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Poemas para no ir
a trabajar
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Poemas para no ir
a trabajar
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Aita, Fernando Javier
Poemas para no ir a trabajar / Fernando Javier Aita. - 1a ed . 1a reimp.
- Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Fernando Javier Aita, 2019.
56 p. ; 148 x 105 cm.
ISBN 978-987-778-944-7
1. Poesía Argentina Contemporánea. I. Título.
CDD A861
Queda hecho el depósito que marca la Ley Nº 11723.
Impreso en Argentina.
Contacto con el autor: mail@fernandoaita.com.ar
Edición: Damián Cabeza Porley
Diseño e ilustración de tapa: Guillermo Meza
www.instagram.com/guillermommeza
La Libre
Chacabuco 917 C.A.B.A.
Email: lalibrearteylibros@gmail.com
laibre.com.ar
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Poemas para no ir
a trabajar
Fernando Aíta
LA LIBRE
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Es el principal propósito de este panfleto
que las personas trabajadoras se inspiren
y no vayan a trabajar.
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Excusas
Amor... amor... abrí los ojos.
Sí, ya salió el sol, y sí, no fui.
Tengo un plan, tranca.
Me tenés que ayudar.
Llamá al trabajo y pedí por mí.
Decí que no me sentiste volver
ni salir y estás preocupada, muy:
que por favor me comunique urgente.
Yo duermo una horita más,
me ducho, hago un mate, y llamo.
De noche quedé pensando, y busqué:
“Excusas para faltar”. Encontré buenas.
Páginas y páginas de todo el globo
en muchos idiomas, generosas
de saber, ingenio, solidaridad.
Todo lo que pueden miles de almas
mancomunadas y la imaginación libre:
legalistas y abducidos,
místicos y mañosos,
chantas y chantajistas,
exagerados y parcos.
Da para un libro.
Da para que vos
tampoco vayas.
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No trabajar por amor
Quedémonos de sábanas:
nos echamos otro sueño.
Dejo el traje de robot en el armario,
móvil sin carga, reloj en penitencia,
del almanaque rescato la foto:
una ventana por donde fugarse,
a seguir el curso de un arroyo,
sentarnos en un tronco y estudiar
las boludeces que hacen las aves,
más detalle, los diseños de los bichos,
ni hormigas ni mosquitos (remiten al laburo),
mejor los fractales de la luz
en las hojas y las ramas,
flores entre unos yuyos
que acaricia el viento,
callados, mirarnos a los ojos,
y para adentro, pasar
todo el precioso día en bolas,
dándoles gracias a nuestros cuerpos,
queriéndonos a cuatro manos,
y en dos lenguas,
comer despacio,
dormir siesta, leer,
y escribirte
algo que respire en las pausas.
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Relación de dependencia
Hola, ¿derechos humanos?
Recursos, perdón.
Pertenezco a la compañía.
Me tienen secuestrado.
Me confunden con alguien más.
Quieren plata, obvio, cifras irracionales.
Yo temo por la vida
y para ustedes son chirolas.
Nada de Estocolmo. Me durmieron
y desperté en esta pesadilla.
Preguntan datos que no veo el sentido.
Preferiría no hacerlo.
Son lentas las horas bajo esta capucha
acosado por voces, sonidos, olores,
que no reconozco.
Quiero que me liberen.
Quiero estar en casa.
Siempre hice lo esperado,
dentro del convenio,
falté poco, y más de una vez
me quedé fuera de hora.
Paguen, por favor.
13
Falta justificada
Buen día, jefe, hoy no puedo,
no puedo nada, estoy imposible.
La cabeza me zumba igual que un panal,
y los tubos tapados apenas respiro.
Vino el doctor y constató mi pobre cara,
el ruido en mi espalda, mis gestos enfermos,
pálida la lengua, me dio fármacos, vía oral,
certificado, reposo, guardar hasta el lunes.
