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Centurion Mexico Autumn 2022

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Al encontrarnos en este

Al encontrarnos en este barrio histórico nos beneficiamos de una sinergia muy especial – François Illy los restauren, muchos de ellos originarios del Faubourg. «Es muy conmovedor ver cómo una obra elaborada durante el reinado de Luis XVI vuelve al lugar donde nació después de casi 250 años», asegura Strack. Las paredes están adornadas con los recuerdos de las piezas más exquisitas que han pasado por el taller; se pueden encontrar copias de cabeceras y moldes de patas de muebles esculpidos. «Cada vez que queremos crear algo nuevo, que sea una representación pura de un estilo, recurrimos a la increíble base de datos disponible», explica Strack. Las obras del Straure incluyen un conjunto de sofás y sillones dorados de estilo Luis XV para la mansión parisina de un príncipe catarí, así como una réplica de la cama de María Antonieta para la residencia del embajador estadounidense. Gracias a todo el savoir faire que encarnan estas creaciones, hace varios años Straure fue distinguida por el gobierno francés como Empresa del Patrimonio Vivo. Entre los primeros talleres del Faubourg en recibir esa misma distinción destaca Dissidi. Este atelier, fundado en 1911 por una familia de ebanistas italianos, cuenta con un equipo de nueve personas que trabaja en proyectos para importantes agencias de diseño de interiores, como el gabinete de Alberto Pinto en París o Winch Design en Londres, confeccionando muebles a la medida para hoteles de lujo y casas palaciegas. Ahora bien, lo que realmente distingue a Dissidi es su capacidad para fabricar a mano réplicas perfectas de obras maestras del mobiliario histórico, entre ellas, la reciente recreación del escritorio Mazarin —una pieza de marquetería Boulle realizada en torno a 1680 con latón grabado sobre madera de peral teñida de negro, que fue bautizada así en honor al cardenal Mazarin, ministro del Rey Sol— o la extraordinaria vitrina de medallas construida en 1732 para Luis XV, con patas de bronce macizo profusamente adornadas, exterior de intricada marquetería en color violeta y medallones dorados con fondo de carey. Estas obras engloban un patrimonio vivo que incluye no solo a los ebanistas de Dissidi, sino también a toda su red de colaboradores en el Faubourg, desde los especialistas en marquetería hasta los doradores. «Al encontrarnos en este barrio histórico, que forma parte de la riqueza de la artesanía francesa, nos beneficiamos de una sinergia muy especial —declara François Illy, portavoz de Dissidi—. Hoy en día, el art de vivre galo se ha convertido en un hashtag, pero detrás de él hay personas reales, artistas y artesanos sin los que nada de esto existiría». La mayoría de los ebanistas de Dissidi se han formado en una de estas dos instituciones: la École Boulle o los Compagnons du Devoir. Desde la Edad Media, esta última cuenta con un programa de aprendizaje para artesanos por el que han pasado algunos de los especialistas en ebanistería más contemporáneos del Faubourg, entre ellos, Bernard Izquierda: un adorno de oro restaurado recientemente por el equipo de Dissidi Página opuesta: François Illy del taller Dissidi 76 CENTURION-MAGAZINE.COM

Mauffret que se incorporó a los Compagnons a los 17 años para convertirse en carpintero. La pasión por la geometría descriptiva, desarrollada mientras restauraba las complejas estructuras de madera de catedrales y molinos de viento, sigue marcando su trabajo actual como ebanista para diseñadores de interiores como Pierre Yovanovitch. Mauffret es conocido por su habilidad para dar a la madera formas imposibles, como la maraña de brazos enroscados que coronan el perchero After Thonet, propiedad del Museo de Artes Decorativas de París. Gracias a una innovadora técnica de secado de madera mediante vapor, logró materializar lo que empezó siendo un original modelo en 3D del diseñador Mathieu Lehanneur. No cabe duda de que Mauffret es un ebanista dispuesto a emplear cualquier herramienta, ya sea tradicional o de vanguardia, para hacer realidad los sueños de sus clientes; un ejemplo es una mesa de ébano veteado en blanco que acaba de crear para un departamento en la Quinta Avenida. La parte superior de la mesa la ha cubierto a mano con pergamino de piel de cabra blanca y ha incrustado, con una fresadora digital, estrellas de latón cortadas mediante electroerosión. «Existe la falsa creencia de que la tecnología es enemiga de la artesanía —apunta—, cuando en realidad los artesanos enriquecen sus proyectos y su profesión incorporando nuevas tecnologías a sus creaciones». Mauffret trabaja en el Cour de l’Industrie, un complejo de 50 talleres artesanales que se construyó a mediados del siglo xix en el Faubourg. En 2008, a apenas 500 metros del complejo, se levantó una versión moderna realizada en metal y cristal en el número 8 del passage Brûlon, donde los talleres de artesanos se entremezclan con oficinas para profesionales de los medios de comunicación, la tecnología y el diseño. En este nuevo edificio, el joven Ludovic Avenel, graduado por la École Boulle, fundó su atelier. El ebanista irrumpió en la escena del diseño francés luego de ser galardonado en 2007 con el Premio Liliane Bettencourt a la Inteligencia Manual por el diseño de dos cajoneras de estilo art déco —una hecha de ébano, laja y chagrín, y la otra de cartón, aluminio y goma— que representan el pasado y el futuro de la ebanistería. «Cualquier proyecto puede incluir tanto las técnicas más tradicionales como las más innovadoras —explica—, pero ese mismo deseo es el que impulsa todo mi trabajo; busco aportar arte, belleza y poesía a la vida diaria de las personas». Avenel siempre incorpora a sus creaciones elegantes e innovadores materiales y formas, como en su Bureau à effeuiller (un escritorio fabricado con una ingeniosa madera flexible, cuya parte superior se puede levantar como si fuera tela para hacer uso de los compartimentos interiores) o en sus mesas inspiradas en motivos orgánicos, que van desde un eclipse lunar o una clementina partida por la mitad hasta piedras apiladas en la playa. Su enorme talento le ha brindado la oportunidad de introducir el arte de la ebanistería en nuevos sectores, colaborando entre otros con la casa relojera Jaeger-LeCoultre, el fabricante de baúles Moynat o el diseñador de zapatos Christian Louboutin; incluso ha diseñado el interior de autos en madera de roble barnizado. Con este derroche de creatividad, puede resultar irónico que Avenel se haya convertido en un fiel defensor de lo tradicional, pero como él mismo apunta, «en el barrio se produjo una fabulosa convergencia de mentes creativas e innovaciones increíbles. El motivo por el que quise trabajar acá es porque aún se puede palpar la misma energía: el Faubourg Saint-Antoine sigue conservando su alma». CENTURION-MAGAZINE.COM 77

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