Parroquia san martín de porres-Stgo RD #66

sualizas en tus primeros meses al ver el rostro
humano de aquella que te da su vida.
De ellas he aprendido a proteger a los más pequeños
y vulnerables, a respetar los valores y
la dignidad tuya y de los demás. A tener confianza
en uno mismo. A estar felices de que te
vayas, aunque mueran de necesitarte o extrañarte,
con ellas aprendí a no ser machista, a
fregar, cocinar y atender su imagen personal.
Aprendí a llorar pues cada vez que una madre
está orgullosa y feliz, las lágrimas refrescan
sus ojos. También conocí como a cuidarme y
cuidar de los demás que amo, a ser solidarios
con los demás, a trabajador y ser responsable.
He aprendido a conjugar muchos verbos, por
citar: Amoroso, sonriente, luchador y un sin
número renombradles de verbos que veo en
cada madre reflejados, como insignias de un
ser que se dimensiona a una escala humanística
única y verdadera.
En tus entrañas me sentí seguro, confiado,
protegido y sobre todo aceptado, me cuidaste
como nadie, me diste de lo que te alimentabas,
siempre juntos como el que ha esperado
todo ese tiempo para ser aún más feliz. Cuando
vi la luz, de seguro vi tus grandes ojos y
distinguí la voz que me hablaba, que escuchaba
como si fuera Dios en mi interior, por eso
tengo la certeza de que me mostraste el amor
del creador desde antes de entenderlo pues lo
sentí en mi existencia.
A todas las madres, que de ellas la humanidad
aprende tanto les deseo un fraternal abrazo
que las acompañe siempre en este arduo
camino de educar y enseñar la materia prima
de la humanidad que es el amor. Que no desaparezca
esa paciencia oportuna que brindan
a sus hijos y que tengamos la sociedad que
necesitamos, llena de los valores que aprendemos
en nuestras casas y que mamá nos los
ofrece con su ejemplo filiar. Que Dios bendiga
a todas las mujeres que han dicho si a la
vida, si a ser unas verdaderas madres!