26 - COLUMNA un argentino suelto en España Aquella noche la pasaba con una pequeñita a la que había podido convencer de que, ingresar en mi casa, si bien era sumamente peligroso, no era del todo trágico. De repente sonó el timbre: es increíblemente fácil encontrar en el mundo alguien que quiera jorobarle la vida a uno. Me decidí a abrir cuando el timbre dejó de ser timbre <strong>para</strong> ser una abrumadora melodía constante. No me interesaba quién era, pero estaba sumamente preocupado por la salud y el descanso de mi princesa. Era un amigo argentino y, lo primero que recordé, con cierto desconsuelo, fue el cambio de horario. -Boquita campeón, ¡Boquita campeón de América! -gritó mi amigo con desenfreno, sin soltar la botella de cerveza que cargaba. Boca había ganado en hora razonable en su continente, pero las 5 de la mañana en España no eran buenas horas <strong>para</strong> festejar. -¿Qué sucede? -se indignó mi querida andaluza, y yo temí por su ausencia la noche posterior. Eché a mi amigo, cerré la puerta y, con la poca didáctica que poseo, le expliqué la situación: -Ustedes tienen Repsol, el BBVA, el Santander, Zara, Telefónica... a nosotros sólo nos dejaron el fútbol. Durante muchos años viví con ese trauma, pero ¡ahora tenemos nuevo ejemplo argentino de exportación! Se trata de la sátira periodística. Comenzó hace años con la exportación de CQC a medio mundo, y se consagró en estos días, cuando <strong>los</strong> cequceses italianos se cargaron a medio gobierno. <strong>Hoy</strong> todos hablan de “el formato argentino” de programa satírico. ¡Bien, Argentina! Pero queda otra nostalgia: poco sirven las denuncias, sea el lugar del mundo que fuere, si de política se trata. El “operativo” fue astuto. Un periodista del programa Le Iene (Las Hienas, en Italia no utilizan CQC) se dispuso a hacer una encuesta a <strong>los</strong> diputados tanos. El cámara filmaba, la maquilladora arreglaba la carita de <strong>los</strong> entrevistados <strong>para</strong> que salieran bonitos y formales. Pero, en realidad, la maquilladora no era una maquilladora y la entrevista era un análisis sobre consumo de drogas en las últimas 36 horas. ¿Cómo? La señorita utilizaba un drug wipe, un a<strong>para</strong>tito pequeño que permite saber si la persona ha consumido drogas sólo con una gota de sudor o saliva. Resultado: uno de cada tres diputados italianos consume drogas. De <strong>los</strong> 22 fiesteritos, 4 habían esnifado coca y 18 fumado porros en las últimas horas. Obviamente, se prohibió la emisión del programa, aunque <strong>los</strong> periodistas habían anunciado que mantendrían en secreto el nombre de <strong>los</strong> diputados que habían dado positivo. Siempre lo mismo: denuncias, certezas, datos concretos, pero el circo sigue. Si hay algo seguro, es que <strong>los</strong> diputados italianos continuarán figurando entre <strong>los</strong> mejores pagos de la Comunidad Europea, con salarios de 15.000 euros mensuales fijos, más 3.000 euros <strong>para</strong> llamadas telefónicas y todos <strong>los</strong> pasajes gratuitos dentro de la botita mediterránea. Tanta indignación me produjo, que pensé, por un instante mínimo, en la necesidad de hacer controles antidoping en la política. Luego reaccioné: se acabaría la clase política. ¡Y qué decir de <strong>los</strong> empresarios! ¿Y quién nos diría lo que tenemos que Por Marcelo Moriconi marcemoriconi@hotmail.com Cuestiones de consumo hacer, lo que es legal y lo que no? Entonces comprendí que no hay que ser idiotas. Simplemente, a lo sumo, hay que legalizar el consumo de estupefacientes. ¿Por qué? Aquí, durante bastante tiempo me dediqué al periodismo económico, por lo que he pasado más de una noche en mitines políticos y empresariales. Desde presidentes nacionales a presidentes autonómicos, desde legisladores a magnates industriales, desde financieros a artistas de todo tipo, puedo asegurar que sólo en el 10% de <strong>los</strong> casos (exagerando) no vi a alguien con las pupilas dilatadas, no hubo uno que no me <strong>of</strong>reciera una liñita o un porro, no hubo alguien que, desenfrenado por la situación, se pasara medio gramo en el baño de caballeros. Tratándose de negocios que superan las siete cifras, he asistido a pocas presentaciones comerciales que no terminen con un grupo de comensales en un cabaré y jamás he visitado un meeting con apetencias noticiables en el que no abunde el alcohol. Otra cosa: podría asegurar que alrededor del 85% de <strong>los</strong> empresarios súper exitosos con <strong>los</strong> que he tratado tiene amante juvenil y conoce más de coca que Maradona. Que ya no nos sorprendan las tonterías. ¿Y será que uno, al no consumir, perece en el anonimato?
Guión y dibujos: Juan Chaves Tinta y color: Kiling