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El cristiano y el mundo<br />
CARLOS RODRÍGUEZ<br />
Yo soy, no tengáis miedo<br />
¿Quién no ha tenido miedo alguna vez? Ese<br />
miedo voraz que se hace sentir por un escalofrío<br />
que recorre el cuerpo desde la coronilla<br />
hasta la planta de los pies. Un miedo que<br />
te deja petrificado. Que luego avergüenza y<br />
te hace pensar en la poca cosa que tú eres.<br />
Los evangelios de Mateo, Marcos y Juan dan<br />
cuenta de un episodio tormentoso en el lago<br />
de Genesaret tras la maravillosa experiencia<br />
del milagro de la multiplicación de los panes<br />
y los peces. Los discípulos de Jesús llegaron<br />
al clímax del terror cuando en mitad de la<br />
noche vieron acercarse a su barca lo que<br />
pensaron era...¡un fantasma!<br />
El contexto de todos nuestros miedos<br />
Vivimos en un mundo inseguro. Nadie puede<br />
prometerse a sí mismo y mucho menos decretar<br />
para otro un mañana feliz mientras<br />
vivamos la presente existencia. Los discípulos<br />
de Jesús se embarcaron tan tranquilos en<br />
un bello atardecer después de haber pasado<br />
un día glorioso con el Señor en el que ellos<br />
mismos habían sido usados como instrumentos<br />
de su gracia cuando les sobrevino el susto<br />
de su vida. Como fue su caso, todos estamos<br />
expuestos a pasar de la seguridad más<br />
apacible y gozosa a la angustia sofocante y<br />
dolorosa en menos de un minuto. Un accidente<br />
inesperado, la noticia de una enfermedad<br />
terminal, la amenaza que nos extiende<br />
un cruel enemigo, quiebra económica...<br />
En fin, son incontables las circunstancias que<br />
pueden sobrevenirnos en cualquier momento<br />
y que darían un vuelco completo a nuestra<br />
vida.<br />
No obstante, no vivimos en un mundo ciego<br />
gobernado por el fatalismo. Dios está al mando.<br />
En la historia que nos ocupa fue el Señor<br />
mismo quien embarcó a sus discípulos y les<br />
ordenó cruzar el lago aquella noche. ¿Acaso<br />
nos sabía él a dónde los enviaba? ¿No se quedó<br />
allí solo y subió a la montaña a orar, sin<br />
duda por ellos? ¿No los vio luchar contra los<br />
elementos y acudió en su momento a socorrerles?<br />
Mientras pasamos por pruebas y tribulaciones<br />
no hemos de perder de vista, como<br />
cristianos, que todo lo que nos pasa aquí está<br />
preparado por Dios y trae bien a nuestras<br />
almas.<br />
El origen de todos nuestros miedos<br />
A pesar de la fe en la providencia divina, los<br />
cristianos no podemos negar que el miedo<br />
sigue resultando una experiencia real en<br />
nuestras vidas. Aquellos curtidos pescadores<br />
habituados a bregar con las olas del mar se<br />
iban a enfrentar a un terror desconocido.<br />
¿Quién ha visto jamás a un hombre caminar<br />
sobre las aguas en medio de una tormenta<br />
marítima y acercarse poco a poco al barco<br />
en que navega? Por supuesto ningún mortal<br />
posee tal capacidad por lo que no podía tratarse<br />
de otra cosa que de un...¡fantasma!<br />
Algún espíritu que viene a enfrentarse con<br />
ellos. ¿Y quién puede hacer frente a semejante<br />
enemigo? Así fue como aquellos hombres<br />
de poca fe cayeron en el mayor de los espantos.<br />
No hicieron más que reflejar la fragilidad<br />
de la naturaleza caída del hombre.<br />
En la Calle Recta<br />
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