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2 Diciembre 2017
OPINIÓN
Editorial : Buenas costumbres
Recientemente me ha llegado un documento
distribuido por una empresa que organiza
viajes de estudiantes al extranjero entre un
grupo de alumnos que han viajado por unos
días fuera de nuestro país. El documento lleva
por título “Recomendaciones de buenas
costumbres para Irlanda”. En muchas culturas
existen normas de comportamiento y de
relaciones sociales diferentes de las nuestras,
y es aconsejable conocer previamente
esas peculiaridades para no ofender a nadie
sin darnos cuenta. Incluso el simple saludo
puede comportar malentendidos en determinadas
circunstancias y según cómo lo efectuemos.
Pero Irlanda no es un país exótico
del Lejano Oriente. Sus costumbres, aun con
sus matices, no son sustancialmente distintas
a las nuestras... ¿o quizás sí?
Efectivamente, leyendo punto por punto todas
las recomendaciones, no hay ninguna
que no debiera aplicarse también aquí: “Saludad
al llegar a casa”, “decid buenos días
por la mañana y buenas noches al acostaros”,
“Sed amables”, “Ofreceros a poner y quitar
la mesa”, “hablad bajito”, “decid please y
thank you en todo momento”, “no ensuciéis
con restos de comida ni en casa ni por la calle”...
Es triste que haya que recordar estas
cosas para que nuestros hijos no ofrezcan
por el mundo una imagen más propia del
ganado ovino, pero puede que sea necesario
hacerlo. Seguramente, por otras experiencia
de la empresa organizadora, será necesario
recordarlo.
Entre todas estas recomendaciones, hay una
que me ha llamado especialmente la atención
y dice así: “Que a nadie se le ocurra apropiarse
de algo ajeno. Serías inmediatamente
deportado. Las leyes inglesas son mucho
más inflexibles que las españolas”. Esto sí es
diferente. De todos los puntos que he leído,
este es el único que no tiene que ver con la
elemental educación, sino con el marco jurídico
que cada país se ha dado. Un extranjero
que se encuentre de manera legal en España
ya puede robar lo que quiera que no se le
devuelve a su casa.
Esto último me sirve para hilar con uno de
los temas que llevamos en este número: el
robo de naranjas, uno de los grandes problemas
que tiene el agricultor de la Ribera. Un
agricultor que asiste indignado al continuo
expolio de sus campos sin que los que deben
poner en marcha soluciones realmente
efectivas (los políticos) hagan nada por conseguirlo.
Un conseller de Agricultura con
un mínimo de dignidad, se marcharía a su
casa si no fuera capaz en cuestión de pocos
meses de quitar a la Comunidad Valenciana
del primer puesto destacado en robos agrícolas
de toda España. El delegado del Gobierno,
le debería seguir el camino. Pero no,
siguen en su puesto como si nada ocurriera.
Y mientras, lo robos no solo no disminuyen
sino que aumentan. Es decir, cada vez somos
más líderes en este asunto. La Policía Nacional
hace algunos controles esporádicos. La
Guardia Civil se incauta de vez en cuando de
alguna partida. La Policía Local de Algemesí
ha sido la primera en poner en el aire un dron
para vigilar los campos. La Policía Local de
Alberic ha puesto en marcha un DNI agrícola
para intentar controlar la mercancía que se
mueve por los caminos. La Policía Local de
Alzira... está a otra cosa (no sabemos a cuál
porque a velar por que se cumplan las ordenanzas
municipales tampoco), ni siquiera la
han convocado a una reciente reunión entre
representantes del sector agrícola de Alzira
y fuerzas de seguridad para intentar llevar
a cabo fórmulas para detener los hurtos en
el término municipal, pero todo son parches
que no consiguen que el sector agrícola siga
perdiendo aire.
Pero quizás los agricultores también tienen
su parte de responsabilidad en todo este
asunto. Si se sabe dónde están los almacenes
sospechosos de comerciar con naranja
de la que no se asegura su procedencia, ¿por
qué no presionan para que se actúe contra
ellos?¿Por qué las organizaciones agrarias
no se movilizan?¿Por qué esto no pasaría en
Irlanda?
La Opinión de José M. Vila Ribes (Abogado)
PRESERVAR LA MURTA
El Parque Natural Municipal de la Murta, por su interés medioambiental, paisajístico y cultural se ha
convertido, en el transcurso del tiempo, en un espacio emblemático para todos los alzireños y para muchos
ciudadanos de la comarca de La Ribera.
Durante los últimos años, tal vez por una moda pasajera o quizá
(y esto sería lo más deseable) por un aumento de los amantes
de la naturaleza, se ha producido un crecimiento exponencial
de las visitas que recibe el Parque, en especial, los fines de semana.
Ascender a la cima de la Creu del Cardenal un domingo
por la mañana es, en muchas ocasiones, como acudir a un centro comercial el primer día
de rebajas. Desgraciadamente muchos de estos nuevos visitantes no son conscientes de
lo vulnerables que son este tipo de ecosistemas a la presión humana y, en consecuencia,
de la necesidad de respetar unas mínimas normas cívicas para su disfrute. No abandonar
basura ni desperdicios en el Parque o circular por las sendas marcadas para evitar daños
en la vegetación, son normas tan básicas que parece increíble que sean desconocidas para
muchos de los visitantes. Es necesaria una mayor concienciación por parte de todos los
usuarios de este espacio natural, y para ello es perentorio tomar medidas de información
y control.
Si no se quiere limitar el acceso al Parque Natural, es imprescindible que por parte
de las autoridades municipales se tomen medidas al respecto, creando los días de mayor
afluencia, un sistema de vigilancia para corregir en lo posible este tipo de actuaciones,
que pueden causar a medio plazo un grave deterioro. Si no se adoptan medidas, nuestro
querido Valle de la Murta podría acabar muriendo como consecuencia de su propio éxito.
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