trabajadores por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia) se desempeñan <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario.<br />

El análisis d<strong>el</strong> empleo agropecuario por sexo su<strong>el</strong>e mostrar una sobrerrepres<strong>en</strong>tación de<br />

los hombres fr<strong>en</strong>te a las mujeres, y a inicios d<strong>el</strong> período estudiado, <strong>el</strong> sector repres<strong>en</strong>tó un 28,4%<br />

d<strong>el</strong> empleo total de los hombres (todavía era la mayor rama de actividad <strong>en</strong> términos de empleo<br />

masculino), mi<strong>en</strong>tras que para las mujeres esta proporción solo era d<strong>el</strong> 12,8% (véase <strong>el</strong> cuadro II.16).<br />

Este panorama cambió un poco <strong>en</strong> <strong>el</strong> sigui<strong>en</strong>te dec<strong>en</strong>io, dado que <strong>el</strong> empleo agropecuario de las<br />

mujeres registró un leve aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong> promedio (un 0,2% por año), mi<strong>en</strong>tras <strong>el</strong> de los hombres se<br />

estancó. En consecu<strong>en</strong>cia, <strong>el</strong> desc<strong>en</strong>so de la proporción d<strong>el</strong> sector <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo total fue mucho<br />

mayor para los hombres (d<strong>el</strong> 28,4% al 23,5%) que para las mujeres (d<strong>el</strong> 12,8% al 10,9%). Si bi<strong>en</strong><br />

parte de la brecha de empleo <strong>en</strong>tre hombres y mujeres puede deberse a problemas de medición<br />

(CEPAL/FAO/ONU-Mujeres/PNUD/OIT, 2013, págs. 70-74), hay una clara falta de oportunidades de<br />

empleo remunerado para las mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector, así como restricciones respecto de su pap<strong>el</strong> <strong>en</strong><br />

la agricultura familiar, lo que incide <strong>en</strong> movimi<strong>en</strong>tos migratorios hacia las zonas urbanas que son<br />

más marcados <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>las que <strong>en</strong>tre los hombres 55 .<br />

• Cuadro II.16<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (15 países): composición d<strong>el</strong> empleo, por rama de actividad y sexo, promedio<br />

simple, 2002-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

2002 2012 2002 2012<br />

Agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca 28,4 23,5 12,8 10,9<br />

Minería 0,8 1,2 0,2 0,2<br />

Electricidad, gas y agua 0,8 0,9 0,3 0,4<br />

Industria manufacturera 13,6 12,3 13,6 11,1<br />

Construcción 9,8 11,9 0,5 0,7<br />

Comercio, restaurantes y hot<strong>el</strong>es 19,4 19,8 29,1 30,7<br />

Transporte, almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to y comunicaciones 8,1 9,5 1,6 2,1<br />

Servicios financieros, bi<strong>en</strong>es raíces y servicios a empresas 4,8 4,5 4,7 4,7<br />

Servicios comunales, sociales y personales 14,7 16,6 37,5 39,1<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

55<br />

Se ha estimado que <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, <strong>el</strong> índice de masculinidad <strong>en</strong> 2015 era d<strong>el</strong> 95,2% <strong>en</strong> las zonas urbanas y d<strong>el</strong><br />

107,3% <strong>en</strong> las zonas rurales (CEPAL, 2015a, cuadro 10b).


CEPAL<br />

En comparación con otros sectores, la estructura etaria d<strong>el</strong> empleo agropecuario su<strong>el</strong>e<br />

caracterizarse por una mayor proporción de trabajadores jóv<strong>en</strong>es y, sobre todo, de trabajadores de<br />

mayor edad. Esto se r<strong>el</strong>aciona, por una parte, con una perman<strong>en</strong>cia más breve <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema educativo<br />

<strong>en</strong> las zonas rurales, y, por la otra, con la debilidad de los sistemas de p<strong>en</strong>siones <strong>en</strong> estas zonas y la<br />

aus<strong>en</strong>cia de instituciones que regul<strong>en</strong> la <strong>en</strong>trega interg<strong>en</strong>eracional de las fincas campesinas (Dirv<strong>en</strong>,<br />

2002). Alrededor de 2002, los jóv<strong>en</strong>es repres<strong>en</strong>taban un 23,6% d<strong>el</strong> empleo agropecuario (fr<strong>en</strong>te a<br />

un 21,6% d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> su conjunto) y las personas de 50 años y más repres<strong>en</strong>taban un 29,1% d<strong>el</strong><br />

empleo <strong>en</strong> este sector (fr<strong>en</strong>te a un 20,3% d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> su conjunto) (véase <strong>el</strong> gráfico II.19).<br />

Como resulta obvio, la evolución de la composición d<strong>el</strong> empleo se ve influida por la evolución<br />

demográfica, que <strong>en</strong> la actual fase de la transición demográfica se caracteriza por <strong>el</strong> desc<strong>en</strong>so de las<br />

tasas de increm<strong>en</strong>to de los grupos etarios más jóv<strong>en</strong>es, como consecu<strong>en</strong>cia de tasas de natalidad<br />

decreci<strong>en</strong>tes. Por lo tanto, no sorpr<strong>en</strong>de mucho que la proporción de jóv<strong>en</strong>es (de <strong>en</strong>tre 15 y 24 años)<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo agropecuario se contraiga <strong>en</strong> una magnitud similar a la d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> su conjunto (3,8<br />

puntos porc<strong>en</strong>tuales fr<strong>en</strong>te a 3,5 puntos porc<strong>en</strong>tuales), a lo que contribuye que <strong>en</strong> muchos países<br />

se esté expandi<strong>en</strong>do la cobertura educativa <strong>en</strong> zonas rurales. Al mismo tiempo, <strong>el</strong> grupo etario de<br />

50 años y más registró aum<strong>en</strong>tos similares (4,8 puntos porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario y<br />

4,7 puntos porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto d<strong>el</strong> empleo). Sin embargo, la persist<strong>en</strong>cia de los factores<br />

m<strong>en</strong>cionados, que influy<strong>en</strong> <strong>en</strong> la <strong>el</strong>evada proporción de g<strong>en</strong>te de mayor edad (65 años y más) <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

empleo agropecuario, habría incidido para que esta proporción aum<strong>en</strong>tara de forma más marcada<br />

<strong>en</strong> este sector que <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto d<strong>el</strong> empleo (d<strong>el</strong> 9,4% al 11,4% <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo agropecuario fr<strong>en</strong>te<br />

a un alza d<strong>el</strong> 4,6% al 5,3% <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> su conjunto).<br />

• Gráfico II.19<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (15 países): composición d<strong>el</strong> empleo agropecuario y d<strong>el</strong> empleo<br />

<strong>en</strong> su conjunto, por grupo de edad, promedio simple, 2002 y 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

15 a 24<br />

años<br />

25 a 34<br />

años<br />

35 a 49<br />

años<br />

50 a 64<br />

años<br />

65 años<br />

y más<br />

15 a 24<br />

años<br />

25 a 34<br />

años<br />

35 a 49<br />

años<br />

50 a 64<br />

años<br />

65 años<br />

y más<br />

Sector agropecuario<br />

Total de ocupados<br />

2002 2012<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

Dado que <strong>en</strong> <strong>el</strong> período analizado se registró un aum<strong>en</strong>to de la productividad laboral media<br />

d<strong>el</strong> sector agropecuario, surge la pregunta de si este aum<strong>en</strong>to se r<strong>el</strong>aciona con un cambio <strong>en</strong> la<br />

estructura ocupacional d<strong>el</strong> sector, específicam<strong>en</strong>te con un increm<strong>en</strong>to de la proporción de ocupaciones<br />

de niv<strong>el</strong> de calificación alta o media. Como se indica <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro II.17, <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio simple, la<br />

participación d<strong>el</strong> grupo de ocupaciones más calificado —los profesionales y técnicos— no aum<strong>en</strong>tó <strong>en</strong><br />

este período. Sin embargo, <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Chile, Guatemala, Panamá,<br />

<strong>el</strong> Perú, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de), este grupo ocupacional increm<strong>en</strong>tó, <strong>en</strong><br />

mayor o m<strong>en</strong>or grado, su participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo agropecuario.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Cuadro II.17<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (13 países): proporción de grupos de ocupación calificados<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo agropecuario, promedio simple, 2002 y 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Profesionales y técnicos Calificación intermedia<br />

2002 1,0 4,5<br />

2012 1,0 5,6<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

En contraste, si se observa cómo evolucionó la participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo agropecuario<br />

de otros grupos ocupacionales con niv<strong>el</strong>es de calificación intermedia (empleados administrativos,<br />

operarios de maquinaria, trabajadores de servicio y comercio, <strong>en</strong>tre otros), se constata un leve aum<strong>en</strong>to<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio, que resume increm<strong>en</strong>tos bastante g<strong>en</strong>eralizados <strong>en</strong>tre los países con información.<br />

La estructura educativa d<strong>el</strong> sector agropecuario muestra una gran brecha respecto d<strong>el</strong> total.<br />

A inicios de la década de 2000, un 58,0% de los ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector t<strong>en</strong>ían solo <strong>en</strong>tre 0 y 5 años<br />

de educación formal (fr<strong>en</strong>te al 30,5% de los ocupados <strong>en</strong> su conjunto) y un 31,3% salió d<strong>el</strong> sistema<br />

educativo tras un período de 6 a 9 años de estudio (fr<strong>en</strong>te al 30,5% de los ocupados <strong>en</strong> su conjunto).<br />

En oposición, solo un 8,1% terminaron <strong>en</strong>tre 10 y 12 años de estudio y un 2,5% registraron 13 años<br />

o más de estudio (fr<strong>en</strong>te al 22,7% y <strong>el</strong> 16,0% de los ocupados <strong>en</strong> su conjunto) (véase <strong>el</strong> cuadro II.18).<br />

• Cuadro II.18<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (13 países): composición d<strong>el</strong> empleo agropecuario y d<strong>el</strong> empleo<br />

<strong>en</strong> su conjunto, por años de estudio, promedio simple, 2002 y 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

<strong>Empleo</strong> total<br />

<strong>Empleo</strong> agropecuario<br />

2002 2012 2002 2012<br />

0 a 5 años 30,5 23,2 58,0 49,2<br />

6 a 9 años 30,5 27,6 31,3 33,9<br />

10 a 12 años 22,7 27,6 8,1 13,0<br />

13 años y más 16,0 21,4 2,5 3,4<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

La información sobre la estructura de la ocupación agropecuaria según niv<strong>el</strong> educativo<br />

parece confirmar <strong>el</strong> resultado de una transformación solo moderada hacia procesos productivos<br />

ori<strong>en</strong>tados a una productividad creci<strong>en</strong>te. Como hemos visto, se trata de una transformación más<br />

c<strong>en</strong>trada <strong>en</strong> un mayor niv<strong>el</strong> de trabajadores semicalificados que de profesionales y técnicos. Por<br />

una parte, la proporción de los ocupados con <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de educación más <strong>el</strong>evado (escolaridad de 13<br />

años y más) solo aum<strong>en</strong>tó un poco (0,9 puntos porc<strong>en</strong>tuales fr<strong>en</strong>te a un increm<strong>en</strong>to de 5,4 puntos<br />

porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de los ocupados). Por otra parte, se registra un increm<strong>en</strong>to significativo,<br />

de 4,9 puntos porc<strong>en</strong>tuales, <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo que ti<strong>en</strong>e <strong>en</strong>tre 10 y 12 años de estudio, igual que para <strong>el</strong><br />

conjunto de los ocupados. En <strong>el</strong> otro extremo, se observa que la mejor cobertura de los sistemas<br />

educativos incidió <strong>en</strong> una marcada reducción de los ocupados agropecuarios con hasta 5 años de<br />

estudio (8,8 puntos porc<strong>en</strong>tuales fr<strong>en</strong>te a 7,3 puntos porc<strong>en</strong>tuales para <strong>el</strong> conjunto de los ocupados).<br />

De todas maneras, todavía casi un 50% de los ocupados agropecuarios pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a este grupo<br />

educativo (fr<strong>en</strong>te a un 23,2% <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de los ocupados).<br />

Como se verá más ad<strong>el</strong>ante, a difer<strong>en</strong>cia de lo ocurrido <strong>en</strong> otros períodos, la productividad<br />

laboral media a niv<strong>el</strong> regional se increm<strong>en</strong>tó, incluso calculada a precios corri<strong>en</strong>tes, por lo que habría<br />

que ver si la reducción de la brecha de productividad influyó <strong>en</strong> los ingresos laborales r<strong>el</strong>ativos d<strong>el</strong>


CEPAL<br />

sector agropecuario, que <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio su<strong>el</strong><strong>en</strong> ser los más bajos de todos los sectores. Como<br />

se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro II.19, <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio de los países con información, los ingresos laborales<br />

medios d<strong>el</strong> sector agropecuario registraron un leve increm<strong>en</strong>to respecto d<strong>el</strong> promedio d<strong>el</strong> conjunto<br />

de los ocupados con ingresos. Solo <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> ingreso medio de la construcción fue similar al<br />

d<strong>el</strong> sector agropecuario, mi<strong>en</strong>tras que desc<strong>en</strong>dieron los ingresos r<strong>el</strong>ativos de todas las otras ramas<br />

de actividad 56 .<br />

• Cuadro II.19<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (15 países): ingresos laborales medios r<strong>el</strong>ativos, promedio simple, alrededor<br />

de 2002 y alrededor de 2012<br />

(Índice ingreso medio de todos los ocupados=100)<br />

2002 2012<br />

Agricultura, ganadería, silvicultura, caza y pesca 59,0 60,2<br />

Minería 146,7 142,8<br />

Electricidad, gas y agua 190,5 144,3<br />

Industria manufacturera 96,8 96,3<br />

Construcción 101,5 102,9<br />

Comercio, restaurantes y hot<strong>el</strong>es 100,7 99,4<br />

Transporte, almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to y comunicaciones 132,3 121,2<br />

Servicios financieros, bi<strong>en</strong>es raíces y servicios a empresas 171,4 162,7<br />

Servicios comunales, sociales y personales 107,6 104,2<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

Pese a la mejora r<strong>el</strong>ativa d<strong>el</strong> sector agropecuario, los ingresos laborales d<strong>el</strong> sector, igual que<br />

la productividad laboral media, continúan pres<strong>en</strong>tando brechas muy marcadas respecto de las otras<br />

ramas de actividad. Al final d<strong>el</strong> período, <strong>el</strong> ingreso medio d<strong>el</strong> sector solo alcanza un 62,5% de los<br />

ingresos medios d<strong>el</strong> sector con <strong>el</strong> segundo niv<strong>el</strong> más bajo de ingresos: la industria manufacturera 57 .<br />

Si se utiliza la afiliación a un sistema de protección de salud como indicador de un empleo<br />

de bu<strong>en</strong>a calidad, se observa una gran brecha <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> sector agropecuario, donde a inicios de la<br />

década de 2000 solo un 32,0% de los ocupados contaban con este b<strong>en</strong>eficio, y los otros sectores,<br />

donde este porc<strong>en</strong>taje alcanza hasta un 79,4% <strong>en</strong> la rama de <strong>el</strong>ectricidad, gas y agua, y un 66,6%<br />

<strong>en</strong> los servicios financieros, seguros, bi<strong>en</strong>es raíces y servicios a empresas. Solo la construcción<br />

(34,6%) y <strong>el</strong> comercio (40,7%) registraron tasas bajas similares 58 .<br />

Entre inicios de la década de 2000 y comi<strong>en</strong>zos de la sigui<strong>en</strong>te, a niv<strong>el</strong> sectorial se observaron<br />

moderadas mejoras g<strong>en</strong>eralizadas y <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario la proporción de ocupados con<br />

protección subió d<strong>el</strong> 32,0% al 39,1% (véase <strong>el</strong> gráfico II.20) 59 .<br />

56<br />

Podría llamar la at<strong>en</strong>ción que <strong>el</strong> ingreso medio r<strong>el</strong>ativo solo mejore <strong>en</strong> dos ramas de actividad y se reduzca <strong>en</strong> todas<br />

las demás. Esta evolución, apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te incoher<strong>en</strong>te, es posible debido a la recomposición hacia ramas de ingresos<br />

medios y altos (sobre todo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario), lo que tuvo una incid<strong>en</strong>cia positiva <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio (véase <strong>el</strong> gráfico I.4).<br />

57<br />

En <strong>el</strong> caso de los asalariados, la construcción es <strong>el</strong> sector con <strong>el</strong> segundo niv<strong>el</strong> más bajo de ingresos medios (<strong>el</strong> salario<br />

medio d<strong>el</strong> sector agropecuario repres<strong>en</strong>ta un 61,1% d<strong>el</strong> de esta rama de actividad).<br />

58<br />

En esta sección solo se cu<strong>en</strong>ta con datos de siete países <strong>en</strong> los que se plantea la pregunta correspondi<strong>en</strong>te a todos los<br />

ocupados, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> otros países la pregunta se aplica solo a los asalariados.<br />

59<br />

Cabe señalar que <strong>en</strong>tre los países con información se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran Chile, Costa Rica y <strong>el</strong> Uruguay, que se ubican <strong>en</strong>tre<br />

los países latinoamericanos con mayores niv<strong>el</strong>es de formalidad laboral. Por este motivo, los valores absolutos pued<strong>en</strong><br />

estar sesgados hacia niv<strong>el</strong>es más altos de cobertura. Lo que sí es r<strong>el</strong>evante al respecto son las brechas intersectoriales<br />

y los cambios reci<strong>en</strong>tes.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico II.20<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (7 países): proporción de ocupados con cobertura de seguro de salud, por<br />

ramas de actividad, promedios simples, 2002 y 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Agricultura, ganadería,<br />

silvicultura, caza<br />

y pesca<br />

Minería<br />

Industria<br />

manufacturera<br />

Electricidad,<br />

gas y agua<br />

Construcción<br />

Comercio,<br />

restaurantes<br />

y hot<strong>el</strong>es<br />

2002 2012<br />

Transporte,<br />

almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to<br />

y comunicaciones<br />

Servicios financieros,<br />

seguros, bi<strong>en</strong>es<br />

raíces y servicios<br />

a empresas<br />

Otros servicios<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

Este aum<strong>en</strong>to de 7,1 puntos porc<strong>en</strong>tuales se ubica <strong>en</strong> la mediana de los aum<strong>en</strong>tos de cobertura<br />

<strong>en</strong> las difer<strong>en</strong>tes ramas de actividad, lo que indicaría que no se habría cerrado la brecha de cobertura.<br />

Sin embargo, <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to fue levem<strong>en</strong>te mayor que <strong>en</strong> la construcción y <strong>el</strong> comercio, y, si se analiza<br />

<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to r<strong>el</strong>ativo de las tasas de cobertura (<strong>en</strong> tasas de variación) <strong>en</strong> vez d<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to absoluto<br />

(<strong>en</strong> puntos porc<strong>en</strong>tuales), <strong>el</strong> sector agropecuario registraría <strong>el</strong> mayor increm<strong>en</strong>to de todas las ramas.<br />

Con alrededor d<strong>el</strong> 60% de los ocupados agropecuarios sin cobertura de salud, no obstante,<br />

es evid<strong>en</strong>te que <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector persiste una <strong>en</strong>orme brecha de calidad d<strong>el</strong> empleo, tanto <strong>en</strong> términos<br />

r<strong>el</strong>ativos como absolutos.<br />

En resum<strong>en</strong>, con un aum<strong>en</strong>to muy leve d<strong>el</strong> número de ocupados agropecuarios, <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

promedio simple de los países se mantuvo la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> desc<strong>en</strong>so de la proporción d<strong>el</strong> sector<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo total. La gran mayoría de los nuevos puestos de trabajo surgieron <strong>en</strong> las ramas de<br />

actividad no agropecuarias, con grandes difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los países con mayor o m<strong>en</strong>or PIB per<br />

cápita: mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los primeros, los nuevos empleos se conc<strong>en</strong>traron <strong>en</strong> segm<strong>en</strong>tos de mayor<br />

productividad laboral media, <strong>en</strong> los segundos, una gran proporción de los nuevos puestos de trabajo<br />

surgieron <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos de baja productividad.<br />

Los ocupados agropecuarios trabajan, <strong>en</strong> promedio, m<strong>en</strong>os horas por mes que los trabajadores<br />

de casi todas las otras ramas de actividad, lo que estaría r<strong>el</strong>acionado con aspectos específicos d<strong>el</strong><br />

proceso productivo d<strong>el</strong> sector. En <strong>el</strong> período de análisis, <strong>el</strong> número de horas trabajadas mostró un<br />

leve desc<strong>en</strong>so, de conformidad con la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia prevaleci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de las ramas.<br />

La composición d<strong>el</strong> empleo agropecuario por categoría ocupacional refleja <strong>el</strong> peso de la<br />

agricultura campesina, y tanto los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia como los trabajadores familiares<br />

no remunerados registran una proporción muy por <strong>en</strong>cima de los niv<strong>el</strong>es <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto d<strong>el</strong> empleo.<br />

En <strong>el</strong> período que se analiza, la proporción d<strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia y d<strong>el</strong> empleo asalariado<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo agropecuario aum<strong>en</strong>tó, mi<strong>en</strong>tras que desc<strong>en</strong>dió la participación d<strong>el</strong> trabajo familiar no<br />

remunerado (véase la sección 3.). Las <strong>en</strong>cuestas muestran una subrepres<strong>en</strong>tación de las mujeres<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario, que se at<strong>en</strong>uó un poco <strong>en</strong> <strong>el</strong> transcurso d<strong>el</strong> período bajo análisis. En la<br />

estructura etaria destaca la persist<strong>en</strong>cia de una sobrerrepres<strong>en</strong>tación de personas de mayor edad,<br />

mi<strong>en</strong>tras que la proporción de los más jóv<strong>en</strong>es ti<strong>en</strong>de a asemejarse a la d<strong>el</strong> conjunto de la economía,<br />

si bi<strong>en</strong> todavía la excede.


CEPAL<br />

La estructura ocupacional d<strong>el</strong> sector agropecuario se caracteriza por la predominancia de<br />

ocupaciones poco calificadas, lo que coincide con los bajos niv<strong>el</strong>es de educación formal. En <strong>el</strong><br />

período bajo análisis hubo un modesto aum<strong>en</strong>to de los grupos ocupacionales y educativos medioaltos,<br />

mi<strong>en</strong>tras que no se observan avances significativos <strong>en</strong> la proporción de los estratos altos. A la<br />

par de la evolución de la productividad, los ingresos d<strong>el</strong> sector agropecuario mejoraron respecto de<br />

las otras ramas de actividad, aunque sigue habi<strong>en</strong>do una profunda brecha. De manera concordante<br />

con las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias prevaleci<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, también se verificaron mejoras <strong>en</strong> la cobertura de<br />

seguros de salud para los ocupados agropecuarios, pero persiste una <strong>el</strong>evada proporción de<br />

ocupados sin esta cobertura, y también <strong>en</strong> este caso continúan verificándose grandes brechas.<br />

Más ad<strong>el</strong>ante se profundizará <strong>en</strong> algunos aspectos de las principales t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias d<strong>el</strong> empleo y los<br />

ingresos agropecuarios pres<strong>en</strong>tadas <strong>en</strong> este apartado.<br />

d) La productividad laboral agropecuaria<br />

El análisis de la evolución de la productividad a niv<strong>el</strong> regional muestra, a grandes rasgos, un esc<strong>en</strong>ario<br />

difer<strong>en</strong>ciado a lo largo d<strong>el</strong> tiempo 60 . Como ya se señaló, <strong>en</strong>tre 1950 y 1970, la participación d<strong>el</strong><br />

sector agropecuario <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB regional desc<strong>en</strong>dió algo más que su participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo, lo<br />

que indica que la brecha de productividad se habría ampliado 61 . En contraste, <strong>en</strong>tre 1970 y 1990,<br />

y, sobre todo, <strong>en</strong>tre 1990 y 2010, la proporción d<strong>el</strong> empleo agropecuario se contrajo más que la<br />

participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB, lo que refleja una reducción de las brechas de productividad. Entre 1990 y<br />

2012, la participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB se redujo 0,7 puntos porc<strong>en</strong>tuales (lo que corresponde a un 13%),<br />

mi<strong>en</strong>tras que la proporción <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo desc<strong>en</strong>dió más de 4 puntos porc<strong>en</strong>tuales, o un 20%. A<br />

precios constantes, esto implica un claro aum<strong>en</strong>to de la productividad r<strong>el</strong>ativa d<strong>el</strong> sector agropecuario.<br />

Al desagregar la evolución de las últimas dos décadas se puede constatar que durante <strong>el</strong><br />

período 1990-2002, la productividad laboral total de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> prácticam<strong>en</strong>te se estancó, con<br />

un increm<strong>en</strong>to anual de solo <strong>el</strong> 0,2%, tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio simple como <strong>en</strong> la mediana de los países<br />

con información disponible (véase <strong>el</strong> cuadro II.20). El comportami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> sector agropecuario fue<br />

claram<strong>en</strong>te más favorable, con un increm<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> 1,5% y <strong>el</strong> 1,6% por año, respectivam<strong>en</strong>te. De 16<br />

países con información disponible, <strong>en</strong> 13 la productividad laboral agropecuaria aum<strong>en</strong>tó más que<br />

la d<strong>el</strong> conjunto de los sectores. Las excepciones fueron Bolivia (Estado Plurinacional de), con un<br />

mayor crecimi<strong>en</strong>to de la productividad <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de los sectores <strong>en</strong> comparación con <strong>el</strong> sector<br />

agropecuario, Honduras, donde ambos indicadores cayeron <strong>en</strong> la misma magnitud, y <strong>el</strong> Paraguay,<br />

donde la productividad agropecuaria bajó más que la d<strong>el</strong> conjunto de sectores. En estos tres países,<br />

<strong>en</strong>tonces, la brecha de productividad se mantuvo estable o se amplió, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los otros<br />

se redujo.<br />

60<br />

El análisis de la productividad laboral se inicia con la revisión de su evolución a precios constantes, como se hace<br />

habitualm<strong>en</strong>te. Más ad<strong>el</strong>ante <strong>en</strong> esta sección se toma <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de la evolución de los precios.<br />

61<br />

Cabe recordar que se trató de una fase de gran expansión de la industria manufacturera y de actividades modernas<br />

d<strong>el</strong> sector terciario, <strong>en</strong> un contexto de crecimi<strong>en</strong>to económico r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evado. Si bi<strong>en</strong> <strong>el</strong> ritmo de increm<strong>en</strong>to<br />

de la productividad agropecuaria superó al d<strong>el</strong> sector terciario, la productividad <strong>en</strong> la manufactura aum<strong>en</strong>tó aún más.<br />

Además, <strong>el</strong> cambio estructural hacia actividades de mayor productividad incidió <strong>en</strong> un aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> promedio total.<br />

En consecu<strong>en</strong>cia, según cálculos pres<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler (1998, pág. 19), la productividad laboral media d<strong>el</strong> sector<br />

agropecuario bajó de un 36,7% d<strong>el</strong> promedio total <strong>en</strong> 1950 a un 34,2% <strong>en</strong> 1970.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Cuadro II.20<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): evolución de la productividad laboral agropecuaria<br />

y total, y proporción de la productividad laboral d<strong>el</strong> sector agropecuario <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con la<br />

productividad laboral media, 1990-2002 y 2002-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Crecimi<strong>en</strong>to<br />

de la<br />

productividad<br />

agropecuaria<br />

Período 1 (1990-2002) (dólares de 1995) Período 2 (2002-2012) (dólares de 2005)<br />

Crecimi<strong>en</strong>to<br />

de la<br />

productividad<br />

laboral total<br />

Proporción de<br />

la productividad<br />

agropecuaria respecto<br />

al promedio d<strong>el</strong><br />

conjunto de sectores<br />

Inicio d<strong>el</strong><br />

período<br />

Fin d<strong>el</strong><br />

período<br />

Crecimi<strong>en</strong>to<br />

de la<br />

productividad<br />

agropecuaria<br />

Crecimi<strong>en</strong>to<br />

de la<br />

productividad<br />

laboral total<br />

Proporción de<br />

la productividad<br />

agropecuaria respecto<br />

al promedio d<strong>el</strong><br />

conjunto de sectores<br />

Inicio d<strong>el</strong><br />

período<br />

Fin d<strong>el</strong><br />

período<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional 0,5 1,6 37,6 35,2 3,8 1,2 31,7 40,0<br />

de)<br />

Brasil 0,6 -0,4 40,8 46,1 5,1 1,5 27,6 39,3<br />

Chile 6,4 3,4 34,0 47,9 3,2 1,4 33,9 40,6<br />

Colombia 1,2 1,0 61,6 62,7 0,7 1,7 43,1 39,2<br />

Costa Rica 3,8 0,7 51,8 74,1 4,7 1,1 55,9 79,4<br />

Ecuador 1,9 -0,7 55,9 74,2 3,2 3,4 32,0 31,4<br />

El Salvador 4,1 1,4 46,4 60,6 -0,7 -0,1 54,6 51,5<br />

Guatemala 0,6 -0,3 45,6 51,3 0,8 1,8 33,8 31,0<br />

Honduras -0,4 -0,4 49,3 49,2 0,9 1,2 37,2 35,9<br />

México 2,6 0,3 19,3 24,6 2,1 0,8 19,3 21,9<br />

Nicaragua 2,0 -0,1 78,4 116,1 -0,8 -0,7 57,7 57,6<br />

Panamá 2,5 0,2 30,8 39,5 -0,9 4,1 32,5 19,8<br />

Paraguay -4,2 -2,6 88,9 81,9 5,4 0,5 56,3 86,1<br />

Perú -1,2 -1,7 28,4 29,6 5,3 4,2 22,6 25,0<br />

República<br />

Dominicana<br />

3,6 2,9 68,2 73,8 2,2 1,7 46,1 48,4<br />

Uruguay n.d. n.d. n.d. n.d. 2,3 3,2 94,0 89,0<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República<br />

0,0 -2,9 41,2 58,3 2,0 1,4 42,3 45,0<br />

Bolivariana de)<br />

Promedio 1,5 0,2 48,6 57,8 2,3 1,7 42,4 45,9<br />

Mediana 1,6 0,1 46,0 54,8 2,3 1,4 37,2 40,0<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de datos oficiales de los países.<br />

Nota: En <strong>el</strong> primer período, los años iniciales y finales son 1990 y 2002 para <strong>el</strong> Brasil, Chile, Costa Rica, Honduras y<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de); 1996 y 2002 para Bolivia (Estado Plurinacional de); 1991 y 2000 para Colombia; 1991<br />

y 2002 para México, Panamá y la República Dominicana; 1990 y 2001 para <strong>el</strong> Ecuador; 1992 y 2001 para El Salvador; 1989<br />

y 2002 para Guatemala; 1990 y 2003 para Nicaragua; 1997 y 2002 para <strong>el</strong> Paraguay; y 1994 y 2002 para <strong>el</strong> Perú. En <strong>el</strong><br />

segundo período, los años iniciales y finales son 2002 y 2011 para Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Guatemala y<br />

<strong>el</strong> Paraguay; 2002 y 2012 para Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Panamá, <strong>el</strong> Perú, la<br />

República Dominicana y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de); 2003 y 2010 para Nicaragua; y <strong>2006</strong> y 2012 para <strong>el</strong> Uruguay.<br />

Se analizan las productividades con precios de difer<strong>en</strong>tes años base (1995 y 2005), más repres<strong>en</strong>tativos de la estructura<br />

productiva y <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de precios de cada uno de los períodos.<br />

En <strong>el</strong> período 1990-2002 se registra una evolución r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te positiva y bastante g<strong>en</strong>eralizada<br />

de la productividad laboral agropecuaria respecto de la productividad d<strong>el</strong> conjunto de los sectores,<br />

pero existe una <strong>el</strong>evada heterog<strong>en</strong>eidad respecto de los valores absolutos de la variación de la<br />

productividad agropecuaria. Con tasas de crecimi<strong>en</strong>to de la productividad por <strong>en</strong>cima d<strong>el</strong> 3% por<br />

año se destacan Chile, Costa Rica, El Salvador, y la República Dominicana, y con tasas negativas<br />

aparec<strong>en</strong> Honduras, <strong>el</strong> Paraguay y <strong>el</strong> Perú.<br />

En <strong>el</strong> período sigui<strong>en</strong>te (2002-2011/2012) se ac<strong>el</strong>eró <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to anual de la productividad<br />

laboral agropecuaria y se alcanzó un 2,3% tanto <strong>en</strong> la mediana como <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio simple. Sin<br />

embargo, la productividad laboral d<strong>el</strong> conjunto de los sectores ac<strong>el</strong>eró más su crecimi<strong>en</strong>to respecto


CEPAL<br />

d<strong>el</strong> período previo (d<strong>el</strong> 0,1% al 1,4%<strong>en</strong> la mediana y d<strong>el</strong> 0,2% al 1,7% <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio), de manera<br />

que la reducción de la brecha de la productividad <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> sector agropecuario y <strong>el</strong> conjunto de los<br />

sectores fue m<strong>en</strong>or que <strong>en</strong> <strong>el</strong> período anterior. En consecu<strong>en</strong>cia, medida a precios constantes, a niv<strong>el</strong><br />

regional <strong>en</strong> ambos períodos se redujo la brecha de productividad que históricam<strong>en</strong>te ha afectado<br />

a dicho sector, pero a pesar de un mejor desempeño absoluto <strong>en</strong> <strong>el</strong> segundo período, la brecha se<br />

acortó más <strong>en</strong> <strong>el</strong> primero que <strong>en</strong> <strong>el</strong> segundo 62 .<br />

También <strong>en</strong> <strong>el</strong> período 2002-2012 hubo heterog<strong>en</strong>eidad <strong>en</strong> <strong>el</strong> desempeño de los países de<br />

la región. Si se compara la productividad r<strong>el</strong>ativa <strong>en</strong>tre inicios de la década de 2000 y <strong>el</strong> comi<strong>en</strong>zo<br />

de la década sigui<strong>en</strong>te, se nota que la brecha de productividad solo se redujo significativam<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Chile, Costa Rica, México y <strong>el</strong> Paraguay, mi<strong>en</strong>tras que<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú, la República Dominicana y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de), <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la<br />

productividad laboral agropecuaria r<strong>el</strong>ativa fue moderado, y <strong>en</strong> <strong>el</strong> Ecuador y Nicaragua la medida<br />

se mantuvo r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te estable. En Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá y <strong>el</strong><br />

Uruguay, <strong>el</strong> sector incluso sufrió un empeorami<strong>en</strong>to de la productividad r<strong>el</strong>ativa.<br />

Si se compara la productividad laboral d<strong>el</strong> sector agropecuario <strong>en</strong> los difer<strong>en</strong>tes países de<br />

la región, se constatan grandes brechas (véase <strong>el</strong> gráfico II.21).<br />

Entre los países con mayor productividad laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario se destacan <strong>el</strong><br />

Uruguay, Chile y Costa Rica, mi<strong>en</strong>tras que Bolivia (Estado Plurinacional de), Honduras y Nicaragua<br />

registran los niv<strong>el</strong>es más bajos de esta productividad sectorial. A la vez, como se observa <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> cuadro II.13, también varían muchísimo las brechas <strong>en</strong>tre la productividad laboral d<strong>el</strong> sector<br />

agropecuario y la d<strong>el</strong> conjunto de las actividades. Estas brechas son especialm<strong>en</strong>te amplias <strong>en</strong><br />

países con grandes sectores mineros (hidrocarburos o minerales), como Chile, <strong>el</strong> Ecuador, México,<br />

<strong>el</strong> Perú y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de), y también <strong>en</strong> Panamá (que ti<strong>en</strong>e un gran sector de<br />

servicios altam<strong>en</strong>te productivos).<br />

• Gráfico II.21<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): productividad laboral media, sector agropecuario y<br />

conjunto de ramas de actividad, 2012<br />

(En miles de dólares de 2005)<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

Uruguay<br />

Chile<br />

Costa Rica<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Rep.Dominicana<br />

México<br />

El Salvador<br />

Brasil<br />

Colombia<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Ecuador<br />

Guatemala<br />

Perú<br />

Nicaragua<br />

Honduras<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Sector agropecuario<br />

Conjunto de ramas de actividad<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de datos de la Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Nota: Los datos se refier<strong>en</strong> a 2011 para Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Guatemala y <strong>el</strong> Paraguay.<br />

62<br />

Como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro I.9, la brecha de la productividad alrededor de 2002 a precios de 2005 fue<br />

bastante mayor que para <strong>el</strong> mismo año a precios de 1995, lo que refleja <strong>el</strong> empeorami<strong>en</strong>to r<strong>el</strong>ativo de los precios<br />

agropecuarios <strong>en</strong>tre ambos años. Como se vio <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico I.2, las mejoras r<strong>el</strong>ativas de los precios agropecuarios<br />

se dieron a partir de <strong>2006</strong>.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

En <strong>el</strong> gráfico II.22 se muestra la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la productividad laboral media d<strong>el</strong> sector<br />

agropecuario y la participación d<strong>el</strong> empleo asalariado <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo total d<strong>el</strong> sector. Se observa una<br />

corr<strong>el</strong>ación positiva, si bi<strong>en</strong> con bastante dispersión. Esta corr<strong>el</strong>ación no es muy marcada, sobre<br />

todo <strong>en</strong>tre los países con una productividad laboral agropecuaria intermedia.<br />

La corr<strong>el</strong>ación positiva <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral se explicaría por <strong>el</strong> hecho de que la productividad laboral<br />

media t<strong>en</strong>dería a ser más alta <strong>en</strong> países que cu<strong>en</strong>tan con un mayor peso r<strong>el</strong>ativo de la agricultura<br />

empresarial, que g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te se caracteriza por mayores niv<strong>el</strong>es de productividad laboral, gracias<br />

a un uso más int<strong>en</strong>sivo de maquinaria e insumos industriales, y una mayor utilización de mano de<br />

obra asalariada.<br />

Por otra parte, algunos países ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una participación d<strong>el</strong> empleo asalariado agropecuario<br />

muy inferior a lo que cabría esperar si se considera la productividad laboral d<strong>el</strong> sector. En estos casos,<br />

cabe suponer que bu<strong>en</strong>a parte de la producción (específicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la agricultura empresarial) se da<br />

<strong>en</strong> rubros con un uso muy int<strong>en</strong>sivo de la tierra, pero poco int<strong>en</strong>sivos <strong>en</strong> <strong>el</strong> uso de la fuerza de trabajo.<br />

• Gráfico II.22<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): productividad laboral d<strong>el</strong> sector agropecuario y<br />

proporción de asalariados <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo agropecuario<br />

(En miles dólares de 2005 y porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Proporción de asalariados <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo agropecuario<br />

(<strong>en</strong> pporc<strong>en</strong>tajes)<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

CHL<br />

CRI<br />

URY<br />

ECU SLV<br />

GTM<br />

COL<br />

VEN<br />

HND NIC<br />

MEX<br />

PAN BRA<br />

PER<br />

DOM<br />

BOL<br />

PRY<br />

2 4 6 8 10 12 14<br />

Productividad laboral d<strong>el</strong> sector agropecuario (<strong>en</strong> miles de dólares de 2005)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, sobre la base de datos de la Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y<br />

datos oficiales de los países.<br />

En <strong>el</strong> gráfico II.23 se muestra cómo la productividad laboral d<strong>el</strong> sector agropecuario evolucionó<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> de manera dinámica <strong>en</strong> <strong>el</strong> período 2000-2011, <strong>en</strong> comparación con<br />

las otras ramas de actividad. Se observa una ac<strong>el</strong>eración de su crecimi<strong>en</strong>to a partir d<strong>el</strong> bi<strong>en</strong>io 2005-<br />

<strong>2006</strong>, una contracción <strong>en</strong> 2009, igual que <strong>en</strong> casi todas las otras ramas, y un nuevo repunte <strong>en</strong> los<br />

años posteriores. Cabe señalar que, <strong>en</strong>tre las otras ramas de actividad, <strong>el</strong> comercio, la industria<br />

manufacturera y <strong>el</strong> rubro de <strong>el</strong>ectricidad, gas y agua son las que registraron <strong>el</strong> mejor desempeño<br />

respecto de su productividad laboral. En <strong>el</strong> otro extremo, la productividad laboral media de la minería<br />

mostró un marcado desc<strong>en</strong>so 63 .<br />

Pese a esta evolución reci<strong>en</strong>te, no obstante, aún persiste una gran heterog<strong>en</strong>eidad intersectorial<br />

respecto de la productividad laboral. Si bi<strong>en</strong> la brecha <strong>en</strong>tre los extremos se redujo levem<strong>en</strong>te con<br />

<strong>el</strong> desempeño opuesto de los dos rubros con la más alta y la más baja productividad media (minería<br />

y sector agropecuario, respectivam<strong>en</strong>te), <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico II.24 se muestran las grandes difer<strong>en</strong>cias que<br />

sigu<strong>en</strong> existi<strong>en</strong>do <strong>en</strong>tre los difer<strong>en</strong>tes sectores.<br />

63<br />

A <strong>el</strong>lo pued<strong>en</strong> haber contribuido los <strong>el</strong>evados precios de los productos mineros que facilitaron la puesta <strong>en</strong> marcha de<br />

minas de m<strong>en</strong>or r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to, que antes no eran r<strong>en</strong>tables, lo que habría incidido negativam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la productividad<br />

media de esta rama de actividad.


CEPAL<br />

• Gráfico II.23<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (15 países): evolución d<strong>el</strong> valor agregado por ocupado,<br />

por rama de actividad, 2000-2011<br />

(Índice 2002=100)<br />

145<br />

135<br />

125<br />

115<br />

105<br />

95<br />

85<br />

75<br />

2000 2001 2002 2003 2004 2005 <strong>2006</strong> 2007 2008 2009 2010 2011<br />

Sector agropecuario<br />

Minas y canteras<br />

Industria manufacturera<br />

Construcción<br />

Comercio, hot<strong>el</strong>es y restaurantes<br />

Electricidad, gas y agua, transporte,<br />

Sector financiero, bi<strong>en</strong>es raíces<br />

almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to y comunicaciones<br />

y servicios a las empresas<br />

Servicios públicos y de la comunidad<br />

Fu<strong>en</strong>te: J. W<strong>el</strong>ler y C. Kaldewei, “<strong>Empleo</strong>, crecimi<strong>en</strong>to sost<strong>en</strong>ible e igualdad”, serie Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº 145<br />

(LC/L.3743), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), gráfico 13.<br />

Nota: Los países cubiertos son: Barbados, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, Jamaica,<br />

México, Panamá, Perú, República Dominicana, Trinidad y Tabago, V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

• Gráfico II.24<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (15 países): valor agregado anual por ocupado,<br />

por rama de actividad, 2011<br />

(En dólares de 2005)<br />

50 000<br />

45 000<br />

122 684<br />

40 000<br />

35 000<br />

30 000<br />

25 000<br />

20 000<br />

15 000<br />

10 000<br />

5 000<br />

0<br />

Sector<br />

agropecuario<br />

Minas y<br />

canteras<br />

Industria<br />

manufacturera<br />

Construcción<br />

Comercio,<br />

hot<strong>el</strong>es y<br />

restaurantes<br />

Electricidad,<br />

gas y agua,<br />

transporte,<br />

almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to<br />

y comunicaciones<br />

Sector<br />

financiero,<br />

bi<strong>en</strong>es raíces<br />

y servicios a<br />

empresas<br />

Servicios<br />

comunales,<br />

sociales y<br />

personales<br />

Fu<strong>en</strong>te: J. W<strong>el</strong>ler y C. Kaldewei, “<strong>Empleo</strong>, crecimi<strong>en</strong>to sost<strong>en</strong>ible e igualdad”, serie Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº 145<br />

(LC/L.3743), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), gráfico 14.<br />

Como es bi<strong>en</strong> sabido, la evolución de la productividad laboral se determina por la combinación<br />

d<strong>el</strong> impacto d<strong>el</strong> cambio estructural y de los cambios intrasectoriales. El primero <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral ocurre por<br />

la transfer<strong>en</strong>cia de recursos (<strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los, específicam<strong>en</strong>te de la fuerza laboral) de un sector a otros,<br />

aunque no exclusivam<strong>en</strong>te de sectores de m<strong>en</strong>or productividad a sectores de mayor productividad.<br />

El segundo repres<strong>en</strong>ta cambios <strong>en</strong> la productividad r<strong>el</strong>acionados típicam<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> cambio<br />

tecnológico, pero también con un cambio estructural interno de cada sector, de actividades de<br />

m<strong>en</strong>or productividad laboral a actividades de mayor productividad laboral. En <strong>el</strong> sector agropecuario<br />

esto estaría r<strong>el</strong>acionado con una expansión de actividades empresariales con mayores niv<strong>el</strong>es de<br />

productividad laboral, fr<strong>en</strong>te a una contracción r<strong>el</strong>ativa de la agricultura familiar.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Sin embargo, <strong>en</strong> fases de crisis económica puede ocurrir lo contrario respecto d<strong>el</strong> aporte<br />

d<strong>el</strong> cambio estructural a la productividad laboral agregada. Por una parte, la pérdida de empleos<br />

<strong>en</strong> segm<strong>en</strong>tos de mediana o alta productividad (por ejemplo, de la industria manufacturera) puede<br />

obligar a muchas personas a insertarse <strong>en</strong> puestos de trabajo de m<strong>en</strong>or productividad (por ejemplo,<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> comercio informal). Por la otra, debido a la conocida característica de la agricultura familiar<br />

de actuar como empleadora de última instancia, <strong>en</strong> estas fases, <strong>el</strong> proceso de contracción r<strong>el</strong>ativa<br />

puede interrumpirse o revertirse, dado que se fr<strong>en</strong>a la migración hacia actividades no agropecuarias<br />

o incluso se registra <strong>el</strong> retorno de miembros de hogares campesinos que habrían perdido su empleo<br />

<strong>en</strong> dichas actividades 64 .<br />

3. Conclusiones<br />

En <strong>el</strong> período de crecimi<strong>en</strong>to económico r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evado <strong>en</strong>tre inicios de la década de 2000 y<br />

comi<strong>en</strong>zos de la sigui<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> empleo agropecuario se mantuvo prácticam<strong>en</strong>te estancado <strong>en</strong> términos<br />

absolutos <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio de los países latinoamericanos y también se mantuvo la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de largo<br />

plazo de un desc<strong>en</strong>so de su participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo total.<br />

Al mismo tiempo, la productividad laboral (medida a precios constantes) continuó aum<strong>en</strong>tando<br />

con tasas más <strong>el</strong>evadas que <strong>en</strong> <strong>el</strong> período previo. Durante este período, <strong>el</strong> sector agropecuario fue<br />

la rama de actividad con mayor crecimi<strong>en</strong>to de la productividad laboral media, con lo que se achicó<br />

la brecha respecto de las otras actividades, si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio simple la brecha se cerró m<strong>en</strong>os<br />

que <strong>en</strong> la fase anterior y continúa si<strong>en</strong>do significativa.<br />

En <strong>el</strong> promedio, <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la productividad laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> agregado de las economías<br />

latinoamericanas <strong>en</strong> este período reci<strong>en</strong>te se basó, sobre todo, <strong>en</strong> los cambios intrasectoriales,<br />

mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> aporte d<strong>el</strong> cambio estructural fue más bi<strong>en</strong> limitado. En <strong>el</strong> sector agropecuario, <strong>en</strong><br />

contraste, <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la productividad laboral agropecuaria <strong>en</strong> este período, más que antes, se<br />

debió, sobre todo, a los cambios intersectoriales, <strong>en</strong> especial a la rebaja de la proporción d<strong>el</strong> empleo<br />

agropecuario a favor de sectores de mayor productividad.<br />

Por otra parte, <strong>el</strong> alcance de los cambios intrasectoriales fue limitado, si bi<strong>en</strong> también tuvieron<br />

un impacto positivo. En <strong>el</strong> período 2002-2012, <strong>el</strong> sector agropecuario contribuyó un 10% al impacto<br />

total de los cambios intrasectoriales <strong>en</strong> <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la productividad laboral, un aporte m<strong>en</strong>or<br />

respecto d<strong>el</strong> período anterior. Según parece, <strong>en</strong> la mayoría de los países no se registraron las grandes<br />

transformaciones <strong>en</strong> la manera de producir que habrían estimulado la productividad.<br />

En la primera década d<strong>el</strong> siglo actual, contrario a lo observado antes, la evolución r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

favorable de los precios percibidos por <strong>el</strong> sector agropecuario incidió <strong>en</strong> que, a niv<strong>el</strong> regional, la<br />

productividad laboral agropecuaria r<strong>el</strong>ativa subiera aun a precios corri<strong>en</strong>tes, lo que g<strong>en</strong>eró un<br />

contexto favorable para la disminución de la brecha de ingresos <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> sector agropecuario y las<br />

otras ramas de actividad, si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> varios países la evolución d<strong>el</strong> tipo de cambio ha contrarrestado<br />

<strong>el</strong> posible impacto d<strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de los precios internacionales <strong>en</strong> los precios locales.<br />

R<strong>el</strong>acionada con la mejora de la productividad r<strong>el</strong>ativa d<strong>el</strong> sector agropecuario (a precios<br />

constantes), se observa una moderada mejora tanto de la estructura productiva como de las estructuras<br />

educativa y ocupacional. Se constata una recomposición hacia actividades con mayores niv<strong>el</strong>es de<br />

64<br />

Este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o también se observa <strong>en</strong> Asia, donde <strong>en</strong> algunos países se ha id<strong>en</strong>tificado una débil r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to económico y la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> agregado, lo que se debe principalm<strong>en</strong>te a un comportami<strong>en</strong>to<br />

contracíclico d<strong>el</strong> empleo agropecuario. En períodos de auge, la g<strong>en</strong>eración de empleo se expresa no tanto <strong>en</strong> una<br />

ac<strong>el</strong>eración d<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> absoluto d<strong>el</strong> empleo, sino <strong>en</strong> una masiva migración de personas activas <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector<br />

agropecuario hacia actividades no agropecuarias, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> situaciones de crisis <strong>el</strong> sector agropecuario absorbe<br />

mano de obra expulsada por otros sectores, sobre todo la manufactura (Hanusch, 2012).


CEPAL<br />

productividad media. La agricultura empresarial aum<strong>en</strong>tó levem<strong>en</strong>te su proporción <strong>en</strong> la estructura<br />

de empleo y <strong>en</strong>tre los asalariados se increm<strong>en</strong>tó, sobre todo, <strong>el</strong> número de unidades pequeñas,<br />

medianas y grandes, mi<strong>en</strong>tras que las microempresas perdieron participación <strong>en</strong> la estructura d<strong>el</strong><br />

empleo. Esta recomposición hacia actividades que su<strong>el</strong><strong>en</strong> registrar una productividad laboral más<br />

<strong>el</strong>evada contribuyó al aporte intrasectorial al aum<strong>en</strong>to de la productividad laboral.<br />

Al mismo tiempo, se constatan aum<strong>en</strong>tos, sobre todo de los estratos medio-altos, tanto<br />

respecto de los niv<strong>el</strong>es de educación, como de las ocupaciones con calificaciones intermedias,<br />

aunque sin increm<strong>en</strong>tos significativos <strong>en</strong> los estratos ocupacionales y educativos altos.<br />

La reducción de la proporción de las unidades familiares <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo agropecuario refleja<br />

un comportami<strong>en</strong>to contracíclico d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> este segm<strong>en</strong>to, pero no significa una contracción<br />

d<strong>el</strong> número de unidades de producción, dado que los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia aum<strong>en</strong>tan su<br />

participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo d<strong>el</strong> sector. El trasfondo de esta expansión puede haber sido, por ejemplo,<br />

la subdivisión de explotaciones exist<strong>en</strong>tes, la apertura de nuevas fincas <strong>en</strong> terr<strong>en</strong>os previam<strong>en</strong>te no<br />

utilizados o una mayor dedicación a la ocupación agropecuaria por parte de trabajadores por cu<strong>en</strong>ta<br />

propia que antes la mant<strong>en</strong>ían como ocupación secundaria. En vista d<strong>el</strong> contexto r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

favorable durante <strong>el</strong> período bajo análisis y los resultados de este estudio sobre los ingresos, <strong>en</strong><br />

muchos países, <strong>el</strong> segundo y <strong>el</strong> tercer factor pued<strong>en</strong> haber sido más r<strong>el</strong>evantes que <strong>el</strong> primero.<br />

Por otra parte, <strong>en</strong> la categoría de los trabajadores familiares no remunerados —que ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

una participación <strong>el</strong>evada <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector— se registra un marcado desc<strong>en</strong>so r<strong>el</strong>ativo, posiblem<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

reacción a las alternativas laborales favorables <strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo sector, pero sobre todo <strong>en</strong> actividades<br />

no agropecuarias. Este desc<strong>en</strong>so se conc<strong>en</strong>tró <strong>en</strong> los trabajadores familiares no remunerados<br />

jóv<strong>en</strong>es, que por lo g<strong>en</strong>eral ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un mayor niv<strong>el</strong> educativo. El hecho de que, al mismo tiempo, haya<br />

bajado <strong>el</strong> promedio de horas trabajadas por los trabajadores familiares no remunerados indica que<br />

existió un superávit de mano de obra familiar, ya que la salida de muchas personas de las unidades<br />

agropecuarias familiares no conllevó un aum<strong>en</strong>to comp<strong>en</strong>satorio de las horas de trabajo de las<br />

personas que permanecieron <strong>en</strong> este tipo de inserción laboral.<br />

La mejora de la productividad r<strong>el</strong>ativa d<strong>el</strong> sector (a precios corri<strong>en</strong>tes) repres<strong>en</strong>tó un marco<br />

favorable para una mejora de los ingresos laborales r<strong>el</strong>ativos, aunque la brecha respecto de las<br />

otras ramas de actividad sigue si<strong>en</strong>do grande. Los asalariados agropecuarios mejoraron sus salarios<br />

medios fr<strong>en</strong>te a los asalariados <strong>en</strong> su conjunto. Por su parte, los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia (y<br />

los empleadores) se b<strong>en</strong>eficiaron de los bu<strong>en</strong>os precios d<strong>el</strong> agro y mejoraron sus ingresos respecto<br />

d<strong>el</strong> ingreso laboral medio <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario. Sin embargo, sus ingresos no aum<strong>en</strong>taron tanto<br />

como los de los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia <strong>en</strong> otros sectores.<br />

El aum<strong>en</strong>to de los ingresos de los ocupados agropecuarios, tanto por cu<strong>en</strong>ta propia como<br />

asalariados, contribuyó significativam<strong>en</strong>te a la reducción de la pobreza rural <strong>en</strong> <strong>el</strong> período de<br />

análisis. Además, como consecu<strong>en</strong>cia de políticas que fom<strong>en</strong>taron la cobertura de esquemas<br />

tanto contributivos como no contributivos, se registraron ciertos avances <strong>en</strong> la calidad d<strong>el</strong> empleo,<br />

indicados por la creci<strong>en</strong>te cobertura de los seguros de salud (aunque esta se manti<strong>en</strong>e muy baja <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> promedio d<strong>el</strong> sector agropecuario). De esta manera, las mejoras r<strong>el</strong>ativas <strong>en</strong> los indicadores de<br />

calidad d<strong>el</strong> empleo d<strong>el</strong> sector agropecuario (tanto de ingresos como de otros aspectos) t<strong>en</strong>dieron<br />

a reducir varios aspectos de la desigualdad <strong>en</strong> los indicadores laborales, que todavía es <strong>el</strong>evada.<br />

En consecu<strong>en</strong>cia, mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la productividad laboral media <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector<br />

agropecuario facilitó mejoras <strong>en</strong> los ingresos, con <strong>el</strong> procesami<strong>en</strong>to de las <strong>en</strong>cuestas se pudieron<br />

id<strong>en</strong>tificar cambios que ilustran la pres<strong>en</strong>cia de los tres mecanismos que pued<strong>en</strong> incidir <strong>en</strong> variaciones<br />

de la productividad media:<br />

• La contribución d<strong>el</strong> sector agropecuario al cambio intersectorial se refleja <strong>en</strong> la marcada<br />

reducción r<strong>el</strong>ativa d<strong>el</strong> empleo agropecuario, expresión d<strong>el</strong> comportami<strong>en</strong>to contracíclico d<strong>el</strong>


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

empleo agropecuario, sobre todo <strong>en</strong> su segm<strong>en</strong>to familiar, <strong>en</strong> un contexto de crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico agregado r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evado y surgimi<strong>en</strong>to de opciones de empleo no<br />

agropecuario r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te amplias.<br />

• Las moderadas mejoras de las estructuras educativas y ocupacionales habrían incidido<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> aporte positivo, aunque modesto, de los cambios intrasectoriales al increm<strong>en</strong>to de la<br />

productividad d<strong>el</strong> sector agropecuario.<br />

• Además de los cambios tecnológicos y organizativos que pued<strong>en</strong> vincularse con este aspecto,<br />

algunos cambios de la composición interna pued<strong>en</strong> haber contribuido a este increm<strong>en</strong>to,<br />

específicam<strong>en</strong>te la leve caída de la proporción d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> la economía familiar y de los<br />

asalariados <strong>en</strong> microempresas.<br />

Obviam<strong>en</strong>te, los tres mecanismos están r<strong>el</strong>acionados, dado que, por ejemplo, la salida de<br />

personas ocupadas <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos de m<strong>en</strong>or productividad y su inserción <strong>en</strong> actividades no<br />

agropecuarias de mayor productividad incide positivam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la variación intersectorial, pero,<br />

al mismo tiempo, contribuye a una mejora <strong>en</strong> la composición intrasectorial, dado que aum<strong>en</strong>ta la<br />

proporción de los segm<strong>en</strong>tos de mayor productividad <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo d<strong>el</strong> sector agropecuario.<br />

A pesar de los avances reci<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> términos de productividad, estructura productiva,<br />

ingresos laborales e indicadores de la calidad d<strong>el</strong> empleo, <strong>en</strong> todas estas variables se manti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

marcadas brechas <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> sector agropecuario y las otras ramas de actividad. Algunos aspectos<br />

que destacan al respecto son:<br />

• la <strong>el</strong>evada proporción de las categorías de la economía familiar (trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia<br />

y, sobre todo, trabajo familiar no remunerado) <strong>en</strong>tre los ocupados agropecuarios;<br />

• <strong>el</strong> gran peso d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> microempresas agropecuarias que se caracterizan por una<br />

estructura ocupacional poco favorable para mejoras <strong>en</strong> la productividad y la calidad d<strong>el</strong><br />

empleo (bajo niv<strong>el</strong> educativo, estructura etaria sesgada hacia personas de mayor edad, baja<br />

proporción de ocupaciones calificadas);<br />

• los bajos niv<strong>el</strong>es de educación formal;<br />

• la baja proporción de ocupaciones de alta calificación;<br />

• una estructura demográfica bipolar <strong>en</strong> términos r<strong>el</strong>ativos, con una <strong>el</strong>evada proporción de<br />

los grupos de m<strong>en</strong>or y mayor edad;<br />

• los bajos niv<strong>el</strong>es de cobertura de los seguros de salud, utilizada aquí como indicador de<br />

calidad de empleo no pecuniaria.<br />

Estos aspectos se r<strong>el</strong>acionan con niv<strong>el</strong>es de pobreza rural que, pese a los avances<br />

reci<strong>en</strong>tes, se manti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>el</strong>evados <strong>en</strong> muchos países de la región. Además, <strong>el</strong> deterioro d<strong>el</strong> contexto<br />

macroeconómico, posterior al período de análisis, dificulta nuevos avances <strong>en</strong> la cantidad y calidad<br />

d<strong>el</strong> empleo agropecuario y <strong>en</strong> la evolución de la pobreza rural.<br />

Por otra parte, persist<strong>en</strong> importantes brechas internas <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario. En este<br />

trabajo se han destacado, sobre todo, las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la calidad d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong>tre la agricultura<br />

empresarial y la economía campesina y las marcadas brechas de género. La participación de mujeres<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo agropecuario es r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te baja y c<strong>en</strong>trada <strong>en</strong> la economía familiar (sobre todo <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> trabajo familiar no remunerado), mi<strong>en</strong>tras que su participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo asalariado y <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

empleo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te es limitada (empleadoras, trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia). Esta brecha persiste<br />

pese a que <strong>en</strong> <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te bajo análisis aum<strong>en</strong>tó mucho la proporción de mujeres asalariadas<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> sector. También persist<strong>en</strong> brechas respecto de los ingresos, aunque <strong>en</strong> este período se registró<br />

una disminución.


CEPAL<br />

Respecto de los jóv<strong>en</strong>es, destaca la caída de su proporción <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo agropecuario, una<br />

caída mayor que la observada <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> su conjunto y, por lo tanto, no atribuible exclusivam<strong>en</strong>te<br />

a las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias demográficas prevaleci<strong>en</strong>tes. El marcado desc<strong>en</strong>so d<strong>el</strong> empleo de jóv<strong>en</strong>es como<br />

trabajadores familiares no remunerados indica <strong>el</strong> peso de opciones laborales que inc<strong>en</strong>tivaron la<br />

salida de muchos jóv<strong>en</strong>es de la agricultura familiar, su inserción <strong>en</strong> actividades no agropecuarias,<br />

una perman<strong>en</strong>cia más prolongada <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema educativo y, posiblem<strong>en</strong>te, y sobre todo <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso<br />

de las mujeres jóv<strong>en</strong>es, una mayor contratación por parte de la agricultura empresarial.<br />

Por otra parte, los ocupados con bajos niv<strong>el</strong>es de educación se conc<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> la agricultura<br />

familiar y <strong>en</strong> las microempresas. Su empleo se caracteriza por muy bajos ingresos (con brechas<br />

respecto de los ocupados de mayor niv<strong>el</strong> educativo que son más <strong>el</strong>evadas que <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> su<br />

conjunto) y m<strong>en</strong>os niv<strong>el</strong>es de cobertura de la seguridad social. Estas brechas se redujeron <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

período bajo análisis.<br />

Las personas pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes a pueblos originarios están más que proporcionalm<strong>en</strong>te insertas<br />

<strong>en</strong> actividades agropecuarias, donde se desempeñan sobre todo <strong>en</strong> la agricultura familiar, tanto<br />

como trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia como <strong>en</strong> calidad de trabajadores familiares no remunerados.<br />

Entre los asalariados están sobrerrepres<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> las microempresas, mi<strong>en</strong>tras que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> poco<br />

acceso al empleo <strong>en</strong> empresas de mayor tamaño. En consecu<strong>en</strong>cia, <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo agropecuario de<br />

las personas de orig<strong>en</strong> indíg<strong>en</strong>a se registra una proporción r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evada de mujeres y de<br />

personas de mayor edad. En lo que respecta a los ingresos medios y la cobertura de los seguros de<br />

salud, exist<strong>en</strong> marcadas brechas <strong>en</strong>tre indíg<strong>en</strong>as y no indíg<strong>en</strong>as ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario.<br />

Solo <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los salarios se pudo constatar una reducción de la brecha, ya que los de los<br />

asalariados indíg<strong>en</strong>as mejoraron <strong>en</strong> comparación con los de los asalariados no indíg<strong>en</strong>as, si bi<strong>en</strong><br />

la brecha de ingresos <strong>en</strong>tre ambos grupos sigue si<strong>en</strong>do grande.<br />

Finalm<strong>en</strong>te, hay que subrayar que <strong>en</strong> este capítulo <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral se analizó la evolución d<strong>el</strong><br />

empleo y la productividad agropecuarios para <strong>el</strong> promedio de los países con información, y que<br />

hay una importante heterog<strong>en</strong>eidad <strong>en</strong>tre los países y subregiones. Por ejemplo, no <strong>en</strong> todos los<br />

países surgieron grandes cantidades de opciones de empleo no agropecuario de productividad<br />

r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evada y tampoco <strong>en</strong> todos hubo significativas transformaciones <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector. Por lo<br />

tanto, <strong>en</strong> varios países, la emigración se mantuvo como una opción alternativa para la mejora d<strong>el</strong><br />

bi<strong>en</strong>estar de muchas personas ocupadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario. Específicam<strong>en</strong>te, la mayoría de<br />

los países c<strong>en</strong>troamericanos basaron gran parte de la expansión de su producción agropecuaria <strong>en</strong><br />

una mayor incorporación d<strong>el</strong> factor trabajo, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los países sudamericanos (y México)<br />

predominó <strong>el</strong> impacto de una productividad media creci<strong>en</strong>te 65 . También se observó que <strong>en</strong> los<br />

países con un PIB per cápita bajo, la g<strong>en</strong>eración de empleo no agropecuario <strong>en</strong> segm<strong>en</strong>tos de<br />

alta o mediana productividad fue insufici<strong>en</strong>te para facilitar un traspaso masivo de mano de obra<br />

de actividades de baja productividad a otras de mayor productividad, de manera que una bu<strong>en</strong>a<br />

parte de la expansión d<strong>el</strong> empleo agropecuario <strong>en</strong> esos países contribuyó a inflar segm<strong>en</strong>tos de<br />

baja productividad, g<strong>en</strong>eradores de empleo de baja calidad. Esta heterog<strong>en</strong>eidad requiere que la<br />

evolución d<strong>el</strong> empleo y la productividad agropecuarios se analice, de manera complem<strong>en</strong>taria, a<br />

niv<strong>el</strong> de cada país.<br />

65<br />

Si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> este docum<strong>en</strong>to no se profundiza <strong>en</strong> este tema, cabe señalar que <strong>en</strong> muchos países también existe una gran<br />

heterog<strong>en</strong>eidad subnacional respecto de la evolución d<strong>el</strong> empleo y la productividad agropecuarios.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Parte F<br />

Revista CEPAL No 84 (CEPAL, 2004), pp. 159-168, 171, 174-175.<br />

1. El empleo terciario <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>:<br />

<strong>en</strong>tre la modernidad y la sobreviv<strong>en</strong>cia<br />

En <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io de 1990, alrededor de 90% de los nuevos puestos de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> surgieron <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario. Este artículo pasa revista a las principales<br />

propuestas teóricas sobre la expansión de este empleo, compara la evolución reci<strong>en</strong>te d<strong>el</strong><br />

sector terciario latinoamericano con las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias globales, y analiza las características<br />

d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los difer<strong>en</strong>tes rubros que compon<strong>en</strong> <strong>el</strong> sector, así como las dinámicas<br />

subyac<strong>en</strong>tes. La expansión d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario latinoamericano se basa <strong>en</strong><br />

procesos simultáneos de inclusión y exclusión laborales. Los primeros reflejan <strong>el</strong> pap<strong>el</strong><br />

creci<strong>en</strong>te de algunas actividades d<strong>el</strong> sector terciario <strong>en</strong> la competitividad sistémica y <strong>en</strong> la<br />

reproducción social, y se expresan <strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración de empleos de productividad y calidad<br />

comparativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evadas. Los segundos surg<strong>en</strong> por la presión de la oferta laboral, y<br />

g<strong>en</strong>era empleos que su<strong>el</strong><strong>en</strong> ser poco productivos y de mala calidad.<br />

a) Introducción 66<br />

Las ramas de actividad d<strong>el</strong> sector terciario aportaron alrededor de 90% de los nuevos puestos de<br />

trabajos que se crearon <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> <strong>en</strong> la década de 1990, y a fines de esa década<br />

repres<strong>en</strong>taron 55% d<strong>el</strong> empleo total. A pesar de su gran peso <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo, <strong>el</strong> empleo<br />

<strong>en</strong> actividades terciarias se ha estudiado m<strong>en</strong>os que <strong>el</strong> empleo agropecuario y mucho m<strong>en</strong>os que<br />

<strong>el</strong> manufacturero.<br />

Una causa para <strong>el</strong>lo es la <strong>el</strong>evada heterog<strong>en</strong>eidad d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector. Por un lado, las<br />

actividades terciarias ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un rol cada vez más importante <strong>en</strong> la estructura productiva y social<br />

—por ejemplo, <strong>en</strong> lo que toca a la competitividad sistémica y al bi<strong>en</strong>estar de la población— lo que<br />

desemboca <strong>en</strong> una creci<strong>en</strong>te demanda laboral. Muchas de estas actividades ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un pot<strong>en</strong>cial<br />

favorable para <strong>el</strong> desarrollo sociolaboral, pues estos puestos de trabajo que su<strong>el</strong><strong>en</strong> requerir inversiones<br />

r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te m<strong>en</strong>ores <strong>en</strong> capital físico y tecnología, valoran sobre todo <strong>el</strong> capital humano y permit<strong>en</strong><br />

que pequeñas y medianas empresas se desempeñ<strong>en</strong> <strong>en</strong> forma competitiva. Además, <strong>el</strong> sector terciario<br />

es <strong>el</strong> principal g<strong>en</strong>erador de empleo de bu<strong>en</strong>a calidad para las mujeres. Por otro lado, <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector<br />

terciario se ha conc<strong>en</strong>trado la g<strong>en</strong>eración de empleo de poca productividad, mal remunerado y de<br />

mala calidad, posible por las bajas barreras de <strong>en</strong>trada a ciertas actividades, como los servicios<br />

personales y <strong>el</strong> comercio. También <strong>en</strong> este segm<strong>en</strong>to las mujeres ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una participación <strong>el</strong>evada.<br />

En este artículo se analizan las dinámicas reci<strong>en</strong>tes de la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

sector terciario latinoamericano. Para <strong>el</strong>lo, <strong>en</strong> la sección b) se resume <strong>el</strong> análisis de las definiciones,<br />

clasificaciones y teorías d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> este sector, se hace hincapié <strong>en</strong> su heterog<strong>en</strong>eidad y <strong>en</strong><br />

que muchas definiciones y clasificaciones simplifican sobremanera los procesos de g<strong>en</strong>eración<br />

de empleo y contribuy<strong>en</strong> poco a su análisis, y se resalta la importancia de una visión dinámica d<strong>el</strong><br />

aporte de este sector a la creación de empleo.<br />

En la sección c) se compara la evid<strong>en</strong>cia empírica sobre la evolución d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

sector terciario a niv<strong>el</strong> mundial, preguntándose si <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> muestra características<br />

especiales y, sobre todo, si los datos apoyan o no la tesis de una difer<strong>en</strong>cia fundam<strong>en</strong>tal <strong>en</strong>tre la<br />

66<br />

El pres<strong>en</strong>te artículo se basa <strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler (2001), trabajo <strong>en</strong> cuya <strong>el</strong>aboración colaboraron Nora Ruedi, Gloria B<strong>en</strong>san, Laura<br />

Brunet e Ignacio Fiestas y <strong>en</strong> <strong>el</strong> cual se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra información empírica adicional. Las opiniones expresadas aquí son<br />

de exclusiva responsabilidad d<strong>el</strong> autor y pued<strong>en</strong> no coincidir con las de la organización a la que pert<strong>en</strong>ece.


CEPAL<br />

terciarización <strong>en</strong> los países industrializados 67 y aqu<strong>el</strong>la <strong>en</strong> la región latinoamericana y caribeña<br />

(terciarización g<strong>en</strong>uina contra terciarización espuria).<br />

En la sección IV se muestra que durante <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io de 1990 la gran mayoría de los puestos<br />

de trabajo surgió <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario, pero que gran parte de ese nuevo empleo se g<strong>en</strong>eró <strong>en</strong><br />

actividades de baja productividad. En todo caso, al respecto hay grandes variaciones <strong>en</strong>tre los<br />

países, que se explica principalm<strong>en</strong>te por difer<strong>en</strong>cias de crecimi<strong>en</strong>to económico. También existe<br />

gran heterog<strong>en</strong>eidad <strong>en</strong>tre las distintas ramas d<strong>el</strong> sector, por lo cual se analizan asimismo las<br />

características predominantes <strong>en</strong> cada una de <strong>el</strong>las y las dinámicas que determinan <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> empleo. Por último, <strong>en</strong> la sección V se pres<strong>en</strong>tan algunas conclusiones sobre las características<br />

de la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector.<br />

b) Definiciones, clasificaciones y teorías<br />

i) Definiciones y clasificaciones<br />

La noción de un sector terciario surgió con <strong>el</strong> interés de clasificar las actividades económicas,<br />

<strong>en</strong> un primer instante agrupando los rubros que no pert<strong>en</strong>ecían al sector primario (agricultura,<br />

ganadería, silvicultura, pesca, minería) ni al secundario (industria manufacturera, construcción),<br />

es decir, <strong>en</strong> forma residual. Con <strong>el</strong> fin de precisar <strong>el</strong> concepto, posteriorm<strong>en</strong>te hubo int<strong>en</strong>tos de<br />

caracterizarlo <strong>en</strong> torno a <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos comunes. Así, se hizo hincapié <strong>en</strong> algunas características de<br />

las actividades terciarias que las difer<strong>en</strong>ciarían de las primarias y secundarias: por ejemplo, que<br />

serían intangibles, intransferibles y perecederos y no podrían almac<strong>en</strong>arse, y que además t<strong>en</strong>drían<br />

una <strong>el</strong>evada int<strong>en</strong>sidad laboral debido a las limitaciones para sustituir la mano de obra por capital<br />

y tecnología.<br />

Aunque estas especificaciones ayudan a <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre muchos servicios, por<br />

un lado, y los sectores primario y secundario por <strong>el</strong> otro, no son válidas para todas las actividades<br />

agrupadas comúnm<strong>en</strong>te como terciarias. Además, como los cambios tecnológicos más reci<strong>en</strong>tes<br />

acrec<strong>en</strong>taron la heterog<strong>en</strong>eidad de estas últimas, las características m<strong>en</strong>cionadas sirv<strong>en</strong> cada vez<br />

m<strong>en</strong>os para distinguir <strong>el</strong> sector terciario de otros sectores. En particular, habría que resaltar que<br />

muchos servicios son cada vez más transferibles (por ejemplo, los servicios financieros, médicos<br />

y educativos, y también los servicios a empresas como los de apoyo administrativo (back offices),<br />

procesami<strong>en</strong>to de datos y consultoría). Esto hace que los límites <strong>en</strong>tre los productos transables, que<br />

tradicionalm<strong>en</strong>te provi<strong>en</strong><strong>en</strong> sobre todo de los sectores primario y secundario, y los no transables,<br />

que <strong>en</strong> su mayoría son g<strong>en</strong>erados tradicionalm<strong>en</strong>te por <strong>el</strong> sector terciario y la construcción, sean<br />

cada vez más borrosos. Además, los nuevos recursos tecnológicos crean economías de escala y, por<br />

ejemplo <strong>en</strong> la educación, pued<strong>en</strong> sustituir parcialm<strong>en</strong>te al profesor. Al mismo tiempo, muchos servicios<br />

dejan de ser perecederos (gracias a dispositivos de almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to) y <strong>el</strong> producto (conocimi<strong>en</strong>tos y<br />

otros) sirve para acumular capital humano. Finalm<strong>en</strong>te, son numerosos los servicios que hac<strong>en</strong> uso<br />

cada vez más int<strong>en</strong>sivo de capital y tecnología (por ejemplo, los satélites <strong>en</strong> las comunicaciones).<br />

De esta manera, las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias más reci<strong>en</strong>tes dificultan la definición de las actividades terciarias<br />

por medio de un conjunto de características comunes. A la vez, profundizan la heterog<strong>en</strong>eidad (sobre<br />

todo respecto al uso de capital físico, la tecnología y <strong>el</strong> capital humano) de las actividades terciarias.<br />

67<br />

En este trabajo se mant<strong>en</strong>drá la calificación de “países industrializados”, pese al argum<strong>en</strong>to de que <strong>en</strong> <strong>el</strong>los ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una<br />

creci<strong>en</strong>te importancia las actividades de servicio. De todas maneras, la exist<strong>en</strong>cia de una estructura productiva con<br />

un sector manufacturero r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te grande, productivo y homogéneo sigue si<strong>en</strong>do un <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to que distingue a los<br />

países <strong>en</strong> cuestión, y <strong>el</strong> desempeño de la manufactura <strong>en</strong> términos de crecimi<strong>en</strong>to y productividad es una variable clave<br />

para su desempeño económico g<strong>en</strong>eral (Pieper, 2000).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Por lo tanto, <strong>en</strong> vez de tratar de imponer de manera conceptual una homog<strong>en</strong>eidad inexist<strong>en</strong>te a<br />

este conjunto de actividades, es importante difer<strong>en</strong>ciarlo <strong>en</strong> mayor grado.<br />

Para tal fin exist<strong>en</strong> varias propuestas de clasificación de los servicios. Rubalcaba (1997, p.<br />

29 y ss.) cita las sigui<strong>en</strong>tes 68 :<br />

— Servicios de distribución, servicios de producción, servicios sociales, servicios personales<br />

(Browning y Sing<strong>el</strong>mann).<br />

— Servicios comercializables, servicios prestados in situ, servicios duraderos y servicios<br />

no duraderos (Nusbaumer).<br />

— Servicios perman<strong>en</strong>tes y temporales, servicios reversibles e irreversibles, servicios de<br />

provisión privada y colectiva, servicios no comercializados y comercializados (Och<strong>el</strong> y Wegner).<br />

Igual que las definiciones citadas más atrás, algunas de estas clasificaciones ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a<br />

estar obsoletas o, por lo m<strong>en</strong>os, a perder claridad con <strong>el</strong> cambio técnico y la integración de los<br />

mercados. Así, algunos servicios pasan de no comercializados a comercializados o de no duraderos<br />

a duraderos, mi<strong>en</strong>tras que otros no <strong>en</strong>cajan claram<strong>en</strong>te <strong>en</strong> las clasificaciones. Aunque esto no le<br />

quita r<strong>el</strong>evancia a los esfuerzos de desagregación y reclasificación, <strong>el</strong> hecho de que las condiciones<br />

y características de las actividades de servicios cambi<strong>en</strong> con <strong>el</strong> transcurso d<strong>el</strong> tiempo subraya la<br />

importancia de una perspectiva dinámica 69 .<br />

ii) Teorías: la heterog<strong>en</strong>eidad d<strong>el</strong> sector terciario<br />

Terciarización g<strong>en</strong>uina y terciarización espuria<br />

A grandes rasgos se puede distinguir <strong>en</strong>tre dos t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias principales que increm<strong>en</strong>tan <strong>el</strong><br />

empleo <strong>en</strong> las actividades terciarias.<br />

Primero, <strong>en</strong> los países industrializados la expansión d<strong>el</strong> sector terciario g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te es vista<br />

como señal de la evolución de la estructura productiva y de la sociedad <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral. Por lo m<strong>en</strong>os a<br />

partir d<strong>el</strong> debate sobre la sociedad posindustrial (B<strong>el</strong>l, 1973), se ha planteado que con <strong>el</strong> desarrollo<br />

de la ci<strong>en</strong>cia y la tecnología se reduciría la proporción de trabajadores manuales y no calificados y la<br />

mayor parte de la fuerza laboral produciría bi<strong>en</strong>es y servicios no tangibles. El conocimi<strong>en</strong>to llegaría a<br />

ser <strong>el</strong> factor principal para <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico, y la educación y la calificación profesional serían<br />

<strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos clave para <strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar individual y <strong>el</strong> asc<strong>en</strong>so social. La contribución de las actividades<br />

terciarias al crecimi<strong>en</strong>to económico aum<strong>en</strong>taría tanto por su proporción creci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la composición<br />

d<strong>el</strong> PIB como por su pap<strong>el</strong> estratégico para mejorar la competitividad de las empresas de otros<br />

rubros y de las economías <strong>en</strong>teras, <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido de una competitividad sistémica 70 . Una expresión<br />

de esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia es la externalización de ciertas actividades y la subcontratación de empresas<br />

especializadas para <strong>el</strong> suministro de determinados servicios 71 . Gran parte d<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo<br />

terciario <strong>en</strong> los países industrializados durante la posguerra se debe a la expansión de estas<br />

actividades, que requier<strong>en</strong> altos niv<strong>el</strong>es de calificación. En <strong>el</strong> marco de la globalización, los procesos<br />

m<strong>en</strong>cionados ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a sobrepasar las fronteras nacionales, pues si bi<strong>en</strong> no exist<strong>en</strong> mercados de<br />

68<br />

Otras difer<strong>en</strong>ciaciones han sido propuestas por Gershuny (1987), Bhagwati (1987), Baumol (1985) y Ryt<strong>en</strong> (1999).<br />

69<br />

Krüger (1999) pres<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> ejemplo de la preparación de tortas de carne que tradicionalm<strong>en</strong>te se hicieron <strong>en</strong> la casa,<br />

mi<strong>en</strong>tras que ahora se las consume más <strong>en</strong> restaurantes de comida rápida, y también se las compra cong<strong>el</strong>adas <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

supermercado.<br />

70<br />

Véase, por ejemplo, Giarini (1995), así como difer<strong>en</strong>tes contribuciones <strong>en</strong> Giarini (1987) y <strong>en</strong> Economía industrial (1997),<br />

Wieczorek (1995), Willke (1999) y Alt<strong>en</strong>burg, Qualmann y W<strong>el</strong>ler (2001, pp. 29-33).<br />

71<br />

Obviam<strong>en</strong>te, además de la estrategia de aprovechar las v<strong>en</strong>tajas de la especialización, otra estrategia int<strong>en</strong>ta mejorar<br />

la competitividad por medio de la compra de bi<strong>en</strong>es y servicios a otras empresas que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> m<strong>en</strong>ores costos laborales<br />

(debido a salarios más bajos, incumplimi<strong>en</strong>to de normas laborales, etc.).


CEPAL<br />

trabajo internacionalm<strong>en</strong>te integrados, la formación de redes transnacionales <strong>en</strong> las estructuras<br />

productivas integra ocupaciones de difer<strong>en</strong>tes lugares (Cast<strong>el</strong>ls, 1997: pp. 260-268).<br />

Aparte <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> creci<strong>en</strong>te de los servicios como consecu<strong>en</strong>cia de la evolución de la estructura<br />

productiva, otras dinámicas que incid<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo de este sector se desarrollan a niv<strong>el</strong> de los<br />

hogares. En este contexto se ha planteado una ext<strong>en</strong>sión de la Ley de Eng<strong>el</strong> que explicaría una<br />

t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de largo plazo a un mayor empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario (App<strong>el</strong>baum y Schettkat, 1995):<br />

así como al aum<strong>en</strong>tar los ingresos de los hogares estos reduc<strong>en</strong> la participación de los alim<strong>en</strong>tos<br />

<strong>en</strong> sus gastos, posteriorm<strong>en</strong>te también se saturarían de bi<strong>en</strong>es manufacturados duraderos, y los<br />

servicios pasarían a repres<strong>en</strong>tar un porc<strong>en</strong>taje creci<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> consumo de los hogares. Esta hipótesis<br />

ha sido cuestionada por Gershuny (1987) y Wieczorek (1995): como los servicios personales ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

importantes restricciones para aum<strong>en</strong>tar su productividad, mi<strong>en</strong>tras que los salarios <strong>en</strong> estas<br />

actividades sub<strong>en</strong> conjuntam<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> g<strong>en</strong>eral de los salarios, sus costos laborales ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a<br />

aum<strong>en</strong>tar marcadam<strong>en</strong>te. En consecu<strong>en</strong>cia, <strong>en</strong> los países industrializados más bi<strong>en</strong> se observa una<br />

disminución de la importancia de los servicios para <strong>el</strong> hogar y su sustitución por <strong>el</strong> trabajo propio<br />

(arreglos y reparaciones <strong>en</strong> la casa, aseo) y por la compra de bi<strong>en</strong>es (comida preparada, productos<br />

nuevos <strong>en</strong> lugar de reparaciones). De todas maneras, es innegable que al mejorar los ingresos de<br />

los hogares crece la proporción de servicios <strong>en</strong> su consumo, no solo mediante transacciones <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

mercado, sino también financiados por sus impuestos o contribuciones (salud, educación, cuidado<br />

de adultos mayores, etc.).<br />

El nuevo pap<strong>el</strong> de las actividades terciarias, tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> proceso productivo mismo como <strong>en</strong><br />

un s<strong>en</strong>tido más amplio de competitividad sistémica y bi<strong>en</strong>estar socioeconómico, hace necesario<br />

superar conceptos antiguos que distingu<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre trabajo productivo e improductivo y consideran<br />

que los servicios, al facilitar <strong>el</strong> consumo, forman parte d<strong>el</strong> improductivo. Tomando <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta cuán<br />

importantes son los servicios como los de educación y salud para la competitividad sistémica,<br />

tampoco corresponde mant<strong>en</strong>er esta distinción sobre la base de una definición nueva, por ejemplo,<br />

con <strong>el</strong> supuesto de que los servicios a las empresas son productivos y los servicios comunales,<br />

sociales y personales no lo son (Giarini, 1995). Dadas las transformaciones que han t<strong>en</strong>ido lugar,<br />

las definiciones antiguas se vu<strong>el</strong>v<strong>en</strong> obsoletas y esto quizás facilite la superación de exclusiones<br />

laborales específicas, como la tradicional equiparación d<strong>el</strong> trabajo productivo (<strong>en</strong> actividades primarias<br />

y secundarias) con <strong>el</strong> empleo masculino y d<strong>el</strong> trabajo improductivo (<strong>en</strong> actividades terciarias) con<br />

<strong>el</strong> empleo fem<strong>en</strong>ino. El reconocimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> nuevo pap<strong>el</strong> d<strong>el</strong> sector terciario ayudaría a superar las<br />

discriminaciones que se basan <strong>en</strong> esta difer<strong>en</strong>ciación jerárquica (Krüger, 1999).<br />

Segundo, algunos de los servicios ti<strong>en</strong><strong>en</strong> las barreras de <strong>en</strong>trada más bajas de todas las<br />

ramas de actividad, debido a bajos o nulos requisitos de capital, tierra, tecnología y capital humano,<br />

por lo que pued<strong>en</strong> servir de “refugio” a una fuerza laboral que no <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra empleo <strong>en</strong> actividades<br />

más productivas y mejor remuneradas. De esta manera, <strong>el</strong> peso de las actividades informales su<strong>el</strong>e<br />

ser significativam<strong>en</strong>te más <strong>el</strong>evado <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario que <strong>en</strong> <strong>el</strong> secundario. Estas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias<br />

obviam<strong>en</strong>te son mucho más marcadas <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> que <strong>en</strong> los países industrializados,<br />

por lo que se ha planteado que la expansión d<strong>el</strong> empleo terciario <strong>en</strong> la región latinoamericana<br />

y caribeña refleja una terciarización espuria fr<strong>en</strong>te a una terciarización que podría ser llamada<br />

g<strong>en</strong>uina, impulsada por las transformaciones de la sociedad industrial (Pinto, 1984; Carneiro, 1994).<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, dichas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias se habrían reforzado <strong>en</strong> la década de 1980 —se<br />

habló de una sobreterciarización, <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido de un agotami<strong>en</strong>to de la capacidad de absorción<br />

d<strong>el</strong> sector informal (Verdera, 1994)— y, según datos de la OIT, se habrían mant<strong>en</strong>ido incluso <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

dec<strong>en</strong>io de 1990, al conc<strong>en</strong>trarse no solo un 90% d<strong>el</strong> empleo nuevo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario, sino un<br />

70% <strong>en</strong> los servicios de baja productividad. A esto último se le d<strong>en</strong>ominó la “informalización de los<br />

servicios” (Klein y Tokman, 2000).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

La dinámica de la heterog<strong>en</strong>eidad d<strong>el</strong> sector terciario<br />

En contra de una caracterización polarizada d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario, difer<strong>en</strong>ciando<br />

<strong>en</strong>tre terciarización g<strong>en</strong>uina y terciarización espuria, se ha argum<strong>en</strong>tado que también <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, por lo m<strong>en</strong>os hasta la década de 1970, existía una g<strong>en</strong>eración de empleo dinámica<br />

<strong>en</strong> los servicios calificados, lo que contribuyó de manera importante a la expansión d<strong>el</strong> empleo urbano<br />

formal (Ramos, 1984). En esto desempeñó un pap<strong>el</strong> importante la alta pres<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> sector público<br />

y —<strong>en</strong> gran parte conc<strong>en</strong>trado <strong>en</strong> éste— de profesionales con <strong>el</strong>evado niv<strong>el</strong> educativo (Echeverría,<br />

1985). En consecu<strong>en</strong>cia, hacia 1980, <strong>en</strong> un conjunto de ocho países, aproximadam<strong>en</strong>te un 70% d<strong>el</strong><br />

empleo terciario se ubicó <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector formal (Gatica, 1986) 72 .<br />

Comparando la evolución latinoamericana con la experi<strong>en</strong>cia de los países más avanzados, Berry<br />

(1976) argum<strong>en</strong>ta que, debido al avance tecnológico, <strong>en</strong> etapas similares de desarrollo, los sectores<br />

primario y secundario de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> llegaron a niv<strong>el</strong>es más altos de productividad,<br />

lo que implica una m<strong>en</strong>or capacidad de absorción de la fuerza laboral; por consigui<strong>en</strong>te, un mayor<br />

porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> empleo se conc<strong>en</strong>traría <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario. También <strong>en</strong> una perspectiva histórica,<br />

Kaztman (1984, p.101) plantea que <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, <strong>en</strong> una primera fase, <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> sector terciario habría sido resultado de las presiones de oferta g<strong>en</strong>eradas por la migración ruralurbana,<br />

pero posteriorm<strong>en</strong>te se habría basado más <strong>en</strong> una estrecha vinculación con los procesos<br />

de industrialización y la ampliación d<strong>el</strong> acceso a los servicios.<br />

De Oliveira y Ariza (1998, p.112 y ss.) ofrec<strong>en</strong> otra interpretación dinámica de la evolución<br />

d<strong>el</strong> empleo. Estas autoras vinculan la evolución difer<strong>en</strong>ciada d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> las ramas terciarias —<br />

según las agrupaciones citadas de Browning y Sing<strong>el</strong>mann (1975)— con las difer<strong>en</strong>tes etapas d<strong>el</strong><br />

desarrollo económico de México, g<strong>en</strong>eralizables hasta cierto punto a la evolución económica de la<br />

región <strong>en</strong> su conjunto, y resaltan los rubros que más se expandieron a causa de las características<br />

d<strong>el</strong> desarrollo económico de cada fase, <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de un crecimi<strong>en</strong>to g<strong>en</strong>eral d<strong>el</strong> sector terciario:<br />

— En la fase de desarrollo agroexportador, perdió importancia r<strong>el</strong>ativa <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los servicios<br />

personales, y aum<strong>en</strong>tó la de los servicios distributivos y sociales, como consecu<strong>en</strong>cia de la<br />

creci<strong>en</strong>te integración territorial y d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> sector público;<br />

— En la primera fase de la sustitución de importaciones, se expandió <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los servicios<br />

al productor, inc<strong>en</strong>tivado por <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to y la modernización de la industria manufacturera,<br />

y aum<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> los servicios personales <strong>en</strong> concordancia con la evolución demográfica;<br />

— En la fase de consolidación d<strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o de sustitución de importaciones, se <strong>el</strong>evó <strong>el</strong><br />

empleo <strong>en</strong> los servicios sociales gracias al crecimi<strong>en</strong>to de la administración pública y de la<br />

inversión <strong>en</strong> educación y salud;<br />

— En los años de crisis y reestructuración económica, hubo un aum<strong>en</strong>to r<strong>el</strong>ativo de los<br />

servicios personales y <strong>el</strong> comercio <strong>en</strong> detrim<strong>en</strong>to de los servicios sociales y d<strong>el</strong> productor,<br />

debido a la debilidad de la demanda laboral de los sectores de mayor productividad y la<br />

conc<strong>en</strong>tración de los nuevos empleos <strong>en</strong> actividades con bajas barreras de <strong>en</strong>trada.<br />

Así, puede afirmarse que también <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> la evolución histórica d<strong>el</strong><br />

empleo terciario estuvo estrecham<strong>en</strong>te vinculada a las características específicas d<strong>el</strong> desarrollo<br />

económico y social.<br />

En contra de una visión dicotómica —terciarización g<strong>en</strong>uina <strong>en</strong> los países industrializados<br />

y terciarización espuria <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>— también cabe señalar que, <strong>en</strong> parte como<br />

72<br />

Contrariam<strong>en</strong>te a los cálculos de la informalidad <strong>en</strong> la década de 1990, Gatica (1986) no incluye <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> las<br />

microempresas d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> empleo informal. Según este autor, las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias d<strong>el</strong> período 1960-1980 fueron disímiles<br />

<strong>en</strong>tre los países considerados, pues <strong>en</strong> cinco de <strong>el</strong>los la informalidad <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario bajó, mi<strong>en</strong>tras subió <strong>en</strong> tres.


CEPAL<br />

consecu<strong>en</strong>cia de lo anterior, se ha <strong>en</strong>contrado que la productividad laboral media de las actividades<br />

terciarias, como proporción de la productividad laboral media de la economía <strong>en</strong> su conjunto, su<strong>el</strong>e<br />

ser más alta <strong>en</strong> los países d<strong>el</strong> Tercer Mundo que <strong>en</strong> los países industrializados (Riddle, 1987). Este<br />

hallazgo —al cual volveremos más ad<strong>el</strong>ante— cuestiona la interpretación histórica de Kaztman (1984)<br />

de que la expansión d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario se haya caracterizado <strong>en</strong> una primera fase<br />

por bajos niv<strong>el</strong>es de productividad y sólo <strong>en</strong> una segunda, más estrecham<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>acionada con la<br />

industrialización, se hayan g<strong>en</strong>erado puestos de trabajo más productivos.<br />

Como es lógico, los resultados <strong>en</strong> términos de cont<strong>en</strong>ido de mano de obra y g<strong>en</strong>eración<br />

de empleo dep<strong>en</strong>derán de la alternativa de que se trate y, naturalm<strong>en</strong>te, las tasas de crecimi<strong>en</strong>to<br />

de las exportaciones serán tanto mayores cuanto más profunda sea la liberalización comercial. En<br />

este s<strong>en</strong>tido, la alternativa que se <strong>el</strong>ija condiciona nuestros resultados y nos proporciona, de cierta<br />

forma, una refer<strong>en</strong>cia para analizar <strong>el</strong> impacto sobre <strong>el</strong> empleo de la integración comercial con los<br />

dos principales socios comerciales de Brasil.<br />

Finalm<strong>en</strong>te, se ha observado que también <strong>en</strong> los países industrializados un segm<strong>en</strong>to<br />

importante de los nuevos puestos de trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector servicios se caracteriza, <strong>en</strong>tre otras cosas,<br />

por escasos niv<strong>el</strong>es de calificación, baja remuneración e inestabilidad laboral, la que se habría<br />

reforzado por la reducción de la demanda de personal no calificado prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te de la industria<br />

manufacturera (Reich, 1993). Al parecer se están revirti<strong>en</strong>do algunas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias anteriores, como<br />

la de disminuir la importancia d<strong>el</strong> empleo vinculado a los servicios personales (Milkman, Reese y<br />

Roth, 1998). En consecu<strong>en</strong>cia, la estructura ocupacional evoluciona <strong>en</strong> forma polarizada, con un<br />

importante crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> extremo inferior y <strong>en</strong> la cima de la escala de calificaciones.<br />

De esta manera se puede verificar que a lo largo de las décadas pasadas han existido procesos<br />

atribuibles a una u otra de las dos grandes t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias —terciarización g<strong>en</strong>uina y terciarización<br />

espuria— examinadas aquí. Por lo tanto, se precisa una mayor desagregación para su análisis.<br />

Esto vale tanto para los países industrializados como para los de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, ya que<br />

<strong>en</strong> ambos grupos de países exist<strong>en</strong> t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias múltiples y, si bi<strong>en</strong> <strong>el</strong> peso r<strong>el</strong>ativo de <strong>el</strong>las varía,<br />

difer<strong>en</strong>ciar <strong>en</strong>tre la terciarización g<strong>en</strong>uina de los primeros países y la terciarización espuria de los<br />

segundos resulta demasiado simplista 73 . La sigui<strong>en</strong>te sección pres<strong>en</strong>ta algunos datos sobre las<br />

t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias expansivas d<strong>el</strong> sector terciario a niv<strong>el</strong> global y examina la evid<strong>en</strong>cia empírica sobre los<br />

procesos de terciarización g<strong>en</strong>uina o espuria <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>..<br />

c) Una mirada comparativa<br />

Como se dijo <strong>en</strong> la sección anterior, <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la proporción d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> actividades terciarias<br />

es un proceso global, aunque se base <strong>en</strong> un conjunto de dinámicas heterogéneas. Además, es<br />

sumam<strong>en</strong>te dinámico, pues <strong>en</strong>tre 1980 y 1997 <strong>el</strong> sector terciario aum<strong>en</strong>tó su gravitación <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

empleo de 19,4% a 26,0% <strong>en</strong> África, de 46,0% a 55,1% <strong>en</strong> las <strong>América</strong>s, de 34,6% a 43,0% <strong>en</strong> Asia<br />

y de 42,9% a 55,6% <strong>en</strong> Europa 74 . En <strong>el</strong> conjunto de las cuatro regiones <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to fue de 34,4%<br />

a 43,6%. La comparación regional, como también las teorías sobre <strong>el</strong> creci<strong>en</strong>te pap<strong>el</strong> d<strong>el</strong> sector<br />

terciario, hac<strong>en</strong> suponer que existe una r<strong>el</strong>ación positiva <strong>en</strong>tre la riqueza material de una sociedad<br />

y la participación de dicho sector <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB y <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo. El gráfico II.25 confirma la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre<br />

la participación d<strong>el</strong> sector terciario <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo y <strong>el</strong> PIB per cápita. Sin embargo, esa r<strong>el</strong>ación no<br />

es lineal: se observa un increm<strong>en</strong>to ac<strong>el</strong>erado de la participación hasta llegar a 60%, con un PIB<br />

73<br />

Cabe destacar que d<strong>en</strong>tro de las regiones también hay importantes diverg<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los países, r<strong>el</strong>acionadas con sus<br />

características específicas. Véase nuevam<strong>en</strong>te Gatica (1986) y Cast<strong>el</strong>ls (1997).<br />

74<br />

Se trata d<strong>el</strong> promedio simple de los países correspondi<strong>en</strong>tes: 50 para África, 29 para las <strong>América</strong>s, 42 para Asia y 48<br />

para Europa (cálculo propio con base <strong>en</strong> OIT, 1998, pp. 243-246).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

per cápita aproximado de 6.000 dólares 75 , después un aum<strong>en</strong>to m<strong>en</strong>os marcado, y luego una cierta<br />

estabilidad <strong>en</strong> torno al 70% a partir de un PIB per cápita de aproximadam<strong>en</strong>te 17.000 dólares 76 .<br />

Al diversificarse una economía que <strong>en</strong> su punto de partida fue predominantem<strong>en</strong>te<br />

agropecuaria, <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> actividades secundarias y terciarias se expande ac<strong>el</strong>eradam<strong>en</strong>te. De los<br />

120 países indicados <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico 1, la mayoría se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> esa fase de ac<strong>el</strong>erada expansión:<br />

todos los países africanos (salvo Sudáfrica), dos tercios de los países asiáticos y la mitad de los<br />

países latinoamericanos. Hacia fines de esa fase, al haberse reducido ya marcadam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> términos<br />

r<strong>el</strong>ativos <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario, se desac<strong>el</strong>era la expulsión de mano de obra de dicho<br />

sector y <strong>en</strong> la fase sigui<strong>en</strong>te la expansión d<strong>el</strong> empleo terciario continúa con m<strong>en</strong>or v<strong>el</strong>ocidad. En<br />

los países con un <strong>el</strong>evado PIB per cápita, <strong>el</strong> empleo agropecuario g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te abarca solo una<br />

proporción muy baja d<strong>el</strong> empleo total, por lo que las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los países dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de la<br />

evolución r<strong>el</strong>ativa de los sectores secundario y terciario.<br />

• Gráfico II.25<br />

Cuatro contin<strong>en</strong>tes: Producto interno bruto per cápita y empleo terciario, 1997<br />

100<br />

Participación d<strong>el</strong> sector terciario <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> empleo<br />

80<br />

60<br />

40<br />

20<br />

0<br />

0.000 5.000 10.000 15.000 20.000 25.000 30.000<br />

PIB per cápita a<br />

Las <strong>América</strong>s Asia Europa África<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia con base <strong>en</strong> datos de OIT (varios años) y Banco Mundial (varios años).<br />

a<br />

En dólares de 1997, a paridad de poder adquisitivo.<br />

75<br />

En dólares de 1997, calculado con <strong>el</strong> método de paridad de poder adquisitivo (Banco Mundial, varios años).<br />

76<br />

En las difer<strong>en</strong>tes ramas de actividad d<strong>el</strong> sector terciario hay una mayor dispersión <strong>en</strong> la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la participación<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo y <strong>el</strong> PIB per cápita. Véase al respecto W<strong>el</strong>ler (2001, pp. 38-41) y la sección IV, apartado 3, de este artículo.


CEPAL<br />

El gráfico II.25 también muestra que los países americanos 77 ti<strong>en</strong><strong>en</strong> niv<strong>el</strong>es ligeram<strong>en</strong>te más<br />

<strong>el</strong>evados de empleo terciario que los países de otros contin<strong>en</strong>tes, para <strong>el</strong> mismo niv<strong>el</strong> de PIB per<br />

cápita 78 . De hecho, si se aplica una línea de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia expon<strong>en</strong>cial, la correspondi<strong>en</strong>te a las <strong>América</strong>s<br />

se ubica más arriba de aqu<strong>el</strong>las de Asia y Europa y —hasta un PIB per cápita de aproximadam<strong>en</strong>te<br />

7.000 dólares, que es <strong>el</strong> pertin<strong>en</strong>te para África— también más arriba que la d<strong>el</strong> contin<strong>en</strong>te africano.<br />

Se puede concluir que una terciarización d<strong>el</strong> empleo comparativam<strong>en</strong>te ac<strong>el</strong>erada difer<strong>en</strong>cia a las<br />

<strong>América</strong>s de los otros contin<strong>en</strong>tes. Aquí, obviam<strong>en</strong>te, está <strong>el</strong> orig<strong>en</strong> d<strong>el</strong> planteami<strong>en</strong>to sobre la<br />

terciarización espuria 79 .<br />

¿Esta situación se refleja <strong>en</strong> la productividad laboral r<strong>el</strong>ativa d<strong>el</strong> sector terciario? Si <strong>el</strong> alto<br />

niv<strong>el</strong> d<strong>el</strong> sector <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo se debiera principalm<strong>en</strong>te a un proceso de terciarización espuria <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, su productividad laboral media estaría por debajo de aqu<strong>el</strong>la de los países<br />

que se caracterizarían por una terciarización g<strong>en</strong>uina. Obviam<strong>en</strong>te, con esto no se descarta que <strong>el</strong><br />

sector terciario latinoamericano, <strong>en</strong> términos absolutos, t<strong>en</strong>ga una productividad más baja que la<br />

de los países industrializados; sin embargo, esta situación se debe más a la m<strong>en</strong>or productividad<br />

media a niv<strong>el</strong> agregado que a un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o específico d<strong>el</strong> sector terciario.<br />

El gráfico II.26 pres<strong>en</strong>ta para los mismos grupos de países la participación d<strong>el</strong> sector<br />

terciario <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo y <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB. En los países ubicados <strong>en</strong>cima de la diagonal de 45°, <strong>el</strong> sector<br />

terciario ti<strong>en</strong>e una productividad laboral media por arriba d<strong>el</strong> promedio de la economía, mi<strong>en</strong>tras<br />

<strong>en</strong> los demás países la productividad se ubica por debajo de ese promedio. La gran mayoría de los<br />

países y también de los países de cada contin<strong>en</strong>te por separado, muestra una productividad laboral<br />

media d<strong>el</strong> sector terciario por <strong>en</strong>cima d<strong>el</strong> promedio. Sin embargo, la productividad laboral r<strong>el</strong>ativa<br />

d<strong>el</strong> sector decrece <strong>en</strong> todas las regiones con un aum<strong>en</strong>to de su participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo y <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

PIB y, para <strong>el</strong> conjunto de los países, llega a igualar <strong>el</strong> promedio de las economías <strong>en</strong> torno a una<br />

participación de 57% <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo y <strong>el</strong> PIB.<br />

Los indicios de terciarización espuria <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, m<strong>en</strong>cionados previam<strong>en</strong>te,<br />

harían p<strong>en</strong>sar que la productividad laboral media <strong>en</strong> esta región se ubicaría <strong>en</strong> t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> un niv<strong>el</strong><br />

más bajo que <strong>en</strong> otras regiones. Sin embargo, como lo muestra <strong>el</strong> gráfico II.26, esto no es así. Los<br />

países latinoamericanos se ubican <strong>en</strong> la mayor parte d<strong>el</strong> espectro ligeram<strong>en</strong>te por <strong>en</strong>cima de los<br />

países de otras regiones, y la caída de la productividad r<strong>el</strong>ativa d<strong>el</strong> sector terciario al niv<strong>el</strong> medio<br />

de la economía también ocurre <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to más tardío que <strong>en</strong> las otras regiones, a saber,<br />

cuando la participación d<strong>el</strong> empleo y <strong>el</strong> PIB sectorial es de 60% d<strong>el</strong> total. De esta manera, si bi<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> <strong>el</strong> sector terciario ti<strong>en</strong>e una productividad media más baja que <strong>en</strong> los<br />

países industrializados, esta brecha de productividad es m<strong>en</strong>or que la de los otros sectores, lo que<br />

pone <strong>en</strong> t<strong>el</strong>a de juicio <strong>el</strong> planteami<strong>en</strong>to de la terciarización espuria.<br />

77<br />

Los datos para las <strong>América</strong>s incluy<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, así como Canadá y los Estados Unidos; las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias<br />

de la región no cambian si se excluy<strong>en</strong> los últimos dos países m<strong>en</strong>cionados.<br />

78<br />

Este niv<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te alto se debe principalm<strong>en</strong>te a la mayor participación d<strong>el</strong> comercio.<br />

79<br />

El complem<strong>en</strong>to de esa <strong>el</strong>evada participación d<strong>el</strong> sector terciario <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo es, obviam<strong>en</strong>te, la débil g<strong>en</strong>eración de<br />

empleo productivo <strong>en</strong> la agricultura y la industria manufacturera. Figueroa (1991) examina los factores correspondi<strong>en</strong>tes<br />

a la agricultura; por su parte, Berry (1976) y Tokman (1991) hac<strong>en</strong> hincapié <strong>en</strong> que la manufactura latinoamericana t<strong>en</strong>ía<br />

—<strong>en</strong> fases comparables d<strong>el</strong> desarrollo económico— una mayor productividad y, por lo tanto, una m<strong>en</strong>or capacidad de<br />

g<strong>en</strong>erar empleo que los países de industrialización temprana.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico II.26<br />

Cuatro contin<strong>en</strong>tes: <strong>Empleo</strong> y producto interno bruto d<strong>el</strong> sector terciario, 1997<br />

90<br />

80<br />

Participación d<strong>el</strong> sector terciario <strong>en</strong> <strong>el</strong> producto<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

0 20 40<br />

60<br />

80<br />

Participación d<strong>el</strong> sector terciario <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo<br />

Las <strong>América</strong>s Asia Europa África<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia con base <strong>en</strong> datos de OIT (varios años) y Banco Mundial (varios años).<br />

Esto no excluye que existan <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos de terciarización espuria <strong>en</strong> la región latinoamericana y<br />

caribeña, ya que <strong>en</strong> un contexto de <strong>el</strong>evada heterog<strong>en</strong>eidad intrasectorial un promedio de productividad<br />

r<strong>el</strong>ativa comparativam<strong>en</strong>te alta puede esconder un segm<strong>en</strong>to de productividad baja. Sin embargo, de<br />

las cuatro regiones consideradas, África sería la que exhibiría mayores indicios de una terciarización<br />

espuria según los niv<strong>el</strong>es de productividad r<strong>el</strong>ativa, pues <strong>en</strong> la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo<br />

terciario solam<strong>en</strong>te g<strong>en</strong>era un aum<strong>en</strong>to modesto <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB d<strong>el</strong> sector.<br />

En resum<strong>en</strong>, existe <strong>en</strong> la región latinoamericana y caribeña evid<strong>en</strong>cia de procesos tanto de<br />

terciarización espuria como de terciarización g<strong>en</strong>uina, lo que no sorpr<strong>en</strong>de <strong>en</strong> vista de la <strong>el</strong>evada<br />

heterog<strong>en</strong>eidad intrasectorial (véase la sección d), apartado iii)). Por una parte, la participación <strong>el</strong>evada<br />

d<strong>el</strong> sector terciario, sobre todo d<strong>el</strong> comercio, <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo refleja <strong>el</strong> gran peso de actividades con<br />

bajas barreras de <strong>en</strong>trada y escasa productividad laboral. Por otra parte, <strong>el</strong> segm<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo que<br />

corresponde a las actividades de alta productividad laboral r<strong>el</strong>ativa y vinculadas a la dinámica d<strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to económico, y que por lo tanto repres<strong>en</strong>tan una terciarización g<strong>en</strong>uina, también impacta<br />

<strong>en</strong> los datos agregados d<strong>el</strong> sector, lo que indica que su pres<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> él es importante.<br />

d) El empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

i) T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias reci<strong>en</strong>tes<br />

En trabajos previos (W<strong>el</strong>ler, 2000, pp. 93 y ss.) se ha resaltado que durante la década de 1990<br />

los nuevos puestos de trabajo <strong>en</strong> la región fueron creados mayoritariam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario. El<br />

cuadro II.21 <strong>en</strong>trega datos actualizados de la evolución d<strong>el</strong> empleo por rama de actividad (período<br />

1990-1999) <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> y los compara con la evolución correspondi<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los<br />

países de la OCDE.


CEPAL<br />

• Cuadro II.21<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> y países de la Organización de Cooperación y Desarrollo<br />

Económicos: Crecimi<strong>en</strong>to anual d<strong>el</strong> empleo y contribución al nuevo empleo, por rama de<br />

actividad, dec<strong>en</strong>io de 1990 a Países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> b Países de la OCDE c<br />

Promedio ponderado Mediana Mediana<br />

Crecimi<strong>en</strong>to Contribución Crecimi<strong>en</strong>to Contribución Crecimi<strong>en</strong>to Contribución f<br />

Agricultura, silvicultura<br />

y pesca<br />

–0,4 –4,3 –0,3 –2,6 –2,6 –7,0<br />

Industria manufacturera 1,2 8,3 1,2 9,0 –0,9 –6,3<br />

Construcción 2,8 7,8 3,1 6,5 1,2 9,3<br />

Sector terciario<br />

Comercio, restaurantes<br />

y hot<strong>el</strong>es<br />

4,0 32,7 5,7 33,8 2,0 25,9<br />

Servicios básicos d 4,4 10,8 4,2 8,9 0,4 6,3<br />

Servicios financieros,<br />

seguros, bi<strong>en</strong>es raíces y<br />

6,0 12,3 5,6 11,1 3,7 33,2<br />

servicios a empresas<br />

Servicios comunales,<br />

sociales y personales<br />

2,7 34,8 3,0 35,7 1,3 29,6<br />

Otras e –2,1 –2,3 –1,4 –0,3 –2,5 –0,8<br />

Total 2,2 100,0 3,5 100,0 1,1 100,0<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia, con datos oficiales de los países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> y con datos de OIT (varios<br />

años) para los países de la OCDE.<br />

a<br />

Para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 1990-1999; para los países de la OCDE, 1990-1998.<br />

b<br />

Hasta 17 países, según la disponibilidad de datos.<br />

c<br />

20 países miembros antes de 1990.<br />

d<br />

Incluye las ramas de <strong>el</strong>ectricidad, gas y agua, y de transporte, almac<strong>en</strong>aje y comunicaciones.<br />

e<br />

Principalm<strong>en</strong>te minería.<br />

f<br />

El total de las contribuciones no siempre suma ci<strong>en</strong>, ya que se trata de medianas.<br />

Como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro, hay una importante difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> los niv<strong>el</strong>es de las tasas<br />

anuales de variación d<strong>el</strong> empleo, claram<strong>en</strong>te mayor <strong>en</strong> los países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> que<br />

<strong>en</strong> los de la OCDE. Esto, sin embargo, más que mostrar un fuerte dinamismo de la g<strong>en</strong>eración de<br />

empleo productivo <strong>en</strong> <strong>el</strong> primer grupo de países, refleja <strong>el</strong> hecho de que <strong>en</strong> estos <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to de<br />

la oferta laboral fue mucho más dinámico que <strong>en</strong> los países de la OCDE (OIT, 1998, pp. 239-242).<br />

Más interesante que los niv<strong>el</strong>es absolutos de g<strong>en</strong>eración de empleo es, por lo tanto, la evolución<br />

r<strong>el</strong>ativa de las difer<strong>en</strong>tes ramas de actividad, donde se observan sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes coincid<strong>en</strong>cias,<br />

aunque también exist<strong>en</strong> disparidades.<br />

En ambos grupos de países se contrajo <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> las actividades primarias (<strong>el</strong> sector<br />

agropecuario y la minería), y <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> la industria manufacturera mostró poco<br />

dinamismo: fue ligeram<strong>en</strong>te positivo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> y ligeram<strong>en</strong>te negativo <strong>en</strong> los<br />

países de la OCDE. De las ramas que no pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> al sector terciario, <strong>en</strong> ambos grupos de países<br />

solam<strong>en</strong>te la construcción g<strong>en</strong>eró empleo <strong>en</strong> forma dinámica, a tasas que se hallaban <strong>en</strong> torno a<br />

las de g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> la economía <strong>en</strong> su conjunto.<br />

Vemos así que <strong>en</strong> ambos grupos de países fue <strong>el</strong> sector terciario <strong>el</strong> que aportó casi todos los<br />

nuevos puestos de trabajo <strong>en</strong> la década de 1990. La rama de servicios financieros, seguros, bi<strong>en</strong>es<br />

raíces y servicios a empresas (<strong>en</strong> ad<strong>el</strong>ante SFSE) y la rama de comercio, restaurantes y hot<strong>el</strong>es (<strong>en</strong><br />

ad<strong>el</strong>ante CRH), registraron las tasas más altas de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo. Esta última contribuyó con<br />

un tercio de los nuevos puestos de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> y un cuarto <strong>en</strong> los países de<br />

la OCDE. El aporte de la rama SFSE a uno y otro grupo de países exhibió una marcada difer<strong>en</strong>cia:<br />

fue de 11%-12% <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> y de 33% <strong>en</strong> la OCDE. Esto pone de manifiesto <strong>el</strong>


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

estrecho vínculo de esta rama con los procesos actuales de reestructuración tecnológica y productiva<br />

liderados por los países más desarrollados.<br />

Importante por su contribución al empleo nuevo fue la rama de servicios comunales, sociales<br />

y personales (<strong>en</strong> ad<strong>el</strong>ante SCSP), <strong>en</strong> la cual <strong>el</strong> empleo creció ligeram<strong>en</strong>te por debajo d<strong>el</strong> empleo<br />

total <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> y levem<strong>en</strong>te por <strong>en</strong>cima <strong>en</strong> la OCDE. La única excepción a las<br />

coincid<strong>en</strong>cias a niv<strong>el</strong> sectorial <strong>en</strong> cuanto al crecimi<strong>en</strong>to r<strong>el</strong>ativo d<strong>el</strong> empleo fueron los servicios<br />

básicos, <strong>en</strong> los cuales este creció a una tasa <strong>el</strong>evada <strong>en</strong> la región latinoamericana y caribeña, pero<br />

sólo débilm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la OCDE 80 . Aun así, también <strong>en</strong> la OCDE estas actividades contribuyeron con<br />

un 6% a los nuevos puestos de trabajo.<br />

Como se m<strong>en</strong>cionó <strong>en</strong> la sección II, algunos autores han planteado que <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y<br />

<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> una parte importante d<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo terciario <strong>en</strong> las décadas de posguerra estuvo<br />

vinculada con un dinámico crecimi<strong>en</strong>to económico. Por lo tanto, no sorpr<strong>en</strong>de que <strong>en</strong> ese período<br />

la productividad laboral media d<strong>el</strong> sector terciario sobrepasara con creces la d<strong>el</strong> promedio de la<br />

economía regional (gráfico II.27). Durante la crisis d<strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io de 1980 <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la participación<br />

d<strong>el</strong> sector <strong>en</strong> la estructura ocupacional se ac<strong>el</strong>eró aún más, dada la debilidad de la g<strong>en</strong>eración de<br />

empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector secundario y la conc<strong>en</strong>tración de los nuevos puestos de trabajo <strong>en</strong> actividades<br />

informales, muchas de <strong>el</strong>las <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario (Tokman, 1994). En consecu<strong>en</strong>cia, la productividad<br />

laboral media d<strong>el</strong> sector terciario cayó fuertem<strong>en</strong>te, con lo que se interrumpió <strong>el</strong> auge de las décadas<br />

anteriores. Esta caída fue más fuerte que la d<strong>el</strong> conjunto de la economía, y hasta 1990 la productividad<br />

laboral d<strong>el</strong> sector bajó al niv<strong>el</strong> medio observado <strong>en</strong> la economía <strong>en</strong> su conjunto.<br />

Durante la década de 1990, <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> la productividad laboral media<br />

volvió a crecer, si bi<strong>en</strong> sin alcanzar <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de 1980. Este aum<strong>en</strong>to, sin embargo, se conc<strong>en</strong>tró <strong>en</strong><br />

los sectores primario y secundario, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> terciario la productividad laboral siguió <strong>en</strong><br />

desc<strong>en</strong>so, si bi<strong>en</strong> a tasas m<strong>en</strong>ores que <strong>en</strong> <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io de 1980. Como resultado, la productividad<br />

media d<strong>el</strong> sector terciario cayó por debajo d<strong>el</strong> promedio <strong>en</strong> la economía.<br />

• Gráfico II.27<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: Evolución de la productividad laboral, 1970-2000<br />

Dólares de 1980<br />

12 000<br />

10 000<br />

8 000<br />

6 000<br />

4 000<br />

2 000<br />

0<br />

1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000<br />

Sector primario<br />

Sector terciario<br />

Sector secundario<br />

Total<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia con base <strong>en</strong> datos de Hofman (1999) y de los países.<br />

Esta evolución polarizada que caracterizó al nuevo empleo terciario <strong>en</strong> la región latinoamericana<br />

durante la década de 1990, fue más marcada <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres que <strong>en</strong> <strong>el</strong> de los hombres.<br />

Debido a la <strong>el</strong>evada participación fem<strong>en</strong>ina <strong>en</strong> actividades terciarias de alto niv<strong>el</strong> educativo, su<br />

80<br />

Una posible explicación es la importante reducción d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los puertos y <strong>en</strong> <strong>el</strong> transporte ferroviario, que se<br />

registró <strong>en</strong> muchos países de la OCDE al modernizarse estos sistemas de transporte.


CEPAL<br />

inserción laboral experim<strong>en</strong>tó una mejoría r<strong>el</strong>ativa, <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de un empeorami<strong>en</strong>to global de la<br />

situación laboral y persist<strong>en</strong>tes brechas respecto de los hombres 81 .<br />

iii) Las características d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> las distintas ramas<br />

de actividad d<strong>el</strong> sector terciario<br />

Respecto a muchas características d<strong>el</strong> empleo, <strong>el</strong> sector terciario <strong>en</strong> su conjunto se compara<br />

favorablem<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> conjunto de las demás actividades económicas, sobre todo debido a las<br />

condiciones laborales <strong>en</strong> la actividad agropecuaria y la construcción (W<strong>el</strong>ler, 2001, pp. 69-84). Sin<br />

embargo, como se ha subrayado <strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis anterior, existe una alta heterog<strong>en</strong>eidad intrasectorial.<br />

En efecto, las cinco ramas de actividad d<strong>el</strong> sector terciario exhib<strong>en</strong> importantes difer<strong>en</strong>cias, que<br />

<strong>el</strong> cuadro II.22 muestra <strong>en</strong> forma estilizada. Ellas se refier<strong>en</strong> al niv<strong>el</strong> educativo, <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> salarial, la<br />

pres<strong>en</strong>cia de profesionales y técnicos, la participación de mujeres, los indicadores de calidad no<br />

salarial d<strong>el</strong> empleo, <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de informalidad y las pautas prevaleci<strong>en</strong>tes r<strong>el</strong>ativas al tamaño de las<br />

empresas <strong>en</strong> las diversas ramas. La pres<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> una rama de altos niv<strong>el</strong>es educativos y de calidad<br />

salarial y no salarial d<strong>el</strong> empleo, así como una <strong>el</strong>evada participación de profesionales y técnicos,<br />

indican que está estrecham<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>acionada con los procesos de modernización productiva. En<br />

cambio, los niv<strong>el</strong>es bajos <strong>en</strong> estos indicadores coincid<strong>en</strong> con altos niv<strong>el</strong>es de informalidad. La<br />

participación de las mujeres ti<strong>en</strong>e que ver tanto con <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to reci<strong>en</strong>te de la demanda de mano<br />

de obra fem<strong>en</strong>ina, conc<strong>en</strong>trado <strong>en</strong> algunas actividades terciarias, como con la alta participación<br />

d<strong>el</strong> empleo terciario informal <strong>en</strong> la estructura ocupacional, sobre todo de las mujeres de bajo niv<strong>el</strong><br />

educativo; por su lado, los patrones de tamaño de las empresas indican algunas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias de<br />

reestructuración r<strong>el</strong>acionadas con la mayor o m<strong>en</strong>or expansión de las ramas.<br />

La sinopsis que ofrece <strong>el</strong> cuadro II.22 resalta la gran heterog<strong>en</strong>eidad d<strong>el</strong> sector terciario.<br />

Puesto que por razones de espacio no es posible revisar las principales características de cada una<br />

de sus ramas 82 , a continuación se analizan las principales t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias que influyeron <strong>en</strong> la expansión<br />

d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong>las 83 .<br />

• Cuadro II.22<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: Caracterización d<strong>el</strong> empleo<br />

<strong>en</strong> las distintas ramas d<strong>el</strong> sector terciario<br />

(Hechos estilizados)<br />

Niv<strong>el</strong> educativo<br />

Electricidad,<br />

gas y agua<br />

Comercio,<br />

restaurantes<br />

y hot<strong>el</strong>es<br />

Transporte,<br />

almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to y<br />

comunicaciones<br />

Servicios<br />

comunales, sociales<br />

y personales<br />

1. Mediano 1. Mediano 1. Mediano 1. Alto 1. Bajo<br />

2. Alto 2. Bajo 2. Bajo 2. Mediano 2. Alto<br />

Niv<strong>el</strong> salarial r<strong>el</strong>ativo Alto Medio bajo Medio bajo Alto Medio bajo<br />

Participación de<br />

profesionales y técnicos<br />

Alta Baja Baja Alta Alta<br />

Participación de mujeres Baja Alta Baja Mediana a alta Alta<br />

Calidad de empleo Alta Mediana Mediana Alta Mediana<br />

Niv<strong>el</strong> de informalidad Muy bajo Alto Mediano Bajo Mediano<br />

Tamaño de empresas<br />

Fu<strong>en</strong>te: W<strong>el</strong>ler (2001, pp. 69-84).<br />

Grande<br />

1. Micro 1. Micro 1. Pymes 1. Grande<br />

2. Pymes 2. Grande 2. Grande 2. Pymes<br />

Servicios financieros,<br />

seguros, bi<strong>en</strong>es<br />

raíces y servicios<br />

a empresas<br />

81<br />

Véase al respecto OIT (1999) y Gálvez (2001).<br />

82<br />

Véase <strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler (2001, pp. 69-84) la información cuantitativa <strong>en</strong> que se basa <strong>el</strong> cuadro 3.<br />

83<br />

25 Respecto al crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> cada una de las ramas, véase <strong>el</strong> cuadro 1.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

e) Conclusiones<br />

El sector terciario ocupa un lugar cada vez más preponderante <strong>en</strong> la estructura económica, por su<br />

importancia asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te no sólo <strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración de valor agregado y de empleo, sino también <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

apoyo a empresas de otros sectores, debido al creci<strong>en</strong>te aporte de los servicios a la competitividad<br />

sistémica. Además, los servicios contribuy<strong>en</strong> a la acumulación de capital humano, factor clave<br />

para la mejora de la productividad y <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico de largo plazo. En efecto, la mayor<br />

preocupación por satisfacer las necesidades sociales básicas (educación, salud, at<strong>en</strong>ción a adultos<br />

mayores, at<strong>en</strong>ción preescolar) estimula la demanda de servicios, muchos de los cuales han sido<br />

prestados tradicionalm<strong>en</strong>te por <strong>el</strong> sector público pero cu<strong>en</strong>tan ahora con una participación cada<br />

vez mayor de la empresa privada.<br />

En <strong>el</strong> otro extremo —y debido a barreras de <strong>en</strong>trada r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te bajas, sobre todo <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

comercio y los servicios personales— <strong>el</strong> sector terciario abarca las principales actividades que<br />

facilitan la autog<strong>en</strong>eración de empleo para segm<strong>en</strong>tos de la población que son excluidos de las<br />

dinámicas productivas. Esto vale tanto para personas que no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> las calificaciones requeridas<br />

por la demanda laboral, como para nuevos <strong>en</strong>trantes al mercado de trabajo y para personas que<br />

perdieron un empleo.<br />

En r<strong>el</strong>ación con <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, se ha planteado que la fuerte expansión d<strong>el</strong><br />

empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario reflejaría una terciarización espuria, dominada por <strong>el</strong> empleo de poca<br />

productividad y bajas remuneraciones, y que esa terciarización sería estructuralm<strong>en</strong>te distinta de<br />

la terciarización g<strong>en</strong>uina de los países industrializados, los que estarían transformándose <strong>en</strong> países<br />

“posindustrializados”. Una comparación <strong>en</strong>tre los cuatro contin<strong>en</strong>tes que se han examinado <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

pres<strong>en</strong>te artículo da algún sust<strong>en</strong>to a esta tesis, debido a la <strong>el</strong>evada participación d<strong>el</strong> sector terciario<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo, dado <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de ingreso de la región. Por otra parte, <strong>el</strong> hecho de que la productividad<br />

laboral media d<strong>el</strong> sector sea alta <strong>en</strong> términos r<strong>el</strong>ativos más bi<strong>en</strong> resaltaría <strong>el</strong> peso de actividades que<br />

están vinculadas a procesos modernizadores y que son reflejo de una terciarización g<strong>en</strong>uina. Por lo<br />

tanto, si bi<strong>en</strong> una parte de la expansión d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario surge de la debilidad de la<br />

g<strong>en</strong>eración de puestos de trabajo <strong>en</strong> otros sectores y de la presión de la oferta laboral, tal empleo<br />

no es determinante de las características d<strong>el</strong> sector <strong>en</strong> su conjunto.<br />

Es importante que al hablar de terciarización <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> se t<strong>en</strong>ga pres<strong>en</strong>te<br />

siempre la pres<strong>en</strong>cia simultánea de la espuria y la g<strong>en</strong>uina, para evitar simplificaciones inadecuadas<br />

como la de id<strong>en</strong>tificar la terciarización con la informalidad o la de interpretarla exclusivam<strong>en</strong>te como<br />

expresión de la modernización posindustrial. D<strong>en</strong>tro de la heterog<strong>en</strong>eidad d<strong>el</strong> sector terciario,<br />

históricam<strong>en</strong>te las actividades vinculadas con <strong>el</strong> desarrollo social y productivo se expandieron <strong>en</strong><br />

mayor o m<strong>en</strong>or grado según las características de la modalidad de crecimi<strong>en</strong>to vig<strong>en</strong>te, mi<strong>en</strong>tras que<br />

<strong>el</strong> empleo de baja productividad mostró un comportami<strong>en</strong>to anticíclico y se increm<strong>en</strong>tó principalm<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> fases de bajo crecimi<strong>en</strong>to económico.<br />

Respecto al dec<strong>en</strong>io de 1990, y actualizando la periodización establecida por de Oliveira<br />

y Ariza (1998), se puede resumir la evolución d<strong>el</strong> empleo terciario <strong>en</strong> esa década dici<strong>en</strong>do que<br />

<strong>en</strong> la fase de reformas y apertura económica se estimuló la demanda laboral, <strong>en</strong> los servicios al<br />

productor y los servicios distributivos, mi<strong>en</strong>tras que los servicios sociales y personales redujeron<br />

su participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo d<strong>el</strong> sector terciario, pero mantuvieron un importante crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong><br />

términos absolutos. En este contexto, la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> dicho sector se caracterizó por<br />

múltiples y simultáneos procesos de inclusión y exclusión laborales 84 .<br />

Esa simultaneidad se observó sobre todo <strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración polarizada d<strong>el</strong> empleo terciario.<br />

Por un lado, <strong>en</strong> la década de 1990 algunos rubros con características laborales favorables crecieron<br />

84<br />

Véase un análisis de este concepto <strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler (2001, pp. 13-20).


CEPAL<br />

mucho más que otros, tanto d<strong>el</strong> propio sector terciario como de otros sectores. Por otro lado,<br />

una gran parte de los nuevos empleos terciarios surgió <strong>en</strong> actividades de baja productividad y<br />

con características laborales desfavorables. La polarización descrita se expresó también <strong>en</strong> las<br />

características de la demanda laboral, que estuvo sesgada <strong>en</strong> favor de personal de alto niv<strong>el</strong> educativo<br />

y fom<strong>en</strong>tó la expansión de ocupaciones que exig<strong>en</strong> las más <strong>el</strong>evadas calificaciones. Esta podría<br />

ser una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia positiva que favorecería la movilidad social basada <strong>en</strong> <strong>el</strong> mérito, ya que muchas<br />

ocupaciones d<strong>el</strong> sector se caracterizan por una gran demanda de capital humano que no está<br />

estrecham<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>acionada con una alta d<strong>en</strong>sidad de capital. Sin embargo, la fuerte segm<strong>en</strong>tación<br />

d<strong>el</strong> sistema educativo <strong>en</strong> muchos países de la región restringiría <strong>el</strong> alcance de esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia positiva.<br />

Además, la débil demanda laboral de personas de bajo niv<strong>el</strong> educativo ha obligado a muchas de<br />

<strong>el</strong>las a autog<strong>en</strong>erar empleo de superviv<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> ocupaciones con bajas barreras de <strong>en</strong>trada.<br />

En <strong>el</strong> caso de las mujeres, la polarización laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario ha sido especialm<strong>en</strong>te<br />

marcada. La alta y creci<strong>en</strong>te pres<strong>en</strong>cia de mujeres <strong>en</strong> dicho sector y la expansión d<strong>el</strong> mismo<br />

favorecieron la incorporación productiva de la creci<strong>en</strong>te oferta laboral fem<strong>en</strong>ina. Sin embargo, la<br />

demanda laboral estuvo muy sesgada hacia mujeres de niv<strong>el</strong>es educativos intermedios y altos,<br />

mi<strong>en</strong>tras que las mujeres m<strong>en</strong>os calificadas <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>taron serias dificultades para <strong>en</strong>contrar empleos<br />

de bu<strong>en</strong>a calidad.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Parte G<br />

1. El empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

a) Introducción<br />

Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2012 (CEPAL, 2012),<br />

Cap. III, pp. 131-163.<br />

En una región muy desigual <strong>en</strong> varias dim<strong>en</strong>siones, es fundam<strong>en</strong>tal que los sistemas de<br />

protección social se amplí<strong>en</strong> y rediseñ<strong>en</strong> para dar respuesta a la nueva demanda de cuidados,<br />

eje que deberá ser prioritario <strong>en</strong> las políticas, ya que se vincula con distintas aristas de la<br />

desigualdad. La consideración d<strong>el</strong> trabajo remunerado <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado ti<strong>en</strong>e diversas<br />

implicancias políticas, ya que su ext<strong>en</strong>sión y las condiciones bajo <strong>en</strong> que se desarrolla reflejan<br />

cómo resu<strong>el</strong>ve cada país las necesidades creci<strong>en</strong>tes de cuidado de dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, y pone<br />

de r<strong>el</strong>ieve la fortaleza o debilidad d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> la política pública.<br />

Para avanzar <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de cómo <strong>el</strong> cuidado se construye y valora <strong>en</strong> las sociedades<br />

modernas y compr<strong>en</strong>der cabalm<strong>en</strong>te lo que ha dado <strong>en</strong> llamarse “la economía d<strong>el</strong> cuidado” es<br />

necesario incorporar tanto <strong>el</strong> cuidado remunerado como <strong>el</strong> no remunerado. En la región se ha<br />

avanzado sustantivam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> conocimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> cuidado no remunerado, que ha salido de la<br />

zona de invisibilidad <strong>en</strong> la que se <strong>en</strong>contraba años atrás para incorporarse <strong>en</strong> la discusión sobre<br />

las ag<strong>en</strong>das de políticas de los países (véase <strong>el</strong> recuadro III.1) 85 . Los esfuerzos de la región por<br />

g<strong>en</strong>erar información adecuada para analizar <strong>el</strong> cuidado no remunerado han r<strong>en</strong>dido frutos, lo que<br />

resulta r<strong>el</strong>evante desde una perspectiva de igualdad de género (Araya, 2003; Milosavljevic y Tacla,<br />

2007; Milosavljevic, 2007; CEPAL, 2007, 2010a y b; Observatorio de igualdad de género de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2010; Espejo, Filgueira y Rico, 2010). Sin embargo, las investigaciones <strong>en</strong> la<br />

región no se han c<strong>en</strong>trado <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo de cuidado remunerado y, <strong>en</strong> términos g<strong>en</strong>erales, este<br />

no se ha difer<strong>en</strong>ciado <strong>en</strong> los mercados laborales, a pesar de que —más allá de las dificultades<br />

metodológicas— se cu<strong>en</strong>ta con información estadística para su estudio.<br />

A niv<strong>el</strong> internacional se ha avanzado considerablem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> las investigaciones sobre <strong>el</strong><br />

empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado. Los estudios realizados <strong>en</strong> países desarrollados muestran que<br />

su<strong>el</strong>e t<strong>en</strong>er características específicas que lo difer<strong>en</strong>cian de otros sectores: está muy feminizado,<br />

ti<strong>en</strong>e escaso acceso a la protección social, gran pres<strong>en</strong>cia de migrantes, alta rotación y bajos<br />

ingresos. La combinación de estas variables alerta sobre un espacio donde se conjugan y pot<strong>en</strong>cian<br />

precariedad, discriminación y desigualdades.<br />

Por su parte, <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> ti<strong>en</strong>e todavía una gran deuda <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con la investigación de este<br />

tema. Se cu<strong>en</strong>ta con importantes anteced<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>el</strong> estudio comparado d<strong>el</strong> empleo doméstico (CEPAL,<br />

2007; Val<strong>en</strong>zu<strong>el</strong>a y Moras, 2009; Blofi<strong>el</strong>d, 2012) y también <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> empleo y las remuneraciones<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de la educación (Navarro, 2002; Liang, 2003; Vaillant y Ross<strong>el</strong>, <strong>2006</strong>; Cerrutti, 2008; Mizala y<br />

Ñopo, 2011) y de la salud (Malvárez y Castrillón, 2005; Rico y Marco, <strong>2006</strong>; Pautassi, <strong>2006</strong>). Sin embargo,<br />

exist<strong>en</strong> muy pocos estudios que abord<strong>en</strong> <strong>en</strong> conjunto y <strong>en</strong> forma comparada <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector<br />

d<strong>el</strong> cuidado.<br />

El análisis d<strong>el</strong> trabajo remunerado d<strong>el</strong> cuidado y las condiciones <strong>en</strong> que ti<strong>en</strong>e lugar no solo<br />

es importante porque la ocupación <strong>en</strong> ese sector probablem<strong>en</strong>te aum<strong>en</strong>te como consecu<strong>en</strong>cia<br />

de varias consideraciones tratadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> capítulo previo, sino también por sus vínculos con<br />

distintas aristas de la desigualdad y sus implicancias políticas. En <strong>el</strong> pres<strong>en</strong>te estudio se<br />

observa la exist<strong>en</strong>cia de diversos nexos <strong>en</strong> las distintas sociedades <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> cuidado y los roles<br />

de género que se atribuy<strong>en</strong> a características innatas o naturales de las mujeres y, <strong>en</strong> última<br />

instancia, se refleja la manera <strong>en</strong> que cada país resu<strong>el</strong>ve las necesidades creci<strong>en</strong>tes de cuidado<br />

85<br />

Este esfuerzo también se ha plasmado <strong>en</strong> los Cons<strong>en</strong>sos de Quito (2007) y Brasilia (2010), aprobados la X y XI<br />

Confer<strong>en</strong>cias Regionales sobre la Mujer de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, respectivam<strong>en</strong>te.


CEPAL<br />

de dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes (European Foundation, <strong>2006</strong>; Recio, 2010) y se pone de r<strong>el</strong>ieve la fortaleza o<br />

debilidad d<strong>el</strong> posicionami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> <strong>el</strong> ámbito de la política pública.<br />

Para avanzar <strong>en</strong> la definición de una ag<strong>en</strong>da pública <strong>en</strong> este ámbito se deb<strong>en</strong> contemplar<br />

las particularidades <strong>en</strong> cada país d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> este sector, lo cual hace imprescindible g<strong>en</strong>erar<br />

información y análisis sobre la temática. En este capítulo se trata de saldar esas deudas de la<br />

investigación regional y de alertar sobre la situación de un sector clave d<strong>el</strong> mercado laboral, cuyas<br />

condiciones, vistas a la luz de las condiciones más globales d<strong>el</strong> empleo, hablan respecto d<strong>el</strong><br />

lugar que ocupa <strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> las políticas públicas, lo que incide s<strong>en</strong>siblem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la calidad<br />

de los servicios. Se parte de la base que <strong>el</strong> Estado debe jugar un rol clave <strong>en</strong> la regulación d<strong>el</strong><br />

mercado laboral y <strong>en</strong> la estructuración de las condiciones <strong>en</strong> que se desarrollan los empleos <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado (Razavi y Staab, 2010).<br />

El capítulo se organiza <strong>en</strong> seis secciones, además de la pres<strong>en</strong>te introducción. En la<br />

sección b) se d<strong>el</strong>imita conceptual y empíricam<strong>en</strong>te este segm<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mercado laboral a partir<br />

de la literatura internacional, la reflexión regional y los datos de las <strong>en</strong>cuestas de hogares. En la<br />

sección C se analiza la importancia d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, así<br />

como su evolución <strong>en</strong> la última década. Aunque este análisis parte de la utilidad de construir un<br />

conglomerado único que <strong>en</strong>globe al conjunto de los ocupados d<strong>el</strong> cuidado, se rev<strong>el</strong>a la exist<strong>en</strong>cia<br />

de dos mundos bi<strong>en</strong> distintos d<strong>en</strong>tro de esta categoría: <strong>el</strong> servicio doméstico —o qui<strong>en</strong>es prestan<br />

servicios directos a los hogares— y <strong>el</strong> resto de los cuidadores —que trabajan básicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

servicios de salud y educación—. Por esta razón, a lo largo d<strong>el</strong> capítulo se hace especial hincapié<br />

<strong>en</strong> las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre ambos, aunque también se incorpora <strong>el</strong> análisis d<strong>el</strong> sector <strong>en</strong> su totalidad.<br />

Sigui<strong>en</strong>do esta lógica, <strong>en</strong> las secciones D y E se detallan las características de los trabajadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado así como sus condiciones laborales, y se destaca no solo las fuertes disparidades<br />

que exist<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los sino también las distancias que los separan d<strong>el</strong> resto de los ocupados.<br />

En la sección F se profundiza <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo doméstico por su peso específico <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong><br />

cuidado, y se abordan aspectos como la regulación laboral y <strong>el</strong> vínculo con la migración. En la<br />

última sección se pres<strong>en</strong>tan las reflexiones finales a modo de síntesis.<br />

b) Debate conceptual y metodológico<br />

A partir de la conceptualización d<strong>el</strong> cuidado adoptada, se id<strong>en</strong>tifica como trabajadores<br />

remunerados d<strong>el</strong> cuidado a aqu<strong>el</strong>los que prestan servicios a otras personas dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

para su superviv<strong>en</strong>cia o desarrollo personal, cuando este implica una r<strong>el</strong>ación directa <strong>en</strong>tre<br />

<strong>el</strong> cuidador y <strong>el</strong> cuidado. Se d<strong>el</strong>imitan las sigui<strong>en</strong>tes ocupaciones d<strong>en</strong>tro de las ramas de la<br />

salud, educación y servicios personales y a los hogares: maestros y asist<strong>en</strong>tes de educación<br />

preescolar y, <strong>en</strong> especial, niñeras, <strong>en</strong>fermeros y auxiliares de <strong>en</strong>fermería, otros trabajadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado y la at<strong>en</strong>ción de personas, acompañantes y trabajadores d<strong>el</strong> servicio doméstico.<br />

A niv<strong>el</strong> internacional, existe un conjunto amplio de investigaciones que analizan <strong>el</strong> trabajo remunerado<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado. Esta acumulación ha ido acompañando los avances <strong>en</strong> la reflexión sobre <strong>el</strong><br />

reconocimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> trabajo no remunerado <strong>en</strong> la economía y la conciliación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> trabajo productivo<br />

y reproductivo. Sin embargo, aunque dialoga con estos avances, constituye una línea analítica <strong>en</strong> sí<br />

misma, con un reflejo notorio <strong>en</strong> las políticas públicas.<br />

Un desafío fundam<strong>en</strong>tal que estos estudios han <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tado es definir los criterios para<br />

id<strong>en</strong>tificar a los trabajadores remunerados <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado. Al revisar la literatura se observa<br />

la aus<strong>en</strong>cia de una única definición y la exist<strong>en</strong>cia de criterios muy variados para establecer qué<br />

empleos deb<strong>en</strong> incluirse <strong>en</strong> ese sector.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Se pued<strong>en</strong> distinguir tres <strong>en</strong>foques <strong>en</strong> la id<strong>en</strong>tificación d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado,<br />

que se han ido desarrollando <strong>en</strong> <strong>el</strong> tiempo. El primero, más g<strong>en</strong>eral, considera todas las ocupaciones<br />

vinculadas al cuidado físico y emocional (nurturance) (England, 1992, England, Thompson y Aman,<br />

2001) indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de si existe contacto cara a cara o si la r<strong>el</strong>ación implica la provisión de<br />

servicios a dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes o no. El conjunto de ocupaciones incluidas <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuidado de acuerdo con<br />

este criterio resulta bastante amplio (véase <strong>el</strong> cuadro II.23).<br />

Un segundo <strong>en</strong>foque, más acotado, define específicam<strong>en</strong>te a las ocupaciones <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector<br />

d<strong>el</strong> cuidado e incluye a todas aqu<strong>el</strong>las <strong>en</strong> que los trabajadores deb<strong>en</strong> proveer un servicio cara a<br />

cara que permite desarrollar las capacidades humanas de qui<strong>en</strong>es lo recib<strong>en</strong> (England, Budig y<br />

Folbre, 2002) 86 . Según esta definición, bastante ext<strong>en</strong>dida <strong>en</strong> la literatura, se considera trabajadores<br />

de este sector a maestros y profesores —de cualquier niv<strong>el</strong> educativo—, <strong>en</strong>fermeros, terapeutas y<br />

trabajadores de salas cuna y jardines infantiles (England, Budig y Folbre, 2002). También se incluye<br />

<strong>en</strong> esta definición a médicos, odontólogos, otras profesiones técnicas asociadas a la medicina,<br />

asist<strong>en</strong>tes sociales y trabajadores vinculados a obras r<strong>el</strong>igiosas (véase <strong>el</strong> cuadro II.23).<br />

Finalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> <strong>el</strong> tercer <strong>en</strong>foque se restringe la gama de ocupaciones, argum<strong>en</strong>tando que<br />

su heterog<strong>en</strong>eidad at<strong>en</strong>ta contra <strong>el</strong> esfuerzo de id<strong>en</strong>tificar los déficits <strong>en</strong> términos de mercado y las<br />

condiciones laborales que <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado de personas dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

(niños, <strong>en</strong>fermos y adultos mayores) (Razavi y Staab, 2010). Se aduce también que <strong>el</strong> primer <strong>en</strong>foque<br />

implica privilegiar aspectos r<strong>el</strong>acionales y de cuidado físico y emocional sobre otros aspectos d<strong>el</strong><br />

trabajo reproductivo, como la limpieza o la preparación de alim<strong>en</strong>tos (Razavi, 2007). Por estas dos<br />

razones, este tercer <strong>en</strong>foque excluye a los profesores de educación media y universitaria, los médicos<br />

y odontólogos, y considera d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> sector a <strong>en</strong>fermeros, maestros de educación preescolar y<br />

primaria, trabajadores de jardines infantiles y salas cuna, cuidadores de adultos mayores, trabajadores<br />

sociales y cuidadores de cualquier tipo <strong>en</strong> los hogares e incluye también a los trabajadores domésticos<br />

(Razavi y Staab, 2010).<br />

En <strong>el</strong> cuadro II.23 se sintetizan las ocupaciones abarcadas por cada uno de los tres <strong>en</strong>foques:<br />

• Cuadro II.23<br />

Definiciones y criterios de inclusión de ocupaciones asociadas al cuidado<br />

Enfoque Ocupaciones Criterio de inclusión<br />

1. Trabajo que involucra cuidado<br />

físico y emocional <strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido<br />

amplio England (1992)<br />

2. Los trabajadores prove<strong>en</strong> un<br />

servicio que permite desarrollar<br />

las capacidades humanas de<br />

qui<strong>en</strong>es lo recib<strong>en</strong> England,<br />

Budig y Folbre (2002)<br />

3. Los trabajadores prove<strong>en</strong> un<br />

servicio a personas dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

(niños, <strong>en</strong>fermos, adultos mayores y<br />

discapacitados), incluido <strong>el</strong> trabajo<br />

reproductivo r<strong>el</strong>acional y no r<strong>el</strong>acional<br />

Razavi (2007); Razavi y Staab (2010)<br />

Incluidas: médicos, terapeutas, ocupaciones técnicas de<br />

la salud, auxiliares de médicos, <strong>en</strong>fermeros, maestros y<br />

profesores, auxiliares doc<strong>en</strong>tes, trabajadores sociales, técnicos<br />

<strong>en</strong> recreación, personal de servicios sociales, bibliotecólogos,<br />

p<strong>el</strong>uqueros, v<strong>en</strong>dedores de distintos productos, trabajadores<br />

d<strong>el</strong> servicio doméstico, cuidadores de niños, mozos,<br />

asc<strong>en</strong>soristas, trabajadores r<strong>el</strong>igiosos, cajeros, recepcionistas,<br />

conductores de taxis y choferes, porteadores de equipaje.<br />

Incluidas: médicos, terapeutas, ocupaciones técnicas de<br />

la salud, auxiliares de médicos, <strong>en</strong>fermeros, maestros y<br />

profesores, auxiliares doc<strong>en</strong>tes, trabajadores sociales,<br />

técnicos <strong>en</strong> recreación, personal de servicios sociales,<br />

bibliotecólogos, p<strong>el</strong>uqueros, trabajadores d<strong>el</strong> servicio<br />

doméstico, cuidadores de niños, trabajadores r<strong>el</strong>igiosos.<br />

Excluidas: v<strong>en</strong>dedores, asc<strong>en</strong>soristas, p<strong>el</strong>uqueros, conductores de<br />

taxis y choferes, porteadores de equipaje, cajeros, recepcionistas.<br />

Incluidas: <strong>en</strong>fermeros, maestros de educación preescolar y<br />

primaria, trabajadores de jardines infantiles y salas cuna,<br />

cuidadores de adultos mayores, trabajadores sociales, cuidadores<br />

de cualquier tipo <strong>en</strong> los hogares, trabajadores domésticos.<br />

Excluidas: profesores de educación media y universitaria,<br />

médicos y odontólogos, bibliotecólogos.<br />

Actividades asociadas directa o<br />

indirectam<strong>en</strong>te al cuidado físico<br />

y emocional<br />

Provisión de servicios con<br />

r<strong>el</strong>ación personal que impliqu<strong>en</strong><br />

desarrollo de capacidades<br />

humanas de qui<strong>en</strong>es lo recib<strong>en</strong><br />

Aproximación a provisión de servicios<br />

con r<strong>el</strong>ación personal que implique<br />

desarrollo de capacidades humanas<br />

<strong>en</strong> personas dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de P. England, Comparable Worth:<br />

Theories and Evid<strong>en</strong>ce, Nueva York, Aldine de Gruyter, 1992; P. England, M. Budig y N. Folbre, “Wages of virtue: The r<strong>el</strong>ative<br />

pay of care work”, Social Problems, vol. 49, Nº 4, 2002; S. Razavi y S. Staab, “Underpaid and overworked: a cross-national<br />

perspective on care workers”, International Labour Review, vol. 149, Nº 4, 2010.<br />

86<br />

Se refiere a capacidades que son útiles para la persona o para los otros. Esto incluye salud física y m<strong>en</strong>tal, y habilidades<br />

físicas, cognitivas y emocionales, como autodisciplina, empatía y cuidado (England, Budig y Folbre; 2002).


CEPAL<br />

Además de estas definiciones que clasifican un conjunto de ocupaciones para d<strong>el</strong>imitar<br />

g<strong>en</strong>éricam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado, exist<strong>en</strong> algunos ejercicios que establec<strong>en</strong><br />

subcategorías o estratos a partir de criterios como los rasgos de la población receptora d<strong>el</strong> cuidado,<br />

la posición <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral y <strong>el</strong> vínculo que implica <strong>el</strong> servicio de cuidado 87 .<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> son escasos los análisis <strong>en</strong> profundidad d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong><br />

cuidado. Entre <strong>el</strong>los, hay dos investigaciones cuyo objetivo c<strong>en</strong>tral es dim<strong>en</strong>sionar cuántos son los<br />

trabajadores d<strong>el</strong> cuidado, qué perfil ti<strong>en</strong><strong>en</strong> y <strong>en</strong> qué condiciones trabajan <strong>en</strong> países específicos. Para<br />

<strong>el</strong> caso de la Arg<strong>en</strong>tina, Esquiv<strong>el</strong> (2010) dim<strong>en</strong>siona <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado y analiza su<br />

composición, las características de los ocupados y las principales difer<strong>en</strong>cias que pres<strong>en</strong>tan con <strong>el</strong><br />

conjunto de los trabajadores. Sigui<strong>en</strong>do a England, Budig y Folbre (2002), <strong>en</strong> ese ejercicio se incluy<strong>en</strong><br />

como trabajadores d<strong>el</strong> cuidado a médicos y otras ocupaciones médicas, profesores y maestros (de<br />

todos los niv<strong>el</strong>es educativos, incluidos auxiliares), trabajadores domésticos y otros trabajadores d<strong>el</strong><br />

cuidado. En otra investigación se analiza <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay (Aguirre,<br />

2010). En este caso se id<strong>en</strong>tifica a los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado a partir d<strong>el</strong> cruce <strong>en</strong>tre ramas de<br />

actividad y las ocupaciones <strong>en</strong> la <strong>en</strong>cuesta de hogares. El criterio utilizado —más restrictivo que <strong>el</strong><br />

aplicado para la Arg<strong>en</strong>tina— incluye ciertas categorías de trabajadores de cuidados personales y<br />

de otros trabajadores de servicios personales, así como algunas ocupaciones específicas d<strong>en</strong>tro<br />

de las ramas de la salud y la educación.<br />

En este capítulo se parte de la conceptualización d<strong>el</strong> cuidado discutida <strong>en</strong> <strong>el</strong> capítulo previo<br />

para id<strong>en</strong>tificar a los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado. Esto implica considerar actividades<br />

heterogéneas, que involucran distintas situaciones <strong>en</strong> cuánto a fragilidad y autonomía, <strong>en</strong> particular:<br />

<strong>el</strong> cuidado de los niños, <strong>el</strong> cuidado de personas de edad muy avanzada y <strong>en</strong>fermos, y <strong>el</strong> cuidado<br />

de discapacitados. En <strong>el</strong> caso de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, también supone una consideración especial<br />

de las actividades vinculadas a las tareas domésticas, dada su r<strong>el</strong>evancia numérica y la singular<br />

superposición de desigualdades y desprotección que <strong>en</strong> <strong>el</strong>las se conjugan (CEPAL, 2007, Val<strong>en</strong>zu<strong>el</strong>a<br />

y Moras, 2009; Rodgers, 2009, Blofi<strong>el</strong>d, 2012).<br />

A partir de los anteced<strong>en</strong>tes internacionales y regionales, así como de las v<strong>en</strong>tajas y limitaciones<br />

de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los países de la región con que se realiza <strong>el</strong> análisis, se opta por<br />

considerar como trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado a aqu<strong>el</strong>los que prest<strong>en</strong> servicios a otras<br />

personas dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes para su superviv<strong>en</strong>cia o desarrollo personal, cuando estos impliqu<strong>en</strong> una<br />

r<strong>el</strong>ación directa <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> cuidador y <strong>el</strong> cuidado. Desde este punto de vista, la definición aquí adoptada<br />

se ubica d<strong>en</strong>tro de los <strong>en</strong>foques más restrictivos antes revisados (Razavi y Staab, 2010; Aguirre, 2010).<br />

Se realizó una revisión de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los países de la región (de dos<br />

rondas, 2000 y 2010) que permitió id<strong>en</strong>tificar a los trabajadores mediante un cruce de la rama<br />

de actividad y la ocupación 88 . Se consideraron las ocupaciones de los trabajadores incluidos <strong>en</strong><br />

tres ramas de actividad —<strong>en</strong>señanza, salud y servicios sociales, y servicios <strong>en</strong> los hogares— y se<br />

analizaron <strong>en</strong> detalle las ocupaciones involucradas <strong>en</strong> cada una de estas actividades, para decidir<br />

si pert<strong>en</strong>ecían al sector d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> función d<strong>el</strong> marco conceptual adoptado. Esta d<strong>el</strong>imitación<br />

permite una aproximación razonable al empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado y facilita la comparación<br />

<strong>en</strong>tre los distintos países.<br />

El resultado de este ejercicio es la clasificación como trabajadores d<strong>el</strong> sector de qui<strong>en</strong>es,<br />

d<strong>en</strong>tro de las ramas de actividad antes m<strong>en</strong>cionadas, det<strong>en</strong>tan las sigui<strong>en</strong>tes ocupaciones: maestros<br />

87<br />

Folbre (<strong>2006</strong>) analiza subcategorías d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> cuidados parti<strong>en</strong>do d<strong>el</strong> cruce <strong>en</strong>tre la posición d<strong>el</strong> ocupado <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> mercado laboral (formal o informal) y <strong>el</strong> tipo de población a la que provee <strong>el</strong> servicio de cuidado. La Organización de<br />

Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) distingue, d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> cuidados de largo plazo, <strong>el</strong> profesional<br />

y <strong>el</strong> no profesional (OCDE, 2011b). Finalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> una investigación sobre las características d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector<br />

d<strong>el</strong> cuidado y afines Simon y otros (2008) clasifican las ocupaciones <strong>en</strong> cuatro grandes categorías según <strong>el</strong> sector de<br />

servicios <strong>en</strong> que se inscrib<strong>en</strong>: cuidado social, cuidado infantil, cuidados de <strong>en</strong>fermería y sector educativo.<br />

88<br />

En <strong>el</strong> caso de trabajadores con más de un trabajo, la id<strong>en</strong>tificación se basa <strong>en</strong> la codificación de ocupación y rama<br />

correspondi<strong>en</strong>te a la ocupación principal.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

y asist<strong>en</strong>tes de educación preescolar 89 , maestros y profesores de educación especial, niñeras,<br />

<strong>en</strong>fermeros profesionales y titulados, auxiliares y ayudantes de <strong>en</strong>fermería —tanto <strong>en</strong> domicilio<br />

como <strong>en</strong> instituciones—, otros trabajadores d<strong>el</strong> cuidado y la at<strong>en</strong>ción de personas, acompañantes<br />

y trabajadores d<strong>el</strong> servicio doméstico 90 . En contraste, la d<strong>el</strong>imitación no considera como parte de<br />

los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado a los profesores de educación primaria, media y superior, los médicos<br />

y otros profesionales de la salud, ya que se considera que sus servicios no se inscrib<strong>en</strong> d<strong>en</strong>tro de<br />

la noción de cuidado (véase <strong>el</strong> cuadro II.24). Los criterios adoptados, sin duda discrecionales, se<br />

derivan de las definiciones explicitadas <strong>en</strong> las páginas conceptuales previas a este capítulo —que<br />

pon<strong>en</strong> <strong>el</strong> énfasis <strong>en</strong> <strong>el</strong> tipo de servicio que se provee y <strong>en</strong> la condición d<strong>el</strong> s ujeto cuidado—, y se<br />

adaptan a las posibilidades que permite la información de las <strong>en</strong>cuestas de hogares.<br />

• Cuadro II.24<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: d<strong>el</strong>imitación d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado<br />

mediante <strong>en</strong>cuestas de hogares<br />

Rama/ocupaciones Incluidas No incluidas<br />

Enseñanza (80)<br />

(801) Enseñanza primaria<br />

(incluye preescolar)<br />

(809) Otros tipos de <strong>en</strong>señanza<br />

Maestros de <strong>en</strong>señanza preescolar<br />

Profesores de educación primaria, media y superior<br />

Asist<strong>en</strong>tes de <strong>en</strong>señanza preescolar y asist<strong>en</strong>tes de párvulos<br />

Profesores de educación especial<br />

Niñeras<br />

Servicios sociales y<br />

de salud (85)<br />

(851) Actividades r<strong>el</strong>acionadas<br />

con la salud humana<br />

(853) Actividades de<br />

servicios sociales<br />

(95) Hogares privados con<br />

servicio doméstico<br />

Auxiliares y ayudantes de <strong>en</strong>fermería<br />

Personal de <strong>en</strong>fermería no clasificado <strong>en</strong> otra parte<br />

Enfermeros profesionales, titulados, de<br />

niv<strong>el</strong> superior o diplomados<br />

Trabajadores d<strong>el</strong> cuidado y la at<strong>en</strong>ción de personas,<br />

trabajadores de cuidados personales y afines<br />

Maestros y asist<strong>en</strong>tes de <strong>en</strong>señanza preescolar<br />

Asist<strong>en</strong>tes de párvulos<br />

Niñeras y c<strong>el</strong>adoras infantiles<br />

Enfermeros y ayudantes de <strong>en</strong>fermería<br />

<strong>en</strong> instituciones<br />

Cocineros, acompañantes, ayudas de cámara<br />

y trabajadores d<strong>el</strong> servicio doméstico Personal<br />

doméstico y afines, limpiadores, lavanderos y<br />

planchadores, empleados domésticos<br />

Ecónomos, mayordomos y afines,<br />

niñeras y c<strong>el</strong>adoras infantiles<br />

Ayudantes y auxiliares de <strong>en</strong>fermería<br />

<strong>en</strong> instituciones y a domicilio<br />

Médicos g<strong>en</strong>erales y especialistas,<br />

médicos y profesionales afines<br />

(excepto personal de <strong>en</strong>fermería)<br />

Otros profesionales <strong>en</strong> ci<strong>en</strong>cias de la salud<br />

(fisioterapeutas, ergoterapeutas, asist<strong>en</strong>tes<br />

médicos y practicantes, parteras, practicantes<br />

de la medicina tradicional, técnicos de salud y<br />

laboratorio, dietistas, nutricionistas, optometristas,<br />

d<strong>en</strong>tistas, auxiliares de d<strong>en</strong>tistas y odontólogos)<br />

Profesionales, técnicos y asist<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> trabajo<br />

social y <strong>en</strong> planificación económica y social<br />

Otros trabajadores de los cuidados<br />

a personas y afines<br />

Especialistas <strong>en</strong> administración de<br />

personal, asist<strong>en</strong>cia y bi<strong>en</strong>estar social<br />

y organización ocupacional<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

A partir de la aplicación de estos criterios a las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los países de la<br />

región disponibles <strong>en</strong> dos mom<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> <strong>el</strong> tiempo (alrededor de 2000 y 2010), se optó por validar la<br />

id<strong>en</strong>tificación d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado para 14 de los 18 países <strong>en</strong> esos dos mom<strong>en</strong>tos 91 .<br />

c) El empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado repres<strong>en</strong>ta —dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do d<strong>el</strong> país—<br />

<strong>en</strong>tre un 5% y un 10% d<strong>el</strong> empleo total. En la última década, la proporción de ocupados<br />

<strong>en</strong> este sector se ha mant<strong>en</strong>ido r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te estable. No existe una r<strong>el</strong>ación significativa<br />

<strong>en</strong>tre <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de bi<strong>en</strong>estar económico de los países o la participación laboral de las mujeres<br />

y <strong>el</strong> tamaño d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado. Tres cuartas partes de los trabajadores<br />

89<br />

Se incluy<strong>en</strong> todos los maestros y asist<strong>en</strong>tes de educación preescolar, indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de la edad de los niños con<br />

los que trabajan.<br />

90<br />

Se consideran todos los hogares, incluidos los que no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> personas dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.<br />

91<br />

Se excluyó d<strong>el</strong> análisis a la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de). En <strong>el</strong> cuadro A.1<br />

d<strong>el</strong> anexo se pres<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> fundam<strong>en</strong>to de esta exclusión.


CEPAL<br />

d<strong>el</strong> cuidado pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> al servicio doméstico <strong>en</strong> los hogares, mi<strong>en</strong>tras que la cuarta parte<br />

restante se desempeña <strong>en</strong> otras áreas, como la educación y la salud.<br />

A partir de la definición d<strong>el</strong> cuidado adoptada y de los criterios metodológicas escogidos, <strong>en</strong><br />

este apartado se analiza <strong>en</strong> profundidad <strong>el</strong> tamaño, la evolución y la composición d<strong>el</strong> empleo<br />

<strong>en</strong> este sector. En <strong>el</strong> pres<strong>en</strong>te análisis se toma como refer<strong>en</strong>cia al conjunto de los trabajadores<br />

remunerados d<strong>el</strong> cuidado pero también se difer<strong>en</strong>cia d<strong>en</strong>tro de ese grupo al servicio doméstico<br />

d<strong>el</strong> resto de los cuidadores.<br />

i) Tamaño y evolución reci<strong>en</strong>te<br />

Al analizar <strong>el</strong> tamaño y la evolución d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado surg<strong>en</strong> tres preguntas clave.<br />

La primera se refiere al peso de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de los ocupados. El<br />

ejercicio realizado para esta edición d<strong>el</strong> Panorama Social indica que <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong><br />

este sector repres<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> la actualidad <strong>el</strong> 6,7% d<strong>el</strong> empleo. Sin embargo, este promedio esconde un<br />

panorama algo heterogéneo. En países como <strong>el</strong> Uruguay, <strong>el</strong> Brasil y Chile, por ejemplo, <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado supera <strong>el</strong> 8% d<strong>el</strong> total de los ocupados (9,2%, 8,5% y 8,3%, respectivam<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> 2010). En <strong>el</strong> otro extremo, <strong>en</strong> 6 de los 14 países analizados (Honduras, Perú, Ecuador, México, El<br />

Salvador y Nicaragua) <strong>el</strong> valor está por debajo d<strong>el</strong> 5% d<strong>el</strong> total de los ocupados (véase <strong>el</strong> gráfico II.28).<br />

• Gráfico II.28<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado, por subsector,<br />

alrededor de 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

20<br />

18<br />

16<br />

14<br />

12<br />

10<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

0<br />

9,2<br />

8,5 8,3 7,8 7,7 7,5<br />

3,4 2,0<br />

0,8<br />

3,1 2,7 2,6<br />

5,8 6,4<br />

6,8<br />

5,2 5,1 4,8<br />

Uruguay a<br />

Brasil b<br />

Chile b<br />

Costa Rica<br />

Paraguay<br />

Rep. Dominicana<br />

6,4<br />

5,9<br />

3,1 4,8 4,8<br />

2,6<br />

4,5 4,4 4,1<br />

1,0 1,0<br />

3,7<br />

0,9 1,2 1,2<br />

1,7<br />

3,2 3,3 3,7 3,7 3,6 3,2 2,9<br />

2,1<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de) c<br />

Panamá<br />

Nicaragua d<br />

El Salvador<br />

México<br />

Ecuador a<br />

Perú<br />

Honduras<br />

6,7<br />

1,7<br />

5,0<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> e<br />

Servicio doméstico<br />

Resto de cuidadores<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

b<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 2009.<br />

c<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 2007.<br />

d<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 2005.<br />

e<br />

Promedio ponderado.<br />

También es importante señalar <strong>el</strong> peso d<strong>el</strong> servicio doméstico d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> total d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado. En promedio, <strong>el</strong> 5% de los trabajadores pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> al servicio doméstico, y <strong>el</strong><br />

1,7% al resto de las ocupaciones d<strong>el</strong> cuidado. Esta composición es determinante para caracterizar<br />

este conjunto de trabajadores. Debido a las grandes difer<strong>en</strong>cias que exist<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre los dos subgrupos,<br />

que se ilustran <strong>en</strong> detalle a lo largo d<strong>el</strong> capítulo, se ha optado por pres<strong>en</strong>tar la información tanto para<br />

<strong>el</strong> conjunto de ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado, como desagregada por subgrupos.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

La segunda pregunta se refiere a la evolución de este indicador y plantea si <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

sector d<strong>el</strong> cuidado ha crecido como cabría esperar de acuerdo al increm<strong>en</strong>to de las demandas de<br />

cuidado y a los cambios <strong>en</strong> las estructuras familiares y los roles de las mujeres. En la segunda mitad<br />

d<strong>el</strong> siglo XX, varios países desarrollados aum<strong>en</strong>taron significativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> número de trabajadores<br />

dedicados a tareas de cuidado (Folbre y N<strong>el</strong>son, 2000; Simon y otros, 2008; European Foundation,<br />

<strong>2006</strong>) y las previsiones apuntan a que <strong>el</strong> sector seguirá creci<strong>en</strong>do. En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, <strong>en</strong> cambio,<br />

no existe evid<strong>en</strong>cia contund<strong>en</strong>te que permita evaluar <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to de este sector <strong>en</strong> un período<br />

sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te largo de tiempo. Además, <strong>el</strong> fuerte peso d<strong>el</strong> servicio doméstico <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de<br />

los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado plantea un esc<strong>en</strong>ario singular.<br />

Más allá de esto, es posible dar <strong>el</strong> primer paso para monitorear <strong>el</strong> indicador a lo largo d<strong>el</strong><br />

tiempo. Entre 2000 y 2010 la proporción de ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado se ha mant<strong>en</strong>ido<br />

r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te estable: <strong>en</strong> 2000 los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado repres<strong>en</strong>taban <strong>el</strong> 6,2% d<strong>el</strong><br />

total de los ocupados, por lo que <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong> la importancia d<strong>el</strong> sector a lo largo de la década fue<br />

muy pequeño (véase <strong>el</strong> gráfico II.29). Tampoco se observan cambios significativos <strong>en</strong> la evolución<br />

d<strong>el</strong> peso d<strong>el</strong> servicio doméstico y d<strong>el</strong> resto de los cuidadores.<br />

• Gráfico II.29<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): evolución de los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado,<br />

promedio ponderado, alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

8<br />

7<br />

6<br />

5<br />

6,2<br />

1,5<br />

6,7<br />

1,7<br />

4<br />

3<br />

2<br />

4,7 5,0<br />

1<br />

0<br />

2000 a 2010 b<br />

Servicio doméstico<br />

Resto de cuidadores<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de). Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

Distintos factores pued<strong>en</strong> estar detrás de esta estabilidad. En primer lugar, <strong>el</strong> período<br />

considerado es r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te corto para analizar este tipo de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias temporales. Por otro lado,<br />

podrían estar operando factores que influy<strong>en</strong> <strong>en</strong> distintas direcciones. Así, cabría esperar que la<br />

disminución d<strong>el</strong> tamaño medio de los hogares hubiera contribuido a reducir la demanda de este<br />

tipo de servicios. Pero otros factores que han operado simultáneam<strong>en</strong>te, como <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la<br />

participación laboral fem<strong>en</strong>ina y <strong>el</strong> <strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to (Rodgers, 2009; Durán, 2012), podrían contrarrestar<br />

<strong>el</strong> anterior movimi<strong>en</strong>to y contribuir a que <strong>el</strong> indicador se mant<strong>en</strong>ga <strong>en</strong> niv<strong>el</strong>es similares. Factores<br />

adicionales, como la evolución de los salarios <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> precio de mercado de los servicios<br />

de cuidado, también podrían haber influido, aunque han sido muy poco explorados.<br />

La tercera pregunta indaga sobre las variables que explican <strong>el</strong> tamaño de este sector <strong>en</strong> un<br />

país. Para responderla su<strong>el</strong><strong>en</strong> manejarse varias hipótesis. Una primera explicación vincula <strong>el</strong> tamaño


CEPAL<br />

d<strong>el</strong> sector con <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de bi<strong>en</strong>estar económico, esperando que <strong>el</strong> primero sea mayor cuanto más<br />

<strong>el</strong>evado sea <strong>el</strong> segundo, ya que las personas podrían comprar servicios de cuidado <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado<br />

o <strong>el</strong> Estado se haría cargo progresivam<strong>en</strong>te de proveer esos servicios. Una rápida exploración de<br />

la corr<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la magnitud d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> cuidados y <strong>el</strong> PIB per cápita —como una variable<br />

sustitutiva d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de bi<strong>en</strong>estar económico— muestra una asociación positiva aunque r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

débil <strong>en</strong>tre ambos indicadores (véase <strong>el</strong> gráfico II.30). En definitiva, no resulta claro que <strong>en</strong> la región<br />

<strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado se asocie al niv<strong>el</strong> de bi<strong>en</strong>estar económico de los<br />

países. Tampoco parece estar asociado al tamaño de los subsectores de servicio doméstico y d<strong>el</strong><br />

resto de cuidadores).<br />

• Gráfico II.30<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): corr<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> pib per cápita y <strong>el</strong> tamaño d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

sector d<strong>el</strong> cuidado, alrededor de 2010<br />

10 000<br />

9 000<br />

8 000<br />

México<br />

Chile<br />

PIB per cápita<br />

7 000<br />

6 000<br />

5 000<br />

4 000<br />

3 000<br />

2 000<br />

1 000<br />

Perú<br />

El Salvador<br />

Panamá<br />

Ecuador<br />

Honduras<br />

Nicaragua<br />

Costa Rica<br />

Rep. Dominicana<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de) Paraguay<br />

R² = 0,1709<br />

Brasil<br />

Uruguay<br />

0<br />

2 3 4 5 6 7 8 9 10<br />

Porc<strong>en</strong>taje de trabajadores d<strong>el</strong> cuidado sobre <strong>el</strong> total de ocupados<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. Los datos de <strong>en</strong>cuestas de hogares de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los<br />

de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong><br />

a las áreas urbanas. Los datos d<strong>el</strong> PIB per cápita provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de CEPALSTAT.<br />

Otra posibilidad es explicar <strong>el</strong> tamaño d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado a partir de alguna variable que<br />

refleje la situación de cada país <strong>en</strong> cuanto a participación de las mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral,<br />

asumi<strong>en</strong>do que ese indicador t<strong>en</strong>drá efectos directos sobre un increm<strong>en</strong>to de las demandas de


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

cuidado y una expansión d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> esas actividades (véase <strong>el</strong> recuadro II.1 sobre la r<strong>el</strong>ación<br />

<strong>en</strong>tre la oferta laboral fem<strong>en</strong>ina y las políticas de cuidado). Pero la exploración de la asociación<br />

<strong>en</strong>tre la proporción de ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado y la participación laboral fem<strong>en</strong>ina rev<strong>el</strong>a<br />

una r<strong>el</strong>ación aún más débil que <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso anterior (véase <strong>el</strong> gráfico II.31), que se confirma también<br />

al separar <strong>el</strong> servicio doméstico d<strong>el</strong> resto de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado.<br />

Gráfico II.31<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): corr<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre las tasas de participación fem<strong>en</strong>ina y <strong>el</strong> tamaño<br />

d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado, alrededor de 2010<br />

10<br />

9<br />

Chile<br />

Uruguay<br />

Brasil<br />

Porc<strong>en</strong>taje de trabajadores d<strong>el</strong> cuidado<br />

sobre <strong>el</strong> total de ocupados (2010)<br />

8<br />

7<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

Rep. Dominicana<br />

Nicaragua<br />

Honduras<br />

Costa Rica<br />

El Salvador<br />

México<br />

Panamá<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Ecuador<br />

Paraguay<br />

R 2 = 0,081<br />

Perú<br />

1<br />

0<br />

30 35 40 45 50 55 60 65 70<br />

Tasa de participación laboral fem<strong>en</strong>ina (2009)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países e información de CEPALSTAT. Los datos de <strong>en</strong>cuestas de hogares de<br />

Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009. Los datos<br />

d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

La tercera hipótesis posible es asumir que <strong>el</strong> tamaño d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado<br />

se vincula con la composición etaria de la población de los países, suponi<strong>en</strong>do que donde <strong>el</strong><br />

porc<strong>en</strong>taje de población adulta mayor es más alto, la proporción de empleo <strong>en</strong> cuidados sería<br />

más <strong>el</strong>evada. En este caso la corr<strong>el</strong>ación ti<strong>en</strong>de a ser mayor —es decir, los países más avanzados<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> proceso de <strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to son a la vez aqu<strong>el</strong>los <strong>en</strong> que <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> cuidados es más<br />

alto— (véanse <strong>el</strong> gráfico II.32), aunque es posible que esta r<strong>el</strong>ación esté mediada indirectam<strong>en</strong>te<br />

por otras variables.


CEPAL<br />

• Recuadro II.1<br />

Cuidados y participación laboral: una r<strong>el</strong>ación compleja<br />

La interdep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre los sistemas de cuidado y las decisiones laborales <strong>en</strong> los hogares, específicam<strong>en</strong>te de las mujeres,<br />

es una de las aristas más importantes de esta problemática, que debe t<strong>en</strong>erse muy <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta a la hora de diseñar las políticas.<br />

En las últimas décadas, a partir d<strong>el</strong> trabajo seminal de Heckman (1974), se ha ext<strong>en</strong>dido la literatura c<strong>en</strong>trada <strong>en</strong> mod<strong>el</strong>izar<br />

cómo <strong>el</strong> acceso y precio de los servicios de cuidado se r<strong>el</strong>acionan con la oferta laboral de los individuos a . En g<strong>en</strong>eral, estos estudios<br />

se han c<strong>en</strong>trado <strong>en</strong> <strong>el</strong> vínculo <strong>en</strong>tre la inserción laboral fem<strong>en</strong>ina y <strong>el</strong> cuidado infantil (véanse Kornstad y Thores<strong>en</strong>, 2007; Lokshin,<br />

2004; Wrohlich, <strong>2006</strong>), aunque también exist<strong>en</strong> estudios específicos sobre la corr<strong>el</strong>ación (negativa) <strong>en</strong>tre la provisión informal de<br />

cuidados a los adultos mayores o discapacitados y la actividad laboral (Wolf y Soldo, 1994; Bolin y otros, 2008; Bravo y Pu<strong>en</strong>tes, 2012).<br />

La asociación <strong>en</strong>tre m<strong>en</strong>ores ingresos, m<strong>en</strong>or participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo y mayor probabilidad de ser cuidador,<br />

especialm<strong>en</strong>te de hijos pequeños, está muy bi<strong>en</strong> docum<strong>en</strong>tada a niv<strong>el</strong> mundial y también <strong>en</strong> la región (CEPAL, 2009). Sin embargo,<br />

resulta difícil establecer una r<strong>el</strong>ación causal desde <strong>el</strong> punto de vista empírico. En efecto, la decisión de proveer cuidados informales<br />

a hijos pequeños, padres u otros familiares <strong>en</strong>fermos puede estar condicionada por las posibilidades laborales de los individuos.<br />

Expresado de otra forma, los individuos con m<strong>en</strong>ores probabilidades de inserción laboral exitosa pued<strong>en</strong> ser los que más se dedican<br />

a la provisión de cuidados, sin que sea esta última actividad la que determina sus resultados laborales. Por lo tanto, no está claro<br />

si los cuidadores r<strong>en</strong>uncian al mercado laboral para ser cuidadores, o si se dedican al cuidado ante la aus<strong>en</strong>cia de oportunidades<br />

laborales interesantes. Este punto puede ser crucial para las políticas. Para ilustrarlo de manera extrema, si las actividades d<strong>el</strong><br />

cuidado alejan a los individuos d<strong>el</strong> mercado laboral, las políticas deberían c<strong>en</strong>trarse <strong>en</strong> la provisión de cuidado formal, o <strong>en</strong> la<br />

promoción de patrones de inserción laboral que result<strong>en</strong> más compatibles con <strong>el</strong> cuidado. Si, por <strong>el</strong> contrario, las personas se<br />

dedican al cuidado debido a la falta de oportunidades laborales, <strong>el</strong> énfasis debería estar <strong>en</strong> los cuidadores y sus posibilidades de<br />

inserción laboral, y no <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de provisión d<strong>el</strong> cuidado, ya que aún cuando hubiera opciones disponibles, estos individuos<br />

no podrían modificar su situación laboral (Heitmu<strong>el</strong>ler, 2007).<br />

Si bi<strong>en</strong> muchos de los estudios a los que se ha hecho refer<strong>en</strong>cia han int<strong>en</strong>tado abordar la m<strong>en</strong>cionada <strong>en</strong>dog<strong>en</strong>eidad<br />

utilizando distintas herrami<strong>en</strong>tas metodológicas, resulta complicado <strong>en</strong>contrar los instrum<strong>en</strong>tos econométricos adecuados para<br />

resolver este problema (Bolin y otros, 2008; Heitmu<strong>el</strong>ler, 2007; Heitmu<strong>el</strong>ler y Michaud, <strong>2006</strong>). En términos g<strong>en</strong>erales, aunque la<br />

evid<strong>en</strong>cia no es contund<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> efecto significativo y negativo d<strong>el</strong> cuidado sobre las probabilidades de empleo ti<strong>en</strong>de a ser m<strong>en</strong>or<br />

o a perder significación cuando se int<strong>en</strong>ta controlar por <strong>en</strong>dog<strong>en</strong>eidad.<br />

Una manera distinta de analizar la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre oferta laboral y cuidados consiste <strong>en</strong> la evaluación ex post de la<br />

implem<strong>en</strong>tación de políticas d<strong>el</strong> cuidado b . Utilizando diversas técnicas de evaluación de impacto, <strong>en</strong> distintos estudios se ha<br />

<strong>en</strong>contrado que la expansión de las guarderías o los subsidios al cuidado infantil han t<strong>en</strong>ido efectos positivos <strong>en</strong> la oferta laboral<br />

fem<strong>en</strong>ina <strong>en</strong> los Estados Unidos (G<strong>el</strong>lbach, 2002), <strong>el</strong> Canadá (Lefebvre y Merrigan, 2008; Baker y otros, 2008) y España (Noll<strong>en</strong>berger<br />

y Rodríguez Plánas, 2011). Otros estudios <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran efectos sobre la oferta laboral de las madres solteras, pero no sobre la de<br />

las casadas (Cascio, 2009; Havnes y Mostad, 2011). En la región, Berlinsky y Galiani (2007) analizan <strong>el</strong> efecto de la construcción<br />

de c<strong>en</strong>tros de at<strong>en</strong>ción preescolar gratuitos <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, y concluy<strong>en</strong> que la oferta laboral de las madres se increm<strong>en</strong>tó<br />

significativam<strong>en</strong>te. En los estudios realizados <strong>en</strong> Chile (Encina y Martínez, 2009; Medrano, 2009; Aguirre, 2011) no se observa<br />

que los servicios de guardería t<strong>en</strong>gan un impacto significativo sobre la oferta laboral de las madres. Los autores argum<strong>en</strong>tan que<br />

diversos factores —<strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los aspectos culturales, así como las características de la oferta de cuidados <strong>en</strong> términos de ext<strong>en</strong>sión<br />

horaria y formas de postulación— podrían explicar esta falta de efectos.<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de los autores citados.<br />

a<br />

En los Estados Unidos los estudios se han c<strong>en</strong>trado <strong>en</strong> <strong>el</strong> precio y la calidad de los servicios, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> Europa<br />

<strong>el</strong> debate se focaliza <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso y la disponibilidad de servicios, lo que refleja <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o de provisión de servicios<br />

prevaleci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> cada caso (Wrohlich, <strong>2006</strong>).<br />

b<br />

Otra línea de investigaciones se c<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> los efectos de estas políticas <strong>en</strong> diversos aspectos d<strong>el</strong> desarrollo infantil posterior.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico II.32<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): corr<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> índice de <strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to y <strong>el</strong> tamaño d<strong>el</strong><br />

empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado, alrededor de 2010<br />

12<br />

Porc<strong>en</strong>taje de trabajadores d<strong>el</strong> cuidado<br />

sobre <strong>el</strong> total de ocupados<br />

10<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

Brasil<br />

Paraguay<br />

Costa Rica<br />

Bolivia<br />

Rep. Dominicana<br />

(Est. Plur. de)<br />

Panamá<br />

El Salvador<br />

Nicaragua<br />

Ecuador<br />

México<br />

Perú<br />

Honduras<br />

Chile<br />

R² = 0,4075<br />

Uruguay<br />

0<br />

0 10 20 30 40 50 60 70<br />

Índice de <strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países e información d<strong>el</strong> CELADE-División de Población de la CEPAL. Los datos<br />

de <strong>en</strong>cuestas de hogares de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil<br />

y Chile, a 2009. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

Esta información sugiere que los factores que explican <strong>el</strong> tamaño d<strong>el</strong> trabajo remunerado <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado están posiblem<strong>en</strong>te vinculados a otras características de los países, que se<br />

resum<strong>en</strong> <strong>en</strong> la forma <strong>en</strong> que cada sociedad resu<strong>el</strong>ve —mediante <strong>el</strong> mercado, <strong>el</strong> Estado, la sociedad<br />

civil y las familias— las demandas de cuidado (Razavi, 2007; Morgan, 2005; Bosch y Lehndorff,<br />

2005). Esto rev<strong>el</strong>a la necesidad de seguir explorando <strong>el</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> este sector y su<br />

vinculación con los distintos tipos de regím<strong>en</strong>es de bi<strong>en</strong>estar pres<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la región, que posiblem<strong>en</strong>te<br />

d<strong>el</strong>inean a su vez distintos tipos de regím<strong>en</strong>es de cuidado 92 . De esta forma se podría id<strong>en</strong>tificar qué<br />

sociedades atribuy<strong>en</strong> un rol más o m<strong>en</strong>os preponderante al Estado y al mercado <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuidado de<br />

dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, lo que se traduciría <strong>en</strong> un empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de mayor o m<strong>en</strong>or magnitud. También<br />

puede contribuir a determinar los patrones y trayectorias históricas que han llevado a que países<br />

de una misma región difieran significativam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> esta materia.<br />

ii) Composición d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado<br />

El conjunto de trabajadores vinculados al cuidado es un conglomerado altam<strong>en</strong>te heterogéneo,<br />

compuesto por subgrupos bastante difer<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>tre sí. Una primera distinción muestra que <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> tres cuartas partes (74,5%) de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> al servicio<br />

doméstico <strong>en</strong> los hogares, mi<strong>en</strong>tras que la cuarta parte restante (25,5%) se desempeña <strong>en</strong> otras áreas<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico II.33A). Otra aproximación es la que clasifica a los ocupados según si trabajan <strong>en</strong><br />

servicios educativos, servicios de salud o servicios a los hogares u otros servicios comunitarios 93 .<br />

Casi ocho de cada diez (79,8%) trabajadores d<strong>el</strong> cuidado pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a esta última categoría. D<strong>el</strong><br />

restante 20%, <strong>el</strong> 11,5% trabaja <strong>en</strong> servicios de salud y <strong>el</strong> 8,7% <strong>en</strong> servicios educativos (véase <strong>el</strong><br />

gráfico II.33B). La distribución d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado se ha mant<strong>en</strong>ido estable <strong>en</strong> la<br />

última década, indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de que se mida con uno u otro criterio.<br />

92<br />

Existe <strong>en</strong> la actualidad un debate sobre los distintos tipos de regím<strong>en</strong>es de bi<strong>en</strong>estar <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y sus rasgos<br />

constitutivos, <strong>en</strong> particular, sobre <strong>el</strong> lugar que cada uno otorga al Estado, <strong>el</strong> mercado, la familia y la comunidad <strong>en</strong><br />

la provisión d<strong>el</strong> cuidado de dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes. Pued<strong>en</strong> <strong>en</strong>contrarse reflexiones al respecto <strong>en</strong> Martínez Franzoni (2008) y<br />

Espejo, Filgueira y Rico (2010).<br />

93<br />

El grueso d<strong>el</strong> apartado de servicios a los hogares u otros servicios comunitarios está constituido por <strong>el</strong> servicio<br />

doméstico <strong>en</strong> los hogares.


