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CUARESMA 2021
HERMANDAD DEL CALVARIO HERMANDAD DEL CALVARIO
CUARESMA 2021
CON JESÚS NAZARENO HACIA LA PASCUA
El camino cuaresmal que
hemos inaugurado con el
miércoles de ceniza tiene
como meta la renovación
vivencial del misterio santo
de nuestra salvación: la
pasión, muerte y resurrección
del Señor para que renunciando
a Satanás y sus
obras sirvamos fielmente
a Dios en su santa Iglesia
católica. De ese modo, la
Cuaresma es un tiempo de
entrenamiento y esfuerzo,
mediante el ejercicio práctico
de la oración y escucha
de la Palabra de Dios,
el ayuno y la limnosna
para lograr la conversión
del corazón y disponer con
mayor atención y diligencia
nuestra vida a Dios y a
los hermanos. El programa
a desarrollar nos lo da Jesús
en su mensaje evangélico
al inicio de su predicación:
“Convertíos y creed en
el evangelio” (Mc 1, 14-20).
dad y compromiso cristiano,
más aún nos compromete
directamente y nos
sitúa en primera línea ante
nuestra sociedad como
cristianos convencidos de
nuestra fe y esperanza en
Dios. La vida del cristiano-cofrade
es un camino
que tiene un objetivo y finalidad:
Morir con Cristo
al pecado y resucitar con
Él a la vida de Dios. Es decir,
renovar la Alianza de
amor y la vocación a la que
nos llamó por el bautismo
y en la celebración de los
misterios santos de nuestra
salvación: a ser santos
y perfectos como Dios es
santo, y a ser fieles imitadores
suyos para alcanzar
y merecer la Vida Eterna.
En nuestro camino hay
dificultades que nos hacen
tropezar y desacelerar
nuestra marcha. La gran
tentación del hombre es
caminar solo, e incluso
considerar innecesario a
Dios o entorpecedor de
sus deseos. Es entonces
cuando surge inevitablemente
el relativismo y laicismo
dominador con todos
sus dogmas seculares
La espiritualidad todo
cristiano y “cofrade” no
puede estar al margen de
esta meta y programa. El
hecho de participar y formar
parte de una cofradía
no nos exime de la fidelique
tienden a la injusticia
y desposeen al ser humano
de su dignidad natural,
y a tantas estructuras
generadoras de muerte y
sufrimiento. Perder a Dios
es carecer del valor absoluto
y referencia del sentido
de nuestra existencia, de
la condición del hombre
que olvida tantas veces que
solo es polvo a pesar de su
tendencia a la vanidad y
codicia que le lleva a silenciar
el llanto y necesidad
de sus propios semejantes.
Todos necesitamos revisarnos
-convertirnos- porque
todos somos pecadores;
es consecuencia de
nuestro caminar autosuficiente
por la vida, de nuestros
olvidos y lejanías de
Dios, es expresión real de
nuestra humanidad dolorida
y sufriente por nuestras
culpas y pecados, pues
“el que diga que no tiene
pecado, miente” (1 Jn 1,8).
En la Cuaresma somos
llamados por el Señor del
Calvario a reconciliarnos
con Dios, a dejarnos salvar
por su Cruz, pues por
nuestro amor y salvación
la lleva en sus hombros
hasta la cúspide del Gólgota
con deseo que su muerte
nos redima de todos nuestros
males y pecados y nos
convierta en verdaderos
hijos de Dios. Para lograr
esta transformación hemos
de orar, ayunar, de dar
limosna con el deber inexcusable
del ejercicio de la
caridad y las obras de misericordia.
Con la práctica
de este método práctico y
efectivo, porque nuestra
religión es práctica, imitamos
a Cristo luchando
contra las tentaciones del
diablo, fortalecemos nuestra
voluntad en el combate
diario, y sembramos nuestro
mundo con las obras
del bien que disipan el mal.
En este camino no vamos
solos, nos acompaña Jesús
con su Cruz con su
gracia especial Nos anima
la Iglesia que procura en
el nombre del Señor todos
los medios necesarios
para nuestra meta pascual
y santificación: la predicación
de la Palabra de Dios
y la celebración de los Sacramentos,
especialmente
la Eucaristía y la Confesión
-que no pueden faltar en
este tiempo- además
de práctica del ayuno, la limosna y las obras de misericordia
corporales y espirituales. Y también nos
guía y protege con su manto nuestra Madre Bendita
del Mayor Dolor presentando a su Hijo sus ruegos
y súplicas por todos nosotros que somos pecadores.
En la medida en que convirtamos nuestro corazón a
Dios iremos desterrando el pecado de nuestro mundo.
El cristiano convertido recupera sus valores y estructura
personal, abandona los caminos alternativos
a la meta Pascual porque son callejones oscuros
y sin salida; y se entrega sin límite a proclamar gozoso
los valores del Reino que el mundo tanto necesita.
Recemos unos por otros en este tiempo cuaresmal.
La situación pandémica que estamos sufriendo en
un síntoma de los muchos que muestra la debilidad y
fragilidad del hombre y la sociedad que estamos construyendo
al margen y olvido de Dios en tantas facetas
de nuestra vida personal, familiar y social. Que el
Señor del Calvario vuelva sus ojos de amor y compasión
a nuestro mundo que sufre en esta hora, y espera
de su misericordia la salvación. Con todo afecto
os encomienda y bendice vuestro en el Señor.
Rafael Rabasco Ferreira,
Consiliario de la Hermandad
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