RESTITUYENDO EL RESPETO – HOMENAJE A`LES CANDASES´Es sábado, diecinueve de setiembre. Apenas tresdías para que asome el otoño. Pasan minutosde las cinco de la tarde. Me pongo a la cola delteatro Prendes en espera de que abra sus puertaspara asistir a un acto que apenas un lustro atrássería impensable que se llevara a efecto. Unacto emotivo de por sí, que ochenta y dos añosdespués pretende poner luz a la oscuridad socialde un hecho aterrador que se llevó por delante lavida de trece personas. Un asesinato colectivo deextrema crueldad perpetuado en junio de 1938.Una más de las barbaries cometidas en tiemposde posguerra por los secuaces sanguinarios de lasmilicias de camisa azulada del bando vencedor.Observo, incrédulo en la espera, cómo el solse ha hecho paso entre las nubes que fueronprotagonistas de una mañana gris y lluviosa. Escurioso, me digo recordando aquella tarde dosaños atrás en el prao de Gervasia. Una ceremoniacasi, casi, familiar. Íntima. Lluvia liviana que noshumedeció el cuerpo mientras un trompetistatocaba el himno del silencio y una placa eracolocada en el monumento a la república: “N´alcordanza de “Les Candases” y les víctimesdel franquismo”. Recuerdo haber escrito porentonces algo así como que el cielo quiso estarpresente y mostrar su tristeza con una lluvia dehechura de lágrimas por lo acontecido a aquellaspersonas. Vuelvo a levantar ahora la miradaconvencido que de nuevo el cielo quiere estarpresente en este homenaje, haciendo gala parala ocasión de un sol tibio que aporta claridady alegría a la tarde, mostrando, quiero creer,gratitud al reconocimiento oficial que va a tenerlugar.1por JOSÉ CARLOS ÁLVAREZLa asistencia es numerosa. De hecho, el teatrollena por completo el aforo disponible dentro delas limitaciones que la nueva realidad impone.Comienza el acto con una conferencia del reputadoforense Francisco Etxeberria, quien dirigióla exhumación de la fosa del cementerio deBañugues. De seguido una mesa-coloquio de familiarescuyas palabras brotan, a pesar del tiempotranscurrido, con enorme carga emocional yprofundo sentir. Y como colofón un documentalsobre `Les Candases´ dirigido por J.K. Álvarez.Me impactan sobremanera las imágenes de losacantilados de Peñes y los sonidos en off (ruidode un motor y gritos ahogados) de los primerosminutos.Salgo sigiloso del cine, con pesar y un poquitode vergüenza por no presenciar los últimosinstantes del documental, pero no puedo retrasarpor más tiempo mi incorporación al trabajo.Me queda media hora de coche y voy pillado detiempo. Una vez en la calle asumo la importanciadel evento. Sé que hay gente, no voy a cuantificar,que repudia estos actos. Todos aportan el mismoargumento: `no es bueno reabrir heridas´, `huboasesinatos en ambos lados´, `eran tiempos deguerra´… y bla, bla, bla. Hay al menos dos maticesque suelen obviar en su defensa de no revolverel pasado: el primero que es muy fácil opinarcuando no tienes a nadie de tu familia enterradoen una fosa común, o en una cuneta. El segundoque estos hechos se cometieron ocho mesesdespués de finalizada la guerra en Asturias. Porvenganza. Sin juicios. No habría tribunal queavalase semejante barbarie.No hubo a lo largo del homenaje alusiones adesquites extemporáneos, ni mención de verdugos.Sólo era palpable el anhelo por alcanzar loconseguido esa tarde: restaurar la dignidad y elRESPETO institucional de sus seres queridos.Miro al cielo. La noche está despejada. Soncientos las estrellas que rutilan. Quién sabe siellos desde su nueva dimensión de luz tambiénquisieron honrar la dignificación llevada a cabohaciéndose notar allá arriba a todo aquel quesupiera dónde mirar.
Ntra. Sra de Los RemediosPATRONA DE CARREÑO27