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CMYK<br />

Huánuco, jueves 04<br />

de abril de 2019<br />

11<br />

Especial<br />

CMYK<br />

¡Abril, mes de las letras y del arte!<br />

(Antología)<br />

Víctor Raúl Osorio Alania (*)<br />

Aquel personaje acorazado / Baluarte claro de<br />

treinta alivias / Resueltamente bien enraizado<br />

/ Inmarcesible, amable y endiosado / Levadura<br />

de húmeros y tibias. Este acróstico-quinteto<br />

(ABAAB) describe mi afecto por, en y desde<br />

¡Abril, mes de las letras y del arte!<br />

Prístino jardín de la vida con tu inspiración me<br />

permites formular un quinteto de cuentos burilados<br />

en la UNHEVAL, en tanto, los bocetos corresponden<br />

a las estudiantes unhevalinas Ana Liz<br />

Anaya Daza, Helvira Mariano Pablo, Yoysy Thalia<br />

Córdova Cori y Deysi Huamán Advíncula.<br />

Vuela, vuela. Una gorrita celeste llegó volando a<br />

nuestro salón de clases, ¡oh!, se elevaba y bajaba<br />

como si fuera una mariposa, estaba ligera bamboleando<br />

de izquierda a derecha, ¡fantástico!, ágil<br />

saltaba de adelante hacia atrás.<br />

Yovanita y Carlitos quedaron paralizados mientras<br />

los otros niños imitaban a la gorra voladora y<br />

así se fueron hacia el campo lleno de flores y aire<br />

fresco.<br />

Esa gorrita de lana sonreía en ese día inolvidable,<br />

la estrella amarilla lo hacía entredientes.<br />

La tierna gorrita diría: Tengo sed, chicha para todos,<br />

ordenó con respeto a la mamita que atendía<br />

en el patio.<br />

¡Puntualito! Todos los días labora de forma incansable,<br />

también domina las semanas y los meses,<br />

las estaciones avanzan con su latido y respiración.<br />

Nunca envejece porque su función dinámica le<br />

otorga energía y seguridad.<br />

Cuando duerme la humanidad se mantiene más<br />

despierto que tucu (búho), no pestañea ni bosteza.<br />

¡Buen muchacho! Cuando los humanos laboran<br />

de día le consultan y responde preciso mientras<br />

camina.<br />

Todos confían sus vidas en él, por eso, le llaman<br />

gallito de metal, compañero fiel, puntual y responsable.<br />

Si deja de circular señalan que murió<br />

el maquinista y pronto llega un ágil joven para reemplazarlo,<br />

quien también ha de partir como su<br />

antecesor.<br />

Larguirucho. Antes que aprenda a escribir, tú ya<br />

existías, lo mismo dicen mis papitos y la gente de<br />

su promoción. Cada vez que cometo un error –que<br />

no lo hago adrede– inclinas tu cabecita rojita, es<br />

rojita de tanto frotar en el cuerpo plano. Me da<br />

pena cuando te reduces, lo mismo le pasa a todo<br />

anciano.<br />

Poderosas. A diario laboran en sentido opuesto,<br />

pero se complementan a la perfección. ¿Le parece<br />

inaudito? Si contratas a una tienes que hacerlo<br />

con las dos, esas damas ligeras ejercen poder sobre<br />

la tela, cartón, papel, incluso en yerba, paja, lata.<br />

Avanzan con su poderío, a veces, solo a veces, retornan<br />

exhaustas.<br />

¡Purcila Wayta! Cierta vez y en cierto lugar había<br />

nacido una niña. ¿Cuál es la novedad?, dirá usted,<br />

si cada segundo nace un chiquillo en el mundo.<br />

Vino del cosmos en los preparativos de una Navidad<br />

del siglo veintiuno, en el seno de un hogar humilde<br />

donde había riqueza espiritual. Esa luz humana,<br />

creación divina, bendición perfecta, generó<br />

una Navidad inolvidable.<br />

Las campanas tuvieron que doblegarse con su<br />

presencia y la inspiración llegó como el diáfano<br />

amanecer. El primer llanto causó alegría, el primer<br />

ropón fue un color vivo, el primer minuto fue para<br />

ella.<br />

Sus primos la rodearon y aseguraban que era la<br />

hermanita de Jesús; para sus tías, en especial para<br />

