COOLTURA REVISTA INFANTIL: Halloween

Decidió que el primer monstruo que cazaría esa noche sería a un vampiro,
él les tenía algo de miedo, pero pensaba que comenzar por cazar a uno de
estos seres aterradores que chupan la sangre, sería genial para impresionar
a todos los que no creían en sus habilidades. Luego, dejó su cuaderno y
utilizó su Tablet para escudriñar en internet todo lo necesario sobre estos
seres, desde sus estrategias para atrapar a sus presas hasta su forma de
descansar; Ludovico encontraba imágenes realmente aterradoras, pero su
mamá que de vez en cuando miraba de reojo las búsquedas de su hijo,
notaba la cara de asombro y emoción que hacía, así que ella dejaba que
Ludovico hiciera sus investigaciones libremente.
Así transcurrió todo el viaje hasta llegar a la casa de los abuelos. La verdad
era que los dos tenían más de un año sin ir a visitarlos porque casi siempre
eran los abuelos los que iban hasta la casa de su nieto, así que para
Ludovico era toda una novedad ver lo grande y diferente que lucía el lugar.
Lo que más le gustó al llegar, fue la enorme calabaza que los abuelos tenían
en el jardín y la magnífica decoración de terror que tenía la casa completa.
Sus abuelos sabían lo mucho que le gustaba a su nieto esta fecha, pero
la verdad era que a ellos también les encantaba Halloween, ambos decían
que este era el día en que más veían a niños felices por las calles de la
ciudad, por lo que los dos disfrutaban mucho el poder repartirles dulces a
cada pequeño que tocara su puerta esa noche.
Cuando entraron a la casa la sorpresa fue mayor, pues cada rincón del
lugar estaba ambientado con telarañas, una escoba que perfectamente
podría ser la de una autentica bruja, una mecedora ocupada por un
fantasma tal vez cansado de atravesar paredes… en fin, no había duda de
que los abuelos se tomaban Halloween muy en serio.
De la cocina salía un olor fascinante, era el delicioso pan de calabaza que
la abuela preparaba. Ludovico no veía la hora de poder probarlo, pero la
abuela le explicó que debían esperar un poco más porque ese pan tenía que
quedar bien cocinado o de lo contrario no se acercaría ningún monstruo a
la casa. Al oír estas palabras, el niño quedó casi que paralizado.
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