¿Usted se da una idea lo que duele
la columna, las plantas, las manos
de andar en cuatro, muleando números,
paquetes de datos, frunciendo los hombros,
por más ergonómico y digno que sea?
En el replay de los días,
el cuerpo se gasta y se rompe.
Pasa con los artefactos, los motores,
obvio que las máquinas con psiquismo,
más factores, más factible, más grave:
para poder reposar la mente
hace lastimar al cuerpo.
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Un llamado de atención al mal descanso.
Parate obligatorio, prescripto.
Toca reponerme, no sea cosa
que venga recaída o malcurado
contagie al resto y se sumen ausentes,
medicados, licenciosos. Imagínese
usted solo con todo.
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Temporal
¿Ahí no llovió? Mi barrio, un desastre.
El cielo encapuchado, gris y negro.
Relámpagos platean las membranas.
Y un tronar estremece el chaperío.
Un gotón, tres, cuatro, una balacera de gotazas,
otro trueno y se descarga el chaparrón.
Un baldazo galáctico infinito
se vuelca sobre las barriadas.
Vientos huracanados, cayeron árboles,
cables, postes, carteles, rayos. Cayó piedra.
Faltó fuego; y si caía, se apagaba.
Agua de arriba y abajo sube.
Todavía la crecida da en la ingle:
paquetes y bolsas colgando del techo,
los muebles levantados.
Lo de siempre: hasta que seque,
chapotear en el barro.
Avisá, por favor:
no tengo qué ponerme,
ni ánimo y hay
demasiado por hacer.
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Llamado a la solidaridad
Fui a dar sangre, un gesto
para alguien que necesita gestos,
y sangre para el banco de flujos.
Pude dormir otro poco, recordar
el sueño, más lento el desayuno.
A media mañana caí calmo.
El viciado sistema de salud
prohíbe comprar o vender sangre,
y qué gratificante hacer las cosas gratis,
arremangarse por gusto.
Completé el formulario inquisidor.
Y en un consultorio de confianza,
control de presión, normal,
una doctora pincha un dedo,
y repregunta las intimidades:
¿Tatuajes, piercing? ¿Cirugías, drogas...?
¿Pareja estable, sexo con riesgo?
Respondí de todo como corresponde.
La enfermera leyó las venas,
frotó el alcohol y perforó suave la piel.
Pidió que apriete una pelota
invisible de goma en mi mano
y vi fluir en la manguera la fuerza vital,
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como una mecha verde hacia la flor,
llenar una bolsa sin fines de lucro.
Un algodón en el punto rojo.
Confidencial, juré todo cierto.
Me dieron las gracias, café, alfajor,
y el día libre.
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Días de estudio
El pasado no está quieto, se rehace
con relatos, registros, hallazgos.
El futuro es una hipótesis. Y el presente,
nuestro campo de acción. Acá estamos.
No pienso jubilarme y me cultivo.
Al inscribirme, creo el valor
de la materia, programa, bibliografía:
después me decepciono, sorprendo, felicito...
Recuerdo la lección de ayer, y mañana sé
que rindo, y a eso apunto.
Son dos parciales por cuatrimestre,
recuperatorio, final... El éxito
o el fracaso, decía un prócer,
no son medida de la justeza
de una línea. Se quejan:
que cada año cambio de carrera,
que debería conocer mi vocación,
que estoy grande, y que no apruebo todas.
¡Por discutir las cátedras, los métodos,
por no callar las discrepancias, las visiones!
¿O no es que alientan el pensamiento crítico?
Un aporte modesto, así los cambios
se producen: cuando egrese espero
dejar la institución más libre.
Humanista y holístico, aprendo de todo,
de todos: los genios de exactas,
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el patio de filo, bellezas sociales,
las fiestas de psico... ¿Observar la realidad
desde un cubículo, de qué sirve,
especialistas en compartimentos?
Si el mundo se compone trans-disciplinario
de coincidencias y singularidades.
Acá mismo machacan con trabajo en equipo.
Bien que nadie resulta imprescindible.
Yo mañana no vengo, doy examen.