Killa, había llegado con la estrella de David; los<br />

abuelos maternos, gente mayor de cuarenta anuarios,<br />

cuidando los sombreros en el pecho y notando<br />

arriba la presencia del Supremo daban gracias<br />

por su hija y la primera nieta.<br />

Su nombre, original y fácil de memorizar, llega de<br />

la vena celestial-terrenal y de la realidad misma,<br />

empero nació y vive en la tierra iluminando a los<br />

suyos, en especial a Qoyllar, la dadora de vida.<br />

Pasaban los días y perduraba la emoción entre familiares<br />

y vecinos. Una expresión giraba: ¡Purcila<br />

Wayta!<br />

La llegada de este nuevo ser cambió la rutina. Pues<br />

en el ande peruano subsiste la creencia que si la<br />

hija encabeza el linaje familiar simboliza pirwa o<br />

abundancia.<br />

Qoyllar al dialogar con un visitante había corroborado<br />

un elemento más de la sabiduría popular:<br />

si amamantaba a su primogénita generaría un escudo<br />

protector en su salud y ella misma no tendría<br />

consecuencias como puérpera, tampoco sería víctima<br />

del temido cáncer a las mamas.<br />

El firmamento se puso celoso con aquella amistad<br />

y suspendió la plática con rayo, trueno, relámpago<br />

y chubasco. ¡Inoportuno! Cada quien tomó<br />

el camino donde deberían guarecerse. Ella y él<br />

habían aprendido a calentar la soledad con esperanza<br />

y consuelo.<br />

Viendo caer aquella granizada y nutriendo a la<br />

wawa pensaba en el acierto existencial. Mirando<br />

una esquina del cuarto solitario quedó sumida en<br />

un pensamiento vertiginoso.<br />

La vio asistiendo al jardín, llevando y recogiéndola.<br />

Abrazándola en sus quince años. Ahí estaba<br />

concluyendo todos los niveles de educación. Estudiando<br />

conoció la tierra y el espacio celestial. Se<br />

graduó de aviadora con la máxima especialización<br />

en astronomía, porque ella venía del infinito posible.<br />

Qoyllar investigaba y difundía los saberes<br />

de la cosmogonía andina, vivía con sus ancianos<br />

padres.<br />

Hermanos y hermanas, siete para mayores detalles,<br />

cuando tuvieron mayoría de edad alzaron<br />

vuelo como si fueran aves entrenadas. Killa, su<br />

hermana menor, en compañía de su amiga Tamya,<br />

hacía turismo por el mundo, en cumplimiento<br />

de la promesa universitaria. Una postal nueva<br />

exponía la visita realizada al centro de la tierra,<br />

donde ellas consumían tocosh, el plato más nutritivo<br />

y medicinal del universo.<br />

Como mamá seguía soltera y orientando a su retoño<br />

hecho mujer. No se arrepentía de nada. Gracias<br />

a ese amor había conocido el desamor, gracias<br />

a sus padres aprendió a ser padre y madre. Dama<br />

gloriosa. ¿Qué sabía del visitante? Supo que hasta<br />

el culmen de su existencia y cuando publicaba un<br />

libro, tras otro, cerraba su alocución mencionando<br />

una frase célebre: ¡Purcila Wayta! Quienes lo<br />

conocían tenían tres versiones convincentes:<br />

Uno. Tenía el nombre seleccionado para la segunda<br />

hija que nunca llegó.<br />

Dos. Era un homenaje a la tierra de dónde<br />

provenía, ciudad junto a las estrellas, próxima a la<br />

pachamama, allá donde tirita el corazón y la poesía<br />

resulta firme.<br />

Tres. Inspiración cogida cuando miraba la fisonomía<br />

de sus discípulas, hermanas y sobrinas.<br />

La abuela asomó por la puerta y llamó con dulzura<br />

hacia el interior del cuarto ubicado en el segundo<br />

nivel: Qoyllar y Purcila Wayta (Flor Rosada) despierten,<br />

el carro pueblerino sale en media hora,<br />

incluso el gallo despertó y tuvo que cantar con<br />

disimulo, ante el picoteo azaroso de sus gallinas.<br />

(*) “El Puchkador de la Nieve”

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