CEPAL<br />

• Gráfico II.33<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): distribución de trabajadores d<strong>el</strong> cuidado,<br />

alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

A. Por subgrupo de servicio doméstico y otros cuidadores B. Por subsectores d<strong>el</strong> cuidado<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

25,3 25,5<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

60<br />

50<br />

80,1 79,8<br />

40<br />

74,7 74,5<br />

40<br />

30<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

2000 a 2010 b<br />

Servicio doméstico<br />

Resto de cuidadores<br />

20<br />

10<br />

0<br />

12,4 11,5<br />

7,5 8,7<br />

2000 a 2010 b<br />

Servicios educativos Servicios de salud<br />

Servicios comunitarios y <strong>en</strong> los hogares<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de). Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998, los de Bolivia (República Bolivariana de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (República Bolivariana de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

d) Características de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado<br />

El empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado está altam<strong>en</strong>te feminizado, tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico<br />

como <strong>en</strong> educación y salud. En todos los países, los niv<strong>el</strong>es de escolaridad de los trabajadores<br />

d<strong>el</strong> servicio doméstico son muy inferiores a los de los ocupados fuera d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado,<br />

mi<strong>en</strong>tras que los niv<strong>el</strong>es de escolaridad de los cuidadores de los sectores de educación<br />

y salud son considerablem<strong>en</strong>te superiores al d<strong>el</strong> resto de los ocupados. El conjunto de<br />

trabajadores d<strong>el</strong> cuidado pres<strong>en</strong>ta una mayor incid<strong>en</strong>cia de pobreza e indig<strong>en</strong>cia y mayor<br />

pres<strong>en</strong>cia de niños y adolesc<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> sus hogares. También se destaca la alta heterog<strong>en</strong>eidad<br />

d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> sector y la vulnerabilidad d<strong>el</strong> servicio doméstico <strong>en</strong> comparación con <strong>el</strong> resto de<br />

los cuidadores.<br />

Un hallazgo recurr<strong>en</strong>te <strong>en</strong> las investigaciones sobre los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo<br />

desarrollado es que <strong>el</strong> sector está altam<strong>en</strong>te feminizado (Razavi y Staab, 2010; Budig y Misra, 2010;<br />

OCDE, 2011b; Durán, 2012). Este dato refleja cómo <strong>el</strong> sesgo de género que pauta la distribución<br />

d<strong>el</strong> trabajo no remunerado de cuidados traspasa la frontera de los hogares y se refleja <strong>en</strong> una<br />

sobrerrepres<strong>en</strong>tación fem<strong>en</strong>ina <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo de este sector. Esto sucede también <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>:<br />

<strong>el</strong> 94,2% de los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado son mujeres. Este porc<strong>en</strong>taje duplica con<br />

creces la repres<strong>en</strong>tación de mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los ocupados, donde la proporción promedio<br />

de mujeres es d<strong>el</strong> 37,3% (véase <strong>el</strong> gráfico II.34).<br />

Este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o merece dos com<strong>en</strong>tarios. En primer lugar, aunque al observar las distancias<br />

<strong>en</strong>tre la pres<strong>en</strong>cia fem<strong>en</strong>ina <strong>en</strong> los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado y la proporción de<br />

mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los trabajadores exist<strong>en</strong> algunas variaciones <strong>en</strong>tre países, <strong>en</strong> todos los casos<br />

la primera proporción al m<strong>en</strong>os duplica la segunda. En segundo lugar, la abrumadora pres<strong>en</strong>cia


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

fem<strong>en</strong>ina <strong>en</strong>tre los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado no ha variado significativam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la<br />

última década <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio regional ni <strong>en</strong> los países considerados (véase <strong>el</strong> gráfico II.35).<br />

• Gráfico II.34<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): porc<strong>en</strong>taje de trabajadoras <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado<br />

y <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los ocupados, alrededor de 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90,4 93,0 95,1 96,9 96,6 97,1 95,5 95,5 95,9 95,3 97,0 95,5 94,3<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

96,3<br />

94,2<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

42,0<br />

38,1 36,6 39,3 43,5<br />

39,9<br />

34,2<br />

32,3<br />

34,0 35,1 32,6 33,9 33,6<br />

31,6<br />

37,3<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de) a<br />

Brasil b<br />

Chile b<br />

Costa Rica<br />

Ecuador c<br />

El Salvador<br />

Honduras<br />

México<br />

Nicaragua d<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay c<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> e<br />

Sector d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de ocupados<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005.<br />

a<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 2007.<br />

b<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 2009.<br />

c<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

d<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 2005.<br />

e<br />

Promedio ponderado.<br />

• Gráfico II.35<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): porc<strong>en</strong>taje de trabajadoras <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado,<br />

alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

El Salvador<br />

Paraguay<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

Uruguay<br />

Nicaragua<br />

México<br />

Perú<br />

Honduras<br />

Panamá<br />

Chile<br />

Rep. Dominicana<br />

Brasil<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a<br />

2000 b 2010 c<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Promedio ponderado.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

c<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.


CEPAL<br />

Al analizar la distribución por sexo <strong>en</strong> las distintas categorías d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado<br />

surg<strong>en</strong> algunos matices. La pres<strong>en</strong>cia fem<strong>en</strong>ina es mayor <strong>en</strong>tre los trabajadores d<strong>el</strong> servicio<br />

doméstico que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado (un 95,2% <strong>en</strong> 2000 y un 90,6% <strong>en</strong><br />

2010). También es más alta <strong>en</strong> los servicios educativos y <strong>en</strong> los servicios comunitarios y <strong>en</strong> los<br />

hogares que <strong>en</strong> los servicios de salud (un 94,4% y un 95,2%, respectivam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> 2000 y un 85,9%<br />

<strong>en</strong> 2010). Como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico II.36, estas difer<strong>en</strong>cias se han mant<strong>en</strong>ido r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

estables <strong>en</strong> la última década.<br />

• Gráfico II.36<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): porc<strong>en</strong>taje de trabajadoras <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado, según<br />

subsectores, alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

96,0 95,2<br />

91,9 90,6<br />

95,8<br />

94,4<br />

87,8<br />

85,9<br />

96,1 95,2<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

Otros<br />

cuidadores<br />

Servicios<br />

educativos<br />

Servicios<br />

de salud<br />

Servicios<br />

comunitarios y<br />

<strong>en</strong> los hogares<br />

2000 a 2010 b<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de). Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

De esta manera, la caracterización de los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> la región<br />

es clara. Casi <strong>el</strong> 71% corresponde a mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico <strong>en</strong> hogares, <strong>el</strong> 23% a mujeres<br />

<strong>en</strong> otras ocupaciones vinculadas con los cuidados (servicios educativos y salud, <strong>en</strong> proporciones<br />

r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te iguales). El restante 6% corresponde a hombres que trabajan <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico<br />

(3,7%) y <strong>en</strong> otras ocupaciones vinculadas al cuidado (véase <strong>el</strong> gráfico II.37).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico II.37<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): distribución de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado,<br />

según sexo y subsector, alrededor de 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

A. Según sexo y actividad B. Según sexo y subsector<br />

3,7 2,4<br />

0,6 1,6 3,9<br />

8,1<br />

9,9<br />

23,1<br />

70,8<br />

75,9<br />

Mujeres - Servicio doméstico<br />

Hombres - Servicio doméstico<br />

Mujeres - Resto de cuidadoras<br />

Hombres - Resto de cuidadores<br />

Mujeres - Servicios educativos Mujeres - Servicios de salud<br />

Hombres - Servicios educativos Hombres - Servicios de salud<br />

Mujeres - Servicios comunitarios y <strong>en</strong> los hogares<br />

Hombres - Servicios comunitarios y <strong>en</strong> los hogares<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de). Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007;<br />

los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

La distribución anterior hace que <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado considerado <strong>en</strong> su conjunto sea<br />

especialm<strong>en</strong>te importante como fu<strong>en</strong>te de empleo para las mujeres y casi inexist<strong>en</strong>te para los<br />

hombres (véanse <strong>el</strong> gráfico II.38). En efecto, <strong>el</strong> 15,3% de las ocupadas de la región trabajan <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

sector d<strong>el</strong> cuidado, con un peso muy considerable d<strong>el</strong> servicio doméstico (11,6%), mi<strong>en</strong>tras que<br />

m<strong>en</strong>os d<strong>el</strong> 1% de los hombres se dedican a estas ocupaciones.<br />

• Gráfico II.38<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): distribución de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado y d<strong>el</strong> resto de los<br />

ocupados, según sexo y subsector, alrededor de 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

A. Mujeres B. Hombres<br />

11,6<br />

0,4 0,3<br />

3,8<br />

84,7<br />

99,7<br />

Servicio doméstico Resto de cuidadoras Resto de ocupadas Servicio doméstico Resto de cuidadores Resto de ocupados<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de). Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007;<br />

los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.


CEPAL<br />

Los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado también pres<strong>en</strong>tan un perfil etario singular.<br />

En promedio, <strong>el</strong> 85% pert<strong>en</strong>ece a las edades típicam<strong>en</strong>te activas: algo más de la mitad (53,7%)<br />

ti<strong>en</strong>e <strong>en</strong>tre 25 y 44 años y <strong>el</strong> 30,4% ti<strong>en</strong>e <strong>en</strong>tre 45 y 64 años. En comparación con <strong>el</strong> resto de los<br />

trabajadores, existe una m<strong>en</strong>or pres<strong>en</strong>cia de jóv<strong>en</strong>es de 15 a 24 años (un 13,9% fr<strong>en</strong>te a un 19,6%<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los ocupados), pero también de adultos mayores (un 1,9% fr<strong>en</strong>te a un 4,9% <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto<br />

de los ocupados) (véase <strong>el</strong> gráfico II.39).<br />

Un dato importante es que, aunque unos y otros muestran una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia al <strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to<br />

<strong>en</strong>tre 2000 y 2010, este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o ha sido más marcado <strong>en</strong>tre los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado que<br />

<strong>en</strong>tre <strong>el</strong> resto de los ocupados. En efecto, la proporción de jóv<strong>en</strong>es de 15 a 24 años <strong>en</strong> <strong>el</strong> primer<br />

grupo se redujo casi a la mitad <strong>en</strong> la década de 2000, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> segundo <strong>el</strong> desc<strong>en</strong>so<br />

fue bastante m<strong>en</strong>or. Asimismo, la proporción de trabajadores mayores de 45 años aum<strong>en</strong>tó más<br />

de un 50% <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los ocupados se increm<strong>en</strong>tó solo<br />

un 15% (véase <strong>el</strong> gráfico II.39).<br />

• Gráfico II.39<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): perfil etario de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado y d<strong>el</strong> resto de los<br />

ocupados, promedio ponderado, alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

2,0 1,9 4,4 4,9<br />

90<br />

80<br />

70<br />

19,3<br />

30,4 23,8 27,6<br />

60<br />

50<br />

40<br />

51,7<br />

53,7<br />

49,5<br />

47,9<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

27,0<br />

13,9<br />

22,4 19,6<br />

2000 a 2010 b 2000 a 2010 b<br />

Trabajadores d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de los ocupados<br />

15 a 24 años 25 a 44 años 45 a 64 años 65 años y más<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de). Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

Si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> todos los países analizados se observó una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia al <strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to de los<br />

trabajadores d<strong>el</strong> cuidado, <strong>en</strong> algunos casos —como <strong>en</strong> Panamá, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador o <strong>el</strong> Brasil—<br />

<strong>el</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o ha sido más marcado, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> otros —como <strong>el</strong> Uruguay— ha sido ap<strong>en</strong>as<br />

perceptible (véase <strong>el</strong> cuadro II.25).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Cuadro II.25<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): perfil etario de los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado, por<br />

país, alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

15 a 24 años 25 a 44 años 45 a 64 años<br />

65 años<br />

y más<br />

Total<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de)<br />

2000 a 33,7 45,4 20,3 0,6 100<br />

2010 b 24,0 55,3 19,8 0,9 100<br />

Brasil<br />

2000 a 30,1 51,0 17,5 1,4 100<br />

2010 c 11,8 56,9 29,9 1,5 100<br />

Chile<br />

2000 10,9 58,3 28,8 2,1 100<br />

2010 c 8,1 43,1 45,8 3,0 100<br />

Costa Rica<br />

2000 a 24,2 51,9 22,6 1,3 100<br />

2010 11,5 46,6 40,1 1,8 100<br />

Ecuador d<br />

2000 a 31,1 48,3 18,3 2,3 100<br />

2010 16,4 48,0 33,8 1,8 100<br />

El Salvador<br />

2000 a 31,4 47,2 19,5 1,9 100<br />

2010 23,3 52,8 22,1 1,8 100<br />

Honduras<br />

2000 e 45,4 38,8 14,7 1,0 100<br />

2010 35,2 41,8 20,5 2,5 100<br />

México<br />

2000 17,1 56,9 22,3 3,7 100<br />

2010 14,4 50,5 32,0 3,2 100<br />

Nicaragua<br />

2000 f 33,4 53,7 12,1 0,9 100<br />

2010 g 29,6 51,3 18,3 0,8 100<br />

Panamá<br />

2000 a 30,9 47,4 19,2 2,6 100<br />

2010 14,5 47,8 35,5 2,2 100<br />

Paraguay<br />

2000 43,7 40,0 14,8 1,5 100<br />

2010 32,3 47,8 19,1 0,8 100<br />

Perú<br />

2000 a 40,9 44,6 12,3 2,2 100<br />

2010 28,0 44,3 25,6 2,2 100<br />

República<br />

Dominicana<br />

2000 e 14,9 54,1 29,6 1,5 100<br />

2010 8,8 56,1 33,9 1,2 100<br />

Uruguay d<br />

2000 e 10,5 48,3 38,3 2,9 100<br />

2010 10,7 44,7 40,2 4,5 100<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 1999.<br />

b<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 2007.<br />

c<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 2009.<br />

d<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a áreas urbanas.<br />

e<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 2002.<br />

f<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 1998.<br />

g<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 2005.<br />

Además, se observan difer<strong>en</strong>cias importantes <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de los ocupados d<strong>el</strong> sector<br />

d<strong>el</strong> cuidado: <strong>el</strong> proceso de <strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to es bastante más notorio <strong>en</strong> las trabajadoras d<strong>el</strong> servicio<br />

doméstico que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los cuidadores. Como resultado, <strong>en</strong> <strong>el</strong> período compr<strong>en</strong>dido <strong>en</strong>tre 2000<br />

y 2010 parece haberse producido un proceso de converg<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> perfil etario de ambos (véase


CEPAL<br />

<strong>el</strong> gráfico II.40). A su vez, <strong>en</strong> la mayor parte de los países los cuidadores de la salud ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a ser, <strong>en</strong><br />

promedio, mayores que los de la educación (véase <strong>el</strong> cuadro A-3 d<strong>el</strong> anexo).<br />

• Gráfico II.40<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): perfil etario de los ocupados d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado, según<br />

subsector, promedio ponderado, alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

1,9 2,1 2,0 1,3<br />

90<br />

80<br />

18,8<br />

30,4<br />

20,9<br />

30,5<br />

70<br />

60<br />

50<br />

49,4<br />

58,3<br />

40<br />

53,2<br />

55,3<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

29,9<br />

14,3<br />

18,8<br />

12,9<br />

2000 a 2010 b 2000 a 2010 b<br />

Servicio doméstico<br />

Otros cuidadores<br />

15 a 24 años 25 a 44 años 45 a 64 años 65 años y más<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de). Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

Por otro lado, <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de educación de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado ti<strong>en</strong>de a ser m<strong>en</strong>or que<br />

<strong>el</strong> d<strong>el</strong> resto de los ocupados. Según datos de 2010, <strong>el</strong> 21,3% de los trabajadores d<strong>el</strong> sector no había<br />

completado la educación primaria, <strong>el</strong> 48,5% t<strong>en</strong>ía estudios secundarios incompletos, <strong>el</strong> 18,5% había<br />

completado la secundaria y ap<strong>en</strong>as <strong>el</strong> 11,7% había alcanzado <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> terciario. En <strong>el</strong> resto de los<br />

ocupados, <strong>el</strong> 19,3% no había completado la educación primaria, <strong>el</strong> 38% t<strong>en</strong>ía estudios secundarios<br />

incompletos, <strong>el</strong> 22,4% había completado la secundaria y <strong>el</strong> 20,3% —casi <strong>el</strong> doble de la proporción<br />

observada <strong>en</strong>tre los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado— t<strong>en</strong>ía estudios terciarios (véase <strong>el</strong> gráfico II.41A).<br />

Estas difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado y <strong>el</strong> resto de los<br />

ocupados se explican básicam<strong>en</strong>te por <strong>el</strong> bajo niv<strong>el</strong> educativo de las trabajadoras d<strong>el</strong> servicio<br />

doméstico. En 2010, <strong>el</strong> 85% de estas trabajadoras t<strong>en</strong>ía educación secundaria incompleta o m<strong>en</strong>os<br />

(<strong>el</strong> 26,7% no había completado la educación primaria), mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los ocupados<br />

d<strong>el</strong> cuidado ese porc<strong>en</strong>taje era d<strong>el</strong> 26,8% (<strong>el</strong> 5,3% no había completado la educación primaria y <strong>el</strong><br />

21,5% no había completado la secundaria) (véase <strong>el</strong> gráfico II.41B).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico II.41<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): distribución de distintos grupos de ocupados según niv<strong>el</strong><br />

educativo, promedio ponderado, alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

A. Trabajadores d<strong>el</strong> cuidado y resto de ocupados B. Servicio doméstico y otros cuidadores<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

1,6 2,5<br />

4,4<br />

7,3<br />

7,8<br />

9,2<br />

10,0<br />

10,7<br />

12,5<br />

18,5 15,0<br />

22,4<br />

51,3<br />

43,1<br />

48,5<br />

38,0<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

0,0 0,2<br />

0,8 2,0<br />

6,2<br />

13,2<br />

56,1<br />

57,8<br />

6,3 9,3<br />

26,6<br />

30,0<br />

23,7<br />

33,9<br />

30<br />

20<br />

10<br />

29,1<br />

21,3<br />

27,6<br />

19,3<br />

30<br />

20<br />

10<br />

36,8<br />

26,7<br />

37,0<br />

21,5<br />

0<br />

2000 a 2010 b 2000 a 2010 b<br />

0<br />

6,3 5,3<br />

2000 a 2010 b 2000 a 2010 b<br />

Trabajadores d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de ocupados<br />

Servicio doméstico<br />

Otros cuidadores<br />

Terciaria completa Terciaria incompleta/técnica Secundaria completa<br />

Secundaria incompleta Primaria incompleta<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de). Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

El indicador sintético de años de escolaridad ilustra más claram<strong>en</strong>te estas difer<strong>en</strong>cias. En<br />

todos los países, los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado —sobre todo las trabajadoras d<strong>el</strong> servicio<br />

doméstico— pres<strong>en</strong>tan m<strong>en</strong>or escolaridad que <strong>el</strong> resto de los ocupados, aunque <strong>en</strong> Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de), <strong>el</strong> Perú y Honduras las difer<strong>en</strong>cias son de escasa magnitud. Sin embargo, los<br />

trabajadores d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> educación y salud pres<strong>en</strong>tan niv<strong>el</strong>es de escolaridad considerablem<strong>en</strong>te<br />

superiores (véase <strong>el</strong> cuadro II.26). Estos aspectos resultan r<strong>el</strong>evantes al analizar las difer<strong>en</strong>cias de<br />

ingresos, aspecto que se aborda más ad<strong>el</strong>ante.


CEPAL<br />

• Cuadro II.26<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): años de escolaridad de trabajadores <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado y <strong>el</strong><br />

resto de los ocupados, por país, alrededor de 2010<br />

Cuidados<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

Resto de<br />

cuidadores<br />

Educación<br />

Salud<br />

Servicios comunitarios<br />

y <strong>en</strong> los hogares<br />

Resto de<br />

ocupados<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de) a 10,6 7,8 7,0 14,4 15,7 14,1 7,3<br />

Brasil a 7,6 8,6 6,5 11,1 10,9 12,0 6,6<br />

Chile a 10,4 11,5 8,8 12,9 13,4 13,2 9,0<br />

Costa Rica 7,5 9,5 6,7 9,1 12,4 11,2 6,7<br />

Ecuador b 8,1 9,2 6,8 11,4 14,6 11,4 7,4<br />

El Salvador 6,3 7,5 4,8 13,5 14,6 13,2 4,9<br />

Honduras 6,7 6,2 5,6 8,0 11,4 9,9 5,8<br />

México 7,1 9,2 6,2 10,8 14,4 11,4 6,3<br />

Nicaragua c 6,7 7,0 6,0 8,9 9,6 10,2 6,1<br />

Panamá 9,9 10,1 8,3 11,8 14,4 14,8 8,6<br />

Paraguay 7,6 8,5 7,0 11,6 14,3 13,0 7,2<br />

Perú 10,7 8,9 8,6 16,0 16,3 15,8 8,8<br />

República Dominicana 9,1 8,8 6,5 13,9 15,2 12,4 6,5<br />

Uruguay b 8,7 10,0 7,3 10,9 13,1 13,0 7,6<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 2009.<br />

b<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

c<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a 2005.<br />

El trabajo remunerado <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado se conc<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> las zonas urbanas <strong>en</strong> mayor<br />

medida que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de las ocupaciones. En 2010, casi <strong>el</strong> 85% d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> este sector se<br />

situó <strong>en</strong> zonas urbanas, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de las ocupaciones ese porc<strong>en</strong>taje fue d<strong>el</strong> 77%<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico II.42). Por otro lado, se observa que <strong>en</strong> 2010 <strong>el</strong> 6,7% d<strong>el</strong> total de los trabajadores<br />

de la región t<strong>en</strong>ía ocupaciones vinculadas con <strong>el</strong> cuidado, con una incid<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> 7,6% <strong>en</strong> las<br />

zonas urbanas y d<strong>el</strong> 4,1% <strong>en</strong> las rurales.<br />

• Gráfico II.42<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): distribución de distintos grupos de ocupados, según área<br />

geográfica, promedio ponderado, alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

16,0 15,2<br />

29,6<br />

22,9<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

84,1 84,8<br />

70,5<br />

76,9<br />

20<br />

10<br />

0<br />

2000 a 2010 b 2000 a 2010 b<br />

Trabajadores d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de ocupados<br />

Zonas urbanas<br />

Zonas rurales<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de). Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

A su vez, aunque no se observan difer<strong>en</strong>cias significativas <strong>en</strong> <strong>el</strong> perfil étnico de los trabajadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado respecto d<strong>el</strong> resto de los ocupados, sí se id<strong>en</strong>tifica una pres<strong>en</strong>cia levem<strong>en</strong>te mayor de<br />

población indíg<strong>en</strong>a <strong>en</strong>tre los ocupados d<strong>el</strong> servicio doméstico (16,4%), que contrasta con lo que<br />

ocurre <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado, donde la incid<strong>en</strong>cia de la población indíg<strong>en</strong>a es<br />

algo m<strong>en</strong>or (12%) (véase <strong>el</strong> gráfico II.43).<br />

• Gráfico II.43<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (8 países): distribución de distintos grupos de ocupados, según pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia<br />

a grupo étnico, promedio ponderado, alrededor de 2010 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

84,7 84,8 83,6<br />

15,3 15,2 16,4<br />

Trabajadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de<br />

ocupados<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

88,0<br />

12,0<br />

Otros<br />

cuidadores<br />

Población indíg<strong>en</strong>a<br />

Población no indíg<strong>en</strong>a<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, la República<br />

Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de). Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de<br />

Bolivia, a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

Por otro lado, la pres<strong>en</strong>cia de jefes de hogar <strong>en</strong>tre los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado es m<strong>en</strong>or que<br />

<strong>en</strong>tre <strong>el</strong> resto de los ocupados. No obstante, la proporción <strong>en</strong>tre los primeros ha ido aum<strong>en</strong>tando (d<strong>el</strong><br />

22,5% <strong>en</strong> 2000 al 32,8% <strong>en</strong> 2010) mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto incluso desc<strong>en</strong>dió levem<strong>en</strong>te (d<strong>el</strong> 49,3% <strong>en</strong><br />

2000 al 47,6% <strong>en</strong> 2010). En los trabajadores d<strong>el</strong> servicio doméstico y <strong>el</strong> resto de los cuidadores estos<br />

porc<strong>en</strong>tajes son muy similares (33,4% y 30,6%, respectivam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> 2010). Cabe señalar, además,<br />

que <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de jefes de hogar ha aum<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> ambos grupos, si bi<strong>en</strong> <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to ha sido<br />

más marcado <strong>en</strong> <strong>el</strong> primero (véase <strong>el</strong> gráfico II.44).


CEPAL<br />

• Gráfico II.44<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): jefes de hogar <strong>en</strong> distintos grupos de ocupados,<br />

promedio ponderado, alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

60<br />

A. Ambos sexos B. Mujeres<br />

60<br />

50<br />

49,3<br />

47,6<br />

50<br />

40<br />

40<br />

30<br />

20<br />

22,5<br />

32,8<br />

21,6<br />

33,4<br />

24,4<br />

30,6<br />

30<br />

20<br />

19,8<br />

30,8<br />

18,0<br />

24,0<br />

19,5<br />

31,7<br />

20,5<br />

27,9<br />

10<br />

10<br />

0<br />

Trabajadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de<br />

ocupados<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

Otros<br />

cuidadores<br />

0<br />

Trabajadoras<br />

d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de<br />

ocupadas<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

Otras<br />

cuidadoras<br />

2000 a 2010 b<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de). Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

Al observar la jefatura de hogar exclusivam<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre las distintas categorías de mujeres<br />

ocupadas se confirman estas mismas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias pero surg<strong>en</strong> algunos matices. Por ejemplo, <strong>el</strong><br />

porc<strong>en</strong>taje de jefas de hogar es mayor <strong>en</strong> las trabajadoras d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de<br />

las ocupadas. Además, casi un tercio de las trabajadoras d<strong>el</strong> servicio doméstico (31,7%) son jefas<br />

de hogar, una proporción que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de las cuidadoras alcanza <strong>el</strong> 27,9%. Finalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong>tre<br />

las trabajadoras de los cuidados —y muy especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre aqu<strong>el</strong>las que se desempeñan <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> servicio doméstico— <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de jefas de hogar ha sufrido un increm<strong>en</strong>to significativo que<br />

supera por mucho al registrado para <strong>el</strong> resto de las ocupadas (véase <strong>el</strong> gráfico II.44B). En definitiva,<br />

existe una significativa y creci<strong>en</strong>te proporción de ocupados <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado que ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

responsabilidades familiares. Esto puede deberse a que las características de los puestos de trabajo<br />

de este sector —<strong>en</strong> particular las horas de trabajo— permitirían conciliar <strong>el</strong> trabajo remunerado con<br />

las necesidades de brindar cuidado <strong>en</strong> las familias.<br />

Otro dato importante es que <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de trabajadores que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> hogares con niños<br />

o adolesc<strong>en</strong>tes es mayor <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado (68,9%) que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los ocupados (63,4%).<br />

Este valor es algo más alto <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los trabajadores —sobre todo las trabajadoras— d<strong>el</strong> servicio<br />

doméstico (71,3%) y bastante m<strong>en</strong>or cuando se observa <strong>el</strong> resto de los ocupados d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong><br />

cuidado (61,8%) (véase <strong>el</strong> gráfico II.45). Cabe señalar, además, que si bi<strong>en</strong> la proporción de qui<strong>en</strong>es<br />

viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> hogares con niños ha desc<strong>en</strong>dido <strong>en</strong> todas las categorías —debido a los cambios <strong>en</strong> la<br />

fecundidad y al <strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to g<strong>en</strong>eral de las sociedades de la región— los desc<strong>en</strong>sos han sido<br />

más marcados <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los trabajadores que <strong>en</strong> los vinculados a actividades d<strong>el</strong> cuidado y<br />

también han sido m<strong>en</strong>os importantes <strong>en</strong>tre las ocupadas d<strong>el</strong> servicio doméstico que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de<br />

los trabajadores d<strong>el</strong> sector.<br />

El niv<strong>el</strong> de ingreso medio per cápita de los hogares de los trabajadores remunerados<br />

d<strong>el</strong> cuidado es m<strong>en</strong>or que <strong>el</strong> d<strong>el</strong> resto de los ocupados: según datos de 2010, <strong>el</strong> 36,5% de los<br />

trabajadores d<strong>el</strong> cuidado vivían <strong>en</strong> hogares de los primeros dos quintiles de ingreso per cápita y <strong>el</strong>


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

40% pert<strong>en</strong>ecía a los quintiles 4 y 5, proporciones que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los ocupados eran d<strong>el</strong> 30%<br />

y 49% respectivam<strong>en</strong>te. Entre 2000 y 2010 esta distribución ha empeorado levem<strong>en</strong>te para los<br />

trabajadores d<strong>el</strong> cuidado, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los ocupados se ha mant<strong>en</strong>ido casi igual o<br />

incluso ha registrado una ligera mejora (véase <strong>el</strong> gráfico II.46A).<br />

• Gráfico II.45<br />

<strong>América</strong> latina (14 países): trabajadores que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> hogares con niños y adolesc<strong>en</strong>tes, por<br />

grupo ocupacional, promedio ponderado, alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

77,1<br />

68,9<br />

72,9<br />

63,4<br />

78,3<br />

71,3<br />

73,1<br />

61,8<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Trabajadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de<br />

ocupados<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

Otros<br />

cuidadores<br />

2000 a 2010 b<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

El análisis de los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> sector refleja <strong>el</strong> perfil claram<strong>en</strong>te más<br />

vulnerable de las trabajadoras d<strong>el</strong> servicio doméstico respecto d<strong>el</strong> resto de los cuidadores. En<br />

2010, <strong>el</strong> 43% de estas trabajadoras pert<strong>en</strong>ecía a hogares de los quintiles 1 y 2 (<strong>el</strong> 17,6% al quintil<br />

1 y <strong>el</strong> 25,7% al quintil 2), un dato que contrasta fuertem<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> 16,4% observado para <strong>el</strong> resto<br />

de los cuidadores (<strong>el</strong> 4,4% correspondi<strong>en</strong>te al quintil 1 y <strong>el</strong> 11,7% correspondi<strong>en</strong>te al quintil 2)<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico II.46B).<br />

T<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta estos resultados, no llama la at<strong>en</strong>ción que la pobreza t<strong>en</strong>ga una mayor<br />

incid<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> los ocupados d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los ocupados (24,1% <strong>en</strong><br />

los primeros fr<strong>en</strong>te al 20,2% de los segundos <strong>en</strong> 2010). Sin embargo, una vez más, se observa<br />

una importante heterog<strong>en</strong>eidad <strong>en</strong>tre los ocupados vinculados a los cuidados: la incid<strong>en</strong>cia de la<br />

pobreza <strong>en</strong>tre los que se desempeñan <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico alcanzó <strong>el</strong> 29,1% <strong>en</strong> 2010, mi<strong>en</strong>tras<br />

que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los ocupados d<strong>el</strong> sector fue d<strong>el</strong> 9,6% (véase <strong>el</strong> gráfico II.47A). Un panorama<br />

similar se observa <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con la incid<strong>en</strong>cia de la indig<strong>en</strong>cia (véase <strong>el</strong> gráfico II.47B).


CEPAL<br />

• Gráfico II.46<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): distribución de distintos grupos de ocupados, según quintiles de<br />

ingreso per cápita, promedio ponderado, alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

A. Trabajadores d<strong>el</strong> cuidado y resto de ocupados B. Servicio doméstico y otros cuidadores<br />

100<br />

21,1<br />

16,7<br />

10,6<br />

15,4<br />

90<br />

25,3 26,1<br />

80<br />

20,1<br />

37,8<br />

19,5<br />

22,8<br />

22,5<br />

70<br />

22,9 23,2<br />

60<br />

25,9<br />

25,5<br />

24,1<br />

50<br />

23,3<br />

31,2<br />

20,1 20,3<br />

40<br />

34,5<br />

30,6<br />

30<br />

20<br />

20,9<br />

22,2<br />

17,3 16,9<br />

30<br />

20<br />

24,5<br />

25,7<br />

17,0<br />

18,8<br />

10<br />

0<br />

12,2 14,3 14,4 13,5<br />

2000 a 2010 b 2000 a 2010 b<br />

Trabajadores d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de ocupados<br />

10<br />

0<br />

15,0 17,6<br />

10,1<br />

3,9<br />

11,7<br />

4,4<br />

2000 a 2010 b 2000 a 2010 b<br />

Servicio doméstico<br />

Otros cuidadores<br />

Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

• Gráfico II.47<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): incid<strong>en</strong>cia de la pobreza y la indig<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> distintos grupos de<br />

ocupados, promedio ponderado, alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

45<br />

40<br />

A. Pobreza B. Indig<strong>en</strong>cia<br />

45<br />

40,4<br />

40<br />

35<br />

33,9<br />

35<br />

30<br />

30,7<br />

29,1<br />

30<br />

25<br />

24,1<br />

25<br />

20<br />

20,2<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

Trabajadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de<br />

ocupados<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

15,5<br />

9,6<br />

8,4<br />

10<br />

5,5<br />

5<br />

0<br />

Otros<br />

Trabajadores<br />

cuidadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado<br />

2000 a 2010 b<br />

15<br />

11,9<br />

Resto de<br />

ocupados<br />

11,2<br />

7,3 7,2<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

2,5<br />

1,7<br />

Otros<br />

cuidadores<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de) a 2007, los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

e) Condiciones laborales<br />

Las condiciones laborales de los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado son muy<br />

heterogéneas. Las trabajadoras d<strong>el</strong> servicio doméstico son <strong>en</strong> su gran mayoría asalariadas<br />

privadas, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de los cuidadores <strong>el</strong> sector público ti<strong>en</strong>e una importancia<br />

significativa. Esta estructura ocupacional de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado contrasta con la<br />

d<strong>el</strong> resto de los ocupados, <strong>en</strong> donde <strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te cobra mayor r<strong>el</strong>evancia. Los<br />

trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado —<strong>en</strong> especial las trabajadoras d<strong>el</strong> servicio doméstico—<br />

gozan de una m<strong>en</strong>or protección social, trabajan <strong>en</strong> promedio m<strong>en</strong>os horas semanales y<br />

cumpl<strong>en</strong> más trabajo a tiempo parcial que <strong>el</strong> resto de los ocupados. Las brechas salariales<br />

por hora —ajustadas por características de los trabajadores— muestran una p<strong>en</strong>alización<br />

considerable para <strong>el</strong> servicio doméstico <strong>en</strong> la gran mayoría de los países. Las condiciones de<br />

los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de la educación no evid<strong>en</strong>cian un patrón g<strong>en</strong>eral,<br />

mi<strong>en</strong>tras que los cuidadores de la salud gozan de una prima salarial al ser comparados con<br />

<strong>el</strong> resto de los ocupados de similares características.<br />

La inserción de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado varía según su categoría ocupacional. Los trabajadores<br />

d<strong>el</strong> servicio doméstico son <strong>en</strong> su gran mayoría asalariados privados, mi<strong>en</strong>tras que casi la mitad<br />

d<strong>el</strong> resto de los cuidadores pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> al sector público. En efecto, <strong>el</strong> 63% de los trabajadores<br />

de la educación y <strong>el</strong> 57% de los de la salud pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a ese sector. Esta estructura ocupacional<br />

de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado difiere mucho de la d<strong>el</strong> resto de los ocupados, donde <strong>el</strong> trabajo<br />

indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te adquiere mayor importancia (véase <strong>el</strong> gráfico II.48). En contraposición, <strong>el</strong> trabajo<br />

indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado es casi inexist<strong>en</strong>te, con la débil excepción de la salud donde<br />

repres<strong>en</strong>ta casi un 5%. Estas características no han sufrido cambios <strong>en</strong> <strong>el</strong> tiempo.<br />

La importancia d<strong>el</strong> sector privado <strong>en</strong>tre los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado varía<br />

considerablem<strong>en</strong>te (desde <strong>el</strong> 95% <strong>en</strong> <strong>el</strong> Paraguay hasta <strong>el</strong> 60% <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de)) y<br />

se destaca <strong>el</strong> peso r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te alto d<strong>el</strong> trabajo por cu<strong>en</strong>ta propia <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay, Honduras y Chile.<br />

• Gráfico II.48<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): distribución de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado y d<strong>el</strong> resto de<br />

ocupados, según categoría ocupacional, promedio ponderado, alrededor de 2010 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

0,1<br />

1,4<br />

6,1<br />

0,0<br />

0,4<br />

0,2<br />

4,0<br />

80<br />

70<br />

32,1<br />

44,2<br />

60<br />

50<br />

84,8<br />

99,6<br />

40<br />

30<br />

20<br />

51,0<br />

51,6<br />

10<br />

0<br />

13,7 10,8<br />

Trabajadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de<br />

ocupados<br />

0,0<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

Otros<br />

cuidadores<br />

Sector público Sector privado Por cu<strong>en</strong>ta propia Resto de ocupados<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a<br />

2009. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.


CEPAL<br />

La informalidad, <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dida <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido productivo según la tradición d<strong>el</strong> Programa Regional<br />

d<strong>el</strong> <strong>Empleo</strong> para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (PREALC) de la Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo<br />

(OIT, 1972), es uno de los principales problemas de las economías regionales. El concepto de<br />

informalidad refiere a trabajos de baja productividad <strong>en</strong> segm<strong>en</strong>tos marginales de la economía, así<br />

como a unidades económicas de subsist<strong>en</strong>cia. La definición operativa implica incluir al colectivo de<br />

trabajadores d<strong>el</strong> servicio doméstico d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> grupo de trabajadores informales 94 . El resto de los<br />

trabajadores d<strong>el</strong> cuidado pres<strong>en</strong>tan niv<strong>el</strong>es de informalidad m<strong>en</strong>ores que los de los ocupados fuera de<br />

ese sector (17,8% <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los primeros fr<strong>en</strong>te al 42,8% de los segundos <strong>en</strong> 2010). Sin embargo,<br />

dada la importancia d<strong>el</strong> servicio doméstico d<strong>en</strong>tro de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado, la incid<strong>en</strong>cia<br />

de la informalidad <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de estos trabajadores es alta (79,0%) (véase <strong>el</strong> cuadro II.27). Al<br />

igual que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de ocupados, la informalidad ha desc<strong>en</strong>dido a lo largo de la década para los<br />

demás cuidadores. Se destaca además la baja incid<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o <strong>en</strong>tre los trabajadores de<br />

la educación y la salud, debido principalm<strong>en</strong>te a la importancia d<strong>el</strong> empleo público.<br />

En 2010, <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de desprotección social —es decir, falta de cobertura de la seguridad<br />

social— de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado fue algo superior (63,2%) a la d<strong>el</strong> resto de los trabajadores<br />

(56,9%). Esto se debe sobre todo a los <strong>el</strong>evados niv<strong>el</strong>es de desprotección d<strong>el</strong> servicio doméstico 95 .<br />

Solo <strong>el</strong> 23,7% de los trabajadores d<strong>el</strong> servicio doméstico contribuyó a la seguridad social <strong>en</strong> 2010.<br />

Los niv<strong>el</strong>es de cobertura son considerablem<strong>en</strong>te superiores <strong>en</strong>tre los trabajadores de la educación<br />

y la salud, donde <strong>el</strong> sector público adquiere mayor importancia. En todos los países se observan<br />

grandes difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> cuanto a protección social d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> grupo de los ocupados d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong><br />

cuidado (véase <strong>el</strong> gráfico II.49).<br />

• Cuadro II.27<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): incid<strong>en</strong>cia de la informalidad <strong>en</strong> los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado,<br />

según subsectores, alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

2000 a 2010 b<br />

Servicio doméstico 100,0 100,0<br />

Resto de cuidadores 22,7 17,8<br />

Servicios educativos 4,4 2,5<br />

Servicios de salud 6,8 3,7<br />

Servicios comunitarios<br />

y <strong>en</strong> los hogares<br />

98,9 98,2<br />

Trabajadores d<strong>el</strong> cuidado 80,4 79,0<br />

Resto de ocupados 52,3 42,8<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

bLos<br />

datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

94<br />

Se define como informales a los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes no calificados, los trabajadores no remunerados, los<br />

propietarios y asalariados de las microempresas (excluidos los calificados) y <strong>el</strong> servicio doméstico.<br />

95<br />

Una explicación clave de este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o se asocia a la debilidad de la regulación laboral y a criterios más flexibles <strong>en</strong><br />

detrim<strong>en</strong>to de los trabajadores.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico II.49<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): trabajadores no afiliados a la seguridad social,<br />

promedio ponderado, alrededor de 2000 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

90<br />

A. Por subsectores, 2000 a y 2010 b B. Por países, 2010 b<br />

120<br />

80<br />

70<br />

60<br />

68,3<br />

63,2<br />

61,5 61,9<br />

56,4 56,9<br />

78,4<br />

76,3<br />

78,3<br />

75,1<br />

100<br />

80<br />

50<br />

40<br />

39,2 38,7<br />

60<br />

30<br />

20<br />

10<br />

24,7<br />

17,4<br />

23,6<br />

14,7<br />

40<br />

20<br />

0<br />

0<br />

Trabajadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de<br />

ocupados<br />

Total de<br />

ocupados<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

Otros<br />

cuidadores<br />

Servicios<br />

educativos<br />

Servicios<br />

de salud<br />

Servicios<br />

comunitarios y<br />

<strong>en</strong> los hogares<br />

Paraguay<br />

Rep.<br />

Dominicana<br />

Nicaragua<br />

México<br />

El Salvador<br />

Honduras<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Perú<br />

Panamá<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Ecuador<br />

Uruguay<br />

Costa Rica<br />

2000 2010<br />

Servicio doméstico Resto cuidadores Otros ocupados<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de). Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

La falta de cobertura de la seguridad social ha desc<strong>en</strong>dido <strong>en</strong> la última década tanto para<br />

los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado como para <strong>el</strong> resto de los ocupados. Sin embargo, la mejora <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

primer grupo se debe casi exclusivam<strong>en</strong>te a los trabajadores de la educación y la salud, ya que<br />

la variación correspondi<strong>en</strong>te al servicio doméstico es de m<strong>en</strong>or magnitud (véase <strong>el</strong> gráfico II.50).


CEPAL<br />

• Gráfico II.50<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): variación de trabajadores no afiliados a la seguridad social, por<br />

subsectores, promedio ponderado, alrededor de 2000 a y 2010 b<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

0<br />

-5<br />

-10<br />

-15<br />

-20<br />

-25<br />

Trabajadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de<br />

ocupados<br />

Total de<br />

ocupados<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

Otros<br />

cuidadores<br />

Servicios<br />

educativos<br />

Servicios<br />

de salud<br />

Servicios<br />

comunitarios y<br />

<strong>en</strong> los hogares<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de). Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 1998; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Panamá y <strong>el</strong> Perú, a 1999; los de Honduras, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, a 2002.<br />

b<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005, los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

Las horas de trabajo semanales de qui<strong>en</strong>es se desempeñan <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado<br />

son inferiores a las d<strong>el</strong> resto de los ocupados (36,6 horas y 42,3 horas, respectivam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong><br />

2010) (véase <strong>el</strong> gráfico II.51). Esto es resultado de las horas de trabajo d<strong>el</strong> servicio doméstico<br />

y, especialm<strong>en</strong>te, de los trabajadores de la educación (33 horas), ya que los cuidadores d<strong>el</strong><br />

sector de la salud trabajan un número de horas similar al d<strong>el</strong> resto de los trabajadores. Estos<br />

ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>tos son estables <strong>en</strong> <strong>el</strong> tiempo, aunque se difer<strong>en</strong>cian por sexo. En todas las inserciones<br />

laborales, tanto <strong>en</strong> cuidados como <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de las ocupaciones, los hombres trabajan de<br />

manera remunerada <strong>en</strong> promedio más horas que las mujeres. La difer<strong>en</strong>cia es más marcada <strong>en</strong><br />

las ocupaciones fuera d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado y <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico. En este último caso<br />

hay que t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que los hombres son una proporción minoritaria <strong>en</strong> la ocupación 96 .<br />

96<br />

Exist<strong>en</strong> limitaciones <strong>en</strong> la determinación de las horas de trabajo semanales a través de las <strong>en</strong>cuestas de hogares. En <strong>el</strong><br />

caso d<strong>el</strong> servicio doméstico puertas ad<strong>en</strong>tro, por ejemplo, la naturaleza misma d<strong>el</strong> trabajo dificulta su cuantificación.<br />

Sin embargo, estas trabajadoras —que son una proporción minoritaria d<strong>el</strong> total d<strong>el</strong> servicio doméstico— ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a<br />

declarar un promedio de horas 30% superior al d<strong>el</strong> resto de las ocupadas de ese subsector. En <strong>el</strong> caso de la educación,<br />

no se estarían cuantificando las horas dedicadas a la preparación de clases.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico II.51<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): horas semanales de trabajo de distintos grupos de ocupados,<br />

según sexo, promedio ponderado, alrededor de 2010 a<br />

(En horas semanales)<br />

50<br />

45<br />

40<br />

35<br />

45,1<br />

42,0 42,3<br />

37,6<br />

36,3 36,6<br />

42,8<br />

40,7<br />

38,1 38,4<br />

35,7 36,0<br />

42,4 43,0<br />

41,0 41,2<br />

36,0 36,4<br />

34,6<br />

32,8 32,9<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

Trabajadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de<br />

ocupados<br />

Servicio Resto de<br />

doméstico cuidadores<br />

Servicios<br />

educativos<br />

Mujeres Hombres Total<br />

Servicios Servicios<br />

de salud comunitarios<br />

y <strong>en</strong> los hogares<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia, Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana).<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a<br />

2009. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

Las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> las jornadas laborales pued<strong>en</strong> también observarse mediante la<br />

incid<strong>en</strong>cia de la inserción a tiempo parcial (m<strong>en</strong>os de 30 horas semanales). Esta inserción ti<strong>en</strong>e<br />

un peso m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> los trabajadores d<strong>el</strong> sector de la salud, mi<strong>en</strong>tras que resulta muy importante<br />

<strong>en</strong> los trabajadores de la educación y, especialm<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> servicio doméstico. En estos dos<br />

grupos, se destacan las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre hombres y mujeres. En todos los casos, la inserción<br />

a tiempo parcial es m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> los hombres, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico (véase <strong>el</strong><br />

gráfico II.52). La escasísima inserción de los hombres <strong>en</strong> estas ocupaciones parece responder<br />

a una naturaleza distinta que <strong>el</strong> usual trabajo por horas <strong>en</strong> distintos hogares que caracteriza al<br />

trabajo doméstico fem<strong>en</strong>ino.


CEPAL<br />

• Gráfico II.52<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): trabajadores a tiempo parcial <strong>en</strong> distintos grupos de ocupados,<br />

segun sexo, promedio ponderado, alrededor de 2010 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

40<br />

35<br />

30<br />

31,5<br />

30,6<br />

28,8<br />

34,9<br />

34,1<br />

35,6 35,3<br />

31,5<br />

34,0<br />

33,3<br />

25<br />

20<br />

15<br />

17,0<br />

18,2<br />

18,3<br />

21,2 20,6<br />

15,1<br />

18,1<br />

11,9<br />

10<br />

8,8 8,8 8,8<br />

5<br />

0<br />

Trabajadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado<br />

Resto de<br />

ocupados<br />

Servicio Resto de<br />

doméstico cuidadores<br />

Servicios<br />

educativos<br />

Servicios<br />

de salud<br />

Servicios<br />

comunitarios y<br />

<strong>en</strong> los hogares<br />

Mujeres Hombres Total<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia,<br />

Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

En 2010, la incid<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> pluriempleo —es decir, aqu<strong>el</strong>los individuos que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> más de un<br />

trabajo— es m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado (6,1%) que <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> resto de los ocupados (7,6%)<br />

(véase <strong>el</strong> cuadro II.28). Los cuidadores que trabajan <strong>en</strong> servicios de educación y, especialm<strong>en</strong>te, de<br />

salud, pres<strong>en</strong>tan mayores niv<strong>el</strong>es de pluriempleo, muy superiores a los d<strong>el</strong> resto de los ocupados.<br />

El servicio doméstico, mi<strong>en</strong>tras tanto, se destaca por la baja incid<strong>en</strong>cia de este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o. Emerge<br />

claram<strong>en</strong>te un patrón difer<strong>en</strong>ciado de pluriempleo <strong>en</strong>tre hombres y mujeres —sobre todo <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

sector d<strong>el</strong> cuidado— con una incid<strong>en</strong>cia significativam<strong>en</strong>te mayor <strong>en</strong>tre los hombres.<br />

• Cuadro II.28<br />

<strong>América</strong> latina (14 países): incid<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> pluriempleo <strong>en</strong>tre los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado,<br />

según sexo y subsector, alrededor de 2010 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Mujeres Hombres Total<br />

Servicio doméstico 4,8 5,8 4,8<br />

Resto de cuidadores 9,3 15,2 9,8<br />

Servicios educativos 9,3 14,6 9,6<br />

Servicios de salud 11,1 16,9 11,9<br />

Servicios comunitarios<br />

y <strong>en</strong> los hogares<br />

4,9 5,7 4,9<br />

Trabajadores d<strong>el</strong> cuidado 5,9 9,5 6,1<br />

Resto de ocupados 7,4 7,7 7,6<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a 2009.<br />

Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas. No se incluy<strong>en</strong> datos de la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia,<br />

Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Esta descripción ilustra las características de los trabajadores remunerados d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong><br />

cuidado y sus formas de inserción laboral. Para compr<strong>en</strong>der mejor la situación de este colectivo es<br />

imprescindible analizar sus ingresos y compararlos con los d<strong>el</strong> resto de los ocupados. Los estudios<br />

previos señalan que la remuneración d<strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado ti<strong>en</strong>de a ser peor que <strong>en</strong><br />

otras ocupaciones cuando se controla por las características de los individuos (England y Folbre,<br />

1999; OCDE, 2011a). Este sesgo afecta sobre todo a las mujeres y se observa también al analizar<br />

datos longitudinales, que indican que <strong>el</strong> mismo individuo gana m<strong>en</strong>os cuando se dedica al cuidado<br />

que cuando trabaja <strong>en</strong> otras ocupaciones (England, Budig y Folbre, 2002). Este tipo de evid<strong>en</strong>cia no<br />

existe <strong>en</strong> la región, ya que los estudios se han c<strong>en</strong>trado básicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la id<strong>en</strong>tificación d<strong>el</strong> tamaño<br />

d<strong>el</strong> sector y las características de los trabajadores. Una excepción la constituye <strong>el</strong> estudio de Esquiv<strong>el</strong><br />

(2010) r<strong>el</strong>ativo a la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>en</strong> <strong>el</strong> que se señala que las mujeres que trabajan <strong>en</strong> ocupaciones<br />

d<strong>el</strong> cuidado no necesariam<strong>en</strong>te recib<strong>en</strong> una p<strong>en</strong>alización salarial, mi<strong>en</strong>tras que los hombres sí. Al<br />

desagregar <strong>el</strong> sector de los cuidados por tipo de ocupaciones, se detecta una p<strong>en</strong>alización salarial<br />

para aqu<strong>el</strong>las pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes al sector de la salud, tanto para hombres como para mujeres, mi<strong>en</strong>tras<br />

que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de las ocupaciones no hay difer<strong>en</strong>cias significativas 97 .<br />

Dada la escasa exist<strong>en</strong>cia de estudios regionales sobre esta temática, se pret<strong>en</strong>de aportar<br />

información novedosa sobre los ingresos de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> resto de<br />

los ocupados. Para <strong>el</strong>lo, parece razonable ir más allá de la comparación de los ingresos promedio, ya<br />

que las distintas características de ambos grupos —incluso d<strong>en</strong>tro de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado—<br />

pued<strong>en</strong> explicar, al m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> parte, las pot<strong>en</strong>ciales difer<strong>en</strong>cias de ingresos.<br />

Se analizan las difer<strong>en</strong>cias de ingresos mediante la estimación de ecuaciones salariales,<br />

donde la variable dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te o a explicar es <strong>el</strong> ingreso de los trabajadores (expresado <strong>en</strong><br />

logaritmos) y las variables explicativas incluy<strong>en</strong> los tradicionales controles por características de<br />

los trabajadores 98 . Se utiliza la última ronda de <strong>en</strong>cuestas de hogares disponible <strong>en</strong> los países. Los<br />

ingresos se consideran <strong>en</strong> términos m<strong>en</strong>suales y ajustados por horas de trabajo. Dados los intereses<br />

específicos de este ejercicio, se incluyeron variables que id<strong>en</strong>tifican a los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado.<br />

La primera aproximación consistió <strong>en</strong> id<strong>en</strong>tificar <strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado a niv<strong>el</strong> agregado, con una<br />

variable binaria que equivale a uno si <strong>el</strong> trabajador pert<strong>en</strong>ece al sector d<strong>el</strong> cuidado —conforme<br />

a los criterios definidos al comi<strong>en</strong>zo de este capítulo— y a cero <strong>en</strong> caso contrario. El coefici<strong>en</strong>te<br />

de esa variable es <strong>el</strong> que nos interesa, ya que refleja la difer<strong>en</strong>cia porc<strong>en</strong>tual de ingresos con <strong>el</strong><br />

resto de los ocupados. En primera instancia, y con fines ilustrativos, se analizaron las difer<strong>en</strong>cias<br />

de ingresos sin incluir variables de control <strong>en</strong> la ecuación, lo que su<strong>el</strong>e d<strong>en</strong>ominarse brecha sin<br />

ajustar. La segunda especificación incluye variables de control (sexo, niv<strong>el</strong> educativo, zona y<br />

experi<strong>en</strong>cia pot<strong>en</strong>cial) 99 .<br />

En <strong>el</strong> cuadro II.29 se pres<strong>en</strong>tan los coefici<strong>en</strong>tes de la variable cuidados y su desvío, tanto para<br />

ingresos m<strong>en</strong>suales como para ingresos por hora. Cuando se consideran los ingresos m<strong>en</strong>suales,<br />

<strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te de la variable binaria que distingue a los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado, sin ajustar por<br />

características, es negativo y significativo para todos los países, con excepción de Honduras.<br />

En promedio, los trabajadores d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado considerados globalm<strong>en</strong>te ganan <strong>en</strong>tre un<br />

89,6% (Costa Rica) y un 13,8 % (Perú) m<strong>en</strong>os que <strong>el</strong> resto de los trabajadores. Al controlar por las<br />

características personales de los trabajadores, la brecha desci<strong>en</strong>de considerablem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> todos los<br />

países (y deja de ser significativa <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de Nicaragua). En <strong>el</strong> Perú y El Salvador, países donde la<br />

p<strong>en</strong>alización salarial promedio es de las de m<strong>en</strong>or magnitud <strong>en</strong> la región, la difer<strong>en</strong>cia se transforma<br />

<strong>en</strong> una prima salarial para los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado cuando se controla por características de<br />

97<br />

Cabe recordar que <strong>en</strong> Esquiv<strong>el</strong> (2010) se incluy<strong>en</strong> los médicos d<strong>en</strong>tro de los ocupados d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado.<br />

98<br />

No se realizó corrección por sesgo de s<strong>el</strong>ección ya que <strong>en</strong> estudios previos se <strong>en</strong>contró que distintos factores afectan<br />

la s<strong>el</strong>ectividad de las mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo, pero no <strong>en</strong>tre ocupaciones d<strong>el</strong> cuidado y <strong>el</strong> resto de las ocupaciones (Budig<br />

y Misra, 2010).<br />

99<br />

Lam<strong>en</strong>tablem<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> la mayor parte de los países no se dispone de información sobre sindicalización o cobertura de<br />

la negociación salarial de los trabajadores, variables r<strong>el</strong>evantes para analizar las difer<strong>en</strong>cias de ingresos.


CEPAL<br />

los trabajadores. Esto quiere decir que los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> estas economías ganan <strong>en</strong><br />

promedio más que <strong>el</strong> resto de los trabajadores de similares características.<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de)<br />

• Cuadro II.29<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): difer<strong>en</strong>cias salariales de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidadocon <strong>el</strong> resto<br />

de los ocupados, alrededor de 2010 a<br />

Salarios m<strong>en</strong>suales<br />

Salarios por hora<br />

Brecha sin ajustar Brecha ajustada Brecha sin ajustar Brecha ajustada<br />

Coefici<strong>en</strong>te Desvío Coefici<strong>en</strong>te Desvío Coefici<strong>en</strong>te Desvío Coefici<strong>en</strong>te Desvío<br />

-0,251 [0,0461] b -0,0758 [0,0440] c -0,0609 [0,0492] 0,0415 [0,0404]<br />

Brasil -0,635 [0,0075] b -0,290<br />

[0,00676]<br />

b -0,386 [0,0069] b -0,0883 [0,00654] b<br />

Chile -0,499 [0,0196] b -0,223 [0,0169] b -0,335 [0,0187] b -0,114 [0,0166] b<br />

Costa Rica -0,896 [0,0379] b -0,548 [0,0371] b -0,436 [0,0293] b -0,199 [0,0300] b<br />

Ecuador -0,336 [0,0214] b -0,0996 [0,0222] b -0,232 [0,0214] b -0,0421 [0,0228] c<br />

El Salvador -0,147 [0,0224] b 0,0977 [0,0218] b 0,162 [0,0613] b 0,111 [0,0433] d<br />

Honduras 0,0360 [0,0424] -0,0568 [0,0386] 0,0116 [0,0433] -0,119 [0,0399] b<br />

México -0,635 [0,0386] b -0,224 [0,0359] b -0,265 [0,0320] b -0,0123 [0,0302]<br />

Nicaragua -0,286 [0,0352] b -0,0203 [0,0399] -0,299 [0,0322] b -0,0887 [0,0364] d<br />

Panamá -0,756 [0,0315] b -0,538 [0,0281] b -0,594 [0,0293] b -0,424 [0,0268] b<br />

Paraguay -0,593 [0,0345] b -0,269 [0,0401] b -0,282 [0,139] d -0,217 [0,148]<br />

Perú -0,138 [0,0300] b 0,0966 [0,0306] b -0,170 [0,0246] b 0,0188 [0,0242]<br />

República Dominicana -0,443 [0,0355] b -0,266 [0,0307] b -0,287 [0,0344] b -0,168 [0,0306] b<br />

Uruguay -0,674 [0,0160] b -0,357 [0,0146] b -0,256 [0,0128] b -0,0497 [0,0124] b<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a<br />

2009. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

b<br />

El coefici<strong>en</strong>te es significativo al 1%.<br />

c<br />

El coefici<strong>en</strong>te es significativo al 10%.<br />

d<br />

El coefici<strong>en</strong>te es significativo al 5%.<br />

Al considerar las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> los salarios por hora se manti<strong>en</strong><strong>en</strong> los patrones antes<br />

señalados. Las brechas son de m<strong>en</strong>or magnitud debido a que los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado trabajan<br />

m<strong>en</strong>os horas que <strong>el</strong> resto de los ocupados. Por lo tanto, esta brecha salarial horaria refleja de manera<br />

más adecuada las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado y <strong>el</strong> resto de los ocupados. Al<br />

ajustar por características de los trabajadores, las difer<strong>en</strong>cias salariales dejan de ser significativas<br />

<strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de), México, <strong>el</strong> Paraguay y <strong>el</strong> Perú, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> El Salvador se<br />

manti<strong>en</strong>e la prima salarial.<br />

En <strong>el</strong> gráfico II.53 se sintetizan los resultados de las difer<strong>en</strong>cias porc<strong>en</strong>tuales de ingresos<br />

<strong>en</strong>tre los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado y <strong>el</strong> resto de los ocupados, tanto <strong>en</strong> términos m<strong>en</strong>suales como<br />

por hora, controlando por características de los trabajadores.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico II.53<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): difer<strong>en</strong>cias salariales <strong>en</strong>tre los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado y <strong>el</strong><br />

resto de los ocupados, alrededor de 2010 a b<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

0,2<br />

0,1<br />

0<br />

-0,1<br />

-0,2<br />

-0,3<br />

-0,4<br />

-0,5<br />

-0,6<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Honduras<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay<br />

Salarios m<strong>en</strong>suales<br />

Salarios por hora<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a<br />

2009. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

b<br />

Las barras más claras indican los casos que no resultan significativos estadísticam<strong>en</strong>te.<br />

Una segunda aproximación al estudio de las difer<strong>en</strong>cias salariales consistió <strong>en</strong> distinguir a<br />

los trabajadores d<strong>el</strong> servicio doméstico d<strong>el</strong> resto de los ocupados d<strong>el</strong> cuidado. En <strong>el</strong> cuadro II.30<br />

se pres<strong>en</strong>tan los coefici<strong>en</strong>tes de las variables binarias que distingu<strong>en</strong> al servicio doméstico y al<br />

resto de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado, respectivam<strong>en</strong>te, d<strong>el</strong> resto de los ocupados (así como los<br />

desvíos y la significación). Estos coefici<strong>en</strong>tes indican las brechas porc<strong>en</strong>tuales de cada grupo con<br />

respecto a trabajadores similares fuera d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado, ya que correspond<strong>en</strong> a ecuaciones<br />

que incluy<strong>en</strong> las variables de control. En términos m<strong>en</strong>suales, <strong>en</strong> 9 de los 14 países considerados se<br />

detecta una p<strong>en</strong>alización salarial para los trabajadores d<strong>el</strong> servicio doméstico. Las excepciones son<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de), El Salvador, Honduras, Nicaragua y <strong>el</strong> Perú. Esa p<strong>en</strong>alización ti<strong>en</strong>de<br />

a mant<strong>en</strong>erse al considerar remuneraciones por hora, aunque su magnitud es considerablem<strong>en</strong>te<br />

m<strong>en</strong>or, y deja de ser significativa <strong>en</strong> México y <strong>el</strong> Paraguay, mi<strong>en</strong>tras que pasa a serlo <strong>en</strong> Honduras.<br />

Por lo tanto, <strong>el</strong> servicio doméstico recibe una p<strong>en</strong>alización <strong>en</strong> términos de salarios por hora <strong>en</strong> 8 de<br />

los 14 países considerados. La magnitud de las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> los ingresos por hora varía desde una<br />

p<strong>en</strong>alización d<strong>el</strong> 5% <strong>en</strong> <strong>el</strong> Ecuador, hasta valores cercanos al 46% <strong>en</strong> Panamá. En r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong><br />

resto de trabajadores d<strong>el</strong> cuidado, no se detecta un patrón claro. En términos de salarios por hora,<br />

<strong>en</strong> 8 de los 14 países considerados las difer<strong>en</strong>cias son significativas, pero <strong>en</strong> 2 (Brasil y El Salvador)<br />

se observa una prima salarial favorable a estos trabajadores.


CEPAL<br />

• Cuadro II.30<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): difer<strong>en</strong>cias salariales de distintos grupos de trabajadores d<strong>el</strong><br />

cuidado con <strong>el</strong> resto de los ocupados, brechas ajustadas, alrededor de 2010 a<br />

Salarios m<strong>en</strong>suales<br />

Salarios por hora<br />

Servicio doméstico Resto de cuidadores Servicio doméstico Resto de cuidadores<br />

Coefici<strong>en</strong>te Desvío Coefici<strong>en</strong>te Desvío Coefici<strong>en</strong>te Desvío Coefici<strong>en</strong>te Desvío<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de) -0,00460 [0,0639] -0,142 [0,0565] b 0,00479 [0,0641] 0,0755 [0,0471]<br />

Brasil -0,384 [0,00776] c -0,0202 [0,0103] b -0,139 [0,00755] c 0,0563 [0,0105] c<br />

Chile -0,333 [0,0200] c -0,0464 [0,0249] d -0,143 [0,0207] c -0,0686 [0,0238] c<br />

Costa Rica -0,630 [0,0468] c -0,406 [0,0537] c -0,104 [0,0309] c -0,385 [0,0585] c<br />

Ecuador -0,129 [0,0256] c -0,0172 [0,0371] -0,0510 [0,0247] b -0,0172 [0,0456]<br />

El Salvador 0,102 [0,0239] c 0,0808 [0,0n e495] 0,0392 [0,0535] 0,256 [0,0574] c<br />

Honduras -0,0719 [0,0438] -0,0340 [0,0609] -0,182 [0,0462] c -0,0223 [0,0616]<br />

México -0,279 [0,0414] c -0,0268 [0,0602] -0,000729 [0,0342] -0,0542 [0,0589]<br />

Nicaragua 0,0888 [0,0422] b -0,429 [0,0809] c -0,0581 [0,0391] -0,203 [0,0709] c<br />

Panamá -0,624 [0,0334] c -0,407 [0,0459] c -0,459 [0,0313] c -0,373 [0,0458] c<br />

Paraguay -0,286 [0,0430] c -0,164 [0,0845] d -0,207 [0,160] -0,315 [0,164] d<br />

Perú 0,143 [0,0368] c -0,0166 [0,0496] 0,0226 [0,0271] 0,00890 [0,0454]<br />

República Dominicana -0,352 [0,0354] c -0,118 [0,0472] b -0,256 [0,0364] c -0,0173 [0,0427]<br />

Uruguay -0,504 [0,0178] c -0,162 [0,0218] c -0,0382 [0,0157] b -0,0650 [0,0181] c<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a<br />

2009. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

b<br />

El coefici<strong>en</strong>te es significativo al 5%.<br />

c<br />

El coefici<strong>en</strong>te es significativo al 1%.<br />

d<br />

El coefici<strong>en</strong>te es significativo al 10%.<br />

En <strong>el</strong> gráfico II.54 se sintetizan los resultados de las difer<strong>en</strong>cias salariales porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong>tre<br />

trabajadores d<strong>el</strong> servicio doméstico y <strong>el</strong> resto de los trabajadores, tanto <strong>en</strong> salarios m<strong>en</strong>suales como<br />

por hora, controlando por características de los trabajadores. Las barras más claras indican los casos<br />

que no resultan significativos estadísticam<strong>en</strong>te.<br />

En <strong>el</strong> análisis anterior, <strong>el</strong> grupo de trabajadores d<strong>el</strong> cuidado fuera d<strong>el</strong> servicio doméstico<br />

(d<strong>en</strong>ominado otros cuidados) <strong>en</strong>globa a trabajadores de la salud y de la educación, así como al<br />

servicio doméstico fuera de los hogares (este subgrupo es muy minoritario). Como se discutió, <strong>el</strong><br />

análisis agregado no permite detectar un patrón claro <strong>en</strong> este grupo. Sin embargo, al separar los<br />

trabajadores d<strong>el</strong> cuidado pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes a la educación y aqu<strong>el</strong>los que desarrollan actividades<br />

<strong>en</strong> la salud, surg<strong>en</strong> algunos <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos de interés. En términos m<strong>en</strong>suales, <strong>en</strong> 10 de los 14 países<br />

considerados los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> <strong>el</strong> subsector de la educación recib<strong>en</strong> una p<strong>en</strong>alización<br />

salarial al compararlos con trabajadores similares fuera d<strong>el</strong> sector d<strong>el</strong> cuidado (véase <strong>el</strong> cuadro II.31).<br />

Sin embargo, al considerar los salarios por hora, esa p<strong>en</strong>alización desaparece <strong>en</strong> la mayoría de los<br />

países (con excepción de Chile, Nicaragua, <strong>el</strong> Paraguay y <strong>el</strong> Perú). En <strong>el</strong> caso de la salud, <strong>en</strong> 10 de los<br />

14 países considerados se evid<strong>en</strong>cia una prima salarial <strong>en</strong> términos m<strong>en</strong>suales para los cuidadores<br />

que trabajan <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector, que se manti<strong>en</strong>e para casi todos al considerar los ingresos por hora (salvo<br />

<strong>en</strong> Chile, donde <strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te deja de ser significativo). Esto probablem<strong>en</strong>te se vincula con la mayor<br />

inserción de esos trabajadores <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector público.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico II.54<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): difer<strong>en</strong>cias salariales <strong>en</strong>tre los trabajadores d<strong>el</strong> servicio<br />

doméstico y <strong>el</strong> resto de los ocupados, alrededor de 2010 a b<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

0,2<br />

0,1<br />

0<br />

-0,1<br />

-0,2<br />

-0,3<br />

-0,4<br />

-0,5<br />

-0,6<br />

-0,7<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Honduras<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay<br />

Salarios m<strong>en</strong>suales<br />

Salarios por hora<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a<br />

2009. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

b<br />

Las barras más claras indican los casos que no resultan significativos estadísticam<strong>en</strong>te.<br />

• Cuadro II.31<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): difer<strong>en</strong>cias salariales de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong><br />

educación y salud con <strong>el</strong> resto de los ocupados, alrededor de 2010 a<br />

Salarios m<strong>en</strong>suales<br />

Salarios por hora<br />

Educación Salud Educación Salud<br />

Coefici<strong>en</strong>te Desvío Coefici<strong>en</strong>te Desvío Coefici<strong>en</strong>te Desvío Coefici<strong>en</strong>te Desvío<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de)<br />

-0.207 [0.0727] b 0.0679 [0.0725] 0.193 [0.0530] b -0.0318 [0.0795]<br />

Brasil -0.180 [0.0165] b 0.129 [0.0138] b 0.0315 [0.0169] c 0.119 [0.0150] b<br />

Chile -0.0901 [0.0201] b 0.102 [0.0523] c -0.0842 [0.0217] b 0.00647 [0.0515]<br />

Costa Rica -0.0903 [0.0684] 0.351 [0.0811] b 0.0554 [0.0871] 0.271 [0.0875] b<br />

Ecuador -0.199 [0.0668] b 0.253 [0.0525] b -0.0955 [0.0785] 0.233 [0.0815] b<br />

El Salvador 0.0271 [0.0432] 0.201 [0.0663] b 0.291 [0.0650] b 0.247 [0.102] d<br />

Honduras -0.178 [0.115] 0.359 [0.0916] b 0.203 [0.129] 0.323 [0.0928] b<br />

México -0.0560 [0.103] 0.444 [0.0548] b 0.161 [0.0927] c 0.324 [0.0552] b<br />

Nicaragua -0.769 [0.0900] b 0.0327 [0.120] -0.338 [0.0793] b 0.0680 [0.142]<br />

Panamá -0.323 [0.0857] b 0.116 [0.0344] b -0.139 [0.0782] c 0.111 [0.0364] b<br />

Paraguay -0.322 [0.137] d 0.0815 [0.0850] -0.281 [0.0843] b -0.127 [0.226]<br />

Perú -0.296 [0.0581] b 0.193 [0.0712] b -0.130 [0.0634] d 0.181 [0.0605] b<br />

República Dominicana -0.153 [0.0570] b 0.104 [0.0739] -0.0485 [0.0493] 0.158 [0.0759] d<br />

Uruguay -0.133 [0.0452] b 0.292 [0.0218] b 0.115 [0.0443] b 0.183 [0.0206] b<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a<br />

2009. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

b<br />

El coefici<strong>en</strong>te es significativo al 1%.<br />

c<br />

El coefici<strong>en</strong>te es significativo al 10%.<br />

d<br />

El coefici<strong>en</strong>te es significativo al 5%.


CEPAL<br />

En <strong>el</strong> gráfico II.55 se sintetizan los resultados de las difer<strong>en</strong>cias salariales porc<strong>en</strong>tuales<br />

de trabajadores d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> los sectores de la salud y la educación <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> resto<br />

de los trabajadores. Nuevam<strong>en</strong>te, las barras más claras indican los casos que no resultan<br />

significativos estadísticam<strong>en</strong>te.<br />

• Gráfico II.55<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (14 países): difer<strong>en</strong>cias salariales de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> los<br />

sectores de la educación y la salud con <strong>el</strong> resto de los ocupados, alrededor de 2010 a b<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

0,4<br />

0,2<br />

0<br />

-0,2<br />

-0,4<br />

-0,6<br />

-0,8<br />

A. Sector de la educación B. Sector de la salud<br />

0,5<br />

0,4<br />

0,3<br />

0,2<br />

0,1<br />

0<br />

-0,1<br />

-1<br />

-0,2<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Honduras<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Honduras<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay<br />

Salarios m<strong>en</strong>suales<br />

Salarios por hora<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los datos de Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2005; los de Bolivia (Estado Plurinacional de), a 2007; los d<strong>el</strong> Brasil y Chile, a<br />

2009. Los datos d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay correspond<strong>en</strong> a las áreas urbanas.<br />

b<br />

Las barras más claras indican los casos que no resultan significativos estadísticam<strong>en</strong>te.<br />

En <strong>el</strong> análisis pres<strong>en</strong>tado se muestra la alta heterog<strong>en</strong>eidad que existe d<strong>en</strong>tro de los<br />

trabajadores remunerados d<strong>el</strong> cuidado y las difer<strong>en</strong>cias observadas <strong>en</strong> los mercados laborales<br />

de los países de la región. La p<strong>en</strong>alización salarial de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado que se registra<br />

<strong>en</strong> los países desarrollados —y que también surge <strong>en</strong> los países de la región— <strong>en</strong>globa distintas<br />

situaciones. En la mayoría de las países se detecta una p<strong>en</strong>alización salarial significativa para<br />

<strong>el</strong> servicio doméstico, cuya magnitud desci<strong>en</strong>de al considerar las remuneraciones por hora <strong>en</strong><br />

lugar de las m<strong>en</strong>suales. Los trabajadores de la educación también sufr<strong>en</strong> una p<strong>en</strong>alización <strong>en</strong><br />

términos m<strong>en</strong>suales, que ti<strong>en</strong>de a desaparecer al considerar los ingresos por hora. En <strong>el</strong> caso<br />

de los trabajadores d<strong>el</strong> sector de la salud, por <strong>el</strong> contrario, se detecta una prima o v<strong>en</strong>taja<br />

salarial <strong>en</strong> la mayor parte de los países. Para compr<strong>en</strong>der mejor estas brechas y sus difer<strong>en</strong>cias<br />

por países debería incorporarse al análisis <strong>el</strong> estudio de las especificidades de los mercados<br />

laborales de la región y sus regulaciones.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

f) <strong>Empleo</strong> doméstico <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: vulnerabilidades y<br />

discriminación <strong>en</strong> un contexto de crisis<br />

El empleo doméstico aparece como una categoría <strong>en</strong> la que confluye un perfil poblacional<br />

específico —<strong>en</strong> <strong>el</strong> que destacan la altísima proporción de mujeres y la alta incid<strong>en</strong>cia de<br />

migrantes internacionales—, déficits <strong>en</strong> activos básicos y mayor precariedad <strong>en</strong> las condiciones<br />

laborales. Las importantes difer<strong>en</strong>cias socioeconómicas <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> empleo doméstico y <strong>el</strong><br />

resto de los trabajadores d<strong>el</strong> cuidado reflejan la exist<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la región de mod<strong>el</strong>os duales<br />

de protección y regulación laboral. El lugar r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te invisible que <strong>el</strong> empleo doméstico<br />

ocupa <strong>en</strong> la ag<strong>en</strong>da de las políticas y las regulaciones laborales <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> es un<br />

indicador d<strong>el</strong> arraigo de pautas discriminatorias hacia las mujeres y de desvalorización d<strong>el</strong><br />

trabajo asociado tradicionalm<strong>en</strong>te a la feminidad y al cuidado de otros. Los flujos migratorios<br />

de mujeres asociados al cuidado profundizan la desprotección y la discriminación <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector.<br />

En las secciones anteriores se da cu<strong>en</strong>ta de una importante heterog<strong>en</strong>eidad <strong>en</strong>tre los trabajadores<br />

d<strong>el</strong> cuidado, y <strong>el</strong> empleo doméstico aparece como una categoría <strong>en</strong> la que confluye un perfil<br />

poblacional específico, déficits <strong>en</strong> activos básicos y mayor precariedad <strong>en</strong> las condiciones<br />

laborales. La evid<strong>en</strong>cia pres<strong>en</strong>tada confirma lo que varias investigaciones ya han ilustrado: <strong>el</strong><br />

empleo doméstico está más feminizado que <strong>el</strong> resto de las ocupaciones d<strong>el</strong> cuidado, y pres<strong>en</strong>ta<br />

un niv<strong>el</strong> educativo inferior, una mayor incid<strong>en</strong>cia de pobreza e indig<strong>en</strong>cia y un porc<strong>en</strong>taje más<br />

<strong>el</strong>evado de población indíg<strong>en</strong>a que <strong>el</strong> resto de los trabajadores d<strong>el</strong> sector. Como se señala <strong>en</strong><br />

CEPAL (2007), esta situación “está legitimada socialm<strong>en</strong>te puesto que no implica la trasgresión<br />

de ninguna norma cultural. Cuidar es cosa de mujeres y servir es asunto de mujeres pobres”<br />

(CEPAL, 2007).<br />

El empleo doméstico también es la categoría <strong>en</strong> la que se conc<strong>en</strong>tra una mayor proporción<br />

de jefas de hogar y de trabajadoras que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> hogares con niños y adolesc<strong>en</strong>tes. A su vez, existe<br />

una fuerte asociación <strong>en</strong>tre empleo doméstico y hogares monopar<strong>en</strong>tales con jefatura fem<strong>en</strong>ina, lo<br />

que refleja un núcleo de desigualdad donde se combinan vulnerabilidad, alta dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> ingreso<br />

y graves dificultades para conciliar <strong>el</strong> trabajo remunerado con <strong>el</strong> no remunerado (CEPAL, 2007).<br />

Las importantes difer<strong>en</strong>cias socioeconómicas <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> empleo doméstico y <strong>el</strong> resto de los<br />

trabajadores d<strong>el</strong> cuidado reflejan la exist<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la región de mod<strong>el</strong>os duales de protección y<br />

regulación laboral (Esquiv<strong>el</strong>, 2010; Lund, 2010; Palriwala y Neetha, 2010). En esta dualidad, <strong>el</strong> empleo<br />

doméstico aparece como una categoría que combina escasa regulación, bajos salarios, escaso<br />

acceso a protección social, discriminación y condiciones laborales extremadam<strong>en</strong>te precarias<br />

(Amarante y Espino, 2008; CEPAL, 2007; Loyo y V<strong>el</strong>ásquez, 2009; Val<strong>en</strong>zu<strong>el</strong>a y Moras, 2009; Cortés,<br />

2009; Blofi<strong>el</strong>d, 2012).<br />

El lugar r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te invisible (Esquiv<strong>el</strong>, 2010) que <strong>el</strong> empleo doméstico ocupa <strong>en</strong> la ag<strong>en</strong>da<br />

de las políticas y las regulaciones laborales <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (Chaney y García Castro, 1991; Blofi<strong>el</strong>d,<br />

2012) indica <strong>el</strong> arraigo de pautas discriminatorias hacia las mujeres y de desvalorización d<strong>el</strong> trabajo<br />

asociado tradicionalm<strong>en</strong>te a la feminidad y al cuidado de otros (CEPAL, 2007) (véase <strong>el</strong> recuadro II.2).<br />

Es también, <strong>en</strong> última instancia, reflejo de los altos niv<strong>el</strong>es de desigualdad —de género y de estratos<br />

sociales— que todavía persist<strong>en</strong> <strong>en</strong> las sociedades de la región.


CEPAL<br />

• Recuadro II.2<br />

<strong>Empleo</strong> doméstico y regulación laboral <strong>en</strong> américa latina:<br />

pautas históricas y t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias reci<strong>en</strong>tes<br />

El empleo doméstico <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> su<strong>el</strong>e inscribirse <strong>en</strong> un situación jurídica más precaria que la d<strong>el</strong> resto de los<br />

trabajadores (Loyo y V<strong>el</strong>ásquez, 2009; Blofi<strong>el</strong>d, 2012). En la mayoría de los países de la región la normativa que rige<br />

al conjunto de los ocupados no rige al empleo doméstico o, aunque así sea, no se aplica.<br />

Estas difer<strong>en</strong>cias se hac<strong>en</strong> visibles <strong>en</strong> las regulaciones sobre horas máximas semanales de trabajo que la<br />

legislación permite. Tradicionalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> ha existido una <strong>en</strong>orme brecha <strong>en</strong>tre las horas de trabajo<br />

que la ley de cada país establecía para <strong>el</strong> conjunto de los trabajadores y para los trabajadores domésticos. En la mayor<br />

parte de los países esta brecha persiste, aunque <strong>en</strong> algunos casos se observan cambios significativos <strong>en</strong> la normativa<br />

que, <strong>en</strong>tre otras cosas, han reducido las difer<strong>en</strong>cias (como <strong>en</strong> Colombia) o incluso las han <strong>el</strong>iminado (como <strong>en</strong> Bolivia<br />

(Estado Plurinacional de), Costa Rica, Perú y Uruguay) (Blofi<strong>el</strong>d, 2012).<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (15 países): horas máximas semanales de trabajo que permite la<br />

normativa laboral para <strong>el</strong> conjunto de los trabajadores y para los trabajadores<br />

domésticos, 1980 y 2010<br />

1980 2010<br />

Trabajadores<br />

<strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral<br />

Trabajadores<br />

domésticos<br />

Difer<strong>en</strong>cia<br />

Trabajadores<br />

<strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral<br />

Trabajadores<br />

domésticos<br />

Difer<strong>en</strong>cia<br />

Arg<strong>en</strong>tina 48 72 24 48 72 24<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de) 48 104 56 48 48/60 a 0/12<br />

Brasil 48 (96) b 48 44 (96) b 52<br />

Chile 48 72 24 45 72 27<br />

Colombia 48 (96) c 48 48 58/60 a 0/12<br />

Costa Rica 48 78 30 48 48 0<br />

República Dominicana 48 82,5 34,5 44 82,5 38,5<br />

Ecuador 44 (104) d 60 40 (104) d 64<br />

El Salvador 44 72 28 44 72 28<br />

Guatemala 48 96 48 48 96 48<br />

Honduras 44 84 40 44 84 40<br />

México 48 (96) e 48 48 (96) e 48<br />

Nicaragua 48 72 24 48 72 24<br />

Panamá 48 90 42 48 90 42<br />

Paraguay 48 72 24 48 72 24<br />

Perú 48 96 48 48 48 f 0/?<br />

Uruguay 48 (96) c, g 48 48/44 44 0<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República<br />

Bolivariana de) 48 84/48 h 36/0 44 84/44 h 36/0<br />

Fu<strong>en</strong>te: M. Blofi<strong>el</strong>d, Care, Work and Class: Domestic Workers’ Struggle for Equal Rights in Latin America, P<strong>en</strong>n State<br />

University Press, 2012, pág.20, sobre la base de los códigos d<strong>el</strong> trabajo de cada país.<br />

a<br />

Se aplican 60 horas a empleadas domésticas puertas ad<strong>en</strong>tro o que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar.<br />

b<br />

La jornada laboral no está limitada, lo que <strong>en</strong> la práctica permite una jornada de hasta 16 horas.<br />

c<br />

Las horas de trabajo regular no aplican a los trabajadores domésticos.<br />

d<br />

Los trabajadores domésticos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un día libre cada dos semanas.<br />

e<br />

El código d<strong>el</strong> trabajo especifica “tiempo sufici<strong>en</strong>te para descansar y comer”, lo que ha sido trasladado a jornadas de<br />

16 horas.<br />

f<br />

Se aplican 48 horas explícitam<strong>en</strong>te únicam<strong>en</strong>te a qui<strong>en</strong>es viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar con sus patrones.<br />

g<br />

Los trabajadores domésticos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un día libre por semana.<br />

h<br />

Se aplican 84 horas a qui<strong>en</strong>es viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar con sus patrones.<br />

Además, los trabajadores domésticos se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> clara desv<strong>en</strong>taja <strong>en</strong> la normativa <strong>en</strong> comparación con otros<br />

trabajadores <strong>en</strong> aspectos clave para alcanzar <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te, como <strong>el</strong> salario mínimo, la lic<strong>en</strong>cia por maternidad, <strong>el</strong> acceso<br />

a la seguridad social, <strong>el</strong> descanso semanal o las vacaciones (CEPAL, 2007; Loyo y V<strong>el</strong>ásquez, 2009; Val<strong>en</strong>zu<strong>el</strong>a y Moras, 2009;<br />

Blofi<strong>el</strong>d, 2012). Esta situación refleja pautas discriminatorias explícitas, basadas <strong>en</strong> “<strong>el</strong> argum<strong>en</strong>to de que este trabajo posee<br />

ciertas particularidades vinculadas a las demandas de cuidado y reproducción social de los hogares y las familias” (CEPAL,<br />

2007). También es muestra de la traslación de la subvaloración de las tareas domésticas y de cuidado <strong>en</strong> las sociedades de la<br />

región al sector d<strong>el</strong> empleo que se espera sustituya una parte de estas tareas (CEPAL, 2007; Rodgers, 2009).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Recuadro II.2 (conclusión)<br />

Pese a estas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias, cabe destacar que reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te algunos países de la región han dado pasos<br />

significativos para modificar algunos compon<strong>en</strong>tes de la normativa que discriminaba <strong>en</strong> forma explícita a los<br />

trabajadores d<strong>el</strong> servicio doméstico. En 2003, <strong>el</strong> Estado Plurinacional de Bolivia equiparó la mayor parte de los derechos<br />

de los trabajadores domésticos a los d<strong>el</strong> conjunto de los ocupados. Un proceso similar se realizó <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay <strong>en</strong><br />

<strong>2006</strong>, <strong>en</strong> Costa Rica <strong>en</strong> 2009 y, más parcialm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú <strong>en</strong> 2003. Además, <strong>en</strong> junio de 2011 la 100ª reunión de<br />

la Confer<strong>en</strong>cia Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT) adoptó <strong>el</strong> Conv<strong>en</strong>io 189 y la recom<strong>en</strong>dación núm. 201 sobre <strong>el</strong> trabajo<br />

dec<strong>en</strong>te para las trabajadoras y los trabajadores domésticos. En él se incluy<strong>en</strong> normas laborales para proteger a los<br />

trabajadores domésticos, y se establec<strong>en</strong> derechos y la necesidad de regulación de horas de trabajo razonables,<br />

descanso semanal, límites a los pagos <strong>en</strong> especie, información clara sobre los términos y las condiciones de empleo,<br />

así como <strong>el</strong> respeto a los principios y derechos fundam<strong>en</strong>tales <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo, <strong>en</strong> particular, <strong>el</strong> derecho a la libertad<br />

sindical y la negociación colectiva.<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de M.E. Val<strong>en</strong>zu<strong>el</strong>a y C. Moras<br />

(eds.), Trabajo doméstico: un largo camino hacia <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te, Santiago de Chile, OIT, 2009; M.G. Loyo y M. V<strong>el</strong>ásquez,<br />

“Aspectos jurídicos y económicos d<strong>el</strong> trabajo doméstico remunerado <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, Trabajo doméstico: un largo<br />

camino hacia <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te, M.E. Val<strong>en</strong>zu<strong>el</strong>a y C. Mora (eds.), Santiago de Chile, OIT, 2009; J. Rodgers, “Cambios <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> servicio doméstico <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, Trabajo doméstico: un largo camino hacia <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te, M.E. Val<strong>en</strong>zu<strong>el</strong>a y<br />

C. Mora (eds.), Santiago de Chile, OIT, 2009; CEPAL, El aporte de las mujeres a la igualdad <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(LC/L.2738(CRM.10/3)), Santiago de Chile, 2007; M. Blofi<strong>el</strong>d, Care, Work and Class: Domestic Workers’ Struggle for Equal<br />

Rights in Latin America, P<strong>en</strong>n State University Press, 2012; OIT, texto de la recom<strong>en</strong>dación sobre <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te<br />

para las trabajadoras y los trabajadores domésticos, 2011 [<strong>en</strong> línea] http://www.ilo.org/ilc/ILCSessions/100thSession/<br />

lang--es/index.htm#a2.<br />

i) Migración fem<strong>en</strong>ina y servicio doméstico<br />

El servicio doméstico y, específicam<strong>en</strong>te, las actividades d<strong>el</strong> cuidado, son uno de los temas abordados<br />

<strong>en</strong> la literatura de género y migración (Sass<strong>en</strong>, 2000; Pessar y Mahler, 2001; Morokvásic, 1984; Chant,<br />

2003; Boyd y Grieco, 2003; Arriagada y Todaro, 2012). Sus vínculos con la migración interna y, sobre<br />

todo, la migración internacional <strong>en</strong> la región también se han tratado <strong>en</strong> algunos trabajos de la CEPAL<br />

(Martínez Pizarro, 2003; Tokman, 2008). El diagnóstico es claro: <strong>en</strong> muchos países de la región y<br />

d<strong>el</strong> mundo se observa una conc<strong>en</strong>tración de mujeres migrantes <strong>en</strong> ocupaciones como <strong>el</strong> servicio<br />

doméstico y las actividades d<strong>el</strong> cuidado.<br />

Como la economía d<strong>el</strong> cuidado es dinámica, int<strong>en</strong>siva <strong>en</strong> mano de obra y particularm<strong>en</strong>te<br />

bi<strong>en</strong> satisfecha por migrantes (sobre todo internacionales), estos su<strong>el</strong><strong>en</strong> t<strong>en</strong>er una pres<strong>en</strong>cia<br />

sobredim<strong>en</strong>sionada y muy activa <strong>en</strong> la fuerza de trabajo de la economía d<strong>el</strong> cuidado. Esta r<strong>el</strong>ación<br />

ha sido bi<strong>en</strong> docum<strong>en</strong>tada para <strong>el</strong> empleo doméstico (Szazs, 1995). Sin embargo, los resultados<br />

de los c<strong>en</strong>so de 2010 <strong>en</strong> algunos países sugier<strong>en</strong> que la participación de los migrantes internos <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> empleo ya no sería tan significativa y estaría t<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do a la converg<strong>en</strong>cia con la población no<br />

migrante (véase <strong>el</strong> cuadro II.32).<br />

• Cuadro II.32<br />

Ecuador, México y Panamá: población migrante y no migrante <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico, 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

País/año c<strong>en</strong>sal<br />

Porc<strong>en</strong>taje <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico<br />

DAM a toda la vida DAM a reci<strong>en</strong>te DAME b toda la vida DAME b reci<strong>en</strong>te<br />

Ecuador 2010 No migrante 3,4 3,9 3,2 3,9<br />

Migrante 5,2 4,0 5,0 4,5<br />

México 2010 (solo cuidadores) No migrante 3,1 3,2<br />

3,3<br />

No hay datos<br />

Migrante 4,0 4,4 3,7<br />

Panamá 2010 No migrante 4,0 4,7 3,8 4,7<br />

Migrante 7,8 8,1 6,6 7,1<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base d<strong>el</strong> procesami<strong>en</strong>to especial de los<br />

microdatos c<strong>en</strong>sales.<br />

a<br />

División administrativa mayor.<br />

b<br />

División administrativa m<strong>en</strong>or.


CEPAL<br />

En <strong>el</strong> caso de la migración internacional, la asociación <strong>en</strong>tre migrantes y servicio doméstico<br />

es bastante más marcada. Uno de los rasgos que defin<strong>en</strong> los flujos migratorios de mujeres <strong>en</strong>tre los<br />

países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> es su carácter laboral. Muchas migrantes id<strong>en</strong>tifican creci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te una<br />

razón económica para su decisión de migrar y trabajan <strong>en</strong> gran medida <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

país de destino, ya que ahí <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran oportunidades reales de inserción económica (Cortés, 2005;<br />

Martínez Pizarro, <strong>2006</strong>). En la región existe una gran cantidad de migrantes ocupadas como trabajadoras<br />

d<strong>el</strong> hogar. A escala intrarregional, a comi<strong>en</strong>zos de 2000 repres<strong>en</strong>taban un 27% de la fuerza de trabajo<br />

fem<strong>en</strong>ina migrante. Este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o adquiere especial r<strong>el</strong>evancia <strong>en</strong> algunas subregiones y países<br />

específicos. En la Arg<strong>en</strong>tina y <strong>en</strong> Costa Rica —importantes países de inmigración— la conc<strong>en</strong>tración<br />

de mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico es alta, cercana al 29% y al 36%, respectivam<strong>en</strong>te. Lo mismo<br />

sucede <strong>en</strong> Chile, donde esta proporción alcanza <strong>el</strong> 43% (Martínez Pizarro, <strong>2006</strong>). Cabe destacar<br />

que esta migración no desplaza a la población nativa de sus ocupaciones, sino que obedece a la<br />

evolución d<strong>el</strong> mercado de trabajo, que <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ta un agotami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> la provisión de migrantes internos<br />

rurales y donde <strong>el</strong> tipo de servicio ofrecido pasa de tiempo completo (con resid<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar) a<br />

puertas afuera (sin resid<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar) (Tokman, 2008).<br />

En <strong>el</strong> gráfico II.56 se observa que no solo existe una segregación laboral por género sino<br />

también por país de orig<strong>en</strong> (véase <strong>el</strong> cuadro A-5 d<strong>el</strong> anexo). Cada vez es más común <strong>en</strong>contrar que<br />

migrantes prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de un mismo país desempeñ<strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo tipo de trabajo <strong>en</strong> los diversos<br />

destinos a los que se dirig<strong>en</strong>. Al igual que las <strong>en</strong>fermeras y pedagogas caribeñas, la especialización<br />

de las mujeres migrantes peruanas <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico resulta uno de los casos más claros,<br />

pues <strong>en</strong> su conjunto, casi <strong>el</strong> 50% trabaja <strong>en</strong> este sector. Las peruanas empleadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio<br />

doméstico pose<strong>en</strong> la más alta calificación <strong>en</strong> comparación con los otros grupos de migrantes, y dicha<br />

v<strong>en</strong>taja comparativa puede ser uno de los motivos por los que se insertan con mayor facilidad <strong>en</strong><br />

estos puestos. Sin embargo, Pacecca y Courtis (2008) han advertido que la sobrecalificación <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

servicio doméstico no siempre va seguida de un mejor salario, al m<strong>en</strong>os de acuerdo a lo observado<br />

<strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina.<br />

• Gráfico II.56<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: mujeres migrantes <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico, por país de nacimi<strong>en</strong>to, 2000<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Total<br />

27,1<br />

Perú<br />

Nicaragua<br />

Paraguay<br />

Guatemala<br />

Colombia<br />

Ecuador<br />

Honduras<br />

Chile<br />

Brasil<br />

Rep. Dominicana<br />

Bolivia (Est. Plur. de)<br />

El Salvador<br />

Haití<br />

Uruguay<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

México<br />

Panamá<br />

Costa Rica<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (Rep. Bol. de)<br />

Cuba<br />

19,5<br />

19,2<br />

18,9<br />

17,7<br />

16,8<br />

16<br />

13,7<br />

12,6<br />

8,9<br />

6,6<br />

5,1<br />

4,2<br />

2,6<br />

1,5<br />

24,2<br />

37,9<br />

35,8<br />

32,2<br />

30,1<br />

48,0<br />

0 10 20 30 40 50 60<br />

Fu<strong>en</strong>te: C<strong>en</strong>tro Latinoamericano y <strong>Caribe</strong>ño de Demografía (CELADE) - División de Población de la CEPAL, Programa<br />

Investigación de la Migración Internacional <strong>en</strong> Latinoamérica (IMILA) y procesami<strong>en</strong>tos especiales <strong>en</strong> REDATAM de los<br />

c<strong>en</strong>sos nacionales de población.<br />

Otro hecho sobresali<strong>en</strong>te es que <strong>en</strong> los principales países receptores la mayoría de las<br />

mujeres migrantes trabajadoras d<strong>el</strong> hogar son madres. Por ejemplo, <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina <strong>el</strong> 66% d<strong>el</strong> total<br />

de peruanas ocupadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico ti<strong>en</strong>e hijos. Este porc<strong>en</strong>taje llega al 72% <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso<br />

de las nicaragü<strong>en</strong>ses <strong>en</strong> Costa Rica; <strong>el</strong> 85% <strong>en</strong> <strong>el</strong> de las peruanas <strong>en</strong> Chile y <strong>el</strong> 87% <strong>en</strong> <strong>el</strong> de las


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

colombianas <strong>en</strong> la República Bolivariana de V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a. Esto es r<strong>el</strong>evante, primero, porque significa que<br />

estas mujeres son económicam<strong>en</strong>te responsables de sus hijos y, segundo, porque constituye un indicio<br />

palpable de la r<strong>el</strong>atividad de la autonomía con que se resu<strong>el</strong>ve la decisión migratoria de las mujeres<br />

que se desplazan solas, es decir, dejando a sus hijos <strong>en</strong> <strong>el</strong> país de orig<strong>en</strong> (Martínez Pizarro, <strong>2006</strong>).<br />

La vulnerabilidad económica y de poder, sumada al hecho de ser madres, impulsa a las mujeres<br />

a aceptar empleos de m<strong>en</strong>or prestigio y remuneración que los ocupados por varones de calificación<br />

similar, lo que g<strong>en</strong>era una segregación y segm<strong>en</strong>tación ocupacional <strong>en</strong> empleos precarios y de alto<br />

riesgo como los d<strong>el</strong> servicio doméstico (Cortés, 2005; Staab, 2003; Szas y Lerner, 2003 citados <strong>en</strong><br />

Martínez Pizarro, 2008). El problema radica <strong>en</strong> la desprotección con que estas tareas se realizan y la<br />

discriminación de la que son objeto, <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos que pot<strong>en</strong>cian aún más su vulnerabilidad, sobre todo si<br />

las empleadas permanec<strong>en</strong> indocum<strong>en</strong>tadas. En la mayoría de los casos hay una combinación de varios<br />

factores, como la situación resid<strong>en</strong>cial —docum<strong>en</strong>tada o indocum<strong>en</strong>tada—, <strong>el</strong> país de orig<strong>en</strong>, la etnia, <strong>el</strong><br />

tiempo de resid<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> país de destino, <strong>el</strong> dominio d<strong>el</strong> idioma, <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de educación y otras variables.<br />

La vulnerabilidad de las mujeres migrantes está estrecham<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>acionada con su inserción<br />

laboral (además de las travesías y los retornos) <strong>en</strong> ocupaciones de m<strong>en</strong>or prestigio y remuneración,<br />

con desprotección <strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido amplio. En su proceso de inserción <strong>en</strong> los países desarrollados son<br />

presa fácil de explotación y corr<strong>en</strong> <strong>el</strong> riego de vincularse con la irregularidad, la trata y <strong>el</strong> tráfico<br />

de personas (estos últimos muy difíciles de cuantificar). Hace años, Lim (1998) planteaba que <strong>el</strong><br />

<strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to y la creci<strong>en</strong>te integración de las mujeres nativas al mercado laboral favorecían que las<br />

mujeres migrantes <strong>en</strong> muchos países <strong>en</strong> desarrollo se emplearan <strong>en</strong> hogares. Este es un tema que<br />

sigue investigándose <strong>en</strong> la actualidad. Por ejemplo, Vono y Domingo (2011) muestran que <strong>en</strong> Europa<br />

(España, Italia y Portugal) la experi<strong>en</strong>cia reci<strong>en</strong>te sugiere que este proceso debe interpretarse <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

contexto de la posición de las mujeres más que <strong>en</strong> los cambios <strong>en</strong> las estructuras demográficas. Se<br />

trata de lo que estos autores refier<strong>en</strong> como “sistemas complejos de reproducción”, propios de aqu<strong>el</strong>las<br />

sociedades <strong>en</strong> las cuales la inmigración ha dejado de ser un compon<strong>en</strong>te básico d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

demográfico para convertirse <strong>en</strong> un factor estructural y <strong>en</strong>dóg<strong>en</strong>o de su evolución demográfica. Los<br />

autores observan la importancia d<strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> hogares privados y cuidados personales así como<br />

<strong>en</strong> servicios <strong>en</strong>tre las mujeres inmigrantes <strong>en</strong> dichos países. La segregación es más marcada aun<br />

<strong>en</strong>tre las mujeres debido a que se conc<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> dos tipos de trabajo: ocupaciones <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tales, que<br />

ost<strong>en</strong>tan de lejos <strong>el</strong> primer lugar <strong>en</strong> ambos países, y trabajadores de servicios, comercio y v<strong>en</strong>tas.<br />

ii) Crisis y migración<br />

La actual crisis recesiva, que afecta con mayor virul<strong>en</strong>cia a los países de Europa Occid<strong>en</strong>tal, no<br />

puede soslayarse a la hora de abordar las intersecciones <strong>en</strong>tre migración internacional y servicios<br />

d<strong>el</strong> cuidado. Cabe señalar que la inmigración a Europa respondió a la demanda asociada a la<br />

expansión de los niv<strong>el</strong>es educativos de las mujeres nativas <strong>en</strong> los países d<strong>el</strong> sur de esa región.<br />

Por otro lado, la pres<strong>en</strong>cia, llegada o retorno de mujeres dedicadas al cuidado y al servicio<br />

doméstico plantea <strong>en</strong>igmas de todo tipo. Como señalan Vono y Domingo (2011), si a <strong>el</strong>lo se<br />

agrega la debilidad r<strong>el</strong>ativa d<strong>el</strong> Estado de bi<strong>en</strong>estar <strong>en</strong> esos países (comparada con sus socios d<strong>el</strong><br />

norte y c<strong>en</strong>tro de la Unión Europea) y <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la esperanza de vida, es posible <strong>en</strong>t<strong>en</strong>der <strong>el</strong><br />

increm<strong>en</strong>to de la demanda de trabajadores poco calificados <strong>en</strong> un mercado laboral fuertem<strong>en</strong>te<br />

mundializado. Esto es notorio <strong>en</strong> sectores específicos como <strong>el</strong> servicio doméstico, lo que provoca<br />

la internacionalización de este trabajo. Existe cons<strong>en</strong>so <strong>en</strong> que esta situación es la causa de la<br />

creci<strong>en</strong>te pres<strong>en</strong>cia de mujeres <strong>en</strong> los flujos de migración internacional.<br />

Por otro lado, como ya se ha docum<strong>en</strong>tado, las crisis golpean m<strong>en</strong>os a las mujeres que a los<br />

hombres <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral (niv<strong>el</strong>ación hacia abajo). En <strong>el</strong> caso de España, se afirma que la crisis<br />

está afectando más a los hombres que a las mujeres debido a que la demanda laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector<br />

doméstico no ha caído con la misma int<strong>en</strong>sidad que <strong>en</strong> las ocupaciones mayorm<strong>en</strong>te masculinas (Vono<br />

y Domingo, 2011).


CEPAL<br />

C. Mercado liberal y desigualdad<br />

Parte H<br />

Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2011 (CEPAL, 2011), pp. 55-59.<br />

1. Factores r<strong>el</strong>acionados con los cambios distributivos<br />

La disminución de la desigualdad <strong>en</strong> la región a lo largo de varios años ofrece un esc<strong>en</strong>ario propicio,<br />

inédito <strong>en</strong> las décadas reci<strong>en</strong>tes, para explorar los factores a los que obedece esa t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia. Los<br />

estudios sobre <strong>el</strong> tema, que han seguido distintas metodologías, ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a coincidir <strong>en</strong> al m<strong>en</strong>os dos<br />

aspectos. Uno es que la parte más importante de la disminución de la desigualdad se origina <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

mercado laboral, básicam<strong>en</strong>te a través de una distribución más equitativa de los ingresos d<strong>el</strong> trabajo<br />

por ocupado. Para explicar este resultado se m<strong>en</strong>cionan la progresiva mejora <strong>en</strong> la distribución de<br />

la educación y la reducción de brechas salariales <strong>en</strong>tre los trabajadores más y m<strong>en</strong>os calificados.<br />

El segundo aspecto destacado es que las transfer<strong>en</strong>cias públicas <strong>en</strong> efectivo repres<strong>en</strong>taron una<br />

fu<strong>en</strong>te de ingresos que ha contribuido a desconc<strong>en</strong>trar la distribución d<strong>el</strong> ingreso per cápita (Lustig,<br />

López-Calva y Ortiz-Juarez, 2011).<br />

En efecto, <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina la disminución de la desigualdad <strong>en</strong>tre 2002 y 2009 se explica<br />

principalm<strong>en</strong>te por una m<strong>en</strong>or disparidad d<strong>el</strong> ingreso laboral (debido a factores como la desvalorización<br />

d<strong>el</strong> “premio” a la educación y la caída d<strong>el</strong> desempleo, y <strong>el</strong> alza d<strong>el</strong> ingreso mínimo, <strong>en</strong>tre otros),<br />

seguida por <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de los ingresos no laborales <strong>en</strong> los hogares más pobres (básicam<strong>en</strong>te por lo<br />

que respecta a un mayor acceso a b<strong>en</strong>eficios jubilatorios, <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de las p<strong>en</strong>siones de jubilación<br />

mínimas y la ext<strong>en</strong>sión de los programas sociales) (Gasparini y Cruces, 2010).<br />

En <strong>el</strong> Brasil, la reducción de la desigualdad <strong>en</strong>tre 2003 y 2007 se deriva de una mejor distribución<br />

de los ingresos laborales de los ocupados y de los ingresos no laborales. Dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do d<strong>el</strong> indicador<br />

de desigualdad utilizado, los ingresos laborales explican un 52% de la disminución de la desigualdad,<br />

medida con <strong>el</strong> índice de Gini, o un 41%, si se utiliza la razón <strong>en</strong>tre quintiles extremos. A su vez, la<br />

mitad de la mejora distributiva de los ingresos laborales por ocupado se debe a la interacción de<br />

la m<strong>en</strong>or desigualdad educacional y <strong>el</strong> acercami<strong>en</strong>to de las remuneraciones a trabajadores con<br />

distintos niv<strong>el</strong>es educativos. La reducción de diversas formas de discriminación salarial (por raza y<br />

género) y de las difer<strong>en</strong>cias salariales <strong>en</strong>tre áreas geográficas y sectores de actividad son también<br />

factores r<strong>el</strong>evantes para explicar la disminución de la desigualdad (Barros y otros, 2010a). Entre las<br />

transfer<strong>en</strong>cias públicas que más aportaron a la mejora distributiva se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran los b<strong>en</strong>eficios de la<br />

seguridad social (30% de la reducción total) y las transfer<strong>en</strong>cias no contributivas, como <strong>el</strong> b<strong>en</strong>eficio<br />

de prestación continuada y Bolsa Família, cada una de las cuales contribuyó <strong>en</strong> alrededor de un<br />

10% a la reducción de la desigualdad (Barros y otros, 2010b).<br />

En <strong>el</strong> caso de México, la reducción <strong>en</strong> la conc<strong>en</strong>tración de los ingresos laborales por ocupado<br />

fue <strong>el</strong> factor predominante <strong>en</strong> la reducción de la desigualdad <strong>en</strong> términos globales, llegando a<br />

repres<strong>en</strong>tar un 66% de la variación d<strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te de Gini <strong>en</strong> <strong>el</strong> período 2000-<strong>2006</strong>. Al igual que <strong>en</strong><br />

los casos m<strong>en</strong>cionados previam<strong>en</strong>te, esta mejora se asocia a una reducción de la brecha salarial<br />

<strong>en</strong>tre trabajadores más y m<strong>en</strong>os calificados. Por su parte, los ingresos no laborales explican un 15%<br />

de la reducción d<strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te de Gini <strong>en</strong>tre 2000 y <strong>2006</strong> (Esquiv<strong>el</strong>, Lustig y Scott, 2010).<br />

CEDLAS (2009) pres<strong>en</strong>ta un análisis de descomposición r<strong>el</strong>ativo a ocho países de la región.<br />

De acuerdo con los resultados, la g<strong>en</strong>eralidad de los cambios se origina <strong>en</strong> modificaciones <strong>en</strong> la<br />

distribución d<strong>el</strong> ingreso por adulto, más que <strong>en</strong> cambios demográficos (número de adultos por<br />

hogar). A su vez, la distribución d<strong>el</strong> ingreso por adulto está determinada principalm<strong>en</strong>te por las<br />

variaciones <strong>en</strong> la distribución de las remuneraciones. Además de los países ya m<strong>en</strong>cionados, esto<br />

se verifica <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de) y Chile, que mejoraron su situación distributiva <strong>en</strong>tre<br />

inicios y mediados de la década de 2000.<br />

En esta sección se ilustran algunos de los <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos id<strong>en</strong>tificados <strong>en</strong> la literatura a partir<br />

de la evid<strong>en</strong>cia disponible para los países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> la década de 2000. Los períodos


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

analizados son aqu<strong>el</strong>los <strong>en</strong> que la distribución d<strong>el</strong> ingreso mejoró de manera más significativa <strong>en</strong><br />

15 países de la región. El análisis se conc<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> la comparación de las brechas <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> primer y<br />

quinto quintil con r<strong>el</strong>ación a un grupo de variables, particularm<strong>en</strong>te distintas corri<strong>en</strong>tes de ingreso<br />

e indicadores d<strong>el</strong> mercado laboral 100 .<br />

El procedimi<strong>en</strong>to adoptado consiste <strong>en</strong> descomponer <strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong> función de distintos pares<br />

de factores, para luego simular qué hubiera sucedido con la desigualdad si uno de los <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos no<br />

se hubiera modificado durante <strong>el</strong> período analizado. Los factores considerados <strong>en</strong> la descomposición<br />

son los sigui<strong>en</strong>tes: <strong>el</strong> ingreso per cápita d<strong>el</strong> hogar se descompone como la multiplicación de la<br />

proporción de adultos <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar por <strong>el</strong> ingreso percibido por cada adulto 101 ; <strong>el</strong> ingreso por adulto<br />

se desagrega como la suma d<strong>el</strong> ingreso laboral (por adulto) y <strong>el</strong> ingreso no laboral (por adulto) d<strong>el</strong><br />

hogar; finalm<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> ingreso laboral por adulto corresponde al producto de la remuneración por<br />

ocupado y la tasa de ocupación (coci<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> número de ocupados y <strong>el</strong> número de adultos)<br />

(véase <strong>el</strong> recuadro II.3).<br />

• Recuadro II.3<br />

Metodologías de descomposición<br />

Descomposición de las variaciones de la desigualdad<br />

De acuerdo con Barros y otros (<strong>2006</strong>), <strong>el</strong> ingreso per cápita d<strong>el</strong> hogar puede expresarse <strong>en</strong> función de sus determinantes<br />

inmediatos de la sigui<strong>en</strong>te manera:<br />

Ingreso per cápita d<strong>el</strong> hogar (y) = Proporción de adultos <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar (a) * Ingreso por adulto <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar (r) (1)<br />

Ingreso por adulto <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar (r) = Ingreso laboral (o) + Ingreso no laboral (t) (2)<br />

Ingreso laboral (t) = Remuneración por trabajador (w) * Proporción de personas ocupadas (u) (3)<br />

El análisis de simulación se c<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> qué sucedería con la distribución de la variable situada <strong>en</strong> <strong>el</strong> lado<br />

izquierdo de la ecuación si una de las variables d<strong>el</strong> lado derecho no se hubiera modificado durante <strong>el</strong> período analizado.<br />

Para <strong>el</strong>lo, se calcula cada una de las variables descritas a niv<strong>el</strong> agregado para cada quintil <strong>en</strong> dos mom<strong>en</strong>tos distintos,<br />

t 0<br />

y t 1<br />

. Luego se calcula la variable dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te de una ecuación combinando una variable indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te observada<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> período t 1<br />

con una variable indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te observada <strong>en</strong> <strong>el</strong> periodo t 0<br />

, para cada quintil.<br />

Por ejemplo, para simular <strong>el</strong> ingreso per cápita <strong>en</strong> <strong>el</strong> período t 1<br />

, asumi<strong>en</strong>do que <strong>el</strong> ingreso por adulto d<strong>el</strong> hogar<br />

se mantuvo constante, se calcula y’ 1<br />

= a 1<br />

* r 0<br />

, para los quintiles primero y quinto. La difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre la brecha <strong>en</strong>tre<br />

quintiles resultante de esta variable simulada y la observada efectivam<strong>en</strong>te corresponde al aporte a la desigualdad<br />

de la proporción de adultos d<strong>el</strong> hogar.<br />

Descomposición d<strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te de Gini por fu<strong>en</strong>tes<br />

Lerman y Yitzhaki (1985) propon<strong>en</strong> descomponer <strong>el</strong> índice de Gini como la suma de distintas fu<strong>en</strong>tes de<br />

ingreso (k) d<strong>el</strong> producto de tres factores, =∑ <br />

<br />

<br />

,donde:<br />

=<br />

<br />

es la participación de la fu<strong>en</strong>te de ingreso k <strong>en</strong> <strong>el</strong> total;<br />

∑ <br />

= ,() es <strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te de corr<strong>el</strong>ación de Gini <strong>en</strong>tre la fu<strong>en</strong>te de ingreso k y <strong>el</strong> ingreso total, y<br />

,()<br />

es <strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te de Gini de la fu<strong>en</strong>te de ingreso k, medida para <strong>el</strong> conjunto de los hogares y no solo para<br />

los perceptores de la fu<strong>en</strong>te.<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de Ricardo Barros y otros, “Uma<br />

análise das principais causas de queda rec<strong>en</strong>te na desigualdade de r<strong>en</strong>da brasileira”, Econômica, vol. 8, N° 1, junio<br />

de <strong>2006</strong>; Fernado Medina y Marco Galvan, “Descomposición d<strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te de Gini por fu<strong>en</strong>tes de ingreso: Evid<strong>en</strong>cia<br />

empírica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 1999-2005”, serie Estudios estadísticos y prospectivos, Nº 63 (LC/L.2911/E), Santiago de<br />

Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), 2008. Publicación de las Naciones Unidas, Nº de<br />

v<strong>en</strong>ta: S.08.II.G.45.<br />

100<br />

Con <strong>el</strong> fin de simplificar, para calcular la brecha de ingresos se suma primero <strong>el</strong> monto total de ingresos de cada quintil<br />

y se divide <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> número de personas d<strong>el</strong> quintil, <strong>en</strong> lugar d<strong>el</strong> método más habitual, que consiste <strong>en</strong> promediar los<br />

ingresos per cápita de las personas d<strong>el</strong> quintil.<br />

101<br />

Se asimila los adultos a las personas <strong>en</strong> edad de trabajar, es decir, aqu<strong>el</strong>las de 15 años <strong>en</strong> ad<strong>el</strong>ante.


CEPAL<br />

Los resultados de la simulación se muestran <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro II.33. Para cada una de las variables<br />

de ingreso que se deb<strong>en</strong> descomponer se indica la variación anual observada <strong>en</strong> la brecha <strong>en</strong>tre<br />

quintiles extremos, <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> año inicial y <strong>el</strong> año final, así como <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de dicha variación<br />

atribuible a cada factor analizado.<br />

• Cuadro II.33<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (15 países): variación anual observada y simulada de la brecha de ingresos<br />

<strong>en</strong>tre quintiles, según determinantes d<strong>el</strong> ingreso<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

País<br />

Período<br />

Variación<br />

anual<br />

Brecha d<strong>el</strong><br />

ingreso<br />

per cápita<br />

Porc<strong>en</strong>taje atribuible<br />

Cambio <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> ingreso<br />

por adulto<br />

Cambio<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

porc<strong>en</strong>taje<br />

de adultos<br />

Variación<br />

anual<br />

Brecha d<strong>el</strong><br />

ingreso<br />

por adulto<br />

Porc<strong>en</strong>taje atribuible<br />

Cambio<br />

<strong>en</strong> los<br />

ingresos<br />

laborales<br />

Cambio<br />

<strong>en</strong> los<br />

ingresos<br />

no<br />

laborales<br />

Variación<br />

anual<br />

Brecha<br />

d<strong>el</strong><br />

ingreso<br />

laboral<br />

por adulto<br />

Porc<strong>en</strong>taje atribuible<br />

Cambio<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

ingreso<br />

por<br />

ocupado<br />

Cambio<br />

<strong>en</strong> la<br />

tasa de<br />

ocupación<br />

Arg<strong>en</strong>tina a 2002-2009 -4,4 82 18 -3,6 55 45 -2,5 150 -50<br />

Brasil 2001-2009 -4,9 93 7 -4,5 58 42 -3,0 120 -20<br />

Chile 2000-<strong>2006</strong> -4,2 87 13 -3,6 45 55 -2,4 134 -34<br />

Colombia 2002-2005 -5,2 114 -14 -5,9 95 5 -6,7 79 21<br />

Costa Rica 2002-2005 -4,7 113 -13 -5,3 93 7 -6,2 66 34<br />

Ecuador a 2005-2010 -3,6 98 2 -3,5 61 39 -2,6 107 -7<br />

El Salvador 2001-2010 -5,8 97 3 -5,6 86 14 -6,3 103 -3<br />

México 2000-2010 -3,1 93 7 -2,9 74 26 -3,0 120 -20<br />

Nicaragua 2001-2005 -7,2 90 10 -6,5 146 -46 -10,7 72 28<br />

Panamá 2002-2009 -5,0 109 -9 -5,4 76 24 -5,4 101 -1<br />

Perú 2001-2010 -4,4 85 15 -3,8 70 30 -4,1 88 12<br />

Paraguay 2001-2009 -2,7 52 48 -1,4 -27 127 0,8 42 58<br />

República<br />

Dominicana<br />

2004-2007 -2,1 119 -19 -2,5 -58 158 1,6 -71 171<br />

Uruguay a 2004-2010 -3,6 101 -1 -3,6 24 76 -1,3 119 -19<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República<br />

Bolivariana de)<br />

2002-2010 -7,8 104 -4 -8,1 88 12 -8,8 97 3<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Áreas urbanas.<br />

La primera descomposición, para la que se considera <strong>el</strong> ingreso per cápita d<strong>el</strong> hogar como<br />

<strong>el</strong> producto de la proporción de adultos <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar y <strong>el</strong> ingreso percibido por cada adulto, permite<br />

evaluar <strong>en</strong> qué medida las modificaciones <strong>en</strong> la distribución d<strong>el</strong> ingreso per cápita provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de<br />

cambios distributivos <strong>en</strong> <strong>el</strong> monto de ingresos percibido o de alteraciones <strong>en</strong> la estructura demográfica<br />

de los hogares.<br />

Los resultados indican que, aunque <strong>el</strong> factor demográfico contribuyó a una reducción de las<br />

brechas <strong>en</strong>tre quintiles, particularm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los países con más mejoras distributivas, su efecto fue leve.<br />

El Paraguay fue <strong>el</strong> único país <strong>en</strong> que la variación <strong>en</strong> <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de adultos por hogar contribuyó <strong>en</strong><br />

casi un 50% a la disminución de la brecha d<strong>el</strong> ingreso per cápita. En los demás países la contribución<br />

de este factor no excedió <strong>el</strong> 20%, y <strong>en</strong> algunos incluso repercutió <strong>en</strong> un deterioro distributivo.<br />

Este resultado puede resultar llamativo, por cuanto se ha destacado al factor demográfico<br />

como uno de los que más han contribuido a las mejoras <strong>en</strong> la situación de pobreza experim<strong>en</strong>tadas


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

por la región desde los años nov<strong>en</strong>ta (CEPAL, 2008). En efecto, <strong>en</strong> los países y períodos analizados,<br />

<strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de adultos por hogar se ha increm<strong>en</strong>tado alrededor de tres puntos porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong><br />

promedio. Este aum<strong>en</strong>to, equival<strong>en</strong>te a una disminución de la tasa de dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia demográfica, se<br />

traduce <strong>en</strong> un increm<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> ingreso per cápita de los hogares que, efectivam<strong>en</strong>te, ha contribuido a<br />

reducir la pobreza. Ahora bi<strong>en</strong>, este cambio <strong>en</strong> las estructuras familiares se ha producido de manera<br />

r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te homogénea <strong>en</strong> todos los grupos de ingreso, lo que explica su escaso efecto <strong>en</strong> la<br />

reducción de la brecha <strong>en</strong>tre quintiles extremos.<br />

En concordancia con los hallazgos registrados <strong>en</strong> la literatura citada, <strong>el</strong> ingreso por adulto<br />

aparece como <strong>el</strong> principal factor impulsor de la mejora distributiva d<strong>el</strong> ingreso per cápita. Esta variable<br />

corresponde a la suma d<strong>el</strong> ingreso laboral (por adulto) y <strong>el</strong> ingreso no laboral (por adulto) d<strong>el</strong> hogar. En diez<br />

países <strong>el</strong> ingreso laboral tuvo un pap<strong>el</strong> preponderante <strong>en</strong> la reducción de la desigualdad. En Colombia,<br />

Costa Rica, El Salvador, Nicaragua y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de), la variación de los ingresos<br />

laborales explica <strong>el</strong> 90% o más de la d<strong>el</strong> ingreso total por adulto.<br />

Por su parte, <strong>el</strong> cambio distributivo de los ingresos no laborales contribuyó <strong>en</strong> un 50% o<br />

más a la reducción de la desigualdad de los ingresos por adulto <strong>en</strong> Chile, <strong>el</strong> Ecuador, <strong>el</strong> Paraguay, la<br />

República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina y <strong>el</strong> Brasil su contribución superó <strong>el</strong><br />

40%. Los ingresos no laborales proced<strong>en</strong> de fu<strong>en</strong>tes de diversa índole e incluy<strong>en</strong> las transfer<strong>en</strong>cias<br />

públicas (jubilaciones y p<strong>en</strong>siones, subsidios y programas de reducción de la pobreza, <strong>en</strong>tre otros)<br />

y privadas (como transfer<strong>en</strong>cias de otros hogares y remesas), los ingresos de capital (r<strong>en</strong>tas de la<br />

propiedad e intereses recibidos, por ejemplo) y <strong>el</strong> alquiler imputado. Los países <strong>en</strong> que estos ingresos<br />

jugaron un pap<strong>el</strong> redistributivo más destacado compart<strong>en</strong> como característica que este se origina <strong>en</strong><br />

las transfer<strong>en</strong>cias públicas, es decir, <strong>en</strong> la acción específica de los gobiernos a través de la política<br />

social. En <strong>el</strong> caso de la Arg<strong>en</strong>tina, la mejora distributiva de los ingresos no laborales se debe, casi<br />

exclusivam<strong>en</strong>te, a una ext<strong>en</strong>sión de la cobertura y a un aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> monto de las jubilaciones no<br />

contributivas. En <strong>el</strong> Brasil, la mayor parte d<strong>el</strong> cambio provi<strong>en</strong>e de las transfer<strong>en</strong>cias monetarias a<br />

los hogares <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco d<strong>el</strong> programa Bolsa Família, <strong>en</strong> línea con lo que se ha constatado <strong>en</strong> otros<br />

estudios. En Chile, la mejora distributiva provi<strong>en</strong>e tanto de las jubilaciones y p<strong>en</strong>siones como de los<br />

subsidios <strong>en</strong>tregados por <strong>el</strong> Gobierno. En <strong>el</strong> Ecuador, toda la mejora distributiva provi<strong>en</strong>e d<strong>el</strong> Bono de<br />

Desarrollo Humano, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> Panamá provi<strong>en</strong>e de las jubilaciones y los subsidios públicos.<br />

El ingreso laboral por adulto puede expresarse como <strong>el</strong> producto de la remuneración por<br />

ocupado y la tasa de ocupación (coci<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> número de ocupados y <strong>el</strong> de personas adultas). La<br />

reducción de desigualdad observada <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso laboral por adulto provi<strong>en</strong>e casi exclusivam<strong>en</strong>te<br />

d<strong>el</strong> primero de ambos factores. De hecho, la brecha <strong>en</strong> la tasa de ocupación <strong>en</strong>tre quintiles no solo<br />

se mantuvo prácticam<strong>en</strong>te constante <strong>en</strong> varios países, sino que <strong>en</strong> algunos incluso aum<strong>en</strong>tó.<br />

Durante los períodos de reducción de la desigualdad, la tasa de ocupación promedio<br />

aum<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> prácticam<strong>en</strong>te todos los países, con las excepciones d<strong>el</strong> Ecuador y México. Si bi<strong>en</strong> no<br />

se observa una r<strong>el</strong>ación directa <strong>en</strong>tre la magnitud de la disminución de las brechas <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso<br />

laboral por ocupado y <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo promedio, se registran mayores reducciones de la<br />

desigualdad precisam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los países con increm<strong>en</strong>tos superiores de la tasa de ocupación <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> primer quintil. Por tanto, aun cuando <strong>el</strong> factor remuneración haya predominado <strong>en</strong> las mejoras<br />

distributivas observadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te, se pone de manifiesto que la g<strong>en</strong>eración de empleo<br />

<strong>en</strong> los estratos más pobres ha t<strong>en</strong>ido un b<strong>en</strong>eficio directo <strong>en</strong> la reducción de la desigualdad<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico II.57).


CEPAL<br />

• Gráfico II.57<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (15 países): variación de la tasa de ocupación y la brecha <strong>en</strong>tre quintiles d<strong>el</strong><br />

ingreso laboral por adulto a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Cambio <strong>en</strong> la tasa de ocupación<br />

AR UY<br />

2,2<br />

PA<br />

1,7<br />

PE<br />

NI<br />

CL<br />

1,2<br />

DO<br />

CO CR<br />

0,7 PY<br />

VE<br />

BR<br />

MX<br />

0,2<br />

-0,3<br />

SV<br />

-0,8<br />

EC<br />

-1,3<br />

-1,8<br />

-11 -10 -9 -8 -7 -6 -5 -4 -3 -2 -1 0 1 2<br />

Cambio <strong>en</strong> la brecha de ingresos laborales<br />

Cambio <strong>en</strong> la tasa de ocupación<br />

quintil 1<br />

NI<br />

VE<br />

CO<br />

CR<br />

PA<br />

SV<br />

BR<br />

MX<br />

-11 -10 -9 -8 -7 -6 -5 -4 -3 -2 -1 0 1 2<br />

PE<br />

AR<br />

EC<br />

CL<br />

UY<br />

Cambio <strong>en</strong> la brecha de ingresos laborales<br />

2,5<br />

1,5<br />

0,5<br />

-0,5<br />

-1,5<br />

-2,5<br />

PY<br />

DO<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los períodos y las coberturas geográficas de cada país correspond<strong>en</strong> a los detallados <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro I.3.<br />

La mejora distributiva d<strong>el</strong> ingreso de los ocupados ti<strong>en</strong>e su orig<strong>en</strong> <strong>en</strong> factores de distinto<br />

tipo. En varios trabajos reci<strong>en</strong>tes se han puesto de r<strong>el</strong>ieve la reducción de la desigualdad educativa<br />

y de la brecha de remuneraciones <strong>en</strong>tre niv<strong>el</strong>es educativos. Efectivam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> difer<strong>en</strong>cial de ingresos<br />

laborales atribuible a un año adicional de estudio se ha ido reduci<strong>en</strong>do de manera sistemática <strong>en</strong> la<br />

región. Asimismo, <strong>en</strong> los períodos analizados se constató <strong>en</strong> la mayoría de los países una disminución<br />

d<strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te de Gini de los años de estudio <strong>en</strong> un 1,2% de promedio. Si bi<strong>en</strong> este proceso no se<br />

registró exclusivam<strong>en</strong>te durante <strong>el</strong> período de mejorami<strong>en</strong>to distributivo, sino que vi<strong>en</strong>e operando de<br />

manera sost<strong>en</strong>ida desde hace más tiempo, se ha argum<strong>en</strong>tado que, al m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> ciertos países, la<br />

oferta r<strong>el</strong>ativa de trabajo calificado se habría ac<strong>el</strong>erado desde <strong>el</strong> inicio d<strong>el</strong> siglo (López-Calva y Lustig,<br />

2010). De cualquier manera, los períodos de mayor reducción de la desigualdad no necesariam<strong>en</strong>te<br />

coincid<strong>en</strong> con aqu<strong>el</strong>los <strong>en</strong> que la dispersión <strong>en</strong> los años de estudio se redujo más rápidam<strong>en</strong>te<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico II.58).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

2<br />

1<br />

0<br />

-1<br />

-2<br />

-3<br />

-4<br />

• Gráfico II.58<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (15 países): cambio anual <strong>en</strong> <strong>el</strong> índice de gini de los años de estudio y <strong>en</strong> la<br />

brecha de ingresos laborales por niv<strong>el</strong> educativo a<br />

A. Índice de Gini B. Brecha de ingresos laborales <strong>en</strong>tre la educación<br />

superior y la educación primaria<br />

(<strong>en</strong> porc<strong>en</strong>tajes)<br />

4<br />

2<br />

0<br />

-2<br />

-4<br />

-6<br />

-8<br />

-10<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Perú<br />

Paraguay<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Década de 1990 Períodos s<strong>el</strong>eccionados de la década de 2000<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Los períodos y las coberturas geográficas de cada país correspond<strong>en</strong> a los detallados <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro II.33.<br />

En algunos países también se han desplegado políticas r<strong>el</strong>acionadas con los salarios que<br />

pued<strong>en</strong> haber contribuido a la disminución de la desigualdad de los ingresos laborales de los<br />

ocupados. En <strong>el</strong> Brasil se increm<strong>en</strong>taron de manera significativa los salarios mínimos, lo cual habría<br />

t<strong>en</strong>dido a mejorar <strong>en</strong> mayor medida las remuneraciones de los trabajadores más desfavorecidos por la<br />

distribución. En la Arg<strong>en</strong>tina se verificó un proceso similar, aun cuando las políticas de determinación<br />

directa d<strong>el</strong> salario al inicio de la fase de mejora y la int<strong>en</strong>sificación de las negociaciones colectivas<br />

podrían haber jugado un pap<strong>el</strong> más importante. En <strong>el</strong> caso de V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de)<br />

se destaca la inclusión de transfer<strong>en</strong>cias públicas como parte d<strong>el</strong> salario.


CEPAL<br />

Parte I<br />

Revista CEPAL No 114 (CEPAL, 2014), Artículo II, pp. 31-50.<br />

1. Participación d<strong>el</strong> ingreso laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso total <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 1990-2010<br />

a) Introducción<br />

En las últimas décadas, la amplia mayoría de los estudios sobre desigualdad se conc<strong>en</strong>traron <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

análisis de la distribución d<strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong>tre las personas y los hogares. Si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> los últimos años<br />

<strong>el</strong> estudio de la distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso t<strong>en</strong>dió a cobrar mayor r<strong>el</strong>evancia <strong>en</strong> los países<br />

avanzados —<strong>en</strong> bu<strong>en</strong>a medida a raíz de la caída de la participación de los salarios <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso<br />

experim<strong>en</strong>tada <strong>en</strong> esos países durante los últimos 30 años—, <strong>el</strong> tema parece no revestir <strong>el</strong> mismo<br />

interés <strong>en</strong> los países de la región latinoamericana. En este artículo se plantea la necesidad de<br />

recuperar <strong>el</strong> estudio sistemático de la distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso, y se discut<strong>en</strong> algunas de<br />

las limitaciones vinculadas con la disponibilidad de información, que habitualm<strong>en</strong>te se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran<br />

para hacerlo, aspecto muy r<strong>el</strong>evante <strong>en</strong> los países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>.<br />

Se analiza la evolución reci<strong>en</strong>te de la participación de los ingresos laborales <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB total<br />

de las economías de la región. La evid<strong>en</strong>cia empírica que se pres<strong>en</strong>ta se estructura <strong>en</strong> torno de dos<br />

ejes. Por una parte, se considera la información exist<strong>en</strong>te sobre la participación de la masa salarial<br />

<strong>en</strong> los países de la región durante <strong>el</strong> período compr<strong>en</strong>dido <strong>en</strong>tre 1990 y 2011. Por otra, se corrige<br />

la participación de la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB, incorporando <strong>el</strong> ingreso d<strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te. El<br />

ajuste se realiza sobre la base de dos metodologías. En primera instancia se realiza un ajuste —muy<br />

difundido <strong>en</strong> la literatura— que consiste <strong>en</strong> asumir que todos los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes recib<strong>en</strong><br />

un ingreso laboral similar al salario promedio de la economía. En segundo lugar se realiza un ajuste<br />

más riguroso, utilizando datos de las <strong>en</strong>cuestas de hogares. El primer paso de este segundo ajuste<br />

consiste <strong>en</strong> estimar, d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> ingreso mixto de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes (tanto trabajadores<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia como patrones), la parte correspondi<strong>en</strong>te al ingreso laboral, empleando información<br />

de las <strong>en</strong>cuestas continuas de hogares. Una vez que se id<strong>en</strong>tifica la masa de ingresos laborales<br />

correspondi<strong>en</strong>tes al trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te, se calcula la r<strong>el</strong>ación de proporcionalidad que guarda<br />

con la masa salarial, recurri<strong>en</strong>do también a la información de las <strong>en</strong>cuestas de hogares. A partir<br />

de esta r<strong>el</strong>ación, se ajusta la masa salarial r<strong>el</strong>evada por los sistemas de cu<strong>en</strong>tas nacionales para<br />

obt<strong>en</strong>er una estimación d<strong>el</strong> peso d<strong>el</strong> total de ingresos laborales <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB. Sobre la base de estas<br />

dos aproximaciones metodológicas, <strong>en</strong> <strong>el</strong> artículo se pres<strong>en</strong>tan estimaciones novedosas acerca<br />

de la importancia de los ingresos laborales <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, ilustrando además con respecto a<br />

su evolución y reflexionando sobre los problemas y limitaciones que exist<strong>en</strong> para <strong>el</strong> estudio de la<br />

distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong> la región.<br />

El artículo se organiza de la sigui<strong>en</strong>te manera: <strong>en</strong> primer lugar se discut<strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>en</strong>foque funcional<br />

y personal para <strong>el</strong> estudio de la distribución d<strong>el</strong> ingreso (sección II). A continuación se describ<strong>en</strong><br />

aspectos vinculados con la medición de la participación d<strong>el</strong> ingreso laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso total (sección<br />

III), para luego sintetizar los estudios reci<strong>en</strong>tes sobre distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso (sección IV).<br />

En la sección sigui<strong>en</strong>te se aborda la discusión de aspectos metodológicos, pres<strong>en</strong>tando las fu<strong>en</strong>tes<br />

de información disponibles para este tipo de estudios <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y describi<strong>en</strong>do las opciones<br />

metodológicas adoptadas <strong>en</strong> este trabajo (sección V). Se analiza a continuación la evolución de<br />

la participación de la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso total <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (sección VI). Luego de<br />

subrayar la importancia d<strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (sección VII), se pres<strong>en</strong>tan los<br />

resultados que surg<strong>en</strong> al corregir esta masa salarial de manera de incorporar <strong>el</strong> ingreso por trabajo<br />

correspondi<strong>en</strong>te a los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes (sección VIII). Finalm<strong>en</strong>te, se pres<strong>en</strong>tan los<br />

com<strong>en</strong>tarios finales <strong>en</strong> la sección IX.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

b) Distribución funcional y distribución personal d<strong>el</strong> ingreso<br />

Los economistas clásicos han hecho hincapié <strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis de la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la distribución funcional<br />

d<strong>el</strong> ingreso y <strong>el</strong> proceso productivo y de formación de capital. En su ya célebre com<strong>en</strong>tario al comi<strong>en</strong>zo<br />

de sus Principios de economía política y tributación, David Ricardo sost<strong>en</strong>ía que la determinación de<br />

las leyes que rig<strong>en</strong> la división d<strong>el</strong> producto <strong>en</strong>tre trabajadores, capitalistas y terrat<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes constituye<br />

<strong>el</strong> principal problema de la economía política (Ricardo, 1973). Como sosti<strong>en</strong><strong>en</strong> Serrano y Medeiros<br />

(2001), la noción de exced<strong>en</strong>te económico tal y como era concebida <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>en</strong>foque clásico permeó<br />

<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>te medida <strong>en</strong> varios de los trabajos seminales <strong>en</strong> <strong>el</strong> campo d<strong>el</strong> desarrollo económico, como<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> conocido mod<strong>el</strong>o de economía dual de Arthur Lewis (1954). El análisis de la r<strong>el</strong>ación<br />

<strong>en</strong>tre <strong>el</strong> desarrollo económico y la caída d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> actividades tradicionales o de subsist<strong>en</strong>cia<br />

(típicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> áreas rurales, véase Bhaduri, 1983) o la propia r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la g<strong>en</strong>eración d<strong>el</strong><br />

exced<strong>en</strong>te y la acumulación de capital desde una perspectiva sectorial y estructural (Rodríguez,<br />

<strong>2006</strong>) implica, de una u otra manera, <strong>el</strong> análisis de la distribución d<strong>el</strong> exced<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre los distintos<br />

sectores o clases sociales.<br />

El énfasis clásico <strong>en</strong> la distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso sobrevivió a la revolución marginalista<br />

de fines d<strong>el</strong> siglo XIX, aunque d<strong>en</strong>tro de un marco conceptual y metodológico difer<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> función<br />

d<strong>el</strong> cual cada factor de la producción (las clases sociales de los autores clásicos) se apropiaba de una<br />

parte d<strong>el</strong> producto sobre la base de su contribución marginal al proceso productivo. En esa línea, un<br />

indicador fundam<strong>en</strong>tal es <strong>el</strong> peso de la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> producto total g<strong>en</strong>erado por la economía.<br />

Es con la consolidación de la economía neoclásica hacia mediados de la década de 1950, y su ac<strong>en</strong>to<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis fundado <strong>en</strong> <strong>el</strong> estudio d<strong>el</strong> comportami<strong>en</strong>to individual de los ag<strong>en</strong>tes económicos, que<br />

se aprecia un viraje <strong>en</strong> <strong>el</strong> énfasis de los economistas de la corri<strong>en</strong>te principal desde la distribución<br />

funcional a la distribución personal d<strong>el</strong> ingreso (Goldfarb y Leonard, 2005). En sus oríg<strong>en</strong>es, <strong>el</strong> interés<br />

por <strong>el</strong> estudio de la distribución personal d<strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong> detrim<strong>en</strong>to de la distribución funcional<br />

<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tó resist<strong>en</strong>cias de los economistas poskeynesianos y neoricardianos, qui<strong>en</strong>es reivindicaban la<br />

preemin<strong>en</strong>cia de la discusión distributiva desde una perspectiva funcional, no solo con fundam<strong>en</strong>tos<br />

analíticos 102 , sino con <strong>el</strong> objetivo explícito de hacer hincapié <strong>en</strong> la c<strong>en</strong>tralidad d<strong>el</strong> conflicto social<br />

<strong>en</strong>tre capitalistas y trabajadores <strong>en</strong> <strong>el</strong> des<strong>en</strong>volvimi<strong>en</strong>to de las economías capitalistas 103 . Buscaban<br />

así subrayar la idea de que las <strong>el</strong>ecciones individuales se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran fuertem<strong>en</strong>te condicionadas<br />

por <strong>el</strong> lugar que ocupa cada persona <strong>en</strong> la estratificación social. A partir de la década de 1960, <strong>el</strong><br />

viraje hacia la distribución personal resulta ost<strong>en</strong>sible y <strong>el</strong> análisis de la distribución funcional d<strong>el</strong><br />

ingreso queda r<strong>el</strong>egado a un segundo plano (Atkinson, 2009).<br />

Diversos factores históricos o institucionales han motivado <strong>el</strong> creci<strong>en</strong>te interés por la distribución<br />

personal d<strong>el</strong> ingreso. La complejidad de los procesos productivos modernos, así como la importante<br />

heterog<strong>en</strong>eidad d<strong>en</strong>tro de los grupos vinculados a los distintos factores de producción, contribuy<strong>en</strong><br />

a explicar por qué los análisis sobre desigualdad han t<strong>en</strong>dido a c<strong>en</strong>trarse <strong>en</strong> la distribución personal.<br />

Los individuos y hogares pued<strong>en</strong> obt<strong>en</strong>er ingresos ligados a distintos factores productivos, y además<br />

d<strong>en</strong>tro de un mismo grupo (por ejemplo, los asalariados) la desigualdad puede ser muy alta. Desde<br />

una perspectiva institucional, con la consolidación de los estados de bi<strong>en</strong>estar surge la necesidad<br />

de id<strong>en</strong>tificar con mayor precisión a los grupos sociales más vulnerables, principales destinatarios<br />

de la asist<strong>en</strong>cia pública, y de examinar con mayor rigurosidad la distribución d<strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong> <strong>el</strong> interior<br />

de la clase trabajadora. El <strong>en</strong>foque personal permitía profundizar <strong>el</strong> análisis d<strong>el</strong> impacto de la acción<br />

redistributiva d<strong>el</strong> Estado, al considerar <strong>el</strong> efecto de impuestos y transfer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> los ingresos sobre<br />

la base de información estadística de las <strong>en</strong>cuestas de hogares. En tal s<strong>en</strong>tido, la proliferación d<strong>el</strong><br />

<strong>en</strong>foque personal estuvo también r<strong>el</strong>acionada con la recolección de información a niv<strong>el</strong> de hogares<br />

102<br />

Remarcaban, <strong>en</strong>tre otras cosas, la necesidad de difer<strong>en</strong>ciar las prop<strong>en</strong>siones al ahorro <strong>en</strong>tre las distintas clases<br />

sociales <strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis macroeconómico.<br />

103<br />

Autores como Joan Robinson, Nicholas Kaldor y Luigi Pasinetti desarrollaron argum<strong>en</strong>taciones <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido.


CEPAL<br />

por medio de <strong>en</strong>cuestas específicas, y con los avances metodológicos y tecnológicos <strong>en</strong> materia<br />

de investigación aplicada.<br />

Podría decirse, también, que <strong>el</strong> análisis de la evolución de la distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso<br />

t<strong>en</strong>dió a ser r<strong>el</strong>egado a consecu<strong>en</strong>cia de la propia estabilidad <strong>en</strong> los datos sobre participación asalariada<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso durante la segunda posguerra —una constatación empírica que llegó a id<strong>en</strong>tificarse<br />

como un hecho estilizado de las economías capitalistas (Kaldor, 1961)—. Esta regularidad empírica<br />

se vería a su vez reforzada por la consolidación de la teoría neoclásica d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to y la idea de<br />

que las posibilidades de producción de una economía pued<strong>en</strong> ser reflejadas mediante una función<br />

de producción Cobb-Douglas 104 , que implica una <strong>el</strong>asticidad de sustitución unitaria <strong>en</strong>tre trabajo y<br />

capital, y participaciones factoriales constantes.<br />

Sin embargo, <strong>el</strong> tema recobró r<strong>el</strong>evancia <strong>en</strong> los últimos años. Desde <strong>el</strong> campo académico,<br />

diversos autores de extracción poskeynesiana, estructuralista o de ambas, sistematizaron <strong>el</strong><br />

estudio d<strong>el</strong> impacto de cambios <strong>en</strong> la distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong> la demanda agregada y<br />

<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico 105 . Desde un punto de vista empírico, t<strong>en</strong>dió a perder validez la supuesta<br />

constancia de la distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso, al observarse una trayectoria declinante de la<br />

participación asalariada <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong> prácticam<strong>en</strong>te todos los países industrializados desde<br />

comi<strong>en</strong>zos de la década de 1980 (véase la sección III más ad<strong>el</strong>ante). La novedad concitó incluso la<br />

at<strong>en</strong>ción académica, como se advierte <strong>en</strong> varios estudios reci<strong>en</strong>tes 106 . En los países <strong>en</strong> desarrollo,<br />

<strong>el</strong> tema también suscitó mayor interés. En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, por ejemplo, con <strong>el</strong> auge de<br />

los precios de los productos básicos de exportación, vu<strong>el</strong>ve a cobrar c<strong>en</strong>tralidad la magnitud y <strong>el</strong><br />

orig<strong>en</strong> sectorial d<strong>el</strong> exced<strong>en</strong>te económico para la trayectoria d<strong>el</strong> proceso de desarrollo (CEPAL,<br />

2012a) —sobre todo <strong>en</strong> los países de <strong>América</strong> d<strong>el</strong> Sur—, y la estimación de la r<strong>en</strong>ta asociada a la<br />

extracción de los recursos naturales se convierte <strong>en</strong> un insumo r<strong>el</strong>evante para la toma de decisiones<br />

de política (Campodónico, 2008; CEPAL, 2013).<br />

c) La medición de la participación de los ingresos laborales<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso total<br />

La naturaleza d<strong>el</strong> proceso de g<strong>en</strong>eración de ingresos a partir de la actividad económica se refleja<br />

<strong>en</strong> la cu<strong>en</strong>ta de g<strong>en</strong>eración d<strong>el</strong> ingreso d<strong>el</strong> Sistema de Cu<strong>en</strong>tas Nacionales (SCN). En esta cu<strong>en</strong>ta<br />

se aprecia cómo se distribuye <strong>el</strong> valor agregado bruto <strong>en</strong>tre los trabajadores y los propietarios d<strong>el</strong><br />

capital (incluida la tierra y otros recursos naturales cuya r<strong>en</strong>ta pueda ser apropiada por privados),<br />

y <strong>el</strong> gobierno. De acuerdo con la revisión de 1993, se considera al valor agregado como recurso<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> proceso de g<strong>en</strong>eración d<strong>el</strong> ingreso, y como uso a las remuneraciones a los asalariados y los<br />

impuestos a los productos y a la producción, netos de subsidios. El saldo contable es <strong>el</strong> exced<strong>en</strong>te de<br />

explotación o ingreso mixto, según sea la naturaleza de la cu<strong>en</strong>ta. El ingreso mixto refleja <strong>el</strong> exced<strong>en</strong>te<br />

derivado de las actividades productivas de las empresas no constituidas <strong>en</strong> sociedades, es decir, de<br />

los hogares 107 . Ese ingreso mixto conti<strong>en</strong>e <strong>en</strong>tonces implícitam<strong>en</strong>te un <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to de remuneración<br />

al trabajo y un <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to de remuneración al capital involucrado <strong>en</strong> la actividad productiva que<br />

se analiza. En <strong>el</strong> mejor de los casos, las cu<strong>en</strong>tas nacionales brindan información agregada sobre<br />

estos dos <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos compon<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> ingreso mixto, y no pued<strong>en</strong> id<strong>en</strong>tificarse por separado <strong>el</strong><br />

104<br />

Según lo señalado por Paul Douglas, la división d<strong>el</strong> ingreso nacional <strong>en</strong>tre trabajo y capital ha sido aproximadam<strong>en</strong>te<br />

constante durante un largo período. La información más actualizada respecto de los Estados Unidos de <strong>América</strong><br />

también es consist<strong>en</strong>te con una función de producción Cobb–Douglas. A pesar de los diversos cambios registrados<br />

<strong>en</strong> la economía <strong>en</strong> las cuatro décadas anteriores, la división d<strong>el</strong> ingreso se explica fácilm<strong>en</strong>te por una función de<br />

producción Cobb–Douglas (Mankiw, 2007, págs. 55-58; citado <strong>en</strong> Atkinson, 2009).<br />

105<br />

Véanse, por ejemplo, Bhaduri y Marglin (1990) y Taylor (1991) con respecto a los aportes seminales. Para una reseña de<br />

esa literatura, véase Ab<strong>el</strong>es y Toledo (2011).<br />

106<br />

Véanse, por ejemplo, B<strong>en</strong>tolila y Saint-Paul (2003); Gollin (2002); Serres, Scarpetta y Maisonneuve (2001); F<strong>el</strong>dstein<br />

(2008); FMI (2007); Comisión Europea (2007); OIT (2008); Ellis y Smith (2010).<br />

107<br />

Se trata, fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te, de trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes o por cu<strong>en</strong>ta propia (por ejemplo, un v<strong>en</strong>dedor ambulante).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> trabajo y <strong>el</strong> d<strong>el</strong> capital 108 . Aquí radica una de las principales limitaciones para la<br />

medición de la participación de los salarios <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso, limitación que es sobre todo r<strong>el</strong>evante <strong>en</strong><br />

los países <strong>en</strong> desarrollo, donde <strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te resulta preponderante. En efecto, <strong>el</strong> total d<strong>el</strong><br />

ingreso de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes su<strong>el</strong>e quedar incluido <strong>en</strong> ese ingreso mixto, sin distinguir<br />

remuneraciones al trabajo y al capital.<br />

La mayor parte de las veces, cuando se analiza la participación laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso total, se<br />

considera simplem<strong>en</strong>te <strong>el</strong> coci<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre las remuneraciones a los asalariados y <strong>el</strong> producto interno<br />

bruto (PIB) total 109 . Este cuoci<strong>en</strong>te puede expresarse a precio de mercado, o a costo de factores,<br />

dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do de si se incluy<strong>en</strong> o no los impuestos sobre producción y productos netos de subv<strong>en</strong>ciones<br />

<strong>en</strong> la medición d<strong>el</strong> PIB. La simple consideración de esta razón muestra que la participación salarial<br />

varía de manera muy importante <strong>en</strong>tre los países, desde un 14% <strong>en</strong> Nigeria hasta <strong>el</strong> 59% <strong>en</strong> Suiza, y<br />

los países de la región ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a pres<strong>en</strong>tar m<strong>en</strong>ores valores de este indicador (véase <strong>el</strong> gráfico II.59).<br />

• Gráfico II.59<br />

Participación de los salarios <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB, a precios de mercado alrededor de 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Suiza<br />

Dinamarca<br />

Estados Unidos<br />

Reino Unido<br />

Eslov<strong>en</strong>ia<br />

Suecia<br />

Francia<br />

Sri Lanka<br />

Canadá<br />

Hong Kong (China)<br />

Bélgica<br />

Finlandia<br />

Holanda<br />

Alemania<br />

Japón<br />

Costa Rica<br />

Portugal<br />

Austria<br />

Ucrania<br />

Federación de Rusia<br />

B<strong>el</strong>arús<br />

España<br />

Noruega<br />

Chipre<br />

Sudáfrica<br />

República de Corea<br />

Irlanda<br />

República de Moldova<br />

Hungría<br />

Malta<br />

Brasil<br />

Letonia<br />

Serbia<br />

Italia<br />

República Checa<br />

Lituania<br />

Ex República Yugoeslava de Macedonia<br />

Eslovaquia<br />

Polonia<br />

Bulgaria<br />

Grecia<br />

Chile<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Uruguay<br />

Kazajstán<br />

Colombia<br />

Panamá<br />

Guatemala<br />

Kirguistán<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (Rep. Bol. de)<br />

India<br />

México<br />

Bolivia (Est. Plur. de)<br />

Kuwait<br />

Mongolia<br />

Mozambique<br />

Macao (China)<br />

S<strong>en</strong>egal<br />

Azerbaiyán<br />

Guinea<br />

Níger<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de datos de la División de Estadística de las Naciones Unidas (UNSD).<br />

PIB: Producto interno bruto.<br />

Una regularidad que surge al analizar <strong>el</strong> peso de los salarios <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB a niv<strong>el</strong> internacional<br />

es la asociación positiva que muestran con <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de riqueza de los países. La participación de<br />

los ingresos salariales <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB se increm<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> los países más ricos (véase <strong>el</strong> gráfico II.60). Sin<br />

embargo, esta r<strong>el</strong>ación puede ser <strong>en</strong>gañosa, ya que <strong>el</strong> hecho de que la participación d<strong>el</strong> trabajo<br />

aum<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> PIB per cápita puede vincularse con <strong>el</strong> mayor peso de la economía informal <strong>en</strong><br />

108<br />

En algunos países de la región, como <strong>el</strong> Perú <strong>en</strong>tre 1950 y 1965, se publicaba <strong>el</strong> ingreso de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

como parte de sus estadísticas de cu<strong>en</strong>tas nacionales, pero esta información fue discontinuada <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de la<br />

adecuación a las propuestas de las Naciones Unidas para la normalización de los Sistema de Cu<strong>en</strong>tas Nacionales.<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://institutod<strong>el</strong>peru.org.pe/descargas/Publicaciones/De%20otras%20<strong>en</strong>tidades/DOC/1966_webb_<br />

cu<strong>en</strong>tas_nacionales_d<strong>el</strong>_peru.pdf.<br />

109<br />

También los estudios de participación laboral basados <strong>en</strong> datos prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de <strong>en</strong>cuestas a establecimi<strong>en</strong>tos o de<br />

c<strong>en</strong>sos industriales ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una limitación de este tipo, ya que se mide la actividad de las firmas por sobre un cierto umbral<br />

(ya sea de producción o de número de ocupados), y por lo tanto, se excluy<strong>en</strong> las empresas pequeñas o familiares (una<br />

descripción detallada de las bases de datos que compilan este tipo de información puede <strong>en</strong>contrarse <strong>en</strong> Rodríguez y<br />

Ortega, <strong>2006</strong>).


CEPAL<br />

los países m<strong>en</strong>os desarrollados. Tanto las comparaciones temporales como <strong>en</strong>tre países pued<strong>en</strong>,<br />

por lo tanto, t<strong>en</strong>er importantes sesgos. A niv<strong>el</strong> temporal, las comparaciones estarían afectadas si,<br />

como sugiere la evid<strong>en</strong>cia, los ingresos de los asalariados y los ingresos d<strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

reaccionaran de manera difer<strong>en</strong>te al ciclo económico. Con respecto a las comparaciones <strong>en</strong>tre<br />

países, estas estarían marcadam<strong>en</strong>te sesgadas por la no inclusión de los ingresos d<strong>el</strong> trabajo<br />

indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te. Ello llevaría a una subestimación de la participación d<strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso total,<br />

que será mayor cuanto mayor sea <strong>el</strong> peso d<strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te y, por lo tanto, de la masa de<br />

ingresos de esos trabajadores no incluidos.<br />

• Gráfico II.60<br />

Participación de los salarios <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB y PIB per cápita, a precios de mercado, 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

70<br />

Participación de los salarios <strong>en</strong> <strong>el</strong> pib (Porc<strong>en</strong>taje)<br />

60<br />

LKA<br />

SVN<br />

50<br />

UKR CRI<br />

BLR<br />

RUS PRT<br />

ZAF<br />

KOR<br />

MDA<br />

BRA SRB LVA HUN MLT<br />

LTU<br />

CZE<br />

40<br />

MKD<br />

BGR POL<br />

SVK<br />

ARG CHL<br />

GRC<br />

KAZ URY<br />

COL<br />

PAN<br />

30 KGZ<br />

GTM<br />

IND<br />

VEN<br />

MEX<br />

BOL<br />

MOZ MNG<br />

20 SEN<br />

AZE<br />

NER GIN<br />

10<br />

GBR<br />

DNK<br />

FRA SWE<br />

BEL<br />

CAN<br />

JPN FIN DEU NLD<br />

AUT<br />

ESP<br />

CYP<br />

IRL<br />

ITA<br />

CHE<br />

EE.UU.<br />

HKG<br />

KWT<br />

NOR<br />

MAC<br />

y = 0,0696ln(x) - 0,2643<br />

R 2 = 0,4212<br />

0<br />

0 10 000 20 000 30 000 40 000 50 000 60 000 70 000<br />

pib per cápita a paridad de poder de compra, base 2005 <strong>en</strong> dólares<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de datos de la División de Estadística de las Naciones Unidas (UNSD) y Fondo<br />

Monetario Internacional (FMI), World Economic Outlook Database.<br />

PIB: producto interno bruto.<br />

CHE: Suiza, DNK: Dinamarca, EE.UU.: Estados Unidos, GBR: Reino Unido, SVN: Eslov<strong>en</strong>ia, FRA: Francia, SWE: Suecia,<br />

CAN: Canadá, FIN: Finlandia, BEL: Bélgica, LKA: Sri Lanka, JPN: Japón, DEU: Alemania, HKG: Hong Kong (China), NLD:<br />

Holanda, UKR: Ucrania, CRI: Costa Rica, BLR: Bi<strong>el</strong>orrusia, RUS: Federación de Rusia, PRT: Portugal, ESP: España, AUT:<br />

Austria, MDA: República de Moldova, ZAF: Sudáfrica, BRA: Brasil, SRB: Serbia y Mont<strong>en</strong>egro, LVA: Letonia, HUN: Hungría,<br />

KOR: República de Corea, CYP: Chipre, IRL: Irlanda, CZE: República Checa, ITA: Italia, LTU: Lituania, NOR: Noruega, MLT:<br />

Malta, MKD: Macedonia, SVK: Eslovaquia, POL: Polonia, BGR: Bulgaria, GRC: Grecia, CHL: Chile, ARG: Arg<strong>en</strong>tina, URY:<br />

Uruguay, PAN: Panamá, COL: Colombia, VEN: República Bolivariana de V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a, MEX: México, GTM: Guatemala, BOL:<br />

Estado Plurinacional de Bolivia, KWT: Kuwait, MOZ: Mozambique, MAC: Macao (China), MNG: Mongolia, SEN: S<strong>en</strong>egal, AZE:<br />

Azerbaiyán, GIN: Guinea, NER: Nigeria.<br />

d) Estudios reci<strong>en</strong>tes sobre participación de los ingresos laborales <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> ingreso total y sus determinantes<br />

Los estudios reci<strong>en</strong>tes sobre distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso coincid<strong>en</strong> <strong>en</strong> señalar un cambio<br />

significativo <strong>en</strong> las últimas tres décadas. En contraste con lo observado <strong>en</strong> los llamados “treinta<br />

gloriosos años” de la posguerra, <strong>en</strong> los países de la Organización para la Cooperación y <strong>el</strong> Desarrollo<br />

Económicos (OCDE) se ha producido una caída de la participación de la masa de ingresos laborales<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> total d<strong>el</strong> ingreso. La t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia es m<strong>en</strong>os homogénea <strong>en</strong> los países <strong>en</strong> desarrollo y <strong>en</strong> las<br />

economías emerg<strong>en</strong>tes, aunque <strong>en</strong> la mayoría se advierte también una caída <strong>en</strong> la participación<br />

d<strong>el</strong> ingreso laboral. Ejemplos reci<strong>en</strong>tes que brindan esta evid<strong>en</strong>cia son Stockhammer (2013) y OIT<br />

(2011 y 2013). En estos estudios se considera la evolución de la masa salarial ajustada, que surge<br />

al multiplicar la comp<strong>en</strong>sación promedio de los asalariados por <strong>el</strong> número de trabajadores de la


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

economía. De esta forma, se está incorporando a los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes a través d<strong>el</strong><br />

supuesto de que su remuneración es similar a la de los trabajadores dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.<br />

La caída <strong>en</strong> la participación d<strong>el</strong> ingreso laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso total no se deriva, <strong>en</strong> términos<br />

g<strong>en</strong>erales, de cambios <strong>en</strong> la estructura de la actividad económica, que implicarían pérdida de<br />

importancia de los sectores con alta participación salarial <strong>en</strong> detrim<strong>en</strong>to de los sectores con m<strong>en</strong>or<br />

participación (efectos de desplazami<strong>en</strong>to). Más bi<strong>en</strong>, obedece a la merma <strong>en</strong> la r<strong>el</strong>evancia de la masa<br />

de salarios que se produce <strong>en</strong> <strong>el</strong> interior de ciertos sectores (OIT, 2011). En particular, se observan<br />

importantes caídas de esta razón <strong>en</strong> intermediación financiera y manufacturas de alta y mediana<br />

tecnología, y un retroceso m<strong>en</strong>os pronunciado <strong>en</strong> servicios, construcción y manufactura de bajo<br />

cont<strong>en</strong>ido tecnológico. También se ha <strong>en</strong>contrado que la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la participación<br />

de los ingresos laborales ajustados <strong>en</strong> los países desarrollados se debe, sobre todo, al deterioro<br />

de la participación de los ingresos de los trabajadores de calificación baja y media, mi<strong>en</strong>tras que<br />

respecto de los trabajadores de alta calificación, la participación de los ingresos laborales ti<strong>en</strong>de<br />

a aum<strong>en</strong>tar (OIT, 2013).<br />

En los últimos años ha surgido una literatura bastante abundante, <strong>en</strong> que se int<strong>en</strong>ta<br />

r<strong>el</strong>acionar la evolución reci<strong>en</strong>te de la participación d<strong>el</strong> ingreso laboral con las reformas estructurales<br />

implem<strong>en</strong>tadas <strong>en</strong> las décadas reci<strong>en</strong>tes. Se analiza <strong>el</strong> posible vínculo con diversos f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os<br />

tales como: la deslocalización global de los procesos productivos, la desregulación de los mercados<br />

laborales, <strong>el</strong> predominio cada vez mayor de los mercados financieros y su desregulación, los cambios<br />

<strong>en</strong> las instituciones y <strong>el</strong> grado de sindicalización, <strong>en</strong>tre otros (B<strong>en</strong>tolila y Saint-Paul, 2003; Bernanke<br />

y Gürkaynak, 2002; Ficht<strong>en</strong>baum, 2009; Gollin, 2002; Harrison, 2002; Hogrefe y Kappler, 2012; FMI,<br />

2007; Jayadev, 2007; Rodríguez y Ortega, <strong>2006</strong>). No se advierte, sin embargo, un abordaje sistemático<br />

d<strong>el</strong> vínculo <strong>en</strong>tre la evolución de la distribución funcional y personal d<strong>el</strong> ingreso. Mi<strong>en</strong>tras que los<br />

estudios de distribución funcional se abordan mediante un <strong>en</strong>foque macroeconómico, aqu<strong>el</strong>los que<br />

se c<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> la distribución personal la concib<strong>en</strong> como un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o microeconómico, explicado<br />

básicam<strong>en</strong>te por la distribución de las características personales de los individuos. Un int<strong>en</strong>to de<br />

r<strong>el</strong>acionar ambos <strong>en</strong>foques se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo de Daudey y García-Peñalosa (2007), que<br />

aporta evid<strong>en</strong>cia econométrica de que la baja participación de la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> producto ti<strong>en</strong>e<br />

un efecto negativo y significativo <strong>en</strong> la desigualdad personal d<strong>el</strong> ingreso.<br />

Para compr<strong>en</strong>der mejor los determinantes de la desigualdad d<strong>el</strong> ingreso y la vinculación<br />

<strong>en</strong>tre desigualdad personal y funcional, es necesario primero t<strong>en</strong>er un diagnóstico acertado de la<br />

distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso y su evolución. Exist<strong>en</strong> análisis desde una perspectiva factorial<br />

para algunos países de la región, <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los Lind<strong>en</strong>boim (2008), Lind<strong>en</strong>boim, K<strong>en</strong>nedy y Graña (2010)<br />

y Graña (2007) para la Arg<strong>en</strong>tina; Hernández Laos (1998) para México; PNUD (2010) y Amarante y<br />

Vigorito (2011) para <strong>el</strong> Uruguay; y Ministerio de Planificación y Cooperación (2000) para Chile. Sin<br />

embargo, no hay análisis <strong>en</strong> que se combine una perspectiva comparativa <strong>en</strong> la región, y a su vez se<br />

incorpore de manera sistemática y comparable <strong>el</strong> ingreso d<strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te. En <strong>el</strong> pres<strong>en</strong>te<br />

artículo se procura avanzar <strong>en</strong> esa línea, cuyo abordaje puede parecer s<strong>en</strong>cillo, si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ta<br />

distintos problemas vinculados a la información disponible, como se detalla a continuación.<br />

e) Aspectos metodológicos<br />

i) La información disponible <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

En la región, la <strong>el</strong>aboración de las estadísticas de cu<strong>en</strong>tas nacionales está a cargo de los bancos<br />

c<strong>en</strong>trales o de los institutos nacionales de estadística 110 . No todos los países pres<strong>en</strong>tan públicam<strong>en</strong>te<br />

110<br />

Los institutos de estadística son los <strong>en</strong>cargados de recopilar la información <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de), <strong>el</strong> Brasil, Colombia, México, Panamá y <strong>el</strong> Perú. Los bancos c<strong>en</strong>trales lo hac<strong>en</strong> <strong>en</strong> Chile, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador, El<br />

Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, <strong>el</strong> Paraguay, República Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República


CEPAL<br />

la información d<strong>el</strong> ingreso mixto de manera desagregada. Dicha información se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra disponible<br />

<strong>en</strong> la región para la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua,<br />

Panamá, <strong>el</strong> Paraguay, <strong>el</strong> Perú, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de), aunque <strong>en</strong> la<br />

mayoría de los casos solo para <strong>el</strong> período más reci<strong>en</strong>te (principalm<strong>en</strong>te a partir d<strong>el</strong> último cambio<br />

de base) y <strong>en</strong> algunos casos sin la desagregación a niv<strong>el</strong> de rama de actividad 111 . Esta información<br />

es compilada por los bancos de datos de la Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL) y de la División de Estadísticas de las Naciones Unidas (UNSD por sus siglas <strong>en</strong> inglés) 112 .<br />

Los datos de la CEPAL se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran disponibles <strong>en</strong> CEPALSTAT, base de datos que incluye<br />

información correspondi<strong>en</strong>te a los últimos años para 14 de los 18 países de la región (sin contar a<br />

Cuba ni a Haití), y sin discriminar <strong>el</strong> ingreso mixto, que es pres<strong>en</strong>tado de manera consolidada con<br />

<strong>el</strong> exced<strong>en</strong>te de explotación (incluso <strong>en</strong> los casos <strong>en</strong> que los países pres<strong>en</strong>tan dicha información de<br />

manera desagregada). El detalle de la información disponible <strong>en</strong> este banco de datos se pres<strong>en</strong>ta<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro A.1 d<strong>el</strong> anexo. Dicha base de datos ti<strong>en</strong>e la v<strong>en</strong>taja de cont<strong>en</strong>er información de largo<br />

plazo, aunque <strong>en</strong> la práctica las series temporales pres<strong>en</strong>tan importantes interrupciones debido a<br />

los cambios de base u otras alteraciones metodológicas.<br />

La UNSD incluye información para una gran cantidad de países, <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los 16 países de la<br />

región, distingui<strong>en</strong>do <strong>el</strong> ingreso mixto d<strong>el</strong> exced<strong>en</strong>te de explotación e incluy<strong>en</strong>do una apertura de las<br />

series por sector de actividad 113 . Sin embargo, los datos abarcan un período más acotado de tiempo<br />

(solo para 7 de los 16 países conti<strong>en</strong>e datos desde la década de 1970). El detalle de la información<br />

sobre <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> incluida <strong>en</strong> la UNSD se pres<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro A.2 d<strong>el</strong> anexo.<br />

En este trabajo se recoge la información cont<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> la base de datos CEPALSTAT, y se<br />

complem<strong>en</strong>ta con la información que provi<strong>en</strong>e de los organismos oficiales correspondi<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

caso de los países no incorporados a CEPALSTAT (Arg<strong>en</strong>tina, Costa Rica y Guatemala). En <strong>el</strong> caso<br />

d<strong>el</strong> Uruguay, dado que la información d<strong>el</strong> SCN llega hasta <strong>el</strong> año 2005, la razón de participación<br />

salarial fue actualizada utilizando la evolución d<strong>el</strong> índice medio de salario nominal, la tasa de<br />

empleo y <strong>el</strong> PIB a costo de factores.<br />

ii) Metodologías para la estimación d<strong>el</strong> ingreso laboral total<br />

Para evitar los sesgos <strong>en</strong> las mediciones de participación laboral discutidos <strong>en</strong> la sección III —que<br />

derivaron de no incluir <strong>el</strong> total de los ingresos laborales <strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis, sino solo los salariales—, es<br />

necesario estimar <strong>el</strong> ingreso laboral correspondi<strong>en</strong>te a los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.<br />

Un primer problema que es preciso afrontar <strong>en</strong>tonces es cómo separar, d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> ingreso<br />

mixto, la parte correspondi<strong>en</strong>te a remuneraciones al trabajo y la que refleja retornos al capital. El<br />

primer compon<strong>en</strong>te debería agregarse a la remuneración a los asalariados para obt<strong>en</strong>er la verdadera<br />

participación laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso g<strong>en</strong>erado <strong>en</strong> la economía. Distintas aproximaciones han sido<br />

sugeridas para realizar esta corrección. Una posibilidad es efectuar estimaciones suponi<strong>en</strong>do<br />

que los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes recib<strong>en</strong> una remuneración similar al salario promedio. Gollin<br />

(2002) realiza ajustes de este tipo para un amplio conjunto de países, y concluye que una parte<br />

significativa de las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la participación de los ingresos d<strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso total <strong>en</strong>tre<br />

países ricos y pobres obedece a errores metodológicos ocasionados por no incluir los ingresos d<strong>el</strong><br />

trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te. Los estudios de Stockhammer (2013) y OIT (2011 y 2013) se basan también<br />

<strong>en</strong> una corrección de este tipo. En <strong>el</strong> pres<strong>en</strong>te trabajo se realizan estimaciones sobre la base de<br />

dos metodologías, la primera consiste <strong>en</strong> considerar que los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes recib<strong>en</strong><br />

una remuneración promedio similar a la de los asalariados.<br />

Bolivariana de).<br />

111<br />

Algunos países cu<strong>en</strong>tan con información de los ingresos mixtos antes de 1990 <strong>en</strong> sus sistemas de cu<strong>en</strong>tas nacionales.<br />

112<br />

Exist<strong>en</strong> otras fu<strong>en</strong>tes de información para analizar <strong>el</strong> peso de los salarios <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB, pero no basadas <strong>en</strong> datos de<br />

cu<strong>en</strong>tas nacionales, sino <strong>en</strong> <strong>en</strong>cuestas a establecimi<strong>en</strong>tos o c<strong>en</strong>sos. Las dos principales bases de datos de este tipo<br />

son la de la Organización de las Naciones Unidas para <strong>el</strong> Desarrollo Industrial (UNIDO) y la de la Organización de<br />

Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Detalles sobre estas bases de datos pued<strong>en</strong> <strong>en</strong>contrarse <strong>en</strong> Rodríguez<br />

y Ortega (<strong>2006</strong>).<br />

113<br />

En este total no se incluye al Ecuador, cuyos datos llegan solam<strong>en</strong>te hasta 1991. En la apertura por sector de actividad,<br />

la información de ingreso mixto no siempre se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra disponible.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Una solución más rigurosa consiste <strong>en</strong> int<strong>en</strong>tar separar, d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> ingreso mixto y respecto<br />

de los países que lo computan separadam<strong>en</strong>te, la parte correspondi<strong>en</strong>te a la remuneración d<strong>el</strong><br />

trabajo y los retornos al capital. Para <strong>el</strong>lo, se puede simular <strong>el</strong> ingreso laboral que los trabajadores<br />

indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes recibirían según sus características personales y sector de actividad de la economía<br />

(<strong>en</strong> lugar de tomar <strong>el</strong> salario promedio para todos). Una solución de este tipo es adoptada por Young<br />

(1995) para los países de Asia a partir de información c<strong>en</strong>sal, asumi<strong>en</strong>do que los trabajadores<br />

indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes ganan lo mismo que los asalariados con similar edad, sexo, niv<strong>el</strong> educativo y sector<br />

de actividad. Aun cuando no se disponga de información oficial sobre <strong>el</strong> ingreso mixto, se puede<br />

corregir la estimación d<strong>el</strong> peso de los ingresos laborales. Para <strong>el</strong>lo, primero se calcula <strong>en</strong> la <strong>en</strong>cuesta<br />

de hogares la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la masa salarial y <strong>el</strong> ingreso d<strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te, y luego se aplica<br />

ese coefici<strong>en</strong>te al ingreso salarial de las cu<strong>en</strong>tas nacionales.<br />

En la actualidad, estas estimaciones pued<strong>en</strong> realizarse utilizando información de las <strong>en</strong>cuestas<br />

continuas de hogares. Esta es la segunda opción metodológica que se adopta <strong>en</strong> este artículo.<br />

Se estima la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la masa de ingresos salariales y la masa de ingresos por trabajo de los<br />

trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes sobre la base de los microdatos de las <strong>en</strong>cuestas continuas de hogares,<br />

y se emplea esa r<strong>el</strong>ación para corregir la participación de la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB.<br />

Como primer paso, se calcula <strong>el</strong> ingreso laboral que los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes recibirían<br />

t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta sus características personales y <strong>el</strong> sector de actividad de la economía, y suponi<strong>en</strong>do<br />

que recibirían remuneraciones similares a las de los asalariados. Para <strong>el</strong>lo, se parte de la estimación<br />

de ecuaciones salariales para los asalariados privados, incluidas como variables dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes <strong>el</strong><br />

sexo, la edad y su expresión cuadrática, los años de escolaridad, y variables binarias que distingu<strong>en</strong><br />

por rama de actividad. Los coefici<strong>en</strong>tes obt<strong>en</strong>idos <strong>en</strong> estas ecuaciones salariales son aplicados a las<br />

características de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, a objeto de disponer de predicciones de los ingresos<br />

laborales para cada trabajador indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te incluido <strong>en</strong> la <strong>en</strong>cuesta. Cuando estas predicciones<br />

de ingreso laboral de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes son inferiores al ingreso que reportan <strong>en</strong> las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares, se asume que esa difer<strong>en</strong>cia corresponde a la retribución al capital. Por lo tanto,<br />

se toma la predicción como ingreso laboral de esos trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes. En caso de que la<br />

predicción d<strong>el</strong> ingreso sobrepase al ingreso declarado <strong>en</strong> las <strong>en</strong>cuestas de hogares, se toma todo<br />

<strong>el</strong> ingreso declarado <strong>en</strong> dichas <strong>en</strong>cuestas como ingreso laboral de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.<br />

A partir de este nuevo vector de ingresos laborales de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, es posible<br />

establecer una r<strong>el</strong>ación de proporcionalidad <strong>en</strong>tre la masa de ingresos laborales de los trabajadores<br />

indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes y la masa salarial (también reportada <strong>en</strong> las <strong>en</strong>cuestas de hogares). Esa r<strong>el</strong>ación es<br />

aplicada a los datos de la masa salarial d<strong>el</strong> SCN con <strong>el</strong> propósito de lograr una estimación final de<br />

la masa de ingresos laborales, que se compara con <strong>el</strong> PIB.<br />

f) Participación de la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso total<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

La información disponible a partir de los datos de cu<strong>en</strong>tas nacionales de los países permite un primer<br />

análisis de la evolución de la participación salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso nacional de los países de la región.<br />

Se trata, como ya se discutió, de una aproximación inexacta, ya que solo incluye <strong>el</strong> ingreso de los<br />

trabajadores asalariados. Por otra parte, las series temporales para la región pres<strong>en</strong>tan importantes<br />

saltos <strong>en</strong> los mom<strong>en</strong>tos de cambio d<strong>el</strong> año base de las cu<strong>en</strong>tas nacionales, ante lo cual se optó por<br />

considerar las series temporales continuas disponibles para los países <strong>en</strong> <strong>el</strong> período compr<strong>en</strong>dido<br />

<strong>en</strong>tre 1990 y <strong>el</strong> último año disponible (variable según <strong>el</strong> país). Se considera la razón <strong>en</strong>tre remuneración<br />

d<strong>el</strong> trabajo asalariado y PIB a costo de factores 114 . Se toma la información cont<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> CEPALSTAT<br />

114<br />

Las mediciones a costo de factores muestran participaciones mayores que a precios de mercado, ya que <strong>el</strong> cálculo a<br />

precios de mercado incluye los impuestos m<strong>en</strong>os subsidios sobre los productos y la producción <strong>en</strong> la contabilización<br />

d<strong>el</strong> PIB.


CEPAL<br />

y se complem<strong>en</strong>ta con la obt<strong>en</strong>ida de los organismos oficiales correspondi<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de<br />

los países no incorporados a CEPALSTAT (Arg<strong>en</strong>tina, Costa Rica y Guatemala). En <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong><br />

Uruguay, dado que la información d<strong>el</strong> SCN llega hasta 2005, la razón de participación salarial fue<br />

actualizada utilizando la evolución d<strong>el</strong> índice medio de salario nominal, la tasa de empleo y <strong>el</strong> PIB<br />

a costo de factores.<br />

Si se considera <strong>el</strong> último año con información disponible (alrededor de 2009), la participación de<br />

la masa salarial varía de 24% <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú a 56,7% <strong>en</strong> Costa Rica (véase <strong>el</strong> cuadro II.34). El análisis de la<br />

evolución de esta participación indica que <strong>en</strong> la mayoría de los países se produce una caída (8 de un total<br />

de 12), con excepción de Chile, Costa Rica, <strong>el</strong> Paraguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de). De los<br />

países que evid<strong>en</strong>cian una mejora <strong>en</strong> <strong>el</strong> período considerado, <strong>el</strong> caso de Costa Rica es <strong>el</strong> más difer<strong>en</strong>ciado,<br />

ya que es <strong>el</strong> único <strong>en</strong> que se detecta una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia creci<strong>en</strong>te y sost<strong>en</strong>ida de la participación de los<br />

salarios <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB. En Chile, <strong>el</strong> Paraguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de), luego de un increm<strong>en</strong>to<br />

importante <strong>en</strong>tre 1990 y 2000, la participación de la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB declina <strong>en</strong> la última década 115 .<br />

Los países que d<strong>en</strong>otan un retroceso de la participación asalariada <strong>en</strong>tre 1990 y fines de la década<br />

de 2000 ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una trayectoria más heterogénea. En la Arg<strong>en</strong>tina y <strong>el</strong> Brasil se advierte una merma <strong>en</strong><br />

los años nov<strong>en</strong>ta y una recuperación parcial <strong>en</strong> <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io de 2000; <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de) mejora la participación asalariada <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta y desci<strong>en</strong>de <strong>en</strong> los años dos mil; Colombia,<br />

Honduras, Panamá y <strong>el</strong> Perú registran m<strong>en</strong>guas a lo largo de todo <strong>el</strong> período (<strong>en</strong> los tres primeros<br />

casos con reducciones bastante ac<strong>en</strong>tuadas <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta). México, que casi no registra<br />

variación <strong>en</strong>tre los extremos, muestra un alza y posterior desc<strong>en</strong>so prácticam<strong>en</strong>te simétricos <strong>en</strong> las<br />

décadas de 1990 y 2000, respectivam<strong>en</strong>te.<br />

• Cuadro II.34<br />

Participación de la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB a precio de factores<br />

Participación de la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB<br />

Alrededor de<br />

1990 (a)<br />

Alrededor de<br />

2000 (b)<br />

Alrededor de<br />

2009 (c)<br />

Variación de la participación de<br />

la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB<br />

1990-2000<br />

(b)-(a)<br />

2000-2009<br />

(c)-(b)<br />

1990-2009<br />

(c)-(a)<br />

Arg<strong>en</strong>tina 44,7 40,5 42,9 -4,2 2,4 -1,8<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de) 38,2 41,9 34,5 3,8 -7,4 -3,6<br />

Brasil 53,5 47,1 51,4 -6,3 4,3 -2,1<br />

Chile 38,7 46,5 45,4 7,8 -1,1 6,7<br />

Colombia 41,4 36,2 36,1 -5,3 -0,1 -5,3<br />

Costa Rica 48,3 50,6 56,7 2,3 6,1 8,4<br />

Guatemala 36,3 32,8 -3,5<br />

Honduras 54,8 47,5 47,4 -7,3 -0,1 -7,4<br />

México 32,3 34,5 32,2 2,2 -2,3 -0,1<br />

Nicaragua 59,6 56,2 -3,4<br />

Panamá 58,6 40,6 35,2 -18,0 -5,4 -23,4<br />

Paraguay* 43,4 59,0 47,2 15,7 -11,9 3,8<br />

Perú 28,7 27,0 24,0 -1,8 -3,0 -4,7<br />

Uruguay 47,4 45,8 -1,6<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) 31,1 35,6 33,5 4,5 -2,1 2,4<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de información de CEPALSTAT, d<strong>el</strong> Instituto Nacional de Estadística y C<strong>en</strong>sos<br />

(INDEC) de la Arg<strong>en</strong>tina, y d<strong>el</strong> Banco C<strong>en</strong>tral de Costa Rica, Banco de Guatemala y Banco C<strong>en</strong>tral d<strong>el</strong> Uruguay.<br />

*<br />

En <strong>el</strong> Paraguay, <strong>el</strong> dato correspondi<strong>en</strong>te a 1990 es 50% inferior al promedio d<strong>el</strong> indicador <strong>en</strong> 1991-2009. Su consideración<br />

distorsiona <strong>en</strong>ormem<strong>en</strong>te la evolución de la serie temporal, por eso se optó por com<strong>en</strong>zar <strong>el</strong> análisis a partir de 1991 <strong>en</strong><br />

este país.<br />

PIB: Producto interno bruto.<br />

115<br />

Los años específicos a que correspond<strong>en</strong> los datos d<strong>el</strong> cuadro 1 para cada país se pres<strong>en</strong>tan <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro A.3 d<strong>el</strong><br />

anexo. Las difer<strong>en</strong>cias obedec<strong>en</strong> a la disponibilidad de datos.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Si se clasifican los países <strong>en</strong> tres grupos, distingui<strong>en</strong>do a i) los que pres<strong>en</strong>tan una participación<br />

de la masa laboral de hasta 35%, ii) aqu<strong>el</strong>los <strong>en</strong> que esta se ubica <strong>en</strong>tre 35% y 45 % y, iii) aqu<strong>el</strong>los<br />

<strong>en</strong> que rebasa <strong>el</strong> 45%, <strong>el</strong> ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to <strong>en</strong>tre países resulta r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te estable. En los tres años,<br />

<strong>el</strong> Perú y México se ubican siempre <strong>en</strong> <strong>el</strong> primer grupo, la Arg<strong>en</strong>tina, Colombia y <strong>el</strong> Paraguay <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

segundo, y <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica y Honduras <strong>en</strong> <strong>el</strong> tercero. El resto de los países no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> información<br />

para los tres mom<strong>en</strong>tos, o cambian su clasificación <strong>en</strong> alguno de los tres mom<strong>en</strong>tos analizados.<br />

La evolución de la participación asalariada <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso dep<strong>en</strong>de de las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la<br />

variación de los salarios reales y la productividad laboral. En los años nov<strong>en</strong>ta, la productividad crece<br />

por sobre los salarios reales <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, Bolivia (Estado Plurinacional de), Chile, Guatemala,<br />

Panamá, <strong>el</strong> Perú, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) —lo que explica <strong>el</strong> retroceso de<br />

la participación asalariada <strong>en</strong> dicho período—, y por debajo <strong>en</strong> los casos de Colombia, Costa Rica<br />

y <strong>el</strong> Paraguay, lo que explica su aum<strong>en</strong>to. En <strong>el</strong> Brasil, México y Nicaragua evolucionan a un ritmo<br />

semejante, por lo que no se observan cambios significativos <strong>en</strong> la distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso<br />

<strong>en</strong> esos países durante ese período. En los años dos mil los salarios reales crec<strong>en</strong> más rápidam<strong>en</strong>te<br />

que la productividad laboral <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Brasil, Colombia, Costa Rica y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República<br />

Bolivariana de), lo que explica <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la participación asalariada <strong>en</strong> ese período. Lo contrario<br />

ocurre <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de), Chile, Guatemala, México, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay, <strong>el</strong> Perú<br />

y <strong>el</strong> Uruguay.<br />

Un cambio muy r<strong>el</strong>evante <strong>en</strong> los indicadores sociales de la región es la modificación <strong>en</strong> la<br />

t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a la profundización de la desigualdad personal d<strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong> los países latinoamericanos,<br />

que se advertía con mayor o m<strong>en</strong>or int<strong>en</strong>sidad <strong>en</strong> prácticam<strong>en</strong>te todos <strong>el</strong>los durante los años<br />

nov<strong>en</strong>ta. Luego de una década de crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> la mayor parte de estos países durante aqu<strong>el</strong>los<br />

años, a partir de 2002 o 2003, dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do d<strong>el</strong> país, se aprecia un desc<strong>en</strong>so <strong>en</strong> los indicadores de<br />

desigualdad <strong>en</strong> gran parte de los países de la región (véase CEPAL, 2012a y 2012b). Los diversos<br />

estudios coincid<strong>en</strong> <strong>en</strong> señalar <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> d<strong>el</strong> mercado laboral <strong>en</strong> este desc<strong>en</strong>so global de la desigualdad<br />

d<strong>el</strong> ingreso de los hogares, ya que <strong>el</strong> ingreso derivado d<strong>el</strong> mercado de trabajo se vu<strong>el</strong>ve m<strong>en</strong>os<br />

desigual y es la fuerza impulsora de la merma de la desigualdad 116 . Sin embargo, como se evid<strong>en</strong>cia<br />

a partir d<strong>el</strong> análisis anterior y se ilustra <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico II.61, la mayor homog<strong>en</strong>eidad de los ingresos<br />

laborales, que se produjo <strong>en</strong> un contexto de ingresos creci<strong>en</strong>tes, no ha estado acompañada de<br />

una mayor participación de la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB total. En los países latinoamericanos, con<br />

excepción de Costa Rica, la desigualdad d<strong>el</strong> ingreso disminuyó <strong>en</strong>tre 2002 y 2009, mi<strong>en</strong>tras que<br />

solo <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica y <strong>el</strong> Uruguay aum<strong>en</strong>tó la participación de la masa salarial<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB total 117 . Las mejoras distributivas a niv<strong>el</strong> de los hogares no han significado, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, un<br />

reparto más igualitario <strong>en</strong> términos de la apropiación d<strong>el</strong> capital y <strong>el</strong> trabajo. Una hipótesis es que<br />

<strong>el</strong>lo podría explicarse por <strong>el</strong> hecho de que, <strong>en</strong> la práctica, debido a cuestiones de captación, los<br />

r<strong>el</strong>evami<strong>en</strong>tos de ingresos <strong>en</strong> que se basan los indicadores de su distribución personal (como <strong>el</strong><br />

coefici<strong>en</strong>te de Gini) no captan adecuadam<strong>en</strong>te los ingresos derivados de la propiedad. Si esto fuera<br />

así, podría decirse que, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, <strong>en</strong> la última década se advierte una distribución más equitativa<br />

de la masa salarial, sin cambios significativos (o incluso, una apropiación más conc<strong>en</strong>trada <strong>en</strong> los<br />

sectores propietarios) <strong>en</strong> la distribución d<strong>el</strong> exced<strong>en</strong>te económico g<strong>en</strong>erado <strong>en</strong> la región.<br />

116<br />

Una de las principales limitaciones de las <strong>en</strong>cuestas de hogares consiste <strong>en</strong> sus problemas para capturar adecuadam<strong>en</strong>te<br />

los ingresos de la parte alta de la distribución. Una alternativa que ha ganado importancia <strong>en</strong> los últimos años es la<br />

incorporación <strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis de otras fu<strong>en</strong>tes de datos, especialm<strong>en</strong>te de los datos sobre ingresos y riqueza prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes<br />

de los registros fiscales (veáse Piketty, 2003; Atkinson y Piketty, 2007 y 2010). Este tipo de estudios se han realizado<br />

para algunos países de la región (véanse Alvaredo, 2010; Alvaredo y Londoño, 2013; Burdín, Vigorito y Esponda, 2014).<br />

También se han corregido las estimaciones tradicionales de desigualdad de <strong>en</strong>cuestas de hogares utilizando datos de<br />

cu<strong>en</strong>tas nacionales (veáse Yamada, Castro y Bacigalupo, 2012).<br />

117<br />

En <strong>el</strong> gráfico 3 no se incluye a Guatemala, ya que <strong>en</strong> este caso <strong>el</strong> último dato disponible sobre <strong>el</strong> índice de Gini<br />

corresponde a <strong>2006</strong>.


