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BOLETÍN nº56 - HERMANDAD DEL CALVARIO - CUARESMA 2021

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CUARESMA 2021

HERMANDAD DEL CALVARIO HERMANDAD DEL CALVARIO

CUARESMA 2021

CON JESÚS NAZARENO HACIA LA PASCUA

El camino cuaresmal que

hemos inaugurado con el

miércoles de ceniza tiene

como meta la renovación

vivencial del misterio santo

de nuestra salvación: la

pasión, muerte y resurrección

del Señor para que renunciando

a Satanás y sus

obras sirvamos fielmente

a Dios en su santa Iglesia

católica. De ese modo, la

Cuaresma es un tiempo de

entrenamiento y esfuerzo,

mediante el ejercicio práctico

de la oración y escucha

de la Palabra de Dios,

el ayuno y la limnosna

para lograr la conversión

del corazón y disponer con

mayor atención y diligencia

nuestra vida a Dios y a

los hermanos. El programa

a desarrollar nos lo da Jesús

en su mensaje evangélico

al inicio de su predicación:

“Convertíos y creed en

el evangelio” (Mc 1, 14-20).

dad y compromiso cristiano,

más aún nos compromete

directamente y nos

sitúa en primera línea ante

nuestra sociedad como

cristianos convencidos de

nuestra fe y esperanza en

Dios. La vida del cristiano-cofrade

es un camino

que tiene un objetivo y finalidad:

Morir con Cristo

al pecado y resucitar con

Él a la vida de Dios. Es decir,

renovar la Alianza de

amor y la vocación a la que

nos llamó por el bautismo

y en la celebración de los

misterios santos de nuestra

salvación: a ser santos

y perfectos como Dios es

santo, y a ser fieles imitadores

suyos para alcanzar

y merecer la Vida Eterna.

En nuestro camino hay

dificultades que nos hacen

tropezar y desacelerar

nuestra marcha. La gran

tentación del hombre es

caminar solo, e incluso

considerar innecesario a

Dios o entorpecedor de

sus deseos. Es entonces

cuando surge inevitablemente

el relativismo y laicismo

dominador con todos

sus dogmas seculares

La espiritualidad todo

cristiano y “cofrade” no

puede estar al margen de

esta meta y programa. El

hecho de participar y formar

parte de una cofradía

no nos exime de la fidelique

tienden a la injusticia

y desposeen al ser humano

de su dignidad natural,

y a tantas estructuras

generadoras de muerte y

sufrimiento. Perder a Dios

es carecer del valor absoluto

y referencia del sentido

de nuestra existencia, de

la condición del hombre

que olvida tantas veces que

solo es polvo a pesar de su

tendencia a la vanidad y

codicia que le lleva a silenciar

el llanto y necesidad

de sus propios semejantes.

Todos necesitamos revisarnos

-convertirnos- porque

todos somos pecadores;

es consecuencia de

nuestro caminar autosuficiente

por la vida, de nuestros

olvidos y lejanías de

Dios, es expresión real de

nuestra humanidad dolorida

y sufriente por nuestras

culpas y pecados, pues

“el que diga que no tiene

pecado, miente” (1 Jn 1,8).

En la Cuaresma somos

llamados por el Señor del

Calvario a reconciliarnos

con Dios, a dejarnos salvar

por su Cruz, pues por

nuestro amor y salvación

la lleva en sus hombros

hasta la cúspide del Gólgota

con deseo que su muerte

nos redima de todos nuestros

males y pecados y nos

convierta en verdaderos

hijos de Dios. Para lograr

esta transformación hemos

de orar, ayunar, de dar

limosna con el deber inexcusable

del ejercicio de la

caridad y las obras de misericordia.

Con la práctica

de este método práctico y

efectivo, porque nuestra

religión es práctica, imitamos

a Cristo luchando

contra las tentaciones del

diablo, fortalecemos nuestra

voluntad en el combate

diario, y sembramos nuestro

mundo con las obras

del bien que disipan el mal.

En este camino no vamos

solos, nos acompaña Jesús

con su Cruz con su

gracia especial Nos anima

la Iglesia que procura en

el nombre del Señor todos

los medios necesarios

para nuestra meta pascual

y santificación: la predicación

de la Palabra de Dios

y la celebración de los Sacramentos,

especialmente

la Eucaristía y la Confesión

-que no pueden faltar en

este tiempo- además

de práctica del ayuno, la limosna y las obras de misericordia

corporales y espirituales. Y también nos

guía y protege con su manto nuestra Madre Bendita

del Mayor Dolor presentando a su Hijo sus ruegos

y súplicas por todos nosotros que somos pecadores.

En la medida en que convirtamos nuestro corazón a

Dios iremos desterrando el pecado de nuestro mundo.

El cristiano convertido recupera sus valores y estructura

personal, abandona los caminos alternativos

a la meta Pascual porque son callejones oscuros

y sin salida; y se entrega sin límite a proclamar gozoso

los valores del Reino que el mundo tanto necesita.

Recemos unos por otros en este tiempo cuaresmal.

La situación pandémica que estamos sufriendo en

un síntoma de los muchos que muestra la debilidad y

fragilidad del hombre y la sociedad que estamos construyendo

al margen y olvido de Dios en tantas facetas

de nuestra vida personal, familiar y social. Que el

Señor del Calvario vuelva sus ojos de amor y compasión

a nuestro mundo que sufre en esta hora, y espera

de su misericordia la salvación. Con todo afecto

os encomienda y bendice vuestro en el Señor.

Rafael Rabasco Ferreira,

Consiliario de la Hermandad

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