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Neal Casaldibuja círculos alrededor del sol.Por Jorge BorondoCuando escribo estas líneas, me acabo de enterar del suicidio de Neal Casal. Es tan extraño pensar que hace exactamenteun mes pude saludarle después del penúltimo concierto de la Chris Robinson Brotherhood, en la Fabrik de Hamburgo. Y derepente ya no está. No tiene ningún sentido.Neal Casal no era sólo un guitarristaexcepcional, con una extensa carreraa sus espaldas llena de buen gusto(The Cardinals de Ryan Adams, HazyMalaze, Hard Working Americans,Circles around the sun, una docenade discos en solitario, aparte de sersanto y seña de la Brotherhood), sinotambién, para quienes lo conocieron, untipo de lo más afable. Por eso resultachocante la manera en que se ha ido,inexplicable. Aunque en realidad, ¿quésabemos de los artistas, nosotros, losfans? Una charla cordial, un autógrafo,una foto para la posteridad. Eso estodo. Cuando se suben a un escenario,los músicos son héroes, como cantabaBowie, pero se vuelven humanoscuando se bajan, y es esa parte laque desconoce el gran público. Hacetres años, en Madrid y con mi amigoCarlos, pude charlar con Casal sobresu afición a la fotografía, sobre susorígenes gallegos, sobre el “poderabsoluto” que ejercía Chris Robinsonen la “Hermandad”. Nos pareció untipo de lo más cercano y sencillo,sonriente, encantador, muy lejos delego inaccesible del líder de BlackCrowes. Hace un mes, al terminarel show de Hamburgo, Neal estababebiendo una copa de vino rodeado deamigos y no quise importunarle. Sólole pedí un autógrafo y le felicité por elrecital que había ofrecido esa noche.Cuando le estreché la mano, me regalóuna sonrisa que jamás podría haberpresagiado el desenlace de hoy.Estoy en shock. Mi idea inicial eraescribir una reseña precisamentede ese concierto, el pasado 26 dejulio, penúltimo antes de la disoluciónanunciada de la Chris RobinsonBrotherhood. Ahora no sé si es lo máspertinente, dadas las circunstancias,pero comentarlo me mantendrá surecuerdo vivo. Neal Casal estuvoimperial, como siempre, en un entornorealmente especial. Porque Die Fabrikera una fábrica de maquinaria navalreconvertida en centro cultural, cuyomodelo de espacio ecléctico (jazz,música electrónica, actividades paraniños) ha servido de influencia paratodos los que se han construido despuésen Alemania y el resto del continente.Estábamos en familia. Hacía un calorimpropio de una ciudad del nortede Europa, aunque los asistentes,bien entrados en años, parecíanencantados por la novedad. A ChrisRobinson se le notaba por momentosalgo cansado en la voz, pero el showfue impresionante. A los teclados yano estaba Adam McDougall sinoJoel Robinow, sorprendente con supinta de “Mike Love” y con un sonidomenos psicodélico. La banda sonócompenetrada, Neal Casal destacó consus brillantes solos y Chris se lució ala armónica. Me sigue pareciendo raroverle con una guitarra al cuello, en planJerry García. Presentaron hasta sietecanciones de su último disco “Servantsof the sun”, aparte de clásicos de sudiscografía como “Rosalee” o “Roancounty banjo“, versiones de CarlPerkins (“Boppin´the blues”), John LeeHooker (“Serves me right to suffer”) oRod Stewart (“Mandolin wind”), con laque finalizó el recital.Fue un espectáculo intenso, caluroso,mágico, al final del cual pude felicitara todos los miembros del grupo,incluido Chris Robinson, que salió aregañadientes. Ahora Neal Casal seha marchado y sigo acordándome deaquella noche. Como si aún estuvieraesperando a que me firmara un autógrafoen la hoja de setlist que conseguí enuna batalla campal de fans. Tal vezsea absurdo, pero es un recuerdo queguardaré para siempre, como si conél pudiera atrapar un pedazo de aquelmomento y hacerlo mío.Acabo de pinchar el último disco deCircles around the sun.Descanse en paz, Neal Casal.4