CEPAL<br />

2009<br />

60<br />

55<br />

50<br />

45<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

• Gráfico II.61<br />

Variación de la participación de los salarios <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB y d<strong>el</strong> índice de Gini, 2002-2009<br />

Perú<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Uruguay<br />

Costa Rica<br />

Brasil<br />

Honduras<br />

Chile<br />

Colombia Panamá<br />

Bolivia (Est. Plur. de)<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (Rep. Bol. de)<br />

México<br />

Paraguay<br />

20<br />

20 30 40 50 60<br />

2009<br />

0,7<br />

0,65<br />

0,6<br />

Colombia<br />

Brasil<br />

0,55<br />

Panamá<br />

Honduras<br />

México<br />

Costa Rica<br />

Chile<br />

Bolivia (Est. Plur. de)<br />

0,5<br />

Paraguay<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Perú<br />

Nicaragua<br />

0,45<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (Rep. Bol. de)<br />

0,4<br />

0,40 0,45 0,50 0,55 0,60 0,65 0,70<br />

2002<br />

2002<br />

Fu<strong>en</strong>te: <strong>el</strong>aboración propia sobre la base de información de CEPALSTAT, d<strong>el</strong> Instituto Nacional de Estadística y C<strong>en</strong>sos<br />

(INDEC) de la Arg<strong>en</strong>tina y d<strong>el</strong> Banco C<strong>en</strong>tral de Costa Rica y Banco C<strong>en</strong>tral d<strong>el</strong> Uruguay.<br />

PIB: producto interno bruto.<br />

g) Importancia d<strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

Una de las características distintivas de los mercados laborales de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> es <strong>el</strong> alto peso<br />

d<strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te, que compr<strong>en</strong>de a trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia y patrones. El trabajo<br />

indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te conc<strong>en</strong>tra una proporción muy r<strong>el</strong>evante d<strong>el</strong> empleo total <strong>en</strong> la región (casi <strong>el</strong> 32%<br />

respecto de los países considerados). Su participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo total varía d<strong>el</strong> 22% <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina<br />

a más d<strong>el</strong> 49% <strong>en</strong> Colombia, de acuerdo con la última información disponible (alrededor de 2011).<br />

En la última década se ha increm<strong>en</strong>tado la importancia d<strong>el</strong> empleo asalariado (pasando d<strong>el</strong> 59,8%<br />

al 63,7% d<strong>el</strong> total de ocupados <strong>en</strong> la región), y se produce también un leve aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>el</strong> peso de<br />

los ingresos salariales <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso per cápita de los hogares (véase <strong>el</strong> cuadro II.35).<br />

• Cuadro II.35<br />

Trabajo e ingresos asalariados e indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

Participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> total<br />

de ocupados<br />

Asalariados<br />

Alrededor de 2000 Alrededor de 2011<br />

Indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

Participación <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

ingreso de los hogares<br />

Ingresos Ingresos<br />

salariales indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

Participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> total<br />

de ocupados<br />

Asalariados<br />

Indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

Participación <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

ingreso de los hogares<br />

Ingresos Ingresos<br />

salariales indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

Arg<strong>en</strong>tina 72,0 26,8 42,4 30,3 76,9 22,4 49,8 25,1<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de) 32,1 47,5 41,5 27,7 41,3 40,8 46,8 37,3<br />

Brasil 62,8 31,1 35,4 20,7 68,4 28,7 42,4 19,4<br />

Chile 74,4 24,1 46,4 29,9 77,4 22,3 52,8 26,3<br />

Colombia 49,4 45,6 45,2 27,8 46,0 49,5 44,0 29,7<br />

Costa Rica 71,6 26,5 64,9 19,8 75,9 22,8 62,8 17,3<br />

Guatemala 47,0 38,8 38,2 45,8 51,4 35,0 32,5 42,1<br />

Honduras 49,6 41,2 45,5 29,0 43,7 45,7 47,4 28,5<br />

México 66,1 26,6 46,7 28,4 73,0 22,1 49,7 13,6<br />

Nicaragua 52,3 35,1 50,7 40,8 48,9 39,3 50,4 38,2<br />

Panamá 62,7 32,3 60,3 24,5 67,5 28,7 54,5 28,9<br />

Perú 40,5 44,0 39,4 29,8 44,9 42,9 42,5 31,1<br />

Paraguay 44,8 45,2 42,9 37,8 52,9 39,5 47,0 41,7<br />

Uruguay 72,7 25,7 42,1 16,1 71,9 26,8 46,5 16,3<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República<br />

Bolivariana de) 56,4 41,9 45,5 39,1 57,2 41,9 52,3 27,9<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 59,8 33,4 45,4 31,7 63,7 31,6 46,2 30,9<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de datos de <strong>en</strong>cuestas continuas de hogares.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Los ingresos reportados por los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes repres<strong>en</strong>tan una proporción muy<br />

r<strong>el</strong>evante d<strong>el</strong> ingreso per cápita de los hogares (alrededor d<strong>el</strong> 31% <strong>en</strong> la región). Teóricam<strong>en</strong>te, debido<br />

a la naturaleza de estas actividades, una parte de esos ingresos son retribuciones al trabajo y otra<br />

parte son retribuciones al capital. Como fuera explicado anteriorm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> la participación de la masa<br />

salarial que surge de las cu<strong>en</strong>tas nacionales no se incorporan estos ingresos, lo que constituye una<br />

importante limitación, sobre todo a la hora de realizar comparaciones <strong>en</strong>tre países con diversos grados<br />

de desarrollo. A continuación se pres<strong>en</strong>tan dos ajustes a las estimaciones tradicionales de participación<br />

d<strong>el</strong> ingreso laboral, con los que se procura incorporar los ingresos de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.<br />

h) Reestimación de la participación salarial incluido <strong>el</strong> ingreso<br />

d<strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

Como fuera detallado <strong>en</strong> la subsección e).ii), la estimación de la participación de los ingresos laborales<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB se realizó sobre la base de dos ajustes. El primero es <strong>el</strong> más ext<strong>en</strong>dido <strong>en</strong> la literatura<br />

(similar, por ejemplo, al utilizado <strong>en</strong> OIT, 2013), y consiste <strong>en</strong> imputar <strong>el</strong> salario promedio estimado<br />

a partir de los datos d<strong>el</strong> SCN a todos los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, y adicionar ese monto a los<br />

su<strong>el</strong>dos y salario d<strong>el</strong> SCN 118 .<br />

La segunda opción, más rigurosa, y que fuera detallada <strong>en</strong> la subsección e).ii), consiste <strong>en</strong><br />

utilizar la información de las <strong>en</strong>cuestas continuas de hogares para estimar la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la masa<br />

de ingresos salariales y la masa de ingresos por trabajo de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, y sobre<br />

la base de esta r<strong>el</strong>ación corregir la participación de la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB.<br />

Se estimaron ecuaciones salariales para <strong>el</strong> conjunto de asalariados de la economía, incluidos<br />

como variables dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes <strong>el</strong> sexo, la edad y su expresión cuadrática, los años de escolaridad, y<br />

variables binarias que distingu<strong>en</strong> por rama de actividad 119 . A partir de los coefici<strong>en</strong>tes estimados <strong>en</strong><br />

estas ecuaciones, se realizó una predicción de ingresos laborales para cada uno de los trabajadores<br />

indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes (tanto trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia como patrones) incluidos <strong>en</strong> las <strong>en</strong>cuestas<br />

de hogares. Cuando estas predicciones de ingreso laboral de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

resultaron inferiores al ingreso que estos reportan <strong>en</strong> las <strong>en</strong>cuestas de hogares, se asumió que esa<br />

difer<strong>en</strong>cia corresponde a la retribución al capital. Por lo tanto, se considera como ingreso laboral de<br />

esos trabajadores <strong>el</strong> que resulta de la predicción. En <strong>el</strong> caso <strong>en</strong> que <strong>el</strong> ingreso predicho supera al<br />

ingreso declarado <strong>en</strong> las <strong>en</strong>cuestas de hogares, se toma todo <strong>el</strong> ingreso declarado <strong>en</strong> las <strong>en</strong>cuestas<br />

de hogares como ingreso laboral de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes. La adopción de este criterio<br />

implicó utilizar las predicciones solo <strong>en</strong> <strong>el</strong> 41% de los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia (promedio <strong>en</strong>tre<br />

países y para los años considerados), aunque <strong>en</strong>tre los patrones las predicciones fueron utilizadas<br />

para <strong>el</strong> 71%. Tal resultado resulta razonable, ya que estaría reflejando la mayor importancia de las<br />

retribuciones al capital <strong>en</strong>tre los patrones. Se estima así un nuevo vector de ingresos laborales<br />

para cada uno de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes incluido <strong>en</strong> la <strong>en</strong>cuesta de hogares. Se calcula<br />

luego la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la masa salarial reportada por la <strong>en</strong>cuesta y la masa de ingresos laborales<br />

estimada con esta metodología. Esa razón es aplicada a la masa salarial reportada <strong>en</strong> <strong>el</strong> SCN, para<br />

cada país y año, y de esta manera se estima la masa de ingresos laborales totales (es decir, ingresos<br />

salariales más ingresos laborales de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes) que se coteja con <strong>el</strong> PIB. En <strong>el</strong><br />

cuadro II.36 se comparan los tres resultados: <strong>el</strong> peso de la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB según <strong>el</strong> SCN, la<br />

corrección considerando que los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes percib<strong>en</strong> un ingreso similar al salario<br />

promedio y la corrección más detallada con la metodología antes explicada.<br />

118<br />

En concreto, se adiciona <strong>el</strong> producto d<strong>el</strong> salario promedio por la cantidad de trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> país. Las<br />

estimaciones d<strong>el</strong> total de trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes surg<strong>en</strong> de las <strong>en</strong>cuestas continuas de hogares y de CEPALSTAT.<br />

119<br />

Los resultados de estas estimaciones están disponibles para qui<strong>en</strong>es dese<strong>en</strong> solicitarlos a los autores.


CEPAL<br />

En todos los casos, <strong>el</strong> ajuste a través de la imputación de salarios medios produce una<br />

sobreestimación importante de la masa de ingresos laborales <strong>en</strong> los países de la región. En los casos<br />

de Bolivia (Estado Plurinacional de) (2000), Honduras (2010) y <strong>el</strong> Paraguay (2001), esta corrección<br />

implica que casi la totalidad d<strong>el</strong> PIB medido a costo de factores correspondería a ingresos laborales.<br />

Cuando se realizan las estimaciones por <strong>el</strong> segundo método, se aprecia que una proporción r<strong>el</strong>evante<br />

de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia,<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> ingresos declarados <strong>en</strong> las <strong>en</strong>cuestas que son inferiores a los que surg<strong>en</strong> de las predicciones<br />

de acuerdo con sus características personales y rama de actividad 120 . Este difer<strong>en</strong>cial de ingresos<br />

con respecto a los trabajadores asalariados indica que la simple imputación de los salarios promedio<br />

implica un sesgo r<strong>el</strong>evante. En promedio, la importancia de los ingresos salariales se increm<strong>en</strong>ta <strong>en</strong><br />

25 puntos con esta segunda estimación.<br />

• Cuadro II.36<br />

Participación de la masa salarial y d<strong>el</strong> ingreso laboral estimado <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB<br />

Salarios/PIB<br />

Ingresos laborales/PIB Ingresos laborales/PIB<br />

Estimación 1<br />

Estimación 2<br />

Arg<strong>en</strong>tina 2000 40,5 54,4 45,7<br />

<strong>2006</strong> 41,5 54,2 48,7<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de) 2000 41,9 100,1 56,9<br />

2007 34,5 70,9 47,0<br />

Brasil 2001 47,7 68,2 56,9<br />

2009 51,4 70,6 59,7<br />

Chile 2000 46,5 61,3 54,9<br />

2009 44,5 58,1 52,8<br />

Colombia 2000 36,2 68,3 41,2<br />

2009 44,5 58,1 52,8<br />

Costa Rica 2000 50,6 69,8 55,8<br />

2010 56,9 73,8 65,0<br />

Guatemala 2003 35,5 61,3 46,6<br />

2007 33,5 53,7 44,4<br />

Honduras 2010 47,5 93,1 65,5<br />

México 2000 34,5 48,2 45,6<br />

2008 31,4 41,1 36,2<br />

Panamá 2000 40,6 54,4 47,8<br />

2009 35,2 49,2 40,6<br />

Paraguay 2001 58,5 116,7 84,3<br />

2007 47,2 87,7 68,0<br />

Perú 2000 27,0 55,1 35,9<br />

2009 23,3 46,0 31,3<br />

Uruguay 2000 47,4 63,6 57,0<br />

2010 45,8 62,0 54,3<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) 2000 35,6 56,4 46,5<br />

2010 38,4 58,2 44,5<br />

Fu<strong>en</strong>te: <strong>el</strong>aboración propia sobre la base de información de CEPALSTAT, d<strong>el</strong> Instituto Nacional de Estadística y C<strong>en</strong>sos<br />

(INDEC) de la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Banco C<strong>en</strong>tral de Costa Rica, <strong>el</strong> Banco C<strong>en</strong>tral d<strong>el</strong> Uruguay y <strong>en</strong>cuestas continuas de hogares.<br />

PIB: producto interno bruto.<br />

La estimación a través d<strong>el</strong> segundo método redunda <strong>en</strong> un increm<strong>en</strong>to considerable <strong>en</strong><br />

la participación de los ingresos laborales cuando se la compara con los datos d<strong>el</strong> SCN, que solo<br />

incluy<strong>en</strong> la masa salarial, pero los resultados son inferiores a los derivados de la imputación d<strong>el</strong><br />

salario promedio. En esta nueva estimación, que se considera que es la que mejor <strong>en</strong> este trabajo,<br />

se refleja la importancia de los ingresos laborales, que abarcan un rango que va d<strong>el</strong> 31% d<strong>el</strong> PIB<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú al 65% <strong>en</strong> Costa Rica. En promedio para todos los países considerados, la importancia<br />

de los ingresos laborales aum<strong>en</strong>ta 10 puntos <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con la que surge al considerar tan solo los<br />

ingresos salariales.<br />

Las variaciones de la masa salarial son r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te similares, aunque se v<strong>en</strong> ac<strong>en</strong>tuadas<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los países con mayor r<strong>el</strong>evancia d<strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te (por ejemplo, Colombia).<br />

120<br />

La metodología de ajuste que se utiliza <strong>en</strong> este trabajo pres<strong>en</strong>ta la limitación de asumir que las contribuciones a la<br />

seguridad social e impuestos son similares <strong>en</strong>tre trabajadores asalariados e indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, y que los porc<strong>en</strong>tajes de<br />

cotizantes son similares también —ya que se aplica una r<strong>el</strong>ación obt<strong>en</strong>ida a partir de ingresos líquidos de las <strong>en</strong>cuestas<br />

de hogares (<strong>en</strong> la mayor parte de los países)— a una variable (masa salarial) que incluye las contribuciones.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

La información de la <strong>en</strong>cuesta de hogares permite analizar la distribución de la masa total de<br />

ingresos laborales estimados con la segunda metodología, según características de los trabajadores.<br />

Se analiza la distribución de estos ingresos, resultantes de la suma de ingresos salariales y nuevo<br />

vector de ingresos laborales de los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia <strong>en</strong> la <strong>en</strong>cuesta de hogares, según<br />

niv<strong>el</strong> educativo de los trabajadores y sexo. En r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo, tal distribución muestra<br />

una gran estabilidad <strong>en</strong>tre países; más de la mitad de la masa de ingresos laborales es g<strong>en</strong>erada por<br />

los trabajadores con educación terciaria (completa e incompleta) (véase <strong>el</strong> gráfico II.62). Las mujeres,<br />

a su vez, g<strong>en</strong>eran <strong>en</strong> promedio <strong>el</strong> 35% de los ingresos laborales de las economías de la región, y<br />

su participación ha sido creci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la mayoría de los países analizados (véase <strong>el</strong> gráfico II.63).<br />

• Gráfico II.62<br />

Porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> ingreso laboral total según niv<strong>el</strong> educacional, alrededor de 2000-2009 a<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

5554<br />

5051<br />

50 50<br />

53 53<br />

51<br />

49<br />

55<br />

54<br />

57<br />

54<br />

51<br />

57<br />

58<br />

56<br />

52<br />

42<br />

44<br />

41<br />

48<br />

46<br />

5857<br />

50 50<br />

5352<br />

30<br />

26<br />

23 23<br />

20<br />

20<br />

26 25<br />

24 24<br />

3132<br />

19 19<br />

25<br />

24 23<br />

22<br />

27<br />

26<br />

23 23<br />

26<br />

24<br />

22<br />

18<br />

26<br />

24<br />

22<br />

16<br />

30<br />

20<br />

2324<br />

20<br />

18<br />

2425<br />

23<br />

20<br />

32<br />

24<br />

17<br />

29<br />

29<br />

24 24<br />

28<br />

29<br />

1413<br />

30<br />

29<br />

21<br />

20<br />

2627<br />

21 21<br />

10<br />

0<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

Arg<strong>en</strong>tina Bolivia<br />

(Estado<br />

Plurinacional<br />

de)<br />

Brasil Chile Colombia Costa Rica Guatemala Honduras México Panamá Paraguay Perú Uruguay V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República<br />

Bolivariana<br />

de)<br />

2000 2009<br />

Primaria<br />

Secundaria<br />

Post-secundaria<br />

<strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong><br />

(promedio<br />

simple)<br />

Fu<strong>en</strong>te: <strong>el</strong>aboración propia, sobre la base de datos de <strong>en</strong>cuestas continuas de hogares.<br />

a<br />

Las barras refier<strong>en</strong> al porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> ingreso laboral total que ti<strong>en</strong>e <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educacional finalizado (primaria, secundaria<br />

y postsecundaria).<br />

Para <strong>el</strong> primer período, los años distintos a 2000 son 2001 para <strong>el</strong> Brasil y 2003 para Guatemala. Para <strong>el</strong> segundo período, son <strong>2006</strong><br />

para la Arg<strong>en</strong>tina, 2007 para Bolivia (Estado Plurinacional de), 2008 para México y 2010 para Costa Rica, Guatemala y <strong>el</strong> Uruguay.<br />

• Gráfico II.63<br />

Porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> ingreso laboral total g<strong>en</strong>erado por mujeres, alrededor de 2000-2009 a<br />

50<br />

45<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

34<br />

33<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

30<br />

28<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de)<br />

39<br />

36<br />

Brasil<br />

35<br />

31<br />

Chile<br />

44 44<br />

Colombia<br />

37<br />

31 31<br />

30<br />

Costa Rica<br />

Guatemala<br />

39<br />

Honduras<br />

31<br />

26<br />

México<br />

37<br />

34 35<br />

33<br />

Panamá<br />

Alrededor de 2000 Alrededor de 2009<br />

Paraguay<br />

2930<br />

Perú<br />

40 40<br />

38<br />

34 35,6<br />

33,0<br />

Fu<strong>en</strong>te: <strong>el</strong>aboración propia, sobre la base de datos de <strong>en</strong>cuestas continuas de hogares.<br />

a<br />

Las barras refier<strong>en</strong> al porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> ingreso laboral total que ti<strong>en</strong>e <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educacional finalizado (primaria, secundaria<br />

y postsecundaria).<br />

Para <strong>el</strong> primer período, los años distintos a 2000 son 2001 para <strong>el</strong> Brasil y 2003 para Guatemala. Para <strong>el</strong> segundo período,<br />

son <strong>2006</strong> para la Arg<strong>en</strong>tina, 2007 para Bolivia (Estado Plurinacional de), 2008 para México y 2010 para Costa Rica, Guatemala<br />

y <strong>el</strong> Uruguay.<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República<br />

Bolivariana de)<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

(promedio simple)


CEPAL<br />

i) Com<strong>en</strong>tarios finales<br />

El análisis actual sobre la distribución d<strong>el</strong> ingreso se c<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> la desigualdad <strong>en</strong>tre hogares y<br />

personas, profundizando <strong>en</strong> los fundam<strong>en</strong>tos microeconómicos de su evolución. En este artículo se<br />

ha argum<strong>en</strong>tado que resulta r<strong>el</strong>evante mant<strong>en</strong>er la perspectiva funcional y procurar compr<strong>en</strong>der la<br />

realidad considerando y r<strong>el</strong>acionando ambos <strong>en</strong>foques. Para la región, la integración de la distribución<br />

funcional d<strong>el</strong> ingreso a las ag<strong>en</strong>das de investigación constituye un desafío, debido <strong>en</strong> parte a las<br />

limitaciones de la información disponible. Sin embargo, tal integración puede mostrarnos nuevas<br />

aristas sobre la situación distributiva regional. La caída <strong>en</strong> la desigualdad d<strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong>tre los<br />

hogares, que la región experim<strong>en</strong>ta desde hace una década, no ha implicado mejoras <strong>en</strong> términos<br />

de la apropiación de los frutos d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to por parte de los trabajadores.<br />

Parte J<br />

1. Costos laborales y distribución de ingresos<br />

A niv<strong>el</strong> de los hogares, las décadas de los años och<strong>en</strong>ta y nov<strong>en</strong>ta, por un lado, y los años dos<br />

mil, por otro, se difer<strong>en</strong>cian por <strong>el</strong> empeorami<strong>en</strong>to de la distribución d<strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong> <strong>el</strong> primer<br />

período y <strong>el</strong> mejorami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>el</strong> segundo, sobre todo <strong>en</strong> la segunda parte de ese dec<strong>en</strong>io.<br />

Resaltan ciertos aspectos laborales r<strong>el</strong>acionados con esta evolución reci<strong>en</strong>te de la distribución<br />

d<strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong> la región 121 :<br />

i) El factor que explica la mayor parte de las mejoras distributivas <strong>en</strong> la región fue la reducción<br />

<strong>en</strong> las brechas de ingresos laborales de los más y m<strong>en</strong>os calificados (se habían ampliado<br />

<strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta).<br />

ii)<br />

Inestabilidad y desigualdad La vulnerabilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL, 2014), Cap. III, Sec. E, pp. 96-98.<br />

Las brechas de ingresos por sexo se redujeron, <strong>en</strong> gran medida por un efecto de<br />

composición (mejoras <strong>en</strong> la inserción laboral de las mujeres).<br />

iii) Si bi<strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración de empleo per se no incidió <strong>en</strong> la reducción de la desigualdad,<br />

sí lo hizo la composición de los nuevos empleos que se conc<strong>en</strong>traron <strong>en</strong> sectores de<br />

productividad intermedia y alta. Esto incidió <strong>en</strong> una moderada reducción de las brechas,<br />

pues <strong>en</strong> los períodos 2000-2002 y 2009-2010 los ingresos de los asalariados (no<br />

profesionales o técnicos) <strong>en</strong> empresas con 5 y más trabajadores y de los trabajadores<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia (no profesionales o técnicos) aum<strong>en</strong>taron (<strong>en</strong> promedio) <strong>en</strong> 0,4 y 0,6<br />

líneas de pobreza, respectivam<strong>en</strong>te. En contraste, de 1990 a 2000-2002 los ingresos<br />

medios d<strong>el</strong> primer grupo siguieron constantes <strong>en</strong> términos de líneas de pobreza, mi<strong>en</strong>tras<br />

los d<strong>el</strong> segundo grupo cayeron <strong>en</strong> 0,6 líneas de pobreza 122 .<br />

iv) La inserción según estrato productivo no influye solo <strong>en</strong> las brechas de ingresos, sino<br />

también <strong>en</strong> otros indicadores de calidad laboral, como por ejemplo la afiliación a un sistema<br />

de p<strong>en</strong>siones. También <strong>en</strong> este aspecto ha habido algunos avances reci<strong>en</strong>tes 123 .<br />

En la literatura especializada se citan varios factores que contribuirían a explicar estas mejoras,<br />

que contrastan con <strong>el</strong> empeorami<strong>en</strong>to registrado <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta 124 :<br />

121<br />

Véanse al respecto, por ejemplo: CEPAL (2011b), Lustig, López-Calva y Ortiz-Suárez (2013) y Azevedo y otros (2013).<br />

122<br />

Cálculo propio sobre la base de CEPAL (2011b).<br />

123<br />

Véanse, por ejemplo, W<strong>el</strong>ler y Roethlisberger (2011) y los datos publicados <strong>en</strong> OIT (2011b). Otros compon<strong>en</strong>tes que<br />

incid<strong>en</strong> <strong>en</strong> la <strong>el</strong>evada desigualdad <strong>en</strong> los mercados laborales (sin que se dispusiera de información sobre cambios<br />

reci<strong>en</strong>tes) son las discriminaciones de orig<strong>en</strong> étnico y sociolaboral.<br />

124<br />

Al respecto véanse: López Calva y Lustig (2010); Cornia (2011); Cruces, García Dom<strong>en</strong>ch y Gasparini (2012); Keifman y<br />

Maurizio (2012).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

v) Un impacto igualador desde <strong>el</strong> ángulo de la oferta (expansión de la educación más<br />

c<strong>en</strong>trada <strong>en</strong> hogares de bajos ingresos).<br />

vi) Un m<strong>en</strong>or sesgo de la demanda que favorecía a los más calificados, introducido como<br />

consecu<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> cambio tecnológico estimulado por las reformas de los años och<strong>en</strong>ta<br />

y nov<strong>en</strong>ta.<br />

vii) Mayor acceso de los trabajadores de m<strong>en</strong>or calificación a empleos <strong>en</strong> los sectores de<br />

productividad media y alta y al empleo formal.<br />

viii) La reversión de algunas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias de debilitami<strong>en</strong>to de las instituciones laborales: salario<br />

mínimo, sindicalismo y negociación colectiva, así como fortalecimi<strong>en</strong>to de la inspección<br />

d<strong>el</strong> trabajo.<br />

Finalm<strong>en</strong>te, la m<strong>en</strong>or volatilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to también puede haber t<strong>en</strong>ido un efecto<br />

distributivo positivo, debido a que las crisis económicas su<strong>el</strong><strong>en</strong> t<strong>en</strong>er un fuerte impacto laboral.<br />

Así, Navarro (2009) <strong>en</strong>contró <strong>en</strong> un estudio de pan<strong>el</strong> d<strong>el</strong> período 1985-2008, que <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

<strong>el</strong> empleo y, sobre todo, <strong>el</strong> empleo asalariado, ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una <strong>el</strong>asticidad bastante más alta fr<strong>en</strong>te al<br />

crecimi<strong>en</strong>to económico durante una recesión que <strong>en</strong> períodos de auge. Por tanto, <strong>en</strong> períodos<br />

que se caracterizan como una secu<strong>en</strong>cia de fases de recesión, como ocurrió desde mediados de<br />

los años nov<strong>en</strong>ta hasta 2002, los breves períodos de crecimi<strong>en</strong>to no alcanzaron a comp<strong>en</strong>sar la<br />

pérdida de empleo asalariado durante las crisis, lo que también se reflejó <strong>en</strong> la evolución de la tasa<br />

de desempleo regional, caracterizada como un “serrucho asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te” 125 .<br />

Los períodos de desempleo habitualm<strong>en</strong>te incid<strong>en</strong> <strong>en</strong> pérdidas de la calidad de empleo,<br />

particularm<strong>en</strong>te de ingresos laborales, incluso si los afectados <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran con rapidez un nuevo<br />

trabajo (Herrera e Hidalgo, 2003; Corseuil et al., 2009; Amarante, Arin y Dean, 2012). Esto refleja<br />

sobre todo la pérdida de capital humano específico, lo que también afecta <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to de más<br />

largo plazo. Además, la evid<strong>en</strong>cia empírica sugiere que las pérdidas de empleo no afectan por igual<br />

a todos los trabajadores. Las personas de m<strong>en</strong>or niv<strong>el</strong> de calificación su<strong>el</strong><strong>en</strong> ser objeto de una mayor<br />

inestabilidad de su empleo (Cowan y Micco, 2005) y de sus ingresos (Beccaria y Groisman, <strong>2006</strong>) que<br />

las más calificadas.<br />

La mayor estabilidad macroeconómica real repres<strong>en</strong>tó desde 2003 un contexto más favorable<br />

para las mejoras distributivas. No obstante los avances reci<strong>en</strong>tes, <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> continúa<br />

si<strong>en</strong>do la región más desigual d<strong>el</strong> mundo (Ortiz y Cummins, 2011). En algunos casos la reducción de<br />

las brechas, por ejemplo de los ingresos según niv<strong>el</strong> de calificación, ocurrió <strong>en</strong> <strong>el</strong> esc<strong>en</strong>ario de una<br />

caída o un estancami<strong>en</strong>to de los ingresos (“igualar hacia abajo”). Además, detrás de estos avances<br />

puede haber empeorami<strong>en</strong>tos r<strong>el</strong>ativos para ciertos grupos de la población 126 . Paral<strong>el</strong>am<strong>en</strong>te,<br />

persist<strong>en</strong> profundas desigualdades fuera d<strong>el</strong> mercado laboral que obstaculizan futuras mejorías,<br />

como por ejemplo la segm<strong>en</strong>tación d<strong>el</strong> sistema educativo <strong>en</strong> muchos países de la región.<br />

125<br />

Ball, De Roux y Hofstetter (2011) detectaron una marcada histéresis (efecto de largo plazo de una contracción de la<br />

demanda agregada) <strong>en</strong> la evolución d<strong>el</strong> desempleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>. Sin embargo, no pudieron id<strong>en</strong>tificar<br />

su causa.<br />

126<br />

Escobal y Ponce (2012) <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran que la moderada mejora de la distribución individual <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú <strong>en</strong>tre 1981 y 2007<br />

coincidía con una polarización territorial y de la población indíg<strong>en</strong>a y no indíg<strong>en</strong>a.


CEPAL<br />

2. Conclusiones<br />

En este capítulo se ha establecido desde difer<strong>en</strong>tes perspectivas <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> clave que <strong>el</strong> trabajo y<br />

<strong>el</strong> empleo productivo y de calidad desempeñan para lograr un crecimi<strong>en</strong>to que sea económica y<br />

socialm<strong>en</strong>te sost<strong>en</strong>ible. En tanto factor de producción, una fuerza laboral calificada constituye una<br />

condición indisp<strong>en</strong>sable para un crecimi<strong>en</strong>to económico basado cada vez más <strong>en</strong> <strong>el</strong> conocimi<strong>en</strong>to<br />

y la innovación. Sobre todo <strong>en</strong> las fases avanzadas d<strong>el</strong> cambio demográfico, t<strong>en</strong>dría que ser cada<br />

vez más necesario fortalecer cualitativam<strong>en</strong>te la fuerza laboral, <strong>en</strong> vez de su cantidad, para <strong>el</strong> aporte<br />

d<strong>el</strong> trabajo a un crecimi<strong>en</strong>to <strong>el</strong>evado d<strong>el</strong> producto.<br />

Niv<strong>el</strong>es cada vez más <strong>el</strong>evados de calificación, la acumulación de capital físico y <strong>el</strong> cambio<br />

tecnológico ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a incidir <strong>en</strong> los aum<strong>en</strong>tos de la productividad laboral mediante cambios <strong>en</strong> y<br />

<strong>en</strong>tre los sectores productivos, y <strong>en</strong> un crecimi<strong>en</strong>to <strong>el</strong>evado y económicam<strong>en</strong>te sost<strong>en</strong>ible.<br />

A su vez, un crecimi<strong>en</strong>to económico de esas características facilita la g<strong>en</strong>eración de empleos<br />

productivos y de bu<strong>en</strong>a calidad. Este es un pilar para que <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico sea también<br />

socialm<strong>en</strong>te sost<strong>en</strong>ible, al hacer partícipe a una proporción creci<strong>en</strong>te de la población de los frutos de<br />

este crecimi<strong>en</strong>to y <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la productividad. De esta forma, al mismo tiempo se puede fortalecer<br />

<strong>el</strong> poder de compra de los hogares y, con esto, la demanda interna y agregada 127 . Para <strong>el</strong>lo se requiere,<br />

además, de una institucionalidad laboral capaz de establecer círculos virtuosos d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong><br />

producto y la productividad, por un lado, y la distribución de sus frutos, por otro.<br />

127<br />

Siempre que la mayor participación de la masa salarial <strong>en</strong> <strong>el</strong> producto avance paral<strong>el</strong>am<strong>en</strong>te con una creci<strong>en</strong>te<br />

productividad, esto no debería afectar la competitividad internacional.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Bibliografía<br />

Parte A<br />

Acemoglu, Daron (2009), Introduction to Modern Economic Growth, Princeton, Princeton University Press.<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2011b), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2011<br />

(LC/G.2514-P), Santiago de Chile.<br />

____(2009a), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2009 (LC/G.2423-P), Santiago de Chile.<br />

____(2009b), “Proyección de población”, Observatorio Demográfico, Nº 7 (LC/G.2414-P), Santiago de Chile.<br />

CEPAL/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo)<br />

(2012), “Productividad laboral y distribución”, Coyuntura laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Boletín<br />

Nº 6, Santiago de Chile.<br />

Naciones Unidas (2010), El progreso de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> hacia los Objetivos de desarrollo d<strong>el</strong> Mil<strong>en</strong>io.<br />

Desaf’íos para lograrlos con igualdad (LC/G.2460), Santiago<br />

OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos) (2012), Perspectives on Global Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t<br />

2012: Social Cohesion in a Shifting World, París.<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2009), Informe sobre <strong>el</strong> Trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> Mundo 2009. Crisis mundial<br />

d<strong>el</strong> empleo y perspectivas, Ginebra.<br />

UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ci<strong>en</strong>cia y la Cultura) (2008), Situación<br />

Educativa de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: garantizando la educación de calidad para todos, Santiago<br />

de Chile.<br />

Vera, Alejandro (2009), “Los jóv<strong>en</strong>es y la formación para <strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, Docum<strong>en</strong>tos de Trabajo,<br />

Nº 25, Bu<strong>en</strong>os Aires, CIPPEC.<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> y Corn<strong>el</strong>ia Kaldewei (2013), “<strong>Empleo</strong>, crecimi<strong>en</strong>to sost<strong>en</strong>ible e igualdad”, serie Macroeconomía<br />

d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº145 (LC/L.3743), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> (2011), “Instituciones laborales y formación profesional: dos aspectos claves para la productividad<br />

y la calidad d<strong>el</strong> empleo”, Fortalecer la productividad y la calidad d<strong>el</strong> empleo. El pap<strong>el</strong> de las disposiciones<br />

laborales de los tratados de libre comercio y los sistemas nacionales de capacitación y formación<br />

profesional, Docum<strong>en</strong>tos de Proyecto, Nº 419 (LC/W.419), J. W<strong>el</strong>ler (comp.), Santiago de Chile, Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Parte B<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2010b), Panorama social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

2009 (LC/G.2423-P), Santiago de Chile. Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.09.II.G.135.<br />

CEPAL/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo)<br />

(2011), Coyuntura laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Boletín CEPAL/OIT N° 5, Santiago de Chile.<br />

____(2009), “Crisis y mercado laboral”, Coyuntura laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Boletín CEPAL/OIT,<br />

N° 1, Santiago de Chile.<br />

Correa, R. (2002), “Reformas estructurales y crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: Un análisis de s<strong>en</strong>sibilidad”,<br />

Revista de la CEPAL, N° 76 (LC/G.2175-P/E), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Lora, E. (1997), “Una década de reformas estructurales <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: Qué se ha reformado y cómo medirlo”,<br />

serie Docum<strong>en</strong>tos de trabajo, N° 348, Banco Interamericano de Desarrollo (BID).


CEPAL<br />

Lora, E. y U. Panizza (2003), “The future of structural reform”, Journal of Democracy, vol. 14, N° 2.<br />

W<strong>el</strong>ler, J. (2012), “Crecimi<strong>en</strong>to, empleo y distribución de ingresos <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, serie Macroeconomía d<strong>el</strong><br />

desarrollo, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), por aparecer.<br />

____(2000), Reformas económicas, crecimi<strong>en</strong>to y empleo: Los mercados de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Santiago<br />

de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Fondo de Cultura Económica.<br />

____(1998), “Los mercados laborales <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: Su evolución <strong>en</strong> <strong>el</strong> largo plazo y sus t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias<br />

reci<strong>en</strong>tes”, serie Reformas económicas, N° 11 (LC/L.1160), Santiago de Chile, Comisión Económica<br />

para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Parte C<br />

Ball, Laur<strong>en</strong>ce, Nicolás De Roux y Marc Hofstetter (2011), “Unemploym<strong>en</strong>t in Latin America and the Caribbean”,<br />

NBER Working Paper, Nº 17274, Cambridge, Massachusetts.<br />

BID (Banco Interamericano de Desarrollo) (2003), Se buscan bu<strong>en</strong>os empleos. Los mercados laborales de<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Washington, D.C.<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2014a), La Inversión Extranjera Directa <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2013 (LC/G.2613-P), Santiago de Chile.<br />

____(2013a), Balance Pr<strong>el</strong>iminar de las Economías de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2013 (LC/G.2581), Santiago<br />

de Chile. Publicación de las Naciones Unidas, Nº v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.2.<br />

____(2012a), Balance Pr<strong>el</strong>iminar de las Economías de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2012 (LC/G.2555-P), Santiago<br />

de Chile. Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.13.II.G.2.<br />

CEPAL/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo)<br />

(2013), “Avances y desafíos <strong>en</strong> la medición d<strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te”, Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, N° 8 (LC/L.3630), Santiago de Chile, mayo.<br />

Fi<strong>el</strong>ds, Gary (2004), A Guide to Multisector Labor Market Mod<strong>el</strong>s, Corn<strong>el</strong>l University [<strong>en</strong> línea] http://digitalcommons.<br />

ilr.corn<strong>el</strong>l.edu/workingpapers/86/.<br />

Lora, Eduardo (coord.) (2012), “Las reformas estructurales <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: qué se ha reformado y cómo medirlo”,<br />

Docum<strong>en</strong>to de Trabajo, Nº IDB-WP-346, Washington, D.C., Banco Interamericano de Desarrollo (BID).<br />

Magis, Krist<strong>en</strong> y Craig Shinn (2009), “Emerg<strong>en</strong>t principles of social sustainability”, Understanding the Social<br />

Dim<strong>en</strong>sion of Sustainability, Jesse Dillard, Veronica Dujon y Mary C. King (eds.), Nueva York, Routledge.<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> (2000), Reformas económicas, crecimi<strong>en</strong>to y empleo: los mercados de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong>, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Fondo de<br />

Cultura Económica.<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> y Corn<strong>el</strong>ia Kaldewei (2013), “<strong>Empleo</strong>, crecimi<strong>en</strong>to sost<strong>en</strong>ible e igualdad”, serie Macroeconomía<br />

d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº 145 (LC/L.3743), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Parte D<br />

Akerlof, George A. y Janet Louise Y<strong>el</strong>l<strong>en</strong> (1986), Effici<strong>en</strong>cy Wage Mod<strong>el</strong>s of the Labor Market, Nueva York,<br />

Cambridge University Press.<br />

Azevedo, João Pedro y otros (2013), “Is labor income responsible for poverty reduction? A decomposition<br />

approach”, Policy Research Working Papers, N° 6414, Washington, D.C., Banco Mundial.<br />

Azevedo, João Pedro, Gabri<strong>el</strong>a Inchauste y Viviane Sanf<strong>el</strong>ice (2013), “Decomposing the rec<strong>en</strong>t inequality<br />

decline in Latin America”, Policy Research Working Papers, N° 6715, Washington, D.C., Banco Mundial.<br />

Ball, Laur<strong>en</strong>ce M., Nicolás de Roux y Marc Hofstetter (2011), “Unemploym<strong>en</strong>t in Latin America and the Caribbean”,<br />

NBER Working Paper, N° 17274, Cambridge, Massachusetts, National Bureau of Economic Research.<br />

Banco Mundial (2012), The Labor Market Story Behind Latin America’s Transformation, Washington, D.C.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

B<strong>en</strong>susán, Graci<strong>el</strong>a (2008), “Regulaciones laborales, calidad de los empleos y mod<strong>el</strong>os de inspección: México<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto latinoamericano” (LC/MEX/L.861), México, D.F., Sede subregional de la CEPAL <strong>en</strong> México.<br />

(coord.) (<strong>2006</strong>), Diseño legal y desempeño real: Instituciones laborales <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, México, D.F.,<br />

Cámara de Diputados/Universidad Autónoma Metropolitana.<br />

Berg, Janine y David Kucera (2008), “Labour institutions in the dev<strong>el</strong>oping world: historical and theoretical<br />

perspectives”, In Def<strong>en</strong>ce of Labour Market Institutions. Cultivating Justice in the Dev<strong>el</strong>oping World,<br />

Janine Berg y David Kucera (eds.), Basingstoke, Palgrave MacMillan.<br />

Berman, Eli, John Bound y Zvi Griliches (1994), “Changes in the demand for skilled labor within U.S. manfacturing:<br />

evid<strong>en</strong>ce from the Annual Survey of Manufactures”, The Quarterly Journal of Economics, vol. 109, N°<br />

2, Oxford University Press, mayo.<br />

BID (Banco Interamericano de Desarrollo) (2003), Se buscan bu<strong>en</strong>os empleos. Los mercados laborales de<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Washington, D.C.<br />

(1997), Progreso Económico y Social <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Informe 1997, Washington, D.C.<br />

Bosch, Mariano, M. B<strong>el</strong>én Cobacho y Carm<strong>en</strong> Pagés (2012), “Taking stock of nine years of implem<strong>en</strong>tation of<br />

Seguro Popular in Mexico”, Technical Notes, N° IDB-TN-442, Washington, D.C., Banco Interamericano<br />

de Desarrollo.<br />

Bosch, Mariano y Marco Manacorda (2010), “Minimum wages and earnings inequality in urban Mexico”, American<br />

Economic Journal: Applied Economics, vol. 2, N° 4, Nashville, T<strong>en</strong>nessee, American Economic Association.<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2014a), Balance Pr<strong>el</strong>iminar de las Economías de<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2013 (LC/G.2581-P), Santiago de Chile. Publicación de las Naciones Unidas,<br />

N° de v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.2.<br />

(2014b), Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2014 (LC/G.2619-P), Santiago de Chile.<br />

Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.3.<br />

(2014c), Pactos para la igualdad. Hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible (LC/G.2586(SES.35/3)), Santiago de Chile.<br />

(2013), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2013 (LC/G.2580), Santiago de Chile. Publicación de las<br />

Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.6.<br />

(2012), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2011 (LC/G.2514-P), Santiago de Chile. Publicación de las<br />

Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.12.II.G.6.<br />

(2010), La hora de la igualdad: Brechas por cerrar, caminos por abrir (LC/G.2432(SES.33/3)), Santiago<br />

de Chile.<br />

(2007), “Progreso técnico y cambio estructural <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, Docum<strong>en</strong>to de Proyecto, N° 136<br />

(LC/W.136), Santiago de Chile.<br />

(varios años), Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Santiago de Chile.<br />

CEPAL/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo)<br />

(2013), “Crisis y recuperación d<strong>el</strong> empleo juv<strong>en</strong>il”, Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, N°<br />

7, Santiago de Chile, octubre.<br />

(2012), “Productividad laboral y distribución”, Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, N° 6,<br />

Santiago de Chile, mayo.<br />

CEPAL/OIT/FAO (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo/<br />

Organización de las Naciones Unidas para la Alim<strong>en</strong>tación y la Agricultura) (2012), Políticas de mercado<br />

de trabajo y pobreza rural <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Organización de las Naciones Unidas para la Alim<strong>en</strong>tación<br />

y la Agricultura (FAO), Roma.<br />

Cornia, Giovanni Andrea (2014), “Income inequality in Latin America. Rec<strong>en</strong>t decline and prospects for its<br />

further reduction”, serie Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo, N° 149 (LC/L.3847), Santiago de Chile, Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Cortez, Willy W. (2001), “What is behind increasing wage inequality in Mexico?”, World Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t, vol. 29,<br />

N° 11, Amsterdam, Elsevier.


CEPAL<br />

Cruces, Guillermo, Carolina García Dom<strong>en</strong>ech y Leonardo Gasparini (2012), “Inequality in education: evid<strong>en</strong>ce<br />

for Latin America”, Docum<strong>en</strong>to de Trabajo, N° 135, C<strong>en</strong>tro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales<br />

(CEDLAS).<br />

Eichhorst, Werner, Micha<strong>el</strong> Feil y Christoph Braun (2008), “What have we learned? Assessing labor market<br />

institutions and indicators”, IZA Discussion Papers, N° 3470, Bonn, Institute for the Study of Labour (IZA).<br />

Fi<strong>el</strong>ds, Gary (2004), A Guide to Multisector Labor Market Mod<strong>el</strong>s, Washington, D.C., noviembre.<br />

Fraile, Lydia (2009), “La experi<strong>en</strong>cia neoliberal de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Políticas sociales y laborales desde <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io<br />

de 1980”, Revista Internacional d<strong>el</strong> Trabajo, vol. 128, N° 3.<br />

Freeman, Richard B. (2005), “Labor market institutions without blinders: the debate over flexibility and labor<br />

market performance”, NBER Working Paper, N° 11286, Cambridge, Massachusetts, National Bureau<br />

of Economic Research.<br />

Gasparini, Leonardo y otros (2011), “Educational upgrading and returns to skills in Latin America. Evid<strong>en</strong>ce<br />

from a supply-demand framework, 1990-2010”, Policy Research Working Paper, N° 5921, Washington,<br />

D.C., Banco Mundial.<br />

Infante, Ricardo (ed.) (2011), “El desarrollo inclusivo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>. Ensayos sobre políticas<br />

de converg<strong>en</strong>cia productiva para la igualdad”, Libros de la CEPAL, N° 112 (LC/G.2500-P), Santiago<br />

de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL). Publicación de las Naciones<br />

Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.11.II.G.56.<br />

Kacef, Osvaldo y Rafa<strong>el</strong> López-Monti (2010), “<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, d<strong>el</strong> auge a la crisis: Desafíos de política<br />

macroeconómica”, Revista CEPAL, N° 100 (LC/G.2442-P), Santiago de Chile.<br />

Keifman, Saúl N. y Roxana Maurizio (2012), “Changes in labour market conditions and policies. Their impact<br />

on wage inequality during the last decade”, WIDER Working Papers, N° 2012/14, H<strong>el</strong>sinki, Universidad<br />

de las Naciones Unidas/Instituto Mundial de Investigaciones de Economía d<strong>el</strong> Desarrollo.<br />

Klas<strong>en</strong>, Stephan, Thomas Otter y Carlos Villalobos Barría (2012), “The dynamics of inequality change in a highly<br />

dualistic economy: Honduras, 1991-2007”, WIDER Working Papers, N° 2012/17, H<strong>el</strong>sinki, Universidad<br />

de las Naciones Unidas/Instituto Mundial de Investigaciones de Economía d<strong>el</strong> Desarrollo.<br />

Lee, Sangheon y Deirdre McCann (2011), Regulating for Dec<strong>en</strong>t Work: New Directions in Labour Market<br />

Regulation, Ginebra, Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

López-Calva, Luis F. y Nora Lustig (eds.) (2010), Declining Inequality in Latin America. A Decade of Progress?,<br />

Washington, D.C., Brookings Institution Press.<br />

McMillan, Margaret S. y Dani Rodrik (2011), “Globalization, structural change and productivity growth”, NBER<br />

Working Paper, N° 17143, Cambridge, Massachusetts, National Bureau of Economic Research.<br />

Ocampo, José Antonio, Codrina Rada y Lance Taylor (2009), Growth and Policy in Dev<strong>el</strong>oping Countries: A<br />

Structuralist Approach, Nueva York, Columbia University Press.<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2014), Experi<strong>en</strong>cias reci<strong>en</strong>tes de formalización <strong>en</strong> países de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Lima, Oficina Regional de la OIT para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

(2013), “Key Indicators of the Labour Market (KILM)”, octava edición [<strong>en</strong> línea] http://www.ilo.org/emp<strong>el</strong>m/<br />

what/WCMS_114240/lang--<strong>en</strong>/index.htm.<br />

(2009), Informe sobre <strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo 2008. Desigualdades de r<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> la era de la finanza<br />

global, Ginebra.<br />

(varios años), Panorama Laboral de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Lima, Oficina Regional para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

Pagés, Carm<strong>en</strong>, Gaëlle Pierre y Stefano Scarpetta (2009), Job Creation in Latin America and the Caribbean.<br />

Rec<strong>en</strong>t Tr<strong>en</strong>ds and Policy Chall<strong>en</strong>ges, Washington, D.C., Banco Mundial.<br />

Perry, Guillermo E. y otros (2007), Informality: Exit and Exclusion, Washington, D.C., Banco Mundial.<br />

Rodrik, Dani (2013), “The past, pres<strong>en</strong>t, and future of economic growth”, Working Paper, N° 1, Global Citiz<strong>en</strong><br />

Foundation, junio.<br />

Ros, Jaime (2011), “La productividad y <strong>el</strong> desarrollo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: Dos interpretaciones”, Economía UNAM,<br />

vol. 8, N° 23, México, D.F., Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Tokman, Víctor (1987), “El sector informal: Quince años después”, Docum<strong>en</strong>to de Trabajo, N° 316, Santiago de<br />

Chile, Programa Regional d<strong>el</strong> <strong>Empleo</strong> para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (PREALC).<br />

Vega Ruiz, María Luz (2005), La reforma laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: 15 años después, Lima, Oficina Regional<br />

de la OIT para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> (2012), “Crecimi<strong>en</strong>to, empleo y distribución de ingresos <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, serie Macroeconomía<br />

d<strong>el</strong> Desarrollo, N° 122 (LC/L.3516), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

____(2009), “Avances y retos para <strong>el</strong> perfeccionami<strong>en</strong>to de la institucionalidad laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, El<br />

nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral latinoamericano. Regulación, protección y políticas activas <strong>en</strong> los mercados<br />

de trabajo, Jürg<strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler (ed.), Bu<strong>en</strong>os Aires, Siglo XXI Editores.<br />

____(2000), Reformas económicas, crecimi<strong>en</strong>to y empleo: Los mercados de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Santiago<br />

de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Fondo de Cultura Económica.<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> y Corn<strong>el</strong>ia Kaldewei (2013), “<strong>Empleo</strong>, crecimi<strong>en</strong>to sost<strong>en</strong>ible e igualdad”, serie Macroeconomía<br />

d<strong>el</strong> Desarrollo, N° 145 (LC/L.3743), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> y Claudia Roethlisberger (2011), “La calidad d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, serie Macroeconomía<br />

d<strong>el</strong> Desarrollo, N° 110 (LC/L.3320-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL). Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.11.II.G.39.<br />

Parte E<br />

Alston, J. M. y P. G. Pardey (2014), “Agriculture in the global economy”, Journal of Economic Perspectives,<br />

vol. 28, Nº 1.<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2015a), Observatorio Demográfico, 2014<br />

(LC/G.2649-P), Santiago.<br />

____(2015b), Panorama de la Inserción Internacional de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2015. La crisis d<strong>el</strong> comercio<br />

regional: diagnóstico y perspectivas (LC/G.2650-P), Santiago.<br />

____(2013), Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2013 (LC/G.2574-P), Santiago.<br />

CEPAL/FAO/IICA (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización de las Naciones Unidas<br />

para la Alim<strong>en</strong>tación y la Agricultura/Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura) (2015),<br />

Perspectivas de la Agricultura y d<strong>el</strong> Desarrollo Rural <strong>en</strong> las <strong>América</strong>s: una mirada hacia <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2015-2016, San José.<br />

____(2013), Perspectivas de la Agricultura y d<strong>el</strong> Desarrollo Rural <strong>en</strong> las <strong>América</strong>s: una mirada hacia <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2014, San José.<br />

CEPAL/FAO/ONU-Mujeres/PNUD/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización<br />

de las Naciones Unidas para la Alim<strong>en</strong>tación y la Agricultura/ Entidad de las Naciones Unidas para la<br />

Igualdad de Género y <strong>el</strong> Empoderami<strong>en</strong>to de las Mujeres/Programa de las Naciones Unidas para <strong>el</strong><br />

Desarrollo/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2013), Informe Regional. Trabajo dec<strong>en</strong>te e igualdad<br />

de género. Políticas para mejorar <strong>el</strong> acceso y la calidad d<strong>el</strong> empleo de las mujeres <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Santiago.<br />

Dirv<strong>en</strong>, M. (2015), “Transformaciones d<strong>el</strong> trabajo rural <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: evolución y precariedades”, pres<strong>en</strong>tación<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> pan<strong>el</strong> “Transformaciones d<strong>el</strong> Trabajo Rural <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: Evolución y Precariedades”, Congreso<br />

de la Asociación de Estudios Latinoamericanos (LASA), San Juan, Puerto Rico, 27 a 30 de mayo.<br />

____(2011), “El empleo rural no agrícola y la disminución de la pobreza rural. ¿Qué sabemos <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

<strong>en</strong> 2010?”, Docum<strong>en</strong>to de Trabajo, Nº 2, Santiago, Proyecto Conocimi<strong>en</strong>to y Cambio <strong>en</strong> Pobreza Rural<br />

y Desarrollo, C<strong>en</strong>tro Latinoamericano para <strong>el</strong> Desarrollo Rural (RIMISP).<br />

____(2002), “Las prácticas de her<strong>en</strong>cia de tierras agrícolas: ¿una razón más para <strong>el</strong> éxodo de la juv<strong>en</strong>tud?”,<br />

serie Desarrollo Productivo, Nº 135 (LC/L.1837-P), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alim<strong>en</strong>tación y la Agricultura) (2014), Anuario estadístico de<br />

la FAO 2014. La alim<strong>en</strong>tación y la agricultura <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Santiago.


CEPAL<br />

FAO/CEPAL/OIT (Organización de las Naciones Unidas para la Alim<strong>en</strong>tación y la Agricultura/Comisión Económica<br />

para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2012), Políticas de mercado de<br />

trabajo y pobreza rural <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, tomo II, Roma.<br />

____(2010), Políticas de mercado de trabajo y pobreza rural <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, tomo I, Roma. Ferreira Irmao,<br />

J. (ed.) (1992), C<strong>en</strong>troamérica. Pobreza rural y empleo, Ginebra, Programa Regional d<strong>el</strong> <strong>Empleo</strong> para<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (PREALC)/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

Hanusch, M. (2012), “Jobless growth? Okun’s Law in East Asia”, World Bank Policy Research Working Paper,<br />

Nº 6156.<br />

Martínez, D. (1990), “La medición d<strong>el</strong> empleo, los ingresos y los gastos familiares <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agropecuario”,<br />

Medición d<strong>el</strong> problema d<strong>el</strong> empleo, Programa Regional d<strong>el</strong> <strong>Empleo</strong> para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(PREALC), Panamá.<br />

Martínez, D. y J. Paz (1993), “Las políticas de ajuste y estabilización económica: efectos esperados sobre <strong>el</strong><br />

empleo y los ingresos rurales”, Maíz o m<strong>el</strong>ón? Las respuestas d<strong>el</strong> agro c<strong>en</strong>troamericano a los cambios<br />

de la política económica, Programa Regional d<strong>el</strong> <strong>Empleo</strong> para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (PREALC),<br />

Panamá.<br />

McMillan, M. S. y D. Rodrik (2011), “Globalization, structural change and productivity growth”, NBER Working<br />

Paper, Nº 17143.<br />

Pagés, C., G. Pierre y S. Scarpetta (2009), Job Creation in Latin America and the Caribbean. Rec<strong>en</strong>t Tr<strong>en</strong>ds<br />

and Policy Chall<strong>en</strong>ges, Washington, D.C., Banco Mundial/Palgrave Macmillan.<br />

PREALC (Programa Regional d<strong>el</strong> <strong>Empleo</strong> para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (1991), <strong>Empleo</strong> y equidad: <strong>el</strong> desafío<br />

de los 90, Santiago.<br />

Reardon, T., J. Berdegué y G. Escobar (eds.) (2001), “Special number on non-farm employm<strong>en</strong>t”, World<br />

Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t, vol. 29, Nº 3.<br />

Rodríguez, A. (2016), “Transformaciones rurales y agricultura familiar <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Una mirada a través<br />

de las <strong>en</strong>cuestas de hogares”, serie Desarrollo Productivo, Nº 204 (LC/L.4168), Santiago, Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Rodríguez, A. y J. M<strong>en</strong>eses (2010), “Condiciones socioeconómicas y laborales de los hogares rurales <strong>en</strong> doce<br />

países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, inédito.<br />

Rodrik, D. (2013), “The past, pres<strong>en</strong>t, and future of economic growth”, Working Paper, Nº 1, Global Citiz<strong>en</strong><br />

Foundation, junio.<br />

Salcedo, S. y L. Guzmán (eds.) (2014), Agricultura familiar <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: recom<strong>en</strong>daciones<br />

de política, Santiago, Organización de las Naciones Unidas para la Alim<strong>en</strong>tación y la Agricultura (FAO).<br />

Schejtman, A. (1980), “Economía campesina: lógica interna, articulación y persist<strong>en</strong>cia”, Revista de la CEPAL,<br />

Nº 11 (E/CEPAL/G.1123), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Viera Filho, J. E. Ribeiro (2013), “Heterog<strong>en</strong>eidad estructural de la agricultura familiar <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil”, Revista<br />

CEPAL, Nº 111 (LC/G.2597-P), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

W<strong>el</strong>ler, J. y C. Kaldewei (2014), “Crecimi<strong>en</strong>to económico, empleo, productividad e igualdad, Inestabilidad y<br />

desigualdad”, La vulnerabilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> Juan Alberto Fu<strong>en</strong>tes<br />

Knight (ed.), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

____(1998), “Los mercados laborales <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: su evolución <strong>en</strong> <strong>el</strong> largo plazo y sus t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias<br />

reci<strong>en</strong>tes”, serie Reformas Económicas, Nº 11 (LC/L.1160), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Parte F<br />

Alt<strong>en</strong>burg, T., R. Qualmann y J. W<strong>el</strong>ler (2001): Modernización económica y empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: propuestas<br />

para un desarrollo incluy<strong>en</strong>te, serie Macroeconomía d<strong>el</strong> desarrollo, Nº 2, LC/L.1512-P, Santiago de Chile,


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL). Publicación de las Naciones Unidas,<br />

Nº de v<strong>en</strong>ta: S.01.II.G.51.<br />

App<strong>el</strong>baum, H. y R. Schettkat (1995): El empleo y la productividad <strong>en</strong> las economías industriales, Revista<br />

internacional d<strong>el</strong> trabajo, vol. 114, Nos 4-5, Ginebra, Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

Banco Mundial (varios años): Informe sobre <strong>el</strong> desarrollo mundial, Washington, D.C.<br />

Baumol, W.J. (1985): Productivity policy and the service sector, <strong>en</strong> R.P. Inman, Managing the Service Economy:<br />

Prospects and Problems, Cambridge, Cambridge University Press.<br />

B<strong>el</strong>l, D. (1973): The Coming of Post-Industrial Society: A V<strong>en</strong>ture in Social Forecasting, Nueva York, Basic Books.<br />

Berry, A. (1976): Una interpretación positiva d<strong>el</strong> pap<strong>el</strong> desempeñado por <strong>el</strong> sector terciario <strong>en</strong> la incorporación<br />

de los inmigrantes a la economía urbana, <strong>en</strong> R. Cardona Gutiérrez (comp.), Colombia: distribución<br />

espacial de la población, Bogotá, D.C., Canal Ramírez-Antares.<br />

Bhagwati, J. (1987): International trade in services and its r<strong>el</strong>evance for economic dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t, <strong>en</strong> O. Giarini<br />

(comp.), Emerging Service Economy, Oxford, Pergamon Press.<br />

Browning, H.L. y J. Sing<strong>el</strong>mann (1975): Emerg<strong>en</strong>ce of a Service Society: Demographic and Sociological Aspects<br />

of the Sectoral Transition of the Labor Force in the USA, Austin, Universidad de Texas.<br />

Carneiro, F.G. (1994): Informalidade e terceirização: duas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias opostas?, Revista de economia política,<br />

vol.14, Nº 4 (56), São Paulo.<br />

Cast<strong>el</strong>ls, M. (1997): La era de la información: economía, sociedad y cultura, Madrid, Alianza Editorial.<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (varios años): Estudio económico de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Santiago de Chile.<br />

____(2001): Panorama social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2000-2001, LC/G.2138-P, Santiago de Chile, septiembre.<br />

Publicación de las Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.01.II.G.141.<br />

De Oliveira, O. y M. Ariza (1998): Terciarización, feminización de la fuerza de trabajo y precariedad laboral <strong>en</strong><br />

México, <strong>en</strong> I. Arriagada y C. Torres (comps.), Género y pobreza: nuevas dim<strong>en</strong>siones, Santiago de Chile,<br />

Isis Internacional.<br />

Echeverría, R. (1985): <strong>Empleo</strong> público <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Investigaciones sobre empleo, Nº 26, Santiago de<br />

Chile, Programa Regional d<strong>el</strong> <strong>Empleo</strong> para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (PREALC).<br />

Economía industrial (1997): Nº 313, Madrid, Ministerio de Ci<strong>en</strong>cia y Tecnología.<br />

Figueroa, A. (1991): Desarrollo agrícola <strong>en</strong> la <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, <strong>en</strong> O. Sunk<strong>el</strong> (comp.), El desarrollo desde d<strong>en</strong>tro:<br />

un <strong>en</strong>foque neoestructuralista para la <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, México, D.F., Fondo de Cultura Económica.<br />

Gálvez P., T. (2001): Aspectos económicos de la equidad de género, serie Mujer y desarrollo, Nº 35, LC/L.1561-P,<br />

Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL). Publicación de las<br />

Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.01.II.G.107.<br />

Gatica, J. (1986): Evolución d<strong>el</strong> empleo formal e informal <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector servicios latinoamericano, Docum<strong>en</strong>to<br />

de trabajo, Nº 279, Santiago de Chile, Programa Regional d<strong>el</strong> <strong>Empleo</strong> para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(PREALC).<br />

Gershuny, J. (1987): The future of service employm<strong>en</strong>t, <strong>en</strong> O. Giarini, Emerging Service Economy, Oxford,<br />

Pergamon Press.<br />

Gestión (1998): Se busca especialista, Santiago de Chile, julio. Giarini, O. (comp.) (1987): Emerging Service<br />

Economy, Oxford, Pergamon Press.<br />

____(1995): Some considerations on the future of work: redefining productive work, <strong>en</strong> M. Simai (comp.), Global<br />

Employm<strong>en</strong>t: an International Investigation into the Future of Work, Londres, Zed Books.<br />

Hofman, A. (1999): Productividad y crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: una versión comparativa a largo plazo,<br />

LC/R.1947, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).


CEPAL<br />

Kaztman, R. (1984): Las transformaciones sectoriales d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Revista de la CEPAL, Nº<br />

24, LC/G.1324, Santiago de Chile, diciembre.<br />

Klein, estratificación social bajo t<strong>en</strong>sión <strong>en</strong> la era de la globalización, Revista de la CEPAL, Nº 72, LC/G.2120-P,<br />

Santiago de Chile, diciembre.<br />

Krüger, H. (1999): Person<strong>en</strong>bezog<strong>en</strong>e Di<strong>en</strong>stleistung<strong>en</strong>: ein expandier<strong>en</strong>der Arbeitsmarkt mit sieb<strong>en</strong> Sieg<strong>el</strong>n,<br />

Brem<strong>en</strong>, Universität Brem<strong>en</strong>, inédito.<br />

Milkman, R., E. Reese y B. Roth (1998): A macro-sociologia do trabalho doméstico remunerado, Revista<br />

latinoamericana de estudios d<strong>el</strong> trabajo, año 4, Nº 7, Bu<strong>en</strong>os Aires, Asociación Latinoamericana de<br />

Sociología d<strong>el</strong> Trabajo (ALAST).<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (varios años): Anuario de estadísticas d<strong>el</strong> trabajo, Ginebra.<br />

____(1998): Informe sobre <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo, 1998-1999. Empleabilidad y mundialización: pap<strong>el</strong> fundam<strong>en</strong>tal<br />

de la formación, Ginebra.<br />

____(1999): Panorama laboral, 1999, Lima.<br />

____(2001a): La incid<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo de las fusiones y adquisiciones <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de los servicios financieros<br />

y de la banca, Ginebra.<br />

____(2001b): Panorama laboral, 2001, Lima.<br />

Pieper, U. (2000): Deindustrialization and the social and economic sustainability nexus in dev<strong>el</strong>oping countries:<br />

cross-country evid<strong>en</strong>ce on productivity and employm<strong>en</strong>t, The Journal of Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t Studies, vol. 36,<br />

Nº 4, Londres, Frank Cass.<br />

Pinto, A. (1984): Metropolización y terciarización: malformaciones estructurales <strong>en</strong> <strong>el</strong> desarrollo latinoamericano,<br />

Revista de la CEPAL, Nº 24, LC/G.1324, Santiago de Chile, diciembre.<br />

Pollack, M. y C. Jusidman (1997): El sector informal urbano desde la perspectiva de género. El caso de México,<br />

serie Mujer y desarrollo, Nº 20, LC/L.1017, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Ramos, J. (1984): Urbanización y mercado de trabajo, Revista de la CEPAL, Nº 24, LC/G.1324, Santiago de<br />

Chile, diciembre.<br />

Reich, R.B. (1993): El trabajo de las naciones: hacia <strong>el</strong> capitalismo d<strong>el</strong> siglo XXI, Bu<strong>en</strong>os Aires, Vergara.<br />

Riddle, D.I. (1987): The role of the service sector in economic dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t: similarities and differ<strong>en</strong>ces by<br />

dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t category, <strong>en</strong> O. Giarini (comp.), Emerging Service Economy, Oxford, Pergamon Press.<br />

Rubalcaba Bermejo, L. (1997): Servicios a empresas: marco analítico, magnitud y evolución reci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> Europa,<br />

Economía industrial, Nº 313, Madrid, Ministerio de Ci<strong>en</strong>cia y Tecnología.<br />

Ryt<strong>en</strong>, J. (1999): Estadísticas sobre <strong>el</strong> sector servicios, LC/R.1889 (Sem.88/3), Santiago de Chile, Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Stallings, B. y J. W<strong>el</strong>ler (2001): El empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, base fundam<strong>en</strong>tal de la política social, Revista de<br />

la CEPAL, Nº 75, LC/G.2150-P, Santiago de Chile, diciembre.<br />

Tokman, V.E. (1991): Mercados de trabajo y empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> p<strong>en</strong>sami<strong>en</strong>to económico latinoamericano, <strong>en</strong> O. Sunk<strong>el</strong><br />

(comp.), El desarrollo desde d<strong>en</strong>tro: un <strong>en</strong>foque neoestructuralista para la <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, México, D.F.,<br />

Fondo de Cultura Económica.<br />

____(1994): G<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> un nuevo contexto estructural, Santiago de Chile, Organización<br />

Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

Verdera V. F. (1994): El mercado de trabajo de Lima Metropolitana: estructura y evolución, 1970-1990, Docum<strong>en</strong>to<br />

de trabajo, Nº 59, Lima, Instituto de Estudios Peruanos (IEP).<br />

W<strong>el</strong>ler, J. (2000): Reformas económicas, crecimi<strong>en</strong>to y empleo: los mercados de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>,<br />

Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/ Fondo de Cultura


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Económica.<br />

____(2001): Procesos de exclusión e inclusión laboral: la expansión d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario, serie<br />

Macroeconomía d<strong>el</strong> desarrollo, Nº 6, LC/L.1649-P, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), diciembre. Publicación de las Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.01.II.G.187.<br />

Wieczorek, J. (1995): Movimi<strong>en</strong>tos intersectoriales <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo mundial y agrandami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> sector de los<br />

servicios, Revista internacional d<strong>el</strong> trabajo, vol.144, Nº 2, Ginebra, Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo.<br />

Willke, G. (1999): Die Zukunft unserer, Frankfurt, Campus Verlag.<br />

Parte G<br />

Aguirre, J. (2011), “If you build it they will come: evid<strong>en</strong>ce of the impact of a large expansion of childcare c<strong>en</strong>ters<br />

over att<strong>en</strong>dance and labor supply”, tesis para optar al grado de magister <strong>en</strong> economía, Instituto de<br />

Economía, Pontificia Universidad Católica de Chile.<br />

Aguirre, R. (2010), “Hacia <strong>el</strong> reconocimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> trabajo remunerado de cuidados <strong>en</strong> Uruguay”, Montevideo,<br />

Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), inédito.<br />

Amarante, V. y A. Espino (2008), “Situación d<strong>el</strong> servicio doméstico <strong>en</strong> Uruguay”, Uruguay: ampliando las<br />

oportunidades laborales para las mujeres, Instituto Nacional de las Mujeres/Banco Mundial.<br />

Araya, M.J. (2003), “Un acercami<strong>en</strong>to a las <strong>en</strong>cuestas sobre <strong>el</strong> uso d<strong>el</strong> tiempo con ori<strong>en</strong>tación de género”,<br />

serie Mujer y Desarrollo, Nº 50 (LC/L.2022-P/E), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Arriagada, I. y R. Todaro (2012), Cad<strong>en</strong>as globales de cuidados: <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de las migrantes peruanas <strong>en</strong> la<br />

provisión de cuidados <strong>en</strong> Chile, Santiago de Chile, ONU-Mujeres.<br />

Baker, M., J. Gruber y K. Milligan (2008), “Universal childcare, maternal labor supply and family w<strong>el</strong>l being”,<br />

Journal of Political Economy, Nº 116.<br />

Berlinski, S. y S. Galiani (2007), “The effect of a large expansion of pre-primary school facilities on preschool<br />

att<strong>en</strong>dance and maternal employm<strong>en</strong>t”, Labour Economics, vol. 14, Nº 3.<br />

Blofi<strong>el</strong>d, M. (2012), Care, Work and Class: Domestic Workers’ Struggle for Equal Rights in Latin America, P<strong>en</strong>n<br />

State University Press.<br />

Bolin, K., B. Lindgr<strong>en</strong> y P. Lundborg (2008), “Your next of kin or your own career? Caring and working among<br />

the 50+ of Europe”, Journal of Health Economics, vol. 27, Nº 3.<br />

Boyd, Monica y Elizabeth Grieco (2003), “Wom<strong>en</strong> and migration: incorporating g<strong>en</strong>der into international migration<br />

theory” [<strong>en</strong> línea] www.migrationinformation.org.<br />

Budig, M. y J. Misra (2010), “How care-work employm<strong>en</strong>t shapes earnings in cross-national perspective”,<br />

International Labour Review, vol. 149, Nº 4.<br />

Cameron, C. y P. Moss (2002), “Care Work in Europe Curr<strong>en</strong>t understandings and future directions. National Report<br />

- United Kingdom Surveying Demand, Supply and Use of Care”, Working Paper, Nº 4, Thomas Coram<br />

Research Unit, Institute of Education University of London.<br />

Cascio, E. (2009), “Maternal labor supply and the introduction of kindergart<strong>en</strong>s into American Public Schools”,<br />

Journal of Human Resources, vol. 44, Nº 1.<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2010a), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>,<br />

2009 (LC/G.2050-P), Santiago de Chile.<br />

____(2010b), ¿Qué Estado para qué igualdad? (LC/G.2450/Rev.1), Santiago de Chile.<br />

____(2010c), Observatorio de igualdad de género de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> “Tiempo total de trabajo<br />

(remunerado y no remunerado). Recopilación experi<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>cuestas de uso d<strong>el</strong> tiempo <strong>en</strong> los países”,<br />

Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) [<strong>en</strong> línea] http://www.<br />

cepal.org/oig/noticias/paginas/3/38403/TiempoTotalTrabajo.pdf.


CEPAL<br />

____(2007), El aporte de las mujeres a la igualdad <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (LC/L.2738(CRM.10/3)),<br />

Santiago de Chile.<br />

Cerrutti, M. (2008), La situación social y laboral de las doc<strong>en</strong>tes de niv<strong>el</strong> inicial <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, Ginebra, United<br />

Nations Research Institute for Social Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t (UNRISD).<br />

Chaney, E. y M. Garcia Castro (1991), Muchachas No More. Household Workers in Latin America and the<br />

Caribbean, Philad<strong>el</strong>phia, Temple University Press.<br />

Chant, Sylvia (2003), “G<strong>en</strong>der and migration”, G<strong>en</strong>der in Latin America, S. Chant y N. Craske (eds.), Londres,<br />

Latin American Bureau.<br />

Comisión Europea (2004), Comunicación de la Comisión al Consejo, al Parlam<strong>en</strong>to Europeo, al Comité Económico<br />

y Social Europeo y al Comité de las Regiones. Modernizar la protección social para <strong>el</strong> desarrollo de<br />

una asist<strong>en</strong>cia sanitaria y una asist<strong>en</strong>cia de larga duración de calidad, accesibles y duraderas (COM<br />

(2004) 304 Final), Brus<strong>el</strong>as.<br />

Cortés Cast<strong>el</strong>lanos, Patricia (2005), “Mujeres migrantes de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: derechos humanos,<br />

mitos y duras realidades”, serie Población y desarrollo, Nº 61 (LC/L.2426-P), Santiago de Chile,<br />

Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Cortés, Rosalía (2009), “Labour regulations’ ambiguity and quality of working life: Domestic servants in<br />

Arg<strong>en</strong>tina”, docum<strong>en</strong>to pres<strong>en</strong>tado a la confer<strong>en</strong>cia “Regulating Dec<strong>en</strong>t Work”, Ginebra, 8 a 10 de julio,<br />

Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

Durán, M. A. (2012), “La contratación d<strong>el</strong> trabajo sustitutivo <strong>en</strong> los hogares”, El trabajo no remunerado de la<br />

economía global, M.A. Durán, Madrid, Fundación BBVA.<br />

Encina, J. y C. Martínez (2009), “Efecto de una mayor cobertura de salas cuna <strong>en</strong> la participación laboral<br />

fem<strong>en</strong>ina: evid<strong>en</strong>cia de Chile”, serie Docum<strong>en</strong>tos de Trabajo, Nº 303, Departam<strong>en</strong>to de Economía de<br />

la Universidad de Chile.<br />

England, P. (1992), Comparable Worth: Theories and Evid<strong>en</strong>ce, Nueva York, Aldine de Gruyter.<br />

England, P. y N. Folbre (1999), “The cost of caring”, Annals of the American Academy of Political and Social<br />

Sci<strong>en</strong>ce, Nº 561.<br />

England, P., J. Thompson y C. Aman (2001), “The sex gap in pay and comparable worth: an update”, Sourcebook on<br />

Labor Markets: Evolving Structures and Processes, Ivar Berg y Arne Kalleberg (eds.), Nueva York, Pl<strong>en</strong>um.<br />

Espejo, A., F. Filgueira y N. Rico (2010), “Familias latinoamericanas: organización d<strong>el</strong> trabajo no remunerado y<br />

de cuidado”, Docum<strong>en</strong>tos de Proyectos, Nº 354 (LC/W.354), Santiago de Chile, Comisión Económica<br />

para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Esquiv<strong>el</strong>, V. (2010), “Care workers in Arg<strong>en</strong>tina: At the crossroads of labour market institutions and care services”,<br />

International Labour Review, vol. 149, Nº 4.<br />

European Foundation (<strong>2006</strong>), Employm<strong>en</strong>t in social care in Europe, Dublín.<br />

Ferber, M. y J. N<strong>el</strong>son (1993), Beyond Economic Man: Feminist Theory and Economics, University of Chicago<br />

Press.<br />

Folbre, N. (<strong>2006</strong>a), “Measuring care: g<strong>en</strong>der, empowerm<strong>en</strong>t, and the care economy”, Journal of Human<br />

Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t, vol. 7, Nº 2.<br />

____(<strong>2006</strong>b), “Demanding quality: Worker/consumer coalitions and ‘high road’ strategies in the care sector”,<br />

Politics and Society, vol. 34, Nº 1.<br />

Folbre, N. y J. N<strong>el</strong>son (2000), “For love or money—or both?”, Journal of Economic Perspectives, vol. 14, Nº 4.<br />

G<strong>el</strong>bach, J. (2002), “Public schooling for young childr<strong>en</strong> and maternal labor supply”, American Economic<br />

Review, Nº 92.<br />

Havnes, T. y M. Mogstad (2011), “Money for nothing? Universal child care and maternal employm<strong>en</strong>t”, Journal<br />

of Public Economics, vol. 95, Nº 11.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Heckman, J. (1974), “Effects of child-care programs on wom<strong>en</strong>’s work effort”, The Journal of Political Economy,<br />

vol. 82, Nº 2.<br />

Heitmu<strong>el</strong>ler, A. (2007), “The chick<strong>en</strong> or the egg? Endog<strong>en</strong>eity in labor market participation of informal carers in<br />

England”, Journal of Health Economics, vol. 26.<br />

Heitmu<strong>el</strong>ler, A. y P. Michaud (<strong>2006</strong>), “Informal care and employm<strong>en</strong>t in England: evid<strong>en</strong>ce from the British<br />

Household Pan<strong>el</strong> Survey”, IZA Discussion Paper, Nº 2010.<br />

Kornstad, T. y T. Thores<strong>en</strong> (2007), “A discrete choice mod<strong>el</strong> for labor supply and child care”, Journal of Population<br />

Economics, vol. 20, Nº 4.<br />

Lefebvre, P. y P. Merrigan (2008), “Childcare policy and the labor supply of mothers with young childr<strong>en</strong>: a<br />

natural experim<strong>en</strong>t from Canada”, Journal of Labor Economics, vol. 23, Nº 3.<br />

Liang, X. (2003), “Remuneración de los doc<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> 12 países latinoamericanos: quiénes son los doc<strong>en</strong>tes,<br />

factores que determinan su remuneración y comparación con otras profesiones”, Docum<strong>en</strong>tos de<br />

Trabajo, Santiago de Chile, Programa de Promoción de la Reforma Educativa <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (PREAL).<br />

Lim, Lin Lean (1998), “The processes g<strong>en</strong>erating the migration of wom<strong>en</strong>”, docum<strong>en</strong>to preparado para <strong>el</strong><br />

Simposio técnico sobre migración internacional y desarrollo, La Haya, julio.<br />

Lokshin, M. (2004), “Household childcare choices and wom<strong>en</strong>’s work behavior in Russia”, Journal of Human<br />

Resources, vol. 39, Nº 4.<br />

Lund, F. (2010), “Hierarchies of care work in South Africa: nurses, social workers and home-based care workers”,<br />

International Labour Review, vol. 149, Nº 4.<br />

Malvarez, S. y M. Castrillón (2005), “Panorama de la fuerza de trabajo <strong>en</strong> <strong>en</strong>fermería <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, serie<br />

Desarrollo de Recursos Humanos, Nº 39, Organización Panamericana de la Salud (OPS).<br />

Martínez, Franzoni, J. (2008), Domesticar la incertidumbre <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Mercado laboral, política<br />

social y familia, San José, Editorial Universidad de Costa Rica.<br />

Martínez Pizarro, Jorge (2008), “<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: migración internacional, derechos humanos y<br />

desarrollo”, Libros de la CEPAL, Nº 97 (LC/G.2358-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

____(<strong>2006</strong>), “Género y migración internacional <strong>en</strong> <strong>el</strong> espacio iberoamericano: algunas consideraciones <strong>en</strong> la<br />

búsqueda de bu<strong>en</strong>as prácticas”, Unidos por las migraciones. Encu<strong>en</strong>tro Iberoamericano sobre Migración<br />

y Desarrollo, Madrid, Secretaría G<strong>en</strong>eral Iberoamericana (SEGIB), 18 y 19 de julio.<br />

____(2003), “El mapa migratorio de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>. Las mujeres y <strong>el</strong> género”, serie Población<br />

y Desarrollo, Nº 44 (LC/L.1974-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Medrano, P. (2009), “Public day care and female labor force participation: evid<strong>en</strong>ce from Chile”, serie Docum<strong>en</strong>tos<br />

de Trabajo, Nº 306, Santiago de Chile, Departam<strong>en</strong>to de Economía de la Universidad de Chile.<br />

Milosavljevic, V. (2007), “Estadísticas para la equidad de género. Magnitudes y t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”,<br />

Cuadernos de la CEPAL, Nº 92 (LC/G.2321-P/E), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Milosavljevic, V. y O. Tacla (2007), “Incorporando un módulo de uso d<strong>el</strong> tiempo a las <strong>en</strong>cuestas de hogares:<br />

restricciones y pot<strong>en</strong>cialidades”, serie Mujer y Desarrollo, Nº 83 (LC/L.2709-P/E), Santiago de Chile,<br />

Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Mizala, A. y H. Ñopo (2011), “Teachers’ salaries in Latin America: how much are they under or over paid?”, IZA<br />

Discussion Paper Series, Nº 5947.<br />

Montaño, S. (2010), “El cuidado <strong>en</strong> acción”, El cuidado <strong>en</strong> acción. Entre <strong>el</strong> derecho y <strong>el</strong> trabajo, S. Montaño<br />

y C. Calderón (coords.), Cuadernos de la CEPAL, Nº 94 (LC/G.2454-P), Santiago de Chile, Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).


CEPAL<br />

Morokvásic, Mirjana (1984), “Birds of passage are also wom<strong>en</strong>...”, International Migration Review, vol. 18, Nº 68.<br />

Navarro, J. C. (ed.) (2002), ¿Quiénes son los maestros? Carreras e inc<strong>en</strong>tivos doc<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>,<br />

Washington, D.C., Banco Interamericano de Desarrollo (BID).<br />

Noll<strong>en</strong>berger, N. y N. Rodríguez Plánas (2011), “Child care, maternal employm<strong>en</strong>t and persist<strong>en</strong>ce: a natural<br />

experim<strong>en</strong>t from Spain”, IZA Discussion Paper, Nº 5888.<br />

OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos) (2011a), H<strong>el</strong>p Wanted? Providing and Paying<br />

for Long-Term Care, París, OECD Publishing.<br />

____(2011b), Long-Term Care Workers: Needed but Oft<strong>en</strong> Undervalued, París, OECD Publishing.<br />

____(<strong>2006</strong>), Strating Strong II. Early childhood education and care, París, OECD Publishing.<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (1972), Employm<strong>en</strong>t, Incomes and Inequality. A Strategy for<br />

Increasing Productive Employm<strong>en</strong>t in K<strong>en</strong>ya, Ginebra.<br />

____(2012), Right Beginnings: Early Childhood Education and Educators, Ginebra.<br />

Pacecca, María Inés y Corina Courtis (2008), “Inmigración contemporánea <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina: dinámicas y políticas”,<br />

serie Población y Desarrollo, Nº 84 (LC/L.2928-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Palriwala, R. y N. Neetha (2010), “Care arrangem<strong>en</strong>ts and bargains: anganwadi and paid domestic workers in<br />

India”, International Labour Review, vol. 149, Nº 4.<br />

Pautassi, Laura C. (<strong>2006</strong>), “El empleo <strong>en</strong> salud <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina. La sinergia <strong>en</strong>tre calidad d<strong>el</strong> empleo y calidad<br />

de la at<strong>en</strong>ción”, Mujer y empleo. La reforma de la salud y la salud de la reforma <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina, María<br />

Nieves Rico y Flavia Marco (eds.), Bu<strong>en</strong>os Aires, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL)/Siglo XXI.<br />

Pessar, Patricia y Sarah Mahler (2001), “G<strong>en</strong>der and Transnational Migration”, Working Paper, Nº 01-06e, The<br />

C<strong>en</strong>ter for Migration and Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t, Princeton University.<br />

Razavi, S. (2007), “The political and social economy of care in a dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t context. Conceptual issues,<br />

research questions and policy options”, G<strong>en</strong>der and Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t Programme Paper, Nº 3, Ginebra,<br />

Instituto de Investigaciones de las Naciones Unidas para <strong>el</strong> Desarrollo Social (UNRISD).<br />

Razavi, S. y S. Staab (2010), “Underpaid and overworked: A cross-national perspective on care workers”,<br />

International Labour Review, vol. 149, Nº 4.<br />

Recio, C. (2010), “Familismo, asit<strong>en</strong>cialismo y precariedad. La configuración d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de at<strong>en</strong>ción<br />

a las personas <strong>en</strong> España”, Alternativas, Nº 17.<br />

Rico, N. y F. Marco (<strong>2006</strong>) (coord.), Mujer y empleo. La reforma de la salud y la salud de la reforma <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina,<br />

Bu<strong>en</strong>os Aires, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Siglo XXI.<br />

Rodgers, J. (2009), “Cambios <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, Trabajo doméstico: un largo camino<br />

hacia <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te, M.E. Val<strong>en</strong>zu<strong>el</strong>a y C. Moras (eds.), Santiago de Chile, Organización Internacional<br />

d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

Sass<strong>en</strong>, Saskia (2001), ¿Perdi<strong>en</strong>do <strong>el</strong> control? La soberanía <strong>en</strong> la era de la globalización, Barc<strong>el</strong>ona,<br />

Ediciones B<strong>el</strong>laterra.<br />

Simon, A. C. y otros (2008), “Secondary analysis of the Labour Force Survey to map the numbers and<br />

characteristics of the occupations working within Social Care, Childcare, Nursing and Education”,<br />

Working Together, vol. 1, Londres, Thomas Coram Research Unit, Institute of Education, University<br />

of London.<br />

Staab, Silke (2003), “Mujeres y migración internacional. Latinoamérica y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, bibliografía s<strong>el</strong>eccionada<br />

(2003- 1995)”, serie Mujer y Desarrollo, Nº 51 (LC/L.2028-P/E), Santiago de Chile, Comisión Económica<br />

para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL). Publicación de las Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.03.II.G.196.<br />

Szasz, I. (1995), “Mujeres y migrantes: desigualdades <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral de Santiago de Chile”, Revista<br />

de la CEPAL, Nº 56 (LC/G.1874-P/E), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong>


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Szasz, I. y S. Lerner (2003), “Aportes teóricos y desafíos metodológicos de la perspectiva de género para <strong>el</strong><br />

análisis de los f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>os demográficos”, Desafíos teóricometodológicos <strong>en</strong> los estudios de población<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> inicio d<strong>el</strong> mil<strong>en</strong>io, <strong>en</strong> Alejandro Canales y Lerner Sigal (coords.), México, D.F., El Colegio de México,<br />

Universidad de Guadalajara y Sociedad Mexicana de Demografía (SOMEDE).<br />

Tokman, Víctor (2008), “Movilidad internacional de personas y protección social”, serie Macroeconomía d<strong>el</strong><br />

Desarrollo, N° 67 (LC/L.2913-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Vaillant, D. y C. Ross<strong>el</strong> (<strong>2006</strong>), “Los rasgos de la profesión <strong>en</strong> siete países latinoamericanos”, Maestros <strong>en</strong><br />

Latinoamérica: hacia una radiografía de la profesión, D. Vaillant y C. Ross<strong>el</strong> (eds.), Santiago de Chile,<br />

Programa de Promoción de la Reforma Educativa <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (PREAL).<br />

Val<strong>en</strong>zu<strong>el</strong>a, M. E. y C. Moras (2009) (eds.), Trabajo doméstico: un largo camino hacia <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te, Santiago<br />

de Chile, Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

Vono de Vilh<strong>en</strong>a, Dani<strong>el</strong>a y Andreu Domingo i Valls (2012), “Africans in the Southern European countries:<br />

Italy, Spain and Portugal”, Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t, Institutional and Policy Aspects of International Migration<br />

betwe<strong>en</strong> Africa, Europe and Latin America and the Caribbean, Jorge Martínez y Leandro Reboiras<br />

(eds.), Docum<strong>en</strong>tos de proyectos, Nº 461 (LC/W.461), Santiago de Chile, Comisión Económica para<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Wolf, D. y B. Soldo (1994), “Married wom<strong>en</strong>’s allocation of time to employm<strong>en</strong>t and care of <strong>el</strong>derly par<strong>en</strong>ts”,<br />

The Journal of Human Resources, vol. 29, Nº 4.<br />

Wrohlich, K. (<strong>2006</strong>), “Labor supply and child care choices in a rationed child care market”, Discussion Papers, Nº<br />

570, DIW Berlin, German Institute for Economic Research.<br />

Parte H<br />

Barros, Ricardo y otros (2010a) “Determinantes da queda na desigualdade de r<strong>en</strong>da no Brasil,” IPEA texto para<br />

discussão, N° 1460, Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA), <strong>en</strong>ero.<br />

____(2010b), “Markets, the state and the dynamics of inequality: the case of Brazil”, Discussion Paper, Programa<br />

de las Naciones Unidas para <strong>el</strong> Desarrollo (PNUD), <strong>en</strong>ero.<br />

CEDLAS (C<strong>en</strong>tro de Estudios Distributivos Laborales y Sociales) (2009), “Cambios <strong>en</strong> la desigualdad d<strong>el</strong> ingreso<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Contribución de sus principales determinantes (1995 – <strong>2006</strong>)”, Investigación para la<br />

política pública, desarrollo incluy<strong>en</strong>te (ID-15-2009), Nueva York, Dirección Regional de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (DRALC), Programa de las Naciones Unidas para <strong>el</strong> Desarrollo (PNUD).<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2008), Panorama social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

2007 (LC/G.2351-P), Santiago de Chile. Publicación de las Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.07.II.G.124.<br />

Esquiv<strong>el</strong>, Gerardo, Nora Lustig y John Scott (2010), “Mexico: a decade of falling inequality, market forces or state<br />

action?”, Declining Inequality in Latin America: A Decade of Progress?, Luis F<strong>el</strong>ipe Lopez-Calva y Nora<br />

Lustig (eds.), Brookings Institution Press/Programa de las Naciones Unidas para <strong>el</strong> Desarrollo (PNUD).<br />

Gasparini, Leonardo y Guillermo Cruces (2010), “A distribution in motion: the case of Arg<strong>en</strong>tina”, Declining<br />

Inequality in Latin America: A Decade of Progress?, Luis F<strong>el</strong>ipe Lopez-Calva y Nora Lustig (eds.), Brookings<br />

Institution Press/Programa de las Naciones Unidas para <strong>el</strong> Desarrollo (PNUD).<br />

Lopez-Calva, Luis F<strong>el</strong>ipe y Nora Lustig (2010), “Explaining the decline in inequality in Latin America: technological<br />

change, educational upgrading and democracy”, Declining Inequality in Latin America: A Decade of<br />

Progress?, Luis F<strong>el</strong>ipe Lopez-Calva y Nora Lustig (eds.), Brookings Institution Press/Programa de las<br />

Naciones Unidas para <strong>el</strong> Desarrollo (PNUD).<br />

Lustig, Nora, Luis F. López-Calva y Eduardo Ortiz-Juarez (2011), “The decline in inequality in Latin America:<br />

how much, since wh<strong>en</strong> and why”, Working Paper, Nº 1118, Tulane University.


CEPAL<br />

Parte I<br />

Ab<strong>el</strong>es, M. y F. Toledo (2011), “Distribución d<strong>el</strong> ingreso y análisis macroeconómico: Un repaso de la literatura y<br />

de los desafíos de política económica”, Distribución d<strong>el</strong> ingreso. Enfoques y políticas públicas desde <strong>el</strong><br />

Sur, M. Novick y S. Villafañe (eds.), Bu<strong>en</strong>os Aires, Programa de las Naciones Unidas para <strong>el</strong> Desarrollo<br />

(pnud)/Ministerio de Trabajo, <strong>Empleo</strong> y Seguridad Social de Arg<strong>en</strong>tina.<br />

Alvaredo, F. (2010), “The rich in Arg<strong>en</strong>tina over the tw<strong>en</strong>tieth c<strong>en</strong>tury”, Top Incomes: A Global Perspective, A.<br />

Atkinson y T. Piketty (eds.), Oxford University Press.<br />

Alvaredo, F. y J. Londoño (2013), “High incomes and personal taxation in a dev<strong>el</strong>oping economy: Colombia<br />

1993-2010”, inédito.<br />

Amarante, V. y A. Vigorito (2011), “Los futuros posibles de la desigualdad de ingresos”, La av<strong>en</strong>tura uruguaya. ¿Naides<br />

más que naides?, R. Aroc<strong>en</strong>a y G. Caetano (eds.), Montevideo, Debate.<br />

Antras, P. (2004), “Is the U.S. aggregate production function Cobb-Douglas? New estimates of the <strong>el</strong>asticity of<br />

substitution”, Contributions in Macroeconomics, vol. 4, N° 1, Universidad de Harvard.<br />

Atkinson, A. (2009), “Factor shares: the principal problem of political economy?”, Oxford Review of Economic<br />

Policy, vol. 25, N° 1, Oxford University Press.<br />

Atkinson, A. y T. Piketty (2010), Top Incomes: A Global Perspective, Oxford University Press.<br />

____(2007), Top Incomes over the Tw<strong>en</strong>tieth C<strong>en</strong>tury: A Contrast betwe<strong>en</strong> Contin<strong>en</strong>tal European and English-<br />

Speaking Countries, Oxford University Press.<br />

B<strong>en</strong>tolila, S. y G. Saint-Paul (2003), “Explaining movem<strong>en</strong>ts in the labor share”, The B.E. Journal of Macroeconomics,<br />

vol. 3, N° 1, De Gruyter.<br />

Bernanke, B.S. y R.S. Gürkaynak (2002), “Is growth exog<strong>en</strong>ous? Taking Mankiw, Romer, and Weil seriously”,<br />

nber Macroeconomics Annual 2001, vol. 16, Cambridge, Massachusetts, National Bureau of Economic<br />

Research.<br />

Bhaduri, A. (1983), The Economic Structure of Backward Agriculture, Academic Press.<br />

Bhaduri, A. y S. Marglin (1990), “Unemploym<strong>en</strong>t and the real wage: the economic basis for contesting political<br />

ideologies”, Cambridge Journal of Economics, vol. 14, N° 4, Oxford University Press.<br />

Burdín, G., A. Vigorito y F. Esponda (2014), “Desigualdad y sectores de altos ingresos <strong>en</strong> Uruguay: Un análisis<br />

<strong>en</strong> base a registros tributarios y <strong>en</strong>cuestas de hogares para <strong>el</strong> período 2009-2011”, Docum<strong>en</strong>to de<br />

Trabajo, N° 06/04, Montevideo, Instituto de Economía, Universidad de la República.<br />

Campodónico, H. (2008), “R<strong>en</strong>ta petrolera y minera <strong>en</strong> países s<strong>el</strong>eccionados de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, Docum<strong>en</strong>to<br />

de Proyecto, N° 188 (LC/W.188), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (cepal).<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2013), Recursos naturales <strong>en</strong> unasur. Situación<br />

y t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias para una ag<strong>en</strong>da de desarrollo regional (LC/L.3627), Santiago de Chile.<br />

____(2012a), Cambio estructural para la igualdad: Una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo (LC/G.2524(SES.34/3)),<br />

Santiago de Chile.<br />

____(2012b), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2011 (LC/G.2514-P), Santiago de Chile. Publicación de las<br />

Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.12.II.G.6.<br />

Comisión Europea (2007), The Labour Income Share in the European Union, Brus<strong>el</strong>as, Dirección G<strong>en</strong>eral de<br />

<strong>Empleo</strong>, Asuntos Sociales e Igualdad de Oportunidades.<br />

Daudey, E. y C. García-Peñalosa (2007), “The personal and the factor distributions of income in a cross-section<br />

of countries”, The Journal of Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t Studies, vol. 43, N° 5, Taylor & Francis.<br />

Ellis, L. y K. Smith (2010), “The global upward tr<strong>en</strong>d in the profit share”, Applied Economics Quarterly, vol. 56,<br />

N° 3, Duncker & Humblot.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

F<strong>el</strong>dstein, M.S. (2008), “Did wages reflect growth in productivity?”, nber Working Paper, N° 13953, Cambridge,<br />

Massachusetts, National Bureau of Economic Research.<br />

Ficht<strong>en</strong>baum, R. (2009), “The impact of unions on labor’s share of income: a time-series analysis”, Review of<br />

Political Economy, vol. 21, N° 4, Taylor & Francis.<br />

FMI (Fondo Monetario Internacional) (2007), Informe anual 2007, Washington, D.C.<br />

Goldfarb, R.S. y T.C. Leonard (2005), “Inequality of what among whom?: Rival conceptions of distribution in the<br />

20th c<strong>en</strong>tury”, Research in the History of Economic Thought and Methodology, vol. 23, parte 2, Emerald.<br />

Gollin, D. (2002), “Getting income shares right”, Journal of Political Economy, vol. 110, N° 2, Chicago, University<br />

of Chicago Press.<br />

Graña, J.M. (2007), Distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina: 1935-2005, Bu<strong>en</strong>os Aires, Universidad<br />

de Bu<strong>en</strong>os Aires.<br />

Harrison, A. (2002), “The World Bank: structure and policies: Christopher L. Gilbert and David Vines (eds.),<br />

Cambridge University Press”, Journal of International Economics, vol. 57, N° 1, Amsterdam, Elsevier.<br />

Hernández Laos, E. (1998), “Políticas de estabilización y ajuste y distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong> México”,<br />

Revista Comercio Exterior, México, D.F., Banco Nacional de Comercio Exterior.<br />

Hogrefe, J. y M. Kappler (2012), “The labour share of income: heterog<strong>en</strong>eous causes for parall<strong>el</strong> movem<strong>en</strong>ts?”,<br />

The Journal of Economic Inequality, vol. 11, N° 3, Springer.<br />

Jayadev, A. (2007), “Capital account op<strong>en</strong>ness and the labour share of income”, Cambridge Journal of Economics,<br />

vol. 31, N° 3, Oxford University Press.<br />

Kaldor, N. (1961), Capital Accumulation and Economic Growth, MacMillan.<br />

Krueger, A. (1999), “Measuring labor’s share”, nber Working Paper, No. 7006, Cambridge, Massachusetts,<br />

National Bureau of Economic Research.<br />

Lewis, W.A. (1954), “Economic dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t with unlimited supplies of labour”, The Manchester School, vol.<br />

22, N° 2, Wiley.<br />

Lind<strong>en</strong>boim, J. (2008), “Distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso, un tema olvidado que reclama at<strong>en</strong>ción”, Problemas<br />

d<strong>el</strong> Desarrollo. Revista Latinoamericana de Economía, vol. 39, N° 153, México, D.F.<br />

Lind<strong>en</strong>boim, J., D. K<strong>en</strong>nedy y J.M. Graña (2010), “El debate sobre la distribución funcional d<strong>el</strong> ingreso”, Desarrollo<br />

Económico, vol. 49, N° 196, Bu<strong>en</strong>os Aires, Instituto de Desarrollo Económico y Social (ides).<br />

Ministerio de Planificación y Cooperación (2000), Estudio sobre la distribución d<strong>el</strong> ingreso: Estructura funcional<br />

<strong>en</strong> 1987-96 y proyecciones, Santiago de Chile.<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2013), Informe mundial sobre salarios 2012/2013. Los salarios y<br />

<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to equitativo, Ginebra.<br />

____(2011), Informe mundial sobre salarios 2010/2011. Políticas salariales <strong>en</strong> tiempos de crisis, Santiago de Chile.<br />

____(2008), World of Work Report 2008. Income Inequalities in the Age of Financial Globalization, Ginebra.<br />

Piketty, T. (2003), “Income inequality in France, 1901-1998”, Journal of Political Economy, vol. 111, N° 5, Chicago,<br />

University of Chicago Press.<br />

PNUD (Programa de las Naciones Unidas para <strong>el</strong> Desarrollo) (2010), Informe sobre desarrollo humano 2010.<br />

La verdadera riqueza de las naciones: Caminos al desarrollo humano, Nueva York.<br />

Ricardo, David (1973), Principios de economía política y tributación, Madrid, Editorial Ayuso.<br />

Rodríguez, O. (<strong>2006</strong>), El estructuralismo latinoamericano, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (cepal).<br />

Rodríguez, F.R. y D. Ortega (<strong>2006</strong>), “Are capital shares higher in poor countries? Evid<strong>en</strong>ce from industrial


CEPAL<br />

surveys”, Wesleyan Economics Working Papers, N° <strong>2006</strong>-023, Middletown, Wesleyan University.<br />

Serrano, F. y C. Medeiros (2001), Economic Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t and the Revival of the Classical Surplus Approach,<br />

Ciudad d<strong>el</strong> Cabo.<br />

Serres, A., S. Scarpetta y C. Maisonneuve (2001), “Falling wage shares in Europe and the United States: how<br />

important is aggregation bias?”, Empirica, vol. 28, N° 4, Springer.<br />

Solow, R.M. (1958), “A skeptical note on the constancy of r<strong>el</strong>ative shares”, The American Economic Review,<br />

vol. 98, N° 4, Nashville, T<strong>en</strong>nessee, American Economic Association.<br />

Stockhammer, E. (2013), “Why have wage shares fall<strong>en</strong>? A pan<strong>el</strong> analysis of the determinants of functional income<br />

distribution”, Conditions of Work and Employm<strong>en</strong>t Series, N° 35, Ginebra, Organización Internacional<br />

d<strong>el</strong> Trabajo (oit).<br />

Taylor, L. (1991), Income Distribution, Inflation, and Growth: Lectures on Structuralist Macroeconomic Theory,<br />

Cambridge, Massachusetts, The mit Press.<br />

Yamada, G., J. Castro y J. Bacigalupo (2012), “Desigualdad monetaria <strong>en</strong> un contexto de rápido crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico. El caso reci<strong>en</strong>te de Perú”, Docum<strong>en</strong>to de Discusión, N° 12/01, C<strong>en</strong>tro de Investigación de<br />

la Universidad d<strong>el</strong> Pacífico.<br />

Young, A. (1995), “The tyranny of numbers: confronting the statistical realities of the East Asian growth<br />

experi<strong>en</strong>ce”, The Quarterly Journal of Economics, vol. 110, N° 3, Oxford University Press.<br />

Parte J<br />

Amarante, Verónica, Rodrigo Arim y Andrés Dean (2012), “The effects of being out of the labor market on<br />

subsequ<strong>en</strong>t wages: evid<strong>en</strong>ce for Uruguay”, serie Docum<strong>en</strong>tos de Trabajo, Nº DT 10/12, Montevideo,<br />

Instituto de Economía, Universidad de la República.<br />

Azevedo, João Pedro y otros (2013), “Fifte<strong>en</strong> years of inequality in latin america. how have labor market h<strong>el</strong>ped?”,<br />

World Bank Policy Research Paper, Nº 6384, Washington, D.C., Banco Mundial.<br />

Ball, Laur<strong>en</strong>ce M., Nicolás De Roux y Marc Hofstetter (2011), “Unemploym<strong>en</strong>t in Latin America and the Caribbean”,<br />

NBER Working Paper, Nº 17274, Cambridge, MA.<br />

Beccaria, Luis y Fernando Groisman (<strong>2006</strong>), “Inestabilidad, movilidad y distribución d<strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina”,<br />

Revista de la CEPAL, Nº 89 (LC/G.2312-P/E), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), agosto.<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2011b), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

2011 (LC/G.2514-P), Santiago de Chile.<br />

Cornia, Giovanni Andrea (2011), “Regím<strong>en</strong>es políticos, shocks externos y desigualdad de ingresos: <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> durante los últimas tres décadas”, Distribución d<strong>el</strong> ingreso. Enfoques y políticas públicas desde<br />

<strong>el</strong> sur, Marta Novick y Soledad Villafañe (coords.), Bu<strong>en</strong>os Aires, Programa de las Naciones Unidas para<br />

<strong>el</strong> Desarrollo (PNUD)/Ministerio de Trabajo, <strong>Empleo</strong> y Seguridad Social.<br />

Corseuil, Carlos H<strong>en</strong>rique L. y otros (2009), “Consequências da perda de um emprego formal no Brasil”,<br />

Mercado de Trabalho, Nº 40, Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA).<br />

Cowan, Kevin y Alejandro Micco (2005), “El seguro de desempleo <strong>en</strong> Chile: reformas p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes”, Foco, Nº<br />

53, Santiago de Chile, Expansiva.<br />

Cruces, Guillermo, Carolina García Dom<strong>en</strong>ch y Leonardo Gasparini (2012), “Inequality in education: Evid<strong>en</strong>ce<br />

for Latin America”, Docum<strong>en</strong>to de Trabajo, Nº 135, Bu<strong>en</strong>os Aires, C<strong>en</strong>tro de Estudios Distributivos<br />

Laborales y Sociales (CEDLAS).<br />

Escobal, Javier y Carm<strong>en</strong> Ponce (2012), “Polarización y segregación <strong>en</strong> la distribución d<strong>el</strong> ingreso <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú:<br />

Trayectorias desiguales”, Docum<strong>en</strong>to de Investigación, Nº 62, Lima, GRADE.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Herrera, Javier y Nancy Hidalgo (2003), “Vulnerabilidad d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> Lima. Un <strong>en</strong>foque a partir de <strong>en</strong>cuestas<br />

de hogares”, serie Financiami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº 130 (LC/L.1880-P/E), Santiago de Chile, Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Keifman, Saúl N. y Roxana Maurizio (2012), “Changes in labor market conditions and policies. Their impact on<br />

wage inequality during the last decade”, Working Paper, Nº 2012/14, Instituto Mundial de Investigaciones<br />

de Economía d<strong>el</strong> Desarrollo (WIDER)/Universidad de las Naciones Unidas (UNU).<br />

López-Calva, Luis F. y Nora Lustig (eds.) (2010), Declining Inequality in Latin America. A Decade of Progress?,<br />

Nueva York Brookings.<br />

Lustig, Nora, Luis F. López-Calva y Eduardo Ortiz-Juárez (2013), “Deconstructing the decline in inequality in<br />

Latin America”, Tulane Economics Working Paper Series, Tulane University.<br />

Navarro, Lucas (2009), “Dinámica d<strong>el</strong> empleo y crisis <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: resultados de estimaciones de pan<strong>el</strong>”,<br />

serie Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº 94 (LC/L.3106-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2011b), Panorama Laboral 2011. <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Lima.<br />

Ortiz, Isab<strong>el</strong> y Matthew Cummins (2011), “Global inequality: beyond the bottom billion. A rapid review of income<br />

distribution in 141 countries”, Social and Economic Policy Working Paper, Nueva York, Fondo de las<br />

Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> y Claudia Roethlisberger (2011), “La calidad d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, serie Macroeconomía<br />

d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº 110 (LC/L.3320-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y<br />

<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).


Capítulo III<br />

Procesos de exclusión e inclusión<br />

Fu<strong>en</strong>te:<br />

Parte A. Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2014: desafíos para la sost<strong>en</strong>ibilidad d<strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> un nuevo contexto externo (CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/36970/1/S1420392_es.pdf<br />

Parte B. Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2015 (CEPAL, 2016)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/39965/4/S1600175_es.pdf<br />

Parte C. Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2014 (CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37626/6/S1420729_es.pdf<br />

Parte D y H. Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible (CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/36692/6/LCG2586SES353s_es.pdf<br />

Parte E. Juv<strong>en</strong>tud: realidades y retos para un desarrollo con igualdad (CEPAL, 2015)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/38978/4/S1500718_es.pdf<br />

Parte F. ¿Estudias o trabajas? El largo camino hacia la indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia económica de los jóv<strong>en</strong>es<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (CEPAL, 2015)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/39486/1/S1501010_es.pdf<br />

Parte G. Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral<br />

(CEPAL, <strong>2006</strong>)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/1902/S33134W448_es.pdf?sequ<strong>en</strong>ce=1<br />

Parte I. Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: la inmigración laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

(CEPAL, <strong>2017</strong>)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/41370/1/S1700342_es.pdf


CEPAL<br />

Introducción<br />

A pesar de los avances reci<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> los indicadores cuantitativos y cualitativos d<strong>el</strong> mercado laboral<br />

a niv<strong>el</strong> regional, persist<strong>en</strong> procesos de exclusión que obstaculizan <strong>el</strong> acceso al empleo productivo<br />

y <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te que promueve <strong>el</strong> Objetivo de Desarrollo Sost<strong>en</strong>ible 8. Estos procesos están<br />

r<strong>el</strong>acionados con múltiples factores —<strong>en</strong>tre los que destacan las características de la estructura<br />

productiva y la desigualdad <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso al empleo productivo y <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te— que se originan<br />

tanto fuera como d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> mercado de trabajo. En <strong>el</strong> fragm<strong>en</strong>to s<strong>el</strong>eccionado de Estudio Económico<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2014 se id<strong>en</strong>tifican obstáculos para <strong>el</strong> acceso al mercado laboral, al<br />

empleo <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, al empleo <strong>en</strong> sectores de media y alta productividad y al empleo formal <strong>en</strong> estos<br />

sectores y se muestra que estos obstáculos afectan de manera difer<strong>en</strong>ciada a distintos grupos de<br />

la población <strong>en</strong> edad de trabajar, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> texto extraído de Panorama Social de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong>, 2015 se analizan brechas <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso al mercado de trabajo, brechas <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso a derechos<br />

y a la protección social y brechas de ingreso y pobreza.<br />

A continuación, se analizan procesos de exclusión <strong>en</strong> grupos específicos de la población <strong>en</strong><br />

edad de trabajar. El texto s<strong>el</strong>eccionado de Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2014 empieza con<br />

una reflexión sobre las interr<strong>el</strong>aciones <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> trabajo remunerado y <strong>el</strong> no remunerado. Después, se<br />

revisan las características de la inserción laboral de las mujeres y su r<strong>el</strong>ación con la desigualdad de<br />

ingresos de los hogares y se muestran avances reci<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la inserción de las mujeres a los mercados<br />

de trabajo, indicando, no obstante, que persist<strong>en</strong> profundas brechas con respecto a los hombres.<br />

En <strong>el</strong> fragm<strong>en</strong>to de Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible se subraya un aspecto clave<br />

para <strong>el</strong> análisis de la inserción laboral de las mujeres: <strong>el</strong> trabajo no remunerado, que, <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto<br />

de la división predominante de trabajo por género, es asumido mayoritariam<strong>en</strong>te por las mujeres.<br />

Los sigui<strong>en</strong>tes textos se refier<strong>en</strong> a la inserción laboral de las personas jóv<strong>en</strong>es, que es un<br />

aspecto fundam<strong>en</strong>tal <strong>en</strong> las perspectivas d<strong>el</strong> desarrollo sociolaboral. En <strong>el</strong> texto extraído de Juv<strong>en</strong>tud:<br />

realidades y retos para un desarrollo con igualdad se pres<strong>en</strong>tan ciertos avances <strong>en</strong> este ámbito,<br />

pero también <strong>el</strong>evados índices de precariedad y desempleo, así como una gran heterog<strong>en</strong>eidad<br />

d<strong>en</strong>tro de este grupo etario r<strong>el</strong>acionada con <strong>el</strong> trasfondo familiar. En <strong>el</strong> fragm<strong>en</strong>to de ¿Estudias o<br />

trabajas? El largo camino hacia la indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia económica de los jóv<strong>en</strong>es de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> se<br />

analizan las características de la transición desde <strong>el</strong> sistema educativo hacia <strong>el</strong> mundo de trabajo<br />

y se destaca que, <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio de los países de la región, esta transición es prolongada, sobre<br />

todo para las mujeres. En las conclusiones de Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: desafíos<br />

y perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral se resum<strong>en</strong> los resultados de un estudio sobre la<br />

dinámica de la demanda d<strong>el</strong> trabajo juv<strong>en</strong>il, los obstáculos de la inserción laboral inicial de los<br />

jóv<strong>en</strong>es y sus trayectorias laborales, se id<strong>en</strong>tifican 11 t<strong>en</strong>siones que caracterizan esta inserción y<br />

se destacan los retos de las políticas clave <strong>en</strong> este contexto.<br />

En <strong>el</strong> texto sigui<strong>en</strong>te, tomado de Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible, se<br />

muestran las desigualdades de medios, capacidades y reconocimi<strong>en</strong>to que afectan la inserción<br />

laboral de las personas pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes a pueblos indíg<strong>en</strong>as, especialm<strong>en</strong>te a las mujeres, que son<br />

excluidas tanto por razones de género como de etnia. Finalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> las páginas s<strong>el</strong>eccionadas<br />

de Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: la inmigración laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> se<br />

ilustran las características de la inserción laboral de los inmigrantes <strong>en</strong> países latinoamericanos y<br />

se muestra la heterog<strong>en</strong>eidad exist<strong>en</strong>te <strong>en</strong> este ámbito y los retos que persist<strong>en</strong> para conseguir su<br />

inserción <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo productivo y <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> línea con lo establecido <strong>en</strong> los Objetivos<br />

de Desarrollo Sost<strong>en</strong>ible.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

A. Las características de la exclusión laboral y su evolución<br />

Parte A<br />

Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2014: desafíos para la sost<strong>en</strong>ibilidad d<strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> un nuevo contexto externo (CEPAL, 2014), Cap. IV, Sec. B, pp. 144-153.<br />

1. Los obstáculos para <strong>el</strong> acceso al empleo de calidad, su<br />

evolución reci<strong>en</strong>te y los retos <strong>en</strong> <strong>el</strong> nuevo contexto<br />

Como se afirmó al principio de este capítulo, <strong>el</strong> acceso al empleo de calidad es clave para la<br />

sost<strong>en</strong>ibilidad social. En esta sección se examinan cuatro tipos de obstáculos para acceder a estos<br />

empleos —los obstáculos para <strong>el</strong> acceso al mercado laboral, los obstáculos para <strong>el</strong> acceso al empleo<br />

<strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, los obstáculos para <strong>el</strong> acceso al empleo <strong>en</strong> sectores de media o alta productividad y los<br />

obstáculos para <strong>el</strong> empleo formal <strong>en</strong> estos sectores—, así como la evolución reci<strong>en</strong>te y los desafíos<br />

que <strong>el</strong> nuevo <strong>en</strong>torno macroeconómico plantea para su superación.<br />

a) Los obstáculos para <strong>el</strong> acceso al mercado laboral<br />

Algunos de los obstáculos que <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan las personas que buscan acceso a empleos de calidad<br />

están condicionados por factores cuyo orig<strong>en</strong> se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> otros contextos. Esta situación es muy<br />

frecu<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de la participación laboral. En efecto, la exclusión involuntaria d<strong>el</strong> mercado de<br />

trabajo, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>acionada con obligaciones de trabajo de cuidado no remunerado, repres<strong>en</strong>ta<br />

un primer obstáculo para <strong>el</strong> acceso a empleos de calidad, que afecta sobre todo a mujeres —si bi<strong>en</strong><br />

no exclusivam<strong>en</strong>te— de las zonas rurales. En esta exclusión influy<strong>en</strong> r<strong>el</strong>aciones de poder y aspectos<br />

culturales que no se fundam<strong>en</strong>tan <strong>en</strong> las dinámicas d<strong>el</strong> mercado de trabajo (CEPAL y otros, 2013).<br />

Como se indica <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro III.1, esta exclusión afecta sobre todo a mujeres de bajo niv<strong>el</strong> de<br />

educación formal. Llama la at<strong>en</strong>ción que la participación laboral no aum<strong>en</strong>tara proporcionalm<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> la población de ningún niv<strong>el</strong> educativo, por lo que <strong>el</strong> moderado crecimi<strong>en</strong>to de la participación<br />

que efectivam<strong>en</strong>te se registró —tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> ámbito urbano como <strong>en</strong> <strong>el</strong> rural— se debió sobre todo al<br />

increm<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de educación formal de las mujeres <strong>en</strong> circunstancias <strong>en</strong> que la participación<br />

laboral ti<strong>en</strong>de a subir con los años de estudio. Por edades, se observa que la participación laboral<br />

fem<strong>en</strong>ina se increm<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> todos los rangos, con la excepción de las mujeres más jóv<strong>en</strong>es, <strong>en</strong>tre<br />

las cuales —igual que <strong>en</strong>tre los hombres d<strong>el</strong> mismo grupo etario— la variación fue mínima debido<br />

a una perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema educativo más prolongada.<br />

Como se constata <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro III.1, la inserción laboral de las mujeres no se ac<strong>el</strong>eró <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

contexto de un mayor dinamismo <strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración de empleo (<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la participación laboral<br />

de las mujeres incluso creció m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> <strong>el</strong> segundo período que <strong>en</strong> <strong>el</strong> primero). Mi<strong>en</strong>tras que para<br />

los hombres <strong>en</strong> conjunto la participación laboral se mantuvo estancada <strong>en</strong> las zonas urbanas y cayó<br />

gradualm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> las rurales, para las mujeres se observa un comportami<strong>en</strong>to distinto. En las zonas<br />

urbanas la participación laboral fem<strong>en</strong>ina subió d<strong>el</strong> 43% al 51% <strong>en</strong>tre 1990 y 2002 y solo dos puntos<br />

porc<strong>en</strong>tuales adicionales hasta 2012. En las zonas rurales, durante los cinco años transcurridos <strong>en</strong>tre<br />

1997 y 2002 la participación laboral de las mujeres aum<strong>en</strong>tó 3 puntos porc<strong>en</strong>tuales (d<strong>el</strong> 39% al 42%),<br />

igual que durante los diez años sigui<strong>en</strong>tes (llegando al 45%). Esto indicaría que para la evolución de<br />

la participación laboral la demanda laboral, que fue más dinámica <strong>en</strong> <strong>el</strong> segundo período, es m<strong>en</strong>os<br />

r<strong>el</strong>evante que la oferta, determinada por las necesidades económicas de los hogares y los factores<br />

socioculturales m<strong>en</strong>cionados.<br />

Sin embargo, no se descarta que la participación laboral reaccione a la variación de la<br />

demanda laboral a lo largo d<strong>el</strong> ciclo de crecimi<strong>en</strong>to económico. En efecto, con respecto a la oferta<br />

laboral se ha constatado que <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> algunos países pres<strong>en</strong>tan un comportami<strong>en</strong>to


CEPAL<br />

procíclico y otros contracíclico (Machinea, Kacef y W<strong>el</strong>ler, 2009). La difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre ambos grupos<br />

radica, principalm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> los niv<strong>el</strong>es de pobreza, lo que se explica porque <strong>en</strong> los hogares más<br />

pobres la oferta laboral su<strong>el</strong>e comportarse de manera contracíclica a lo largo d<strong>el</strong> ciclo económico,<br />

dado que las pérdidas de ingresos laborales, incluso si son moderadas <strong>en</strong> términos r<strong>el</strong>ativos, pued<strong>en</strong><br />

debilitar los niv<strong>el</strong>es de subsist<strong>en</strong>cia de estos hogares (Sabarwal, Sinha y Buvinic, 2010). En cambio,<br />

<strong>en</strong> hogares (y países) con niv<strong>el</strong>es de ingreso mayores, la participación laboral su<strong>el</strong>e comportarse<br />

de manera procíclica.<br />

En esta adaptación al ciclo económico su<strong>el</strong>e t<strong>en</strong>er un peso destacado <strong>el</strong> comportami<strong>en</strong>to<br />

de la población juv<strong>en</strong>il, más que <strong>el</strong> de las mujeres, tal como se observó <strong>en</strong> 2013, cuando ante una<br />

desac<strong>el</strong>eración de la demanda laboral <strong>el</strong> quiebre de la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de largo plazo de un increm<strong>en</strong>to<br />

gradual de la participación laboral se debió a un s<strong>en</strong>sible retroceso de la participación laboral de<br />

los y las jóv<strong>en</strong>es, mi<strong>en</strong>tras que la tasa de participación de los adultos se mantuvo r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

estable (CEPAL/OIT, 2014).<br />

• Cuadro III.1<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: tasa de participación laboral <strong>en</strong> zonas urbanas y rurales,<br />

según sexo, edad y años de estudio<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

15 a 24<br />

años<br />

25 a 34<br />

años<br />

Tramo de edad<br />

35 a 44<br />

años<br />

45 a 59<br />

años<br />

60 años<br />

y más<br />

Total<br />

Años de estudio<br />

0 a 5 6 a 9 10 a 12 13 y más<br />

Zonas<br />

urbanas<br />

Hombres<br />

1990 60 95 97 90 46 78 75 77 77 81<br />

2002 60 95 96 91 48 78 74 77 77 83<br />

2012 57 94 96 92 48 77 68 75 78 83<br />

Mujeres<br />

1990 38 56 57 43 15 43 33 39 50 65<br />

2002 41 66 68 57 20 51 39 47 55 71<br />

2012 39 69 71 62 23 53 38 45 54 72<br />

Zonas rurales<br />

Hombres<br />

1997 81 97 97 95 72 88 89 85 82 86<br />

2002 77 96 97 95 71 87 88 85 82 85<br />

2012 72 96 96 95 68 84 82 85 81 85<br />

Mujeres<br />

1997 35 44 47 41 26 39 36 38 50 71<br />

2002 36 48 52 45 28 42 38 41 49 68<br />

2012 35 54 58 52 29 45 40 44 49 69<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2013 (LC/G.2580),<br />

Santiago de Chile, 2013. Publicación de las Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.6.<br />

Por lo tanto, es de esperar que <strong>en</strong> <strong>el</strong> futuro próximo se mant<strong>en</strong>ga la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de largo<br />

plazo de la participación laboral, caracterizada por un increm<strong>en</strong>to de la pres<strong>en</strong>cia de mujeres,<br />

cuyo impacto <strong>en</strong> la tasa agregada se verá cont<strong>en</strong>ido por otras dos t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias de largo plazo que<br />

operan <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido opuesto. En primer lugar, ti<strong>en</strong>de a caer la participación juv<strong>en</strong>il <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado<br />

de trabajo, al ext<strong>en</strong>derse la perman<strong>en</strong>cia de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema educativo. En segundo<br />

lugar, <strong>el</strong> cambio demográfico conlleva un increm<strong>en</strong>to <strong>en</strong>tre la población <strong>en</strong> edad de trabajar de la<br />

proporción de adultos mayores, cuya tasa de participación es m<strong>en</strong>or que la de las cohortes de<br />

edad más jóv<strong>en</strong>es.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Si excluimos esta segunda t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia, observamos para <strong>el</strong> principal rango de la población <strong>en</strong><br />

edad de trabajar (de 15 a 64 años) que <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> ti<strong>en</strong>de a reducir la brecha <strong>en</strong> la participación<br />

laboral respecto a los países de la OCDE, mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> ya se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> un niv<strong>el</strong> muy<br />

similar. Tal como se aprecia <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro III.2, esta reducción se debe al m<strong>en</strong>cionado aum<strong>en</strong>to<br />

de la participación laboral de las mujeres, si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio de la región la tasa sigue si<strong>en</strong>do<br />

marcadam<strong>en</strong>te más baja que <strong>en</strong> la OCDE, donde no ha dejado de aum<strong>en</strong>tar. Por otra parte, tanto<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> como <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> la tasa de participación de los hombres es más <strong>el</strong>evada que<br />

<strong>en</strong> la OCDE, debido a la inserción laboral más temprana de los jóv<strong>en</strong>es.<br />

Total<br />

• Cuadro III.2<br />

OCDE y <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: tasa de participación según tramos de edad, 2005 y 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

OCDE a <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> El <strong>Caribe</strong><br />

2005 2010 2005 2010 2005 2010<br />

15-64 71,4 72,2 67,7 69,4 70,9 71,2<br />

65 y más 7,9 9,1 29,1 30,3 15,9 17,3<br />

Hombres<br />

15-64 78,7 78,6 82,9 83,3 81,1 80,6<br />

65 y más 11,8 12,9 43,5 44,1 24,3 25,5<br />

Mujeres<br />

15-64 64,1 65,7 52,9 55,8 60,9 62,0<br />

65 y más 5,1 6,3 17,1 18,9 9,3 10,9<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de Organización Internacional d<strong>el</strong><br />

Trabajo (OIT), “Key Indicators of the Labour Market” (KILM).<br />

a<br />

No se incluye a Chile ni a México.<br />

Por otra parte, <strong>en</strong> 2010 las personas de 65 y más años t<strong>en</strong>ían, <strong>en</strong> promedio, una tasa de<br />

participación d<strong>el</strong> 30,3% <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, y d<strong>el</strong> 17,3% <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los países de<br />

la OCDE alcanzaba solo <strong>el</strong> 9,1%, lo que indica la debilidad de los sistemas de jubilación <strong>en</strong> la región,<br />

muy lejos de proporcionar acceso universal a una p<strong>en</strong>sión digna.<br />

En conclusión, <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso al mercado laboral persist<strong>en</strong> grandes brechas, cuyo orig<strong>en</strong><br />

apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te provi<strong>en</strong>e más de la oferta (aspectos socioculturales) que de la demanda laboral —si<br />

bi<strong>en</strong> esta también pres<strong>en</strong>ta un sesgo, como se verá a continuación—. Estas brechas afectan sobre<br />

todo a las mujeres, particularm<strong>en</strong>te a las que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> niv<strong>el</strong>es de educación formal más bajos.<br />

No obstante, si bi<strong>en</strong> las brechas de la participación laboral sigu<strong>en</strong> si<strong>en</strong>do amplias —por<br />

ejemplo, <strong>en</strong> comparación con los países de la OCDE—, lo cierto es que se están reduci<strong>en</strong>do<br />

gradualm<strong>en</strong>te. Dado que los factores que incid<strong>en</strong> principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la evolución de la participación<br />

laboral están <strong>en</strong> su mayoría asociados a la oferta, <strong>el</strong> contexto de un crecimi<strong>en</strong>to económico más<br />

acotado no t<strong>en</strong>dría que fr<strong>en</strong>ar <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de las tasas de participación de las mujeres. Sería tarea<br />

de las políticas públicas fom<strong>en</strong>tar un cambio sociocultural que fortaleciera las opciones de inserción<br />

laboral de las mujeres, sobre todo <strong>en</strong> <strong>el</strong> área d<strong>el</strong> trabajo no remunerado de cuidado, ofreci<strong>en</strong>do<br />

servicios adecuados accesibles y fom<strong>en</strong>tando la igualdad de género.<br />

Por otra parte es importante cont<strong>en</strong>er la inserción laboral temprana de los jóv<strong>en</strong>es y la salida<br />

tardía d<strong>el</strong> mercado laboral de las personas de la tercera edad. En <strong>el</strong> caso de los jóv<strong>en</strong>es es clave<br />

facilitar al máximo la perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> sistemas educativos de calidad, mi<strong>en</strong>tras que para los adultos<br />

mayores es fundam<strong>en</strong>tal <strong>el</strong> desarrollo y fortalecimi<strong>en</strong>to de los sistemas de p<strong>en</strong>siones.


CEPAL<br />

b) Los obstáculos para <strong>el</strong> acceso al empleo <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral<br />

La pérdida de un empleo y los períodos de desempleo ti<strong>en</strong><strong>en</strong> marcadas consecu<strong>en</strong>cias objetivas y<br />

subjetivas para <strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar de las personas afectadas y su familia. Ya <strong>en</strong> 1997, S<strong>en</strong> (sobre la base<br />

de un trabajo anterior propio) destacó, además d<strong>el</strong> impacto inmediato <strong>en</strong> los ingresos, los sigui<strong>en</strong>tes<br />

efectos de un niv<strong>el</strong> <strong>el</strong>evado de desempleo abierto: un m<strong>en</strong>or crecimi<strong>en</strong>to económico y —si hay<br />

políticas sociales para responder ante esa situación— un aum<strong>en</strong>to de la carga fiscal; la pérdida de<br />

libertad y exclusión social; la pérdida de habilidades, con consecu<strong>en</strong>cias de largo plazo; <strong>el</strong> daño<br />

psicológico, sobre todo para los jóv<strong>en</strong>es; problemas de salud y una mayor mortalidad; la pérdida de<br />

motivación; la pérdida de r<strong>el</strong>aciones humanas y <strong>el</strong> daño para la vida familiar; <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de t<strong>en</strong>siones<br />

étnicas y brechas de género; la pérdida de valores sociales; una mayor inflexibilidad organizacional,<br />

y conservadurismo tecnológico (S<strong>en</strong>, 1997).<br />

Trabajos empíricos posteriores han confirmado estas conclusiones, por ejemplo respecto a<br />

las consecu<strong>en</strong>cias negativas d<strong>el</strong> desempleo para la salud de qui<strong>en</strong>es lo sufr<strong>en</strong> directam<strong>en</strong>te y para <strong>el</strong><br />

desempeño escolar de sus hijos (FMI, 2010, págs. 17-20), así como <strong>el</strong> alto grado de insatisfacción que<br />

afecta seriam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar de los desempleados (Krauss y Graham, 2013). Además, <strong>el</strong> desempleo<br />

ti<strong>en</strong>de a deteriorar <strong>el</strong> capital humano —sobre todo específico—, lo que afecta los ingresos cuando<br />

los cesantes vu<strong>el</strong>v<strong>en</strong> a <strong>en</strong>contrar empleo, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te peor remunerado que <strong>el</strong> anterior (Corseuil<br />

y otros, 2009; Amarante, Arim y Dean, 2012), y reduce <strong>el</strong> pot<strong>en</strong>cial de la expansión económica.<br />

En resum<strong>en</strong>, <strong>el</strong> desempleo abierto ti<strong>en</strong>e efectos objetivos y subjetivos que debilitan la sost<strong>en</strong>ibilidad<br />

sociolaboral d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico. Adicionalm<strong>en</strong>te, la inseguridad económica —de la que la<br />

inseguridad d<strong>el</strong> empleo es un compon<strong>en</strong>te importante (OIT, 2004)— se r<strong>el</strong>aciona inversam<strong>en</strong>te con la<br />

sost<strong>en</strong>ibilidad social d<strong>el</strong> desarrollo. En concreto, como se muestra <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico III.1, existe una r<strong>el</strong>ación<br />

positiva <strong>en</strong>tre la preocupación por la pérdida d<strong>el</strong> empleo y la desconfianza <strong>en</strong> las instituciones 1 .<br />

Uno de los resultados más destacados d<strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> terr<strong>en</strong>o laboral fue la marcada<br />

caída de la tasa de desempleo, como consecu<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> fuerte crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto<br />

de un moderado aum<strong>en</strong>to de la participación laboral. Esta reducción a niv<strong>el</strong> regional d<strong>el</strong> desempleo,<br />

que pasó d<strong>el</strong> 11,2% <strong>en</strong> 2002 al 6,4% <strong>en</strong> 2012 y al 6,2% <strong>en</strong> 2013, está estrecham<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>acionada con<br />

la dinámica d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y su estabilidad durante un lapso de tiempo r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

prolongado (CEPAL, 2012a), y contrasta con <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>el</strong> período previo.<br />

• Gráfico III.1<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: inseguridad <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo y desconfianza <strong>en</strong> las instituciones, 2011<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

80<br />

Población preocupada por perder <strong>el</strong> empleo<br />

75<br />

70<br />

65<br />

60<br />

55<br />

50<br />

45<br />

40<br />

35<br />

30<br />

20 30 40 50 60 70 80<br />

Desconfianza <strong>en</strong> las instituciones<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de datos de Latinobarómetro, 2011<br />

1<br />

Dado que la percepción de inseguridad <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo está sujeta a las oscilaciones de la coyuntura económica, mi<strong>en</strong>tras<br />

que la confianza <strong>en</strong> las instituciones responde a actitudes y percepciones más estables, no sorpr<strong>en</strong>de que haya cierta<br />

dispersión <strong>en</strong> esta r<strong>el</strong>ación. Sin embargo, no deja de ser interesante constatar este vínculo.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

y la base de datos CEPALSTAT [<strong>en</strong> línea] http://websie.eclac.cl/infest/ajax/​cepalstat.asp?carpeta=estadisticas.<br />

Un análisis de la evolución de la tasa de desempleo por sexo, edad y niv<strong>el</strong> educativo muestra<br />

algunos aspectos r<strong>el</strong>evantes 2 :<br />

• La brecha de la tasa de desempleo <strong>en</strong>tre hombres y mujeres se <strong>en</strong>sanchó a partir de 1990,<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de un aum<strong>en</strong>to g<strong>en</strong>eral d<strong>el</strong> desempleo, de manera que las mujeres se vieron<br />

más afectadas por esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia adversa.<br />

• A partir de 2002 la tasa g<strong>en</strong>eral de desempleo urbano abierto inició su desc<strong>en</strong>so y, con<br />

cierto rezago (después de 2005 <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio ponderado y después de 2008 <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio<br />

simple), la brecha <strong>en</strong>tre hombres y mujeres se redujo moderadam<strong>en</strong>te, aunque sin volver a<br />

los niv<strong>el</strong>es de principios de los años nov<strong>en</strong>ta.<br />

• Las tasas de desempleo por grupos de edad siguieron la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia g<strong>en</strong>eral y mantuvieron<br />

su niv<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ativo bastante estable, con una corr<strong>el</strong>ación negativa <strong>en</strong>tre la edad y la tasa<br />

de desempleo.<br />

• La tasa de desempleo de los jóv<strong>en</strong>es repres<strong>en</strong>ta una excepción, pues si bi<strong>en</strong> cae <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

contexto de un mayor crecimi<strong>en</strong>to económico después de 2002, sube <strong>en</strong> términos r<strong>el</strong>ativos,<br />

de manera que se puede deducir que persist<strong>en</strong> problemas específicos que obstaculizan la<br />

inserción laboral de los y las jóv<strong>en</strong>es.<br />

• Respecto a las tasas de desempleo por niv<strong>el</strong>es educativos se observa la persist<strong>en</strong>cia de la<br />

r<strong>el</strong>ación de una U invertida, con tasas r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te bajas <strong>en</strong> los niv<strong>el</strong>es educativos más bajos<br />

y más altos, y más <strong>el</strong>evadas <strong>en</strong> los grupos intermedios.<br />

• También <strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis por niv<strong>el</strong>es educativos los índices r<strong>el</strong>ativos se mantuvieron bastante<br />

estables, de manera que la población de todos los niv<strong>el</strong>es se vio primero golpeada por <strong>el</strong><br />

aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> desempleo y después se b<strong>en</strong>efició d<strong>el</strong> cambio de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia hacia un desempleo<br />

más bajo. Las personas de mayor niv<strong>el</strong> educativo constituy<strong>en</strong> la excepción, ya que se registra<br />

una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te de su tasa r<strong>el</strong>ativa de desempleo, lo que podría implicar que las<br />

características de la creci<strong>en</strong>te oferta laboral con niv<strong>el</strong>es educativos más altos no se ajustan<br />

pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te a los requerimi<strong>en</strong>tos de la demanda 3 .<br />

En resum<strong>en</strong>, <strong>el</strong> rápido ritmo de g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te permitió un<br />

notable desc<strong>en</strong>so de la tasa de desocupación que b<strong>en</strong>efició a todos los grupos de trabajadores,<br />

aunque persist<strong>en</strong> grandes brechas. En un contexto de m<strong>en</strong>ores tasas de crecimi<strong>en</strong>to económico es<br />

de esperar que la g<strong>en</strong>eración de empleo sea m<strong>en</strong>os dinámica. En respuesta a este obstáculo para<br />

<strong>el</strong> acceso al empleo de calidad es importante reducir <strong>el</strong> compon<strong>en</strong>te estructural d<strong>el</strong> desempleo por<br />

medio de ajustes <strong>en</strong> los sistemas de educación y formación profesional. Es r<strong>el</strong>evante sobre todo <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> caso de los jóv<strong>en</strong>es, que su<strong>el</strong><strong>en</strong> ser los primeros afectados cuando se desac<strong>el</strong>era la demanda<br />

laboral, como ya se observó <strong>en</strong> 2013 (CEPAL/OIT, 2014). Para <strong>el</strong>los habrá que diseñar mecanismos de<br />

apoyo a la inserción laboral inicial, <strong>en</strong> vista d<strong>el</strong> impacto a largo plazo d<strong>el</strong> desempleo juv<strong>en</strong>il. Además,<br />

será necesario perfeccionar los sistemas de cont<strong>en</strong>ción fr<strong>en</strong>te al desempleo coyuntural, sobre todo<br />

para los grupos más vulnerables. En ese s<strong>en</strong>tido, la región ha ido acumulando experi<strong>en</strong>cias, <strong>en</strong><br />

particular durante la crisis económica y financiera de 2009.<br />

2<br />

Este resum<strong>en</strong> se basa <strong>en</strong> un análisis de la información cont<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> <strong>el</strong> Anexo Estadístico de la CEPAL (2013c).<br />

3<br />

Esto puede deberse a un desequilibrio <strong>en</strong>tre las carreras demandadas por las empresas y las preferidas por muchos<br />

jóv<strong>en</strong>es o porque la calidad de la educación no cumple con los requisitos d<strong>el</strong> mundo laboral. En efecto, <strong>en</strong> diversas<br />

<strong>en</strong>cuestas realizadas <strong>en</strong> empresas se ha constatado que estas observan <strong>en</strong> <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo más alto la mayor brecha<br />

<strong>en</strong>tre los requerimi<strong>en</strong>tos y las calificaciones de los jóv<strong>en</strong>es (W<strong>el</strong>ler, 2011).


CEPAL<br />

c) Los obstáculos para <strong>el</strong> acceso al empleo <strong>en</strong> sectores de media<br />

y alta productividad<br />

Un obstáculo estructural para <strong>el</strong> acceso a empleos de calidad es la incapacidad de los sectores de<br />

alta o media productividad para proporcionar sufici<strong>en</strong>tes empleos. Esta car<strong>en</strong>cia se refleja <strong>en</strong> una<br />

marcada heterog<strong>en</strong>eidad estructural caracterizada por grandes brechas inter- e intrasectoriales 4<br />

que afectan la cohesión social y, por consigui<strong>en</strong>te, la sost<strong>en</strong>ibilidad social (CEPAL, 2010b y 2014b).<br />

Las brechas de productividad y las difer<strong>en</strong>cias de cobertura de las instituciones laborales<br />

redundan, <strong>en</strong>tre otros aspectos, <strong>en</strong> grandes disparidades <strong>en</strong> la calidad d<strong>el</strong> empleo. Por ejemplo, <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

cuadro III.3 se observa respecto a la cobertura de los sistemas de salud y p<strong>en</strong>siones una gran brecha<br />

<strong>en</strong>tre las principales categorías de ocupaciones de los sectores de baja productividad (asalariados <strong>en</strong><br />

microempresas y trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia más trabajadores familiares auxiliares), por un lado,<br />

y los trabajadores privados <strong>en</strong> establecimi<strong>en</strong>tos de mayor tamaño y empleados públicos, por <strong>el</strong> otro.<br />

• Cuadro III.3<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: población urbana ocupada con cobertura de salud y p<strong>en</strong>siones, 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Total<br />

Asalariados<br />

públicos<br />

Asalariados<br />

privados <strong>en</strong><br />

establecimi<strong>en</strong>tos<br />

de 5 o m<strong>en</strong>os<br />

trabajadores<br />

Asalariados<br />

privados <strong>en</strong><br />

establecimi<strong>en</strong>tos<br />

de 6 o más<br />

trabajadores<br />

Trabajadores por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia<br />

y trabajadores<br />

familiares<br />

auxiliares<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

Salud<br />

Total 59,8 92,6 39,2 84,6 23,2 31,9<br />

Hombres 59,2 91,0 34,7 84,0 21,6 45,6<br />

Mujeres 60,7 93,8 47,7 85,6 25,2 31,7<br />

P<strong>en</strong>siones<br />

Total 60,5 92,8 41,7 84,9 25,8 34,9<br />

Hombres 60,8 90,6 37,9 84,9 26,1 56,5<br />

Mujeres 60,0 94,4 49,1 84,9 25,8 33,7<br />

Fu<strong>en</strong>te: Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), “Anexo estadístico”, Panorama Laboral 2013. <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong>, Lima.<br />

También <strong>en</strong> otros indicadores se observan brechas <strong>en</strong> la calidad d<strong>el</strong> empleo. A partir de datos<br />

de alrededor de 2007, W<strong>el</strong>ler y Roethlisberger (2011) obtuvieron los sigui<strong>en</strong>tes resultados basándose<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio de los países de los que había información disponible:<br />

• Un 32,3% de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes percib<strong>en</strong> ingresos por debajo de la línea de<br />

pobreza de su país; la misma situación afecta al 12,3% de los asalariados.<br />

• Un 28,4% de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes cumple jornadas de ext<strong>en</strong>sión excesiva (un<br />

26,8% <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los asalariados).<br />

• Solo un 4,8% de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes recibió capacitación, fr<strong>en</strong>te al 18,6% de<br />

los asalariados.<br />

Obviam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> acceso a un empleo <strong>en</strong> los sectores de productividad alta o media está<br />

condicionado, además de por las restricciones asociadas a la debilidad de la demanda laboral, de las<br />

características de las personas, si<strong>en</strong>do la calificación <strong>el</strong> principal factor que incide <strong>en</strong> la probabilidad<br />

de obt<strong>en</strong>er un empleo <strong>en</strong> esos sectores.<br />

4<br />

Véase CEPAL (2012b) e Infante (2011). Reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te se id<strong>en</strong>tificaron grandes brechas de productividad, cada vez<br />

mayores, <strong>en</strong> México (Bilo y otros, 2014) y <strong>el</strong> Perú (Infante y Chacaltana, 2014).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Muchas personas de bajo niv<strong>el</strong> de educación formal probablem<strong>en</strong>te sean consci<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong><br />

sesgo de la demanda laboral de las empresas <strong>en</strong> estos sectores, lo que contribuye a explicar dos<br />

resultados obt<strong>en</strong>idos <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes estudios.<br />

En primer lugar, no todos los trabajadores informales tratan de conseguir un empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

sector formal, si bi<strong>en</strong> g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te la mayoría sí lo hace (Soares, 2004; Pu<strong>en</strong>tes y Contreras, 2009).<br />

Cabe recordar que la medición de los sectores con difer<strong>en</strong>tes niv<strong>el</strong>es de productividad se realiza por<br />

medio de indicadores indirectos, a partir de información d<strong>el</strong> mercado laboral. D<strong>en</strong>tro de las distintas<br />

categorías de ocupación, sobre todo <strong>en</strong>tre los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia, hay tanto personas<br />

que están <strong>en</strong> situación informal por las necesidades de subsist<strong>en</strong>cia (presión de la oferta laboral)<br />

como qui<strong>en</strong>es desean aprovechar oportunidades de g<strong>en</strong>erar ingresos y las v<strong>en</strong>tajas que ofrec<strong>en</strong>, por<br />

ejemplo, para la organización de su trabajo 5 . El primer grupo se comporta de manera contracíclica,<br />

mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> comportami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> segundo ti<strong>en</strong>de a ser procíclico (W<strong>el</strong>ler y Kaldewei, 2013).<br />

En segundo lugar, sobre todo <strong>en</strong> los países más pobres los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

pued<strong>en</strong> estar más satisfechos con su situación laboral que los asalariados (Lora, 2008). Esto podría<br />

explicarse mediante la hipótesis de que muchos de esos trabajadores, de bajo niv<strong>el</strong> educativo<br />

formal, probablem<strong>en</strong>te sean consci<strong>en</strong>tes de que <strong>en</strong> las condiciones estructurales pres<strong>en</strong>tes de los<br />

mercados laborales de la región para <strong>el</strong>los es poco realista aspirar a un empleo de calidad <strong>en</strong> una<br />

empresa de alta o media productividad. Si su satisfacción se basa <strong>en</strong> lo que percib<strong>en</strong> como opción<br />

realista y <strong>en</strong> las trayectorias de sus pares, esta sería, más que <strong>el</strong> acceso a empleos de calidad, la<br />

que reflejaría su percepción de la realidad d<strong>el</strong> <strong>en</strong>torno productivo y laboral <strong>en</strong> que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran.<br />

Por otra parte, muchas empresas formales señalan que la escasez de fuerza laboral con<br />

las calificaciones requeridas es un obstáculo para mejorar <strong>el</strong> desempeño 6 . De esta manera, la<br />

incongru<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre la oferta y la demanda de calificaciones repres<strong>en</strong>ta a la vez un problema<br />

para una inserción más productiva de muchas personas y un cu<strong>el</strong>lo de bot<strong>el</strong>la para <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico a través de una expansión de las empresas de niv<strong>el</strong>es de productividad alto o medio<br />

(Cazes y Vedrick, 2013) 7 .<br />

La participación de los sectores de baja productividad <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo urbano se increm<strong>en</strong>tó<br />

<strong>en</strong>tre 1990 y 2002 d<strong>el</strong> 45,7% al 50,1% y desc<strong>en</strong>dió posteriorm<strong>en</strong>te hasta un 46,9% <strong>en</strong> 2012 (véase<br />

<strong>el</strong> gráfico III.2) 8 . Este comportami<strong>en</strong>to refleja claram<strong>en</strong>te la <strong>el</strong>evada corr<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico (r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te bajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> primer período y más <strong>el</strong>evado <strong>en</strong> <strong>el</strong> segundo) y <strong>el</strong> empleo<br />

asalariado, sobre todo <strong>en</strong> los sectores de alta y media productividad que contribuy<strong>en</strong> a la mayor<br />

parte d<strong>el</strong> PIB.<br />

En ambos períodos este resultado fue g<strong>en</strong>eralizado, con pocas excepciones. Sin embargo,<br />

se observa una marcada difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre los países sudamericanos —donde, <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio simple,<br />

la proporción bajó <strong>en</strong>tre 2002 y 2012 <strong>en</strong> 5,5 puntos porc<strong>en</strong>tuales— y los países d<strong>el</strong> norte de la región<br />

(la subregión de C<strong>en</strong>troamérica (incluido Panamá), México y la República Dominicana), donde la<br />

reducción fue muy modesta, de solo 0,9 puntos porc<strong>en</strong>tuales 9 .<br />

5<br />

El Banco Mundial (Perry y otros, 2007) ha planteado la exist<strong>en</strong>cia simultánea d<strong>el</strong> trabajo informal voluntario e involuntario.<br />

6<br />

En <strong>el</strong> promedio simple de 20 países, un 31,5% de las empresas <strong>en</strong>cuestadas señalaron que <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de calificación de la<br />

fuerza laboral repres<strong>en</strong>taba un serio obstáculo para su desempeño (W<strong>el</strong>ler, 2011, pág. 19, sobre la base de datos de la<br />

Enterprise Analysis Unit d<strong>el</strong> Banco Mundial).<br />

7<br />

La <strong>en</strong>cuesta 2014 de la empresa Manpower sobre escasez de calificaciones <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral indica para los ocho<br />

países latinoamericanos analizados dificultades de numerosas empresas (<strong>en</strong>tre un mínimo d<strong>el</strong> 44% de las <strong>en</strong>cuestadas<br />

<strong>en</strong> México y un máximo d<strong>el</strong> 67% <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú) para <strong>en</strong>contrar personal con las calificaciones requeridas. Todos los países<br />

latinoamericanos se ubican por <strong>en</strong>cima d<strong>el</strong> promedio global (un 36%). En casi toda la región los técnicos son <strong>el</strong> grupo<br />

ocupacional d<strong>el</strong> que hay mayor escasez (<strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil y <strong>el</strong> Perú ocupan la segunda posición), lo que contrasta con <strong>el</strong> promedio<br />

global, donde se sitúan <strong>en</strong> la tercera posición (véase [<strong>en</strong> línea] www.manpowergroup.com/tal<strong>en</strong>t-shortage-explorer).<br />

8<br />

Promedio simple de los países de los que hay información (CEPAL, 2013b, anexo estadístico, cuadro 19).<br />

9<br />

En este grupo de países, solo <strong>en</strong> Panamá la proporción de los sectores de baja productividad desc<strong>en</strong>dió significativam<strong>en</strong>te<br />

(<strong>en</strong> 6,1 puntos porc<strong>en</strong>tuales).


CEPAL<br />

• Gráfico III.2<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: población urbana ocupada <strong>en</strong> sectores de baja productividad,<br />

1990-2002 y 2002-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

70<br />

65<br />

60<br />

55<br />

50<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

2002<br />

45<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

20 30 40 50 60 70<br />

1990<br />

70<br />

65<br />

60<br />

55<br />

2012<br />

50<br />

45<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

20<br />

20 30 40 50 60 70<br />

2002<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2013 (LC/G.2580),<br />

Santiago de Chile, 2013. Publicación de las Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.6.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Cuadro III.4<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (12 países): contribución al aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo, por rama de actividad<br />

y franja de productividad, 2002-2011 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> Norte de la región b Sur de la región c PIB per cápita<br />

alto d<br />

PIB per cápita<br />

bajo e<br />

Agricultura y ganadería<br />

Baja 3 10 -2 -11 20<br />

Media y alta 7 12 3 5 9<br />

Minería<br />

Baja 0 0 0 0 0<br />

Media y alta 2 0 3 3 1<br />

Industria manufacturera<br />

Baja 1 1 1 -1 3<br />

Media y alta 1 -9 7 5 -6<br />

Electricidad, gas y agua<br />

Baja 0 0 0 0 0<br />

Media y alta 1 1 1 1 0<br />

Construcción<br />

Baja 4 5 4 3 7<br />

Media y alta 6 3 8 12 -2<br />

Comercio, restaurantes<br />

y hot<strong>el</strong>es<br />

Baja 8 3 11 0 19<br />

Media y alta 21 21 20 28 11<br />

Transporte, almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to<br />

y comunicaciones<br />

Baja 3 -1 6 1 5<br />

Media y alta 8 9 6 10 4<br />

Sistema financiero<br />

Baja 0 -1 1 -1 2<br />

Media y alta 11 10 12 12 10<br />

Servicios comunales,<br />

sociales y personales<br />

Baja 7 20 -2 10 3<br />

Media y alta 19 17 21 23 13<br />

Total<br />

Baja 27 37 20 4 60<br />

Media y alta 73 63 80 96 40<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de un procesami<strong>en</strong>to especial de<br />

las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los países.<br />

a<br />

Promedio simple.<br />

b<br />

Incluye C<strong>en</strong>troamérica y México.<br />

c<br />

Incluye <strong>América</strong> d<strong>el</strong> Sur.<br />

d<br />

Los países con un PIB per cápita r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te alto incluidos <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro son la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Brasil, Chile, Costa Rica,<br />

México, Panamá y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

e<br />

Los países con un PIB per cápita r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te bajo incluidos <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro son Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Ecuador,<br />

El Salvador, Honduras y <strong>el</strong> Perú.


CEPAL<br />

Para la región <strong>en</strong> conjunto, tras este desc<strong>en</strong>so está <strong>el</strong> retroceso de la proporción de cada<br />

una de las tres principales categorías de ocupación que, a los efectos de las mediciones, conforman<br />

este sector: los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes no calificados, los asalariados de microempresas (no<br />

profesionales ni técnicos) y <strong>el</strong> empleo doméstico.<br />

Como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro III.4, <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio de los países de los que hay información<br />

disponible <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los sectores de alta o media productividad se conc<strong>en</strong>tró <strong>en</strong> las<br />

actividades productoras de bi<strong>en</strong>es y servicios no transables, que se b<strong>en</strong>eficiaron de la expansión de<br />

la demanda interna. En efecto, a través de las pequeñas, medianas y grandes empresas y d<strong>el</strong> empleo<br />

público, la rama de comercio, restaurantes y hot<strong>el</strong>es, por una parte, y la de los servicios comunales,<br />

sociales y personales, por otra, contribuyeron alrededor de un 20% cada una al empleo adicional<br />

g<strong>en</strong>erado <strong>en</strong>tre 2002 y 2011. Añadi<strong>en</strong>do los aportes de los servicios financieros, bi<strong>en</strong>es raíces y<br />

servicios a las empresas (11%), transporte, almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to y comunicaciones (8%) y construcción<br />

(6%), <strong>el</strong> empleo g<strong>en</strong>erado por la demanda de estas empresas y <strong>el</strong> sector público, que ti<strong>en</strong>de a ser de<br />

mayor calidad, repres<strong>en</strong>tó aproximadam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> 65% de los nuevos puestos de trabajo 10 . Al mismo<br />

tiempo, <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los sectores de baja productividad de las mismas ramas repres<strong>en</strong>tó un 22%<br />

de los nuevos puestos de trabajo 11 .<br />

A este respecto la pauta es similar <strong>en</strong> ambas zonas de la región, si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> los países<br />

sudamericanos <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> sectores de alta o media productividad tuvo algo más de protagonismo<br />

<strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración de nuevos puestos de trabajo. Se observan difer<strong>en</strong>cias significativas <strong>en</strong> las dos<br />

actividades productoras de bi<strong>en</strong>es transables más importantes <strong>en</strong> términos de empleo. En <strong>el</strong> norte de<br />

la región, <strong>en</strong> promedio un 10% de los nuevos empleos surgió de la economía campesina (sector de<br />

baja productividad de la agricultura), a lo que se agrega un 12% de las empresas agropecuarias de<br />

mayor tamaño. En contraste, <strong>en</strong> los países d<strong>el</strong> sur de la región, <strong>en</strong> <strong>el</strong> agregado <strong>el</strong> sector agropecuario<br />

dejó de desempeñar un pap<strong>el</strong> importante <strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración de empleo y <strong>en</strong> varios países se constata<br />

una reducción d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> la agricultura de m<strong>en</strong>or tamaño, mi<strong>en</strong>tras que hubo leves increm<strong>en</strong>tos<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> sector empresarial.<br />

También <strong>en</strong> la industria manufacturera se observan difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre las subregiones, ya que<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> norte se redujo <strong>el</strong> empleo manufacturero <strong>en</strong> las empresas de mayor tamaño, posiblem<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

parte por la creci<strong>en</strong>te compet<strong>en</strong>cia china que afectó la maquila c<strong>en</strong>troamericana <strong>en</strong> ese período. En<br />

contraste, <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio de los países d<strong>el</strong> sur las empresas con mayores niv<strong>el</strong>es de productividad<br />

crearon más puestos de trabajo, aunque no <strong>en</strong> todos los países 12 .<br />

Si se analizan las economías de la región por <strong>el</strong> PIB per cápita, <strong>en</strong> lugar de por la situación<br />

geográfica de los países, se observa un cuadro difer<strong>en</strong>te. Llama la at<strong>en</strong>ción que, <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio<br />

de los países con bajo PIB per cápita, <strong>el</strong> aporte al empleo adicional de los sectores de alta o media<br />

productividad es minoritario (un 40%), mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo de países con alto PIB per cápita<br />

prácticam<strong>en</strong>te todos los nuevos empleos (un 96%) se crearon <strong>en</strong> los sectores de productividad<br />

más <strong>el</strong>evada.<br />

Esta difer<strong>en</strong>cia no se debe a disparidades <strong>en</strong> <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico, ya que si bi<strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

grupo de países con bajo PIB per cápita creció <strong>en</strong> promedio m<strong>en</strong>os que <strong>el</strong> grupo de países con alto<br />

PIB per cápita, la difer<strong>en</strong>cia (un 4,2% fr<strong>en</strong>te a un 5,0% por año) no es sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te significativa<br />

para poder explicar la gran brecha <strong>en</strong> la composición d<strong>el</strong> empleo adicional. La debilidad <strong>en</strong> materia<br />

de g<strong>en</strong>eración d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> sectores de alta y media productividad se debe principalm<strong>en</strong>te al punto<br />

de partida, que <strong>en</strong> <strong>el</strong> primer grupo de países es una estructura d<strong>el</strong> empleo fuertem<strong>en</strong>te sesgada<br />

hacia los sectores de baja productividad. En estas circunstancias puede ocurrir que los sectores<br />

de productividad más alta, aun con tasas de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo más <strong>el</strong>evadas, g<strong>en</strong>er<strong>en</strong> m<strong>en</strong>os<br />

10<br />

Se suma a este total <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> la rama de <strong>el</strong>ectricidad, gas y agua, que cuantitativam<strong>en</strong>te no es muy significativo.<br />

11<br />

Si bi<strong>en</strong> <strong>el</strong> número de países de los que hay información es m<strong>en</strong>or para <strong>el</strong> período anterior, es interesante observar que <strong>en</strong><br />

ese período esas ramas de actividad contribuyeron un 46% al empleo adicional <strong>en</strong> los sectores de baja productividad<br />

y un 28% <strong>en</strong> los sectores de mayor productividad.<br />

12<br />

En <strong>el</strong> período anterior <strong>en</strong> ambas zonas de la región había ocurrido lo contrario: se había expandido <strong>el</strong> empleo<br />

manufacturero <strong>en</strong> las empresas de mayor tamaño <strong>en</strong> la zona norte y se había contraído <strong>en</strong> la sur.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

puestos de trabajo que los sectores de baja productividad. Dado que <strong>en</strong> estos países los sectores<br />

con mayores niv<strong>el</strong>es de productividad no fueron capaces de proveer todos los nuevos puestos de<br />

trabajo requeridos, no sorpr<strong>en</strong>de que continuaran creci<strong>en</strong>do las actividades de baja productividad <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> sector terciario; específicam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los sectores de baja productividad <strong>en</strong> la rama d<strong>el</strong><br />

comercio se expandió casi un 20%. En <strong>el</strong> promedio de este grupo de países <strong>el</strong> sector agropecuario<br />

—y sobre todo <strong>el</strong> campesino— sigue creci<strong>en</strong>do <strong>en</strong> términos de g<strong>en</strong>eración de empleo, <strong>en</strong> contraste<br />

con la debilidad <strong>en</strong> ese s<strong>en</strong>tido de actividades más productivas y mejor remuneradas.<br />

En los países que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un mayor PIB per cápita observamos que, <strong>en</strong> promedio, la conc<strong>en</strong>tración<br />

de nuevos empleos <strong>en</strong> los sectores de mayor productividad de las actividades no transables es<br />

mucho mayor, ya que contribuy<strong>en</strong> <strong>en</strong> un 86% a la g<strong>en</strong>eración de empleo. Los sectores de mayor<br />

productividad de las otras ramas de actividad (agricultura, minería e industria manufacturera) también<br />

tuvieron aportes positivos, pero <strong>en</strong> una cantidad modesta.<br />

Este cuadro t<strong>en</strong>dería a cambiar, ya que, <strong>en</strong> vista d<strong>el</strong> debilitami<strong>en</strong>to de la demanda interna,<br />

ocasionado sobre todo por las m<strong>en</strong>ores tasas de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> consumo de los hogares, es de<br />

suponer que se desac<strong>el</strong>eraría la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> los sectores de alta y media productividad,<br />

especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> las ramas productoras de bi<strong>en</strong>es y servicios no transables. En efecto, <strong>en</strong> 2013 se<br />

ral<strong>en</strong>tizó la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> la rama de comercios, restaurantes y hot<strong>el</strong>es, que, <strong>en</strong>tre 2003<br />

y 2012, había aum<strong>en</strong>tado anualm<strong>en</strong>te un 2,5% <strong>en</strong> promedio, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> 2013 la expansión<br />

desc<strong>en</strong>dió hasta situarse <strong>en</strong> <strong>el</strong> 1,9%. Más fuerte fue la desac<strong>el</strong>eración <strong>en</strong> los servicios comunales,<br />

sociales y personales (d<strong>el</strong> 2,9% al 1,9%) 13 . Como se constata <strong>en</strong> la primera parte de este docum<strong>en</strong>to,<br />

esta continuó a principios de 2014, <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de un <strong>en</strong>friami<strong>en</strong>to de las actividades productoras<br />

de bi<strong>en</strong>es y servicios para <strong>el</strong> mercado interno.<br />

Como se ha señalado <strong>en</strong> los capítulos II y III de esta parte d<strong>el</strong> Estudio Económico de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2014, fr<strong>en</strong>te a este esc<strong>en</strong>ario es importante fortalecer la política macroeconómica<br />

con objeto de crear las condiciones para un crecimi<strong>en</strong>to <strong>el</strong>evado y sost<strong>en</strong>ido y promover la inversión<br />

y un aum<strong>en</strong>to de productividad a fin de increm<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>el</strong> mediano y <strong>el</strong> largo plazos.<br />

Una parte importante de esta estrategia se basa <strong>en</strong> políticas de desarrollo productivo ori<strong>en</strong>tadas<br />

principalm<strong>en</strong>te a fom<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> pot<strong>en</strong>cial de crecimi<strong>en</strong>to de la pequeña y mediana empresa.<br />

d) Los obstáculos para <strong>el</strong> acceso al empleo formal <strong>en</strong> sectores<br />

de media o alta productividad<br />

A niv<strong>el</strong> global se han id<strong>en</strong>tificado procesos de precarización de las condiciones laborales <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector<br />

formal (o de alta y media productividad), destacándose increm<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> <strong>el</strong> número de contratos<br />

temporales, <strong>en</strong> la subcontratación y <strong>en</strong> formas de pseudoindep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia, que típicam<strong>en</strong>te implican<br />

m<strong>en</strong>os derechos laborales que los contratos “estándar” y mayores niv<strong>el</strong>es de rotación 14 . Estos<br />

procesos afectan difer<strong>en</strong>tes compon<strong>en</strong>tes de la seguridad económica, y la percepción de inseguridad<br />

reduce significativam<strong>en</strong>te la satisfacción <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo (Lora, 2008).<br />

Como se muestra <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro III.5, durante <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te se observa una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a la<br />

formalización <strong>en</strong> las dos principales categorías que correspond<strong>en</strong> a los sectores de productividad alta<br />

y media: los asalariados públicos y los asalariados privados <strong>en</strong> empresas de seis y más trabajadores.<br />

En efecto, <strong>en</strong>tre 2000 y 2012 <strong>en</strong> ambos grupos aum<strong>en</strong>tó la proporción de trabajadores con cobertura<br />

de salud y p<strong>en</strong>siones.<br />

13<br />

Cálculo propio sobre la base de datos oficiales de los países.<br />

14<br />

Véase, por ejemplo, Standing (2009).


CEPAL<br />

• Cuadro III.5<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: asalariados públicos y asalariados privados de empresas de seis y más<br />

trabajadores con cobertura de salud y p<strong>en</strong>siones, 2000 y 2012 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Cobertura de salud<br />

Cobertura de p<strong>en</strong>siones<br />

2000 2012 2000 2012<br />

Asalariados públicos 88,2 92,2 86,2 92,8<br />

Asalariados privados <strong>en</strong> empresas de seis<br />

y más trabajadores<br />

80,5 84,6 77,5 84,9<br />

Fu<strong>en</strong>te: Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), “Anexo estadístico”, Panorama Laboral 2013. <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong>, Lima.<br />

a<br />

Todos los datos se refier<strong>en</strong> a población urbana.<br />

A pesar de estos avances, aproximadam<strong>en</strong>te un 15% de los asalariados privados de empresas<br />

de seis y más trabajadores y casi un 10% de los asalariados públicos no cu<strong>en</strong>tan aun con estos<br />

b<strong>en</strong>eficios asociados al empleo de calidad. Estos datos reflejan <strong>el</strong> hecho de que, según la OIT (2013),<br />

un 11,7% de los ocupados no agrícolas de 13 países de la región ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un empleo informal <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

sector formal 15 .<br />

De todas maneras, también <strong>en</strong> otros indicadores de calidad d<strong>el</strong> empleo asalariado se registraron<br />

mejoras <strong>en</strong> <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te, <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>las las vacaciones pagadas, aguinaldo, ingresos por <strong>en</strong>cima<br />

de la línea de la pobreza, afiliación a un sindicato, acceso a capacitación y un contrato escrito, si bi<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> muchos casos la cobertura sigue si<strong>en</strong>do extremadam<strong>en</strong>te baja (W<strong>el</strong>ler y Roethlisberger, 2011).<br />

El contrato escrito parece ser un compon<strong>en</strong>te clave para <strong>el</strong> acceso a otros compon<strong>en</strong>tes<br />

de la calidad d<strong>el</strong> empleo. Durante los últimos años muchos países de la región han desarrollado<br />

estrategias de formalización laboral, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te con una combinación de inc<strong>en</strong>tivos y una mayor<br />

fiscalización 16 . La transformación de empleos informales <strong>en</strong> formales ha contribuido a la marcada<br />

expansión d<strong>el</strong> empleo formal, que se vio estimulada por la g<strong>en</strong>eración de nuevos puestos de trabajo<br />

asalariado, sobre todo <strong>en</strong> sectores de alta y media productividad que, por su naturaleza, registran<br />

mayores niv<strong>el</strong>es de formalidad. En consecu<strong>en</strong>cia, <strong>en</strong> casi todos los países de los que hay información<br />

disponible <strong>el</strong> empleo formal —<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido aquí como aqu<strong>el</strong> <strong>en</strong> que los trabajadores cotizan al sistema<br />

de seguridad social— creció significativam<strong>en</strong>te más que <strong>el</strong> empleo total (véase <strong>el</strong> gráfico III.3).<br />

15<br />

Adicionalm<strong>en</strong>te, un 31,0% ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un empleo informal <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector informal y un 5,1% <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo doméstico, con lo que<br />

<strong>en</strong> conjunto <strong>el</strong> empleo informal repres<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> 47,7% d<strong>el</strong> total (OIT, 2013, pág. 63).<br />

16<br />

Véase <strong>en</strong> OIT (2014) un resum<strong>en</strong> de las políticas de formalización y los avances reci<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> diez países de la región.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.3<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): crecimi<strong>en</strong>to anual d<strong>el</strong> empleo formal (registrado)<br />

y d<strong>el</strong> empleo total, 2003-2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

8<br />

7<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

Arg<strong>en</strong>tina Brasil Chile Costa Rica El Salvador Guatemala a México Nicaragua b Panamá Uruguay<br />

<strong>Empleo</strong> formal<br />

<strong>Empleo</strong> total<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de cifras oficiales de los países.<br />

a<br />

2002-2011.<br />

b<br />

2002-2010.<br />

Sin embargo, nuevam<strong>en</strong>te se registran ciertas desigualdades <strong>en</strong>tre distintas zonas de la<br />

región, dado que <strong>en</strong> varios países d<strong>el</strong> norte de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (Guatemala y México) la difer<strong>en</strong>cia<br />

<strong>en</strong>tre las tasas de crecimi<strong>en</strong>to de ambos tipos de empleo ha sido escasa y <strong>en</strong> El Salvador <strong>el</strong> empleo<br />

formal incluso creció m<strong>en</strong>os que <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> conjunto 17 .<br />

Otras políticas aplicadas <strong>en</strong> este período, que con frecu<strong>en</strong>cia cambiaron la ori<strong>en</strong>tación<br />

con respecto al período preced<strong>en</strong>te y que favorecieron mejoras <strong>en</strong> la calidad d<strong>el</strong> empleo, fueron<br />

la ampliación de derechos sindicales, <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to real de los salarios mínimos y la regulación de<br />

la subcontratación.<br />

Sin embargo, de manera similar que <strong>en</strong> otras regiones, hay indicios de un increm<strong>en</strong>to de la<br />

proporción de contratos laborales más inestables (W<strong>el</strong>ler y Roethlisberger, 2011). Esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia<br />

obedecería a una mayor volatilidad <strong>en</strong> los mercados laborales y al aprovechami<strong>en</strong>to de nuevas<br />

formas contractuales que muchos países introdujeron <strong>en</strong> los años och<strong>en</strong>ta y nov<strong>en</strong>ta, principalm<strong>en</strong>te<br />

(Vega Ruiz, 2001).<br />

En resum<strong>en</strong>, la combinación de un crecimi<strong>en</strong>to dinámico y cambios institucionales se<br />

tradujo <strong>en</strong> mejoras <strong>en</strong> la calidad d<strong>el</strong> empleo, si bi<strong>en</strong> muchos trabajadores, incluso <strong>en</strong> actividades<br />

con niv<strong>el</strong>es de productividad más <strong>el</strong>evados, todavía están lejos de contar con un “trabajo dec<strong>en</strong>te”,<br />

según la definición de la OIT. Si bi<strong>en</strong> hay espacio para mejorar los instrum<strong>en</strong>tos de las políticas de<br />

formalización (por medio de inc<strong>en</strong>tivos de difer<strong>en</strong>te tipo y de una inspección de trabajo más efectiva),<br />

una m<strong>en</strong>or g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> sectores de alta y media productividad obstaculiza la ext<strong>en</strong>sión<br />

d<strong>el</strong> acceso a empleos de bu<strong>en</strong>a calidad y con derechos.<br />

17<br />

Esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia coincide con la evolución d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los sectores con difer<strong>en</strong>tes niv<strong>el</strong>es de productividad, dado<br />

que de los países de los que hay información disponible, El Salvador ha sido uno de los dos <strong>en</strong> que <strong>en</strong>tre 2002 y 2012<br />

aum<strong>en</strong>tó proporcionalm<strong>en</strong>te <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> sectores de baja productividad.


CEPAL<br />

Parte B<br />

Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2015 (CEPAL, 2016), Cap. III, Sec. A, pp. 91-113.<br />

1. Introducción<br />

El trabajo es la llave maestra para la igualdad, eje de la integración social y económica y mecanismo<br />

fundam<strong>en</strong>tal de construcción de autonomía, id<strong>en</strong>tidad, dignidad personal y ampliación de la ciudadanía<br />

(CEPAL, 2010, 2012a y 2014a). El 80% de los ingresos totales de los hogares latinoamericanos provi<strong>en</strong>e<br />

d<strong>el</strong> trabajo, que, por lo tanto, es también <strong>el</strong> principal motor para la superación de la pobreza y <strong>el</strong> acceso<br />

al bi<strong>en</strong>estar y a la protección social (CEPAL, 2015a). Sin embargo, <strong>el</strong> mundo d<strong>el</strong> trabajo también puede<br />

producir y exacerbar desigualdades. En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, <strong>el</strong> mercado laboral históricam<strong>en</strong>te<br />

ha sido <strong>el</strong> eslabón que vincula una estructura productiva muy heterogénea y con gran peso d<strong>el</strong> sector<br />

de baja productividad con la alta desigualdad de los ingresos de los hogares. La heterog<strong>en</strong>eidad de<br />

la estructura productiva se manifiesta <strong>en</strong> mercados de trabajo con <strong>el</strong>evados niv<strong>el</strong>es de informalidad,<br />

que conllevan grandes brechas <strong>en</strong> la calidad de los empleos, los ingresos laborales, <strong>el</strong> acceso a la<br />

protección social y las opciones de movilidad ocupacional asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te a lo largo de la vida laboral.<br />

Estas desigualdades se cruzan, además, con las brechas de género, raza, etnia y área de resid<strong>en</strong>cia<br />

que siempre han caracterizado a las sociedades latinoamericanas (CEPAL, 2015a).<br />

Las brechas estructurales <strong>en</strong> los mercados laborales y las amplias difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso<br />

a oportunidades, derechos y prestaciones <strong>en</strong>tre distintos grupos de la población repres<strong>en</strong>tan un<br />

obstáculo clave para la superación de la pobreza y la desigualdad <strong>en</strong> la región. Las personas más<br />

pobres y vulnerables ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a conc<strong>en</strong>trarse <strong>en</strong> actividades informales, las que g<strong>en</strong>eran ingresos más<br />

bajos y prove<strong>en</strong> m<strong>en</strong>or acceso a la protección social y m<strong>en</strong>os oportunidades para las g<strong>en</strong>eraciones<br />

futuras (CEPAL, 2014a).<br />

En este capítulo d<strong>el</strong> Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> se analizan las políticas públicas<br />

y programas de inclusión laboral y productiva destinados a proporcionar un mayor acceso a las<br />

oportunidades económicas y al empleo de calidad, contribuy<strong>en</strong>do a la superación de la pobreza y<br />

la reducción de la vulnerabilidad. Estas políticas laborales se ori<strong>en</strong>tan a mejorar tanto la oferta como<br />

la demanda de trabajo, mediante la capacitación técnica y profesional, la niv<strong>el</strong>ación de estudios,<br />

<strong>el</strong> apoyo al trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te, la g<strong>en</strong>eración directa e indirecta de empleo y los servicios de<br />

intermediación laboral (OEA/CEPAL/OIT, 2011; CEPAL/OIT, 2014a). Son medidas de corto y mediano<br />

plazo para promover las oportunidades de trabajo dec<strong>en</strong>te, y deb<strong>en</strong> articularse con políticas de más<br />

largo plazo ori<strong>en</strong>tadas a un profundo cambio tecnológico y estructural.<br />

En <strong>el</strong> pres<strong>en</strong>te capítulo, se analizan <strong>en</strong> primer lugar algunas características de las brechas<br />

<strong>en</strong> los mercados laborales de la región y <strong>el</strong> perfil laboral de las personas <strong>en</strong> edad de trabajar que<br />

viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> hogares <strong>en</strong> situación de indig<strong>en</strong>cia, pobreza o vulnerabilidad a la pobreza, lo que ayuda a<br />

compr<strong>en</strong>der <strong>el</strong> contexto <strong>en</strong> <strong>el</strong> que actúan las políticas y los programas de inclusión laboral y productiva.<br />

A continuación, se analizan 61 programas de inclusión laboral y g<strong>en</strong>eración de ingresos aplicados<br />

actualm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la región, recopilados <strong>en</strong> la Base de datos de programas de protección social no<br />

contributiva <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> de la CEPAL, y se discut<strong>en</strong> algunas lecciones apr<strong>en</strong>didas<br />

de estudios y evaluaciones de impacto sobre estos programas y otros ya finalizados. Finalm<strong>en</strong>te, se<br />

concluye destacando los alcances y limitaciones de dichas políticas y programas desde un <strong>en</strong>foque<br />

de derechos y de promoción d<strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te, y se pres<strong>en</strong>tan una serie de recom<strong>en</strong>daciones.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

2. Inclusión y exclusión laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

Pese a la evolución positiva de los indicadores d<strong>el</strong> mercado laboral <strong>en</strong>tre 2002 y 2013, donde se<br />

destaca la disminución d<strong>el</strong> desempleo, <strong>el</strong> alza de los ingresos laborales, los procesos de formalización<br />

y <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de las tasas de participación de las mujeres, los mercados de trabajo de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> sigu<strong>en</strong> caracterizándose por pres<strong>en</strong>tar grandes brechas, según <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de ingresos de los<br />

hogares, <strong>el</strong> sexo, la edad, <strong>el</strong> área de resid<strong>en</strong>cia, la etnia y la raza, que dificultan las posibilidades de<br />

acceso al trabajo dec<strong>en</strong>te. A esto se suman las posibles consecu<strong>en</strong>cias negativas sobre <strong>el</strong> mercado<br />

laboral de la actual fase de contracción de la actividad económica regional.<br />

El propósito de esta sección es analizar algunos indicadores clave de las brechas exist<strong>en</strong>tes <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> mercado laboral de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> período 1990-2013, con <strong>el</strong> objetivo de informar la discusión<br />

sobre la formulación y la implem<strong>en</strong>tación de las políticas y los programas de inclusión laboral y productiva.<br />

El análisis se conc<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> las brechas <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso al mercado de trabajo (tasas de participación<br />

laboral y de desempleo, sector de productividad, categoría ocupacional y rama de actividad), las<br />

brechas <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso a derechos (t<strong>en</strong><strong>en</strong>cia de contrato por parte de los asalariados y afiliación a la<br />

seguridad social —p<strong>en</strong>siones y salud—) y las brechas de ingresos y su r<strong>el</strong>ación con la pobreza (ingresos<br />

laborales, porc<strong>en</strong>taje de población sin ingresos propios y situación de pobreza y vulnerabilidad de<br />

los ocupados). Además de los promedios regionales, también se consideran datos desagregados<br />

por quintiles y deciles de ingreso, sexo, raza y etnia y áreas urbanas y rurales 18 , según corresponda.<br />

Asimismo, a fines analíticos se incluy<strong>en</strong> valores de tres grupos de países, según pres<strong>en</strong>t<strong>en</strong> brechas de<br />

bi<strong>en</strong>estar modestas, moderadas o extremas <strong>en</strong> materia económica y social, y de los trabajadores según<br />

la condición de vulnerabilidad a la pobreza de sus hogares (véase <strong>el</strong> recuadro III.1). El análisis de esta<br />

información permite observar que, no obstante <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to paulatino de la participación laboral, sobre<br />

todo fem<strong>en</strong>ina, la disminución de las tasas de desempleo y otros desarrollos positivos a lo largo d<strong>el</strong><br />

período 2002-2013, los mercados de trabajo de la región sigu<strong>en</strong> pres<strong>en</strong>tando un acceso insufici<strong>en</strong>te y<br />

difer<strong>en</strong>ciado para los grupos sociales más pobres y vulnerables.<br />

18<br />

Según se detalla <strong>en</strong> FAO/CEPAL/OIT (2012a y 2012b), la gran mayoría de las brechas <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo son aún<br />

mayores cuando nos referimos a las zonas rurales y frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te más <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector agrícola.


CEPAL<br />

a) Brechas <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso al mercado de trabajo<br />

i) Participación laboral<br />

La tasa de participación laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> aum<strong>en</strong>tó d<strong>el</strong> 61,2% <strong>en</strong> 1990 al 65,5% <strong>en</strong><br />

2013, debido a dos t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias opuestas: la reducción de la tasa de participación laboral masculina,<br />

de aproximadam<strong>en</strong>te 4 puntos porc<strong>en</strong>tuales (<strong>en</strong> particular <strong>en</strong>tre los indig<strong>en</strong>tes o altam<strong>en</strong>te vulnerables<br />

a la indig<strong>en</strong>cia), y <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la participación laboral fem<strong>en</strong>ina, de más de 12 puntos porc<strong>en</strong>tuales.<br />

No obstante, las mujeres aún pres<strong>en</strong>tan tasas inferiores a las de los hombres, con difer<strong>en</strong>cias que<br />

rondaron los 26 puntos porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong> 2013. En <strong>el</strong> gráfico III.4 se puede además apreciar que las<br />

brechas <strong>en</strong>tre las tasas de participación laboral de hombres y mujeres aum<strong>en</strong>tan cuanto mayor es <strong>el</strong><br />

grado de vulnerabilidad de los hogares <strong>en</strong> los que viv<strong>en</strong> las personas <strong>en</strong> edad de trabajar, es decir,<br />

son justam<strong>en</strong>te las mujeres más pobres qui<strong>en</strong>es ti<strong>en</strong><strong>en</strong> más dificultad de insertarse <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado<br />

de trabajo, lo que constituye un obstáculo clave para que super<strong>en</strong> la pobreza.<br />

• Gráfico III.4<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de participación laboral, según sexo y situación de<br />

vulnerabilidad a la pobreza de los hogares, totales nacionales, 1990-2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes de la población de 15 años y más)<br />

90<br />

80<br />

70<br />

65,3 69,4 68,6<br />

65,5<br />

61,2<br />

60<br />

60,6<br />

50<br />

56,2<br />

55,2<br />

82,5<br />

82,9<br />

82,2<br />

79,9 80,6 80,0 79,0<br />

79,9<br />

78,6<br />

73,6<br />

49,3<br />

58,8 58,6<br />

53,3<br />

40<br />

41,1<br />

44,2 40,1<br />

30<br />

32,9<br />

20<br />

1990 2002 2007 2010 2013 1990 2002 2007 2010 2013 1990 2002 2007 2010 2013<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Ambos sexos<br />

Sexo<br />

Indig<strong>en</strong>tes o altam<strong>en</strong>te vulnerables a la indig<strong>en</strong>cia (hasta 0,6 líneas de pobreza)<br />

Pobres o altam<strong>en</strong>te vulnerables a la pobreza (de 0,6 a 1,2 líneas de pobreza)<br />

Vulnerables a la pobreza (de 1,2 a 1,8 líneas de pobreza)<br />

No vulnerables (más de 1,8 líneas de pobreza)<br />

Total<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (Gran Bu<strong>en</strong>os Aires), Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de) (capitales de departam<strong>en</strong>to y El Alto), <strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador (zonas urbanas), El Salvador,<br />

Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay (área metropolitana de Asunción), <strong>el</strong> Perú, la República<br />

Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay (zonas urbanas) y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de). En los datos de 2010 no se incluye a<br />

Guatemala. En los de 2013, no se incluye a Guatemala, a Honduras ni a Nicaragua.<br />

Más allá de los promedios, al desagregar las tasas de participación por área geográfica, se<br />

observa no solo que <strong>en</strong> las zonas rurales de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> las tasas de participación laboral son<br />

más <strong>el</strong>evadas que <strong>en</strong> las zonas urbanas 19 , sino también que la brecha urbano-rural es más <strong>el</strong>evada<br />

para la población que vive <strong>en</strong> situación de indig<strong>en</strong>cia, pobreza o vulnerabilidad que para la población<br />

no vulnerable (<strong>en</strong> 2013, la tasa de participación d<strong>el</strong> primer grupo era d<strong>el</strong> 60,9% <strong>en</strong> áreas urbanas y<br />

d<strong>el</strong> 64,9% <strong>en</strong> áreas rurales, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de la población no vulnerable era d<strong>el</strong> 68,6% y<br />

70,1%, respectivam<strong>en</strong>te).<br />

19<br />

En 2014, <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (promedio ponderado), la tasa de participación de la población de 15 años y más era d<strong>el</strong><br />

66,1% <strong>en</strong> zonas rurales y d<strong>el</strong> 65,0% <strong>en</strong> zonas urbanas (CEPALSTAT).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Las tasas de participación laboral guardan r<strong>el</strong>ación también con las brechas de bi<strong>en</strong>estar<br />

que caracterizan a los países de la región. En los países con brechas modestas de bi<strong>en</strong>estar se<br />

evid<strong>en</strong>cian m<strong>en</strong>ores tasas de participación <strong>en</strong> comparación con los grupos de países de brechas<br />

moderadas y extremas (véase <strong>el</strong> gráfico III.5) 20 . Una primera explicación de las mayores tasas de<br />

participación laboral <strong>en</strong> los países de brechas extremas puede <strong>en</strong>contrarse <strong>en</strong> la temprana inserción<br />

laboral de los jóv<strong>en</strong>es y <strong>en</strong> la conclusión prematura de sus estudios, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los países<br />

de brechas modestas los jóv<strong>en</strong>es sigu<strong>en</strong> estudiando y se insertan más tardíam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado<br />

laboral. Una segunda posibilidad es que <strong>en</strong> los países de brechas extremas la cobertura de p<strong>en</strong>siones<br />

es limitada y, por lo tanto, las tasas de participación de los adultos mayores son significativam<strong>en</strong>te<br />

más <strong>el</strong>evadas que <strong>en</strong> los países con estados de bi<strong>en</strong>estar más avanzados 21 . La tercera es que se<br />

trata de países con mayor proporción de población rural, y <strong>en</strong> las zonas rurales de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

las tasas de participación laboral su<strong>el</strong><strong>en</strong> ser algo más <strong>el</strong>evadas que <strong>en</strong> las urbanas.<br />

• Gráfico III.5<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de participación laboral, según situación de vulnerabilidad<br />

a la pobreza de los hogares y brechas de bi<strong>en</strong>estar de los países, totales nacionales,<br />

alrededor de 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes de la población de 15 años y más)<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

69,8 67,8 70,6<br />

75,5<br />

72,2<br />

67,4<br />

74,3<br />

70,5<br />

72,6 71,7<br />

70,0 68,2<br />

74,0<br />

71,1<br />

74,3<br />

71,0<br />

65,4 69,3 71,2 68,0 65,6 67,0<br />

59,1 60,3 60,5<br />

64,2<br />

63,8<br />

56,4<br />

63,6 65,1<br />

63,7 61,4 61,9<br />

56,3 59,8 60,9 57,9<br />

51,3<br />

47,2 50,3<br />

55,4<br />

44,0<br />

El Salvador<br />

Honduras<br />

Nicaragua<br />

Guatemala<br />

Paraguay<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur .de)<br />

Total<br />

Rep. Dominicana<br />

Ecuador<br />

México<br />

Brechas extremas Brechas moderadas Brechas modestas<br />

Colombia<br />

Perú<br />

Total<br />

Chile<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

(zonas urbanas)<br />

Costa Rica<br />

Panamá<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Brasil<br />

Uruguay<br />

Total<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres o vulnerables a la pobreza (hasta 1,8 líneas de pobreza)<br />

No vulnerables (más de 1,8 líneas de pobreza)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (zonas urbanas), Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong><br />

Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay,<br />

<strong>el</strong> Perú, la República Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

Las disparidades observadas <strong>en</strong> la inserción <strong>en</strong> los mercados laborales de la región se hac<strong>en</strong><br />

evid<strong>en</strong>tes al incorporar <strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis la perspectiva d<strong>el</strong> ciclo de vida. En promedio, un 67,4% de los<br />

jóv<strong>en</strong>es de 15 a 29 años de edad que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> hogares no vulnerables participa <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral,<br />

mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong>tre los jóv<strong>en</strong>es indig<strong>en</strong>tes, pobres o vulnerables a la pobreza, la tasa de participación<br />

es solam<strong>en</strong>te de un 54,1% (una brecha de más de 13 puntos porc<strong>en</strong>tuales), principalm<strong>en</strong>te debido a<br />

las bajas tasas de participación laboral fem<strong>en</strong>inas (ya que no se contabiliza la gran carga de trabajo<br />

no remunerado de cuidado <strong>en</strong> los hogares). El acceso al mercado laboral aum<strong>en</strong>ta <strong>en</strong>tre los adultos<br />

de 30 a 64 años, con cifras de participación superiores al 70%. En este grupo de edad se reduce la<br />

brecha <strong>en</strong>tre indig<strong>en</strong>tes, pobres o vulnerables y no vulnerables (la brecha es de aproximadam<strong>en</strong>te 8<br />

puntos porc<strong>en</strong>tuales) (véase <strong>el</strong> gráfico III.6).<br />

20<br />

Al desagregar por sexo, se observa que las tasas de participación laboral fem<strong>en</strong>inas son parecidas <strong>en</strong> los países de<br />

brechas extremas (51,1%), moderadas (53,3%) y modestas (52,9%).<br />

21<br />

Alrededor de 2014, <strong>en</strong> zonas urbanas, la tasa de participación laboral de los mayores de 60 años era d<strong>el</strong> 38,9% <strong>en</strong> los<br />

países de brechas extremas, d<strong>el</strong> 37,4% <strong>en</strong> los países de brechas moderadas y d<strong>el</strong> 26,9% <strong>en</strong> los países de brechas<br />

modestas (promedios simples).


