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Adiestrar la mente

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portante papel que su amabilidad juega en la propia experiencia de alegría,

felicidad y éxito. Ésta es la primera consideración. La segunda es que, mediante

el análisis y la contemplación, podemos llegar a comprender que

gran parte de la desdicha, el sufrimiento y el dolor que experimentamos resulta,

en verdad, de una actitud egocéntrica que busca el propio bienestar

a expensas de otros, mientras que gran parte de la alegría, la felicidad y el

sentimiento de seguridad en nuestras vidas surge de pensamientos y emociones

que buscan el bienestar de otros seres sentientes. Contrastando estas

dos formas de pensamiento y emoción, uno se convence de la necesidad

de considerar el bienestar de los demás como algo muy valioso.

Existe otro hecho con respecto al cultivo de pensamientos y emociones

que aprecian el bienestar de los demás: el interés propio y los propios deseos

son satisfechos como consecuencia de trabajar para otros seres sentientes.

Como señala Ye Tsongkapa en Gran Exposición del Camino a la

Iluminación (Lamrim Chenmo): "Cuando el practicante se implica en actividades

y pensamientos que están centrados y dirigidos al logro del bienestar

de otros, verá realizada su propia aspiración, sin tener que hacer para

ello esfuerzo alguno".

Quizá ya habéis oído el comentario que hago muy a menudo de que, en

cierto sentido, los bodisatvas, los practicantes compasivos del camino budista,

son inteligentemente egoístas, mientras que las personas como nosotros

somos egoístas estúpidos. Pensamos en nosotros e ignoramos a los

demás y el resultado es que siempre nos sentimos desgraciados y sufrimos.

Ha llegado el momento de pensar con más sabiduría, ¿no es cierto? Esto

es, al menos, lo que yo creo.

En un momento dado puede plantearse la siguiente pregunta: "¿Es posible

cambiar realmente nuestra actitud?". Mi respuesta, basándome en mi

pequeña experiencia, es, sin dudarlo: ¡Sí! Y me parece evidente. La mente

es muy peculiar. A veces es tozuda y cuesta mucho hacerla cambiar pero,

con un esfuerzo continuo y un convencimiento basado en la razón, puede

llegar a ser muy honesta. Cuando realmente sentimos necesidad de

cambiar, nuestra mente puede hacerlo. La mente no se transformará sólo

con desearlo y rezar, no obstante, con convencimiento y razón, una razón

basada en última instancia en la propia experiencia, podremos transformarla.

El tiempo es también un factor importante y, con tiempo, las actitudes

mentales pueden cambiar. Estoy seguro.

Una cosa que debo aclarar aquí es que algunas personas, especialmente

las que se consideran realistas y prácticas, son demasiado realistas y están

demasiado obsesionadas con el aspecto práctico. Quizá piensen: “Estas

ideas de desear la felicidad de todos los seres sentientes y de cultivar

pensamientos de apreciar el bienestar de todos los seres no son realistas,

son excesivamente idealistas. No contribuyen de ningún modo a la transformación

de la propia mente o al desarrollo de alguna disciplina mental

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