Deséenme la suerte que preciso.
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Medida de fuerza
Compañers,
mañana no se trabaja.
Nos medimos con la compañía y es vital
mantenernos unids, y demostrar
lo que pasa cuando nos plantamos.
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Descompostura
Hoy me desperté con vómitos.
La noche entera pesadilla febril,
entrecortada de retorcijones,
luchando con una quimera
a puros piedrazos y corridas.
Volví todo chivado, abatido,
y no llegué hasta el baño.
Vomité la remera, la polenta de anoche,
la colcha, las ojotas, la cortina,
el diario, una sopa de letras,
papel picado y pelotitas de goma,
un rencor agrio, atragantado, el vino,
una lata de látex, lo callable,
unas bolas de pelo, que puaj,
que puaj, que puájala.
Me recontravomité todo,
pisos y paredes,
puertas y ventanas,
pieza por pieza,
terminé auto-evacuado en el baño.
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Después diarrea,
después mocos,
después llanto
y me reservo
la enumeración escatológica.
Me siento vacío y exhausto.
Necesito horas de sueño.
Vuelvo limpio.
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Cuidado de familiar enfermo
Mayor, frágil. ¿Y quién está ahí?
Mi turno. Soy el único que puede:
alcanzar el vaso, el blíster, conversar
la dolencia, ayudar a levantarse.
Ya estuve de sereno, escuchando
una tos de madrugada, hablar
palabras dormidas, media lengua.
Y en un cajón de la mesa de luz
encanuté las emociones que si no...
ni vengo ni llamo.
La tía reemplaza a la prima,
y vela en la noche,
una novela romántica
o un libro de autoayuda.
Me toca mañana. Leer el futuro
en las manchas de la piel,
en los pliegues, bajo los párpados
en la evidencia de los sueños
con los rayos que lleguen del sol.
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Al despertar, sirvo el té,
soplo el vapor,
y dejo reposar
hasta que no queme
y se pueda disfrutar de su dulzura.
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Perder el presentismo
Buenas, estoy encerrado.
Por suerte el lugar es grande
y hay más personas, algunas con ropas
estrafalarias, se sirven tragos, fervor
en la charla, se agitan las manos,
las caras resplanden, la música regoza.
De prente, clarea y uno se quiere ir,
y no hay llave, no hay, nadie tiene, no hay.
Alguien mete un coso en la cerradura,
hace fuerza y se caga el mecanismo.
El cerrajero tarda: esta tarde
no me esperen.
Para el caso da lo mismo quedarme
encerrado en casa. Cuánto
mejor no sufrir un trauma,
disfrutar y compartir
aire fresco, buen clima de trabajo.
Prometo dormir la siesta.
Y mañana, como nuevo.
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Testigo
Alguien estuvo años en negro.
Alguien padece una lesión, agresión.
Alguien tropieza y algo se le cae encima.
Alguien que robaron, con el susto.
Alguien chocó, y no recuerda una chapa.
Alguien que nada tiene perdió el certificado.
Si lo presencio, me ofrezco de testigo.
Más allá de la empatía, imagináte
que pasa y nadie te lo confirma.
Para colmo, desacuerdo: otras versiones
contradicen, derechos, plata en juego.
Si me citan, concurro, testimonio.
Digo lo que pude ver. No invento
para la demanda o la defensa.
Mañana no vengo, declaro.
Tengo turno en la justicia.
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Donante
Cada dos meses se puede dar de nuevo,
y el compadre de un colega buena onda precisa.
Lo que cuenta es un dador, qué tipo:
la sangre va a un depósito común,
un gran corazón que late por todos.
Dormir ocho horas, reposar
los sueños, mate despacio.
Presentarse en la media mañana.
El formulario inquisitivo.
La presión normal.
La doctora pregunta intimidades.
Todo bien. Te pincha un dedo,
y sale anemia.
Dice el cansancio o la dieta
-trasnochar, madrugar,
comer frente a la compuo
la falta de sol.