CEPAL<br />

Sin embargo, <strong>en</strong> los grupos de edad extremos (15 a 17 años y 65 años y más), la situación<br />

es inversa, registrándose mayores tasas de participación <strong>en</strong>tre la población más pobre y vulnerable.<br />

En <strong>el</strong> grupo de edad de 15 a 17 años 22 , la tasa de participación laboral <strong>en</strong>tre los adolesc<strong>en</strong>tes<br />

indig<strong>en</strong>tes, pobres o vulnerables a la pobreza supera <strong>en</strong> poco más de 3 puntos porc<strong>en</strong>tuales la tasa<br />

de los pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes a hogares no vulnerables. Pero es especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los países de brechas<br />

extremas de bi<strong>en</strong>estar donde las tasas de participación de los más jóv<strong>en</strong>es alcanzan los niv<strong>el</strong>es<br />

más <strong>el</strong>evados 23 . Esta inserción temprana <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo d<strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> la mayoría de los casos se<br />

r<strong>el</strong>aciona con <strong>el</strong>evados niv<strong>el</strong>es de deserción o expulsión d<strong>el</strong> sistema escolar y refuerza la transmisión<br />

interg<strong>en</strong>eracional de la pobreza y la vulnerabilidad (W<strong>el</strong>ler, 2007). A su vez, la participación laboral<br />

de las personas de 65 años y más que vive <strong>en</strong> condiciones de indig<strong>en</strong>cia, pobreza o vulnerabilidad<br />

llega al 31,9%, <strong>en</strong> comparación con <strong>el</strong> 23,8% <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de la población no vulnerable (véase <strong>el</strong><br />

gráfico III.6). La insufici<strong>en</strong>cia de la cobertura de los sistemas de protección social, la precariedad<br />

e inestabilidad de los puestos de trabajo a lo largo de la vida y los bajos montos de las p<strong>en</strong>siones<br />

explican los altos niv<strong>el</strong>es de participación <strong>en</strong>tre la población adulta mayor más pobre y vulnerable.<br />

• Gráfico III.6<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de participación laboral, según grupos de edad y situación<br />

de vulnerabilidad a la pobreza de los hogares, totales nacionales, alrededor de 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes de la población de 15 años y más)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

54,1<br />

67,4<br />

29,1<br />

25,9<br />

69,3<br />

58,6<br />

87,2<br />

Total 15 a 17 años 18 a 24 años 25 a 29 años<br />

15 a 29 años<br />

79,6<br />

71,6 71,8<br />

75,3<br />

88,1<br />

66,6<br />

71,1<br />

31,9<br />

23,8<br />

30 a 64 años 30 a 45 años 46 a 64 años 65 años<br />

y más<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres o vulnerables a la pobreza (hasta 1,8 líneas de pobreza)<br />

No vulnerables (más de 1,8 líneas de pobreza)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (zonas urbanas), Bolivia (Estado Plurinacional de),<br />

<strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong><br />

Paraguay, <strong>el</strong> Perú, la República Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

ii) Desempleo<br />

Si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> 2015 experim<strong>en</strong>tó un repunte 24 , la tasa de desempleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> ha<br />

disminuido gradualm<strong>en</strong>te desde inicios de la última década, acumulando un desc<strong>en</strong>so de 2,8 puntos<br />

porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong> <strong>el</strong> período compr<strong>en</strong>dido <strong>en</strong>tre 2002 y 2013 (véase <strong>el</strong> gráfico III.7), y esa disminución<br />

ha sido más ac<strong>en</strong>tuada <strong>en</strong>tre las mujeres. Sin embargo, alrededor de 2013, la tasa de desempleo<br />

22<br />

Es importante señalar que la Arg<strong>en</strong>tina y <strong>el</strong> Brasil han fijado <strong>en</strong> 16 años la edad mínima para la admisión al trabajo, lo<br />

que significa que, <strong>en</strong> esos países, <strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong>tre los 15 y 16 años es considerado ilegal, con excepción, <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong><br />

Brasil, de aqu<strong>el</strong>los adolesc<strong>en</strong>tes que trabajan <strong>en</strong> condiciones de apr<strong>en</strong>dizaje <strong>en</strong> los términos definidos por la Ley núm.<br />

10097 d<strong>el</strong> año 2000, sobre apr<strong>en</strong>dizaje profesional.<br />

23<br />

En estos países, <strong>en</strong> 2013 las tasas de participación de los jóv<strong>en</strong>es de 15 a 17 años de edad según condición de<br />

vulnerabilidad eran las sigui<strong>en</strong>tes: 45,1% (indig<strong>en</strong>tes o altam<strong>en</strong>te vulnerables a la indig<strong>en</strong>cia), 38,9% (pobres o altam<strong>en</strong>te<br />

vulnerables a la pobreza), 35,9% (vulnerables a la pobreza) y 32,4% (no vulnerables).<br />

24<br />

La CEPAL (2015b) ha estimado un alza de la tasa de desempleo abierto urbano <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> <strong>en</strong>tre<br />

2014 (6,0%) y 2015 (6,6%).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

fem<strong>en</strong>ina a niv<strong>el</strong> regional (7,2%) seguía si<strong>en</strong>do más <strong>el</strong>evada que la de los hombres (5,3%). Asimismo,<br />

<strong>en</strong>tre las personas <strong>en</strong> situación de indig<strong>en</strong>cia, pobreza o vulnerabilidad, las tasas de desempleo se<br />

han mant<strong>en</strong>ido r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te altas <strong>en</strong> <strong>el</strong> período analizado. En 2013 ese indicador alcanzaba al 16,5%<br />

<strong>en</strong>tre las personas indig<strong>en</strong>tes o altam<strong>en</strong>te vulnerables a la indig<strong>en</strong>cia, al 8,8% <strong>en</strong>tre la población<br />

pobre o altam<strong>en</strong>te vulnerable a la pobreza, al 7,1% <strong>en</strong>tre los vulnerables a la pobreza y solo al 3,9%<br />

<strong>en</strong>tre los no vulnerables 25 . En todos los estratos socioeconómicos, <strong>el</strong> desempleo de las mujeres<br />

era superior al de los hombres.<br />

El desempleo <strong>en</strong> las áreas urbanas es mayor que <strong>en</strong> las zonas rurales, y se observan claras<br />

difer<strong>en</strong>cias según la situación de vulnerabilidad de las personas. Un 10,8% de la población indig<strong>en</strong>te,<br />

pobre o vulnerable y un 4,0% de la población no vulnerable urbana se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra desempleada, <strong>en</strong><br />

tanto que <strong>en</strong> las zonas rurales <strong>el</strong> desempleo afecta a un 3,9% de la población indig<strong>en</strong>te, pobre o<br />

vulnerable y a un 2,3% de la no vulnerable.<br />

Asimismo, la población afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te posee una mayor tasa de desempleo (6,5%) <strong>en</strong><br />

comparación con los indíg<strong>en</strong>as (4,2%) y con la población no indíg<strong>en</strong>a ni afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te (5%). Al<br />

cruzar las variables de raza y etnia con la de género, se aprecian mayores tasas de desocupación <strong>en</strong>tre<br />

las mujeres <strong>en</strong> todos los grupos étnicos o raciales, <strong>en</strong> especial <strong>en</strong>tre las mujeres afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> las zonas urbanas (8,8%) (véase <strong>el</strong> gráfico III.8) 26 .<br />

• Gráfico III.7<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de desempleo, según sexo y situación de vulnerabilidad<br />

a la pobreza de los hogares, totales nacionales, 1990-2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes de la población de 15 años y más)<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

20,4 20,7<br />

17,7<br />

16,9 16,9 16,3<br />

16,5<br />

15,7<br />

14,9 14,6<br />

14,0<br />

13,1<br />

13,4<br />

12,4<br />

10,5<br />

11,0<br />

10,2<br />

9,6 10,6<br />

11,2<br />

10,2<br />

8,8 8,2 9,0<br />

8,8 8,5 8,3 8,2<br />

9,3<br />

8,0<br />

8,6<br />

8,0 6,8<br />

7,2<br />

5,9<br />

7,1<br />

7,1<br />

6,7 6,4<br />

5,6<br />

6,0 6,5 11,0<br />

4,9 9,0<br />

4,9<br />

4,0<br />

8,6 9,1<br />

7,5<br />

7,6<br />

7,2<br />

6,8<br />

5,4<br />

6,1<br />

6,4<br />

4,2<br />

4,9<br />

5,6<br />

6,4<br />

5,3<br />

3,2<br />

3,9<br />

4,4<br />

5,1<br />

2,8<br />

3,5<br />

4,1<br />

4,7<br />

3,3<br />

3,9<br />

1990 2002 2007 2010 2013 1990 2002 2007 2010 2013 1990 2002 2007 2010 2013<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Ambos sexos<br />

Sexo<br />

Indig<strong>en</strong>tes o altam<strong>en</strong>te vulnerables a la indig<strong>en</strong>cia (hasta 0,6 líneas de pobreza)<br />

Pobres o altam<strong>en</strong>te vulnerables a la pobreza (de 0,6 a 1,2 líneas de pobreza)<br />

Vulnerables a la pobreza (de 1,2 a 1,8 líneas de pobreza)<br />

No vulnerables (más de 1,8 líneas de pobreza)<br />

Total<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (Gran Bu<strong>en</strong>os Aires), Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de) (capitales de departam<strong>en</strong>to y El Alto), <strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador (zonas urbanas), El Salvador,<br />

Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay (área metropolitana de Asunción), <strong>el</strong> Perú, la República<br />

Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay (zonas urbanas) y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de). El promedio ponderado de 2010 no incluye<br />

a Guatemala. En los datos de 2013 no se incluye a Guatemala, a Honduras ni a Nicaragua.<br />

25<br />

Estos datos no implican causalidad de una variable (vulnerabilidad social) sobre otra (desempleo), simplem<strong>en</strong>te se<br />

observa una estrecha corr<strong>el</strong>ación.<br />

26<br />

Las bajas tasas de desempleo de la población indíg<strong>en</strong>a <strong>en</strong> áreas rurales (2,2%) podrían obedecer a la alta proporción de<br />

trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia, muchos de <strong>el</strong>los dedicados a actividades agrícolas o empleados <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector informal.<br />

Por lo tanto, es importante complem<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> análisis de las tasas de desempleo con una evaluación de los indicadores<br />

r<strong>el</strong>acionados con la calidad d<strong>el</strong> empleo (OIT, 2007).


CEPAL<br />

• Gráfico III.8<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (9 países): tasa de desempleo, según etnicidad, sexo y área geográfica,<br />

alrededor de 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes de la población de 15 años y más)<br />

10<br />

9<br />

8<br />

7<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

6,1<br />

5,4 5,7<br />

7,5<br />

7,2<br />

8,8<br />

3,1<br />

4,0<br />

4,8 4,1 6,0 2,7 1,9 1,9 4,4 3,0 5,2<br />

No indíg<strong>en</strong>a ni<br />

afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

Indíg<strong>en</strong>a<br />

Afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

No indíg<strong>en</strong>a ni<br />

afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

2,2<br />

Indíg<strong>en</strong>a<br />

3,3<br />

3,3<br />

5,8 5,8 5,8<br />

5,0<br />

No indíg<strong>en</strong>a ni<br />

afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

Urbana Rural Total<br />

Afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

4,2<br />

Indíg<strong>en</strong>a<br />

6,5<br />

Afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

8,3<br />

Hombres Mujeres Ambos sexos<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio simple sobre la base de la información de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Chile, <strong>el</strong> Ecuador, México,<br />

Panamá, <strong>el</strong> Perú, <strong>el</strong> Paraguay y <strong>el</strong> Uruguay. Se id<strong>en</strong>tifica a la población afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te solo <strong>en</strong> las <strong>en</strong>cuestas d<strong>el</strong> Brasil,<br />

<strong>el</strong> Ecuador, <strong>el</strong> Perú y <strong>el</strong> Uruguay.<br />

De manera algo contraintuitiva, <strong>el</strong> desempleo se observa <strong>en</strong> mayor medida <strong>en</strong> la población de<br />

países con brechas modestas de bi<strong>en</strong>estar, <strong>en</strong> los cuales además es muy grande la brecha <strong>en</strong>tre la<br />

población indig<strong>en</strong>te, pobre o vulnerable y la no vulnerable. La población de países de brechas extremas<br />

es la que pres<strong>en</strong>ta m<strong>en</strong>ores tasas de desempleo y m<strong>en</strong>ores difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre estratos socioeconómicos<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico III.9). Sin embargo, cabe destacar que <strong>el</strong> tipo de inserción laboral <strong>en</strong> los países de<br />

brechas extremas es mucho más precario e informal que <strong>en</strong> los países de brechas modestas.<br />

En particular, <strong>en</strong> la población de los países con brechas modestas de bi<strong>en</strong>estar, se observan<br />

altísimas tasas de desempleo juv<strong>en</strong>il, que sobrepasan <strong>el</strong> 40% <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los jóv<strong>en</strong>es indig<strong>en</strong>tes<br />

o altam<strong>en</strong>te vulnerables a la indig<strong>en</strong>cia de 18 a 24 años de edad.<br />

La desocupación <strong>en</strong>tre los jóv<strong>en</strong>es es superior a la de los adultos y las personas de 65 años y<br />

más, y significativam<strong>en</strong>te más <strong>el</strong>evada <strong>en</strong>tre la población vulnerable. Las mayores brechas <strong>en</strong> las tasas<br />

de desocupación según condición de pobreza y vulnerabilidad se observan <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo de edad de 18<br />

a 24 años, donde la población indig<strong>en</strong>te, pobre o vulnerable posee una tasa de desocupación d<strong>el</strong> 16,4%<br />

<strong>en</strong> comparación con un 9,3% de la población no vulnerable (véase <strong>el</strong> gráfico III.10).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.9<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de desempleo, según situación de vulnerabilidad a la<br />

pobreza de los hogares y brechas de bi<strong>en</strong>estar de los países, totales nacionales,<br />

alrededor de 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes de la población de 15 años y más)<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

3,2<br />

1,9 2,0 1,7<br />

Guatemala<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

10,2<br />

6,8 7,3 7,5<br />

4,2 3,8<br />

4,2<br />

4,6 4,2 4,9 5,5 3,6<br />

2,2<br />

2,7 2,3 3,3 3,1 2,6<br />

Honduras<br />

Paraguay<br />

Nicaragua<br />

El Salvador<br />

Total<br />

Perú<br />

México<br />

Ecuador<br />

Brechas extremas Brechas moderadas Brechas modestas<br />

Rep. Dominicana<br />

13,4<br />

6,2 6,6 6,9<br />

3,9<br />

2,8<br />

Colombia<br />

Total<br />

Panamá<br />

12,5<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

13,6<br />

Brasil<br />

15,8<br />

Uruguay<br />

17,5<br />

Costa Rica<br />

18,3<br />

Chile<br />

25,0<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

(zonas urbanas)<br />

13,8<br />

3,7 3,7 4,8 4,4 4,5 5,8 4,0<br />

Total<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres o vulnerables a la pobreza (hasta 1,8 líneas de pobreza)<br />

No vulnerables (más de 1,8 líneas de pobreza)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de 18 países: Arg<strong>en</strong>tina (zonas urbanas), Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de), Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua,<br />

Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

• Gráfico III.10<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de desempleo, según grupo de edad, y situación de<br />

vulnerabilidad a la pobreza de los hogares, totales nacionales, alrededor de 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes de la población de 15 años y más)<br />

18<br />

16<br />

14<br />

12<br />

10<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

14,5<br />

7,8<br />

15,5 16,4<br />

13,6<br />

9,3<br />

11,3<br />

5,0<br />

6,6<br />

2,7<br />

5,1<br />

Promedio regional (6,1)<br />

3,0<br />

1,9 1,5<br />

0<br />

Total 15 a 17 años 18 a 24 años 25 a 29 años<br />

15 a 29 años<br />

30 a 45 años 46 a 64 años 65 años y más<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres o vulnerables a la pobreza (hasta 1,8 líneas de pobreza)<br />

No vulnerables (más de 1,8 líneas de pobreza)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (zonas urbanas), Bolivia (Estado Plurinacional de),<br />

<strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong><br />

Paraguay, <strong>el</strong> Perú, la República Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).


CEPAL<br />

iii) Ocupación <strong>en</strong> sectores de baja productividad<br />

Las personas ocupadas <strong>en</strong> sectores de baja productividad <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral se caracterizan por<br />

t<strong>en</strong>er una inserción laboral precaria e inestable, que conlleva un escaso acceso a las prestaciones<br />

de la protección social (como p<strong>en</strong>siones y salud) y bajos ingresos laborales 27 . En períodos de alto<br />

desempleo o de crisis económica, estos trabajadores ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una <strong>el</strong>evada probabilidad de caer <strong>en</strong><br />

situación de pobreza.<br />

La ocupación <strong>en</strong> sectores de baja productividad <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> ha desc<strong>en</strong>dido<br />

aproximadam<strong>en</strong>te 5 puntos porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong>tre 2002 y 2013, tanto <strong>en</strong>tre los hombres como <strong>en</strong>tre<br />

las mujeres, y <strong>en</strong> 2013 alcanzaba a un 49,3% de los trabajadores de ambos sexos (un 54% <strong>en</strong><br />

2002). No obstante, <strong>en</strong> 2013, la inserción de las mujeres <strong>en</strong> esos sectores (53%) seguía si<strong>en</strong>do<br />

superior a la de los hombres (46,6%) (véase <strong>el</strong> gráfico III.11) y especialm<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evada <strong>en</strong>tre los<br />

quintiles de ingreso más pobres (véase <strong>el</strong> gráfico III.12). Esto muestra que, si bi<strong>en</strong> las mujeres<br />

han logrado increm<strong>en</strong>tar sus tasas de participación laboral, se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran insertas <strong>en</strong> mayor<br />

proporción <strong>en</strong> ocupaciones inestables, con acceso dispar a la protección social y con m<strong>en</strong>ores<br />

salarios. A partir de 2014, se observa un gradual aum<strong>en</strong>to de la ocupación <strong>en</strong> sectores de baja<br />

productividad <strong>en</strong>tre los trabajadores de ambos sexos a causa d<strong>el</strong> esc<strong>en</strong>ario económico cada<br />

vez más complejo y <strong>el</strong> deterioro de los mercados laborales (CEPAL, 2015b).<br />

• Gráfico III.11<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): distribución de los ocupados de 15 años y más, según niv<strong>el</strong> de<br />

productividad, sexo y brechas de bi<strong>en</strong>estar de los países, totales nacionales, 1990-2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

A. Sexo<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

46,1 46,0 49,0 49,4 50,7 48,2 49,1 52,7 52,5 53,4<br />

53,9 54,0 51,0 50,6 49,3 51,8 50,9 47,3 47,5 46,6<br />

41,8 41,3 43,8 45,1 47,0<br />

58,2 58,7 56,2 54,9 53,0<br />

0<br />

1990 2002 2007 2010 2013 1990 2002 2007 2010 2013 1990 2002 2007 2010 2013<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Ambos sexos<br />

Sexo<br />

Baja productividad<br />

Media-alta productividad<br />

27<br />

La ocupación <strong>en</strong> sectores de baja productividad considera a los empleadores o asalariados (profesionales y<br />

técnicos o no) que trabajan <strong>en</strong> microempresas (establecimi<strong>en</strong>tos que ocupan hasta cinco personas), los trabajadores<br />

indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes no calificados (trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia y familiares no remunerados sin calificación profesional<br />

o técnica) y los empleados domésticos. Los sectores de media-alta productividad, <strong>en</strong> tanto, agrupan a los asalariados<br />

públicos, empleadores y asalariados privados que se desempeñan <strong>en</strong> establecimi<strong>en</strong>tos con más de cinco trabajadores,<br />

y a los profesionales y técnicos indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Gráfico III.11 (conclusión)<br />

B. Brechas de bi<strong>en</strong>estar<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

57,9<br />

50,7<br />

54,6 55,4 58,1<br />

42,7 40,9 41,8 42,4 41,8 38,5<br />

34,4<br />

38,2 39,3 42,3<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

42,1<br />

49,3<br />

45,4 44,6 41,9<br />

57,3 59,1 58,2 57,6 58,2 61,5<br />

65,6<br />

61,8 60,7 57,7<br />

10<br />

0<br />

1990 2002 2007 2010 2013 1990 2002 2007 2010 2013 1990 2002 2007 2010 2013<br />

Brechas modestas<br />

Brechas moderadas<br />

Brechas extremas<br />

Baja productividad<br />

Media-alta productividad<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (Gran Bu<strong>en</strong>os Aires), Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de) (capitales de departam<strong>en</strong>to y El Alto), <strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador (zonas urbanas), El Salvador,<br />

Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay (área metropolitana de Asunción), <strong>el</strong> Perú, la República<br />

Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay (zonas urbanas) y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de). En los datos de 1990, 2002 y 2007 no se<br />

incluye a Colombia por no contarse con información d<strong>el</strong> tamaño de la empresa. Por la misma razón, no se incluye al Brasil<br />

<strong>en</strong> los datos de 1990. Con respecto a 2010, <strong>el</strong> promedio ponderado no incluye a Guatemala ni a Nicaragua. Para 2013, no<br />

se incluye a Guatemala, a Honduras ni a Nicaragua.<br />

• Gráfico III.12<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): ocupados urbanos <strong>en</strong> sectores de baja productividad,<br />

por quintiles de ingreso, 2002-2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

80<br />

70<br />

68 68 67<br />

A. Ambos sexos<br />

60<br />

40<br />

59<br />

57 56<br />

55<br />

53<br />

51 49 49<br />

47<br />

44 44<br />

42<br />

37<br />

35 34 34<br />

50<br />

48 47 47<br />

20<br />

0<br />

Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V Total<br />

2002 b 2008 c 2010 d 2013 e


CEPAL<br />

Gráfico III.12 (conclusión)<br />

B. Mujeres<br />

80<br />

79 78 77<br />

77<br />

60<br />

40<br />

68<br />

66 66<br />

64<br />

59<br />

57 56 54<br />

50<br />

48 47<br />

45<br />

39<br />

36 35 34<br />

55<br />

53 52<br />

50<br />

20<br />

0<br />

Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V Total<br />

2002 b 2008 c 2010 d 2013 e<br />

C. Hombres<br />

80<br />

60<br />

40<br />

64<br />

61 61 61<br />

53<br />

50 49 48<br />

48<br />

46 44 45<br />

44<br />

42 41 39<br />

35 35 34 33<br />

47<br />

45 44 43<br />

20<br />

0<br />

Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V Total<br />

2002 b 2008 c 2010 d 2013 e<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedios simples. Los promedios regionales por año se construyeron sobre la base de la información de cada país para<br />

ese año con cobertura nacional. Cuando no se contó con dicha información, se utilizó <strong>el</strong> año más próximo o la cobertura<br />

urbana.<br />

b<br />

Los datos de Chile correspond<strong>en</strong> a 2000; los de El Salvador, Nicaragua, <strong>el</strong> Perú y <strong>el</strong> Paraguay, a 2001. La información de<br />

la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay se refiere a zonas urbanas.<br />

c<br />

Los datos de la Arg<strong>en</strong>tina correspond<strong>en</strong> a <strong>2006</strong> y a zonas urbanas, los de Bolivia (Estado Plurinacional de) y Honduras, a<br />

2007; los de Chile y Guatemala, a <strong>2006</strong>; los de El Salvador, a 2009, y los de Nicaragua, a 2005.<br />

d<br />

Los datos de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Chile y Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2009, y los de Guatemala, a<br />

<strong>2006</strong>. La información de la Arg<strong>en</strong>tina se refiere a zonas urbanas.<br />

e<br />

Los datos de Bolivia (Estado Plurinacional de) correspond<strong>en</strong> a 2011; los de Guatemala, a <strong>2006</strong>; los de Honduras, a 2010;<br />

los de México, a 2012, y los de Nicaragua, a 2009. La información de la Arg<strong>en</strong>tina se refiere a zonas urbanas.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

A niv<strong>el</strong> regional exist<strong>en</strong> marcadas difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los países con respecto a la inserción<br />

de los ocupados <strong>en</strong> sectores de baja productividad. En 2013, <strong>en</strong> los países con brechas modestas<br />

de bi<strong>en</strong>estar, la proporción de ocupados <strong>en</strong> sectores de baja productividad alcanzaba <strong>el</strong> 41,9%,<br />

cifra significativam<strong>en</strong>te inferior a la de los países con brechas moderadas (58,2%) y extremas de<br />

bi<strong>en</strong>estar (57,7%) (véase <strong>el</strong> gráfico III.11).<br />

En los quintiles más pobres de la población, la incid<strong>en</strong>cia de las ocupaciones de baja productividad<br />

continúa si<strong>en</strong>do mucho mayor y ha bajado a un ritmo más l<strong>en</strong>to que <strong>en</strong> los sectores de ingresos<br />

más <strong>el</strong>evados, lo que tuvo como efecto un aum<strong>en</strong>to de las brechas <strong>en</strong>tre los quintiles extremos de la<br />

distribución. En particular, <strong>en</strong>tre 2002 y 2013 <strong>el</strong> ritmo anual de reducción de la ocupación <strong>en</strong> sectores<br />

de baja productividad <strong>en</strong> áreas urbanas fue m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> <strong>el</strong> quintil más pobre (0,3%) que <strong>en</strong> los otros<br />

quintiles (<strong>en</strong>tre un 0,6% y un 0,9%). Esto ha producido un leve aum<strong>en</strong>to de la sobrerrepres<strong>en</strong>tación<br />

d<strong>el</strong> empleo de baja productividad <strong>en</strong>tre los más pobres: <strong>en</strong> 2002, la ocupación urbana <strong>en</strong> sectores<br />

de baja productividad <strong>en</strong> <strong>el</strong> quintil I fue 1,89 veces la d<strong>el</strong> quintil V, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> 2013 dicha razón<br />

llegó a 1,97 veces. Entre las mujeres d<strong>el</strong> quintil más pobre, la tasa de ocupación <strong>en</strong> sectores de baja<br />

productividad pasó de 2,01 veces la de las mujeres d<strong>el</strong> quintil más rico <strong>en</strong> 2002 a 2,28 veces <strong>en</strong><br />

2013. En cambio, <strong>en</strong>tre los hombres más pobres no hubo tal aum<strong>en</strong>to: <strong>en</strong> 2002, la ocupación de baja<br />

productividad <strong>en</strong> la población masculina d<strong>el</strong> quintil más pobre fue 1,84 veces la de los hombres d<strong>el</strong><br />

quintil más rico, cifra levem<strong>en</strong>te más alta que la apreciada <strong>en</strong> 2013 (1,83 veces) (véase <strong>el</strong> gráfico III.12). En<br />

cuanto a la situación <strong>en</strong> los países de la región, <strong>el</strong> primer quintil de ingresos de Chile —país de brechas<br />

modestas de bi<strong>en</strong>estar— pres<strong>en</strong>taba <strong>en</strong> 2013 la m<strong>en</strong>or incid<strong>en</strong>cia de ocupación urbana <strong>en</strong> sectores<br />

de baja productividad (38%), mi<strong>en</strong>tras que la mayor incid<strong>en</strong>cia (83%) se verificaba <strong>en</strong> Honduras, país<br />

de brechas extremas.<br />

iv) Categoría ocupacional y rama de actividad<br />

La categoría ocupacional es un indicador de la calidad y estabilidad de los empleos; los<br />

trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia, los familiares no remunerados y los trabajadores domésticos su<strong>el</strong><strong>en</strong><br />

t<strong>en</strong>er ingresos más bajos, condiciones más precarias de trabajo y m<strong>en</strong>or protección social <strong>en</strong><br />

comparación con los asalariados y los empleadores. Como es de esperarse, las personas <strong>en</strong> situación<br />

de indig<strong>en</strong>cia, pobreza o vulnerabilidad se insertan mayorm<strong>en</strong>te como trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia<br />

(31,6%) y familiares no remunerados (7,4%) y <strong>en</strong>tre la población no vulnerable se observa un mayor<br />

porc<strong>en</strong>taje de asalariados (64,4%) y empleadores (6%). Las mujeres se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran ubicadas, <strong>en</strong> gran<br />

medida, <strong>en</strong> trabajos indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes no calificados y <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo doméstico, y la proporción de las<br />

que trabajan como familiares no remuneradas duplica con creces la de los hombres. Los hombres,<br />

a su vez, se ocupan como trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes no calificados y asalariados. Esta situación<br />

aporta claridad sobre la conc<strong>en</strong>tración de las mujeres <strong>en</strong> un ámbito acotado de ocupaciones, lo<br />

que produce una marcada segregación ocupacional por sexo que, a su vez, ti<strong>en</strong>e consecu<strong>en</strong>cias<br />

<strong>en</strong> los ingresos laborales (véase <strong>el</strong> gráfico III.13).


CEPAL<br />

• Gráfico III.13<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): categoría ocupacional de los ocupados de 15 años y más,<br />

según situación de vulnerabilidad a la pobreza de los hogares, sexo, tramo de edad y área<br />

geográfica, alrededor de 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

7,4 2,3 5,0 1,3<br />

11,1<br />

3,5<br />

23,2<br />

24,8 21,1<br />

31,6<br />

4,2<br />

31,0<br />

0,5 32,7 9,1<br />

0,5<br />

5,7<br />

13,8<br />

64,4<br />

66,0<br />

58,9<br />

62,2<br />

51,2<br />

39,1<br />

4,1 6,0 4,6 7,4 3,3 4,1 1,4 2,0 5,0 7,2 10,6 11,4<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

No vulnerables<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

No vulnerables<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

No vulnerables<br />

12,6<br />

19,0<br />

4,6<br />

62,4<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

3,5 4,6 1,6 8,7 4,1 3,8 1,6<br />

12,3<br />

2,5<br />

25,3<br />

20,5<br />

26,9<br />

36,1<br />

4,4<br />

5,0<br />

57,6 7,3<br />

60,8<br />

6,6<br />

79,6<br />

No vulnerables<br />

47,7<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

60,8<br />

No vulnerables<br />

17,9<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

2,0<br />

23,9<br />

No vulnerables<br />

3,0<br />

59,0<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

67,4<br />

15,0<br />

36,4<br />

3,2<br />

7,1<br />

3,5<br />

47,5<br />

3,0 6,0 6,4 7,3<br />

No vulnerables<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

Hombres Mujeres De 15 a 29 años De 30 a 64 años 65 años y más Urbana Rural<br />

Total Sexo Tramo de edad Área geográfica<br />

39,0<br />

34,6<br />

No vulnerables<br />

Empleadores Asalariados Empleados domésticos Trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia Familiares no remunerados<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de 18 países: Arg<strong>en</strong>tina (zonas urbanas), Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de), Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay,<br />

Perú, República Dominicana, Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

Entre los ocupados jóv<strong>en</strong>es (de 15 a 29 años), se estima que un 62,4% de los vulnerables<br />

y un 79,6% de los no vulnerables trabajan como asalariados. Entre las personas de 30 a 64 años,<br />

se constata una m<strong>en</strong>or pero significativa proporción de asalariados <strong>en</strong>tre la población indig<strong>en</strong>te,<br />

pobre o vulnerable (47,7%) y la no vulnerable (60,8%), como también una cuantía ost<strong>en</strong>sible de<br />

trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia. Por otra parte, las personas de 65 años y más están ocupadas<br />

principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> trabajos por cu<strong>en</strong>ta propia: un 60,8% <strong>en</strong>tre la población vulnerable y un 57,6%<br />

<strong>en</strong>tre la no vulnerable. La proporción de empleadores <strong>en</strong>tre las personas de 65 años y más se <strong>el</strong>eva<br />

a un 10,6% <strong>en</strong>tre los vulnerables y a un 11,4% <strong>en</strong>tre los no vulnerables. La estructura ocupacional<br />

refleja asimismo una mayor pres<strong>en</strong>cia de asalariados <strong>en</strong> las zonas urbanas <strong>en</strong> comparación con<br />

las rurales, donde es más <strong>el</strong>evado <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de ocupados por cu<strong>en</strong>ta propia y de familiares no<br />

remunerados (véase <strong>el</strong> gráfico III.13).<br />

Introduci<strong>en</strong>do <strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis la dim<strong>en</strong>sión étnica y racial, según información de nueve países de<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> de los cuales se dispone de datos, se registra una mayor proporción de trabajadores<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia y de familiares no remunerados <strong>en</strong>tre la población indíg<strong>en</strong>a y una mayor proporción<br />

de asalariados y de empleadores <strong>en</strong>tre los no indíg<strong>en</strong>as. Asimismo, <strong>el</strong> caso de Brasil indica que la<br />

población afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te ti<strong>en</strong>e un porc<strong>en</strong>taje más <strong>el</strong>evado de trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia<br />

que <strong>el</strong> resto de la población y que, <strong>en</strong>tre las trabajadoras domésticas asalariadas, <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de<br />

mujeres afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes (18,6%) supera <strong>en</strong> 8 puntos porc<strong>en</strong>tuales a la población fem<strong>en</strong>ina no<br />

afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te (véase <strong>el</strong> gráfico III.14).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.14<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (8 países y <strong>el</strong> Brasil): categoría ocupacional de los ocupados de 15 años y<br />

más, según raza/etnia y sexo, totales nacionales, alrededor de 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes de la población ocupada de 15 años y más)<br />

A. <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (9 países) a<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

15,0<br />

3,6<br />

4,2<br />

36,9<br />

9,6<br />

4,6<br />

39,8<br />

0,6<br />

22,6<br />

3,0<br />

9,6<br />

4,8 2,9<br />

5,2 6,5 0,4<br />

4,1<br />

24,3<br />

24,3<br />

7,4<br />

3,4<br />

9,2<br />

24,4<br />

50<br />

33,6<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

40,2<br />

46,6<br />

31,9<br />

61,6<br />

65,9<br />

55,7<br />

0<br />

Ambos sexos Hombre Mujer Ambos sexos Hombre Mujer<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

No indíg<strong>en</strong>as<br />

Asalariados Trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia Empleados domésticos<br />

Empleadores B. Brasil Familiares b no remunerados<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

2,2 2,4 1,5 2,8 3,7<br />

1,0<br />

1,3<br />

2,0 1,1 3,1<br />

5,5 6,9 3,8<br />

8,1<br />

5,1<br />

0,7<br />

18,6<br />

10,6<br />

29,8<br />

27,1<br />

22,7<br />

26,1<br />

18,5<br />

23,2<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

60,2<br />

64,9<br />

53,2<br />

64,7 65,1 64,1<br />

10<br />

0<br />

Ambos sexos Hombre Mujer Ambos sexos Hombre Mujer<br />

Afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

No afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

Asalariados Trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia Empleados domésticos<br />

Empleadores Familiares no remunerados<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio simple sobre la base de la información de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Chile, <strong>el</strong> Ecuador, México,<br />

Panamá, <strong>el</strong> Perú, <strong>el</strong> Paraguay y <strong>el</strong> Uruguay. La población no indíg<strong>en</strong>a no incluye a la población afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te.<br />

b<br />

La población no afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te no incluye a la población indíg<strong>en</strong>a.<br />

Según la situación de vulnerabilidad de la población ocupada, varía también su distribución<br />

<strong>en</strong> los sectores de la actividad económica. Alrededor de 2013, la inserción de los ocupados<br />

indig<strong>en</strong>tes, pobres o vulnerables <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector primario (agricultura) era mucho más <strong>el</strong>evada que<br />

<strong>en</strong>tre los no vulnerables, mi<strong>en</strong>tras que la inserción <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario (servicios) era m<strong>en</strong>or.<br />

Las difer<strong>en</strong>cias de género y etarias son muy pronunciadas. Entre los indig<strong>en</strong>tes, pobres o<br />

vulnerables, la inserción <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario se estima <strong>en</strong> un 69,8% <strong>en</strong>tre las mujeres y <strong>en</strong> un<br />

41,1% <strong>en</strong>tre los hombres. Por otra parte, los ocupados de 15 a 29 años y de 30 a 64 años se<br />

insertan principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los mayores de 65 años<br />

predomina <strong>el</strong> sector primario. Finalm<strong>en</strong>te, la población indig<strong>en</strong>te, pobre o vulnerable de zonas<br />

rurales se inserta principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector primario (56,5%), mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> las zonas urbanas<br />

se ubica <strong>en</strong> mayor medida <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario (66,9%) (véase <strong>el</strong> gráfico III.15).


CEPAL<br />

• Gráfico III.15<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): sector de actividad de los ocupados de 15 años y más, según<br />

situación de vulnerabilidad a la pobreza de los hogares, sexo, tramo de edad y área<br />

geográfica, alrededor de 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

51,9<br />

22,5<br />

25,6<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

69,1<br />

21,7<br />

9,2<br />

No vulnerables<br />

41,1<br />

28,1<br />

30,8<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

59,2<br />

29,0<br />

No vulnerables<br />

69,8<br />

15,0<br />

11,8 15,3<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

82,4<br />

12,6<br />

5,0<br />

No vulnerables<br />

50,3<br />

24,3<br />

25,4<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

68,5<br />

22,8<br />

8,7<br />

No vulnerables<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

No vulnerables<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

No vulnerables<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

No vulnerables<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres<br />

o vulnerables<br />

a la pobreza<br />

Hombres Mujeres De 15 a 29 años De 30 a 64 años 65 años y más Urbana Rural<br />

Total Sexo Tramo de edad Área geográfica<br />

52,8<br />

22,7<br />

24,6<br />

70,4<br />

20,4<br />

9,3<br />

38,8<br />

15,8<br />

45,4<br />

55,7<br />

16,8<br />

27,5<br />

66,9<br />

77,2<br />

26,7<br />

16,8<br />

56,5<br />

25,7<br />

19,9<br />

7,4 2,9<br />

44,4<br />

19,8<br />

35,8<br />

No vulnerables<br />

Primario Secundario Terciario<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de 18 países: Arg<strong>en</strong>tina (zonas urbanas), Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de), Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua,<br />

Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

b) Brechas <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso a derechos y a la protección social<br />

i) T<strong>en</strong><strong>en</strong>cia de contrato laboral por parte de las personas asalariadas<br />

Un indicador r<strong>el</strong>evante para <strong>el</strong> análisis de las brechas <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral y la calidad<br />

de los empleos es la exist<strong>en</strong>cia de un contrato formal de trabajo, ya que este permite <strong>el</strong> acceso a<br />

derechos y prestaciones sociales, como la cotización <strong>en</strong> sistemas de p<strong>en</strong>siones y de salud, <strong>el</strong> goce<br />

de lic<strong>en</strong>cias maternales y paternales y vacaciones remuneradas, la d<strong>el</strong>imitación de la jornada de<br />

trabajo y <strong>el</strong> pago de horas extras, <strong>en</strong>tre otras.<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, la proporción de asalariados con contrato formal de trabajo aum<strong>en</strong>tó d<strong>el</strong><br />

53,4% <strong>en</strong> 2002 al 57,2% <strong>en</strong> 2013. Esa proporción es superior <strong>en</strong>tre los asalariados no vulnerables<br />

<strong>en</strong> comparación con los asalariados indig<strong>en</strong>tes, pobres o vulnerables (véase <strong>el</strong> gráfico III.16), <strong>en</strong>tre<br />

los hombres <strong>en</strong> comparación con las mujeres, <strong>en</strong>tre los trabajadores adultos <strong>en</strong> comparación con<br />

los jóv<strong>en</strong>es o los de mayor edad, y <strong>en</strong> las zonas urbanas <strong>en</strong> comparación con las zonas rurales<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico III.17).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.16<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (13 países): t<strong>en</strong><strong>en</strong>cia de contrato de los asalariados de 15 años y más, según<br />

situación de vulnerabilidad a la pobreza de los hogares, totales nacionales, 2002-2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

43,6<br />

36,2<br />

55,3<br />

49,4<br />

64,4<br />

66,7<br />

53,4<br />

57,2<br />

30<br />

20<br />

10<br />

24,2<br />

17,4<br />

0<br />

Indig<strong>en</strong>tes o altam<strong>en</strong>te<br />

vulnerables a<br />

la indig<strong>en</strong>cia<br />

(hasta 0,6 líneas<br />

de pobreza)<br />

Pobres o altam<strong>en</strong>te<br />

vulnerables a<br />

la pobreza<br />

(de 0,6 a 1,2 líneas<br />

de pobreza)<br />

Vulnerables a<br />

la pobreza<br />

(de 1,2 a 1,8 líneas<br />

de pobreza)<br />

No vulnerables<br />

(más de 1,8 líneas<br />

de pobreza)<br />

Total<br />

2002 2007 2010 2013<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (Gran Bu<strong>en</strong>os Aires), Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de) (capitales de departam<strong>en</strong>to y El Alto), <strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, <strong>el</strong> Ecuador (zonas urbanas), El Salvador, Guatemala,<br />

México, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay (área metropolitana de Asunción), <strong>el</strong> Perú y la República Dominicana. En los datos de 2002<br />

no se incluye al Paraguay (área metropolitana de Asunción), al Perú ni a la República Dominicana. En los datos de 2010 y<br />

2013, no se incluye a Guatemala.<br />

• Gráfico III.17<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): t<strong>en</strong><strong>en</strong>cia de contrato de los asalariados de 15 años y más,<br />

según situación de vulnerabilidad a la pobreza de los hogares, sexo, tramo de edad y área<br />

geográfica, alrededor de 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

80<br />

70<br />

60<br />

67,0 69,0<br />

64,5 65,9<br />

68,4<br />

70,0<br />

50<br />

40<br />

41,6<br />

44,0<br />

37,5 37,6<br />

44,5<br />

48,1<br />

46,8<br />

47,4<br />

30<br />

20<br />

10<br />

20,1<br />

25,9<br />

0<br />

Hombres Mujeres De 15 a<br />

29 años<br />

De 30 a<br />

64 años<br />

65 años<br />

y más<br />

Urbana<br />

Total Sexo Tramo de edad Área geográfica<br />

Rural<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres o vulnerables a la pobreza (hasta 1,8 líneas de pobreza)<br />

No vulnerables (más de 1,8 líneas de pobreza)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de 18 países: Arg<strong>en</strong>tina (zonas urbanas), Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de), Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua,<br />

Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).


CEPAL<br />

ii) Afiliación a la seguridad social: p<strong>en</strong>siones y salud<br />

Entre 2002 y 2013, la cobertura de los sistemas de p<strong>en</strong>siones y de salud ha registrado un<br />

significativo aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong>tre la población ocupada de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Con respecto a las p<strong>en</strong>siones,<br />

los increm<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> <strong>el</strong> período van desde 5,3 puntos porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> primer decil hasta 14,2<br />

puntos porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuarto decil. Aunque se aprecian mejoras, <strong>en</strong> 2013, persistían importantes<br />

brechas de cobertura: mi<strong>en</strong>tras la afiliación a los sistemas previsionales alcanzaba al 76,8% de los<br />

ocupados d<strong>el</strong> décimo decil de ingresos, no superaba <strong>el</strong> 30% <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio de los tres primeros deciles<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico III.18). Además, la afiliación a los sistemas de p<strong>en</strong>siones se muestra heterogénea<br />

<strong>en</strong>tre los países de la región, ya que los trabajadores de países con brechas modestas de bi<strong>en</strong>estar<br />

pres<strong>en</strong>tan niv<strong>el</strong>es de afiliación superiores a los de brechas moderadas o extremas.<br />

• Gráfico III.18<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (12 países): afiliación a sistemas de p<strong>en</strong>siones de los ocupados de 15 años y<br />

más, según deciles de ingreso, totales nacionales 2002-2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

90<br />

80<br />

76,8<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

9,8<br />

22,0<br />

15,1<br />

33,2<br />

30,0<br />

42,8<br />

35,3<br />

49,4<br />

40,9<br />

54,0<br />

44,0<br />

57,5 60,1<br />

54,1<br />

48,2<br />

66,7 70,6<br />

65,1<br />

59,0<br />

42,3<br />

53,9<br />

0<br />

Decil I Decil II Decil III Decil IV Decil V Decil VI Decil VII Decil VIII Decil IX Decil X Total<br />

2002 2007 2010 2013<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de Bolivia (Estado Plurinacional de) (capitales de departam<strong>en</strong>to y<br />

El Alto), <strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador (zonas urbanas), El Salvador, Honduras, Nicaragua, <strong>el</strong> Paraguay<br />

(área metropolitana de Asunción), <strong>el</strong> Perú y <strong>el</strong> Uruguay (zonas urbanas). En 2002 no se consideran los datos de Colombia,<br />

Costa Rica y Honduras. En los datos de 2007, no se incluye a Colombia ni a Costa Rica. En 2010, no se incluye a Nicaragua.<br />

En los datos de 2013, no se incluye a Honduras ni a Nicaragua.<br />

Las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la afiliación a los sistemas de p<strong>en</strong>siones son significativas al considerar<br />

<strong>el</strong> área de resid<strong>en</strong>cia, ya que alrededor de 2013 la afiliación de los ocupados urbanos era de un<br />

58,9%, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong>tre los ocupados rurales era de un 22,5%. Por otra parte, la afiliación no<br />

difiere significativam<strong>en</strong>te por sexo, evid<strong>en</strong>ciando niv<strong>el</strong>es cercanos al 50% tanto para las mujeres<br />

como para los hombres ocupados (véase <strong>el</strong> gráfico III.19). Sin embargo, para tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> análisis de la afiliación a los sistemas de p<strong>en</strong>siones la alta proporción de mujeres que trabajan<br />

sin remuneración <strong>en</strong> los hogares, se puede considerar <strong>el</strong> total de la población <strong>en</strong> edad de trabajar<br />

(y no solo a los ocupados), <strong>en</strong> la cual la brecha de género es significativa: solo <strong>el</strong> 27,3% de las<br />

mujeres de 15 años y más están afiliadas a un sistema de p<strong>en</strong>siones, <strong>en</strong> comparación con <strong>el</strong><br />

39,5% de los hombres.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.19<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (12 países): afiliación a sistemas de p<strong>en</strong>siones de los ocupados de 15 años y<br />

más, según sexo y área geográfica, alrededor 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

70<br />

60<br />

58,9<br />

50<br />

51,5 51,8 51,3<br />

40<br />

30<br />

20<br />

22,5<br />

10<br />

0<br />

Hombres Mujeres Urbana Rural<br />

Total Sexo Área geográfica<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, Costa<br />

Rica, <strong>el</strong> Ecuador, El Salvador, Honduras, Nicaragua, <strong>el</strong> Paraguay, <strong>el</strong> Perú y <strong>el</strong> Uruguay.<br />

En r<strong>el</strong>ación con la pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia racial y étnica, la población ocupada no indíg<strong>en</strong>a y no<br />

afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te muestra una mayor afiliación a los sistemas de p<strong>en</strong>siones, tanto <strong>en</strong>tre los hombres<br />

como <strong>en</strong>tre las mujeres. En <strong>el</strong> caso de los afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil y <strong>en</strong> los otros seis países<br />

considerados <strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis, la afiliación es superior a la pres<strong>en</strong>tada por la población indíg<strong>en</strong>a. A modo<br />

de ejemplo, <strong>en</strong> 2013 un 70% de la población no indíg<strong>en</strong>a ni afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> Brasil se <strong>en</strong>contraba<br />

afiliada a sistemas de p<strong>en</strong>siones; la cifra alcanzaba un 55% <strong>en</strong>tre la población afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

y un 43% <strong>en</strong>tre la población indíg<strong>en</strong>a, sin mayores difer<strong>en</strong>cias según sexo (véase <strong>el</strong> gráfico III.20).<br />

• Gráfico III.20<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (6 países y <strong>el</strong> Brasil): afiliación a sistema de p<strong>en</strong>siones de los ocupados de 15<br />

años y más, según raza/etnia y sexo, alrededor de 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

80<br />

70<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

47<br />

46<br />

44<br />

34<br />

31<br />

28<br />

41<br />

36<br />

40<br />

69<br />

71<br />

42<br />

43<br />

44<br />

55<br />

55<br />

56<br />

0<br />

No indíg<strong>en</strong>as ni<br />

afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

Indíg<strong>en</strong>as Afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes No indíg<strong>en</strong>as ni<br />

afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

Promedio simple (6 países)<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

Brasil<br />

Afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

Hombres Mujeres Ambos sexos<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio simple sobre la base de la información de Bolivia (Estado Plurinacional de), Chile, <strong>el</strong> Ecuador, <strong>el</strong> Perú, <strong>el</strong> Paraguay<br />

y <strong>el</strong> Uruguay. Se id<strong>en</strong>tifica a la población afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te solo <strong>en</strong> las <strong>en</strong>cuestas de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong><br />

Brasil, <strong>el</strong> Ecuador, <strong>el</strong> Perú y <strong>el</strong> Uruguay.


CEPAL<br />

La cobertura de los sistemas de salud también ha aum<strong>en</strong>tado considerablem<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre 2002<br />

y 2013, año <strong>en</strong> que la afiliación llegó aproximadam<strong>en</strong>te a dos tercios de la población ocupada. A<br />

inicios de la década, ese indicador no superaba <strong>el</strong> 50% <strong>en</strong> los primeros siete deciles de la distribución<br />

d<strong>el</strong> ingreso. En cambio, alrededor de 2013 se estima una afiliación a la salud de <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> 64,6% <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> primer decil y <strong>el</strong> 85,5% <strong>en</strong> <strong>el</strong> décimo decil (véase <strong>el</strong> gráfico III.21). Nuevam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> análisis por<br />

brechas de bi<strong>en</strong>estar da cu<strong>en</strong>ta de una situación dispar <strong>en</strong>tre los países, <strong>en</strong> particular <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación<br />

con la cobertura de los más pobres. En los países de brechas modestas, la afiliación a sistemas de<br />

salud d<strong>el</strong> primer decil es d<strong>el</strong> 68,3%; <strong>en</strong> los de brechas moderadas, la cifra alcanza <strong>el</strong> 74,5 %, pero<br />

<strong>en</strong> los de brechas extremas, <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de afiliados no supera <strong>el</strong> 10%.<br />

• Gráfico III.21<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (13 países): afiliación a sistemas de salud de los ocupados de 15 años y más,<br />

según deciles de ingreso, totales nacionales, 2002-2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

21,0<br />

64,6<br />

27,0<br />

68,0 68,9 70,4 70,9 72,3 74,0<br />

47,1<br />

52,0<br />

37,4 40,5<br />

43,0<br />

33,5<br />

76,5 80,3<br />

57,9<br />

62,6<br />

85,5<br />

43,1<br />

73,5<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Decil I Decil II Decil III Decil IV Decil V Decil VI Decil VII Decil VIII Decil IX Decil X Total<br />

2002 2007 2010 2013<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (Gran Bu<strong>en</strong>os Aires), Bolivia ((Estado Plurinacional<br />

de) (capitales de departam<strong>en</strong>to y El Alto), Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador (zonas urbanas), El Salvador, Honduras,<br />

Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay (área metropolitana de Asunción), <strong>el</strong> Perú y <strong>el</strong> Uruguay (zonas urbanas). No se incluy<strong>en</strong><br />

los sigui<strong>en</strong>tes países <strong>en</strong> los años m<strong>en</strong>cionados: Colombia y Honduras <strong>en</strong> 2002, Colombia <strong>en</strong> 2007, Nicaragua <strong>en</strong> 2010 y<br />

Honduras y Nicaragua <strong>en</strong> 2013.<br />

La afiliación a la salud <strong>en</strong>tre los ocupados es más <strong>el</strong>evada para las mujeres que para los<br />

hombres. La brecha de afiliación <strong>en</strong>tre zonas geográficas urbanas y rurales se estima <strong>en</strong> 17,7 puntos<br />

porc<strong>en</strong>tuales, si<strong>en</strong>do inferior a la observada <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los sistemas de p<strong>en</strong>siones (véase <strong>el</strong><br />

gráfico III.22).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.22<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (13 países): afiliación a sistemas de salud <strong>en</strong>tre los ocupados de 15 años y<br />

más, según sexo y área geográfica, total nacional, 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

80<br />

70<br />

66,6<br />

64,5<br />

69,6 70,5<br />

60<br />

50<br />

52,8<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Hombres Mujeres Urbana Rural<br />

Total Sexo Área geográfica<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (zonas urbanas), Bolivia (Estado Plurinacional de),<br />

Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay, <strong>el</strong> Perú y <strong>el</strong> Uruguay.<br />

c) Brechas de ingresos y pobreza<br />

i) Ingresos laborales<br />

El análisis de los ingresos laborales —que incluy<strong>en</strong> salarios e ingresos por trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te—<br />

da cu<strong>en</strong>ta tanto de la calidad d<strong>el</strong> empleo como de los niv<strong>el</strong>es de segregación ocupacional. Después de<br />

un estancami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> los años nov<strong>en</strong>ta, <strong>en</strong>tre 2002 y 2013 se ha observado <strong>en</strong> la región un increm<strong>en</strong>to<br />

<strong>en</strong> términos reales de los ingresos laborales, de un promedio de 4,1 a 4,9 veces la línea de pobreza.<br />

Al considerar <strong>el</strong> sexo de los trabajadores, se verifica que esta variación ha sido dispar. Si bi<strong>en</strong> los<br />

ingresos laborales medios de las mujeres (4,1 veces la línea de pobreza alrededor de 2013) sigu<strong>en</strong><br />

si<strong>en</strong>do significativam<strong>en</strong>te m<strong>en</strong>ores que los de los hombres (5,6 veces) 28 , la brecha mostró una leve<br />

disminución a lo largo d<strong>el</strong> período (véase <strong>el</strong> gráfico III.23). Esto puede deberse al aum<strong>en</strong>to de la<br />

participación laboral de las mujeres, al increm<strong>en</strong>to de los salarios mínimos 29 y a la implem<strong>en</strong>tación<br />

de políticas de formalización d<strong>el</strong> empleo doméstico 30 (CEPAL/OIT, 2014b; Amarante y Arim, 2015).<br />

28<br />

Aquí se toman <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta los ingresos laborales m<strong>en</strong>suales. Parte de las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los ingresos laborales de<br />

hombres y mujeres pued<strong>en</strong> obedecer a que los hombres trabajan una mayor cantidad de horas de manera remunerada.<br />

En efecto, <strong>en</strong> 2012 los hombres trabajaban casi ocho horas más, como promedio semanal, <strong>en</strong> tareas remuneradas. Si<br />

se incorpora este factor, se sigue observando una difer<strong>en</strong>cia de los ingresos medios por género <strong>en</strong> la mayoría de los<br />

países, aunque las distancias se at<strong>en</strong>úan. En algunos casos, como la Arg<strong>en</strong>tina, Costa Rica, El Salvador, Honduras y<br />

Nicaragua, las difer<strong>en</strong>cias salariales ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a desaparecer al controlar las horas de trabajo (CEPAL, 2014b).<br />

29<br />

Considerando la mayor proporción de mujeres <strong>en</strong> grupos con bajos ingresos laborales (OIT, 2010), <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong><br />

salario mínimo registrado reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> algunos países de la región ha traído consecu<strong>en</strong>cias positivas para <strong>el</strong><br />

promedio de los ingresos laborales fem<strong>en</strong>inos. Maurizio (2014) da cu<strong>en</strong>ta de impactos igualadores d<strong>el</strong> salario mínimo<br />

<strong>en</strong> algunos países de la región (Arg<strong>en</strong>tina, Brasil y Uruguay).<br />

30<br />

La formalización d<strong>el</strong> trabajo doméstico favoreció <strong>en</strong> particular a las mujeres. Sin embargo, los procesos g<strong>en</strong>erales de<br />

formalización tuvieron impactos desiguales <strong>en</strong> las brechas de ingresos <strong>en</strong>tre hombres y mujeres según los países.<br />

Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil, <strong>el</strong> Ecuador, Panamá y <strong>el</strong> Paraguay las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias de formalización tuvieron un efecto<br />

favorable <strong>en</strong> la reducción de difer<strong>en</strong>cias de ingresos laborales <strong>en</strong>tre hombres y mujeres, <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de), Colombia, México y <strong>el</strong> Perú, los procesos de formalización contribuyeron a ampliar las brechas de ingresos. Por<br />

ejemplo, <strong>en</strong> Colombia esto ocurrió porque la formalización <strong>en</strong>tre los hombres fue superior que <strong>en</strong>tre las mujeres (CEPAL/<br />

OIT, 2014b).


CEPAL<br />

• Gráfico III.23<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): ingresos laborales de los ocupados de 15 años y más, según<br />

sexo, total nacional, 1990-2013 a<br />

(En múltiplos de la línea de pobreza)<br />

6,0<br />

5,5<br />

5,6<br />

5,0<br />

4,5<br />

4,0<br />

3,5<br />

3,0<br />

4,6 4,7<br />

4,0<br />

4,1<br />

3,1<br />

2,9<br />

4,9<br />

4,3<br />

3,3<br />

5,0<br />

4,4<br />

3,6<br />

4,9<br />

4,1<br />

2,5<br />

2,0<br />

1990 2002 2007 2010 2013<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Total<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (Gran Bu<strong>en</strong>os Aires), Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de) (capitales de departam<strong>en</strong>to y El Alto), <strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador (zonas urbanas), El Salvador,<br />

Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay (área metropolitana de Asunción), <strong>el</strong> Perú, la República<br />

Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay (zonas urbanas) y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

Los ingresos laborales también reflejan disparidades pres<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo d<strong>el</strong> trabajo según<br />

otras dim<strong>en</strong>siones, que incluy<strong>en</strong> <strong>el</strong> área geográfica de resid<strong>en</strong>cia y la raza o etnia de los ocupados.<br />

Los ingresos laborales medios son más <strong>el</strong>evados <strong>en</strong> las zonas urbanas (470 dólares m<strong>en</strong>suales <strong>en</strong><br />

2013) que <strong>en</strong> las rurales (192 dólares), y exist<strong>en</strong> marcadas difer<strong>en</strong>cias por raza y etnia. A su vez, <strong>el</strong><br />

cruce de la dim<strong>en</strong>sión étnica y racial con la dim<strong>en</strong>sión de género conforma un patrón de desigualdad<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> que las mujeres indíg<strong>en</strong>as se sitúan <strong>en</strong> la posición inferior de la escala de ingresos <strong>en</strong> todos<br />

los niv<strong>el</strong>es de educación. Entre las personas de mayor niv<strong>el</strong> educacional (ocho años y más de<br />

instrucción), <strong>el</strong> extremo superior de la escala de ingresos es ocupado por los hombres no indíg<strong>en</strong>as<br />

ni afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, seguidos por los hombres afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, las mujeres no indíg<strong>en</strong>as ni<br />

afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, las mujeres afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, los hombres indíg<strong>en</strong>as y, finalm<strong>en</strong>te, las mujeres<br />

indíg<strong>en</strong>as (véase <strong>el</strong> gráfico III.24).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.24<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (9 países): ingresos laborales, según sexo, raza/etnia y años de escolaridad,<br />

totales nacionales, alrededor de 2013 a<br />

(En múltiplos de líneas de pobreza)<br />

7<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

Hombre no indíg<strong>en</strong>a<br />

ni afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

Hombre afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

Mujer no indíg<strong>en</strong>a<br />

ni afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

Mujer afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

Hombre indíg<strong>en</strong>a<br />

Mujer indíg<strong>en</strong>a<br />

1<br />

0<br />

0 a 3 años 4 a 7 años 8 años y más<br />

Años de instrucción<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Población indíg<strong>en</strong>a y población no indíg<strong>en</strong>a ni afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te: Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil, Chile, Ecuador,<br />

México, Panamá, Perú, Paraguay y Uruguay. Población afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te: Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil, Ecuador,<br />

Perú y Uruguay.<br />

La t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a la ocupación de las mujeres <strong>en</strong> empleos de m<strong>en</strong>or calidad se corrobora al<br />

comparar los ingresos laborales que percib<strong>en</strong> con los recibidos por los hombres que pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong><br />

al mismo quintil de ingreso per cápita de los hogares. Como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico III.25, <strong>en</strong> 2013<br />

las mujeres <strong>en</strong> todos los quintiles de ingreso obt<strong>en</strong>ían, <strong>en</strong> promedio, ingresos laborales más bajos<br />

que los hombres.<br />

• Gráfico III.25<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): ingresos laborales de las mujeres, según quintiles de ingreso y<br />

área geográfica, 1997-2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes de los ingresos laborales de los hombres)<br />

100<br />

A. Totales nacionales<br />

80<br />

60<br />

69 70<br />

67 66 65<br />

65 67 67 66 67<br />

65 63<br />

70<br />

73 74 73<br />

68<br />

70<br />

64<br />

60<br />

77 78<br />

74<br />

72<br />

40<br />

20<br />

0<br />

Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V Total<br />

1997 b 2005 c 2010 d 2013 e


CEPAL<br />

Gráfico III.25 (conclusión)<br />

B. Zonas urbanas<br />

80<br />

60<br />

66<br />

68<br />

65 65 65 64 65<br />

66<br />

76<br />

74<br />

71 72<br />

70<br />

67 68<br />

67<br />

72<br />

69<br />

62<br />

59<br />

73 74<br />

67<br />

69<br />

40<br />

20<br />

0<br />

Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V Total<br />

1997 b 2005 c 2010 d 2013 e<br />

C. Zonas rurales<br />

80<br />

60<br />

66<br />

62<br />

64 64<br />

66<br />

63 63<br />

57 60 61 59 59<br />

66 67 67 67 67 68<br />

64<br />

60<br />

72 73 72<br />

67<br />

40<br />

20<br />

0<br />

Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V Total<br />

1997 b 2005 c 2010 d 2013 e<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Ingreso laboral = salarios + ingresos por trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te (cu<strong>en</strong>ta propia). Los promedios simples regionales por año<br />

se construyeron sobre la base de la información de cada país para ese año con cobertura nacional. Cuando no se contó<br />

con dicha información, se utilizó <strong>el</strong> año más próximo o la cobertura urbana.<br />

b<br />

Los datos d<strong>el</strong> Brasil, Chile, México y <strong>el</strong> Paraguay correspond<strong>en</strong> a 1996; los de Guatemala, a 1989, y los de Nicaragua, a<br />

1998. La información de la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Ecuador, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay y <strong>el</strong> Uruguay se refiere a zonas urbanas.<br />

c<br />

Los datos de Bolivia (Estado Plurinacional de), El Salvador y México correspond<strong>en</strong> a 2004; los de Chile, a 2003; los de<br />

Guatemala, a 2002, y los de Honduras y <strong>el</strong> Perú, a 2003. La información de la Arg<strong>en</strong>tina y <strong>el</strong> Uruguay se refiere a zonas urbanas.<br />

d<br />

Los datos de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Chile y Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2009, y los de Guatemala, a<br />

<strong>2006</strong>. La información de la Arg<strong>en</strong>tina se refiere a zonas urbanas,<br />

e<br />

Los datos de Bolivia (Estado Plurinacional de) correspond<strong>en</strong> a 2011; los de Guatemala, a <strong>2006</strong>; los de Honduras a 2010;<br />

los de México, a 2012, y los de Nicaragua, a 2009. La información de la Arg<strong>en</strong>tina se refiere a zonas urbanas.<br />

Entre 1997 y 2013, la disparidad por sexo de los ingresos laborales se redujo <strong>en</strong> todos los<br />

quintiles de ingresos, excepto <strong>en</strong> <strong>el</strong> quintil más pobre, donde aum<strong>en</strong>tó, posiblem<strong>en</strong>te porque muchos<br />

de los trabajadores y, especialm<strong>en</strong>te, las trabajadoras son informales y no recib<strong>en</strong> <strong>el</strong> salario mínimo.<br />

En este último grupo, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> 1997 <strong>el</strong> ingreso laboral de las mujeres repres<strong>en</strong>tó <strong>el</strong> 67% d<strong>el</strong><br />

percibido por los hombres, <strong>en</strong> 2013 dicha r<strong>el</strong>ación bajó al 65%. Las reducciones más r<strong>el</strong>evantes<br />

de las brechas <strong>en</strong>tre los ingresos laborales por sexo se evid<strong>en</strong>ciaron <strong>en</strong> los quintiles IV y V de las<br />

zonas urbanas y <strong>en</strong> <strong>el</strong> quintil más rico de las zonas rurales. La peor situación se verificó <strong>en</strong> <strong>el</strong> quintil


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

más pobre de las zonas rurales, donde las mujeres t<strong>en</strong>ían un ingreso laboral equival<strong>en</strong>te al 64% d<strong>el</strong><br />

percibido por los hombres <strong>en</strong> 2013 (véase <strong>el</strong> gráfico III.25) 31 .<br />

Las desigualdades de ingresos se repit<strong>en</strong> a lo largo d<strong>el</strong> ciclo de vida: si bi<strong>en</strong> los ocupados<br />

indig<strong>en</strong>tes, pobres o vulnerables de 30 a 64 años ti<strong>en</strong><strong>en</strong> mayores ingresos que los jóv<strong>en</strong>es, sus<br />

ingresos laborales medios son bajísimos respecto de los correspondi<strong>en</strong>tes a los no vulnerables.<br />

Alrededor de 2013, los adultos indig<strong>en</strong>tes, pobres o vulnerables recibieron por su trabajo <strong>en</strong> promedio<br />

184 dólares, monto equival<strong>en</strong>te a m<strong>en</strong>os de un tercio d<strong>el</strong> recibido por sus pares no vulnerables (579<br />

dólares) pero superior al percibido por los jóv<strong>en</strong>es (159 dólares) y las personas de 65 años y más (86<br />

dólares). La desigualdad territorial pres<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> también se refleja <strong>en</strong> los montos de<br />

los ingresos laborales, que difier<strong>en</strong> según sean de zonas rurales o urbanas (véase <strong>el</strong> gráfico III.26).<br />

• Gráfico III.26<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): ingresos laborales de los ocupados de 15 años y más, según<br />

situación de vulnerabilidad a la pobreza de los hogares, tramo de edad y área geográfica,<br />

alrededor de 2013 a<br />

(En dólares de 2005)<br />

700<br />

600<br />

500<br />

579<br />

487<br />

576<br />

529<br />

400<br />

389<br />

300<br />

200<br />

100<br />

154<br />

183<br />

86<br />

204<br />

105<br />

0<br />

De 15 a 29 años De 30 a 64 años 65 años y más Urbana Rural<br />

Tramo de edad<br />

Área geográfica<br />

Indig<strong>en</strong>tes, pobres o vulnerables a la pobreza (hasta 1,8 líneas de pobreza)<br />

No vulnerables (más de 1,8 líneas de pobreza)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de 18 países: Arg<strong>en</strong>tina (zonas urbanas), Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de), Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay,<br />

Perú, República Dominicana, Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

ii) Población sin ingresos propios<br />

El indicador de población sin ingresos propios puede utilizarse como aproximación a la<br />

falta de autonomía económica y —junto con la aus<strong>en</strong>cia de protección social— como medida de<br />

vulnerabilidad o de desprotección ante riesgos, puesto que las personas <strong>en</strong> esa condición están<br />

más expuestas a los choques económicos. En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, la incid<strong>en</strong>cia de la población sin<br />

ingresos propios es significativam<strong>en</strong>te superior <strong>en</strong>tre las mujeres, y <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>las se destacan las que<br />

pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a los quintiles más pobres. En 2013, las incid<strong>en</strong>cias más bajas se evid<strong>en</strong>cian <strong>en</strong>tre los<br />

hombres de los quintiles socioeconómicam<strong>en</strong>te más av<strong>en</strong>tajados (un 5% <strong>en</strong> <strong>el</strong> quintil V y un 8% <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> quintil IV) (véase <strong>el</strong> gráfico III.27).<br />

31<br />

Con r<strong>el</strong>ación a la disparidad de los ingresos laborales por sexo <strong>en</strong> <strong>el</strong> quintil más pobre, <strong>en</strong> <strong>el</strong> último año con datos,<br />

<strong>el</strong> único país que evid<strong>en</strong>ciaba una situación favorable a las mujeres —si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> un contexto de muy bajos salarios—<br />

era Honduras (índice de paridad d<strong>el</strong> 115% <strong>en</strong> 2010). A continuación se situaban El Salvador (94%) y Chile (84%). Las<br />

situaciones m<strong>en</strong>os favorables para las mujeres t<strong>en</strong>ían lugar <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay, <strong>el</strong> Perú, México y la Arg<strong>en</strong>tina, donde los<br />

valores rondaban <strong>el</strong> 70%.


CEPAL<br />

• Gráfico III.27<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (17 países): población sin ingresos propios, por quintiles de ingreso, sexo y<br />

área geográfica, 1997-2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes de la población de 15 años y más) b<br />

A. Totales nacionales<br />

80<br />

70<br />

70,3<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

15,8<br />

11,3<br />

29,9<br />

24,6<br />

19,2<br />

13,8 14,7<br />

10,5 11,2 7,6 9,3<br />

5,3<br />

Total Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V Total Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

48,9<br />

30,8<br />

45,7<br />

59,3<br />

39,1<br />

49,2<br />

31,8<br />

41,0<br />

24,7<br />

33,6<br />

18,1<br />

1997 c B. Zonas 2005 d urbanas 2010 e 2013 f<br />

80<br />

70<br />

64,8<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

29,4<br />

29,1<br />

45,0<br />

28,3<br />

42,9<br />

53,2<br />

36,3<br />

43,9<br />

28,1<br />

38,6<br />

31,3<br />

20<br />

10<br />

14,7<br />

12,7<br />

17,3<br />

16,3<br />

12,9<br />

11,0 10,5 7,6 8,6<br />

6,0<br />

21,1 17,7<br />

0<br />

80<br />

Total Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V Total Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

1997 c C. Zonas 2005 d rurales 2010 e 2013 f<br />

77,8<br />

70<br />

60<br />

61,6<br />

69,4<br />

65,7<br />

57,0<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

18,5<br />

14,1<br />

30,5<br />

30,7<br />

21,9<br />

18,4<br />

16,4<br />

13,1<br />

15,3<br />

10,6<br />

11,9<br />

6,0<br />

Total Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V Total Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

33,0<br />

40,7 38,6<br />

35,6<br />

30,3<br />

45,2<br />

23,0<br />

1997 c 2005 d 2010 e 2013 f<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedios regionales ponderados. Los promedios regionales por año se construyeron sobre la base de la información<br />

de cada país para ese año con cobertura nacional. Cuando no se tuvo dicha información, se utilizó <strong>el</strong> año más próximo o<br />

la cobertura urbana.<br />

b<br />

Población de 15 años y más que no percibe ingresos monetarios individuales ni estudia (según su condición de actividad) <strong>en</strong><br />

r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> total de la población de 15 años y más que no estudia. El ingreso de los individuos se obti<strong>en</strong>e de la sumatoria<br />

de las sigui<strong>en</strong>tes fu<strong>en</strong>tes de ingresos: su<strong>el</strong>dos, salarios y ganancias de los trabajadores indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong><br />

mercado de trabajo; jubilaciones y p<strong>en</strong>siones; transfer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre hogares y prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> exterior; comp<strong>en</strong>saciones<br />

sociales otorgadas por <strong>el</strong> Gobierno; inversiones a plazo fijo y r<strong>en</strong>ta de la propiedad, y otras percepciones de ingresos.<br />

c<br />

Los datos d<strong>el</strong> Brasil, Chile, México y Paraguay correspond<strong>en</strong> a 1996; los de Guatemala, a 1989, y los de Nicaragua, a 1998.<br />

La información de la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Ecuador, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay y <strong>el</strong> Uruguay se refiere a zonas urbanas.<br />

d<br />

Los datos de Bolivia (Estado Plurinacional de), El Salvador y México correspond<strong>en</strong> a 2004; los de Chile, Honduras y <strong>el</strong><br />

Perú, a 2003, y los de Guatemala, a 2002. La información de la Arg<strong>en</strong>tina y <strong>el</strong> Uruguay se refiere a zonas urbanas.<br />

e<br />

Los datos de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Chile y Nicaragua correspond<strong>en</strong> a 2009, y los de Guatemala, a<br />

<strong>2006</strong>. La información de la Arg<strong>en</strong>tina se refiere a zonas urbanas.<br />

f<br />

Los datos de Bolivia (Estado Plurinacional de) correspond<strong>en</strong> a 2011; los de Guatemala, a <strong>2006</strong>; los de Honduras, a 2010;<br />

los de México, a 2012, y los de Nicaragua, a 2009. La información de la Arg<strong>en</strong>tina se refiere a zonas urbanas.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Entre 1997 y 2013 la proporción de mujeres sin ingresos propios se redujo significativam<strong>en</strong>te:<br />

d<strong>el</strong> 48,9% al 30,8%. Sin embargo, eso significa que, <strong>en</strong> 2013, algo m<strong>en</strong>os de una de cada tres<br />

mujeres latinoamericanas se <strong>en</strong>contraba <strong>en</strong> esa situación (véase <strong>el</strong> gráfico III.27). Esa reducción fue<br />

más ac<strong>en</strong>tuada <strong>en</strong> los quintiles más pobres: <strong>en</strong> los dos primeros quintiles, la población fem<strong>en</strong>ina<br />

sin ingresos propios disminuyó 24,6 y 20,2 puntos porc<strong>en</strong>tuales, respectivam<strong>en</strong>te. Esto se debe<br />

sobre todo a su mayor incorporación al mercado laboral y también a que las mujeres su<strong>el</strong><strong>en</strong> ser las<br />

receptoras de las transfer<strong>en</strong>cias monetarias dirigidas a la superación de la pobreza (CEPAL, 2015a).<br />

Sin embargo, al final d<strong>el</strong> período aún se verificaba una brecha muy ac<strong>en</strong>tuada <strong>en</strong>tre la proporción<br />

de mujeres sin ingresos propios d<strong>el</strong> primer (45,7%) y <strong>el</strong> décimo (18,1%) quintil.<br />

La incid<strong>en</strong>cia de la población sin ingresos propios a lo largo d<strong>el</strong> período analizado ha<br />

sido casi siempre mayor <strong>en</strong>tre las mujeres rurales que <strong>en</strong>tre las urbanas, pero estas difer<strong>en</strong>cias<br />

se redujeron <strong>en</strong> los últimos años. En 1997, <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de mujeres sin ingresos propios fue 1,37<br />

veces más alto <strong>en</strong> las zonas rurales que <strong>en</strong> las urbanas. En 2013, esta razón bajó a 1,17 veces.<br />

Una bu<strong>en</strong>a parte de este cambio se debe a lo sucedido con las mujeres más pobres: <strong>en</strong> 1997, <strong>el</strong><br />

porc<strong>en</strong>taje de mujeres rurales d<strong>el</strong> quintil I sin ingresos propios fue equival<strong>en</strong>te a 1,20 veces <strong>el</strong> valor<br />

observado <strong>en</strong>tre las mujeres urbanas d<strong>el</strong> mismo quintil. Esta razón <strong>en</strong> 2013 fue de 0,95 veces, es<br />

decir que la incid<strong>en</strong>cia de las mujeres d<strong>el</strong> quintil I sin ingresos propios fue más alta <strong>en</strong> las zonas<br />

urbanas que <strong>en</strong> las zonas rurales.<br />

En cuanto a la situación <strong>en</strong> los países, <strong>en</strong> <strong>el</strong> último año con datos disponibles, las m<strong>en</strong>ores<br />

incid<strong>en</strong>cias de mujeres sin ingresos propios <strong>en</strong> <strong>el</strong> quintil más pobre se observaban <strong>en</strong> dos países<br />

de brechas modestas de bi<strong>en</strong>estar —<strong>el</strong> Uruguay (21% <strong>en</strong> 2013) y Chile (31% <strong>en</strong> 2013)— y uno de<br />

brechas moderadas —México (36% <strong>en</strong> 2012)—, mi<strong>en</strong>tras que las incid<strong>en</strong>cias más altas se apreciaban<br />

<strong>en</strong> países de brechas extremas: Nicaragua (80% <strong>en</strong> 2009), Guatemala (71% <strong>en</strong> <strong>2006</strong>), Honduras<br />

(65% <strong>en</strong> 2010) y <strong>el</strong> Estado Plurinacional de Bolivia (63% <strong>en</strong> 2011).<br />

iii) Vulnerabilidad de las personas ocupadas<br />

En 2013, <strong>el</strong> 39% de las personas ocupadas de la región seguía vivi<strong>en</strong>do <strong>en</strong> situación de<br />

indig<strong>en</strong>cia, pobreza o vulnerabilidad a la pobreza, lo que evid<strong>en</strong>cia que todavía exist<strong>en</strong> grandes<br />

déficits de trabajo dec<strong>en</strong>te. Sin embargo, <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> ha registrado una sost<strong>en</strong>ida reducción de<br />

los niv<strong>el</strong>es de pobreza e indig<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> período 2002-2012, tanto <strong>en</strong> la población total (véase <strong>el</strong><br />

capítulo I) como <strong>en</strong>tre los ocupados. En 2002, un 32,0% de los ocupados eran pobres y un 10,5%<br />

indig<strong>en</strong>tes, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> 2013 esas cifras habían bajado al 17,1% y <strong>el</strong> 4,9%, respectivam<strong>en</strong>te. La<br />

caída de la pobreza <strong>en</strong>tre los ocupados fue de 15,8 puntos porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los hombres<br />

y de 13,5 puntos porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres (véase <strong>el</strong> gráfico III.28). Estas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias<br />

positivas están asociadas con diversos factores, <strong>en</strong>tre los que se destacan un contexto económico<br />

favorable, notables mejorías d<strong>el</strong> mercado de trabajo y diversas iniciativas <strong>en</strong> <strong>el</strong> ámbito de las políticas<br />

sociales, como la expansión y redefinición de las políticas y programas dirigidos a la superación de<br />

la pobreza y la indig<strong>en</strong>cia y a la promoción de la inclusión social (CEPAL, 2015a).


CEPAL<br />

• Gráfico III.28<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): ocupados de 15 años y más, según situación de pobreza<br />

y sexo, totales nacionales, 2002- 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

21,5<br />

17,2<br />

15,0<br />

12,2<br />

22,7<br />

18,4<br />

15,9<br />

12,9<br />

19,8<br />

15,6<br />

13,7<br />

11,2<br />

5<br />

0<br />

10,5<br />

11,2<br />

9,4<br />

6,4 6,2 6,9 6,8<br />

4,9<br />

5,1<br />

5,7 5,3 4,5<br />

2002 2007 2010 2013 2002 2007 2010 2013 2002 2007 2010 2013<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Total<br />

Sexo<br />

Indig<strong>en</strong>tes<br />

Pobres no indig<strong>en</strong>tes<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (Gran Bu<strong>en</strong>os Aires), Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de) (capitales de departam<strong>en</strong>to y El Alto), <strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador (zonas urbanas), El Salvador,<br />

Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay (área metropolitana de Asunción), <strong>el</strong> Perú, la República<br />

Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay (zonas urbanas) y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de). En 2007 no se incluy<strong>en</strong> los datos de El<br />

Salvador y <strong>el</strong> Perú. En 2010 no se incluye a Guatemala. En 2013 no se incluye a Guatemala, a Honduras ni a Nicaragua.<br />

Pese a la significativa reducción, la proporción de ocupados que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> situación de pobreza<br />

e indig<strong>en</strong>cia sigue si<strong>en</strong>do r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te alta, y varía mucho según las brechas de bi<strong>en</strong>estar de los<br />

países. En aqu<strong>el</strong>los con brechas modestas, <strong>en</strong> 2013 los trabajadores <strong>en</strong> situación de indig<strong>en</strong>cia<br />

repres<strong>en</strong>taban <strong>el</strong> 2,5% y los pobres alcanzaban <strong>el</strong> 9,6%. Los niv<strong>el</strong>es de pobreza <strong>en</strong>tre los ocupados<br />

aum<strong>en</strong>tan ost<strong>en</strong>siblem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> países con brechas moderadas (un 7,8% de ocupados indig<strong>en</strong>tes y<br />

un 25,9% de pobres) y extremas (un 19,5% de ocupados indig<strong>en</strong>tes y un 40,3% de pobres) (véase<br />

<strong>el</strong> gráfico III.29).<br />

• Gráfico III.29<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): ocupados de 15 años y más, según situación de pobreza,<br />

sexo y brechas de bi<strong>en</strong>estar de los países, totales nacionales, alrededor de 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

50<br />

45<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

20,8<br />

18,1<br />

12,6<br />

19,5<br />

7,1<br />

6,0 2,5 7,8<br />

Total<br />

Brechas<br />

modestas<br />

Brechas<br />

moderadas<br />

Brechas<br />

extremas<br />

13,3<br />

6,5<br />

Total<br />

18,6<br />

21,3<br />

21,8<br />

7,8<br />

2,6 8,2<br />

Brechas<br />

modestas<br />

Brechas<br />

moderadas<br />

Brechas<br />

extremas<br />

20,1<br />

17,3<br />

11,6<br />

15,9<br />

6,1<br />

5,4 2,4 7,2<br />

Total<br />

Brechas<br />

modestas<br />

Brechas<br />

moderadas<br />

Brechas<br />

extremas<br />

Total<br />

Hombres<br />

Sexo<br />

Mujeres<br />

Indig<strong>en</strong>tes<br />

Pobres no indig<strong>en</strong>tes<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (zonas urbanas), Bolivia (Estado Plurinacional de),<br />

<strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong><br />

Paraguay, <strong>el</strong> Perú, la República Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Al analizar la situación de pobreza de los ocupados según <strong>el</strong> sexo alrededor de 2013, <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> promedio regional se observa que, mi<strong>en</strong>tras <strong>en</strong>tre los hombres un 6,5% de los ocupados eran<br />

indig<strong>en</strong>tes y un 19,8% pobres, <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres, un 5,4% de las ocupadas eran indig<strong>en</strong>tes<br />

y un 17,0% pobres (véase <strong>el</strong> gráfico III.29). La mayor incid<strong>en</strong>cia de trabajadores pobres se observa<br />

<strong>en</strong>tre los hombres, cualquiera sea <strong>el</strong> grado de las brechas de bi<strong>en</strong>estar d<strong>el</strong> país. Esto demuestra los<br />

notables efectos de la incorporación de las mujeres al trabajo remunerado, tanto <strong>en</strong> la disminución<br />

de la pobreza como <strong>en</strong> la reducción de la brecha de ingresos, <strong>en</strong> comparación con los hombres<br />

(CEPAL, 2014a y 2014b).<br />

Entre 1990 y 2013, la situación de indig<strong>en</strong>cia, pobreza y vulnerabilidad de los ocupados de<br />

15 años y más desc<strong>en</strong>dió <strong>en</strong> la región (véase <strong>el</strong> gráfico III.30). La proporción de trabajadores no<br />

vulnerables a la pobreza se ha increm<strong>en</strong>tado a un 61%, lo que supone un aum<strong>en</strong>to de aproximadam<strong>en</strong>te<br />

22 puntos porc<strong>en</strong>tuales respecto de los años nov<strong>en</strong>ta. No obstante, <strong>el</strong> número de trabajadores <strong>en</strong><br />

situación de indig<strong>en</strong>cia, pobreza o vulnerabilidad aún es <strong>el</strong>evado, y posiblem<strong>en</strong>te aum<strong>en</strong>te como<br />

consecu<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> complejo esc<strong>en</strong>ario económico actual.<br />

Los tres grupos de países según las brechas de bi<strong>en</strong>estar exhib<strong>en</strong> amplias disparidades <strong>en</strong><br />

r<strong>el</strong>ación con la magnitud de la indig<strong>en</strong>cia, la pobreza y la vulnerabilidad <strong>en</strong>tre los ocupados, lo que<br />

implica difer<strong>en</strong>tes desafíos <strong>en</strong> cuanto a la escala de interv<strong>en</strong>ción de los programas de inclusión laboral<br />

y productiva que llevan a cabo los Gobiernos. Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los países con brechas modestas<br />

la población ocupada indig<strong>en</strong>te, pobre o vulnerable repres<strong>en</strong>ta un 25%, ese porc<strong>en</strong>taje supera <strong>el</strong><br />

50% <strong>en</strong> los países con brechas moderadas y se sitúa <strong>en</strong> alrededor de dos tercios <strong>en</strong> los de brechas<br />

extremas (véase <strong>el</strong> gráfico III.31).<br />

En síntesis, la coyuntura económica favorable de la última década y la adopción de un conjunto<br />

de políticas públicas —como <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> salario mínimo, la formalización, la ext<strong>en</strong>sión de la<br />

cobertura de la protección social y <strong>el</strong> fortalecimi<strong>en</strong>to de la negociación colectiva y de las instancias de<br />

diálogo social— implicaron algunas mejoras <strong>en</strong> la calidad de los empleos y una disminución moderada<br />

de la ocupación <strong>en</strong> empleos de baja productividad (CEPAL, 2015a). Sin embargo, persist<strong>en</strong> grandes<br />

brechas <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo y la proporción de personas <strong>en</strong> situación de indig<strong>en</strong>cia, pobreza<br />

y vulnerabilidad aún es <strong>el</strong>evada <strong>en</strong> la población <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral y <strong>en</strong>tre los ocupados. El actual esc<strong>en</strong>ario<br />

económico pone una cuota mayor de incertidumbre sobre las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias futuras de los mercados<br />

laborales latinoamericanos. En la sección B se examinan algunos de los programas gubernam<strong>en</strong>tales<br />

que pued<strong>en</strong> contribuir a una mejor inclusión laboral y productiva de los más pobres y vulnerables.


CEPAL<br />

• Gráfico III.30<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): distribución de los ocupados de 15 años y más, según situación<br />

de vulnerabilidad a la pobreza de los hogares, totales nacionales, 1990-2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

38,7<br />

43,4<br />

50,1<br />

16,9<br />

17,5<br />

17,8<br />

26,0<br />

24,3<br />

20,8<br />

55,0<br />

61,0<br />

17,5<br />

16,3<br />

19,1<br />

16,7<br />

18,4 14,8 11,3 8,3 6,0<br />

1990 2002 2007 2010 2013<br />

Indig<strong>en</strong>tes o altam<strong>en</strong>te vulnerables a la indig<strong>en</strong>cia (hasta 0,6 líneas de pobreza)<br />

Pobres o altam<strong>en</strong>te vulnerables a la pobreza (de 0,6 a 1,2 líneas de pobreza)<br />

Vulnerables a la pobreza (de 1,2 a 1,8 líneas de pobreza)<br />

No vulnerables (más de 1,8 líneas de pobreza)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (Gran Bu<strong>en</strong>os Aires), Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de) (capitales de departam<strong>en</strong>to y El Alto), <strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador (zonas urbanas), El Salvador,<br />

Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay (área metropolitana de Asunción), <strong>el</strong> Perú, la República<br />

Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay (zonas urbanas) y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de). En 2010 no se incluye a Guatemala. En<br />

2013 no se incluye a Guatemala, a Honduras ni a Nicaragua.<br />

• Gráfico III.31<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): distribución de los ocupados de 15 años y más según situación<br />

de vulnerabilidad a la pobreza de los hogares y brechas de bi<strong>en</strong>estar de los países, totales<br />

nacionales, alrededor de 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

32,6<br />

44,5<br />

59,3<br />

74,9<br />

18,5<br />

21,4<br />

16,2<br />

27,6<br />

11,9<br />

25,0<br />

17,3<br />

9,7<br />

21,3<br />

7,2 3,5<br />

9,1<br />

Total Brechas modestas Brechas moderadas Brechas extremas<br />

Indig<strong>en</strong>tes o altam<strong>en</strong>te vulnerables a la indig<strong>en</strong>cia (hasta 0,6 líneas de pobreza)<br />

Pobres o altam<strong>en</strong>te vulnerables a la pobreza (de 0,6 a 1,2 líneas de pobreza)<br />

Vulnerables a la pobreza (de 1,2 a 1,8 líneas de pobreza)<br />

No vulnerables (más de 1,8 líneas de pobreza)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado sobre la base de la información de la Arg<strong>en</strong>tina (zonas urbanas), Bolivia (Estado Plurinacional de),<br />

<strong>el</strong> Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong><br />

Paraguay, <strong>el</strong> Perú, la República Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

B. Género<br />

Parte C<br />

Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2014 (CEPAL, 2014), Cap.IV, Sec. A, B y C, pp. 171-200.<br />

1. Desigualdades de género <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral<br />

y sus efectos sobre la desigualdad socioeconómica:<br />

¿cuánto se podría avanzar?<br />

a) Introducción<br />

En los últimos años, la CEPAL ha situado <strong>el</strong> tema de la igualdad <strong>en</strong> un lugar c<strong>en</strong>tral de la<br />

ag<strong>en</strong>da de la región, explicitando un concepto amplio de igualdad, que va más allá de la justicia<br />

distributiva y se <strong>en</strong>riquece con exig<strong>en</strong>cias de reconocimi<strong>en</strong>to, dignidad y autonomía de los sujetos<br />

(CEPAL, 2014). Esta autonomía dep<strong>en</strong>de d<strong>el</strong> rango de opciones y de los recursos que ponga a<br />

disposición de las personas la sociedad <strong>en</strong> la que viv<strong>en</strong> (Lechner, 2002). La CEPAL ha puesto<br />

también de r<strong>el</strong>ieve la problemática de la igualdad <strong>en</strong>tre varones y mujeres, <strong>en</strong>fatizando <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

trabajo no remunerado que realizan las mujeres d<strong>en</strong>tro de los hogares, <strong>en</strong> su valor económico<br />

y <strong>en</strong> las restricciones que estas actividades impon<strong>en</strong> para <strong>el</strong> logro de la autonomía económica<br />

fem<strong>en</strong>ina y la inserción pl<strong>en</strong>a <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral (CEPAL, 2013). En este marco, la perspectiva<br />

de género se torna indisp<strong>en</strong>sable para analizar las desigualdades imperantes <strong>en</strong> las sociedades<br />

y sus <strong>en</strong>trecruzami<strong>en</strong>tos, ya que pone <strong>en</strong> <strong>el</strong> c<strong>en</strong>tro de la discusión temas y miradas que los<br />

<strong>en</strong>foques más tradicionales escond<strong>en</strong> bajo un “sil<strong>en</strong>cio conceptual” (Bakker, 1999). Se quiebra<br />

así la resist<strong>en</strong>cia a reconocer que <strong>el</strong> mercado laboral expresa y reproduce un espacio social<br />

marcado por las asimetrías <strong>en</strong>tre hombres y mujeres (Rico y Marco, <strong>2006</strong>), y a la vez se otorga<br />

r<strong>el</strong>evancia conceptual y política a las r<strong>el</strong>aciones de género <strong>en</strong> <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de la economía<br />

<strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral y d<strong>el</strong> mercado laboral <strong>en</strong> particular. En múltiples estudios se ha argum<strong>en</strong>tado que<br />

la aus<strong>en</strong>cia de esa perspectiva impide compr<strong>en</strong>der la posición difer<strong>en</strong>te que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> hombres<br />

y mujeres como ag<strong>en</strong>tes económicos y como sujetos de las políticas económicas (Giosa y<br />

Rodríguez, 2010), al mismo tiempo que invisibiliza <strong>el</strong> trabajo doméstico no remunerado como<br />

condicionante y soporte d<strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mercado de trabajo.<br />

En este mercado se produc<strong>en</strong> desigualdades <strong>en</strong> diversas dim<strong>en</strong>siones, que abarcan, <strong>en</strong>tre otras<br />

variables, los ingresos, la participación y <strong>el</strong> acceso a las difer<strong>en</strong>tes ocupaciones. Pero <strong>el</strong> mercado de<br />

trabajo es a la vez un espacio de priorización de las r<strong>el</strong>aciones sociales, de reconocimi<strong>en</strong>to recíproco<br />

y de construcción de autonomía e id<strong>en</strong>tidad, además de uno de los espacios donde se libra la lucha<br />

por la superación de la pobreza y la ampliación de la ciudadanía, por lo que constituye un ámbito<br />

crucial para avanzar hacia la meta de la igualdad. Diversas investigaciones sobre los mercados<br />

laborales de la región (por ejemplo, CEPAL/FAO/ONU-Mujeres/PNUD/OIT, 2013) muestran que <strong>en</strong> las<br />

últimas décadas han t<strong>en</strong>ido lugar cambios r<strong>el</strong>evantes <strong>en</strong> la inserción laboral fem<strong>en</strong>ina, aunque esos<br />

cambios se produc<strong>en</strong> a distintos ritmos <strong>en</strong>tre los países e incluso <strong>en</strong>tre las mujeres de un mismo país,<br />

dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do de su inserción <strong>en</strong> la estructura socioeconómica, su niv<strong>el</strong> de educación y <strong>el</strong> número<br />

de dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes m<strong>en</strong>ores de edad pres<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> sus hogares, <strong>en</strong>tre otros factores. En los últimos<br />

diez años, las brechas de género exist<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> materia de participación laboral y ocupación se han<br />

reducido <strong>en</strong> la mayoría de los países, aunque sigu<strong>en</strong> si<strong>en</strong>do muy significativas, incluso <strong>en</strong> un esc<strong>en</strong>ario<br />

<strong>en</strong> que se han revertido, por lo m<strong>en</strong>os desde hace un dec<strong>en</strong>io, las desv<strong>en</strong>tajas educacionales de<br />

las mujeres, que durante mucho tiempo fueron consideradas como los factores determinantes de<br />

su escasa y defici<strong>en</strong>te inserción <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo. En otros aspectos, como las brechas de<br />

ingresos o la segregación ocupacional, <strong>el</strong> panorama es más diverso <strong>en</strong>tre los países y no puede<br />

hablarse, <strong>en</strong> términos g<strong>en</strong>erales, de avances r<strong>el</strong>evantes <strong>en</strong> la región (CEPAL, 2014).


CEPAL<br />

Resulta claro, <strong>en</strong>tonces, que <strong>el</strong> mercado laboral y su contracara, <strong>el</strong> trabajo no remunerado,<br />

constituy<strong>en</strong> un solo y complejo ámbito <strong>en</strong> que es imprescindible ac<strong>el</strong>erar una serie de cambios que<br />

impuls<strong>en</strong> <strong>el</strong> avance hacia <strong>el</strong> horizonte de igualdad que la CEPAL ha planteado <strong>en</strong> sus propuestas<br />

(CEPAL, 2010a, 2012a y 2014). En este marco, es necesario reducir brechas de participación, de<br />

empleo y de ingresos, así como adoptar políticas de conciliación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> trabajo y la familia para<br />

varones y mujeres, ya que <strong>el</strong>lo t<strong>en</strong>drá efectos b<strong>en</strong>eficiosos <strong>en</strong> distintos niv<strong>el</strong>es. Por un lado, habrá<br />

ganancias de productividad, mayores ingresos para los hogares y también, como se muestra<br />

a lo largo de este capítulo, m<strong>en</strong>ores niv<strong>el</strong>es de desigualdad socioeconómica y pobreza de los<br />

hogares. Pero, además, será un impulso para avanzar <strong>en</strong> la igualdad <strong>en</strong> otras esferas, como <strong>el</strong><br />

pl<strong>en</strong>o ejercicio de la autonomía, la realización de capacidades y pot<strong>en</strong>cialidades de las personas,<br />

<strong>el</strong> acceso a la protección social contributiva y la sociabilidad ampliada más allá d<strong>el</strong> hogar, todos<br />

temas c<strong>en</strong>trales de la ag<strong>en</strong>da <strong>en</strong> favor de la igualdad y los derechos <strong>en</strong> la región.<br />

En <strong>el</strong> contexto de este debate, <strong>en</strong> este capítulo se establece un vínculo <strong>en</strong>tre las desigualdades<br />

pres<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la inserción de hombres y mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral y la desigualdad de ingreso de<br />

los hogares que impera <strong>en</strong> las economías de la región. Se busca de este modo analizar cómo afecta<br />

<strong>el</strong> empleo fem<strong>en</strong>ino <strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar de los hogares, medido a través de su ingreso y de la distribución<br />

de ese ingreso.<br />

Así, se avanza <strong>en</strong> la línea de investigación y diagnóstico de anteriores ediciones d<strong>el</strong> Panorama<br />

Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (CEPAL, 2010b y 2013) <strong>en</strong> que se ha estudiado la división d<strong>el</strong> trabajo d<strong>en</strong>tro<br />

de los hogares y <strong>el</strong> rol de la economía d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> la región, al mismo tiempo que se profundiza<br />

<strong>el</strong> análisis expuesto <strong>en</strong> <strong>el</strong> docum<strong>en</strong>to Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible (CEPAL,<br />

2014) <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con las difer<strong>en</strong>cias y desigualdades de género pres<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo d<strong>el</strong> trabajo.<br />

El capítulo comi<strong>en</strong>za con <strong>el</strong> exam<strong>en</strong> de las interr<strong>el</strong>aciones <strong>en</strong>tre trabajo remunerado y no remunerado<br />

(sección b)). Luego se abordan la inserción laboral fem<strong>en</strong>ina (sección c)), la importancia de los ingresos<br />

laborales de las mujeres (sección d)) y su impacto sobre la desigualdad y la pobreza. En esta última<br />

sección se busca ilustrar cuáles serían los niv<strong>el</strong>es de desigualdad y pobreza <strong>en</strong> la región <strong>en</strong> dos<br />

esc<strong>en</strong>arios deseables: i) si se cerrara la brecha de participación laboral <strong>en</strong>tre hombres y mujeres, y<br />

ii) si las mujeres obtuvieran <strong>el</strong> mismo ingreso que los hombres al t<strong>en</strong>er iguales niv<strong>el</strong>es de calificación<br />

y desempeñar trabajos de igual valor.<br />

Plantearse avanzar <strong>en</strong> <strong>el</strong> cierre de estas brechas no constituye un ejercicio utópico, a pesar<br />

de que las difer<strong>en</strong>cias imperantes están incorporadas <strong>en</strong> múltiples mecanismos de discriminación<br />

y reproducción cultural, de modo que resultan difíciles, pero no imposibles, de revertir. Las políticas<br />

públicas, tanto laborales como de cuidado y de igualdad de género, ti<strong>en</strong><strong>en</strong> mucho que contribuir <strong>en</strong><br />

estas áreas, como lo indica la experi<strong>en</strong>cia internacional y como se ha <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido <strong>en</strong> las incipi<strong>en</strong>tes<br />

acciones y normativas de algunos países de la región.<br />

b) Interr<strong>el</strong>aciones <strong>en</strong>tre trabajo remunerado y no remunerado<br />

Se considera que <strong>el</strong> trabajo es <strong>el</strong> esfuerzo físico o m<strong>en</strong>tal que realizan las personas con <strong>el</strong><br />

objetivo de g<strong>en</strong>erar riqueza. Cuando este trabajo se efectúa <strong>en</strong> <strong>el</strong> ámbito d<strong>el</strong> mercado y<br />

se recibe por <strong>el</strong>lo una remuneración, se lo conoce como empleo. El trabajo doméstico no<br />

remunerado, realizado mayoritariam<strong>en</strong>te por mujeres, es pasado por alto <strong>en</strong> las estadísticas<br />

laborales y <strong>en</strong> la contabilidad de la actividad económica de los países. Las posibilidades<br />

de las mujeres de incorporarse al mercado laboral <strong>en</strong> empleos de calidad y de g<strong>en</strong>erar<br />

ingresos autónomos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> estrecha r<strong>el</strong>ación con la actual división sexual d<strong>el</strong> trabajo. La<br />

mayor dedicación de las mujeres al trabajo no remunerado y la casi nula participación de<br />

los hombres <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo doméstico y de cuidado impide que <strong>el</strong>las se integr<strong>en</strong> al mercado<br />

laboral <strong>en</strong> condiciones de igualdad.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Antes de analizar los mercados laborales de los países de la región es importante det<strong>en</strong>erse <strong>en</strong><br />

la distinción <strong>en</strong>tre trabajo y empleo, conceptos que resultan fundam<strong>en</strong>tales para compr<strong>en</strong>der las<br />

desigualdades <strong>en</strong>tre hombres y mujeres, e id<strong>en</strong>tificar <strong>el</strong> aporte económico global de los individuos.<br />

Se considera que <strong>el</strong> trabajo es <strong>el</strong> esfuerzo físico o m<strong>en</strong>tal que realizan las personas con <strong>el</strong><br />

objetivo de g<strong>en</strong>erar riqueza. Cuando este trabajo se efectúa <strong>en</strong> <strong>el</strong> ámbito d<strong>el</strong> mercado y se recibe<br />

por <strong>el</strong>lo una remuneración, se lo <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>de como empleo. El empleo puede ser público o privado,<br />

asalariado o por cu<strong>en</strong>ta propia, formal o informal, y puede t<strong>en</strong>er lugar <strong>en</strong> distintos sectores de la<br />

actividad económica; <strong>en</strong> todos los casos, se trata de empleo, trabajo que se intercambia <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

mercado y por <strong>el</strong> cual se obti<strong>en</strong>e un ingreso. Ello da lugar a su valoración social y económica, a que<br />

se mida <strong>en</strong> las estadísticas y se incluya <strong>en</strong> las cu<strong>en</strong>tas nacionales.<br />

Un caso especial es <strong>el</strong> empleo no remunerado, es decir, <strong>el</strong> trabajo que las personas realizan <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> ámbito d<strong>el</strong> mercado aun sin obt<strong>en</strong>er ingresos por <strong>el</strong>lo. Es <strong>el</strong> caso de las personas que trabajan <strong>en</strong><br />

una empresa o negocio, sean familiares o no de los propietarios, y no recib<strong>en</strong> remuneración alguna.<br />

Qui<strong>en</strong>es conforman este grupo son considerados como ocupados <strong>en</strong> las estadísticas laborales.<br />

Asimismo, esta parte d<strong>el</strong> trabajo no remunerado se incluye <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema de cu<strong>en</strong>tas nacionales y<br />

se incorpora <strong>en</strong> <strong>el</strong> cálculo d<strong>el</strong> PIB. Este tipo de inserción laboral ti<strong>en</strong>e mayor incid<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre las<br />

mujeres y es especialm<strong>en</strong>te importante <strong>en</strong> algunos países de la región. Las actividades que se<br />

su<strong>el</strong><strong>en</strong> incluir <strong>en</strong> esta categoría son las actividades de subsist<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> ámbito rural, la at<strong>en</strong>ción<br />

de un negocio familiar y <strong>el</strong> trabajo que realizan los apr<strong>en</strong>dices o pasantes. Esta categoría no debe<br />

confundirse con <strong>el</strong> trabajo no remunerado <strong>en</strong> su s<strong>en</strong>tido más amplio y ext<strong>en</strong>dido, que compr<strong>en</strong>de<br />

<strong>el</strong> trabajo doméstico y de cuidado que ti<strong>en</strong>e lugar <strong>en</strong> los hogares o las comunidades.<br />

El trabajo doméstico no remunerado, realizado mayoritariam<strong>en</strong>te por mujeres, es pasado<br />

por alto <strong>en</strong> las estadísticas laborales y <strong>en</strong> la contabilidad de la actividad económica de los países.<br />

Sin embargo, es importante considerar que <strong>en</strong> la región <strong>el</strong> 30% de las mujeres declaran dedicarse<br />

exclusivam<strong>en</strong>te a quehaceres d<strong>el</strong> hogar, lo que se vincula con una m<strong>en</strong>or participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado<br />

laboral. En algunos países de la región se están realizando esfuerzos dirigidos a la valoración de este<br />

trabajo y a su incorporación <strong>en</strong> las estadísticas nacionales a través de la construcción de cu<strong>en</strong>tas<br />

satélites. Aqu<strong>el</strong>las mujeres que no trabajan <strong>en</strong> forma remunerada, aun cuando dediqu<strong>en</strong> muchas<br />

horas al trabajo doméstico no remunerado <strong>en</strong> sus hogares, figuran <strong>en</strong> las estadísticas económicas<br />

como inactivas. No obstante, uno y otro tipo de trabajo están fuertem<strong>en</strong>te interr<strong>el</strong>acionados y<br />

son productivos, aunque <strong>en</strong> un caso la producción sea para <strong>el</strong> mercado y <strong>en</strong> otro para <strong>el</strong> hogar<br />

y la comunidad. En las estadísticas, los hogares se consideran fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te unidades de<br />

consumo, a pesar de que <strong>en</strong> <strong>el</strong>los se produc<strong>en</strong> bi<strong>en</strong>es y servicios para satisfacer necesidades de<br />

las personas y que para esto se requiere trabajo, <strong>en</strong> particular trabajo de cuidado. Asimismo, <strong>en</strong> la<br />

comunidad se realizan esfuerzos para mejorar las condiciones de vida de los niños y las niñas, de<br />

los ancianos, de los más pobres, para resolver car<strong>en</strong>cias que las políticas públicas no resu<strong>el</strong>v<strong>en</strong>,<br />

también sobre la base de trabajo, aunque no sea remunerado ni t<strong>en</strong>ga lugar <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado (Espino,<br />

2010). Todas estas actividades —que compr<strong>en</strong>d<strong>en</strong> tareas como hacer compras, preparar comida,<br />

lavar ropa y cuidar a <strong>en</strong>fermos, niños o personas con discapacidad, <strong>en</strong>tre otras— son realizadas<br />

para los miembros de la familia o para la comunidad y están excluidas de la contabilidad nacional<br />

y de las estadísticas de empleo.


CEPAL<br />

Efectuar la distinción <strong>en</strong>tre trabajo y empleo es importante por al m<strong>en</strong>os tres razones: <strong>en</strong><br />

primer lugar, debido a que la interacción de ambos tipos de actividades es un factor que condiciona<br />

la vida de hombres y mujeres de manera difer<strong>en</strong>te; <strong>en</strong> segundo lugar, porque esa distinción contribuye<br />

a id<strong>en</strong>tificar <strong>el</strong> aporte económico global de las personas, y <strong>en</strong> particular de las mujeres, más allá de<br />

la condición de remunerada o no que t<strong>en</strong>ga la tarea que realizan, y <strong>en</strong> tercer lugar, porque con miras<br />

a estudiar <strong>el</strong> empleo fem<strong>en</strong>ino, su aporte al desarrollo de los países y los b<strong>en</strong>eficios y derechos que<br />

se derivan de él, es indisp<strong>en</strong>sable r<strong>el</strong>acionar ambos conceptos. Para analizar la problemática de las<br />

mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral y las desigualdades de género, se requiere tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que <strong>el</strong><br />

aporte de las personas al funcionami<strong>en</strong>to de la economía se compone d<strong>el</strong> trabajo d<strong>en</strong>tro y fuera d<strong>el</strong><br />

mercado. Según Picchio (2005), la t<strong>en</strong>sión <strong>en</strong>tre producir mercancías y reproducir personas está fundada<br />

<strong>en</strong> la naturaleza d<strong>el</strong> mercado de trabajo asalariado, que constituye una forma histórica particular de<br />

intercambio de trabajo y medios de subsist<strong>en</strong>cia. El punto clave aquí es que para que esa dotación<br />

de trabajo asalariado se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tre disponible, es necesaria una dotación de trabajo de reproducción<br />

social de las personas que no es t<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis económico conv<strong>en</strong>cional.<br />

La visibilización de la división sexual d<strong>el</strong> trabajo y de los vínculos <strong>en</strong>tre las esferas de la<br />

producción y la reproducción brinda <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos para compr<strong>en</strong>der <strong>el</strong> orig<strong>en</strong> de las desigualdades<br />

de género <strong>en</strong> diversos ámbitos. Las normas que regulan la división d<strong>el</strong> trabajo d<strong>en</strong>tro de la familia<br />

no solam<strong>en</strong>te operan <strong>en</strong> la esfera de lo privado, sino que condicionan <strong>el</strong> acceso de las mujeres al<br />

espacio público, liberando a los hombres, gracias a <strong>el</strong>lo, para la producción d<strong>el</strong> mercado (Guzmán,<br />

2003) y la participación social y política. Las posibilidades de las mujeres de incorporarse al mercado<br />

laboral <strong>en</strong> empleos de calidad y de g<strong>en</strong>erar ingresos autónomos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> estrecha r<strong>el</strong>ación con la<br />

actual división sexual d<strong>el</strong> trabajo. La mayor dedicación de las mujeres al trabajo no remunerado y<br />

la casi nula participación de los hombres <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo doméstico y de cuidado impide que <strong>el</strong>las se<br />

integr<strong>en</strong> al mercado laboral <strong>en</strong> condiciones de igualdad.<br />

La desequilibrada distribución d<strong>el</strong> trabajo productivo y reproductivo <strong>en</strong>tre hombres y mujeres<br />

supone una subordinación económica de las mujeres que se expresa <strong>en</strong> la exclusión d<strong>el</strong> mercado de<br />

trabajo o <strong>en</strong> una inserción dificultosa <strong>en</strong> él. Los principales obstáculos que <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran las mujeres son<br />

empleos de mala calidad, situaciones asociadas a la segregación ocupacional horizontal y vertical, y<br />

remuneración más baja para <strong>el</strong> mismo tipo de trabajo. A esto se agrega la desigual valoración económica<br />

y social de las tareas que <strong>el</strong>las desempeñan, que redunda <strong>en</strong> la desigualdad <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso a los recursos<br />

productivos y <strong>en</strong> las m<strong>en</strong>ores oportunidades para participar <strong>en</strong> la toma de decisiones, así como para<br />

ejercer sus derechos económicos y sociales. El acceso más restringido a recursos, a su vez, debilita<br />

la autonomía de las mujeres, lo que afecta negativam<strong>en</strong>te sus oportunidades y su calidad de vida. No<br />

puede desconocerse que <strong>en</strong> la condición de las mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral operan factores que se<br />

r<strong>el</strong>acionan con formas de discriminación anteriores al ingreso a ese mercado (vinculadas, por ejemplo,<br />

con <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de los hogares y la educación), a los que se agregan los factores propios de la<br />

discriminación <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo (Espino, 2010). Ambos tipos de discriminación son producto<br />

de la naturalización de la adscripción de las mujeres al trabajo doméstico y a los cuidados, así como de<br />

condicionami<strong>en</strong>tos culturales y estereotipos sobre lo masculino y lo fem<strong>en</strong>ino, y de la desvalorización<br />

de esto último <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado. En las sigui<strong>en</strong>tes secciones se analizará <strong>en</strong> detalle <strong>el</strong> resultado de estas<br />

formas de discriminación, que se refleja <strong>en</strong> las condiciones de la inserción laboral fem<strong>en</strong>ina y pone de<br />

manifiesto la t<strong>en</strong>sión <strong>en</strong>tre producción y reproducción, y los conflictos <strong>en</strong> la organización de los tiempos<br />

sociales (Carrasco y Mayordomo, <strong>2006</strong>).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

c) La inserción laboral fem<strong>en</strong>ina<br />

Las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre hombres y mujeres <strong>en</strong> términos de participación laboral, empleo,<br />

desempleo e ingresos son notorias, aun cuando las brechas se han acortado <strong>en</strong> <strong>el</strong> último<br />

dec<strong>en</strong>io. Las características más estructurales de segregación d<strong>el</strong> empleo fem<strong>en</strong>ino y<br />

conc<strong>en</strong>tración <strong>en</strong> sectores de baja productividad se manti<strong>en</strong><strong>en</strong>. Las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre la<br />

participación laboral de hombres y mujeres decrec<strong>en</strong> a medida que aum<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo<br />

y varían significativam<strong>en</strong>te según la composición d<strong>el</strong> hogar. Cuando las demandas de cuidado<br />

de niños son altas, las tasas de participación (o actividad) de las mujeres repres<strong>en</strong>tan un<br />

60% de las de los hombres.<br />

i) Participación, empleo y desempleo<br />

En <strong>el</strong> último dec<strong>en</strong>io, la tasa de participación (o actividad) de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> se ha mant<strong>en</strong>ido<br />

r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te constante, como resultado de oscilaciones <strong>en</strong> un s<strong>en</strong>tido o <strong>en</strong> otro <strong>en</strong> los distintos<br />

países. La tasa de participación fem<strong>en</strong>ina, si bi<strong>en</strong> ha perdido cierto dinamismo <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con su<br />

evolución de décadas anteriores, continuó pres<strong>en</strong>tando increm<strong>en</strong>tos moderados <strong>en</strong> algunos países.<br />

A pesar de los aum<strong>en</strong>tos de la participación laboral, todavía un tercio de las mujeres <strong>en</strong> edad de<br />

trabajar carec<strong>en</strong> de ingresos propios (Observatorio de Igualdad de Género de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong>, s/f) y son clasificadas como económicam<strong>en</strong>te inactivas <strong>en</strong> las estadísticas, aunque ti<strong>en</strong><strong>en</strong> altas<br />

cargas de trabajo vinculadas con sus responsabilidades domésticas. Por su parte, las variaciones<br />

de la tasa de participación masculina han sido m<strong>en</strong>os pronunciadas (véase <strong>el</strong> gráfico III.32).<br />

• Gráfico III.32<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de participación fem<strong>en</strong>ina y masculina,<br />

alrededor de 2002 y 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

70<br />

A. Mujeres<br />

Perú<br />

2012<br />

60<br />

50<br />

40<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Colombia<br />

Uruguay Paraguay<br />

Brasil<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

México<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Panamá<br />

El Salvador<br />

Ecuador<br />

Costa Rica<br />

Rep. Dominicana<br />

Chile<br />

Nicaragua<br />

Honduras<br />

Guatemala<br />

30<br />

30 35 40 45 50 55 60 65 70<br />

2002


CEPAL<br />

Gráfico III.32 (conclusión)<br />

B. Hombres<br />

100<br />

90<br />

2012<br />

80<br />

70<br />

El Salvador<br />

Uruguay<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Panamá<br />

Chile<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Nicaragua<br />

MéxicoColombia<br />

Perú<br />

Paraguay<br />

Brasil<br />

Honduras<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a<br />

Costa<br />

Rica<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

Ecuador (Rep. Bol. de)<br />

Rep. Dominicana<br />

Guatemala<br />

60<br />

60 65 70 75 80 85 90 95 100<br />

2002<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.<br />

Debido a estas evoluciones, la brecha de participación <strong>en</strong>tre hombres y mujeres se ha<br />

reducido <strong>en</strong> la mayoría de los países, como ya se señaló <strong>en</strong> CEPAL (2014) (véase <strong>el</strong> gráfico III.33).<br />

En 2002, la tasa de participación fem<strong>en</strong>ina, como promedio ponderado, equivalía al 63% de la<br />

masculina, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> 2012 esta proporción asc<strong>en</strong>día al 67%. A pesar de esta reducción de la<br />

difer<strong>en</strong>cia, la brecha continúa si<strong>en</strong>do muy significativa (véase <strong>el</strong> gráfico III.34). Por ejemplo, la tasa<br />

de participación de las mujeres <strong>en</strong> Guatemala, Honduras y Nicaragua es <strong>en</strong> promedio la mitad de<br />

la de los hombres, y <strong>en</strong> los países donde la brecha es m<strong>en</strong>or, la tasa de participación fem<strong>en</strong>ina no<br />

alcanza a ser <strong>el</strong> 80% de la masculina (como ocurre <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Perú y <strong>el</strong><br />

Uruguay). Esto significa que, con una variabilidad considerable <strong>en</strong>tre países, existe <strong>en</strong> todos los casos<br />

un marg<strong>en</strong> todavía amplio para increm<strong>en</strong>tar la participación de las mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral.<br />

• Gráfico III.33<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): razón <strong>en</strong>tre las tasas de participación fem<strong>en</strong>ina y masculina,<br />

alrededor de 2002 y 2012<br />

1,0<br />

0,9<br />

0,8<br />

0,7<br />

0,6<br />

0,5<br />

0,4<br />

0,3<br />

0,2<br />

0,1<br />

0,0<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

Honduras<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a<br />

2002 2012<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.34<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de participación fem<strong>en</strong>ina y masculina, alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

90<br />

80<br />

Mujeres<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

Perú<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Colombia<br />

Uruguay<br />

Paraguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a<br />

(Rep. Bol. de) México<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Panamá<br />

El Salvador<br />

Chile<br />

Ecuador<br />

Costa Rica<br />

Honduras<br />

Nicaragua<br />

Rep. Dominicana<br />

Guatemala<br />

30<br />

30 40 50 60 70 80 90<br />

Hombres<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.<br />

Los países d<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> de habla inglesa no se excluy<strong>en</strong> de la g<strong>en</strong>eralidad y también <strong>en</strong> <strong>el</strong>los<br />

las tasas de actividad fem<strong>en</strong>ina son m<strong>en</strong>ores que las masculinas (véase <strong>el</strong> cuadro III.6). Sin embargo,<br />

<strong>en</strong> la mayoría de estos países de los que se dispone de información, la brecha es inferior a la que<br />

se pres<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> muchos de los países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. En las Bahamas, Barbados y Santa Lucía<br />

<strong>el</strong> coci<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre la tasa de actividad fem<strong>en</strong>ina y la masculina supera <strong>el</strong> 80%, es decir, la brecha es<br />

considerablem<strong>en</strong>te m<strong>en</strong>or que la exhibida por cualquier país de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Cabe señalar que<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> también es significativam<strong>en</strong>te mayor la proporción de los hogares de jefatura fem<strong>en</strong>ina,<br />

que dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> por completo d<strong>el</strong> empleo de la mujer para su subsist<strong>en</strong>cia.<br />

El moderado crecimi<strong>en</strong>to económico d<strong>el</strong> último dec<strong>en</strong>io se ha traducido también <strong>en</strong><br />

desc<strong>en</strong>sos de la tasa de desempleo, tanto de hombres como de mujeres (véase <strong>el</strong> gráfico III.35).<br />

En <strong>el</strong> agregado de la región, <strong>el</strong> coci<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre las tasas de desempleo fem<strong>en</strong>ina y masculina se ha<br />

mant<strong>en</strong>ido r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te estable, aunque se observan variaciones importantes por países, <strong>en</strong> un<br />

contexto de bajas tasas de desempleo regional (véase <strong>el</strong> gráfico III.36). Aun así, <strong>en</strong> todos los países<br />

de la región las tasas de desempleo fem<strong>en</strong>inas son considerablem<strong>en</strong>te superiores a las masculinas<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico III.37).


CEPAL<br />

• Cuadro III.6<br />

El <strong>Caribe</strong> (9 países): tasas de participación de hombres y mujeres, 2009, 2010 y 2011<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes y coci<strong>en</strong>te)<br />

Hombres<br />

(porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Mujeres<br />

(porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Mujeres/Hombres<br />

(coci<strong>en</strong>te)<br />

2009 2010 2011 2009 2010 2011 2009 2010 2011<br />

Bahamas 79,3 79,4 79,3 69,2 69,3 69,3 0,87 0,87 0,87<br />

Barbados 76,3 76,3 76,2 64,8 64,8 64,8 0,85 0,85 0,85<br />

B<strong>el</strong>ice 81,6 81,8 81,8 47,4 48,0 48,3 0,58 0,59 0,59<br />

Guyana 80,1 79,6 79,1 40,8 41,3 41,8 0,51 0,52 0,53<br />

Jamaica 73,1 72,0 71,8 56,7 56,0 56,0 0,78 0,78 0,78<br />

San Vic<strong>en</strong>te y las Granadinas 78,4 78,5 78,4 55,2 55,5 55,7 0,70 0,71 0,71<br />

Santa Lucía 76,7 77,0 77,3 63,5 63,9 64,2 0,83 0,83 0,83<br />

Suriname 68,5 68,7 68,7 39,7 40,1 40,5 0,58 0,58 0,59<br />

Trinidad y Tabago 77,7 78,0 78,3 54,3 54,6 54,9 0,70 0,70 0,70<br />

Fu<strong>en</strong>te: Secretaría d<strong>el</strong> Commonwealth, Small States: Economic Review and Basic Statistics, vol. 17, Londres.<br />

• Gráfico III.35<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): variación de las tasas de desempleo fem<strong>en</strong>ina y masculina <strong>en</strong>tre<br />

2002 y 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

A. Mujeres<br />

Costa Rica<br />

El Salvador<br />

Honduras<br />

México<br />

Guatemala<br />

Perú<br />

Chile<br />

Bolivia (Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Nicaragua<br />

Colombia<br />

Paraguay<br />

Ecuador<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (Rep. Bol. de)<br />

Uruguay<br />

Panamá<br />

Rep. Dominicana<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a<br />

-20 -15 -10 - 5 0 5<br />

B. Hombres<br />

México<br />

Guatemala<br />

Costa Rica<br />

Honduras<br />

El Salvador<br />

Bolivia (Est. Plur. de)<br />

Ecuador<br />

Perú<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Nicaragua<br />

Rep. Dominicana<br />

Paraguay<br />

Colombia<br />

Panamá<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (Rep. Bol. de)<br />

Uruguay<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a<br />

-20 -15 -10 -5 0 5<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.36<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): razón <strong>en</strong>tre las tasas de desempleo fem<strong>en</strong>ina y masculina,<br />

alrededor de 2002 y 2012<br />

3,0<br />

2,5<br />

2,0<br />

1,5<br />

1,0<br />

0,5<br />

0<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

Honduras<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a<br />

2002 2012<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.<br />

• Gráfico III.37<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de desempleo fem<strong>en</strong>ina y masculina, alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

16<br />

14<br />

12<br />

Colombia<br />

Mujeres<br />

Chile<br />

10<br />

Rep. Dominicana Costa Rica<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

8<br />

Brasil<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (Rep. Bol. de)<br />

Uruguay <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

Paraguay<br />

a<br />

Nicaragua<br />

6<br />

Panamá Honduras<br />

Guatemala<br />

4<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Bolivia Perú<br />

(Est. Plur. de)<br />

2<br />

México<br />

0<br />

0 2 4 6 8 10 12 14 16<br />

Hombres<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.<br />

La tasa de empleo total aum<strong>en</strong>tó durante <strong>el</strong> dec<strong>en</strong>io <strong>en</strong> la mayor parte de la región. Mi<strong>en</strong>tras<br />

que <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to de la tasa de empleo fem<strong>en</strong>ina se produjo <strong>en</strong> todos los países con excepción d<strong>el</strong><br />

Ecuador y Guatemala, la tasa de empleo masculina disminuyó <strong>en</strong> varios países (véase <strong>el</strong> gráfico III.38).<br />

Como consecu<strong>en</strong>cia de esta evolución, la brecha <strong>en</strong>tre las tasas de empleo de mujeres y<br />

de hombres también se ha reducido de manera considerable, aunque persist<strong>en</strong> amplias difer<strong>en</strong>cias<br />

<strong>en</strong> todos los países, al igual que <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de la participación (véanse los gráficos III.39 y III.40).<br />

Como promedio de la región, la tasa de empleo de las mujeres repres<strong>en</strong>taba un 65% de la de los<br />

hombres <strong>en</strong> 2012, proporción que asc<strong>en</strong>día al 61% <strong>en</strong> 2002. Las mayores difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre las tasas<br />

de empleo se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> Guatemala, Honduras y Nicaragua.


CEPAL<br />

• Gráfico III.38<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de empleo fem<strong>en</strong>ina y masculina, alrededor de 2002 y 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

70<br />

A. Mujeres<br />

2012<br />

60<br />

50<br />

40<br />

Uruguay Paraguay Brasil<br />

Colombia<br />

México<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

Panamá (Rep. Bol. de)<br />

Arg<strong>en</strong>tina El Salvador Ecuador<br />

Honduras<br />

Nicaragua<br />

Rep. Dominicana<br />

Chile<br />

Costa Rica<br />

Guatemala<br />

Perú<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

30<br />

20<br />

20 25 30 35 40 45 50 55 60 65 70<br />

2002<br />

100<br />

B. Hombres<br />

90<br />

2012<br />

80<br />

70<br />

60<br />

Uruguay<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Paraguay Bolivia (Est. Plur. de)<br />

Panamá Perú<br />

Honduras<br />

Brasil Nicaragua<br />

Colombia<br />

México<br />

El Salvador<br />

Ecuador<br />

Guatemala<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a<br />

(Rep. Bol. de) Costa Rica<br />

Rep. Dominicana<br />

Chile<br />

50<br />

50 55 60 65 70 75 80 85 90 95 100<br />

2002<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.<br />

• Gráfico III.39<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): razón <strong>en</strong>tre las tasas de empleo fem<strong>en</strong>ina y masculina,<br />

alrededor de 2002 y 2012<br />

1,0<br />

0,9<br />

0,8<br />

0,7<br />

0,6<br />

0,5<br />

0,4<br />

0,3<br />

0,2<br />

0,1<br />

0,0<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

Honduras<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a<br />

2002 2012<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.40<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de empleo fem<strong>en</strong>ina y masculina, alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

90<br />

80<br />

70<br />

Mujeres<br />

60<br />

Perú<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Uruguay Brasil Colombia<br />

50<br />

Paraguay<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a México<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (Rep. Bol. de)<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Panamá<br />

El Salvador<br />

40<br />

Ecuador Honduras<br />

Chile Costa Rica Nicaragua<br />

Rep. Dominicana Guatemala<br />

30<br />

30 40 50 60 70 80 90<br />

Hombres<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países<br />

a<br />

Promedio ponderado.<br />

ii) Ciclos económicos e impactos difer<strong>en</strong>ciados por género<br />

A lo largo de la historia, <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> ha atravesado por una serie de crisis que han afectado <strong>el</strong><br />

desempeño de sus principales variables macroeconómicas. En efecto, una característica destacada<br />

de los países de la región ha sido la volatilidad de sus ciclos económicos, que ha repercutido <strong>en</strong> la<br />

estabilidad social, <strong>en</strong> las empresas, <strong>en</strong> las instituciones y <strong>en</strong> las políticas, y también ha redundado<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la inseguridad económica a la que está expuesta bu<strong>en</strong>a parte de la población<br />

(Bértola y Ocampo, 2012).<br />

La contracción de la actividad económica afecta de manera negativa a las trabajadoras<br />

y los trabajadores, que v<strong>en</strong> disminuidos sus ingresos laborales y sufr<strong>en</strong> la pérdida de empleo.<br />

Considerando la inserción difer<strong>en</strong>ciada de hombres y mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral y su desigual<br />

dedicación al trabajo no remunerado, cabría esperar comportami<strong>en</strong>tos distintos según sexo<br />

durante los períodos de contracción. La teoría económica plantea dos posibles reacciones de la<br />

oferta laboral <strong>en</strong> un período de crisis económica. Podría operar un patrón contracíclico, <strong>en</strong> virtud<br />

d<strong>el</strong> cual la participación laboral se increm<strong>en</strong>tara ante una caída de la actividad económica, efecto<br />

que su<strong>el</strong>e d<strong>en</strong>ominarse d<strong>el</strong> “trabajador añadido” y que, básicam<strong>en</strong>te, significa que un miembro<br />

d<strong>el</strong> hogar se incorpora al mercado laboral. También podría operar un patrón procíclico, <strong>en</strong> virtud<br />

d<strong>el</strong> cual la participación laboral disminuyera ante una caída de la actividad económica, efecto<br />

conocido como d<strong>el</strong> “trabajador desal<strong>en</strong>tado”, que implica que las personas dejan de participar<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral porque no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> esperanzas de conseguir trabajo. Diversos estudios han<br />

sugerido que <strong>el</strong> primer efecto ti<strong>en</strong>de a predominar <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres y <strong>el</strong> segundo <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

caso de los hombres (Espino, 2012; Antonopoulos, 2009; Arroyo y otros, 2010). Cabe señalar que<br />

la preval<strong>en</strong>cia de uno u otro efecto dep<strong>en</strong>de de diversos factores y que incluso ambos efectos<br />

pued<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er lugar <strong>en</strong> distintos grupos de hombres y mujeres. A modo de ejemplo, se ha sugerido<br />

que <strong>el</strong> efecto d<strong>el</strong> trabajador añadido predomina <strong>en</strong>tre las mujeres con m<strong>en</strong>or niv<strong>el</strong> educativo y de<br />

edad más avanzada, mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> efecto d<strong>el</strong> trabajador desal<strong>en</strong>tado es r<strong>el</strong>evante <strong>en</strong> <strong>el</strong> segm<strong>en</strong>to<br />

de mujeres jóv<strong>en</strong>es y con mayor niv<strong>el</strong> educativo (Sabarwal, Sinha y Buvinic, 2012).<br />

Para analizar <strong>el</strong> efecto que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> las crisis <strong>en</strong> los principales indicadores d<strong>el</strong> mercado de<br />

trabajo, se s<strong>el</strong>eccionaron cinco países donde la actividad económica exhibió importantes caídas<br />

<strong>en</strong> algún mom<strong>en</strong>to de las últimas décadas. En efecto, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil <strong>el</strong> PIB disminuyó un 4,4% <strong>en</strong>tre


CEPAL<br />

1989 y 1990. Una situación similar ocurrió <strong>en</strong> <strong>el</strong> Paraguay y <strong>en</strong> V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana<br />

de), donde <strong>el</strong> PIB se redujo un 4,0% y un 3,2%, respectivam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong>tre 2008 y 2009. Contracciones<br />

más marcadas de la actividad económica se registraron <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina y <strong>el</strong> Uruguay, donde <strong>el</strong> PIB<br />

cayó un 11,0% y un 10,9%, respectivam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong>tre 2001 y 2002, <strong>en</strong> verdaderas crisis económicas<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico III.41).<br />

• Gráfico III.41<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (5 países) a: tasa de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> PIB anual a precios constantes,<br />

1990-2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

-5<br />

-10<br />

-15<br />

1990<br />

1991<br />

1992<br />

1993<br />

1994<br />

1995<br />

1996<br />

1997<br />

1998<br />

1999<br />

2000<br />

2001<br />

2002<br />

2003<br />

2004<br />

2005<br />

<strong>2006</strong><br />

2007<br />

2008<br />

2009<br />

2010<br />

Arg<strong>en</strong>tina Brasil Paraguay Uruguay V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (Rep. Bol. de)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), base de datos CEPALSTAT.<br />

a<br />

Se s<strong>el</strong>eccionaron cinco países donde la actividad económica registró una caída importante <strong>en</strong> algún mom<strong>en</strong>to de las<br />

últimas décadas.<br />

El análisis de los indicadores d<strong>el</strong> mercado laboral muestra que <strong>en</strong> las fases recesivas d<strong>el</strong><br />

ciclo económico <strong>en</strong> todos los países considerados se han registrado increm<strong>en</strong>tos de la tasa de<br />

participación fem<strong>en</strong>ina y disminuciones de la masculina (véase <strong>el</strong> cuadro III.7). Esta evid<strong>en</strong>cia<br />

favorecería la hipótesis de que la oferta laboral fem<strong>en</strong>ina se expande <strong>en</strong> contextos críticos por <strong>el</strong><br />

efecto d<strong>el</strong> trabajador añadido y la masculina disminuye por <strong>el</strong> efecto d<strong>el</strong> trabajador desal<strong>en</strong>tado. La<br />

evolución posterior de las tasas de participación fem<strong>en</strong>ina, que no muestran caídas <strong>en</strong> las etapas<br />

de recuperación económica, sugiere que aqu<strong>el</strong>las mujeres que han ingresado al mercado de trabajo<br />

<strong>en</strong> épocas de crisis ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a permanecer <strong>en</strong> él (Montaño y Milosavljevic, 2010).<br />

• Cuadro III.7<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (5 países) a : variación acumulada d<strong>el</strong> PIB y de los principales indicadores d<strong>el</strong><br />

mercado de trabajo<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Variación<br />

d<strong>el</strong> PIB<br />

Variación de la tasa<br />

de participación<br />

Variación de la tasa<br />

de desempleo<br />

Variación de la<br />

tasa de empleo<br />

Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres<br />

Brasil (<strong>en</strong>tre 1989 y 1990) -4,4 1,0 -1,1 3,7 20,2 0,8 -1,1<br />

Arg<strong>en</strong>tina (<strong>en</strong>tre 2000 y 2002) -14,8 2,5 -1,8 9,7 30,4 0,5 -6,5<br />

Uruguay (<strong>en</strong>tre 2000 y 2002) -14,0 0,2 -1,9 24,9 24,4 -4,4 -4,4<br />

Paraguay (<strong>en</strong>tre 2008 y 2009) -4,0 2,5 -0,2 7,6 26,8 1,9 -1,5<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de)<br />

(<strong>en</strong>tre 2008 y 2009)<br />

-3,2 1,8 -0,3 6,0 6,3 0,8 -1,1<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los<br />

respectivos países e información d<strong>el</strong> C<strong>en</strong>tro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS).<br />

a<br />

Se s<strong>el</strong>eccionaron cinco países donde la actividad económica registró una caída importante <strong>en</strong> algún mom<strong>en</strong>to de las<br />

últimas décadas.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Si bi<strong>en</strong> las tasas de desempleo de las mujeres históricam<strong>en</strong>te han sido más altas que las<br />

de los hombres, <strong>en</strong> tres de los cinco países que se analizan las tasas de desempleo masculinas<br />

registraron increm<strong>en</strong>tos muy superiores <strong>en</strong> los episodios de caída de la actividad económica.<br />

Esto no ocurrió <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de), países donde <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to<br />

de la tasa de desempleo fue similar para ambos sexos. Por último, la tasa de empleo pres<strong>en</strong>tó un<br />

comportami<strong>en</strong>to difer<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los distintos países. Con diversas int<strong>en</strong>sidades <strong>en</strong> todos <strong>el</strong>los, con<br />

excepción d<strong>el</strong> Uruguay, parece haberse producido <strong>el</strong> mismo f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o: un aum<strong>en</strong>to de la tasa de<br />

empleo fem<strong>en</strong>ina y una contracción de la masculina.<br />

En contextos de depresión económica, disminuy<strong>en</strong> los salarios reales de hombres y mujeres.<br />

Si <strong>el</strong> desc<strong>en</strong>so d<strong>el</strong> salario de los hombres es mayor, se puede producir una reducción de la brecha<br />

salarial de género, que <strong>en</strong> este contexto no debería interpretarse como un avance <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido de<br />

la igualdad. De acuerdo con la evid<strong>en</strong>cia sobre la evolución difer<strong>en</strong>ciada de los ingresos de hombres<br />

y mujeres durante las crisis, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, la brecha de ingresos <strong>en</strong>tre los sexos se reduce debido al<br />

mayor deterioro de los ingresos de los hombres (Montaño y Milosavljevic, 2010).<br />

En los países d<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, la crisis financiera de 2008 y 2009 ha t<strong>en</strong>ido importantes impactos,<br />

<strong>en</strong>tre otros, <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de los precios de los alim<strong>en</strong>tos, la caída de la producción y <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> empleo informal y d<strong>el</strong> desempleo. Sin embargo, como se argum<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> CEPAL (2010b), <strong>en</strong> los<br />

análisis sobre esta crisis se ha t<strong>en</strong>dido a considerarla neutra <strong>en</strong> términos de género, sin profundizar<br />

<strong>en</strong> sus posibles impactos difer<strong>en</strong>ciados <strong>en</strong> hombres y mujeres, aun cuando algunos indicadores<br />

dan cu<strong>en</strong>ta de desigualdades. Tal como ocurrió <strong>en</strong> la mayoría de los episodios de crisis económica<br />

analizados <strong>en</strong> los párrafos anteriores, <strong>en</strong> los países d<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> la tasa de participación masculina cayó<br />

fuertem<strong>en</strong>te, mi<strong>en</strong>tras que la fem<strong>en</strong>ina disminuyó m<strong>en</strong>os o incluso se increm<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> algunos países.<br />

iii) Características de la inserción laboral de hombres y mujeres<br />

Las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los principales indicadores laborales de hombres y mujeres, que se observan al<br />

comparar promedios agregados de cada país, escond<strong>en</strong> importantes variaciones más específicas,<br />

que aparec<strong>en</strong> como un patrón claro que se repite <strong>en</strong> todas las economías. Por un lado, la brecha <strong>en</strong>tre<br />

las tasas de participación de hombres y mujeres decrece a medida que aum<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo:<br />

cuando hombres y mujeres son más educados, sus comportami<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral se<br />

asemejan. Así, <strong>en</strong> la región <strong>el</strong> coci<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre la tasa de participación fem<strong>en</strong>ina y la masculina alcanza<br />

un 54% <strong>en</strong>tre los trabajadores con educación primaria incompleta. Sin embargo, <strong>en</strong>tre qui<strong>en</strong>es ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

educación secundaria o un niv<strong>el</strong> de educación más alto, este coci<strong>en</strong>te es mucho mayor y llega al<br />

87% (véase <strong>el</strong> gráfico III.42).<br />

• Gráfico III.42<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países) a : tasas de participación fem<strong>en</strong>ina y masculina, por niv<strong>el</strong><br />

educativo, alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Educación primaria<br />

incompleta<br />

Primer ciclo<br />

de la educación<br />

secundaria incompleto<br />

Segundo ciclo<br />

de la educación<br />

secundaria incompleto<br />

Educación<br />

postsecundaria<br />

Mujeres Hombres Mujer/Hombre<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.


CEPAL<br />

Estas difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre la participación laboral de hombres y mujeres varían según la<br />

composición d<strong>el</strong> hogar al que pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> las trabajadoras y los trabajadores. Cuando hay niños<br />

o niñas m<strong>en</strong>ores de 6 años <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar, es decir, cuando las demandas de cuidado son muy altas,<br />

las tasas de participación de las mujeres repres<strong>en</strong>tan un 60% de las de los hombres. Si <strong>el</strong> niño<br />

m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar ti<strong>en</strong>e <strong>en</strong>tre 6 y 14 años, la razón asci<strong>en</strong>de a un 75%, mi<strong>en</strong>tras que cuando no<br />

hay niños m<strong>en</strong>ores <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar, la razón alcanza un 80% (véase <strong>el</strong> cuadro III.8). Las difer<strong>en</strong>cias<br />

son considerablem<strong>en</strong>te más marcadas <strong>en</strong> los hogares más pobres, pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes al primer<br />

quintil, que <strong>en</strong> los hogares d<strong>el</strong> último quintil, e incluso <strong>en</strong> este no se verifica <strong>el</strong> patrón descrito de<br />

m<strong>en</strong>ores difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre hombres y mujeres <strong>en</strong> los hogares sin niños, respecto de los hogares<br />

con niños. Por lo tanto, <strong>el</strong> mayor marg<strong>en</strong> para <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la participación laboral fem<strong>en</strong>ina<br />

se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong>tre las mujeres que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> niv<strong>el</strong>es educativos más bajos y responsabilidades <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> hogar, lo que demanda un esfuerzo de política pública específico. El esfuerzo dirigido a este<br />

segm<strong>en</strong>to debe c<strong>en</strong>trarse <strong>en</strong> distintos ámbitos: educativo y de capacitación, de servicios de<br />

cuidado y de empleo activo. La mod<strong>el</strong>ización de la tasa de participación de las mujeres, a través<br />

de la estimación de mod<strong>el</strong>os de probabilidad de participación laboral, muestra resultados muy<br />

consist<strong>en</strong>tes para todos los países de la región (véase <strong>el</strong> recuadro III.1).<br />

• Cuadro III.8<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países) a: tasas de participación de mujeres y hombres según<br />

composición d<strong>el</strong> hogar y quintil de ingresos, alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Edad d<strong>el</strong> niño más pequeño<br />

M<strong>en</strong>os de 6 años Entre 6 y 14 años<br />

Sin niños <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar<br />

Total Mujeres 54,3 60,9 64,2<br />

Hombres 90,0 81,3 80,0<br />

Mujer/hombre 60,3 74,9 80,3<br />

Quintil I Mujeres 39,9 45,0 41,2<br />

Hombres 85,5 74,7 63,7<br />

Mujer/hombre 46,7 60,2 64,7<br />

Quintil V Mujeres 73,5 74,1 70,2<br />

Hombres 93,8 83,5 85,0<br />

Mujer/hombre 78,4 88,7 82,6<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Recuadro III.1<br />

Los determinantes de la participación laboral fem<strong>en</strong>ina <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

Con <strong>el</strong> fin de analizar <strong>en</strong> mayor profundidad los factores determinantes de la participación laboral fem<strong>en</strong>ina, se<br />

estimó un mod<strong>el</strong>o probit cuya variable dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te es una variable binaria que vale 1 si la mujer es económicam<strong>en</strong>te<br />

activa y 0 <strong>en</strong> otro caso. El mod<strong>el</strong>o se estimó para las mujeres de <strong>en</strong>tre 14 y 65 años, para los 18 países de la región<br />

considerados, sobre la base de información de la ronda de <strong>en</strong>cuestas de hogares de 2012. Entre los determinantes se<br />

consideraron las características personales (edad, niv<strong>el</strong> educativo e indicador de si la mujer vive <strong>en</strong> pareja) y una serie<br />

de variables refer<strong>en</strong>tes a las características d<strong>el</strong> hogar: quintil de ingreso, tamaño d<strong>el</strong> hogar, indicador de pres<strong>en</strong>cia<br />

de niños m<strong>en</strong>ores de 6 años, indicador de pres<strong>en</strong>cia de niños de <strong>en</strong>tre 6 y 14 años, edad de la persona más jov<strong>en</strong> d<strong>el</strong><br />

hogar, proporción de miembros d<strong>el</strong> hogar de <strong>en</strong>tre 15 y 65 años que están fuera de la fuerza de trabajo y proporción<br />

de mujeres y hombres que están fuera de la fuerza de trabajo.<br />

En todos los países, los coefici<strong>en</strong>tes asociados a estas variables resultaron significativos y pres<strong>en</strong>taron un<br />

patrón muy sistemático. En términos g<strong>en</strong>erales, la probabilidad de que una mujer sea económicam<strong>en</strong>te activa muestra<br />

los sigui<strong>en</strong>tes comportami<strong>en</strong>tos:<br />

• Crece con la edad (a ritmo decreci<strong>en</strong>te) y con <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo. Mi<strong>en</strong>tras mayor es <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de educación,<br />

mayores son los retornos esperados d<strong>el</strong> trabajo y mayor es la valoración que se ti<strong>en</strong>e de él, por lo que aum<strong>en</strong>ta<br />

la probabilidad de trabajar. A la vez, a medida que aum<strong>en</strong>ta la edad, las mujeres se van retirando d<strong>el</strong> sistema<br />

educativo e incorporando al mercado laboral.<br />

• Es m<strong>en</strong>or para las mujeres que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> pareja que para aqu<strong>el</strong>las que no lo hac<strong>en</strong>.<br />

• Aum<strong>en</strong>ta con <strong>el</strong> ingreso d<strong>el</strong> hogar: las mujeres de los quintiles de ingreso superiores participan <strong>en</strong> mayor<br />

medida <strong>en</strong> la fuerza de trabajo. Este resultado corresponde a una causalidad recíproca, pues <strong>el</strong> trabajo de la<br />

mujer reporta mayores ingresos al hogar y, por tanto, se puede traducir <strong>en</strong> que este pert<strong>en</strong>ezca a un quintil<br />

de ingreso superior. También operan pautas culturales y difer<strong>en</strong>tes patrones de inc<strong>en</strong>tivos dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do d<strong>el</strong><br />

niv<strong>el</strong> socioeconómico de los hogares, lo que se reflejaría a través de los quintiles de ingreso.<br />

• Disminuye con la pres<strong>en</strong>cia de niños <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar y <strong>en</strong> la medida <strong>en</strong> que <strong>el</strong> miembro más pequeño d<strong>el</strong> hogar<br />

ti<strong>en</strong>e m<strong>en</strong>os edad. Los costos asociados al cuidado redundan <strong>en</strong> que <strong>el</strong> trabajo fem<strong>en</strong>ino implique un retorno<br />

m<strong>en</strong>or para <strong>el</strong> hogar (Immervoll y Barber, 2005). Estos costos pued<strong>en</strong> ser lo sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te altos para<br />

constituirse <strong>en</strong> una barrera a la <strong>en</strong>trada de las mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo (Deutsch, 1998). Los costos<br />

d<strong>el</strong> cuidado infantil son especialm<strong>en</strong>te altos para las familias que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> niños m<strong>en</strong>ores de 6 años por dos<br />

razones: <strong>en</strong> primer lugar, los cuidados requeridos por estos niños son más int<strong>en</strong>sivos <strong>en</strong> trabajo y, por lo<br />

tanto, más caros que <strong>el</strong> cuidado de los niños <strong>en</strong> edad escolar; <strong>en</strong> segundo lugar, para los niños mayores de 6<br />

años exist<strong>en</strong> <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral opciones de cuidado a m<strong>en</strong>or costo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema público, al m<strong>en</strong>os a tiempo parcial<br />

(Klerman y Leibowitz, 1990).<br />

• Disminuye con la pres<strong>en</strong>cia de otros adultos inactivos <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar. La pres<strong>en</strong>cia de otros adultos inactivos puede<br />

operar <strong>en</strong> dos s<strong>en</strong>tidos contrapuestos. Por un lado, <strong>el</strong>los pued<strong>en</strong> brindar apoyo mediante <strong>el</strong> cuidado de los<br />

niños d<strong>el</strong> hogar, ofreci<strong>en</strong>do una alternativa gratuita o de muy bajo costo al cuidado maternal y habilitando a la<br />

mujer para participar <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral. Por otro lado, estos adultos inactivos pued<strong>en</strong> requerir de cuidados<br />

y, <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia, disminuir la probabilidad de que las mujeres <strong>en</strong> edad de trabajar fuera de sus hogares<br />

se ofrezcan <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral. Según las estimaciones realizadas, este último efecto supera al primero.<br />

• Aum<strong>en</strong>ta con <strong>el</strong> tamaño d<strong>el</strong> hogar. Una vez que se controla por los otros determinantes, <strong>el</strong> tamaño d<strong>el</strong> hogar<br />

implica una mayor probabilidad de participar <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral, lo que se asocia con la necesidad de<br />

producir mayores ingresos para sust<strong>en</strong>tar un hogar más numeroso.<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de R. Deutsch, “Does child care<br />

pay? Labor Force Participation and Earnings: Effects on Access to child care in the fav<strong>el</strong>as of Rio de Janeiro”, Docum<strong>en</strong>to<br />

de Trabajo, N° 384, Washington, D.C., Banco Interamericano de Desarrollo, 1998; H. Immervoll y D. Barber, “Can par<strong>en</strong>ts<br />

afford to work? Childcare costs, tax-b<strong>en</strong>efit policies and work inc<strong>en</strong>tives”, OECD Social, Employm<strong>en</strong>t and Migration<br />

Working Papers, N° 31, OECD Publishing, 2005; J.A. Klerman y A. Leibowitz, “Child care and wom<strong>en</strong>’s return to work<br />

after childbirth”, American Economic Review, vol. 80, N° 2, Nashville, T<strong>en</strong>nessee, American Economic Association, 1990.


CEPAL<br />

Cuando se compara a hombres y mujeres ocupados, las difer<strong>en</strong>cias se evid<strong>en</strong>cian <strong>en</strong><br />

distintos ámbitos. Por un lado, la cantidad de horas semanales trabajadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral<br />

es considerablem<strong>en</strong>te m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres (37 horas, fr<strong>en</strong>te a 45 horas <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso<br />

de los hombres, como promedio de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>) (véase <strong>el</strong> gráfico III.43) y este patrón se<br />

repite <strong>en</strong> todos los países. Se trata de una brecha muy r<strong>el</strong>evante, que está vinculada con las<br />

responsabilidades de las mujeres <strong>en</strong> las tareas de trabajo no remunerado, sobre todo de cuidado,<br />

d<strong>en</strong>tro de los hogares. Como ha sido ampliam<strong>en</strong>te docum<strong>en</strong>tado, cuando se considera <strong>el</strong> total de<br />

horas de trabajo, incluidos <strong>el</strong> trabajo remunerado y <strong>el</strong> no remunerado, la carga horaria fem<strong>en</strong>ina<br />

es superior <strong>en</strong> la mayoría de los países (véase, por ejemplo, CEPAL, 2014). Según la información<br />

más reci<strong>en</strong>te disponible <strong>en</strong> <strong>el</strong> Observatorio de Igualdad de Género de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>,<br />

<strong>en</strong> 9 de los 11 países de los que se ti<strong>en</strong>e información, la carga de trabajo total de las mujeres es<br />

superior a la de los hombres 32 .<br />

• Gráfico III.43<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): promedio de horas trabajadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral<br />

por semana, según sexo, alrededor de 2012<br />

(En números de horas)<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

Honduras<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.<br />

Otra característica reconocida de la inserción laboral fem<strong>en</strong>ina es la alta conc<strong>en</strong>tración<br />

de las mujeres <strong>en</strong> determinadas ocupaciones y ramas de actividad, es decir, <strong>el</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o de la<br />

segregación ocupacional. La distribución de los ocupados por sexo resulta muy difer<strong>en</strong>te cuando se<br />

analiza por rama de actividad y <strong>en</strong> m<strong>en</strong>or medida por categoría ocupacional (véase <strong>el</strong> gráfico III.44).<br />

En términos de ramas de actividad, la conc<strong>en</strong>tración de las mujeres es mucho más marcada que la<br />

de los hombres: casi <strong>el</strong> 70% de <strong>el</strong>las se ubican <strong>en</strong> las ramas de servicios sociales y comercio, <strong>en</strong><br />

tanto que las dos principales ramas de actividad de los hombres son agricultura y comercio, que <strong>en</strong><br />

conjunto conc<strong>en</strong>tran alrededor d<strong>el</strong> 40% de la población masculina ocupada, según datos de 2012.<br />

En términos de categorías ocupacionales, las mujeres ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una m<strong>en</strong>or inserción como asalariadas<br />

privadas y empleadoras, al mismo tiempo que <strong>el</strong> 18% de <strong>el</strong>las trabajan <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico o<br />

como trabajadoras no remuneradas. Aproximadam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> 25% d<strong>el</strong> total de ocupadas de la región son<br />

trabajadoras por cu<strong>en</strong>ta propia, categoría ocupacional que <strong>en</strong>globa situaciones muy heterogéneas.<br />

32<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.cepal.org/oig/ws/getRegionalIndicator.asp?page=13&language=spanish.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.44<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países) a: distribución de mujeres y hombres por rama<br />

de actividad y categoría ocupacional, alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Mujeres<br />

A. Rama de actividad<br />

Hombres<br />

Agricultura Minería Industria<br />

Electricidad, gas y agua Construcción Comercio<br />

Transporte y comunicaciones Actividades financieras Servicios personales<br />

100<br />

B. Categoría ocupacional<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Empleadores Empleados públicos Empleados privados<br />

Trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia Servicio doméstico Trabajadores no remunerados<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado. No se incluye a Cuba ni a Haití. En las <strong>en</strong>cuestas de Costa Rica y Nicaragua no se distingue <strong>en</strong>tre<br />

empleados públicos y empleados privados; para efectos de este gráfico, se contabilizaron todos los empleados de ambos<br />

países como empleados privados.


CEPAL<br />

El peso r<strong>el</strong>ativo de los trabajadores no remunerados d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> mercado laboral es r<strong>el</strong>evante<br />

para <strong>el</strong> análisis que se pres<strong>en</strong>ta más ad<strong>el</strong>ante. Como se definió <strong>en</strong> la sección A, estos trabajadores<br />

son los que se desempeñan <strong>en</strong> una unidad económica, pero no percib<strong>en</strong> ingresos por las tareas<br />

que realizan. En algunos países de la región la conc<strong>en</strong>tración de las mujeres <strong>en</strong> la categoría de<br />

trabajadoras no remuneradas <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral es muy significativa: <strong>en</strong> <strong>el</strong> Estado Plurinacional<br />

de Bolivia <strong>el</strong> 31% de las mujeres ocupadas son trabajadoras no remuneradas, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

Perú y <strong>el</strong> Ecuador la cifra asci<strong>en</strong>de al 17% y <strong>el</strong> 15%, respectivam<strong>en</strong>te (véase <strong>el</strong> cuadro III.9). El trabajo<br />

no remunerado está asociado al medio rural: <strong>en</strong> los tres países m<strong>en</strong>cionados, se desempeña <strong>en</strong><br />

este medio una proporción mayoritaria de los trabajadores no remunerados, que llega al 72% <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

Estado Plurinacional de Bolivia, <strong>el</strong> 61% <strong>en</strong> <strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> 60% <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú. A su vez, la proporción<br />

de la población indíg<strong>en</strong>a es muy alta <strong>en</strong> <strong>el</strong> total de los trabajadores no remunerados: <strong>en</strong> <strong>el</strong> Estado<br />

Plurinacional de Bolivia <strong>el</strong> 23% de los trabajadores no remunerados son indíg<strong>en</strong>as, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Ecuador <strong>el</strong><br />

20% y <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú <strong>el</strong> 36%. También <strong>en</strong> Guatemala, Honduras y Nicaragua esta categoría ocupacional<br />

conc<strong>en</strong>tra un grupo importante de trabajadores, aunque <strong>en</strong> estos casos la situación de hombres<br />

y mujeres es r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te similar. En los países donde esta categoría ocupacional ti<strong>en</strong>e mucha<br />

r<strong>el</strong>evancia para las mujeres ocupadas, se observan resultados muy significativos <strong>en</strong> términos d<strong>el</strong><br />

cambio que se produce <strong>en</strong> <strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar de los hogares al realizar una simulación de cierre de la<br />

brecha de ingresos.<br />

• Cuadro III.9<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): importancia d<strong>el</strong> trabajo no remunerado <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral,<br />

por sexo, alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Mujeres Hombres Total<br />

Arg<strong>en</strong>tina 0,8 0,3 0,5<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de) 30,6 8,4 18,2<br />

Brasil 4,1 1,9 2,8<br />

Chile 0,6 0,3 0,4<br />

Colombia 7,4 2,7 4,7<br />

Costa Rica 1,8 1,2 1,4<br />

Ecuador 15,4 4,8 9,0<br />

El Salvador 8,5 8,9 8,7<br />

Guatemala 11,4 8,4 9,4<br />

Honduras 11,2 10,1 10,5<br />

México 7,8 4,6 5,9<br />

Nicaragua 8,7 12,8 11,3<br />

Panamá 7,2 3,3 4,8<br />

Paraguay 7,6 7,2 7,4<br />

Perú 17,6 5,7 11,1<br />

República Dominicana 2,5 1,4 1,8<br />

Uruguay 1,9 0,7 1,2<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) 1,1 0,5 0,8<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a 6,8 3,3 4,8<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.<br />

En CEPAL (2014) se analiza la evolución de un índice de segregación ocupacional de los<br />

países de la región <strong>en</strong> la última década y se concluye que, aun <strong>en</strong> un contexto de reducción de las<br />

brechas de género <strong>en</strong> distintas dim<strong>en</strong>siones, <strong>en</strong> materia de segregación ocupacional no se detecta<br />

una mejora g<strong>en</strong>eralizada. Las características más estructurales de la inserción laboral fem<strong>en</strong>ina no<br />

parec<strong>en</strong> modificarse <strong>en</strong> este período. Los altos niv<strong>el</strong>es de segregación imperantes pued<strong>en</strong> obedecer


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

<strong>en</strong> gran medida a actitudes de los empleadores o incluso de los mismos trabajadores respecto de<br />

cuáles ocupaciones resultan apropiadas para las mujeres y cuáles para los varones, como parte de<br />

una construcción social apr<strong>en</strong>dida y reproducida <strong>en</strong> los hogares, <strong>el</strong> sistema educativo, los medios de<br />

comunicación y <strong>el</strong> mercado de trabajo. A su vez, la discriminación laboral puede influir <strong>en</strong> las decisiones<br />

que toman las personas, y <strong>en</strong> particular las mujeres, antes de ingresar al mercado de trabajo. Más<br />

aun, <strong>en</strong> algunos casos la segregación ocupacional puede derivar de la segregación educativa, que<br />

<strong>en</strong> cierta medida refleja las opciones o prefer<strong>en</strong>cias de las mujeres, pero también puede ser producto<br />

de normas sociales y conductas apr<strong>en</strong>didas (CEPAL, 2014). En efecto, aunque <strong>en</strong> la región aum<strong>en</strong>tó<br />

la proporción de mujeres que cursan educación terciaria, estas ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a conc<strong>en</strong>trarse <strong>en</strong> carreras<br />

desvinculadas de las ci<strong>en</strong>cias y la tecnología, que son los ámbitos que <strong>el</strong> mercado laboral ti<strong>en</strong>de a<br />

valorar y premiar de mejor manera (Rico y Trucco, 2014). Esta segregación se asocia a las actitudes<br />

y resultados de desempeño durante la trayectoria educativa y de socialización. Las <strong>el</strong>ecciones d<strong>el</strong><br />

campo de estudio y carrera son influidas por los roles que las personas conoc<strong>en</strong> <strong>en</strong> los hogares,<br />

que a su vez respond<strong>en</strong> a mandatos culturales de género. También se ha planteado que es más<br />

probable que las niñas <strong>el</strong>ijan carreras con recomp<strong>en</strong>sa intrínseca, con m<strong>en</strong>os compet<strong>en</strong>cia y más<br />

cooperación social y cuidados (Rico y Trucco, 2014).<br />

En cuanto a la calidad d<strong>el</strong> empleo, la afiliación de hombres y mujeres a la seguridad social<br />

se ha increm<strong>en</strong>tado <strong>en</strong>tre 2002 y 2012, y los niv<strong>el</strong>es prevaleci<strong>en</strong>tes de formalidad de ambos sexos<br />

son similares (véase <strong>el</strong> gráfico III.45). En CEPAL (2013) se pres<strong>en</strong>ta un análisis multivariado según <strong>el</strong><br />

cual no hay una asociación clara <strong>en</strong>tre la variable sexo y la contribución a la seguridad social, y la<br />

probabilidad de afiliación está principalm<strong>en</strong>te vinculada a las características d<strong>el</strong> puesto de trabajo.<br />

Estudios anteriores también han mostrado que <strong>en</strong> los países donde las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre las tasas<br />

de empleo de hombres y mujeres son mayores, las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre las tasas de cotización son<br />

m<strong>en</strong>ores, e incluso se puede id<strong>en</strong>tificar una tasa más alta de cotización de las mujeres (véase<br />

CEPAL, 2014). Esto sugiere que, <strong>en</strong> estos casos, las mujeres que logran insertarse <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado<br />

laboral <strong>en</strong> contextos de muy bajas tasas de empleo fem<strong>en</strong>inas, <strong>en</strong> comparación con las masculinas,<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> altas probabilidades de ser cotizantes. Lo anterior se explica porque solo las mujeres que<br />

cu<strong>en</strong>tan con mayores niv<strong>el</strong>es educativos logran insertarse <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral, mi<strong>en</strong>tras que la<br />

incorporación de los hombres se produce a lo largo de todo <strong>el</strong> espectro educativo. Por lo tanto,<br />

esas mujeres r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te más educadas pres<strong>en</strong>tan, <strong>en</strong> promedio, mayores niv<strong>el</strong>es de cotización<br />

<strong>en</strong> comparación con los hombres ocupados (CEPAL, 2014).<br />

• Gráfico III.45<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (16 países): afiliación a la seguridad social de mujeres y hombres,<br />

alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

Rep. Dominicana<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (Rep. Bol. de)<br />

Brasil<br />

Uruguay<br />

Chile<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Mujeres<br />

50<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> a<br />

Ecuador<br />

40<br />

Guatemala<br />

México<br />

30<br />

Colombia<br />

Nicaragua<br />

El Salvador<br />

Honduras<br />

Perú<br />

20<br />

Paraguay<br />

Bolivia (Est. Plur. de)<br />

10<br />

10 20 30 40 50 60 70 80 90<br />

Hombres<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.


CEPAL<br />

iv) Heterog<strong>en</strong>eidad de la estructura productiva y desigualdad de género<br />

Una de las características distintivas de las economías de la región es la alta heterog<strong>en</strong>eidad de su<br />

estructura productiva, que se manifiesta <strong>en</strong> grandes difer<strong>en</strong>cias de productividad de los trabajadores.<br />

Una manera de analizar esa heterog<strong>en</strong>eidad estructural es <strong>el</strong> <strong>en</strong>foque sectorial, que <strong>en</strong>fatiza <strong>en</strong> las<br />

difer<strong>en</strong>cias de productividad exist<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>tre los sectores o ramas de actividad de la economía. En<br />

ese marco, resulta interesante analizar la inserción laboral de hombres y mujeres <strong>en</strong> los sectores de<br />

actividad con distinta productividad. Para <strong>el</strong> análisis se difer<strong>en</strong>ciaron estos sectores de actividad <strong>en</strong><br />

tres grupos, considerando su productividad laboral promedio (<strong>en</strong> dólares de 2005 expresados <strong>en</strong><br />

paridad d<strong>el</strong> poder adquisitivo): <strong>el</strong> sector de baja productividad, que incluye agricultura, comercio y<br />

servicios; <strong>el</strong> sector de productividad media, que abarca construcción, manufactura y transporte, y <strong>el</strong><br />

sector de alta productividad, que abarca actividad financiera, <strong>el</strong>ectricidad y minería. Como se señaló<br />

<strong>en</strong> CEPAL (2014), <strong>el</strong> producto por persona ocupada <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de alta productividad equivale a 5,8<br />

veces <strong>el</strong> d<strong>el</strong> sector de baja productividad, lo que ilustra sobre la <strong>el</strong>evada difer<strong>en</strong>cia de productividad<br />

por sectores de actividad que existe <strong>en</strong> la región. En <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> sectores de baja productividad<br />

se conc<strong>en</strong>tran trabajadores con m<strong>en</strong>ores salarios, m<strong>en</strong>ores requerimi<strong>en</strong>tos educativos, mayor<br />

inestabilidad laboral, limitada cobertura de seguridad social y, frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, aus<strong>en</strong>cia de contratos<br />

de trabajo (CEPAL, 2012b). En <strong>el</strong> sector de baja productividad, como se muestra a continuación,<br />

hay una mayor pres<strong>en</strong>cia proporcional de mujeres que <strong>en</strong> los otros sectores, al mismo tiempo que<br />

<strong>en</strong> este sector está ocupada la mayor parte de las mujeres de la región.<br />

En 2012, las mujeres repres<strong>en</strong>taron <strong>el</strong> 41% d<strong>el</strong> total de ocupados <strong>en</strong> las economías de la<br />

región. Sin embargo, ese porc<strong>en</strong>taje asci<strong>en</strong>de al 49% <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los ocupados <strong>en</strong> los sectores<br />

de baja productividad (véase <strong>el</strong> cuadro III.10). Los sectores de productividad media (construcción,<br />

manufactura y transporte) son sectores fundam<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te masculinos, ya que los hombres repres<strong>en</strong>tan<br />

<strong>el</strong> 77% d<strong>el</strong> total de ocupados. En los sectores de alta productividad, las mujeres repres<strong>en</strong>tan solo<br />

<strong>el</strong> 37% d<strong>el</strong> total de ocupados. Si se comparan estas cifras con las que se registraban <strong>en</strong> los inicios<br />

de la década (2002), se observa que la distribución de la ocupación <strong>en</strong>tre hombres y mujeres según<br />

niv<strong>el</strong> de productividad no ha pres<strong>en</strong>tado mayores variaciones, con la excepción de un leve aum<strong>en</strong>to<br />

de la participación de las mujeres <strong>en</strong> los sectores de baja y alta productividad.<br />

• Cuadro III.10<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países) a : distribución de los ocupados según niv<strong>el</strong> de productividad<br />

d<strong>el</strong> sector, por sexo, alrededor de 2002 y 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

2002 2012 2002 2012<br />

Sector de productividad baja 53,4 50,5 46,6 49,5<br />

Sector de productividad media 76,6 77,7 23,4 22,3<br />

Sector de productividad alta 67,2 62,7 32,8 37,3<br />

Total 60,2 58,6 39,8 41,4<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.<br />

El análisis de los sectores de actividad muestra que <strong>en</strong> la región una de cada diez mujeres<br />

ocupadas trabaja <strong>en</strong> la agricultura. En <strong>el</strong> Ecuador, <strong>el</strong> Paraguay y <strong>el</strong> Perú la proporción llega a una de


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

cada cinco y <strong>en</strong> <strong>el</strong> Estado Plurinacional de Bolivia a una de cada tres mujeres ocupadas. Una gran<br />

proporción de las mujeres ocupadas <strong>en</strong> la agricultura trabajan como familiares no remuneradas, lo que<br />

las pone <strong>en</strong> una situación de desv<strong>en</strong>taja, ya que no recib<strong>en</strong> un salario por sus actividades, y origina<br />

<strong>en</strong> la mayoría de los casos círculos de dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia económica. El sector que conc<strong>en</strong>tra una mayor<br />

cantidad de mujeres ocupadas <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> es <strong>el</strong> sector de los servicios, <strong>en</strong> que se incluye <strong>el</strong><br />

servicio doméstico, un área de empleo casi totalm<strong>en</strong>te fem<strong>en</strong>ino y una de las que pres<strong>en</strong>ta peores<br />

condiciones laborales. El 27% de las ocupadas <strong>en</strong> los servicios sociales, personales y comunales<br />

son mujeres que trabajan como empleadas domésticas <strong>en</strong> hogares particulares, y <strong>en</strong> la mayoría de<br />

los países de la región están al marg<strong>en</strong> de cualquier legislación laboral y de seguridad social, así<br />

como de protección a través de la sindicalización.<br />

• Gráfico III.46<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países) a : distribución de los ocupados según sector de actividad, por<br />

sexo, alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

26,5<br />

73,5<br />

Agricultura<br />

49,2<br />

50,8<br />

Comercio<br />

63,7<br />

36,3<br />

Servicios sociales,<br />

comunales y<br />

personales<br />

49,5<br />

50,5<br />

Promedio<br />

Sectores de productividad baja<br />

3,2<br />

96,8<br />

Construcción<br />

13,3<br />

86,7<br />

Transporte<br />

37,9<br />

62,1<br />

Manufacturas<br />

22,3 17,3 13,3<br />

77,7 82,7 86,7<br />

Promedio<br />

Sectores de productividad media<br />

Electricidad<br />

Minería<br />

41,2 37,4<br />

58,8 62,6<br />

Servicios<br />

financieros<br />

Promedio<br />

Sectores de productividad alta<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares.<br />

a<br />

Promedio ponderado.<br />

Cabe destacar que <strong>en</strong> El Salvador, Guatemala y Honduras las mujeres alcanzan una mayor<br />

participación <strong>en</strong> los sectores de productividad media, ya que más de un 15% de <strong>el</strong>las trabajan <strong>en</strong> la<br />

industria manufacturera. En Costa Rica, las mujeres ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una participación mayor que <strong>el</strong> promedio<br />

regional <strong>en</strong> los sectores de alta productividad, pues <strong>el</strong> 12,3% se emplean <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector financiero.<br />

Una mirada a la importancia r<strong>el</strong>ativa de las distintas categorías ocupacionales d<strong>en</strong>tro de cada<br />

sector permite id<strong>en</strong>tificar que las mujeres ocupadas se insertan principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los sectores de<br />

baja productividad, como asalariadas (37,6% d<strong>el</strong> total de ocupadas), trabajadoras por cu<strong>en</strong>ta propia<br />

(20,2% d<strong>el</strong> total de ocupadas) y <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico (10,7% d<strong>el</strong> total de ocupadas). Si bi<strong>en</strong> la<br />

proporción de mujeres asalariadas aum<strong>en</strong>ta según <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de productividad d<strong>el</strong> sector considerado,<br />

<strong>en</strong> términos absolutos solo una cantidad reducida de mujeres ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un trabajo asalariado <strong>en</strong> sectores<br />

de alta productividad (véase <strong>el</strong> cuadro III.11).


CEPAL<br />

Niv<strong>el</strong> de<br />

productividad<br />

d<strong>el</strong> sector<br />

• Cuadro III.11<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países) a : distribución de los ocupados según niv<strong>el</strong> de productividad<br />

de los sectores de actividad y sexo, por categoría ocupacional, alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Empleador o<br />

empleadora<br />

Asalariado o<br />

asalariada<br />

Categoría ocupacional<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

Trabajador o<br />

trabajadora por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia<br />

Trabajador o<br />

trabajadora no<br />

remunerado<br />

Baja Hombres 7,5 56,9 0,9 29,4 5,2<br />

Mujeres 4,1 48,3 13,7 26,0 7,9<br />

Total 5,8 52,7 7,3 27,7 6,6<br />

Media Hombres 4,9 68,4 0,1 25,8 0,8<br />

Mujeres 3,3 62,6 2,3 26,8 5,0<br />

Total 4,5 67,1 0,6 26,0 1,8<br />

Alta Hombres 4,7 76,0 0,0 19,0 0,3<br />

Mujeres 2,4 77,7 0,0 18,9 1,0<br />

Total 3,8 76,6 0,0 19,0 0,6<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas<br />

de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.<br />

En términos de aporte al PIB, <strong>en</strong> 2012 <strong>el</strong> sector de baja productividad originaba <strong>el</strong> 39% d<strong>el</strong><br />

PIB de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> sector de alta productividad daba orig<strong>en</strong> al 28% d<strong>el</strong> PIB<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico III.47). En términos de empleo, <strong>el</strong> sector de baja productividad conc<strong>en</strong>traba <strong>el</strong><br />

66% d<strong>el</strong> empleo y <strong>el</strong> de alta productividad solo <strong>el</strong> 7% d<strong>el</strong> empleo total. La información estadística<br />

disponible no permite saber qué proporción d<strong>el</strong> PIB es originado por <strong>el</strong> trabajo de cada sexo, pero<br />

es posible aproximarse a la proporción d<strong>el</strong> ingreso laboral total g<strong>en</strong>erada por hombres y mujeres. Se<br />

verifica así que <strong>el</strong> 71% d<strong>el</strong> ingreso laboral fem<strong>en</strong>ino se produce <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de baja productividad,<br />

proporción que <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los hombres es d<strong>el</strong> 53%. La distribución de hombres y mujeres <strong>en</strong><br />

sectores de difer<strong>en</strong>te productividad es muy distinta: mi<strong>en</strong>tras <strong>el</strong> 57% de los hombres ocupados se<br />

ubican <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de baja productividad, <strong>el</strong> 79% de las mujeres ocupadas trabajan <strong>en</strong> este sector.<br />

• Gráfico III.47<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países) a : composición d<strong>el</strong> PIB b , los ingresos laborales y <strong>el</strong> empleo según<br />

sexo y niv<strong>el</strong> de productividad de los sectores de actividad, alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

14 15 14<br />

7 8 7<br />

28<br />

15<br />

15 27<br />

26<br />

35<br />

32<br />

33<br />

79<br />

59<br />

71<br />

53<br />

66<br />

57<br />

39<br />

Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres<br />

PIB Ingresos laborales <strong>Empleo</strong><br />

Sectores de productividad baja Sectores de productividad media<br />

Sectores de productividad alta<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado.<br />

b<br />

En dólares constantes.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

De acuerdo con esta información, <strong>el</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o de la heterog<strong>en</strong>eidad estructural, tan r<strong>el</strong>evante<br />

para compr<strong>en</strong>der los altos niv<strong>el</strong>es de desigualdad de ingresos de la región, está estrecham<strong>en</strong>te vinculado<br />

con la inserción laboral de las mujeres y las desigualdades de género d<strong>el</strong> mercado laboral. Las mujeres<br />

se conc<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> los sectores de productividad baja, mi<strong>en</strong>tras que los hombres se conc<strong>en</strong>tran <strong>en</strong><br />

una mayor proporción que las mujeres <strong>en</strong> los sectores de productividad media. Se requier<strong>en</strong> políticas<br />

ori<strong>en</strong>tadas a cerrar la brecha de productividad mediante <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de las capacidades, la formulación<br />

de políticas de producción, fom<strong>en</strong>to de la industria e innovación y la creación de instituciones laborales<br />

que promuevan <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te de hombres y mujeres (CEPAL, 2014).<br />

d) Los ingresos laborales de mujeres y varones<br />

Las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre las tasas de participación y de empleo de hombres y mujeres, así como<br />

las difer<strong>en</strong>cias salariales que exist<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los, se combinan para configurar un esc<strong>en</strong>ario <strong>en</strong><br />

que <strong>el</strong> aporte de los ingresos fem<strong>en</strong>inos a los ingresos d<strong>el</strong> hogar es considerablem<strong>en</strong>te m<strong>en</strong>or<br />

que <strong>el</strong> de los masculinos. Si se consideran los ingresos laborales totales de los hogares, se<br />

observa que <strong>el</strong> aporte de las mujeres es siempre inferior a la mitad. Los extremos se produc<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay, donde las mujeres aportan <strong>en</strong> promedio un 39% de los ingresos laborales<br />

totales de los hogares, y la República Dominicana, donde dicha proporción es d<strong>el</strong> 26%.<br />

Una característica persist<strong>en</strong>te de los mercados laborales de la región es que los salarios medios que<br />

percib<strong>en</strong> hombres y mujeres difier<strong>en</strong> sistemáticam<strong>en</strong>te. En todos los países de la región, se observa<br />

que las remuneraciones m<strong>en</strong>suales medias de las mujeres son inferiores a las de los hombres (véase<br />

<strong>el</strong> gráfico III.48). Estas difer<strong>en</strong>cias por sexo que se pres<strong>en</strong>tan <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de los ocupados, se<br />

observan también <strong>en</strong> las distintas categorías ocupacionales (véase <strong>el</strong> recuadro III.2). Las brechas<br />

varían notoriam<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre países: mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de) y <strong>el</strong> Perú <strong>el</strong><br />

ingreso m<strong>en</strong>sual medio de los hombres supera más de un 50% <strong>el</strong> de las mujeres, <strong>en</strong> El Salvador,<br />

Honduras y Panamá esta difer<strong>en</strong>cia es inferior al 10%. Parte de la brecha puede obedecer a que<br />

las mujeres trabajan una m<strong>en</strong>or cantidad de horas de manera remunerada al mes, <strong>en</strong> comparación<br />

con los hombres. En efecto, <strong>en</strong> 2012 los hombres trabajaban casi ocho horas más, como promedio<br />

semanal, <strong>en</strong> tareas remuneradas. Si se incorpora este factor, se sigue observando una difer<strong>en</strong>cia<br />

de los ingresos medios por género <strong>en</strong> la mayoría de los países, aunque las difer<strong>en</strong>cias se at<strong>en</strong>úan.<br />

Tal como ocurre con los ingresos m<strong>en</strong>suales, <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los ingresos por hora las difer<strong>en</strong>cias<br />

más amplias <strong>en</strong> detrim<strong>en</strong>to de las remuneraciones de las mujeres se pres<strong>en</strong>tan <strong>en</strong> Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de) y <strong>el</strong> Perú. En algunos países, como la Arg<strong>en</strong>tina, Costa Rica, El Salvador, Honduras<br />

y Nicaragua, las difer<strong>en</strong>cias salariales ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a desaparecer al controlar por horas de trabajo. Esto<br />

significa que <strong>en</strong> estos países los ingresos medios por hora de las mujeres no son inferiores a los de<br />

los hombres (e incluso son superiores <strong>en</strong> algunos casos).<br />

Como se analizó <strong>en</strong> CEPAL (2014), existe una asociación negativa <strong>en</strong>tre las tasas de<br />

participación y empleo fem<strong>en</strong>inas y las difer<strong>en</strong>cias de ingresos <strong>en</strong>tre hombres y mujeres que se<br />

registran <strong>en</strong> promedio <strong>en</strong> los países. En efecto, los países de C<strong>en</strong>troamérica, que pres<strong>en</strong>tan mayores<br />

brechas de participación y ocupación <strong>en</strong>tre hombres y mujeres, son los que muestran m<strong>en</strong>ores<br />

difer<strong>en</strong>cias de ingresos por sexo <strong>en</strong> promedio. Tal como se analizó antes <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con los aportes<br />

a la seguridad social, la explicación de este hecho radica <strong>en</strong> <strong>el</strong> proceso de s<strong>el</strong>ección que <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan<br />

las mujeres para la <strong>en</strong>trada al mercado laboral. Las mujeres con mejores niv<strong>el</strong>es educativos son las<br />

que ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a participar más activam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral y conseguir empleos, mi<strong>en</strong>tras que<br />

<strong>en</strong>tre los hombres <strong>el</strong> empleo es más g<strong>en</strong>eralizado. Al comparar los ingresos medios de unas y otros,<br />

no se detecta una p<strong>en</strong>alización de los ingresos de estas mujeres, como ocurre <strong>en</strong> otros países. La<br />

corr<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la brecha de empleo <strong>en</strong>tre hombres y mujeres y la brecha de ingresos por hora es<br />

-0,27, lo que refuerza la idea de que <strong>en</strong> los países donde las brechas de empleo <strong>en</strong>tre hombres y<br />

mujeres son mayores, las difer<strong>en</strong>cias de ingresos medios por sexo son m<strong>en</strong>ores.


CEPAL<br />

Por <strong>el</strong>lo, dado que las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los ingresos medios de hombres y mujeres pued<strong>en</strong><br />

obedecer a difer<strong>en</strong>tes características de los ocupados, resulta más preciso analizar estas difer<strong>en</strong>cias<br />

de ingresos controlando por las edades y niv<strong>el</strong>es educativos de hombres y mujeres, de manera de<br />

comparar individuos con similares características. Cuando se realiza este ejercicio, se observa que la<br />

difer<strong>en</strong>cia por género de los ingresos por hora se torna positiva <strong>en</strong> todos los países, lo que rev<strong>el</strong>a la<br />

exist<strong>en</strong>cia de un premio <strong>en</strong> términos de ingresos para los hombres. En <strong>el</strong> gráfico III.49 se muestra <strong>el</strong><br />

coefici<strong>en</strong>te de la variable binaria que distingue a hombres y mujeres <strong>en</strong> una ecuación salarial, que vale 1<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los hombres. Se puede apreciar, <strong>en</strong> efecto, que este coefici<strong>en</strong>te es positivo y significativo<br />

<strong>en</strong> términos estadísticos <strong>en</strong> todos los países, excepto <strong>en</strong> Guatemala y Honduras 33 . En los países donde<br />

las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los ingresos medios desaparecían al considerar los ingresos por hora, se aprecia<br />

ahora una p<strong>en</strong>alización significativa para las mujeres. Esto se debe a que, aunque <strong>en</strong> promedio las<br />

mujeres no ganan m<strong>en</strong>os que los hombres, sí percib<strong>en</strong> m<strong>en</strong>ores ingresos cuando se comparan los<br />

ingresos de hombres y mujeres que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> características similares de niv<strong>el</strong> educativo y edad.<br />

• Gráfico III.48<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre los ingresos medios masculino y fem<strong>en</strong>ino,<br />

alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes d<strong>el</strong> ingreso fem<strong>en</strong>ino)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

A. Ingreso m<strong>en</strong>sual<br />

0<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Perú<br />

Guatemala<br />

Paraguay<br />

México<br />

Ecuador<br />

Uruguay<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Rep. Dominicana<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Costa Rica<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

El Salvador<br />

Honduras<br />

B. Ingreso por hora<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

-10<br />

-20<br />

Perú<br />

Ecuador<br />

México<br />

Chile<br />

Brasil<br />

Paraguay<br />

Rep. Dominicana<br />

Colombia<br />

Uruguay<br />

Guatemala<br />

Panamá<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

El Salvador<br />

Nicaragua<br />

Costa Rica<br />

Honduras<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

33<br />

El coefici<strong>en</strong>te que se pres<strong>en</strong>ta es resultado de la estimación de ecuaciones salariales para hombres y mujeres,<br />

controlando por sesgo de s<strong>el</strong>ección de acuerdo con <strong>el</strong> procedimi<strong>en</strong>to propuesto por Heckman (1979). La variable<br />

binaria sexo vale 1 <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los hombres, por lo que un coefici<strong>en</strong>te positivo indica una p<strong>en</strong>alización de ingresos<br />

para las mujeres (véase Heckman, 1979).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Recuadro III.2<br />

Difer<strong>en</strong>cias de ingresos <strong>en</strong>tre hombres y mujeres d<strong>en</strong>tro de las categorías ocupacionales<br />

Tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo de los asalariados como <strong>en</strong> <strong>el</strong> de los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia, la difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre los ingresos<br />

medios de hombres y mujeres se redujo <strong>en</strong>tre 2000 y 2011, aunque por difer<strong>en</strong>tes causas. Los ingresos de las mujeres<br />

trabajadoras por cu<strong>en</strong>ta propia han permanecido constantes <strong>en</strong> <strong>el</strong> período, indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de los años de estudio. Los<br />

ingresos de los hombres que trabajan por cu<strong>en</strong>ta propia han variado y se ha producido un deterioro <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de aqu<strong>el</strong>los<br />

más educados (que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> 12 o más años de estudio). Por lo tanto, <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia, la<br />

reducción de la brecha de género se debe a una caída de los ingresos de los hombres fr<strong>en</strong>te al estancami<strong>en</strong>to de los ingresos<br />

de las mujeres.<br />

Por otro lado, se observa que las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los ingresos de los asalariados y de los trabajadores por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia son mayores <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres. En efecto, los hombres que trabajan por cu<strong>en</strong>ta propia obti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

ingresos equival<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> promedio al 52% de lo que percib<strong>en</strong> los asalariados, mi<strong>en</strong>tras que las mujeres que trabajan<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia recib<strong>en</strong> <strong>en</strong> promedio <strong>el</strong> 30% de los ingresos de las trabajadoras asalariadas.<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (17 países) a: ingresos prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de su<strong>el</strong>dos y salarios y d<strong>el</strong> trabajo<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia, según sexo y años de estudio, alrededor de 2002 y 2011<br />

(En líneas de pobreza)<br />

Ingresos <strong>en</strong> líneas de pobreza<br />

12<br />

11<br />

10<br />

9<br />

8<br />

7<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

De 0 a 3 De 4 a 8 De 9 a 11 De 12 De 13 a 17 18 o más<br />

Años de estudio aprobados<br />

Hombre, su<strong>el</strong>dos y salarios, 2002<br />

Hombre, su<strong>el</strong>dos y salarios, 2011<br />

Mujer, su<strong>el</strong>dos y salarios, 2002<br />

Mujer, su<strong>el</strong>dos y salarios, 2011<br />

Hombre, ingresos d<strong>el</strong> trabajo<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia, 2002<br />

Hombre, ingresos d<strong>el</strong> trabajo<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia, 2011<br />

Mujer, ingresos d<strong>el</strong> trabajo<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia, 2011<br />

Mujer, ingresos d<strong>el</strong> trabajo<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia, 2002<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas<br />

de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Promedio ponderado. No se incluye al Perú.<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

• Gráfico III.49<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre los ingresos por hora de hombres y mujeres,<br />

expresada como <strong>el</strong> coefici<strong>en</strong>te de la variable binaria sexo <strong>en</strong> ecuaciones salariales,<br />

alrededor de 2012<br />

0,35<br />

0,30<br />

0,25<br />

0,20<br />

0,15<br />

0,10<br />

0,05<br />

0,00<br />

-0,05<br />

-0,10<br />

-0,15<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

Honduras<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.


CEPAL<br />

A pesar de que existe r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te poca información para la región, se ha detectado también<br />

una difer<strong>en</strong>cia de participación de los hombres y las mujeres <strong>en</strong>tre las personas de mayores ingresos<br />

de una sociedad. En efecto, <strong>en</strong> los fractiles superiores de la distribución de ingresos (por ejemplo,<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> 1% más rico) se conc<strong>en</strong>tran los ingresos d<strong>el</strong> capital y los perceptores de este tipo de ingresos<br />

son mayoritariam<strong>en</strong>te hombres.<br />

Las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre las tasas de participación y de empleo de hombres y mujeres se combinan<br />

con las difer<strong>en</strong>cias salariales exist<strong>en</strong>tes <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los, configurando un esc<strong>en</strong>ario <strong>en</strong> que <strong>el</strong> aporte de<br />

los ingresos fem<strong>en</strong>inos a los ingresos d<strong>el</strong> hogar es s<strong>en</strong>siblem<strong>en</strong>te m<strong>en</strong>or que <strong>el</strong> de los masculinos<br />

(pese a que d<strong>en</strong>tro de los hogares existe una corr<strong>el</strong>ación positiva <strong>en</strong>tre ambos, como se muestra<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> recuadro IV.6). Si se consideran los ingresos laborales totales de los hogares, <strong>el</strong> aporte de las<br />

mujeres es siempre inferior a la mitad. De hecho, <strong>en</strong> ninguno de los países dicha proporción llegó<br />

al 40% <strong>en</strong> 2012. Los extremos se produc<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay, donde las mujeres aportan <strong>en</strong> promedio<br />

<strong>el</strong> 39% de los ingresos laborales totales de los hogares, y la República Dominicana, donde dicha<br />

proporción es d<strong>el</strong> 26% (véase <strong>el</strong> gráfico III.50). No debe perderse de vista que <strong>en</strong> <strong>el</strong> indicador que<br />

se analiza no está considerado <strong>el</strong> valor económico d<strong>el</strong> trabajo doméstico no remunerado que, como<br />

se explicó <strong>en</strong> la sección A, tampoco se incluye <strong>en</strong> la contabilización de la actividad económica.<br />

• Gráfico III.50<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): aporte de las mujeres al total de ingresos laborales d<strong>el</strong> hogar,<br />

alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

50<br />

45<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

Rep. Dominicana<br />

Guatemala<br />

Costa Rica<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

México<br />

Ecuador<br />

Panamá<br />

Perú<br />

Honduras<br />

Paraguay<br />

Chile<br />

Nicaragua<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Colombia<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Brasil<br />

El Salvador<br />

Uruguay<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Se detecta una mayor heterog<strong>en</strong>eidad d<strong>en</strong>tro de la región al analizar los aportes al total de<br />

los ingresos laborales d<strong>el</strong> hogar de las mujeres pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes al quintil inferior de cada país. La<br />

proporción de los ingresos laborales d<strong>el</strong> hogar prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te de los ingresos fem<strong>en</strong>inos <strong>en</strong> este quintil<br />

se ubica <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> 9% y <strong>el</strong> 34%, promediando un 26%. En tanto, <strong>en</strong> los quintiles superiores de cada<br />

país estos aportes superan <strong>el</strong> 29% <strong>en</strong> todos los casos y alcanzan un promedio d<strong>el</strong> 36% (véase <strong>el</strong><br />

gráfico III.51). Los niv<strong>el</strong>es significativam<strong>en</strong>te más bajos que se observan <strong>en</strong> los quintiles inferiores<br />

pued<strong>en</strong> reflejar la m<strong>en</strong>or participación de las mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral <strong>en</strong> esos estratos<br />

económicos, antes m<strong>en</strong>cionada.<br />

• Gráfico III.51<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): aporte de las mujeres al total de ingresos laborales d<strong>el</strong> hogar<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> primer y <strong>el</strong> quinto quintil, alrededor de 2012<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

50<br />

45<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

Panamá<br />

Costa Rica<br />

Honduras<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Guatemala<br />

México<br />

Rep. Dominicana<br />

Ecuador<br />

Perú<br />

Nicaragua<br />

Paraguay<br />

Chile<br />

El Salvador<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Brasil<br />

Colombia<br />

Uruguay<br />

Quintil I<br />

Quintil V<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares de los respectivos países.<br />

Existe, por lo tanto, un espacio para increm<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> aporte fem<strong>en</strong>ino a los ingresos d<strong>el</strong> hogar,<br />

ya sea a través de la ampliación de la participación laboral de las mujeres o de la <strong>el</strong>iminación de la<br />

discriminación salarial. Dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do de la situación de partida de cada país, las mayores ganancias<br />

se lograrán avanzando <strong>en</strong> una u otra dirección, aunque obviam<strong>en</strong>te no son excluy<strong>en</strong>tes. En la sección<br />

sigui<strong>en</strong>te se examinan esas posibles ganancias, con <strong>el</strong> propósito de impulsar la formulación de políticas<br />

públicas conduc<strong>en</strong>tes a una mayor igualdad. Los dos esc<strong>en</strong>arios que se consideran implicarían<br />

avances para <strong>el</strong> desarrollo de los países así como para <strong>el</strong> ejercicio de los derechos de las mujeres.


