Real Concepts Magazine DEC2017

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RENOVANDO LA MENTE
Percibiendo el Pecado
Por: Ruth Vasquez
La mujer se fijó en que el fruto del árbol si se podía comer, y que solo
de verlo se antojaba y daban ganas de alcanzar sabiduría. Arrancó
entonces uno de los frutos y comió. Luego le dio a su esposo, que
estaba allí con ella y también él comió.
Así como la serpiente (Satanás) engaño a Eva extraviando sus sentidos y
haciéndola cambiar su manera de pensar con respecto a una orden de Dios;
así mismo el diablo Satanás habla constantemente a nuestra mente con la
intención de que cambiemos nuestra manera de pensar con respecto a lo
que Dios ha establecido; y usa a personas, medios de comunicación, objetos
visuales y la imaginación de nuestro pensamiento.
Miremos como la serpiente engañó a Eva sutilmente y uso cada uno de sus
sentidos.
SENTIDO DE LA VISTA: Génesis 3:6 La mujer se fijó en que el fruto del árbol
si se podía comer y que de solo VERLO se antojaba. Nuestros ojos pueden
ser causantes de que pequemos.
SENTIDO DEL OIDO: Génesis 3:1 Un día la serpiente le dijo a la mujer:
“¿Así que Dios les dijo que no comieran de ningún árbol del Jardín? Eso es
mentira, no morirán”. Eva presto OIDO a lo que la serpiente susurraba a su
oído y se dejó convencer.
SENTIDO DEL GUSTO: Génesis 3:6 la mujer se fijó en que el fruto del árbol
si se podía comer, arranco uno de los frutos y COMIO. Debemos cuidar el
cuerpo que es el templo del Espíritu Santo aun lo que comemos nos puede
contaminar.
SENTIDO DEL OLFATO: Génesis 3:6 y que solo de verlo se ANTOJABA.
Muchas cosas que comemos nos seducen por su aroma, el olfato es un
sentido primordial para comer.
SENTIDO DEL TACTO: Génesis 3:6 ARRANCO entonces uno de los frutos y
comió luego le dio a su esposo.
Al nosotros ser engañados por la serpiente (Satanás), contaminados con sus
ofertas y sus pensamientos nos volvemos potenciales contaminantes para
otros, es como una cadena, como un virus.
Cuando nos encontremos con pensamientos que usaran nuestros sentidos
para llevarnos al pecado, inmediatamente debemos llevarlos cautivos a la
obediencia de Cristo. (2 Corintios 10:5)