Hacé un estudio.
No podés donar. Igual,
se anota un dador,
el gesto, tomarse el trabajo.
Igual, te dan las gracias
y el siempre merecido día libre.
Muerte de un pariente
Murió anoche y lo velamos todo el día.
Cenizas, tierra, viento.
A qué mirar los restos del cajón.
Nunca se sabrá quién fue.
Quién sabe ni siquiera sobre sí.
Sabemos lo que hizo y nos dejó
a su paso, una montaña, visiones,
apachetas, formas en las nubes,
lo que dijo ya depende
de la memoria tergiversiva.
Vamos a extrañar todo lo nuevo
que tenía para dar dentro
del repetitivismo al que se tiende:
la esclerosis de las manías.
Todos los días despertamos más
cerca del último, y cada uno
da sentido al total. Hoy,
el olor decadente de las flores,
café azucarado, en los chistes
reencontrarse con los vivos,
prestar oreja al pésame, cargar
una manija, hacer un hueco
en la agenda a la muerte.
La muerte que de sí no dice nada,
que habla de la vida, misteriosa.
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Mala señal
I
Ho..., ¿es... ...? Sí, no... No sa... que...
pa... res... ten... ma... sí, no...
se es... ... to... ...tado... aho...
yo lla... de o... avi...
Tu, tu, tu, tu, tu.
II
El teléfono celular al que usted llama
se encuentra apagado o fuera
del área de cobertura.
Deje un mensaje después de la señal
o presione la tecla numeral
para más opciones.
_______________________________
#
III
¿En qué andás, locura? ¿Dónde te metiste?
Acá todos preguntan por vos.
Apuestan si llegás, o ni venís:
avisá, eh, que me gano unos pesos.
Bueno. Eso nomás, espero que no
te chupó de vuelta un ovni.
Abrazo, compa.
Motivos personales
Sí. Razones particulares.
Resolver un problema
que cuesta mucho hablar,
falta aire y se acelera el corazón.
Cuando vuelva, por favor no pregunten.
Gracias por la comprensión y el respeto
silencioso de la intimidad.
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Mudanza
El fin de semana hacemos mudanza.
Me tomo el lunes. Y ya que está,
hago el cambio de dirección.
Tengo el número cabulero
de la puerta, las llaves nuevas,
y el domicilio existencial desorbitado.
Las plantas lo presienten,
concentran la energía y se desprenden
de lo superfluo para la supervivencia.
Cuando amaine el movimiento,
se inclinarán hacia la luz,
y en su falsa quietud, charlas silenciosas,
distribuirán los puntos cardinales.
Yo les cuento lo que viene sin saber
qué entenderán de nuestro idioma.
Ando despojando bibliotecas, roperos:
descuelgo, saco y guardo, ¿o suelto?
Viendo qué dejar en el camino,
qué hacer plata, o regalar.
Favores del mercado, cartoneo
dónde poner lo acumulado, lo frágil,
y conservar un orden, una lógica.
Pero lo necesario queda oculto,
quién sabe dónde, qué, y el día
a día se enrarece en la ansiedad.
El cotidiano embaladísimo, para rápido
vaciar la casa, llenar el flete,
conversar en el viaje sobre atajos,
y poblar la casa nueva
con la tribu de objetos.
Por más peones que pague, por más
fuerza que hagamos las manos amigas,
el lunes me va a doler todo,
la espalda, el cuello duro, la cabeza
no puede mirar atrás sin voltearse,
el recordatorio de la musculatura
que pasó el mobiliario por las puertas,
pilas de cajas rotuladas: narrativa,
zapatos, vajilla, herramientas, adornos;
un cosmos que preciso acomodar.
No puedo andar más desorientado.
No sé dónde pega el sol, adónde apuntan
los pies en el sueño. Todo desquicio:
cubiertos en la pieza y abrigo en la cocina.
A tientas en un espacio sin memoria,
ni dónde ciertas pertenencias.