CEPAL<br />

Parte D<br />

Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible (CEPAL, 2014), Cap. III, Sec. E, pp. 171-175.<br />

1. Trabajo no remunerado<br />

Para avanzar hacia <strong>el</strong> horizonte de igualdad que postula la CEPAL, es imprescindible visualizar y<br />

reconocer la manera <strong>en</strong> que operan las r<strong>el</strong>aciones de género <strong>en</strong> los distintos ámbitos d<strong>el</strong> desarrollo<br />

de las personas y las sociedades. En esta línea, la incorporación de la perspectiva de género <strong>en</strong><br />

la economía ha permitido, <strong>en</strong>tre otras cosas, mostrar que <strong>el</strong> trabajo no puede reducirse al empleo<br />

remunerado (Durán, 2013). Desde esta perspectiva han surgido diversos estudios <strong>en</strong> los que se<br />

analizan otras formas de trabajo que no son empleo, como <strong>el</strong> trabajo no remunerado de los hogares<br />

y <strong>el</strong> trabajo de voluntariado, y <strong>en</strong>fatizan su importancia para <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de las economías y<br />

las sociedades. En efecto, la participación remunerada de las personas <strong>en</strong> la producción de bi<strong>en</strong>es<br />

y servicios no basta para la satisfacción de las necesidades humanas y la reproducción social, por<br />

lo cual es preciso considerar una amplia gama de formas de trabajo mercantiles y no mercantiles.<br />

El trabajo no remunerado se define como aqu<strong>el</strong> realizado por los miembros d<strong>el</strong> hogar que<br />

permite producir bi<strong>en</strong>es y servicios para <strong>el</strong> consumo familiar, como <strong>el</strong> cuidado de personas y <strong>el</strong> trabajo<br />

doméstico. El estudio d<strong>el</strong> trabajo no remunerado requiere de conceptos e instrum<strong>en</strong>tos de medición<br />

específicos para dar cu<strong>en</strong>ta de sus distintas modalidades, su r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> trabajo remunerado<br />

y otras actividades cotidianas. Por lo g<strong>en</strong>eral, se establec<strong>en</strong> varias categorías para medir <strong>el</strong> uso<br />

d<strong>el</strong> tiempo <strong>en</strong> las actividades que se realizan: <strong>el</strong> tiempo para satisfacer necesidades personales, <strong>el</strong><br />

tiempo d<strong>el</strong> trabajo remunerado, <strong>el</strong> tiempo destinado al trabajo doméstico, <strong>el</strong> tiempo dedicado a los<br />

cuidados familiares, <strong>el</strong> trabajo voluntario o <strong>el</strong> servicio de la comunidad, y <strong>el</strong> tiempo de ocio.<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, desde 1985 hasta la fecha, se han impulsado significativam<strong>en</strong>te<br />

las mediciones de uso d<strong>el</strong> tiempo <strong>en</strong> varios países de la región 34 . Actualm<strong>en</strong>te, 18 países han<br />

implem<strong>en</strong>tado mediciones de uso d<strong>el</strong> tiempo <strong>en</strong> la región, aunque con importantes difer<strong>en</strong>cias<br />

metodológicas que dificultan la comparabilidad. Aun así, esta información muestra la carga total <strong>en</strong><br />

tiempo de trabajo (remunerado y no remunerado) <strong>en</strong> la región desagregada por sexo. A continuación<br />

se analiza la distribución de la carga total de trabajo <strong>en</strong>tre hombres y mujeres para distintos países<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

El primer resultado que se evid<strong>en</strong>cia es que las mujeres trabajan más que los hombres <strong>en</strong> todos<br />

los países considerados, con excepción de Costa Rica y Honduras (véanse los pan<strong>el</strong>es A y B d<strong>el</strong> gráfico<br />

III.26). Así, las mujeres cargan con una doble jornada: además de sus responsabilidades laborales<br />

(que se han increm<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> las últimas décadas, como se discutió anteriorm<strong>en</strong>te), se hac<strong>en</strong> cargo<br />

d<strong>el</strong> cuidado de otras personas (niños, ancianos), d<strong>el</strong> mant<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to de la casa y de las actividades<br />

asociadas a la reproducción de las personas que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar. Los hombres, <strong>en</strong> cambio, dedican<br />

la mayor parte de su tiempo al trabajo remunerado y un tiempo marginal al trabajo no remunerado. Si<br />

se restringe <strong>el</strong> análisis a la población que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra ocupada, <strong>el</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o descrito se ac<strong>en</strong>túa: se<br />

observa claram<strong>en</strong>te la doble jornada de las mujeres (véanse los pan<strong>el</strong>es C y D d<strong>el</strong> gráfico III.52). En<br />

<strong>el</strong> Brasil las mujeres trabajan <strong>en</strong> promedio 8 horas semanales más que los hombres, <strong>en</strong> Colombia 7<br />

horas más, <strong>en</strong> Costa Rica 1 hora más, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Ecuador 4 horas más, <strong>en</strong> México 5 horas más, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú<br />

7 horas más y <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay 23 horas más. Al desagregar <strong>el</strong> tiempo dedicado al trabajo según sea<br />

remunerado o no, se observa que los hombres dedican más tiempo al trabajo remunerado.<br />

34<br />

Los compromisos asumidos por los países <strong>en</strong> los acuerdos internacionales emanados de las confer<strong>en</strong>cias mundiales<br />

y regionales tales como la Plataforma de Acción de Beijing (1995), <strong>el</strong> Cons<strong>en</strong>so de Quito (2007) y <strong>el</strong> Cons<strong>en</strong>so de<br />

Brasilia (2010), <strong>en</strong>tre otros, constituy<strong>en</strong> marcos políticos r<strong>el</strong>evantes para legitimar <strong>el</strong> empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de este tipo de<br />

mediciones. También juegan un rol clave para las mediciones d<strong>el</strong> uso d<strong>el</strong> tiempo la cooperación internacional, las<br />

reuniones internacionales de expertas y expertos <strong>en</strong> estadísticas y los mecanismos para <strong>el</strong> ad<strong>el</strong>anto de la mujer <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

Estado, así como los institutos nacionales de estadística, la academia y la sociedad civil.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.52<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (9 países): tiempo destinado al trabajo remunerado y no remunerado, según<br />

sexo, alrededor de 2011<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

42 44<br />

18<br />

36<br />

6<br />

Hombres<br />

26<br />

Mujeres<br />

Brasil<br />

2011<br />

48<br />

43<br />

5<br />

Hombres<br />

A. Población de 15 años y más<br />

(<strong>en</strong> horas semanales)<br />

41<br />

16<br />

25<br />

Mujeres<br />

Costa Rica<br />

2011<br />

47 49<br />

40<br />

7<br />

Hombres<br />

20<br />

29<br />

Mujeres<br />

Colombia<br />

2011<br />

39<br />

31<br />

8<br />

Hombres<br />

42<br />

14 34<br />

28<br />

Mujeres<br />

Ecuador<br />

2011<br />

52<br />

18<br />

Hombres<br />

66<br />

15<br />

51<br />

Mujeres<br />

México<br />

2010<br />

59<br />

40<br />

18<br />

Hombres<br />

64<br />

21<br />

42<br />

Mujeres<br />

Perú<br />

2010<br />

49<br />

30<br />

18<br />

Hombres<br />

63<br />

16<br />

47<br />

Mujeres<br />

Uruguay<br />

2007<br />

10<br />

9<br />

8<br />

7<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

8<br />

7<br />

1<br />

B. Población de 15 años y más<br />

(<strong>en</strong> horas diarias)<br />

9 9<br />

2<br />

7<br />

Hombres Mujeres Hombres Mujeres<br />

Guatemala 2009 Honduras 2011<br />

8<br />

1<br />

7<br />

3<br />

4<br />

90<br />

C. Población ocupada de 15 años y más<br />

(<strong>en</strong> horas semanales)<br />

12<br />

D. Población ocupada de 15 años y más<br />

(<strong>en</strong> horas diarias)<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

47<br />

42<br />

5<br />

54 56 56 55<br />

34<br />

20<br />

52<br />

4<br />

37<br />

18<br />

49<br />

6<br />

61<br />

38<br />

23<br />

49<br />

41<br />

8<br />

57 57<br />

31<br />

27<br />

50<br />

7<br />

63 62<br />

40<br />

23<br />

47<br />

15<br />

69<br />

33<br />

36<br />

56<br />

40<br />

16<br />

79<br />

38<br />

41<br />

10<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

8<br />

7<br />

10 10 10<br />

5<br />

5<br />

9<br />

3<br />

7<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Brasil<br />

2011<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Costa Rica<br />

2011<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Colombia<br />

2011<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Ecuador<br />

2011<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

México<br />

2010<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Perú<br />

2010<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Uruguay<br />

2007<br />

0<br />

1<br />

Hombres Mujeres Hombres Mujeres<br />

Guatemala 2009 Honduras 2011<br />

1<br />

Trabajo no remunerado<br />

Trabajo remunerado<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Observatorio de Igualdad de Género de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

Al considerar a la población no ocupada, la situación es particularm<strong>en</strong>te desigual: las mujeres<br />

trabajan <strong>en</strong> promedio <strong>en</strong>tre 2 y 3,7 veces más que los hombres <strong>en</strong> la misma situación. Las mujeres<br />

“no ocupadas” trabajan hasta 45 horas a la semana <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso extremo (Perú) (véase <strong>el</strong> gráfico III.53).


CEPAL<br />

• Gráfico III.53<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (9 países): tiempo de la población no ocupada de 15 años y más destinado<br />

al trabajo remunerado y no remunerado, según sexo, alrededor de 2011<br />

50<br />

A. Horas semanales<br />

45<br />

40<br />

45<br />

41<br />

35<br />

35<br />

35<br />

30<br />

29<br />

30<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

13<br />

10<br />

12<br />

8<br />

11<br />

17<br />

15<br />

0<br />

Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres<br />

Brasil 2011 Costa Rica 2011 Colombia 2011 Ecuador 2011 México 2010 Perú 2010 Uruguay 2007<br />

B. Horas diarias<br />

9<br />

8<br />

8<br />

7<br />

6<br />

5<br />

5<br />

4<br />

3<br />

3<br />

2<br />

2<br />

1<br />

0<br />

Hombres Mujeres Hombres Mujeres<br />

Guatemala 2009 Honduras 2011<br />

Trabajo no remunerado<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Observatorio de Igualdad de Género de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

La literatura ha id<strong>en</strong>tificado difer<strong>en</strong>tes factores que originan estas grandes difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la<br />

distribución por sexo d<strong>el</strong> trabajo remunerado y no remunerado: aspectos demográficos, políticas<br />

públicas, niv<strong>el</strong> de desarrollo económico (Folbre, 2009) y características individuales. Desde una<br />

perspectiva comparativa se puede observar una corr<strong>el</strong>ación negativa <strong>en</strong>tre la tasa de empleo fem<strong>en</strong>ino<br />

y <strong>el</strong> tiempo promedio dedicado por la mujer al trabajo no remunerado. De la misma manera, existe<br />

una corr<strong>el</strong>ación positiva <strong>en</strong>tre la tasa de empleo fem<strong>en</strong>ino y <strong>el</strong> tiempo dedicado por los hombres al<br />

trabajo no remunerado (véase <strong>el</strong> gráfico III.54). Si bi<strong>en</strong> se deb<strong>en</strong> analizar las barreras idiosincráticas<br />

a la incorporación laboral fem<strong>en</strong>ina <strong>en</strong> cada país, la corr<strong>el</strong>ación exist<strong>en</strong>te da cu<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> cierta manera<br />

de la división sexual d<strong>el</strong> trabajo.<br />

El tiempo dedicado al trabajo no remunerado difiere significativam<strong>en</strong>te según las características<br />

de los individuos. Como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico III.55A, la categoría ocupacional resulta r<strong>el</strong>evante<br />

solam<strong>en</strong>te para las mujeres, ya que <strong>el</strong> tiempo dedicado al trabajo no remunerado de los hombres es<br />

casi similar, cualquiera sea su categoría profesional, mostrando variaciones inferiores a cinco horas<br />

semanales <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> empleador y <strong>el</strong> trabajador por cu<strong>en</strong>ta propia. En cambio, <strong>el</strong> tiempo dedicado al<br />

trabajo no remunerado se duplica para las mujeres que trabajan por cu<strong>en</strong>ta propia <strong>en</strong> comparación<br />

con las empleadoras. En r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> estado civil, las mujeres casadas y divorciadas dedican más<br />

tiempo al trabajo no remunerado que las viudas o solteras (véase <strong>el</strong> gráfico III.55C). Nuevam<strong>en</strong>te, este<br />

efecto no existe <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los hombres: sea cual fuere su estado civil, <strong>el</strong> tiempo que dedican al<br />

trabajo no remunerado casi no se altera. También por grupo etario <strong>el</strong> tiempo destinado al trabajo no<br />

remunerado difiere solam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres, reflejando <strong>el</strong> ciclo de vida d<strong>el</strong> cuidado (véase<br />

<strong>el</strong> gráfico III.55B). Finalm<strong>en</strong>te, a mayor educación es m<strong>en</strong>or <strong>el</strong> tiempo de trabajo no remunerado,<br />

mi<strong>en</strong>tras que los hombres no v<strong>en</strong> alterado su desempeño <strong>en</strong> la labor d<strong>el</strong> cuidado <strong>en</strong> los distintos<br />

niv<strong>el</strong>es educativos (véase <strong>el</strong> gráfico III.55d). Este resultado coincide con lo <strong>en</strong>contrado por Espejo,<br />

Filgueira y Rico (2010) <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con la carga de trabajo no remunerado decreci<strong>en</strong>te por quintil de<br />

ingresos para las mujeres, pero r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te estable para los hombres 35 .<br />

• Gráfico III.54<br />

Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(países s<strong>el</strong>eccionados): corr<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> empleo fem<strong>en</strong>ino y <strong>el</strong> tiempo dedicado por las<br />

mujeres y los hombres al trabajo no remunerado<br />

(En minutos diarios y porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Minutos diarios dedicados al trabajo<br />

no remunerado<br />

500<br />

450<br />

400<br />

350<br />

300<br />

250<br />

200<br />

150<br />

100<br />

50<br />

0<br />

0 10 20 30 40 50 60 70 80<br />

Tasa de empleo de las mujeres<br />

(<strong>en</strong> porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Hombres de la OCDE Hombres de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Mujeres de la OCDE Mujeres de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

R<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la tasa de empleo fem<strong>en</strong>ino y <strong>el</strong> tiempo dedicado por las mujeres<br />

al trabajo no remunerado<br />

R<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la tasa de empleo fem<strong>en</strong>ino y <strong>el</strong> tiempo dedicado por los hombres<br />

al trabajo no remunerado<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de datos de la Organización de<br />

Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) y base de datos CEPALSTAT.<br />

35<br />

Es previsible que las mujeres con más educación consagr<strong>en</strong> m<strong>en</strong>os horas al cuidado, pues dispon<strong>en</strong> de mayores<br />

ingresos y pued<strong>en</strong> pagar servicios de cuidado con gastos de bolsillo, lo que las que mujeres con m<strong>en</strong>os educación y<br />

m<strong>en</strong>or niv<strong>el</strong> socioeconómico no pued<strong>en</strong> solv<strong>en</strong>tar.


CEPAL<br />

• Gráfico III.55<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (9 países): tiempo destinado al trabajo no remunerado, según sexo,<br />

categoría profesional, edad, estado civil y años de estudio<br />

(En horas semanales)<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

A. Tiempo trabajo no remunerado según<br />

categoría profesional<br />

Empleado Empleador Trabajador por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia<br />

Trabajador<br />

familiar no<br />

remunerado<br />

Empleado<br />

doméstico<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

10<br />

5<br />

0<br />

B. Tiempo de trabajo no remunerado según edad<br />

15 a 24 años 25 a 59 años 60 a 74 años 75 años o más<br />

C. Trabajo no remunerado según estado civil D. Trabajo no remunerado según años de estudio<br />

40<br />

35<br />

30<br />

25<br />

20<br />

15<br />

5<br />

10<br />

0<br />

Casado<br />

o convivi<strong>en</strong>te<br />

Separado<br />

o divorciado<br />

Viudo Soltero 0<br />

5<br />

0 a 5 años 6 a 9 años 10 a 12 años 13 años o más<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Observatorio de Igualdad de Género de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

Finalm<strong>en</strong>te, cabe señalar que, directam<strong>en</strong>te vinculada con los trabajos que han expuesto<br />

la desigual distribución de la carga total de trabajo <strong>en</strong>tre hombres y mujeres, se ha desarrollado<br />

una línea de investigación ori<strong>en</strong>tada a incorporar <strong>el</strong> uso d<strong>el</strong> tiempo <strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis de la pobreza y <strong>el</strong><br />

bi<strong>en</strong>estar (CEPAL, 2012b). En este contexto, si bi<strong>en</strong> plantear la importancia de la incorporación de<br />

la mujer al mundo d<strong>el</strong> trabajo productivo es es<strong>en</strong>cial, también lo es establecer la ruta inversa. En<br />

este marco, debe revalorarse <strong>el</strong> ámbito privado e incorporar a los padres <strong>en</strong> las labores de cuidado<br />

a través de esquemas tales como lic<strong>en</strong>cias de paternidad más prolongadas que las actualm<strong>en</strong>te<br />

exist<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la región, o regím<strong>en</strong>es flexibles de par<strong>en</strong>talidad <strong>en</strong> los que <strong>el</strong> derecho no id<strong>en</strong>tifica<br />

automáticam<strong>en</strong>te a la mujer como responsable exclusiva d<strong>el</strong> cuidado de los m<strong>en</strong>ores.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

C. Jóv<strong>en</strong>es<br />

Parte E<br />

Juv<strong>en</strong>tud: realidades y retos para un desarrollo con igualdad (CEPAL, 2015),<br />

Cap. I, Sec. C, pp. 39-50.<br />

1. <strong>Empleo</strong> juv<strong>en</strong>il<br />

Las oportunidades de inserción laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> período juv<strong>en</strong>il constituy<strong>en</strong> otro pilar de la inclusión<br />

social. El trabajo remunerado es <strong>el</strong> principal —sino <strong>el</strong> único— <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to que <strong>en</strong>trega indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia<br />

económica y familiar. En este s<strong>en</strong>tido, los jóv<strong>en</strong>es aspiran a oportunidades laborales de calidad, que<br />

les permitan participar pl<strong>en</strong>am<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> desarrollo ciudadano y productivo, y acceder a mejores<br />

condiciones de bi<strong>en</strong>estar y desarrollo personal. La información disponible para 18 países muestra<br />

que aproximadam<strong>en</strong>te 76 millones de jóv<strong>en</strong>es de <strong>en</strong>tre 15 y 29 años se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran empleados<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Esta cifra corresponde a alrededor d<strong>el</strong> 50% de los jóv<strong>en</strong>es, de los cuales, un<br />

10% se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran estudiando y trabajando remuneradam<strong>en</strong>te a la vez (es decir, un 20% de los<br />

jóv<strong>en</strong>es empleados).<br />

La tasa de participación laboral de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> aum<strong>en</strong>ta con la edad<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico III.56) (CEPAL, 2014; CEPAL/OIJ/IMJUVE, 2014). Alrededor de 2012, los jóv<strong>en</strong>es<br />

latinoamericanos de <strong>en</strong>tre 15 y 19 años pres<strong>en</strong>taban una tasa de participación laboral d<strong>el</strong> 39%,<br />

mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> tramo de 25 a 29 esta se <strong>el</strong>evaba al 80%. Sin embargo, como se indica <strong>en</strong><br />

los docum<strong>en</strong>tos citados, la m<strong>en</strong>or participación laboral de qui<strong>en</strong>es ti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong>tre 15 y 19 años no<br />

es, necesariam<strong>en</strong>te, un hecho preocupante, ya que una inserción laboral más tardía propicia la<br />

oportunidad de permanecer d<strong>en</strong>tro d<strong>el</strong> sistema educativo y mejorar las cred<strong>en</strong>ciales con que se<br />

ingresará al mercado laboral.<br />

• Gráfico III.56<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de participación laboral de jóv<strong>en</strong>es de 15 a 29 años,<br />

alrededor de 2012 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

80<br />

80<br />

69<br />

60<br />

40<br />

39<br />

20<br />

0<br />

Arg<strong>en</strong>tina b<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

Honduras<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Perú<br />

Paraguay<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

(promedio simple)<br />

15 a 19 años 20 a 24 años 25 a 29 años<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2014 (LC/G.2635-P),<br />

Santiago, 2014. Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.15.II.G.6.<br />

a<br />

Los datos regionales correspond<strong>en</strong> al promedio simple de los países.<br />

b<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a las zonas urbanas.


CEPAL<br />

• Recuadro III.3<br />

Trabajo adolesc<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

Muchos jóv<strong>en</strong>es inician su vida laboral <strong>en</strong> la adolesc<strong>en</strong>cia (período que va de los 12 a los 17 años), por lo que deb<strong>en</strong><br />

compatibilizar los estudios con <strong>el</strong> trabajo (remunerado y no remunerado). La promoción y <strong>el</strong> resguardo de sus derechos<br />

se sust<strong>en</strong>tan <strong>en</strong> las normativas de cada país y <strong>en</strong> tres instrum<strong>en</strong>tos internacionales: <strong>el</strong> Conv<strong>en</strong>io sobre la Edad Mínima<br />

de Admisión al <strong>Empleo</strong>, 1973 (Núm. 138), <strong>el</strong> Conv<strong>en</strong>io sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil, 1999 (Núm. 182), y la<br />

Conv<strong>en</strong>ción sobre los Derechos d<strong>el</strong> Niño. Pese a estas iniciativas, <strong>en</strong> muchos países de la región, <strong>el</strong> trabajo adolesc<strong>en</strong>te,<br />

<strong>en</strong> su mayoría informal, se realiza <strong>en</strong> las peores condiciones.<br />

Es importante recalcar que no todas las tareas realizadas por los adolesc<strong>en</strong>tes deb<strong>en</strong> clasificarse como<br />

trabajo que se ha de <strong>el</strong>iminar. “Por lo g<strong>en</strong>eral, la participación de los niños o los adolesc<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> trabajos que no at<strong>en</strong>tan contra su<br />

salud y su desarrollo personal ni interfier<strong>en</strong> con su escolarización se considera positiva” (OIT, s/f ). De manera complem<strong>en</strong>taria,<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> Conv<strong>en</strong>io sobre la Edad Mínima de Admisión al <strong>Empleo</strong> se establece que dicha edad mínima no deberá ser<br />

inferior a la edad <strong>en</strong> que cesa la obligación escolar (14 a 15 años), aun cuando esta edad puede variar de un país a<br />

otro. Además, se establece que los niños de <strong>en</strong>tre 13 y 15 años podrán realizar trabajos ligeros, siempre y cuando <strong>el</strong>lo<br />

no ponga <strong>en</strong> p<strong>el</strong>igro su salud, ni obstaculice su educación. En consecu<strong>en</strong>cia, si bi<strong>en</strong> qui<strong>en</strong>es integran <strong>el</strong> grupo etario<br />

que compr<strong>en</strong>de la adolesc<strong>en</strong>cia están sujetos a los mismos derechos que cualquier persona adulta, <strong>el</strong> d<strong>el</strong> trabajo es<br />

un derecho supeditado al respeto de otros derechos, como la educación, la salud, la recreación y otros (OIT, 2010).<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países), aproximadam<strong>en</strong>te uno de cada seis adolesc<strong>en</strong>tes de <strong>en</strong>tre 12 y 17 años se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran<br />

empleados <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral y, de <strong>el</strong>los, más de la mitad deb<strong>en</strong> compatibilizar los estudios con <strong>el</strong> trabajo remunerado. Al<br />

revisar la situación de los adolesc<strong>en</strong>tes según tramos de edad, se constata que <strong>el</strong> 11% de los adolesc<strong>en</strong>tes de 12 a 14 años se<br />

<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra trabajando, cifra que aum<strong>en</strong>ta al doble <strong>en</strong> <strong>el</strong> tramo de 15 a 17 años.<br />

Aunque <strong>el</strong> trabajo adolesc<strong>en</strong>te adopta muchas formas difer<strong>en</strong>tes, una prioridad es la <strong>el</strong>iminación inmediata d<strong>el</strong> trabajo<br />

p<strong>el</strong>igroso. Este se refiere al trabajo que, por su naturaleza o por las condiciones <strong>en</strong> que se lleva a cabo, es probable que dañe la<br />

salud, la seguridad o la moralidad. En un estudio reci<strong>en</strong>te de la OIT (2015), donde se consideran nueve países de la región (Bolivia<br />

(Estado Plurinacional de), Brasil, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Honduras, México, Nicaragua y Uruguay), se da cu<strong>en</strong>ta de que<br />

la proporción de adolesc<strong>en</strong>tes de 15 a 17 años empleados <strong>en</strong> este tipo de trabajos es de aproximadam<strong>en</strong>te un 60% d<strong>el</strong> total de<br />

trabajos realizados por este grupo etario. Asimismo, <strong>en</strong> <strong>el</strong> estudio se pone énfasis <strong>en</strong> que <strong>en</strong> los países donde las difer<strong>en</strong>cias<br />

<strong>en</strong>tre la población rural y la urbana son más marcadas y donde predomina la agricultura, las tasas de trabajo p<strong>el</strong>igroso son más<br />

<strong>el</strong>evadas. Por otra parte, los factores de género también parec<strong>en</strong> importantes para determinar la participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo<br />

p<strong>el</strong>igroso, <strong>en</strong> donde los hombres ti<strong>en</strong><strong>en</strong> más probabilidades, tanto <strong>en</strong> términos r<strong>el</strong>ativos como absolutos.<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): adolesc<strong>en</strong>tes de <strong>en</strong>tre 12 y 17 años que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran<br />

empleados, según grupos de edad, alrededor de 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

25<br />

20<br />

15<br />

11,0<br />

10<br />

9,3<br />

5<br />

0<br />

7,6<br />

11,3<br />

7,1<br />

2,9<br />

12 a 14 años 15 a 17 años 12 a 17 años<br />

Estudia y está empleado<br />

Solo está empleado<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares<br />

de los respectivos países.<br />

a Los datos regionales correspond<strong>en</strong> al promedio simple de los países.<br />

Otra manifestación d<strong>el</strong> trabajo realizado por los adolesc<strong>en</strong>tes es <strong>el</strong> trabajo doméstico no remunerado,<br />

realizado predominantem<strong>en</strong>te por mujeres. Cómo m<strong>en</strong>cionan Rico y Trucco (2014), es <strong>en</strong> este período donde se instala<br />

la especialización por sexo <strong>en</strong> <strong>el</strong> tipo de trabajo: los adolesc<strong>en</strong>tes hombres que trabajan se especializan <strong>en</strong> actividades


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Recuadro III.3 (conclusión)<br />

de producción económica, mi<strong>en</strong>tras que las mujeres se dedican al trabajo doméstico no remunerado. Las autoras<br />

también m<strong>en</strong>cionan que las adolesc<strong>en</strong>tes trabajan, <strong>en</strong> promedio, alrededor d<strong>el</strong> triple de horas semanales <strong>en</strong> actividades<br />

domésticas que los varones, lo que supone un factor detractor de la escolaridad de las mujeres. En <strong>el</strong> caso de aqu<strong>el</strong>las<br />

que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> zonas rurales, se suma la crianza de animales pequeños y la agricultura familiar.<br />

En virtud de las condiciones de precariedad e inseguridad que <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan muchos adolesc<strong>en</strong>tes de la región,<br />

se insta a mejorar los mecanismos que fom<strong>en</strong>t<strong>en</strong> la perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema educativo, <strong>el</strong>aborando políticas de<br />

flexibilización laboral que permitan la conciliación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> trabajo, la escu<strong>el</strong>a y la recreación, y v<strong>el</strong>ando por que los<br />

trabajos que los adolesc<strong>en</strong>tes desempeñ<strong>en</strong> se <strong>en</strong>marqu<strong>en</strong> <strong>en</strong> los regím<strong>en</strong>es especiales de protección, adoptados por<br />

las legislaciones nacionales sobre la base de los instrum<strong>en</strong>tos de derecho internacional (OIT 2010).<br />

Fu<strong>en</strong>te: Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), Informe mundial de 2015 sobre <strong>el</strong> trabajo infantil: Allanar <strong>el</strong> camino<br />

hacia <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te para los jóv<strong>en</strong>es, Ginebra, Oficina Internacional d<strong>el</strong> Trabajo, 2015; Trabajo dec<strong>en</strong>te y Juv<strong>en</strong>tud <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2010, Lima, Proyecto Promoción d<strong>el</strong> <strong>Empleo</strong> Juv<strong>en</strong>il <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (Prejal), 2010; “¿Qué se <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>de<br />

por trabajo infantil?”, Programa Internacional para la Erradicación d<strong>el</strong> Trabajo Infantil (IPEC), s/f [<strong>en</strong> línea] http://www.<br />

ilo.org/ipec/facts/lang--es/index.htm; y María Nieves Rico y Dani<strong>el</strong>a Trucco, “Adolesc<strong>en</strong>tes: Derecho a la educación y<br />

al bi<strong>en</strong>estar futuro”, serie Políticas Sociales, N° 190 (LC/L.3791), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

La tasa de desempleo da cu<strong>en</strong>ta de un comportami<strong>en</strong>to inverso a la participación laboral,<br />

ya que, conforme se avanza <strong>en</strong> los tramos de edad, ti<strong>en</strong>de a desc<strong>en</strong>der hasta llegar a niv<strong>el</strong>es<br />

similares a los de la población adulta. En promedio, no obstante, la población juv<strong>en</strong>il ti<strong>en</strong>e una tasa<br />

de desempleo dos veces mayor que la población adulta (véase <strong>el</strong> gráfico III.57), lo que constituye un<br />

f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o de larga data y repres<strong>en</strong>ta un problema estructural a niv<strong>el</strong> mundial (CEPAL/OIJ/IMJUVE,<br />

2014). Además, si bi<strong>en</strong> la crisis económica de mediados de la década de 2000 no tuvo un efecto<br />

mayor <strong>en</strong> los segm<strong>en</strong>tos jóv<strong>en</strong>es que <strong>en</strong> los adultos <strong>en</strong> lo que respecta a la tasa de desempleo, <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> período de recuperación económica posterior (2009-2011), la población adulta increm<strong>en</strong>tó su tasa<br />

de empleo más rápidam<strong>en</strong>te que la juv<strong>en</strong>tud. Esto indicaría que durante <strong>el</strong> período 2007-2011, la<br />

disminución <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo juv<strong>en</strong>il se habría comp<strong>en</strong>sado por una mayor perman<strong>en</strong>cia de los jóv<strong>en</strong>es<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema educativo, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> tramo de 15 a 19 años (CEPAL, 2014b).<br />

• Gráfico III.57<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de desempleo, por grupo de edad a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

20<br />

15<br />

15,7<br />

16,4<br />

14,7<br />

13,4<br />

10<br />

5<br />

6,4<br />

5,7<br />

5,1<br />

4,9<br />

0<br />

2000 2005 2010 2015 b<br />

15 a 24 años 25 años y más<br />

Fu<strong>en</strong>te: Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), Panorama Laboral 2013. <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Lima, Oficina<br />

Regional de la OIT para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2013.<br />

a<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> al promedio simple de los países.<br />

b<br />

Los datos para 2015 correspond<strong>en</strong> a proyecciones.


CEPAL<br />

En r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> tiempo de búsqueda de trabajo <strong>en</strong>tre jóv<strong>en</strong>es y adultos desocupados, los<br />

datos revisados por W<strong>el</strong>ler (2007) indican que no exist<strong>en</strong> grandes difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre ambos grupos.<br />

Si bi<strong>en</strong> los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> más problemas de acceso al mercado d<strong>el</strong> trabajo que los<br />

adultos, este hecho no es g<strong>en</strong>eralizable para las edades más jóv<strong>en</strong>es, <strong>en</strong> las cuales se conc<strong>en</strong>tran<br />

los desempleados que buscan trabajo por primera vez y aqu<strong>el</strong>los a qui<strong>en</strong>es les resulta más difícil<br />

acceder al mercado laboral y obt<strong>en</strong>er empleos de calidad.<br />

Las difer<strong>en</strong>cias que experim<strong>en</strong>tan los jóv<strong>en</strong>es no se limitan únicam<strong>en</strong>te a una cuestión<br />

de edad, sino que también hay muchos otros factores <strong>en</strong> juego, especialm<strong>en</strong>te las condiciones<br />

socioeconómicas <strong>en</strong> las que crec<strong>en</strong> y se desarrollan. Como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro III.12, los<br />

distintos países registran una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a disminuir las tasas de desempleo a medida que se llega<br />

a los grupos de mayores ingresos. De ese modo, y considerando que son estos últimos grupos<br />

los que alcanzan un mayor niv<strong>el</strong> educativo, se r<strong>el</strong>eva la incid<strong>en</strong>cia de la educación <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso al<br />

mercado laboral y, por tanto, <strong>el</strong> m<strong>en</strong>or tiempo de desempleo, así como los períodos de inactividad<br />

asociados con las dificultades de inserción (desempleo desal<strong>en</strong>tado). A niv<strong>el</strong> regional, se constata<br />

que los jóv<strong>en</strong>es de los quintiles más altos de ingreso pres<strong>en</strong>tan una tasa de desempleo <strong>en</strong> promedio<br />

tres veces m<strong>en</strong>or que los de los quintiles más pobres y <strong>en</strong> algunos países la difer<strong>en</strong>cia es de hasta<br />

ocho veces (Costa Rica).<br />

• Cuadro III.12<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): tasas de desempleo, jóv<strong>en</strong>es de 15 a 29 años,<br />

por quintiles, alrededor de 2012 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

País Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V<br />

Arg<strong>en</strong>tina b 28,8 18,3 14,3 9,3 4,6<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de) 5,0 5,5 5,5 4,7 3,6<br />

Brasil 23,9 16,3 9,8 6,2 5,5<br />

Chile 39,9 18,2 14,2 8,2 7,3<br />

Colombia 25,4 20,9 19,1 14,3 10,3<br />

Costa Rica 36,9 21,5 11,5 10,0 4,3<br />

Ecuador 14,4 11,5 9,3 9,2 5,3<br />

El Salvador 15,1 13,4 10,1 9,2 5,4<br />

Guatemala 1,2 2,6 3,4 3,4 3,8<br />

Honduras 3,3 7,6 8,2 8,3 6,9<br />

México 10,6 7,8 8,1 7,1 4,4<br />

Nicaragua 14,3 10,2 11,5 8,6 8,1<br />

Panamá 9,5 17,4 8,5 7,0 4,3<br />

Perú 7,2 9,0 7,9 7,3 6,5<br />

Paraguay 17,6 13,0 12,6 8,1 6,1<br />

República Dominicana 32,2 17,5 12,7 9,6 6,6<br />

Uruguay 24,0 16,1 11,7 8,4 7,3<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) 29,9 17,3 13,6 7,7 5,5<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 19,3 13,9 10,4 7,6 5,7<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Las cifras regionales correspond<strong>en</strong> al promedio simple de los países.<br />

b<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> a las zonas urbanas.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

La mayoría de los jóv<strong>en</strong>es de 15 a 29 años que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran empleados son asalariados<br />

(79%) y una m<strong>en</strong>or proporción trabaja de forma indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te o por cu<strong>en</strong>ta propia (19%). Entre<br />

los trabajadores remunerados mayores de 30 años la distribución es m<strong>en</strong>os marcada: un 56% y<br />

un 37%, respectivam<strong>en</strong>te (véase <strong>el</strong> grafico III.58) 36 . Este patrón es g<strong>en</strong>eralizado: a medida que se<br />

avanza <strong>en</strong> la edad y <strong>en</strong> la experi<strong>en</strong>cia laboral, hay una mayor prop<strong>en</strong>sión a la autonomía laboral,<br />

ya sea <strong>en</strong> la forma de trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te o mediante la creación de nuevas empresas, lo que<br />

se debe principalm<strong>en</strong>te al mayor conocimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> rubro de trabajo y de las redes de proveedores<br />

y cli<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> la actividad específica que se realiza. Esto ti<strong>en</strong>e implicancias <strong>en</strong> cuanto al diseño<br />

de programas de capacitación; si bi<strong>en</strong> <strong>el</strong> fom<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to juv<strong>en</strong>il y <strong>el</strong> desarrollo<br />

de compet<strong>en</strong>cias adecuadas es importante, no es esperable que t<strong>en</strong>ga efectos significativos a<br />

niv<strong>el</strong> masivo, por lo que debe considerarse como un tipo de programa complem<strong>en</strong>tario a los de<br />

formación para <strong>el</strong> trabajo (asalariado).<br />

• Gráfico III.58<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): empleo juv<strong>en</strong>il, alrededor de 2012 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

A. Situación laboral, según tramo etario<br />

100<br />

80<br />

0,7 0,3<br />

1,7<br />

6,2<br />

18,9<br />

37,4<br />

60<br />

40<br />

78,7<br />

20<br />

56,1<br />

0<br />

15 a 29 años 30 a 65 años<br />

Asalariados Cu<strong>en</strong>ta propia Patrón Trabajo no remunerado<br />

B. Rama de actividad <strong>en</strong> jóv<strong>en</strong>es de 15 a 29 años, según sexo<br />

100<br />

80<br />

80,0<br />

60<br />

50,2<br />

40<br />

29,3<br />

20<br />

20,5<br />

6,4<br />

13,5<br />

0<br />

Sector primario Sector secundario Sector terciario<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los países.<br />

a<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> al promedio simple de los países.<br />

36<br />

Solo se m<strong>en</strong>cionan las dos categorías más importantes.


CEPAL<br />

En términos de la composición de la ocupación juv<strong>en</strong>il por ramas de actividad económica,<br />

la mayoría de los jóv<strong>en</strong>es se desempeñan <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario, donde predominan empleos con<br />

alta tasa de rotación. Esta situación no se explicaría por dinámicas propias de los jóv<strong>en</strong>es, sino<br />

por las características de estas ramas de actividad <strong>en</strong> donde se insertan (Pérez, 2007). Tal y como<br />

m<strong>en</strong>ciona W<strong>el</strong>ler, tanto <strong>el</strong> sector agropecuario como la industria manufacturera han perdido peso <strong>en</strong><br />

la estructura ocupacional de los jóv<strong>en</strong>es (W<strong>el</strong>ler, 2001 y 2003). Esta situación g<strong>en</strong>era una estructura<br />

polarizada <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario que, por una parte, está marcada por una importante cantidad de<br />

empleos altam<strong>en</strong>te productivos y <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral bi<strong>en</strong> remunerados (como servicios financieros, servicios<br />

a empresas, t<strong>el</strong>ecomunicaciones, <strong>en</strong>ergía y servicios sociales), y, por la otra, empleos con bajas<br />

barreras de <strong>en</strong>trada y baja productividad (como <strong>el</strong> comercio informal y ciertos servicios personales).<br />

En ambos grupos predominan las mujeres de niv<strong>el</strong>es educativos altos e intermedios.<br />

En cuanto a los ingresos de los ocupados, se observa una marcada brecha <strong>en</strong>tre jóv<strong>en</strong>es y<br />

adultos que se debe, principalm<strong>en</strong>te, al valor de la experi<strong>en</strong>cia. Como es esperable, la brecha se reduce<br />

con <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la edad y la experi<strong>en</strong>cia (CEPAL/OIJ/IMJUVE, 2004). Mi<strong>en</strong>tras los más jóv<strong>en</strong>es (de 15<br />

a 19 años) percib<strong>en</strong>, <strong>en</strong> promedio, un tercio de los ingresos medios de los adultos, los de 20 a 24 años<br />

ganan aproximadam<strong>en</strong>te la mitad y <strong>el</strong> tramo sigui<strong>en</strong>te (de 25 a 29 años) percibe más de las tres cuartas<br />

partes de lo que ganan los adultos (véase <strong>el</strong> gráfico III.59.A). Los datos también indican que la brecha<br />

es significativam<strong>en</strong>te mayor para los hombres que para las mujeres. Si bi<strong>en</strong> este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o ha sido<br />

vastam<strong>en</strong>te estudiado, hay dos <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos que llaman la at<strong>en</strong>ción. El primero es que al com<strong>en</strong>zar la vida<br />

laboral remunerada, no se observa una brecha salarial <strong>en</strong>tre ambos sexos, pero esta empieza a crecer<br />

conforme aum<strong>en</strong>ta la edad. Esto podría explicarse, <strong>en</strong> parte, por <strong>el</strong> hecho de que las mujeres acumulan<br />

m<strong>en</strong>os experi<strong>en</strong>cia debido a la mayor carga de cuidado, que resulta <strong>en</strong> trayectorias más interrumpidas.<br />

El otro punto es que si bi<strong>en</strong> las mujeres logran mejores r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos educativos que los hombres <strong>en</strong><br />

todos los niv<strong>el</strong>es, y, por tanto, se capacitan para acceder al empleo, esto no se traduce <strong>en</strong> mayores<br />

ingresos laborales, lo que responde a patrones sociales y culturales de discriminación salarial de género.<br />

Otro <strong>en</strong>foque posible al analizar los ingresos laborales es revisar su asociación con <strong>el</strong> niv<strong>el</strong><br />

educativo. En <strong>el</strong> gráfico III.59.B se da cu<strong>en</strong>ta de una asociación positiva <strong>en</strong>tre ambas variables:<br />

a medida que aum<strong>en</strong>tan los años de estudio, también aum<strong>en</strong>tan los ingresos. Es importante<br />

destacar que existe un marcado cambio de p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te al concluir la educación terciaria, <strong>en</strong> donde<br />

los ingresos aum<strong>en</strong>tan considerablem<strong>en</strong>te. Esto parecería estar indicando lo que <strong>en</strong> la literatura<br />

especializada se d<strong>en</strong>omina efecto sheepskin, que da cu<strong>en</strong>ta de premios a la obt<strong>en</strong>ción de títulos<br />

o diplomas, o, como <strong>en</strong> este caso, a la conclusión de la educación terciaria. En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

(18 países), <strong>el</strong> conjunto de la fuerza de trabajo ocupada obti<strong>en</strong>e un ingreso medio m<strong>en</strong>sual cercano<br />

a 900 dólares (a precios de 2005 <strong>en</strong> paridad d<strong>el</strong> poder adquisitivo), un 30% más que <strong>el</strong> ingreso<br />

medio de los jóv<strong>en</strong>es, que recib<strong>en</strong> aproximadam<strong>en</strong>te 640 dólares. Al realizar un análisis según niv<strong>el</strong><br />

educativo, los jóv<strong>en</strong>es de 15 a 29 años que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> educación primaria completa o m<strong>en</strong>os alcanzan<br />

un ingreso medio que ap<strong>en</strong>as llega a los 430 dólares, <strong>en</strong> tanto que los que concluyeron la educación<br />

terciaria percib<strong>en</strong> remuneraciones que, <strong>en</strong> promedio, superan los 1.400 dólares m<strong>en</strong>suales.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.59<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): promedio de ingresos laborales m<strong>en</strong>suales<br />

de la población ocupada, alrededor de 2013 a<br />

(En dólares de 2005 <strong>en</strong> paridad d<strong>el</strong> poder adquisitivo)<br />

A. Por grupos de edad y sexo<br />

1 400<br />

1 200<br />

1 160<br />

1 000<br />

800<br />

600<br />

656<br />

610<br />

540<br />

913<br />

830<br />

714<br />

1 004<br />

797<br />

1 006<br />

885<br />

731<br />

400<br />

352<br />

334<br />

303<br />

200<br />

0<br />

15 a 19 años 20 a 24 años 25 a 29 años 30 a 64 años Total<br />

(15 a 64 años)<br />

Ambos sexos Hombres Mujeres<br />

B. Por grupos de edad y niv<strong>el</strong> educativo alcanzado<br />

2 500<br />

2 124<br />

2 000<br />

1 500<br />

1 136<br />

1 000<br />

525<br />

671<br />

876<br />

880<br />

500<br />

0<br />

Primaria<br />

completa<br />

Secundaria<br />

incompleta<br />

Secundaria<br />

completa<br />

Terciaria<br />

incompleta<br />

Terciaria<br />

completa<br />

Total<br />

15 a 29 años 30 a 64 años 15 años y más<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los países.<br />

a<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> al promedio simple de los países.<br />

Asimismo, y como se ha m<strong>en</strong>cionado <strong>en</strong> otros estudios <strong>el</strong>aborados por CEPAL/OIJ (2004<br />

y 2008), la pres<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar de jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> condición de dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia económica puede<br />

constituirse <strong>en</strong> una carga para la familia. Si estos están empleados, pued<strong>en</strong> aportar al bi<strong>en</strong>estar<br />

familiar y ayudar a prev<strong>en</strong>ir la pobreza o a salir de <strong>el</strong>la <strong>en</strong> hogares de ingresos bajos. La evid<strong>en</strong>cia<br />

<strong>en</strong> 18 países de la región muestra que <strong>el</strong> peso d<strong>el</strong> ingreso laboral de los hijos <strong>en</strong> <strong>el</strong> total d<strong>el</strong> ingreso<br />

familiar alcanza aproximadam<strong>en</strong>te al 32% y da cu<strong>en</strong>ta de que <strong>el</strong> peso d<strong>el</strong> ingreso de los jóv<strong>en</strong>es se<br />

vu<strong>el</strong>ve más significativo conforme aum<strong>en</strong>ta la edad, ya que pasa d<strong>el</strong> 22,6% <strong>en</strong> los de m<strong>en</strong>or edad<br />

al 40% <strong>en</strong> <strong>el</strong> tramo de 25 a 29 años (véase <strong>el</strong> gráfico III.60). Además, se constata que <strong>el</strong> peso d<strong>el</strong><br />

ingreso d<strong>el</strong> trabajo de los hogares con jefatura juv<strong>en</strong>il no dista de los hogares con jefatura adulta<br />

(aproximadam<strong>en</strong>te un 80%).


CEPAL<br />

• Gráfico III.60<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): peso d<strong>el</strong> ingreso laboral de los jóv<strong>en</strong>es<br />

que están empleados <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso familiar, según par<strong>en</strong>tesco a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

80<br />

82,6<br />

60<br />

40<br />

20<br />

40,6<br />

31,9 33,5<br />

22,6<br />

33,2 39,6<br />

0<br />

Jefes o jefas<br />

de hogar<br />

Cónyuge/Pareja<br />

Hijos o hijas<br />

Otros<br />

15 a 19 años<br />

20 a 24 años<br />

25 a 29 años<br />

Miembros d<strong>el</strong> hogar de 15 a 29 años<br />

Hijos o hijas de 15 a 29 años<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los países.<br />

a<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> al promedio simple de los países.<br />

Por otra parte, la calidad d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong>tre jóv<strong>en</strong>es y adultos es difer<strong>en</strong>te,<br />

ya que la mayor parte de la población jov<strong>en</strong> ti<strong>en</strong>e empleos precarios. Una manifestación<br />

de esta situación es <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de protección laboral, medida a través de la población jov<strong>en</strong><br />

asalariada afiliada a la seguridad social. La población jov<strong>en</strong>, especialm<strong>en</strong>te la de m<strong>en</strong>os de<br />

20 años, ti<strong>en</strong>e un niv<strong>el</strong> de protección laboral sustantivam<strong>en</strong>te m<strong>en</strong>or que la población adulta: mi<strong>en</strong>tras<br />

que <strong>el</strong> 27,5% de los jóv<strong>en</strong>es asalariados de 15 a 19 años están afiliados a la seguridad social, <strong>en</strong> los<br />

adultos este porc<strong>en</strong>taje ronda <strong>el</strong> 70% (véase <strong>el</strong> gráfico III.61). A medida que se avanza <strong>en</strong> edad, la<br />

afiliación también aum<strong>en</strong>ta, lo que indica que para una gran parte de la población juv<strong>en</strong>il que ti<strong>en</strong>e<br />

un trabajo remunerado se trataría de una situación de desprotección transitoria (o inserción laboral<br />

transitoria), pero que refleja claram<strong>en</strong>te una situación de discriminación <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral hacia<br />

los trabajadores jóv<strong>en</strong>es (CEPAL, 2014b). La gravedad de esto reside <strong>en</strong> que se trata d<strong>el</strong> período d<strong>el</strong><br />

ciclo de vida donde <strong>el</strong> aporte a los sistemas de seguridad cobra mayor r<strong>el</strong>evancia por <strong>el</strong> tiempo de<br />

acumulación y, por tanto, la r<strong>en</strong>tabilidad que t<strong>en</strong>drían dichos fondos.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico III.61<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): población asalariada afiliada a la seguridad social,<br />

por tramos de edad, alrededor de 2012 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

80<br />

64,8<br />

67,7<br />

60<br />

54,7<br />

40<br />

27,5<br />

20<br />

0<br />

15 a 19 años 20 a 24 años 25 a 29 años 30 a 64 años<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2014 (LC/G.2635-P),<br />

Santiago, 2014. Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G6..<br />

a<br />

Los datos correspond<strong>en</strong> al promedio simple de los países.<br />

Como corolario, se puede señalar que la inserción de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral<br />

se caracteriza por ser de alta rotación, segm<strong>en</strong>tación y precariedad. Sin embargo, como<br />

m<strong>en</strong>ciona la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI, 2012), los jóv<strong>en</strong>es consideran<br />

esta nueva normalidad laboral como un hecho dado que, <strong>en</strong> algunos casos, cumple con las<br />

expectativas de autonomía deseadas. No obstante, <strong>el</strong> mercado de trabajo actual no permite que<br />

la mayoría de <strong>el</strong>los desarrolle trayectorias asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes y r<strong>el</strong>aciones laborales estables. Según<br />

la OIT, esta situación laboral plantea un desafío político porque los deseos de t<strong>en</strong>er un trabajo<br />

remunerado y de construir una vida autónoma tropiezan con la realidad de un mercado laboral <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> cual los jóv<strong>en</strong>es deb<strong>en</strong> <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tarse a un alto niv<strong>el</strong> de desempleo e informalidad (OIT, 2013a). En<br />

síntesis, <strong>el</strong> panorama descrito reafirma lo expresado <strong>en</strong> <strong>el</strong> informe de CEPAL/OIJ/IMJUVE (2014),<br />

referido a que <strong>el</strong> empleo es <strong>el</strong> eslabón más crítico <strong>en</strong> la inclusión social de los jóv<strong>en</strong>es. En conjunto<br />

con la Organización Iberoamericana de Juv<strong>en</strong>tud (OIJ), la CEPAL señaló diez años atrás que, pese<br />

a los importantes logros educativos y a la mayor adaptabilidad a los cambios organizacionales y<br />

comunicacionales por parte de los jóv<strong>en</strong>es con respecto de los adultos, estos no habían podido<br />

plasmar dichos logros <strong>en</strong> <strong>el</strong> campo d<strong>el</strong> empleo (CEPAL/OIJ, 2004). En este s<strong>en</strong>tido, para que los<br />

jóv<strong>en</strong>es puedan t<strong>en</strong>er acceso a oportunidades laborales, se requiere que se expanda la g<strong>en</strong>eración<br />

de puestos de trabajo de calidad, pero también que la juv<strong>en</strong>tud esté capacitada para aprovechar<br />

dicha expansión (CEPAL/OIJ, 2008).


CEPAL<br />

Parte F<br />

¿Estudias o trabajas? El largo camino hacia la indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia económica de los jóv<strong>en</strong>es<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (CEPAL, 2015), Cap. I, pp. 13-21.<br />

1. Duración de la transición de los jóv<strong>en</strong>es latinoamericanos<br />

de la escu<strong>el</strong>a al trabajo<br />

La transición de la escu<strong>el</strong>a al mercado laboral es una etapa crucial <strong>en</strong> la vida de las personas. Este período<br />

podría definirse como <strong>el</strong> tiempo que pasa <strong>en</strong>tre que una persona deja de asistir a un establecimi<strong>en</strong>to<br />

educativo (habi<strong>en</strong>do finalizado o no su educación) y <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que consigue un empleo. Esta<br />

definición podría, sin embargo, modificarse <strong>en</strong> dos s<strong>en</strong>tidos. Por un lado, se podría hablar de “transición<br />

al mercado de trabajo” omiti<strong>en</strong>do la palabra “escu<strong>el</strong>a” para no excluir a aqu<strong>el</strong>los que nunca asistieron a<br />

un establecimi<strong>en</strong>to educativo 37 . Por otro lado, la transición podría considerarse terminada cuando <strong>el</strong> jov<strong>en</strong><br />

consigue un empleo, cualesquiera que sean sus características, o solo cuando <strong>el</strong> empleo se considere<br />

adecuado, ya sea porque es estable o porque es satisfactorio para <strong>el</strong> trabajador. Esta definición más amplia<br />

es la que ha utilizado la Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT) <strong>en</strong> sus informes Trabajo dec<strong>en</strong>te<br />

y juv<strong>en</strong>tud <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: políticas para la acción y T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias mundiales d<strong>el</strong> empleo juv<strong>en</strong>il 2013:<br />

una g<strong>en</strong>eración <strong>en</strong> p<strong>el</strong>igro (OIT, 2013a y 2013b), con algunas modificaciones <strong>en</strong> <strong>el</strong> informe de 2015 38 .<br />

Lo importante es t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que esta transición no es un proceso lineal, donde un<br />

estudiante (inactivo) finaliza sus estudios, busca empleo (desempleado) y, posteriorm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra<br />

un empleo y lo conserva durante <strong>el</strong> resto de su vida activa (empleo adecuado). Mi<strong>en</strong>tras que algunos<br />

jóv<strong>en</strong>es consigu<strong>en</strong> su primer empleo y continúan estudiando, otros solo estudian o solo trabajan,<br />

y pasan (o no) por períodos de desempleo de difer<strong>en</strong>te duración. Más aún, <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, la<br />

incertidumbre y <strong>el</strong> riesgo inher<strong>en</strong>te a la exist<strong>en</strong>cia diaria de los jóv<strong>en</strong>es ejerc<strong>en</strong> una fuerte influ<strong>en</strong>cia<br />

<strong>en</strong> sus decisiones r<strong>el</strong>acionadas con la escu<strong>el</strong>a, <strong>el</strong> trabajo y <strong>el</strong> hogar, lo que crea condiciones de<br />

cambio y movimi<strong>en</strong>to constantes (Fawcett, 2002) 39 .<br />

Con <strong>el</strong> fin de estructurar <strong>el</strong> análisis de este período, <strong>el</strong> diagrama III.1 pres<strong>en</strong>ta la etapa de<br />

transición de la escu<strong>el</strong>a al trabajo <strong>en</strong> tres mom<strong>en</strong>tos de la vida. En <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to 1 (T1), podemos<br />

suponer que todos o, por lo m<strong>en</strong>os, la gran mayoría de los jóv<strong>en</strong>es son económicam<strong>en</strong>te inactivos,<br />

ya que asist<strong>en</strong> a un establecimi<strong>en</strong>to educativo 40 . En un segundo mom<strong>en</strong>to (T2), los jóv<strong>en</strong>es pued<strong>en</strong><br />

seguir inactivos o incorporarse al mercado laboral; aquí comi<strong>en</strong>zan su transición. En este caso, los<br />

jóv<strong>en</strong>es podrían estar activos desempleados (si están disponibles para trabajar y están buscando<br />

trabajo) o empleados, <strong>en</strong> cuyo caso finalizaría su transición (aunque <strong>en</strong> otro mom<strong>en</strong>to decidan pasar<br />

nuevam<strong>en</strong>te a la inactividad). Cualquiera que sea la situación de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to 2, <strong>en</strong><br />

un futuro (T3) pued<strong>en</strong> modificar su situación laboral pasando nuevam<strong>en</strong>te a cualquiera de las tres<br />

opciones consideradas. Por ejemplo, una persona que <strong>en</strong> T2 era inactiva puede, <strong>en</strong> T3, continuar<br />

inactiva o pasar a ser desocupada o empleada.<br />

37<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, a fines de la década de 2000, aproximadam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> 8% de las personas de 15 años y más se declaraban<br />

incapaces de leer y escribir un recado y <strong>el</strong> 7% de estas t<strong>en</strong>ía m<strong>en</strong>os de 25 años. La situación más preocupante ti<strong>en</strong>e<br />

lugar <strong>en</strong> Guatemala, Honduras y Nicaragua, donde <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> 6% y <strong>el</strong> 9% de los adolesc<strong>en</strong>tes y jóv<strong>en</strong>es de <strong>en</strong>tre 15 y 24<br />

años son analfabetos absolutos (D’Alessandre, 2013).<br />

38<br />

En las publicaciones de 2013, la OIT definía la transición al mercado de trabajo como <strong>el</strong> paso de una persona jov<strong>en</strong><br />

(de 15 a 29 años) d<strong>el</strong> final de la escu<strong>el</strong>a (o <strong>en</strong>trada <strong>en</strong> la primera actividad económica) al primer empleo estable o<br />

satisfactorio. El empleo estable se define <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> contrato de trabajo (escrito u oral) y su duración (más de 12<br />

meses), es decir, que la “estabilidad” se refiere al hecho de que exista una baja probabilidad de cambiar de empleo. Por<br />

otra parte, <strong>el</strong> concepto de empleo satisfactorio era subjetivo y se basaba <strong>en</strong> la evaluación de la persona que lo ocupa<br />

(OIT, 2013c). Sin embargo, <strong>en</strong> <strong>el</strong> informe de 2015 se modifican algunos aspectos conceptuales de esta definición (OIT,<br />

2015). El principal problema se planteaba <strong>en</strong> la declaración de satisfacción con <strong>el</strong> trabajo, sobre la que podían ejercer<br />

una gran influ<strong>en</strong>cia los factores culturales. Por lo tanto, se propuso considerar diversos factores, como <strong>el</strong> deseo de<br />

cambiar de empleo y la probabilidad de permanecer <strong>en</strong> dicho empleo <strong>en</strong> los 12 meses sigui<strong>en</strong>tes (OIT, 2015).<br />

39<br />

Chacaltana (<strong>2006</strong>, pág. 53) pres<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> ejemplo de una trayectoria laboral <strong>en</strong>ormem<strong>en</strong>te errática que refleja una serie<br />

de obstáculos a la inserción laboral de los jóv<strong>en</strong>es. Por su parte, Saraví (2009) subraya que la transición de la escu<strong>el</strong>a<br />

al trabajo sigue pautas difer<strong>en</strong>ciadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los jóv<strong>en</strong>es de sectores populares, <strong>en</strong> comparación con la de los<br />

jóv<strong>en</strong>es de sectores más acomodados.<br />

40<br />

A la edad mínima de nuestra definición de juv<strong>en</strong>tud, 15 años, ya hay jóv<strong>en</strong>es que dejaron la inactividad económica.<br />

Evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> esquema también se aplica a estos jóv<strong>en</strong>es, pero <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to más temprano de su vida.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Diagrama III.1<br />

Transición de la escu<strong>el</strong>a al trabajo<br />

Comi<strong>en</strong>zo de<br />

la transición<br />

Activo desempleado<br />

Comi<strong>en</strong>zo de<br />

la transición<br />

Activo desempleado<br />

Activo empleado<br />

Fin de la transición<br />

Activo desempleado<br />

Activo empleado<br />

Fin de la transición<br />

Activo empleado<br />

Fin de la transición<br />

Activo desempleado<br />

Activo empleado<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia.<br />

En <strong>el</strong> gráfico III.62 se ofrece una visión dinámica de este período a través de gráficos indicativos<br />

de la situación laboral de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> cada país por edad simple. Se muestra, para cada edad y<br />

género, <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de jóv<strong>en</strong>es que, alrededor de 2012, solo estudiaban, que estudiaban y trabajaban,<br />

que solo trabajaban, que no estudiaban ni trabajaban pero buscaban empleo y, finalm<strong>en</strong>te, los jóv<strong>en</strong>es<br />

que no estudiaban, no trabajaban ni buscaban empleo 41 . Como es de esperar, se observa claram<strong>en</strong>te<br />

que <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje que solo estudia disminuye con la edad y <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de ocupados aum<strong>en</strong>ta, pero,<br />

además, <strong>en</strong> estos gráficos se distingu<strong>en</strong> importantes difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la actividad de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong>tre<br />

países y respecto d<strong>el</strong> género. Las principales conclusiones que se extra<strong>en</strong> de estos indicadores también<br />

pued<strong>en</strong> compararse con lo observado <strong>en</strong> los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo<br />

Económicos (OCDE), <strong>en</strong> <strong>el</strong> informe sobre perspectivas d<strong>el</strong> empleo (OCDE, 2008) 42 . Las líneas verticales<br />

d<strong>el</strong> gráfico muestran la edad a la que <strong>el</strong> 50% de los jóv<strong>en</strong>es ha dejado <strong>el</strong> sistema educativo, es decir, la<br />

edad mediana de finalización educativa. Se observa que <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> la mayoría de los jóv<strong>en</strong>es deja<br />

de estudiar <strong>en</strong>tre los 18 y los 19 años, mi<strong>en</strong>tras que esto sucede <strong>en</strong>tre los 21 y los 22 años <strong>en</strong> algunos<br />

países de la OCDE como Australia, <strong>el</strong> Canadá y Francia. En todos los países, esta edad es mayor <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

caso de las mujeres, lo que significa que las jóv<strong>en</strong>es ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a permanecer más tiempo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema<br />

educativo que los varones. En algunos casos, como <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de), Honduras,<br />

Nicaragua y <strong>el</strong> Perú, se observan comi<strong>en</strong>zos muy tempranos <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral, ya que la edad<br />

a la que <strong>el</strong> 50% de los jóv<strong>en</strong>es deja de asistir de forma exclusiva a la escu<strong>el</strong>a ronda los 14 o 15 años,<br />

principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los varones 43 .<br />

41<br />

Las estadísticas utilizadas <strong>en</strong> este informe son datos nacionales (excepto <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>en</strong> que correspond<strong>en</strong><br />

a áreas urbanas) prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de la Arg<strong>en</strong>tina (Encuesta Perman<strong>en</strong>te de Hogares Continua 2012 y Encuesta Perman<strong>en</strong>te<br />

de Hogares 2002 (octubre)), Bolivia (Estado Plurinacional de) (Encuesta Continua de Hogares, 2009 y Encuesta de<br />

Hogares 2002), <strong>el</strong> Brasil (Encuesta Nacional de Hogares 2012 y 2001), Chile (Encuesta de Caracterización Socioeconómica<br />

Nacional (CASEN), 2011 y 2000), Colombia (Gran Encuesta Integrada de Hogares 2012 y Encuesta Continua de Hogares<br />

2002), Costa Rica (Encuesta Nacional de Hogares, 2011 y Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples 2001), <strong>el</strong> Ecuador<br />

(Encuesta de <strong>Empleo</strong>, Desempleo y Subempleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> Área Urbana y Rural 2012 y Encuesta de <strong>Empleo</strong>, Desempleo y<br />

Subempleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> Área Urbana 2002), El Salvador (Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples, 2012 y 2001), Guatemala<br />

(Encuesta Nacional de <strong>Empleo</strong> e Ingresos, 2010 y 2002), Honduras (Encuesta Perman<strong>en</strong>te de Hogares de Pr Propósitos<br />

Múltiples, 2010 y 2002), México (Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), 2012 y 2002), Nicaragua<br />

(Encuesta Nacional de Hogares sobre Medición de Niv<strong>el</strong>es de Vida, 2009 y 2001), Panamá (Encuesta de Mercado Laboral,<br />

2011 y Encuesta de Hogares 2002), <strong>el</strong> Paraguay (Encuesta Perman<strong>en</strong>te de Hogares, 2011 y 2001), <strong>el</strong> Perú (Encuesta<br />

Nacional de Hogares sobre Condiciones de Vida y Pobreza, 2012 y 2001), la República Dominicana (Encuesta Nacional<br />

de Fuerza de Trabajo, 2012 y 2002), <strong>el</strong> Uruguay (Encuesta Continua de Hogares, 2011 y 2002) y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (Republica<br />

Bolivariana de) (Encuesta de Hogares por Muestreo, 2011 y 2002).<br />

42<br />

Véase OCDE (2008, cap. 1).<br />

43<br />

En <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> Brasil, Schwartzman y Cossío (2007) argum<strong>en</strong>tan que la salida temprana d<strong>el</strong> sistema educativo de los<br />

jóv<strong>en</strong>es pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes a hogares de bajos ingresos está inicialm<strong>en</strong>te más r<strong>el</strong>acionada con la expulsión d<strong>el</strong> sistema<br />

educativo que con la atracción ejercida por <strong>el</strong> mercado laboral. Esta expulsión estaría r<strong>el</strong>acionada con la segm<strong>en</strong>tación<br />

d<strong>el</strong> sistema educativo y la mala calidad de la educación que está al alcance de estos jóv<strong>en</strong>es.


CEPAL<br />

• Gráfico III.62<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): distribución de la población jov<strong>en</strong> según su situación de estudios<br />

y empleo por edad simple y género, alrededor de 2012<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Gráfico III.62 (conclusión)<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Hombres Mujeres Hombres Mujeres<br />

Solo estudia<br />

Estudia y trabaja<br />

Solo trabaja<br />

No estu<br />

Fu<strong>en</strong>te: CEPAL <strong>en</strong> base de tabulaciones especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

El hecho de estudiar y trabajar al mismo tiempo es más común <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil, Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de), Costa Rica, <strong>el</strong> Paraguay, <strong>el</strong> Perú y <strong>el</strong> Uruguay. Comparativam<strong>en</strong>te, esta situación<br />

parece estar más ext<strong>en</strong>dida <strong>en</strong>tre los adolesc<strong>en</strong>tes y jóv<strong>en</strong>es de algunos países de la OCDE


CEPAL<br />

(Alemania, Australia, Austria, <strong>el</strong> Canadá, Dinamarca, Noruega, los Países Bajos y Suiza 44 ). En<br />

los países de altos ingresos algunos jóv<strong>en</strong>es combinan <strong>el</strong> estudio con algunas horas de trabajo<br />

para ganar experi<strong>en</strong>cia o lograr indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia económica para acceder a ciertos bi<strong>en</strong>es 45 . Sin<br />

embargo, <strong>en</strong> países de ingresos más bajos la situación parece ser más heterogénea. Por ejemplo,<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> Paraguay, la proporción de jóv<strong>en</strong>es que combinan estudio y trabajo es mayor <strong>en</strong>tre<br />

los que pert<strong>en</strong>ec<strong>en</strong> a los hogares de los quintiles de ingreso per cápita más <strong>el</strong>evados (véase <strong>el</strong><br />

gráfico III.63). Lo mismo sucede si se observa la proporción de jóv<strong>en</strong>es que trabajan y estudian<br />

como proporción d<strong>el</strong> total de jóv<strong>en</strong>es que trabajan <strong>en</strong> cada quintil, que repres<strong>en</strong>ta un 21,2% <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

primer quintil y un 35,2% <strong>en</strong> <strong>el</strong> quinto. Si bi<strong>en</strong> muchos jóv<strong>en</strong>es, sobre todo de hogares de bajos<br />

ingresos, trabajan por necesidad, para complem<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> ingreso familiar, pagar sus estudios o su<br />

subsist<strong>en</strong>cia, al parecer ti<strong>en</strong><strong>en</strong> m<strong>en</strong>os oportunidades de combinar ambas actividades que sus pares<br />

pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes a hogares más acomodados, al m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> <strong>el</strong> Paraguay. Cabe señalar que <strong>en</strong>tre los<br />

jóv<strong>en</strong>es de hogares de ingresos más bajos hay una mayor proporción de personas con problemas<br />

de empleo (que no estudia ni trabaja pero busca empleo) <strong>en</strong>tre los hombres, o dedicadas a oficios<br />

domésticos <strong>en</strong>tre las mujeres. Esto indica que la opción de combinar estudios y trabajo no es tan<br />

accesible y los porc<strong>en</strong>tajes r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te bajos de esta combinación <strong>en</strong> los primeros quintiles no<br />

reflejan simplem<strong>en</strong>te una opción tomada librem<strong>en</strong>te 46 .<br />

• Gráfico III.63<br />

Paraguay: condición de actividad de los jóv<strong>en</strong>es (de 15 a 29 años) por quintil de ingreso per<br />

cápita d<strong>el</strong> hogar, 2011<br />

(En porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> grupo etario <strong>en</strong> <strong>el</strong> quintil correspondi<strong>en</strong>te)<br />

Quintil I Quintil II Quintil III Quintil IV Quintil V<br />

Oficios de hogar y otras<br />

situaciones de inactividad<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

44<br />

Véanse OCDE (2008, gráfico 1.3) y Quintini y Martin (2014, gráfico 4).<br />

45<br />

Por ejemplo, <strong>en</strong> Robinson (1999) se utilizan datos longitudinales de una <strong>en</strong>cuesta de jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> Australia para analizar<br />

las razones por las que estos trabajan a tiempo parcial mi<strong>en</strong>tras estudian. La investigación <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra que <strong>el</strong> deseo de<br />

ganar dinero es la razón más m<strong>en</strong>cionada. Aunque no se sabe con qué fines quier<strong>en</strong> ese dinero, <strong>el</strong> apoyo monetario a<br />

la familia no es la opción más señalada. Por <strong>el</strong> contrario, la segunda razón más frecu<strong>en</strong>te es <strong>el</strong> deseo de indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia<br />

y, <strong>en</strong> tercer lugar, la posibilidad de desarrollar habilidades (principalm<strong>en</strong>te sociales y personales) útiles para conseguir<br />

empleo <strong>en</strong> un futuro.<br />

46<br />

El gráfico I.2 también ayuda a aclarar un resultado sorpr<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te cuando se compara<br />

la asist<strong>en</strong>cia escolar <strong>en</strong>tre jóv<strong>en</strong>es de difer<strong>en</strong>tes quintiles de ingreso per cápita d<strong>el</strong> hogar. Se observa que la proporción<br />

de jóv<strong>en</strong>es que se dedican exclusivam<strong>en</strong>te a los estudios su<strong>el</strong>e ser r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te similar <strong>en</strong>tre los quintiles, lo que es<br />

un resultado algo extraño <strong>en</strong> vista de la típica corr<strong>el</strong>ación positiva <strong>en</strong>tre los ingresos d<strong>el</strong> hogar y los logros educativos.<br />

Sin embargo, si abarcamos, por medio de la variable “estudia y trabaja”, <strong>el</strong> conjunto de los jóv<strong>en</strong>es que se dedican a<br />

estudiar, surge una gran brecha, sobre todo <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> primer y <strong>el</strong> último quintil. Dado que las <strong>en</strong>cuestas especializadas<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis d<strong>el</strong> mercado laboral se c<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> id<strong>en</strong>tificar a las personas que forman parte de la fuerza de trabajo, los<br />

jóv<strong>en</strong>es que combinan trabajo y estudio se id<strong>en</strong>tifican como parte de esta fuerza de trabajo y no como estudiantes,<br />

aunque <strong>el</strong> tiempo que dediqu<strong>en</strong> a los estudios pueda ser mucho mayor que las horas trabajadas.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

La combinación de trabajo y estudio puede, obviam<strong>en</strong>te, g<strong>en</strong>erar impactos positivos tanto<br />

inmediatos (sobre todo, los ingresos percibidos o <strong>el</strong> establecimi<strong>en</strong>to de nuevas r<strong>el</strong>aciones sociales,<br />

<strong>en</strong>tre otros) como de más largo plazo (sobre todo, la adquisición de experi<strong>en</strong>cias y contactos útiles<br />

para una futura transición definitiva). Sin embargo, <strong>en</strong> la literatura se <strong>en</strong>fatiza que <strong>el</strong> impacto de dicha<br />

combinación <strong>en</strong> la posterior transición de la escu<strong>el</strong>a al trabajo, específicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> adolesc<strong>en</strong>tes,<br />

dep<strong>en</strong>de de las pautas d<strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> esta combinación, pautas que se v<strong>en</strong> influidas por los oríg<strong>en</strong>es<br />

sociales de los jóv<strong>en</strong>es (Mortimer, 2010). En esta misma línea, Post y Pong (2009) <strong>en</strong>contraron<br />

difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los países e impactos difer<strong>en</strong>ciados d<strong>el</strong> trabajo de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> su r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to<br />

escolar, según <strong>el</strong> horario de este trabajo, ya que una jornada laboral demasiado ext<strong>en</strong>sa afecta<br />

negativam<strong>en</strong>te los r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos escolares y, por lo tanto, las perspectivas de transición.<br />

Por último, los jóv<strong>en</strong>es que ya no asist<strong>en</strong> a un establecimi<strong>en</strong>to educativo se divid<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre<br />

aqu<strong>el</strong>los que no trabajan pero buscan empleo y los que no estudian ni trabajan fuera d<strong>el</strong> hogar, ni<br />

están buscando empleo. Se observa que la proporción de jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> estos dos grupos aum<strong>en</strong>ta <strong>en</strong><br />

la adolesc<strong>en</strong>cia pero disminuye con la edad, principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los varones. En efecto, la<br />

situación de los jóv<strong>en</strong>es que no estudian ni trabajan ni buscan empleo parece ser más persist<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres, y una alta proporción continúa <strong>en</strong> esta situación al alcanzar los 29 años,<br />

específicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> Chile, <strong>el</strong> Brasil, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, México,<br />

Nicaragua, Panamá, la República Dominicana y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) 47 . Esto confirma<br />

la necesidad de aplicar perspectivas de género tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de comparaciones internacionales<br />

de este indicador como <strong>en</strong> <strong>el</strong> diseño de políticas públicas. Más ad<strong>el</strong>ante se pres<strong>en</strong>tan estimaciones<br />

más detalladas de este indicador.<br />

Estimar la duración media de la transición <strong>en</strong>tre la escu<strong>el</strong>a y <strong>el</strong> trabajo es un gran desafío,<br />

tanto por la complejidad de su definición como por la disponibilidad de datos. Una de las mejores<br />

formas de medir la duración de esta transición es contar con datos longitudinales que sigan la<br />

situación laboral de cada individuo a lo largo de varios años. En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, la Encuesta de la<br />

Transición de la Escu<strong>el</strong>a al Trabajo (ETET) ha sido especialm<strong>en</strong>te diseñada por la OIT para estudiar<br />

este tema. En <strong>el</strong> caso de los países de la región, hay datos disponibles sobre <strong>el</strong> Brasil, El Salvador y<br />

<strong>el</strong> Perú y los principales resultados se pres<strong>en</strong>tan <strong>en</strong> <strong>el</strong> informe Trabajo dec<strong>en</strong>te y juv<strong>en</strong>tud <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong>: políticas para la acción (OIT, 2013b). Entre la conclusiones extraídas de dicha <strong>en</strong>cuesta puede<br />

señalarse que, a los 29 años, aproximadam<strong>en</strong>te la mitad de los jóv<strong>en</strong>es han hecho la transición <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

Brasil (51,1%) y <strong>el</strong> Perú (49,6%), mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> El Salvador, a esa edad, la mayoría de los jóv<strong>en</strong>es aún<br />

está “<strong>en</strong> transición” (solo un 40,4% la han hecho) 48 . En lo que respecta a la duración de la transición,<br />

se estima <strong>en</strong> poco más de tres años <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil y <strong>en</strong> algo más de dos años <strong>en</strong> El Salvador y <strong>el</strong> Perú.<br />

Sin embargo, si <strong>en</strong> <strong>el</strong> cálculo no se incluye a los jóv<strong>en</strong>es que han hecho la transición directa a un<br />

empleo estable o satisfactorio, la transición se hace más larga. Por ejemplo, excluy<strong>en</strong>do este grupo,<br />

<strong>el</strong> jov<strong>en</strong> brasileño medio tarda un promedio de 4,6 años <strong>en</strong> hacer la transición y pasará por casi<br />

cuatro períodos de actividades intermedias (empleo, desempleo o inactividad) antes de finalizarla.<br />

Por otro lado, tambi<strong>en</strong> pued<strong>en</strong> utilizarse datos de corte transversal para obt<strong>en</strong>er información<br />

comparable <strong>en</strong>tre países sobre esta importante etapa de la vida. Una aproximación d<strong>el</strong> tiempo que<br />

dura la transición <strong>en</strong>tre la escu<strong>el</strong>a y <strong>el</strong> trabajo puede establecerse como la difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre la edad<br />

a la que <strong>el</strong> 50% de los jóv<strong>en</strong>es están empleados (la edad mediana d<strong>el</strong> inicio d<strong>el</strong> empleo) y la edad<br />

a la que <strong>el</strong> 50% están <strong>en</strong> <strong>el</strong> colegio (edad mediana a la que los jóv<strong>en</strong>es dejan la escu<strong>el</strong>a). En otras<br />

palabras, <strong>el</strong> tiempo necesario para que <strong>el</strong> 50% de los jóv<strong>en</strong>es estén empleados tras dejar de asistir<br />

a un establecimi<strong>en</strong>to escolar (OCDE, 2008). Cabe señalar que este indicador es m<strong>en</strong>os exig<strong>en</strong>te que<br />

<strong>el</strong> utilizado a partir de la ETET, <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido de que no contempla ninguna característica d<strong>el</strong> empleo.<br />

47<br />

Como se verá más ad<strong>el</strong>ante, una alta proporción de las mujeres se dedica a oficios domésticos, por lo que la<br />

categorización de “inactivas” podría considerarse no válida. En este estudio, la inactividad hace refer<strong>en</strong>cia a la no<br />

participación <strong>en</strong> actividades d<strong>el</strong> mercado laboral.<br />

48<br />

Cabe recordar que <strong>en</strong> esta <strong>en</strong>cuesta la OIT aplica un criterio más estricto para calificar la transición de exitosa (véase<br />

la nota a pie de página 2).


CEPAL<br />

Según este indicador, <strong>en</strong> la mayoría de los países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> la transición de la<br />

escu<strong>el</strong>a al trabajo dura <strong>en</strong>tre cinco y siete años (véase <strong>el</strong> gráfico III.64). La duración promedio <strong>en</strong><br />

la región se estima <strong>en</strong> seis años, <strong>en</strong> comparación con 2,7 años <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio de los países de la<br />

Unión Europea 49 . Por debajo de esta media se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>el</strong> Brasil y México, donde este indicador<br />

se estima <strong>en</strong> cuatro años. Sin embargo, <strong>en</strong> otros países, como la República Dominicana y <strong>el</strong> Estado<br />

Plurinacional de Bolivia, este período llega a ocho años y, <strong>en</strong> Costa Rica y Honduras, a siete años <strong>en</strong><br />

promedio. Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> Estado Plurinacional de Bolivia la duración promedio de la transición<br />

es, apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, más <strong>el</strong>evada <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de ambos géneros 50 , <strong>en</strong> los otros países, este hecho se<br />

explica principalm<strong>en</strong>te por la transición más prolongada de las mujeres.<br />

• Gráfico III.64<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): duración media de la transición de la escu<strong>el</strong>a al trabajo,<br />

alrededor de 2012<br />

(En años)<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

Nota: La difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre la duración de la transición de las mujeres y la de los hombres se indica <strong>en</strong>tre paréntesis.<br />

Al analizar este indicador, es importante destacar la disparidad de género pres<strong>en</strong>te <strong>en</strong> todos<br />

los países de la región (véase <strong>el</strong> cuadro III.13). En efecto, mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> período de transición de<br />

la escu<strong>el</strong>a al trabajo dura <strong>en</strong> promedio 3,4 años <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los hombres, <strong>en</strong> <strong>el</strong> de las mujeres<br />

alcanza los 9,6 años. Se observa que <strong>en</strong> Colombia, Costa Rica, El Salvador, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay,<br />

la República Dominicana y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de), la transición de las mujeres dura<br />

<strong>en</strong>tre seis y nueve años más que la de los hombres. Casos particulares son los de Guatemala y<br />

Honduras, donde <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de participación de mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral a la edad de 29<br />

años aún no alcanza <strong>el</strong> 50%. Una posible explicación de esta situación es que estos países cu<strong>en</strong>tan<br />

con una alta proporción de población rural que, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, ti<strong>en</strong>e m<strong>en</strong>os probabilidades que los<br />

trabajadores de zonas urbanas de hacer la transición a empleos estables 51 . Esta población se dedica<br />

principalm<strong>en</strong>te a tareas agrícolas, y las estadísticas <strong>en</strong> este sector su<strong>el</strong><strong>en</strong> mostrar un bajo niv<strong>el</strong><br />

de actividad económica de las mujeres, <strong>en</strong> parte por problemas de medición, ya que las mujeres<br />

49<br />

Véase OCDE (2008, cuadro 1.1).<br />

50<br />

Como se com<strong>en</strong>tó anteriorm<strong>en</strong>te, este país destaca por la salida muy temprana d<strong>el</strong> sistema educativo, lo que puede<br />

traducirse <strong>en</strong> una transición de la escu<strong>el</strong>a al trabajo prolongada.<br />

51<br />

Esto se demuestra con datos de la ETET sobre los diez países <strong>en</strong> desarrollo considerados. Véase OIT (2013c: pág. 57).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> mayor t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a declararse como inactivas a pesar de realizar trabajos r<strong>el</strong>acionados con<br />

la producción agrícola.<br />

• Cuadro III.13<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (18 países): duración media de la transición de la escu<strong>el</strong>a al trabajo por<br />

género, alrededor de 2012<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) sobre la base de tabulaciones especiales de las<br />

<strong>en</strong>cuestas de hogares de los respectivos países.<br />

a<br />

Edad a la que <strong>el</strong> 50% de los jóv<strong>en</strong>es asist<strong>en</strong> a la escu<strong>el</strong>a.<br />

b<br />

Edad a la que <strong>el</strong> 50% de los jóv<strong>en</strong>es están empleados y no asist<strong>en</strong> a la escu<strong>el</strong>a.


CEPAL<br />

Estas marcadas difer<strong>en</strong>cias r<strong>el</strong>acionadas con <strong>el</strong> género también se hallaron a partir de los<br />

datos longitudinales de la ETET, mediante los que se comprobó que, a los 29 años, los hombres<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> mayores probabilidades de haber completado la transición <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo que las<br />

mujeres. También pudo estimarse que la proporción de hombres con empleo estable es superior a<br />

la de las mujeres y que estas ti<strong>en</strong><strong>en</strong> mayor probabilidad de permanecer fuera d<strong>el</strong> mercado laboral,<br />

sin estudiar, pero con la int<strong>en</strong>ción de participar <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> futuro (OIT, 2013c).<br />

En síntesis, la mayor duración de la transición de la escu<strong>el</strong>a al trabajo de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong><br />

r<strong>el</strong>ación con los países de la OCDE parece estar influ<strong>en</strong>ciada principalm<strong>en</strong>te por <strong>el</strong> comportami<strong>en</strong>to<br />

de las mujeres, <strong>en</strong> cuyo caso este período es particularm<strong>en</strong>te largo. Estas jóv<strong>en</strong>es son probablem<strong>en</strong>te<br />

madres dedicadas al cuidado de niños pequeños o de alguna otra persona vulnerable, o realizan<br />

tareas domésticas <strong>en</strong> su hogar o <strong>el</strong> de sus padres. La región aún no ha avanzado significativam<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> la oferta de opciones de cuidado infantil o de personas con necesidades especiales ni <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

área de los b<strong>en</strong>eficios por paternidad compartidos <strong>en</strong>tre ambos cónyuges. Por otro lado, estas<br />

transiciones más largas, con varios años fuera d<strong>el</strong> mercado laboral o más <strong>en</strong>tradas y salidas, pued<strong>en</strong><br />

impactar negativam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la vida activa de las mujeres y traducirse <strong>en</strong> empleos de peor calidad,<br />

remuneraciones más bajas y m<strong>en</strong>os oportunidades de desarrollo profesional.<br />

Evid<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> indicador estimado <strong>en</strong> esta sección no permite evaluar la calidad d<strong>el</strong><br />

empleo conseguido ni las características de ese período de transición <strong>en</strong>tre la escu<strong>el</strong>a y <strong>el</strong> trabajo.<br />

Para compr<strong>en</strong>der mejor las dificultades que <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan los jóv<strong>en</strong>es durante esta etapa, <strong>en</strong> la sigui<strong>en</strong>te<br />

sección se analizan los principales indicadores laborales de los jóv<strong>en</strong>es y se id<strong>en</strong>tifican los grupos<br />

más vulnerables.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Parte G<br />

1. Conclusiones<br />

Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo<br />

esc<strong>en</strong>ario laboral (CEPAL, <strong>2006</strong>), Conclusiones, pp. 269-281.<br />

a) Principales hallazgos<br />

i) La importancia d<strong>el</strong> <strong>en</strong>torno<br />

Una inserción laboral demasiado temprana (r<strong>el</strong>acionada con problemas de deserción escolar<br />

y con un niv<strong>el</strong> educativo bajo), tardía (como consecu<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> alto desempleo juv<strong>en</strong>il) o débil (<strong>en</strong><br />

actividades de baja productividad y bajos ingresos) ti<strong>en</strong>e un efecto negativo <strong>en</strong> los ingresos pres<strong>en</strong>tes<br />

y futuros de los jóv<strong>en</strong>es y sus hogares, <strong>en</strong> la lucha contra la pobreza, <strong>en</strong> la cohesión social de los<br />

países, <strong>en</strong> la estructura socioeconómica de los países de la región, ya de por sí muy desigual, y <strong>en</strong><br />

los procesos de maduración psicosocial que apuntan a la indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia y autonomía de los jóv<strong>en</strong>es.<br />

Durante las últimas décadas, los mercados de trabajo latinoamericanos han experim<strong>en</strong>tado<br />

profundas transformaciones que han afectado la inserción laboral de sucesivas cohortes de jóv<strong>en</strong>es.<br />

Economías con tasas de crecimi<strong>en</strong>to bajas y volátiles, mercados con una creci<strong>en</strong>te presión competitiva,<br />

nuevas tecnologías que ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a ac<strong>el</strong>erar y profundizar <strong>el</strong> intercambio de mercancías e información, así<br />

como reformas ori<strong>en</strong>tadas a increm<strong>en</strong>tar la efici<strong>en</strong>cia de los mercados, han dejado hu<strong>el</strong>las <strong>en</strong> <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> d<strong>el</strong><br />

empleo y sus características. Especialm<strong>en</strong>te durante la serie de crisis iniciadas a fines de los años nov<strong>en</strong>ta,<br />

se ha observado una débil expansión d<strong>el</strong> empleo, sobre todo d<strong>el</strong> empleo asalariado formal, lo que ha<br />

restringido <strong>el</strong> acceso a ocupaciones productivas de nuevos conting<strong>en</strong>tes de la fuerza laboral, <strong>en</strong>tre los<br />

que destacan los jóv<strong>en</strong>es. En consecu<strong>en</strong>cia, <strong>el</strong> desempleo juv<strong>en</strong>il ha subido de manera preocupante y<br />

ha desc<strong>en</strong>dido la proporción de jóv<strong>en</strong>es que han logrado insertarse <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector formal de la economía.<br />

En las investigaciones pres<strong>en</strong>tadas <strong>en</strong> este volum<strong>en</strong> se puede apreciar la manera <strong>en</strong> que<br />

los principales actores percib<strong>en</strong> la situación y las perspectivas d<strong>el</strong> <strong>en</strong>torno económico y laboral. Se<br />

constata una interesante difer<strong>en</strong>cia a este respecto <strong>en</strong>tre los empresarios y los jóv<strong>en</strong>es. Desde la<br />

perspectiva de los primeros, se refleja de forma bastante clara la evolución d<strong>el</strong> ciclo macroeconómico<br />

de cada país y las expectativas r<strong>el</strong>acionadas con acontecimi<strong>en</strong>tos específicos, como <strong>el</strong> Tratado de<br />

Libre Comercio <strong>en</strong>tre República Dominicana, C<strong>en</strong>troamérica y los Estados Unidos, <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de El<br />

Salvador. Entre los jóv<strong>en</strong>es, <strong>en</strong> cambio, predomina una interpretación mayorm<strong>en</strong>te pesimista de la<br />

situación y de las perspectivas económicas. En r<strong>el</strong>ación con este punto, hay que t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta<br />

que, si bi<strong>en</strong> las investigaciones de este estudio se realizaron <strong>en</strong> un mom<strong>en</strong>to <strong>en</strong> que prácticam<strong>en</strong>te<br />

todas las economías de la región experim<strong>en</strong>taron un repunte económico, <strong>en</strong> muchos de los países,<br />

una gran parte de la población consideró que esta reactivación ap<strong>en</strong>as la b<strong>en</strong>eficiaba 52 . En este<br />

contexto, se reforzó la percepción de muchos jóv<strong>en</strong>es de que las economías de mercado g<strong>en</strong>eran<br />

b<strong>en</strong>eficios desiguales y que <strong>el</strong>los, precisam<strong>en</strong>te, no participan de las mejoras macroeconómicas.<br />

Por otra parte, los empresarios vislumbran las oportunidades v<strong>en</strong>ideras —<strong>en</strong> mayor o m<strong>en</strong>or grado,<br />

según las características de cada país— y ajustan sus expectativas de manera correspondi<strong>en</strong>te,<br />

incluidas las r<strong>el</strong>acionadas con la contratación de personal.<br />

La percepción notoriam<strong>en</strong>te más pesimista de los jóv<strong>en</strong>es se debe, además, a otros dos<br />

factores. En primer lugar, <strong>en</strong> muchos países existe una interpretación crítica muy g<strong>en</strong>eralizada no<br />

solo de la situación y las perspectivas económicas y sociales, sino también de la realidad política, y<br />

destacan las m<strong>en</strong>ciones a la corrupción y <strong>el</strong> cli<strong>en</strong>t<strong>el</strong>ismo. En estos casos, las ev<strong>en</strong>tuales expectativas<br />

de que se implem<strong>en</strong>t<strong>en</strong> políticas públicas capaces de mejorar las condiciones socioeconómicas de<br />

la juv<strong>en</strong>tud contrastan con una baja valoración d<strong>el</strong> quehacer político.<br />

52<br />

La investigación empírica se efectuó principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> 2004; los años previos han sido d<strong>en</strong>ominados la “media década<br />

perdida” para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, debido a su bajo crecimi<strong>en</strong>to económico y al impacto producido <strong>en</strong> <strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar de la<br />

población. Véase W<strong>el</strong>ler (2005).


CEPAL<br />

En segundo lugar, la transformación de los mercados de trabajo ha mermado las expectativas<br />

de bi<strong>en</strong>estar de los jóv<strong>en</strong>es, tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> corto como <strong>en</strong> <strong>el</strong> largo plazo. Las r<strong>el</strong>aciones laborales<br />

más precarias —<strong>en</strong> las que abundan, sobre todo, los empleos sin contrato, los contratos a plazo<br />

o los contratos especiales diseñados para fom<strong>en</strong>tar la inserción laboral, pero que conllevan pocos<br />

b<strong>en</strong>eficios— y <strong>el</strong> incumplimi<strong>en</strong>to de las leyes laborales dificultan <strong>el</strong> desarrollo de estrategias para<br />

una inserción laboral estable y de largo plazo. Aunque los jóv<strong>en</strong>es, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te, reconoc<strong>en</strong> que<br />

su situación material es mejor que la de la g<strong>en</strong>eración anterior (cuando esta era jov<strong>en</strong>), muchos<br />

consideran que la g<strong>en</strong>eración de sus padres, pese a contar con niv<strong>el</strong>es más bajos de educación<br />

formal, tuvo mayores oportunidades. Ellos, <strong>en</strong> cambio, se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> una situación de marcada<br />

incertidumbre y percib<strong>en</strong> que los empleos a su disposición no les permit<strong>en</strong> progresar <strong>en</strong> trayectorias<br />

laborales asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes. De hecho, <strong>el</strong> empleo de los jóv<strong>en</strong>es se caracteriza por su alta rotación y una<br />

multiplicidad de experi<strong>en</strong>cias laborales fragm<strong>en</strong>tadas. En <strong>el</strong> contexto de una creci<strong>en</strong>te y g<strong>en</strong>eralizada<br />

inestabilidad laboral, esto implica que una trayectoria que abarque unos pocos puestos estables a<br />

lo largo de la vida laboral ti<strong>en</strong>de a desaparecer de las expectativas de los jóv<strong>en</strong>es, que se adaptan,<br />

de este modo, a una “nueva normalidad laboral” (véase Sepúlveda, 2005) 53 .<br />

En r<strong>el</strong>ación con este hecho, no es evid<strong>en</strong>te si se trata de procesos g<strong>en</strong>eralizados de precarización<br />

o si estos procesos se conc<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> <strong>el</strong> marg<strong>en</strong>, <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido de que los nuevos contratos —muchos<br />

de <strong>el</strong>los para jóv<strong>en</strong>es— se caracterizan por ser más inestables y con m<strong>en</strong>os protección, además<br />

de t<strong>en</strong>er otras car<strong>en</strong>cias, mi<strong>en</strong>tras que se manti<strong>en</strong>e la mayor parte de los contratos ya exist<strong>en</strong>tes.<br />

En <strong>el</strong> segundo caso, <strong>el</strong> proceso sería obviam<strong>en</strong>te mucho más gradual. La información disponible<br />

permite concluir que <strong>en</strong> los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos<br />

(OCDE) prevalec<strong>en</strong> procesos d<strong>el</strong> segundo tipo 54 . Si se utiliza la perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> puesto de trabajo<br />

como indicador para los países latinoamericanos, los resultados son mixtos, dado que <strong>en</strong> algunos<br />

de <strong>el</strong>los se registran pronunciadas caídas <strong>en</strong> la duración media d<strong>el</strong> empleo, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> otros<br />

este indicador se ha mant<strong>en</strong>ido estable (BID, 2003). Por otra parte, <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los<br />

sectores de baja productividad es un proceso que afecta tanto a jóv<strong>en</strong>es como a adultos 55 .<br />

En este contexto de precarización de las r<strong>el</strong>aciones laborales, los jóv<strong>en</strong>es prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de<br />

hogares pobres experim<strong>en</strong>tan una presión especialm<strong>en</strong>te fuerte sobre sus condiciones de vida,<br />

no solo <strong>en</strong> términos materiales, sino también con respecto a la cohesión familiar y <strong>el</strong> desarrollo de<br />

r<strong>el</strong>aciones sociales más amplias 56 .<br />

ii) Tecnología y flexibilidad<br />

Aunque <strong>el</strong> contexto macroeconómico de los últimos tiempos no ha sido favorable para la<br />

inserción laboral juv<strong>en</strong>il, <strong>en</strong> los estudios sobre la percepción de las empresas se destaca que muchas<br />

de <strong>el</strong>las estiman que <strong>el</strong> cambio tecnológico las favorece. De esta manera, si bi<strong>en</strong> la mayoría afirma<br />

que no se propon<strong>en</strong> contratar específicam<strong>en</strong>te a jóv<strong>en</strong>es, la valoración de las habilidades necesarias<br />

para aprovechar <strong>el</strong> pot<strong>en</strong>cial de los cambios tecnológicos las llevan a contratarlos. En efecto, <strong>en</strong> un<br />

53<br />

La percepción negativa se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra, sobre todo, <strong>en</strong>tre los jóv<strong>en</strong>es prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de hogares de escasos recursos,<br />

grupo <strong>en</strong> que se conc<strong>en</strong>traron varios de los estudios.<br />

54<br />

En estos países no se ha <strong>en</strong>contrado una reducción significativa de las r<strong>el</strong>aciones laborales de largo plazo, pero <strong>en</strong>tre<br />

los nuevos contratos hay un pronunciado aum<strong>en</strong>to de contratos temporales y, <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los jóv<strong>en</strong>es, se reduce <strong>el</strong><br />

tiempo de perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> un puesto de trabajo (Auer y Cazes, 2003; Morissette y Johnson, 2005). A su vez, Gregg y<br />

Wadsworth (2000) observan <strong>en</strong> <strong>el</strong> Reino Unido una marcada caída de los salarios de <strong>en</strong>trada al mercado laboral.<br />

55<br />

Véase W<strong>el</strong>ler (2005). Se ha <strong>en</strong>fatizado que <strong>en</strong> algunos países la precarización es una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia g<strong>en</strong>eralizada; véase, por<br />

ejemplo, Chacaltana (2005).<br />

56<br />

Cabe recordar <strong>el</strong> <strong>el</strong>evado niv<strong>el</strong> de pobreza que afecta a muchos de los países de la región. A inicios de la década de<br />

2000, <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de la población que se hallaba por debajo de la línea de pobreza era d<strong>el</strong> 18,8% <strong>en</strong> Chile, <strong>el</strong> 49%<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> Ecuador (solo zonas urbanas), <strong>el</strong> 48,9% <strong>en</strong> El Salvador, <strong>el</strong> 61% <strong>en</strong> <strong>el</strong> Paraguay y <strong>el</strong> 54,8% <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú. Dados los<br />

bajos niv<strong>el</strong>es de ingresos laborales, no sorpr<strong>en</strong>de que también sean pobres muchas personas que trabajan. El niv<strong>el</strong> de<br />

pobreza <strong>en</strong>tre los ocupados de las zonas urbanas de estos cinco países es de un 10%, un 39%, un 30%, un 32% y un<br />

36%, respectivam<strong>en</strong>te (CEPAL, 2005).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

alto porc<strong>en</strong>taje de las empresas se considera <strong>en</strong>tre las características favorables de los jóv<strong>en</strong>es su<br />

manejo de las nuevas tecnologías 57 .<br />

De este modo, se confirma <strong>el</strong> supuesto de que <strong>el</strong> cambio tecnológico reci<strong>en</strong>te favorece la<br />

contratación de jóv<strong>en</strong>es, con la restricción de que <strong>el</strong> número de jóv<strong>en</strong>es favorecidos por este sesgo<br />

es limitado, tanto por parte de la oferta como de la demanda 58 . Aun así, son mayoritariam<strong>en</strong>te los<br />

adultos qui<strong>en</strong>es <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan obstáculos para <strong>el</strong> acceso a nuevos empleos con alta o media demanda<br />

de manejo tecnológico. Un reflejo de este sesgo “projov<strong>en</strong>” es la prefer<strong>en</strong>cia por contratar jóv<strong>en</strong>es<br />

<strong>en</strong> lugar de adultos, siempre y cuando ya t<strong>en</strong>gan experi<strong>en</strong>cia laboral (véase Martínez, 2005).<br />

En r<strong>el</strong>ación con la demanda por parte de las empresas de habilidades <strong>en</strong> <strong>el</strong> manejo de las<br />

nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC), se exige un creci<strong>en</strong>te niv<strong>el</strong> educativo<br />

y la educación secundaria completa surge con creci<strong>en</strong>te fuerza como condición mínima para la<br />

contratación. A este respecto, se observa un interesante contraste <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

<strong>el</strong>evado de empresas cuyos ejecutivos estiman que su fuerza laboral es adecuada <strong>en</strong> cuanto a educación<br />

y <strong>el</strong> de los que opinan que los sistemas educativos no respond<strong>en</strong> a las necesidades d<strong>el</strong> mercado.<br />

Este resultado apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te contradictorio puede t<strong>en</strong>er que ver con necesidades difer<strong>en</strong>ciadas<br />

según tamaño y rubro de la empresa 59 . Otro <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to r<strong>el</strong>evante puede ser la incertidumbre de los<br />

propios empleadores acerca de los conocimi<strong>en</strong>tos y las habilidades necesarias <strong>en</strong> <strong>el</strong> futuro, <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

contexto de un ac<strong>el</strong>erado cambio tecnológico y económico 60 .<br />

Cabe notar que, contrariam<strong>en</strong>te a lo expresado por las empresas urbanas <strong>en</strong>cuestadas, <strong>en</strong><br />

las zonas rurales se registra una demanda más bi<strong>en</strong> limitada y conc<strong>en</strong>trada <strong>en</strong> ocupaciones de baja<br />

cualificación, sobre todo <strong>en</strong> países caracterizados por grandes zonas rurales débilm<strong>en</strong>te integradas <strong>en</strong><br />

los circuitos urbanos y con un sector rural no agropecuario r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te pequeño. En consecu<strong>en</strong>cia,<br />

los jóv<strong>en</strong>es d<strong>el</strong> ámbito rural con cierto niv<strong>el</strong> de educación no <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran oportunidades adecuadas<br />

de empleo y se v<strong>en</strong> frustrados <strong>en</strong> sus aspiraciones u obligados a migrar a las zonas urbanas o a<br />

emigrar d<strong>el</strong> país 61 .<br />

Un aspecto que aparece con frecu<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> los estudios sobre <strong>el</strong> mercado de trabajo y emerge<br />

con mayor fuerza <strong>en</strong> los de inserción laboral juv<strong>en</strong>il es la t<strong>en</strong>sión exist<strong>en</strong>te a causa de las exig<strong>en</strong>cias<br />

de las empresas que desean t<strong>en</strong>er una fuerza laboral flexible pero, a la vez, estable. En un contexto de<br />

mercados más volátiles y cambios tecnológicos más v<strong>el</strong>oces, la necesidad de una mayor flexibilidad<br />

induce a las empresas a establecer r<strong>el</strong>aciones laborales de más corto plazo. En efecto, <strong>en</strong> muchas<br />

de <strong>el</strong>las se asigna un gran valor a la mayor flexibilidad de la mano de obra juv<strong>en</strong>il, concepto que se<br />

<strong>en</strong>ti<strong>en</strong>de básicam<strong>en</strong>te de dos maneras difer<strong>en</strong>tes. En primer lugar, para muchas empresas es muy<br />

importante la capacidad de apr<strong>en</strong>dizaje de los jóv<strong>en</strong>es, que les permite asumir rápidam<strong>en</strong>te nuevas<br />

tareas y facilita la incorporación de nuevas tecnologías y procesos productivos (véase Campusano,<br />

2005). En segundo lugar, se ha observado que <strong>en</strong> numerosas empresas los jóv<strong>en</strong>es son vistos como<br />

una fuerza laboral de ajuste a los vaiv<strong>en</strong>es d<strong>el</strong> mercado, pues su contratación y despido son m<strong>en</strong>os<br />

57<br />

Véanse Vega y Carranza (2005) y Martínez (2005). Hay que tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que <strong>en</strong> los estudios se analizaron empresas<br />

formales de sectores específicos y se dejó fuera a las microempresas y rubros como la agricultura y la construcción,<br />

que probablem<strong>en</strong>te aplican lógicas difer<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to de la contratación.<br />

58<br />

Por otra parte, también se registran casos <strong>en</strong> que las empresas ti<strong>en</strong><strong>en</strong> dificultades para conseguir mano de obra con<br />

cualificaciones específicas. En Chile, El Salvador y <strong>el</strong> Paraguay, <strong>en</strong>tre un 12% y un 17% de las empresas <strong>en</strong>trevistadas<br />

señalaron que su dotación de personal no es adecuada <strong>en</strong> términos de habilidades técnicas (véase Campusano, 2005).<br />

59<br />

Por ejemplo, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Ecuador se <strong>en</strong>contró que para las empresas de servicios, <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo es prioritario, mi<strong>en</strong>tras<br />

que para las industrias manufactureras, es más r<strong>el</strong>evante la capacidad de apr<strong>en</strong>dizaje (véase Martínez, 2005). Por otra<br />

parte, <strong>en</strong> las pequeñas y medianas empresas se su<strong>el</strong><strong>en</strong> requerir habilidades específicas, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> las grandes<br />

empresas se demandan habilidades g<strong>en</strong>erales. Además, las actividades de capacitación aum<strong>en</strong>tan con <strong>el</strong> tamaño de<br />

las empresas (véase, por ejemplo, Chacaltana, 2004).<br />

60<br />

Como se argum<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> Romero-Abreu y W<strong>el</strong>ler (2005), un esfuerzo mancomunado de los sectores público y privado<br />

—incluidas las organizaciones de trabajadores— para hacer un análisis continuo de las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias tecnológicas y<br />

económicas puede contribuir a ori<strong>en</strong>tar a muchas empresas <strong>en</strong> cuanto a sus futuras necesidades de cualificación de<br />

mano de obra.<br />

61<br />

Véase Alcázar, R<strong>en</strong>dón y Wacht<strong>en</strong>heim (2001).


CEPAL<br />

onerosos que si se trata de trabajadores de mayor antigüedad. Además, su experi<strong>en</strong>cia más reducida<br />

<strong>en</strong> cuanto al funcionami<strong>en</strong>to y las reglas d<strong>el</strong> mercado de trabajo, su bajo niv<strong>el</strong> de sindicalización y<br />

sus condiciones contractuales frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te precarias facilitan a las empresas un manejo flexible<br />

de la contratación y <strong>el</strong> despido de personas jóv<strong>en</strong>es 62 .<br />

Por otra parte, <strong>en</strong> muchas empresas predomina <strong>el</strong> interés <strong>en</strong> asegurar una mayor estabilidad<br />

de su fuerza de trabajo, y se argum<strong>en</strong>ta que la <strong>el</strong>evada rotación de la mano de obra juv<strong>en</strong>il se debe,<br />

sobre todo, a que los jóv<strong>en</strong>es se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> procesos de transición, que no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> su vocación<br />

aún definida, que las urg<strong>en</strong>cias económicas los obligan a aprovechar oportunidades de mejores<br />

ingresos y que se frustran rápidam<strong>en</strong>te ante situaciones adversas. En consecu<strong>en</strong>cia, la contribución<br />

de las empresas a esta alta rotación prov<strong>en</strong>dría mayorm<strong>en</strong>te de los despidos de trabajadores que no<br />

cumpl<strong>en</strong> con las expectativas puestas <strong>en</strong> <strong>el</strong>los, más que de una estrategia g<strong>en</strong>eralizada de mant<strong>en</strong>er<br />

r<strong>el</strong>aciones laborales de corto plazo. Sin embargo, <strong>el</strong> interés de las empresas <strong>en</strong> la estabilidad de<br />

sus empleados se corr<strong>el</strong>aciona positivam<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de especialización de estos, ya que la<br />

sustitución de los trabajadores más cualificados pres<strong>en</strong>ta mayores dificultades y es más costosa.<br />

En efecto, es bi<strong>en</strong> sabido que <strong>el</strong> interés de las empresas <strong>en</strong> cierta estabilidad laboral mínima<br />

se vincula estrecham<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> costo de la formación formal e informal de la mano de obra (capital<br />

humano específico), porque una <strong>el</strong>evada rotación implica volver a capacitar una y otra vez a nuevos<br />

trabajadores <strong>en</strong> materias que sus antecesores ya dominaban. Esta r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre capacitación y<br />

estabilidad laboral se confirma <strong>en</strong> los estudios pres<strong>en</strong>tados. Por ejemplo, <strong>en</strong> muchas empresas se<br />

prefiere capacitar <strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo lugar de trabajo, lo que subraya la importancia d<strong>el</strong> capital humano<br />

específico 63 . La rotación es g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te mayor <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las ocupaciones de m<strong>en</strong>ores requisitos<br />

educativos (véase Martínez, 2005), lo que desinc<strong>en</strong>tiva la capacitación de los jóv<strong>en</strong>es de bajo niv<strong>el</strong><br />

educacional que usualm<strong>en</strong>te ocupan estos empleos. Este factor contribuye a que esos jóv<strong>en</strong>es<br />

acumul<strong>en</strong> m<strong>en</strong>os capital humano no solo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema educativo, sino también <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo d<strong>el</strong><br />

trabajo, <strong>en</strong> comparación con los jóv<strong>en</strong>es que han t<strong>en</strong>ido una escolarización más prolongada (véase<br />

Sepúlveda, 2005). En consecu<strong>en</strong>cia, <strong>el</strong> factor experi<strong>en</strong>cia, que g<strong>en</strong>era un importante premio salarial<br />

a lo largo de la vida laboral de estos últimos, lo hace <strong>en</strong> mucho m<strong>en</strong>or medida <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los<br />

jóv<strong>en</strong>es con m<strong>en</strong>os años de estudios, lo que profundiza la brecha de ingresos <strong>en</strong>tre ambos grupos.<br />

No obstante, la información sobre las causas predominantes d<strong>el</strong> fin de las r<strong>el</strong>aciones contractuales<br />

no es conclusiva, sobre todo <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los jóv<strong>en</strong>es. En los grupos focales, los propios jóv<strong>en</strong>es<br />

resaltan que los contratos de corto plazo son aqu<strong>el</strong>los a los que pued<strong>en</strong> aspirar usualm<strong>en</strong>te y que<br />

su situación contractual es débil, de manera que la am<strong>en</strong>aza de despido <strong>en</strong> caso de no cumplir con<br />

las órd<strong>en</strong>es de sus superiores —a veces percibidas como abusos— es casi omnipres<strong>en</strong>te (véase<br />

Palau, Caputo y Segovia, 2005).<br />

Chacaltana (2004) lo confirma <strong>en</strong> su estudio sobre las empresas peruanas, que informan<br />

que la finalización de las r<strong>el</strong>aciones laborales se debe, <strong>en</strong> una <strong>el</strong>evada proporción, al término d<strong>el</strong><br />

contrato a plazo o al incumplimi<strong>en</strong>to de las expectativas de la empresa. Este autor destaca, por lo<br />

tanto, que <strong>el</strong> interés de las empresas <strong>en</strong> la estabilidad de sus trabajadores se limita a un núcleo de<br />

<strong>el</strong>los, mi<strong>en</strong>tras que otros son contratados de manera flexible. La preponderancia d<strong>el</strong> despido por<br />

motivos de la empresa aparece también <strong>en</strong> los resultados de las <strong>en</strong>cuestas de hogares, aunque<br />

cabría <strong>en</strong>fatizar que, <strong>en</strong> este caso, <strong>el</strong> instrum<strong>en</strong>to de medición no es muy afinado.<br />

Por otra parte, como ya se dijo, <strong>en</strong> las empresas se subraya que muchos jóv<strong>en</strong>es ti<strong>en</strong><strong>en</strong> interés<br />

<strong>en</strong> cambiar a m<strong>en</strong>udo de puesto de trabajo, ya sea porque aspiran a mejores condiciones laborales<br />

o porque quier<strong>en</strong> acumular experi<strong>en</strong>cia (job shopping). Esta interpretación es confirmada por de<br />

62<br />

En este s<strong>en</strong>tido, se observa que la subcontratación ti<strong>en</strong>e un peso creci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de la fuerza laboral, y que<br />

desempeña un pap<strong>el</strong> de ajuste <strong>en</strong> <strong>el</strong> marg<strong>en</strong> especialm<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>evante para <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to y la reducción flexible d<strong>el</strong> personal.<br />

63<br />

Saavedra y Chacaltana (2001, pág. 161) <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran, <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> Perú, que la capacitación <strong>en</strong> <strong>el</strong> c<strong>en</strong>tro de trabajo<br />

g<strong>en</strong>era mayores retornos que la que se realiza <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes tipos de institutos o c<strong>en</strong>tros de formación, particularm<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los jóv<strong>en</strong>es.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

la Lastra y Campusano (2005), qui<strong>en</strong>es constatan que la mayoría de las finalizaciones de contrato<br />

a lo largo de las trayectorias laborales de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong>trevistados obedecían a decisiones de los<br />

propios asalariados. Dado que <strong>en</strong> las respuestas se refleja la percepción subjetiva d<strong>el</strong> dinamismo<br />

d<strong>el</strong> mercado de trabajo, estas discrepancias quizás no sorpr<strong>en</strong>dan. De todas maneras, convi<strong>en</strong>e<br />

considerar que exist<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre países y que la importancia de las causas puede cambiar<br />

<strong>en</strong> un país específico, según la situación de la economía y d<strong>el</strong> mercado de trabajo <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, así<br />

como de la condición socioeconómica y d<strong>el</strong> proyecto inmediato y futuro d<strong>el</strong> sujeto <strong>en</strong> particular.<br />

iii) Primer empleo y trayectorias<br />

En <strong>el</strong> análisis d<strong>el</strong> desempleo juv<strong>en</strong>il es necesario difer<strong>en</strong>ciar <strong>en</strong>tre los problemas de los<br />

jóv<strong>en</strong>es que buscan trabajo por primera vez y los de aqu<strong>el</strong>los que ya han adquirido cierta experi<strong>en</strong>cia<br />

laboral. Los primeros se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan a un notorio problema de acceso al mercado de trabajo —como<br />

indica su tiempo de búsqueda, más prolongado que <strong>el</strong> de los jóv<strong>en</strong>es cesantes—, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> caso de estos últimos, es la breve perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> los puestos de trabajo y, por tanto, la <strong>el</strong>evada<br />

rotación, <strong>el</strong> factor que explica <strong>el</strong> alto niv<strong>el</strong> de desempleo (W<strong>el</strong>ler, 2003).<br />

Si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> algunas empresas se expresa que se contrata a jóv<strong>en</strong>es con una bu<strong>en</strong>a formación,<br />

aunque no t<strong>en</strong>gan experi<strong>en</strong>cia, los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te exig<strong>en</strong>cias más amplias, <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

s<strong>en</strong>tido de que, para su inserción laboral, se pide que posean calidades adicionales (experi<strong>en</strong>cia,<br />

conexiones personales, manejo de pautas culturales o esfuerzo individual, <strong>en</strong>tre otras). En consecu<strong>en</strong>cia,<br />

más allá de las corr<strong>el</strong>aciones positivas <strong>en</strong> <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> agregado, muchos jóv<strong>en</strong>es percib<strong>en</strong> que la r<strong>el</strong>ación<br />

<strong>en</strong>tre escolaridad y acceso al empleo productivo se está debilitando.<br />

Es habitual que a los jóv<strong>en</strong>es que buscan trabajo por primera vez se les exija educación<br />

y experi<strong>en</strong>cia para ingresar al mercado laboral y, <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia, estos d<strong>en</strong>uncian que, ante la<br />

falta de experi<strong>en</strong>cia, no se les da la oportunidad de adquirirla (véase Espinosa, 2005). Además, las<br />

defici<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mercado laboral, como la falta de transpar<strong>en</strong>cia y los mecanismos<br />

de exclusión y discriminación, profundizan <strong>el</strong> problema de acceso de grupos específicos. De ahí la<br />

importancia de fom<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> acceso a un primer empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector formal. De hecho, hay algunos<br />

aspectos que asignan gran r<strong>el</strong>evancia a este paso. Entre <strong>el</strong>los destacan <strong>el</strong> apr<strong>en</strong>dizaje de nuevas<br />

destrezas —g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te, más <strong>en</strong> la modalidad de “apr<strong>en</strong>der haci<strong>en</strong>do” que a través de sistemas<br />

de capacitación formales—, la acumulación de experi<strong>en</strong>cia laboral o la posibilidad de r<strong>el</strong>acionarse<br />

con otras personas —tanto de su misma g<strong>en</strong>eración como adultas— <strong>en</strong> un nuevo contexto de<br />

socialización y, de esta manera, establecer redes sociales que trasci<strong>en</strong>dan <strong>el</strong> contexto familiar. De<br />

hecho, muchos jóv<strong>en</strong>es valoran estos aspectos, aunque las condiciones de trabajo (por ejemplo,<br />

bajos salarios o trato poco respetuoso) no result<strong>en</strong> de su agrado.<br />

Debido al creci<strong>en</strong>te predominio de las experi<strong>en</strong>cias laborales fragm<strong>en</strong>tadas, se prolonga<br />

<strong>el</strong> período de transición hacia una inserción r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te estable. Una característica de <strong>el</strong>lo es<br />

<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la simultaneidad d<strong>el</strong> estudio y <strong>el</strong> trabajo y de las expectativas que muchos jóv<strong>en</strong>es<br />

manti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con futuros logros educativos, aun después de haber abandonado <strong>el</strong> sistema<br />

educacional. En este contexto, cabe tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que las trayectorias fragm<strong>en</strong>tadas —aunque<br />

para algunos jóv<strong>en</strong>es sean sobre todo propias de la fase inicial de la inserción laboral— ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un<br />

efecto de largo plazo, por ejemplo, con respecto a la acumulación de derechos <strong>en</strong> los sistemas de<br />

protección social (véase Schkolnik, 2005). Ahora bi<strong>en</strong>, si se prolongan más allá de la fase inicial, sus<br />

consecu<strong>en</strong>cias son aún más serias, pues afectan a la capacidad de <strong>en</strong>deudami<strong>en</strong>to de largo plazo,<br />

por ejemplo, para créditos hipotecarios o la educación de los hijos.<br />

Como se señala <strong>en</strong> Romero-Abreu y W<strong>el</strong>ler (2005), los sistemas de capacitación y de fom<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> primer empleo deb<strong>en</strong> ser necesariam<strong>en</strong>te flexibles y ajustarse a las características específicas


CEPAL<br />

d<strong>el</strong> grupo meta. Sin embargo, hay que considerar que las experi<strong>en</strong>cias con <strong>el</strong> primer empleo son<br />

muy variadas y de ninguna manera inician, <strong>en</strong> todos los casos, trayectorias laborales asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes.<br />

En los estudios sobre trayectorias laborales se advierte más bi<strong>en</strong> que <strong>el</strong> primer empleo no es<br />

sufici<strong>en</strong>te para conseguir una inserción laboral estable y <strong>en</strong> continua mejora, y que existe una alta<br />

heterog<strong>en</strong>eidad de trayectorias. En un extremo se puede constatar que los jóv<strong>en</strong>es de bajo niv<strong>el</strong><br />

educativo formal, si bi<strong>en</strong> pued<strong>en</strong> acumular ciertas destrezas, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te no logran establecer<br />

trayectorias asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes y, como ya se m<strong>en</strong>cionó, recib<strong>en</strong> solo modestos increm<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> sus<br />

ingresos laborales como premio por la acumulación de experi<strong>en</strong>cia.<br />

Muchos jóv<strong>en</strong>es de ambos sexos indican que, <strong>en</strong> <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo medio y medio-bajo, las<br />

mujeres jóv<strong>en</strong>es ti<strong>en</strong><strong>en</strong> v<strong>en</strong>taja para conseguir un empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de los servicios, sobre todo <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> comercio, pero este acceso g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te se ve condicionado por la posesión de ciertos atributos<br />

físicos y no g<strong>en</strong>era cualificaciones adicionales. De hecho, no se les reconoce la experi<strong>en</strong>cia adquirida<br />

y se las excluye d<strong>el</strong> acceso a estos trabajos cuando llegan a cierta edad. En <strong>el</strong> otro extremo, es<br />

característico que los jóv<strong>en</strong>es de mayor niv<strong>el</strong> educativo no solo alcanc<strong>en</strong> una mayor estabilidad laboral<br />

<strong>en</strong> promedio, sino que, además, su acumulación de experi<strong>en</strong>cia laboral se vea recomp<strong>en</strong>sada por<br />

medio de creci<strong>en</strong>tes premios salariales. De este modo, no es ninguna sorpresa que la satisfacción<br />

con la trayectoria laboral se r<strong>el</strong>acione estrecham<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo alcanzado 64 .<br />

Hay que considerar, sin embargo, que las crisis económicas su<strong>el</strong><strong>en</strong> golpear fuertem<strong>en</strong>te a los<br />

jóv<strong>en</strong>es que <strong>en</strong>tran al mercado de trabajo con formación universitaria, como indica, por ejemplo, <strong>el</strong><br />

marcado increm<strong>en</strong>to de la tasa de desempleo abierto de este grupo y de su inserción <strong>en</strong> actividades<br />

de baja productividad (véase W<strong>el</strong>ler, 2005). De hecho, mi<strong>en</strong>tras que, <strong>en</strong> períodos de expansión<br />

económica, salir de la universidad con los conocimi<strong>en</strong>tos más actualizados puede proporcionar<br />

una v<strong>en</strong>taja importante <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo, <strong>en</strong> un contexto de magra g<strong>en</strong>eración de nuevos<br />

empleos, esta v<strong>en</strong>taja cu<strong>en</strong>ta m<strong>en</strong>os, aum<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> “desempleo académico” y muchos jóv<strong>en</strong>es se v<strong>en</strong><br />

obligados a emplearse <strong>en</strong> ocupaciones por debajo d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de estudios alcanzado; por ejemplo, como<br />

técnicos, que son escasos <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Dada esta situación, y <strong>en</strong> contraste con lo m<strong>en</strong>cionado<br />

anteriorm<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> los períodos de crisis se produce una <strong>el</strong>evada insatisfacción <strong>en</strong>tre los jóv<strong>en</strong>es<br />

con títulos universitarios, especialm<strong>en</strong>te si, a causa de la segm<strong>en</strong>tación d<strong>el</strong> sistema educativo, se<br />

v<strong>en</strong> excluidos de las oportunidades de acceder a los pocos puestos de trabajo disponibles, por no<br />

haberse titulado <strong>en</strong> las universidades preferidas por las empresas, o si existe una segm<strong>en</strong>tación por<br />

orig<strong>en</strong> social (Núñez y Gutiérrez, 2004).<br />

Como se ha subrayado <strong>en</strong> la literatura, la <strong>el</strong>evada rotación laboral de muchos jóv<strong>en</strong>es se<br />

debe, <strong>en</strong> parte, a procesos de ajuste (matching) y acumulación de experi<strong>en</strong>cia (job shopping). El<br />

descont<strong>en</strong>to con su situación laboral actual, la búsqueda de mejores alternativas y <strong>el</strong> interés por<br />

trabajar <strong>en</strong> actividades distintas a las que han conocido impulsan a estos jóv<strong>en</strong>es a r<strong>en</strong>unciar a sus<br />

puestos de trabajo. Muchos de <strong>el</strong>los ingresan al mercado laboral con <strong>el</strong>evadas expectativas y no<br />

están dispuestos a sacrificarlas cuando las primeras experi<strong>en</strong>cias no los satisfac<strong>en</strong>, como ocurre<br />

particularm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de jóv<strong>en</strong>es aún dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes de sus padres de clase media o alta 65 .<br />

Para muchos jóv<strong>en</strong>es, <strong>el</strong> matrimonio y la familia propia no son objetivos prioritarios, por lo que<br />

dedican mucha <strong>en</strong>ergía a la construcción de trayectorias laborales con las que buscan cumplir sus<br />

sueños. Una de las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias más reci<strong>en</strong>tes es que muchas mujeres jóv<strong>en</strong>es resaltan y valoran <strong>el</strong> grado<br />

de autonomía que <strong>el</strong> ingreso laboral propio les puede brindar y optan por retrasar la formación de una<br />

familia. Asimismo, existe un evid<strong>en</strong>te cambio <strong>en</strong> los roles de género, impulsado por muchas mujeres<br />

64<br />

Un factor importante para construir una trayectoria asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te parece ser la formación continua (véase de la<br />

Lastra y Campusano, 2005). Véase también Pérez Islas y Urteaga (2001), con respecto al vínculo <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> niv<strong>el</strong><br />

educativo y la satisfacción.<br />

65<br />

En su análisis de las experi<strong>en</strong>cias de adultos jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> Guayaquil, Chávez y Bernal (2005) <strong>en</strong>contraron cuatro tipos<br />

de r<strong>el</strong>aciones <strong>en</strong>tre expectativas originales y experi<strong>en</strong>cias laborales: <strong>el</strong> divorcio <strong>en</strong>tre los sueños y lo obt<strong>en</strong>ido, las<br />

expectativas ajustadas, las expectativas realizadas y <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de las expectativas originales.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

jóv<strong>en</strong>es. Las urg<strong>en</strong>cias económicas y laborales y la inestabilidad de los ingresos también ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a<br />

retrasar la decisión de formar una familia, de manera que ambos procesos se refuerzan mutuam<strong>en</strong>te.<br />

Sin embargo, esta alta rotación laboral —<strong>en</strong> <strong>el</strong> grado <strong>en</strong> que dep<strong>en</strong>de de la iniciativa de los<br />

jóv<strong>en</strong>es— usualm<strong>en</strong>te termina cuando estos asum<strong>en</strong> responsabilidades familiares mayores, forman<br />

una familia propia y ti<strong>en</strong><strong>en</strong> hijos, de manera que la estabilidad de los ingresos adquiere una mayor<br />

importancia r<strong>el</strong>ativa. En este contexto, se ha observado que, <strong>en</strong> los casos <strong>en</strong> que hasta ese mom<strong>en</strong>to<br />

las expectativas laborales originales no se han cumplido, algunos jóv<strong>en</strong>es se resignan a no haber<br />

logrado la trayectoria laboral esperada y reori<strong>en</strong>tan sus aspiraciones de vida hacia sus hijos (véase<br />

Palau, Caputo y Segovia, 2005).<br />

Finalm<strong>en</strong>te, cabe resaltar que <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te, debido a las condiciones macroeconómicas<br />

adversas, no fue muy favorable para las trayectorias asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes y <strong>en</strong> muchos países la emigración<br />

surgió como una alternativa, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te no deseada, pero viable para muchos jóv<strong>en</strong>es (Martínez,<br />

2000). Aunque <strong>en</strong> este contexto es característico que no se aspire a trayectorias asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes<br />

<strong>en</strong> términos ocupacionales —y, de hecho, muchos emigrantes trabajan <strong>en</strong> ocupaciones que se<br />

<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran por debajo de sus cualificaciones—, las trayectorias factibles sí son asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes <strong>en</strong><br />

términos de ingresos.<br />

b) T<strong>en</strong>siones <strong>en</strong> la inserción laboral de los jóv<strong>en</strong>es<br />

En los trabajos pres<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> este volum<strong>en</strong> se señala que la inserción de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> los mercados<br />

de trabajo latinoamericanos es objeto de una serie de t<strong>en</strong>siones, muchas de <strong>el</strong>las vinculadas <strong>en</strong>tre<br />

sí. Dada la gran heterog<strong>en</strong>eidad de las cohortes juv<strong>en</strong>iles, estas t<strong>en</strong>siones obviam<strong>en</strong>te no afectan a<br />

todos los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo grado. Sin embargo, <strong>en</strong> los estudios es posible advertir que muchos<br />

de <strong>el</strong>los las experim<strong>en</strong>tan <strong>en</strong> todos los países.<br />

• Primera t<strong>en</strong>sión: los jóv<strong>en</strong>es ti<strong>en</strong><strong>en</strong> hoy mayores niv<strong>el</strong>es de educación formal que las cohortes<br />

etarias anteriores, pero también se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan a mayores problemas de acceso al empleo 66 .<br />

La causa de esta t<strong>en</strong>sión seguram<strong>en</strong>te no radica <strong>en</strong> que las nuevas g<strong>en</strong>eraciones estén<br />

“demasiado” educadas o <strong>en</strong> que haya un exceso de jóv<strong>en</strong>es con altos niv<strong>el</strong>es educativos, ya<br />

que <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la brecha salarial <strong>en</strong> favor de los más educados observado reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> refleja que la demanda laboral más bi<strong>en</strong> se sesga creci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te hacia<br />

<strong>el</strong> personal más cualificado. Por <strong>el</strong> contrario, los avances de la cobertura educacional son<br />

insufici<strong>en</strong>tes para alcanzar la equidad y <strong>el</strong> desarrollo de la región <strong>en</strong> comparación, por ejemplo,<br />

con otros países de ingresos medios, y su calidad es inadecuada. Un ejemplo concreto es<br />

la debilidad con que los sistemas de educación y formación para <strong>el</strong> trabajo han abordado<br />

los cambios productivos y socioculturales reci<strong>en</strong>tes, de manera que no han facilitado la<br />

transición al mundo laboral.<br />

• Segunda t<strong>en</strong>sión: es la que se observa <strong>en</strong>tre la alta valoración que los jóv<strong>en</strong>es otorgan<br />

al trabajo <strong>en</strong> sí y sus experi<strong>en</strong>cias frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te frustrantes con empleos concretos. Si<br />

bi<strong>en</strong> se aprecia una creci<strong>en</strong>te percepción funcional d<strong>el</strong> trabajo, principalm<strong>en</strong>te como fu<strong>en</strong>te<br />

de ingreso —que <strong>en</strong> algunos casos ti<strong>en</strong>e que competir con otras que promet<strong>en</strong> ganancias<br />

mayores y más fáciles—, para muchos jóv<strong>en</strong>es este sigue si<strong>en</strong>do la piedra angular <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

desarrollo de su id<strong>en</strong>tidad personal, a lo que contribuye <strong>el</strong> logro de nuevas r<strong>el</strong>aciones sociales<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> lugar de trabajo. Sin embargo, muchas experi<strong>en</strong>cias laborales iniciales no cumpl<strong>en</strong><br />

66<br />

Se trata de la primera de las t<strong>en</strong>siones o paradojas analizadas por Martín Hop<strong>en</strong>hayn <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con la situación<br />

de la juv<strong>en</strong>tud latinoamericana y dadas a conocer, <strong>en</strong>tre otros, <strong>en</strong> CEPAL/OIJ (2004, págs. 17-21). Las t<strong>en</strong>siones<br />

id<strong>en</strong>tificadas <strong>en</strong> este capítulo, que se c<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> aspectos de la inserción laboral de los jóv<strong>en</strong>es, pued<strong>en</strong> leerse <strong>en</strong><br />

forma complem<strong>en</strong>taria.


CEPAL<br />

con sus expectativas, ya que informan que obti<strong>en</strong><strong>en</strong> ingresos bajos, poca acumulación de<br />

conocimi<strong>en</strong>tos y habilidades, am<strong>en</strong>azas de despido, malos tratos, acoso sexual, r<strong>el</strong>aciones<br />

personales desagradables y, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, condiciones que no estimulan <strong>el</strong> aprovechami<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> pot<strong>en</strong>cial que pres<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> trabajo para <strong>el</strong> desarrollo individual y social de los jóv<strong>en</strong>es.<br />

• Tercera t<strong>en</strong>sión, vinculada a la anterior: se registran fuertes t<strong>en</strong>siones <strong>en</strong>tre las expectativas<br />

de los jóv<strong>en</strong>es sobre los b<strong>en</strong>eficios de la inserción <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral y la realidad que<br />

viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> él. Las primeras se c<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> la mejora d<strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar material individual y de la<br />

familia, la creación de una base para formar un hogar propio, <strong>el</strong> reconocimi<strong>en</strong>to social o la<br />

contribución al desarrollo de su país, <strong>en</strong>tre otras. El cambio de roles de género ha reforzado<br />

incluso su peso, pues cada vez son más las mujeres jóv<strong>en</strong>es que int<strong>en</strong>tan aprovechar y<br />

desarrollar su pot<strong>en</strong>cial para alcanzar una mayor autonomía e indep<strong>en</strong>dizarse de los roles<br />

tradicionales estrecham<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>acionados con <strong>el</strong> hogar. Sin embargo, la realidad d<strong>el</strong> mercado<br />

de trabajo no satisface las aspiraciones de muchos jóv<strong>en</strong>es, o lo hace solo parcialm<strong>en</strong>te.<br />

Un <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to clave que explica estas frustraciones son los bajos ingresos laborales, que se<br />

reflejan <strong>en</strong> los <strong>el</strong>evados porc<strong>en</strong>tajes de “trabajadores pobres”.<br />

• Cuarta t<strong>en</strong>sión: <strong>en</strong> una visión dinámica, las características d<strong>el</strong> mercado laboral se expresan<br />

<strong>en</strong> la t<strong>en</strong>sión <strong>en</strong>tre necesitar y preferir una trayectoria laboral con una estabilidad mínima de<br />

empleo e ingresos —sobre todo debido a la aspiración de los jóv<strong>en</strong>es de formar una familia<br />

propia— y experim<strong>en</strong>tar una realidad laboral donde prevalec<strong>en</strong> altos niv<strong>el</strong>es de inestabilidad<br />

y precariedad. En la actualidad, los jóv<strong>en</strong>es han t<strong>en</strong>ido sus primeras experi<strong>en</strong>cias laborales<br />

<strong>en</strong> esta “nueva normalidad laboral” y, para algunos, esta repres<strong>en</strong>ta un marco adecuado a<br />

sus aspiraciones de autonomía y creatividad. Sin embargo, para la mayoría, no se trata de<br />

un mercado de oportunidades múltiples y dinámicas, sino de un mercado que no permite<br />

desarrollar trayectorias asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes y r<strong>el</strong>aciones laborales estables, lo que, <strong>en</strong> un contexto de<br />

debilitami<strong>en</strong>to de los sistemas de protección social de muchos países, g<strong>en</strong>era una profunda<br />

incertidumbre que afecta al desarrollo de su personalidad y a su inclusión social.<br />

• Quinta t<strong>en</strong>sión: <strong>el</strong> cumplimi<strong>en</strong>to de las aspiraciones r<strong>el</strong>acionadas con <strong>el</strong> mercado de trabajo<br />

requiere g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te un período prolongado de tiempo, <strong>en</strong> particular para alcanzar un<br />

alto niv<strong>el</strong> de estudios. Sin embargo, muchos jóv<strong>en</strong>es ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que hacer fr<strong>en</strong>te a urg<strong>en</strong>cias<br />

de corto plazo que los fuerzan a abandonar tempranam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> sistema escolar, les impid<strong>en</strong><br />

retomar sus estudios y los obligan a aceptar cualquier empleo disponible para poder g<strong>en</strong>erar<br />

ingresos laborales indisp<strong>en</strong>sables para su hogar. Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los jóv<strong>en</strong>es<br />

prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de hogares pobres esta t<strong>en</strong>sión se hace pat<strong>en</strong>te a una edad temprana, <strong>en</strong><br />

otros casos la t<strong>en</strong>sión <strong>en</strong>tre las aspiraciones a largo plazo y las urg<strong>en</strong>cias a corto plazo<br />

surge con las responsabilidades que conlleva formar una familia propia. En estos casos,<br />

la t<strong>en</strong>sión <strong>en</strong>tre las aspiraciones y la realidad laboral a m<strong>en</strong>udo se “resu<strong>el</strong>ve” traspasando<br />

estas aspiraciones a la g<strong>en</strong>eración sigui<strong>en</strong>te, de manera que los sacrificios a corto plazo<br />

posibilitan su cumplimi<strong>en</strong>to por parte de los hijos a largo plazo.<br />

• Sexta t<strong>en</strong>sión: las mujeres jóv<strong>en</strong>es están desarrollando de manera creci<strong>en</strong>te un interés<br />

por alcanzar mayor autonomía, y <strong>el</strong> empleo desempeña un pap<strong>el</strong> fundam<strong>en</strong>tal <strong>en</strong> este<br />

proceso, pero se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan a problemas especiales de inserción laboral. En todos los niv<strong>el</strong>es<br />

educativos, las jóv<strong>en</strong>es pres<strong>en</strong>tan indicadores laborales desfavorables <strong>en</strong> comparación con<br />

sus coetarios masculinos. En consecu<strong>en</strong>cia, y a pesar de sus niv<strong>el</strong>es más altos de educación<br />

formal, los indicadores de inserción laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio d<strong>el</strong> conjunto de las mujeres<br />

jóv<strong>en</strong>es son inferiores a los de los hombres (CEPAL, 2005, págs. 167-171). Esta situación es<br />

especialm<strong>en</strong>te grave <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres con bajos niv<strong>el</strong>es educativos, para las que<br />

exist<strong>en</strong> muy pocas oportunidades de empleo productivo.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Séptima t<strong>en</strong>sión: la creci<strong>en</strong>te importancia de la combinación d<strong>el</strong> trabajo con los estudios<br />

puede g<strong>en</strong>erar t<strong>en</strong>siones negativas, al afectar <strong>el</strong> r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> ambos campos, o positivas,<br />

al abrir <strong>el</strong> acceso a oportunidades de otro modo vedadas. De todas maneras, la importancia<br />

cada vez mayor d<strong>el</strong> “apr<strong>en</strong>dizaje continuo” implica una t<strong>en</strong>sión creci<strong>en</strong>te y duradera a<br />

lo largo de la vida laboral, con efectos pot<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te negativos para <strong>el</strong> tiempo de libre<br />

disposición y la vida familiar y social, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los países latinoamericanos, que<br />

se caracterizan por largas jornadas laborales.<br />

• Octava t<strong>en</strong>sión: los jóv<strong>en</strong>es viv<strong>en</strong> la t<strong>en</strong>sión <strong>en</strong>tre un discurso “meritocrático”, al que<br />

respond<strong>en</strong> con la disposición de hacer grandes esfuerzos y sacrificios personales para<br />

avanzar <strong>en</strong> su educación e inserción laboral, y una realidad d<strong>el</strong> mercado de trabajo <strong>en</strong> que<br />

los contactos personales y las recom<strong>en</strong>daciones juegan con frecu<strong>en</strong>cia un pap<strong>el</strong> destacado<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso a empleos atractivos. La exclusión laboral de aqu<strong>el</strong>los que no cu<strong>en</strong>tan con<br />

este tipo de capital social refleja una marcada segm<strong>en</strong>tación intrag<strong>en</strong>eracional, que se<br />

está profundizando <strong>en</strong> muchos países a causa de creci<strong>en</strong>tes difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la calidad de la<br />

educación a la que jóv<strong>en</strong>es de difer<strong>en</strong>te estatus socioeconómico ti<strong>en</strong><strong>en</strong> acceso.<br />

• Nov<strong>en</strong>a t<strong>en</strong>sión: <strong>el</strong> mercado exige, <strong>en</strong>tre otros requisitos, experi<strong>en</strong>cia laboral. Sin embargo,<br />

por una parte, para muchos jóv<strong>en</strong>es que buscan trabajo por primera vez es sumam<strong>en</strong>te difícil<br />

acumular esta experi<strong>en</strong>cia y, por otra, <strong>el</strong> mercado no reconoce la experi<strong>en</strong>cia g<strong>en</strong>erada <strong>en</strong><br />

ocupaciones accesibles para jóv<strong>en</strong>es de bajo niv<strong>el</strong> educativo, por lo que a este grupo le<br />

resulta casi imposible g<strong>en</strong>erar una trayectoria laboral asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te.<br />

• Décima t<strong>en</strong>sión: los jóv<strong>en</strong>es muestran un creci<strong>en</strong>te interés por la indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia laboral y <strong>el</strong><br />

empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to y por un discurso que estimula esta ori<strong>en</strong>tación y la plantea como alternativa<br />

de trabajo <strong>en</strong> un contexto de escasa g<strong>en</strong>eración de empleo asalariado. Sin embargo, exist<strong>en</strong><br />

obstáculos considerables para iniciar actividades empresariales (falta de experi<strong>en</strong>cia o crédito,<br />

<strong>en</strong>tre otros), además de un alto riesgo de fracaso, y —salvo excepciones puntuales— no se<br />

han creado aún las instituciones necesarias para apoyar a los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> un empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to<br />

de este tipo, y mucho m<strong>en</strong>os <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de un fracaso. Asimismo, un contexto de crisis o bajo<br />

crecimi<strong>en</strong>to económico, que limita la g<strong>en</strong>eración de empleo asalariado, restringe también<br />

las oportunidades de creación y expansión de nuevas empresas.<br />

• Undécima t<strong>en</strong>sión: los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan la t<strong>en</strong>sión <strong>en</strong>tre sus prefer<strong>en</strong>cias culturales y las<br />

pautas exigidas por un mercado de trabajo marcado por la cultura dominante. Percib<strong>en</strong><br />

procesos de exclusión a causa de su edad y sus expresiones culturales, mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong><br />

mercado valora la experi<strong>en</strong>cia laboral más de lo que a los jóv<strong>en</strong>es les parece justo y no<br />

acepta ciertas expresiones subculturales que podrían afectar a la imag<strong>en</strong> de las empresas<br />

ante sus cli<strong>en</strong>tes y, de esta manera, sus resultados económicos.<br />

Las t<strong>en</strong>siones señaladas afectan a los procesos de integración laboral y social. Muchas de<br />

<strong>el</strong>las se r<strong>el</strong>acionan con una t<strong>en</strong>sión más profunda <strong>en</strong>tre los sueños y las aspiraciones individuales<br />

y colectivas y una realidad social y económica que no facilita su cumplimi<strong>en</strong>to. Es posible que esta<br />

t<strong>en</strong>sión g<strong>en</strong>ere conflictos que podrían expresarse, con mayor o m<strong>en</strong>or fuerza, tanto a niv<strong>el</strong> individual<br />

como <strong>en</strong> forma de conflictos sociales, con compon<strong>en</strong>tes g<strong>en</strong>eracionales. Como es obvio, se trata<br />

de una t<strong>en</strong>sión dinámica y los sueños y aspiraciones, tanto <strong>en</strong>tre las subsecu<strong>en</strong>tes cohortes de<br />

jóv<strong>en</strong>es como d<strong>en</strong>tro de <strong>el</strong>las, se desarrollan, por lo g<strong>en</strong>eral, <strong>en</strong> direcciones imprevisibles, pero no<br />

d<strong>el</strong> todo desconectadas de la realidad cambiante de las sociedades.


CEPAL<br />

c) Desafíos: fortalecer <strong>el</strong> capital humano, <strong>el</strong> capital social<br />

y <strong>el</strong> capital cultural de los jóv<strong>en</strong>es<br />

Para mejorar la inserción laboral de los jóv<strong>en</strong>es y <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar las t<strong>en</strong>siones antes id<strong>en</strong>tificadas, una<br />

precondición indisp<strong>en</strong>sable es contar con un <strong>en</strong>torno macroeconómico favorable, dado que solo de<br />

esta manera surg<strong>en</strong> empleos productivos y opciones para <strong>el</strong> trabajo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te <strong>en</strong> una cantidad<br />

r<strong>el</strong>evante. Ningún programa que mejore <strong>el</strong> desarrollo de conocimi<strong>en</strong>tos, habilidades y compet<strong>en</strong>cias para<br />

<strong>el</strong> empleo de los jóv<strong>en</strong>es (la empleabilidad), aum<strong>en</strong>te la efici<strong>en</strong>cia de la intermediación laboral o interv<strong>en</strong>ga<br />

<strong>en</strong> cualquier otro aspecto de la inserción <strong>en</strong> <strong>el</strong> ámbito d<strong>el</strong> trabajo puede t<strong>en</strong>er resultados satisfactorios<br />

sin una dinámica demanda laboral, producto de altas y estables tasas de crecimi<strong>en</strong>to económico y de<br />

las expectativas correspondi<strong>en</strong>tes que induzcan a las empresas a contratar más personal.<br />

Muchas de las t<strong>en</strong>siones ya descritas se vinculan con un mercado de trabajo creci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te<br />

volátil y precario para muchas personas que buscan empleo. Las antiguas previsiones y mecanismos<br />

de protección –de por sí accesibles solo para una parte de la fuerza de trabajo de la región– han<br />

perdido gran parte de su capacidad de regulación. En consecu<strong>en</strong>cia, otro reto p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te es una<br />

nueva regulación d<strong>el</strong> mercado ocupacional, que fom<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>aciones laborales <strong>en</strong> que se promueva,<br />

<strong>en</strong>tre otros, mecanismos de protección acordes con las nuevas realidades económicas 67 .<br />

Sin embargo, no todas las t<strong>en</strong>siones observadas <strong>en</strong> los procesos de inserción laboral se<br />

r<strong>el</strong>acionan con la debilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to o la institucionalidad d<strong>el</strong> mercado de trabajo. Aun más,<br />

no se pued<strong>en</strong> imaginar “soluciones” a todas las t<strong>en</strong>siones, que supuestam<strong>en</strong>te las resolverían de<br />

manera satisfactoria para todos los involucrados. Además, algunas se r<strong>el</strong>acionan estrecham<strong>en</strong>te<br />

con conflictos interg<strong>en</strong>eracionales dinámicos, que difícilm<strong>en</strong>te pued<strong>en</strong> ser objeto de interv<strong>en</strong>ción<br />

de políticas públicas.<br />

A continuación, se revisan los aspectos r<strong>el</strong>acionados con la oferta, es decir, con las características<br />

de los jóv<strong>en</strong>es mismos que están detrás de algunas de las debilidades de la inserción laboral juv<strong>en</strong>il<br />

y de las t<strong>en</strong>siones id<strong>en</strong>tificadas previam<strong>en</strong>te. Este análisis permite recalcar algunas opciones para<br />

mejorar dicha inserción, con cuyo objeto se retoman algunas de las propuestas discutidas <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

capítulo anterior. Cabe recordar que para cualquier interv<strong>en</strong>ción <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido, es indisp<strong>en</strong>sable<br />

considerar la gran heterog<strong>en</strong>eidad de la juv<strong>en</strong>tud de la región. No existe un problema de inserción<br />

laboral común para todos los jóv<strong>en</strong>es, sino una variedad de problemas específicos. Los retos que<br />

<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan los jóv<strong>en</strong>es de difer<strong>en</strong>te género y niv<strong>el</strong> educativo, socioeconómico, cultural, étnico, y<br />

otros, difier<strong>en</strong> ost<strong>en</strong>siblem<strong>en</strong>te, de manera que <strong>en</strong> lugar de buscar “la gran estrategia” se requiere<br />

desarrollar respuestas adecuadas para muchas necesidades específicas difer<strong>en</strong>ciadas. Se hace<br />

necesaria, <strong>en</strong>tonces, una mejor coordinación de los actores públicos, privados y no gubernam<strong>en</strong>tales,<br />

a niv<strong>el</strong> nacional y local, que r<strong>el</strong>acione los esfuerzos de los jóv<strong>en</strong>es y sus familias con un <strong>en</strong>torno más<br />

favorable para su inserción laboral.<br />

Esta sección final se organiza alrededor de los conceptos de capital humano, capital social y<br />

capital cultural. Mi<strong>en</strong>tras los economistas tradicionalm<strong>en</strong>te trabajan con <strong>el</strong> concepto de capital humano<br />

y reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te han “descubierto” <strong>el</strong> capital social, los sociólogos su<strong>el</strong><strong>en</strong> distinguir <strong>el</strong> capital social<br />

d<strong>el</strong> capital cultural, donde <strong>el</strong> segundo incluye los aspectos de educación, capacitación y experi<strong>en</strong>cia<br />

laboral que los economistas defin<strong>en</strong> como determinantes d<strong>el</strong> capital humano. En contraste, <strong>en</strong><br />

este capítulo se <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>de que para una inserción laboral exitosa se requier<strong>en</strong> capital humano (una<br />

educación y capacitación de bu<strong>en</strong>a calidad), capital social (redes de contacto r<strong>el</strong>evantes) y capital<br />

cultural (manejo de los códigos establecidos por la cultura dominante).<br />

67<br />

Al respecto, véase W<strong>el</strong>ler (2000, cap. VII) y la discusión sobre un pacto de cohesión social que abarca interv<strong>en</strong>ciones<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo <strong>en</strong> esta dirección, <strong>en</strong> Cepal (2004a, cap. 9).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

i) Capital humano<br />

Como se ha discutido <strong>en</strong> <strong>el</strong> capítulo anterior, mejorar la educación y la formación para <strong>el</strong><br />

trabajo es un <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to clave <strong>en</strong> <strong>el</strong> desarrollo d<strong>el</strong> capital humano y la empleabilidad de los jóv<strong>en</strong>es.<br />

Estos han asumido claram<strong>en</strong>te la r<strong>el</strong>evancia de la educación, pero con bastante frecu<strong>en</strong>cia se opina<br />

que la educación y la formación profesional no los prepara adecuadam<strong>en</strong>te para <strong>el</strong> mundo laboral,<br />

y que las cred<strong>en</strong>ciales académicas se han devaluado. Esto se expresa <strong>en</strong> una presión “desde<br />

arriba hacia abajo”, <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido de que jóv<strong>en</strong>es con un título específico no consigu<strong>en</strong> trabajo <strong>en</strong><br />

ocupaciones para las que supuestam<strong>en</strong>te están capacitados, por lo que ocupan un espacio laboral<br />

inferior, desplazando a los jóv<strong>en</strong>es que se han preparado para estas ocupaciones (Novick, 2004).<br />

Además, los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan <strong>el</strong> avance de la segm<strong>en</strong>tación d<strong>el</strong> sistema educativo, que favorece a<br />

los graduados de colegios y universidades reconocidos por la calidad de su <strong>en</strong>señanza, pero cuyo<br />

acceso es restringido por obstáculos financieros (Cepal/OIJ, 2004).<br />

La conci<strong>en</strong>cia sobre la r<strong>el</strong>evancia de la educación es bastante g<strong>en</strong>eralizada, y hasta <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

grupo con m<strong>en</strong>os educación formal –jóv<strong>en</strong>es que salieron d<strong>el</strong> sistema educativo sin terminar siquiera<br />

la educación primaria– resalta <strong>el</strong> interés (o <strong>el</strong> sueño) de volver a estudiar. El apoyo de la familia para<br />

poder completar su educación es un <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to muy valorado por muchos jóv<strong>en</strong>es, aunque también<br />

exist<strong>en</strong>, obviam<strong>en</strong>te, casos de marcadas discrepancias interg<strong>en</strong>eracionales sobre las perspectivas<br />

de vida de los jóv<strong>en</strong>es. Sin embargo, con frecu<strong>en</strong>cia, las urg<strong>en</strong>cias de corto plazo obligan a los<br />

jóv<strong>en</strong>es a insertarse tempranam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo. Esta t<strong>en</strong>sión se refleja nítidam<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de jóv<strong>en</strong>es que estudian y trabajan o estudian y buscan trabajo. En la<br />

medida <strong>en</strong> que <strong>el</strong> trabajo afecta al r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to escolar, debido a ext<strong>en</strong>sas o ext<strong>en</strong>uantes jornadas<br />

laborales que restring<strong>en</strong> la capacidad de apr<strong>en</strong>dizaje, este increm<strong>en</strong>to repres<strong>en</strong>ta una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia<br />

negativa que hipoteca <strong>el</strong> futuro de los jóv<strong>en</strong>es.<br />

Por otra parte, dada la r<strong>el</strong>evancia que reviste la experi<strong>en</strong>cia para la inserción laboral, trabajar<br />

durante la asist<strong>en</strong>cia al sistema escolar <strong>en</strong> formas que no afect<strong>en</strong> significativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de<br />

los estudios –<strong>en</strong> las vacaciones o durante <strong>el</strong> período de clases con un horario de trabajo acotado–,<br />

no solo g<strong>en</strong>eraría ingresos a los jóv<strong>en</strong>es, sino que los acercaría de manera importante al mundo<br />

laboral, al desarrollar y poner <strong>en</strong> práctica destrezas que no son gravitantes <strong>en</strong> <strong>el</strong> ámbito escolar<br />

(Krauskopf, 2003). Además, <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de prolongadas transiciones al mundo adulto y laboral<br />

(véase <strong>el</strong> cap. III, de Sepúlveda, <strong>en</strong> este volum<strong>en</strong>), la combinación de estudios y trabajo <strong>en</strong> una forma<br />

adecuada puede ayudar a los jóv<strong>en</strong>es a desarrollar estrategias laborales individuales, y g<strong>en</strong>erar la<br />

autoestima y <strong>el</strong> reconocimi<strong>en</strong>to de las propias capacidades necesarias para empr<strong>en</strong>der los primeros<br />

pasos <strong>en</strong> su inserción 68 .<br />

Es indudable que exist<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>cias importantes según <strong>el</strong> trasfondo socioeconómico d<strong>el</strong> hogar,<br />

ya que la modalidad b<strong>en</strong>igna de la combinación de trabajo y estudios es más usual <strong>en</strong>tre jóv<strong>en</strong>es de<br />

hogares de ingresos más altos que <strong>en</strong>tre aqu<strong>el</strong>los de hogares cuyos jóv<strong>en</strong>es se desempeñan <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

primer tipo. Como se señaló <strong>en</strong> <strong>el</strong> capítulo anterior, <strong>en</strong> los casos de jóv<strong>en</strong>es de escasos recursos,<br />

los programas de transfer<strong>en</strong>cias condicionadas –que reduc<strong>en</strong> la necesidad d<strong>el</strong> trabajo infantil y<br />

juv<strong>en</strong>il– son un instrum<strong>en</strong>to adecuado para limitar <strong>el</strong> impacto negativo de las urg<strong>en</strong>cias de corto<br />

plazo. Además, habría que mejorar la flexibilidad d<strong>el</strong> sistema educativo y de la legislación laboral, a<br />

fin de permitir la combinación de trabajo y estudios bajo condiciones b<strong>en</strong>ignas.<br />

68<br />

De la Lastra y Campusano (véase <strong>el</strong> cap. X, <strong>en</strong> este volum<strong>en</strong>) indican que un porc<strong>en</strong>taje <strong>el</strong>evado de los adultos jóv<strong>en</strong>es<br />

han t<strong>en</strong>ido experi<strong>en</strong>cias laborales durante su años de estudio.


CEPAL<br />

ii) Capital social<br />

Se ha <strong>en</strong>fatizado que <strong>el</strong> acceso al capital social es, a la vez, causa (por su distribución<br />

desigual) y solución (al mejorar su acumulación por parte de grupos <strong>en</strong> desv<strong>en</strong>taja) de los problemas<br />

de inequidad de las sociedades latinoamericanas (Durston, 2003).<br />

Con respecto al acceso al mercado de trabajo, llama la at<strong>en</strong>ción la importancia que, tanto los<br />

empresarios como los jóv<strong>en</strong>es, le atribuy<strong>en</strong> a las recom<strong>en</strong>daciones de terceros para la contratación.<br />

En un mercado laboral al que le falta transpar<strong>en</strong>cia, como es bastante g<strong>en</strong>eralizado <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong>, este comportami<strong>en</strong>to puede repres<strong>en</strong>tar para las empresas la mejor solución alternativa<br />

(second best), sobre todo para aqu<strong>el</strong>las de m<strong>en</strong>or tamaño, que quier<strong>en</strong> evitar costosos procesos de<br />

s<strong>el</strong>ección. De esta manera, desde la perspectiva d<strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mercado de trabajo, este<br />

procedimi<strong>en</strong>to de bajo costo no ti<strong>en</strong>e por qué ser inefici<strong>en</strong>te si se aprovecha <strong>el</strong> bu<strong>en</strong> conocimi<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> recom<strong>en</strong>dante sobre las habilidades d<strong>el</strong> recom<strong>en</strong>dado y se logra contratar a una persona con<br />

las características requeridas. Este debería ser <strong>el</strong> caso típico <strong>en</strong> que <strong>el</strong> recom<strong>en</strong>dante requiere que<br />

la empresa siga valorando su opinión, sin arriesgarse a proponer la contratación de una persona<br />

claram<strong>en</strong>te no apta para <strong>el</strong> puesto de trabajo <strong>en</strong> cuestión.<br />

Difer<strong>en</strong>te es <strong>el</strong> caso <strong>en</strong> que la contratación se basa <strong>en</strong> consideraciones políticas o personales,<br />

donde la empresa más bi<strong>en</strong> está “invirti<strong>en</strong>do” <strong>en</strong> futuros favores de cualquier índole de parte d<strong>el</strong><br />

recom<strong>en</strong>dante, y aceptando una recom<strong>en</strong>dación a pesar de que <strong>el</strong> recom<strong>en</strong>dado no sería quizás <strong>el</strong><br />

mejor candidato 69 . En este caso, desde la perspectiva d<strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mercado de trabajo,<br />

estaríamos ante un mecanismo inefici<strong>en</strong>te que la empresa acepta voluntariam<strong>en</strong>te o bajo presión,<br />

con tal de recibir favores o evitar “castigos” <strong>en</strong> <strong>el</strong> futuro.<br />

De todas maneras, e indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te de la lógica que pueda conducir a las empresas<br />

a preferir la contratación por recom<strong>en</strong>daciones, estas prácticas implican una dinámica de exclusión<br />

para los jóv<strong>en</strong>es que no cu<strong>en</strong>tan con los contactos necesarios. En estas circunstancias, la distribución<br />

desigual de capital social predetermina poderosam<strong>en</strong>te las oportunidades de acceso a empleos<br />

productivos y, por lo tanto, las futuras trayectorias laborales de muchos jóv<strong>en</strong>es. Esto g<strong>en</strong>era<br />

grandes frustraciones, ya que <strong>en</strong> la realidad d<strong>el</strong> mercado de trabajo se m<strong>en</strong>osprecian los esfuerzos<br />

de educación y capacitación de aqu<strong>el</strong>los que no cu<strong>en</strong>tan con los contactos sociales requeridos.<br />

Además, qui<strong>en</strong>es consigu<strong>en</strong> una inserción laboral bajo esta forma, logran reforzar aún más su capital<br />

social <strong>en</strong> detrim<strong>en</strong>to de los jóv<strong>en</strong>es que carec<strong>en</strong> de estos contactos iniciales.<br />

Con <strong>el</strong> fin de aum<strong>en</strong>tar la efici<strong>en</strong>cia de la intermediación laboral y otorgar más equidad a<br />

los procesos de inserción laboral, es necesario mejorar la transpar<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> mercado de trabajo,<br />

por ejemplo, mediante la certificación de compet<strong>en</strong>cias, ag<strong>en</strong>cias de (pre)s<strong>el</strong>ección de personal,<br />

apoyo al desarrollo de estrategias laborales de jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> situación de desv<strong>en</strong>taja, y mejorami<strong>en</strong>to<br />

cuantitativo y cualitativo de los sistemas de intermediación, aprovechando las nuevas TIC.<br />

69<br />

En los grupos focales con jóv<strong>en</strong>es y adultos jóv<strong>en</strong>es, <strong>el</strong> tema de la contratación privilegiada surgió con frecu<strong>en</strong>cia. En<br />

los países que pres<strong>en</strong>tan la falta de una carrera de servicio civil con indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de las fuerza políticas r<strong>el</strong>evantes<br />

de turno, se destacó la importancia de los contactos políticos para conseguir un empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector público (véase <strong>el</strong><br />

capítulo IV, de Palau, Caputo y Segovia, <strong>en</strong> este volum<strong>en</strong>).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

iii) Capital cultural<br />

Para las empresas, los factores actitudinales y valóricos juegan un pap<strong>el</strong> clave <strong>en</strong> la contratación<br />

de sus trabajadores, y <strong>en</strong> estos aspectos, los jóv<strong>en</strong>es son habitualm<strong>en</strong>te peor evaluados que los<br />

adultos (véase <strong>el</strong> cap. V, de Campusano, <strong>en</strong> este volum<strong>en</strong>). En efecto, un importante obstáculo para<br />

la inserción laboral de muchos jóv<strong>en</strong>es es la falta de manejo de los códigos culturales vig<strong>en</strong>tes<br />

y requeridos <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo laboral. A este respecto, habría que difer<strong>en</strong>ciar <strong>en</strong>tre los problemas<br />

causados por desconocimi<strong>en</strong>to y los conflictos debidos a t<strong>en</strong>siones subculturales. Con r<strong>el</strong>ación a<br />

los primeros, se ha g<strong>en</strong>eralizado la idea de que los jóv<strong>en</strong>es no conoc<strong>en</strong> las actitudes, modalidades<br />

y formas de pres<strong>en</strong>tación valoradas por las empresas, lo que se expresa, por ejemplo, <strong>en</strong> una mala<br />

pres<strong>en</strong>tación de su docum<strong>en</strong>tación (currículum vitae) y <strong>en</strong> fallidas <strong>en</strong>trevistas de contratación. Una<br />

capacitación <strong>en</strong> esta área, sin duda alguna, puede ser una inversión efici<strong>en</strong>te destinada a mejorar<br />

las perspectivas de inserción laboral de aqu<strong>el</strong>los jóv<strong>en</strong>es que pose<strong>en</strong> las calificaciones requeridas<br />

para un puesto específico.<br />

De cualquier modo, tanto <strong>en</strong> los estudios sobre los jóv<strong>en</strong>es como <strong>en</strong> los de las empresas<br />

se subraya una actitud juv<strong>en</strong>il proactiva bastante g<strong>en</strong>eralizada. De hecho, muchos jóv<strong>en</strong>es indican<br />

la r<strong>el</strong>evancia d<strong>el</strong> esfuerzo personal –a pesar de muchos otros factores adversos. De esta manera,<br />

no obstante su crítica a la falta de preparación obt<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> los sistemas educativos y al contexto<br />

socioeconómico y político que los excluye, la gran mayoría de los jóv<strong>en</strong>es no muestran una actitud<br />

resignada, sino de apertura con respecto a las facilidades ofrecidas por las instituciones de apoyo<br />

y que podrían apoyarlos <strong>en</strong> sus procesos de inserción laboral. Esta actitud es corroborada por las<br />

empresas, que dan cu<strong>en</strong>ta de la predisposición de los jóv<strong>en</strong>es fr<strong>en</strong>te al trabajo, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, y a nuevos<br />

retos, <strong>en</strong> particular, <strong>en</strong>tre las características positivas de las nuevas g<strong>en</strong>eraciones.<br />

Por otra parte, muchos jóv<strong>en</strong>es percib<strong>en</strong> que son víctimas de discriminación a causa de sus<br />

expresiones culturales (ropa, corte de p<strong>el</strong>o, adornos corporales, y otros), que su<strong>el</strong><strong>en</strong> ser rechazadas<br />

por <strong>el</strong> mundo laboral, sobre todo formal 70 . Se trata como es obvio de una t<strong>en</strong>sión perman<strong>en</strong>te, dado<br />

que exist<strong>en</strong>, <strong>en</strong> paral<strong>el</strong>o, procesos de filtración de expresiones culturales desde las subculturas hacia<br />

la cultura dominante. Empero, expresiones excluidas y castigadas <strong>en</strong> algún mom<strong>en</strong>to pued<strong>en</strong> llegar<br />

a ser toleradas e incluso incorporadas por la cultura que domina; asimismo, cada g<strong>en</strong>eración crea<br />

sus propias expresiones que causan nuevas t<strong>en</strong>siones con <strong>el</strong> <strong>en</strong>torno dominante. De todas maneras,<br />

cada jov<strong>en</strong> deberá decidir hasta dónde y <strong>en</strong> qué mom<strong>en</strong>to está dispuesto a hacer compromisos con<br />

las exig<strong>en</strong>cias d<strong>el</strong> mundo laboral tradicional o si se esfuerza por <strong>en</strong>contrar su propio modo creativo<br />

y consist<strong>en</strong>te con sus cre<strong>en</strong>cias y valores que le permita obt<strong>en</strong>er ingresos 71 .<br />

En r<strong>el</strong>ación con esta t<strong>en</strong>sión subcultural, se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra la discriminación que algunos percib<strong>en</strong><br />

por <strong>el</strong> simple hecho de ser jóv<strong>en</strong>es. En los estudios <strong>en</strong> que se analiza la perspectiva de los jóv<strong>en</strong>es,<br />

se muestra que no son pocos los que opinan que <strong>el</strong> mundo de los adultos les cierra <strong>el</strong> acceso a<br />

ciertos puestos de trabajo por <strong>el</strong> único motivo de su edad, <strong>en</strong> circunstancias que <strong>el</strong>los estiman que<br />

cu<strong>en</strong>tan con las capacidades para desempeñarse adecuadam<strong>en</strong>te 72 . Si bi<strong>en</strong> es cierto que exist<strong>en</strong><br />

muchos conflictos d<strong>el</strong> tipo incluido-marginado (insider-outsider), <strong>en</strong> que los adultos restring<strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

acceso a ciertas posiciones laborales basados <strong>en</strong> mecanismos de poder que provi<strong>en</strong><strong>en</strong> precisam<strong>en</strong>te<br />

de su posición, no lo es m<strong>en</strong>os que los jóv<strong>en</strong>es ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a subestimar la r<strong>el</strong>evancia que la experi<strong>en</strong>cia<br />

laboral puede t<strong>en</strong>er para <strong>el</strong> desempeño <strong>en</strong> ciertos puestos de trabajo 73 . De tal manera que existe<br />

70<br />

Véanse, al respecto, las opiniones de los empresarios citadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> cap. VI, de Vega y Carranza, <strong>en</strong> este volum<strong>en</strong>.<br />

71<br />

Hay que t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta que la tolerancia hacia ciertas expresiones culturales no puede ser unilateral. Además, habría<br />

que distinguir <strong>en</strong>tre expresiones de una ideología intolerante y represiva y la exist<strong>en</strong>cia de difer<strong>en</strong>tes “esc<strong>en</strong>arios”<br />

sociales que manejan difer<strong>en</strong>tes códigos, sin que esto necesariam<strong>en</strong>te implique una discriminación.<br />

72<br />

or otra parte, también son frecu<strong>en</strong>tes las expresiones de jóv<strong>en</strong>es que se si<strong>en</strong>t<strong>en</strong> apoyados por adultos, y no solo de su<br />

propia familia.<br />

73<br />

Schkolnik (2005, p. 38) argum<strong>en</strong>ta que <strong>el</strong> hecho de que los jóv<strong>en</strong>es de 20 a 29 años y los adultos de 30 a 59 años t<strong>en</strong>gan<br />

los mismos niv<strong>el</strong>es de inserción <strong>en</strong> los sectores de alta y baja productividad, indica que la discriminación por edad no<br />

es tan r<strong>el</strong>evante.


CEPAL<br />

una t<strong>en</strong>sión <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> “adultoc<strong>en</strong>trismo” (Krauskopf, 2003) y las expresiones culturales-comerciales<br />

que muchos compon<strong>en</strong>tes de las subculturas juv<strong>en</strong>iles resaltan como dinámicas y deseables, lo que<br />

se expresa <strong>en</strong> <strong>el</strong> esfuerzo de muchos adultos por “mant<strong>en</strong>erse jóv<strong>en</strong>es”. Además, exist<strong>en</strong> procesos<br />

de filtración de expresiones culturales desde las subculturas hacia la cultura hegemónica, de modo<br />

que expresiones excluidas y castigadas <strong>en</strong> algún mom<strong>en</strong>to pued<strong>en</strong> llegar a ser toleradas e incluso<br />

incorporadas por esta. Por otra parte, cada g<strong>en</strong>eración crea sus propias expresiones que causan<br />

nuevas t<strong>en</strong>siones con <strong>el</strong> <strong>en</strong>torno dominante. No obstante, reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te ciertos cambios <strong>en</strong> la<br />

estructura productiva y laboral –surgimi<strong>en</strong>to y expansión de múltiples actividades <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de<br />

servicios, trabajo a tiempo parcial, estructuras laborales m<strong>en</strong>os jerárquicas– ofrec<strong>en</strong> a los jóv<strong>en</strong>es<br />

nuevas oportunidades más compatibles con sus intereses y prioridades: trabajo <strong>en</strong> equipo, mayor<br />

flexibilidad horaria y otras innovaciones.<br />

Por último, y como se ha discutido <strong>en</strong> <strong>el</strong> capítulo anterior, otro aspecto conflictivo <strong>en</strong> la<br />

contratación –que sin ser específico de su condición g<strong>en</strong>eracional, profundiza <strong>en</strong> los jóv<strong>en</strong>es afectados<br />

<strong>el</strong> s<strong>en</strong>timi<strong>en</strong>to de trato injusto– es la discriminación por razones de género, socioeconómicas, étnicas,<br />

prefer<strong>en</strong>cias sexuales, y otras, que agudizan los procesos de exclusión y requier<strong>en</strong> una respuesta<br />

de largo ali<strong>en</strong>to.<br />

En conclusión, para mejorar la inserción laboral de los jóv<strong>en</strong>es es necesario establecer un<br />

círculo virtuoso <strong>en</strong>tre un contexto más favorable –donde destacan las condiciones macroeconómicas<br />

que estimulan <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico y, por tanto, la demanda laboral, y una nueva institucionalidad<br />

d<strong>el</strong> mercado de trabajo– y un reforzami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> capital humano, social y cultural de los jóv<strong>en</strong>es, sobre<br />

todo <strong>en</strong> situación de desv<strong>en</strong>taja. Así se pued<strong>en</strong> crear y aprovechar oportunidades que permitan<br />

trayectorias laborales asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes y la reducción de las profundas desigualdades que caracterizan<br />

a la región.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

D. Pueblos indíg<strong>en</strong>as<br />

Parte H<br />

Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible (CEPAL, 2014), Cap. III, Sec. F, pp. 175-181.<br />

1. Mercado laboral y pueblos indíg<strong>en</strong>as: desigualdades<br />

étnicas y de género<br />

Las desigualdades de medios, capacidades y reconocimi<strong>en</strong>to recíproco se dan con especial<br />

virul<strong>en</strong>cia al comparar la situación de los pueblos indíg<strong>en</strong>as respecto d<strong>el</strong> resto de la población, <strong>en</strong><br />

perjuicio de los primeros. Esto es más agudo aún <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres indíg<strong>en</strong>as, que sufr<strong>en</strong><br />

de discriminación y exclusión tanto por razones de género como de etnia, lo que las convierte <strong>en</strong><br />

sujetos de desigualdades cruzadas.<br />

El mundo d<strong>el</strong> trabajo, <strong>en</strong>tre otros ámbitos, expresa estas desigualdades cruzadas, como<br />

se demuestra <strong>en</strong> este análisis detallado de la situación laboral de los pueblos indíg<strong>en</strong>as, con<br />

especial at<strong>en</strong>ción a las difer<strong>en</strong>cias de género. Se utilizan aquí los indicadores disponibles <strong>en</strong><br />

los c<strong>en</strong>sos de población y <strong>en</strong>cuestas de hogares que respond<strong>en</strong> a parámetros conv<strong>en</strong>cionales<br />

d<strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> sociedades ori<strong>en</strong>tadas al mercado, y no necesariam<strong>en</strong>te son pertin<strong>en</strong>tes para<br />

compr<strong>en</strong>der la economía, <strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar y la dinámica poblacional de los pueblos indíg<strong>en</strong>as. En<br />

efecto, tradicionalm<strong>en</strong>te estos pueblos han desarrollado economías colectivas y familiares<br />

basadas <strong>en</strong> la reciprocidad, y más ori<strong>en</strong>tadas hacia la subsist<strong>en</strong>cia que a la acumulación de<br />

capital; de esta forma, todos los miembros d<strong>el</strong> grupo familiar colaboran <strong>en</strong> la producción de los<br />

bi<strong>en</strong>es (CEPAL/Fondo Indíg<strong>en</strong>a, 2007). Por otra parte, existe <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral un sesgo<br />

g<strong>en</strong>eralizado de subestimación d<strong>el</strong> trabajo fem<strong>en</strong>ino, sobre todo d<strong>el</strong> informal o <strong>el</strong> que se realiza<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar, pues <strong>en</strong>tre estos pueblos no existiría la distinción <strong>en</strong>tre las actividades productivas<br />

y las reproductivas.<br />

Aun con estas advert<strong>en</strong>cias, la información muestra muy claram<strong>en</strong>te <strong>el</strong> hecho de que, si<br />

bi<strong>en</strong> las herrami<strong>en</strong>tas d<strong>el</strong> derecho internacional han establecido con claridad los derechos de los<br />

pueblos indíg<strong>en</strong>as, persist<strong>en</strong> <strong>en</strong>ormes brechas de implem<strong>en</strong>tación.<br />

En <strong>el</strong> gráfico III.65 se pres<strong>en</strong>tan las tasas de participación <strong>en</strong> la actividad económica de los<br />

nueve países de la región que cu<strong>en</strong>tan con datos c<strong>en</strong>sales de la segunda mitad de la década de<br />

2000 y de la ronda de 2010, y permite constatar que, con la excepción d<strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay, la<br />

participación de las personas indíg<strong>en</strong>as es sistemáticam<strong>en</strong>te más baja que la de las no indíg<strong>en</strong>as,<br />

con difer<strong>en</strong>cias bi<strong>en</strong> marcadas <strong>en</strong> Colombia y Panamá. La mayor ruralidad que su<strong>el</strong>e caracterizar<br />

a los pueblos indíg<strong>en</strong>as es, <strong>en</strong> parte, la causa de estas desigualdades; no obstante, las difer<strong>en</strong>cias<br />

se manti<strong>en</strong><strong>en</strong> al observar las cifras <strong>en</strong> zonas urbanas y se agudizan <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres<br />

(véase <strong>el</strong> cuadro III.14). En los casos de Bolivia (Estado Plurinacional de) y Guatemala, las tasas de<br />

participación económica de las personas indíg<strong>en</strong>as resultan más <strong>el</strong>evadas que las de personas no<br />

indíg<strong>en</strong>as, sobre todo <strong>en</strong> <strong>el</strong> primer país, donde además este comportami<strong>en</strong>to se constata tanto <strong>en</strong><br />

hombres como <strong>en</strong> mujeres, así como <strong>en</strong> zonas urbanas y rurales. Las cifras de estos dos países se<br />

derivan de las <strong>en</strong>cuestas de hogares y, por tanto, no resultan d<strong>el</strong> todo comparables con los c<strong>en</strong>sos.


CEPAL<br />

Como patrón sistemático, las mujeres indíg<strong>en</strong>as son las que pres<strong>en</strong>tan las m<strong>en</strong>ores tasas<br />

de participación económica <strong>en</strong> 8 de los 11 países: Panamá, Colombia, Costa Rica, Nicaragua,<br />

México, Guatemala, <strong>el</strong> Perú y <strong>el</strong> Brasil. En <strong>el</strong> otro extremo, las tasas d<strong>el</strong> Uruguay, <strong>el</strong> Ecuador y Bolivia<br />

(Estado Plurinacional de) no solo son <strong>el</strong>evadas <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con las d<strong>el</strong> resto (53,4%, 54,6% y 67,9%,<br />

respectivam<strong>en</strong>te), sino que superan a las de las mujeres no indíg<strong>en</strong>as. Por su parte, los hombres,<br />

con indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de su condición étnica, son los que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> las mayores tasas de participación<br />

económica, y pres<strong>en</strong>tan un patrón de difer<strong>en</strong>cias étnicas m<strong>en</strong>os definido, ya que <strong>en</strong> 6 de los 11<br />

países, tanto <strong>en</strong> zonas urbanas como rurales, las tasas de hombres indíg<strong>en</strong>as son inferiores a las<br />

tasas de hombres no indíg<strong>en</strong>as, y <strong>en</strong> los otros 5 países se pres<strong>en</strong>ta la situación contraria.<br />

Los determinantes de la participación indíg<strong>en</strong>a <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo son complejos y no<br />

siempre pued<strong>en</strong> asimilarse al caso de los no indíg<strong>en</strong>as. Los m<strong>en</strong>ores niv<strong>el</strong>es de educación formal<br />

pon<strong>en</strong> a estas personas <strong>en</strong> clara desv<strong>en</strong>taja <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso al empleo. Además, resultan fundam<strong>en</strong>tales<br />

los aspectos culturales específicos de los pueblos indíg<strong>en</strong>as, así como <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> de hombres y mujeres<br />

<strong>en</strong> sus familias y comunidades. Muchos pueblos indíg<strong>en</strong>as desarrollan economías de subsist<strong>en</strong>cia,<br />

con escasa ori<strong>en</strong>tación al mercado, <strong>en</strong> las que la participación de las mujeres se visualiza <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

cumplimi<strong>en</strong>to de sus roles tradicionales o “naturales”, que incluy<strong>en</strong> tanto la maternidad y <strong>el</strong> cuidado<br />

de niños y adultos como <strong>el</strong> manejo de la siembra de subsist<strong>en</strong>cia y <strong>el</strong> ganado m<strong>en</strong>or, <strong>en</strong>tre otras<br />

tareas. Estas especificidades quedan invisibilizadas cuando se emplean los sistemas disponibles de<br />

información que utilizan categorías diseñadas desde la lógica de una economía global de mercado,<br />

principalm<strong>en</strong>te urbano, <strong>en</strong> <strong>el</strong> que las actividades tradicionales y la forma <strong>en</strong> que se desempeñan no<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> cabida ni son culturalm<strong>en</strong>te pertin<strong>en</strong>tes. Tales omisiones plantean desafíos respecto de la<br />

forma de medir la participación y distribución <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo d<strong>el</strong> trabajo.<br />

• Gráfico III.65<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (11 países): tasas de participación económica de personas de 15 años o más<br />

según condición étnica, alrededor de 2010<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Colombia (2005)<br />

Panamá (2010)<br />

Costa Rica (2011)<br />

Nicaragua (2005)<br />

México (2010)<br />

Perú (2007)<br />

Brasil (2010)<br />

Uruguay (2011)<br />

Ecuador (2010)<br />

Bolivia (Est. Plur. de)<br />

(2009)<br />

Guatemala (2010)<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

No indíg<strong>en</strong>as<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de<br />

los microdatos c<strong>en</strong>sales, excepto Bolivia (Estado Plurinacional de) y Guatemala, que correspond<strong>en</strong> a procesami<strong>en</strong>tos<br />

especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Cuadro III.14<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (11 países): tasas de participación económica de personas de 15 años o más<br />

según condición étnica, sexo y zona de resid<strong>en</strong>cia, alrededor de 2010<br />

País y año<br />

c<strong>en</strong>sal a Mujeres Hombres Mujeres Hombres Mujeres Hombres<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

No<br />

indíg<strong>en</strong>as Indíg<strong>en</strong>as No<br />

indíg<strong>en</strong>as Indíg<strong>en</strong>as No<br />

indíg<strong>en</strong>as Indíg<strong>en</strong>as No<br />

indíg<strong>en</strong>as Indíg<strong>en</strong>as No<br />

indíg<strong>en</strong>as Indíg<strong>en</strong>as No<br />

indíg<strong>en</strong>as<br />

Total Zona urbana Zona rural<br />

Panamá, 2010 19,3 44,4 68,7 76,8 31,7 50,4 77,1 77,4 14,7 27,1 65,4 75,2<br />

Colombia, 2005 20,9 36,1 57,8 70,3 32,2 40,8 62,2 69,7 16,7 15,3 56,3 72,1<br />

Costa Rica, 2011 27,4 36,3 67,3 72,2 37,2 40,1 70,5 72,1 18,0 24,2 64,7 72,6<br />

Nicaragua, 2005 28,7 33,4 72,7 75,8 37,0 42,1 65,7 70,2 20,4 18,6 78,7 83,6<br />

México, 2010 31,5 38,0 78,9 77,4 39,9 41,6 79,9 77,5 20,4 21,6 77,6 77,0<br />

Perú, 2007 37,5 38,8 71,6 73,7 43,1 42,0 71,4 72,6 29,3 20,5 71,9 79,1<br />

Brasil, 2010 47,2 53,7 65,7 74,4 55,1 55,1 74,9 75,0 39,3 44,8 58,0 71,2<br />

Uruguay, 2011 53,4 50,2 73,8 71,4 53,6 50,5 73,6 71,1 46,9 43,2 77,7 76,3<br />

Ecuador, 2010 54,6 42,9 78,8 78,0 60,0 47,0 83,5 77,1 52,9 34,3 77,3 79,6<br />

País y año de la <strong>en</strong>cuesta<br />

Guatemala, 2010 36,6 39,3 81,3 75,8 46,1 46,5 81,3 72,9 30,3 28,1 81,2 79,8<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional<br />

de), 2009<br />

67,9 54,9 86,2 74,5 60,9 53,8 82,2 71,4 77,3 59,5 92,0 85,9<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de<br />

los microdatos c<strong>en</strong>sales, excepto Bolivia (Estado Plurinacional de) y Guatemala, que correspond<strong>en</strong> a procesami<strong>en</strong>tos<br />

especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares.<br />

a<br />

Los países están ord<strong>en</strong>ados <strong>en</strong> forma creci<strong>en</strong>te según la tasa de participación total de las mujeres indíg<strong>en</strong>as.<br />

Si se considera <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de ocupados y ocupadas de 15 años o más con 13 años de<br />

estudio o más, que se supone agrupa a las personas que al m<strong>en</strong>os completaron la secundaria, las<br />

desigualdades étnicas resultan <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral más profundas que las de género (véase <strong>el</strong> gráfico III.66).<br />

Las cifras ubican a las mujeres indíg<strong>en</strong>as <strong>en</strong> una situación mejor que la de los hombres de esta misma<br />

condición étnica (<strong>en</strong> ocho de los nueve países), pero bastante más desfavorable que la de las mujeres<br />

no indíg<strong>en</strong>as. Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> Ecuador y Panamá un 43% de las mujeres no indíg<strong>en</strong>as ocupadas<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> al m<strong>en</strong>os <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> secundario, las indíg<strong>en</strong>as <strong>en</strong> esta situación repres<strong>en</strong>tan <strong>el</strong> 9% y <strong>el</strong> 13%,<br />

respectivam<strong>en</strong>te. En países como Colombia y Panamá esta r<strong>el</strong>ación equivale a aproximadam<strong>en</strong>te <strong>el</strong><br />

triple, y <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil, México, <strong>el</strong> Perú y <strong>el</strong> Uruguay, a alrededor d<strong>el</strong> doble. Entre las mujeres indíg<strong>en</strong>as<br />

ocupadas, la mejor situación ti<strong>en</strong>e lugar <strong>en</strong> Costa Rica, donde un 28% de las que trabajan ti<strong>en</strong><strong>en</strong> al<br />

m<strong>en</strong>os educación secundaria y, a su vez, este es <strong>el</strong> país que m<strong>en</strong>os desigualdad pres<strong>en</strong>ta respecto<br />

de las mujeres no indíg<strong>en</strong>as.


CEPAL<br />

• Gráfico III.66<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (11 países): ocupados de 15 años o más de edad con 13 años de estudio o<br />

más según condición étnica y sexo, alrededor de 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

50<br />

43,1<br />

43,2<br />

45<br />

39,8<br />

40<br />

37,1<br />

35<br />

28,4<br />

29,7<br />

28,3<br />

28,6<br />

29,5 31,0 31,5<br />

30<br />

24,5<br />

25<br />

20,9<br />

21,0<br />

20,2<br />

21,5<br />

20,9<br />

16,9<br />

17,1<br />

16,8 18,1<br />

20<br />

15,2<br />

13,2<br />

15,1<br />

14,8<br />

15,0<br />

12,7 11,7<br />

12,3 13,3<br />

11,7<br />

15<br />

10,8 10,3<br />

8,8 8,5<br />

8,7<br />

9,4<br />

7,9<br />

10<br />

6,3 3,9<br />

5,2 5,5<br />

2,33,0<br />

5<br />

0<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

No Indíg<strong>en</strong>as<br />

Brasil<br />

(2010)<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

No Indíg<strong>en</strong>as<br />

Colombia<br />

(2005)<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

No Indíg<strong>en</strong>as<br />

Costa Rica<br />

(2011)<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

No Indíg<strong>en</strong>as<br />

Ecuador<br />

(2010)<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

No Indíg<strong>en</strong>as<br />

México<br />

(2010)<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

Hombres<br />

No Indíg<strong>en</strong>as<br />

Nicaragua<br />

(2005)<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

No Indíg<strong>en</strong>as<br />

Panamá<br />

(2010)<br />

Mujeres<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

No Indíg<strong>en</strong>as<br />

Perú<br />

(2007)<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

No Indíg<strong>en</strong>as<br />

Uruguay<br />

(2011)<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

No Indíg<strong>en</strong>as<br />

Indíg<strong>en</strong>as<br />

No Indíg<strong>en</strong>as<br />

Bolivia Guatemala<br />

(Est. Plur. (2010)<br />

de) (2009)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de<br />

los microdatos c<strong>en</strong>sales.<br />

La inserción laboral de los pueblos indíg<strong>en</strong>as <strong>en</strong> los difer<strong>en</strong>tes sectores de la economía ti<strong>en</strong>e<br />

importantes diverg<strong>en</strong>cias respecto de la de los no indíg<strong>en</strong>as, como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro III.15. Los<br />

pueblos indíg<strong>en</strong>as ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un pap<strong>el</strong> significativo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector primario <strong>en</strong> todos los países con datos<br />

disponibles. Destacan Colombia y <strong>el</strong> Ecuador, donde más de la mitad de las personas indíg<strong>en</strong>as<br />

ocupadas trabajan <strong>en</strong> este sector de la economía; <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto de países —con la excepción de<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de), Costa Rica y México— más d<strong>el</strong> 40% se ubica <strong>en</strong> este sector. Esto<br />

se contrapone a la situación de las personas no indíg<strong>en</strong>as, qui<strong>en</strong>es se conc<strong>en</strong>tran principalm<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario. La fuerte pres<strong>en</strong>cia indíg<strong>en</strong>a <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector primario obedece a que una alta<br />

proporción de estos pueblos reside <strong>en</strong> las zonas rurales, y también a que este sector ha sido muy<br />

dinámico <strong>en</strong> términos de demanda de trabajo reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te (<strong>en</strong> especial, <strong>en</strong> los casos d<strong>el</strong> café, <strong>el</strong><br />

cacao, la soja, las frutas frescas, <strong>el</strong> algodón y <strong>el</strong> aceite, <strong>en</strong>tre otros). De este modo, las personas<br />

indíg<strong>en</strong>as comi<strong>en</strong>zan a desplazarse desde economías familiares agrícolas o ganaderas típicas de<br />

las zonas rurales hacia otros sectores de la economía, o bi<strong>en</strong> permanec<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector primario<br />

pero como mano de obra <strong>en</strong> industrias agroexportadoras y sembradíos, <strong>en</strong>tre otras opciones (D<strong>el</strong><br />

Popolo, López y Acuña, 2009).<br />

Con respecto a la situación laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> ámbito urbano, las personas indíg<strong>en</strong>as ocupadas<br />

se insertan principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario, que incluye sobre todo <strong>el</strong> comercio y los servicios.<br />

No obstante, la perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> los sectores primarios, si bi<strong>en</strong> muy inferior a la de las zonas rurales,<br />

es más <strong>el</strong>evada que la de personas no indíg<strong>en</strong>as (véase <strong>el</strong> cuadro III.14). En <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> comercio,<br />

debería profundizarse <strong>el</strong> análisis para saber hasta qué punto estas actividades se r<strong>el</strong>acionan con<br />

ocupaciones tradicionales indíg<strong>en</strong>as, como la comercialización de artesanías, con miras a promover<br />

estrategias de desarrollo innovadoras que les permitan g<strong>en</strong>erar mejores ingresos con estas labores<br />

tradicionales. Por otra parte, si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> las ciudades las personas indíg<strong>en</strong>as pres<strong>en</strong>tan mejores<br />

indicadores r<strong>el</strong>ativos a sus condiciones de vida, no es m<strong>en</strong>os cierto que las desigualdades étnicas<br />

se manti<strong>en</strong><strong>en</strong> y <strong>en</strong> algunos casos se increm<strong>en</strong>tan (D<strong>el</strong> Popolo, Oyarce y Ribotta, 2009).<br />

Con la excepción de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Ecuador, Guatemala y <strong>el</strong> Perú, la<br />

mayoría de las mujeres y hombres indíg<strong>en</strong>as insertos <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral son asalariados. Entre<br />

las mujeres indíg<strong>en</strong>as, los niv<strong>el</strong>es más altos de asalariadas se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil, Colombia y<br />

Costa Rica, con cifras cercanas al 70%, y los más bajos <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de) (23,9%)


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

y <strong>el</strong> Ecuador (30%). Entre los hombres indíg<strong>en</strong>as, también destacan <strong>el</strong> Brasil y Colombia, pero<br />

sistemáticam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> todos los países <strong>el</strong> peso r<strong>el</strong>ativo d<strong>el</strong> trabajo asalariado es algo inferior al de<br />

las mujeres indíg<strong>en</strong>as.<br />

• Cuadro III.15<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (10 países): personas ocupadas de 15 años o más según sector de actividad,<br />

condición étnica y zona de resid<strong>en</strong>cia, alrededor de 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

País y fecha c<strong>en</strong>sal Sector de actividad<br />

Total d<strong>el</strong> país Urbano Rural<br />

Indíg<strong>en</strong>a No indíg<strong>en</strong>a Indíg<strong>en</strong>a No indíg<strong>en</strong>a Indíg<strong>en</strong>a No indíg<strong>en</strong>a<br />

Brasil, 2010 Primario 41,8 14,6 12,0 5,8 74,7 67,9<br />

Secundario 16,4 22,0 23,4 23,8 8,6 10,9<br />

Terciario 41,8 63,4 64,6 70,4 16,7 21,2<br />

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0<br />

Colombia, 2005 Primario 67,9 27,1 16,2 8,5 82,9 74,3<br />

Secundario 6,7 14,0 15,6 16,8 4,2 7,1<br />

Terciario 25,4 58,9 68,3 74,7 12,9 18,6<br />

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0<br />

Costa Rica, 2011 Primario 37,3 15,1 12,0 6,6 63,3 40,8<br />

Secundario 16,4 23,0 22,7 24,7 10,1 17,8<br />

Terciario 46,2 61,9 65,4 68,7 26,6 41,5<br />

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0<br />

Ecuador, 2010 Primario 54,6 22,4 9,4 7,5 70,2 52,9<br />

Secundario 17,2 20,9 24,1 22,5 14,8 17,7<br />

Terciario 28,2 56,7 66,5 70,0 14,9 29,4<br />

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0<br />

México, 2010 Primario 30,1 10,9 11,7 4,4 59,2 45,7<br />

Secundario 23,0 24,9 26,4 25,6 17,5 21,2<br />

Terciario 46,9 64,2 61,9 70,0 23,3 33,1<br />

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0<br />

Nicaragua, 2005 Primario 48,3 32,0 14,2 7,7 80,0 70,9<br />

Secundario 15,0 19,2 24,7 25,5 6,0 9,0<br />

Terciario 36,7 48,9 61,1 66,8 14,1 20,1<br />

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0<br />

Panamá, 2010 Primario 49,1 11,5 11,0 2,2 68,0 37,5<br />

Secundario 12,5 21,6 17,3 22,4 10,1 19,4<br />

Terciario 38,4 66,9 71,7 75,4 21,9 43,0<br />

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0<br />

Perú, 2007 Primario 41,5 19,9 15,2 9,3 83,6 80,6<br />

Secundario 15,8 16,7 21,3 18,5 7,1 6,6<br />

Terciario 42,7 63,4 63,5 72,2 9,3 12,8<br />

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0<br />

País y año de la <strong>en</strong>cuesta<br />

Bolivia (Estado Primario 39,2 17,8 4,9 3,8 78,7 63,8<br />

Plurinacional de), 2009<br />

Secundario 18,9 23,0 27,9 25,5 8,6 14,6<br />

Terciario 41,9 59,2 67,2 70,7 12,7 21,6<br />

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0<br />

Guatemala, 2010 Primario 44,3 25,4 26,5 8,2 57,3 52,5<br />

Secundario 23,4 20,4 27,6 24,3 20,3 14,3<br />

Terciario 32,4 54,2 45,9 67,5 22,5 33,2<br />

Total 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0 100,0<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de<br />

los microdatos c<strong>en</strong>sales, excepto Bolivia (Estado Plurinacional de) y Guatemala, que correspond<strong>en</strong> a procesami<strong>en</strong>tos<br />

especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares.


