04.12.2019 Views

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más arriba. Luego te veía a ti con una camisa verde de lana llena de cuadros, que salías de la

casa y te parabas en la orilla del camino y que me decías que si siempre íbamos a ir a caminar

un poquito antes de que estuviera el desayuno. Y yo me iba contigo cañada arriba.

Luego me venía la idea a la cabeza de que allí era donde vivíamos nosotros, tú y yo, en mitad de

aquella tranquilidad, en medio de los pinos, y que la vida era hermosa, muy hermosa junto a ti.

Y que yo tenía allí un cuarto lleno de libros y que no nos acordábamos de cómo era posible que

a tanta gente le gustara vivir entre los ruidos y en las carreras y el vivo relajo de las ciudades.

Yo pensaba en eso día con día mientras estaba aquí tirado y sin ánimos. Pensaba en ti, en la

"buena camarada", y cuando volvía yo los ojos al lugar donde hay una fábrica de llantas

pensaba en cuánta gente estaba desperdiciando su vida, encerrada allí, durante gran parte del

día, cuando existían lugares donde se podía vivir sin temor ninguno. Eso pensaba.

Pero ahora que volví allá sentí todo tan natural, tan normal, tan compañeros a todos los

compañeros, y el jefe mismo (un señor alemán grandote) me tocó la frente para ver si todavía

tenía calentura; entonces, digo, ya no sabía yo que motivos me habían hecho correr en sueños

tan lejos, quizá lo deprimido que uno se siente al estar sin ánimos debido a la enfermedad. Sí,

eso fue. Pues ahora vuelvo a ver las calles de México, la gente, lo aturdidas que parecen estar las

cosas; se siente que es bonita esta ciudad, esta tierra tuya, y que si cansa a veces, a veces le da a

entender a uno que es una gran ciudad y que al que le entren ganas de salir de aquí, pronto,

en cualquier lugar donde esté, sentirá deseos de volver, a pesar de todo.

Así pues, no creas que tengo pensado volverme a enfermar. Y hasta ahora no existen motivos

para que me enoje con nadie en mi trabajo. Y procuraré que no existan. Ya te platiqué que en

otra ocasión que estoy trabajando por apagar mi rebeldía y por llegar a ser humilde. Pues sin

esa humildad yo no me merecería el cariño, el amoroso cariño tuyo.

Ojalá que los demás sigan pensando que somos un par de lucas tú y yo. Ojalá que crezca

nuestra locura, chachinita chula.

El retratero quedó de entregarme los retratos el sábado, pues fui con uno que por lo visto tiene

mucho quehacer. Los que tenía se enroscaron muy bonito con la lumbre del cerillo, ya que,

como te decía, parecía un sujeto de los que trabajan en el cine del mundo.

Por otro lado, yo sé hacer hot-cakes (aunque siempre se me queman), sé freir huevos y hacer

frijoles de la olla con cebollita y perejil, sé hacer tortas y sandwiches de todos los sabores y agua

de naranja o de jamaica y sé comerme todo eso y cualquier cosa, esté buena o mala, así que no

se preocupe mucho ella por aprender (cosas que ya sabe de sobra) y mejor distráigase un poco

y aproveche bien sus vacaciones y siga siendo como es, así de buena y de dulce como lo ha sido

siempre.

No deje de ir al cine, pues yo sé que es una de sus pocas distracciones. Y cuénteme cómo le fue

en el baile de la Treviño, que ojala no haya dejado de ir.

Por otra parte, yo he estado estos días dedicado a permanecer un poco atrás de la puerta debido

a lo que ya te conté, y no he hecho sino leer un poquito y querer escribir algo que no se ha

podido, y que si lo llego a escribir se llamará: "Una estrella junto a la luna".

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