Se desconoce el origen de los ruidos,
se altera el reposo, y toca
aprender del gato, cómo todo lo huele,
marca con el hocico, elige un refugio
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para volver tras las exploraciones,
entra con sigilo en cada ambiente.
¿Y cuánto le lleva sentirse en su casa?
Apenas cuento con un día libre
para recomenzar la vida en otra parte,
que aún no contiene rutina.
Si me notan ajeno, es que muté.
Si me atraso, que todavía
no sé qué tomar para el trabajo.
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Hoy bardié
No me quieren ver así la cara,
el color del blanco de mis ojos.
La cabeza no me da ni para excusas,
mi cerebro es un tambor de lavarropas.
Todos podemos cometer excesos.
Hay días en verdad muy especiales.
Ayer fue para mí. Me superó
la emoción y perdí el mando.
Y sí, la pasé bien. Ya sé,
no es la primera, pero
¿hace cuánto?
Vidas atrás.
Igual, nobleza obliga, vuelvo
a pedir disculpas.
Mañana me pongo al día.
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Huelga general
Según lo programado, el alarma suena:
salvo que hoy se la puede cachetear,
aprovechar el silencio onírico
afuera reinante, seguir con el sueño.
Cuando la luz se cuele y tiña
de rojo los párpados, o el cuerpo
habitual no resista más descanso,
quedarse, remolonear entre las sábanas
sin tocar el teléfono,
sin prender las noticias,
sin apurar el mate.
Nadie se baña dos veces,
en la misma ducha:
no mirarse en el espejo,
meterse bajo el agua
con los ojos cerrados y dejar
correr las imágenes
y escurrirse jabonosos
los restos de rutina.
Una limpieza para lo excepcional.
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La jornada de lucha requiere
nutrientes, alimentos a conciencia,
masticar cuantas veces haga falta,
darse tiempo a digerir.
Recién salir a la calle vacía,
a ver qué hay abierto en el paisaje
sin transporte: persianas bajas,
pocas personas andan, alguien pavea
en la esquina, dos charlan vereda a vereda,
emergen de una ventana murmullos
histéricos de la tele, disparos
del escape de un remís
que hace diferencia con carneros,
chantajeados, cuentapropistas.
El ritmo es otro, sin apuro y sin cansancio.
Qué belleza pasearse por el día liberado,
disfrutar el paréntesis edénico
de no tener
que hacer nada.
O hacer lo que deseás.
Experimentar en carne propia
cómo puede ser todo diferente:
se desencadenan las ideas,
se imaginan otros tiempos,
sostener día a día la excepción,
convivir en un mundo sin patrones.
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Casamiento
Amigas, amigos, me caso.
Me dan veinte días de licencia:
veinte poemas de amor.
Ya veremos el destino, qué recorrer,
si exotismo o una playa sin sorpresas:
los vaivenes del mar y horizonte infinito.
También, creo, ligo un bono.
Y beneficios burocráticos.
Lo desaconsejan décadas de humor,
y la banda de separadas y separados.
Pero si es por lo que falla, no se puede
empezar nada. Yo me la juego
por el compromiso y el jolgorio.
Más allá de los credos, se celebra
una unión mística, cósmica,
comunitaria. Yo imagino la fiesta
de amistades mezcladas, parientes, colados,
ebrios y desbordantes, bien vestidos, eufóricos,
entre risas, cariños y manjares sensuales,
un tesoro de instantáneas y recuerdos.
Y después de la alegre resaca,
un viaje de placer.
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El día a día será lo que es: piel
con piel dormir, compartir sueños,
alimentos, acordar qué va en qué,
darse amor, tiempo, espacio,
para inventar juntos un futuro.
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40
A.R.T.
En el próximo semáforo me tiro
sobre un coche caro que venga despacio.
Si no me rompo nada, mejor. Igual,
para no trabajar, hay que arriesgarse.
En un momento momia del jornal,
elegir la esquina, estudiar la jugada,
calcular el impacto, cuestión de dar
contra algo sin filo ni peso.
