ESCAPULARIO Octubre 2021

DESDE EL CLAUSTRO
Escapulario del Carmen
Mª Dolores Domínguez, O. Carm.
vocación como fue la de María, su Madre y Madre nuestra. En la sencillez del
día a día en los que la oración se hace vida y la vida oración.
Y Jesús sigue llamando hoy, ofreciendo vida y vida en abundancia (Jn 10,10);
como decía una y mil veces el recordado y amado San Juan Pablo II: ¡Jesús no
te quita nada, te da todo!: una felicidad que no la dan lo temporal y caduco
de este mundo, el bienestar, el placer, el dinero, un buen puesto de trabajo.
Todo esto tarde o temprano se acaba, pero el Amor de Dios permanece para
siempre, porque quién se entrega y es fiel a Él, posee ya la vida eterna.
La fuente de muchos fracasos, desengaños y sufrimientos es en el fondo un
problema de fe. Se ha introducido en el pensamiento, en el corazón y también
en el espíritu, esa concepción de que todo es relativo, una inseguridad y un
miedo al futuro que paraliza y mata la esperanza de que se puede cambiar de
mentalidad, de valores por los que luchar. El ser humano tiene un potencial en
su interior que si no lo sabe o no puede encauzar y orientar hacia la conquista
de valores superiores que elevan los corazones hacia Dios, se convierte en un
“títere” que vive al son que le marcan los “dirigentes” de turno.
Y continuamente rezamos para que muchas jóvenes (y sabemos que las
hay), se abran a la llamada de Jesús. Ofrecemos desde nuestros monasterios,
la posibilidad de conocer una manera de concebir la vida distinta, de cimentar
las ansias de felicidad en el convencimiento de sentirnos amadas infinitamente
y que este amor nos capacita para amar a los demás, y para amarnos también
a nosotras mismas, aceptando nuestras “luces y sombras”, “valores y defectos”,
nuestras posibilidades y nuestras limitaciones.
En la escuela de santidad que es el Carmelo, María es nuestra Madre y
Maestra. Ella entró en los planes de Dios “sin entender” mucho con la razón,
pero con total confianza en la Palabra que le fue dirigida de parte de Dios
y el futuro no la hizo vacilar ni a derecha ni a izquierda, porque la movía la
convicción profunda de que el plan de Dios para ella era lo mejor, su plenitud
como mujer. Y fue firme en la fe.
Con el deseo hecho oración de que este sentir mío plasmado en pobres
y humildes palabras escritas, llegue a suscitar en algunos corazones la
búsqueda de Dios, para saciar la sed de infinito que atormenta nuestro
pequeño corazón humano.
Unidos en Jesús, María y José.
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