CEPAL<br />

En contrapartida, las personas indíg<strong>en</strong>as ocupadas pose<strong>en</strong> un peso r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te mayor que<br />

los no indíg<strong>en</strong>as <strong>en</strong> las actividades por cu<strong>en</strong>ta propia <strong>en</strong> todos los países, lo que probablem<strong>en</strong>te está<br />

r<strong>el</strong>acionado con sus actividades tradicionales. En <strong>el</strong> caso de las mujeres indíg<strong>en</strong>as, los países con<br />

valores más <strong>el</strong>evados <strong>en</strong> esta categoría ocupacional son <strong>el</strong> Ecuador, con un 66%, Guatemala, con<br />

un 48% y <strong>el</strong> Perú, con un 42%; <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los hombres, destacan <strong>el</strong> Ecuador, Nicaragua y <strong>el</strong> Perú,<br />

donde más de la mitad de los ocupados indíg<strong>en</strong>as trabaja por cu<strong>en</strong>ta propia (véase <strong>el</strong> cuadro III.16).<br />

• Cuadro III.16<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (10 países): mujeres ocupadas de 15 años o más según condición étnica<br />

y categoría ocupacional, alrededor de 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

País y año c<strong>en</strong>sal<br />

Condición étnica<br />

Patrón o<br />

empleador<br />

Trabajador por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia<br />

Trabajador no<br />

remunerado<br />

Empleado<br />

asalariado<br />

Brasil, 2010 Indíg<strong>en</strong>as 0,8 26,6 5,4 67,3<br />

No indíg<strong>en</strong>as 1,6 18,0 2,3 78,1<br />

Colombia, 2005 Indíg<strong>en</strong>as 2,6 25,5 3,5 68,4<br />

No indíg<strong>en</strong>as 5,5 12,7 0,8 81,0<br />

Costa Rica, 2011 Indíg<strong>en</strong>as 5,5 23,1 3,2 68,1<br />

No indíg<strong>en</strong>as 5,1 14,2 1,1 79,6<br />

Ecuador, 2010 Indíg<strong>en</strong>as 2,2 65,5 2,8 29,5<br />

No indíg<strong>en</strong>as 4,9 28,7 1,7 64,7<br />

México, 2010 Indíg<strong>en</strong>as 1,4 33,4 6,9 58,2<br />

No indíg<strong>en</strong>as 2,2 23,5 2,5 71,8<br />

Nicaragua, 2005 Indíg<strong>en</strong>as 1,0 41,9 1,8 55,3<br />

No indíg<strong>en</strong>as 1,1 32,8 0,8 65,3<br />

Panamá, 2010 Indíg<strong>en</strong>as 0,4 37,2 7,1 55,2<br />

No indíg<strong>en</strong>as 0,8 13,5 0,5 85,2<br />

Perú, 2007 Indíg<strong>en</strong>as 1,2 41,6 20,8 36,4<br />

No indíg<strong>en</strong>as 1,7 32,1 6,7 59,6<br />

País y año de la <strong>en</strong>cuesta<br />

Bolivia (Estado Indíg<strong>en</strong>as 2,3 36,5 37,2 23,9<br />

Plurinacional de), 2009<br />

No indíg<strong>en</strong>as 3,7 30,1 18,6 47,1<br />

Guatemala, 2010 Indíg<strong>en</strong>as 1,8 47,8 20,2 30,3<br />

No indíg<strong>en</strong>as 2,9 34,0 6,3 56,8<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de los<br />

microdatos c<strong>en</strong>sales, excepto datos de Bolivia (Estado Plurinacional de) y Guatemala, que correspond<strong>en</strong> a procesami<strong>en</strong>tos<br />

especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares.<br />

Hay mayor incid<strong>en</strong>cia de trabajadoras sin remuneración <strong>en</strong>tre las mujeres indíg<strong>en</strong>as. El Estado<br />

Plurinacional de Bolivia pres<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> caso más extremo: un 37% de las mujeres indíg<strong>en</strong>as están <strong>en</strong> esta<br />

situación 74 . Las brechas étnicas más importantes se produc<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre las mujeres, y merec<strong>en</strong> especial<br />

at<strong>en</strong>ción <strong>en</strong> Guatemala y <strong>el</strong> Perú, donde las indíg<strong>en</strong>as triplican a las no indíg<strong>en</strong>as (<strong>en</strong>tre <strong>el</strong> 20% y <strong>el</strong><br />

21% fr<strong>en</strong>te a un rango d<strong>el</strong> 6% al 7%, respectivam<strong>en</strong>te), y <strong>en</strong> Panamá (<strong>el</strong> 7% fr<strong>en</strong>te a m<strong>en</strong>os d<strong>el</strong> 1%),<br />

mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> otros países esta r<strong>el</strong>ación se acerca al doble: Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil,<br />

Colombia, México y Nicaragua (véase <strong>el</strong> cuadro III.17). En la mayoría de los países, hay una mayor<br />

conc<strong>en</strong>tración de mujeres indíg<strong>en</strong>as <strong>en</strong>tre las trabajadoras no remuneradas <strong>en</strong> comparación con los<br />

hombres de la misma condición étnica.<br />

Otra de las expresiones de discriminación y desigualdad étnica y de género se observa <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> empleo doméstico, que es una actividad importante <strong>en</strong>tre las trabajadoras m<strong>en</strong>os calificadas.<br />

74<br />

En g<strong>en</strong>eral, las <strong>en</strong>cuestas de hogares pres<strong>en</strong>tan una batería de preguntas y categorías más exhaustivas que los c<strong>en</strong>sos,<br />

lo que permite captar mejor la calidad d<strong>el</strong> trabajo. Este parece ser <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> Estado Plurinacional de Bolivia, donde<br />

las altas tasas de participación económica que pres<strong>en</strong>tan las mujeres indíg<strong>en</strong>as se corr<strong>el</strong>acionan con la pres<strong>en</strong>cia<br />

significativa de aqu<strong>el</strong>las que son trabajadoras familiares no remuneradas.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

En <strong>el</strong> caso de las mujeres indíg<strong>en</strong>as migrantes, la inserción laboral como trabajadoras d<strong>el</strong> servicio<br />

doméstico <strong>en</strong> <strong>el</strong> lugar de destino es muy frecu<strong>en</strong>te (CEPAL, 2012b). La migración no es un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o<br />

aj<strong>en</strong>o a los pueblos y mujeres indíg<strong>en</strong>as, y algunos itinerarios y circuitos son de larga data, con lo que<br />

es posible <strong>en</strong>contrar verdaderos barrios indíg<strong>en</strong>as <strong>en</strong> ciudades como México D.F., Bogotá, Santiago<br />

o Lima, que acog<strong>en</strong> a los nuevos migrantes. Se establec<strong>en</strong> de esta manera redes que pose<strong>en</strong> como<br />

núcleo aglutinador un s<strong>en</strong>tido de pert<strong>en</strong><strong>en</strong>cia o id<strong>en</strong>tidad colectiva (B<strong>el</strong>lo y Rang<strong>el</strong>, 2002). Estas<br />

redes facilitan, a su vez, la llegada de nuevos migrantes y su inserción <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico.<br />

El trabajo doméstico su<strong>el</strong>e t<strong>en</strong>er un régim<strong>en</strong> especial, con jornadas laborales más largas,<br />

m<strong>en</strong>os tiempo de descanso y salarios inferiores a los d<strong>el</strong> resto de los trabajadores. La informalidad<br />

<strong>en</strong> esta ocupación es muy significativa, por lo que una alta proporción de las trabajadoras ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

escasa cobertura de seguridad social y padec<strong>en</strong> un alto incumplimi<strong>en</strong>to de las normas laborales<br />

(CEPAL, 2012b). No obstante, <strong>en</strong> la última década se han dictado más normas para reglam<strong>en</strong>tar<br />

esta actividad <strong>en</strong> los países de la región 75 , y la Confer<strong>en</strong>cia G<strong>en</strong>eral de la Organización Internacional<br />

d<strong>el</strong> Trabajo c<strong>el</strong>ebrada <strong>en</strong> 2011 aprobó <strong>el</strong> Conv<strong>en</strong>io 189 sobre las trabajadoras y los trabajadores<br />

domésticos, y la Recom<strong>en</strong>dación 201 para los trabajadores y las trabajadoras domésticas (OEA/<br />

CIM, 2011).<br />

• Cuadro III.17<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (10 países): hombres ocupados de 15 años o más según condición étnica<br />

y categoría ocupacional, alrededor de 2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

País y año c<strong>en</strong>sal<br />

Condición étnica<br />

Patrón o<br />

empleador<br />

Trabajador por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia<br />

Trabajador no<br />

remunerado<br />

Empleado<br />

asalariado<br />

Brasil, 2010 Indíg<strong>en</strong>as 1,1 32,0 2,4 64,5<br />

No indíg<strong>en</strong>as 2,4 25,6 0,8 71,2<br />

Colombia, 2005 Indíg<strong>en</strong>as 2,0 35,7 2,0 60,4<br />

No indíg<strong>en</strong>as 5,9 20,0 0,6 73,5<br />

Costa Rica, 2011 Indíg<strong>en</strong>as 5,5 35,3 2,5 56,7<br />

No indíg<strong>en</strong>as 7,4 23,6 0,9 68,1<br />

Ecuador, 2010 Indíg<strong>en</strong>as 2,2 52,5 1,9 43,5<br />

No indíg<strong>en</strong>as 4,5 26,9 1,4 67,2<br />

México, 2010 Indíg<strong>en</strong>as 1,9 33,4 7,6 57,1<br />

No indíg<strong>en</strong>as 3,7 23,3 2,3 70,7<br />

Nicaragua, 2005 Indíg<strong>en</strong>as 1,1 54,3 2,9 41,7<br />

No indíg<strong>en</strong>a 1,6 42,4 2,1 53,9<br />

Panamá, 2010 Indíg<strong>en</strong>as 0,6 39,9 3,1 56,4<br />

No indíg<strong>en</strong>as 1,4 28,8 0,8 68,9<br />

Perú, 2007 Indíg<strong>en</strong>as 1,9 51,0 8,3 38,8<br />

No indíg<strong>en</strong>as 2,5 41,2 4,1 52,2<br />

País y año de la <strong>en</strong>cuesta<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de), 2009<br />

Indíg<strong>en</strong>as 6,6 45,5 8,9 38,8<br />

No indíg<strong>en</strong>as 7,6 26,4 7,9 57,5<br />

Guatemala, 2010 Indíg<strong>en</strong>as 2,3 35,1 12,2 50,4<br />

No indíg<strong>en</strong>as 4,2 24,5 5,8 65,5<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales<br />

de los microdatos c<strong>en</strong>sales, excepto Bolivia (Estado Plurinacional de) y Guatemala, que correspond<strong>en</strong> a procesami<strong>en</strong>tos<br />

especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares.<br />

A partir de los datos d<strong>el</strong> gráfico III.67 se puede observar <strong>el</strong> mayor peso r<strong>el</strong>ativo d<strong>el</strong> empleo<br />

doméstico <strong>en</strong>tre las mujeres indíg<strong>en</strong>as <strong>en</strong> zonas urbanas, con la excepción de Nicaragua y <strong>el</strong> Perú,<br />

donde los porc<strong>en</strong>tajes son similares. Es posible que haya una subdeclaración de esta ocupación<br />

debido a la aus<strong>en</strong>cia de docum<strong>en</strong>tación adecuada, la falta de pago de imposiciones o incluso al<br />

75<br />

Por ejemplo, <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Chile, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador, <strong>el</strong> Paraguay, <strong>el</strong><br />

Perú y <strong>el</strong> Uruguay (OEA/CIM, 2011).


CEPAL<br />

temor de perder los subsidios o transfer<strong>en</strong>cias no contributivas. Por su parte, <strong>en</strong> las zonas rurales<br />

no solo hay m<strong>en</strong>ores proporciones de mujeres ocupadas <strong>en</strong> esta categoría, sino que la r<strong>el</strong>ación<br />

es inversa: hay un m<strong>en</strong>or porc<strong>en</strong>taje de mujeres indíg<strong>en</strong>as que de no indíg<strong>en</strong>as.<br />

Como puede verse <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico III.67, las brechas más altas <strong>en</strong>tre indíg<strong>en</strong>as y no indíg<strong>en</strong>as<br />

<strong>en</strong> las zonas urbanas se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> México (r<strong>el</strong>ación de 1,8), Colombia (r<strong>el</strong>ación de 2,8) y Panamá<br />

(r<strong>el</strong>ación de 2,9), lo que indica que las mujeres indíg<strong>en</strong>as duplican y hasta triplican la participación<br />

de las no indíg<strong>en</strong>as <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> total de mujeres de cada grupo <strong>en</strong><br />

esos países. En las zonas rurales, <strong>en</strong> cambio, las mujeres indíg<strong>en</strong>as están repres<strong>en</strong>tadas <strong>en</strong> m<strong>en</strong>or<br />

proporción <strong>en</strong> esta ocupación, con r<strong>el</strong>aciones <strong>en</strong> torno a uno o por debajo de este valor.<br />

El empleo doméstico es un punto clave a considerar <strong>en</strong> <strong>el</strong> análisis de las desigualdades<br />

étnicas y de género. Se ha visto que aglutina a las m<strong>en</strong>os favorecidas <strong>en</strong> materia de ingreso <strong>en</strong>tre<br />

los cuatro sectores analizados: indíg<strong>en</strong>as, no indíg<strong>en</strong>as, hombres y mujeres. En Chile, por ejemplo,<br />

según la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional (CASEN) de 2000, <strong>el</strong> ingreso medio<br />

de las empleadas domésticas indíg<strong>en</strong>as chil<strong>en</strong>as equivalía al 71% d<strong>el</strong> ingreso d<strong>el</strong> servicio doméstico<br />

de las personas no indíg<strong>en</strong>as, y <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú, “la brecha de género se demuestra <strong>en</strong> <strong>el</strong> su<strong>el</strong>do de la<br />

mujer indíg<strong>en</strong>a que repres<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> 31% d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>do d<strong>el</strong> varón, si<strong>en</strong>do la ganancia de la mujer indíg<strong>en</strong>a<br />

un 30% <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación a la no indíg<strong>en</strong>a” (Calfio y V<strong>el</strong>asco, 2005).<br />

• Gráfico III.67<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (10 países): brechas <strong>en</strong>tre mujeres de 15 años o más ocupadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo<br />

doméstico según condición étnica y área de resid<strong>en</strong>cia, alrededor de 2010<br />

(En proporciones)<br />

3,5<br />

3,0<br />

2,5<br />

2,9<br />

2,9<br />

2,0<br />

1,5<br />

1,0<br />

0,5<br />

1,2<br />

0,4<br />

0,7<br />

1,5 1,5<br />

0,8<br />

0,5<br />

1,8<br />

1,0<br />

1,0<br />

0,6<br />

0,5<br />

1,0<br />

1,1<br />

0,3 0,4<br />

1,4<br />

0,7<br />

0,0<br />

Brasil (2010)<br />

Colombia (2005)<br />

Costa Rica (2011)<br />

Ecuador (2010)<br />

México (2010)<br />

Nicaragua (2005)<br />

Panamá (2010)<br />

Perú (2007)<br />

Bolivia (Est.<br />

Plur. de) (2009)<br />

Guatemala (2010)<br />

Indíg<strong>en</strong>as/no indíg<strong>en</strong>as urbanas<br />

Indíg<strong>en</strong>as/no indíg<strong>en</strong>as rurales<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de procesami<strong>en</strong>tos especiales de<br />

los microdatos c<strong>en</strong>sales, excepto Bolivia (Estado Plurinacional de) y Guatemala, que correspond<strong>en</strong> a procesami<strong>en</strong>tos<br />

especiales de las <strong>en</strong>cuestas de hogares.<br />

No se puede desconocer que <strong>el</strong> empleo doméstico es una fu<strong>en</strong>te importante de trabajo para<br />

mujeres con baja capacitación e inexperi<strong>en</strong>cia laboral de todo tipo. Además, y debido a la mayor<br />

participación de las mujeres <strong>en</strong> la actividad económica, estas deb<strong>en</strong> d<strong>el</strong>egar <strong>en</strong> otras personas<br />

parte d<strong>el</strong> cuidado doméstico, ante la falta de opciones institucionales efectivas y asequibles. Por<br />

<strong>el</strong>lo, se g<strong>en</strong>era una demanda de mano de obra para esta actividad. El desafío <strong>en</strong>tonces es que <strong>el</strong><br />

trabajo se obt<strong>en</strong>ga <strong>en</strong> condiciones adecuadas y <strong>en</strong> un marco de respeto de los aspectos legales<br />

que rig<strong>en</strong> las normas de contratación.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

E. Inmigrantes<br />

Parte I<br />

1. La inmigración laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: algunas<br />

evid<strong>en</strong>cias de sus características<br />

a) Introducción<br />

Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: la inmigración laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

(CEPAL, <strong>2017</strong>), Cap. II, pp. 15-31.<br />

Una de las características de los reci<strong>en</strong>tes procesos de globalización fue la ac<strong>el</strong>erada disminución<br />

de trabas a la libertad de movimi<strong>en</strong>tos internacionales tanto de capital como de bi<strong>en</strong>es y servicios,<br />

mi<strong>en</strong>tras que hubo pocos cambios institucionales respecto de la movilidad internacional de la<br />

fuerza de trabajo 76 . Aun así, se observaron grandes movimi<strong>en</strong>tos demográficos internacionales,<br />

principalm<strong>en</strong>te por razones económicas, pero también por razones de seguridad personal o por<br />

otros motivos (estudios o cuestiones familiares).<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> también han prevalecido las migraciones laborales 77 . Hasta principios<br />

de los años nov<strong>en</strong>ta, los flujos de trabajadores migrantes latinoamericanos y caribeños se dirigían<br />

casi exclusivam<strong>en</strong>te hacia los Estados Unidos, y la mayoría de los flujos intrarregionales, de m<strong>en</strong>or<br />

importancia <strong>en</strong> términos numéricos, se conc<strong>en</strong>traban <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, Costa Rica, la República<br />

Dominicana y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de). A partir de <strong>en</strong>tonces, los flujos se empezaron a<br />

diversificar, dirigiéndose principalm<strong>en</strong>te hacia la Unión Europea, mi<strong>en</strong>tras que los flujos y corredores<br />

intrarregionales se increm<strong>en</strong>taron. En efecto, <strong>en</strong> <strong>América</strong> d<strong>el</strong> Norte (sin incluir a México) <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> número de inmigrantes se desac<strong>el</strong>eró, de un 3,9% por año <strong>en</strong>tre 1990 y 2000 a un 2,4% <strong>en</strong>tre<br />

2000 y 2010, mi<strong>en</strong>tras que se ac<strong>el</strong>eraba <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> número de inmigrantes especialm<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> Europa Meridional, de un 5,6% a un 8,0% por año <strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo período. En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong>, <strong>el</strong> contexto de una economía volátil y un desempleo creci<strong>en</strong>te durante los años nov<strong>en</strong>ta<br />

conllevó una caída d<strong>el</strong> número de inmigrantes d<strong>el</strong> 0,9% por año 78 . Con las marcadas mejoras de<br />

la situación económica y los mercados laborales <strong>en</strong> muchos países de la región, la dirección de<br />

estos movimi<strong>en</strong>tos se revirtió y, <strong>en</strong> la década de 2000, <strong>el</strong> número de inmigrantes creció a una tasa<br />

d<strong>el</strong> 2,3% anual 79 .<br />

A partir de la crisis de 2008 y 2009 se fr<strong>en</strong>aron y, <strong>en</strong> algunos casos, se revirtieron estos flujos,<br />

sobre todo por la falta de opciones laborales, pero también por medidas más restrictivas de control<br />

migratorio (Salas, Loría-Díaz de Guzmán y Díaz, 2016). En efecto, <strong>en</strong>tre 2010 y 2015, <strong>en</strong> <strong>América</strong> d<strong>el</strong><br />

Norte <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> número de inmigrantes se desac<strong>el</strong>eró a una tasa anual d<strong>el</strong> 1,2%, mi<strong>en</strong>tras<br />

que <strong>en</strong> los países de Europa Meridional <strong>el</strong> número de personas nacidas <strong>en</strong> <strong>el</strong> extranjero inmigrantes<br />

se redujo a una tasa d<strong>el</strong> 0,5% anual. En contraste, la migración hacia países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y<br />

<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> mantuvo <strong>el</strong> dinamismo de la década previa, con una tasa de aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> 2,3% por año 80 .<br />

En este contexto surgió un complejo sistema de corredores de migración laboral que está<br />

<strong>en</strong> constante cambio <strong>en</strong> función de las fluctuaciones económicas y de los mercados de trabajo, los<br />

mecanismos de la migración, la demografía, los factores ambi<strong>en</strong>tales y otros r<strong>el</strong>acionados con la<br />

76<br />

Las principales excepciones correspond<strong>en</strong> a medidas tomadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de procesos de integración regional, como<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de la Unión Europea y d<strong>el</strong> MERCOSUR.<br />

77<br />

El principal caso de desplazami<strong>en</strong>tos masivos por razones de seguridad fue <strong>el</strong> conflicto interno de Colombia que, si<br />

bi<strong>en</strong> conllevó procesos migratorios transfronterizos, causó sobre todo desplazami<strong>en</strong>tos internos.<br />

78<br />

Esto puede ser <strong>el</strong> resultado conjunto de una migración de retorno y d<strong>el</strong> fallecimi<strong>en</strong>to de migrantes de corri<strong>en</strong>tes<br />

anteriores que no fue comp<strong>en</strong>sado por nuevos movimi<strong>en</strong>tos migratorios.<br />

79<br />

Los números citados <strong>en</strong> este párrafo y <strong>el</strong> sigui<strong>en</strong>te se calcularon a partir de datos de Naciones Unidas (2015).<br />

80<br />

Entre los países de la región con mayores aum<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong> número de inmigrantes, destacan <strong>en</strong>tre 2010 y 2015 Chile (4,9%<br />

por año), México (4,2%), <strong>el</strong> Brasil (3,8%), <strong>el</strong> Ecuador (3,6%), Suriname (3,4%) y Panamá (3,3%) (calculado sobre la base<br />

de Naciones Unidas (2015)).


CEPAL<br />

inestabilidad política y social, así como los cambios <strong>en</strong> los sistemas de gobernanza de la migración<br />

(OIT, 2016a). Estas modificaciones se expresan <strong>en</strong> <strong>el</strong> constante rediseño de rutas, de las formas<br />

de intermediación y reclutami<strong>en</strong>to, los sistemas de transporte e incluso d<strong>el</strong> coyotaje 81 . Varios de<br />

estos corredores atraviesan países como espacio de tránsito hasta la llegada al destino final de<br />

la migración 82 .<br />

Asimismo, cabe recordar que, además de la migración laboral definitiva, existe la temporal (que<br />

se empr<strong>en</strong>de por una cantidad limitada de años y a m<strong>en</strong>udo de manera individual), la de temporada<br />

(por ejemplo, para trabajar <strong>en</strong> la cosecha) y la de retorno. Sin embargo, la información disponible<br />

no permite difer<strong>en</strong>ciar al respecto. Por último, si bi<strong>en</strong>, <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido estricto, prácticam<strong>en</strong>te todos<br />

los países son simultáneam<strong>en</strong>te países de emigración y de inmigración, si se excluy<strong>en</strong> los países<br />

excepto <strong>en</strong> situaciones de tránsito, solo unos pocos lo son para un número considerable de personas.<br />

A pesar de que la inmigración a países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, especialm<strong>en</strong>te la<br />

intrarregional, ha ganado importancia r<strong>el</strong>ativa fr<strong>en</strong>te a otros destinos, a la fecha pocos estudios<br />

se han focalizado <strong>en</strong> la inserción laboral de los inmigrantes. En esta segunda parte d<strong>el</strong> informe,<br />

se analiza este tema y se pres<strong>en</strong>tan algunas políticas requeridas para fom<strong>en</strong>tar la inserción de<br />

los trabajadores migrantes <strong>en</strong> empleos productivos y trabajo dec<strong>en</strong>te; asimismo, se revisan los<br />

avances reci<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> cuanto a la Ag<strong>en</strong>da 2030 para <strong>el</strong> Desarrollo Sost<strong>en</strong>ible. De esta manera, se<br />

pret<strong>en</strong>de contribuir al análisis de las características de los mercados de trabajo de la región y su<br />

heterog<strong>en</strong>eidad, así como a la reflexión sobre <strong>el</strong> grado de cumplimi<strong>en</strong>to con un aspecto específico<br />

de la meta 8.8 de los Objetivos de Desarrollo Sost<strong>en</strong>ible (“Proteger los derechos laborales y<br />

promover un <strong>en</strong>torno de trabajo seguro y sin riesgos para todos los trabajadores, incluidos los<br />

trabajadores migrantes, <strong>en</strong> particular las mujeres migrantes y las personas con empleos precarios”),<br />

además de profundizar <strong>en</strong> las áreas de política, tanto a niv<strong>el</strong> nacional como internacional, que<br />

deb<strong>en</strong> <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar los desafíos correspondi<strong>en</strong>tes.<br />

En las secciones b) y c), se analizan las características demográficas y de la inserción laboral<br />

de los inmigrantes <strong>en</strong> los mercados de trabajo de algunos países latinoamericanos, difer<strong>en</strong>ciando<br />

<strong>en</strong>tre aqu<strong>el</strong>los que han recibido, <strong>en</strong> términos r<strong>el</strong>ativos, un número considerable de inmigrantes y<br />

otros que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una m<strong>en</strong>or proporción de <strong>el</strong>los <strong>en</strong>tre la población <strong>en</strong> edad de trabajar y la población<br />

económicam<strong>en</strong>te activa 83 . Los datos empíricos utilizados provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de dos fu<strong>en</strong>tes: los c<strong>en</strong>sos de<br />

población de la ronda de 2010 y las últimas rondas disponibles de las <strong>en</strong>cuestas de hogares 84 . Por<br />

su naturaleza, los datos de los c<strong>en</strong>sos ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a t<strong>en</strong>er una cobertura completa, por lo que captarían<br />

una gran proporción, también, de los inmigrantes, pero son m<strong>en</strong>os actualizados, de modo que<br />

no captan los movimi<strong>en</strong>tos migratorios más reci<strong>en</strong>tes 85 . Por otra parte, las <strong>en</strong>cuestas de hogares<br />

81<br />

Por coyotaje se <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>de la actividad de ingresar y trasladar de un país a otro de manera ilegal a personas que no<br />

cu<strong>en</strong>tan con docum<strong>en</strong>tos migratorios que les permitan la resid<strong>en</strong>cia.<br />

82<br />

México es, obviam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> principal caso <strong>en</strong> este contexto, dado que muchas personas de otros países latinoamericanos<br />

tratan de llegar a los Estados Unidos a través de su territorio. Costa Rica y Panamá son ejemplos de situaciones<br />

novedosas <strong>en</strong> cuanto al tránsito de migrantes extrarregionales.<br />

83<br />

Sobre la base de la información proced<strong>en</strong>te de los c<strong>en</strong>sos, se utilizan los datos sobre <strong>el</strong> lugar de nacimi<strong>en</strong>to como<br />

variable repres<strong>en</strong>tativa de los movimi<strong>en</strong>tos migratorios transfronterizos. En esta sección solo ocasionalm<strong>en</strong>te se<br />

difer<strong>en</strong>cia a los inmigrantes según su país de orig<strong>en</strong>, de manera que, si bi<strong>en</strong> la mayor parte de los inmigrantes repres<strong>en</strong>ta<br />

la migración intrarregional, también se incluye la inmigración de ciudadanos de otras regiones.<br />

84<br />

La información c<strong>en</strong>sal provi<strong>en</strong>e de la base de datos d<strong>el</strong> proyecto Investigación de la Migración Internacional <strong>en</strong><br />

Latinoamérica (IMILA), d<strong>el</strong> C<strong>en</strong>tro Latinoamericano y <strong>Caribe</strong>ño de Demografía (CELADE)-División de Población de la<br />

CEPAL, y de un procesami<strong>en</strong>to complem<strong>en</strong>tario de los c<strong>en</strong>sos correspondi<strong>en</strong>tes. La información de las <strong>en</strong>cuestas de<br />

hogares provi<strong>en</strong>e d<strong>el</strong> Banco de Datos de Encuestas de Hogares (BADEHOG).<br />

85<br />

Además, no todas las variables están disponibles para todos los países cubiertos.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

prove<strong>en</strong> información más actualizada, pero pres<strong>en</strong>tan debilidades de repres<strong>en</strong>tatividad respecto<br />

de subgrupos poblaciones r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te pequeños. Además, no todas las <strong>en</strong>cuestas incluy<strong>en</strong><br />

preguntas que establec<strong>en</strong> <strong>el</strong> estatus migratorio de las personas. Finalm<strong>en</strong>te, es posible que <strong>en</strong><br />

algunos países una proporción considerable de migrantes resida <strong>en</strong> condiciones no captadas por<br />

las muestras <strong>en</strong> que se basan las <strong>en</strong>cuestas, lo que puede sesgar la información disponible 86 .<br />

En la sección d) se pres<strong>en</strong>ta una breve revisión de las políticas requeridas para fom<strong>en</strong>tar la<br />

inserción de los trabajadores migrantes <strong>en</strong> empleos productivos y trabajo dec<strong>en</strong>te, y se repasan los<br />

últimos avances respecto de la Ag<strong>en</strong>da 2030 para <strong>el</strong> Desarrollo Sost<strong>en</strong>ible. Por último, se resum<strong>en</strong><br />

los principales resultados.<br />

b) Demografía y educación de las personas que migraron hacia<br />

países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

La migración internacional ha sido un compon<strong>en</strong>te es<strong>en</strong>cial <strong>en</strong> la historia demográfica de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>. La mayoría de los países ha recibido importantes flujos migratorios a lo largo de<br />

los siglos XIX y XX, mi<strong>en</strong>tras que actualm<strong>en</strong>te constituye una región de emigración neta. Como se<br />

observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro III.18, se ha calculado que alrededor de 2010 los inmigrantes repres<strong>en</strong>taban<br />

un 1,3% (como mínimo) de la población total de la región, mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> número de los emigrados<br />

repres<strong>en</strong>ta un 4,8%, lo que corresponde a 7,6 millones y 28,5 millones de personas, respectivam<strong>en</strong>te.<br />

En términos absolutos, <strong>en</strong>tre los países de emigración destacan México, Colombia, El<br />

Salvador, Cuba, la República Dominicana, <strong>el</strong> Ecuador, Haití y <strong>el</strong> Perú, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> términos<br />

r<strong>el</strong>ativos sobresal<strong>en</strong> países de habla inglesa como Guyana, Jamaica, Trinidad y Tabago y Santa<br />

Lucía, así como El Salvador, Cuba, <strong>el</strong> Paraguay, Nicaragua y México <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>.<br />

Los países que han recibido mayor número de inmigrantes son la Arg<strong>en</strong>tina, V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de), México, <strong>el</strong> Brasil, la República Dominicana y Costa Rica. En términos<br />

r<strong>el</strong>ativos destacan, <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, la Guayana Francesa, las ex Antillas Neerlandesas, Guadalupe,<br />

Martinica y B<strong>el</strong>ice, y <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Costa Rica, la Arg<strong>en</strong>tina, V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana<br />

de), la República Dominicana y Panamá.<br />

86<br />

Para realizar este análisis de la inserción laboral de los inmigrantes, se dispone de información c<strong>en</strong>sal sobre diez<br />

países: Arg<strong>en</strong>tina (2010), Bolivia (Estado Plurinacional de) (2012), Brasil (2010), Costa Rica (2011), Ecuador (2010), México<br />

(2010), Panamá (2010), República Dominicana (2010), Uruguay (2011) y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) (2011). Los<br />

cuadros con datos c<strong>en</strong>sales se complem<strong>en</strong>tan con datos sobre Chile, prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de la Encuesta de Caracterización<br />

Socioeconómica Nacional (CASEN) de 2013, y sobre <strong>el</strong> Paraguay, proced<strong>en</strong>tes de la Encuesta Perman<strong>en</strong>te de Hogares<br />

de 2013, por ser dos países con una proporción r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evada de inmigrantes. Finalm<strong>en</strong>te, la información<br />

prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te de las <strong>en</strong>cuestas de hogares abarca, además de Chile y <strong>el</strong> Paraguay, a la Arg<strong>en</strong>tina, Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, países cuyas <strong>en</strong>cuestas<br />

permit<strong>en</strong> una id<strong>en</strong>tificación de los inmigrantes similar a la proporcionada por los c<strong>en</strong>sos de población. Todas las<br />

<strong>en</strong>cuestas se refier<strong>en</strong> al año 2013.


CEPAL<br />

• Cuadro III.18<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: estimaciones mínimas de inmigrantes y emigrantes,<br />

por país de resid<strong>en</strong>cia y de nacimi<strong>en</strong>to, alrededor de 2010<br />

(En miles de personas y porc<strong>en</strong>tajes de la población total)<br />

Inmigrantes<br />

Emigrantes<br />

País o región<br />

Población total<br />

Número<br />

Porc<strong>en</strong>taje de la<br />

población total<br />

Número<br />

Porc<strong>en</strong>taje de la<br />

población total<br />

Total de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 599 057 7 564 1,3 28 467 4,8<br />

<strong>América</strong> d<strong>el</strong> Sur 397 082 4 756 1,2 8 398 2,1<br />

Arg<strong>en</strong>tina 41 223 1 806 4,4 710 1,7<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de) 9 918 128 1,3 686 6,9<br />

Brasil 198 614 592 0,3 874 0,4<br />

Chile 17 015 320 1,9 429 2,5<br />

Colombia 45 918 110 0,2 1 976 4,3<br />

Ecuador 14 935 182 1,2 995 6,7<br />

Guayana Francesa 234 108 46,2 1 0,4<br />

Guyana 753 12 1,6 374 49,7<br />

Paraguay 6 210 161 2,6 688 11,1<br />

Perú 29 734 64 0,2 981 3,3<br />

Suriname 518 39 7,5 4 0,8<br />

Uruguay 3 374 77 2,3 242 7,2<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) 28 996 1 157 4,2 439 1,5<br />

C<strong>en</strong>troamérica 161 118 1 672 1,0 15 500 9,7<br />

B<strong>el</strong>ice 322 47 14,6 6 1,9<br />

Costa Rica 4 545 386 8,5 111 2,4<br />

El Salvador 6 038 37 0,6 1 316 21,8<br />

Guatemala 14 732 59 0,4 919 6,2<br />

Honduras 7 504 24 0,3 611 8,1<br />

México 118 618 968 0,8 11 863 10,0<br />

Nicaragua 5 738 33 0,6 597 10,4<br />

Panamá 3 621 117 3,2 126 3,5<br />

El <strong>Caribe</strong> a 40 857 1 135 2,8 4 519 11,1<br />

Bahamas 361 33 9,1 1 0,3<br />

Barbados 280 28 10,0 18 6,4<br />

Cuba 11 308 15 0,1 1 297 11,5<br />

Ex Antillas Neerlandesas 202 53 26,2 2 1,0<br />

Guadalupe 457 105 23,0 0 0,0<br />

Haití 10 000 35 0,4 994 9,9<br />

Jamaica 2 741 30 1,1 803 29,3<br />

Martinica 395 71 18,0 1 0,3<br />

Puerto Rico 3 710 324 8,7 10 0,3<br />

República Dominicana 9 898 396 4,0 1 070 10,8<br />

Santa Lucía 177 10 5,6 22 12,4<br />

Trinidad y Tabago 1 328 34 2,6 301 22,7<br />

Fu<strong>en</strong>te: J. Martínez Pizarro y C. Orrego Rivera, “Nuevas t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias y dinámicas migratorias <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>”,<br />

serie Población y Desarrollo, N° 114 (LC/L.4164), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL),<br />

pág. 13, 2016.<br />

Nota: Los datos de la ronda de c<strong>en</strong>sos de 2010 <strong>en</strong> los casos de la Arg<strong>en</strong>tina, Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Colombia,<br />

Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador, El Salvador, México, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong> Perú, la República Dominicana, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de) se obtuvieron a partir de la base de datos d<strong>el</strong> proyecto Investigación de la Migración Internacional<br />

<strong>en</strong> Latinoamérica (IMILA). En <strong>el</strong> resto de los casos, las cifras provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de la División de Población de las Naciones Unidas. Las<br />

estimaciones d<strong>el</strong> número de emigrantes son mínimas, ya que consignan una cantidad limitada de países de Europa y Oceanía.<br />

a<br />

Se excluy<strong>en</strong> Anguila, Antigua y Barbuda, Aruba, las Bermudas, Dominica, Granada, las Islas Caimán, las Islas Turcas y Caicos, las<br />

Islas Vírg<strong>en</strong>es Británicas, las Islas Vírg<strong>en</strong>es de los Estados Unidos, Montserrat, Saint Kitts y Nevis y San Vic<strong>en</strong>te y las Granadinas.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Si se toma como criterio un umbral mínimo de un 2% de migrantes <strong>en</strong>tre la población total<br />

como definición operativa de países con una migración importante, se constata que varios de<br />

<strong>el</strong>los superan ese porc<strong>en</strong>taje tanto respecto de la inmigración como de la emigración: Barbados,<br />

Santa Lucía y Trinidad y Tabago, <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, y Costa Rica, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay, la República<br />

Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay, <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. De estos, solo Barbados y Costa Rica ti<strong>en</strong><strong>en</strong> mayores<br />

tasas de inmigración, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los otros predomina la emigración.<br />

Según datos de las Naciones Unidas, <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> <strong>en</strong> su conjunto hay una<br />

leve mayoría de mujeres <strong>en</strong>tre los inmigrantes (un 50,4% <strong>en</strong> 2015) (Naciones Unidas, 2015a), lo que<br />

refleja procesos de feminización id<strong>en</strong>tificados, por ejemplo, <strong>en</strong> OIT (2016b) 87 . En efecto, <strong>en</strong> varios de<br />

los países estudiados <strong>en</strong> este informe, <strong>en</strong>tre los inmigrantes hay un mayor número de mujeres que<br />

de hombres, sobre todo <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, Chile y <strong>el</strong> Uruguay, pero también <strong>en</strong> Costa Rica, Panamá,<br />

<strong>el</strong> Paraguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de). En cambio, <strong>el</strong> Brasil y la República Dominicana<br />

muestran un alto grado de masculinidad <strong>en</strong>tre los inmigrantes (véase <strong>el</strong> cuadro III.19).<br />

Los grupos de mayor edad están sobrerrepres<strong>en</strong>tados <strong>en</strong>tre los inmigrantes <strong>en</strong> algunos países,<br />

lo que indicaría que estos fueron destino, sobre todo, de flujos migratorios pasados que se habrían<br />

at<strong>en</strong>uado más reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te, o que hay una importante inmigración de personas de mayor edad,<br />

fom<strong>en</strong>tada <strong>en</strong> algunos casos con inc<strong>en</strong>tivos tributarios. Entre esos países destacan la Arg<strong>en</strong>tina,<br />

<strong>el</strong> Brasil, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de), donde la proporción de inmigrantes<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo etario de 60 años o más supera ampliam<strong>en</strong>te la que corresponde al conjunto de la<br />

población (véase <strong>el</strong> cuadro III.18), <strong>en</strong> un rango que oscila <strong>en</strong>tre un 25,6% <strong>en</strong> la República Bolivariana<br />

de V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a y un 46,5% <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil. En contraste, <strong>en</strong> Costa Rica y la República Dominicana este<br />

grupo de edad repres<strong>en</strong>ta solo un 9,7% y un 6,7%, respectivam<strong>en</strong>te, de la población inmigrante88.<br />

Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> otros países no se observan grandes difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la proporción de<br />

inmigrantes considerando los difer<strong>en</strong>tes grupos etarios, <strong>en</strong> Chile, Costa Rica, Panamá y la República<br />

Dominicana esta proporción es r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evada <strong>en</strong>tre los grupos nucleares de la población<br />

<strong>en</strong> edad de trabajar (de 20 a 49 años) 89 . Esto reflejaría <strong>el</strong> gran peso de los movimi<strong>en</strong>tos migratorios<br />

laborales reci<strong>en</strong>tes y actuales.<br />

87<br />

Por subregión, la tasa de la proporción de mujeres <strong>en</strong>tre los inmigrantes es de un 50,9% <strong>en</strong> <strong>América</strong> d<strong>el</strong> Sur, de un<br />

50,0% <strong>en</strong> C<strong>en</strong>troamérica (incluido México) y de un 48,7% <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

88<br />

Como ya se indicó, por la manera <strong>en</strong> que se difer<strong>en</strong>cian los inmigrantes de los nativos, a saber, a través d<strong>el</strong> lugar de<br />

nacimi<strong>en</strong>to, la comparación de la estructura etaria de ambos grupos necesariam<strong>en</strong>te está sesgada, dado que los hijos<br />

de inmigrantes que nacieron <strong>en</strong> <strong>el</strong> país de destino se contabilizan como nativos.<br />

89<br />

En Panamá, también hay una proporción r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evada <strong>en</strong> la franja de 50 a 59 años.


CEPAL<br />

• Cuadro III.19<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): distribución de los inmigrantes de 10 años o más<br />

de edad por sexo y proporción de inmigrantes <strong>en</strong> la población total d<strong>el</strong> grupo de edad<br />

correspondi<strong>en</strong>te, 2010-2013<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Sexo<br />

Grupo de edad<br />

País<br />

Hombre Mujer Total<br />

10 a 14 15 a 19 20 a 29 30 a 39 40 a 49 50 a 59 60 años<br />

años años años años años años o más<br />

Arg<strong>en</strong>tina 46,0 54,0 5,3 1,6 2,4 4,9 5,1 5,8 5,8 9,1<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de) 52,9 47,1 1,2 1,0 0,9 1,3 1,2 1,4 1,3 1,1<br />

Brasil 59,6 40,4 0,5 0,3 0,2 0,2 0,3 0,5 0,9 2,8<br />

Chile 45,4 54,6 2,2 1,8 1,5 3,1 4,1 2,4 1,3 1,0<br />

Costa Rica 48,1 51,9 10,1 5,0 7,9 11,3 15,0 11,4 8,5 7,8<br />

Ecuador 50,9 49,1 1,4 0,8 0,9 1,5 1,7 1,7 1,6 1,4<br />

México 50,2 49,8 0,6 1,1 0,8 0,5 0,5 0,4 0,5 0,6<br />

Panamá 48,0 52,0 4,1 1,5 2,2 3,9 5,2 5,5 5,3 4,5<br />

Paraguay 49,1 50,9 3,0 1,8 1,1 1,9 3,6 4,6 4,8 3,9<br />

República Dominicana 61,5 38,5 5,1 2,2 3,7 8,6 6,5 4,0 3,5 3,6<br />

Uruguay 44,6 55,4 2,5 0,6 1,4 2,5 2,7 1,6 1,8 4,5<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República<br />

Bolivariana de)<br />

49,5 50,5 5,1 1,6 1,7 2,8 4,4 6,3 8,8 11,2<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de datos c<strong>en</strong>sales proced<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> proyecto Investigación de la Migración Internacional <strong>en</strong> Latinoamérica (IMILA)<br />

y de un procesami<strong>en</strong>to especial de los c<strong>en</strong>sos de población; para Chile y <strong>el</strong> Paraguay: Banco de Datos de Encuestas de<br />

Hogares (BADEHOG).<br />

Comparando los años de estudio de los migrantes con aqu<strong>el</strong>los de la población nativa, se<br />

observa primero que <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Chile, <strong>el</strong> Ecuador, México, Panamá,<br />

<strong>el</strong> Paraguay y <strong>el</strong> Uruguay <strong>el</strong> grupo más educado registra una sobrerrepres<strong>en</strong>tación r<strong>el</strong>ativa de los<br />

inmigrantes (véase <strong>el</strong> cuadro III.20), ya que la proporción de inmigrantes <strong>en</strong> este grupo supera la<br />

correspondi<strong>en</strong>te al conjunto de la población. Esto indica que es bastante g<strong>en</strong>eralizada la migración de<br />

personas de alto niv<strong>el</strong> educativo que buscan oportunidades laborales <strong>en</strong> ocupaciones que requier<strong>en</strong><br />

<strong>el</strong>evados niv<strong>el</strong>es de calificación, llegan a su país de destino ya contratadas o se trasladan a otro país<br />

por razones no laborales (estudio o cuestiones familiares). La proporción de inmigrantes con diez o<br />

más años de estudio es <strong>el</strong>evada sobre todo <strong>en</strong> Chile (79,4%), Panamá (65,4%), <strong>el</strong> Ecuador (63,1%)<br />

y Bolivia (Estado Plurinacional de) (62,0%).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

País<br />

• Cuadro III.20<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): distribución de los inmigrantes de 10 años o más<br />

de edad por niv<strong>el</strong> educativo y proporción de inmigrantes <strong>en</strong> la población total d<strong>el</strong> grupo<br />

educativo correspondi<strong>en</strong>te, 2010-2013<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Distribución de inmigrantes<br />

por años de educación<br />

Proporción de inmigrantes por años de educación<br />

respecto de la población total<br />

d<strong>el</strong> grupo educativo correspondi<strong>en</strong>te<br />

Total<br />

0 a 3 4 a 6 7 a 9 10 años<br />

años años años o más<br />

0 a 3<br />

años<br />

4 a 6<br />

años<br />

7 a 9<br />

años<br />

10 años<br />

o más<br />

Arg<strong>en</strong>tina 12,6 22,4 21,1 41,4 5,3 7,4 7,1 4,2 4,7<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de) 5,9 12,8 15,5 62,0 1,2 0,4 0,9 1,0 1,6<br />

Brasil 11,4 15,8 14,0 45,7 0,4 0,2 0,3 0,3 0,6<br />

Chile 4,5 8,0 8,2 79,4 2,2 1,4 1,2 1,0 2,9<br />

Costa Rica 19,1 28,6 19,2 33,1 10,1 16,7 8,5 10,3 9,5<br />

Ecuador 10,9 16,8 7,2 63,1 1,4 1,3 0,9 0,9 1,8<br />

México 8,8 18,0 19,8 50,9 0,6 0,3 0,4 0,4 1,0<br />

Panamá 7,3 13,0 14,3 65,4 4,1 2,7 1,9 3,2 6,2<br />

Paraguay 20,3 24,2 10,5 44,9 3,1 4,8 2,4 1,9 3,6<br />

República Dominicana 46,9 13,6 12,4 27,0 5,1 13,7 3,8 2,8 3,3<br />

Uruguay 9,3 25,1 16,0 49,6 2,4 3,9 2,0 1,6 2,8<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República<br />

Bolivariana de)<br />

16,0 26,6 14,0 43,4 5,1 9,0 6,0 3,9 4,8<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de datos c<strong>en</strong>sales proced<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> proyecto Investigación de la Migración Internacional <strong>en</strong> Latinoamérica (IMILA)<br />

y de un procesami<strong>en</strong>to especial de los c<strong>en</strong>sos de población; para Chile y <strong>el</strong> Paraguay: Banco de Datos de Encuestas de<br />

Hogares (BADEHOG).<br />

En cambio, <strong>en</strong> Costa Rica, V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) y, sobre todo, la República<br />

Dominicana, hay una alta proporción de personas de bajo niv<strong>el</strong> educativo, y <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina y <strong>el</strong> Uruguay<br />

los m<strong>en</strong>os calificados también están sobrerrepres<strong>en</strong>tados. Entre los inmigrantes, las personas con hasta<br />

seis años de estudio repres<strong>en</strong>tan un 60,6% <strong>en</strong> la República Dominicana, un 47,7% <strong>en</strong> Costa Rica, un<br />

44,5% <strong>en</strong> <strong>el</strong> Paraguay, un 42,6% <strong>en</strong> V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) y un 35,0% <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina.<br />

Con la excepción d<strong>el</strong> Paraguay, donde <strong>en</strong>tre los inmigrantes se observa una estructura educativa<br />

polarizada, <strong>en</strong> estos países <strong>el</strong> grupo más educado está subrepres<strong>en</strong>tado <strong>en</strong>tre los inmigrantes.<br />

En resum<strong>en</strong>, los movimi<strong>en</strong>tos migratorios son heterogéneos <strong>en</strong> términos de niv<strong>el</strong> educativo,<br />

ya que exist<strong>en</strong> inmigrantes de todos los niv<strong>el</strong>es de calificación. Sin embargo, la inmigración más<br />

masiva su<strong>el</strong>e corresponder a personas de un niv<strong>el</strong> educativo r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te bajo, como se constata <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> hecho de que, <strong>en</strong> los países con mayor proporción de inmigrantes, <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo de estos es<br />

inferior al de la población nativa. Otro ejemplo es <strong>el</strong> caso de los migrantes colombianos que, <strong>en</strong> los<br />

tres países vecinos donde repres<strong>en</strong>tan <strong>el</strong> mayor grupo de migrantes (Ecuador, Panamá y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de)), ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una distribución educativa más sesgada hacia niv<strong>el</strong>es bajos que<br />

los inmigrantes prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de otros países.<br />

La estructura educativa de los inmigrantes es similar <strong>en</strong>tre hombres y mujeres, si bi<strong>en</strong> se<br />

observa una educación levem<strong>en</strong>te mayor <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los hombres <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, <strong>el</strong> Ecuador, México, Panamá y <strong>el</strong> Paraguay, y <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres<br />

<strong>en</strong> Costa Rica, V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) y la República Dominicana, si<strong>en</strong>do los niv<strong>el</strong>es<br />

muy similares <strong>en</strong> Chile.


CEPAL<br />

c) Aspectos de la inserción laboral de los inmigrantes<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

i) La participación laboral<br />

Para difer<strong>en</strong>ciar a los países según <strong>el</strong> carácter de su inmigración, se puede determinar que, <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>los<br />

países donde la tasa de actividad de los inmigrantes es mayor que la de los nativos, la inmigración<br />

es predominantem<strong>en</strong>te laboral y reci<strong>en</strong>te, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> otros países ti<strong>en</strong>e otras características<br />

o se trata de una inmigración laboral más antigua que, al reducirse <strong>el</strong> ritmo de los movimi<strong>en</strong>tos<br />

migratorios, dio orig<strong>en</strong> al <strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to de la población inmigrante.<br />

La tasa de participación laboral de los inmigrantes es comparativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evada, sobre todo<br />

<strong>en</strong> los países con una proporción r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te alta de inmigración, lo que muestra la importancia<br />

de la migración laboral reci<strong>en</strong>te para la pres<strong>en</strong>cia de inmigrantes <strong>en</strong> estos países. En efecto, la tasa<br />

de participación d<strong>el</strong> conjunto de los inmigrantes supera a la de los nativos <strong>en</strong> Chile, Costa Rica,<br />

Ecuador, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay, la República Dominicana y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de),<br />

mi<strong>en</strong>tras que ambas tasas son similares <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina. Por otra parte, la tasa de los nativos es más<br />

alta que la de los inmigrantes <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, México y <strong>el</strong> Uruguay, los<br />

cuales, como ya se m<strong>en</strong>cionó, son países con m<strong>en</strong>ores niv<strong>el</strong>es r<strong>el</strong>ativos de población inmigrante<br />

(véase <strong>el</strong> cuadro III.21) 90 .<br />

• Cuadro III.21<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): tasa de participación laboral de nativos e<br />

inmigrantes de 15 años o más por sexo, 2010-2013<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes de la población total)<br />

País<br />

Total<br />

Nativos<br />

Inmigrantes<br />

Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres<br />

Arg<strong>en</strong>tina 64,0 64,1 76,4 52,8 62,4 75,4 51,4<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de) 66,7 66,8 78,6 55,3 56,0 67,9 42,6<br />

Brasil 63,9 64,0 74,6 54,0 50,8 61,6 37,9<br />

Chile 57,3 57,0 70,4 45,1 75,0 84,6 66,8<br />

Costa Rica 53,5 52,6 71.1 35,2 61,0 80,8 42,7<br />

Ecuador 60,5 60,4 78,0 43,6 67,2 82,0 51,8<br />

México 56,1 56,1 77,1 36,8 51,1 67,0 34,9<br />

Panamá 58,9 58,8 76,0 41,6 62,4 75,5 50,4<br />

Paraguay 74,0 73,9 85,4 62,4 76,0 86,6 67,1<br />

República Dominicana 53,4 52,8 68,5 37,6 64,1 80,0 37,9<br />

Uruguay 61,1 61,3 71,3 52,4 53,5 64,0 44,7<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) 43,2 42,4 57,1 28,3 56,0 75,7 36,7<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de datos c<strong>en</strong>sales proced<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> proyecto Investigación de la Migración Internacional <strong>en</strong> Latinoamérica (IMILA)<br />

y de un procesami<strong>en</strong>to especial de los c<strong>en</strong>sos de población; para Chile y <strong>el</strong> Paraguay: Banco de Datos de Encuestas de<br />

Hogares (BADEHOG).<br />

90<br />

En los c<strong>en</strong>sos de población se su<strong>el</strong><strong>en</strong> aplicar métodos de id<strong>en</strong>tificación de la participación <strong>en</strong> la fuerza laboral que<br />

difier<strong>en</strong> de los utilizados <strong>en</strong> las <strong>en</strong>cuestas de hogares formuladas especialm<strong>en</strong>te para la medición d<strong>el</strong> mercado de<br />

trabajo, por lo que los datos aquí pres<strong>en</strong>tados pued<strong>en</strong> diferir de la información proporcionada <strong>en</strong> otras publicaciones<br />

de la CEPAL y la OIT. Además, debido a la difer<strong>en</strong>cia metodológica de las fu<strong>en</strong>tes, se recomi<strong>en</strong>da tomar con caut<strong>el</strong>a las<br />

comparaciones <strong>en</strong>tre países y preferir, <strong>en</strong> cambio, las comparaciones de los difer<strong>en</strong>tes grupos de cada país.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> las tasas de participación laboral deb<strong>en</strong> analizarse t<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta<br />

la composición d<strong>el</strong> conjunto de inmigrantes según sexo, edad y niv<strong>el</strong> educativo, variables que a su<br />

vez están r<strong>el</strong>acionadas con <strong>el</strong> país de orig<strong>en</strong> y <strong>el</strong> historial de estos movimi<strong>en</strong>tos migratorios.<br />

La migración laboral —caracterizada por la población inmigrante económicam<strong>en</strong>te activa—<br />

provi<strong>en</strong>e principalm<strong>en</strong>te de los países vecinos. Destaca <strong>el</strong> caso de Colombia, que es <strong>el</strong> país de<br />

orig<strong>en</strong> con mayor número de inmigrantes económicam<strong>en</strong>te activos para tres de sus países vecinos<br />

(Ecuador, Panamá y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de)) 91 . También para México <strong>el</strong> país de orig<strong>en</strong><br />

con <strong>el</strong> mayor número de migrantes <strong>en</strong> un país vecino, los Estados Unidos, pero apar<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te este<br />

hecho es resultado de una migración de retorno de personas nacidas <strong>en</strong> los Estados Unidos <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

s<strong>en</strong>o de familias de orig<strong>en</strong> mexicano que posteriorm<strong>en</strong>te han regresado a su país de orig<strong>en</strong>. Otro<br />

caso especial es <strong>el</strong> d<strong>el</strong> Brasil, dado que <strong>el</strong> país de proced<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> mayor grupo de inmigrantes no<br />

es un país vecino y ni siquiera un país de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, a lo que podría contribuir la<br />

barrera de idioma, sino Portugal 92 .<br />

En varios países una gran parte de los inmigrantes económicam<strong>en</strong>te activos provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de<br />

un solo país, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la República Dominicana (un 86% de Haití), Costa Rica (un 76% de<br />

Nicaragua), la República Bolivariana de V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a y <strong>el</strong> Ecuador (un 68% y un 54%, respectivam<strong>en</strong>te,<br />

de Colombia). En cambio, la inmigración es más diversa <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil (solo un 17% procede d<strong>el</strong> principal<br />

país de orig<strong>en</strong>, Portugal) 93 , <strong>el</strong> Estado Plurinacional de Bolivia (un 21% de la Arg<strong>en</strong>tina), Panamá (un<br />

32% de Colombia), la Arg<strong>en</strong>tina (un 33% d<strong>el</strong> Paraguay) y Chile (un 36% d<strong>el</strong> Perú).<br />

En casi todos los países analizados, más d<strong>el</strong> 80% de la población inmigrante económicam<strong>en</strong>te<br />

activa provi<strong>en</strong>e de países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, si<strong>en</strong>do las excepciones los casos ya<br />

m<strong>en</strong>cionados d<strong>el</strong> Brasil y México, y de Panamá, debido a una pres<strong>en</strong>cia considerable de inmigrantes<br />

asiáticos, principalm<strong>en</strong>te de China y la India.<br />

Entre los países con una tasa de participación r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te baja <strong>en</strong>tre los inmigrantes,<br />

hay situaciones diversas. En <strong>el</strong> Uruguay, <strong>el</strong> f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o se r<strong>el</strong>aciona con la pres<strong>en</strong>cia de jubilados<br />

y p<strong>en</strong>sionados, qui<strong>en</strong>es repres<strong>en</strong>tan un 62,2% de la población no económicam<strong>en</strong>te activa nacida<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> extranjero con 15 años o más. Esto se debe principalm<strong>en</strong>te al <strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to de la población<br />

inmigrante que procede de países europeos (por ejemplo, un 87% de los inmigrantes de Italia y un<br />

86% de los de España ti<strong>en</strong><strong>en</strong> 60 años o más), pero también puede deberse, <strong>en</strong> parte, a la migración<br />

de personas jubiladas, inc<strong>en</strong>tivada por este país 94 .<br />

En <strong>el</strong> Brasil la baja tasa de actividad también se r<strong>el</strong>aciona con la estructura etaria de los<br />

inmigrantes, dado que, como ya se constató, se trata d<strong>el</strong> país con la mayor proporción de personas<br />

con 60 años o más, sobre todo prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te de Portugal. Por otra parte, la tasa de actividad de los<br />

inmigrantes de 30 a 59 años de edad supera a la de los nativos.<br />

91<br />

Además, es <strong>el</strong> segundo país de orig<strong>en</strong> de los inmigrantes <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de Costa Rica y <strong>el</strong> cuarto <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de la República<br />

Dominicana.<br />

92<br />

La especificidad d<strong>el</strong> idioma incide <strong>en</strong> que, además, haya alrededor de 5.000 inmigrantes prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de países<br />

africanos de habla portuguesa, qui<strong>en</strong>es repres<strong>en</strong>tan aproximadam<strong>en</strong>te un 2% d<strong>el</strong> total de inmigrantes d<strong>el</strong> Brasil.<br />

93<br />

Las personas prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de Portugal repres<strong>en</strong>tan un 24% de los inmigrantes con 10 años o más de edad.<br />

94<br />

En <strong>el</strong> Uruguay las personas jubiladas pagan un impuesto de asist<strong>en</strong>cia a la seguridad social, que rige desde julio<br />

de 2008; sin embargo, este impuesto excluye las jubilaciones y p<strong>en</strong>siones originadas <strong>en</strong> aportes a instituciones de<br />

previsión social extranjeras, aun cuando tales ingresos sean pagados por <strong>en</strong>tidades resid<strong>en</strong>tes. Véase [<strong>en</strong> línea] http://<br />

www.dgi.gub.uy/wdgi/page?2,personas,dgi--personas--informacion-sobre-iass--informacion-g<strong>en</strong>eral,O,es,0.


CEPAL<br />

En la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> país latinoamericano con <strong>el</strong> mayor número de inmigrantes, la situación<br />

es similar, pues la tasa de actividad de los inmigrantes (similar a la de los nativos) es resultado de<br />

dos situaciones muy difer<strong>en</strong>tes: la baja tasa de participación (32,1%) de la <strong>en</strong>vejecida inmigración<br />

proced<strong>en</strong>te de países europeos y la tasa mucho más alta (68,6%) de la inmigración latinoamericana<br />

(con tasas aún más <strong>el</strong>evadas <strong>en</strong> los casos d<strong>el</strong> Estado Plurinacional de Bolivia y <strong>el</strong> Paraguay).<br />

Por otra parte, <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de México, una bu<strong>en</strong>a parte d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te bajo de la tasa de<br />

participación se debe a la <strong>el</strong>evada proporción de amas de casa y estudiantes, qui<strong>en</strong>es repres<strong>en</strong>tan un<br />

41,2% y un 33,7%, respectivam<strong>en</strong>te, de los inmigrantes no económicam<strong>en</strong>te activos con 15 años o más<br />

de edad (y un 32,2% y un 47,7%, respectivam<strong>en</strong>te, de los inmigrantes no económicam<strong>en</strong>te activos de 10<br />

años o más). Esta situación se explica por <strong>el</strong> hecho ya com<strong>en</strong>tado de que <strong>el</strong> principal país de orig<strong>en</strong> de<br />

los inmigrantes <strong>en</strong> este caso son los Estados Unidos. Probablem<strong>en</strong>te se trata <strong>en</strong> su mayoría de personas<br />

nacidas <strong>en</strong> ese país <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>o de familias de orig<strong>en</strong> mexicano, las que posteriorm<strong>en</strong>te retornaron a su<br />

país 95 . En efecto, llama la at<strong>en</strong>ción que México sea <strong>el</strong> único país <strong>en</strong> que <strong>en</strong> <strong>el</strong> grupo más jov<strong>en</strong> (10 a 14<br />

años) la proporción de inmigrantes es mayor que <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de la población de 10 años o más (véase<br />

<strong>el</strong> cuadro II.2), lo que refleja claram<strong>en</strong>te la predominancia de una migración familiar fr<strong>en</strong>te a la migración<br />

individual frecu<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la migración laboral. Esto no disminuye la importancia de la inserción laboral de<br />

los inmigrantes, pues <strong>en</strong> los grupos etarios de 30 a 59 años la tasa de participación de los no nativos<br />

supera a la de los nacidos <strong>en</strong> México.<br />

La situación difiere, por ejemplo, <strong>en</strong> la República Dominicana, <strong>el</strong> país <strong>en</strong> que la tasa<br />

de participación de los migrantes supera <strong>en</strong> mayor grado a la de los nativos, ya que <strong>en</strong>tre los<br />

inmigrantes no se observa un grupo numeroso de estudiantes (un 22,6% de los inmigrantes no<br />

activos económicam<strong>en</strong>te y un 8,2% de todos los nacidos <strong>en</strong> <strong>el</strong> extranjero de 10 años o más de<br />

edad) ni de jubilados o p<strong>en</strong>sionados (un 3,2% de los inmigrantes inactivos y un 1,1% d<strong>el</strong> conjunto<br />

de inmigrantes de 10 años o más de edad). A la vez, <strong>en</strong> este país, como <strong>en</strong> los otros países con<br />

una tasa de participación r<strong>el</strong>ativa muy alta <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de los inmigrantes (Costa Rica, Ecuador,<br />

Panamá y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de)), <strong>en</strong> todos los grupos etarios esta tasa es mayor<br />

para estos que para los nativos 96 .<br />

Por otra parte, <strong>en</strong> algunos de los países con tasas de participación de los inmigrantes <strong>en</strong><br />

su conjunto iguales o m<strong>en</strong>ores que las de los nativos, hay grupos etarios <strong>en</strong> que esto no ocurre.<br />

Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> Estado Plurinacional de Bolivia y <strong>el</strong> Uruguay la tasa de participación es más baja<br />

que la de los nativos <strong>en</strong> todos los grupos de edad, <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina la supera <strong>en</strong> los grupos etarios<br />

más jóv<strong>en</strong>es, y <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil y México <strong>en</strong> los grupos de edad a partir de los 30 años (<strong>en</strong> México queda<br />

exceptuado <strong>el</strong> grupo de mayor edad). Esto indica la pres<strong>en</strong>cia de migración laboral reci<strong>en</strong>te también<br />

<strong>en</strong> estos últimos países.<br />

En todos los países la tasa de participación es más <strong>el</strong>evada <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los hombres que<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> de las mujeres, tanto <strong>en</strong>tre los nativos como <strong>en</strong>tre los nacidos <strong>en</strong> <strong>el</strong> extranjero. Sin embargo,<br />

comparando las brechas de las tasas de participación <strong>en</strong>tre nativos e inmigrantes por sexo, <strong>en</strong>tre<br />

los países <strong>en</strong> que la inmigración es principalm<strong>en</strong>te laboral y reci<strong>en</strong>te (con tasas de participación<br />

r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te altas), se pued<strong>en</strong> constatar difer<strong>en</strong>tes tipos de sesgo. En la República Bolivariana de<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a y la República Dominicana la inmigración laboral está más sesgada hacia los hombres<br />

(por una mayor brecha <strong>en</strong> su tasa de participación respecto de los hombres nativos, <strong>en</strong> comparación<br />

con la brecha de los dos grupos de mujeres), mi<strong>en</strong>tras que se registra una fuerte inserción laboral<br />

de las inmigrantes mujeres (por una mayor brecha <strong>en</strong>tre su tasa de participación respecto de las<br />

mujeres nativas, <strong>en</strong> comparación con la brecha <strong>en</strong>tre los dos grupos de hombres) <strong>en</strong> Chile, Costa<br />

Rica, <strong>el</strong> Ecuador, Panamá y <strong>el</strong> Paraguay.<br />

95<br />

Montoya Ortiz y González Becerril (2015) revisan las características de los movimi<strong>en</strong>tos migratorios de retorno<br />

hacia México.<br />

96<br />

La excepción es Panamá, donde los grupos etarios más jóv<strong>en</strong>es muestran niv<strong>el</strong>es levem<strong>en</strong>te más bajos para los<br />

inmigrantes que para los nativos.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Entre los países con una tasa de participación r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te baja <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de los<br />

inmigrantes, la brecha (negativa) es aún mayor para las mujeres <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de), <strong>el</strong> Brasil, y <strong>el</strong> Uruguay, y más marcada para los hombres <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de México, mi<strong>en</strong>tras que<br />

las difer<strong>en</strong>cias son mínimas <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina.<br />

ii) El desempleo<br />

La comparación de las tasas de desempleo <strong>en</strong>tre nativos e inmigrantes muestra que este indicador es<br />

significativam<strong>en</strong>te más bajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los inmigrantes <strong>en</strong> cinco de los nueve países considerados<br />

(Arg<strong>en</strong>tina, Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil, Chile y Paraguay). En contraste, la difer<strong>en</strong>cia de<br />

las tasas es m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> la República Dominicana (aunque todavía más reducida <strong>en</strong>tre los inmigrantes),<br />

mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Uruguay la proporción de las personas que buscan<br />

empleo es mayor <strong>en</strong>tre los inmigrantes.<br />

En casi todos los países, la tasa de desempleo es más alta para las mujeres que para los<br />

hombres inmigrantes. En Costa Rica y <strong>el</strong> Uruguay, <strong>el</strong> alto niv<strong>el</strong> de la tasa de desempleo d<strong>el</strong> conjunto<br />

de los inmigrantes se explica, <strong>en</strong> gran parte, por <strong>el</strong> desempleo de las mujeres: <strong>en</strong> estos países la<br />

tasa de desempleo de los hombres inmigrantes es m<strong>en</strong>or o igual que la de los hombres nativos,<br />

mi<strong>en</strong>tras que la tasa de desempleo de las mujeres inmigrantes es mucho más <strong>el</strong>evada que la de las<br />

mujeres nativas (véase <strong>el</strong> cuadro III.22).<br />

• Cuadro III.22<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): tasa de desempleo de nativos<br />

e inmigrantes por sexo, 2013<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

País<br />

Nativos<br />

Inmigrantes<br />

Total Hombres Mujeres Total Hombres Mujeres<br />

Arg<strong>en</strong>tina 7,2 6,2 8,5 3,7 2,7 4,9<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de) 2,6 2,1 3,2 1,0 0,4 2,0<br />

Brasil 6,5 4,9 8,5 3,9 3,6 4,3<br />

Chile 7,1 6,3 8,3 4,1 4,1 4,1<br />

Costa Rica 8,3 7,1 10,2 10,2 6,2 15,6<br />

Ecuador 4,1 3,3 5,4 4,8 5,6 3,6<br />

Paraguay 5,1 4,5 5,8 3,4 3,9 3,0<br />

República Dominicana 7,1 5,1 10,4 6,1 4,4 11,8<br />

Uruguay 6,5 5,1 8,2 7,2 5,1 9,7<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de datos d<strong>el</strong> Banco de Datos de Encuestas de Hogares (BADEHOG).<br />

El hecho de que <strong>en</strong> muchos casos la tasa de desempleo sea m<strong>en</strong>or para los inmigrantes<br />

puede deberse a una o varias de las sigui<strong>en</strong>tes razones:<br />

• En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, los grupos con niv<strong>el</strong>es más bajos de educación su<strong>el</strong><strong>en</strong> t<strong>en</strong>er<br />

tasas de desempleo abierto inferiores a los de mayor niv<strong>el</strong> educativo, debido a que, para<br />

asegurar su subsist<strong>en</strong>cia y la de los miembros de su hogar, necesitan una rápida inserción<br />

laboral, a veces bajo cualquier condición. En <strong>el</strong> caso de la inmigración laboral masiva, sobre<br />

todo de personas con bajos niv<strong>el</strong>es de calificación, esta situación se profundiza, pues este<br />

grupo de migrantes ti<strong>en</strong>e pocas opciones de apoyo económico <strong>en</strong> caso de desempleo, lo<br />

que los obliga a retomar a la brevedad un trabajo remunerado.<br />

• En <strong>el</strong> caso de la migración individual <strong>en</strong> que existe una familia <strong>en</strong> <strong>el</strong> país de orig<strong>en</strong> que<br />

dep<strong>en</strong>de de las remesas que <strong>en</strong>viaría <strong>el</strong> o la migrante, se añade la presión de responder


CEPAL<br />

a las expectativas de los familiares, principalm<strong>en</strong>te si estos contribuyeron a financiar los<br />

costos de la migración 97 .<br />

• La migración laboral calificada, sobrerrepres<strong>en</strong>tada <strong>en</strong> varios países, frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te surge<br />

como reacción a una demanda explícita, <strong>en</strong> cuyo caso <strong>el</strong> contrato laboral está asegurado.<br />

• Algo similar se puede asumir <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los empleadores (también sobrerrepres<strong>en</strong>tados<br />

<strong>en</strong>tre los migrantes), muchos de los cuales llegarían con un proyecto de inversión y<br />

con capital.<br />

iii) El empleo por rama de actividad<br />

Si se observa la inserción laboral de los trabajadores inmigrantes según rama de actividad, <strong>el</strong> primer<br />

hallazgo es una coincid<strong>en</strong>cia esperable: <strong>en</strong> los países <strong>en</strong> que las personas con bajos niv<strong>el</strong>es de<br />

educación formal repres<strong>en</strong>tan un <strong>el</strong>evado porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> conjunto de inmigrantes, la inserción se<br />

conc<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> rubros donde predominan ocupaciones m<strong>en</strong>os calificadas. Así, <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>en</strong>tre<br />

los rubros con inserción proporcional por <strong>en</strong>cima d<strong>el</strong> promedio destacan <strong>el</strong> servicio doméstico, la<br />

construcción y la gestión de desechos; <strong>en</strong> Costa Rica, <strong>el</strong> servicio doméstico, la construcción y <strong>el</strong><br />

sector agropecuario; <strong>en</strong> la República Dominicana, <strong>el</strong> sector agropecuario y la construcción, y <strong>en</strong><br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de), <strong>el</strong> servicio doméstico, <strong>el</strong> sector agropecuario y <strong>el</strong> comercio.<br />

La estructura polarizada de los inmigrantes <strong>en</strong> <strong>el</strong> Paraguay se refleja <strong>en</strong> una pres<strong>en</strong>cia r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

<strong>el</strong>evada <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de servicios financieros, bi<strong>en</strong>es raíces y servicios a empresas, y <strong>en</strong> <strong>el</strong> de<br />

agricultura, ganadería, silvicultura y pesca (véase <strong>el</strong> cuadro III.23).<br />

La situación es difer<strong>en</strong>te <strong>en</strong> países con niv<strong>el</strong>es educativos más <strong>el</strong>evados <strong>en</strong>tre los inmigrantes.<br />

Como se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro III.23, <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Ecuador y México hay<br />

una pres<strong>en</strong>cia r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te importante de inmigrantes <strong>en</strong> ramas que requier<strong>en</strong> <strong>en</strong> promedio mayores<br />

niv<strong>el</strong>es de calificación, como los servicios financieros, bi<strong>en</strong>es inmuebles y servicios a empresas<br />

y los servicios comunales, sociales y personales. Complem<strong>en</strong>tan la lista, con una proporción de<br />

inmigrantes mayor que <strong>en</strong> <strong>el</strong> conjunto de la fuerza de trabajo, rubros de peso específicos, como la<br />

explotación de minas <strong>en</strong> <strong>el</strong> Ecuador. En Chile se observa un esc<strong>en</strong>ario diversificado, con <strong>el</strong>evadas<br />

proporciones <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico, los servicios financieros, bi<strong>en</strong>es inmuebles y servicios a<br />

empresas, y <strong>el</strong> sector de comercio, restaurantes y hot<strong>el</strong>es.<br />

97<br />

En varios países (por ejemplo, <strong>el</strong> Brasil, Chile, la República Dominicana y <strong>el</strong> Uruguay), los hogares unipersonales<br />

repres<strong>en</strong>tan una mayor proporción <strong>en</strong>tre los hogares con jefatura de un(a) inmigrante que <strong>en</strong>tre aqu<strong>el</strong>los con jefatura<br />

de un(a) nativo(a), mi<strong>en</strong>tras la proporción es similar <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina y m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los inmigrantes <strong>en</strong> Costa<br />

Rica. También <strong>en</strong> cuatro de estos seis países la proporción de hogares con dos personas es mayor <strong>en</strong>tre los hogares<br />

con jefatura de un(a) inmigrante (cálculo propio sobre la base de datos d<strong>el</strong> Banco de Datos de Encuestas de Hogares<br />

(BADEHOG)). Esto indica la importancia de una migración parcial, <strong>en</strong> que solo uno o dos miembros de una familia<br />

migran, mi<strong>en</strong>tras que otros se quedan <strong>en</strong> <strong>el</strong> país de orig<strong>en</strong>, lo que habitualm<strong>en</strong>te se r<strong>el</strong>aciona con expectativas de <strong>en</strong>vío<br />

de remesas.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Cuadro III.23<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): participación de inmigrantes <strong>en</strong> la población<br />

económicam<strong>en</strong>te activa, por rama de actividad y sexo, 2010-2013<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Bolivia<br />

(Estado<br />

Plurinacional<br />

de)<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Brasil<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Chile a<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Costa Rica<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Ecuador<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

México<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Paraguaya<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

República<br />

Dominicana<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Uruguay<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República<br />

Bolivariana<br />

de)<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Total<br />

5,6<br />

5,4<br />

5,9<br />

1,1<br />

1,1<br />

0,9<br />

0,3<br />

0,4<br />

0,2<br />

3,2<br />

2,8<br />

3,7<br />

12,3<br />

12,0<br />

12,8<br />

1,6<br />

1,6<br />

1,7<br />

0,5<br />

0,5<br />

0,5<br />

3,3<br />

3,0<br />

3,7<br />

6,2<br />

7,5<br />

3,8<br />

2,3<br />

2,3<br />

2,4<br />

5,8<br />

6,0<br />

5,3<br />

Agricultura,<br />

ganadería,<br />

silvicultura<br />

y pesca<br />

4,7<br />

4,2<br />

6,5<br />

0,7<br />

0,9<br />

0,4<br />

0,1<br />

0,1<br />

0,1<br />

0,9<br />

0,8<br />

1,1<br />

16,0<br />

15,7<br />

18,0<br />

1,1<br />

1,1<br />

0,9<br />

0,2<br />

0,2<br />

0,2<br />

3,9<br />

3,4<br />

5,2<br />

20,1<br />

19,7<br />

26,1<br />

1,5<br />

1,5<br />

1,3<br />

8,2<br />

8,2<br />

8,4<br />

Minas y<br />

canteras<br />

4,4<br />

4,3<br />

4,6<br />

0,9<br />

0,9<br />

1,1<br />

0,4<br />

0,4<br />

0,4<br />

1,3<br />

1,4<br />

0,8<br />

9,6<br />

9,4<br />

11,9<br />

4,3<br />

4,4<br />

3,9<br />

0,5<br />

0,5<br />

0,9<br />

…<br />

…<br />

…<br />

6,1<br />

6,3<br />

3,9<br />

3,0<br />

2,8<br />

4,8<br />

2,4<br />

2,5<br />

2,0<br />

Industria<br />

manufacturera<br />

8,5<br />

8,5<br />

8,3<br />

0,9<br />

1,0<br />

0,7<br />

0,4<br />

0,4<br />

0,4<br />

2,9<br />

2,6<br />

3,5<br />

11,2<br />

11,0<br />

11,6<br />

1,6<br />

1,7<br />

1,5<br />

0,4<br />

0,4<br />

0,2<br />

3,2<br />

2,9<br />

3,9<br />

4,2<br />

5,2<br />

1,9<br />

2,1<br />

2,0<br />

2,4<br />

6,9<br />

6,8<br />

7,3<br />

Electricidad,<br />

gas y agua<br />

7,0<br />

7,5<br />

4,2<br />

0,9<br />

0,9<br />

1,0<br />

0,2<br />

0,2<br />

0,2<br />

1,5<br />

1,5<br />

1,4<br />

5,8<br />

5,5<br />

7,3<br />

1,3<br />

1,2<br />

1,5<br />

0,3<br />

0,3<br />

0,1<br />

1,4<br />

1,7<br />

0,0<br />

1,6<br />

1,8<br />

0,9<br />

1,4<br />

1,4<br />

1,3<br />

3,1<br />

3,4<br />

2,0<br />

Construcción<br />

8,8<br />

9,2<br />

6,2<br />

0,6<br />

0,6<br />

0,8<br />

0,2<br />

0,2<br />

0,4<br />

3,1<br />

3,1<br />

2,3<br />

22,4<br />

22,8<br />

14,2<br />

1,3<br />

1,2<br />

2,4<br />

0,4<br />

0,4<br />

1,0<br />

2,4<br />

2,4<br />

0,0<br />

15,6<br />

15,9<br />

8,5<br />

1,7<br />

1,7<br />

2,5<br />

6,6<br />

6,8<br />

6,3<br />

Comercio,<br />

restaurantes<br />

y hot<strong>el</strong>es<br />

5,3<br />

5,0<br />

5,8<br />

1,1<br />

1,8<br />

0,7<br />

0,4<br />

0,5<br />

0,3<br />

4,0<br />

3,9<br />

4,0<br />

12,8<br />

11,3<br />

15,3<br />

2,3<br />

2,6<br />

2,0<br />

0,5<br />

0,6<br />

0,4<br />

2,8<br />

3,3<br />

2,4<br />

4,6<br />

4,3<br />

5,2<br />

2,6<br />

2,7<br />

2,6<br />

8,2<br />

8,7<br />

7,5<br />

Transporte,<br />

almac<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to<br />

y comunicaciones<br />

4,0<br />

3,7<br />

5,3<br />

0,7<br />

0,6<br />

1,3<br />

0,3<br />

0,3<br />

0,2<br />

2,9<br />

2,5<br />

4,6<br />

6,8<br />

6,7<br />

7,7<br />

0,9<br />

0,8<br />

1,7<br />

0,4<br />

0,4<br />

0,9<br />

3,3<br />

3,1<br />

4,3<br />

1,8<br />

1,7<br />

2,7<br />

2,5<br />

2,3<br />

3,3<br />

3,5<br />

3,5<br />

3,4<br />

Servicios<br />

financieros, bi<strong>en</strong>es<br />

raíces y servicios<br />

a empresas<br />

4,4<br />

4,1<br />

4,7<br />

1,6<br />

1,8<br />

1,3<br />

0,4<br />

0,5<br />

0,3<br />

4,2<br />

4,1<br />

4,3<br />

7,5<br />

8,2<br />

6,6<br />

1,6<br />

1,9<br />

1,3<br />

0,9<br />

0,8<br />

1,0<br />

4,0<br />

3,8<br />

4,4<br />

3,3<br />

4,0<br />

2,2<br />

3,5<br />

4,0<br />

3,0<br />

4,8<br />

4,2<br />

5,7<br />

Servicios<br />

comunales,<br />

sociales y<br />

personales<br />

3,7<br />

3,5<br />

3,8<br />

1,6<br />

1,8<br />

1,4<br />

0,3<br />

0,5<br />

0,3<br />

2,4<br />

2,7<br />

2,2<br />

8,2<br />

9,1<br />

7,3<br />

1,9<br />

1,9<br />

1,9<br />

0,7<br />

0,8<br />

0,7<br />

3,4<br />

1,9<br />

4,1<br />

1,8<br />

2,3<br />

1,4<br />

2,4<br />

2,4<br />

2,3<br />

3,4<br />

3,6<br />

3,2<br />

Servicio<br />

doméstico<br />

11,2<br />

8,6<br />

11,8<br />

…<br />

…<br />

…<br />

0,1<br />

0,2<br />

0,1<br />

7,0<br />

3,6<br />

7,7<br />

27,9<br />

19,4<br />

28,8<br />

1,4<br />

1,2<br />

1,5<br />

0,3<br />

0,4<br />

0,3<br />

…<br />

…<br />

…<br />

5,2<br />

11,4<br />

4,8<br />

1,9<br />

1,6<br />

2,0<br />

13,7<br />

14,1<br />

13,6<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de datos c<strong>en</strong>sales proced<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> proyecto Investigación de la Migración Internacional <strong>en</strong> Latinoamérica (IMILA)<br />

y de un procesami<strong>en</strong>to especial de los c<strong>en</strong>sos de población; para Chile y <strong>el</strong> Paraguay: Banco de Datos de Encuestas de<br />

Hogares (BADEHOG).<br />

a<br />

Los datos de Chile y <strong>el</strong> Paraguay repres<strong>en</strong>tan la distribución d<strong>el</strong> empleo, no de la población económicam<strong>en</strong>te activa, <strong>en</strong>tre<br />

las ramas de actividad.<br />

Hombres y mujeres inmigrantes se ubican habitualm<strong>en</strong>te de manera similar <strong>en</strong> las<br />

difer<strong>en</strong>tes ramas de actividad, de manera que su proporción es r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evada (o baja) <strong>en</strong><br />

los mismos rubros. Sin embargo, <strong>en</strong> términos de la distribución de hombres y mujeres migrantes<br />

<strong>en</strong> las difer<strong>en</strong>tes ramas, <strong>en</strong> muchos casos se observa una clara división de trabajo por género. En<br />

algunos países, <strong>en</strong>tre los hombres destacan <strong>el</strong> sector agropecuario (Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de), Costa Rica, Paraguay, República Dominicana y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de)) y la<br />

construcción (Arg<strong>en</strong>tina, Chile y República Dominicana). Por otra parte, <strong>el</strong> servicio doméstico<br />

es <strong>el</strong> principal rubro para mujeres inmigrantes <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina y <strong>el</strong> segundo <strong>en</strong> Chile, Costa Rica<br />

y la República Dominicana.


CEPAL<br />

iv) El empleo por grupo de ocupación<br />

En cuanto a la composición de los ocupados según grupo de ocupación, se puede constatar que,<br />

tal como se observó <strong>en</strong> muchos países respecto de los ocupados de mayor niv<strong>el</strong> educativo, <strong>en</strong><br />

g<strong>en</strong>eral los inmigrantes registran una participación <strong>en</strong> las ocupaciones más calificadas (personal<br />

directivo y profesionales) que supera la que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> su conjunto. Específicam<strong>en</strong>te,<br />

con la excepción de la Arg<strong>en</strong>tina y Chile, <strong>en</strong> todos los países la proporción de inmigrantes <strong>en</strong>tre <strong>el</strong><br />

personal directivo supera su participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo total.<br />

En los países que no se caracterizan por una inmigración laboral masiva, <strong>en</strong>tre los inmigrantes<br />

predominan (<strong>en</strong> términos r<strong>el</strong>ativos) las ocupaciones de mayor calificación. Como proporción d<strong>el</strong> total<br />

de ocupados de los grupos de ocupación correspondi<strong>en</strong>tes, los inmigrantes se destacan, además<br />

de <strong>en</strong>tre los directivos, <strong>en</strong>tre los profesionales y técnicos <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong><br />

Brasil, <strong>el</strong> Ecuador, México y Panamá. Esto podría deberse a que muchos de estos trabajadores<br />

altam<strong>en</strong>te calificados fueron contratados por empresas de capitales extranjeros (es decir, no todos<br />

migraron por iniciativa propia) o bi<strong>en</strong> se trata de inversionistas (por ejemplo, <strong>en</strong> <strong>el</strong> área de hot<strong>el</strong>es o<br />

restaurantes), que ati<strong>en</strong>d<strong>en</strong> principalm<strong>en</strong>te a una demanda externa (véase <strong>el</strong> cuadro III.24).<br />

País<br />

• Cuadro III.24<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): participación de inmigrantes económicam<strong>en</strong>te<br />

activos <strong>en</strong> grupos de ocupación s<strong>el</strong>eccionados, 2010-2013<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Fuerza de<br />

trabajo<br />

total<br />

Personal<br />

directivo<br />

Profesionales<br />

Técnicos<br />

Empleados<br />

de oficina<br />

Trabajadores<br />

de servicios<br />

y v<strong>en</strong>dedores<br />

Trabajadores<br />

agropecuarios<br />

Operarios<br />

y<br />

artesanos<br />

Operadores<br />

de<br />

máquinas<br />

No<br />

calificados<br />

Arg<strong>en</strong>tina 5,6 5,1 … … … … 4,7 6,9 … …<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de)<br />

0,9 4,0 2,2 2,0 1,1 1,0 0,7 0,7 0,4 0,5<br />

Brasil 0,3 1,0 0,7 0,3 0,1 0,3 0,1 0,2 0,3 0,1<br />

Chile 3,2 3,2 4,2 3,0 2,5 4,3 0,8 2,9 1,5 3,6<br />

Costa Rica 11,9 13,9 6,9 7,3 5,6 13,0 6,9 16,9 8,5 21,3<br />

Ecuador 1,6 5,0 2,4 2,5 1,6 2,1 1,0 1,3 0,7 1,4<br />

México 0,5 1,7 1,1 0,7 0,5 0,5 0,2 0,3 0,2 0,3<br />

Panamá 4,6 14,7 9,1 6,3 2,3 8,7 1,2 3,8 1,5 2,0<br />

Paraguay 3,3 7,2 2,5 3,4 1,6 3,1 3,9 3,0 4,1 2,8<br />

República<br />

Dominicana<br />

6,2 6,3 3,1 2,4 1,4 4,2 15,2 8,1 1,4 11,5<br />

Uruguay 1,9 3,9 3,1 2,2 2,1 2,2 0,9 1,3 1,3 1,3<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República<br />

Bolivariana de)<br />

5,8 6,2 3,6 3,9 2,8 8,1 6,3 7,2 4,3 6,6<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de datos c<strong>en</strong>sales proced<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> proyecto Investigación de la Migración Internacional <strong>en</strong> Latinoamérica (IMILA)<br />

y de un procesami<strong>en</strong>to especial de los c<strong>en</strong>sos de población; para Chile y <strong>el</strong> Paraguay: Banco de Datos de Encuestas de<br />

Hogares (BADEHOG).<br />

Nota: Las cifras destacadas son las que superan <strong>el</strong> valor de la fuerza de trabajo total.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

En muchos países los inmigrantes también están fuertem<strong>en</strong>te repres<strong>en</strong>tados <strong>en</strong>tre los<br />

trabajadores de servicios y v<strong>en</strong>dedores, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> unos pocos, sobre todo los de inmigración alta,<br />

hay una marcada pres<strong>en</strong>cia de inmigrantes <strong>en</strong> grupos de bajo niv<strong>el</strong> de calificación. Específicam<strong>en</strong>te,<br />

<strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina es r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evada la proporción de inmigrantes <strong>en</strong> ocupaciones de calificación<br />

intermedia y baja 98 ; <strong>en</strong> Chile su pres<strong>en</strong>cia es importante <strong>en</strong> ocupaciones de difer<strong>en</strong>tes niv<strong>el</strong>es de<br />

calificación (trabajadores de servicios y v<strong>en</strong>dedores, profesionales y trabajadores no calificados),<br />

y <strong>en</strong> Costa Rica, la República Dominicana y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana) destaca la fuerte<br />

pres<strong>en</strong>cia de inmigrantes <strong>en</strong> ocupaciones de un niv<strong>el</strong> r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te bajo de calificación.<br />

v) El empleo por categoría de ocupación<br />

G<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te hay pocas difer<strong>en</strong>cias respecto de la proporción de asalariados y trabajadores por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia <strong>en</strong>tre los inmigrantes, <strong>en</strong> comparación con los nativos. Su proporción es r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

mayor <strong>en</strong>tre los asalariados <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, Bolivia (Estado Plurinacional de), Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador<br />

y México, mi<strong>en</strong>tras que hay una mayor proporción r<strong>el</strong>ativa de los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> Brasil, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay, la República Dominicana y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de); <strong>en</strong><br />

Chile las proporciones son muy similares.<br />

Por otra parte, <strong>en</strong> casi todos los países, con las excepciones de la Arg<strong>en</strong>tina y la República<br />

Dominicana, los empleadores están sobrerrepres<strong>en</strong>tados <strong>en</strong>tre los inmigrantes (es decir, su<br />

proporción <strong>en</strong>tre los inmigrantes es mayor que <strong>en</strong>tre los nativos), lo que nuevam<strong>en</strong>te indica la<br />

pres<strong>en</strong>cia de extranjeros con capacidad de inversión 99 . El gráfico III.68 muestra los principales<br />

rubros <strong>en</strong> los que se desempeñan los empleadores inmigrantes <strong>en</strong> la región.<br />

En todos los países, <strong>el</strong> mayor grupo de empleadores inmigrantes activos se desempeña <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> rubro de comercio, restaurantes y hot<strong>el</strong>es, si<strong>en</strong>do los servicios comunales, sociales y personales<br />

una segunda rama de actividad con una <strong>el</strong>evada pres<strong>en</strong>cia de empleadores inmigrantes. La industria<br />

manufacturera y <strong>el</strong> sector agropecuario aparec<strong>en</strong> como otros rubros importantes al respecto.<br />

En términos r<strong>el</strong>ativos (<strong>en</strong> comparación con la distribución de los empleadores nativos por<br />

rama de actividad), <strong>el</strong> esc<strong>en</strong>ario es mixto, si bi<strong>en</strong> <strong>en</strong> siete países las ramas de servicios financieros,<br />

bi<strong>en</strong>es raíces y servicios a empresas son las que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> mayor pres<strong>en</strong>cia (r<strong>el</strong>ativa) de inmigrantes<br />

<strong>en</strong>tre los empleadores. También <strong>en</strong> <strong>el</strong> rubro de minas y canteras, <strong>el</strong> sector de comercio, restaurantes y<br />

hot<strong>el</strong>es, y <strong>en</strong> los servicios comunales, sociales y personales se registra una proporción r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

<strong>el</strong>evada de empleadores inmigrantes <strong>en</strong> varios países.<br />

98<br />

En concordancia con su fuerte pres<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la construcción, destaca la proporción de inmigrantes <strong>en</strong> <strong>el</strong> rubro de<br />

producción extractiva, producción <strong>en</strong>ergética, construcción e infraestructura, seguido por <strong>el</strong> rubro de servicios varios.<br />

Cabe señalar que los grupos de ocupación utilizados <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina son difer<strong>en</strong>tes de los de otros países.<br />

99<br />

Obviam<strong>en</strong>te, también hay casos <strong>en</strong> que estos inmigrantes no se establecieron de inmediato como empleadores, sino que<br />

abrieron su propio negocio después de un período <strong>en</strong> que se habrían desempeñado <strong>en</strong> otra categoría de inserción laboral.


CEPAL<br />

• Gráfico III.68<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados a ): ramas de actividad con mayor pres<strong>en</strong>cia de<br />

empleadores inmigrantes, <strong>en</strong> términos absolutos y r<strong>el</strong>ativos, 2010-2013 b<br />

(En número de países)<br />

12<br />

10<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

0<br />

Sector agropecuario<br />

Minas y canteras<br />

Industria<br />

manufacturera<br />

Electricidad, gas y agua<br />

Construcción<br />

Comercio, restaurantes<br />

y hot<strong>el</strong>es<br />

Transporte<br />

Servicios financieros y<br />

servicios a empresas<br />

Otros servicios<br />

Términos absolutos<br />

Términos r<strong>el</strong>ativos<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT),<br />

sobre la base de datos c<strong>en</strong>sales proced<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> proyecto Investigación de la Migración Internacional <strong>en</strong> Latinoamérica (IMILA) y de un<br />

procesami<strong>en</strong>to especial de los c<strong>en</strong>sos de población; para Chile y <strong>el</strong> Paraguay: Banco de Datos de Encuestas de Hogares<br />

(BADEHOG).<br />

a<br />

Arg<strong>en</strong>tina, Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, México, Paraguay, República Dominicana,<br />

Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

b<br />

Se consideran las tres ramas con mayor de pres<strong>en</strong>cia de empleadores inmigrantes <strong>en</strong> cada país.<br />

vi) Los ingresos<br />

En la región, los datos sobre ingresos disponibles para comparaciones internacionales son los<br />

prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de las <strong>en</strong>cuestas de hogares, lo que pres<strong>en</strong>ta algunas desv<strong>en</strong>tajas al analizar poblaciones<br />

migrantes. Más aún, <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de la información sobre <strong>el</strong> empleo, los datos sobre ingresos que<br />

provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de estas fu<strong>en</strong>tes corr<strong>en</strong> <strong>el</strong> riesgo de ser sesgados por <strong>el</strong> tamaño limitado de la muestra<br />

para un colectivo tan pequeño <strong>en</strong> muchos países como proporción de la población total y por<br />

<strong>el</strong> hecho de que muchos migrantes, sobre todo de baja calificación, su<strong>el</strong><strong>en</strong> vivir <strong>en</strong> situaciones<br />

habitacionales informales que no necesariam<strong>en</strong>te están cubiertas por <strong>el</strong> mapeo de base de las<br />

<strong>en</strong>cuestas. Además, <strong>en</strong> algunos casos la situación legal puede desinc<strong>en</strong>tivar la participación <strong>en</strong><br />

una <strong>en</strong>cuesta de este carácter.<br />

De todas maneras, <strong>en</strong> vista de la estructura educativa y las características de inserción <strong>en</strong><br />

términos de categorías y grupos de ocupación, no sorpr<strong>en</strong>de que, <strong>en</strong> promedio, <strong>en</strong> varios países<br />

(Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay) los inmigrantes perciban<br />

ingresos laborales más <strong>el</strong>evados que los nativos. Sin embargo, <strong>en</strong> los países con información disponible<br />

que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una inmigración r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evada (Arg<strong>en</strong>tina, Costa Rica y República Dominicana),<br />

los ingresos medios de los inmigrantes son inferiores a los de los nativos. Entre los asalariados se<br />

observa la misma distribución de los países que para <strong>el</strong> conjunto de ocupados (véase <strong>el</strong> cuadro III.25).<br />

Por otra parte, llama la at<strong>en</strong>ción que, con la excepción de la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>en</strong>tre los empleadores<br />

los inmigrantes ti<strong>en</strong><strong>en</strong> ingresos más <strong>el</strong>evados que sus contrapartes nativos, lo que probablem<strong>en</strong>te<br />

refleja <strong>el</strong> hecho de que <strong>en</strong> muchos casos llegan a su país de destino con un capital que supera <strong>el</strong><br />

monto disponible <strong>en</strong> promedio para los empleadores nativos. En cambio, <strong>en</strong>tre los trabajadores por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia de los países con un mayor movimi<strong>en</strong>to de migración laboral (Arg<strong>en</strong>tina, Costa Rica<br />

y República Dominicana), los ingresos de los inmigrantes que se desempeñan <strong>en</strong> estas categorías<br />

de ocupación son más bajos o similares a los de los nativos.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Los resultados respecto de los ingresos r<strong>el</strong>ativos de los inmigrantes <strong>en</strong> las difer<strong>en</strong>tes<br />

categorías de ocupación están r<strong>el</strong>acionados con los que se refier<strong>en</strong> a los ingresos laborales según<br />

niv<strong>el</strong> educativo. Nuevam<strong>en</strong>te con la excepción de la Arg<strong>en</strong>tina, los inmigrantes con mayores niv<strong>el</strong>es<br />

educativos su<strong>el</strong><strong>en</strong> ganar, <strong>en</strong> promedio, más que los nativos d<strong>el</strong> mismo niv<strong>el</strong> de educación. En <strong>el</strong><br />

otro extremo, se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran Costa Rica y la República Dominicana, donde, como ya se vio, los<br />

m<strong>en</strong>os calificados repres<strong>en</strong>tan <strong>el</strong> grueso de la inmigración laboral y, <strong>en</strong> promedio, ganan m<strong>en</strong>os o<br />

un monto similar que los nativos.<br />

• Cuadro III.25<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): ingresos laborales de los inmigrantes<br />

con r<strong>el</strong>ación a los de los nativos, 2013<br />

Total<br />

Hombres<br />

Mujeres<br />

Empleadores<br />

Trabajadores por<br />

cu<strong>en</strong>ta propia<br />

Asalariados<br />

Más altos Similares Más bajos<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil, …<br />

Arg<strong>en</strong>tina, Costa Rica y<br />

Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay<br />

República Dominicana<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil,<br />

Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay<br />

Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay,<br />

República Dominicana y Uruguay<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil,<br />

Chile, Costa Rica, Ecuador, Paraguay,<br />

República Dominicana y Uruguay<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil,<br />

Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay<br />

Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil,<br />

Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay<br />

…<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de)<br />

…<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

…<br />

Arg<strong>en</strong>tina, Costa Rica y<br />

República Dominicana<br />

Arg<strong>en</strong>tina y Costa Rica<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Costa Rica y República Dominicana<br />

Arg<strong>en</strong>tina, Costa Rica y<br />

República Dominicana<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de datos d<strong>el</strong> Banco de Datos de Encuestas de Hogares (BADEHOG).<br />

vii) Informalidad y protección social<br />

Si bi<strong>en</strong> la información c<strong>en</strong>sal es insufici<strong>en</strong>te al respecto, varios estudios muestran altos niv<strong>el</strong>es<br />

de informalidad <strong>en</strong>tre los trabajadores inmigrantes. Por ejemplo, para la Arg<strong>en</strong>tina se ha estimado<br />

que <strong>en</strong> 2011 un 67,4% de los inmigrantes de orig<strong>en</strong> sudamericano se <strong>en</strong>contraba <strong>en</strong> situación de<br />

informalidad laboral, fr<strong>en</strong>te a un 41,7% de los trabajadores no migrantes y un 41,8% de los migrantes<br />

internos (OIT, 2015b). Por otra parte, se estima que <strong>en</strong> Costa Rica <strong>el</strong> 29% de todos los trabajadores<br />

migrantes y <strong>el</strong> 32% de las trabajadoras migrantes estarían <strong>en</strong> la economía informal (OIT, 2013). En la<br />

República Dominicana, <strong>en</strong> <strong>el</strong> año 2012 <strong>el</strong> 83,6% de los trabajadores migrantes haitianos d<strong>el</strong> sector<br />

agrario trabajaban de manera informal, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> la construcción esta tasa alcanzó un 91%<br />

(Ministerio de Trabajo/OMLAD, 2011).<br />

Si se analiza la participación <strong>en</strong> esquemas contributivos y programas de seguridad social<br />

como indicador de la (in)formalidad laboral <strong>en</strong> tres países con información disponible que pres<strong>en</strong>tan<br />

una <strong>el</strong>evada proporción de inmigrantes (Arg<strong>en</strong>tina, Costa Rica y República Dominicana), se observa<br />

que exist<strong>en</strong> grandes brechas <strong>en</strong>tre inmigrantes y nativos, con una cobertura significativam<strong>en</strong>te<br />

m<strong>en</strong>or <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los primeros <strong>en</strong> comparación con los últimos. En contraste, <strong>en</strong> Bolivia (Estado<br />

Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, <strong>el</strong> Paraguay y <strong>el</strong> Uruguay, así como <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los asalariados <strong>en</strong> Chile,<br />

las tasas de cobertura son similares <strong>en</strong> ambos grupos (véase <strong>el</strong> cuadro III.26) 100 .<br />

Al comparar la situación de los hombres con la de las mujeres, se observa que, con pocas<br />

excepciones, la brecha <strong>en</strong>tre inmigrantes y nativos es más desfavorable para las mujeres que para<br />

los hombres y, <strong>en</strong> algunos casos, hay grandes difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> la cobertura <strong>en</strong>tre mujeres inmigrantes<br />

y nativas.<br />

100<br />

Entre los ocupados totales y los ocupados hombres de Chile y <strong>en</strong>tre los asalariados d<strong>el</strong> Ecuador, incluso hay una<br />

cobertura moderadam<strong>en</strong>te mayor para los inmigrantes.


CEPAL<br />

• Cuadro III.26<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): niv<strong>el</strong> de cotización a sistemas de seguridad social<br />

de los inmigrantes <strong>en</strong> comparación con los nativos, 2013 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Más alta Similar Más baja<br />

Ocupados Chile (88-83) Bolivia (Estado Plurinacional de)<br />

(24-27), Brasil (61-63), Paraguay<br />

(29-30) y Uruguay (76-76)<br />

Ocupados<br />

hombres<br />

Ocupadas<br />

mujeres<br />

Asalariados<br />

Asalariados<br />

hombres<br />

Asalariados<br />

mujeres<br />

Chile (92-83)<br />

…<br />

Ecuador<br />

(60-55)<br />

Ecuador<br />

(61-50)<br />

Bolivia (Estado<br />

Plurinacional<br />

de) (64-53)<br />

Brasil (64-62), Paraguay<br />

(26-28) y Uruguay (79-76)<br />

Bolivia (Estado Plurinacional<br />

de) (32-29),<br />

Chile (84-82), Paraguay<br />

(31-31) y Uruguay (73-76)<br />

Brasil (73-77), Chile (94-<br />

90) y Uruguay (88-88)<br />

Brasil (75-78), Chile (95-<br />

91) y Uruguay (91-88)<br />

Chile (93-89), Ecuador (60-<br />

64) y Uruguay (84-87)<br />

Arg<strong>en</strong>tina (49-73), Costa<br />

Rica (71-87) y República<br />

Dominicana (19-64)<br />

Arg<strong>en</strong>tina (46-70), Bolivia<br />

(Estado Plurinacional de)<br />

(19-25), Costa Rica (70-84) y<br />

República Dominicana (20-59)<br />

Arg<strong>en</strong>tina (53-77), Brasil<br />

(56-64), Costa Rica (73-91) y<br />

República Dominicana (19-72)<br />

Arg<strong>en</strong>tina (56-78), Bolivia<br />

(Estado Plurinacional de)<br />

(38-44), Costa Rica (73-90),<br />

Paraguay (39-46) y República<br />

Dominicana (51-71)<br />

Arg<strong>en</strong>tina (55-77), Bolivia<br />

(Estado Plurinacional de)<br />

(19-40), Costa Rica (73-87),<br />

Paraguay (39-45) y República<br />

Dominicana (51-69)<br />

Arg<strong>en</strong>tina (57-79), Brasil<br />

(69-77), Costa Rica (73-93),<br />

Paraguay (38-49) y República<br />

Dominicana (48-75)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de datos d<strong>el</strong> Banco de Datos de Encuestas de Hogares (BADEHOG).<br />

a<br />

El primer número <strong>en</strong>tre paréntesis repres<strong>en</strong>ta la tasa de cobertura de los inmigrantes y <strong>el</strong> segundo la de los nativos. Las<br />

variables consideradas son la contribución a un sistema de p<strong>en</strong>siones <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil, Chile y <strong>el</strong> Uruguay, la contribución a un<br />

sistema de salud <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Paraguay y la República Dominicana y la contribución<br />

a la seguridad social <strong>en</strong> Costa Rica y <strong>el</strong> Ecuador.<br />

d) Políticas y acuerdos para fom<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> empleo pl<strong>en</strong>o y productivo y<br />

<strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te para los trabajadores inmigrantes<br />

i) Retos y políticas<br />

Para fom<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> empleo pl<strong>en</strong>o y productivo y <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te para los inmigrantes y g<strong>en</strong>erar un<br />

impacto lo más positivo posible <strong>en</strong> los mercados de trabajo de los países de destino, es importante<br />

aplicar distintas políticas que molde<strong>en</strong> la migración (véase <strong>el</strong> diagrama III.2) 101 .<br />

101<br />

Puede ser necesario desarrollar también programas de apoyo para segm<strong>en</strong>tos de la población nativa cuyas perspectivas<br />

de inserción laboral se vean afectadas por la inmigración.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Diagrama III.2<br />

Impacto de la migración internacional y políticas r<strong>el</strong>acionadas<br />

Políticas de educación<br />

Políticas laborales<br />

Políticas previsionales<br />

Políticas económicas<br />

Políticas de seguridad<br />

Impacto económico<br />

País de orig<strong>en</strong> País de tránsito País de destino<br />

Impacto cultural<br />

Impacto demográfico<br />

Impacto social<br />

Políticas comerciales<br />

Políticas de salud<br />

Políticas de desarrollo<br />

Políticas migratorias<br />

Políticas sociales<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

En efecto, las sociedades involucradas deb<strong>en</strong> <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar la compleja situación de la migración<br />

desde diversas áreas de política pública, coordinando no solo las políticas migratorias y laborales,<br />

sino también las sociales, de educación, de salud, de seguridad, previsionales, de desarrollo y de<br />

comercio, <strong>en</strong>tre otras, ori<strong>en</strong>tándolas a la inclusión social y la protección de derechos. A su vez,<br />

dado que este tema traspasa los límites geográficos, los países necesitan acordar instrum<strong>en</strong>tos de<br />

colaboración para solucionar diversos aspectos r<strong>el</strong>acionados con la movilidad de personas.<br />

Estas políticas están interr<strong>el</strong>acionadas y muchas ti<strong>en</strong><strong>en</strong> efectos tanto directos como indirectos<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral. Por ejemplo, las políticas migratorias que controlan <strong>el</strong> número y las características<br />

de los inmigrantes aceptados <strong>en</strong> un país afectan sus mercados laborales <strong>en</strong> forma directa al incidir <strong>en</strong><br />

la oferta laboral. Sin embargo, al mismo tiempo impactan <strong>en</strong> la integración laboral de estas personas,<br />

ya que <strong>el</strong>la dep<strong>en</strong>de de sus habilidades, estatus migratorio, motivos, país de orig<strong>en</strong>, regulaciones<br />

laborales y otros factores, y las políticas migratorias influy<strong>en</strong> <strong>en</strong> muchas de estas variables. Algunas<br />

políticas laborales r<strong>el</strong>acionadas con la inmigración se sintetizan <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro III.27. Los países de orig<strong>en</strong><br />

podrían estar interesados <strong>en</strong> ret<strong>en</strong>er a sus recursos humanos, por lo que toda política laboral t<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te<br />

a mejorar las condiciones de los mercados laborales locales t<strong>en</strong>drá efectos positivos <strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido.<br />

Por su parte, los países que son receptores netos de inmigrantes pued<strong>en</strong> utilizar algunas herrami<strong>en</strong>tas<br />

de política laboral para aprovechar efici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te la mayor disponibilidad de mano de obra y favorecer<br />

su integración laboral. Por último, también es posible realizar acciones conjuntas <strong>en</strong>tre los países para<br />

mejorar la situación laboral de las personas migrantes. Estas se r<strong>el</strong>acionan básicam<strong>en</strong>te con acuerdos<br />

sobre <strong>el</strong> reconocimi<strong>en</strong>to de capacidades, compet<strong>en</strong>cias y experi<strong>en</strong>cia adquiridas <strong>en</strong> <strong>el</strong> extranjero, así<br />

como de las contribuciones a la seguridad social realizadas.


CEPAL<br />

• Cuadro III.27<br />

Políticas de mercado laboral r<strong>el</strong>acionadas con la migración internacional<br />

Políticas de mercado laboral que desali<strong>en</strong>tan<br />

la emigración de trabajadores<br />

Políticas de mercado laboral que favorec<strong>en</strong><br />

la integración laboral de inmigrantes<br />

- Políticas que favorec<strong>en</strong> la creación de empleo - Simplificación administrativa de regularización de situación migratoria<br />

- Políticas de formalización<br />

- Provisión de información <strong>en</strong> materia de admisión,<br />

- Mejora de la información sobre las ofertas<br />

empleo y resid<strong>en</strong>cia perman<strong>en</strong>te<br />

de empleo disponibles localm<strong>en</strong>te<br />

- Políticas de control de la situación migratoria y laboral<br />

- Seguros de desempleo<br />

- Mejora de la información sobre <strong>el</strong> mercado laboral<br />

- Políticas de fijación de salarios<br />

- Reconocimi<strong>en</strong>to de formación o títulos extranjeros<br />

- Intermediación laboral<br />

- Fortalecimi<strong>en</strong>to de las políticas de empleo y de migración laboral<br />

- Capacitación para <strong>el</strong> trabajo<br />

- Políticas de seguridad y protección social de trabajadores migrantes<br />

- Políticas que favorec<strong>en</strong> <strong>el</strong> retorno a - Políticas de migración laboral que integr<strong>en</strong> las cuestiones<br />

de género y abord<strong>en</strong> problemas o abusos específicos<br />

- Programas de trabajo temporal que se correspondan con las necesidades<br />

d<strong>el</strong> mercado laboral y respet<strong>en</strong> <strong>el</strong> principio de igualdad de trato<br />

- Instauración o reforzami<strong>en</strong>to de instancias de diálogo social para<br />

resolver consultas sobre todos los aspectos de la migración laboral<br />

Políticas de mercado laboral que favorec<strong>en</strong> la movilidad internacional de mano de obra<br />

- Acuerdos de reconocimi<strong>en</strong>tos de formación<br />

- Acuerdos de reconocimi<strong>en</strong>to de títulos<br />

- Acuerdos <strong>en</strong> materia de seguridad social<br />

- Acuerdos de regím<strong>en</strong>es migratorios y condiciones de empleo<br />

- Mejora de la información laboral<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT),<br />

sobre la base de Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE), Interr<strong>el</strong>ations betwe<strong>en</strong> Public Policies,<br />

Migration and Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t, París, OECD Publishing, <strong>2017</strong>; Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE)/<br />

Organización de los Estados Americanos (OEA), “Why is migration increasing in the Americas?”, Migration Policy Debates,<br />

N° 11, septiembre [<strong>en</strong> línea] http://www.oecd.org/<strong>el</strong>s/mig/migration-policy-debates-11.pdf, 2016; OIT, “La migración laboral<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: diagnóstico, estrategia y líneas de trabajo de la OIT <strong>en</strong> la región”, Informes Técnicos, No<br />

2, Lima, Oficina Regional de la OIT para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> [<strong>en</strong> línea] http://www.ilo.org/americas/publicaciones/<br />

WCMS_502766/lang--es/index.htm, 2016; Consejo Nacional de Población (CONAPO), “Algunos efectos de la migración<br />

internacional <strong>en</strong> los lugares de orig<strong>en</strong> y destino”, Índices de int<strong>en</strong>sidad migratoria México-Estados Unidos, 2010: <strong>el</strong> estado<br />

de la migración, Ciudad de México [<strong>en</strong> línea] http://www.conapo.gob.mx/swb/CONAPO/Indices_de_int<strong>en</strong>sidad_migratoria_<br />

Mexico-Estados_Unidos_2010, 2012; OIT, Marco multilateral de la OIT para las migraciones laborales: principios y directrices<br />

no vinculantes para un <strong>en</strong>foque de las migraciones laborales basado <strong>en</strong> los derechos, Ginebra [<strong>en</strong> línea] http://www.ilo.org/<br />

global/topics/labour-migration/publications/WCMS_178678/lang--es/index.htm, 2007.<br />

a<br />

Un ejemplo es <strong>el</strong> programa Red de Arg<strong>en</strong>tinos Investigadores y Ci<strong>en</strong>tíficos <strong>en</strong> <strong>el</strong> Exterior (RAICES), de la Arg<strong>en</strong>tina, que<br />

otorga becas para <strong>el</strong> retorno de ci<strong>en</strong>tíficos nacionales resid<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>el</strong> extranjero. Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.efran.mrecic.<br />

gov.ar/cont<strong>en</strong>t/programa-ra%C3%ADces.<br />

Una herrami<strong>en</strong>ta útil que conti<strong>en</strong>e directrices de política es <strong>el</strong> Marco multilateral de la OIT para<br />

las migraciones laborales: principios y directrices no vinculantes para un <strong>en</strong>foque de las migraciones<br />

laborales basado <strong>en</strong> los derechos (OIT, 2007). En este docum<strong>en</strong>to se resum<strong>en</strong> ori<strong>en</strong>taciones<br />

prácticas y medidas que permit<strong>en</strong> a todas las partes aprovechar al máximo la contribución de las<br />

migraciones laborales abordando las cuestiones principales a las que se <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tan los <strong>en</strong>cargados<br />

de formular las políticas sobre migración <strong>en</strong> los planos nacional, regional e internacional. Sobre la<br />

base de experi<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> migración a niv<strong>el</strong> mundial, <strong>el</strong> marco integra una amplia serie de principios,<br />

ori<strong>en</strong>taciones y prácticas óptimas sobre la política r<strong>el</strong>ativa a los trabajadores migrantes, como <strong>el</strong><br />

fom<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te, la gestión de la migración, la protección de los trabajadores migrantes<br />

y la promoción de vínculos <strong>en</strong>tre la migración y <strong>el</strong> desarrollo.<br />

Los países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> han logrado importantes avances <strong>en</strong> cuanto a la<br />

consideración de temas migratorios <strong>en</strong> sus políticas. Varios han incluido <strong>el</strong> <strong>en</strong>foque laboral <strong>en</strong> la<br />

ag<strong>en</strong>da de actores claves dedicados al tema de la migración internacional y <strong>en</strong> las políticas públicas,<br />

particularm<strong>en</strong>te desde una perspectiva de derechos. En este s<strong>en</strong>tido, se han reformulados leyes<br />

migratorias, laborales y otras conexas y se han diseñado numerosos programas e iniciativas a<br />

niv<strong>el</strong> local, nacional y regional (OIT, 2016a). Ejemplos a niv<strong>el</strong> nacional son <strong>el</strong> de la Arg<strong>en</strong>tina, que<br />

<strong>en</strong> 2010 reglam<strong>en</strong>tó la Ley de Migraciones, que habilita un acceso simplificado para la obt<strong>en</strong>ción<br />

de la resid<strong>en</strong>cia a los inmigrantes sudamericanos (OIT, 2015b). En Costa Rica, la Ley núm. 8764 de


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

2009 y la Ley contra la trata de personas y creación de la Coalición Nacional Contra <strong>el</strong> Tráfico Ilícito<br />

de Migrantes y la Trata de Personas (CONATT), de 2012, marcan un hito importante <strong>en</strong> materia de<br />

migración 102 . Sin embargo, para avanzar <strong>en</strong> la dirección acordada se requiere superar una serie de<br />

debilidades que pres<strong>en</strong>tan las políticas públicas de gobernanza de las migraciones, id<strong>en</strong>tificadas<br />

<strong>en</strong> OIT (2016a): i) vacíos y fragm<strong>en</strong>tación de la gobernanza migratoria <strong>en</strong> los acuerdos regionales<br />

de integración; ii) un débil <strong>en</strong>foque laboral y de derechos <strong>en</strong> la institucionalidad y la gobernabilidad<br />

migratoria; iii) falta de participación de los actores d<strong>el</strong> mundo d<strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> los procesos de consulta<br />

sobre migración; iv) falta de diálogo social sobre migración <strong>en</strong> los procesos de integración regional;<br />

v) aus<strong>en</strong>cia de comisiones intergubernam<strong>en</strong>tales con la participación de los ministerios de trabajo; vi)<br />

falta de coher<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre las políticas migratorias y las políticas de empleo; vii) débiles compet<strong>en</strong>cias<br />

de las instituciones d<strong>el</strong> mercado laboral para abordar <strong>el</strong> tema de la migración laboral; viii) insufici<strong>en</strong>te<br />

participación de los trabajadores migrantes <strong>en</strong> procesos de sindicalización y negociación colectiva,<br />

y ix) debilidades <strong>en</strong> los sistemas de información y estadísticas y brechas de conocimi<strong>en</strong>tos sobre<br />

las migraciones laborales.<br />

ii) La migración laboral <strong>en</strong> la ag<strong>en</strong>da de desarrollo internacional<br />

En las últimas décadas, <strong>el</strong> tema de la migración transfronteriza ha sido motivo de debate internacional.<br />

Con <strong>el</strong> fin de proteger los derechos humanos de los trabajadores migrantes y promover la igualdad de<br />

trato y oportunidades, se han <strong>el</strong>aborado dos Conv<strong>en</strong>ios, <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de la Organización Internacional<br />

d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), que tratan específicam<strong>en</strong>te este tema: <strong>el</strong> Conv<strong>en</strong>io sobre los Trabajadores Migrantes<br />

(Revisado), 1949 (Núm. 97) y <strong>el</strong> Conv<strong>en</strong>io sobre los Trabajadores Migrantes (Disposiciones Complem<strong>en</strong>tarias),<br />

1975 (Núm. 143), <strong>en</strong> vigor desde 1978, junto con la Recom<strong>en</strong>dación sobre los Trabajadores Migrantes<br />

(Revisada), 1949 (Núm. 86) y la Recom<strong>en</strong>dación sobre los Trabajadores Migrantes, 1975 (Núm. 151)<br />

que los acompañan. Ambos Conv<strong>en</strong>ios establec<strong>en</strong> <strong>el</strong> respeto de los derechos fundam<strong>en</strong>tales de los<br />

trabajadores migrantes y <strong>el</strong> derecho a un trato igualitario <strong>en</strong> cuanto a los derechos derivados d<strong>el</strong> empleo,<br />

aun de aqu<strong>el</strong>los que estén <strong>en</strong> situación migratoria irregular. También promuev<strong>en</strong> la protección d<strong>el</strong><br />

estatus regular d<strong>el</strong> trabajador migrante <strong>en</strong> caso de pérdida d<strong>el</strong> empleo. No obstante, estos Conv<strong>en</strong>ios<br />

no afectan <strong>el</strong> derecho de cada Estado Miembro a negar y determinar los modos de <strong>en</strong>trada o estadía<br />

de los trabajadores migrantes (OIT, 2016b). Hasta la fecha, 14 Estados de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

han ratificado <strong>el</strong> Conv<strong>en</strong>io Núm. 97 y solo uno <strong>el</strong> Conv<strong>en</strong>io Núm. 143 103 . Sin embargo, muchos han<br />

ratificado los Conv<strong>en</strong>ios fundam<strong>en</strong>tales de la OIT cuyas disposiciones también son aplicables a los<br />

trabajadores migrantes 104 (OIT, 2016a).<br />

Además, muchos países han ratificado uno de los principales acuerdos internacionales <strong>en</strong><br />

temas migratorios, la Conv<strong>en</strong>ción Internacional sobre la Protección de los Derechos de Todos los<br />

Trabajadores Migratorios y de sus Familiares105, que se aprobó <strong>en</strong> 1990, pero no <strong>en</strong>tró <strong>en</strong> vigor<br />

hasta julio de 2003. La Conv<strong>en</strong>ción brinda un marco internacional a los Gobiernos para establecer<br />

políticas nacionales sobre migración y empleo. En ese marco, se propone un amplio abanico de<br />

protecciones para los trabajadores migrantes y sus familiares <strong>en</strong> difer<strong>en</strong>tes campos (OIT, 2016b).<br />

Por otra parte, <strong>en</strong> septiembre de 2013, repres<strong>en</strong>tantes oficiales de 38 países de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> miembros y miembros asociados de la Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) aprobaron <strong>el</strong> Cons<strong>en</strong>so de Montevideo sobre Población y Desarrollo, que<br />

conti<strong>en</strong>e, <strong>en</strong>tre otros, una serie de acuerdos referidos a la migración internacional y la protección de<br />

102<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.migracion.go.cr/institucion/leyes_reglam<strong>en</strong>tos.html. En Chile también se están discuti<strong>en</strong>do<br />

actualm<strong>en</strong>te modificaciones a la ley sobre extranjeros, que data de 1975.<br />

103<br />

En la región, <strong>el</strong> Conv<strong>en</strong>io Núm. 97 ha sido ratificado por las Bahamas, Barbados, B<strong>el</strong>ice, <strong>el</strong> Brasil, Cuba, Dominica, <strong>el</strong><br />

Ecuador, Granada, Guatemala, Guyana, Jamaica, Trinidad y Tabago, <strong>el</strong> Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de).<br />

El Conv<strong>en</strong>io Núm. 143 ha sido ratificado solo por la República Bolivariana de V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (OIT, 2016a)<br />

104<br />

Véase la lista de los Conv<strong>en</strong>ios de la OIT ratificados por los países d<strong>el</strong> contin<strong>en</strong>te americano [<strong>en</strong> línea] www.ilo.org/dyn/<br />

normlex/<strong>en</strong>/f?p=1000:11001:2500961296771443::::P11001_COUNTRY_SORT:2#Americas.<br />

105<br />

Véase Oficina d<strong>el</strong> Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) [<strong>en</strong> línea] http://<br />

www.ohchr.org/SP/ProfessionalInterest/Pages/CMW.aspx.


CEPAL<br />

los derechos de todas las personas migrantes. Por ejemplo, se acordó garantizar la pl<strong>en</strong>a inclusión<br />

de todos los asuntos r<strong>el</strong>acionados con este f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o <strong>en</strong> las ag<strong>en</strong>das y estrategias mundiales,<br />

regionales y nacionales para <strong>el</strong> desarrollo post-2015, brindar asist<strong>en</strong>cia y protección a las personas<br />

migrantes, respetando cabalm<strong>en</strong>te sus derechos, y promover la suscripción de conv<strong>en</strong>ios bilaterales<br />

y multilaterales de seguridad social que permitan acumular años de trabajo a los trabajadores<br />

migrantes (CEPAL, 2013) 106 .<br />

A niv<strong>el</strong> global, <strong>el</strong> tema de la inmigración se trató <strong>en</strong> <strong>el</strong> Diálogo de Alto Niv<strong>el</strong> sobre la Migración<br />

Internacional y <strong>el</strong> Desarrollo, que tuvo lugar <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco d<strong>el</strong> sexagésimo octavo período de sesiones<br />

de la Asamblea G<strong>en</strong>eral de las Naciones Unidas, c<strong>el</strong>ebrado <strong>en</strong> octubre de 2013. En ese <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tro,<br />

los Estados Miembros alcanzaron cons<strong>en</strong>so sobre cuestiones r<strong>el</strong>ativas a la migración y <strong>el</strong> desarrollo,<br />

como <strong>el</strong> establecimi<strong>en</strong>to de normas internacionales para <strong>el</strong> reclutami<strong>en</strong>to y la contratación de<br />

migrantes y <strong>el</strong> desarrollo de mecanismos de asist<strong>en</strong>cia y protección de los migrantes que son<br />

víctimas de desastres naturales o conflictos armados 107 . En la declaración conjunta, se llamó a la<br />

aplicación de un <strong>en</strong>foque integral y equilibrado, reconoci<strong>en</strong>do las funciones y responsabilidades de<br />

los países de orig<strong>en</strong>, tránsito y destino <strong>en</strong> la promoción y protección de los derechos humanos de<br />

todos los migrantes y evitando aplicar criterios que pudieran exacerbar su vulnerabilidad. Entre los<br />

temas que despertaron interés <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con una colaboración práctica <strong>en</strong> <strong>el</strong> campo migratorio,<br />

se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran:<br />

• la portabilidad de los b<strong>en</strong>eficios obt<strong>en</strong>idos por los migrantes durante su vida laboral <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> extranjero;<br />

• la <strong>el</strong>iminación de prácticas de contratación abusivas;<br />

• <strong>el</strong> fortalecimi<strong>en</strong>to de la protección para las trabajadoras domésticas migrantes;<br />

• una mayor participación de las diásporas <strong>en</strong> acciones para <strong>el</strong> desarrollo <strong>en</strong> los países de orig<strong>en</strong>;<br />

• la creación de un marco de protección y asist<strong>en</strong>cia a los migrantes <strong>en</strong> situaciones de crisis;<br />

• la incorporación de la migración internacional <strong>en</strong> la ag<strong>en</strong>da de desarrollo, y<br />

• la reducción de los costos de las remesas y la mejora de las estrategias de lucha contra<br />

la trata de personas.<br />

Estos acuerdos sirvieron de insumo para que <strong>el</strong> tema de la migración fuera incorporado<br />

<strong>en</strong> la Ag<strong>en</strong>da 2030 para <strong>el</strong> Desarrollo Sost<strong>en</strong>ible, acordada <strong>en</strong> septiembre de 2015. La movilidad<br />

internacional de personas se considera <strong>en</strong> <strong>el</strong> Objetivo de Desarrollo Sost<strong>en</strong>ible 8, ya citado, y <strong>en</strong> las<br />

metas 10.7 (“Facilitar la migración y la movilidad ord<strong>en</strong>adas, seguras, regulares y responsables de las<br />

personas, incluso mediante la aplicación de políticas migratorias planificadas y bi<strong>en</strong> gestionadas”)<br />

y 10.c (“De aquí a 2030, reducir a m<strong>en</strong>os d<strong>el</strong> 3% los costos de transacción de las remesas de los<br />

migrantes y <strong>el</strong>iminar los corredores de remesas con un costo superior al 5%”) d<strong>el</strong> Objetivo 10 (Naciones<br />

Unidas, 2015b). En septiembre de 2016 los Estados Miembros de las Naciones Unidas firmaron la<br />

Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes, <strong>en</strong> la que se fijan compromisos y<br />

acciones concretas para mejorar las condiciones de las personas desplazadas por la fuerza y de<br />

otros inmigrantes <strong>en</strong> situación de vulnerabilidad108. Por otro lado, <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco d<strong>el</strong> Programa sobre<br />

la Migración Equitativa de la OIT, se realizó <strong>en</strong> septiembre de 2016 la Reunión Tripartita de Expertos<br />

sobre Principios y Directrices Prácticas R<strong>el</strong>ativos a la Contratación Equitativa. Estos principios y<br />

directrices (no vinculantes) ti<strong>en</strong><strong>en</strong> por objeto la id<strong>en</strong>tificación de bu<strong>en</strong>as prácticas ori<strong>en</strong>tadas a<br />

106<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, se ha analizado <strong>el</strong> tema de la migración y se han acordado ori<strong>en</strong>taciones políticas <strong>en</strong><br />

contextos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y <strong>Caribe</strong>ños (CELAC), la Confer<strong>en</strong>cia Interamericana<br />

de Ministros de Trabajo y varios acuerdos de integración económica regional como <strong>el</strong> Mercado Común d<strong>el</strong> Sur<br />

(MERCOSUR), la Comunidad Andina (CAN), la Comunidad d<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CARICOM) y <strong>el</strong> Sistema de la Integración<br />

C<strong>en</strong>troamericana (SICA) (OIT, 2016a).<br />

107<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.un.org/es/ga/68/meetings/migration/.<br />

108<br />

Más información disponible [<strong>en</strong> línea] https://refugeesmigrants.un.org/es/declaration.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

reducir la explotación, <strong>el</strong> trabajo forzoso y la vulnerabilidad de los trabajadores <strong>en</strong> todo <strong>el</strong> mundo,<br />

especialm<strong>en</strong>te los migrantes, fr<strong>en</strong>te a traficantes y empleadores o contratistas de mano de obra<br />

sin escrúpulos109. Estas acciones de coordinación internacional refuerzan <strong>el</strong> compromiso de los<br />

países de incluir a las poblaciones migrantes <strong>en</strong> sus planes de desarrollo.<br />

e) Resum<strong>en</strong> y conclusiones<br />

La migración laboral <strong>en</strong>tre países es un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o perman<strong>en</strong>te, estimulado sobre todo por la escasez<br />

de opciones de trabajo productivo <strong>en</strong> los países de orig<strong>en</strong> y por las oportunidades laborales <strong>en</strong> los<br />

países de destino, que g<strong>en</strong>eran expectativas de acceso a <strong>el</strong>las y a un ingreso sustancialm<strong>en</strong>te mayor<br />

que <strong>el</strong> que se percibe <strong>en</strong> los países de orig<strong>en</strong>. Esta migración conlleva <strong>el</strong> pot<strong>en</strong>cial de un aum<strong>en</strong>to<br />

gradual d<strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar de los migrantes, pero frecu<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te su inserción laboral es precaria, <strong>en</strong>tre<br />

otros motivos, porque son objeto de discriminación.<br />

Reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te se ha desac<strong>el</strong>erado la emigración extrarregional desde países de <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, ganando r<strong>el</strong>evancia r<strong>el</strong>ativa la intrarregional. En esta sección se revisa la inserción<br />

laboral de inmigrantes de un número de países latinoamericanos. La información empírica disponible<br />

se refiere al período compr<strong>en</strong>dido <strong>en</strong>tre 2010 y 2013, por lo que no se han podido captar algunas<br />

t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias de movimi<strong>en</strong>tos migratorios intrarregionales más reci<strong>en</strong>tes, sobre todo la ac<strong>el</strong>erada<br />

inmigración que recibe Chile. Sin embargo, se han id<strong>en</strong>tificado una serie de características r<strong>el</strong>evantes<br />

de esta inserción que contribuy<strong>en</strong> a ampliar <strong>el</strong> conocimi<strong>en</strong>to de este tema de creci<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>evancia.<br />

Los inmigrantes de los países latinoamericanos repres<strong>en</strong>tan un conjunto muy heterogéneo <strong>en</strong><br />

términos de edad, educación e inserción laboral. Las características de su inserción se r<strong>el</strong>acionan<br />

con <strong>el</strong> carácter predominante de la inmigración misma, que se puede difer<strong>en</strong>ciar <strong>en</strong>tre movimi<strong>en</strong>tos<br />

de migración laboral reci<strong>en</strong>te, de migración laboral más antigua y de migración no laboral.<br />

La migración laboral intrarregional se conc<strong>en</strong>tra <strong>en</strong>tre países vecinos. En los casos <strong>en</strong> que<br />

existe una mayor pres<strong>en</strong>cia r<strong>el</strong>ativa de inmigrantes (Arg<strong>en</strong>tina, Costa Rica, República Dominicana y<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de)), predomina la migración de personas con un niv<strong>el</strong> educativo<br />

m<strong>en</strong>or que <strong>el</strong> de la población nativa; los migrantes se desempeñan g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> ocupaciones y<br />

rubros que requier<strong>en</strong> m<strong>en</strong>ores niv<strong>el</strong>es de calificación y son poco atractivos para la población local.<br />

En otros países, como Bolivia (<strong>el</strong> Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Brasil, Chile, <strong>el</strong> Ecuador, México,<br />

Panamá y <strong>el</strong> Uruguay, se destaca una migración de personas con niv<strong>el</strong>es educativos r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te<br />

<strong>el</strong>evados. Esto se r<strong>el</strong>aciona con una pres<strong>en</strong>cia r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te mayor de inmigrantes <strong>en</strong> grupos de<br />

ocupación calificados (directivos, profesionales, técnicos), <strong>en</strong> ramas de actividad que requier<strong>en</strong><br />

niv<strong>el</strong>es más <strong>el</strong>evados de calificación y <strong>en</strong>tre los empleadores.<br />

En casi todos los países con una inmigración r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te fuerte (si<strong>en</strong>do la República<br />

Dominicana la excepción), las mujeres inmigrantes son mayoría, lo que corrobora la feminización<br />

de la migración intrarregional.<br />

La tasa de participación laboral de los inmigrantes su<strong>el</strong>e ser mayor que la de los nativos,<br />

sobre todo <strong>en</strong> los países con movimi<strong>en</strong>tos de inmigración r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te masivos, y también <strong>en</strong> otros<br />

países <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los principales grupos de edad (30 años o más) de la población <strong>en</strong> edad de<br />

trabajar. En algunos casos, <strong>el</strong> factor que más influye <strong>en</strong> que las tasas de actividad de los inmigrantes<br />

sean más bajas que la de los nativos es la estructura etaria, específicam<strong>en</strong>te la pres<strong>en</strong>cia de un<br />

109<br />

Véase <strong>el</strong> docum<strong>en</strong>to completo [<strong>en</strong> línea] http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---ed_protect/---protrav/--<br />

-migrant/docum<strong>en</strong>ts/meetingdocum<strong>en</strong>t/wcms_508966.pdf. En <strong>el</strong> marco de la 106 a Reunión de la Confer<strong>en</strong>cia<br />

Internacional d<strong>el</strong> Trabajo, que se realizará a mediados de <strong>2017</strong>, está previsto tratar <strong>el</strong> tema de la migración laboral<br />

como punto de discusión g<strong>en</strong>eral.


CEPAL<br />

gran segm<strong>en</strong>to de inmigrantes de 60 años o más de edad o, <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de México, de muchos<br />

adolesc<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> edad escolar.<br />

Dadas las características de inserción laboral m<strong>en</strong>cionadas, no sorpr<strong>en</strong>de que la tasa de<br />

desempleo de los inmigrantes sea <strong>en</strong> muchos casos inferior a la de los nativos. Este hecho se<br />

r<strong>el</strong>acionaría con las necesidades de subsist<strong>en</strong>cia, fuertes compromisos familiares (remesas), contratos<br />

laborales preestablecidos, la incid<strong>en</strong>cia de empleadores con capital de inversión y otros motivos. En<br />

los países <strong>en</strong> que los inmigrantes pres<strong>en</strong>tan un desempleo r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evado, las estimaciones<br />

por género demuestran la incid<strong>en</strong>cia que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> los mayores problemas de inserción laboral de las<br />

mujeres inmigrantes; <strong>en</strong> estos casos, la tasa de desempleo de las inmigrantes sobrepasa a la de<br />

las nativas, ya de por sí superior a la de los hombres.<br />

En los países con fuertes flujos migratorios, los inmigrantes percib<strong>en</strong> ingresos medios más<br />

bajos que los de los nativos, pres<strong>en</strong>tan <strong>el</strong>evados niv<strong>el</strong>es de informalidad laboral y ti<strong>en</strong><strong>en</strong> niv<strong>el</strong>es de<br />

cobertura de seguridad social significativam<strong>en</strong>te más bajos que los ocupados nativos. Destaca,<br />

sobre todo, la baja cobertura <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de las mujeres migrantes. Estos resultados subrayan la<br />

necesidad de fortalecer los mecanismos de integración laboral, para lo cual es indisp<strong>en</strong>sable aplicar<br />

una perspectiva de género.<br />

En este contexto, los países de la región han reconocido la importancia de establecer una<br />

adecuada regulación de la migración transfronteriza d<strong>en</strong>tro de los marcos de las políticas nacionales.<br />

Esto requiere tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta la migración desde difer<strong>en</strong>tes áreas de las políticas públicas, las que<br />

pres<strong>en</strong>tan importantes desafíos. Concretam<strong>en</strong>te, las políticas de mercado laboral deb<strong>en</strong> superar<br />

una serie de debilidades id<strong>en</strong>tificadas <strong>en</strong> las políticas ori<strong>en</strong>tadas a <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar los retos r<strong>el</strong>acionados<br />

con los procesos migratorios.<br />

En vista de que, por su carácter mismo, la migración transfronteriza afecta a las poblaciones<br />

de difer<strong>en</strong>tes países, los retos r<strong>el</strong>acionados con <strong>el</strong>la se han tratado <strong>en</strong> un número creci<strong>en</strong>te de foros<br />

internacionales, tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de la OIT como <strong>en</strong> otros esc<strong>en</strong>arios mundiales o regionales. La<br />

migración transfronteriza seguirá existi<strong>en</strong>do y continuará pres<strong>en</strong>tando desafíos, tanto para los países de<br />

orig<strong>en</strong> como para los de destino y los de tránsito. La coordinación de instrum<strong>en</strong>tos con una adecuada<br />

regulación seguirá si<strong>en</strong>do una tarea perman<strong>en</strong>te <strong>en</strong> pos d<strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar de las personas afectadas así<br />

como d<strong>el</strong> desarrollo de los países y <strong>el</strong> cumplimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> Objetivo de Desarrollo Sost<strong>en</strong>ible 8.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Bibliografía<br />

Parte A<br />

Amarante, Verónica, Rodrigo Arim y Andrés Dean (2012), “The effects of being out of the labor market on<br />

subsequ<strong>en</strong>t wages: evid<strong>en</strong>ce for Uruguay”, serie Docum<strong>en</strong>tos de Trabajo (DT 10/12), Montevideo Instituto<br />

de Economía, Universidad de la República.<br />

Bilo, Eduardo y otros (2014), A Tale of Two Mexicos: Growth and Prosperity in a Two-Speed Economy, McKinsey<br />

Global Institute, marzo.<br />

Cazes, Sandrine y Sher Verick (2013), The Labour Markets of Emerging Economies: Has Growth Translated into<br />

More and Better Jobs?, Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT)/Palgrave-Macmillan.<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2014a), La Inversión Extranjera Directa <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2013 (LC/G.2613-P), Santiago de Chile.<br />

____(2014b), Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible (LC/G.2586(SES.35/3), Santiago de Chile.<br />

____(2013a), Balance Pr<strong>el</strong>iminar de las Economías de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2013 (LC/G.2581), Santiago<br />

de Chile. Publicación de las Naciones Unidas, Nº v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.2.<br />

____(2013b), Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2013. Tres décadas de crecimi<strong>en</strong>to desigual<br />

e inestable (LC/G.2574-P), Santiago de Chile, agosto. Publicación de las Naciones Unidas, Nº v<strong>en</strong>ta:<br />

S.13.II.G.3.<br />

____(2013c), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2013 (LC/G.2580), Santiago de Chile. Publicación de las<br />

Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.6.<br />

____(2012a), Balance Pr<strong>el</strong>iminar de las Economías de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2012 (LC/G.2555-P), Santiago<br />

de Chile. Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.13.II.G.2.<br />

____(2012b), Cambio estructural para la igualdad: Una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo (LC/G.2524(SES.34/3)), Santiago<br />

de Chile.<br />

____(2010b), La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir (LC/G.2432(SES.33/3)), Santiago<br />

de Chile.<br />

CEPAL/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo)<br />

(2014), “Los programas de transfer<strong>en</strong>cias condicionadas y <strong>el</strong> mercado laboral”, Coyuntura Laboral <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, N° 10 (LC/L.3815), Santiago de Chile, mayo.<br />

Corseuil, Carlos H<strong>en</strong>rique L. y otros (2009), “Consequências da perda de um emprego formal no Brasil”,<br />

Mercado de Trabalho, Nº 40, Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA).<br />

FMI (Fondo Monetario Internacional) (2010), “The human costs of recession”, The Chall<strong>en</strong>ges of Growth,<br />

Employm<strong>en</strong>t and Social Cohesion [<strong>en</strong> línea] http://www.osloconfer<strong>en</strong>ce2010.org/discussionpaper.pdf.<br />

Infante, Ricardo (ed.) (2011a), “El desarrollo inclusivo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>. Ensayos sobre políticas<br />

de converg<strong>en</strong>cia productiva para la igualdad”, Libros de la CEPAL, N° 112 (LC/G.2500-P), Santiago<br />

de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL). Publicación de las Naciones<br />

Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.11.II.G.56.<br />

Infante, Ricardo y Juan Chacaltana (2014), Hacia un desarrollo inclusivo. El caso d<strong>el</strong> Perú (LC/L.3779), Santiago<br />

de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Krauss, Alexander y Carol Graham (2013), “Subjective w<strong>el</strong>lbeing in Columbia: some insights on vulnerability,<br />

job security, and r<strong>el</strong>ative income”, Policy Research Working Paper, Nº 6672, Washington, D.C., Banco<br />

Mundial.<br />

Lora, Eduardo (coord.) (2008), Calidad de vida: más allá de los hechos, Washington, D.C., Banco Interamericano<br />

de Desarrollo (BID).


CEPAL<br />

Machinea, José Luis, Osvaldo Kacef y Jürg<strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler (2009), “<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> 2007: situación económica<br />

y d<strong>el</strong> mercado de trabajo”, Reformas para la cohesión social <strong>en</strong> <strong>América</strong> latina. Panorama antes de la<br />

crisis, Alicia Bárc<strong>en</strong>a y Narcis Serra (eds.), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Secretaría G<strong>en</strong>eral Iberoamericana (SEGIB)/C<strong>en</strong>tro de Información y Docum<strong>en</strong>tación<br />

de Barc<strong>el</strong>ona (CIDOB).<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2014), Experi<strong>en</strong>cias reci<strong>en</strong>tes de formalización <strong>en</strong> países de<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Lima.<br />

____(2013), Panorama Laboral 2013. <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Lima.<br />

____(2004), Economic Security for a Better World, Ginebra.<br />

Perry, G. y otros (2007), Informalidad, escape y exclusión, Washington, D.C., Banco Mundial.<br />

Pu<strong>en</strong>tes, E. y D. Contreras (2009), “Informal jobs and contribution to social security: evid<strong>en</strong>ce from a double<br />

s<strong>el</strong>ection mod<strong>el</strong>”, serie Docum<strong>en</strong>tos de Trabajo, Nº 307, Santiago de Chile, Universidad de Chile<br />

Sabarwal, Shwetl<strong>en</strong>a, Nistha Sinha y Mayra Buvinic (2010), “How do wom<strong>en</strong> weather economic shocks? A<br />

review of the evid<strong>en</strong>ce”, Policy Research Working Paper, Nº 5496, Washington, D.C., Banco Mundial.<br />

S<strong>en</strong>, Amartya (1997), “Inequality, unemploym<strong>en</strong>t and contemporary Europe”, International Labour Review, vol.<br />

136, Nº 2.<br />

Soares, F. (2004), “Do informal workers queue for formal jobs in Brazil?”, Working Paper, Nº 1021, Brasilia.<br />

Standing, Guy (2009), Work after Globalization: Building Occupational Citiz<strong>en</strong>ship, Ch<strong>el</strong>t<strong>en</strong>ham, Edward Elgar.<br />

Vega Ruiz, María Luz (ed.) ( 2001), La reforma laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Un análisis comparado, Lima,<br />

Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> (2011), “Instituciones laborales y formación profesional: dos aspectos claves para la productividad<br />

y la calidad d<strong>el</strong> empleo”, Fortalecer la productividad y la calidad d<strong>el</strong> empleo. El pap<strong>el</strong> de las disposiciones<br />

laborales de los tratados de libre comercio y los sistemas nacionales de capacitación y formación<br />

profesional, Jürg<strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler (comp.), Docum<strong>en</strong>tos de Proyecto, Nº 419, Santiago de Chile, Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> y Corn<strong>el</strong>ia Kaldewei (2013), “<strong>Empleo</strong>, crecimi<strong>en</strong>to sost<strong>en</strong>ible e igualdad”, serie Macroeconomía<br />

d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº 145 (LC/L.3743), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> y Claudia Roethlisberger (2011), “La calidad d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, serie Macroeconomía<br />

d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº 110 (LC/L.3320-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y<br />

<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Parte B<br />

Amarante, A. y R. Arim (eds.) (2015), Desigualdad e informalidad: un análisis de cinco experi<strong>en</strong>cias latinoamericanas,<br />

Libros de la CEPAL, N° 133 (LC/G.2637-P), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2015a), Desarrollo social inclusivo: una nueva<br />

g<strong>en</strong>eración de políticas para superar la pobreza y reducir la desigualdad <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(LC.L/4056(CDS.1/3)), Santiago.<br />

____(2015b), Balance Pr<strong>el</strong>iminar de las Economías de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2015 (LC/G.2655-P), Santiago.<br />

____(2014a), Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible (LC/G.2586(SES.35/3)), Santiago.<br />

____(2014b), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2014 (LC/G.2635-P), Santiago.<br />

____(2012a), Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo (LC/G.2524(SES.34/3)),<br />

Santiago.<br />

____(2010), La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir (LC/G.2432(SES.33/3), Santiago.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

CEPAL/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo)<br />

(2014a), “Los programas de transfer<strong>en</strong>cias condicionadas y <strong>el</strong> mercado laboral”, Coyuntura laboral <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, N° 10 (LC/L.3815), Santiago.<br />

____(2014b), “Formalización d<strong>el</strong> empleo y distribución de los ingresos laborales”, Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Nº 11 (LC/L.3904), Santiago, octubre.<br />

FAO/CEPAL/OIT (Organización de las Naciones Unidas para la Alim<strong>en</strong>tación y la Agricultura/Comisión Económica<br />

para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2012a), Políticas de mercado<br />

de trabajo y pobreza rural <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Tomo I, Roma.<br />

____(2012b), Políticas de mercado de trabajo y pobreza rural <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Tomo II, Roma.<br />

Maurizio, R. (2014), “El impacto distributivo d<strong>el</strong> salario mínimo <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Brasil, Chile y <strong>el</strong> Uruguay”,<br />

serie Políticas Sociales, Nº 194 (LC/L.3825), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

OEA/CEPAL/OIT (Organización de los Estados Americanos/Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2011), “Protección social y g<strong>en</strong>eración de empleo: análisis<br />

de experi<strong>en</strong>cias derivadas de programas de transfer<strong>en</strong>cias con corresponsabilidad”, Docum<strong>en</strong>tos de<br />

Proyecto (LC/W.398), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2013), Trabajo dec<strong>en</strong>te y juv<strong>en</strong>tud <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Lima, Oficina<br />

Regional para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

____(2010), Informe mundial sobre salarios 2010/2011. Políticas salariales <strong>en</strong> tiempos de crisis, Santiago.<br />

____(2007), Panorama laboral 2007. <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Lima, Oficina Regional para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

W<strong>el</strong>ler, J. (2007), “La inserción laboral de los jóv<strong>en</strong>es: características, t<strong>en</strong>siones y desafíos”, Revista de la<br />

CEPAL, N° 92 (LC/G.2339-P), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Parte C<br />

Alvaredo, F. y J. Londoño (2013), “High incomes and personal taxation in a dev<strong>el</strong>oping economy: Colombia<br />

1993-2010”, Working Paper, Nº 12, Commitm<strong>en</strong>t to Equity, marzo.<br />

Antonopoulos, R. (2009), “The curr<strong>en</strong>t economic and financial crisis: a g<strong>en</strong>der perspective”, The Levy Economics<br />

Institute of Bard College, N° 562, mayo.<br />

Arroyo, L. y otros (2010), “Los efectos de la crisis sobre las mujeres: <strong>Empleo</strong>, segregación ocupacional y mod<strong>el</strong>o<br />

productivo”, Informes de la Fundación, Madrid, marzo.<br />

Atkinson, A., T. Piketty y E. Sáez (2011), “Top incomes in the long run of history”, Journal of Economic Literature,<br />

vol. 49, Nº 1.<br />

Bakker, I. (1999), “Dotar de género a la reforma de la política macroeconómica <strong>en</strong> la era de la reestructuración y<br />

<strong>el</strong> ajuste global”, Mujeres y economía: Nuevas perspectivas para viejos y nuevos problemas, C. Carrasco,<br />

Barc<strong>el</strong>ona, Editorial Icaria.<br />

Bértola, L. y J.A. Ocampo (2012), The Economic Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t of Latin America since Indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>ce, Oxford<br />

University Press.<br />

Carrasco, C. y M. Mayordomo (<strong>2006</strong>), “Trabajo y condiciones de vida: Una mirada no androcéntrica”,<br />

Docum<strong>en</strong>tación Social, N° 143, Madrid, Cáritas Española.<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2014), Pactos para la igualdad. Hacia un futuro<br />

sost<strong>en</strong>ible (LC/G.2586(SES.35/3)), Santiago de Chile, abril.<br />

____(2013), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2013 (LC/G.2580), Santiago de Chile. Publicación de las<br />

Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.6.


CEPAL<br />

____(2012a), Cambio estructural para la igualdad: Una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo (LC/G.2524(SES.34/3)),<br />

Santiago de Chile.<br />

____(2012b), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2011 (LC/G.2514-P), Santiago de Chile. Publicación de las<br />

Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.12.II.G.6.<br />

____(2010a), La hora de la igualdad: Brechas por cerrar, caminos por abrir (LC/G.2432(SES.33/3)), Santiago<br />

de Chile, mayo.<br />

____(2010b), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2009 (LC/G.2423-P), Santiago de Chile. Publicación de las<br />

Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.09.II.G.135.<br />

CEPAL/FAO/ONU-Mujeres/PNUD/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización de las<br />

Naciones Unidas para la Alim<strong>en</strong>tación y la Agricultura/Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad<br />

de Género y <strong>el</strong> Empoderami<strong>en</strong>to de las Mujeres/Programa de las Naciones Unidas para <strong>el</strong> Desarrollo/<br />

Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2013), Trabajo dec<strong>en</strong>te e igualdad de género. Políticas para<br />

mejorar <strong>el</strong> acceso y la calidad d<strong>el</strong> empleo de las mujeres <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Santiago de Chile.<br />

CEPAL/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo)<br />

(2014), “Los programas de transfer<strong>en</strong>cias condicionadas y <strong>el</strong> mercado laboral”, Informe de Coyuntura<br />

Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, N°10 (LC/L.3815), Santiago de Chile.<br />

____(2011), “Políticas contracíclicas para una recuperación sost<strong>en</strong>ida d<strong>el</strong> empleo”, Coyuntura Laboral <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, N° 5, Santiago de Chile.<br />

____(2009), “Impact of the financial crisis on wom<strong>en</strong> in the Caribbean” (LC/CAR/L.243), Puerto España, Sede<br />

subregional de la CEPAL para <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

Espino, Alma (2012), “La dim<strong>en</strong>sión de género de la crisis. ¿Existe una ag<strong>en</strong>da feminista?”, Nueva Sociedad,<br />

N° 237, <strong>en</strong>ero-febrero.<br />

____(2010), “Economía feminista: Enfoques y propuestas”, serie Docum<strong>en</strong>to de Trabajo, N° 5/10, Montevideo,<br />

Instituto de Economía, Universidad de la República.<br />

Giosa, Z. y C. Rodríguez (2010), “Estrategias de desarrollo y equidad de género: Una propuesta de abordaje<br />

y su aplicación al caso de las industrias manufactureras de exportación <strong>en</strong> México y C<strong>en</strong>troamérica”,<br />

serie Mujer y Desarrollo, N° 97 (LC/L.3154-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL). Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.09.II.G.127.<br />

Guzmán, V. (2003), “Gobernabilidad, democracia y género, una articulación posible”, serie Mujer y Desarrollo,<br />

N° 48 (1962-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.03.II.G.119.<br />

Heckman, J. (1979), “Sample s<strong>el</strong>ection bias as a specification error”, Econometrica, vol. 47, Nº 1.<br />

Lechner, N. (2002), Las sombras d<strong>el</strong> mañana. La dim<strong>en</strong>sión subjetiva de la política, Santiago de Chile,<br />

Editorial Lom.<br />

Maurizio, R. (2010), “Enfoque de género <strong>en</strong> las instituciones laborales y las políticas d<strong>el</strong> mercado de trabajo<br />

<strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina”, serie Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo, N° 104 (LC/L.3230-P), Santiago de Chile, Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL). Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta:<br />

S.10.II.G.34.<br />

Montaño, S. y V. Milosavljevic (2010), “La crisis económica y financiera. Su impacto sobre la pobreza, <strong>el</strong> trabajo<br />

y <strong>el</strong> tiempo de las mujeres”, serie Mujer y Desarrollo, N° 98 (LC/L.3168-P), Santiago de Chile, Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL). Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta:<br />

S.09.II.G.141.<br />

Observatorio de Igualdad de Género de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (s/f) [<strong>en</strong> línea] http://www.cepal.org/oig/.<br />

Picchio, A. (2005), “La economía política y la investigación sobre las condiciones de vida”, Por una economía<br />

sobre la vida. Aportaciones desde un <strong>en</strong>foque feminista, Gemma Cairó i Céspedes y Marib<strong>el</strong> Mayordomo<br />

Rico (comps.), Barc<strong>el</strong>ona, Icaria.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Piketty, T. (2003), “Income inequality in France, 1901–1998”, Journal of Political Economy, vol. 111, Nº 5.<br />

Rico, M.N. y D. Trucco (2014), “Adolesc<strong>en</strong>tes. Derecho a la educación y al bi<strong>en</strong>estar futuro”, serie Políticas<br />

Sociales, N° 190 (LC/L.3791), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL).<br />

Rico, M.N. y F. Marco (<strong>2006</strong>), “Las mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo sectorial de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, Mujer y empleo. La<br />

reforma de la salud y la salud de la reforma <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina, M.N. Rico y F. Marco (coords.), Bu<strong>en</strong>os Aires,<br />

Siglo XXI Editores.<br />

Sabarwal, S., N. Sinha y M. Buvinic (2012), How Do Wom<strong>en</strong> Weather Economic Shocks? What We Know?,<br />

Washington, D.C., Banco Mundial.<br />

Parte D<br />

Durán, María-Áng<strong>el</strong>es (2013), “Género y desarrollo”, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), inédito.Espejo, A., F. Filgueira y N. Rico (2010), “Familias latinoamericanas:<br />

organización d<strong>el</strong> trabajo no remunerado y de cuidado”, Docum<strong>en</strong>tos de Proyecto, Nº 354 (LC/W.354),<br />

Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Folbre, Nancy (2009), “Time use and living standards”, Social Indicators Research, vol. 93, Nº 1.<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2012b), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>,<br />

2012 (LC/G.2557-P), Santiago de Chile.<br />

Parte E<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2014a), Pactos para la igualdad: Hacia un futuro<br />

sost<strong>en</strong>ible (LC/G.2639), Santiago.<br />

____(2014b), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2014 (LC/G.2635-P), Santiago. Publicación de las Naciones<br />

Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.15.II.G.6.<br />

CEPAL/OIJ (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Iberoamericana de Juv<strong>en</strong>tud)<br />

(2008), Juv<strong>en</strong>tud y cohesión social <strong>en</strong> Iberoamérica. Un mod<strong>el</strong>o para armar (LC/G.2391), Santiago, octubre.<br />

____(2004), La juv<strong>en</strong>tud <strong>en</strong> Iberoamérica: T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias y urg<strong>en</strong>cias (LC/L.2180), Santiago.<br />

CEPAL/OIJ/IMJUVE (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Iberoamericana<br />

de Juv<strong>en</strong>tud/Instituto Mexicano de la Juv<strong>en</strong>tud) (2014), Invertir para transformar. La juv<strong>en</strong>tud como<br />

protagonista d<strong>el</strong> desarrollo, Santiago, octubre.<br />

CEPAL/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo)<br />

(2012), Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, N° 7, Santiago, octubre.<br />

OEI (Organización de Estados Iberoamericanos) (2012), “Estado d<strong>el</strong> arte sobre empleo juv<strong>en</strong>il <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y Europa”, docum<strong>en</strong>to pres<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> <strong>el</strong> Encu<strong>en</strong>tro Intersectorial de Intercambio y Programación<br />

“Inserción laboral de los jóv<strong>en</strong>es. Estrategias innovadoras para facilitar la transición escu<strong>el</strong>a-trabajo”.<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2013a), Trabajo dec<strong>en</strong>te y juv<strong>en</strong>tud <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Políticas<br />

para la acción, Lima, Oficina Regional de la OIT para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

____(2010), “El empleo de los jóv<strong>en</strong>es ante la crisis. Docum<strong>en</strong>to de anteced<strong>en</strong>tes para la Reunión Informal<br />

de Ministros de Trabajo y Asuntos Sociales que se c<strong>el</strong>ebrará durante la 99a reunión de la Confer<strong>en</strong>cia<br />

Internacional d<strong>el</strong> Trabajo”, Ginebra, 15 de junio.<br />

Pérez, Pablo (2007), “El desempleo de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina. Seis hipótesis <strong>en</strong> busca de una explicación”,<br />

Revista Estudios d<strong>el</strong> Trabajo, N° 34, Bu<strong>en</strong>os Aires.<br />

Rico, María Nieves y Dani<strong>el</strong>a Trucco (2014), “Adolesc<strong>en</strong>tes: Derecho a la educación y al bi<strong>en</strong>estar futuro”, serie<br />

Políticas Sociales, N° 190 (LC/L.3791), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL) [<strong>en</strong> línea], http://www.unicef.org/lac/Adolesc<strong>en</strong>tes_derecho_educacion_bi<strong>en</strong>estar_futuro.pdf.


CEPAL<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> (2007), “La inserción laboral de los jóv<strong>en</strong>es: Características, t<strong>en</strong>siones y desafíos”, Revista de<br />

la CEPAL, N° 92 (LC/G.2339-P), Santiago, agosto.<br />

____(2003), “La problemática inserción laboral de los y las jóv<strong>en</strong>es”, serie Macroeconomía d<strong>el</strong> desarrollo, Nº<br />

28 (LC/L.2029-P), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL). Publicación<br />

de las Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.03.II.G.192.<br />

____(2001), “Procesos de exclusión e inclusión laboral: La expansión d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector terciario”, serie<br />

Macroeconomía d<strong>el</strong> desarrollo, Nº 6 (LC/L.1649-P), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL). Publicación de las Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.01.II.G.187.<br />

Parte F<br />

Fawcett, Caroline S. (2002), «Los jóv<strong>en</strong>es latinoamericanos <strong>en</strong> transición: un análisis sobre <strong>el</strong> desempleo juv<strong>en</strong>il<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>», Inter-American Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t Bank.<br />

OECD (2008), Employm<strong>en</strong>t Outlook, OECD.<br />

OIT (2015c) Global employm<strong>en</strong>t tr<strong>en</strong>ds for youth, 2015. Scaling up investm<strong>en</strong>ts in dec<strong>en</strong>t jobs for youth, G<strong>en</strong>eva,<br />

International Labour Office. - G<strong>en</strong>eva: ILO, 2015.<br />

____(2013b), «Trabajo dec<strong>en</strong>te y juv<strong>en</strong>tud <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Políticas para la acción.», Organización Internacional<br />

d<strong>el</strong> Trabajo.<br />

____(2013c), Global employm<strong>en</strong>t tr<strong>en</strong>ds for youth, 2013. A g<strong>en</strong>eration at risk, G<strong>en</strong>eva, International Labour<br />

Office. - G<strong>en</strong>eva: ILO, 2013.<br />

Mortimer, Jeylan T. (2010), “The B<strong>en</strong>efits and Risks of Adolesc<strong>en</strong>t Employm<strong>en</strong>t”, The Prev<strong>en</strong>tion Researcher,<br />

17 (2), pp.8-11, citado d<strong>el</strong> manuscrito d<strong>el</strong> autor (http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/<br />

articles/PMC2936460/pdf/nihms220511.pdf , download 13.7.2015).<br />

Post, David y Suet-Ling Pong 2009, “Los estudiantes que trabajan y su r<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to escolar”, Revista Internacional<br />

d<strong>el</strong> Trabajo, Vol.128, No.1-2, Junio, pp.99-131.<br />

Quintini, Gl<strong>en</strong>da y Sebasti<strong>en</strong> Martin (2014), «Same Same but Differ<strong>en</strong>t: School-to-work Transitions in Emerging<br />

and Advanced Economies», OECD Social, Employm<strong>en</strong>t and Migration Working Papers, vol. 154.<br />

Robinson, Lyn (1999) “The effects of part-time work on school stud<strong>en</strong>ts” LSAY Research Reports.<br />

Saraví, Gonzalo A. (2009), “Desigualdades <strong>en</strong> las experi<strong>en</strong>cias y s<strong>en</strong>tidos de la transición escu<strong>el</strong>a-trabajo”,<br />

Pap<strong>el</strong>es de Población, Nueva Época Año 15, No.59, <strong>en</strong>ero-marzo, pp. 83-118.<br />

Schwartzman, Simon y Mauricio Blanco Cossío (2007), “Juv<strong>en</strong>tude, educação e emprego no Brasil”, Cadernos<br />

Ad<strong>en</strong>auer, VIII (2007) no.2, pp.51-63.<br />

Parte G<br />

Alcázar, L., S. R<strong>en</strong>dón y E. Wacht<strong>en</strong>heim (2001), “Trabajando y estudiando <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> rural: decisiones<br />

críticas de la adolesc<strong>en</strong>cia”, Docum<strong>en</strong>to de Trabajo, Nº 3, Lima, Instituto Apoyo, febrero.<br />

Auer, P. y S. Cazes (2003), “Introduction”, Employm<strong>en</strong>t Stability in an Age of Flexibility. Evid<strong>en</strong>ce from Industrialized<br />

Countries, Ginebra, Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

BID (Banco Interamericano de Desarrollo) (2003), Se buscan bu<strong>en</strong>os empleos: los mercados laborales <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Washington, D.C.<br />

Blanchflower, D. y R. Freeman (eds.) (2000), Youth Employm<strong>en</strong>t and Joblessness in Advanced Countries,<br />

Chicago, The University of Chicago Press/Oficina Nacional de Investigaciones Económicas (NBER).<br />

Campusano, C. (2005), “El mercado laboral y los jóv<strong>en</strong>es: una mirada d<strong>el</strong> empresariado”, Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong><br />

empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral, J. W<strong>el</strong>ler (ed.),<br />

Bogotá, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Mayol Ediciones.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2005), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2004<br />

(LC/L.2259-P), Santiago, abril.<br />

____(2004), Desarrollo productivo <strong>en</strong> economías abiertas (LC/G.2234(SES.30/3)), Santiago, junio.<br />

CEPAL/OIJ (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Iberoamericana de Juv<strong>en</strong>tud)<br />

(2004), La juv<strong>en</strong>tud <strong>en</strong> Iberoamérica. T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias y urg<strong>en</strong>cias (LC/L.2180), M. Hop<strong>en</strong>hayn (coord.),<br />

Santiago, octubre.<br />

Chacaltana, J. (2005), “Trayectorias laborales de jóv<strong>en</strong>es peruanos”, Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>:<br />

desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral, J. W<strong>el</strong>ler (ed.), Bogotá, Comisión Económica<br />

para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Mayol Ediciones.<br />

____(2004), “La inserción laboral de jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> Perú: la visión de los empresarios”, docum<strong>en</strong>to preparado para<br />

<strong>el</strong> proyecto regional “Integración de jóv<strong>en</strong>es al mercado laboral”, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Ag<strong>en</strong>cia Alemana de Cooperación Internacional (GIZ), diciembre [<strong>en</strong> línea]<br />

https://www.academia.edu/7083746/Proyecto_regional_Integraci%C3%B3n_de_j%C3%B3v<strong>en</strong>es_al_<br />

mercado_laboral_CEPAL_GTZ.<br />

Chávez, G. y G. Bernal (2005), “Expectativas y estrategias laborales de jóv<strong>en</strong>es y adultos jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> la ciudad<br />

de Guayaquil”, docum<strong>en</strong>to preparado para <strong>el</strong> proyecto regional “Integración de jóv<strong>en</strong>es al mercado<br />

laboral”, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Ag<strong>en</strong>cia Alemana de Cooperación<br />

Internacional (GIZ) [<strong>en</strong> línea] http://www.flacsoandes.edu.ec/biblio/catalog/resGet.php?resId=25539.<br />

De la Lastra, C. y C. Campusano (2005), “Quince años de trabajo. Trayectorias laborales de adultos jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong><br />

Chile”, Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral,<br />

J. W<strong>el</strong>ler (ed.), Bogotá, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Mayol Ediciones.<br />

Espinosa, B. (2005), “Transformaciones y continuidades <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> desde la<br />

perspectiva de los jóv<strong>en</strong>es: introducción y síntesis de los estudios por país”, Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral, J. W<strong>el</strong>ler (ed.), Bogotá,<br />

Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Mayol Ediciones.<br />

Gregg, P. y J. Wadsworth (2000), “Mind the gap, please: the changing nature of <strong>en</strong>try jobs in Britain”, Economica,<br />

vol. 67, Nº 268, Hobok<strong>en</strong>, Wiley-Blackw<strong>el</strong>l, noviembre.<br />

Martínez, J. (2000), “Migración internacional de jóv<strong>en</strong>es latinoamericanos y caribeños: protagonismo y<br />

vulnerabilidad”, serie Población y Desarrollo, Nº 3 (LC/L.1407-P), Santiago, Comisión Económica para<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), julio.<br />

Martínez, L. (2005), “El trabajo de los jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> las ciudades de Quito y Guayaquil, una perspectiva desde<br />

<strong>el</strong> lado de la demanda”, Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong><br />

nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral, J. W<strong>el</strong>ler (ed.), Bogotá, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL)/Mayol Ediciones.<br />

Morissette, R. y A. Johnson (2005), “Are good jobs disappearing in Canada?”, Analytical Studies Branch<br />

Research Paper series, N° 239, Ottawa, Oficina de Estadísticas d<strong>el</strong> Canadá, <strong>en</strong>ero.<br />

Núñez, J. y R. Gutiérrez (2004), “Classism, discrimination and meritocracy in the labor market: the case of<br />

Chile”, Docum<strong>en</strong>to de Trabajo, Nº 208, Santiago, Universidad de Chile, abril.<br />

Palau, M., L. Caputo y D. Segovia (2005), “Paraguay: expectativas y estrategias laborales de los jóv<strong>en</strong>es”,<br />

Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral, J.<br />

W<strong>el</strong>ler (ed.), Bogotá, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Mayol Ediciones.<br />

Pérez Islas, J. y M. Urteaga (2001), “Los nuevos guerreros d<strong>el</strong> mercado. Trayectorias laborales de jóv<strong>en</strong>es<br />

buscadores de empleo”, Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> trabajo. La educación fr<strong>en</strong>te a la exclusión social, E. Pieck<br />

(coord.), Ciudad de México, Universidad Iberoamericana.<br />

Romero-Abreu, P. y J. W<strong>el</strong>ler (2005), “Políticas de fom<strong>en</strong>to de la inserción laboral de los jóv<strong>en</strong>es”, Los jóv<strong>en</strong>es<br />

y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral, J. W<strong>el</strong>ler (ed.),<br />

Bogotá, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Mayol Ediciones.


CEPAL<br />

Saavedra, J. y J. Chacaltana (2001), Exclusión y oportunidad: jóv<strong>en</strong>es urbanos y su inserción <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de<br />

trabajo y <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de capacitación, Lima, Grupo de Análisis para <strong>el</strong> Desarrollo (GRADE).<br />

Schkolnik, M. (2005), “Trayectorias de jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral: una transición cada vez más compleja”,<br />

Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral, J.<br />

W<strong>el</strong>ler (ed.), Bogotá, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Mayol Ediciones.<br />

Sepúlveda, L. (2005), “Incertidumbre y trayectorias complejas. Un estudio sobre expectativas y estrategias<br />

laborales de jóv<strong>en</strong>es y adultos jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> Chile”, Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: desafíos y<br />

perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral, J. W<strong>el</strong>ler (ed.), Bogotá, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Mayol Ediciones.<br />

Vega, L. y M. Carranza (2005), “Experi<strong>en</strong>cias y visión de los empresarios salvadoreños sobre la inserción<br />

laboral de los jóv<strong>en</strong>es”, Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong><br />

nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral, J. W<strong>el</strong>ler (ed.), Bogotá, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL)/Mayol Ediciones.<br />

W<strong>el</strong>ler, J. (2005), “T<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias reci<strong>en</strong>tes de la inserción de los jóv<strong>en</strong>es latinoamericanos <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral”,<br />

Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral,<br />

Bogotá, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Mayol Ediciones.<br />

____(2003), “La problemática inserción laboral de los y las jóv<strong>en</strong>es”, serie Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº 28<br />

(LC/L.2029-P), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), diciembre.<br />

____(2000), Reformas económicas, crecimi<strong>en</strong>to y empleo: los mercados de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>,<br />

Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Fondo de Cultura Económica.<br />

Parte H<br />

B<strong>el</strong>lo, Álvaro y Marta Rang<strong>el</strong> (2002), “La equidad y la exclusión de los pueblos indíg<strong>en</strong>as y afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>”, Revista de la CEPAL, N° 76 (LC/G.2175-P), Santiago de Chile, Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Calfio, Margarita y Luisa V<strong>el</strong>asco (2005), “Mujeres indíg<strong>en</strong>as <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: brechas de género o de etnia?”,<br />

docum<strong>en</strong>to pres<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> <strong>el</strong> seminario Pueblos indíg<strong>en</strong>as y afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong>, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), 27 a 29 de abril.<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2012b), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>,<br />

2012 (LC/G.2557-P), Santiago de Chile.<br />

CEPAL/Fondo Indíg<strong>en</strong>a (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Fondo para <strong>el</strong> Desarrollo de los<br />

Pueblos Indíg<strong>en</strong>as de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2007), Sistema de Indicadores Sociodemográfico de<br />

Poblaciones y Pueblos Indíg<strong>en</strong>as de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (SISPPI). Guía para <strong>el</strong> usuario (versión pr<strong>el</strong>iminar),<br />

Santiago de Chile, C<strong>en</strong>tro Latinoamericano y <strong>Caribe</strong>ño de Demografía (CELADE)- División de Población<br />

[<strong>en</strong> línea] http://c<strong>el</strong>ade.cepal.org/redatam/PRYESP/SISPPI/SISPPI_notastecnicas.pdf.<br />

D<strong>el</strong> Popolo, Fabiana, Mariana López y Mario Acuña (2009), Juv<strong>en</strong>tud indíg<strong>en</strong>a y afrodesc<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong>: inequidades sociodemográficas y desafíos de políticas, Madrid, Comisión Económica para<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Organización Iberoamericana de Juv<strong>en</strong>tud (OIJ).<br />

D<strong>el</strong> Popolo, Fabiana, Ana María Oyarce y Bruno Ribotta (2009), “Indíg<strong>en</strong>as urbanos <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: algunos<br />

resultados c<strong>en</strong>sales y su r<strong>el</strong>ación con los Objetivos de Desarrollo d<strong>el</strong> Mil<strong>en</strong>io”, Notas de Población, Nº<br />

86 (LC/G.2349-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

OEA/CIM (Organización de los Estados Americanos/Comisión Interamericana de Mujeres) (2011), “Avance<br />

de la igualdad de género <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco d<strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te” [<strong>en</strong> línea] www.oas.org/es/cim/docs/<br />

AvanceG<strong>en</strong>eroTrabajoDec<strong>en</strong>te-SP%5BFinal-Web%5D.pdf.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Parte I<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2013), Cons<strong>en</strong>so de Montevideo sobre Población<br />

y Desarrollo (LC/L.3697), Santiago [<strong>en</strong> línea] http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/21835/<br />

S20131037_es.pdf?sequ<strong>en</strong>ce=4.<br />

Naciones Unidas (2015a), Tr<strong>en</strong>ds in International Migrant Stock: The 2015 Revision (POP/DB/MIG/Stock/<br />

Rev.2015), Nueva York, Departam<strong>en</strong>to de Asuntos Económicos y Sociales (DAES).<br />

Ministerio de Trabajo/OMLAD (Observatorio d<strong>el</strong> Mercado Laboral Dominicano) (2011), Inmigrantes haitianos y<br />

mercado laboral: estudio sobre los trabajadores de la construcción y de la producción d<strong>el</strong> guineo <strong>en</strong><br />

República Dominicana, Santo Domingo.<br />

Montoya Ortiz, M. S. y J. G. González Becerril (2015), “Evolución de la migración de retorno <strong>en</strong> México: migrantes<br />

proced<strong>en</strong>tes de Estados Unidos <strong>en</strong> 1995 y de 1999 a 2014”, Pap<strong>el</strong>es de Población, vol. 21, N° 85, C<strong>en</strong>tro<br />

de Investigación y Estudios Avanzados de la Población (CIEAP), Universidad Autónoma d<strong>el</strong> Estado de<br />

México (UAEMEX), julio-septiembre.<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2016a), “La migración laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>:<br />

diagnóstico, estrategia y líneas de trabajo de la OIT <strong>en</strong> la región”, Informes Técnicos, N o 2, Lima, Oficina<br />

Regional de la OIT para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> [<strong>en</strong> línea] http://www.ilo.org/americas/publicaciones/<br />

WCMS_502766/lang--es/index.htm.<br />

____(2016b), “Migración laboral <strong>en</strong> Chile: oportunidades y desafíos para <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te” [<strong>en</strong> línea] http://<br />

www.ilo.org/santiago/sala-de-pr<strong>en</strong>sa/WCMS_495285/lang--es/index.htm.<br />

____(2015b), Migraciones laborales <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina: protección social, informalidad y heterog<strong>en</strong>eidades sectoriales,<br />

Bu<strong>en</strong>os Aires, Oficina de País de la OIT para la Arg<strong>en</strong>tina.<br />

____(2013), Nicaragü<strong>en</strong>ses <strong>en</strong> <strong>el</strong> norte: condiciones laborales y práctica de contratación de hombres y mujeres<br />

migrantes <strong>en</strong> la Región Huetar Norte, San José.<br />

____(2007), Marco multilateral de la OIT para las migraciones laborales: principios y directrices no vinculantes<br />

para un <strong>en</strong>foque de las migraciones laborales basado <strong>en</strong> los derechos, Ginebra [<strong>en</strong> línea] http://www.<br />

ilo.org/global/topics/labour-migration/publications/WCMS_178678/lang--es/index.htm.<br />

Salas, E. G., E. G. Loría-Díaz de Guzmán y E. Díaz (2016), “The paradox of Mexican migration to the US 2007-<br />

2012”, Pap<strong>el</strong>es de Población, vol. 22, N° 87, <strong>en</strong>ero-marzo.


Capítulo IV<br />

Políticas y coyunturas<br />

Fu<strong>en</strong>te:<br />

Parte A. Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2014: desafíos para la sost<strong>en</strong>ibilidad d<strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> un nuevo contexto externo (CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/36970/1/S1420392_es.pdf<br />

Parte B. Instrum<strong>en</strong>tos de protección social: caminos latinoamericanos hacia la universalización<br />

(CEPAL, 2015)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/38821/1/S1500279_es.pdf<br />

Parte C. Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible (CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/36692/6/LCG2586SES353s_es.pdf<br />

Parte D. Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: políticas contracíclicas para una recuperación<br />

sost<strong>en</strong>ida d<strong>el</strong> empleo (CEPAL, 2011)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/9797/1/boletincepaloit5.pdf<br />

Parte E. Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: la inmigración laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

(CEPAL, <strong>2017</strong>)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/41370/1/S1700342_es.pdf


CEPAL<br />

Introducción<br />

En términos g<strong>en</strong>erales, los gobiernos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> tres tipos de instrum<strong>en</strong>tos a su alcance para mejorar<br />

la inserción laboral (Samaniego, 2002; W<strong>el</strong>ler, 2004): las políticas de empleo, las políticas laborales<br />

y las políticas d<strong>el</strong> mercado de trabajo.<br />

• Las políticas de empleo abarcan los instrum<strong>en</strong>tos macroeconómicos y sectoriales que<br />

incid<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> y la composición d<strong>el</strong> producto, y su impacto correspondi<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> niv<strong>el</strong><br />

y la composición d<strong>el</strong> empleo y <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> absoluto y r<strong>el</strong>ativo de las remuneraciones. Utilizar<br />

las políticas de empleo con la meta de g<strong>en</strong>erar un mayor número de puestos de trabajo<br />

implica ori<strong>en</strong>tarlas hacia <strong>el</strong> fom<strong>en</strong>to de la demanda laboral. Al mismo tiempo, hablar <strong>en</strong> este<br />

s<strong>en</strong>tido de las políticas de empleo implica tomar <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> impacto laboral de las políticas<br />

macroeconómicas y sectoriales que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> otras metas principales. Por ejemplo, <strong>en</strong> W<strong>el</strong>ler<br />

(2000) se analiza <strong>el</strong> impacto negativo de varias reformas estructurales de los años och<strong>en</strong>ta<br />

y nov<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración de empleo.<br />

• Las políticas laborales defin<strong>en</strong> las condiciones de la r<strong>el</strong>ación contractual, incluidas las<br />

condiciones de su inicio y fin. Por lo tanto, abarcan las reglas que determinan las r<strong>el</strong>aciones<br />

<strong>en</strong>tre <strong>el</strong> empleador y <strong>el</strong> trabajador, así como las condiciones de trabajo. Gran parte de estas<br />

reglas se formulan <strong>en</strong> la legislación laboral, si bi<strong>en</strong> otras se despr<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de fu<strong>en</strong>tes distintas,<br />

como la negociación colectiva y la jurisprud<strong>en</strong>cia de los tribunales compet<strong>en</strong>tes. En <strong>el</strong> texto<br />

“La política laboral a lo largo de las últimas décadas”, incluido <strong>en</strong> <strong>el</strong> primer capítulo de estas<br />

Páginas S<strong>el</strong>ectas de la CEPAL, se revisan las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias predominantes de estas políticas<br />

a lo largo de las últimas décadas.<br />

• Las políticas d<strong>el</strong> mercado de trabajo intervi<strong>en</strong><strong>en</strong> de manera directa <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo<br />

para luchar contra <strong>el</strong> desempleo o evitarlo y aum<strong>en</strong>tar los ingresos laborales. Se distingu<strong>en</strong><br />

dos tipos de políticas d<strong>el</strong> mercado de trabajo: las activas y las pasivas. Las políticas activas<br />

se dirig<strong>en</strong> tanto a personas ocupadas (como asalariados, trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia o<br />

microempresarios) como a desempleados. Sus principales instrum<strong>en</strong>tos son la capacitación,<br />

los servicios de intermediación y la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> forma directa o indirecta, de<br />

manera que pued<strong>en</strong> c<strong>en</strong>trarse <strong>en</strong> la oferta laboral (por ejemplo, mediante la capacitación),<br />

la intermediación (por ejemplo, a través de servicios de colocación o apoyo a la búsqueda<br />

de empleo), la demanda (por ejemplo, con subsidios a la contratación o microcréditos) o<br />

<strong>en</strong> una combinación de las tres. Las políticas pasivas, dirigidas a personas desocupadas,<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una ori<strong>en</strong>tación principalm<strong>en</strong>te social, dado que proporcionan ingresos a las personas<br />

que han perdido su fu<strong>en</strong>te de trabajo. Con <strong>el</strong>lo, a la vez, aspiran a mejorar indirectam<strong>en</strong>te<br />

la efici<strong>en</strong>cia de la intermediación, al posibilitar una búsqueda de empleo que se vea m<strong>en</strong>os<br />

afectada por la falta de ingresos 1 .<br />

En los textos s<strong>el</strong>eccionados para <strong>el</strong> último capítulo de estas Páginas S<strong>el</strong>ectas de la CEPAL<br />

se repasan algunas de estas políticas. En <strong>el</strong> fragm<strong>en</strong>to de Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2014 se revisan las políticas requeridas para fom<strong>en</strong>tar la sost<strong>en</strong>ibilidad sociolaboral a<br />

través de la superación de los obstáculos para acceder al empleo productivo y <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te<br />

y la reducción de las brechas correspondi<strong>en</strong>tes. En <strong>el</strong> texto de Instrum<strong>en</strong>tos de protección social:<br />

1<br />

V<strong>el</strong>ásquez Pinto (2016) pres<strong>en</strong>ta una revisión reci<strong>en</strong>te de los mecanismos de protección fr<strong>en</strong>te al desempleo <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

caminos latinoamericanos hacia la universalización se analizan algunas políticas laborales y d<strong>el</strong><br />

mercado de trabajo desde la perspectiva de la protección social <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con los riesgos que<br />

afectan a la población <strong>en</strong> edades típicam<strong>en</strong>te activas y, por lo tanto, este análisis se c<strong>en</strong>tra sobre<br />

todo <strong>en</strong> las políticas de apoyo a la inserción productiva y <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te de grupos vulnerables.<br />

En las páginas extraídas de Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible se revisa <strong>el</strong> impacto<br />

que un instrum<strong>en</strong>to específico de la política laboral, <strong>el</strong> salario mínimo, ha t<strong>en</strong>ido reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

la mejora de la distribución d<strong>el</strong> ingreso.<br />

En <strong>el</strong> texto tomado de Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: políticas contracíclicas<br />

para una recuperación sost<strong>en</strong>ida d<strong>el</strong> empleo se indaga <strong>en</strong> las opciones de políticas contracíclicas<br />

para cont<strong>en</strong>er tanto la gravedad de una crisis económica como su impacto <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral.<br />

Para <strong>el</strong>lo, se revisan las experi<strong>en</strong>cias de los países de la región tanto con políticas macroeconómicas<br />

como con políticas d<strong>el</strong> mercado de trabajo, <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de la crisis financiera mundial de 2008<br />

y 2009.<br />

La mayoría de los textos escogidos para estas Páginas S<strong>el</strong>ectas de la CEPAL se refier<strong>en</strong><br />

a un período inusualm<strong>en</strong>te favorable para los indicadores laborales de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

Sin embargo, a partir de mediados de la década de 2010, <strong>en</strong> un contexto de tasas de crecimi<strong>en</strong>to<br />

económico bajas o negativas, la situación de los mercados laborales ha empeorado. Para reflejar este<br />

cambio de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia se ha incorporado un breve texto (extraído de Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: la inmigración laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>) que ilustra <strong>el</strong> desempeño d<strong>el</strong> mercado<br />

de trabajo regional <strong>en</strong> 2016, cuando la tasa de desempleo urbano sufrió <strong>el</strong> mayor aum<strong>en</strong>to de los<br />

últimos 20 años. Por otra parte, como la economía global <strong>en</strong> su conjunto, la estructura productiva<br />

de la región es y será objeto de profundos cambios des<strong>en</strong>cad<strong>en</strong>ados por innovaciones tecnológicas<br />

que conllevan profundas transformaciones <strong>en</strong> la cantidad y la calidad d<strong>el</strong> empleo, así como <strong>en</strong> las<br />

r<strong>el</strong>aciones e instituciones laborales. Actualm<strong>en</strong>te se están estudiando estas transformaciones <strong>en</strong><br />

la CEPAL, por lo que <strong>en</strong> una versión actualizada de estas Páginas S<strong>el</strong>ectas de la CEPAL se podrán<br />

incluir análisis de este tema.<br />

Bibliografía<br />

Samaniego, N. (2002), “Las políticas de mercado de trabajo y su evaluación <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, serie<br />

Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº 19, (LC/L.1836-P), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

V<strong>el</strong>ásquez Pinto, M. (2016), “Un análisis de la protección ante <strong>el</strong> desempleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, Protección y<br />

formación. Instituciones para mejorar la inserción laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y Asia, Libro de la CEPAL, Nº<br />

140, A. Isgut y J. W<strong>el</strong>ler (eds.), Santiago, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

W<strong>el</strong>ler, J. (2004), “Introducción: temas, t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias y lecciones”, En búsqueda de efectividad, efici<strong>en</strong>cia y<br />

equidad. Las políticas d<strong>el</strong> mercado de trabajo y los instrum<strong>en</strong>tos de su evaluación, J. W<strong>el</strong>ler (comp.),<br />

Santiago, LOM/Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

____(2000), Reformas Económicas, crecimi<strong>en</strong>to y empleo. Los mercados de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>,<br />

Santiago, Fondo de Cultura Económica/Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).