Se podrían tomar clases de yudo.
El brazo contra el parante
del que pasa en amarillo,
aguantar el golpe
y dejarse caer en la vereda,
charlar con testigos
y esperar echado
el socorro, y el juicio.
Una semana se gana seguro.
Y todo en buena ley,
con un abogado capaz
queda diferencia para vacaciones;
acaso en yeso o en cama... en casa,
poniéndose al día con tantos pendientes,
arreglos, juntadas, películas, libros,
y sin perder el tiempo
de no hacer nada, nada, nada,
nada de nada.
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Plus vacacional
Estoy acá y no hay más pasajes:
vuelos cancelados, micros suspendidos,
el tren no anda. No sé cuándo vuelvo.
Quince días en medio de la nada,
charlando con plantas, arroyos, estrellas,
necesidades básicas, placeres sencillos.
Sin pantallas, sin autos, sin carteles,
puras montañas, lagos, bosques...
Ya van a ver las fotos, qué lugares.
Medio flotando, caigo en la ciudad,
y me recibe tamaño conflicto: humo negro
de gomas y bombas de estruendo.
Fuerza mayor. ¿Qué querés que haga?
Yo no soy el ministerio de trabajo.
Se tienen que arreglar los sindicatos
y patronales: plata y condiciones.
No es que no quiera: no estoy
en la hamaca paraguaya con un libro
o con mi amada, gozando
los sonidos de la naturaleza,
el correr del agua, de las nubes.
42
En la terminal, miles varados,
nerviosos todos, todos casos únicos,
y creéme que hay graves.
Dos días más ausente, o tres...
no hacen la diferencia, si mirás
la vastedad del universo:
ya van a ver las fotos, qué lugares.
Apenas pueda, salgo y aviso.
43
Trabajo inconsciente
Soñé que me quedaba dormido,
y me despertaba tarde,
dentro del sueño,
una puesta en abismo:
salía de una casa que no es mía,
y viajaba largo en bondi, en bici,
en tren, ¿o subte? Llegaba tarde mal,
alto sol, pasando el mediodía,
lugares entremezclados, personas
superpuestas: con desvíos y extrañezas
cumplo mi rutina, tareas, papel,
termino temprano, y pido
si por favor podría
retirarme antes...
Y me lo niegan.
Ahí despierto del todo.
Hoy ya fui.
Hoy no voy.
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Licencia psiquiátrica
Tengo un presentimiento,
si abro la puerta de calle, nunca
voy a poder cerrarla más; la casa
queda abierta y yo, echado.
No me veo entrando a mi refugio
en mi ausencia todo el día abierto.
Se van a llevar todo, o miren
si quedan gente adentro. Otro yo
en el baño o en la cama,
¿me entienden?
Ahora, si me permiten
dormir en la empresa, podría
llevar unas mudas, jabón, toalla.
Me ducho a la noche,
paso el secador. Guardo
antes de que lleguen el colchón.
Tengo el mate listo.
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46
Licencia poética
Hola, soy yo.
Salí para allá y estoy acá de nuevo.
No sabría explicar... en un poema.
Un engaña-pichanga del destino:
crucé la puerta maquinalmente, vi
el paisaje habitual, hice los gestos.
Caminé, respiré, sístole y diástole,
el clima de, o la época, que cambian
las manecillas de dirección,
manifestaciones, el fragor del tráfico,
no se siente bien, y no le gusta
la figura del doctor con pichicata...
de ahí a experimentar o fingir culpa...
Si duele todo, un gran malestar
indistinguible de mí o el resto,
sin sufrir agudamente nada.
Salí, crucé, llegué afuera
y en un desvío de atención,
un cartel, vidriera o epifanía,
reaparecí en mi lugar,
aturdido, descolocado.
Sin saber quién, me siento en casa.
En compañía de otro yo, de uno mismo.
No llego a conclusión, no interesa.
Salí y estoy acá
de vuelta con un verso que tal vez
a usted no le dice nada.