CEPAL<br />

A. Políticas para la g<strong>en</strong>eración de empleos con derechos<br />

Parte A<br />

Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2014: desafíos para la sost<strong>en</strong>ibilidad d<strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> un nuevo contexto externo (CEPAL, 2014), Cap. IV, Sec. D, pp. 158-162.<br />

1. Políticas para fom<strong>en</strong>tar la sost<strong>en</strong>ibilidad sociolaboral<br />

Las políticas para fom<strong>en</strong>tar la sost<strong>en</strong>ibilidad social d<strong>el</strong> desarrollo y <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico deb<strong>en</strong>,<br />

por un lado, promover <strong>el</strong> acceso al empleo de calidad y la igualdad <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral y, por <strong>el</strong><br />

otro, fortalecer las medidas sociales correspondi<strong>en</strong>tes. En esta sección se examinan primero las<br />

políticas ori<strong>en</strong>tadas a facilitar la superación de los obstáculos para <strong>el</strong> acceso al empleo de calidad<br />

y la reducción <strong>en</strong> distintos fr<strong>en</strong>tes de las brechas que exist<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral. Después se<br />

analiza la manera <strong>en</strong> que las políticas sociales pued<strong>en</strong> cumplir con sus funciones prioritarias y, al<br />

mismo tiempo, apuntalar <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico.<br />

En las condiciones actuales de la distribución d<strong>el</strong> trabajo por género, superar <strong>el</strong> primero de los<br />

obstáculos de los que se ha tratado <strong>en</strong> este capítulo, <strong>el</strong> d<strong>el</strong> acceso al mercado laboral, exige sobre<br />

todo facilitar la participación laboral de mujeres por ahora excluidas por motivos no r<strong>el</strong>acionados<br />

directam<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> mercado d<strong>el</strong> trabajo.<br />

Como se ha constatado <strong>en</strong> este capítulo, la participación laboral —<strong>en</strong> particular de las<br />

mujeres— no se ac<strong>el</strong>eró a pesar de que habrían aum<strong>en</strong>tado las opciones de empleo durante <strong>el</strong><br />

reci<strong>en</strong>te período de <strong>el</strong>evado crecimi<strong>en</strong>to económico, de modo que las t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias de la oferta<br />

parec<strong>en</strong> ser determinantes para la inserción de las mujeres <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral. La distribución<br />

desigual d<strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> hogar es un obstáculo clave para <strong>el</strong> acceso de las mujeres a ese mercado<br />

y se necesita un cambio cultural y social para superarlo (CEPAL, 2014b).<br />

Si bi<strong>en</strong> los procesos que transformarían costumbres y r<strong>el</strong>aciones de poder profundam<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong>raizados y que requier<strong>en</strong> cambios culturales de todos los miembros d<strong>el</strong> hogar no resultan fáciles<br />

de manejar mediante las políticas públicas, la experi<strong>en</strong>cia indica que con políticas e inc<strong>en</strong>tivos bi<strong>en</strong><br />

diseñados se puede impulsar ese cambio 1 . Por ejemplo, la facilitación d<strong>el</strong> acceso a instalaciones<br />

de cuidado infantil ti<strong>en</strong>de a promover la integración al mercado laboral de mujeres con obligaciones<br />

familiares. Para facilitar <strong>el</strong> acceso de las mujeres a ese mercado, se requiere además que <strong>en</strong> los<br />

servicios de información laboral y <strong>en</strong> los programas de formación profesional y capacitación se asuma<br />

un <strong>en</strong>foque de género que tome <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta sus necesidades específicas. Además, es importante<br />

asegurar la no discriminación <strong>en</strong> los procesos de s<strong>el</strong>ección para <strong>el</strong> trabajo (CEPAL y otros, 2013).<br />

Cabe señalar que una evolución de la oferta laboral que fom<strong>en</strong>te la sost<strong>en</strong>ibilidad sociolaboral<br />

debe ser congru<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> ciclo de vida, lo que, aparte de requerir un impulso de la participación<br />

laboral <strong>en</strong> las edades más productivas, implica, primero, reducir la inserción temprana de los jóv<strong>en</strong>es<br />

expandi<strong>en</strong>do la cobertura educativa con sistemas que les proporcion<strong>en</strong> las habilidades necesarias<br />

para una inserción exitosa <strong>en</strong> actividades productivas y trayectorias laborales asc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>tes. En<br />

segundo lugar, supone reducir la perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral de personas de la tercera edad<br />

que están obligadas a continuar <strong>en</strong> este por la aus<strong>en</strong>cia de sistemas de p<strong>en</strong>siones que g<strong>en</strong>er<strong>en</strong><br />

ingresos para un retiro digno.<br />

1<br />

Estas políticas no solam<strong>en</strong>te promuev<strong>en</strong> la inserción laboral inicial de las mujeres, sino también una reinserción más<br />

temprana después de t<strong>en</strong>er hijos. Según Kluve y Schmitz (2014), esta mayor rapidez <strong>en</strong> la reinserción mejora la calidad<br />

d<strong>el</strong> empleo de las mujeres, dado que los empleadores ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a premiarla, lo que es congru<strong>en</strong>te con la observación<br />

de que prolongadas aus<strong>en</strong>cias de las mujeres d<strong>el</strong> mercado laboral resultan desv<strong>en</strong>tajosas para sus trayectorias con<br />

respecto a sus coetarios masculinos. Una parte de las políticas ori<strong>en</strong>tadas (<strong>en</strong>tre otros objetivos) al fom<strong>en</strong>to de la<br />

inserción laboral de las mujeres se refiere a la maternidad y la paternidad <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo. Véase <strong>en</strong> Addati, Cassirer y<br />

Gilchrist (2014) un análisis de la legislación correspondi<strong>en</strong>te a niv<strong>el</strong> mundial.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Los efectos de la mayor perman<strong>en</strong>cia de los jóv<strong>en</strong>es —sobre todo de hogares vulnerables—<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema educativo y <strong>el</strong> acceso a una educación de calidad se verían favorecidos, además de<br />

con una reforma d<strong>el</strong> sistema educativo, con mecanismos que permitieran una combinación efectiva<br />

de trabajo y estudios. Por otra parte, es importante fortalecer los sistemas de jubilación para que los<br />

adultos mayores t<strong>en</strong>gan acceso a ingresos que les permitan una vida digna y <strong>el</strong> retiro d<strong>el</strong> mercado<br />

laboral —lo que por ahora está lejos de alcanzarse.<br />

La superación d<strong>el</strong> segundo obstáculo para <strong>el</strong> acceso a un empleo de calidad —las dificultades<br />

que se opon<strong>en</strong> al acceso al empleo <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral y la reducción d<strong>el</strong> desempleo— dep<strong>en</strong>de <strong>en</strong> bu<strong>en</strong>a<br />

medida de la dinámica de la demanda laboral, que se trata más ad<strong>el</strong>ante. Otros aspectos r<strong>el</strong>evantes<br />

conciern<strong>en</strong> a la oferta laboral y la intermediación. Se han registrado notables debilidades de los<br />

sistemas de educación y formación profesional e importantes desajustes, ya sea <strong>en</strong> forma de<br />

desequilibrios <strong>en</strong>tre carreras y ocupaciones o de problemas de calidad. Ante la marcada caída de<br />

la tasa de desempleo registrada <strong>en</strong> <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te, este desfase <strong>en</strong>tre la oferta y la demanda<br />

laboral parece explicar una proporción cada vez mayor d<strong>el</strong> persist<strong>en</strong>te desempleo (Bassi y otros,<br />

2012; Cazes y Verick, 2013).<br />

Por lo tanto, se requier<strong>en</strong> reformas que garantic<strong>en</strong> una adaptación perman<strong>en</strong>te de la oferta<br />

educativa a las necesidades de sost<strong>en</strong>ibilidad d<strong>el</strong> desarrollo y <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico. Para <strong>el</strong>lo es<br />

importante crear sistemas nacionales de formación profesional y capacitación que tom<strong>en</strong> <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta<br />

la triple pertin<strong>en</strong>cia de la g<strong>en</strong>eración de habilidades y conocimi<strong>en</strong>tos, <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dida como la congru<strong>en</strong>cia<br />

d<strong>el</strong> cont<strong>en</strong>ido de la formación y capacitación con los requerimi<strong>en</strong>tos de los empleadores, con las<br />

aspiraciones de las personas —sobre todo, jóv<strong>en</strong>es— y con las necesidades desde la perspectiva<br />

d<strong>el</strong> desarrollo sost<strong>en</strong>ible (Biavaschi y otros, 2012). En este contexto, <strong>en</strong> vista de las debilidades<br />

id<strong>en</strong>tificadas, se requiere dar un énfasis especial a la formación técnica no universitaria (Jacinto, 2013).<br />

Finalm<strong>en</strong>te, por <strong>el</strong> lado de la intermediación laboral es importante <strong>el</strong> desarrollo de sistemas<br />

de información que, más allá de la intermediación misma, apoy<strong>en</strong> la (re)inserción laboral con medidas<br />

ajustadas a las necesidades específicas de las personas. Esto requiere una estrecha integración de<br />

las difer<strong>en</strong>tes políticas activas y pasivas d<strong>el</strong> mercado de trabajo, incluido <strong>el</strong> seguro de desempleo.<br />

Para fom<strong>en</strong>tar la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> sectores de productividad media y <strong>el</strong>evada (superación<br />

d<strong>el</strong> tercer obstáculo), es preciso aplicar las políticas macroeconómicas y de desarrollo productivo a las<br />

que se ha hecho refer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> los dos capítulos anteriores. Como se ha planteado, un aspecto clave<br />

es <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la productividad, tanto por reasignaciones intersectoriales (cambio estructural)<br />

como por mejoras intrasectoriales. Al respecto convi<strong>en</strong>e destacar los sigui<strong>en</strong>tes aspectos:<br />

• Desde la perspectiva de la sost<strong>en</strong>ibilidad sociolaboral, <strong>el</strong> manejo d<strong>el</strong> ciclo económico<br />

implica cont<strong>en</strong>er <strong>el</strong> impacto negativo <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo y los salarios de las crisis económicas<br />

y de los períodos de bajo crecimi<strong>en</strong>to. Esta necesidad se explica tanto por <strong>el</strong> efecto que<br />

puede t<strong>en</strong>er una <strong>el</strong>evada inseguridad laboral <strong>en</strong> la confianza <strong>en</strong> las instituciones como por<br />

<strong>el</strong> impacto de corto y largo plazo <strong>en</strong> <strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar de los hogares, especialm<strong>en</strong>te los de bajo<br />

niv<strong>el</strong>es de ingresos (CEPAL, 2010a, pág. 51). Esto supone también no retroceder respecto a<br />

los avances laborales alcanzados <strong>en</strong> <strong>el</strong> período reci<strong>en</strong>te. Durante la crisis de 2009, los países<br />

de la región acumularon experi<strong>en</strong>cias con instrum<strong>en</strong>tos de políticas de mercado de trabajo<br />

que conti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>el</strong> impacto de la demanda laboral <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo. Como ya se constató, un reto<br />

clave al respecto es <strong>el</strong> fom<strong>en</strong>to de la inserción laboral de los jóv<strong>en</strong>es.<br />

• En <strong>el</strong> más largo plazo, un aum<strong>en</strong>to de la inversión estimularía la demanda laboral. Las políticas<br />

de desarrollo productivo apoyarían la g<strong>en</strong>eración de empleo productivo, sobre todo a partir<br />

de la expansión de las pequeñas y medianas empresas, y contribuirían a reducir las grandes<br />

brechas de productividad imperantes <strong>en</strong> la región. Para <strong>el</strong>lo habría que fom<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> desarrollo<br />

de procesos de innovación y la incorporación de nuevas tecnologías, <strong>en</strong> particular las de la<br />

información y las comunicaciones. Se crearían muchos puestos de trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> proceso de


CEPAL<br />

transformación hacia economías ambi<strong>en</strong>talm<strong>en</strong>te más sost<strong>en</strong>ibles (empleo verde), si bi<strong>en</strong> no<br />

se puede pasar por alto <strong>el</strong> hecho de que <strong>en</strong> este contexto también se perderían puestos de<br />

trabajo <strong>en</strong> actividades <strong>en</strong> contracción. Finalm<strong>en</strong>te, habría que considerar la g<strong>en</strong>eración de<br />

empleo <strong>en</strong> áreas que por ahora están insufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te cubiertas, y son importantes desde<br />

la perspectiva d<strong>el</strong> desarrollo social (Infante, 2011, cap. IX).<br />

Sin embargo, <strong>el</strong> fom<strong>en</strong>to de la creación de nuevos empleos formales no es sufici<strong>en</strong>te. Como<br />

se ha constatado <strong>en</strong> este capítulo, incluso <strong>en</strong> <strong>el</strong> reci<strong>en</strong>te período de <strong>el</strong>evado crecimi<strong>en</strong>to económico,<br />

sobre todo <strong>en</strong> los países con un PIB per cápita más bajo, una significativa proporción de los nuevos<br />

empleos surgió <strong>en</strong> sectores de baja productividad. Esto se debe a que <strong>en</strong> esas economías <strong>el</strong> tamaño<br />

de los sectores de productividad más <strong>el</strong>evada es r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te reducido, de manera que aun con<br />

una fuerte expansión y una int<strong>en</strong>sidad laboral d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to razonable no son capaces de g<strong>en</strong>erar<br />

todos los puestos de trabajo requeridos por una fuerza laboral creci<strong>en</strong>te. Por lo tanto, se precisan<br />

también políticas para apoyar la capacidad productiva de esas actividades y, allí donde <strong>el</strong> pot<strong>en</strong>cial<br />

es limitado, apoyar los ingresos de los hogares con instrum<strong>en</strong>tos focalizados de la política social<br />

(CEPAL/OIT, 2014). Por <strong>el</strong> lado de la oferta, es indisp<strong>en</strong>sable la mejora continua de la calificación<br />

de la fuerza de trabajo a través de los sistemas educativos y de formación profesional, a la que ya<br />

se ha hecho refer<strong>en</strong>cia.<br />

La superación d<strong>el</strong> cuarto obstáculo para <strong>el</strong> acceso al empleo de calidad dep<strong>en</strong>de, <strong>en</strong> gran<br />

parte, de la institucionalidad laboral. Como se constató <strong>en</strong> las secciones previas, esta desempeña<br />

un importante pap<strong>el</strong> para mejorar la calidad de empleo. R<strong>el</strong>acionado con esa función está <strong>el</strong> impacto<br />

que esta institucionalidad puede t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> <strong>el</strong> fom<strong>en</strong>to de la productividad, al hacer a los trabajadores<br />

partícipes de las ganancias a través de la negociación colectiva. Por lo tanto, estas instituciones<br />

deb<strong>en</strong> diseñarse de manera que establezcan y fortalezcan círculos virtuosos <strong>en</strong>tre la promoción de<br />

la productividad laboral y la distribución de las ganancias derivadas.<br />

En vista de la importancia que ti<strong>en</strong>e la formalidad d<strong>el</strong> empleo para <strong>el</strong> acceso a los compon<strong>en</strong>tes<br />

que caracterizan al empleo de calidad, es importante profundizar con las políticas de formalización<br />

empresarial y laboral —introducidas por muchos países reci<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te— tanto mejorando los inc<strong>en</strong>tivos<br />

como fortaleci<strong>en</strong>do la inspección laboral (OIT, 2014). Como se ha m<strong>en</strong>cionado previam<strong>en</strong>te, <strong>en</strong> varios<br />

países que adoptaron durante <strong>el</strong> último dec<strong>en</strong>io de manera exitosa instrum<strong>en</strong>tos para promover la<br />

formalización laboral, los resultados marginales de estas políticas ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a decrecer. Sin embargo,<br />

estos países pued<strong>en</strong> afinar los instrum<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> marcha, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> otros países todavía hay<br />

un pot<strong>en</strong>cial significativo para instrum<strong>en</strong>tos nuevos 2 . De todas maneras, estas herrami<strong>en</strong>tas pierd<strong>en</strong><br />

efectividad <strong>en</strong> los sectores de baja productividad, por lo que las iniciativas de desarrollo productivo<br />

m<strong>en</strong>cionadas anteriorm<strong>en</strong>te son indisp<strong>en</strong>sables.<br />

Las políticas activas y pasivas d<strong>el</strong> mercado de trabajo deb<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er una función complem<strong>en</strong>taria<br />

<strong>en</strong> esa misión. Específicam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> desarrollo de sistemas nacionales de formación profesional y<br />

capacitación según <strong>el</strong> criterio citado de la triple pertin<strong>en</strong>cia es clave para la introducción de nuevas<br />

tecnologías y su aplicación efici<strong>en</strong>te. Los seguros de desempleo, además de proteger los ingresos de<br />

los cesantes, facilitan —sobre todo si están integrados con los sistemas de información laboral y <strong>el</strong><br />

sistema de formación profesional y capacitación— una reinserción más productiva, dado que reduc<strong>en</strong><br />

la presión <strong>en</strong> la búsqueda de empleo, de manera que ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a aum<strong>en</strong>tar la posibilidad de reinserción<br />

<strong>en</strong> puestos que se ajustan a las calificaciones de los desempleados, evitando de esta manera una mayor<br />

pérdida de capital humano 3 .<br />

Es importante destacar que la literatura apunta cada vez más a que <strong>el</strong> impacto de las<br />

instituciones laborales dep<strong>en</strong>de de las características específicas de los países, incluidas las de los<br />

mercados no laborales (Eichholtz, Feil y Braun, 2008; Betcherman, 2014). Por lo tanto, no existe un<br />

diseño óptimo de estas instituciones para todos los países, como tampoco ha existido, de manera<br />

ahistórica, a lo largo d<strong>el</strong> tiempo (Berg y Kucera, 2008). Así pues, es clave desarrollar estas instituciones<br />

tras un proceso de diálogo social que garantice su legitimidad y sost<strong>en</strong>ibilidad.<br />

2<br />

Por ejemplo, <strong>el</strong> número de empleadores activos contribuy<strong>en</strong>tes al Instituto Nicaragü<strong>en</strong>se de Seguridad Social se<br />

duplicó con creces <strong>en</strong>tre 2004 y 2013, gracias principalm<strong>en</strong>te al programa vig<strong>en</strong>te de formalización.<br />

3<br />

Véase V<strong>el</strong>ásquez (2014) para obt<strong>en</strong>er más información sobre los retos que conlleva <strong>el</strong> desarrollo de seguros de<br />

desempleo efectivos y efici<strong>en</strong>tes.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, <strong>el</strong> desarrollo de una institucionalidad ori<strong>en</strong>tada a estos fines<br />

se ve obstaculizado por los bajos niv<strong>el</strong>es de confianza interpersonal que caracterizan a la región<br />

(CEPAL, 2014b, pág. 115). El hecho de que <strong>en</strong> muchos países una gran mayoría de las personas<br />

perciban una <strong>el</strong>evada conflictividad “<strong>en</strong>tre ricos y pobres” confirmaría esa desconfianza, que dificultaría<br />

la consecución de acuerdos <strong>en</strong>tre empresarios y trabajadores. La complicada y, <strong>en</strong> ocasiones,<br />

viol<strong>en</strong>ta historia de la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre ambos ilustra la magnitud de los retos correspondi<strong>en</strong>tes 4 . Por<br />

lo tanto, para poder alcanzar pactos laborales por medio d<strong>el</strong> diálogo social, como la CEPAL (2014b)<br />

ha propuesto —<strong>en</strong>tre otros pactos r<strong>el</strong>evantes para <strong>el</strong> desarrollo sost<strong>en</strong>ible—, se requier<strong>en</strong> actitudes<br />

comprometidas con vocación de largo plazo y quizás un procedimi<strong>en</strong>to gradual que, a partir de<br />

acuerdos sobre aspectos m<strong>en</strong>os controvertidos, g<strong>en</strong>ere la confianza necesaria para avanzar hacia<br />

temas más complejos.<br />

Muchas de las políticas <strong>en</strong>caminadas a facilitar la superación de los cuatros obstáculos<br />

para <strong>el</strong> acceso al empleo de calidad incluy<strong>en</strong> <strong>en</strong>tre sus objetivos <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar y reducir los <strong>el</strong>evados<br />

niv<strong>el</strong>es de desigualad que caracterizan a los mercados laborales de la región. Al respeto se pued<strong>en</strong><br />

destacar los sigui<strong>en</strong>tes lineami<strong>en</strong>tos:<br />

• Las reformas <strong>en</strong> materia de educación ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que aspirar a reducir la segm<strong>en</strong>tación de los<br />

sistemas educativos que ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a perpetuar la desigualdad condicionando las opciones<br />

educativas, <strong>en</strong> gran parte por <strong>el</strong> trasfondo familiar (Poggi, 2014).<br />

• Unos sistemas de información laboral efectivos ayudarían a reducir las brechas de<br />

oportunidades que se g<strong>en</strong>eran por la distribución desigual d<strong>el</strong> capital social.<br />

• Las políticas activas d<strong>el</strong> mercado de trabajo ti<strong>en</strong><strong>en</strong> que asumir un <strong>en</strong>foque de género <strong>en</strong><br />

virtud d<strong>el</strong> cual se tom<strong>en</strong> <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta las desv<strong>en</strong>tajas y necesidades específicas de las mujeres<br />

para la inserción laboral (división d<strong>el</strong> trabajo por género, capacitación e información).<br />

• Los programas de apoyo a la inserción laboral de grupos vulnerables contribuy<strong>en</strong> a reducir<br />

las brechas exist<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>el</strong> acceso al empleo de calidad (W<strong>el</strong>ler, 2009).<br />

• Las políticas contra la discriminación son clave para reducir las brechas de la calidad d<strong>el</strong><br />

empleo por género y etnia.<br />

• La ampliación e implem<strong>en</strong>tación de los derechos laborales (como la sindicalización y la<br />

negociación colectiva) pot<strong>en</strong>ciarían <strong>el</strong> impacto distributivo de la institucionalidad laboral 5 .<br />

• La formalización empresarial y laboral b<strong>en</strong>eficia, sobre todo, a los trabajadores de niv<strong>el</strong>es<br />

educativos medio y bajo, por lo que los avances <strong>en</strong> esta área t<strong>en</strong>drían un impacto distributivo<br />

positivo.<br />

• Una adecuada política de salarios mínimos favorece a los trabajadores de m<strong>en</strong>ores ingresos<br />

y puede contribuir a reducir la desigualdad (CEPAL, 2014b).<br />

Por otra parte, tal como se constató <strong>en</strong> la introducción a este capítulo, la sost<strong>en</strong>ibilidad<br />

social no solo dep<strong>en</strong>de de la inserción al mercado laboral por medio d<strong>el</strong> acceso a empleos de<br />

calidad, sino también de la política social, cuyos recursos se obti<strong>en</strong><strong>en</strong> mediante la política fiscal.<br />

Como se discutió <strong>en</strong> los capítulos previos, esta política es clave para la sost<strong>en</strong>ibilidad económica<br />

d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to, tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> corto como <strong>en</strong> <strong>el</strong> largo plazo. Sin embargo, las funciones de la política<br />

fiscal para la sost<strong>en</strong>ibilidad económica y social están estrecham<strong>en</strong>te vinculadas. Por un lado, las<br />

medidas ori<strong>en</strong>tadas a fom<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico <strong>en</strong> <strong>el</strong> largo plazo por medio de la provisión<br />

de bi<strong>en</strong>es públicos incid<strong>en</strong> <strong>en</strong> la productividad de los trabajadores pobres, por lo que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> grandes<br />

4<br />

Cazes y Verick (2013, pág. 83) subrayan que la falta de confianza es un obstáculo importante para <strong>el</strong> diálogo social,<br />

sobre todo <strong>en</strong> países <strong>en</strong> desarrollo.<br />

5<br />

En contraste con lo observado <strong>en</strong> otras regiones, <strong>en</strong> OIT/IIEL (2008, pág. 87) no se constata un efecto distributivo<br />

positivo por una mayor sindicalización. La causa de esta irregularidad podría ser que <strong>en</strong> la región la sindicalización se<br />

conc<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector público y <strong>en</strong> actividades con remuneraciones r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te <strong>el</strong>evadas (por ejemplo, la minería). Al<br />

ext<strong>en</strong>derse la cobertura de sindicalización probablem<strong>en</strong>te se impondría <strong>el</strong> efecto igualador que su<strong>el</strong>e estar asociado a<br />

mayores niv<strong>el</strong>es de organización sindical.


CEPAL<br />

retornos <strong>en</strong> materia de equidad. Bi<strong>en</strong> diseñado, <strong>el</strong> gasto público <strong>en</strong> educación, justicia, seguridad<br />

ciudadana, infraestructura y transporte público, salud, capacitación laboral e inclusión social, <strong>en</strong>tre<br />

otros capítulos, b<strong>en</strong>eficia más que proporcionalm<strong>en</strong>te a los más pobres, por ejemplo al insertarlos<br />

<strong>en</strong> la fuerza laboral <strong>en</strong> mejores condiciones.<br />

Por otra parte, algunos compon<strong>en</strong>tes sociales d<strong>el</strong> gasto público, que combinan gastos<br />

corri<strong>en</strong>tes y de capital, además de favorecer una mejor redistribución d<strong>el</strong> ingreso ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a pot<strong>en</strong>ciar<br />

<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico de largo plazo. En r<strong>el</strong>ación con ciertos compon<strong>en</strong>tes clave, <strong>el</strong> gasto público<br />

<strong>en</strong>globa o conlleva un doble divid<strong>en</strong>do, al at<strong>en</strong>der simultáneam<strong>en</strong>te los objetivos de crecimi<strong>en</strong>to y<br />

de redistribución d<strong>el</strong> ingreso disponible (Lindert, 2003).<br />

Los gastos <strong>en</strong> educación, salud, prev<strong>en</strong>ción de la exclusión social, vivi<strong>en</strong>da, familia e infancia,<br />

p<strong>en</strong>siones y desempleo aum<strong>en</strong>tan la efici<strong>en</strong>cia macroeconómica, <strong>en</strong> la medida <strong>en</strong> que favorec<strong>en</strong><br />

la formalidad, <strong>el</strong> empleo de calidad, las tasas de participación de mujeres y jóv<strong>en</strong>es <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado<br />

de trabajo y la inserción laboral de personas excluidas. Muchos tipos de transfer<strong>en</strong>cias sociales,<br />

además d<strong>el</strong> gasto directo <strong>en</strong> educación y salud, se caracterizan por ser pot<strong>en</strong>cialm<strong>en</strong>te progresivos y<br />

favorables al crecimi<strong>en</strong>to: seguridad alim<strong>en</strong>taria y nutricional, protección social y d<strong>el</strong> medio ambi<strong>en</strong>te,<br />

vivi<strong>en</strong>da, cultura y recreación (véase <strong>el</strong> cuadro IV.1).<br />

• Cuadro IV.1<br />

Ejemplos de impactos económicos de las funciones sociales<br />

Función social<br />

Educación<br />

Salud<br />

Seguridad alim<strong>en</strong>taria<br />

y nutricional<br />

Protección social<br />

Protección d<strong>el</strong> medio ambi<strong>en</strong>te<br />

Vivi<strong>en</strong>da y servicios<br />

r<strong>el</strong>acionados<br />

Cultura y recreación<br />

Ejemplos de impacto económico<br />

La teoría d<strong>el</strong> capital humano ofrece un marco teórico desde <strong>el</strong> que se puede interpretar que la educación<br />

ti<strong>en</strong>e repercusiones económicas. La educación fom<strong>en</strong>ta la productividad de los trabajadores, haci<strong>en</strong>do<br />

que estén más capacitados y habilitados para <strong>el</strong> mercado laboral, por lo que ti<strong>en</strong>e un impacto <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to económico.<br />

La inversión <strong>en</strong> salud b<strong>en</strong>eficia a las personas y a las unidades de producción, al increm<strong>en</strong>tar la<br />

capacidad productiva.<br />

Tanto la desnutrición como <strong>el</strong> sobrepeso y la obesidad g<strong>en</strong>eran costos personales y sociales, de manera<br />

que su disminución supone para la economía de los países ahorros directos <strong>en</strong> salud y educación y,<br />

particularm<strong>en</strong>te, aum<strong>en</strong>tos de productividad. A su vez implica inc<strong>en</strong>tivos para sectores claves de la<br />

economía, como los de producción y distribución de alim<strong>en</strong>tos.<br />

Al asegurar un niv<strong>el</strong> de recursos a las personas y mitigar los efectos de las crisis económicas o d<strong>el</strong><br />

desempleo, facilita la exist<strong>en</strong>cia de un niv<strong>el</strong> mínimo de consumo de la población, inyectando recursos<br />

directam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado por la vía de la demanda. Asimismo, ti<strong>en</strong>e un efecto directo <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo, <strong>en</strong><br />

la medida <strong>en</strong> que <strong>en</strong>tre sus funciones figura la regulación d<strong>el</strong> mercado laboral y, con <strong>el</strong>lo, la promoción<br />

d<strong>el</strong> empleo dec<strong>en</strong>te.<br />

A través de métodos para la reducción de la contaminación, la protección d<strong>el</strong> medio ambi<strong>en</strong>te puede<br />

t<strong>en</strong>er una incid<strong>en</strong>cia económica. Hay un impacto <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de la construcción con la edificación y<br />

adaptación de vivi<strong>en</strong>das y edificios de conformidad con criterios ecológicos.<br />

El gasto <strong>en</strong> vivi<strong>en</strong>da influye directam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector de la construcción, que ti<strong>en</strong>e una importante<br />

participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB de la región. El sector público g<strong>en</strong>era alianzas con <strong>el</strong> sector privado para la<br />

ejecución de proyectos de infraestructura, incluidas las vivi<strong>en</strong>das.<br />

La producción de bi<strong>en</strong>es y servicios culturales lleva g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te a la dinamización de actividades<br />

económicas privadas. Por ejemplo, a través d<strong>el</strong> pago de remuneraciones al sector privado.<br />

Fu<strong>en</strong>te: R. Martínez y otros, “El impacto económico de las políticas sociales”, Docum<strong>en</strong>tos de Proyecto, Nº 531 (LC/W.531),<br />

Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), 2013..<br />

Así, cuando se evalúa <strong>el</strong> desempeño económico simultáneam<strong>en</strong>te por <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> ingreso<br />

disponible y por su distribución, los impactos de la política fiscal pued<strong>en</strong> ser positivos con respecto a<br />

ambos objetivos. La evid<strong>en</strong>cia empírica reci<strong>en</strong>te muestra la importancia de estas complem<strong>en</strong>tariedades<br />

(Ho<strong>el</strong>ler y otros 2012) y, específicam<strong>en</strong>te, que las medidas <strong>en</strong> pro de una mejor distribución pued<strong>en</strong><br />

fom<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to económico (Ostry, Berg y Tsangarides, 2014).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Parte B<br />

Instrum<strong>en</strong>tos de protección social: caminos latinoamericanos hacia la universalización<br />

(CEPAL, 2015), Cap. V, Sec. B y C, pp. 182-220.<br />

1. Panorama de las políticas y los programas:<br />

logros y desafíos p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

Las políticas públicas, los mercados laborales y las familias estructuran, de diversas formas,<br />

mecanismos que proteg<strong>en</strong> a la población adulta fr<strong>en</strong>te a los riesgos antes reseñados, previni<strong>en</strong>do<br />

también bu<strong>en</strong>a parte de las vulnerabilidades descritas. Esto ocurre tanto <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con la inserción<br />

y los vínculos con <strong>el</strong> trabajo remunerado como <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> trabajo reproductivo, de crianza<br />

y cuidado de otros.<br />

A difer<strong>en</strong>cia de las otras etapas d<strong>el</strong> ciclo de vida, <strong>en</strong> esta etapa <strong>el</strong> acceso al ingreso y al<br />

bi<strong>en</strong>estar ti<strong>en</strong>e lugar básicam<strong>en</strong>te a través d<strong>el</strong> mercado laboral. Los sistemas de protección social<br />

operan facilitando condiciones para <strong>el</strong> aprovechami<strong>en</strong>to de las oportunidades que exist<strong>en</strong> <strong>en</strong> él,<br />

ofreci<strong>en</strong>do condiciones mínimas de bi<strong>en</strong>estar para que esto pueda ocurrir, y sost<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do y suavizando<br />

<strong>el</strong> ingreso. Por <strong>el</strong>lo, la posibilidad de acceso a la at<strong>en</strong>ción sanitaria, <strong>el</strong> asegurami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> ingreso<br />

laboral, la protección fr<strong>en</strong>te a situaciones de pobreza y vulnerabilidad, y la inserción laboral son los<br />

compon<strong>en</strong>tes fundam<strong>en</strong>tales de la protección social de las personas cuando se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> esta<br />

etapa d<strong>el</strong> ciclo de vida. Como <strong>en</strong> las otras etapas, <strong>el</strong> acceso a la asist<strong>en</strong>cia sanitaria garantiza un<br />

mínimo estándar de bi<strong>en</strong>estar, previni<strong>en</strong>do <strong>en</strong>fermedades y favoreci<strong>en</strong>do las condiciones para una<br />

vejez saludable. El reemplazo d<strong>el</strong> ingreso opera como un mecanismo fundam<strong>en</strong>tal de protección<br />

cuando la posibilidad de g<strong>en</strong>erarlo se pierde <strong>en</strong> forma temporal o perman<strong>en</strong>te por distintas razones,<br />

<strong>en</strong>tre <strong>el</strong>las, desempleo, maternidad, <strong>en</strong>fermedad, accid<strong>en</strong>tes o invalidez. Asimismo, la provisión<br />

de transfer<strong>en</strong>cias no contributivas es un <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to c<strong>en</strong>tral de la protección fr<strong>en</strong>te a situaciones de<br />

pobreza y vulnerabilidad cuando <strong>el</strong> ingreso es insufici<strong>en</strong>te o inexist<strong>en</strong>te. Finalm<strong>en</strong>te, la protección<br />

social juega un rol clave <strong>en</strong> la restitución o promoción de la capacidad de g<strong>en</strong>eración de ingresos,<br />

facilitando la activación (es decir, <strong>el</strong> tránsito a la condición de persona laboralm<strong>en</strong>te activa) y la<br />

inserción <strong>en</strong> trabajos dec<strong>en</strong>tes.<br />

En esta sección de describ<strong>en</strong> las principales características y <strong>el</strong> desempeño de los sistemas<br />

de protección social latinoamericanos <strong>en</strong> estas dim<strong>en</strong>siones, analizando los logros y las principales<br />

transformaciones <strong>en</strong> cuatro grupos de políticas: i) asegurami<strong>en</strong>to, políticas pasivas y regulación laboral;<br />

ii) políticas activas de empleo; iii) conciliación <strong>en</strong>tre vida laboral y reproductiva, y iv) transfer<strong>en</strong>cias<br />

de ingresos con vínculos con la inserción laboral.<br />

a) Asegurami<strong>en</strong>to, políticas pasivas y regulación laboral<br />

Un primer grupo de instrum<strong>en</strong>tos está compuesto por las políticas de asegurami<strong>en</strong>to básico de<br />

salud, asegurami<strong>en</strong>to fr<strong>en</strong>te a la <strong>en</strong>fermedad, seguros de desempleo y otras políticas pasivas y<br />

regulaciones laborales. En las páginas que sigu<strong>en</strong> se describ<strong>en</strong> los mod<strong>el</strong>os predominantes y los<br />

avances que los países de la región han logrado <strong>en</strong> este plano.<br />

i) Asegurami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> materia de salud<br />

La cobertura de salud y <strong>el</strong> acceso efectivo a la asist<strong>en</strong>cia sanitaria es clave para <strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar<br />

humano. Durante la etapa activa, la salud determina <strong>en</strong> bu<strong>en</strong>a medida la calidad d<strong>el</strong> <strong>en</strong>vejecimi<strong>en</strong>to,<br />

afecta las opciones de hacerse parte d<strong>el</strong> mundo productivo y d<strong>el</strong> empleo, y <strong>en</strong>traña riesgos<br />

catastróficos. La inversión <strong>en</strong> <strong>el</strong> asegurami<strong>en</strong>to básico <strong>en</strong> materia de salud ti<strong>en</strong>e retornos económicos<br />

que se traduc<strong>en</strong> <strong>en</strong> increm<strong>en</strong>tos de productividad, crecimi<strong>en</strong>to de la fuerza laboral y aum<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong><br />

consumo (OIT, 2014).


CEPAL<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> la cobertura de salud <strong>en</strong> la etapa activa a través de la seguridad social está<br />

lejos de ser universal, pero ha t<strong>en</strong>ido una expansión significativa <strong>en</strong> la última década. Considerando<br />

un promedio de 15 países, según datos de 2011, dos de cada tres asalariados (66%) estaban<br />

afiliados a un sistema de salud, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> 2002 la cobertura era d<strong>el</strong> 54% (CEPAL, 2013a). Este<br />

increm<strong>en</strong>to tuvo lugar <strong>en</strong> todos los países, con la excepción de Honduras. Es importante señalar,<br />

sin embargo, que la situación de los países es muy variada. En la Arg<strong>en</strong>tina, Chile, Costa Rica,<br />

Panamá y <strong>el</strong> Uruguay se observan niv<strong>el</strong>es de cobertura <strong>el</strong>evados y sost<strong>en</strong>idos <strong>en</strong> <strong>el</strong> tiempo. Otros<br />

países, como Bolivia (Estado Plurinacional de), Colombia, <strong>el</strong> Ecuador, México y <strong>el</strong> Perú, pres<strong>en</strong>tan<br />

un increm<strong>en</strong>to considerable de cobertura <strong>en</strong> los últimos diez años, aunque parti<strong>en</strong>do de niv<strong>el</strong>es<br />

bastante más bajos (véase <strong>el</strong> gráfico IV.1).<br />

• Gráfico IV.1<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (15 países): afiliación a sistemas de salud de los asalariados<br />

de 15 años y más, alrededor de 2002 y de 2011<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

77,7<br />

65,1<br />

29,8<br />

44,4<br />

2004<br />

2011<br />

2002<br />

2009<br />

96,7<br />

92,4<br />

53,2<br />

91,9<br />

86,9<br />

83,7<br />

45,0<br />

66,2<br />

53,8<br />

50,0 48,9<br />

38,5 44,5<br />

36,0 37,2<br />

71,8<br />

36,3<br />

28,8<br />

80,1<br />

73,2<br />

40,1 39,3<br />

33,2<br />

65,0<br />

98,2 98,6<br />

2000<br />

2011<br />

1999<br />

2011<br />

2002<br />

2011<br />

2002<br />

2011<br />

1999<br />

2010<br />

2002<br />

<strong>2006</strong><br />

<strong>2006</strong><br />

2010<br />

2002<br />

2010<br />

2001<br />

2005<br />

2002<br />

2011<br />

2000<br />

2011<br />

2001<br />

2011<br />

2002<br />

2011<br />

2002<br />

2011<br />

54,4<br />

66,4<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

Honduras<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Uruguay<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Panorama<br />

Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2013 (LC/G.2580), Santiago de Chile, 2013. Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta:<br />

S.14.II.G.6.<br />

Es importante señalar, sin embargo, que la posibilidad de acceder al asegurami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> salud<br />

no es igual para todos los asalariados. Los empleados públicos su<strong>el</strong><strong>en</strong> estar más cubiertos por<br />

sistemas de asegurami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> salud que los asalariados de las empresas privadas. D<strong>en</strong>tro de estos<br />

últimos, los ocupados de m<strong>en</strong>or calificación y <strong>el</strong> servicio doméstico pres<strong>en</strong>tan niv<strong>el</strong>es de afiliación<br />

a sistemas de salud bastante más bajos (CEPAL, 2013a).<br />

Por otro lado, <strong>en</strong>tre los ocupados no asalariados los niv<strong>el</strong>es de cobertura son significativam<strong>en</strong>te<br />

más bajos que <strong>en</strong>tre los asalariados. Considerando <strong>el</strong> promedio de 11 países, la afiliación a sistemas<br />

de salud de los no asalariados equivale al 64% d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de afiliación registrado <strong>en</strong>tre los asalariados.<br />

Este patrón se cumple <strong>en</strong> todos los países, aunque <strong>en</strong> algunos casos la brecha que separa a unos de<br />

otros es más marcada. Tal es <strong>el</strong> caso, por ejemplo, de Bolivia (Estado Plurinacional de), <strong>el</strong> Ecuador, El<br />

Salvador, Nicaragua, Panamá, <strong>el</strong> Paraguay y, especialm<strong>en</strong>te, Honduras. Más allá de estas difer<strong>en</strong>cias,<br />

la afiliación de los no asalariados ha aum<strong>en</strong>tado a ritmos similares (y <strong>en</strong> algunos países incluso<br />

mayores) a los observados <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los asalariados (véase <strong>el</strong> gráfico IV.2).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico IV.2<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (13 países): afiliación a sistemas de salud de los ocupados<br />

no asalariados de 15 años y más, alrededor de 2002 y de 2011<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

47<br />

56<br />

8<br />

17<br />

76<br />

91<br />

13<br />

87<br />

65<br />

78<br />

21<br />

14<br />

11 10<br />

1 1 3 3<br />

21 23 10 14 14 56<br />

94 94<br />

29<br />

42<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Honduras<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Uruguay<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

2004<br />

2011<br />

2002<br />

2009<br />

2000<br />

2011<br />

1999<br />

2011<br />

2002<br />

2011<br />

2002<br />

2011<br />

1999<br />

2010<br />

<strong>2006</strong><br />

2010<br />

2001<br />

2005<br />

2002<br />

2011<br />

2000<br />

2011<br />

2001<br />

2011<br />

2002<br />

2011<br />

2002<br />

2011<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), Panorama Social<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2013 (LC/G.2580), Santiago de Chile, 2013. Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.6.<br />

Este increm<strong>en</strong>to g<strong>en</strong>eralizado de la cobertura responde a esfuerzos de diversa índole, que<br />

se pon<strong>en</strong> de manifiesto <strong>en</strong> un aum<strong>en</strong>to significativo de la inversión pública <strong>en</strong> salud <strong>en</strong> la mayoría de<br />

los países de la región (OIT, 2014) y <strong>en</strong> <strong>el</strong> impulso de transformaciones importantes a los sistemas<br />

de asegurami<strong>en</strong>to.<br />

Algunos países han avanzado <strong>en</strong> la dirección de garantizar derechos básicos de asegurami<strong>en</strong>to<br />

<strong>en</strong> salud a sectores excluidos d<strong>el</strong> empleo formal y a la población no cubierta por <strong>el</strong> asegurami<strong>en</strong>to<br />

derivado de la seguridad social. Ejemplos interesantes <strong>en</strong> esta línea —ya m<strong>en</strong>cionados <strong>en</strong> <strong>el</strong> capítulo III—<br />

son <strong>el</strong> Seguro Popular de Salud <strong>en</strong> México, <strong>el</strong> Sistema Único de Salud (SUS) <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil y <strong>el</strong> Plan<br />

de Acceso Universal con Garantías Explícitas (Plan AUGE) <strong>en</strong> Chile.<br />

El Seguro Popular de Salud es un seguro médico público y voluntario destinado a aqu<strong>el</strong>los<br />

hogares que no están cubiertos por ningún sistema de seguridad social. Después de la fase piloto<br />

iniciada <strong>en</strong> 2001, <strong>el</strong> seguro fue incorporado a la legislación <strong>en</strong> 2003, con <strong>el</strong> objetivo de lograr una<br />

cobertura universal de salud y de reducir <strong>el</strong> empobrecimi<strong>en</strong>to debido a gastos asociados a la salud. Es<br />

financiado por fondos públicos y por una cuota que debe abonar cada b<strong>en</strong>eficiario, que se determina<br />

según sus condiciones socioeconómicas. Para afiliarse al seguro solo se requiere ser mexicano y no<br />

estar afiliado a ningún sistema de seguridad social. Las familias b<strong>en</strong>eficiarias son asignadas a un c<strong>en</strong>tro<br />

de salud donde se deb<strong>en</strong> at<strong>en</strong>der, aunque pued<strong>en</strong> acudir a otros c<strong>en</strong>tros que también form<strong>en</strong> parte de<br />

la red de servicios, <strong>en</strong> caso de ser necesario. La red hospitalaria está conformada principalm<strong>en</strong>te por<br />

c<strong>en</strong>tros públicos.<br />

Una vez afiliadas al Seguro Popular de Salud, las personas pued<strong>en</strong> recibir at<strong>en</strong>ción médica y<br />

medicam<strong>en</strong>tos sin ningún costo adicional. Específicam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> seguro cubre todos los compon<strong>en</strong>tes<br />

d<strong>el</strong> Catálogo Universal de Servicios de Salud (CAUSES), agrupados <strong>en</strong> las sigui<strong>en</strong>tes categorías:<br />

salud pública (prev<strong>en</strong>ción y detección de <strong>en</strong>fermedades), at<strong>en</strong>ción ambulatoria, odontología,<br />

at<strong>en</strong>ción <strong>en</strong> urg<strong>en</strong>cias, at<strong>en</strong>ción <strong>en</strong> hospitalización y acciones de cirugía g<strong>en</strong>eral. En 2012, <strong>el</strong><br />

CAUSES cubría 284 interv<strong>en</strong>ciones, más de 1.000 <strong>en</strong>fermedades y más de 500 medicam<strong>en</strong>tos 6 .<br />

6<br />

Asociado al seguro, se ha establecido un Fondo de Protección contra Gastos Catastróficos, que ofrece cobertura<br />

fr<strong>en</strong>te a 40 tratami<strong>en</strong>tos correspondi<strong>en</strong>tes a 8 <strong>en</strong>fermedades para las que se requier<strong>en</strong> tratami<strong>en</strong>tos e interv<strong>en</strong>ciones<br />

de alta complejidad.


CEPAL<br />

En 2011, <strong>el</strong> Seguro Popular estaba pres<strong>en</strong>te <strong>en</strong> todos los estados d<strong>el</strong> país y cubría a más de 51<br />

millones de familias 7 .<br />

En la Constitución brasileña de 1988 se definieron una serie de garantías <strong>en</strong> salud,<br />

implem<strong>en</strong>tadas mediante <strong>el</strong> Sistema Único de Salud (SUS), que opera sobre la base de los sigui<strong>en</strong>tes<br />

cinco principios: universalidad, integralidad, equidad, desc<strong>en</strong>tralización y participación social. El<br />

SUS provee at<strong>en</strong>ción médica primaria completam<strong>en</strong>te gratuita mediante los Programas de Salud<br />

Familiar y at<strong>en</strong>ción secundaria y terciaria a través de c<strong>en</strong>tros tradicionales (hospitales y clínicas).<br />

Desde <strong>el</strong> SUS también se han implem<strong>en</strong>tado una serie de programas <strong>en</strong> torno a la salud, muchos<br />

de los cuales están vinculados a Brasil Sem Miséria (por ejemplo, los programas Farmacia Popular<br />

de Brasil y Salud <strong>en</strong> la Escu<strong>el</strong>a) (OMS, 2010; Robles y Mirosevic, 2013).<br />

De acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más d<strong>el</strong> 75% de los<br />

brasileños dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> únicam<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> SUS para recibir at<strong>en</strong>ción sanitaria. Según datos de la CEPAL,<br />

<strong>en</strong> 2008 los programas de at<strong>en</strong>ción médica familiar se habían implem<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> un 94% de los<br />

municipios, cubri<strong>en</strong>do a un 51% de la población. De acuerdo con otros datos, esta política ha permitido<br />

alcanzar logros sustanciales <strong>en</strong> la erradicación de ciertas <strong>en</strong>fermedades y <strong>en</strong> la disminución de sus<br />

tasas de mortalidad. Por otro lado, se han destacado avances <strong>en</strong> la provisión de medicam<strong>en</strong>tos<br />

(con descu<strong>en</strong>tos de hasta un 90% <strong>en</strong> su precio o totalm<strong>en</strong>te libres de costos) (OMS, 2010; Robles<br />

y Mirosevic, 2013).<br />

Por otro lado, <strong>el</strong> Plan AUGE impulsado <strong>en</strong> Chile es parte de la reforma de salud introducida <strong>en</strong><br />

2004, <strong>en</strong> virtud de la cual se crearon las Garantías Explícitas <strong>en</strong> Salud (GES). El Plan establece que todas<br />

las <strong>en</strong>tidades que prestan servicios a través d<strong>el</strong> Fondo Nacional de Salud (FONASA) o las instituciones de<br />

salud previsional (Isapres), es decir, aseguradoras, deb<strong>en</strong> ofrecer determinadas prestaciones r<strong>el</strong>acionadas<br />

con la prev<strong>en</strong>ción, tratami<strong>en</strong>to y rehabilitación de las <strong>en</strong>fermedades que están incluidas <strong>en</strong> un listado<br />

básico. Actualm<strong>en</strong>te son 80 las <strong>en</strong>fermedades que forman parte de las GES y cada una ti<strong>en</strong>e establecido<br />

un criterio de diagnóstico y tratami<strong>en</strong>to (Robles, 2011). Entre <strong>el</strong>las se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran, por ejemplo, <strong>el</strong><br />

VIH/SIDA, distintos tipos de cáncer, <strong>en</strong>fermedades psiquiátricas y dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias de sustancias. Las<br />

GES aseguran garantía de acceso a las at<strong>en</strong>ciones requeridas, garantía de oportunidad (se estipula<br />

que los servicios se deb<strong>en</strong> proveer <strong>en</strong> los plazos establecidos), garantía de protección financiera<br />

(las personas no deb<strong>en</strong> abonar más d<strong>el</strong> 20% d<strong>el</strong> costo) y garantía de calidad (los prestadores de<br />

servicios deb<strong>en</strong> estar previam<strong>en</strong>te registrados y acreditados por la Superint<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de Salud).<br />

De acuerdo con las estimaciones sobre su alcance, aproximadam<strong>en</strong>te un 20% de la<br />

población chil<strong>en</strong>a está cubierta por <strong>el</strong> Plan AUGE. A su vez, según la Encuesta de Caracterización<br />

Socioeconómica Nacional (Cas<strong>en</strong>) de 2009, solo un 3,5% de la población no cu<strong>en</strong>ta con ningún tipo<br />

de cobertura médica. Los recursos para financiar este Plan provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de una ley de financiami<strong>en</strong>to<br />

(2003) 8 <strong>en</strong> que se estableció un aum<strong>en</strong>to de ciertos impuestos (al tabaco, aduanas e impuesto al<br />

valor agregado (IVA)) (Robles, 2011).<br />

Otra política que vale la p<strong>en</strong>a m<strong>en</strong>cionar es <strong>el</strong> Programa SUMAR de la Arg<strong>en</strong>tina, que <strong>el</strong> gobierno<br />

nacional puso <strong>en</strong> marcha como una ext<strong>en</strong>sión d<strong>el</strong> Plan Nacer (descrito <strong>en</strong> detalle <strong>en</strong> <strong>el</strong> capítulo III). El<br />

Programa SUMAR permitió, además de la incorporación de niños y adolesc<strong>en</strong>tes hasta los 19 años,<br />

la cobertura de todas las mujeres hasta los 64 años. Este programa ofrece cobertura médica<br />

para las poblaciones especificadas que no cu<strong>en</strong>tan con otro tipo de seguro médico u obra social,<br />

mediante una oferta de alrededor de 400 servicios de salud (controles, consultas y otro tipo<br />

de at<strong>en</strong>ciones médicas). Específicam<strong>en</strong>te para la población de mujeres de <strong>en</strong>tre 20 y 64 años,<br />

se establece <strong>el</strong> acceso a las sigui<strong>en</strong>tes prestaciones: controles clínicos y ginecológicos (incluidos<br />

diagnósticos de <strong>en</strong>fermedades), vacunación, salud bucal y at<strong>en</strong>ción para víctimas de viol<strong>en</strong>cia sexual.<br />

Tal como ocurre con <strong>el</strong> Plan Nacer, por cada inscripción <strong>en</strong> <strong>el</strong> programa y por cada consulta o control,<br />

los c<strong>en</strong>tros de salud recib<strong>en</strong> recursos para asegurar una mayor calidad de los servicios otorgados<br />

7<br />

Véase más información <strong>en</strong> [<strong>en</strong> línea] http://www.salud.df.gob.mx/ssdf/seguro_popular/index/qsomos.php.<br />

8<br />

Ley Núm. 19888 que establece financiami<strong>en</strong>to necesario para asegurar los objetivos sociales prioritarios d<strong>el</strong> Gobierno.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(mejoras de infraestructura, equipami<strong>en</strong>to y capacitación, <strong>en</strong>tre otros aspectos). El programa ha<br />

contribuido a fortalecer la red de c<strong>en</strong>tros de salud, con lo que se ha logrado reducir un 85% las<br />

listas de espera (<strong>en</strong> comparación con 2003) 9 .<br />

Es importante señalar, sin embargo, que las garantías de derechos de asist<strong>en</strong>cia no<br />

necesariam<strong>en</strong>te se traduc<strong>en</strong> <strong>en</strong> un acceso efectivo si para <strong>el</strong> uso de los servicios se requier<strong>en</strong> niv<strong>el</strong>es<br />

<strong>el</strong>evados de gasto de bolsillo o copagos. La disminución de estos costos ha sido un objetivo c<strong>en</strong>tral<br />

de las reformas y nuevas políticas impulsadas <strong>en</strong> algunos países. Esta reducción ha t<strong>en</strong>ido lugar<br />

básicam<strong>en</strong>te a través de subsidios a los prestadores, disminuy<strong>en</strong>do costos a los usuarios y copagos<br />

<strong>en</strong> servicios de at<strong>en</strong>ción básica, exám<strong>en</strong>es de laboratorio y medicam<strong>en</strong>tos.<br />

Al respecto, mediante la Política Nacional de Medicam<strong>en</strong>tos (Programa REMEDIAR), establecida<br />

<strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina <strong>en</strong> 2002, se busca garantizar <strong>el</strong> acceso gratuito a medicam<strong>en</strong>tos a las poblaciones<br />

más vulnerables. En términos g<strong>en</strong>erales, <strong>el</strong> programa abarca este objetivo <strong>en</strong> cuatro etapas: la<br />

s<strong>el</strong>ección, <strong>el</strong> aprovisionami<strong>en</strong>to, la distribución y <strong>el</strong> uso de los medicam<strong>en</strong>tos. Específicam<strong>en</strong>te, se<br />

hace <strong>en</strong>trega a los C<strong>en</strong>tros de At<strong>en</strong>ción Primaria de la Salud (CAPS) de botiquines que conti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

medicam<strong>en</strong>tos es<strong>en</strong>ciales para asegurar <strong>el</strong> tratami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> 90% de las patologías más comunes<br />

<strong>en</strong> este niv<strong>el</strong> de at<strong>en</strong>ción 10 . En cuanto a los resultados de REMEDIAR, hasta 2014 se distribuyeron<br />

a los CAPS más de dos millones de botiquines <strong>en</strong> todo <strong>el</strong> territorio nacional, lo que corresponde<br />

a una suma de 389 millones de medicam<strong>en</strong>tos. En 2010, estaban cubiertas <strong>en</strong> este primer niv<strong>el</strong><br />

de at<strong>en</strong>ción 15 millones de personas, un 94% de <strong>el</strong>las pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes a hogares pobres y un 71%<br />

pert<strong>en</strong>eci<strong>en</strong>tes a hogares bajo <strong>el</strong> umbral de la pobreza extrema 11 .<br />

Por otro lado, <strong>en</strong> 2008 se reformó <strong>el</strong> sistema de salud uruguayo, creando <strong>el</strong> Sistema Nacional<br />

Integrado de Salud (SNIS), con <strong>el</strong> propósito de ofrecer un acceso universal, homogéneo y de calidad<br />

para toda la población, articulando a todos los prestadores de salud y modificando los sistemas de<br />

gestión y financiami<strong>en</strong>to. En <strong>el</strong> marco de la misma ley se creó también <strong>el</strong> Fondo Nacional de Salud,<br />

al que deb<strong>en</strong> aportar todos los trabajadores (<strong>en</strong>tre un 3% y un 6% d<strong>el</strong> salario) y los empleadores<br />

(5%) 12 . Con este sistema se impulsó una reducción considerable de los precios de órd<strong>en</strong>es y tickets<br />

(estableci<strong>en</strong>do <strong>en</strong> varios casos que pasan a ser gratuitos) y también se <strong>el</strong>iminaron totalm<strong>en</strong>te algunas<br />

de las tasas que se cobraban a los usuarios <strong>en</strong> distintos tratami<strong>en</strong>tos e interv<strong>en</strong>ciones (procedimi<strong>en</strong>tos<br />

de quimioterapia y radioterapia, colpocitologías oncológicas, procedimi<strong>en</strong>tos de diagnóstico que<br />

necesitan la aplicación de anestesia o sedación y medicam<strong>en</strong>tos no antibióticos).<br />

Finalm<strong>en</strong>te, la calidad de los servicios de salud ha pasado a formar parte de la ag<strong>en</strong>da de<br />

políticas <strong>en</strong> varios países de la región. La expansión de servicios específicos y de redes de at<strong>en</strong>ción<br />

primaria, así como de los horarios de at<strong>en</strong>ción <strong>en</strong> los hospitales, se combinó <strong>en</strong> varios países con<br />

<strong>el</strong> fortalecimi<strong>en</strong>to de las instituciones reguladoras de los prestadores de salud. Esto es lo que ha<br />

ocurrido <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay, donde las instituciones prestadoras deb<strong>en</strong> proveer servicios adecuados<br />

según <strong>el</strong> Plan Integral de Prestaciones (PIP): diagnóstico y tratami<strong>en</strong>to adecuado; servicios de<br />

rehabilitación, recuperación y cuidados paliativos, y servicios de promoción y protección adecuados a<br />

los anteced<strong>en</strong>tes personales y sociales de los paci<strong>en</strong>tes. Periódicam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> Ministerio de Salud Pública<br />

evalúa la at<strong>en</strong>ción brindada por los c<strong>en</strong>tros de salud según su cumplimi<strong>en</strong>to de las prestaciones 13 .<br />

9<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.msal.gov.ar/index.php/compon<strong>en</strong>t/cont<strong>en</strong>t/article/46-ministerio/455-una-decada-por-lainclusion-y-la-salud-publica.<br />

10<br />

También se ofrec<strong>en</strong> capacitaciones para los trabajadores de la salud (por ejemplo, cursos de cuidado de medicam<strong>en</strong>tos<br />

<strong>en</strong> at<strong>en</strong>ción primaria de la salud, taller de operatoria de botiquín de medicam<strong>en</strong>tos es<strong>en</strong>ciales y terapia racional <strong>en</strong><br />

at<strong>en</strong>ción primaria de la salud).<br />

11<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://remediar.msal.gov.ar/index.php/noticias/1286-remediar-cumple-12-anos.<br />

12<br />

Los aportes personales son progresivos según <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de ingresos y <strong>el</strong> tamaño de la familia. Una tercera fu<strong>en</strong>te de<br />

aportes provi<strong>en</strong>e d<strong>el</strong> gobierno nacional. En <strong>el</strong> SNIS, por lo tanto, se incluye a todos los trabajadores dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes<br />

(públicos y privados), a los no dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes (de empresas unipersonales y monotributistas), a los nuevos jubilados y a<br />

los hijos dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes de todos estos (m<strong>en</strong>ores de 18 años o mayores con discapacidad). El SNIS no funciona como<br />

un sistema universal único.<br />

13<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.bps.gub.uy/4959/avances_incorporacion_de_colectivos_al_snis.html.


CEPAL<br />

Los esfuerzos reseñados reflejan un avance importante <strong>en</strong> <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la cobertura y<br />

calidad d<strong>el</strong> asegurami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> materia de salud. También se constatan logros <strong>en</strong> la modificación de<br />

las bases de financiami<strong>en</strong>to de algunas políticas, <strong>en</strong> <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido de que se ha apostado a reducir <strong>el</strong><br />

gasto de bolsillo y hacer recaer más los costos de los seguros <strong>en</strong> los aportes a la seguridad social así<br />

como <strong>en</strong> r<strong>en</strong>tas g<strong>en</strong>erales para sost<strong>en</strong>er la cobertura no contributiva. Sin embargo, la región todavía<br />

<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ta desafíos importantes no solo <strong>en</strong> la profundización de estos objetivos, sino también <strong>en</strong> la<br />

transformación de largo plazo de mod<strong>el</strong>os de at<strong>en</strong>ción que todavía manti<strong>en</strong><strong>en</strong> una lógica segm<strong>en</strong>tada<br />

(Val<strong>en</strong>cia, Foust y Tetreault, 2013). Por ejemplo, <strong>en</strong> muchos países los sistemas de at<strong>en</strong>ción pública<br />

y no contributiva solo ofrec<strong>en</strong> at<strong>en</strong>ción primaria y secundaria, pero no terciaria, y pres<strong>en</strong>tan déficits<br />

importantes de calidad <strong>en</strong> la at<strong>en</strong>ción. Por otro lado, es at<strong>en</strong>dible la preocupación por los ev<strong>en</strong>tuales<br />

desinc<strong>en</strong>tivos a la formalización que algunas medidas (<strong>el</strong> Seguro Popular de Salud, por ejemplo)<br />

pued<strong>en</strong> g<strong>en</strong>erar (Levy, 2011).<br />

ii) Seguro de <strong>en</strong>fermedad y seguro por accid<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> trabajo<br />

Los seguros de <strong>en</strong>fermedad son un compon<strong>en</strong>te c<strong>en</strong>tral para proteger a la población<br />

trabajadora. Cuando no están pres<strong>en</strong>tes, los períodos de <strong>en</strong>fermedad conllevan <strong>el</strong> riesgo de la<br />

pérdida d<strong>el</strong> empleo y los ingresos, empujando a la vulnerabilidad a los trabajadores y sus familias.<br />

La aus<strong>en</strong>cia de seguros de <strong>en</strong>fermedad no solo reduce los impactos positivos esperados de la<br />

expansión de la cobertura d<strong>el</strong> asegurami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> salud, sino que los anula, <strong>en</strong> especial <strong>en</strong> contextos<br />

de choques externos y crisis económica.<br />

Por otro lado, <strong>en</strong> la actualidad, <strong>en</strong> 14 de los 17 países de la región de los que se cu<strong>en</strong>ta con esta<br />

información, la cobertura por accid<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> trabajo se produce a través de la seguridad social. La Arg<strong>en</strong>tina,<br />

Costa Rica y Panamá son los únicos países que dispon<strong>en</strong> de sistemas <strong>en</strong> que la responsabilidad de<br />

comp<strong>en</strong>sar por accid<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> trabajo recae <strong>en</strong> su totalidad sobre <strong>el</strong> empleador. En <strong>el</strong> resto de los países, la<br />

responsabilidad es compartida, debido a que <strong>el</strong> seguro por accid<strong>en</strong>tes está incorporado al sistema de seguridad<br />

social (OIT, 2014) 14 .<br />

Más allá de su rol como empleador, son pocos los casos <strong>en</strong> que <strong>el</strong> Estado provee financiami<strong>en</strong>to<br />

para la cobertura d<strong>el</strong> seguro por accid<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> trabajo. El caso más notorio es <strong>el</strong> d<strong>el</strong> Ecuador,<br />

donde <strong>el</strong> 40% d<strong>el</strong> costo de la p<strong>en</strong>sión provi<strong>en</strong>e de financiami<strong>en</strong>to público; <strong>en</strong> Guatemala y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de), <strong>el</strong> Estado aporta un 1,5%. Además, la cobertura de los seguros por<br />

accid<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> trabajo es muy variable <strong>en</strong> la región: va desde, aproximadam<strong>en</strong>te, un 16% de la<br />

fuerza de trabajo <strong>en</strong> Bolivia (Estado Plurinacional de) y Honduras hasta un 76% <strong>en</strong> Chile. Al marg<strong>en</strong><br />

de estos extremos, <strong>en</strong> la mayoría de los países está cubierto por lo m<strong>en</strong>os un tercio de la fuerza<br />

laboral y la cobertura su<strong>el</strong>e ser obligatoria (OIT, 2014) (véase <strong>el</strong> gráfico IV.3).<br />

14<br />

Esto no significa, sin embargo, que <strong>en</strong> todos los países los trabajadores deban hacer contribuciones. En la mayoría de<br />

los casos, también ocurre que <strong>el</strong> empleado no hace ningún aporte y <strong>el</strong> empleador es <strong>el</strong> que debe asumir los costos d<strong>el</strong><br />

seguro, pero a través de las contribuciones a la seguridad social.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico IV.3<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (17 países): estimación de la cobertura (obligatoria)<br />

por accid<strong>en</strong>tes laborales, 2014<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes de la fuerza de trabajo)<br />

Chile<br />

Guatemala<br />

Costa Rica<br />

Panamá<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Brasil<br />

Uruguay<br />

México<br />

Ecuador<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Nicaragua<br />

Colombia<br />

Perú<br />

Paraguay<br />

El Salvador<br />

Honduras<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

80<br />

76,0<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

65,6<br />

60,1 59,6 57,9 56,5<br />

54,6<br />

49,3 49,0<br />

44,9 44,9 44,5<br />

39,5<br />

32,1<br />

26,8<br />

20<br />

10<br />

16,3 16,0<br />

0<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), World Social Protection Report.<br />

Building economic recovery, inclusive dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t and social justice, 2014/15, Ginebra, 2014.<br />

Es importante señalar, además, que los trabajadores autónomos o por cu<strong>en</strong>ta propia se<br />

<strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> situación de desv<strong>en</strong>taja <strong>en</strong> materia de protección fr<strong>en</strong>te a accid<strong>en</strong>tes d<strong>el</strong> trabajo,<br />

por cuanto <strong>en</strong> la mayoría de los países no existe un mecanismo previsto para su protección. En<br />

aqu<strong>el</strong>los casos <strong>en</strong> que sí exist<strong>en</strong> instrum<strong>en</strong>tos definidos, las contribuciones su<strong>el</strong><strong>en</strong> ser variables y<br />

voluntarias (OIT, 2014).<br />

También son interesantes los avances que han t<strong>en</strong>ido lugar <strong>en</strong> la consolidación de seguros<br />

no contributivos. En <strong>el</strong> Ecuador, por ejemplo, existe un seguro de vida para aqu<strong>el</strong>los ciudadanos<br />

que recib<strong>en</strong> <strong>el</strong> Bono de Desarrollo Humano (BDH), una transfer<strong>en</strong>cia monetaria para las personas<br />

mayores de edad <strong>en</strong> situación de pobreza. Si <strong>el</strong> titular d<strong>el</strong> bono fallece, su familia podrá cobrar<br />

un seguro de hasta 500 dólares. Además, se ofrec<strong>en</strong> descu<strong>en</strong>tos y apoyos para cubrir los costos<br />

funerarios (MIES, 2013; El Mercurio, 2011). Por otro lado, <strong>en</strong> 2013, la Secretaría de Desarrollo Social<br />

(SEDESOL) de México creó <strong>el</strong> Seguro de Vida para Jefas de Familia, con que se busca contribuir al<br />

bi<strong>en</strong>estar de la población más vulnerable. La SEDESOL establece que las b<strong>en</strong>eficiarias deb<strong>en</strong> cumplir<br />

con al m<strong>en</strong>os uno de los sigui<strong>en</strong>tes requisitos: <strong>en</strong>contrarse bajo la línea de bi<strong>en</strong>estar mínimo o t<strong>en</strong>er<br />

acceso precario a servicios básicos de vivi<strong>en</strong>da o alim<strong>en</strong>tación. Por otro lado, también pued<strong>en</strong> ser<br />

b<strong>en</strong>eficiarias aqu<strong>el</strong>las mujeres que no han completado la educación primaria o que no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> acceso<br />

a servicios de salud o seguridad social. Los hijos de aqu<strong>el</strong>la persona que cumpla con los requisitos<br />

establecidos recibirán, <strong>en</strong> caso de fallecimi<strong>en</strong>to de la titular d<strong>el</strong> seguro, un apoyo económico m<strong>en</strong>sual.<br />

El monto de la transfer<strong>en</strong>cia aum<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> función d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> educativo de los hijos: desde 315 pesos<br />

mexicanos (21 dólares) para los preescolares hasta 1.943 pesos mexicanos (127 dólares) para los<br />

que culmin<strong>en</strong> la educación superior técnica. El dinero se <strong>en</strong>trega con una modalidad bimestral y<br />

está condicionado a la comprobación de asist<strong>en</strong>cia a la educación 15 .<br />

15<br />

Véase Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL), “Seguro de Vida para Jefas de Familia” [<strong>en</strong> línea]<br />

http://www.sedesol.gob.mx/<strong>en</strong>/SEDESOL/Seguro_de_Vida_para_Jefas_de_Familia.


CEPAL<br />

iii) Seguro y subsidios de desempleo y otras políticas pasivas<br />

Bu<strong>en</strong>a parte de los países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> cu<strong>en</strong>tan con algún instrum<strong>en</strong>to para la regulación<br />

de las contrataciones, los despidos y las indemnizaciones que deb<strong>en</strong> regir estas situaciones. Sin<br />

embargo, muy pocos países dispon<strong>en</strong> de seguro de desempleo o de cu<strong>en</strong>tas de ahorro individual para<br />

<strong>el</strong> desempleo: solo seis países de la región (Arg<strong>en</strong>tina, Brasil, Chile, Ecuador, Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de)) cu<strong>en</strong>tan con seguros de desempleo y ocho países (Arg<strong>en</strong>tina, Brasil, Chile,<br />

Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de)) ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una normativa que<br />

establece cu<strong>en</strong>tas de ahorro individual para la protección fr<strong>en</strong>te al desempleo (V<strong>el</strong>ásquez Pinto, 2014).<br />

En g<strong>en</strong>eral, los seguros de desempleo (<strong>en</strong> algunos países d<strong>en</strong>ominados seguros o fondos<br />

de cesantía) incluy<strong>en</strong>, además de una transfer<strong>en</strong>cia o reemplazo salarial por un período establecido<br />

de tiempo, la asist<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> salud. Allí donde exist<strong>en</strong> seguros de desempleo, la cobertura de los<br />

trabajadores es r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te baja. En Chile, están cubiertos cerca d<strong>el</strong> 30% de los trabajadores, <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> Uruguay <strong>el</strong> 27,9%, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil <strong>el</strong> 7,8%, <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina <strong>el</strong> 4,9% y <strong>en</strong> <strong>el</strong> Ecuador ap<strong>en</strong>as <strong>el</strong> 4,2%<br />

(véase <strong>el</strong> gráfico IV.4).<br />

• Gráfico IV.4<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (5 países): cobertura de trabajadores con seguro de desempleo, 2014<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

29,9<br />

27,9<br />

20<br />

10<br />

4,9 7,8<br />

4,2<br />

0<br />

Arg<strong>en</strong>tina Brasil Chile Ecuador Uruguay<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), World Social Protection Report.<br />

Building economic recovery, inclusive dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t and social justice, 2014/15, Ginebra, 2014.<br />

En la comparación internacional, estos niv<strong>el</strong>es son significativam<strong>en</strong>te más bajos que los<br />

registrados <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo desarrollado. Aunque <strong>el</strong> panorama es heterogéneo, <strong>el</strong> promedio (simple)<br />

de la cobertura de los países de Europa Occid<strong>en</strong>tal es de alrededor d<strong>el</strong> 63,8% 16 .<br />

Por otro lado, los sistemas de cu<strong>en</strong>tas de ahorro individual —<strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral asociados a garantías<br />

o seguros por tiempo de servicio— permit<strong>en</strong> la acumulación individual de aportes y su retiro <strong>en</strong> caso<br />

de despido (ejemplos de <strong>el</strong>lo son la Comp<strong>en</strong>sación por Tiempo de Servicios <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú o la Garantía<br />

por Tiempo de Servicio <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil).<br />

Mediante las apuestas reci<strong>en</strong>tes se ha buscado avanzar <strong>en</strong> varias direcciones: la ampliación de<br />

la duración de los seguros, <strong>el</strong> anclaje de los seguros con políticas activas de empleo y la flexibilización<br />

de los criterios de <strong>el</strong>egibilidad para t<strong>en</strong>er derecho a <strong>el</strong>los.<br />

El Uruguay es un ejemplo interesante de las transformaciones a los seguros de desempleo<br />

<strong>en</strong> materia de ext<strong>en</strong>sión de plazos. En ese país, <strong>el</strong> seguro de desempleo es un derecho para todos<br />

los trabajadores formales y los fondos de este subsidio provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de los aportes que estos hayan<br />

16<br />

Véase Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), “Protección social” [<strong>en</strong> línea] http://www.social-protection.org/gimi/<br />

gess/ShowTheme.action?th.themeId=10 y V<strong>en</strong>n (2012).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

hecho al Banco de Previsión Social a lo largo de su trayectoria laboral. En 2008, se reformó <strong>el</strong> sistema,<br />

implem<strong>en</strong>tando cambios <strong>en</strong> la remuneración y ext<strong>en</strong>siones d<strong>el</strong> plazo <strong>en</strong> ciertas circunstancias.<br />

Mi<strong>en</strong>tras que antes de la reforma <strong>el</strong> seguro equivalía al 50% d<strong>el</strong> salario promedio de los últimos seis<br />

meses d<strong>el</strong> empleado, después de la reforma se estableció que <strong>el</strong> monto otorgado irá decreci<strong>en</strong>do<br />

a lo largo de los seis meses (desde <strong>el</strong> 66% hasta <strong>el</strong> 40% d<strong>el</strong> salario). Con respecto al plazo, se<br />

determinó que durante períodos de recesión económica las personas podrán recibir <strong>el</strong> subsidio por<br />

dos meses más, y que las personas mayores de 50 años recibirán la transfer<strong>en</strong>cia por seis meses<br />

adicionales a los ya establecidos (Filgueira y Hernández, 2012).<br />

El anclaje de los seguros con políticas activas de empleo ha implicado una mayor vinculación con<br />

programas de capacitación y servicios de intermediación laboral para los desempleados. Las becas d<strong>el</strong><br />

Fondo de Cesantía Solidario <strong>en</strong> Chile, mediante las cuales se otorga financiami<strong>en</strong>to a los b<strong>en</strong>eficiarios<br />

para la realización de cursos de capacitación laboral, son una muestra de esta estrategia. En ese mismo<br />

país, <strong>en</strong> <strong>el</strong> seguro de desempleo incorporado a la legislación <strong>en</strong> la década de 2000 se combina un<br />

subsidio con programas de capacitación e intermediación laboral y se incluy<strong>en</strong> programas de salud,<br />

asegurando a la vez que los hogares continú<strong>en</strong> recibi<strong>en</strong>do las asignaciones familiares (Robles, 2011).<br />

Finalm<strong>en</strong>te, la ampliación de los criterios de <strong>el</strong>egibilidad de los seguros ha operado básicam<strong>en</strong>te<br />

incorporando a trabajadores informales, no cubiertos por los sistemas de seguridad social y, por <strong>en</strong>de,<br />

más expuestos a los efectos de los ciclos recesivos. Un ejemplo de <strong>el</strong>lo es <strong>el</strong> Seguro de Capacitación y<br />

<strong>Empleo</strong> (ScyE) que la Arg<strong>en</strong>tina puso <strong>en</strong> marcha <strong>en</strong> <strong>2006</strong> 17 y que combina la incorporación de sectores<br />

informales con <strong>el</strong> desarrollo de estrategias de activación, como la capacitación y la intermediación<br />

laboral. Este seguro se <strong>en</strong>foca <strong>en</strong> la población desempleada que no accedía al seguro de desempleo<br />

de base contributiva. A pesar de que <strong>en</strong> un principio <strong>el</strong> programa estaba destinado solo a aqu<strong>el</strong>las<br />

personas que ya eran b<strong>en</strong>eficiarias d<strong>el</strong> Programa Jefes y Jefas de Hogares Desocupados (PJJHD),<br />

terminó por incorporar a todos los trabajadores desempleados, al marg<strong>en</strong> de que nunca hubieran<br />

sido b<strong>en</strong>eficiarios de transfer<strong>en</strong>cias asist<strong>en</strong>ciales públicas. El objetivo d<strong>el</strong> programa es promover<br />

las capacidades laborales de esta población y apoyarla <strong>en</strong> la búsqueda de empleo. El primer<br />

compon<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> programa consiste <strong>en</strong> una transfer<strong>en</strong>cia monetaria de 225 pesos arg<strong>en</strong>tinos (25<br />

dólares) <strong>en</strong> los primeros 18 meses de duración d<strong>el</strong> programa y 200 pesos arg<strong>en</strong>tinos (22 dólares)<br />

<strong>en</strong> los 6 meses restantes. El segundo compon<strong>en</strong>te son las distintas actividades y herrami<strong>en</strong>tas que<br />

ofrece <strong>el</strong> programa para aum<strong>en</strong>tar las capacidades de los b<strong>en</strong>eficiarios y, <strong>en</strong> consecu<strong>en</strong>cia, sus<br />

probabilidades de insertarse <strong>en</strong> puestos de trabajo de mayor calidad. D<strong>en</strong>tro de estas se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran<br />

la posibilidad de acceder a servicios de ori<strong>en</strong>tación y asesorami<strong>en</strong>to <strong>en</strong> la búsqueda de trabajo,<br />

instancias de capacitación laboral y profesional, actividades de formación educativa con las que se<br />

busca promover la finalización de los estudios y una formación más profesional y asesorami<strong>en</strong>to a<br />

aqu<strong>el</strong>los que busqu<strong>en</strong> empr<strong>en</strong>der un negocio propio (Repetto y Pot<strong>en</strong>za Dal Masetto, 2012).<br />

En la misma línea, <strong>el</strong> Seguro de Desempleo de la Ciudad de México otorga la posibilidad de<br />

acceder a un subsidio a los resid<strong>en</strong>tes de esa urbe que demuestr<strong>en</strong> haber trabajado por un período<br />

de seis meses continuos, haber perdido <strong>el</strong> trabajo por causas aj<strong>en</strong>as a su voluntad, no percibir otros<br />

ingresos prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de subsidios o p<strong>en</strong>siones y estar activos <strong>en</strong> la búsqueda de otro empleo. La<br />

transfer<strong>en</strong>cia (por un período máximo de seis meses) equivale al salario mínimo vig<strong>en</strong>te. Este seguro<br />

cu<strong>en</strong>ta con un procedimi<strong>en</strong>to especial para las mujeres que fueron despedidas injustam<strong>en</strong>te por motivo<br />

de embarazo, exigi<strong>en</strong>do solo la resid<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> Distrito Federal y <strong>el</strong> hecho de no percibir ingresos<br />

por otro tipo de subsidio, p<strong>en</strong>sión o jubilación. Por otro lado, <strong>el</strong> seguro cu<strong>en</strong>ta con un programa de<br />

apoyo para los b<strong>en</strong>eficiarios, con <strong>el</strong> fin de promover la reinserción laboral. En una primera fase, se<br />

ofrec<strong>en</strong> cursos de tres días de formación básica empr<strong>en</strong>dedora. Luego, a aqu<strong>el</strong>las personas que<br />

demuestr<strong>en</strong> aptitud empr<strong>en</strong>dedora se les ofrece la posibilidad de participar <strong>en</strong> un curso de diez<br />

sesiones, <strong>en</strong> que se continúa la capacitación <strong>en</strong>focada <strong>en</strong> la creación de un negocio propio 18 .<br />

17<br />

Véase [<strong>en</strong> línea http://www.trabajo.gov.ar/segurocapacitacion/.<br />

18<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.segurodedesempleo.df.gob.mx/.


CEPAL<br />

iv) Regulación y protección laboral<br />

La regulación y la protección laboral son piezas clave <strong>en</strong> cualquier sistema de protección<br />

social. En particular, si operan <strong>en</strong> forma sost<strong>en</strong>ida pued<strong>en</strong> contribuir a g<strong>en</strong>erar las condiciones para<br />

una adecuada apropiación de los frutos de la productividad por parte de todos los trabajadores,<br />

reduci<strong>en</strong>do así directa e indirectam<strong>en</strong>te las desigualdades laborales. Su aus<strong>en</strong>cia, <strong>en</strong> contraste,<br />

establece las condiciones para que las desigualdades estructur<strong>en</strong> <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de los mercados<br />

laborales, reforzando así las vulnerabilidades que experim<strong>en</strong>tan amplios sectores de la población<br />

<strong>en</strong> etapa activa.<br />

Este campo es, quizás, aqu<strong>el</strong> <strong>en</strong> que la dualidad de los sistemas de protección social de<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> se hace más evid<strong>en</strong>te: los mercados laborales latinoamericanos sigu<strong>en</strong> funcionando, <strong>en</strong><br />

muchos aspectos, con una línea divisoria <strong>en</strong>tre qui<strong>en</strong>es quedan d<strong>en</strong>tro y qui<strong>en</strong>es quedan fuera (CEPAL,<br />

2012b). Las reformas asociadas al ajuste de los años nov<strong>en</strong>ta —t<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> realidad a desregular,<br />

flexibilizar y reducir <strong>el</strong> alcance y la fuerza de la negociación colectiva— contribuyeron a debilitar la<br />

institucionalidad laboral (Tokman, <strong>2006</strong>; W<strong>el</strong>ler, 2009; CEPAL, 2012a), reforzando <strong>en</strong> parte esta división.<br />

Como resultado, <strong>en</strong> la mayoría de los países de la región —con las excepciones de la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Brasil<br />

y <strong>el</strong> Uruguay— los niv<strong>el</strong>es de cobertura sindical y negociación colectiva son bajos (la sindicalización<br />

de los asalariados llega al 15% y la negociación colectiva, sobre la misma base, alcanza <strong>en</strong>tre <strong>el</strong><br />

8% y <strong>el</strong> 10%) (CEPAL, 2012a) y están estancados.<br />

Exist<strong>en</strong>, por otro lado, núcleos duros de desprotección y desregulación (o regulaciones<br />

m<strong>en</strong>os exig<strong>en</strong>tes). Este es <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> empleo rural y <strong>el</strong> empleo informal (Tokman, <strong>2006</strong>). El empleo<br />

rural es un área <strong>en</strong> que las regulaciones laborales son débiles, dispares y fragm<strong>en</strong>tarias y <strong>en</strong> que<br />

los trabajadores, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, ti<strong>en</strong><strong>en</strong> m<strong>en</strong>os derechos o peores condiciones laborales de partida <strong>en</strong><br />

comparación con sus pares urbanos (FAO/CEPAL/OIT, 2012; Faigu<strong>en</strong>baum y Soto-Baquero, 2013).<br />

También <strong>el</strong> empleo doméstico persiste como un área particularm<strong>en</strong>te desprotegida, por lo g<strong>en</strong>eral<br />

adscrita a una situación más precaria que la d<strong>el</strong> resto de los trabajadores (Blofi<strong>el</strong>d, 2012; CEPAL,<br />

2013a). Esto es visible <strong>en</strong> aspectos como las horas máximas semanales de trabajo, <strong>el</strong> acceso al<br />

salario mínimo, la lic<strong>en</strong>cia por maternidad, <strong>el</strong> acceso a la seguridad social, <strong>el</strong> descanso semanal o<br />

las vacaciones (CEPAL, 2008; Val<strong>en</strong>zu<strong>el</strong>a y Moras, 2009; Blofi<strong>el</strong>d, 2012).<br />

En años reci<strong>en</strong>tes varios países han dado pasos significativos para <strong>el</strong> fortalecimi<strong>en</strong>to de la<br />

institucionalidad y las regulaciones laborales. La región ha avanzado positivam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la ratificación de<br />

los conv<strong>en</strong>ios internacionales fundam<strong>en</strong>tales <strong>en</strong> materia de ejercicio de principios y derechos básicos<br />

vinculados al empleo y se han reforzado los derechos sindicales <strong>en</strong> algunos países, g<strong>en</strong>erándose<br />

a la vez condiciones para nuevos espacios institucionales de negociación colectiva (OIT, 2009).<br />

Algunos países han hecho progresos r<strong>el</strong>evantes <strong>en</strong> <strong>el</strong> establecimi<strong>en</strong>to de topes de horas<br />

semanales de trabajo <strong>en</strong> sectores tradicionalm<strong>en</strong>te precarios. Así, por ejemplo, a fines de 2008 se<br />

aprobó <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay una ley específica que regula <strong>el</strong> horario laboral de los trabajadores d<strong>el</strong> sector<br />

rural. A pesar de que <strong>en</strong> ese país la ley de la jornada máxima de ocho horas fue instaurada a principios<br />

d<strong>el</strong> siglo XX, ciertos sectores quedaron excluidos de esta norma (como los trabajadores rurales y<br />

los trabajadores domésticos). En la nueva ley, por un lado, se limita <strong>el</strong> máximo de horas diarias (8<br />

horas) y <strong>el</strong> máximo de horas semanales (48 horas por seis días trabajados). Por otro lado, también<br />

se establec<strong>en</strong> criterios de descanso (descanso intermedio, descanso <strong>en</strong>tre jornadas y descanso<br />

semanal) (MTSS, 2013).<br />

Asimismo, <strong>en</strong> varios países se ha avanzado <strong>en</strong> la expansión y equiparación de derechos de<br />

sectores altam<strong>en</strong>te informales y precarios, como <strong>el</strong> empleo doméstico.<br />

El Estado Plurinacional de Bolivia introdujo una reforma a la legislación <strong>en</strong> 2003. Mi<strong>en</strong>tras que<br />

antes de la reforma los trabajadores domésticos podían trabajar hasta 16 horas por día, <strong>en</strong> la nueva<br />

legislación se impuso <strong>el</strong> límite de 8 horas diarias (<strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de trabajadores que viv<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

lugar donde laboran, <strong>el</strong> límite es de 10 horas). Por otro lado, la ley también otorgó a estos trabajadores<br />

<strong>el</strong> derecho a t<strong>en</strong>er un día libre por semana, <strong>en</strong> tanto que previam<strong>en</strong>te solo t<strong>en</strong>ían derecho a seis horas<br />

libres los domingos. El acceso a la seguridad social, sin embargo, fue implem<strong>en</strong>tado recién <strong>en</strong> 2010,<br />

aunque <strong>en</strong> la reforma de 2003 se <strong>el</strong>iminaron los criterios de exclusión de otros derechos laborales 19 .<br />

El Uruguay pres<strong>en</strong>ta otro ejemplo de reforma dirigida hacia la mejora de los derechos de qui<strong>en</strong>es<br />

laboran <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico. Antes de <strong>2006</strong>, los trabajadores domésticos uruguayos estaban<br />

excluidos de derechos laborales básicos: no estaban compr<strong>en</strong>didos d<strong>en</strong>tro de la limitación d<strong>el</strong> trabajo<br />

diario a un máximo de ocho horas ni tampoco recibían seguro de desempleo. A partir de la reforma<br />

legislativa, se otorga a los trabajadores domésticos total igualdad de derechos y se prohíbe cualquier<br />

exclusión respecto de b<strong>en</strong>eficios que gozan otros trabajadores (CEPAL, 2013b). En 2009, Costa Rica<br />

realizó una reforma al código laboral, referida específicam<strong>en</strong>te a los trabajadores domésticos. En<br />

dicha reforma, se otorgaron a estos trabajadores un conjunto de derechos: salario mínimo, jornada<br />

laboral de ocho horas, un día de descanso por semana, afiliación a la seguridad social, vacaciones<br />

remuneradas e indemnización 20 . En <strong>el</strong> Perú, a pesar de que también se llevó a cabo una reforma<br />

para ampliar los derechos d<strong>el</strong> servicio doméstico, los trabajadores de este sector sigu<strong>en</strong> sin estar<br />

considerados d<strong>en</strong>tro de algunos derechos claves, como <strong>el</strong> salario mínimo o las vacaciones pagadas<br />

(recib<strong>en</strong> la mitad d<strong>el</strong> pago que otros trabajadores) 21 . En <strong>el</strong> Ecuador, se incorporaron <strong>en</strong> 2012 una<br />

serie de reformas al código laboral, <strong>en</strong> las que se explicita que los trabajadores domésticos deb<strong>en</strong><br />

gozar de los mismos derechos que <strong>el</strong> resto de los trabajadores. Antes de 2012, la ley no estipulaba<br />

ningún límite a su horario laboral, mi<strong>en</strong>tras que con la reforma (Ley Orgánica para la Def<strong>en</strong>sa de los<br />

Derechos Laborales de 2012) se estableció un máximo de ocho horas diarias y un salario mínimo<br />

(CEPAL, 2013b) 22 .<br />

También hay señales al<strong>en</strong>tadoras <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con la formalización de otros sectores tradicionalm<strong>en</strong>te<br />

informales. En <strong>el</strong> Perú, por ejemplo, para fom<strong>en</strong>tar la formalización de los trabajadores, <strong>en</strong> 2003 se<br />

estableció la Ley de Promoción de la Competitividad, Formalización y Desarrollo de la Micro y Pequeña<br />

Empresa y d<strong>el</strong> Acceso al <strong>Empleo</strong> Dec<strong>en</strong>te (Ley MYPE), con la que se impusieron ciertas pautas a estas<br />

empresas con <strong>el</strong> objetivo de ampliar los derechos laborales de sus trabajadores. En un principio, <strong>en</strong><br />

virtud de esta ley los empleadores estaban obligados a cumplir con <strong>el</strong> pago de un salario mínimo,<br />

a establecer horarios de trabajo más acotados, a brindar a sus empleados un seguro de salud y a<br />

otorgar 15 días de vacaciones cada año. Lo que la ley no contemplaba era la afiliación a un sistema<br />

de p<strong>en</strong>siones. Debido a que, según las evaluaciones, la ley no era d<strong>el</strong> todo efectiva y a que algunas<br />

empresas optaban por no registrarse para no asumir los costos de las obligaciones, <strong>en</strong> 2008 se<br />

realizaron algunos ajustes. Entre estos, se aclaró la definición de pequeñas empresas, a la vez que se<br />

declaró obligatorio <strong>el</strong> seguro de salud y la afiliación a un sistema de p<strong>en</strong>siones. Otra de las novedades<br />

de esta reforma fue la creación d<strong>el</strong> Sistema de P<strong>en</strong>siones Sociales, <strong>en</strong>focado <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>los empleados<br />

de microempresas que no formaban parte de ningún sistema de p<strong>en</strong>siones (Lavigne, 2013b).<br />

En r<strong>el</strong>ación con las horas semanales de trabajo, la mayoría de los países de la región establec<strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> límite <strong>en</strong> 48 horas, mi<strong>en</strong>tras que algunos lo establec<strong>en</strong> <strong>en</strong> 44 o 45 horas; <strong>el</strong> Ecuador se destaca<br />

por ser <strong>el</strong> único país con un límite de 40 horas. Con respecto a las horas adicionales, los límites<br />

varían <strong>en</strong>tre dos y cuatro horas por día. En El Salvador y <strong>el</strong> Perú, sin embargo, no se establece <strong>en</strong><br />

la legislación ningún límite específico de horas extraordinarias ni un máximo de horas semanales.<br />

En este s<strong>en</strong>tido, existe mayor variación <strong>en</strong> la región: <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana<br />

de) no se puede trabajar más de 46 horas (incluidas horas extras), mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> Costa Rica y<br />

Guatemala la legislación permite hasta 72 horas de trabajo (véase <strong>el</strong> gráfico IV.5).<br />

19<br />

Por ejemplo, antes de 2003, los trabajadores domésticos t<strong>en</strong>ían derecho a recibir solo la mitad d<strong>el</strong> pago de la<br />

indemnización que se otorgaba al resto de los trabajadores (CEPAL, 2013b).<br />

20<br />

Ley 8726 de 2009. Reforma d<strong>el</strong> capítulo octavo d<strong>el</strong> título segundo d<strong>el</strong> Código de Trabajo, Ley Nº 2. Ley d<strong>el</strong> Trabajo<br />

Doméstico Remunerado [<strong>en</strong> línea] http://www.cepal.org/oig/doc/LeyesCuidado/CRI/2009_Ley8726_CRI.pdf.<br />

21<br />

Sin embargo, con la reforma de 2003 se lograron algunos avances, como la reducción de la jornada laboral de 16 a 8<br />

horas por día y <strong>el</strong> derecho a la seguridad (CEPAL, 2013b).<br />

22<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.cepal.org/oig/doc/LeyesCuidado/ECU/2012_ModifLeyOrg.D.DerechosLab_ECU.pdf.


CEPAL<br />

• Gráfico IV.5<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (17 países): límite legal de horas de trabajo semanal,<br />

excluidas e incluidas horas extraordinarias<br />

(En números de horas)<br />

80<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

60<br />

52<br />

48 48<br />

46<br />

44 45<br />

57<br />

60<br />

48 48<br />

72<br />

40<br />

52<br />

72<br />

60 57 57 57 57<br />

56<br />

48 48 48 48 48 48<br />

44 44 44<br />

46<br />

44<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador a<br />

Guatemala<br />

Excluidas horas extraordinarias<br />

Honduras<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú a<br />

Incluidas horas extraordinarias<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de).<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de G. Ghosheh, Working Conditions Laws Report 2012: A Global Review, Ginebra,<br />

Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), 2013.<br />

a<br />

No se establece <strong>en</strong> la legislación un límite específico de horas extraordinarias.<br />

Más allá de los límites <strong>en</strong> la cantidad de horas extras, <strong>en</strong> todos los países de la región se debe<br />

remunerar este tiempo de trabajo, aunque <strong>en</strong> distinto grado. En Bolivia (Estado Plurinacional de), El<br />

Salvador, México, Nicaragua y <strong>el</strong> Uruguay, <strong>el</strong> recargo es de un 100% sobre <strong>el</strong> valor de la hora simple de<br />

trabajo. Los países donde está establecida una m<strong>en</strong>or tasa de recargo (25%) son Colombia, Honduras,<br />

Panamá y <strong>el</strong> Perú, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> resto <strong>el</strong> recargo es de un 50%. A su vez, <strong>en</strong> la mayoría de los países<br />

no se puede comp<strong>en</strong>sar <strong>el</strong> trabajo extra con tiempo de descanso (días de vacaciones) y <strong>en</strong> los casos <strong>en</strong><br />

que sí está permitido, debe ser acordado <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> empleador y <strong>el</strong> empleado 23 .<br />

Por otro lado, <strong>en</strong> la mayoría de los países <strong>el</strong> salario mínimo está establecido <strong>en</strong>tre 200 y<br />

300 dólares por mes (véase <strong>el</strong> gráfico IV.6). En cuanto a los mecanismos de fijación, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral<br />

los salarios mínimos se fijan a través de negociaciones tripartitas y, aun <strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>los casos <strong>en</strong> que<br />

esto no ocurre, los gobiernos establec<strong>en</strong> <strong>el</strong> salario mínimo tras recibir recom<strong>en</strong>daciones o realizar<br />

consultas con un cuerpo tripartito o especializado. También <strong>en</strong> varios países la legislación estipula<br />

que si no se logra establecer un acuerdo como resultado de las negociaciones tripartitas, <strong>el</strong> gobierno<br />

es <strong>el</strong> responsable de fijar <strong>el</strong> salario. Solo <strong>en</strong> dos países (Bolivia (Estado Plurinacional de) y Brasil) <strong>el</strong><br />

gobierno fija <strong>el</strong> salario mínimo sin consultar a otros actores.<br />

23<br />

En r<strong>el</strong>ación con los días de lic<strong>en</strong>cia anual (vacaciones), también exist<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>cias importantes <strong>en</strong>tre los países<br />

latinoamericanos. En un extremo se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran México y Honduras, donde por ley solo se otorgan 6 y 8 días de<br />

lic<strong>en</strong>cia, respectivam<strong>en</strong>te; <strong>en</strong> contraste, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil, Panamá y <strong>el</strong> Perú los días de lic<strong>en</strong>cia son 21 (y <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay 20).<br />

En los casos restantes, los días establecidos son <strong>en</strong>tre 10 y 15.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico IV.6<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (17 países): valor d<strong>el</strong> salario mínimo m<strong>en</strong>sual, diciembre de 2011<br />

(En dólares)<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Paraguay<br />

Costa Rica<br />

Chile<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Brasil<br />

Panamá<br />

Uruguay<br />

Honduras<br />

Colombia<br />

Ecuador<br />

Perú<br />

Guatemala<br />

El Salvador<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

<br />

600<br />

559<br />

500<br />

400<br />

300<br />

200<br />

395 392 376<br />

361<br />

326 318 311 309<br />

290<br />

264<br />

236<br />

194 174<br />

125 123 117<br />

100<br />

0<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia sobre la base de G. Ghosheh, Working Conditions Laws Report 2012:<br />

A Global Review, Ginebra, Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), 2013.<br />

En 6 de los 17 países incluidos <strong>en</strong> <strong>el</strong> gráfico, <strong>el</strong> salario mínimo se fija a niv<strong>el</strong> nacional, sin<br />

especificaciones por subgrupos. En <strong>el</strong> resto de los países, <strong>en</strong> cambio, además de fijarse un salario<br />

a niv<strong>el</strong> nacional, los salarios difier<strong>en</strong> por sector u ocupación o ambos (<strong>en</strong> un par de casos, también<br />

por tamaño de la empresa). En 10 de los 17 países, los salarios mínimos son establecidos para todos<br />

los trabajadores. En los restantes países, los apr<strong>en</strong>dices, los trabajadores m<strong>en</strong>ores de edad y los<br />

trabajadores con discapacidad pued<strong>en</strong> ser remunerados por m<strong>en</strong>os d<strong>el</strong> salario mínimo.<br />

b) Políticas activas de empleo<br />

Las políticas activas de empleo son una pieza importante <strong>en</strong> los esfuerzos que se pued<strong>en</strong> realizar<br />

a través de los sistemas de protección social para combatir <strong>el</strong> desempleo y promover la inserción<br />

laboral. En cierta forma, estas políticas contribuy<strong>en</strong> a desmercantilizar <strong>el</strong> acceso al empleo por<br />

distintas vías.<br />

En las últimas dos décadas prácticam<strong>en</strong>te todos los países latinoamericanos han com<strong>en</strong>zado<br />

a impulsar políticas activas. Aunque <strong>en</strong> sus inicios estas políticas estaban <strong>en</strong>focadas <strong>en</strong> la creación<br />

de trabajos (de forma más directa) y <strong>en</strong> reducir los “cu<strong>el</strong>los de bot<strong>el</strong>la” d<strong>el</strong> mercado laboral, sus<br />

objetivos se han ido ampliando con <strong>el</strong> tiempo (Samaniego, 2002), expandiéndose a la inclusión de<br />

los sectores excluidos d<strong>el</strong> mercado laboral y la reducción de la pobreza <strong>en</strong> un s<strong>en</strong>tido g<strong>en</strong>eral (OIT,<br />

2003). Las políticas activas son claves para la moderación de los efectos de las fases recesivas, la<br />

incorporación de trabajadores de sectores vulnerables, la reducción de desequilibrios estructurales<br />

y <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to de los mercados laborales (Betcherman, Olivas y Dar, 2004).<br />

En g<strong>en</strong>eral, las políticas activas de empleo su<strong>el</strong><strong>en</strong> clasificarse <strong>en</strong> tres tipos:<br />

i) capacitación y formación para <strong>el</strong> trabajo: políticas dirigidas tanto a los grupos <strong>en</strong> desv<strong>en</strong>taja<br />

y las poblaciones más vulnerables, como al resto de los adultos ocupados, para promover<br />

la productividad y las capacidades de la fuerza laboral;<br />

ii)<br />

servicios públicos de empleo e intermediación laboral: políticas de apoyo a la búsqueda<br />

de empleo, servicios de colocación y derivación para capacitación, y


CEPAL<br />

iii) creación de empleo: políticas de g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> forma directa o indirecta (a<br />

través de subsidios, apoyos o inc<strong>en</strong>tivos a ciertas industrias).<br />

A continuación se detallan los avances de los países de la región <strong>en</strong> estas tres áreas,<br />

docum<strong>en</strong>tando reformas reci<strong>en</strong>tes y ori<strong>en</strong>taciones de políticas <strong>en</strong> este campo.<br />

i) Políticas de capacitación e inserción laboral<br />

Mediante las políticas de capacitación y formación para la inserción laboral se busca<br />

promover las capacidades de los trabajadores a fin de que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tr<strong>en</strong> <strong>en</strong> mejores condiciones<br />

para competir <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral. D<strong>en</strong>tro de este grupo de instrum<strong>en</strong>tos se incluy<strong>en</strong> los programas<br />

de capacitación para población desempleada (m<strong>en</strong>cionados <strong>en</strong> secciones anteriores) y ocupada<br />

pero <strong>en</strong> situación de alta vulnerabilidad, así como las políticas de activación de ciertos sectores que<br />

su<strong>el</strong><strong>en</strong> estar <strong>en</strong> desv<strong>en</strong>taja <strong>en</strong> materia de inserción laboral (mujeres y jóv<strong>en</strong>es).<br />

Con las políticas de formación de población desocupada o que ti<strong>en</strong>e empleos precarios,<br />

inseguros e inestables se busca la actualización y r<strong>en</strong>ovación de aptitudes y la reconversión <strong>en</strong><br />

materia laboral. Varios países de la región han impulsado políticas de este tipo <strong>en</strong> los últimos años.<br />

En la Arg<strong>en</strong>tina, a través d<strong>el</strong> Plan Integral de <strong>Empleo</strong> Más y Mejor Trabajo se promueve la<br />

inserción laboral <strong>en</strong> empleos de calidad de trabajadores desocupados. Con esta política se apuesta<br />

a la g<strong>en</strong>eración de las calificaciones que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> demanda <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral (estratificado por<br />

regiones y por ramas de actividad) y, al mismo tiempo, se pon<strong>en</strong> <strong>en</strong> marcha “acciones ori<strong>en</strong>tadas<br />

hacia la inclusión social y laboral de los trabajadores, afectados por <strong>el</strong> desempleo y la precarización<br />

laboral, mediante <strong>el</strong> desarrollo de sus capacidades y compet<strong>en</strong>cias para mejorar sus condiciones de<br />

empleabilidad” 24 . Su compon<strong>en</strong>te de Seguro de Capacitación y <strong>Empleo</strong>, antes m<strong>en</strong>cionado (véase<br />

<strong>el</strong> apartado c de la sección 1, sobre seguro y subsidios de desempleo y otras políticas pasivas), es<br />

reflejo de un esfuerzo explícito por pasar de programas que combinan transfer<strong>en</strong>cias y promoción<br />

d<strong>el</strong> empleo (Programa Jefes y Jefas de Hogares Desocupados) a políticas activas de capacitación<br />

articuladas con <strong>el</strong> trabajo de los servicios públicos de empleo.<br />

En <strong>el</strong> Brasil, con <strong>el</strong> Plan Nacional de Calificación (PNQ) se busca mejorar la calificación de la<br />

fuerza laboral, <strong>en</strong>t<strong>en</strong>diéndola como un derecho de los trabajadores. A través de tres pilares (Planes<br />

Territoriales de Calificación (PlanTeQs), Proyectos Especiales de Calificación (ProEsQs) y Planes<br />

Sectoriales de Calificación (PlanSeQs)), se trabaja con las personas desempleadas o <strong>en</strong> riesgo de<br />

quedar desempleadas, así como con población <strong>en</strong> situación de vulnerabilidad. Esta política reúne<br />

esfuerzos de instituciones públicas y privadas y ofrece instancias de capacitación profesional y<br />

especializada (Robles y Mirosevic, 2013; Gregol de Farias, 2014) 25 .<br />

Las políticas de formación diseñadas específicam<strong>en</strong>te para facilitar la activación de ciertos<br />

sectores considerados vulnerables o con mayores dificultades para insertarse <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una larga trayectoria <strong>en</strong> los países de la región. Desde los años nov<strong>en</strong>ta vi<strong>en</strong><strong>en</strong> implem<strong>en</strong>tándose<br />

políticas de inserción laboral para jóv<strong>en</strong>es que provi<strong>en</strong><strong>en</strong> de hogares con bajos ingresos y que no<br />

forman parte d<strong>el</strong> sistema educativo, así como para mujeres inactivas o desempleadas y <strong>en</strong> situación<br />

de vulnerabilidad. De acuerdo con las evaluaciones, <strong>en</strong> la mayoría de los casos sus impactos han<br />

sido positivos tanto <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo como <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de<br />

los ingresos de esta población (Samaniego, 2002; Betcherman, Olivas y Dar, 2004).<br />

Se describieron las políticas activas ori<strong>en</strong>tadas a la inserción laboral juv<strong>en</strong>il. También<br />

exist<strong>en</strong> políticas específicas para la capacitación laboral de mujeres. Un ejemplo interesante es <strong>el</strong><br />

24<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.trabajo.gov.ar/masymejor/index.asp.<br />

25<br />

Según cifras de la OIT, 790.000 trabajadores participaron <strong>en</strong> los cursos de capacitación desde su comi<strong>en</strong>zo <strong>en</strong> 2003<br />

hasta 2009. Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.oitcinterfor.org/pt-br/node/1585.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Programa Mulheres Mil <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil. Mediante este programa, que se lleva a cabo <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de<br />

Brasil Sem Miséria, <strong>en</strong> conjunto con <strong>el</strong> Ministerio de Educación, se busca mejorar la formación de<br />

las mujeres para asegurarles una mejor inserción <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral. El programa opera a través<br />

de la implem<strong>en</strong>tación de cursos <strong>en</strong> que se vinculan la capacitación profesional y tecnológica con<br />

la educación formal. Los cursos son impartidos por instituciones y escu<strong>el</strong>as técnicas federales que<br />

trabajan <strong>en</strong> conjunto con las autoridades locales para id<strong>en</strong>tificar las necesidades específicas de las<br />

mujeres de esa municipalidad. En los cursos se tratan también temas vinculados a las emociones y<br />

la ciudadanía, dado que están dirigidos a una población vulnerable que con frecu<strong>en</strong>cia está expuesta<br />

al machismo y a la viol<strong>en</strong>cia doméstica, y sufre de otras consecu<strong>en</strong>cias emocionales de la pobreza.<br />

El público objetivo son mujeres mayores de 15 años que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tr<strong>en</strong> <strong>en</strong> situación de extrema<br />

pobreza y que prefer<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te sean b<strong>en</strong>eficiarias d<strong>el</strong> programa Bolsa Família 26 .<br />

Otro ejemplo es <strong>el</strong> Programa Mujer Trabajadora y Jefa de Hogar, ejecutado <strong>en</strong> Chile por <strong>el</strong><br />

Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM), que está dirigido a apoyar a las mujeres de <strong>en</strong>tre 18 y 65<br />

años, económicam<strong>en</strong>te activas, <strong>en</strong> su inserción al mercado de trabajo. Las destinatarias d<strong>el</strong> programa<br />

son: i) jefas de hogar y principales responsables d<strong>el</strong> sust<strong>en</strong>to económico de la familia, y ii) mujeres<br />

que no son jefas de hogar pero que de igual modo deb<strong>en</strong> g<strong>en</strong>erar ingresos para <strong>el</strong> hogar. Además, las<br />

b<strong>en</strong>eficiarias deb<strong>en</strong> estar <strong>en</strong>tre los primeros tres quintiles de ingreso y t<strong>en</strong>er m<strong>en</strong>ores de edad bajo<br />

su cargo. El programa ti<strong>en</strong>e un eje principal, <strong>en</strong> que se ofrec<strong>en</strong> talleres y otras actividades ori<strong>en</strong>tadas<br />

hacia la mejora de la empleabilidad de las mujeres. Entre estas se incluy<strong>en</strong> talleres de habilitación<br />

laboral, capacitación e intermediación laboral, apoyo al empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to y niv<strong>el</strong>ación de estudios.<br />

Como servicios complem<strong>en</strong>tarios, <strong>el</strong> programa también ofrece actividades de alfabetización digital. A<br />

su vez, las b<strong>en</strong>eficiarias pued<strong>en</strong> acceder a at<strong>en</strong>ción <strong>en</strong> salud odontológica y sus hijos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> acceso<br />

al cuidado (<strong>en</strong> guarderías y jardines infantiles). Los cursos <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral duran <strong>en</strong>tre uno y dos años y<br />

cada b<strong>en</strong>eficiaria participa <strong>en</strong> las actividades más pertin<strong>en</strong>tes según sus necesidades (Vargas, 2014).<br />

En g<strong>en</strong>eral, son pocas las evaluaciones disponibles <strong>en</strong> la región que muestr<strong>en</strong> impactos<br />

concluy<strong>en</strong>tes de las políticas de capacitación laboral y formación (Betcherman, Olivas y Dar, 2004).<br />

De acuerdo con los resultados, exist<strong>en</strong> variaciones importantes según las características de la<br />

capacitación, la institución que la ejecuta o <strong>el</strong> área geográfica donde se realiza (Samaniego, 2002).<br />

Las principales debilidades de las políticas de capacitación laboral se r<strong>el</strong>acionan con la focalización<br />

de los programas, la escala de los programas implem<strong>en</strong>tados (muchos con cobertura muy limitada),<br />

la necesidad de validar y certificar las capacitaciones y la importancia de establecer un vínculo con<br />

los empleadores (Buch<strong>el</strong>i, <strong>2006</strong>).<br />

ii) Intermediación laboral<br />

Las políticas de intermediación laboral se estructuran sobre la base de los servicios de empleo.<br />

Entre los servicios de apoyo a la búsqueda de empleo se incluy<strong>en</strong> acciones como <strong>el</strong> asesorami<strong>en</strong>to<br />

sobre puestos de trabajo, bases de datos sobre ofertas laborales y ferias de empleo, <strong>en</strong>tre otros.<br />

Estos servicios acompañan a la población desempleada o que busca trabajo por primera vez <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

desarrollo de habilidades y estrategias necesarias para conseguir empleo. Entre los servicios de<br />

empleo también se incluy<strong>en</strong> servicios de colocación y bolsas de trabajo que cumpl<strong>en</strong> una función<br />

de intermediación <strong>en</strong>tre la oferta y la demanda laboral, a partir de la construcción de bases de<br />

datos de puestos vacantes y la difusión de información tanto sobre ofertas laborales como sobre<br />

solicitantes de trabajo.<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> se ha producido un desarrollo interesante de políticas para <strong>el</strong> establecimi<strong>en</strong>to<br />

de servicios públicos de empleo <strong>en</strong> los últimos años.<br />

26<br />

Véase “Programas de inclusión laboral y productiva”, Base de datos de programas de protección social no contributiva<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> [<strong>en</strong> línea] http://dds.cepal.org/bdilp/.


CEPAL<br />

En Chile, las Oficinas Municipales de Información Laboral (OMIL) son los organismos<br />

<strong>en</strong>cargados de facilitar la intermediación <strong>en</strong>tre empleador y empleado, c<strong>en</strong>tralizando datos sobre<br />

las ofertas laborales y construy<strong>en</strong>do vínculos <strong>en</strong>tre empresas y trabajadores (Robles, 2011; Vargas,<br />

2014). Estas oficinas cumpl<strong>en</strong> un rol c<strong>en</strong>tral <strong>en</strong> las políticas laborales d<strong>el</strong> país, con un impacto<br />

razonable <strong>en</strong> la inserción laboral (Robles, 2011).<br />

En <strong>el</strong> Brasil, mediante <strong>el</strong> programa de intermediación de la mano de obra (Intermediação de<br />

Mão de Obra (IMO)) se pret<strong>en</strong>de vincular a las personas que buscan trabajo con las instituciones que<br />

están <strong>en</strong> búsqueda de trabajadores. El objetivo es facilitar <strong>el</strong> proceso a ambas partes (empleado y<br />

empleador), reduci<strong>en</strong>do los costos y los tiempos g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te involucrados <strong>en</strong> él. El público objetivo<br />

d<strong>el</strong> programa son las personas que buscan trabajo por primera vez, desempleados, personas<br />

de edad, personas con discapacidad y todos los trabajadores <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral. A su vez, <strong>el</strong> programa<br />

también involucra a empresas, tanto públicas como privadas. El programa opera a través d<strong>el</strong> Sistema<br />

Nacional de <strong>Empleo</strong> (SINE), que fue creado con <strong>el</strong> fin de promover la intermediación laboral —a<br />

través de ag<strong>en</strong>cias y oficinas de colocación, y d<strong>el</strong> registro oficial de ofertas laborales y de personas<br />

<strong>en</strong> búsqueda de trabajo— y proveer subsidios a los programas de formación de mano de obra.<br />

En Jamaica, <strong>el</strong> Ministerio de Trabajo y Seguridad Social desarrolla la función de intermediación<br />

laboral. Para <strong>el</strong>lo, creó una base de datos <strong>en</strong> que se c<strong>en</strong>tralizan las ofertas laborales, favoreci<strong>en</strong>do<br />

<strong>el</strong> contacto <strong>en</strong>tre los empleadores y las personas <strong>en</strong> búsqueda de trabajo. Esto incluye un sistema<br />

llamado Labour Market Information System (LMIS) y una oficina d<strong>en</strong>ominada Electronic Labour<br />

Exchange, que facilitan la búsqueda de trabajo, conectando a ambas partes (empleador y personas<br />

<strong>en</strong> búsqueda de trabajo) (Lavigne y Vargas, 2013).<br />

En los países desarrollados, se ha <strong>en</strong>contrado que los servicios de asist<strong>en</strong>cia de búsqueda<br />

laboral son costo-efectivos <strong>en</strong> comparación con otros programas y que con <strong>el</strong>los se ha logrado<br />

reducir los períodos de desempleo (Buch<strong>el</strong>i, <strong>2006</strong>). En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, la implem<strong>en</strong>tación de estas<br />

políticas se ha traducido <strong>en</strong> una modernización de los sistemas de información y un avance <strong>en</strong><br />

cuanto a la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre los ámbitos público y privado y las organizaciones sin fines de lucro. Sin<br />

embargo, las evaluaciones de impacto son escasas. Una excepción es <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> Brasil, donde se<br />

han llevado a cabo evaluaciones rigurosas de estas políticas. De acuerdo con sus resultados, los<br />

servicios de intermediación no impactaron significativam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la posibilidad de conseguir empleo,<br />

aunque sí <strong>en</strong> la calidad d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong>contrado (Samaniego, 2002).<br />

iii) Creación de empleo<br />

Entre las políticas de creación de empleo se incluy<strong>en</strong> subsidios a los empleadores, apoyo<br />

al autoempleo y <strong>el</strong> microempr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to y creación directa de trabajo.<br />

Los subsidios a los empleadores funcionan como estímulos para que las empresas contrat<strong>en</strong><br />

a aqu<strong>el</strong>las personas que su<strong>el</strong><strong>en</strong> verse desfavorecidas a la hora de conseguir empleo. Este tipo de<br />

políticas, además de promover la inclusión social de estas personas, contribuy<strong>en</strong> al desarrollo de<br />

sus capacidades y al mant<strong>en</strong>imi<strong>en</strong>to de un vínculo con <strong>el</strong> mercado laboral. Un ejemplo r<strong>el</strong>evante<br />

<strong>en</strong> este s<strong>en</strong>tido es <strong>el</strong> bono al trabajo de la mujer, creado por <strong>el</strong> Ministerio de Desarrollo Social de<br />

Chile <strong>en</strong> 2012. Con <strong>el</strong> bono se busca inc<strong>en</strong>tivar la incorporación laboral de las mujeres de contextos<br />

vulnerables. Se basa <strong>en</strong> dos pilares: una transfer<strong>en</strong>cia monetaria a las mujeres trabajadoras y un<br />

subsidio a los empleadores por la contratación de mujeres. Los criterios para recibir <strong>el</strong> bono consist<strong>en</strong><br />

<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er <strong>en</strong>tre 25 y 59 años y estar ubicada <strong>en</strong> <strong>el</strong> 40% más bajo de la distribución de ingresos. Pued<strong>en</strong><br />

recibir <strong>el</strong> bono tanto trabajadoras dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes como indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, estas últimas siempre que<br />

cumplan con los aportes previsionales correspondi<strong>en</strong>tes. El monto d<strong>el</strong> bono varía según los ingresos<br />

percibidos y ti<strong>en</strong>e una duración de cuatro años consecutivos 27 .<br />

27<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.bonotrabajomujer.cl/.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Además, hay políticas con las cuales se apoya <strong>el</strong> autoempleo otorgando préstamos, subsidios<br />

y/o asesorami<strong>en</strong>to técnico para la formación de microempresas. Este tipo de apoyos se crean<br />

tanto para acompañar a los microempresarios ya exist<strong>en</strong>tes como para impulsar a las personas<br />

desempleadas a empr<strong>en</strong>der su propio negocio. En la mayoría de los programas de este tipo se<br />

incluye un compon<strong>en</strong>te importante de subsidio o crédito, dado que estos sectores su<strong>el</strong><strong>en</strong> t<strong>en</strong>er<br />

dificultades para acceder al crédito y no cu<strong>en</strong>tan con capital sufici<strong>en</strong>te para hacer las inversiones<br />

requeridas. Asimismo, <strong>en</strong> los programas también se su<strong>el</strong>e incluir un compon<strong>en</strong>te de apoyo técnico,<br />

para acompañar al microempr<strong>en</strong>dedor <strong>en</strong> <strong>el</strong> desarrollo de su empresa, ofreci<strong>en</strong>do la capacitación<br />

necesaria para <strong>el</strong> manejo d<strong>el</strong> negocio.<br />

Una muestra de los avances de los países latinoamericanos <strong>en</strong> este campo es <strong>el</strong> programa<br />

Manos a la Obra, que com<strong>en</strong>zó a implem<strong>en</strong>tarse <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina <strong>en</strong> 2003, con <strong>el</strong> fin de promover<br />

<strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong>tre distintos grupos o asociaciones productivas, así como <strong>en</strong>tre aqu<strong>el</strong>los trabajadores<br />

que realizan su actividad de modo indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te o que no se han formalizado. El programa ofrece<br />

algunas herrami<strong>en</strong>tas para fortalecer a estos sectores, principalm<strong>en</strong>te a través de subsidios para que<br />

adquieran nuevo equipami<strong>en</strong>to, maquinaria u otros insumos necesarios para pot<strong>en</strong>ciar su capacidad<br />

productiva (Repetto y Pot<strong>en</strong>za Dal Masetto, 2012) 28 .<br />

En <strong>el</strong> Perú, mediante <strong>el</strong> Programa Vamos Perú se promuev<strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo y la producción <strong>en</strong><br />

sectores específicos (agroindustrial, textil, forestal, minero e industrial), ofreci<strong>en</strong>do capacitación<br />

laboral y asist<strong>en</strong>cia técnica a las pequeñas y medianas empresas <strong>en</strong> distintas áreas (informática,<br />

construcción, mecánica y gastronomía, <strong>en</strong>tre otras) (Lavigne, 2013b).<br />

Por otro lado, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil por medio d<strong>el</strong> Fondo de Amparo al Trabajador (FAT), uno de los<br />

fondos d<strong>el</strong> Ministerio de Trabajo y <strong>Empleo</strong>, se financia <strong>el</strong> Programa de G<strong>en</strong>eración de <strong>Empleo</strong> y<br />

R<strong>en</strong>ta (PROGER), que ofrece un subsidio destinado a fom<strong>en</strong>tar la modernización y la inversión <strong>en</strong><br />

ciertos sectores productivos, <strong>en</strong> especial aqu<strong>el</strong>los fuertem<strong>en</strong>te dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes de la mano de obra<br />

(Robles y Mirosevic, 2013). Este programa está dirigido a micro y pequeñas empresas, cooperativas<br />

y asociaciones productivas, así como a aqu<strong>el</strong>las personas con bajos ingresos que buscan pot<strong>en</strong>ciar<br />

sus empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos. Básicam<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> programa ofrece líneas de crédito agrupadas <strong>en</strong> diversas<br />

categorías: inversión para micro y pequeños empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos, financiami<strong>en</strong>to de empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos<br />

medianos y grandes, fom<strong>en</strong>to a la construcción, inversiones <strong>en</strong> infraestructura, fom<strong>en</strong>to a la exportación,<br />

fom<strong>en</strong>to a la innovación y la difusión tecnológica e iniciativas específicas 29 . Además, los servicios<br />

de Asist<strong>en</strong>cia Técnica y Ext<strong>en</strong>sión Rural (ATER) ti<strong>en</strong><strong>en</strong> la finalidad de brindar a las poblaciones<br />

rurales asist<strong>en</strong>cia técnica <strong>en</strong> materia de desarrollo productivo. Con los servicios de ATER se busca<br />

mejorar las capacidades productivas de las comunidades rurales a través de diversas acciones:<br />

pot<strong>en</strong>ciando <strong>el</strong> uso de recursos naturales y locales, estimulando la diversificación de la producción y<br />

asesorando a los agricultores <strong>en</strong> la adaptación de nuevas tecnologías, <strong>en</strong>tre otras. Los técnicos que<br />

prove<strong>en</strong> asesorami<strong>en</strong>to acompañan a las familias desde <strong>el</strong> diagnóstico de las necesidades hasta la<br />

implem<strong>en</strong>tación de proyectos. Por otro lado, la ATER también inc<strong>en</strong>tiva <strong>el</strong> trabajo comunitario y la<br />

formación de redes <strong>en</strong>tre productores y localidades, buscando preservar los rasgos culturales y las<br />

particularidades de cada comunidad (Gregol de Farias, 2014; Ministério do Des<strong>en</strong>volvim<strong>en</strong>to Agrário,<br />

2004) 30 . Finalm<strong>en</strong>te, cabe destacar <strong>el</strong> Programa Nacional de Fortalecimi<strong>en</strong>to de la Agricultura Familiar<br />

(PRONAF), que provee a los agricultores apoyo financiero para realizar proyectos vinculados con su<br />

producción. Exist<strong>en</strong> diversos tipos de créditos <strong>en</strong> <strong>el</strong> programa, ya sean créditos para la inversión <strong>en</strong><br />

28<br />

Con la implem<strong>en</strong>tación d<strong>el</strong> plan Arg<strong>en</strong>tina Trabaja, <strong>en</strong> 2010, se redujo <strong>el</strong> financiami<strong>en</strong>to a este programa.<br />

29<br />

Para postular al programa, los interesados deb<strong>en</strong> dirigirse a uno de los bancos federales oficiales que cumpl<strong>en</strong> la<br />

función de intermediarios y pres<strong>en</strong>tar allí sus proyectos de inversión y planes de negocio. Los montos y los plazos d<strong>el</strong><br />

crédito varían según las especificaciones de cada línea de crédito. Sin embargo, <strong>en</strong> <strong>el</strong> programa está establecido que <strong>el</strong><br />

dinero no puede ser usado para pagar deudas, sino que ti<strong>en</strong>e que ser destinado exclusivam<strong>en</strong>te a financiar actividades<br />

productivas g<strong>en</strong>eradoras de trabajo o capital. Mediante <strong>el</strong> crédito “PROGER urbano-micro y pequeñas empresas”, por<br />

ejemplo, se otorga un préstamo de hasta 600.000 reales (aproximadam<strong>en</strong>te 200.000 dólares) por un plazo de hasta 96<br />

meses. Véase más información <strong>en</strong> [<strong>en</strong> línea] http://portal.mte.gov.br/fat/.<br />

30<br />

Exist<strong>en</strong> programas específicos para comunidades indíg<strong>en</strong>as, pescadores artesanales y comunidades quilombolas.


CEPAL<br />

nuevo equipami<strong>en</strong>to, maquinaria o métodos de producción o créditos destinados al financiami<strong>en</strong>to<br />

de alguna actividad agropecuaria. Por otro lado, también hay créditos disponibles para poblaciones<br />

específicas: PRONAF Mulher (para mujeres productoras), PRONAF Jovem (para jóv<strong>en</strong>es productores)<br />

y Microcrédito Rural (para productores de más bajos ingresos) (Gregol de Farias, 2014; Ministério<br />

do Des<strong>en</strong>volvim<strong>en</strong>to Agrário, 2004).<br />

En Jamaica, <strong>el</strong> gobierno nacional creó <strong>el</strong> Organismo de Fom<strong>en</strong>to de las Inversiones <strong>en</strong><br />

Microempresas (MIDA), que promueve <strong>el</strong> acceso al crédito y al capital de aqu<strong>el</strong>los empr<strong>en</strong>dedores<br />

de contextos vulnerables que buscan desarrollar sus negocios <strong>en</strong> los sectores de la agricultura o<br />

los servicios (Lavigne y Vargas, 2013).<br />

Por último, exist<strong>en</strong> ciertas políticas dirigidas a la creación directa de empleo. En la mayoría<br />

de los casos consist<strong>en</strong> <strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración de trabajos <strong>en</strong> obras públicas o empleos públicos, a veces<br />

combinados con la creación de servicios o bi<strong>en</strong>es públicos para una comunidad a través de la<br />

contratación de personas desocupadas para proveerles un empleo y un ingreso. Estos programas<br />

su<strong>el</strong><strong>en</strong> implem<strong>en</strong>tarse <strong>en</strong> períodos de recesión económica con <strong>el</strong> fin de disminuir <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de desempleo<br />

y asegurar un ingreso estable a esta población (Buch<strong>el</strong>i, <strong>2006</strong>).<br />

La región cu<strong>en</strong>ta con numerosas iniciativas de este tipo, desarrolladas <strong>en</strong> los períodos de<br />

crisis. Así, por ejemplo, <strong>el</strong> programa A Trabajar Urbano, hoy llamado Trabaja Perú, se <strong>en</strong>foca <strong>en</strong> la<br />

creación de empleos y <strong>el</strong> fortalecimi<strong>en</strong>to de la formación de los trabajadores desempleados, <strong>en</strong><br />

especial aqu<strong>el</strong>los que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> contextos críticos. El objetivo de crear empleos se aborda a<br />

través d<strong>el</strong> financiami<strong>en</strong>to de obras y servicios que demandan mano de obra. El público objetivo de<br />

esta política son padres de familias que t<strong>en</strong>gan al m<strong>en</strong>os un dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>te m<strong>en</strong>or de 18 años. Entre<br />

<strong>2006</strong> y 2011, participaron <strong>en</strong> <strong>el</strong> programa 835.664 personas (Lavigne, 2013b).<br />

Otro anteced<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>evante, por su cobertura, duración y recursos, es <strong>el</strong> programa Trabajar,<br />

que se puso <strong>en</strong> marcha <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina a partir de mediados de los años nov<strong>en</strong>ta. Fue un programa<br />

de empleo transitorio implem<strong>en</strong>tado por <strong>el</strong> Ministerio de Trabajo, <strong>Empleo</strong> y Seguridad Social, que<br />

otorgaba una remuneración básica, así como cobertura de salud y seguro de accid<strong>en</strong>tes, a personas<br />

<strong>en</strong> situación de desempleo y de pobreza. El trabajo —básicam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> servicios comunitarios—<br />

funcionaba como una contraprestación a estos b<strong>en</strong>eficios (Cruces, Ep<strong>el</strong>e y Guardia, 2008). El programa<br />

tuvo una focalización razonable (Jalan y Ravallion, 1999) e impactos positivos <strong>en</strong> <strong>el</strong> ingreso de los<br />

b<strong>en</strong>eficiarios (Jalan y Ravallion, 1999; Ravallion y otros, 2001). El programa Trabajar dejó de operar <strong>en</strong><br />

2002 y sus b<strong>en</strong>eficiarios fueron incorporados al Programa Jefes y Jefas de Hogares Desocupados.<br />

En México, <strong>el</strong> Programa de <strong>Empleo</strong> Temporal (PET) ofrece desde <strong>el</strong> año 2000 distintos tipos de<br />

apoyo a comunidades especialm<strong>en</strong>te vulnerables, con escasos recursos y <strong>en</strong> las que exist<strong>en</strong> niv<strong>el</strong>es<br />

bajos de productividad y demanda laboral 31 . El programa está dirigido a promover la g<strong>en</strong>eración de<br />

ingresos de la población mayor de 16 años que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tre <strong>en</strong> situación de pobreza o indig<strong>en</strong>cia,<br />

a través de diversos apoyos, exigi<strong>en</strong>do como contraprestación la participación <strong>en</strong> proyectos y<br />

obras que favorec<strong>en</strong> a la comunidad. Los tres tipos de apoyo brindado son: i) apoyos directos; ii)<br />

apoyos a la participación social, y iii) apoyos para la ejecución de proyectos 32 . Los apoyos directos<br />

son <strong>en</strong>tregas de dinero, equival<strong>en</strong>tes a un 99% d<strong>el</strong> salario mínimo g<strong>en</strong>eral (con un máximo de 132<br />

jornales 33 por año). En segundo lugar, los apoyos a la participación social se refier<strong>en</strong> a la oferta de<br />

31<br />

El PET intervi<strong>en</strong>e <strong>en</strong> los Municipios de Muy Alta, Alta o Media Marginación (MMAM), Municipios con Alta Pérdida<br />

de <strong>Empleo</strong> (MAPE), municipios <strong>en</strong> los que está pres<strong>en</strong>te la Cruzada Nacional contra <strong>el</strong> Hambre (CNCH) y aqu<strong>el</strong>los<br />

municipios que participan <strong>en</strong> <strong>el</strong> Programa Nacional para la Prev<strong>en</strong>ción Social de la Viol<strong>en</strong>cia y la D<strong>el</strong>incu<strong>en</strong>cia.<br />

32<br />

D<strong>en</strong>tro de los recursos d<strong>el</strong> PET, hasta un 20% es apartado para <strong>el</strong> compon<strong>en</strong>te PET Inmediato (PETI). Este compon<strong>en</strong>te<br />

fue creado para asistir a aqu<strong>el</strong>las comunidades afectadas por alguna situación de emerg<strong>en</strong>cia (como desastres<br />

naturales) que requieran de asist<strong>en</strong>cia inmediata (véase <strong>el</strong> capítulo VIII). En estos casos, se puede hacer uso de los<br />

recursos sin perjuicio d<strong>el</strong> cumplimi<strong>en</strong>to de los criterios de <strong>el</strong>egibilidad o cobertura exist<strong>en</strong>tes para <strong>el</strong> PET. Las acciones<br />

y obras que se realic<strong>en</strong> bajo esta modalidad correspond<strong>en</strong> a la construcción y reparación de infraestructura cuyo<br />

deterioro perjudica las actividades productivas de la comunidad (por ejemplo, obras de dr<strong>en</strong>aje, pavim<strong>en</strong>tación y<br />

reconstrucción de pu<strong>en</strong>tes) (SEDESOL [<strong>en</strong> línea] http://www.sedesol.gob.mx/<strong>en</strong>/SEDESOL/PET_Inmediato).<br />

33<br />

Jornadas laborales (días de trabajo).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

distintas actividades, como talleres de planeami<strong>en</strong>to o capacitaciones sobre acciones de prev<strong>en</strong>ción<br />

y reducción de daños causados por desastres naturales. Por último, las personas pued<strong>en</strong> pres<strong>en</strong>tar<br />

proyectos; al ser estos aprobados, recib<strong>en</strong> apoyos económicos para facilitar, por ejemplo, la compra<br />

de herrami<strong>en</strong>tas o materiales, o financiar costos de transporte 34 .<br />

c) Conciliación <strong>en</strong>tre vida laboral y reproductiva<br />

Las políticas de conciliación <strong>en</strong>tre vida laboral y doméstica forman parte de las d<strong>en</strong>ominadas<br />

políticas de familia, con que se busca reemplazar, derivar o secu<strong>en</strong>ciar de otra forma las funciones<br />

reproductivas y de cuidado, especialm<strong>en</strong>te de los niños pequeños. Un compon<strong>en</strong>te clave d<strong>en</strong>tro<br />

de las políticas de conciliación son las lic<strong>en</strong>cias laborales. A niv<strong>el</strong> internacional exist<strong>en</strong> tres tipos de<br />

mecanismos legales que otorgan b<strong>en</strong>eficios a personas ocupadas <strong>en</strong> empleos formales que t<strong>en</strong>gan<br />

hijos pequeños (Bruning y Plant<strong>en</strong>ga, 1999): i) las lic<strong>en</strong>cias maternales, que establec<strong>en</strong> <strong>el</strong> derecho<br />

de las mujeres a no trabajar <strong>en</strong> <strong>el</strong> período posterior al parto y, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, <strong>en</strong> la etapa de término<br />

d<strong>el</strong> embarazo; ii) las lic<strong>en</strong>cias paternales, que establec<strong>en</strong> <strong>el</strong> derecho de los padres empleados a<br />

no trabajar <strong>en</strong> <strong>el</strong> día d<strong>el</strong> parto y los días posteriores, y iii) las lic<strong>en</strong>cias par<strong>en</strong>tales, que pued<strong>en</strong> ser<br />

utilizadas por cualquiera de los dos prog<strong>en</strong>itores, g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te por períodos más ext<strong>en</strong>sos, y están<br />

ori<strong>en</strong>tadas más claram<strong>en</strong>te a resolver las necesidades de cuidado d<strong>el</strong> niño <strong>en</strong> forma más prolongada<br />

(Drew, 2005; OCDE, 2012).<br />

i) Lic<strong>en</strong>cias por maternidad<br />

Todos los países latinoamericanos cu<strong>en</strong>tan con algún tipo de mecanismo de lic<strong>en</strong>cia maternal,<br />

aunque exist<strong>en</strong> difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> diversas dim<strong>en</strong>siones, como la duración, la remuneración, la fu<strong>en</strong>te de<br />

financiami<strong>en</strong>to y las reglas de acceso, <strong>en</strong>tre otras. A pesar de que la normativa internacional establece<br />

que la lic<strong>en</strong>cia maternal debe ser de 14 semanas, <strong>en</strong> varios países de la región está estipulada una<br />

duración inferior y g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te se otorga lic<strong>en</strong>cia por 12 semanas; solo <strong>en</strong> ocho países se otorga<br />

lic<strong>en</strong>cia por 12 semanas o más y <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los los casos chil<strong>en</strong>o y cubano son los más destacables<br />

(24 semanas y 18 semanas, respectivam<strong>en</strong>te). En lo que se refiere a la remuneración, <strong>en</strong> la mayoría<br />

de los países latinoamericanos está establecido un reemplazo d<strong>el</strong> 100% d<strong>el</strong> salario (a pesar de que<br />

no siempre se otorga este monto durante todo <strong>el</strong> plazo) (véase <strong>el</strong> gráfico IV.7).<br />

34<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.sct.gob.mx/index.php?id=3813.


CEPAL<br />

• Gráfico IV.7<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (19 países): duración de la lic<strong>en</strong>cia maternal, alrededor de 2013<br />

(En semanas)<br />

30<br />

25<br />

24<br />

20<br />

15<br />

10<br />

18<br />

17,1<br />

17,1<br />

14<br />

14<br />

12,9<br />

12,9<br />

12 12 12 12 12 12 12 12 12<br />

10 8,6<br />

5<br />

0<br />

Chile<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Brasil<br />

Costa Rica<br />

Panamá<br />

Uruguay<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Perú<br />

Colombia<br />

Rep. Dominicana<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

Haití<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Paraguay<br />

Honduras<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Fu<strong>en</strong>te: C. Ross<strong>el</strong>, “Políticas para las familias <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: panorama de políticas de reducción de pobreza y conciliación<br />

<strong>en</strong>tre trabajo-familia” 2013 [<strong>en</strong> línea] http://www.un.org/esa/socdev/family/docs/FAMILYPOLICIESINLATINAMERICA.pdf.<br />

Debido a la importancia de desvincular a los empleadores de los costos de la contratación<br />

de mujeres <strong>en</strong> etapa reproductiva (y así garantizar un derecho igualitario al empleo), es r<strong>el</strong>evante<br />

considerar también la fu<strong>en</strong>te de financiami<strong>en</strong>to de las lic<strong>en</strong>cias maternales. En este s<strong>en</strong>tido, la<br />

Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT) recomi<strong>en</strong>da que <strong>el</strong> pago prov<strong>en</strong>ga de los sistemas de<br />

seguridad social o de recursos públicos (OIT/PNUD, 2009). En un 59% de los países latinoamericanos<br />

las lic<strong>en</strong>cias maternales se financian a través de la seguridad social, lo que repres<strong>en</strong>ta una proporción<br />

baja <strong>en</strong> comparación con la que se observa <strong>en</strong> los países desarrollados, <strong>en</strong> un 84% de los cuales<br />

la lic<strong>en</strong>cia se financia por esta vía (véase <strong>el</strong> gráfico VI.8).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico IV.8<br />

Regiones d<strong>el</strong> mundo: distribución d<strong>el</strong> número de países según fu<strong>en</strong>te<br />

de financiami<strong>en</strong>to de las lic<strong>en</strong>cias maternales, alrededor de 2011<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

100<br />

90<br />

80<br />

3 4 4 0<br />

7<br />

13<br />

17 24<br />

5 0 0<br />

8<br />

3<br />

34<br />

70<br />

60<br />

50<br />

40<br />

30<br />

20<br />

10<br />

0<br />

26<br />

53<br />

38 52<br />

34 30<br />

Todas las regiones África Asia y<br />

<strong>el</strong> Pacífico<br />

Seguridad social<br />

Empleador<br />

93<br />

Europa c<strong>en</strong>tral<br />

y sudori<strong>en</strong>tal<br />

84<br />

Economías<br />

desarrolladas y<br />

Unión Europea<br />

Sistema mixto<br />

6<br />

59<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

No se costea<br />

82<br />

18<br />

Ori<strong>en</strong>te Medio<br />

Fu<strong>en</strong>te: Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), La maternidad <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo: exam<strong>en</strong> de la legislación nacional. Resultados<br />

de la Base de datos de la OIT sobre las leyes r<strong>el</strong>acionadas a las condiciones de trabajo y d<strong>el</strong> empleo, Ginebra, 2010.<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, las altas tasas de informalidad continúan si<strong>en</strong>do un problema, principalm<strong>en</strong>te<br />

por <strong>el</strong> hecho de que un número <strong>el</strong>evado de trabajadores no acced<strong>en</strong> a los servicios de seguridad<br />

social que están atados a la formalidad. En <strong>el</strong> caso de la lic<strong>en</strong>cia maternal ocurre lo mismo, <strong>en</strong> la<br />

medida <strong>en</strong> que la cobertura de este seguro su<strong>el</strong>e restringirse a las trabajadoras formales (véase<br />

<strong>el</strong> cuadro IV.2). Más aún, su<strong>el</strong>e haber restricciones d<strong>en</strong>tro de este grupo (por ejemplo, para las<br />

trabajadoras temporeras, subcontratadas o que se desempeñan <strong>en</strong> <strong>el</strong> servicio doméstico). En esta<br />

misma línea, <strong>en</strong> la región también se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los b<strong>en</strong>eficios que recib<strong>en</strong> los<br />

empleados públicos y los privados, según se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro. Como resultado de esto, <strong>en</strong><br />

muchos países la proporción de mujeres ocupadas que <strong>en</strong> definitiva pued<strong>en</strong> hacer uso d<strong>el</strong> b<strong>en</strong>eficio<br />

de la lic<strong>en</strong>cia maternal es r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te baja.<br />

Varios países han realizado esfuerzos para reducir estas exclusiones. En Chile, por ejemplo,<br />

a partir de <strong>en</strong>ero de 2013 se incluyó <strong>en</strong> <strong>el</strong> b<strong>en</strong>eficio de la lic<strong>en</strong>cia postnatal a todas las trabajadoras<br />

que no ti<strong>en</strong><strong>en</strong> contrato vig<strong>en</strong>te al mom<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> parto pero que cu<strong>en</strong>tan con 12 meses de afiliación<br />

previsional y 8 o más cotizaciones continuas o discontinuas d<strong>en</strong>tro de los 24 meses anteriores al<br />

inicio d<strong>el</strong> embarazo y cuya última cotización antes d<strong>el</strong> embarazo haya sido <strong>en</strong> virtud de un contrato<br />

a plazo fijo o por obra o fa<strong>en</strong>a determinada.


CEPAL<br />

• Cuadro IV.2<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (11 países): sectores de mujeres ocupadas excluidas total<br />

o parcialm<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> b<strong>en</strong>eficio de la lic<strong>en</strong>cia maternal, alrededor de 2012<br />

País<br />

Sectores<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Empleadas domésticas.<br />

Bolivia (Estado Trabajadoras agrícolas.<br />

Plurinacional de)<br />

Brasil Se incluye a las empleadas domésticas desde 1988.<br />

Ecuador<br />

Mujeres que trabajan <strong>en</strong> empresas familiares (ti<strong>en</strong><strong>en</strong> acceso solo<br />

a la lic<strong>en</strong>cia, pero no al b<strong>en</strong>eficio pecuniario).<br />

El Salvador<br />

Trabajadoras cuyos ingresos superan determinado límite (ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

acceso solo a la lic<strong>en</strong>cia, pero no al b<strong>en</strong>eficio pecuniario).<br />

Honduras<br />

Empleadas domésticas (ti<strong>en</strong><strong>en</strong> acceso a la lic<strong>en</strong>cia, pero no al<br />

b<strong>en</strong>eficio pecuniario, aunque las empleadas pued<strong>en</strong> optar por sumarse<br />

voluntariam<strong>en</strong>te); temporeras agrícolas (sin son m<strong>en</strong>os de diez<br />

empleados); determinados grupos de funcionarias públicas.<br />

México<br />

<strong>Empleo</strong> doméstico (voluntario).<br />

Panamá<br />

Empleadas domésticas; temporeras (ambos grupos están cubiertos <strong>en</strong><br />

lo que respecta a la lic<strong>en</strong>cia de maternidad, pero no a las prestaciones<br />

pecuniarias); determinados grupos de funcionarias públicas.<br />

Paraguay<br />

Directoras o ejecutivas, determinados grupos de funcionarias públicas.<br />

República Dominicana Mujeres que trabajan <strong>en</strong> empresas familiares; temporeras;<br />

trabajadoras cuyos ingresos superan determinado límite (ti<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

acceso solo a la lic<strong>en</strong>cia, pero no al b<strong>en</strong>eficio pecuniario).<br />

Uruguay<br />

Trabajadoras por cu<strong>en</strong>ta propia.<br />

Fu<strong>en</strong>te: C. Ross<strong>el</strong>, “Políticas para las familias <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: panorama de políticas de reducción de pobreza y conciliación<br />

<strong>en</strong>tre trabajo-familia” 2013 [<strong>en</strong> línea] http://www.un.org/esa/socdev/family/docs/FAMILYPOLICIESINLATINAMERICA.pdf;<br />

Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), ¿Qué Estado para qué igualdad? (LC/G.2450(CRM.11/3),<br />

Santiago de Chile, junio de 2010 y M. Blofi<strong>el</strong>d, Care, Work and Class: Domestic Workers’ Struggle for Equal Rights in Latin<br />

America, Philad<strong>el</strong>phia, P<strong>en</strong>n State University Press, 2012.<br />

ii) Lic<strong>en</strong>cias por paternidad y lic<strong>en</strong>cias par<strong>en</strong>tales<br />

El avance <strong>en</strong> materia de las lic<strong>en</strong>cias por paternidad es muy limitado <strong>en</strong> la región. En la<br />

mayoría de los países se otorgan lic<strong>en</strong>cias cortas, de <strong>en</strong>tre dos y diez días (con la excepción de la<br />

República Bolivariana de V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a, donde se conced<strong>en</strong> 14 días de lic<strong>en</strong>cia). Es r<strong>el</strong>evante destacar<br />

que los trabajadores públicos y los privados su<strong>el</strong><strong>en</strong> acceder a distintos b<strong>en</strong>eficios.<br />

Tampoco se han producido avances r<strong>el</strong>evantes <strong>en</strong> la incorporación de lic<strong>en</strong>cias par<strong>en</strong>tales<br />

(OIT/PNUD, 2009; Pautassi y Rico, 2011). En la región solo hay dos casos <strong>en</strong> que se ha incorporado<br />

este b<strong>en</strong>eficio. En Cuba, ambos padres ti<strong>en</strong><strong>en</strong> derecho a una lic<strong>en</strong>cia no remunerada de nueve meses<br />

hasta <strong>el</strong> primer año de vida d<strong>el</strong> niño (CEPAL, 2010b). En Chile, <strong>en</strong> virtud de la normativa aprobada <strong>en</strong><br />

2011 se sumó a las 12 semanas contempladas <strong>en</strong> <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o anterior otro período de 12 semanas,<br />

hasta que <strong>el</strong> niño llegue a las 24 semanas. Este sistema permite a las trabajadoras acceder a un<br />

reemplazo salarial d<strong>el</strong> 100%, con un tope de 70,3 unidades de fom<strong>en</strong>to (UF) 35 . Además, <strong>el</strong> nuevo<br />

régim<strong>en</strong> permite que desde la séptima semana de vida d<strong>el</strong> hijo la trabajadora traspase al padre <strong>el</strong><br />

b<strong>en</strong>eficio de la lic<strong>en</strong>cia postnatal, para lo cual debe dar aviso a su empleador. El uso de la lic<strong>en</strong>cia<br />

por parte d<strong>el</strong> padre opera hasta un máximo de tres meses. El b<strong>en</strong>eficio d<strong>el</strong> postnatal par<strong>en</strong>tal rige<br />

para los trabajadores dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes e indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, ocupados tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector público como<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> privado (Staab, 2012) 36 .<br />

35<br />

La unidad de fom<strong>en</strong>to (UF) es una unidad reajustable, cuyo valor a junio de 2015 es de unos 24.900 pesos chil<strong>en</strong>os,<br />

equival<strong>en</strong>tes a unos 39 dólares.<br />

36<br />

El proyecto de lic<strong>en</strong>cia postnatal <strong>en</strong> Chile fue largam<strong>en</strong>te debatido durante 2009 y 2010. Entre los argum<strong>en</strong>tos que<br />

se planteaban estaba <strong>el</strong> cuestionami<strong>en</strong>to a la apuesta por <strong>el</strong> reemplazo salarial d<strong>el</strong> 100% <strong>en</strong> lugar de ext<strong>en</strong>der <strong>el</strong><br />

tiempo de duración de la lic<strong>en</strong>cia y establecer un pago escalonado (Dussaillant y González, 2011). También se señaló<br />

la insufici<strong>en</strong>cia de limitar <strong>el</strong> período par<strong>en</strong>tal a los últimos tres meses, sin contemplar los primeros tres, <strong>en</strong> caso de que<br />

las familias dese<strong>en</strong> utilizar así <strong>el</strong> b<strong>en</strong>eficio.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

iii) Arreglos laborales flexibles y otras medidas para la conciliación<br />

Tal como sucede con las lic<strong>en</strong>cias par<strong>en</strong>tales, <strong>el</strong> grado de desarrollo de las políticas de<br />

conciliación <strong>en</strong>tre trabajo y familia es todavía débil y precario <strong>en</strong> los países latinoamericanos (OIT/<br />

PNUD, 2009). Cabe destacar, sin embargo, algunas acciones concretas que se han implem<strong>en</strong>tado.<br />

Si bi<strong>en</strong> Chile y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) cu<strong>en</strong>tan con una legislación que obliga<br />

que las empresas con más de 20 trabajadores dispongan de servicios de sala cuna o guardería, no<br />

se han observado experi<strong>en</strong>cias similares <strong>en</strong> otros países de la región. Estos esfuerzos provi<strong>en</strong><strong>en</strong><br />

g<strong>en</strong>eralm<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> ámbito empresarial y consist<strong>en</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> otorgami<strong>en</strong>to de servicios como guarderías y<br />

salas cuna o algunos b<strong>en</strong>eficios como la flexibilidad de la jornada laboral o instancias de t<strong>el</strong>etrabajo.<br />

Además, algunas instituciones (<strong>en</strong>tre <strong>el</strong>las, <strong>el</strong> Estado) han establecido medidas de reconocimi<strong>en</strong>to a<br />

aqu<strong>el</strong>las empresas que incorporan estos programas. En México, por ejemplo, se otorgan distintivos (de<br />

Empresa Familiarm<strong>en</strong>te Responsable y Empresa Incluy<strong>en</strong>te) y b<strong>en</strong>eficios fiscales a estas empresas. En<br />

Chile, se las reconoce con la <strong>en</strong>trega d<strong>el</strong> “S<strong>el</strong>lo Iguala-Conciliación Vida laboral, familiar y personal”,<br />

mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay y Costa Rica se premia la promoción de la igualdad de género con la<br />

<strong>en</strong>trega de un s<strong>el</strong>lo por Calidad con Equidad de Género y d<strong>el</strong> S<strong>el</strong>lo de Equidad de Género (SISEG),<br />

respectivam<strong>en</strong>te (CEPAL/UNICEF, 2011).<br />

d) Transfer<strong>en</strong>cias y vínculos con la inserción laboral<br />

Los programas de transfer<strong>en</strong>cias condicionadas (PTC) implem<strong>en</strong>tados <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

<strong>en</strong> los últimos 15 años, tal como ha ocurrido con la infancia (véase <strong>el</strong> capítulo III) y la adolesc<strong>en</strong>cia y<br />

juv<strong>en</strong>tud (véase <strong>el</strong> capítulo IV), han impactado directa e indirectam<strong>en</strong>te sobre las personas <strong>en</strong> etapa<br />

activa y reproductiva que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> situación de pobreza y pobreza extrema.<br />

Los impactos indirectos son notorios si se considera que las transfer<strong>en</strong>cias operan <strong>en</strong> los<br />

<strong>en</strong>tornos familiares y que una porción importante de los padres y madres de familia que percib<strong>en</strong><br />

transfer<strong>en</strong>cias se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> este estadio d<strong>el</strong> ciclo vital. A niv<strong>el</strong> g<strong>en</strong>eral, las evaluaciones muestran<br />

logros dispares de estos programas <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con las variables vinculadas a la inserción laboral 37 .<br />

En <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> programa Chile Solidario, se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra un efecto de mediano plazo <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo, los<br />

ingresos y los niv<strong>el</strong>es de pobreza de los b<strong>en</strong>eficiarios <strong>en</strong> zonas rurales. En particular, se observa<br />

un aum<strong>en</strong>to significativo de la proporción de activos y de adultos empleados a lo largo d<strong>el</strong> tiempo<br />

(Perticará, 2007; Galasso y Carneiro, 2008; Carneiro, Galasso y Ginja, 2009), principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> hogares<br />

bipar<strong>en</strong>tales. A su vez, Contreras, Larrañaga y Ruiz-Tagle (2009) <strong>en</strong>contraron efectos positivos <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

empleo de la cohorte que ingresó al programa <strong>en</strong> 2002, así como un aum<strong>en</strong>to de la g<strong>en</strong>eración de<br />

ingresos autónomos <strong>en</strong> las áreas rurales. En México, González de la Rocha (2008) id<strong>en</strong>tificó mejoras<br />

<strong>en</strong> la ocupación laboral <strong>en</strong> áreas rurales tras la participación <strong>en</strong> <strong>el</strong> programa Oportunidades, aunque<br />

con un fuerte predominio de la inserción informal. En <strong>el</strong> Brasil, Soares y Leichs<strong>en</strong>ring (2010) muestran<br />

que los b<strong>en</strong>eficiarios de Bolsa Família que <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran trabajo ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a permanecer <strong>en</strong> <strong>el</strong>los por<br />

períodos inferiores a un año y Petterini (2010) detectó un aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> 19,6% de la probabilidad de<br />

<strong>en</strong>contrar empleo de los participantes d<strong>el</strong> Plan Sectorial de Calificación Profesional (PlanSeq). En<br />

<strong>el</strong> caso de Colombia (Familias <strong>en</strong> Acción), Attanasio, Kugler y Meghir (2009) <strong>en</strong>contraron un 12% de<br />

increm<strong>en</strong>to de los salarios y de la probabilidad de conseguir un trabajo remunerado.<br />

37<br />

La síntesis se ha <strong>el</strong>aborado sobre la base de Cecchini y Madariaga (2011).


CEPAL<br />

En cuanto a políticas activas, <strong>en</strong> varios PTC se han desarrollado compon<strong>en</strong>tes específicos<br />

para impactar <strong>en</strong> la población de <strong>en</strong>tre 30 y 60 años, básicam<strong>en</strong>te a través de mecanismos o<br />

programas complem<strong>en</strong>tarios ori<strong>en</strong>tados a la promoción de la inserción laboral (OEA/CEPAL/OIT,<br />

2011). Con algunos programas se busca incidir sobre la niv<strong>el</strong>ación de estudios y la culminación<br />

de los estudios formales (este es <strong>el</strong> caso de Familias por la Inclusión Social <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, Brasil<br />

Alfabetizado y Chile Solidario). Por otro lado, varios PTC ti<strong>en</strong><strong>en</strong> compon<strong>en</strong>tes específicos <strong>en</strong> clave<br />

de políticas activas de empleo. En varios casos se han desarrollado compon<strong>en</strong>tes de capacitación<br />

e intermediación laboral (como ocurre con <strong>el</strong> Seguro de Capacitación y <strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, ya<br />

m<strong>en</strong>cionado, Próximo Passo <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil, varios compon<strong>en</strong>tes de Chile Solidario y Comunidades<br />

Solidarias Rurales <strong>en</strong> El Salvador). También hay experi<strong>en</strong>cias de g<strong>en</strong>eración directa o indirecta<br />

de empleo (como <strong>el</strong> Programa Jefes y Jefas de Hogares Desocupados de la Arg<strong>en</strong>tina o Uruguay<br />

Trabaja) y de apoyo al autoempleo (como <strong>el</strong> Programa Nacional de Fortalecimi<strong>en</strong>to de la Agricultura<br />

Familiar y <strong>el</strong> Programa Nacional de Microcrédito Productivo Ori<strong>en</strong>tado, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil, <strong>el</strong> Programa<br />

G<strong>en</strong>eración Microempr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to Indíg<strong>en</strong>a Urbano, <strong>el</strong> Programa de Apoyo al Microempr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to<br />

(PAME) y Empr<strong>en</strong>de Más, <strong>en</strong> Chile, <strong>el</strong> programa Crédito Productivo Solidario <strong>en</strong> <strong>el</strong> Ecuador, <strong>el</strong> Bono<br />

Desarrollo Integral de la Mujer <strong>en</strong> Honduras y Bansocial <strong>en</strong> <strong>el</strong> Paraguay) (OEA/CEPAL/OIT, 2011).<br />

Vale la p<strong>en</strong>a destacar, de manera específica, <strong>el</strong> plan nacional Arg<strong>en</strong>tina Trabaja, al que <strong>en</strong><br />

2010 se incorporó <strong>el</strong> programa Ingreso Social con Trabajo. Este programa consiste <strong>en</strong> la creación de<br />

cooperativas de trabajo <strong>en</strong> los barrios, villas y as<strong>en</strong>tami<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> contextos críticos. Estas cooperativas,<br />

compuestas por 60 trabajadores cada una, ti<strong>en</strong><strong>en</strong> a su cargo la realización de obras públicas de<br />

la comunidad (por ejemplo, saneami<strong>en</strong>to y cuidado de áreas verdes, <strong>en</strong>tre otras). A través de este<br />

mecanismo, <strong>el</strong> programa apunta a dos objetivos: la creación de trabajos y <strong>el</strong> mejorami<strong>en</strong>to de los<br />

espacios públicos (que a su vez incide sobre la calidad de vida de los vecinos de la comunidad).<br />

Las familias b<strong>en</strong>eficiarias d<strong>el</strong> programa deb<strong>en</strong> t<strong>en</strong>er bajos ingresos y no pued<strong>en</strong> estar participando<br />

<strong>en</strong> otros programas sociales (excepto aqu<strong>el</strong>los d<strong>el</strong> Plan Nacional de Seguridad Alim<strong>en</strong>taria (PNSA)).<br />

Los miembros de las cooperativas se compromet<strong>en</strong> a trabajar 40 horas semanales, por las que<br />

recib<strong>en</strong> un ingreso m<strong>en</strong>sual de 300 dólares (y 600 dólares <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de los capataces) (Repetto y<br />

Pot<strong>en</strong>za Dal Masetto, 2012) 38 .<br />

Otro compon<strong>en</strong>te de Arg<strong>en</strong>tina Trabaja es un programa de microcrédito con que se busca no<br />

solo otorgar préstamos de bajo costo, sino también fom<strong>en</strong>tar la organización y la cooperación <strong>en</strong>tre<br />

los empr<strong>en</strong>dedores. El programa está destinado a trabajadores que no pued<strong>en</strong> acceder a créditos<br />

bancarios o que no cu<strong>en</strong>tan con los fondos necesarios para invertir <strong>en</strong> insumos o maquinarias<br />

requeridos para pot<strong>en</strong>ciar o desarrollar sus actividades productivas. Además de los préstamos, se<br />

ofrec<strong>en</strong> a través d<strong>el</strong> programa instancias de asesorami<strong>en</strong>to y de capacitación. Asimismo, se fom<strong>en</strong>ta<br />

la cooperación <strong>en</strong>tre empr<strong>en</strong>dedores y se coordinan espacios de intercambio <strong>en</strong>tre <strong>el</strong>los.<br />

También es importante m<strong>en</strong>cionar <strong>el</strong> compon<strong>en</strong>te Ellas Hac<strong>en</strong>, destinado a apoyar a mujeres<br />

<strong>en</strong> situación de mayor vulnerabilidad para que puedan formar parte de una cooperativa y trabajar <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> mejorami<strong>en</strong>to de sus barrios 39 . Las trabajadoras b<strong>en</strong>eficiarias ti<strong>en</strong><strong>en</strong> la posibilidad de ingresar al<br />

Monotributo Social (véase <strong>el</strong> recuadro IV.1), para poder cotizar <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema previsional, participan <strong>en</strong><br />

jornadas laborales previstas <strong>en</strong> <strong>el</strong> programa Ingreso Social con Trabajo, cumpl<strong>en</strong> con capacitaciones,<br />

acced<strong>en</strong> a equipami<strong>en</strong>to y recib<strong>en</strong> un ingreso <strong>en</strong> forma directa por <strong>el</strong> trabajo que realizan.<br />

38<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.desarrollosocial.gob.ar/arg<strong>en</strong>tinatrabaja/.<br />

39<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.desarrollosocial.gob.ar/<strong>el</strong>lashac<strong>en</strong>/1889.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Recuadro IV.1<br />

Monotributos sociales <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

Debido a las altas tasas de informalidad <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (y la barrera que esto repres<strong>en</strong>ta para <strong>el</strong> acceso a la<br />

protección social), algunos países han com<strong>en</strong>zado a implem<strong>en</strong>tar regím<strong>en</strong>es simplificados de tributación para facilitar la<br />

incorporación de trabajadores al sistema laboral formal. Lo característico de estos sistemas es la simplificación de los<br />

procesos legales y administrativos, de modo tal que la contribución impositiva sea más atractiva para los trabajadores<br />

de los sectores m<strong>en</strong>os favorecidos. En consecu<strong>en</strong>cia, no solo se consolida un proceso de formalización y se aum<strong>en</strong>ta<br />

la cantidad de contribuy<strong>en</strong>tes, sino que —más importante— se amplía la cobertura de la protección social. A pesar<br />

de que varios países de la región han incorporado sistemas simplificados de tributación, solo tres (Arg<strong>en</strong>tina, Brasil<br />

y Uruguay) incluy<strong>en</strong> <strong>el</strong> compon<strong>en</strong>te de integración a la seguridad social (OIT, 2014b).<br />

En <strong>el</strong> caso arg<strong>en</strong>tino, <strong>el</strong> Régim<strong>en</strong> de Monotributo fue creado <strong>en</strong> 1998, aunque desde <strong>en</strong>tonces ha sufrido una<br />

serie de cambios. D<strong>en</strong>tro de este régim<strong>en</strong> exist<strong>en</strong> varias modalidades, incluido <strong>el</strong> Monotributo Social, destinado a<br />

trabajadores con bajos ingresos y <strong>en</strong> situación de vulnerabilidad. Para poder formar parte de este régim<strong>en</strong>, las personas<br />

deb<strong>en</strong> realizar una actividad productiva o formar parte de una cooperativa de trabajo. Las actividades productivas deb<strong>en</strong><br />

cumplir dos requisitos básicos: estar <strong>en</strong>marcadas <strong>en</strong> <strong>el</strong> Desarrollo Local y la Economía Social y no g<strong>en</strong>erar ingresos<br />

anuales superiores a 48.000 pesos arg<strong>en</strong>tinos (5.400 dólares). Una vez registradas, las personas ti<strong>en</strong><strong>en</strong> derecho a<br />

acceder a una obra social (abonando <strong>el</strong> 50% de la cuota) y al sistema de jubilaciones (OIT, 2014b) a .<br />

En <strong>el</strong> Brasil, por su parte, se creó <strong>el</strong> Sistema para <strong>el</strong> Micro Empr<strong>en</strong>dedor Individual (SIMEI), <strong>en</strong> 2009, que surgió<br />

d<strong>el</strong> Simples Nacional, <strong>el</strong> régim<strong>en</strong> simplificado dirigido a micro y pequeñas empresas. El SIMEI ofrece los b<strong>en</strong>eficios d<strong>el</strong><br />

esquema simplificado a empr<strong>en</strong>dedores individuales (con hasta un empleado) cuyas producciones no g<strong>en</strong>er<strong>en</strong> más de<br />

60.000 reales anuales (20.000 dólares). D<strong>en</strong>tro de este sistema, <strong>el</strong> empr<strong>en</strong>dedor debe aportar una cuota fija y cumplir<br />

con ciertos requisitos básicos administrativos (comprobación de ingresos y emisiones, <strong>en</strong>tre otros). Una vez cumplidos,<br />

los contribuy<strong>en</strong>tes son incorporados al sistema de previsión social (jubilaciones, p<strong>en</strong>siones y otros) (OIT, 2014b).<br />

El Estado uruguayo, a través d<strong>el</strong> Monotributo Social MIDES, también contempla a aqu<strong>el</strong>los empr<strong>en</strong>dedores de<br />

bajos recursos que no se han incorporado a la economía formal. Bajo este sistema, los aportes tributarios se hac<strong>en</strong><br />

de manera progresiva, com<strong>en</strong>zando con un 25% de la suma total hasta llegar al 100% de los aportes después de<br />

tres años. Los requisitos para formar parte d<strong>el</strong> sistema de Monotributo Social son no t<strong>en</strong>er empleados (o, <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso<br />

de empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos asociativos, no t<strong>en</strong>er más de cinco integrantes) y no facturar más de 542.302 pesos uruguayos<br />

(20.300 dólares) anuales <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos individuales o 903.837 pesos uruguayos (33.800 dólares)<br />

anuales <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos asociativos. Al igual que <strong>en</strong> los otros dos casos, los contribuy<strong>en</strong>tes a este<br />

régim<strong>en</strong> obti<strong>en</strong><strong>en</strong> cobertura médica y derecho a todos los servicios de protección social (lic<strong>en</strong>cias por <strong>en</strong>fermedad,<br />

subsidios por incapacidad y jubilación, <strong>en</strong>tre otros) (BPS, 2015).<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia.<br />

a<br />

Véase Ministerio de Desarrollo Social, “Monotributo Social” [<strong>en</strong> línea] http://www.desarrollosocial.gov.ar/monotributosocial/118.<br />

En <strong>el</strong> Brasil, paral<strong>el</strong>am<strong>en</strong>te a las políticas implem<strong>en</strong>tadas por <strong>el</strong> Ministerio de Trabajo y<br />

<strong>Empleo</strong> (MTE), se han incorporado una serie de programas de promoción y protección d<strong>el</strong> trabajo<br />

que están bajo la dirección de otros organismos (aunque <strong>en</strong> algunos casos son gestionados <strong>en</strong><br />

conjunto con <strong>el</strong> MTE). Bolsa Família, por ejemplo, incluye <strong>el</strong> plan Próximo Passo (o Plan Sectorial<br />

de Calificación Profesional), que consiste <strong>en</strong> cursos de capacitación laboral para sus b<strong>en</strong>eficiarios<br />

(Robles y Mirosevic, 2013). Pued<strong>en</strong> postular todos los mayores de 18 años que hayan cursado<br />

por lo m<strong>en</strong>os hasta cuarto año de educación primaria. Los cursos ofrecidos están r<strong>el</strong>acionados<br />

con la construcción (por ejemplo, <strong>el</strong>ectricidad y pintura) o con <strong>el</strong> turismo (por ejemplo, cursos<br />

para camareros y auxiliares de cocina). Para postular, <strong>el</strong> interesado debe registrarse <strong>en</strong> <strong>el</strong> Sistema<br />

Nacional de <strong>Empleo</strong> (SINE) y, después de ser s<strong>el</strong>eccionado, debe t<strong>en</strong>er una asist<strong>en</strong>cia mínima d<strong>el</strong><br />

75% y desempeñarse de manera satisfactoria para obt<strong>en</strong>er un certificado de finalización. Además,<br />

<strong>el</strong> plan otorga un subsidio a sus participantes para cubrir costos de traslados. Para promover la<br />

inserción laboral de las mujeres, un 30% de los puestos de trabajo vacantes son reservados para<br />

<strong>el</strong>las, mi<strong>en</strong>tras que aqu<strong>el</strong>los que no lograron insertarse laboralm<strong>en</strong>te al finalizar los cursos son<br />

incorporados al Sistema de gestión d<strong>el</strong> programa de acciones de empleo (SIGAE), que sirve como<br />

intermediario <strong>en</strong>tre oferta y demanda laboral.


CEPAL<br />

Por otro lado, <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de Brasil Sem Miséria también se han implem<strong>en</strong>tado políticas<br />

de este tipo, dirigidas tanto a la población urbana como a la rural. Para los b<strong>en</strong>eficiarios de<br />

zonas rurales, existe <strong>el</strong> Programa de Adquisición de Alim<strong>en</strong>tos (PAA), ori<strong>en</strong>tado a los pequeños<br />

agricultores, a través d<strong>el</strong> cual <strong>el</strong> gobierno federal compra la producción a estas familias, ampliando<br />

de esta manera su mercado. Además, hay planes <strong>en</strong>focados <strong>en</strong> asistir a los agricultores <strong>en</strong> la etapa<br />

productiva: <strong>el</strong> plan Asist<strong>en</strong>cia Técnica (las familias recib<strong>en</strong> visitas de equipos técnicos que las<br />

asesoran), un plan de promoción y semillas (transfer<strong>en</strong>cia monetaria para <strong>el</strong> proyecto productivo y<br />

acciones complem<strong>en</strong>tarias, como la provisión de semillas y tecnologías) y <strong>el</strong> programa Agua para<br />

Todos (construcción de cisternas y sistemas simplificados para un mayor acceso al agua) 40 . Para<br />

los b<strong>en</strong>eficiarios de zonas urbanas, Brasil Sem Miséria también cu<strong>en</strong>ta con una serie de programas<br />

destinados a fom<strong>en</strong>tar la productividad.<br />

Mediante <strong>el</strong> programa nacional de promoción d<strong>el</strong> acceso al mundo d<strong>el</strong> trabajo (ACESSUAS<br />

Trabalho), implem<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> 2012, se busca apoyar a las personas que están <strong>en</strong> búsqueda de trabajo<br />

<strong>en</strong> su inserción <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral, a través de la capacitación y la intermediación laboral. En<br />

particular, <strong>el</strong> programa se puso <strong>en</strong> marcha para inc<strong>en</strong>tivar a los b<strong>en</strong>eficiarios de políticas sociales<br />

(<strong>en</strong> especial Brasil Sem Miséria) a insertarse laboralm<strong>en</strong>te y así construir una mayor autonomía.<br />

Pued<strong>en</strong> hacer uso de estos servicios las personas mayores de 16 años que son b<strong>en</strong>eficiarias de<br />

alguna política de asist<strong>en</strong>cia social: familias con perfiles d<strong>el</strong> plan Brasil Sem Miséria, b<strong>en</strong>eficiarios<br />

d<strong>el</strong> Bolsa Família, población <strong>en</strong> situación de calle, exreclusos y familias que resid<strong>en</strong> <strong>en</strong> territorios de<br />

riesgo, <strong>en</strong>tre otras poblaciones vulnerables. El programa opera a través de cuatro ejes: la articulación<br />

con políticas ya exist<strong>en</strong>tes, la movilización, <strong>el</strong> <strong>en</strong>caminami<strong>en</strong>to y <strong>el</strong> monitoreo. La movilización se<br />

refiere a la divulgación de los cursos y programas exist<strong>en</strong>tes, la conci<strong>en</strong>tización sobre la importancia<br />

de la inserción laboral y la id<strong>en</strong>tificación de las necesidades de los individuos. En <strong>el</strong> proceso de<br />

<strong>en</strong>caminami<strong>en</strong>to, se trata de inc<strong>en</strong>tivar a las personas a que se inscriban <strong>en</strong> <strong>el</strong> registro único para<br />

programas sociales d<strong>el</strong> Brasil (Cadastro Único) y de referirlas a órganos de intermediación laboral,<br />

al<strong>en</strong>tando y ori<strong>en</strong>tando su participación <strong>en</strong> cursos de capacitación profesional. Finalm<strong>en</strong>te, <strong>el</strong><br />

monitoreo consiste <strong>en</strong> acompañar a los b<strong>en</strong>eficiarios por su trayectoria y brindar apoyo asist<strong>en</strong>cial<br />

(MDS, 2013; Gregol de Farias, 2014).<br />

El programa Mais Emprego surgió como resultado de un acuerdo <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> Ministerio de<br />

Trabajo y <strong>Empleo</strong> (MTE) y <strong>el</strong> Ministerio de Desarrollo Social y Combate al Hambre (MDS), con <strong>el</strong> fin<br />

de facilitar la inserción de b<strong>en</strong>eficiarios d<strong>el</strong> plan Brasil Sem Miséria <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral. El público<br />

objetivo d<strong>el</strong> programa son las personas incluidas <strong>en</strong> <strong>el</strong> registro único para programas sociales d<strong>el</strong><br />

Brasil y los b<strong>en</strong>eficiarios de Bolsa Família. El programa se ejecuta <strong>en</strong> la Región Noreste d<strong>el</strong> país,<br />

donde se registran los índices más altos de pobreza extrema. A través de Mais Emprego se procura<br />

articular la oferta y la demanda laboral: por una parte, las personas son inscritas <strong>en</strong> <strong>el</strong> programa<br />

y, por otra, desde <strong>el</strong> Sistema Nacional de <strong>Empleo</strong> (SINE), donde están registrados los puestos de<br />

trabajo vacantes, se busca vincular a los candidatos con la oferta más adecuada a su perfil (MTE,<br />

2013; Gregol de Farias, 2014).<br />

Finalm<strong>en</strong>te, <strong>el</strong> programa Uruguay Trabaja, creado <strong>en</strong> 2007 y ejecutado por <strong>el</strong> Ministerio de<br />

Desarrollo Social d<strong>el</strong> Uruguay, ti<strong>en</strong>e como objetivo promover la inserción laboral de la población<br />

desocupada prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te de contextos críticos. El principal compon<strong>en</strong>te d<strong>el</strong> programa es un subsidio<br />

(Apoyo a la Inserción Laboral) que se otorga a los b<strong>en</strong>eficiarios por un plazo de hasta ocho meses.<br />

El monto d<strong>el</strong> subsidio es de 2,35 BPC 41 . Los participantes deb<strong>en</strong> realizar 30 horas semanales de<br />

servicio comunitario. Las actividades realizadas durante este período son registradas <strong>en</strong> <strong>el</strong> Banco<br />

de Previsión Social, por lo que los participantes pued<strong>en</strong> acceder a los b<strong>en</strong>eficios de la seguridad<br />

social. El programa está destinado a personas de <strong>en</strong>tre 18 y 65 años que estén desocupados hace<br />

40<br />

Véase [<strong>en</strong> línea] http://www.brasilsemmiseria.gov.br/.<br />

41<br />

Base de Prestaciones y Contribuciones. En 2015, <strong>el</strong> valor de la BPC es de 3.052 pesos uruguayos, unos 112 dólares<br />

aproximadam<strong>en</strong>te.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

más de dos años, que cu<strong>en</strong>t<strong>en</strong> con bajos ingresos y que no hayan completado <strong>el</strong> ciclo educativo<br />

básico. Además, se establece que los solicitantes no pued<strong>en</strong> haber participado previam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

programa Trabajo por Uruguay (parte d<strong>el</strong> Plan de At<strong>en</strong>ción Nacional a la Emerg<strong>en</strong>cia Social (PANES))<br />

por más de tres meses 42 .<br />

2. Opciones realizadas y perspectivas futuras<br />

En los últimos 15 años, <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> ha dado pasos importantes hacia la consolidación de sistemas<br />

de protección social con ori<strong>en</strong>taciones claras hacia las edades compr<strong>en</strong>didas <strong>en</strong> la etapa activa<br />

d<strong>el</strong> ciclo de vida.<br />

Por un lado, son destacables —como <strong>en</strong> otras etapas d<strong>el</strong> ciclo vital— los esfuerzos por<br />

expandir la cobertura de salud <strong>en</strong> forma increm<strong>en</strong>tal y los logros alcanzados <strong>en</strong> esta materia, que<br />

conviert<strong>en</strong> <strong>el</strong> objetivo de la universalización <strong>en</strong> una meta no tan lejana. Por otro lado, la región<br />

pres<strong>en</strong>ta un cambio r<strong>el</strong>evante <strong>en</strong> <strong>el</strong> financiami<strong>en</strong>to de la protección fr<strong>en</strong>te a ciertos riesgos asociados<br />

al empleo <strong>en</strong> poblaciones vulnerables. La creación y expansión de transfer<strong>en</strong>cias condicionadas a<br />

familias con niños y adolesc<strong>en</strong>tes es una clara muestra de <strong>el</strong>lo. Los programas de inserción laboral<br />

asociados a las transfer<strong>en</strong>cias también d<strong>en</strong>otan la vocación de vincular los b<strong>en</strong>eficios no contributivos<br />

con políticas activas de mercado de trabajo. También son r<strong>el</strong>evantes los pasos que se han dado <strong>en</strong><br />

algunos países por flexibilizar criterios de acceso y <strong>el</strong>egibilidad <strong>en</strong> la red de prestaciones contributivas<br />

para ciertos sectores de trabajadores.<br />

Otro plano <strong>en</strong> que han t<strong>en</strong>ido lugar cambios es <strong>el</strong> de la regulación laboral. Aunque aún<br />

incipi<strong>en</strong>tes, son at<strong>en</strong>dibles los esfuerzos que se han realizado <strong>en</strong> varios países de la región por<br />

establecer normas t<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes a mejorar las condiciones laborales de sectores tradicionalm<strong>en</strong>te<br />

precarios, favorecer la formalización de sectores informales y equiparar derechos básicos.<br />

Es especialm<strong>en</strong>te r<strong>el</strong>evante destacar <strong>el</strong> peso que <strong>en</strong> las transformaciones reci<strong>en</strong>tes han<br />

t<strong>en</strong>ido las prestaciones ori<strong>en</strong>tadas a situaciones tipificadas de mayor vulnerabilidad o de mayor<br />

exposición a riesgos o dificultades r<strong>el</strong>acionadas con subetapas de la vida adulta y productiva. Este<br />

es <strong>el</strong> caso, por ejemplo, de los padres con hijos pequeños.<br />

Bu<strong>en</strong>a parte de estos cambios se pon<strong>en</strong> de r<strong>el</strong>ieve <strong>en</strong> los cuadros IV.3 y IV.4, donde se<br />

sintetiza <strong>el</strong> rol d<strong>el</strong> Estado —tanto respecto a los riesgos cubiertos y la población cubierta como<br />

respecto a la calidad y segm<strong>en</strong>tación de la protección social—, así como los roles de las otras tres<br />

esferas clave <strong>en</strong> la provisión de bi<strong>en</strong>estar: familias, mercados y comunidad.<br />

42<br />

Véase “Programas de inclusión laboral y productiva”, Base de datos de programas de protección social no contributiva<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> [<strong>en</strong> línea] http://dds.cepal.org/bdilp/.


CEPAL<br />

• Cuadro IV.3<br />

Mod<strong>el</strong>o pasado de protección social (con especial énfasis <strong>en</strong> sectores vulnerables)<br />

Ámbito de<br />

protección<br />

Ingresos fr<strong>en</strong>te<br />

al riesgo de<br />

<strong>en</strong>fermedad y<br />

discapacidad<br />

Ingresos fr<strong>en</strong>te<br />

al desempleo<br />

Ingresos fr<strong>en</strong>te<br />

a la gestación,<br />

<strong>el</strong> parto y<br />

los cuidados<br />

infantiles<br />

tempranos<br />

Salud<br />

Condiciones de<br />

trabajo y pisos<br />

de salario<br />

Roles de los distintos actores que cumpl<strong>en</strong> las distintas esferas<br />

<strong>en</strong> que se deposita la responsabilidad de la protección<br />

Familia Mercado Estado Comunidad<br />

Una parte importante<br />

de los trabajadores<br />

dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de sus<br />

familias fr<strong>en</strong>te<br />

a la incapacidad<br />

laboral coyuntural<br />

o estructural.<br />

Estrategias<br />

familiares (apoyo<br />

de otros miembros<br />

que ingresan o<br />

están insertos <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

mercado laboral).<br />

Son claves los<br />

apoyos familiares<br />

y de ingresos de<br />

otros miembros<br />

para estas etapas.<br />

Fuerte peso de la<br />

familia como primera<br />

def<strong>en</strong>sa y cuidado<br />

fr<strong>en</strong>te a<br />

la <strong>en</strong>fermedad.<br />

No se aplica.<br />

Aus<strong>en</strong>cia de seguros<br />

de mercado. El<br />

ahorro o las r<strong>en</strong>tas<br />

de capital pued<strong>en</strong><br />

formar parte de las<br />

estrategias, aunque<br />

marginalm<strong>en</strong>te.<br />

Poca o nula oferta<br />

de mercado <strong>en</strong><br />

este aspecto.<br />

Perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

mercado informal,<br />

que permite<br />

flexibilidad horaria y<br />

continuidad laboral.<br />

Gasto de bolsillo<br />

importante para hacer<br />

fr<strong>en</strong>te al acceso a<br />

servicios de salud<br />

y medicam<strong>en</strong>tos.<br />

Mercado de trabajo<br />

precarizado y con<br />

destrucción de<br />

empleos estables,<br />

lo que afecta<br />

negativam<strong>en</strong>te la<br />

calidad d<strong>el</strong> empleo.<br />

Cobertura escasa<br />

y segm<strong>en</strong>tada de<br />

transfer<strong>en</strong>cias<br />

monetarias por<br />

discapacidad.<br />

Poca o nula oferta<br />

estatal para sectores<br />

pobres y vulnerables.<br />

Las lic<strong>en</strong>cias<br />

maternales llegan<br />

parcialm<strong>en</strong>te a sectores<br />

pobres y vulnerables,<br />

con grandes brechas<br />

de cobertura y<br />

prestaciones bajas<br />

y/o por poco tiempo.<br />

Importante oferta<br />

gratuita d<strong>el</strong><br />

Estado o mediante<br />

asegurami<strong>en</strong>to formal.<br />

El Estado prescind<strong>en</strong>te<br />

se retrae de<br />

protecciones d<strong>el</strong><br />

mod<strong>el</strong>o de sustitución<br />

de importaciones, y <strong>el</strong><br />

salario mínimo deja de<br />

operar como<br />

ancla real.<br />

Apoyos<br />

inexist<strong>en</strong>tes<br />

o marginales.<br />

Apoyos<br />

inexist<strong>en</strong>tes<br />

o marginales.<br />

Apoyos<br />

inexist<strong>en</strong>tes<br />

o marginales.<br />

Apoyos<br />

inexist<strong>en</strong>tes<br />

o marginales.<br />

Pérdida de<br />

poder sindical.<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia.<br />

Mediante la comparación de ambos cuadros, sin embargo, se puede observar que <strong>en</strong> varias<br />

áreas clave de la protección social los avances son muy insufici<strong>en</strong>tes o nulos. Así, por ejemplo, pese<br />

a los cambios registrados <strong>en</strong> la legislación de varios países, la regulación laboral continúa si<strong>en</strong>do un<br />

área de desafíos in<strong>el</strong>udibles para que los sistemas de protección social latinoamericanos permitan<br />

hacerse cargo adecuadam<strong>en</strong>te de los riesgos que <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ta la población <strong>en</strong> etapa activa, <strong>en</strong> especial<br />

los sectores más vulnerables d<strong>en</strong>tro de <strong>el</strong>la.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Cuadro IV.4<br />

Mod<strong>el</strong>o emerg<strong>en</strong>te de protección social (con especial énfasis <strong>en</strong> sectores vulnerables)<br />

Ámbito de<br />

protección<br />

Ingresos fr<strong>en</strong>te<br />

al riesgo de<br />

<strong>en</strong>fermedad y<br />

discapacidad<br />

Ingresos fr<strong>en</strong>te<br />

al desempleo<br />

Ingresos fr<strong>en</strong>te<br />

a la gestación,<br />

<strong>el</strong> parto y<br />

los cuidados<br />

infantiles<br />

tempranos<br />

Salud<br />

Condiciones de<br />

trabajo y pisos<br />

de salario<br />

Roles que cumpl<strong>en</strong> las distintas esferas <strong>en</strong> que se deposita<br />

la responsabilidad de la protección<br />

Familia Mercado Estado Comunidad<br />

Una parte importante<br />

de los trabajadores<br />

dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> de sus<br />

familias fr<strong>en</strong>te<br />

a la incapacidad<br />

laboral coyuntural<br />

o estructural.<br />

Estrategias<br />

familiares (apoyo<br />

de otros miembros<br />

que ingresan o<br />

están insertos <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

mercado laboral).<br />

Son claves los<br />

apoyos familiares<br />

y de ingresos de<br />

otros miembros<br />

para estas etapas.<br />

Importancia de la<br />

familia como primera<br />

def<strong>en</strong>sa y cuidado<br />

fr<strong>en</strong>te a<br />

la <strong>en</strong>fermedad.<br />

No se aplica.<br />

Aus<strong>en</strong>cia de seguros<br />

de mercado. El<br />

ahorro o las r<strong>en</strong>tas<br />

de capital pued<strong>en</strong><br />

formar parte de las<br />

estrategias, aunque<br />

marginalm<strong>en</strong>te.<br />

Poca o nula oferta<br />

de mercado <strong>en</strong><br />

este aspecto.<br />

Perman<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

mercado informal,<br />

que permite<br />

flexibilidad horaria y<br />

continuidad laboral.<br />

Gasto de bolsillo<br />

importante para hacer<br />

fr<strong>en</strong>te al acceso a<br />

servicios de salud<br />

y medicam<strong>en</strong>tos.<br />

Mercado de trabajo<br />

precarizado, aunque<br />

con t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a<br />

la reducción d<strong>el</strong><br />

desempleo y <strong>el</strong><br />

crecimi<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> empleo.<br />

Cobertura escasa<br />

y segm<strong>en</strong>tada de<br />

transfer<strong>en</strong>cias<br />

monetarias por<br />

discapacidad.<br />

Transfer<strong>en</strong>cias a<br />

familias con niños<br />

y adolesc<strong>en</strong>tes.<br />

Las lic<strong>en</strong>cias<br />

maternales llegan<br />

parcialm<strong>en</strong>te a sectores<br />

pobres y vulnerables,<br />

pero con grandes<br />

brechas de cobertura<br />

y prestaciones<br />

bajas y/o por poco<br />

tiempo. Señales<br />

de expansión de la<br />

duración de la lic<strong>en</strong>cia<br />

y primeros indicios de<br />

compon<strong>en</strong>te par<strong>en</strong>tal.<br />

Importante oferta<br />

gratuita d<strong>el</strong><br />

Estado o mediante<br />

asegurami<strong>en</strong>to formal.<br />

Avances <strong>en</strong> la<br />

formalización y<br />

la mejora de las<br />

condiciones laborales<br />

de sectores precarios.<br />

Fortalecimi<strong>en</strong>to de la<br />

negociación colectiva.<br />

Apoyos<br />

inexist<strong>en</strong>tes<br />

o marginales.<br />

Apoyos<br />

inexist<strong>en</strong>tes<br />

o marginales.<br />

Apoyos<br />

inexist<strong>en</strong>tes<br />

o marginales.<br />

Apoyos<br />

inexist<strong>en</strong>tes<br />

o marginales.<br />

Continúa la<br />

debilidad d<strong>el</strong><br />

poder sindical.<br />

Fu<strong>en</strong>te: Elaboración propia.<br />

Por otro lado, si bi<strong>en</strong> exist<strong>en</strong> muestras claras d<strong>el</strong> progreso de la región <strong>en</strong> <strong>el</strong> establecimi<strong>en</strong>to<br />

de políticas activas de mercado laboral, se visualizan importantes desafíos tanto <strong>en</strong> materia de<br />

capacitación laboral, como de servicios de intermediación y políticas de creación de empleo.<br />

Por último, aunque la ag<strong>en</strong>da d<strong>el</strong> cuidado progresivam<strong>en</strong>te ha ido adquiri<strong>en</strong>do r<strong>el</strong>evancia <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> contexto latinoamericano, las políticas de conciliación <strong>en</strong>tre trabajo remunerado y no remunerado<br />

continúan figurando <strong>en</strong>tre las deudas de los sistemas de protección social. Esta deuda se refiere no<br />

solo a la ampliación de b<strong>en</strong>eficios d<strong>en</strong>tro de las lic<strong>en</strong>cias, sino también a la expansión de derechos<br />

a sectores hoy predominantem<strong>en</strong>te excluidos de los b<strong>en</strong>eficios básicos, como los trabajadores<br />

rurales, los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia o los empleados domésticos.


CEPAL<br />

Parte C<br />

Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible (CEPAL, 2014), Cap. III, Sec. C, pp. 152-160.<br />

3. El rol d<strong>el</strong> salario mínimo <strong>en</strong> la mayor igualdad de ingresos<br />

En varios países de la región <strong>el</strong> salario mínimo ha sufrido un importante aum<strong>en</strong>to real (véase <strong>el</strong><br />

gráfico IV.9). En la última década, creció significativam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Brasil, Cuba, <strong>el</strong> Ecuador,<br />

Honduras, Nicaragua y <strong>el</strong> Uruguay 43 . En los otros países, las variaciones son m<strong>en</strong>ores, e incluso se<br />

produc<strong>en</strong> desc<strong>en</strong>sos <strong>en</strong> las Bahamas, Jamaica, México, la República Dominicana, Trinidad y Tabago<br />

y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) (con r<strong>el</strong>ación a México, véase <strong>el</strong> recuadro IV.2). En los países<br />

d<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> de habla inglesa, <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de los niv<strong>el</strong>es d<strong>el</strong> desempleo desde 2007-2008 ha dificultado<br />

<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> salario mínimo. En Jamaica y Trinidad y Tabago, <strong>el</strong> valor real d<strong>el</strong> salario mínimo se<br />

redujo drásticam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la segunda mitad de la década pasada, antes de los aum<strong>en</strong>tos de 2011.<br />

Con respecto a las Bahamas, <strong>el</strong> salario mínimo no ha aum<strong>en</strong>tado desde su introducción <strong>en</strong> 2002.<br />

Para algunos países, estas variaciones implican un cambio r<strong>el</strong>evante <strong>en</strong> <strong>el</strong> manejo de este<br />

instrum<strong>en</strong>to. Como señalan Marinakis y V<strong>el</strong>asco (<strong>2006</strong>), durante los años och<strong>en</strong>ta, <strong>en</strong> numerosos<br />

países <strong>el</strong> salario mínimo fue utilizado como una herrami<strong>en</strong>ta de la política macroeconómica, <strong>en</strong><br />

contextos de alta inflación, para dar señales al mercado mediante increm<strong>en</strong>tos salariales moderados<br />

y contribuir así a la desindexación de las economías. En los países <strong>en</strong> que <strong>el</strong> salario mínimo estaba<br />

r<strong>el</strong>acionado con las prestaciones sociales, su manejo también se ori<strong>en</strong>taba a reducir <strong>el</strong> déficit fiscal.<br />

Durante los años nov<strong>en</strong>ta, <strong>en</strong> <strong>el</strong> marco de las políticas de liberalización y apertura de mercados,<br />

muchos países optaron por debilitar <strong>el</strong> salario mínimo como piso de la escala salarial. En esta última<br />

década, <strong>en</strong> algunos países de la región <strong>el</strong> salario mínimo ha vu<strong>el</strong>to a ser una institución r<strong>el</strong>evante<br />

para <strong>el</strong> mercado laboral 44 .<br />

• Gráfico IV.9<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (22 países): variación media anual d<strong>el</strong> salario mínimo<br />

<strong>en</strong> términos reales, 2002-2010<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

15<br />

13<br />

11<br />

9<br />

7<br />

5<br />

3<br />

1<br />

-1<br />

-3<br />

-5<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Bahamas<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

Honduras<br />

Jamaica<br />

Mexico<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Saint Kitts y Nevis<br />

Trinidad y Tabago<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), base de datos CEPALSTAT y Organización<br />

Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

43<br />

En este docum<strong>en</strong>to, las variaciones reales de las cifras de la Arg<strong>en</strong>tina se calculan utilizando un índice ponderado de<br />

los índices de precios de cinco provincias a partir de 2007.<br />

44<br />

La indexación de diversas prestaciones (e inclusive d<strong>el</strong> resto de los salarios) sobre la base d<strong>el</strong> salario mínimo está<br />

vig<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil y México, pero fue <strong>el</strong>iminada <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina <strong>en</strong> 1991 y <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay <strong>en</strong> 2004. En este último país,<br />

esta decisión facilitó <strong>el</strong> posterior proceso de recuperación d<strong>el</strong> salario mínimo real.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Recuadro IV.2<br />

El salario mínimo <strong>en</strong> México<br />

México es uno de los países de la región donde <strong>el</strong> salario mínimo no muestra una recuperación <strong>en</strong> la última década. Si<br />

bi<strong>en</strong> a mediados de los años nov<strong>en</strong>ta se detuvo <strong>el</strong> sost<strong>en</strong>ido desc<strong>en</strong>so que v<strong>en</strong>ía experim<strong>en</strong>tado desde los años och<strong>en</strong>ta,<br />

la última década está pautada por su r<strong>el</strong>ativa estabilidad (véase <strong>el</strong> gráfico sigui<strong>en</strong>te). La última información disponible<br />

muestra que casi un 14% de los ocupados recib<strong>en</strong> un ingreso inferior al salario mínimo, mi<strong>en</strong>tras que alrededor de 2<br />

de cada 5 ocupados percibe hasta dos salarios mínimos (véase <strong>el</strong> cuadro inferior) a .<br />

México: evolución d<strong>el</strong> salario mínimo real, 1980-2011<br />

(Índice anual medio 2000=100)<br />

350<br />

300<br />

250<br />

200<br />

150<br />

100<br />

50<br />

0<br />

1980<br />

1981<br />

1982<br />

1983<br />

1984<br />

1985<br />

1986<br />

1987<br />

1988<br />

1989<br />

1990<br />

1991<br />

1992<br />

1993<br />

1994<br />

1995<br />

1996<br />

1997<br />

1998<br />

1999<br />

2000<br />

2001<br />

2002<br />

2003<br />

2004<br />

2005<br />

<strong>2006</strong><br />

2007<br />

2008<br />

2009<br />

2010<br />

2011<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), base de datos CEPALSTAT.<br />

México: distribución de los ocupados por niv<strong>el</strong>es de ingreso con r<strong>el</strong>ación<br />

al salario mínimo, segundo trimestre de 2013<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Porc<strong>en</strong>taje d<strong>el</strong> total de ocupados Porc<strong>en</strong>taje de ocupados con ingresos a<br />

Hasta 1 su<strong>el</strong>do mínimo 13,6 14,7<br />

1 a 2 su<strong>el</strong>dos mínimos 24,7 26,8<br />

2 a 3 su<strong>el</strong>dos mínimos 20,1 21,8<br />

3 a 5 su<strong>el</strong>dos mínimos 15,5 16,8<br />

Más de 5 su<strong>el</strong>dos mínimos 7,5 8,1<br />

Sin ingresos 7,9 ...<br />

Ingreso no especificado 10,7 11,8<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de Instituto Nacional de Estadística<br />

y Geografía (INEGI), Encuesta Nacional de Ocupación y <strong>Empleo</strong>, 2013.<br />

a<br />

No incluye a los trabajadores dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes no remunerados ni a los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia dedicados a<br />

actividades agrícolas de subsist<strong>en</strong>cia.<br />

El salario mínimo ti<strong>en</strong>e una importante función de ancla nominal para <strong>el</strong> mercado de trabajo y para la economía <strong>en</strong><br />

g<strong>en</strong>eral, dado que algunos b<strong>en</strong>eficios sociales, las p<strong>en</strong>siones y las becas, <strong>en</strong>tre otros, se expresan con r<strong>el</strong>ación al valor d<strong>el</strong> salario<br />

mínimo. También influye <strong>en</strong> la determinación de los salarios a lo largo de toda la distribución, ya que su<strong>el</strong><strong>en</strong> fijarse como múltiplos<br />

d<strong>el</strong> salario mínimo (véase Fairris, Popli y Zepeda, <strong>2006</strong>; Kaplan y Pérez Arce, <strong>2006</strong>) b . En un estudio reci<strong>en</strong>te sobre los efectos d<strong>el</strong><br />

salario mínimo <strong>en</strong> México, <strong>en</strong> <strong>el</strong> que se explora la variación de su valor <strong>en</strong> las difer<strong>en</strong>tes municipalidades, se descubrió que una parte<br />

significativa d<strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la desigualdad <strong>en</strong> México <strong>en</strong>tre fines de los años och<strong>en</strong>ta y comi<strong>en</strong>zos de la década de 2000 se debe<br />

a la fuerte caída d<strong>el</strong> salario mínimo real <strong>en</strong> ese período (Bosch y Manacorda, 2010). Más aún, esta evolución explica prácticam<strong>en</strong>te<br />

todo <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la desigualdad <strong>en</strong> los quintiles inferiores de la distribución de ingresos durante los años nov<strong>en</strong>ta.<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de CEPALSTAT; Instituto Nacional<br />

de Estadística y Geografía (INEGI), Encuesta Nacional de Ocupación y <strong>Empleo</strong>, 2013; D. Fairris,G. Popli y E. Zepeda,<br />

“Minimum wages and wage structure in Mexico”, Nº 400, University Library of Munich, <strong>2006</strong>; D. Kaplan y F. Pérez Arce<br />

Novaro, “El efecto de los salarios mínimos <strong>en</strong> los ingresos laborales de México”, El Trimestre Económico, vol. LXXII<br />

(1), Nº 289, <strong>2006</strong>; y M. Bosch y M. Manacorda, “Minimum wages and earnings inequality in urban Mexico”, American<br />

Economic Journal: Applied Economics, vol. 2, Nº 4, 2010.<br />

a<br />

En México coexist<strong>en</strong> los salarios mínimos difer<strong>en</strong>ciados por municipalidad y los salarios mínimos profesionales, que<br />

se aplican a una ocupación o trabajo especial. Los trabajadores deb<strong>en</strong> recibir <strong>el</strong> monto máximo <strong>en</strong>tre ambos.<br />

b<br />

En diversos países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> la evid<strong>en</strong>cia sugiere que los salarios mínimos sirv<strong>en</strong> como unidad de refer<strong>en</strong>cia para la<br />

fijación de salarios a lo largo de toda la distribución salarial, tanto <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector formal como <strong>en</strong> <strong>el</strong> informal (Maloney y Nuñez, 2003).