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48
Mes de preaviso
Uy, no me echan más.
Ya no sé más qué más hacer
para que prescindan de mí,
y contar con un colchón
un buen tiempo sabático.
Nada ya tiene sentido.
¿El dinero que resta negociar?
¿No se dan cuenta o esperan
la causa justa? No hay razones.
Soy un holograma, un robot
en modo a prueba de fallos,
que, con errores, mantiene el protocolo
y se reinicia después de cada cuelgue.
Pero hoy ni voy ni llamo.
Y cuando preguntan: ¡Uy,
me olvidé por completo!
O ni atiendo. Lo apago.
Y me quedo dormido
hasta la tarde. Digo eso:
Me dormí de corrido hasta la tarde,
¡necesitaba descansar, se nota!
Creo que me corresponden
un par de días de suspensión.
Retiro voluntario
Si por mí fuera, no vengo más.
Por mí, no vengo más...
Es un chantaje.
Vengo por plata.
Cada día más difícil no faltar, y faltar,
y se acaban las excusas, y todo inverosímil,
y la verdad que igual cumplo,
y la verdad me chupa un huevo.
Lleguemos a un trato: reconozcan
mi tiempo malgastado en su trabajo,
ofrecen la cifra de mi trayectoria
y se ahorran la ingrata presencia,
ese fruncir de cejas y bruxismo,
de empleado díscolo, gremialero,
y el mal ejemplo de mis faltazos.
Yo tengo mil cosas mejores que hacer,
prioridades: descansar, soñar,
regar, buscar víveres, hacer arreglos,
visitar amigos, lugares, escribir,
leer, corregir, ir a reuniones,
imprimir los volantes para la marcha
por el ingreso básico universal...
49
Telegrama
En el día de la fecha renuncio a mi puesto
en esta mierda de empresa y modo de vida.
Stop.
50
Agradecimientos
Azélia y Alix de La Barrière, Gonzalo Aíta,
Guillermo Meza, Lisandro Aldegani, Alejandro
Güerri, Mariano Fiszman, Federico Merea,
Hilario González, Daniel Liñares, Lucas
Lombardía, Damián Cabeza, Simón Ingouville,
Tino Quer, La Libre, buena compañía en la
lucha por el derecho al ocio; a todas las personas
con las que compartimos experiencias
de no ir a trabajar; y a todas las que lean estos
poemas y se inspiren.
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ÍNDICE
Excusas / 11
No trabajar por amor / 12
Relación de dependencia / 13
Falta justificada / 14
Temporal / 16
Llamado a la solidaridad / 17
Días de estudio / 19
Medida de fuerza / 21
Descompostura / 22
Cuidado de familiar enfermo / 24
Perder el presentismo / 26
Testigo / 27
Donante / 28
Muerte de un pariente / 29
Mala señal I, II, III / 30
Motivos personales / 31
Mudanza / 32
Hoy bardié / 35
Huelga general / 36
Casamiento / 38
A.R.T. / 40
Plus vacacional / 42
Trabajo inconsciente / 44
Licencia psiquiátrica / 45
Licencia poética / 46
Mes de preaviso / 48
Retiro voluntario / 49
Telegrama / 50
Fernando Aíta nació en Avellaneda, Buenos
Aires, en 1975. Publicó los libros de poemas
Épica chusma (Ediciones del Dock, 2007)
y Lengua extranjera (ed. de autor, 2012),
de fotografías estenopeicas y textos Furgón
Flashero (monadanómada, 2015), y de cuentos
Aberraciones por amor (Peces de Ciudad,
2018). y con el equipo de GRaFiTi editaron
Escritos en la calle - grafitis de Argentina (La
Marca, 2017).
Más en www.fernandoaita.com.ar
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Música para no ir a trabajar
bit.ly/musicaparanoiratrabajar
Impreso en Talleres Gráficos Porter,
Plaza 1202, Ciudad de Buenos Aires, Argentina
en Mayo de 2019
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