CEPAL<br />

La r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> salario mínimo y <strong>el</strong> valor de la línea de pobreza per cápita demuestra<br />

la capacidad de compra d<strong>el</strong> salario mínimo 45 . Esta r<strong>el</strong>ación pres<strong>en</strong>ta una gran variación <strong>en</strong>tre<br />

países, desde 0,66 <strong>en</strong> México hasta 3,18 <strong>en</strong> Costa Rica <strong>en</strong> 2011. Dado que este salario debe cubrir<br />

las necesidades d<strong>el</strong> trabajador y su familia, para que un hogar de cuatro miembros, dos de <strong>el</strong>los<br />

perceptores de ingresos, logre superar <strong>el</strong> umbral de pobreza, la r<strong>el</strong>ación debe ser superior a dos.<br />

Esto sucede <strong>en</strong> 8 de los 17 países considerados <strong>en</strong> 2011, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> 2002 solam<strong>en</strong>te ocurría<br />

<strong>en</strong> 5. México es <strong>el</strong> único país, al final de la década analizada, donde <strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> salario mínimo es<br />

inferior al d<strong>el</strong> umbral de pobreza per cápita. La r<strong>el</strong>ación se ha increm<strong>en</strong>tado significativam<strong>en</strong>te <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> Brasil, <strong>el</strong> Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y <strong>el</strong> Uruguay. En los países d<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> sobre<br />

los cuales exist<strong>en</strong> datos, los salarios mínimos superan alrededor de dos o más veces la línea de<br />

pobreza anual para adultos, excepto <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de Jamaica, donde <strong>en</strong> 2009 la proporción fue de<br />

1,8 (véase <strong>el</strong> gráfico IV.10).<br />

• Gráfico IV.10<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (22 países): r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> salario mínimo y la línea<br />

de pobreza per cápita, 2002-2011 a<br />

3,5<br />

3,0<br />

2,5<br />

2,0<br />

1,5<br />

1,0<br />

0,5<br />

0,0<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

B<strong>el</strong>ice<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

Honduras<br />

Jamaica<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Saint Kitts y Nevis<br />

Trinidad y Tabago<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

2002 2011<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), base de datos CEPALSTAT.<br />

a<br />

Los datos para los países d<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> correspond<strong>en</strong> a los años sigui<strong>en</strong>tes: 2009 (B<strong>el</strong>ice y Jamaica), 2008 (Saint Kitts y<br />

Nevis) y 2005 (Trinidad y Tabago).<br />

En <strong>el</strong> período analizado (2002-2011), hubo una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia g<strong>en</strong>eral a la apreciación cambiaria <strong>en</strong><br />

la región, con <strong>el</strong> consecu<strong>en</strong>te increm<strong>en</strong>to de los salarios <strong>en</strong> dólares (véase <strong>el</strong> gráfico IV.11). El promedio<br />

simple de los salarios mínimos pasó de 158 a 298 dólares, alcanzando <strong>el</strong> valor máximo para <strong>el</strong> final<br />

d<strong>el</strong> período <strong>en</strong> Bahamas (693 dólares) y <strong>el</strong> mínimo <strong>en</strong> México (112 dólares). La consideración d<strong>el</strong><br />

salario mínimo expresado <strong>en</strong> dólares corregidos por PPA muestra un ord<strong>en</strong>ami<strong>en</strong>to de países similar<br />

al que surge al considerar <strong>el</strong> poder adquisitivo <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con la línea de pobreza. Se destacan las<br />

Bahamas, Costa Rica, <strong>el</strong> Ecuador y <strong>el</strong> Paraguay como los países donde <strong>el</strong> salario mínimo ti<strong>en</strong>e mayor<br />

poder adquisitivo <strong>en</strong> términos de dólares PPA, y México como <strong>el</strong> caso opuesto (véase <strong>el</strong> gráfico IV.11).<br />

45<br />

Se utiliza <strong>el</strong> valor de la línea <strong>en</strong> la que la CEPAL basa sus cálculos de pobreza.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico IV.11<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (22 países): salarios mínimos, 2002-2011<br />

(En dólares PPA y corri<strong>en</strong>tes)<br />

900<br />

800<br />

700<br />

600<br />

500<br />

400<br />

300<br />

200<br />

100<br />

0<br />

A. Dólares PPA<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Bahamas<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

Honduras<br />

Jamaica<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Saint Kitts y Nevis<br />

Trinidad y Tabago<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

800<br />

B. Dólares corri<strong>en</strong>tes<br />

700<br />

600<br />

500<br />

400<br />

300<br />

200<br />

100<br />

0<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Bahamas<br />

Bolivia<br />

(Est. Plur. de)<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

Honduras<br />

Jamaica<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Saint Kitts y Nevis<br />

Trinidad y Tabago<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(Rep. Bol. de)<br />

2002 2011<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de información de CEPALSTAT y<br />

Banco Mundial, World Dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t Indicators, base de datos.<br />

Los pot<strong>en</strong>ciales efectos de los increm<strong>en</strong>tos d<strong>el</strong> salario mínimo sobre distintas variables d<strong>el</strong><br />

mercado laboral son controvertidos (véase <strong>el</strong> recuadro IV.3). Es por <strong>el</strong>lo que resulta importante contar<br />

con evaluaciones de los impactos de esta política. Como se discutió antes, <strong>en</strong> distintos países se<br />

produjo simultáneam<strong>en</strong>te un increm<strong>en</strong>to de los salarios mínimos y una disminución de la desigualdad<br />

salarial, <strong>en</strong> un contexto de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo. Se pres<strong>en</strong>ta a continuación un análisis <strong>en</strong><br />

profundidad de la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Brasil y <strong>el</strong> Uruguay, donde la recuperación de este instrum<strong>en</strong>to ha<br />

sido particularm<strong>en</strong>te notoria, y de Chile, donde <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to ha sido m<strong>en</strong>os int<strong>en</strong>so46.<br />

En la Arg<strong>en</strong>tina, tras mant<strong>en</strong>erse <strong>el</strong> salario mínimo <strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo y reducido valor nominal y<br />

real desde 1993 y sufrir una caída significativa <strong>en</strong> 2002, a partir de 2003 se llevó a cabo una int<strong>en</strong>sa<br />

política de actualización que implicó un fuerte increm<strong>en</strong>to real superior al 200% <strong>en</strong>tre ese año y 2012.<br />

Sin embargo, esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia positiva com<strong>en</strong>zó a debilitarse <strong>en</strong> gran medida a partir de 2007, cuando<br />

la ac<strong>el</strong>eración de la inflación redujo la capacidad que t<strong>en</strong>ía esta herrami<strong>en</strong>ta para increm<strong>en</strong>tar su<br />

poder adquisitivo (véase <strong>el</strong> gráfico IV.12) 47 . En <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> Brasil, si bi<strong>en</strong> la recuperación com<strong>en</strong>zó hacia<br />

46<br />

Esta sección se basa <strong>en</strong> Maurizio (2013). Es necesario advertir que este análisis cubre países de informalidad<br />

r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te baja <strong>en</strong> la región. En países de alta informalidad <strong>el</strong> salario mínimo como precio puede afectar más los<br />

ingresos de informales y t<strong>en</strong>der a mant<strong>en</strong>er barreras de segm<strong>en</strong>tación.<br />

47<br />

Esta variación real se calcula utilizando un índice ponderado de los índices de precios de las provincias.


CEPAL<br />

mediados de la década de 1990, tomó mayor impulso durante la década de 2000, increm<strong>en</strong>tándose<br />

<strong>en</strong> términos reales alrededor d<strong>el</strong> 100% <strong>en</strong>tre 2000 y 2012. Una dinámica similar, aunque de m<strong>en</strong>or<br />

int<strong>en</strong>sidad, se observó <strong>en</strong> Chile, donde <strong>el</strong> salario mínimo creció alrededor d<strong>el</strong> 40% <strong>en</strong> igual período.<br />

Por último, como sucedió <strong>en</strong> materia distributiva, <strong>el</strong> Uruguay ha sido <strong>el</strong> país que com<strong>en</strong>zó más<br />

tardíam<strong>en</strong>te <strong>el</strong> fortalecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> salario mínimo: <strong>el</strong> valor real de este instrum<strong>en</strong>to v<strong>en</strong>ía cay<strong>en</strong>do<br />

de manera sost<strong>en</strong>ida <strong>en</strong> las últimas décadas, pero a partir de fines de 2004 se inició un proceso de<br />

marcado increm<strong>en</strong>to de su poder adquisitivo, que creció un 180% <strong>en</strong>tre 2005 y 2012.<br />

• Recuadro IV.3<br />

Salario mínimo, desigualdad y empleo<br />

Los efectos d<strong>el</strong> salario mínimo sobre <strong>el</strong> empleo y la desigualdad salarial son ambiguos <strong>en</strong> términos teóricos, por <strong>el</strong>lo<br />

resulta de suma importancia contar con evid<strong>en</strong>cia empírica al respecto. Bajo <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o estándar de compet<strong>en</strong>cia<br />

perfecta <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo, <strong>el</strong> establecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mínimo por <strong>en</strong>cima d<strong>el</strong> salario de equilibro g<strong>en</strong>erará una<br />

reducción d<strong>el</strong> empleo, que afectará negativam<strong>en</strong>te a aqu<strong>el</strong>los individuos para los cuales <strong>el</strong> salario mínimo resulta<br />

operativo (jóv<strong>en</strong>es y trabajadores poco calificados). Sin embargo, <strong>en</strong> mod<strong>el</strong>os de compet<strong>en</strong>cia imperfecta, <strong>el</strong> salario<br />

está por debajo de la productividad marginal d<strong>el</strong> trabajo, por lo que un aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> mínimo no necesariam<strong>en</strong>te<br />

implica una disminución d<strong>el</strong> empleo, pudiéndose observar un efecto neutro o incluso un increm<strong>en</strong>to (Dick<strong>en</strong>s, Machin<br />

y Manning, 1999; Manning, 2003; Eyraud y Saget, 2008.<br />

En r<strong>el</strong>ación con la desigualdad salarial, puede ocurrir que aqu<strong>el</strong>los trabajadores que <strong>en</strong> aus<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> salario<br />

mínimo obt<strong>en</strong>drían un salario inferior a este, bajo su vig<strong>en</strong>cia perciban un monto cercano al salario mínimo, lo que<br />

producirá una compresión de la distribución salarial (hipótesis de efecto de c<strong>en</strong>sura). Pero los impactos sobre la<br />

desigualdad pued<strong>en</strong> ser más bajos si <strong>el</strong> salario mínimo funciona como unidad de refer<strong>en</strong>cia para fijar <strong>el</strong> resto de los<br />

salarios, dando lugar a impactos proporcionales a lo largo de la distribución salarial y mant<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do básicam<strong>en</strong>te<br />

inalterable la desigualdad salarial. Finalm<strong>en</strong>te, si <strong>el</strong> salario mínimo tuviera efectos negativos sobre <strong>el</strong> empleo, la<br />

pérdida de empleos de baja remuneración también podría, de hecho, hacer más igualitaria la distribución (hipótesis<br />

de efecto de truncami<strong>en</strong>to).<br />

Cuando se incorpora al análisis <strong>el</strong> sector informal, aparec<strong>en</strong> otros pot<strong>en</strong>ciales resultados. Si <strong>el</strong> salario mínimo afecta<br />

solam<strong>en</strong>te a los trabajadores formales, los increm<strong>en</strong>tos de su valor g<strong>en</strong>erarán una compresión salarial d<strong>en</strong>tro de este conjunto,<br />

pero a la vez podrían ampliar la brecha salarial <strong>en</strong>tre ambos grupos, con resultados netos a priori ambiguos. Si, por <strong>el</strong> contrario,<br />

los impactos de esta institución se exti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> hacia la porción informal d<strong>el</strong> mercado de trabajo, los resultados distributivos<br />

podrían ser superiores. Por otra parte, un aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> salario mínimo podría afectar negativam<strong>en</strong>te los salarios d<strong>el</strong> sector no<br />

cubierto por esta legislación, como consecu<strong>en</strong>cia de los flujos de trabajadores que pierd<strong>en</strong> su empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector protegido<br />

y se trasladan hacia <strong>el</strong> no protegido, con lo que se increm<strong>en</strong>taría la oferta laboral <strong>en</strong> este sector y se reducirían los salarios.<br />

Como ya se indicó, debido a estas ambigüedades teóricas, es de suma r<strong>el</strong>evancia contar con evid<strong>en</strong>cia empírica.<br />

En r<strong>el</strong>ación con <strong>el</strong> empleo, diversos autores <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran que las repercusiones d<strong>el</strong> salario mínimo <strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración<br />

de puestos de trabajo son nulas o incluso positivas, mi<strong>en</strong>tras otros <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran una r<strong>el</strong>ación negativa <strong>en</strong>tre ambas<br />

variables. Sin embargo, aun <strong>en</strong> los casos <strong>en</strong> que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran resultados negativos, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral estos su<strong>el</strong><strong>en</strong> ser de<br />

baja magnitud. Entre los estudios sobre los impactos distributivos d<strong>el</strong> salario mínimo <strong>en</strong> los países desarrollados, la<br />

evid<strong>en</strong>cia no es tan controvertida y, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, la recuperación d<strong>el</strong> salario mínimo ha estado asociada con disminuciones<br />

de la desigualdad salarial.<br />

Contrariam<strong>en</strong>te a lo que se observa <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo desarrollado, <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> exist<strong>en</strong> escasos estudios<br />

sobre <strong>el</strong> impacto distributivo d<strong>el</strong> salario mínimo, especialm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> los años reci<strong>en</strong>tes. La evid<strong>en</strong>cia exist<strong>en</strong>te indica<br />

que los salarios mínimos ti<strong>en</strong><strong>en</strong> impacto a lo largo de toda la distribución (efecto de faro) y también que los aum<strong>en</strong>tos<br />

reales han t<strong>en</strong>ido efectos distributivos igualadores.<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de R. Maurizio, “Instituciones<br />

laborales y desigualdad: <strong>el</strong> impacto distributivo d<strong>el</strong> salario mínimo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> <strong>en</strong> <strong>el</strong> nuevo mil<strong>en</strong>io”, Bu<strong>en</strong>os<br />

Aires, Universidad Nacional de G<strong>en</strong>eral Sarmi<strong>en</strong>to, 2013; R. Dick<strong>en</strong>s, S. Machin y A.Manning, “The effects of minimum<br />

wages on employm<strong>en</strong>t: theory and evid<strong>en</strong>ce from Britain”, Journal of Labor Economics, vol. 17, Nº 1, 1999; A. Manning,<br />

Monopsony in Motion: Imperfect Competition in Labor Markets, Princeton, Princeton University Press, 2003; F. Eyraud y<br />

C. Saget, “The revival of minimum wage setting institutions”, In Def<strong>en</strong>ce of Labour Market Institutions: Cultivating Justice<br />

in the Dev<strong>el</strong>oping World, J. Berg y D. Kucera (eds.), Palgrave MacMillan, 2008.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico IV.12<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados): evolución d<strong>el</strong> salario mínimo real, 2000-2012<br />

(En moneda de cada país, a precios de la última observación)<br />

300<br />

250<br />

200<br />

150<br />

100<br />

50<br />

Trim 1<br />

Trim 2<br />

Trim 3<br />

Trim 4<br />

Trim 1<br />

Trim 2<br />

Trim 3<br />

Trim 4<br />

Trim 1<br />

Trim 2<br />

Trim 3<br />

Trim 4<br />

Trim 1<br />

Trim 2<br />

Trim 3<br />

Trim 4<br />

Trim 1<br />

Trim 2<br />

Trim 3<br />

Trim 4<br />

Trim 1<br />

Trim 2<br />

Trim 3<br />

Trim 4<br />

Trim 1<br />

Trim 2<br />

Trim 3<br />

Trim 4<br />

Trim 1<br />

Trim 2<br />

Trim 3<br />

Trim 4<br />

Trim 1<br />

Trim 2<br />

Trim 3<br />

Trim 4<br />

Trim 1<br />

Trim 2<br />

Trim 3<br />

Trim 4<br />

Trim 1<br />

Trim 2<br />

Trim 3<br />

Trim 4<br />

Trim 1<br />

Trim 2<br />

Trim 3<br />

Trim 4<br />

Trim 1<br />

Trim 2<br />

Trim 3<br />

Trim 4<br />

2000 2001 2002 2003 2004 2005 <strong>2006</strong> 2007 2008 2009 2010 2011 2012<br />

Arg<strong>en</strong>tina Brasil Chile Uruguay<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de información oficial de los salarios mínimos y <strong>el</strong> índice de precios al consumidor (IPC) de los países.<br />

Las posibilidades de los gobiernos de utilizar <strong>el</strong> salario mínimo como instrum<strong>en</strong>to de política<br />

laboral dep<strong>en</strong>d<strong>en</strong> d<strong>el</strong> grado <strong>en</strong> que la economía esté indexada según <strong>el</strong> valor de aqu<strong>el</strong>. Dos casos <strong>en</strong><br />

que <strong>el</strong> salario mínimo ha estado vinculado a la determinación de b<strong>en</strong>eficios y prestaciones sociales<br />

son <strong>el</strong> Brasil y <strong>el</strong> Uruguay. En <strong>el</strong> primer caso, la Constitución de 1988 estableció que <strong>el</strong> salario<br />

mínimo constituye <strong>el</strong> piso de los b<strong>en</strong>eficios sociales. En <strong>el</strong> Uruguay, hasta 2004, servía de refer<strong>en</strong>cia<br />

para definir <strong>el</strong> otorgami<strong>en</strong>to y <strong>el</strong> valor de un conjunto ext<strong>en</strong>so de prestaciones sociales, con sus<br />

consecu<strong>en</strong>tes efectos fiscales, y <strong>el</strong> proceso de increm<strong>en</strong>to de su valor real solo pudo producirse<br />

a partir de esta desindexación. Por <strong>el</strong> contrario, <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina y Chile, <strong>el</strong> salario mínimo no es<br />

utilizado <strong>en</strong> la fijación de otros niv<strong>el</strong>es salariales o prestaciones sociales, por lo que sus increm<strong>en</strong>tos<br />

no redundan de manera directa <strong>en</strong> mayores costos fiscales.<br />

La r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> salario mínimo y los salarios efectivam<strong>en</strong>te pagados <strong>en</strong> cada economía y<br />

su evolución se pres<strong>en</strong>tan <strong>en</strong> <strong>el</strong> cuadro IV.5, mediante <strong>el</strong> coci<strong>en</strong>te <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> salario mínimo y diversas<br />

medidas de la distribución (<strong>el</strong> salario medio, la mediana —índice de Kaitz— y los perc<strong>en</strong>tiles más<br />

bajos de la distribución salarial). En los países analizados, <strong>el</strong> salario mínimo repres<strong>en</strong>ta alrededor<br />

d<strong>el</strong> 50% de la mediana <strong>en</strong> <strong>el</strong> año más reci<strong>en</strong>te, excepto <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay, donde la proporción es<br />

m<strong>en</strong>or. En todos los países, la recuperación d<strong>el</strong> salario mínimo se verificó con mayor int<strong>en</strong>sidad que<br />

la exhibida por los otros indicadores de la escala salarial, llevando al increm<strong>en</strong>to de las r<strong>el</strong>aciones.<br />

Esto indica que este instrum<strong>en</strong>to se ha vu<strong>el</strong>to más operativo para todos los países. En términos<br />

r<strong>el</strong>ativos, <strong>el</strong> mayor salario mínimo corresponde a la Arg<strong>en</strong>tina —ya que equivale al salario d<strong>el</strong> décimo<br />

perc<strong>en</strong>til— y <strong>el</strong> m<strong>en</strong>or al Uruguay (<strong>el</strong> 74% d<strong>el</strong> salario d<strong>el</strong> décimo perc<strong>en</strong>til).


CEPAL<br />

• Cuadro IV.5<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (4 países): evolución d<strong>el</strong> salario mínimo con r<strong>el</strong>ación a la distribución salarial<br />

(En proporciones)<br />

Salario mínimo/<br />

salario medio<br />

Salario mínimo/mediana<br />

Salario mínimo/<br />

perc<strong>en</strong>til 10<br />

Salario mínimo/<br />

perc<strong>en</strong>til 20<br />

Arg<strong>en</strong>tina 2003 0,30 0,39 0,79 0,61<br />

2012 0,47 0,53 1,06 0,81<br />

Brasil 2003 0,25 0,44 0,88 0,65<br />

2011 0,30 0,50 0,86 0,72<br />

Chile 2000 0,31 0,49 0,92 0,82<br />

2011 0,37 0,60 0,84 0,82<br />

Uruguay 2004 0,13 0,18 0,43 0,31<br />

2012 0,30 0,37 0,74 0,59<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de las <strong>en</strong>cuestas de hogares de los<br />

respectivos países.<br />

Para que <strong>el</strong> salario mínimo efectivam<strong>en</strong>te cumpla su rol no alcanza con registrar valores<br />

adecuados <strong>en</strong> r<strong>el</strong>ación con la distribución salarial, sino que se debe asegurar su cumplimi<strong>en</strong>to<br />

efectivo. Esto se demuestra al analizar la composición d<strong>el</strong> empleo según tramos d<strong>el</strong> salario mínimo,<br />

considerando los años que se utilizarán para la simulación que se pres<strong>en</strong>ta más ad<strong>el</strong>ante 48 . Alrededor<br />

d<strong>el</strong> 8% d<strong>el</strong> total de asalariados de la Arg<strong>en</strong>tina obt<strong>en</strong>ía un salario inferior al mínimo legal <strong>en</strong> 2012 y un<br />

porc<strong>en</strong>taje similar se situaba <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>en</strong>torno de su valor. El restante 84% obt<strong>en</strong>ía un salario superior al<br />

establecido por la legislación. D<strong>en</strong>tro de los afiliados al sistema de p<strong>en</strong>siones, que se d<strong>en</strong>ominarán<br />

trabajadores formales, solo <strong>el</strong> 2% se <strong>en</strong>contraba por debajo d<strong>el</strong> mínimo, y la cifra alcanzaba al 27%<br />

<strong>en</strong>tre los informales. El porc<strong>en</strong>taje de trabajadores formales cuyo salario se ubicaba <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>en</strong>torno<br />

d<strong>el</strong> mínimo era muy bajo (4%) mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> 20% de los trabajadores informales se <strong>en</strong>contraba<br />

<strong>en</strong> este tramo. Ello implica que <strong>en</strong> 2012, <strong>el</strong> 94% de los asalariados registrados obt<strong>en</strong>ían un salario<br />

superior al mínimo legal. Esta cifra era de casi <strong>el</strong> 100% <strong>en</strong> 2003 debido al muy bajo valor d<strong>el</strong> salario<br />

mínimo, que lo volvía totalm<strong>en</strong>te inoperativo.<br />

En <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> Brasil, <strong>el</strong> cumplimi<strong>en</strong>to de esta normativa parece ser superior al observado<br />

<strong>en</strong> los tres casos restantes. En efecto, <strong>en</strong> 2011 solo <strong>el</strong> 1,3% de los asalariados obt<strong>en</strong>ía un salario<br />

inferior al mínimo, mi<strong>en</strong>tras que <strong>el</strong> 8% percibía un monto cercano a este. Por lo tanto, <strong>el</strong> 90%<br />

de los trabajadores t<strong>en</strong>ía ingresos superiores al salario mínimo. El porc<strong>en</strong>taje de asalariados no<br />

registrados con ingresos inferiores al mínimo también es muy reducido (8,3%), significativam<strong>en</strong>te<br />

más bajo que <strong>el</strong> registrado, por ejemplo, <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina (27%). Además, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil la distribución<br />

de los trabajadores, asalariados y no asalariados, con r<strong>el</strong>ación al valor d<strong>el</strong> salario mínimo no se<br />

ha modificado sustancialm<strong>en</strong>te, aun <strong>en</strong> un período de fortalecimi<strong>en</strong>to de esta herrami<strong>en</strong>ta. Ello<br />

sugiere que <strong>en</strong> este país <strong>el</strong> salario mínimo es un valor de refer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la fijación d<strong>el</strong> salario de los<br />

trabajadores informales, por lo que sus increm<strong>en</strong>tos se traduc<strong>en</strong> <strong>en</strong> aum<strong>en</strong>tos salariales efectivos<br />

para <strong>el</strong>los, confirmando la evid<strong>en</strong>cia previa d<strong>el</strong> efecto de faro 49 . En Chile alrededor d<strong>el</strong> 3% de la<br />

fuerza de trabajo asalariada obti<strong>en</strong>e un salario inferior al mínimo legal, mi<strong>en</strong>tras que un porc<strong>en</strong>taje<br />

similar se ubica <strong>en</strong> torno a dicho valor. Junto con <strong>el</strong> Brasil, registra los porc<strong>en</strong>tajes más bajos de<br />

asalariados informales que percib<strong>en</strong> salarios inferiores al mínimo. Sin embargo, <strong>en</strong> Chile también un<br />

reducido porc<strong>en</strong>taje de estos trabajadores (alrededor d<strong>el</strong> 7,5%) percibe un monto cercano.<br />

48<br />

Para determinar si los trabajadores se ubican por <strong>en</strong>cima, <strong>en</strong> <strong>el</strong> mismo valor o por debajo d<strong>el</strong> salario mínimo, se establecieron los<br />

sigui<strong>en</strong>tes criterios: i) se considera que un determinado valor salarial es inferior al mínimo si es m<strong>en</strong>or d<strong>el</strong> 90% d<strong>el</strong> valor legal;<br />

ii) se considera que coincide con <strong>el</strong> salario mínimo si se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> 90% y <strong>el</strong> 110% de su valor, y iii) se considera<br />

superior al salario mínimo si es igual o mayor d<strong>el</strong> 110% de su valor.<br />

49<br />

Souza y Baltar (1979); Neri, Gonzaga y Camargo (2000); Lemos (2004).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Por último, <strong>el</strong> Uruguay registra los porc<strong>en</strong>tajes más <strong>el</strong>evados de asalariados con ingresos<br />

superiores al salario mínimo (95%) mi<strong>en</strong>tras que solo <strong>el</strong> 3% obti<strong>en</strong>e ingresos inferiores. Ello refleja <strong>el</strong><br />

hecho de que casi la totalidad de asalariados registrados se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> la primera situación. Sin<br />

embargo, <strong>en</strong> lo que se refiere a los trabajadores informales, <strong>el</strong> Uruguay se ubica <strong>en</strong> una situación<br />

intermedia, con un porc<strong>en</strong>taje de alrededor d<strong>el</strong> 20% por debajo d<strong>el</strong> mínimo, <strong>el</strong> doble d<strong>el</strong> valor de<br />

Chile y <strong>el</strong> Brasil y siete puntos porc<strong>en</strong>tuales más bajo que <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina.<br />

De lo anterior se infiere que las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong>tre los cuatros países respecto de la distribución<br />

de los asalariados según los tramos d<strong>el</strong> salario mínimo se deb<strong>en</strong> mayorm<strong>en</strong>te a lo que sucede con<br />

los trabajadores informales, ya que <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de trabajadores formales que percib<strong>en</strong> este monto<br />

o una cifra m<strong>en</strong>or es r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te similar, y muy bajo, <strong>en</strong> los cuatro casos. En particular, <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> 94%<br />

y <strong>el</strong> 97% de estos trabajadores obti<strong>en</strong><strong>en</strong> salarios que superan <strong>el</strong> mínimo legal.<br />

• Cuadro IV.6<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (4 países): evolución de la cobertura d<strong>el</strong> salario mínimo<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Inferior<br />

al salario<br />

mínimo<br />

Total de asalariados Asalariados formales Asalariados informales<br />

Igual al<br />

salario<br />

mínimo<br />

Superior<br />

al salario<br />

mínimo<br />

Inferior<br />

al salario<br />

mínimo<br />

Igual al<br />

salario<br />

mínimo<br />

Superior<br />

al salario<br />

mínimo<br />

Inferior<br />

al salario<br />

mínimo<br />

Igual al<br />

salario<br />

mínimo<br />

Superior<br />

al salario<br />

mínimo<br />

Arg<strong>en</strong>tina 2003 4,7 2,8 92,5 0,7 0,8 98,5 13,3 7,0 79,7<br />

2012 8,5 7,9 83,6 2,2 3,9 93,9 27,5 19,9 52,6<br />

Brasil 2003 1,3 7,2 91,5 0,2 4,7 95,1 5.0 15,5 79,5<br />

2011 1,3 8,0 90,7 0,2 6,9 92,9 8.3 14,7 77,1<br />

Chile 2000 4,3 6,9 88,8 2,6 5,8 91,6 13.9 13,1 73,0<br />

2011 3,4 3,9 92,7 2,1 3,4 94,4 14.0 7,5 78,5<br />

Uruguay 2004 0,6 0,5 98,9 0,4 0,2 99,5 1,9 2,4 95,7<br />

2012 2,9 2,0 95,1 1,8 1,5 96,7 19,9 9,9 70,3<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de las <strong>en</strong>cuestas de hogares.<br />

Nota: Significación calculada a partir de errores estándares que surg<strong>en</strong> de bootstraps para 1.500 submuestras: *** p


CEPAL<br />

d<strong>el</strong> inicio d<strong>el</strong> período), la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre perc<strong>en</strong>tiles (perc<strong>en</strong>til 90/perc<strong>en</strong>til 10, perc<strong>en</strong>til 50/perc<strong>en</strong>til<br />

10 y perc<strong>en</strong>til 90/perc<strong>en</strong>til 50), <strong>el</strong> índice de Gini y <strong>el</strong> índice de Theil. La segunda columna muestra la<br />

d<strong>en</strong>sidad contrafactual, que es la que habría prevalecido <strong>en</strong> <strong>el</strong> inicio si <strong>el</strong> salario mínimo al mom<strong>en</strong>to<br />

inicial hubiera sido <strong>el</strong> d<strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to final. De esta manera, la difer<strong>en</strong>cia <strong>en</strong>tre ambas columnas muestra<br />

<strong>el</strong> efecto atribuible a la modificación d<strong>el</strong> salario mínimo (variación absoluta y r<strong>el</strong>ativa). En todos los<br />

casos, <strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> salario mínimo ha implicado un aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> salario medio, de <strong>en</strong>tre un<br />

1% y un 4% según <strong>el</strong> país. En todos los países se evid<strong>en</strong>cia también un efecto igualador d<strong>el</strong> salario<br />

mínimo, aunque no resulta significativo <strong>en</strong> Chile. En la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Brasil y <strong>el</strong> Uruguay, la reducción<br />

de la desigualdad se debe exclusivam<strong>en</strong>te a compresiones <strong>en</strong> la parte baja de la distribución.<br />

• Cuadro IV.7<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (4 países): impactos distributivos d<strong>el</strong> salario mínimo<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

(2003-2012)<br />

Brasil<br />

(2003-2011)<br />

Chile<br />

(2000-2011)<br />

Uruguay<br />

(2004-2012)<br />

Promedio e<br />

indicadores<br />

de<br />

desigualdad<br />

Año inicial a<br />

(1)<br />

D<strong>en</strong>sidad<br />

contrafactual<br />

(sin<br />

increm<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> salario<br />

mínimo) (2)<br />

Año final a<br />

(3)<br />

Variación<br />

absoluta<br />

(2)-(1)<br />

Significación b<br />

Variación<br />

r<strong>el</strong>ativa<br />

(2)/(1)<br />

Porc<strong>en</strong>taje<br />

d<strong>el</strong> cambio<br />

originado<br />

por <strong>el</strong><br />

salario<br />

mínimo<br />

((2)-(1)/<br />

(3)-(1))<br />

Promedio 749 782 1 031 33 *** 4% 12%<br />

Perc<strong>en</strong>til 90/<br />

perc<strong>en</strong>til 10<br />

5,00 4,10 3,75 -0,90 * -18% 72%<br />

Perc<strong>en</strong>til 50/<br />

perc<strong>en</strong>til 10<br />

2,14 1,76 2,00 -0,39 *** -18% 271%<br />

Perc<strong>en</strong>til 90/<br />

perc<strong>en</strong>til 50<br />

2,33 2,33 1,87 0,00 0% 0%<br />

Índice de Gini 0,37 0,35 0,29 -0,03 *** -7% 32%<br />

Índice de Theil 0,27 0,24 0,15 -0,03 *** -10% 23%<br />

Promedio 840 861 1 058 21 *** 2% 10%<br />

Perc<strong>en</strong>til 90/<br />

perc<strong>en</strong>til 10<br />

6,67 4,47 5,50 -2,20 *** -33% 189%<br />

Perc<strong>en</strong>til 50/<br />

perc<strong>en</strong>til 10<br />

2,08 1,40 1,83 -0,69 *** -33% 276%<br />

Perc<strong>en</strong>til 90/<br />

perc<strong>en</strong>til 50<br />

3,20 3,20 3,00 0,00 No significativo 0% 0%<br />

Índice de Gini 0,48 0,45 0,45 -0,02 *** -5% 84%<br />

Índice de Theil 0,47 0,44 0,42 -0,03 *** -6% 66%<br />

Promedio 249 762 255 025 276 915 5 263 *** 2% 19%<br />

Perc<strong>en</strong>til 90/<br />

perc<strong>en</strong>til 10<br />

6,25 5,97 4,55 -0,28 * -4% 16%<br />

Perc<strong>en</strong>til 50/<br />

perc<strong>en</strong>til 10<br />

2,00 1,91 1,50 -0,09 No significativo -4% 18%<br />

Perc<strong>en</strong>til 90/<br />

perc<strong>en</strong>til 50<br />

3,13 3,13 3,04 0,00 No significativo 0% 0%<br />

Índice de Gini 0,45 0,45 0,43 0,00 No significativo 0% 6%<br />

Índice de Theil 0,42 0,42 0,39 0,00 No significativo -1% 13%<br />

Promedio 8 012 8 060 11 094 47 *** 1% 2%<br />

Perc<strong>en</strong>til 90/<br />

perc<strong>en</strong>til 10<br />

6 5,42 4,79 -0,58 No significativo -10% 48%<br />

Perc<strong>en</strong>til 50/<br />

perc<strong>en</strong>til 10<br />

2,32 2,12 2,05 -0,21 *** -9% 77%<br />

Perc<strong>en</strong>til 90/<br />

perc<strong>en</strong>til 50<br />

2,59 2,56 2,33 -0,02 No significativo -1% 9%<br />

Índice de Gini 0,42 0,42 0,35 0 *** -1% 7%<br />

Índice de Theil 0,34 0,33 0,22 -0,01 *** -2% 5%<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), sobre la base de las <strong>en</strong>cuestas de hogares.<br />

a<br />

Los promedios se expresan <strong>en</strong> la moneda de cada país, a precios d<strong>el</strong> inicio d<strong>el</strong> período.<br />

b<br />

La significación se calcula a partir de errores estándares que surg<strong>en</strong> de bootstraps (1.500 submuestras): *** = p


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

En <strong>el</strong> caso de Chile, las leves reducciones que se observan <strong>en</strong> todos estos indicadores<br />

(salvo <strong>en</strong> la varianza), no resultaron estadísticam<strong>en</strong>te significativas <strong>en</strong> ningún caso. Cabe recordar<br />

que <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong> términos reales d<strong>el</strong> salario mínimo <strong>en</strong> este país fue inferior al resto de los casos<br />

analizados (de alrededor d<strong>el</strong> 30%, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los otros países osciló <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> 100% y <strong>el</strong> 200%).<br />

Esta sería una de las razones de que esta recuperación no haya sido sufici<strong>en</strong>te como para modificar<br />

significativam<strong>en</strong>te los indicadores de desigualdad, los que <strong>en</strong> valores absolutos cambiaron solo de<br />

manera marginal. Asimismo, <strong>en</strong> este país, a difer<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> resto, <strong>el</strong> salario mínimo parece perder<br />

operatividad <strong>en</strong> la segunda parte d<strong>el</strong> período considerado. Como se m<strong>en</strong>cionó, Chile es <strong>el</strong> único<br />

país donde <strong>el</strong> porc<strong>en</strong>taje de asalariados que percib<strong>en</strong> un salario mínimo o m<strong>en</strong>os es inferior <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

año final que <strong>en</strong> <strong>el</strong> inicial. Al mismo tiempo, la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> valor de esta institución y <strong>el</strong> primer<br />

perc<strong>en</strong>til decreció marcadam<strong>en</strong>te durante los últimos años.<br />

En la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> salario mínimo real estaría asociado a una reducción de 2,6<br />

puntos porc<strong>en</strong>tuales d<strong>el</strong> índice de Gini, que repres<strong>en</strong>ta una caída d<strong>el</strong> 7% respecto d<strong>el</strong> valor que<br />

exhibía <strong>en</strong> <strong>el</strong> año inicial. Alrededor de un tercio de la baja que registró <strong>el</strong> índice de Gini <strong>en</strong>tre 2003 y<br />

2012 puede atribuirse a la modificación d<strong>el</strong> salario mínimo. Una situación similar se observa con <strong>el</strong><br />

índice de Theil. La r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la mediana y <strong>el</strong> perc<strong>en</strong>til 90 no se modifica, pero la brecha <strong>en</strong>tre<br />

<strong>el</strong> perc<strong>en</strong>til 50 y <strong>el</strong> perc<strong>en</strong>til 10 se reduce significativam<strong>en</strong>te, reflejando la compresión <strong>en</strong> <strong>el</strong> tramo<br />

de ingresos inferiores.<br />

En <strong>el</strong> Brasil, <strong>el</strong> índice de Gini decrece 2,4 puntos porc<strong>en</strong>tuales (5%). La recuperación d<strong>el</strong> salario<br />

mínimo ti<strong>en</strong>e un impacto muy significativo: origina <strong>el</strong> 84% de la reducción total de este indicador.<br />

Al igual que <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> efecto igualador se verifica exclusivam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la parte inferior de la<br />

distribución. Sin embargo, a difer<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> caso anterior, esta reducción es lo sufici<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te int<strong>en</strong>sa<br />

como para disminuir significativam<strong>en</strong>te también la brecha <strong>en</strong>tre los perc<strong>en</strong>tiles extremos, 90 y 10.<br />

Los resultados sugier<strong>en</strong> que si solo hubiera operado <strong>el</strong> efecto d<strong>el</strong> salario mínimo, la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre<br />

<strong>el</strong> perc<strong>en</strong>til 50 y <strong>el</strong> perc<strong>en</strong>til 10 d<strong>el</strong> año final habría sido aún más baja que la que efectivam<strong>en</strong>te se<br />

registró.<br />

En <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> Uruguay, los impactos igualadores resultan ser más reducidos que <strong>en</strong> los dos<br />

casos anteriores. En efecto, <strong>el</strong> índice de Gini decrece 0,5 puntos porc<strong>en</strong>tuales, y los cambios <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

salario mínimo explican alrededor d<strong>el</strong> 7% de la caída total d<strong>el</strong> indicador <strong>en</strong>tre 2004 y 2012. Similares<br />

resultados se observan con r<strong>el</strong>ación al índice de Theil. Una vez más, la reducción de la brecha <strong>en</strong>tre<br />

los perc<strong>en</strong>tiles extremos de la distribución refleja exclusivam<strong>en</strong>te lo sucedido <strong>en</strong> <strong>el</strong> tramo inferior de<br />

esta, donde este factor ocasionó <strong>el</strong> 77% de disminución.<br />

Como ya se expuso, las explicaciones reci<strong>en</strong>tes sobre la caída de la desigualdad <strong>en</strong> la región<br />

se han c<strong>en</strong>trado <strong>en</strong> los factores que impulsan la oferta y demanda de trabajadores de distintos<br />

niv<strong>el</strong>es de calificación. Los resultados anteriores sugier<strong>en</strong> la importancia de considerar, además,<br />

<strong>el</strong> rol de las instituciones laborales <strong>en</strong> las mejoras distributivas observadas <strong>en</strong> algunos países de la<br />

región. De hecho, la reducción de los difer<strong>en</strong>ciales salariales podría ser consecu<strong>en</strong>cia, a su vez, d<strong>el</strong><br />

fortalecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> salario mínimo y de otras instituciones como, por ejemplo, las negociaciones<br />

colectivas. Cabe destacar que <strong>el</strong> fortalecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> salario mínimo <strong>en</strong> los casos estudiados se ha<br />

verificado <strong>en</strong> un período de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo y, <strong>en</strong> particular, <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina, <strong>el</strong> Brasil y <strong>el</strong><br />

Uruguay, <strong>en</strong> un contexto de fuerte formalización laboral.


CEPAL<br />

Parte D<br />

Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: políticas contracíclicas para una recuperación<br />

sost<strong>en</strong>ida d<strong>el</strong> empleo (CEPAL, 2011), pp. 5-16.<br />

1. Ciclo económico, crisis y respuestas políticas<br />

a) La necesidad de políticas macroeconómicas contracíclicas<br />

i) Aspectos conceptuales<br />

La región de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> pres<strong>en</strong>ta una serie de características estructurales que la hac<strong>en</strong><br />

prop<strong>en</strong>sa a <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar con frecu<strong>en</strong>cia perturbaciones que su<strong>el</strong><strong>en</strong> t<strong>en</strong>er efectos perman<strong>en</strong>tes sobre la<br />

actividad económica, la pobreza y la distribución d<strong>el</strong> ingreso (CEPAL, 2008; Aguiar y Gopinath, 2004).<br />

La volatilidad macroeconómica <strong>en</strong> la región es superior a la de los países desarrollados 51 .<br />

Dado que esa mayor volatilidad ti<strong>en</strong>e efectos adversos sobre <strong>el</strong> desempeño de la economía, <strong>en</strong><br />

particular, <strong>en</strong> lo r<strong>el</strong>ativo a crecimi<strong>en</strong>to y condiciones socioeconómicas de los países, la moderación<br />

de las fluctuaciones d<strong>el</strong> producto, <strong>el</strong> consumo y la inversión constituye una de las principales tareas<br />

de los gestores de política de la región (CEPAL, 2008; Catão, 2007; Fan<strong>el</strong>li y Jiménez, 2009; Loayza<br />

y Hnatkovska, 2005).<br />

Tras los episodios de crisis de los años och<strong>en</strong>ta y nov<strong>en</strong>ta, los gestores de política de la región<br />

han t<strong>en</strong>dido a incorporar conceptos y prácticas para lograr la sost<strong>en</strong>ibilidad de las cu<strong>en</strong>tas fiscales y la<br />

estabilidad nominal, y fortalecer así sus sistemas financieros. Gracias a estos esfuerzos la región muestra<br />

resultados macroeconómicos positivos y, <strong>en</strong> los últimos años, ha registrado bajos niv<strong>el</strong>es de inflación, un<br />

crecimi<strong>en</strong>to por <strong>en</strong>cima d<strong>el</strong> ritmo histórico y sistemas financieros donde las quiebras son la excepción.<br />

Pero <strong>el</strong> reci<strong>en</strong>te episodio de crisis financiera mundial hizo que muchos gestores de política, no solo<br />

<strong>en</strong> la región sino <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo <strong>en</strong>tero, <strong>en</strong>t<strong>en</strong>dieran que los esfuerzos por lograr <strong>el</strong> equilibrio <strong>en</strong> las cu<strong>en</strong>tas<br />

fiscales, aum<strong>en</strong>tar la estabilidad de los sistemas financieros y reducir la inflación son condiciones necesarias<br />

pero no sufici<strong>en</strong>tes para evitar la ocurr<strong>en</strong>cia de crisis y, por tanto, deb<strong>en</strong> emplearse nuevos instrum<strong>en</strong>tos<br />

—anticíclicos y contracíclicos— para tratar de evitar la ocurr<strong>en</strong>cia y propagación de crisis, además de<br />

herrami<strong>en</strong>tas que permitan su id<strong>en</strong>tificación <strong>en</strong> períodos de gestación. Por instrum<strong>en</strong>tos anticíclicos<br />

se <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> las medidas destinadas a evitar o at<strong>en</strong>uar las variaciones cíclicas antes de que se<br />

produzca una situación de crisis, mi<strong>en</strong>tras que los contracíclicos son los aplicados durante las fases<br />

específicas d<strong>el</strong> ciclo.<br />

Entre los primeros se incluy<strong>en</strong>, por ejemplo, políticas para asegurar la sost<strong>en</strong>ibilidad de la deuda<br />

pública y reducir así <strong>el</strong> riesgo de una crisis originada <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector público, la supervisión prud<strong>en</strong>cial<br />

d<strong>el</strong> sector financiero con miras a evitar <strong>el</strong> surgimi<strong>en</strong>to de crisis bancarias y <strong>el</strong> sobre<strong>en</strong>deudami<strong>en</strong>to<br />

d<strong>el</strong> sector privado, y la diversificación productiva para limitar <strong>el</strong> impacto cíclico debido a fluctuaciones<br />

de precios que provi<strong>en</strong>e de una <strong>el</strong>evada conc<strong>en</strong>tración de la estructura exportadora.<br />

Por otra parte, las políticas contracíclicas permitirían suavizar la reacción de los ag<strong>en</strong>tes a<br />

las fluctuaciones cíclicas de la actividad económica, evitando que <strong>en</strong> fases expansivas <strong>el</strong> exceso de<br />

consumo o la inversión —tanto d<strong>el</strong> sector público como privado— provoque un sobrecal<strong>en</strong>tami<strong>en</strong>to<br />

de la economía e increm<strong>en</strong>te las presiones inflacionarias o g<strong>en</strong>ere niv<strong>el</strong>es de <strong>en</strong>deudami<strong>en</strong>to<br />

insost<strong>en</strong>ibles. Asimismo, estas medidas at<strong>en</strong>uarían la caída d<strong>el</strong> consumo de los hogares y la inversión<br />

cuando <strong>el</strong> ciclo económico se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tre <strong>en</strong> su fase recesiva.<br />

Algunos de los instrum<strong>en</strong>tos que tradicionalm<strong>en</strong>te se usan como estabilizadores automáticos<br />

d<strong>el</strong> ciclo, <strong>en</strong> especial <strong>en</strong> los países desarrollados, son <strong>el</strong> impuesto sobre la r<strong>en</strong>ta, <strong>el</strong> subsidio al<br />

desempleo y las reservas requeridas a los bancos. Este tipo de herrami<strong>en</strong>tas ti<strong>en</strong>d<strong>en</strong> a autorregular<br />

<strong>el</strong> ciclo ya que, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, cuando la actividad económica está <strong>en</strong> su fase expansiva, la recaudación<br />

51<br />

La volatilidad, medida <strong>en</strong> función de la varianza d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong>tre 1951 y 2008, es un 50% más alta <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> que <strong>en</strong> Europa y los Estados Unidos (Fan<strong>el</strong>li y Jiménez, 2009).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

de los impuestos crece y las reservas mant<strong>en</strong>idas por los bancos aum<strong>en</strong>tan, mi<strong>en</strong>tras que los<br />

subsidios al desempleo decrec<strong>en</strong>, propiciando que <strong>el</strong> impulso dado al ingreso disponible y al crédito<br />

no g<strong>en</strong>ere un crecimi<strong>en</strong>to adicional de la demanda agregada.<br />

Habida cu<strong>en</strong>ta de que la región evid<strong>en</strong>cia una <strong>el</strong>evada exposición a choques excepcionales<br />

no estacionarios y que no dispone de estabilizadores automáticos bi<strong>en</strong> instituidos, es muy frecu<strong>en</strong>te<br />

que las autoridades <strong>en</strong>cargadas de las políticas públicas adopt<strong>en</strong> medidas de carácter discrecional.<br />

En los últimos años, una propuesta para canalizar la acción de las autoridades de política, y muy<br />

particularm<strong>en</strong>te de las autoridades fiscales, <strong>en</strong> <strong>el</strong> proceso de suavización d<strong>el</strong> ciclo ha planteado<br />

guiar la política fiscal mediante reglas predeterminadas (véase Perry, 2002).<br />

En la práctica, esto implica r<strong>en</strong>unciar a manejar las consecu<strong>en</strong>cias de ev<strong>en</strong>tos de excepción<br />

con medidas especiales y, cuando la situación macroeconómica se juzgue excepcional, sobre todo<br />

cuando la circunstancia específica no sea simplem<strong>en</strong>te la fase baja de un ciclo económico alrededor de<br />

un crecimi<strong>en</strong>to de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia sino una marcada crisis, la acción de los gestores debería circunscribirse<br />

a modificar las reglas. Esto ha hecho que algunos países de la región adopt<strong>en</strong> esquemas como <strong>el</strong><br />

balance estructural (Chile), marcos plurianuales de presupuesto (Perú) y fondos de estabilización y<br />

de ahorro (Brasil, Chile, Colombia y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de)), <strong>en</strong> los que, para brindar<br />

mayor flexibilidad, la normativa fiscal incluye cláusulas de escape <strong>en</strong> casos excepcionales. En lo que<br />

se refiere a la política monetaria, la definición de la estabilidad de precios como objetivo fundam<strong>en</strong>tal<br />

de los bancos c<strong>en</strong>trales y la adopción de esquemas de metas de inflación son <strong>el</strong> equival<strong>en</strong>te desde<br />

<strong>el</strong> ámbito monetario a la definición de reglas para la conducción de la política.<br />

Sin embargo, la actual coyuntura ha puesto <strong>en</strong> evid<strong>en</strong>cia que es necesario fortalecer <strong>el</strong> conjunto<br />

de instrum<strong>en</strong>tos, tanto anticíclicos como contracíclicos, con que cu<strong>en</strong>tan los gestores de política<br />

<strong>en</strong> la región. A continuación, se hace énfasis <strong>en</strong> los instrum<strong>en</strong>tos contracíclicos. Cabe destacar al<br />

respecto que <strong>en</strong> <strong>el</strong> episodio más reci<strong>en</strong>te de crisis los gestores de política emplearon difer<strong>en</strong>tes<br />

instrum<strong>en</strong>tos y políticas, algunos con un carácter más cercano a estabilizadores automáticos y otros<br />

de carácter más discrecional, que int<strong>en</strong>taron suplir las car<strong>en</strong>cias de los primeros.<br />

ii) Política macroeconómica <strong>en</strong> respuesta a la crisis<br />

La política fiscal<br />

A la hora de analizar la función de la política fiscal de estabilización y su capacidad para ejercer<br />

acciones contracíclicas, cabe destacar la exist<strong>en</strong>cia de una serie de <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos y características<br />

intrínsecas <strong>en</strong> la región, que dificultan la tarea y condicionan la cantidad de instrum<strong>en</strong>tos que pued<strong>en</strong><br />

utilizarse. A continuación se analizan dichos <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos.<br />

Por <strong>el</strong> lado de los ingresos, <strong>el</strong> estabilizador automático contracíclico por exc<strong>el</strong><strong>en</strong>cia es <strong>el</strong><br />

impuesto sobre la r<strong>en</strong>ta. Sin embargo, ese impuesto es poco r<strong>el</strong>evante <strong>en</strong> la región, <strong>en</strong> torno a un<br />

5,6% d<strong>el</strong> PIB, comparado con los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos<br />

(OCDE) donde repres<strong>en</strong>ta un 15,3% d<strong>el</strong> PIB52; esto hace que su impacto no sea significativo a la<br />

hora de estabilizar <strong>el</strong> ciclo económico. Por otra parte, otra característica destacable <strong>en</strong> la región es<br />

la importancia de los ingresos prov<strong>en</strong>i<strong>en</strong>tes de la explotación de los recursos naturales <strong>en</strong> <strong>el</strong> total<br />

de los ingresos. Con <strong>el</strong> fin de corregir <strong>el</strong> sesgo procíclico de esos ingresos, la región ha avanzado<br />

mucho <strong>en</strong> la <strong>el</strong>aboración y puesta <strong>en</strong> marcha de fondos de estabilización, que facilitan la tarea<br />

contracíclica de la política fiscal al permitir ahorrar cuando <strong>el</strong> precio se mueve por <strong>en</strong>cima d<strong>el</strong> precio<br />

de refer<strong>en</strong>cia y gastar cuando se sitúa por debajo.<br />

Por <strong>el</strong> lado de los gastos, <strong>el</strong> instrum<strong>en</strong>to contracíclico principal <strong>en</strong> los países desarrollados<br />

lo constituy<strong>en</strong> los subsidios al desempleo. Sin embargo, como se analiza <strong>en</strong> la parte d<strong>el</strong> docum<strong>en</strong>to<br />

r<strong>el</strong>ativo a las políticas d<strong>el</strong> mercado de trabajo, este estabilizador automático es poco significativo <strong>en</strong><br />

52<br />

Datos proced<strong>en</strong>tes de Gómez-Sabaini, Jiménez y Podestá (2009).


CEPAL<br />

la región. Además, la exist<strong>en</strong>cia de gastos preasignados junto con otras rigideces fiscales, definidas<br />

como restricciones institucionales que limitan la capacidad de modificar <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> o estructura d<strong>el</strong><br />

presupuesto público <strong>en</strong> un plazo determinado (Cetrángolo, Jiménez y Ruiz d<strong>el</strong> Castillo, 2009),<br />

dificultan la capacidad de respuesta de la política fiscal.<br />

En suma, la baja disponibilidad y limitada composición de los recursos fiscales <strong>en</strong> la región,<br />

<strong>el</strong> escaso desarrollo de instrum<strong>en</strong>tos que actú<strong>en</strong> como estabilizadores automáticos, las rigideces<br />

presupuestarias exist<strong>en</strong>tes, la compet<strong>en</strong>cia de la función de estabilización de la política fiscal con<br />

otras funciones y objetivos demandados por la sociedad, <strong>el</strong> acceso a la financiación de carácter<br />

procíclico y la persist<strong>en</strong>cia de los choques y las crisis plantean serias dificultades para la ejecución<br />

de políticas fiscales que estabilic<strong>en</strong> <strong>el</strong> ciclo económico y favorezcan así un crecimi<strong>en</strong>to de largo plazo.<br />

Durante la reci<strong>en</strong>te crisis, la reacción de cada país estuvo determinada por <strong>el</strong> esc<strong>en</strong>ario<br />

que <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> cuanto a disponibilidad de recursos y capacidad de gestión y ejecución. Así, los<br />

países que lograron aum<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> tamaño de sus espacios fiscales <strong>en</strong> <strong>el</strong> período previo a la crisis<br />

pudieron <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar mejor <strong>el</strong> impacto de la crisis con la aplicación de pujantes políticas contracíclicas.<br />

Las medidas fiscales implem<strong>en</strong>tadas para contrarrestar <strong>el</strong> impacto de la crisis se pued<strong>en</strong><br />

clasificar <strong>en</strong> dos grupos: las aplicables a los sistemas tributarios y las aplicables a los gastos fiscales.<br />

Además, varios países r<strong>el</strong>ajaron los marcos macroeconómicos exist<strong>en</strong>tes. En este ámbito, cabe<br />

destacar la reducción de la meta d<strong>el</strong> déficit fiscal <strong>en</strong> la ley de responsabilidad fiscal d<strong>el</strong> Brasil, <strong>el</strong><br />

cambio de la meta d<strong>el</strong> balance estructural <strong>en</strong> Chile, la reducción d<strong>el</strong> objetivo d<strong>el</strong> déficit primario<br />

<strong>en</strong> Colombia, Panamá y <strong>el</strong> Perú y los cambios <strong>en</strong> la regla fiscal de los gobiernos subnacionales<br />

<strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina.<br />

Las medidas aplicables a los sistemas tributarios abarcaron desde modificaciones <strong>en</strong> los impuestos<br />

sobre la r<strong>en</strong>ta, ya sea por cambios <strong>en</strong> la base imponible (deducciones, ex<strong>en</strong>ciones o sistemas de<br />

depreciación ac<strong>el</strong>erada) o <strong>en</strong> las tasas nominales, hasta reformas <strong>en</strong> los impuestos sobre bi<strong>en</strong>es y servicios<br />

(IVA, impuestos específicos o aranc<strong>el</strong>es). Las medidas aplicables a los gastos fiscales se c<strong>en</strong>traron<br />

principalm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> increm<strong>en</strong>tos de la inversión <strong>en</strong> infraestructura, planes de vivi<strong>en</strong>da, programas de<br />

apoyo a las pymes y a los pequeños productores agrícolas, y diversos programas sociales (CEPAL,<br />

2009). Cabe m<strong>en</strong>cionar la pres<strong>en</strong>cia de un tercer grupo de medidas que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un carácter más<br />

estructural, dirigidas a mejorar la efici<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> la gestión y recaudación de los gobiernos, así como<br />

también algunas destinadas a inc<strong>en</strong>tivar <strong>el</strong> consumo.<br />

La política monetaria<br />

Durante <strong>el</strong> reci<strong>en</strong>te episodio de crisis financiera global, los países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> emplearon diversos instrum<strong>en</strong>tos para estimular la demanda agregada mediante un aum<strong>en</strong>to<br />

de la disponibilidad de recursos para <strong>el</strong> financiami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> gasto de las empresas y los hogares, y<br />

para proteger <strong>el</strong> ahorro interno y <strong>el</strong> bu<strong>en</strong> funcionami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> sistema de pagos.<br />

Muchas de las medidas adoptadas int<strong>en</strong>taron comp<strong>en</strong>sar los desajustes y descalces que<br />

<strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tarían las instituciones financieras de la región, a raíz de las condiciones prevaleci<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> los<br />

mercados financieros internacionales y <strong>el</strong> <strong>en</strong>torno que caracterizaba la demanda agregada mundial.<br />

El conjunto de medidas trató de hacer uso de los estabilizadores automáticos disponibles, las<br />

reservas requeridas y <strong>el</strong> manejo de las provisiones, complem<strong>en</strong>tándolos con otro tipo de medidas<br />

de carácter más discrecional y puntual, para evitar un increm<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de riesgo sistémico, por<br />

efecto de un colapso <strong>en</strong> las condiciones crediticias internas, y de problemas agudos <strong>en</strong> <strong>el</strong> sistema<br />

de pagos de la región.<br />

En particular, diversos bancos c<strong>en</strong>trales de la región redujeron las tasas de refer<strong>en</strong>cia de la<br />

política monetaria para, por esta vía, estimular una reducción de la estructura de tasas d<strong>el</strong> mercado<br />

para inversionistas y consumidores, y reactivar así la demanda agregada.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

A la reducción de tasas de política monetaria se sumó un aum<strong>en</strong>to de la provisión de liquidez<br />

disponible para las diversas instituciones financieras d<strong>el</strong> país, a fin de que estas pudieran hacer<br />

fr<strong>en</strong>te a los problemas coyunturales asociados a la reducción d<strong>el</strong> financiami<strong>en</strong>to externo durante la<br />

crisis, y al increm<strong>en</strong>to de la morosidad de su cartera de créditos.<br />

En este contexto, los gobiernos de la región también inyectaron recursos a los bancos de<br />

desarrollo y otras <strong>en</strong>tidades especializadas para poder at<strong>en</strong>der las necesidades crediticias, <strong>en</strong><br />

especial de sectores socioeconómicos vulnerables.<br />

Adicionalm<strong>en</strong>te, las autoridades de política monetaria de numerosos países de la región<br />

disminuyeron las tasas de <strong>en</strong>caje requerido exigidas a las instituciones financieras, a fin de que<br />

estas pudieran increm<strong>en</strong>tar la oferta de fondos prestables.<br />

Algunas economías de la región emplearon también otras medidas —como <strong>el</strong> pago anticipado<br />

de deuda pública y la creación de instancias de facilidad crediticia <strong>en</strong>tre <strong>el</strong> banco c<strong>en</strong>tral y las<br />

instituciones financieras privadas— para increm<strong>en</strong>tar los niv<strong>el</strong>es de liquidez de sus sistemas de pago.<br />

Durante la crisis financiera una de las principales preocupaciones de los gestores de<br />

política fue garantizar un funcionami<strong>en</strong>to normal d<strong>el</strong> sistema de pagos y proteger los recursos de<br />

los ahorristas. En ese s<strong>en</strong>tido, se aplicaron <strong>en</strong> la región una serie de medidas como la creación<br />

de instancias formales para int<strong>en</strong>sificar <strong>el</strong> monitoreo de las condiciones d<strong>el</strong> sistema de pago, <strong>el</strong><br />

aum<strong>en</strong>to de las coberturas ofrecidas a los ahorristas y <strong>el</strong> fortalecimi<strong>en</strong>to de los fondos de garantías<br />

al ahorro. De igual forma, para asegurar una efectiva y oportuna interv<strong>en</strong>ción de las autoridades <strong>en</strong><br />

caso de situaciones problemáticas <strong>en</strong> algunas instituciones financieras, diversos países ampliaron<br />

las facultades de las <strong>en</strong>tidades supervisoras para propiciar interv<strong>en</strong>ciones, fusiones y adquisiciones<br />

<strong>en</strong> aqu<strong>el</strong>las que pres<strong>en</strong>t<strong>en</strong> situaciones de insolv<strong>en</strong>cia.<br />

De igual forma, <strong>en</strong> algunos casos se procedió a fortalecer las normas aplicadas a las<br />

instituciones financieras para increm<strong>en</strong>tar su patrimonio, al tiempo que se estimulaba una mayor<br />

transpar<strong>en</strong>cia por parte de las instituciones fr<strong>en</strong>te a los supervisores y usuarios.<br />

iii) Desafíos de la política macroeconómica para <strong>el</strong> manejo<br />

d<strong>el</strong> ciclo <strong>en</strong> períodos de crisis<br />

Desde <strong>el</strong> punto de vista macroeconómico, uno de los desafíos que <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ta la región es la<br />

construcción de capacidad para aplicar medidas anticíclicas y continuar creando las condiciones<br />

necesarias para un desarrollo basado <strong>en</strong> un crecimi<strong>en</strong>to sost<strong>en</strong>ible, que no se sust<strong>en</strong>te únicam<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> la exportación de productos básicos, que pueda crear más y mejor empleo y que mejore la<br />

calidad de vida de la población.<br />

Pero esta construcción de espacio de políticas no está ex<strong>en</strong>ta de dilemas. La dim<strong>en</strong>sión d<strong>el</strong><br />

espacio de políticas con que cu<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> gobierno para cumplir con la función de estabilización ti<strong>en</strong>e<br />

tres determinantes clave: la cuantía de recursos disponibles para financiar iniciativas contracíclicas,<br />

<strong>el</strong> número de instrum<strong>en</strong>tos indep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes para cumplir con los objetivos propuestos y <strong>el</strong> grado<br />

de compet<strong>en</strong>cia de las políticas que rivalizan con las políticas contracíclicas <strong>en</strong> cuanto al uso de<br />

recursos e instrum<strong>en</strong>tos (Fan<strong>el</strong>li y Jiménez, 2009). En efecto, si bi<strong>en</strong> existe cons<strong>en</strong>so acerca de la<br />

oportunidad y efectividad d<strong>el</strong> manejo contracíclico de la política macroeconómica <strong>en</strong> tiempos de<br />

crisis, <strong>en</strong> los mom<strong>en</strong>tos de crecimi<strong>en</strong>to, dicho objetivo compite con otros objetivos r<strong>el</strong>evantes y<br />

necesarios <strong>en</strong> la región, como la reducción de la pobreza y la mejora de la distribución d<strong>el</strong> ingreso.<br />

La reconstrucción de los espacios para la aplicación de medidas anticíclicas y contracíclicas <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> marco de una estrategia ori<strong>en</strong>tada a <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar los desafíos d<strong>el</strong> desarrollo ti<strong>en</strong>e múltiples dim<strong>en</strong>siones.<br />

Como la CEPAL ha señalado varias veces, para lograr ese objetivo es preciso promover un nuevo<br />

acuerdo social y un nuevo pacto fiscal <strong>en</strong> torno a la satisfacción progresiva de las necesidades<br />

d<strong>el</strong> desarrollo y <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> y composición de la carga tributaria que sust<strong>en</strong>ta los programas de gasto<br />

(CEPAL, 2010).


CEPAL<br />

Por otro lado, tanto <strong>en</strong> los países desarrollados como <strong>en</strong> las economías emerg<strong>en</strong>tes, los<br />

gestores de política han reconocido la necesidad de introducir herrami<strong>en</strong>tas para evitar la g<strong>en</strong>eración<br />

y propagación de crisis, <strong>en</strong> particular <strong>en</strong> los mercados financieros. Para tal fin, se ha reconocido<br />

la conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>cia de adoptar esquemas de regulación macroprud<strong>en</strong>ciales que complem<strong>en</strong>t<strong>en</strong> los<br />

esquemas microprud<strong>en</strong>ciales que exist<strong>en</strong> <strong>en</strong> la actualidad. Pese a que algunos países de la región<br />

ya han dado pasos <strong>en</strong> esa dirección y han com<strong>en</strong>zado a introducir normas macroprud<strong>en</strong>ciales <strong>en</strong><br />

los esquemas regulatorios (Arg<strong>en</strong>tina) 53 , aún queda mucho por hacer.<br />

Estos cambios <strong>en</strong> la regulación de la actividad crediticia supondrían la incorporación de<br />

mecanismos con aspectos tanto anticíclicos como contracíclicos ya que harían que las reservas<br />

requeridas, las provisiones por la cartera de crédito, y los requerimi<strong>en</strong>tos de capital se adecu<strong>en</strong> de<br />

acuerdo a la fase d<strong>el</strong> ciclo económico y que la dinámica d<strong>el</strong> crédito no comprometa la solv<strong>en</strong>cia<br />

y sost<strong>en</strong>ibilidad de las instituciones financieras, at<strong>en</strong>uando así las expansiones y contracciones<br />

excesivas d<strong>el</strong> crédito y evitando de ese modo que perturbaciones <strong>en</strong> los mercados financieros<br />

puedan desestabilizar de manera significativa <strong>el</strong> desempeño de la economía.<br />

• Recuadro IV.4<br />

Medidas monetarias aplicadas <strong>en</strong> américa latina y <strong>el</strong> caribe durante la crisis<br />

Entre las medidas aplicadas por las autoridades monetarias para <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar la crisis financiera cabe destacar las sigui<strong>en</strong>tes:<br />

1. Modificación d<strong>el</strong> <strong>en</strong>caje bancario<br />

• Disminución de la tasa de <strong>en</strong>caje de depósitos <strong>en</strong> moneda nacional o extranjera:<br />

– Arg<strong>en</strong>tina, Bolivia (Estado Plurinacional de) (depósitos <strong>en</strong> moneda nacional solam<strong>en</strong>te), Brasil, Colombia,<br />

El Salvador, Honduras, Paraguay y Perú<br />

– En s<strong>en</strong>tido contrario, Jamaica aum<strong>en</strong>tó la tasa de <strong>en</strong>caje con objeto de absorber <strong>el</strong> exceso de liquidez que<br />

pres<strong>en</strong>taba la economía al inicio de la crisis<br />

• Flexibilización de las normas referidas al <strong>en</strong>caje:<br />

– Chile, Guatemala y República Dominicana<br />

– Bolivia (Estado Plurinacional de) creó un <strong>en</strong>caje adicional a los depósitos <strong>en</strong> moneda extranjera y aum<strong>en</strong>tó<br />

la base sobre la que se aplica dicho <strong>en</strong>caje con <strong>el</strong> fin de evitar la dolarización de pasivos de la banca<br />

2. Provisión de liquidez <strong>en</strong> moneda nacional<br />

• Recompra de títulos públicos:<br />

– Arg<strong>en</strong>tina, Barbados, Bolivia (Estado Plurinacional de), Brasil, Chile, Colombia, Guatemala, México, Nicaragua,<br />

Paraguay, República Dominicana y Uruguay<br />

• Aum<strong>en</strong>to y creación de líneas de crédito para los bancos comerciales:<br />

– Arg<strong>en</strong>tina, Brasil, Chile, Costa Rica, México, Nicaragua (aunque no se utilizó), Paraguay y República Dominicana<br />

• Otras medidas para proveer liquidez:<br />

– Disminución de la oferta de títulos de los bancos c<strong>en</strong>trales<br />

– Aum<strong>en</strong>to de los créditos dirigidos específicam<strong>en</strong>te a sectores productivos de la economía<br />

– Aum<strong>en</strong>to de la liquidez por parte d<strong>el</strong> gobierno c<strong>en</strong>tral<br />

– Compra de cartera de crédito riesgosa de los bancos comerciales por parte d<strong>el</strong> banco c<strong>en</strong>tral<br />

– Reprogramación de créditos<br />

– Capitalización de los bancos estatales de Costa Rica<br />

– Reducción de calificación de riesgo de la banca <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú, ampliando así <strong>el</strong> acceso a más <strong>en</strong>tidades financieras<br />

– Canje <strong>en</strong> efectivo de certificados de devolución de impuestos <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay<br />

53<br />

Véase BPI (2010).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Recuadro IV.4 (conclusión)<br />

3. Cambios <strong>en</strong> la tasa de política monetaria<br />

• Disminución de la tasa:<br />

– Brasil, Chile, Colombia, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México, Paraguay, Perú, República Dominicana,<br />

Trinidad y Tabago, – Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de)<br />

• Aum<strong>en</strong>to de la tasa:<br />

– Honduras a y Jamaica b<br />

4. Otras medidas<br />

Para asegurar la estabilidad financiera, ciertos países de la región optaron por:<br />

• Aum<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> resguardo de ahorristas y depositantes<br />

• Aum<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> control sobre los ag<strong>en</strong>tes financieros<br />

• Crear instituciones que v<strong>el</strong><strong>en</strong> por la estabilidad financiera<br />

• Otorgar mayor poder a los bancos c<strong>en</strong>trales<br />

• Los países d<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> adoptaron medidas tras <strong>el</strong> rescate d<strong>el</strong> grupo financiero CLICO <strong>en</strong> Trinidad y Tabago, con<br />

<strong>el</strong> objetivo de evitar <strong>el</strong> contagio a otras instituciones y con <strong>el</strong>lo <strong>el</strong> colapso d<strong>el</strong> sistema financiero<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

a<br />

Tras disminuir la tasa durante fines de 2008 y principios de 2009 Honduras tuvo que aum<strong>en</strong>tarla con <strong>el</strong> fin de <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar<br />

posibles presiones sobre las reservas internacionales.<br />

b<br />

Jamaica com<strong>en</strong>zó a afrontar la crisis <strong>el</strong>evando la tasa de política monetaria debido al exceso de liquidez exist<strong>en</strong>te <strong>en</strong> la economía;<br />

una vez controlada la liquidez redujo la tasa para seguir la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia adoptada por <strong>el</strong> resto de los países latinoamericanos.<br />

b) El aporte de las políticas de mercado de trabajo<br />

al <strong>en</strong>foque contracíclico<br />

En las secciones anteriores se muestra con claridad la importancia de contar con políticas contracíclicas,<br />

no solo para at<strong>en</strong>uar la caída <strong>en</strong> los períodos de crisis, sino también para s<strong>en</strong>tar las bases de un<br />

crecimi<strong>en</strong>to más sost<strong>en</strong>ible. En este s<strong>en</strong>tido, resulta importante id<strong>en</strong>tificar las políticas de mercado<br />

de trabajo que pued<strong>en</strong> contribuir a este objetivo y la forma <strong>en</strong> que deb<strong>en</strong> implem<strong>en</strong>tarse.<br />

Durante la reci<strong>en</strong>te crisis se destacó mucho la función desempeñada por los estabilizadores<br />

automáticos <strong>en</strong> los países desarrollados. El principal instrum<strong>en</strong>to con estas características es <strong>el</strong><br />

seguro de desempleo. Mi<strong>en</strong>tras <strong>en</strong> las fases de expansión de la economía con desempleo bajo su<br />

uso es r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te limitado y por <strong>el</strong>lo <strong>en</strong> estos períodos se ti<strong>en</strong>de a acumular recursos, <strong>en</strong> las fases<br />

recesivas, cuando <strong>el</strong> desempleo aum<strong>en</strong>ta fuertem<strong>en</strong>te, se increm<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> número de b<strong>en</strong>eficiarios<br />

y, a través de <strong>el</strong>los, la expansión d<strong>el</strong> gasto. Por lo tanto, <strong>el</strong> seguro de desempleo es un instrum<strong>en</strong>to<br />

típicam<strong>en</strong>te contracíclico que no requiere de una decisión administrativa para su activación, sino<br />

que reacciona a los cambios d<strong>el</strong> ciclo económico de forma automática.<br />

Un estabilizador que podría considerarse semiautomático, m<strong>en</strong>os conocido pero que ganó<br />

protagonismo durante la última crisis, es <strong>el</strong> subsidio a la ret<strong>en</strong>ción de empleo <strong>en</strong> programas de<br />

repartición d<strong>el</strong> tiempo de trabajo. Para evitar que durante los períodos de recesión las empresas<br />

<strong>en</strong> dificultades despidan a sus trabajadores, se promueve la reducción de la jornada de trabajo y<br />

se comp<strong>en</strong>sa parcialm<strong>en</strong>te la pérdida de ingresos de los trabajadores a través de un subsidio. Los<br />

países que han institucionalizado la aplicación de este instrum<strong>en</strong>to confirman que su implem<strong>en</strong>tación<br />

es típicam<strong>en</strong>te contracíclica. Su aplicación se basa <strong>en</strong> un instrum<strong>en</strong>to legal y cu<strong>en</strong>ta con recursos<br />

financieros asignados. Cuando la actividad se recupera, las empresas se retiran d<strong>el</strong> programa y los<br />

trabajadores retoman la jornada completa de trabajo. Sin embargo, su utilización no es automática<br />

como <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> seguro de desempleo, ya que no se trata de un b<strong>en</strong>eficio ante un ev<strong>en</strong>to, sino


CEPAL<br />

que hay que evaluar las dificultades de la empresa y se debe contar con <strong>el</strong> acuerdo <strong>en</strong>tre empresa<br />

y sindicato.<br />

El desarrollo de estos estabilizadores automáticos y semiautomáticos <strong>en</strong> la región es aún<br />

limitado, aunque no inexist<strong>en</strong>te, por lo que su aporte a una estrategia contracíclica no debería<br />

descartarse a priori. De hecho, <strong>en</strong> la región se registran algunos avances interesantes <strong>en</strong> materia<br />

de seguro de desempleo y se han hecho algunos <strong>en</strong>sayos sobre la repartición d<strong>el</strong> tiempo de trabajo<br />

que vale la p<strong>en</strong>a analizar.<br />

Además de estas respuestas de carácter automático y semiautomático, <strong>en</strong> la región se<br />

aplicaron algunas políticas de mercado de trabajo con un claro sesgo contracíclico y se realizaron<br />

ciertos increm<strong>en</strong>tos <strong>en</strong> <strong>el</strong> gasto público con objeto de comp<strong>en</strong>sar la pérdida de empleos <strong>en</strong> <strong>el</strong> sector<br />

privado de la economía 54 . Resulta oportuno, por lo tanto, repasar las distintas políticas aplicadas e<br />

id<strong>en</strong>tificar posibles mejoras <strong>en</strong> su implem<strong>en</strong>tación para aum<strong>en</strong>tar su impacto.<br />

i) Políticas de mercado de trabajo y ciclos económicos<br />

En la política macroeconómica anticíclica y contracíclica queda implícito que <strong>el</strong> bu<strong>en</strong><br />

funcionami<strong>en</strong>to de la economía <strong>en</strong> <strong>el</strong> largo plazo requiere reducir la frecu<strong>en</strong>cia de los choques<br />

económicos que g<strong>en</strong>eran crisis, así como at<strong>en</strong>uar los ciclos, de forma que estos no provoqu<strong>en</strong><br />

una gran capacidad ociosa y no desinc<strong>en</strong>tiv<strong>en</strong> la realización de las inversiones necesarias para<br />

alcanzar o aum<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to de t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia. De igual modo, <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado de trabajo es<br />

importante at<strong>en</strong>uar los ciclos para que las empresas no pierdan su capital humano <strong>en</strong> mom<strong>en</strong>tos<br />

de crisis, y los trabajadores no se vean afectados por largos períodos de desempleo, con la<br />

consigui<strong>en</strong>te pérdida de ingresos y creci<strong>en</strong>te dificultad para reinsertarse laboralm<strong>en</strong>te.<br />

Desde esta perspectiva, <strong>en</strong> la medida que las dificultades de las empresas no sean estructurales<br />

y se consider<strong>en</strong> temporales, cobra s<strong>en</strong>tido que los gobiernos apoy<strong>en</strong> iniciativas acordadas <strong>en</strong>tre<br />

trabajadores y empresas para que estas mant<strong>en</strong>gan <strong>el</strong> empleo, pero <strong>en</strong> una jornada reducida. Por<br />

lo g<strong>en</strong>eral, la reducción de la jornada contempla una pérdida parcial de ingresos, un subsidio d<strong>el</strong><br />

Estado y una parte financiada por la empresa. Así, estas fórmulas minimizan la pérdida d<strong>el</strong> ingreso<br />

para la totalidad de los trabajadores de una empresa (<strong>en</strong> lugar de que unos conserv<strong>en</strong> <strong>el</strong> 100 % de<br />

su empleo y otros pas<strong>en</strong> al desempleo) y manti<strong>en</strong><strong>en</strong> <strong>en</strong> activo a la totalidad de los trabajadores.<br />

Puede ser que aun <strong>en</strong> países donde se cu<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> instrum<strong>en</strong>to anterior, este no resulte<br />

conv<strong>en</strong>i<strong>en</strong>te para todos los casos. En esa situación, ante la pérdida d<strong>el</strong> empleo siempre es deseable<br />

poder mant<strong>en</strong>er algún ingreso por un tiempo prud<strong>en</strong>cial que posibilite la búsqueda de empleo y<br />

la ev<strong>en</strong>tual reinserción laboral. Ese es <strong>el</strong> s<strong>en</strong>tido de los seguros de desempleo que, como se ha<br />

m<strong>en</strong>cionado anteriorm<strong>en</strong>te, son estabilizadores automáticos de corte contracíclico.<br />

En <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> ap<strong>en</strong>as siete países cu<strong>en</strong>tan con subsidios o seguros de desempleo<br />

(Arg<strong>en</strong>tina, Barbados, Brasil, Chile, Ecuador, Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de)), e incluso <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong>los su cobertura puede considerarse insufici<strong>en</strong>te <strong>en</strong> comparación con <strong>el</strong> desafío <strong>en</strong> mom<strong>en</strong>tos de crisis<br />

dado <strong>el</strong> grado de precariedad de un importante porc<strong>en</strong>taje de los ocupados. Ante estas situaciones, una<br />

respuesta tradicional <strong>en</strong> la región ha sido la implem<strong>en</strong>tación de programas de empleo de emerg<strong>en</strong>cia,<br />

ori<strong>en</strong>tados principalm<strong>en</strong>te hacia trabajadores de bajas calificaciones e ingresos. La principal finalidad de<br />

estos programas es dar una ocupación y un ingreso básico a trabajadores muy desprotegidos.<br />

La mayor parte de los países cu<strong>en</strong>ta con programas de este tipo para at<strong>en</strong>der a poblaciones<br />

muy vulnerables o, por ejemplo, ante situaciones puntuales como las catástrofes naturales. Si bi<strong>en</strong><br />

54<br />

Véase CEPAL/OIT, Coyuntura laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, números 1, 2 y 3 [<strong>en</strong> línea] http://www.cepal.org/<br />

cgi-bin/getProd.asp?xml=/de/agrupadores_xml/aes690.xml&xsl=/agrupadores_xml/agrupa_listado.xsl&base=/de/tpl/<br />

top-bottom.xslt.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

estos programas no son de aplicación automática, <strong>en</strong> mom<strong>en</strong>tos de crisis es posible aum<strong>en</strong>tar su<br />

escala —siempre y cuando se t<strong>en</strong>gan los recursos fiscales— dado que existe una práctica conocida<br />

<strong>en</strong> la gestión de los mismos. Por lo tanto, si bi<strong>en</strong> hay algún rezago <strong>en</strong> su masificación, cuando no se<br />

cu<strong>en</strong>ta con los instrum<strong>en</strong>tos anteriorm<strong>en</strong>te m<strong>en</strong>cionados, los programas de empleo de emerg<strong>en</strong>cia<br />

constituy<strong>en</strong> una alternativa de política de empleo contracíclica r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te rápida.<br />

En lo que respecta a las obras públicas, se podría decir que existe una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia procíclica,<br />

ya que <strong>en</strong> períodos recesivos se produc<strong>en</strong> por lo g<strong>en</strong>eral ajustes <strong>en</strong> ese sector para adecuarse a la<br />

caída prevista <strong>en</strong> la recaudación. Durante la última crisis internacional, sin embargo, ante la caída<br />

registrada <strong>en</strong> la construcción privada muchos países increm<strong>en</strong>taron los gastos <strong>en</strong> obra pública<br />

con <strong>el</strong> fin de g<strong>en</strong>erar empleo. Si bi<strong>en</strong> esta estrategia aplicada <strong>en</strong> contextos de crisis ti<strong>en</strong>e un perfil<br />

contracíclico, ciertam<strong>en</strong>te no se implem<strong>en</strong>ta de forma automática y ti<strong>en</strong>e rezagos de tiempo que<br />

pued<strong>en</strong> ser muy significativos. Por otra parte, muchas veces no se cu<strong>en</strong>ta con información adecuada<br />

acerca d<strong>el</strong> impacto <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo implícito <strong>en</strong> las distintas obras públicas <strong>en</strong> ejecución y <strong>en</strong> cartera.<br />

A partir de esta experi<strong>en</strong>cia, parece necesario incorporar la variable empleo como uno de<br />

los criterios de evaluación de los proyectos <strong>en</strong> todo mom<strong>en</strong>to, para que <strong>en</strong> períodos de crisis se<br />

puedan privilegiar los proyectos que se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tran <strong>en</strong> cartera o <strong>en</strong> ejecución más int<strong>en</strong>sivos <strong>en</strong><br />

mano de obra fr<strong>en</strong>te a los int<strong>en</strong>sivos <strong>en</strong> capital. En este caso, <strong>el</strong> <strong>en</strong>foque contracíclico podría llevar<br />

a retrasar la ejecución de proyectos más int<strong>en</strong>sivos <strong>en</strong> capital y ac<strong>el</strong>erar o privilegiar la ejecución de<br />

aqu<strong>el</strong>los proyectos más int<strong>en</strong>sivos <strong>en</strong> empleo. Por lo tanto, incluso sin mayor gasto, sería posible<br />

aum<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> impacto <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo a partir de una reasignación de prioridades hacia los proyectos<br />

más int<strong>en</strong>sivos <strong>en</strong> mano de obra. Entre las limitaciones, sin embargo, hay que señalar que estos<br />

empleos solo servirán para trabajadores desocupados con experi<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> <strong>el</strong> rubro de la construcción<br />

y con ciertas calificaciones.<br />

Los programas de inc<strong>en</strong>tivos para nuevas contrataciones, por su parte, constituy<strong>en</strong> una<br />

política emin<strong>en</strong>tem<strong>en</strong>te procíclica. En períodos de caída de la demanda agregada y destrucción neta<br />

de empleo, no se debe esperar que un subsidio g<strong>en</strong>ere nuevos empleos g<strong>en</strong>uinos. Por <strong>el</strong> contrario,<br />

si se aplican estos subsidios durante períodos de crisis <strong>el</strong> riesgo es que predomine <strong>el</strong> efecto de<br />

sustitución. Cuando la reactivación es aún incipi<strong>en</strong>te, este tipo de programas puede llevar a que<br />

algunas empresas anticip<strong>en</strong> la decisión de hacer nuevas contrataciones. Igualm<strong>en</strong>te, cuando ya<br />

se ha <strong>en</strong>trado claram<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> ciclo de crecimi<strong>en</strong>to económico y empleo, estos programas solo<br />

ti<strong>en</strong><strong>en</strong> s<strong>en</strong>tido <strong>en</strong> la medida que estén dirigidos a b<strong>en</strong>eficiar a colectivos cuya inserción laboral sea<br />

particularm<strong>en</strong>te difícil.<br />

Está claro que <strong>el</strong> desarrollo de empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos está sujeto a los ciclos económicos. En<br />

los períodos de recesión, marcados por la contracción de la demanda, será más difícil poner <strong>en</strong><br />

marcha un empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>to de forma exitosa. Por lo tanto, los servicios de apoyo a la constitución<br />

de pequeñas empresas, ya sean técnicos o financieros, están directam<strong>en</strong>te marcados por los<br />

vaiv<strong>en</strong>es económicos y pued<strong>en</strong> considerarse procíclicos, ya que <strong>el</strong> riesgo de fracaso será mayor<br />

<strong>en</strong> las recesiones y las posibilidades de éxito aum<strong>en</strong>tarán <strong>en</strong> los períodos de crecimi<strong>en</strong>to. Dicho<br />

esto, siempre habrá ciertos espacios <strong>en</strong> la economía con una dinámica propia, así como proyectos<br />

provechosos aun <strong>en</strong> períodos difíciles, por lo que estas líneas de acción deberían mant<strong>en</strong>erse durante<br />

las crisis, aunque a m<strong>en</strong>or escala.<br />

Los servicios de empleo, por su parte, no constituy<strong>en</strong> <strong>en</strong> sí mismos un instrum<strong>en</strong>to de política<br />

contracíclica. Sin embargo, también sufr<strong>en</strong> cambios ante los ciclos económicos, pero principalm<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> tipo de servicios que brindan. En las fases de crecimi<strong>en</strong>to con g<strong>en</strong>eración neta de puestos<br />

de trabajo, los servicios de empleo pued<strong>en</strong> cumplir con su función de intermediación laboral <strong>en</strong> la<br />

medida que hay demanda de trabajadores por parte de las empresas. Por <strong>el</strong> contrario, durante las<br />

recesiones deb<strong>en</strong> at<strong>en</strong>der a una mayor cantidad de usuarios <strong>en</strong> situación de desempleo, pero como


CEPAL<br />

<strong>el</strong> número de vacantes que manejan es significativam<strong>en</strong>te m<strong>en</strong>or e insufici<strong>en</strong>te fr<strong>en</strong>te a la oferta<br />

laboral, además de desempeñar una función de intermediación, pasan a ser un vehículo importante<br />

para la implem<strong>en</strong>tación de políticas públicas <strong>en</strong> <strong>el</strong> territorio.<br />

Por último, la capacitación no está ligada <strong>en</strong> sí misma a los ciclos económicos. En períodos de<br />

crecimi<strong>en</strong>to económico la capacitación puede estar mucho más dirigida a los polos de g<strong>en</strong>eración de<br />

nuevos empleos, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> períodos recesivos resulta una alternativa para evitar la completa<br />

desvinculación d<strong>el</strong> mercado de trabajo de los desocupados de larga duración, por ejemplo por<br />

medio de la capacitación <strong>en</strong> nuevas habilidades de trabajadores que perdieron su empleo <strong>en</strong> un<br />

rubro afectado por una contracción estructural y <strong>en</strong> cuyo caso es poco probable que vu<strong>el</strong>van a<br />

<strong>en</strong>contrar un empleo <strong>en</strong> ese mismo rubro. También puede ser una forma de mitigar <strong>el</strong> alto desempleo<br />

de los jóv<strong>en</strong>es. Sin embargo, hay que señalar que por lo g<strong>en</strong>eral los gastos <strong>en</strong> capacitación por<br />

b<strong>en</strong>eficiario son r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te altos. En algunos casos incluy<strong>en</strong> una modesta beca de subsist<strong>en</strong>cia<br />

o de transporte para <strong>el</strong> b<strong>en</strong>eficiario, pero <strong>el</strong> grueso de su costo se destina a cubrir las necesidades<br />

d<strong>el</strong> sistema de formación (ya sea público o privado). En períodos recesivos, por lo tanto, se deberá<br />

t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta esta característica.<br />

En <strong>el</strong> cuadro IV.8 se id<strong>en</strong>tifican las fases d<strong>el</strong> ciclo económico <strong>en</strong> las que las distintas políticas<br />

activas de mercado de trabajo pres<strong>en</strong>tan mayor efectividad para lograr sus objetivos.<br />

• Cuadro IV.8<br />

Políticas activas más efectivas según fases d<strong>el</strong> ciclo económico<br />

Tipo de programas<br />

Programas de empleo directo<br />

Programas de empleo indirecto<br />

Programas de ret<strong>en</strong>ción<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo<br />

Programas de apoyo a<br />

empr<strong>en</strong>dimi<strong>en</strong>tos<br />

Programas de capacitación laboral<br />

Fases d<strong>el</strong> ciclo económico<br />

Caída Recuperación Crecimi<strong>en</strong>to<br />

X<br />

Servicios de empleo X X<br />

X<br />

X<br />

Fu<strong>en</strong>te: A. Marinakis y M. V<strong>el</strong>ásquez, “Políticas activas y ciclo económico”, Notas sobre la crisis, Santiago de Chile,<br />

Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), 2011.<br />

X<br />

X<br />

En todo caso, para una correcta lectura de las conclusiones pres<strong>en</strong>tadas es preciso considerar<br />

que las c<strong>el</strong>das <strong>en</strong> blanco d<strong>el</strong> cuadro IV.8 no necesariam<strong>en</strong>te implican que la eficacia de las políticas<br />

<strong>en</strong> esas fases es nula y que no deban ser aplicadas. T<strong>en</strong>i<strong>en</strong>do <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta <strong>el</strong> análisis preced<strong>en</strong>te, es<br />

posible concluir también que todas las políticas consideradas pued<strong>en</strong> ser efectivas <strong>en</strong> otras etapas<br />

d<strong>el</strong> ciclo, siempre que se apliqu<strong>en</strong> a una escala más reducida, sobre grupos más focalizados y <strong>en</strong><br />

ciertas áreas geográficas específicas.<br />

Finalm<strong>en</strong>te, convi<strong>en</strong>e considerar que la efectividad de las políticas activas de mercado de<br />

trabajo analizadas puede ampliarse <strong>en</strong> la medida <strong>en</strong> que se logre una adecuada integración con<br />

políticas pasivas, <strong>en</strong> particular con los seguros de desempleo. En efecto, esto permite operar con<br />

b<strong>en</strong>eficiarios id<strong>en</strong>tificados y proporcionar prestaciones y programas o combinaciones de estos<br />

ajustados a cada una de las posibilidades y oportunidades asociadas a las fases d<strong>el</strong> ciclo económico.<br />

Esta es la estrategia aplicada con alta frecu<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> países de Europa, pero que <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>ta restricciones<br />

<strong>en</strong> la región pues son pocos los países que cu<strong>en</strong>tan con seguros de desempleo.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

ii) Avances y limitaciones de las políticas de mercado de trabajo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

En la reci<strong>en</strong>te crisis se implem<strong>en</strong>taron algunas políticas novedosas y se hicieron ajustes a<br />

políticas exist<strong>en</strong>tes que muestran ideas interesantes que ilustran los avances y limitaciones <strong>en</strong> la<br />

aplicación d<strong>el</strong> <strong>en</strong>foque contracíclico.<br />

Pese a ser una de las áreas de m<strong>en</strong>or desarrollo r<strong>el</strong>ativo <strong>en</strong> materia de políticas, es quizás<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> campo de los estabilizadores automáticos donde se puede señalar una serie de avances<br />

interesantes. En primer lugar, cabe m<strong>en</strong>cionar que durante la década anterior a la crisis Chile<br />

se sumó al grupo de países que cu<strong>en</strong>tan con un sistema de protección fr<strong>en</strong>te al desempleo. El<br />

desarrollo d<strong>el</strong> seguro de cesantía tuvo lugar con posterioridad a la crisis asiática y reflejó la necesidad<br />

de fortalecer <strong>el</strong> sistema de protección social. Más aun, tras algunos años de funcionami<strong>en</strong>to y<br />

con anterioridad al estallido de la crisis financiera internacional, ya se estaban discuti<strong>en</strong>do una<br />

serie de modificaciones al régim<strong>en</strong> vig<strong>en</strong>te con <strong>el</strong> objeto de aum<strong>en</strong>tar la cobertura y mejorar las<br />

prestaciones. De esta forma, Chile pudo <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar esta última crisis con un <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to de protección<br />

adicional <strong>en</strong> comparación a crisis anteriores. Este ejemplo demuestra que es posible introducir<br />

un sistema de protección fr<strong>en</strong>te al desempleo <strong>en</strong> un corto período de tiempo.<br />

Otra modificación que tuvo lugar durante la última crisis ti<strong>en</strong>e que ver con la duración d<strong>el</strong><br />

b<strong>en</strong>eficio de desempleo. Hasta ese mom<strong>en</strong>to, todos los países consideraban un período máximo de<br />

b<strong>en</strong>eficio, sin t<strong>en</strong>er <strong>en</strong> cu<strong>en</strong>ta la fase d<strong>el</strong> ciclo económico. Sin embargo, es evid<strong>en</strong>te que <strong>en</strong> un período<br />

recesivo se g<strong>en</strong>era m<strong>en</strong>or número de vacantes, por lo que también se reduc<strong>en</strong> las oportunidades<br />

de conseguir un empleo y se puede esperar una duración mayor d<strong>el</strong> período de desempleo. En<br />

este s<strong>en</strong>tido, Chile y <strong>el</strong> Uruguay decidieron ext<strong>en</strong>der la duración d<strong>el</strong> b<strong>en</strong>eficio un par de meses<br />

adicionales, para responder de forma más adecuada a la duración media d<strong>el</strong> desempleo. En ambos<br />

casos se procuró g<strong>en</strong>erar una mecánica que automatizara este increm<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> período máximo, que<br />

estaría determinado por la tasa media de desocupación de los últimos años, o bi<strong>en</strong> por <strong>el</strong> concepto<br />

económico de recesión (dos trimestres consecutivos de variación negativa <strong>en</strong> <strong>el</strong> producto).<br />

Una de las innovaciones más interesantes fue la de implem<strong>en</strong>tar programas para apoyar a<br />

empresas <strong>en</strong> dificultades que optaran por mant<strong>en</strong>er a sus trabajadores <strong>en</strong> una jornada reducida<br />

<strong>en</strong> lugar de despedirlos. Este tipo de programas, que se aplicaron sobre todo <strong>en</strong> la Arg<strong>en</strong>tina y<br />

México, y también <strong>en</strong> Chile y <strong>el</strong> Uruguay, aunque con muy baja utilización, se dirig<strong>en</strong> hacia los<br />

sectores más formales de la economía y hacia trabajadores más calificados. Las difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong><br />

cuanto al uso de estos programas parec<strong>en</strong> estar ligadas al desarrollo de las r<strong>el</strong>aciones laborales,<br />

además de a los aspectos propios de la implem<strong>en</strong>tación de cada uno. Por lo g<strong>en</strong>eral, para su<br />

activación se precisa un acuerdo <strong>en</strong>tre empresa y sindicato. Pero más allá de ese aspecto que<br />

puede ser formal, la implem<strong>en</strong>tación de una jornada parcial exige la revisión de la organización<br />

d<strong>el</strong> trabajo, así como también una negociación <strong>en</strong>tre las partes sobre <strong>el</strong> aporte que cada una hace<br />

con <strong>el</strong> objetivo de mant<strong>en</strong>er <strong>el</strong> empleo. Cuando exist<strong>en</strong> r<strong>el</strong>aciones laborales profundas resulta más<br />

factible llevar ad<strong>el</strong>ante este tipo de negociaciones.<br />

En <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> Uruguay, donde existe una cultura de diálogo social, la baja utilización de la<br />

fórmula de seguro de paro parcial (como se d<strong>en</strong>ominó <strong>el</strong> programa de job-sharing) ti<strong>en</strong>e que ver<br />

con la posibilidad de susp<strong>en</strong>der a una parte de los trabajadores por un máximo de cuatro meses<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> marco d<strong>el</strong> seguro de desempleo, sin quebrar <strong>el</strong> vínculo laboral ya que, por lo g<strong>en</strong>eral, al final<br />

de ese período los trabajadores vu<strong>el</strong>v<strong>en</strong> a reintegrarse al trabajo. En la práctica, muchas empresas<br />

implem<strong>en</strong>taron la fórmula de susp<strong>en</strong>sión rotando a los trabajadores afectados por períodos cortos de<br />

un mes <strong>en</strong> forma negociada con <strong>el</strong> sindicato. De esta manera, mant<strong>en</strong>ían <strong>el</strong> vínculo laboral con todos<br />

los trabajadores: los susp<strong>en</strong>didos estaban fuera de la actividad por un período muy corto durante <strong>el</strong><br />

cual percibían <strong>el</strong> seguro de desempleo y a su término se reincorporaban a la empresa. Dado que la<br />

crisis fue muy suave <strong>en</strong> <strong>el</strong> Uruguay y estuvo conc<strong>en</strong>trada <strong>en</strong> pocos rubros, esta modalidad resultó


CEPAL<br />

ser bastante ajustada a las necesidades de las empresas y aceptable para los trabajadores, ya que<br />

no implicó una revisión de las condiciones de trabajo.<br />

En cuanto a los programas de emerg<strong>en</strong>cia, la mayor parte de los países ya contaba con alguno<br />

<strong>en</strong> ejecución a una escala m<strong>en</strong>or y solo fue necesario ampliarlos. Gracias a la vasta experi<strong>en</strong>cia de los<br />

países <strong>en</strong> ese ámbito y a la exist<strong>en</strong>cia de un sistema administrativo para su gestión, la aplicación de<br />

estos programas fue r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te rápida. Cabe destacar <strong>el</strong> caso de Chile, donde se ha incorporado<br />

un factor que da cierta automaticidad a la implem<strong>en</strong>tación: cuando la tasa de desempleo supera <strong>el</strong><br />

10 %, se activa un fondo de conting<strong>en</strong>cia que asigna recursos a la aplicación de políticas activas<br />

de empleo directo e indirecto. Resulta socialm<strong>en</strong>te inaceptable que <strong>el</strong> mercado de trabajo pres<strong>en</strong>te<br />

tasas de desempleo tan altas, por lo que se precisan recursos específicos para corregir esa situación.<br />

Se puede analizar si la activación de este fondo está a niv<strong>el</strong>es muy altos o no; sin embargo, existe<br />

cierta flexibilidad para su implem<strong>en</strong>tación ya que pued<strong>en</strong> tomarse como refer<strong>en</strong>cia las tasas de<br />

desempleo comunales o regionales y no únicam<strong>en</strong>te la tasa a niv<strong>el</strong> nacional.<br />

Está claro que los programas de empleo de emerg<strong>en</strong>cia se pued<strong>en</strong> masificar rápidam<strong>en</strong>te<br />

<strong>en</strong> un contexto de crisis siempre que existan los recursos, mi<strong>en</strong>tras que no es tan fácil reducirlos<br />

cuando la economía se recupera. Si bi<strong>en</strong> es evid<strong>en</strong>te que existe un cierto rezago <strong>en</strong> <strong>el</strong> ajuste de estos<br />

programas <strong>en</strong> la fase de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> ciclo, también es cierto que si la reactivación mediante la<br />

g<strong>en</strong>eración de nuevos empleos es dinámica, <strong>el</strong> número de b<strong>en</strong>eficiarios irá disminuy<strong>en</strong>do de manera<br />

progresiva. Los problemas serán más graves si la recuperación de la economía no g<strong>en</strong>era empleos,<br />

o si se da con bolsones de marginación, lo cual ha sucedido muchas veces <strong>en</strong> <strong>el</strong> pasado.<br />

Dado que durante la última crisis muchos países tuvieron recursos para reaccionar <strong>en</strong> una<br />

primera instancia, fue bastante corri<strong>en</strong>te que se anunciaran planes de inversión <strong>en</strong> infraestructura<br />

como una medida contracíclica paliatoria de la crisis. Esta también fue una reacción inusual ya que<br />

lo habitual <strong>en</strong> caso de crisis era recortar <strong>el</strong> gasto, <strong>en</strong> g<strong>en</strong>eral, y las inversiones <strong>en</strong> infraestructura,<br />

<strong>en</strong> particular. La puesta <strong>en</strong> práctica de esta decisión, sin embargo, pres<strong>en</strong>tó varias dificultades. La<br />

principal fue que la implem<strong>en</strong>tación de los anuncios se demoró <strong>en</strong>ormem<strong>en</strong>te por todas las exig<strong>en</strong>cias<br />

propias de los procesos de inversión. Otros problemas m<strong>en</strong>os visibles tuvieron que ver con <strong>el</strong> bajo<br />

impacto <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo. Son pocos los países que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> bi<strong>en</strong> incorporada la variable empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong><br />

análisis de su cartera de obras públicas. Además, no siempre se contaba con información precisa<br />

sobre <strong>el</strong> foco d<strong>el</strong> desempleo y sus características principales por lo que resultaba difícil saber si la<br />

obra pública que se estaba proponi<strong>en</strong>do llegaría a los lugares y a las personas correctas.<br />

iii) Compon<strong>en</strong>tes principales de una política de mercado de trabajo contracíclica<br />

De las secciones anteriores se despr<strong>en</strong>de que hay una serie de políticas de mercado de trabajo<br />

que ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un claro sesgo contracíclico, otras que se comportan <strong>en</strong> forma procíclica y, finalm<strong>en</strong>te,<br />

otras que si bi<strong>en</strong> registran importantes cambios <strong>en</strong> su implem<strong>en</strong>tación a lo largo d<strong>el</strong> ciclo, no se<br />

puede decir que t<strong>en</strong>gan un efecto a favor o <strong>en</strong> contra d<strong>el</strong> ciclo. Por lo tanto, se puede analizar qué<br />

políticas de las disponibles <strong>en</strong> un país sirv<strong>en</strong> efectivam<strong>en</strong>te para <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar una crisis <strong>en</strong> <strong>el</strong> ámbito<br />

d<strong>el</strong> mercado de trabajo, así como también cuáles faltan y si podrían incorporarse.<br />

Un primer com<strong>en</strong>tario a este respecto es que no solo es importante contar con programas,<br />

sino también analizar si constituy<strong>en</strong> un sistema integrado de políticas o un conjunto de iniciativas<br />

aisladas. En la sección anterior se m<strong>en</strong>cionó que <strong>en</strong> muchos países desarrollados la articulación<br />

de estas políticas gira <strong>en</strong> torno al seguro de desempleo. Los servicios públicos de empleo también<br />

pued<strong>en</strong> constituir un <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to articulador <strong>en</strong> la implem<strong>en</strong>tación de varias políticas <strong>en</strong> <strong>el</strong> territorio.<br />

Pero, más allá de cuál sea <strong>el</strong> <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to articulador, lo fundam<strong>en</strong>tal es desarrollarlo.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Un segundo aspecto ti<strong>en</strong>e que ver con la estructura d<strong>el</strong> mercado de trabajo de cada país. Por<br />

ejemplo, aqu<strong>el</strong>los países que cu<strong>en</strong>tan con un importante sector formal deb<strong>en</strong> analizar la posibilidad<br />

de desarrollar un sistema de protección contra <strong>el</strong> desempleo <strong>en</strong> caso de no contar con él, mi<strong>en</strong>tras<br />

que los que lo ti<strong>en</strong><strong>en</strong> deberán revisar su funcionami<strong>en</strong>to con <strong>el</strong> fin de pot<strong>en</strong>ciarlo, ya que los sistemas<br />

que se aplican <strong>en</strong> la región aún ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una cobertura reducida y prestaciones muy bajas. Por otra<br />

parte, los países <strong>en</strong> que predomina la informalidad deberían contar con una mecánica que permita<br />

aum<strong>en</strong>tar con rapidez la escala de los programas de empleo de emerg<strong>en</strong>cia, minimizando los riesgos<br />

de su perpetuación <strong>en</strong> <strong>el</strong> tiempo como programas masivos. La idea de contar con un umbral de<br />

desempleo que justifique la implem<strong>en</strong>tación de un programa importante de emerg<strong>en</strong>cia resulta útil,<br />

más aun si refleja un cons<strong>en</strong>so sobre <strong>el</strong> costo social d<strong>el</strong> alto desempleo y de larga duración.<br />

En <strong>el</strong> ámbito de la protección d<strong>el</strong> empleo, los <strong>en</strong>sayos incipi<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> materia de repartición<br />

d<strong>el</strong> tiempo de trabajo con apoyo de subsidios públicos abr<strong>en</strong> una nueva perspectiva <strong>en</strong> una región<br />

donde ha primado hasta <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>o de protección legal a partir d<strong>el</strong> costo d<strong>el</strong> despido.<br />

Además de su <strong>el</strong>em<strong>en</strong>to estabilizador por <strong>el</strong> impacto contracíclico, estos sistemas de reparto de<br />

tiempo de trabajo ti<strong>en</strong><strong>en</strong> la v<strong>en</strong>taja de sust<strong>en</strong>tarse <strong>en</strong> <strong>el</strong> diálogo social para <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tar situaciones<br />

complicadas <strong>en</strong> la empresa, donde se da un valor especial a la protección d<strong>el</strong> empleo. A difer<strong>en</strong>cia<br />

de los países desarrollados que cu<strong>en</strong>tan con sistemas institucionalizados de repartición d<strong>el</strong> empleo,<br />

los países de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> que han puesto <strong>en</strong> práctica esta idea lo han hecho <strong>en</strong> forma puntual<br />

y por un tiempo limitado. Conv<strong>en</strong>dría que se evaluaran estos casos para determinar si resultan<br />

b<strong>en</strong>eficiosos para <strong>el</strong> funcionami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> mercado de trabajo.<br />

Resulta evid<strong>en</strong>te que para poder aplicar una política de mercado de trabajo contracíclica se<br />

necesitan recursos fiscales, pero también es fundam<strong>en</strong>tal saber qué tipo de políticas se financiarán<br />

con esos recursos. En mom<strong>en</strong>tos de crisis es importante contar con instrum<strong>en</strong>tos para proteger <strong>el</strong><br />

empleo y los ingresos de los trabajadores y <strong>en</strong> contextos de r<strong>el</strong>ativa escasez de recursos hay que<br />

tratar de maximizar esos objetivos. En ese s<strong>en</strong>tido, conv<strong>en</strong>dría desarrollar un presupuesto sombra a<br />

cargo d<strong>el</strong> ministerio de trabajo, que pudiera ajustarse rápidam<strong>en</strong>te <strong>en</strong> mom<strong>en</strong>tos de crisis según la<br />

gravedad y la características de esta y las correspondi<strong>en</strong>tes prioridades de respuesta contracíclica.<br />

De esta manera, si un gobierno decide aum<strong>en</strong>tar <strong>el</strong> gasto de manera contracíclica, las autoridades d<strong>el</strong><br />

sector t<strong>en</strong>drían ya una propuesta c<strong>en</strong>trada <strong>en</strong> la protección d<strong>el</strong> empleo y los ingresos. Además, los<br />

países que cu<strong>en</strong>tan con fondos específicos para la implem<strong>en</strong>tación de políticas de empleo deberían<br />

t<strong>en</strong>er la posibilidad de reasignar sus recursos <strong>en</strong>tre distintos programas de acuerdo a las necesidades<br />

d<strong>el</strong> ciclo económico. Igualm<strong>en</strong>te, sería interesante incorporar la variable d<strong>el</strong> empleo d<strong>en</strong>tro de los<br />

programas de inversión de las carteras de obras públicas como un factor clave de priorización de<br />

proyectos más int<strong>en</strong>sivos <strong>en</strong> mano de obra —evaluados favorablem<strong>en</strong>te <strong>en</strong> sus dim<strong>en</strong>siones social<br />

y técnica— durante períodos de crisis con aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> desempleo.


CEPAL<br />

B. Coyuntura actual<br />

Parte E<br />

1. El desempeño de los mercados laborales<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> <strong>en</strong> 2016<br />

a) Introducción<br />

Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: la inmigración laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

(CEPAL, <strong>2017</strong>), Cap. I, pp. 7-12.<br />

En 2016, los mercados laborales de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> <strong>en</strong> su conjunto estuvieron marcados<br />

por la profundización de la crisis económica, que se expresó <strong>en</strong> un segundo año de contracción<br />

d<strong>el</strong> producto regional. En este contexto, la tasa de desempleo urbano aum<strong>en</strong>tó d<strong>el</strong> 7,3% <strong>en</strong> 2015<br />

al 8,9%, <strong>el</strong> mayor increm<strong>en</strong>to anual d<strong>el</strong> indicador <strong>en</strong> más de dos décadas. A pesar de que a 2016<br />

se han acumulado 2 puntos porc<strong>en</strong>tuales de increm<strong>en</strong>to de la tasa de desempleo desde 2014, los<br />

niv<strong>el</strong>es son todavía inferiores a los registrados <strong>en</strong>tre finales de la década de 1990 y comi<strong>en</strong>zos de<br />

la de 2000. En <strong>el</strong> pres<strong>en</strong>te informe se observa que la continuidad de la contracción económica tuvo<br />

un mayor efecto este año, particularm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso d<strong>el</strong> Brasil, <strong>el</strong> país con mayor ponderación <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> PIB y <strong>el</strong> empleo regional. Cuando se calcula la evolución d<strong>el</strong> promedio simple, <strong>el</strong> efecto a niv<strong>el</strong><br />

regional se disipa por los mejores desempeños de otros países y subregiones, <strong>en</strong> donde la tasa<br />

de desempleo aum<strong>en</strong>ta ligeram<strong>en</strong>te, se manti<strong>en</strong>e o cae, como <strong>en</strong> <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>. No obstante, <strong>el</strong> año<br />

2016 se destaca por un evid<strong>en</strong>te deterioro de las condiciones g<strong>en</strong>erales d<strong>el</strong> mercado laboral, cuyos<br />

indicadores se analizan a continuación.<br />

b) La región experim<strong>en</strong>tó <strong>el</strong> mayor increm<strong>en</strong>to de la tasa de desempleo<br />

urbano <strong>en</strong> dos décadas, <strong>en</strong> un contexto de caída de la tasa de<br />

ocupación y aum<strong>en</strong>to de la tasa de participación<br />

La evolución d<strong>el</strong> desempeño d<strong>el</strong> mercado laboral de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> <strong>en</strong> 2016 confirma<br />

la continuidad de una fase d<strong>el</strong> ciclo económico regional muy distinta de la que se apreció desde<br />

mediados de la década pasada. Tal como se com<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> CEPAL/OIT, 2016a, la contracción observada<br />

<strong>en</strong> 2015, que continuó <strong>en</strong> 2016, repres<strong>en</strong>tó un cambio <strong>en</strong> la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de crecimi<strong>en</strong>to económico que<br />

había marcado los últimos años y que se había expresado <strong>en</strong> una dinámica expansiva <strong>en</strong> términos<br />

de creación de empleo y caída d<strong>el</strong> desempleo. En cambio, lo ocurrido <strong>en</strong> 2015 y 2016 responde a<br />

una fase contractiva d<strong>el</strong> mercado laboral iniciada por <strong>el</strong> progresivo <strong>en</strong>friami<strong>en</strong>to de las economías de<br />

la región desde 2011, que se manifestó <strong>en</strong> tasas negativas d<strong>el</strong> PIB regional <strong>en</strong> los últimos dos años.<br />

A difer<strong>en</strong>cia de lo sucedido durante la crisis financiera mundial de 2008 y 2009, <strong>en</strong> que<br />

la economía de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> volvió a ganar empuje <strong>en</strong> <strong>el</strong> corto plazo gracias a la<br />

recuperación de los precios de los productos básicos y las políticas contracíclicas aplicadas <strong>en</strong><br />

muchos países de la región, <strong>el</strong> esc<strong>en</strong>ario pres<strong>en</strong>te está marcado por precios de las materias primas<br />

mucho m<strong>en</strong>ores que los de la fase expansiva d<strong>el</strong> ciclo económico. Si bi<strong>en</strong> durante <strong>2017</strong> se observa<br />

una leve mejora de los precios de los productos básicos respecto de los promedios registrados <strong>en</strong><br />

2016, <strong>en</strong> <strong>el</strong> corto y mediano plazos no se prevén mejoras muy marcadas, debido al doble efecto de<br />

un crecimi<strong>en</strong>to más moderado de China y de un <strong>en</strong>torno internacional con mayor incertidumbre.<br />

En este contexto de precios de los productos básicos inferiores a los observados <strong>en</strong> la fase expansiva<br />

d<strong>el</strong> ciclo económico e incertidumbre internacional y ante las características específicas de la evolución de<br />

algunas economías, la región experim<strong>en</strong>tó <strong>el</strong> mayor aum<strong>en</strong>to de la tasa de desempleo urbano de las últimas dos<br />

décadas. La tasa de desempleo urbano ha registrado períodos de aum<strong>en</strong>to <strong>en</strong> esc<strong>en</strong>arios de bajo crecimi<strong>en</strong>to


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(1996-1997 y 2001-2003) o contracción (2009), pero <strong>el</strong> alza de 2016 supera a cualquier otro increm<strong>en</strong>to<br />

previo (véase <strong>el</strong> gráfico IV.13). Lo que distingue a esta coyuntura es la continuidad de la fase<br />

contractiva d<strong>el</strong> ciclo económico durante dos años, que g<strong>en</strong>eró un aum<strong>en</strong>to acumulado de la tasa<br />

de desempleo urbano de 2 puntos porc<strong>en</strong>tuales <strong>en</strong>tre 2015 y 2016. Cabe destacar que, aunque la<br />

tasa de desempleo haya aum<strong>en</strong>tado, todavía se <strong>en</strong>cu<strong>en</strong>tra <strong>en</strong> niv<strong>el</strong>es inferiores a los registrados a<br />

finales de la década de 1990 e inicios de la década de 2000.<br />

La fase contractiva d<strong>el</strong> mercado laboral se observó claram<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>el</strong> comportami<strong>en</strong>to de las<br />

tasas de ocupación. Con excepción d<strong>el</strong> año 2009, desde <strong>2006</strong> y hasta 2014 las tasas de ocupación<br />

regionales crecieron más (o cayeron m<strong>en</strong>os) que las tasas de participación, lo que g<strong>en</strong>eró la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia<br />

decreci<strong>en</strong>te de la tasa de desempleo regional (véase <strong>el</strong> gráfico IV.14). El crecimi<strong>en</strong>to negativo de<br />

las tasas de ocupación urbana <strong>en</strong> 2009 guardó r<strong>el</strong>ación con la corta fase contractiva d<strong>el</strong> ciclo<br />

económico. En cambio, las tasas de participación urbana, incluso <strong>en</strong> 2009, mantuvieron la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia<br />

de crecimi<strong>en</strong>to moderado hasta 2012. El efecto de la desac<strong>el</strong>eración económica se at<strong>en</strong>uó gracias<br />

a que las tasas de participación registraron un efecto procíclico (CEPAL/OIT, 2016a). La caída de<br />

la tasa de ocupación registrada <strong>en</strong> 2014 fue m<strong>en</strong>os ac<strong>en</strong>tuada que la de la tasa de participación,<br />

pero <strong>en</strong> 2015 y, sobre todo, <strong>en</strong> 2016, esta t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia cambió. Mi<strong>en</strong>tras que la tasa de ocupación<br />

continuó cay<strong>en</strong>do <strong>en</strong> 2015 (-0,4 puntos porc<strong>en</strong>tuales) y de manera más ac<strong>en</strong>tuada <strong>en</strong> 2016 (-0,7<br />

puntos porc<strong>en</strong>tuales), la tasa de participación regional cayó m<strong>en</strong>os (-0,2 puntos porc<strong>en</strong>tuales) que<br />

la tasa de ocupación <strong>en</strong> 2015, para luego crecer <strong>en</strong> 2016 (0,2 puntos porc<strong>en</strong>tuales).<br />

• Gráfico IV.13<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: tasas de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> PIB y de desempleo urbano, 1995-2016 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Tasa de desempleo urbano<br />

11,9<br />

11,4<br />

10,9<br />

10,4<br />

9,9<br />

9,4<br />

8,9<br />

8,4<br />

7,9<br />

7,4<br />

6,9<br />

1995<br />

1996<br />

1997<br />

1998<br />

1999<br />

2000<br />

2001<br />

2002<br />

2003<br />

2004<br />

2005<br />

<strong>2006</strong><br />

2007<br />

2008<br />

2009<br />

2010<br />

2011<br />

2012<br />

2013<br />

2014<br />

2015<br />

2016 b<br />

7<br />

6<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

-1<br />

-2<br />

-3<br />

Tasa de crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

Tasa de crecimi<strong>en</strong>to económico<br />

Tasa de desempleo urbano<br />

(antigua serie)<br />

Tasa de desempleo urbano<br />

(nueva serie)<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de información oficial de los países.<br />

a<br />

La serie 1995-2005 corresponde a la serie original, y la serie 2005-2016 a la serie recalculada sobre la base de la nueva<br />

información de varios países. Véase más información sobre <strong>el</strong> cambio <strong>en</strong> la serie regional basado <strong>en</strong> las innovaciones<br />

metodológicas implem<strong>en</strong>tadas <strong>en</strong> Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Organización Internacional<br />

d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), “Mejoras reci<strong>en</strong>tes y brechas persist<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo rural”, Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong>, N° 14 (LC/L.4141), Santiago, mayo de 2016.<br />

b<br />

Datos pr<strong>el</strong>iminares.


CEPAL<br />

• Gráfico IV.14<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: variación de las tasas<br />

de participación y ocupación urbanas, <strong>2006</strong>-2016<br />

(En puntos porc<strong>en</strong>tuales)<br />

0,8<br />

0,6<br />

0,4<br />

0,2<br />

0<br />

-0,2<br />

-0,4<br />

-0,6<br />

-0,8<br />

<strong>2006</strong> 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015 2016<br />

Tasa de participación<br />

Tasa de ocupación<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de información oficial de los países.<br />

Los comportami<strong>en</strong>tos de las tasas de ocupación y participación pon<strong>en</strong> de r<strong>el</strong>ieve que <strong>en</strong><br />

la región se g<strong>en</strong>eran dinámicas distintas durante diversas fases de los ciclos económicos. En la<br />

etapa expansiva d<strong>el</strong> ciclo o durante <strong>el</strong> período de moderada desac<strong>el</strong>eración, ambos indicadores<br />

muestran un comportami<strong>en</strong>to procíclico, mucho más ac<strong>en</strong>tuado <strong>en</strong> <strong>el</strong> caso de la tasa de ocupación,<br />

lo que g<strong>en</strong>eró una m<strong>en</strong>or tasa de desempleo. En cambio, como se observó <strong>en</strong> 2009 y <strong>en</strong> <strong>el</strong> período<br />

2015-2016, cuando <strong>el</strong> PIB regional <strong>en</strong>tra <strong>en</strong> la fase de crecimi<strong>en</strong>to negativo, la tasa de ocupación se<br />

contrae, pero la tasa de participación regional puede contraerse o aum<strong>en</strong>tar, como ocurrió <strong>en</strong> 2016.<br />

Este comportami<strong>en</strong>to pone <strong>en</strong> evid<strong>en</strong>cia <strong>el</strong> efecto de un aum<strong>en</strong>to abrupto d<strong>el</strong> desempleo, que, al<br />

afectar <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de ingresos de los hogares, puede gatillar <strong>el</strong> deseo de más personas de participar<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral. Por <strong>en</strong>de, <strong>en</strong> un contexto de caída de la tasa de ocupación urbana producto<br />

de la contracción económica, una participación laboral creci<strong>en</strong>te abona las condiciones para que<br />

aum<strong>en</strong>te de modo significativo la tasa de desempleo, como ocurrió <strong>en</strong> 2016.<br />

A pesar de que la evolución d<strong>el</strong> PIB regional y la tasa de desempleo de la región correspond<strong>en</strong><br />

a una fase contractiva más ac<strong>en</strong>tuada, a niv<strong>el</strong> de países y subregiones se observan difer<strong>en</strong>cias <strong>en</strong> los<br />

desempeños económicos y sus respectivos mercados laborales. Así, mi<strong>en</strong>tras <strong>en</strong> 2015, de un total<br />

de 33 países sobre los que se dispone de datos d<strong>el</strong> PIB, 6 (la mayoría d<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) experim<strong>en</strong>taron<br />

una contracción (Bahamas, Brasil, Dominica, Suriname, Trinidad y Tabago y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República<br />

Bolivariana de)), <strong>en</strong> 2016, <strong>el</strong> número de países con contracción económica subió a 8, <strong>en</strong>tre los<br />

cuales 4 son sudamericanos (Arg<strong>en</strong>tina, B<strong>el</strong>ice, Brasil, Cuba Ecuador, Suriname, Trinidad y Tabago<br />

y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de)) (CEPAL, <strong>2017</strong>). Por <strong>en</strong>de, la fase contractiva <strong>en</strong> 2016 afectó<br />

a economías cuyo peso <strong>en</strong> <strong>el</strong> PIB regional es mayor, como <strong>el</strong> Brasil y la Arg<strong>en</strong>tina. No obstante, se<br />

observa que los desempeños económicos, aunque heterogéneos, tuvieron una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia al deterioro<br />

que también se expresó <strong>en</strong> las principales variables laborales.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Como se puede apreciar las tasas de desempleo urbano de la mayoría de los países de la<br />

región se increm<strong>en</strong>taron, lo que evid<strong>en</strong>cia <strong>el</strong> deterioro de sus respectivos mercados laborales. En<br />

2016, un total de 13 países experim<strong>en</strong>taron un increm<strong>en</strong>to de la tasa de desempleo urbano, mi<strong>en</strong>tras<br />

que 7 registraron una caída o mantuvieron <strong>el</strong> mismo niv<strong>el</strong> de 2015. Este desempeño contrasta con<br />

lo observado <strong>en</strong> 2015, cuando <strong>en</strong> 8 países la tasa de desempleo aum<strong>en</strong>tó, mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> 15<br />

disminuyó o se mantuvo. Además, la mayoría de los países (nueve) que registraron increm<strong>en</strong>tos <strong>en</strong><br />

la tasa de desempleo son sudamericanos y ti<strong>en</strong><strong>en</strong> una ponderación mayor tanto <strong>en</strong> la economía<br />

como <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral regional.<br />

Por otra parte, <strong>en</strong> siete países donde la tasa de desempleo aum<strong>en</strong>tó, también se <strong>el</strong>evó la<br />

tasa de participación. Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> cinco de esos países (Arg<strong>en</strong>tina, Brasil, Colombia, Panamá y<br />

Paraguay) la tasa de ocupación cayó, <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú se mantuvo y <strong>en</strong> Honduras creció m<strong>en</strong>os que la tasa<br />

de participación. En cambio, <strong>en</strong> otros cinco países (Chile, Guatemala, Trinidad y Tabago, Uruguay<br />

y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de)) la tasa de desempleo creció debido a una caída de la tasa<br />

de ocupación más ac<strong>en</strong>tuada que la experim<strong>en</strong>tada por la tasa de participación. Finalm<strong>en</strong>te, junto<br />

con México, la mayoría de los países (cuatro) donde la tasa de desempleo cayó son d<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>,<br />

observándose una dinámica difer<strong>en</strong>te por segundo año consecutivo: sigue cay<strong>en</strong>do <strong>el</strong> desempleo<br />

<strong>en</strong> un contexto de crecimi<strong>en</strong>to de la tasa de ocupación superior al de la tasa de participación.<br />

c) El mayor desempleo afectó tanto a los hombres como a las mujeres<br />

Producto de la continuidad de la fase contractiva d<strong>el</strong> ciclo económico-laboral, <strong>en</strong> 2016 la tasa de<br />

desempleo siguió subi<strong>en</strong>do para ambos sexos. Entre los países que registraron un aum<strong>en</strong>to de la<br />

tasa de desempleo urbano, <strong>en</strong> términos proporcionales, la tasa de desempleo aum<strong>en</strong>tó más para<br />

las mujeres que para los hombres <strong>en</strong> cuatro países (Honduras, Paraguay, Uruguay y V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a<br />

(República Bolivariana de)), mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> cinco (Arg<strong>en</strong>tina, Brasil, Chile, Colombia y Guatemala)<br />

<strong>el</strong> increm<strong>en</strong>to de la tasa de desempleo fue mayor para los hombres. En <strong>el</strong> Ecuador y Panamá los<br />

aum<strong>en</strong>tos fueron iguales <strong>en</strong> ambos sexos, y <strong>en</strong> <strong>el</strong> Perú la tasa de desempleo de los hombres aum<strong>en</strong>tó,<br />

mi<strong>en</strong>tras que la de las mujeres se redujo.<br />

Para <strong>el</strong> conjunto de los países de la región (incluidos aqu<strong>el</strong>los <strong>en</strong> que la tasa de desempleo<br />

disminuyó) <strong>el</strong> desempleo masculino t<strong>en</strong>dió a subir, <strong>en</strong> promedio, m<strong>en</strong>os que <strong>el</strong> de las mujeres, un<br />

comportami<strong>en</strong>to distinto al registrado durante <strong>el</strong> período contractivo anterior. En efecto, durante la<br />

contracción económica de 2009, la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre las tasas de desempleo fem<strong>en</strong>ina y masculina t<strong>en</strong>dió<br />

a caer respecto de 2008 (<strong>el</strong> promedio simple pasó de 1,5 veces a 1,4 veces) como consecu<strong>en</strong>cia<br />

de un alza mayor d<strong>el</strong> desempleo <strong>en</strong>tre los hombres que <strong>en</strong>tre las mujeres, que afectó a 12 países.<br />

En cambio, <strong>en</strong> 2016 la r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre las tasas de desempleo de las mujeres y las de los hombres a<br />

niv<strong>el</strong> regional pasó de 1,4 veces a 1,5 veces (véase <strong>el</strong> gráfico IV.15) 55 .<br />

La situación d<strong>el</strong> desempleo, <strong>en</strong> especial para las mujeres, puede profundizarse si, tal como se<br />

prevé, las condiciones de incertidumbre política y económica a niv<strong>el</strong> internacional ti<strong>en</strong><strong>en</strong> un carácter<br />

m<strong>en</strong>os temporal. Ello se debe a que, como se com<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> CEPAL/OIT (2016b), <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la<br />

participación fem<strong>en</strong>ina a niv<strong>el</strong> regional es un f<strong>en</strong>óm<strong>en</strong>o estructural de largo plazo, con una v<strong>el</strong>ocidad<br />

variable dep<strong>en</strong>di<strong>en</strong>do de la fase d<strong>el</strong> ciclo económico, si bi<strong>en</strong> la tasa de participación regional de las<br />

mujeres se estancó <strong>en</strong>tre 2012 y 2015 (OIT, 2016). Por <strong>en</strong>de, <strong>el</strong> deterioro laboral de los dos sexos,<br />

pero sobre todo <strong>el</strong> de las mujeres, puede exacerbarse si se retoma dicha t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia de largo plazo<br />

y si los mercados laborales de los países de la región no pued<strong>en</strong> g<strong>en</strong>erar sufici<strong>en</strong>tes empleos para<br />

absorber <strong>el</strong> flujo constante de la oferta de trabajo fem<strong>en</strong>ina.<br />

55<br />

En <strong>el</strong> promedio simple de las variaciones absolutas de las tasas de desempleo, se observa que la inserción laboral de<br />

las mujeres se deterioró claram<strong>en</strong>te más que la de los hombres: la tasa de desempleo fem<strong>en</strong>ina aum<strong>en</strong>tó 0,6 puntos<br />

porc<strong>en</strong>tuales y la de los hombres 0,2 puntos porc<strong>en</strong>tuales.


CEPAL<br />

• Gráfico IV.15<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (19 países): r<strong>el</strong>ación <strong>en</strong>tre la tasa de desempleo de las mujeres y<br />

la de los hombres por país, 2015-2016<br />

3,5<br />

3,0<br />

2,5<br />

2,0<br />

1,5<br />

1,0<br />

0,5<br />

0<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

Guatemala<br />

Honduras<br />

México<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Rep. Dominicana<br />

Uruguay<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (Rep. Bol. de)<br />

Bahamas<br />

Barbados<br />

B<strong>el</strong>ice<br />

Jamaica<br />

Promedio simple<br />

2015 2016<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de información oficial de los países.<br />

d) La calidad d<strong>el</strong> empleo regional se deteriora, aunque con matices<br />

<strong>en</strong>tre países y subregiones<br />

La int<strong>en</strong>sificación de la fase contractiva d<strong>el</strong> ciclo económico afectó tanto al volum<strong>en</strong> como a la<br />

calidad d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> la región. En efecto, la contracción de la economía regional no solo produjo un<br />

marcado desc<strong>en</strong>so de la tasa de ocupación, tanto regional como de la mayoría de países, sino que<br />

también se expresó <strong>en</strong> <strong>el</strong> reajuste de la composición d<strong>el</strong> empleo hacia categorías más informales con<br />

condiciones laborales estructuralm<strong>en</strong>te más precarias, como los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia. El<br />

empleo asalariado mostró un claro comportami<strong>en</strong>to procíclico: desde 2013 se desac<strong>el</strong>eró, sigui<strong>en</strong>do<br />

la s<strong>en</strong>da de desac<strong>el</strong>eración de la economía (CEPAL/OIT, 2016a). El año 2016 no fue la excepción: la<br />

tasa de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo asalariado ponderado de 12 países de la región pasó de un alza d<strong>el</strong><br />

0,4% <strong>en</strong> 2015 a un desc<strong>en</strong>so d<strong>el</strong> 0,5% <strong>en</strong> 2016 (véase <strong>el</strong> cuadro IV.9). Si bi<strong>en</strong> la caída se explica por<br />

<strong>el</strong> peso de la contracción d<strong>el</strong> empleo asalariado <strong>en</strong> <strong>el</strong> Brasil (-3,2%) <strong>en</strong> <strong>el</strong> promedio regional, esta<br />

contracción se ext<strong>en</strong>dió a cinco países <strong>en</strong> 2016, fr<strong>en</strong>te a solo dos <strong>en</strong> 2015.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Cuadro IV.9<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (12 países): tasa de variación interanual de ocupados<br />

por categoría ocupacional, 2015-2016 a<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

Total nacional<br />

Asalariados<br />

Trabajadores por<br />

País<br />

cu<strong>en</strong>ta propia<br />

2015 2016 2015 2016 2015 2016<br />

Brasil 0,0 -1,9 -2,3 -3,2 3,8 1,3<br />

Chile 1,6 1,1 2,3 0,1 1,4 5,5<br />

Colombia 2,4 0,6 3,4 1,1 2,0 2,3<br />

Costa Rica -0,3 -3,0 -0,7 -0,3 -0,9 -8,9<br />

Ecuador b 5,4 4,6 2,5 -1,9 6,2 10,9<br />

Honduras 5,4 0,2 2,9 8,9 4,3 -4,5<br />

México 2,4 1,9 2,6 2,6 2,3 1,6<br />

Panamá 2,3 2,1 1,0 -0,9 6,3 6,0<br />

Paraguay c 4,2 1,1 5,6 2,4 4,4 2,7<br />

Perú d 1,1 1,8 1,4 1,7 1,1 4,4<br />

República Dominicana 2,6 2,8 5,7 6,8 0,6 -3,2<br />

V<strong>en</strong>ezu<strong>el</strong>a (República Bolivariana de) e 0,1 -0,7 0,0 -2,6 2,4 1,9<br />

Promedio simple 2,3 0,9 2,0 1,2 2,8 1,7<br />

Promedio ponderado 1,3 0,0 0,4 -0,5 3,0 1,9<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de información oficial de los países.<br />

a<br />

Cuando es posible, se excluye <strong>el</strong> servicio doméstico de los asalariados.<br />

b<br />

En los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia se incluye a los empleadores.<br />

c<br />

Asunción y áreas urbanas d<strong>el</strong> Departam<strong>en</strong>to C<strong>en</strong>tral.<br />

d<br />

Lima metropolitana. En los asalariados se incluye a empleados y obreros. En los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia se incluye<br />

a los empleadores.<br />

e<br />

Las tasas de la columna de 2016 se refier<strong>en</strong> al crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>el</strong> período de <strong>en</strong>ero a abril respecto d<strong>el</strong> mismo<br />

período de 2015.<br />

La disminución d<strong>el</strong> empleo asalariado <strong>en</strong> 2016 fue at<strong>en</strong>uada por la creación de empleos<br />

por cu<strong>en</strong>ta propia por segundo año consecutivo. Ello implicó una reversión de la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia que se<br />

observó —con excepción de la contracción de 2009— desde mediados de la década pasada hasta<br />

2013, <strong>en</strong> que <strong>el</strong> trabajo asalariado fue <strong>el</strong> eje de la creación de empleos <strong>en</strong> la región. No obstante, <strong>en</strong><br />

2015 (3,0%) y 2016 (1,9%), los empleos por cu<strong>en</strong>ta propia tuvieron un comportami<strong>en</strong>to contracíclico.<br />

Dado que la fase contractiva d<strong>el</strong> ciclo económico se ac<strong>en</strong>tuó, los empleos por cu<strong>en</strong>ta propia se<br />

habrían convertido <strong>en</strong> una alternativa de g<strong>en</strong>eración de ingresos para muchos asalariados que<br />

habrían perdido sus trabajos o para nuevos trabajadores —reflejados <strong>en</strong> <strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la tasa de<br />

participación— que int<strong>en</strong>tarían, a través d<strong>el</strong> autoempleo, comp<strong>en</strong>sar las pérdidas de ingresos de<br />

sus hogares. En ese s<strong>en</strong>tido, lo que sugeriría <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to de los trabajadores por cu<strong>en</strong>ta propia<br />

es una t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia hacia la precarización d<strong>el</strong> empleo regional, dadas las condiciones de informalidad<br />

laboral inher<strong>en</strong>tes a esta actividad <strong>en</strong> <strong>el</strong> contexto de la fase contractiva d<strong>el</strong> ciclo económico. No<br />

obstante, <strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo por cu<strong>en</strong>ta propia <strong>en</strong> 2016 fue inferior al observado <strong>en</strong> 2015, lo<br />

que deja <strong>en</strong> evid<strong>en</strong>cia la m<strong>en</strong>or contribución d<strong>el</strong> empleo por cu<strong>en</strong>ta propia para at<strong>en</strong>uar <strong>el</strong> efecto<br />

d<strong>el</strong> aum<strong>en</strong>to de la tasa de desempleo.<br />

Un indicador asociado a la calidad d<strong>el</strong> empleo es <strong>el</strong> que mide <strong>el</strong> empleo registrado <strong>en</strong> diez<br />

países de la región y que da cu<strong>en</strong>ta de la formalización tanto de los nuevos ocupados como de<br />

los ocupados informales (véase <strong>el</strong> gráfico IV.16). Como se observa, <strong>en</strong> 2016 <strong>el</strong> empleo registrado


CEPAL<br />

experim<strong>en</strong>tó una variación negativa (Brasil y Uruguay) o t<strong>en</strong>dió a desac<strong>el</strong>erarse (Arg<strong>en</strong>tina, Chile,<br />

México y Perú). Solo <strong>en</strong> Costa Rica, El Salvador, Guatemala y Nicaragua se aprecia un crecimi<strong>en</strong>to<br />

mayor d<strong>el</strong> empleo registrado. En ese s<strong>en</strong>tido, se destaca que <strong>en</strong> 2016 <strong>el</strong> empleo registrado tuvo<br />

t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cias disímiles <strong>en</strong>tre subregiones: mi<strong>en</strong>tras creció <strong>en</strong> C<strong>en</strong>troamérica, disminuyó o se desac<strong>el</strong>eró<br />

<strong>en</strong> <strong>América</strong> d<strong>el</strong> Sur.<br />

• Gráfico IV.16<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (10 países): tasas de crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo registrado, 2013-2016<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

12<br />

10<br />

8<br />

6<br />

4<br />

2<br />

0<br />

-2<br />

-4<br />

-6<br />

Arg<strong>en</strong>tina<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Costa Rica<br />

El Salvador<br />

Guatemala<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Perú<br />

Uruguay<br />

2013 2014 2015 2016<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de información oficial de los países.<br />

Otro indicador complem<strong>en</strong>tario sobre la calidad d<strong>el</strong> empleo es <strong>el</strong> de la tasa de subempleo por<br />

horas (véase <strong>el</strong> gráfico IV.17), que <strong>en</strong> 2016 habría registrado una mejora <strong>en</strong> varios países de la región.<br />

La proporción de los ocupados que trabajan m<strong>en</strong>os horas que un mínimo establecido a niv<strong>el</strong> nacional<br />

(con grandes variaciones <strong>en</strong> los difer<strong>en</strong>tes países) y desean trabajar más horas registró una caída<br />

<strong>en</strong> 7 de los 11 países con información disponible (Brasil, Colombia, Costa Rica, Honduras, México,<br />

Panamá y Paraguay). Por <strong>el</strong> contrario, <strong>en</strong> Chile, <strong>el</strong> Perú, <strong>el</strong> Uruguay y particularm<strong>en</strong>te <strong>el</strong> Ecuador,<br />

la proporción de trabajadores que quisieron trabajar más horas pero no tuvieron la posibilidad de<br />

hacerlo aum<strong>en</strong>tó.<br />

Cuando se analiza la evolución d<strong>el</strong> empleo por rama de actividad <strong>en</strong> la región, se observa<br />

que <strong>en</strong> 2016 <strong>el</strong> m<strong>en</strong>or aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> comparación con 2015 estuvo r<strong>el</strong>acionado con<br />

modificaciones <strong>en</strong> la g<strong>en</strong>eración de empleo <strong>en</strong> los difer<strong>en</strong>tes sectores. Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> 2015 solo <strong>el</strong><br />

sector agropecuario registró una contracción d<strong>el</strong> empleo, <strong>en</strong> 2016 <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> d<strong>el</strong> empleo cayó, además,<br />

de manera muy marcada <strong>en</strong> la industria manufacturera y, con una tasa algo m<strong>en</strong>or, <strong>en</strong> <strong>el</strong> rubro de los<br />

servicios financieros, bi<strong>en</strong>es raíces y servicios a empresas. Al mismo tiempo, la capacidad g<strong>en</strong>eradora<br />

de empleo de la construcción, que <strong>en</strong> 2015 era todavía significativa a niv<strong>el</strong> regional, se redujo a un<br />

mínimo (véase <strong>el</strong> gráfico IV.18). Si bi<strong>en</strong> la agricultura ti<strong>en</strong>e una r<strong>el</strong>ación directa con la exportación<br />

de varios de los bi<strong>en</strong>es básicos que produce la región, la contracción de la industria manufacturera<br />

estaría vinculada con la m<strong>en</strong>or demanda interna y la disminución d<strong>el</strong> comercio intrarregional. Por<br />

su parte, los sectores de transporte, otros servicios y comercio nuevam<strong>en</strong>te experim<strong>en</strong>taron un<br />

aum<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> 2016, aunque a tasas más moderadas respecto de 2015, lo que exacerba<br />

la t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia regional hacia la conc<strong>en</strong>tración d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los sectores de servicios.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

• Gráfico IV.17<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (11 países): variación interanual de la tasa de subempleo por horas, 2016<br />

(En puntos porc<strong>en</strong>tuales)<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

-1<br />

-2<br />

-3<br />

-4<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Ecuador<br />

Honduras<br />

México<br />

Panamá<br />

Paraguay<br />

Perú<br />

Uruguay<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de información oficial de los países.<br />

• Gráfico IV.18<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (países s<strong>el</strong>eccionados a ): promedio ponderado de la variación<br />

interanual d<strong>el</strong> empleo por rama de actividad, 2015-2016<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

-1<br />

-2<br />

-3<br />

-4<br />

Agricultura<br />

Industria<br />

manufacturera<br />

Construcción<br />

Comercio<br />

Servicios<br />

financieros<br />

y a empresas<br />

Transporte<br />

Otros servicios<br />

Total<br />

2015 2016<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT), sobre<br />

la base de información oficial de los países.<br />

a<br />

Arg<strong>en</strong>tina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú y República<br />

Dominicana.<br />

Finalm<strong>en</strong>te, la caída d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> los sectores manufacturero y de servicios financieros y<br />

a empresas podría explicar la pérdida de puestos de trabajo formales, mi<strong>en</strong>tras que la evolución <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> sector terciario abona <strong>el</strong> argum<strong>en</strong>to de que posiblem<strong>en</strong>te haya un sesgo hacia la informalidad,<br />

considerando que <strong>en</strong> sectores como <strong>el</strong> comercio y otros servicios <strong>el</strong> compon<strong>en</strong>te informal d<strong>el</strong><br />

empleo es importante.


CEPAL<br />

Otra variable donde se pued<strong>en</strong> apreciar los efectos de la continuidad de la fase contractiva<br />

d<strong>el</strong> ciclo económico y su impacto <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral es la evolución de los salarios reales (véase<br />

<strong>el</strong> gráfico IV.19). A difer<strong>en</strong>cia de 2015, cuando <strong>el</strong> Brasil y, <strong>en</strong> m<strong>en</strong>or medida, <strong>el</strong> Perú experim<strong>en</strong>taron<br />

contracciones d<strong>el</strong> salario real, <strong>en</strong> 2016 cuatro países (Brasil, Colombia, Guatemala y Paraguay)<br />

registraron caídas. Por otra parte, los salarios reales de siete países de la región tuvieron <strong>en</strong> 2016<br />

ajustes r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te inferiores a los observados <strong>en</strong> 2015. Las excepciones fueron <strong>el</strong> Perú, donde<br />

los salarios crecieron <strong>en</strong> 2016, y <strong>el</strong> Brasil, donde la contracción de los salarios reales fue m<strong>en</strong>or que<br />

la observada <strong>en</strong> 2015. Esto refleja la incid<strong>en</strong>cia d<strong>el</strong> ajuste <strong>en</strong> <strong>el</strong> mercado laboral, tanto a niv<strong>el</strong> d<strong>el</strong><br />

empleo como de los ingresos.<br />

Al igual que <strong>en</strong> 2015, <strong>en</strong> 2016 <strong>el</strong> desempeño de los salarios reales a niv<strong>el</strong> de subregiones<br />

es diverso. Mi<strong>en</strong>tras que <strong>en</strong> los países sudamericanos las contracciones y los crecimi<strong>en</strong>tos más<br />

moderados han sido mucho más g<strong>en</strong>eralizados, <strong>en</strong> C<strong>en</strong>troamérica y México los salarios reales se<br />

continúan b<strong>en</strong>eficiando de una inflación desc<strong>en</strong>d<strong>en</strong>te, que <strong>en</strong> bu<strong>en</strong>a medida está r<strong>el</strong>acionada con<br />

los m<strong>en</strong>ores precios de los combustibles.<br />

• Gráfico IV.19<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (10 países): variación d<strong>el</strong> salario medio real d<strong>el</strong> empleo registrado, 2014-2016<br />

(En porc<strong>en</strong>tajes)<br />

5<br />

4<br />

3<br />

2<br />

1<br />

0<br />

-1<br />

-2<br />

-3<br />

-4<br />

Brasil<br />

Chile<br />

Colombia<br />

Costa Rica<br />

Guatemala<br />

México<br />

Nicaragua<br />

Paraguay a<br />

Perú<br />

Uruguay<br />

2014 2015 2016<br />

Fu<strong>en</strong>te: Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL) y Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT),<br />

sobre la base de datos proced<strong>en</strong>tes de las instituciones de seguridad social (Costa Rica, Guatemala, México y Nicaragua),<br />

<strong>en</strong>cuestas de empresas (Chile, Colombia, Paraguay y Uruguay) y <strong>en</strong>cuestas de hogares (Brasil y Perú).<br />

a<br />

En 2015, variación interanual al mes de junio.<br />

e) Resum<strong>en</strong> y perspectivas<br />

En resum<strong>en</strong>, <strong>en</strong> 2016 la tasa de desempleo urbano regional alcanzó su máximo increm<strong>en</strong>to <strong>en</strong><br />

varias décadas, producto de la continuidad d<strong>el</strong> contexto de precios r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te inferiores a<br />

los observados la década pasada, de las características específicas de la evolución de algunas<br />

economías y de la mayor incertidumbre internacional, factores que g<strong>en</strong>eraron una contracción de<br />

la economía, la correspondi<strong>en</strong>te debilidad de la demanda de empleo y una participación laboral<br />

de comportami<strong>en</strong>to contracíclico. No obstante, <strong>el</strong> niv<strong>el</strong> de la tasa de desempleo urbano regional<br />

es m<strong>en</strong>or que <strong>el</strong> registrado a finales de la década de 1990 e inicios de la década de 2000. En ese<br />

s<strong>en</strong>tido, la fase expansiva d<strong>el</strong> ciclo económico ligada a los productos básicos permitió importantes


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

mejoras <strong>en</strong> la tasa de desempleo regional que, <strong>en</strong> <strong>el</strong> actual contexto, se estarían revirti<strong>en</strong>do, aunque<br />

todavía no a los niv<strong>el</strong>es previos a la reci<strong>en</strong>te fase expansiva d<strong>el</strong> ciclo económico.<br />

La profundización de la fase contractiva d<strong>el</strong> ciclo económico tuvo varias consecu<strong>en</strong>cias.<br />

Por una parte, implicó un aum<strong>en</strong>to de las tasas de desempleo de los hombres y, <strong>en</strong> promedio, aún<br />

más de las de las mujeres, precarizando sus condiciones laborales. Por otra parte, por tercer año<br />

consecutivo, cayó la tasa de ocupación, lo que se explica sobre todo por la debilidad de la g<strong>en</strong>eración<br />

de empleo asalariado, que había sido la categoría ocupacional que g<strong>en</strong>eró <strong>el</strong> grueso de los empleos<br />

durante <strong>el</strong> pasado período de crecimi<strong>en</strong>to económico. Esta disminución se vio comp<strong>en</strong>sada por la<br />

g<strong>en</strong>eración de empleo por cu<strong>en</strong>ta propia, que <strong>en</strong> la fase contractiva d<strong>el</strong> ciclo económico pres<strong>en</strong>ta<br />

características de mayor informalidad. La mayor t<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia a la informalidad también se observó <strong>en</strong><br />

<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to y mayor conc<strong>en</strong>tración d<strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> ramas de actividad de condiciones laborales<br />

r<strong>el</strong>ativam<strong>en</strong>te más precarias.<br />

En ese s<strong>en</strong>tido, los ajustes <strong>en</strong> la cantidad, composición y calidad d<strong>el</strong> empleo regional <strong>en</strong><br />

2016 también implicaron condiciones de ingreso más precarias. En efecto, los salarios medios reales<br />

cayeron o aum<strong>en</strong>taron m<strong>en</strong>os que <strong>en</strong> 2015 y los ajustes abarcaron a más países. El desempeño de<br />

los salarios reales a niv<strong>el</strong> regional, junto con la pérdida y precarización de empleos, son factores<br />

que incidieron <strong>en</strong> las condiciones de pobreza de los hogares <strong>en</strong> 2016.<br />

Lo ocurrido <strong>en</strong> 2016 ha implicado la continuidad d<strong>el</strong> deterioro de las condiciones laborales<br />

de varios países de la región. Como se com<strong>en</strong>tó <strong>en</strong> este informe, la situación internacional ha<br />

increm<strong>en</strong>tado <strong>el</strong> clima de incertidumbre sobre lo que ocurrirá a niv<strong>el</strong> de las r<strong>el</strong>aciones políticas,<br />

económicas y comerciales. Por <strong>en</strong>de, se espera que <strong>en</strong> los sigui<strong>en</strong>tes años <strong>el</strong> producto regional no<br />

se recupere con la fuerza que se observó tras la crisis de 2009. En consecu<strong>en</strong>cia, es muy probable<br />

que se mant<strong>en</strong>gan las condiciones de debilidad d<strong>el</strong> mercado laboral, particularm<strong>en</strong>te <strong>en</strong> lo que se<br />

refiere a la creación de nuevos empleos y a las características de los empleos exist<strong>en</strong>tes y futuros.<br />

Asimismo, es muy factible que <strong>en</strong> <strong>el</strong> corto plazo <strong>el</strong> mercado laboral regional siga respondi<strong>en</strong>do a<br />

un <strong>en</strong>torno económico m<strong>en</strong>os dinámico, que se estima implicaría un crecimi<strong>en</strong>to d<strong>el</strong> PIB regional<br />

d<strong>el</strong> 1,1% <strong>en</strong> <strong>2017</strong> y una tasa de desempleo de alrededor d<strong>el</strong> 9,2%.


CEPAL<br />

Bibliografía<br />

Parte A<br />

Addati, Laura, Naomi Cassirer y Katherine Gilchrist (2014), Maternity and Paternity at Work. Law and Practice<br />

around the World, Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

Bassi, Marina y otros (2012), Desconectados. Habilidades, educación y empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Washington,<br />

D.C., Banco Interamericano de Desarrollo (BID).<br />

Betcherman, Gordon (2014), “Labor market regulations. What do we know about their impacts in dev<strong>el</strong>oping<br />

countries?”, World Bank Policy Research Paper, Nº 6819, Washington, D.C., Banco Mundial.<br />

Biavaschi, Constanza y otros (2012), “Youth unemploym<strong>en</strong>t and vocational training”, IZA Discussion Paper Series,<br />

Nº 6890.<br />

Cazes, Sandrine y Sher Verick (2013), The Labour Markets of Emerging Economies: Has Growth Translated into<br />

More and Better Jobs?, Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT)/Palgrave-Macmillan.<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2014b), Pactos para la igualdad: hacia un futuro<br />

sost<strong>en</strong>ible (LC/G.2586(SES.35/3), Santiago de Chile.<br />

____(2010a), Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2009-2010. Impacto distributivo de las políticas<br />

públicas (LC/G.2458-P), Santiago de Chile. Publicación de las Naciones Unidas, Nº de v<strong>en</strong>ta: S.10.II.G.3.<br />

CEPAL/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo)<br />

(2014), “Los programas de transfer<strong>en</strong>cias condicionadas y <strong>el</strong> mercado laboral”, Coyuntura Laboral <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, N° 10 (LC/L.3815), Santiago de Chile, mayo.<br />

Eichhorst, Werner, Micha<strong>el</strong> Feil y Christoph Braun (2008), “What Have We Learned? Assessing Labor Market<br />

Institutions and Indicators”, IZA Discussion Paper Series, Nº 3470.<br />

Ho<strong>el</strong>ler, P. y otros (2012), “Less income inequality and more growth. Are they compatible? Part 1. Mapping<br />

income inequality across the OECD”, OECD Economics Departm<strong>en</strong>t Working Papers, Nº 924, París,<br />

OECD Publishing.<br />

Infante, Ricardo (ed.) (2011a), “El desarrollo inclusivo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>. Ensayos sobre políticas<br />

de converg<strong>en</strong>cia productiva para la igualdad”, Libros de la CEPAL, N° 112 (LC/G.2500-P), Santiago<br />

de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL). Publicación de las Naciones<br />

Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.11.II.G.56.<br />

Jacinto, Claudia (coord.) (2013), Incluir a los jóv<strong>en</strong>es. Retos para la educación terciaria técnica <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong>, París, Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ci<strong>en</strong>cia y la Cultura (UNESCO)/<br />

Instituto Internacional de Planeami<strong>en</strong>to de la Educación (IIPE).<br />

Kluve, Joch<strong>en</strong> y Sebastian Schmitz (2014), “Social norms and mothers’ labor market attachm<strong>en</strong>t: the mediumrun<br />

effects of par<strong>en</strong>tal b<strong>en</strong>efits”, IZA Discussion Paper Series, Nº 8115.<br />

Lindert, P. (2003), “Why the w<strong>el</strong>fare state looks like a free lunch”, Working Papers, Nº 27, University of California,<br />

Davis, Departm<strong>en</strong>t of Economics.<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2014), Experi<strong>en</strong>cias reci<strong>en</strong>tes de formalización <strong>en</strong> países de<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Lima.<br />

OIT/IIEL (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo/Instituto Internacional de Estudios Laborales) (2008), Informe<br />

sobre <strong>el</strong> trabajo <strong>en</strong> <strong>el</strong> mundo 2008. Desigualdades de r<strong>en</strong>ta <strong>en</strong> la era de la finanza global, Ginebra.<br />

Ostry, Jonathan, Andrew Berg y Charalambos Tsangarides (2014), “Redistribution, inequality, and growth”, IMF<br />

Staff Discussion Notes, Nº 14/02, Washington, D.C. Fondo Monetario Internacional, febrero.<br />

Poggi, Margarita (2014), La educación <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: logros y desafíos p<strong>en</strong>di<strong>en</strong>tes, Bu<strong>en</strong>os Aires, Fundación


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Santillana.<br />

V<strong>el</strong>ásquez Pinto, Mario (2014), “Una revisión de la protección ante <strong>el</strong> desempleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, serie<br />

Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL), <strong>en</strong> pr<strong>en</strong>sa.<br />

W<strong>el</strong>ler, Jürg<strong>en</strong> (2009), “El fom<strong>en</strong>to de la inserción laboral de grupos vulnerables. Consideraciones a partir de<br />

cinco estudios de caso nacionales”, Docum<strong>en</strong>tos de Proyecto, Nº 306 (LC/W.306), Santiago de Chile,<br />

Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Parte B<br />

Betcherman, G., K. Olivas y A. Dar (2004), “Impacts of active labor market programs: new evid<strong>en</strong>ce from<br />

evaluations with particular att<strong>en</strong>tion to dev<strong>el</strong>oping and transition countries”, Social Protection Discussion<br />

Paper Series, Nº 0402 [<strong>en</strong> línea] http://siteresources.worldbank.org/SOCIALPROTECTION/Resources/<br />

SP-Discussion-papers/Labor-Market-DP/0402.pdf.<br />

Blofi<strong>el</strong>d, M. (2012), Care, Work and Class: Domestic Workers’ Struggle for Equal Rights in Latin America,<br />

Philad<strong>el</strong>phia, P<strong>en</strong>n State University Press.<br />

BPS (Banco de Previsión Social) (2015), “Monotributo Social Mides (MSM)” [<strong>en</strong> línea] http://www.bps.gub.uy/<br />

innovaportal/file/4661/3/monotributo_social_mides_-_informacion_g<strong>en</strong>eral_<strong>en</strong>ero_2015.pdf.<br />

Bruning, G. y J. Plant<strong>en</strong>ga (1999), “Par<strong>en</strong>tal leave and equal opportunities: experi<strong>en</strong>ces in eight European<br />

countries”, Journal of European Social Policy, vol. 3, Nº 9.<br />

Buch<strong>el</strong>i, M. (<strong>2006</strong>), “Las políticas activas de mercado de trabajo: un panorama internacional de experi<strong>en</strong>cias<br />

y evaluaciones”, serie Estudios y Perspectivas, N° 2 (LC/L.2260-P), Montevideo, Oficina de la CEPAL<br />

<strong>en</strong> Montevideo.<br />

Carneiro, P., E. Galasso y R. Ginja (2009), “El impacto de proveer apoyo psico-social a familias <strong>en</strong> extrema<br />

pobreza y aum<strong>en</strong>tar su acceso a servicios sociales: evaluando Chile Solidario”, Docum<strong>en</strong>to, Nº 4, Taller<br />

de Evaluación Chile Solidario, Santiago de Chile.<br />

Cecchini, S. y A. Madariaga (2011), Programas de transfer<strong>en</strong>cias condicionadas. Balance de la experi<strong>en</strong>cia<br />

reci<strong>en</strong>te <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Cuadernos de la CEPAL, Nº 95 (LC/G.2497-P), Santiago de Chile,<br />

Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2013a), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>,<br />

2013 (LC/G.2580), Santiago de Chile. Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.14.II.G.6.<br />

____(2013b), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2012 (LC/G.2557-P), Santiago de Chile. Publicación de las<br />

Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.13.II.G.6.<br />

____(2012a), Eslabones de la desigualdad. Heterog<strong>en</strong>eidad estructural, empleo y protección social (LC/G.2539),<br />

Santiago de Chile.<br />

____(2012b), Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, 2011 (LC/G.2514-P), Santiago de Chile. Publicación de las<br />

Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.12.II.G.6.<br />

____(2010b), ¿Qué Estado para qué igualdad? (LC/G.2450(CRM.11/3)), Santiago de Chile, junio.<br />

____(2008), El aporte de las mujeres a la igualdad <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (LC/L.2738(CRM.10/3)),<br />

Santiago de Chile.<br />

CEPAL/UNICEF (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Fondo de las Naciones Unidas para<br />

la Infancia) (2011), “Cuidado infantil y lic<strong>en</strong>cias par<strong>en</strong>tales”, Boletín Desafíos, Nº 12, Santiago de Chile.<br />

Contreras, D., O. Larrañaga y J. Ruiz-Tagle (2009), Evaluación de impacto de Chile Solidario para la primera


CEPAL<br />

cohorte de participantes, Santiago de Chile, Programa de las Naciones Unidas para <strong>el</strong> Desarrollo (PNUD).<br />

Cruces, G., N. Ep<strong>el</strong>e y L. Guardia (2008), “Los programas sociales y los objetivos de desarrollo d<strong>el</strong> Mil<strong>en</strong>io <strong>en</strong><br />

Arg<strong>en</strong>tina”, serie Políticas Sociales, Nº 142 (LC/L.2889-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Drew, E. (2005), Par<strong>en</strong>tal Leave in Council of Europe Member States, Estrasburgo, Consejo Europeo.<br />

Dussaillant, F. y P. González (2011), “Pro-familia y pro-empleo: propuestas para un postnatal win-win” [<strong>en</strong> línea]<br />

http://www.cepchile.cl/dms/lang_1/doc_4810.html#.Ub4H5_lg9Rc.<br />

El Mercurio (2011), “Familias de b<strong>en</strong>eficiarios d<strong>el</strong> BDH ti<strong>en</strong>e derecho a cobro por seguro de vida”, 1 de junio<br />

[<strong>en</strong> línea] http://www.<strong>el</strong>mercurio.com.ec/282716-familias-de-b<strong>en</strong>eficiarios-d<strong>el</strong>-bdh-ti<strong>en</strong>e-derecho-acobro-por-seguro-de-vida/#.VTf_pyFVikp.<br />

Espejo, A., F. Filgueira y N. Rico (2010), “Familias latinoamericanas: organización d<strong>el</strong> trabajo no remunerado<br />

y de cuidado”, Docum<strong>en</strong>tos de Proyecto, Nº 354 (LC/W.354), Santiago de Chile, Comisión Económica<br />

para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Faigu<strong>en</strong>baum, S. y F. Soto-Baquero (2013), Pobreza rural y políticas públicas <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>,<br />

Santiago de Chile, Organización de las Naciones Unidas para la Alim<strong>en</strong>tación y la Agricultura (FAO).<br />

FAO/CEPAL/OIT (Organización de las Naciones Unidas para la Alim<strong>en</strong>tación y la Agricultura/ Comisión Económica<br />

para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2012), Políticas de mercado<br />

de trabajo y pobreza rural <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, Fernando Soto Baquero y Emilio Klein (coords.), Roma.<br />

Filgueira, F. y D. Hernández (2012), “Sistemas de protección social <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: Uruguay”,<br />

Docum<strong>en</strong>tos de Proyecto, Nº 514 (LC/W. 514), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Galasso, E. y P. Carneiro (2008), “Lessons from the evaluations of Chile Solidario”, inédito.<br />

Ghosheh, G. (2013), Working Conditions Laws Report 2012: A Global Review, Ginebra, Organización Internacional<br />

d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

González de la Rocha, M. (2008), “Programas de transfer<strong>en</strong>cias condicionadas. Suger<strong>en</strong>cias para mejorar<br />

su operación e impacto”, Futuro de las familias y desafíos para las políticas, I. Arriagada (ed.), serie<br />

Seminarios y Confer<strong>en</strong>cias, Nº 52 (LC/L.2888-P). Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Gregol de Farias, T. (2014), “Estudio de caso sobre la inserción productiva y laboral de los b<strong>en</strong>eficiarios de los<br />

programas de transfer<strong>en</strong>cias condicionadas <strong>en</strong> Brasil”, docum<strong>en</strong>to pres<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> <strong>el</strong> Seminario Regional<br />

“Articulación <strong>en</strong>tre transfer<strong>en</strong>cias monetarias e interv<strong>en</strong>ciones para la inclusión social y productiva:<br />

estrategias difer<strong>en</strong>ciadas <strong>en</strong> las áreas rurales y <strong>en</strong> las áreas urbanas”, La Antigua, 8 y 9 de julio, Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL)/EUROSOCIAL.<br />

Jalan, J. y M. Ravallion (1999), “Income gains to the poor from workfare: estimates for Arg<strong>en</strong>tina´s<br />

Trabajar Program”, Policy Research Working Paper, Nº 2149, Banco Mundial.<br />

Lavigne, M. (2013a), “Sistemas de protección social <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: Paraguay”, Docum<strong>en</strong>tos de<br />

Proyecto, Nº 507 (LC/W.507), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL).<br />

(2013b), “Sistemas de protección social <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: Perú”, Docum<strong>en</strong>tos de Proyecto,<br />

Nº 522 (LC/W.522), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Lavigne, Mil<strong>en</strong>a y Luis Hernán Vargas (2013), “Sistemas de protección social <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>:<br />

Jamaica”, Docum<strong>en</strong>tos de Proyecto, Nº 533 (LC/W.533), Santiago de Chile, Comisión Económica para<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Levy, Santiago (2011), “¿Universalización de la salud o de la seguridad social?”, Gaceta Médica de México,<br />

Washington, D.C., Banco Interamericano de Desarrollo (BID).<br />

MDA (Ministerio de Desarrollo Agrario d<strong>el</strong> Brasil) (2004), “Política Nacional de Assistência Técnica e Ext<strong>en</strong>são


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Rural” [<strong>en</strong> línea] http://www.mda.gov.br/sitemda/sites/sitemda/files/user_arquivos_64/Pnater.pdf.<br />

MDS (Ministerio de Desarrollo Social d<strong>el</strong> Brasil) (2013), “Programa Nacional de Promoção do Acesso<br />

ao Mundo do Trabalho – Acessuas Trabalho” [<strong>en</strong> línea] http://www.mds.gov.br/assist<strong>en</strong>ciasocial/<br />

protecaobasica/1apres<strong>en</strong>tacao-acessuas-atualizado-2013.pdf/download.<br />

MIES (Ministerio de Inclusión Económica y Social d<strong>el</strong> Ecuador) (2013), “MIES mejorará <strong>el</strong> servicio exequial a<br />

b<strong>en</strong>eficiarios d<strong>el</strong> bono”, 12 de marzo [<strong>en</strong> línea] http://www.inclusion.gob.ec/mies-mejorara-<strong>el</strong>-servicioexequial-a-b<strong>en</strong>eficiarios-d<strong>el</strong>-bono/.<br />

MTE (Ministerio d<strong>el</strong> Trabajo y <strong>Empleo</strong> d<strong>el</strong> Brasil) (2013), “MTE e MDS firmam parceria para at<strong>en</strong>der b<strong>en</strong>eficiários<br />

do Brasil Sem Miséria nos postos do Sine”, 13 de marzo [<strong>en</strong> línea] http://portal.mte.gov.br/impr<strong>en</strong>sa/<br />

mte-e-mds-firmam-parceria-para-at<strong>en</strong>der-b<strong>en</strong>eficiarios-do-brasil-sem-miseria-nos-postos-do-sine.htm.<br />

MTSS (Ministerio de Trabajo y Seguridad Social d<strong>el</strong> Uruguay) (2013), “Régim<strong>en</strong> de horario de trabajo” [<strong>en</strong> línea]<br />

http://www.mtss.gub.uy/web/mtss/horario-de-trabajo.<br />

OEA/CEPAL/OIT (Organización de los Estados Americanos/Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2011), “Protección social y g<strong>en</strong>eración de empleo: análisis<br />

de experi<strong>en</strong>cias derivadas de programas de transfer<strong>en</strong>cias con corresponsabilidad”, Docum<strong>en</strong>tos de<br />

Proyecto, Nº 398 (LC/W.398), Santiago de Chile.<br />

OCDE (Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos) (2012), “PF2.1: Key characteristics of par<strong>en</strong>tal<br />

leave systems” [<strong>en</strong> línea] http://www.oecd.org/<strong>el</strong>s/family/41927983.pdf.<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2014a), World Social Protection Report. Building economic<br />

recovery, inclusive dev<strong>el</strong>opm<strong>en</strong>t and social justice, 2014/15, Ginebra.<br />

____(2014b), “Monotributo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Los casos de Arg<strong>en</strong>tina, Brasil y Uruguay”, Programa de Promoción<br />

de la Formalización <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> [<strong>en</strong> línea] http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---americas/-<br />

--ro-lima/docum<strong>en</strong>ts/publication/wcms_357452.pdf.<br />

____(2010a), La maternidad <strong>en</strong> <strong>el</strong> trabajo: exam<strong>en</strong> de la legislación nacional. Resultados de la Base de datos<br />

de la OIT sobre las leyes r<strong>el</strong>acionadas a las condiciones de trabajo y d<strong>el</strong> empleo, Ginebra.<br />

____(2010b), World Social Security Report 2010/11. Providing Coverage in Times of Crisis and Beyond, Ginebra.<br />

____(2009), “Negociación colectiva: la negociación para la justicia social”, Departam<strong>en</strong>to de R<strong>el</strong>aciones Laborales<br />

y de <strong>Empleo</strong> (DIALOGUE), Reunión tripartita de alto niv<strong>el</strong> sobre la negociación colectiva, Ginebra.<br />

____(2003), “Políticas activas de mercado de trabajo” (GB.288/ESP/2) [<strong>en</strong> línea] http://<br />

www.ilo.org/public/spanish/standards/r<strong>el</strong>m/gb/docs/gb288/pdf/esp-2.pdf.<br />

OIT/PNUD (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo/Programa de las Naciones Unidas para <strong>el</strong> Desarrollo) (2009),<br />

Trabajo y familia: hacia nuevas formas de conciliación con corresponsabilidad social, Lima.<br />

OMS (Organización Mundial de la Salud) (2010), “La marcha d<strong>el</strong> Brasil hacia la cobertura universal”, Boletín<br />

de la Organización Mundial de la Salud, vol. 88, septiembre [<strong>en</strong> línea] http://www.who.int/bulletin/<br />

volumes/88/9/10-020910/es/.<br />

Pautassi, Laura y María Nieves Rico (2011), “Lic<strong>en</strong>cias para <strong>el</strong> cuidado infantil. Derecho de hijos, padres y<br />

madres”, Boletín Desafíos, Nº 12, Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL)/Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), julio.<br />

Perticará, M. (2007), Análisis cuantitativo de impacto d<strong>el</strong> sistema Chile Solidario, Santiago de Chile, Ministerio<br />

de Planificación y Cooperación (MIDEPLAN).<br />

Petterini, F.C. (2010), “Uma avaliação de impacto e retorno econômico do plano setorial de qualificação<br />

(PlanSeq)” [<strong>en</strong> línea] http://www.ipece.ce.gov.br/economia-do-ceara-em-debate/vii-<strong>en</strong>contro/artigos/<br />

uma_avaliacao_de_impacto_e_retorno_economico_ do_plano_setorial_de_qualificacao_planseq.pdf.<br />

Ravallion, M. y otros (2001), “Do workfare participants recover quickly from retr<strong>en</strong>chm<strong>en</strong>t?”, Policy Research<br />

Working Paper, Nº 2672, Banco Mundial.


CEPAL<br />

Repetto, F. y F. Pot<strong>en</strong>za Dal Masetto (2012), “Sistemas de protección social <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>:<br />

Arg<strong>en</strong>tina”, Docum<strong>en</strong>tos de Proyecto, Nº 508 (LC/W.508), Santiago de Chile, Comisión Económica para<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Rico, N. (2011), “Crisis d<strong>el</strong> cuidado y políticas públicas: <strong>el</strong> mom<strong>en</strong>to es ahora”, Las familias latinoamericanas<br />

interrogadas. Hacia la articulación d<strong>el</strong> diagnóstico, la legislación y las políticas, serie Seminarios y<br />

Confer<strong>en</strong>cias, Nº 61 (LC/L.3296-P), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Robles, C. (2011), “El sistema de protección social de Chile: una mirada desde la igualdad”, Docum<strong>en</strong>tos de<br />

Proyecto, Nº 428 (LC/W.428), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

(CEPAL).<br />

Robles, C. y V. Mirosevic (2013), “Sistemas de protección social <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: Brasil”,<br />

Docum<strong>en</strong>tos de Proyecto, Nº 532 (LC/W.532), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Rodríguez-Oreggia, E. y S. Freije-Rodríguez (2008), “Una evaluación de impacto sobre <strong>el</strong> empleo, los salarios y<br />

la movilidad ocupacional interg<strong>en</strong>eracional d<strong>el</strong> Programa Oportunidades”, A diez años de interv<strong>en</strong>ción.<br />

Evaluación externa d<strong>el</strong> Programa Oportunidades 2008 <strong>en</strong> zonas rurales (1997-2007), México, D.F.,<br />

Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL).<br />

Ross<strong>el</strong>, C. (2013), “Políticas para las familias <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>: panorama de políticas de reducción de<br />

pobreza y conciliación <strong>en</strong>tre trabajo-familia” [<strong>en</strong> línea] http://www.un.org/esa/socdev/family/docs/<br />

FAMILYPOLICIESINLATINAMERICA.pdf.<br />

Samaniego, J. (2002), “Las políticas de mercado de trabajo y su evaluación <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, serie<br />

Macroeconomía d<strong>el</strong> Desarrollo, Nº 19 (LC/L.1836- P/E), Santiago de Chile, Comisión Económica para<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Soares, S. y A. Leichs<strong>en</strong>ring (2010), “Precariedad laboral, volatilidad de ingresos y cobertura d<strong>el</strong> programa<br />

Bolsa Família”, Working Paper, Nº 12, Santiago de Chile, Organización de las Naciones Unidas para la<br />

Agricultura y la Alim<strong>en</strong>tación (FAO), Iniciativa <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>Caribe</strong> sin Hambre.<br />

Staab, S. (2012), “Análisis de la matriz de protección social a la infancia y la adolesc<strong>en</strong>cia <strong>en</strong> Chile. Informe<br />

final de consultoría. Proyecto CEPAL/UNICEF”, inédito.<br />

Tokman, V. (<strong>2006</strong>), “Inserción laboral, mercados de trabajo y protección social”, serie Financiami<strong>en</strong>to d<strong>el</strong><br />

Desarrollo, Nº 170 (LC/L.2507-P/E), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong><br />

<strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Val<strong>en</strong>cia Lom<strong>el</strong>í, E., D. Foust Rodríguez y D. Tetreault Weber (2013), “Sistemas de protección social <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: México”, Docum<strong>en</strong>tos de Proyecto, Nº 512 (LC/W.512), Santiago de Chile, Comisión<br />

Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Val<strong>en</strong>zu<strong>el</strong>a, M.E. y C. Moras (2009), Trabajo doméstico: un largo camino hacia <strong>el</strong> trabajo dec<strong>en</strong>te, Santiago de<br />

Chile, Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

Vargas, L.H. (2014), “Inclusión laboral y productiva de los b<strong>en</strong>eficiarios de Chile Solidario e Ingreso Ético<br />

familiar”, docum<strong>en</strong>to pres<strong>en</strong>tado <strong>en</strong> <strong>el</strong> Seminario Regional “Articulación <strong>en</strong>tre transfer<strong>en</strong>cias monetarias<br />

e interv<strong>en</strong>ciones para la inclusión social y productiva: estrategias difer<strong>en</strong>ciadas <strong>en</strong> las áreas rurales y<br />

<strong>en</strong> las áreas urbanas”, La Antigua, 8 y 9 de julio, CEPAL/EUROSOCIAL.<br />

V<strong>el</strong>ásquez Pinto, M. (2014), “Protección ante <strong>el</strong> desempleo: la experi<strong>en</strong>cia internacional”, docum<strong>en</strong>to pres<strong>en</strong>tado<br />

<strong>en</strong> <strong>el</strong> Seminario El Seguro de desempleo <strong>en</strong> México. ¿Un comi<strong>en</strong>zo tardío o un bu<strong>en</strong> principio?, México,<br />

D.F., 3 y 4 de abril.<br />

V<strong>en</strong>n, D. (2012), “Eligibility criteria for unemploym<strong>en</strong>t b<strong>en</strong>efits: quantitative indicators for OECD and EU Countries”,<br />

OECD Social, Employm<strong>en</strong>t and Migration Working Papers, Nº 131, París, OECD Publishing.<br />

W<strong>el</strong>ler, J. (2009), El nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral latinoamericano: regulación, protección y políticas activas <strong>en</strong> los<br />

mercados de trabajo, Bu<strong>en</strong>os Aires, Siglo XXI/Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Parte C<br />

Bosch, Mariano y Marco Manacorda (2010), “Minimum wages and earnings inequality in urban Mexico”, American<br />

Economic Journal of Applied Economics, vol. 2, Nº 4.<br />

Dick<strong>en</strong>s, Richard, Steph<strong>en</strong> Machin y Alan Manning (1999), “The effects of minimum wages on employm<strong>en</strong>t:<br />

theory and evid<strong>en</strong>ce from Britain”, Journal of Labor Economics, vol. 17, Nº 1.<br />

DiNardo, John, Nicole M. Fortin y Thomas Lemieux (1996), “Labor market institutions and the distribution of<br />

wages, 1973-1992: A semiparametric approach”, Econometrica, vol. 64, Nº 5.<br />

Eyraud, F. y C. Saget (2008), “The revival of minimum wage setting institutions”, In Def<strong>en</strong>ce of Labour Market<br />

Institutions: Cultivating Justice in the Dev<strong>el</strong>oping World, J. Berg y D. Kucera (eds.), Palgrave MacMillan.<br />

Fairris, David, Gurle<strong>en</strong> Popli y Eduardo Zepeda (<strong>2006</strong>), “Minimum wages and wage structure in Mexico”, Review<br />

of Social Economy, Nº 400, University Library of Munich.<br />

Kaplan, David S. y Francisco Pérez Arce Novaro (<strong>2006</strong>), “El efecto de los salarios mínimos <strong>en</strong> los ingresos<br />

laborales de México”, El Trimestre Económico, vol. LXXIII (1), Nº 289.<br />

Lemos, Sara (2004), “The effects of the minimum wage in the formal and informal sectors in Brazil”, Working<br />

Paper, Nº 04/8, Departm<strong>en</strong>t of Economics, University of Leicester.<br />

Maloney, William F. y Jairo Nunez M<strong>en</strong>dez (2003), “Measuring the impact of minimum wages: evid<strong>en</strong>ce from<br />

Latin America”, NBER Working Papers, Nº 9800, National Bureau of Economic Research.<br />

Manning, Alan (2003), Monopsony in Motion: Imperfect Competition in Labor Markets, Princeton, Princeton<br />

University Press.<br />

Marinakis, Andrés y Juan Jacobo V<strong>el</strong>asco (<strong>2006</strong>),¿Para qué sirve <strong>el</strong> salario mínimo?: <strong>el</strong>em<strong>en</strong>tos para su<br />

determinación <strong>en</strong> los países d<strong>el</strong> Cono Sur, Santiago de Chile, Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo (OIT).<br />

Maurizio, Roxana (2013), “El impacto distributivo d<strong>el</strong> salario mínimo <strong>en</strong> Arg<strong>en</strong>tina, Brasil, Chile y Uruguay”,<br />

Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL), inédito.<br />

Neri, M., G. Gonzaga y J. Camargo (2000), “Efeitos informais do salario mínimo e probeza”, Texto Para Discussão,<br />

Nº 724, Río de Janeiro, Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA).<br />

Souza, P.R. y P.E. Baltar (1979), “Salário Minimo e Taxa de Salários no Brasil”, Pesquisa e Planejam<strong>en</strong>to<br />

Economico, Río de Janeiro, Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA), diciembre.<br />

Parte D<br />

Aguiar, Mark y Gita Gopinath (2004), “Emerging market business cycles: the cycle is the tr<strong>en</strong>d”, NBER Working<br />

Paper, N° 10734.<br />

BPI (Banco de Pagos Internacionales) (2010), Annual Report 2009/10.<br />

Catão, Luis A. V. (2007), “Retrospectiva latinoamericana”, Finanzas y desarrollo, Fondo Monetario Internacional,<br />

diciembre.<br />

Cetrángolo, O., J.P. Jiménez y R. Ruiz d<strong>el</strong> Castillo (2009), “Rigideces fiscales <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>. Un estudio<br />

de experi<strong>en</strong>cias comparadas: principales conclusiones y desafíos”, Rigideces y espacios fiscales <strong>en</strong><br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, O. Cetrángolo y J.P. Jiménez (comps.), Docum<strong>en</strong>to de proyecto, N° 269 (LC/W.269),<br />

Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (2010), Balance pr<strong>el</strong>iminar de las economías<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2010 (LC/G.2480-P), Santiago de Chile. Publicación de las Naciones<br />

Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: Número de v<strong>en</strong>ta: S.11.II.G.2.<br />

____(2009), Balance pr<strong>el</strong>iminar de las economías de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2009 (LC/G.2424-P), Santiago<br />

de Chile. Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta:S.09.II.G.149.<br />

____(2008), Estudio económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2007-2008 (LC/G.2386-P/E), Santiago de Chile.


CEPAL<br />

Publicación de las Naciones Unidas, N° de v<strong>en</strong>ta: S.08.II.G.2.<br />

CEPAL/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2010),<br />

“Crisis, estabilización y reactivación: <strong>el</strong> desempeño d<strong>el</strong> mercado laboral <strong>en</strong> 2009”, Boletín CEPAL/OIT<br />

coyuntura laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, N° 3, Santiago de Chile, junio.<br />

Fan<strong>el</strong>li, José María y Juan Pablo Jiménez (2009), “Crisis, volatilidad y política fiscal <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”,<br />

Políticas macroeconómicas <strong>en</strong> tiempos de crisis: opciones y perspectivas, O. Kacef y J.P. Jiménez<br />

(comps.), Docum<strong>en</strong>to de proyecto, N° 275 (LC/W.275), Santiago de Chile, Comisión Económica para<br />

<strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Gómez Sabaini, J.C., J.P. Jiménez y A. Podestá (2010), “Tributación, evasión y equidad <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>”, Evasión y<br />

equidad <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, J.P. Jiménez, J.C. Gómez Sabaini y A. Podestá (comps.), docum<strong>en</strong>to de proyecto,<br />

N° 309 (LC/W.309), Santiago de Chile, Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL).<br />

Loayza, Norman y Viktoria V. Hnatkovska (2004), “Volatility and growth”, Policy Research Working Paper, N°<br />

3184, Washington, D.C., Banco Mundial.<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2010), Panorama laboral 2010. <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Lima,<br />

Oficina Regional de la OIT para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>.<br />

Perry, Guillermo (2002), “Can fiscal rules h<strong>el</strong>p reduce macroeconomic volatility in the Latin America and the<br />

Caribbean region?”, Policy Research Working Paper, N° 3080, Washington, D.C., Banco Mundial.<br />

Parte E<br />

CEPAL (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>) (<strong>2017</strong>), “Actividad económica de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong><br />

y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> se expandirá 1,1% <strong>en</strong> <strong>2017</strong>”, Comunicado de Pr<strong>en</strong>sa, 24 de abril [<strong>en</strong> línea] http://www.cepal.<br />

org/es/comunicados/actividad-economica-america-latina-caribe-se-expandira-11-<strong>2017</strong>.<br />

____(2016), Balance Pr<strong>el</strong>iminar de las Economías de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, 2016 (LC/G.2698-P), Santiago,<br />

diciembre.<br />

CEPAL/OIT (Comisión Económica para <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>/Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo)<br />

(2016a), “Mejoras reci<strong>en</strong>tes y brechas persist<strong>en</strong>tes <strong>en</strong> <strong>el</strong> empleo rural”, Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong><br />

<strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, N° 14 (LC/L.4141), Santiago, mayo.<br />

____(2016b), “Cad<strong>en</strong>as mundiales de suministro y empleo dec<strong>en</strong>te”, Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y<br />

<strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, N° 15 (LC/L.4242), Santiago, octubre.<br />

OIT (Organización Internacional d<strong>el</strong> Trabajo) (2016), Panorama Laboral 2016: <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>, Lima,<br />

diciembre.


<strong>Empleo</strong> <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong><br />

Docum<strong>en</strong>tos incluidos <strong>en</strong> esta compilación<br />

Los sigui<strong>en</strong>tes textos han sido reproducidos de manera parcial <strong>en</strong> este volum<strong>en</strong>. Si desea consultar<br />

o descargar los docum<strong>en</strong>tos completos, haga clic sobre los respectivos títulos.<br />

• Brechas y transformaciones: la evolución d<strong>el</strong> empleo agropecuario <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (CEPAL, 2016)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/40844/1/S1600704_es.pdf<br />

• Cambio estructural para la igualdad: una visión integrada d<strong>el</strong> desarrollo. Trigésimo cuarto período de<br />

sesiones de la CEPAL (CEPAL, 2012)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/3078/1/S2012062_es.pdf<br />

• Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: la inmigración laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (CEPAL, <strong>2017</strong>)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/41370/1/S1700342_es.pdf<br />

• Coyuntura Laboral <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong>: políticas contracíclicas para una recuperación<br />

sost<strong>en</strong>ida d<strong>el</strong> empleo (CEPAL, 2011)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/9797/1/boletincepaloit5.pdf<br />

• Eslabones de la desigualdad: heterog<strong>en</strong>eidad estructural, empleo y protección social (CEPAL, 2012)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/27973/1/S1200141_es.pdf<br />

• ¿Estudias o trabajas? El largo camino hacia la indep<strong>en</strong>d<strong>en</strong>cia económica de los jóv<strong>en</strong>es<br />

de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> (CEPAL, 2015)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/39486/1/S1501010_es.pdf<br />

• Estudio Económico de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> 2014: desafíos para la sost<strong>en</strong>ibilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to<br />

<strong>en</strong> un nuevo contexto externo (CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/36970/1/S1420392_es.pdf<br />

• Inestabilidad y desigualdad La vulnerabilidad d<strong>el</strong> crecimi<strong>en</strong>to <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> y <strong>el</strong> <strong>Caribe</strong> (CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37042/1/S201483_es.pdf<br />

• Instrum<strong>en</strong>tos de protección social: caminos latinoamericanos hacia la universalización (CEPAL, 2015)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/38821/1/S1500279_es.pdf<br />

• Juv<strong>en</strong>tud: realidades y retos para un desarrollo con igualdad (CEPAL, 2015)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/38978/4/S1500718_es.pdf<br />

• La política laboral a lo largo de las últimas décadas (artículo para libro CIMT / Colombia.V1, 16.9.2013)<br />

• Los jóv<strong>en</strong>es y <strong>el</strong> empleo <strong>en</strong> <strong>América</strong> <strong>Latina</strong>, desafíos y perspectivas ante <strong>el</strong> nuevo esc<strong>en</strong>ario laboral<br />

(CEPAL, <strong>2006</strong>)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/1902/S33134W448_es.pdf?sequ<strong>en</strong>ce=1<br />

• Pactos para la igualdad: hacia un futuro sost<strong>en</strong>ible (CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/36692/6/LCG2586SES353s_es.pdf<br />

• Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2012 (CEPAL, 2012)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/1247/1/S2012959_es.pdf<br />

• Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2011 (CEPAL, 2011)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/1241/1/S1100927_es.pdf<br />

• Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2015 (CEPAL, 2016)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/39965/4/S1600175_es.pdf<br />

• Panorama Social de <strong>América</strong> <strong>Latina</strong> 2014 (CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37626/6/S1420729_es.pdf<br />

• Revista CEPAL Nº 84 (CEPAL, 2004)<br />

http://repositorio.cepal.org/handle/11362/37489<br />

• Revista CEPAL Nº 114 (CEPAL, 2014)<br />

http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/37465/RVE114_es.pdf?sequ<strong>en</strong>ce=1&isAllowed=y


Páginas SELECTAS DE LA CEPAL

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!